DISCURSO SENADORA SONIA ESCUDERO Presentación “Luis León y el Movimiento de Afirmación Yrigoyenista en la Unión Cívica Radical” Al leer la biografía que presenta Eduardo Giorlandini sobre Luis Agustín León, no puedo dejar de detenerme en un hecho probablemente casual aunque sumamente simbólico: Luis nació a 10 metros del lugar en el que casi 145 años antes lo hizo José de San Martín en la ciudad de Yapeyú, Corrientes. Al poco tiempo sus padres se mudaron a Chaco. Dicen los lingüistas que el contexto otorga significado al texto. En contextos diferentes, lo que vinculaba a Luis León con San Martín era mucho más que el azar o un sentimiento de admiración y respeto. Los unía un valor: la libertad. Mientras que “El Libertador” luchó contra las más tradicionales formas de colonialismo, Luis lo hizo contra una reformulación propia de la guerra fría. En un contexto en el cual las dos potencias vencedoras de la segunda guerra mundial se disputaban su hegemonía a partir de la creación de áreas de influencia, Luis junto con otros legisladores de la región, emprendieron dos desafíos: Primero. Unir a los países latinoamericanos ante los intentos de fragmentación promovidos por uno y otro bloque. Muchas veces por canales diplomáticos, aunque la mayoría de formas más pragmáticas y menos convencionales, la guerra fría supeditó la estrategia a la táctica, los principios a los medios y se bastardearon los derechos humanos. A modo ilustrativo. En nombre de la libertad, se creó la Escuela de las Américas. En nombre de la igualdad, se emplazó un sistema misilístico defensivo‐ofensivo que nutrió los resquemores y las diferencias. La democracia, bandera de uno y otro bloque, fue deliberadamente sepultada en nuestra región por actores externos. En sus propias palabras, “América Latina tiene que colocarse en la mesa de las decisiones internacionales como una gran nación. Ha de colocarse de cara a los desafíos geoeconómicos y geoestratégicos de nuestro tiempo. Sus principios son la regionalidad, la independencia y la planificación de la nación latinoamericana como una gran afirmación cultural no colonizable. La integración es nuestra viabilidad como pueblos.” Destacó la “hipocresía de aquellos que bogan por la democracia al tiempo que son socios de países coloniales”. Observó que “la única forma de superar la decadencia es superar la dependencia.” Como consecuencia de lo antedicho, el segundo desafío fue defender la democracia en un contexto de quiebres autoritarios también promovidos por las potencias hegemónicas de la guerra fría, el período con mayor cantidad de interrupciones al orden democrático en la región. En un marco en el cual las libertades políticas y civiles eran cotidianamente atropelladas por gobiernos de facto, América Latina sangra y no en forma metafórica como introducía Eduardo Galeano al referir a la sangría de nuestros recursos naturales hacia los puertos centrales. Cruda reedición del colonialismo, en América Latina las ideas matan. Y en este contexto, un legislador argentino, Luis Agustín León, junto con otros legisladores de la región como Andrés Townsed de Perú y Nelson Carneiro de Brasil, construyen una visión estratégica de Latinoamérica desde el ámbito parlamentario. No una visión importada, sino una visión autóctona, una visión que permitiese la real liberación de Latinoamérica de la dependencia de otros bloques. Con esa idea comienzan a marchar por los países de la región. Luis decía que se debía “recoger el desafío de la circunstancia y salir a recorrer.” De esta forma, promueve la unión de Latinoamérica como un acto de liberación. Pero no desde una perspectiva paternalista (esto no nos diferenciaría de las intenciones de las potencias de posguerra) sino desde una perspectiva basada en la idea de que no habría unión posible si ésta no fuera una demanda real de los pueblos. Lo novedoso fue que invirtió los términos de legitimidad del poder. La legitimidad de la integración no es de las armas sino del pueblo. Los legisladores, en su rol de representantes de la heterogeneidad popular, eran quienes debían promover este proceso de asociación endógeno. Y he aquí un acto trascendental en la vida de Luis León: En 1964 se crea el Parlamento Latinoamericano y en reconocimiento a su esfuerzo, es electo primer Presidente. En 1965 iza por primera vez la bandera del Parlatino en el Congreso Argentino. Había dos candidatos: Luis León, de Argentina, y Nelson Carneiro, de Brasil. En una reunión con los Presidentes de las delegaciones de catorce Parlamentos Nacionales, cada uno informó cuál era su candidato. Cuando más de la mitad se hubiera pronunciado, el Senador Carneiro pidió la palabra y dijo: “No es necesario continuar la consulta. Es claro que de nuevo un león se va a comer a un carnero.” Se trató de un acto de abierto desafío tanto a las autoridades de facto de los más de diez países que entonces transitaban por alguna forma de autoritarismo en la región como un fuerte cuestionamiento a la institucionalidad de posguerra. Desde sus comienzos, el Parlatino desafía los convencionalismos. Al modelo que define a la integración regional como un proceso de cesión de soberanía conducido por los gobiernos nacionales, el Parlatino le presenta una dimensión popular. La integración, desde nuestra perspectiva, no es un proceso elitista sino que es una causa que sólo subsiste si es permanentemente legitimada con la participación de los pueblos, de todos, de las mayorías y de las minorías. En una época en la cual florecían las instituciones de posguerra creadas con la razón de proteger la paz a costa de perpetuar un sistema de poder asimétrico, el Parlamento Latinoamericano promueve una representación de los pueblos absolutamente democrática y simétrica. En el Parlatino no hay bancas reservadas ni derecho a veto. No hay tecnócratas que imprimen recetas ni hay Parlamentos con mayor peso que otros. No hay tribunales ad‐hoc. Sólo los Parlamentarios de los países de la región. Un año más tarde el gobierno de Onganía disuelve el Congreso. Luis continúa en la Presidencia del Parlamento Latinoamericano en un acto de abierto desafío al atropello constitucional. El Parlamento Latinoamericano se transforma así en un refugio en el que denunciar las más crudas violaciones a los derechos humanos, civiles y políticos. Como hizo León, muchas veces los parlamentarios acudían al Parlamento Latinoamericano desde el propio exilio. Allí se escuchaban las voces que en los propios países eran acalladas al calor de los fusiles. Dos décadas más tarde, y ya con el retorno a la democracia, Luis es electo por segunda vez como Presidente del Parlamento Latinoamericano (1985). En un contexto de retorno a la democracia, Luis promueve la redacción y firma del Tratado de Institucionalización del Parlatino, que le da entidad como organismo internacional. En una época de transiciones a la democracia (concepto del que Luis descreía) este acto evidenció que las transiciones requieren una culminación, y que esa culminación tiene que ver con la institucionalidad. No basta con elecciones periódicas. “La democracia no se agota en el acto electoral”, repetía. Esas elecciones deben ser acompañadas por un marco institucional democrático, y aquí subrayo nuevamente la importancia de los Congresos como ámbitos de discusión de ideas diferentes. La democracia no se sustenta en la unicidad sino precisamente en la diversidad. Al igual que el proceso de integración regional, el proceso de democratización nacional también requería su institucionalización. Aquí y en los países vecinos. En suma, la impronta de León en el Parlamento Latinoamericano estuvo marcada por la búsqueda de una doble liberación. Por un lado, la liberación del yugo de los autoritarismos. Por el otro lado, la liberación del colonialismo. La huella de Luis fue entender que la democracia es el único camino posible hacia esa doble liberación. Luis León hizo extensiva su aversión al colonialismo interpelando también al colonialismo político, el financiero y el comercial, los cuales no hacen, en sus palabras, más que reafirmar “la recolonización del mundo pobre a través del endeudamiento”. Su visión latinoamericanista se complementó con su ferviente defensa de los derechos de Argentina sobre las Islas Malvinas, resabio colonial en el Atlántico Sur. Denunció la nuclearización de las Islas, tempranamente, en 1985 y promovió declaraciones anuales de apoyo al reclamo argentino en el ámbito del Parlatino. Se anticipó a la ampliación del Mercosur (bloque al cual en un primer momento se opuso por considerarlo economicista), se anticipó a la creación de la Unasur, se anticipó a la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. O quizá, su labor en el Parlamento Latinoamericano sentó las bases para el entendimiento entre países tradicionalmente enfrentados más por resquemores creados por fuera de la región que por motivos objetivos. También, se anticipó a su época cuando refirió que “Europa no puede latinoamericanizarse. Tampoco América Latina europeizarse, pero no dejamos de tener acciones conjuntas. (…) El camino es trabajar internacionalmente con corresponsabilidad solidaria.” Este principio, tácito, es el que ha permitido el entendimiento conducente a la EUROLAT. Entendió la importancia de la diplomacia parlamentaria. Luis era un excelente orador. Y las palabras pueden formar sloganes bonitos o expresar hechos concretos, denunciar atropellos, construir acciones. En ese sentido, lo valioso de Luis no fue crear un organismo vacío de contenido sino que, a través del Parlatino, pudo construir una agenda regional con contenidos concretos: • La Cuestión Malvinas y la denuncia de su nuclearización • La solución de la deuda externa y el diseño de una moneda común para la región • El impulso al Grupo de Rio • La defensa del autoabastecimiento energético • Los procesos de democratización en la región • El desarrollo y la independencia tecnológica. • La cuestión de las distorsiones al comercio internacional, en especial, la eliminación de las producciones subsidiadas. Sobre todo Luis pregonó con su accionar su convicción en la democracia. Cuando se me ofreció el cargo de Secretaria de Comisiones del Parlamento Latinoamericano, algunos legisladores de otros países adujeron que Argentina, a través de Luis León en el Consejo Consultivo, ya tenía un cargo en el Organismo. Sin que y supiera, y pese a pertenecer a partidos políticos diferentes, Luis renunció a su cargo para dejarme el lugar. Ese era su desapego a los cargos y su nobleza. Deseo finalizar estas palabras con un fragmento de un discurso del Dr. León, que cristaliza su afán de liberación tan vigente entonces como hoy: “Advertimos que en el siglo pasado el equilibrio de fuerzas constituye el argumento de la paz. En nuestro siglo, la seguridad mundial parece surgir de un equilibrio de miedos, por el poder disuasivo. El siglo XXI que llega debe dejar paso a aquel equilibrio de fuerzas y al equilibrio de miedos por el equilibrio de esperanzas, basada en la opinión de pueblos deliberantes que no admiten ya que la paz mundial sea exclusivo compromiso de las potencias. Hay que computar a todas las naciones. En lo interno es igual. (…) Los caminos pueden ser variables y dinámicos pero siempre deben ser autónomos y emancipadores.” En suma, Luis fue un transgresor. Luchó incansablemente por sus convicciones, pero no de un modo utópico. Su obra quedó plasmada en instituciones que lo trascienden y lo proyectan tanto histórica como geográficamente. El Parlamento Latinoamericano fue el camino que construyó en pos de la liberación. El mensaje que transmite esta institución es profunda: la unión de los pueblos es una opción ética, libera. Secretaría de Comisiones del Parlamento Latinoamericano: • En cuatro años de gestión, se logró la participación de 2281 parlamentarios a las reuniones de comisiones. Se pasó de 395 participaciones en el año 2003 a 520 en el año 2006. • Se llevaron a cabo 95 reuniones de comisiones en 18 países. • En dos de los cuatro años de gestión participaron todos los países miembros en, al menos, una reunión. Los únicos países que se ausentaron en 2004 y 2005 fueron Honduras y Suriname. Participaron también Jamaica, Haití y Granada. • Se celebraron acuerdos con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos: Corte Interamericana de Derechos Humanos, Instituto Interamericano de Derechos Humanos y Comisión Interamericana de Derechos Humanos. • Se celebró un convenio con el Foro Parlamentario sobre Armas Pequeñas y Ligeras Secretaría General del Parlamento Latinoamericano: • Se modificó el reglamento del Organismo previendo que las delegaciones estuvieran conformadas por mujeres y varones. • Se redactó y aprobó el Manual Orgánico, el Reglamento de Personal, el Reglamento de Compras y Contrataciones y el Código de Conducta del Organismo. • Se celebró un Convenio con la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. La red de vinculaciones interparlamentaria llegó a comprender a 172 de los 193 países de la ONU. • Aprobación de la Ley Marco de Armas Pequeñas, Ligeras, Municiones y Materiales Relacionados. Publicación y traducción al inglés y al francés. • Se lanzó la participación del Parlatino en misiones de observación electoral. Se realizaron observaciones en los siguientes comicios: Paraguay (2008), Bolivia (2008), Bolivia (2009), Venezuela (2009), El Salvador (2009), Ecuador (2009), Panamá (2009), Uruguay (2009), Bolivia (2009).