La tensión entre saber y poder en la denominada “sociedad de conocimientos” y su relación con la democracia (popular)1 Raquel Cosentino2 Introducción En el presente trabajo intentaremos esbozar una línea conectora entre el conocimiento3 y el poder, entre la ciencia y la política, con el objetivo de dilucidar la importancia (negada) de su relación y la compatibilidad que tiene en la construcción de lo social. De este modo, partimos de la premisa de que el positivismo lógico en la modernidad supone la teoría general del conocimiento sobre la que se fundamenta la (re)producción del sistema en un sentido general, evidenciando la relación entre poder y saber negada. Tomaremos como referentes a Claude Lefort, Ernesto Laclau, intelectuales de la Escuela de Frankfurt4 y de Edimburgo5, y el trabajo de Leonardo Rodriguez Zoya, para establecer las explicaciones pertinentes. Sabemos que ha predominado en la epistemología6 moderna una suerte de negación de la importancia del poder, de lo político en diferentes manifestaciones y se ha pretendido de forma análoga la prosecución de un saber neutral, objetivo y despojado de lo humano. Entonces, el objetivo del presente es establecer la relación inherentemente conflictiva entre poder y saber en las sociedades modernas, y su importancia en todo el devenir humano en un contexto de vuelta a la 1 Trabajo realizado para la Fundación Uocra para la Educación de los Trabajadores Constructores Lic. en Ciencia Política 3 El conocimiento es definido aquí como el conjunto de creencias aceptadas colectivamente por una comunidad 4 La escuela de Frankfurt esta constituida por un grupo de intelectuales que, partiendo de Marx, Hegel y Freud, esbozaron una teoría crítica (entender que lo que es no es lo que debería ser) con el fin de poder profundizar las condiciones sociales e históricas de las producciones teóricas y buscar dirimir diferencias que se habían suscitado en el campo del marxismo, en pos de alcanzar un objetivo concreto y separarse un poco de la ortodoxia que imperaba en la doctrina. La misma surge como consecuencia lógica de la profundización de la sociedad capitalista-burguesa y la necesidad de consolidar una teoría y una praxis marxista global. Se fundo en el año 1924 y tiene como principales exponentes a Horkheimer y Adorno. Estaba compuesta por Habermas, Luhmann, Lukács, Fromm, entre otros, y el libro mas exponente y que le da nombre a la teoría fue de Max Horkheimer en colaboración c Theodor Adorno y se titulo Teoría Critica (1968) 5 Conocida con el nombre de Programa Fuerte, es una variante de la sociología del conocimiento científico y propone una unión de las ciencias “duras” y “blandas” al tirar por su base las pretensiones de objetividad argumentando que ambas están condicionadas por un contexto socio cultural a los cuales el observador- investigador irreductiblemente pertenecen. Alguno de sus exponentes son Barry Barnes y Harry Collins y la misma posee cuatro características definitorias: causalidad- imparcialidad- simetría- re flexibilidad. 6 La epistemología es una rama de la filosofía cuyo objeto de estudio es el conocimiento. Algunos de sus referentes son Karl Popper, Ludwig Wittgenstein, Jean Piaget, entre otros. 2 1 centralidad de las potencialidades de los hombres y mujeres en la construcción de una historia con conocimiento y subjetividad. Asimismo, se intentará recuperar el valor de la epistemología en la producción de conocimiento para, enmarcados en las nuevas sociedades modernas estructuradas en cuanto al saber flexible, reconocer que la misma esta fuertemente asociada a la invención democrática en su vertiente popular. El saber corresponde al Pueblo, así como el poder, entendido como instancia de legitimidad y de identidad que le es propia (Lefort, 1990, p. 78). Política y epistemología: dos caras de un proceso social Partimos de la necesidad de incluir a la política en la reflexión epistemológica, con el objetivo de poner una suerte de orden en este mundo actual (posmoderno) de permanente vertiginosidad, cambio e indeterminación propia del pensamiento en las sociedades contemporáneas. De este modo, decimos que lo político constituye y organiza la práctica científica y, por lo tanto, lo político es constitutivo de la ciencia misma y no un mero conjunto de valores exteriores que alteran la actividad científica objetiva. El conocimiento elaborado por la ciencia, entonces, es políticamente significativo en un mundo de permanente contradicción y antagonismo, puesto que condiciona el significado de la realidad, al tiempo que posibilita y constriñe los campos posibles de acción. Tomamos como punto de partida la representación de filosofo- Rey de Platón, que unía la sabiduría filosófica a la virtud política facultando una alianza entre el saber y el poder7 que se constituía en quien personificaba la cabeza de la polis. Pero, a partir de Aristóteles esta relación se invierte y se produce la primer escisión entre vida activa- vida contemplativa, mediante la cual el sabio dedicado a la contemplación no participa de la vida política pública (al mismo tiempo se produce una división entre vida privada y vida publica que se retrotrae hasta los tiempos modernos). El filosofo es un ser socialmente inactivo y por lo tanto, el conocimiento práctico y la praxis política se desarrollan por caminos diferenciados. Esta ruptura que se inicia con Aristóteles conlleva consecuencias epistemológicas ya que existirá un conocimiento teórico vinculado con los objetos universales, inmutables, eternos; y un conocimiento práctico vinculado a las cosas que están sujetas al cambio, a la voluntad y acción humana. Aquí podemos ver una primera fundamentación de la conflictividad entre el conocimiento y el poder en las sociedades 7 El poder no es un simple órgano de dominación, es instancia de legitimidad e identidad como argumenta Lefort (1990) 2 democráticas modernas, pues se produce una división efectiva entre ellas y una unión simbólica que se quiebra en la radicalización de los conflictos debilitando el sistema en su totalidad8. Surge así, una separación de dos tipos de ciencias: las ciencias en un sentido estricto; y las ciencias prácticas derivadas a lo “residual” y con la problemática de una teoría general. De este modo, el conocimiento científico es de carácter objetivo desvinculado de la dimensión subjetiva de la práctica: la primera aspira a la verdad, la segunda a la acción, y se desarrollan de forma separada. David Hume (2004), por su parte, realiza una diferenciación entre cuestiones de hecho y la relación de las ideas que luego fue retomada por Immanuel Kant en su Crítica de la razón Pura a través de la separación entre juicios sintéticos y juicios analíticos que luego fue tomada por el Positivismo Lógico9 para el cual la dicotomía analítico/sintética es fundamental, así como la diferencia entre hecho/valor que constituye la piedra angular de toda su filosofía. No obstante, debemos explicitar las tres escisiones que el devenir histórico derivado en totalitarismos10como “hecho capital de nuestro tiempo” (Lefort, 1990,p. 67) conforman, en función de una negación de la división constitutiva de a sociedad y reexaminar la naturaleza de los tiempos modernos. Estas tres divisiones son: - Ciencia/ política - Conocimiento/ ética - Teoría/praxis Esta triple dimensión ha sido heredada en la modernidad: conocimiento científico- acción política- valores éticos. De la triada antes expuesta se deriva otra división fundamental que procede del giro humanista del Renacimiento, que luego de San Agustín (1966) y Santo Tomas de Aquino (1989), inspiró a Nicolás Maquiavelo (como exponente del realismo político) en sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio y 8 Cuando hablamos de la conflictividad de la democracia hacemos referencia a la democracia burguesa en contraposición a la populista, que consideramos como un crecimiento social en marcha. En la oleada inevitable democrática que se inicio en el siglo XIX, se puede decir que durante muchos años del siglo XX, ésta fuerza ha sido acallada fundamentalmente por la relación que establecemos en el presente trabajo, y que en la actualidad se puede vislumbrar un futuro diferente con participación ampliada e inclusión en base a transformaciones que son necesarias y que parten inevitablemente del hombre mismo y de su conocimiento. 9 El Positivismo es una corriente filosófica que afirma que el único conocimiento autentico es el conocimiento científico fundado en teorías derivadas del método científico (monismo metodológico, un método para todas las ciencias y aquellas corrientes que pretendan serlo). Es la exaltación de las ciencias físico- naturales que constituyen las únicas ciencias verdaderas, y que toda ciencia de lo social debe poder hacer uso del mismo método si quiere poseer el mismo nivel de legitimidad dentro del paradigma científico. Utilizan el método inductivo lógico y a partir de Augusto Comte se busco que la sociología, como ciencia que tiene a la sociedad como objeto de estudio, se adscriba a tales estructuras. En el primer tercio del siglo XX tales ideas se concentraron en el Círculo de Viena. 10 En el presente se considera al neo liberalismo como una expresión moderna de un totalitarismo a escala mundial 3 El Príncipe, a separar la política respecto del anclaje ético en la búsqueda de estabilidad del régimen, y en su caso particular, de la unión de Italia. Esta división tiene como corolario la separación en la práctica de una interdependencia entre teoría y praxis que legitima cualquier tipo de acción si esta orientada a la estabilidad del régimen. Las divisiones antes expuestas alcanzan su auge con la denominada neutralidad valorativa de la ciencia y la separación entre hecho/valor a cuyo paroxismo colaboró el positivismo lógico que trae a la modernidad esta triple escisión antes señaladas. La ciencia/política tiene la capacidad de crear mundo, con lo cual se desglosa que el conocimiento tiene una intencionalidad propia y una influencia concreta en el quehacer humano. La separación entre ambas esta fundada en la necesidad de enajenación de las potencialidades de los hombres y mujeres en pos de obstruir la construcción de un mundo, de una realidad, signada por el interés general. En cuanto al tema de enajenación, es importante recuperar el triple sentido que el joven Marx le otorga a ella: por un lado, tenemos la enajenación del productor con el producto mismo, una separación entre sujeto y objeto en donde este último adquiere independencia y valor respecto de su creador posibilitando un estado de cosas materializado, objetivado; el segundo aspecto de la enajenación tiene que ver con la enajenación de la persona misma, al ser el hombre naturalmente productor, naturalmente estar posibilitado para la construcción de su vida y de su historia, la división y exteriorización con lo que produce significa una separación de su propio ser, un alejarse de su propia naturaleza (social); y por ultimo, la enajenación del hombre/productor con el resto de la sociedad, que podemos decir implica la división social dentro de una comunidad determinada. El Estado y la sociedad constituyen un mismo momento, se condicionan y avanzan en una relación necesaria y conflictiva, pero el saber en manos del Estado vuelca una suerte de fuerza sobre los individuos que merece nuestra atención. No obstante, todo el aparato ideológico instituido en esa neutralidad obligada intenta permanentemente separar a la sociedad del Estado, al conocimiento de la acción como necesidad primaria de perpetuación de una condición de dominación del hombre por el hombre, en donde consideramos que (tomando distancia de la teoría marxista) el Estado puede y debe constituir un actor social colectivo de liberación, no al estilo hegeliano de superación racional casi etérea, sino como encarnadora de una acción de cambio esencial general en beneficio de la libertad11. 11 Nuevamente, vale una explicación, en cuanto a que libertad no es entendida aquí como libertad de consumo, ni como libertad de vender mi fuerza de trabajo “libremente”, sino como liberación del yugo de la dominación que 4 Decimos no al estilo hegeliano, porque sabemos que el Estado acontece en un momento histórico determinado, como consecuencia de las contradicciones inherentes a las sociedades modernas y con ello, se evidencia que el Estado no es una instancia supra social, sino que su existencia esta dada por la sociedad misma. Es por ello, que la asociación social y política, conocimiento y praxis constituyen un valor primario en la conciencia de nuestra participación y decisión en la historia de la humanidad (cual otra). El Estado y la sociedad civil constituyen el mismo mundo pero de forma desigual, por lo tanto, es esencial recuperar una asimetría entre ambas para mudar a la democracia desde una concepción fundada de un interés particular, hacia un interés general (de carácter roussoniano si se quiere). Entonces, el modelo científico predominante corresponde a un consenso activo sobre el cual se erige la historia social, y que en determinados momentos de abstracción e individualismo ha perdido centralidad en la discusión cotidiana, pero que actualmente vuelve a escena en un contexto de recuperación del valor del trabajo12 en un sentido general con valor social. Los valores ético políticos, por su parte, deben servir como orientadores de la actividad científica y de la reflexión epistemológica cuyo camino determina la libertad mediada por el conocimiento, con lo cual, explorar la tensión entre conocimiento y política implica retomar el camino de libertad, entendida ésta como no-enajenación del espíritu del hombre. De este modo, tomamos una perspectiva totalizadora en cuanto al Poder y el Saber en la conformación de un tipo de Estado (Social) que no puede reducirse a una mera explicación de corte institucional sino que, siguiendo a Marx, decimos que confluyen en él una múltiple y variada serie de fuerzas en una articulación compleja que determinan un tipo de organización social especifico en un contexto signado por el capital. Lo que se trata es de romper con la desunión entre ciencia y política y crear una epistemología políticamente orientada que religue, de volver a unir lo que ha sido separado, conocimiento científico y política (Rodríguez Noya, 2011). Fundamentalmente la idea es vincular sin dejar de distinguir. La sociología del conocimiento ¿Cuál es la relación entre la sociedad y el conocimiento? Sin Sujeto no puede haber conocimiento, y esta afirmación cobra en la actualidad mayor protagonismo como resultado de la vuelta a lo humano, a concentrar la atención sobre los seres humanos y la realidad social. Entonces, el Sujeto construye al Objeto, significa el trabajo centralizado en el salario y la supervivencia, al cual se le suprime toda capacidad transformadora, toda creatividad y potencialidad humana. 12 Trabajo aquí no se circunscribe al trabajo asalariado, y mucho menos, al trabajo como acción creadora de producto, sino como acción social como creación de historia. 5 al mismo tiempo que el Objeto construye al Sujeto, determinando el carácter paradójico de la relación circular entre Objeto y Sujeto los cuales tienen implicancias mutuas. Merton, desde la Sociología del Conocimiento13, realiza un giro sustantivo al esbozar sus Teorías de Alcance Medio, buscando establecer una Teoría consistente de lo social sustrayéndose de los extremos, ayudando a que las ciencias sociales sean aceptadas como ciencias y no como practicas externas al aparato científico. En la década del sesenta, se produce una separación cognitivista con la teoría mertoniana que había intentado eliminar los problemas epistemológicos del ámbito de la disciplina social, reforzando las divisiones necesarias a favor del crecimiento (y negación de contradicciones) que el sistema requería en su nueva fase industrial. De este modo, la discusión sobre el tema del conocimiento científico y el sistema productivo permite mostrar nuevamente la interrelación entre epistemología y poder. Hay tres problemas que trazan el camino cruzado entre ciencia y política (Rodríguez Noya, 2011): - El condicionamiento socio- político del conocimiento científico - La constitución política de la ciencia - El carácter político de los productos científicos Tomando a exponentes del Programa Fuerte en Sociología de las Ciencias, como David Bloor y Barry Barnes, se destrona la idea de que el conocimiento científico es verdadero en virtud de reglas de racionalidad universales y, contrariamente, se suele asumir que tales reglas son el producto de convenciones especificas, histórica, social y culturalmente variables (aquí es conveniente releer la definición de conocimiento de la nota 1). Se pone en evidencia que la regla (al estilo del segundo Wittgenstein) no obedece a una necesidad natural, sino que tiene que ver con la adecuación correcta o incorrecta de nuestra conducta respecto de las normas (Tozzi, 2003). De este modo, nuevamente, la centralidad de la valoración de lo humano es esencial en cuanto a la mejora de una realidad (social) y de una historia fundada en la potencialidad humana, ya que toda teoría se relaciona con la praxis y su contexto, de este modo, la acción del hombre debe ser tomada en un contexto dado, en relación con los otros y no de modo aislado. Aquí encontramos otra contradicción del régimen liberal que condensa el poder, el saber y la ley en una sola y requiere de una unificación social desde el punto de vista político, pero una división social y un individualismo racionalista en sentido económico. 13 Que defiende la posición social del conocimiento: La determinación social o existencial del pensamiento se refiere a que el proceso de conocer se desarrolla históricamente y no proviene de la naturaleza de las cosas o de puras posibilidades lógicas. Conocer es una forma de aprehender la realidad, y supone un ordenamiento dado por la cultura. Tanto el conocer como el conocimiento son productos influidos por la cultura, que sirve de marco a la acción de entender y comprender la realidad. La sociología del conocimiento estudia la relación que existe entre la producción mental y el cuadro existencial. Parte de la consideración de que el individuo refleja el pensamiento de su grupo y de que para pensar el individuo utiliza elementos dados por la sociedad. 6 “La relación entre el hecho y el concepto no puede ser dirimida en el nivel aislado del significado mismo del concepto; por el contrario, el vinculo hecho-concepto se especifica en virtud del contexto” (Winch, a- La palabra, el discurso y el poder La conexión entre las palabras y las cosas, por su parte, entre el conocimiento y el mundo no puede reducirse a una adaptación ontológico14- epistémica, sino que requiere de la mediación de convenciones y recursos naturales significativos (Barnes, 1977). Barnes, nuestro exponente de la sociología del conocimiento, plantea siguiendo a la Escuela de Frankfurt, que el conocimiento esta mediado por intereses socialmente pautados. En síntesis, los intereses son parte del proceso de construcción y justificación del conocimiento (Lano de Espinosa, 1994, p. 530). Acá se puede evidenciar, nuevamente, que la relación entre poder y saber está íntimamente relacionado en función de una específica perspectiva del mundo, dentro del cual se establecen relaciones con los Otros y con las cosas que están mediadas por esa mirada, lo cual vuelve a permitirnos el afirmar que el conocimiento esta cruzado por intereses y políticamente orientada. Barnes describe otra característica del conocimiento, que es el carácter instrumental del mismo, tomando distancia de la postura de Jurgen Habermas15. Frente a la tipología típica habermasiana, Barnes afirmará que todo conocimiento es instrumental, en la medida en que es producido y evaluado en función de un interés fundado en la producción y el control, hasta podemos decir que se aproxima a Althusser en este sentido. Afirma que todo conocimiento se constituye como un recurso disponible en relación con intereses fijados por los actores de una comunidad determinada (Barnes, 1977). De este modo, tanto Barnes como Bloor nos permiten dilucidar los aspectos institucionales de la actividad científica como la propia naturaleza social del conocimiento, y además, abren la puerta para explicitar la articulación entre intereses socialmente constituidos y la formación de ciencias científicas y considerar la incidencia de la política en las ciencias (en el conocimiento mismo). Los intereses sociales, entonces, pueden moldear la producción de conocimiento y el contenido de las teorías en circulación y legitimadas, planteando la importancia epistemológica del binomio socio- cognitivo de las ciencias. Esto no quiere decir que lo social determina lo epistémico, pues ello supondría un 14 La ontología es la es la parte de la metafísica que estudia el ser en general y sus propiedades trascendentales. Es el estudio del ser en tanto lo que es y como es. Estudia propiedades, sistemas y estructuras en función de entender la esencial del ser. 15 Habermas describe tres tipos de intereses constitutivos de los diversos tipos de conocimiento: 1) el interés técnicoinstrumental que es constitutivo de las ciencias empírico analíticas; 2) el interés practico que es constitutivo de las ciencias histórico hermenéuticas; y 3) el interés emancipatorio constitutivo de las ciencias sociales criticas. 7 determinismo lineal, un reduccionismo sociológico, mientras que mejor nos inclinamos a condensar el carácter social de las practicas cognitivas (Tozzi, 2001). Recuperar esta afirmación nos obliga a tomar el valor de la palabra como unidad de análisis y como fuente de poder: ella desempeña un rol específico en la producción de identidad necesaria de la democracia popular (populismo). Siguiendo a Laclau, decimos que las operaciones significantes en donde un nombre (pueblo) desempeña un rol (social) están asociadas a una fuerza que las hace posible como consecuencia de la necesidad de construir un orden de lo social fundando en el valor de lo popular. En un sentido general, la emancipación del significante con respecto al significado constituye el point de capiton de toda la estructura democrática, pues es el significante el que sostiene toda la identidad del Objeto (como refleja Slavov Zizek), y necesariamente debe ser contingente y aún más, vacío. Gracias a ello, se producen esos “agujeros de sentido” sobre los cuales se construye la categoría de Pueblo y se renueva el binomio Saber-Poder en la actualidad16. Nos parece pertinente retomar a Saussure17 y su tipología para dar inicio formal a la cuestión de la significación. Saussure argumenta que el lenguaje es un sistema de valores en el sentido de que todo signo lingüístico vincula sonidos e ideas, de modo tal que desde el punto de vista de la semiótica se vuelve a fortalecer la idea de un interés, que se vuelca sobre la palabra y con ello, la relación equivalente entre significado y significante no puede constituirse como algo desprovisto de poder, libre de una intención, sino que por el contrario, los valores afectivos y las intenciones que ella refiere determinan que se produzca una suerte de hegemonía del habla que reproduce un estado de las cosas concreto. Volviendo sobre el tema de la palabra, volvemos a decir que es fuente de poder y de Verdad: la palabra constituye algo subversivo, por eso se desconfía de ella, se la controla, se ponen reglas sobre ella y estructuras de orden y acción, la búsqueda de supresión de la creatividad esta asociada a la búsqueda de aniquilación de las potencialidades, ambas condiciones necesarias a la autoridad. Fundamentalmente, la palabra es fuente de ficción, de engaño, pero también de verdad, es la racionalidad del martillo que se aplica a todo lo social y cuya orientación depende de la participación a conciencia. De todos modos, como se afirma a lo largo del presente, es posible y necesario este debate gracias a la 16 “Cuando nadie tiene la clave de la libertad, cuando el individuo conoce de si y de los otros tanto como desconoce, cuando, en definitiva, no hay un saber ultimo de lo humano, la sociedad se convierte en un foco extraordinario de invención política.” (Esteban Molina, 2000, p. 128) 17 El signo lingüístico no vincula un nombre con una cosa, sino un concepto con una imagen acústica. El enfoque de Saussure sostiene que todas las palabras tienen un componente material (una imagen acústica) al que denominó significante, y un componente mental referido a la idea o al concepto representado por el significante al que denominó significado. Significante y significado conforman un signo (lingüístico). 8 reconfiguración del saber, a la nueva localización del poder y a la noción de una epistemología políticamente orientada en función de una profundización del modelo de desarrollo con inclusión social. En un sentido general, el conocimiento es una práctica material que puede adquirir fijeza institucional y de este modo producir y reproducir una relación hegemónica en el mundo de lo real. Las construcciones discursivas, la palabra y el conocimiento son movimientos contingentes, por lo tanto, la importancia radica en donde se posiciona el poder en relación con ellos. De este modo, hablar de una democracia con carácter oligárquico o una democracia popular, comporta que el poder radica en uno u otro sector legitimado en función de una justificación adquirida mediante el conocimiento mismo. Efectuamos un fuerte énfasis en el termino identidad, porque en las sociedades contemporáneas, determinadas por múltiples intereses, orientaciones, objetivos y grupos sociales con una fuerte diferencialidad heredada de los procesos políticos anteriores, el proceso identitario necesario para la construcción de lo social cobra una particular forma. Por ello, el carácter vacío de los significantes que le dan unidad y coherencia al campo de lo popular (encuadrados en las democracias de corte popular, es decir, en una democracia en sentido real) que no es el resultado de un sub desarrollo, de una falta de modernización y actualización política, sino que “expresa el hecho de que toda unificación populista tiene lugar en un terreno radicalmente heterogéneo” (Laclau, 2005), se manifiesta en la aceptación de que la democracia es la sociedad histórica por excelencia. Bajo este régimen, el Poder18 se constituye como un lugar vacío simbólicamente que nadie puede ocupar de una vez y totalmente (Ortiz Leroux, 2006), de modo tal que la democracia pone a los individuos ante una indeterminación radical como consecuencia de la disolución de los parámetros de certeza. Ahora, el hombre se encuentra ante el desafío de crear por sí mismo los fundamentos de su propia institución, evidenciando la importancia de una nueva concepción del conocimiento en relación a la nueva localización del poder. La democracia entonces, es la puesta en forma muy singular de la sociedad, en donde el poder aparece como un lugar vacío porque quien ejerce el poder (los representantes) no pueden apropiárselo y este hecho esta garantizado por las elecciones periódicas. Pero, es aquí donde se presenta lo esencial de la relación entre lo simbólico y lo real en donde la democracia aparece como el puente conector entre ellas: pues la unidad simbólica que se reproduce de lo social (nación, pueblo, patria, etc.) que parte de la condición de escisión irreductible de la sociedad y de la aceptación del conflicto inherente a ella, implica el valor de lo simbólico en función de lo real. Por ejemplo, la aparente homogeneidad social19 en los populismos es 18 19 Poder ligado a un discurso político que se actualiza permanentemente Una unión fundada mediante la palabra, la escritura y el pensamiento. 9 fundamental para el desarrollo del orden en una heterogeneidad real, y son elementos constitutivos de la identidad. Esta lógica del poder y el saber es la que permite el desarrollo de la sociedad, la constituye como tal y esta mediada por un discurso que se fundamenta en un conocimiento de las cosas que establece una relación complicada entre ellas, en un Estado que es la forma de ser de un Pueblo (Schmitt, 1963). Conclusión Entonces, ciencia y política están históricamente escindidas y su fundamento lo podemos encontrar en el aporte de Aristóteles como bien afirma Hannah Arendt. La ciencia fue absuelta de su dimensión social, histórica, cultural y humana. De este modo, se produce una mercantilización del conocimiento que favorece junto con la enajenación a una división social y la imposibilidad real de la producción de historia. Es decir, que al convertir el conocimiento en un producto independiente de lo humano, y contextualizados en una sociedad individualizadora, en donde el acceso esta mediado por la propiedad y el dinero (así como la desigualdad instalada en el imaginario social como algo justo), se profundiza esta división y se dificulta la participación de los hombres y mujeres en la construcción de su propia realidad. Nuevamente, enmarcados en el contexto actual de redefinición de estructuras, de cambios en la percepción de las relaciones de fuerza y de los derechos, pensar en la importancia del saber y del conocimiento surge como necesidad fundante de todo el andamiaje de acción social que favorece a la identidad y a la democracia. Porque la legitimidad democrática invoca al hombre, a su participación y compromiso con una totalidad que es simbólicamente esencial, es decir, que la invención democrática implica una aceptación de la condición humana en cuanto productor sin enajenación entre su fuerza y el objeto. Por lo tanto, la recuperación de la alianza (el religar) entre ciencia y política, entre conocimiento y praxis, implica aceptar que su relación no solo es importante sino necesaria para la realidad democrática actual. En esta afirmación, se admite que el saber no puede ser apropiado por un sector social y mucho menos orientado y controlado por unos sobre otros, sino que debe ser colectivo, fundado en el interés general y políticamente orientado. El tomar posición desde lo intelectual para que la realidad frene su tendencia excluyente. Porque sin el anclaje en lo humano caeríamos en la ficción de una existencia fundada en una lógica independiente de las ideas, y en un saber puro, trascendental, desvinculado de la realidad. Entonces, la recuperación del la relación conocimiento/acción se imprime de un descreimiento en saberes absolutos, y el 10 abandono de andamiajes y estructuras del pensar para, desde el reconocimiento del vacío que supone la democracia20, construir en base a la novedad. Cuando hablamos de intelectual, queremos hacer referencia a todos los hombres y mujeres que poseen un saber inmanente. Hacemos hincapié en el saber “común”, en el conocimiento de todos y en las inquietudes en un sentido general que motivan la búsqueda activa. De esta manera, en concordancia a la idea del Saber en el pueblo, y del Poder en el pueblo, la democracia (popular) se constituye como el régimen que mejor se adapta a la necesidad del hombre en este estadio de las cosas. Esperando siempre que se supere la necesidad de control y que los derechos sean derechos sin necesidad de una necesidad. 20 Entendida como forma de la sociedad opuesta al totalitarismo (Lefort) 11 Bibliografía Agustín, S. (1998). La ciudad de Dios, Buenos Aires, Porrúa Althusser, L. (1971). La filosofía como arma de la revolución. Cordoba. Cuadernos del pasado y presente Nº4 Aquino, S.T. d (1995). La monarquía, Madrid, Tecnos Arendt, H. (2005). La condición humana. Buenos Aires. Paidós (2005). De la historia a la acción. Barcelona. Paidós Aristóteles (1985). Ética Nicómaquea, Madrid, Gredos Barnes, B. (1977). Interests and The Growth ok Knowledge. London: Rout ledge and Kegan Paul Barnes, B. y Dolby, R. G. (1970). The Scientific Ethos: A Deviant Viewpoint. Archives Européennes de Sociologie. XI (1) Bloor, D. (1998). Conocimiento e imaginario social. Barcelona. Gedisa García, R. (2000). El conocimiento en construcción. 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