AMOR A UN MANIQUÍ La historia ocurrió sobre el año 2.110, cuando los robots tomaron el poder y nos dominaron, pues eran más inteligentes y lo peor es que no tenían sentimientos. Pero había un 2/100 que podían sentir. Era una tarde lluviosa, yo como siempre trabajaba como esclavo, cuando la vi: era el ser más bonito de la Tierra, bueno no era exactamente un ser si no un robot, pero era diferente: tenía una sonrisa imborrable, unos ojos azules como el mar, un vestido blanco como las nubes y un pelo castaño oscuro por el hombro que la hacían perfecta. Solo había un problema, su padre era el organizador de la ARCH (asociación de robots contra humanos) y no es que se diga el robot más amable. Mis padres hablaban de una rebelión que no creía que me ayudara a conseguir a mi amada. Pero entonces me miró y sonrió como si ya me conociese, me sentí atraída por ella y en cuanto me quise dar cuenta estaba a tres pasos de tocarla y ras un buen rato solo me atreví a decirla como me llamaba, y ella me contesto con voz de ángel que se llamaba Marliú, tras eso no hubo más que silencio hasta que llegó su padre armado hasta los pies que en cuanto me vio sacó su cañón, pero Marliú se puso delante, mis pupilas se dilataron las mejillas se me enrojecieron y se me quedó una cara de enamorado que nuca antes había experimentado. -¡apártate! -¡Ni de broma! -¿Porqué le proteges? -Porque le quiero. -Si no lo conoces. -He soñado con el -Es un humano -No me importa, el amor no tiene excepciones. Sonaron tres tiros y Marliú se dirigió a mí y me dijo: - ¡Corre!. Tardé en reaccionar pero salí corriendo, me escondí tras una caja durante una media hora hasta que llegó Marliú, me contó que su padre nos buscaba y que teníamos que irnos de la robithionish que era uno de los millones de centros donde estábamos atrapados. Llegamos a una colina donde me contó que ella era uno de los pocos robots que podían amar y que no sabía bien porque, pero me quería , me dio la mano y me besó la mejilla cuando sonó un gran estruendo, los dos miramos a la robithionish y vimos a un montón de humanos arrancando cables, pues la rebelión había empezado, Marliú tenía miedo pues venían hacia ella, pero se toparon con migo, al fin y al cabo se la debía, no lo vi y la atacaron por la espalda. La miré, me miró y murió. Puede que a penas la conociese pero sentía que en mi corazón faltaba algo que no se podía llenar, los robots se murieron y el mundo se recuperó y con los cuerpos sin vida de los robots se hicieron maniquíes, pasaron años y años y con el tiempo aprendí a olvidarla, hasta un día que la vi, ahí sentada en el escaparate de una tienda, empecé a recordar, derramé una lagrima y sonreí, desde a aquel día voy a visitarla cada día con la esperanza de que vuelva a sonreír.