Texto 3. Sebastián Faure, un anarquista francés, publico un opúsculo titulado Doce pruebas que demuestran la no existencia de Dios en el que se resumen un conjunto de argumentos que podría utilizar el agnóstico o ateo para negar la existencia de Dios. Recogemos aquí el resumen realizado por José Antonio Marina. 1. “La acción de crear es inadmisible. Aunque Faure no lo menciona, esta idea fue mantenida por los jainistas hace muchos siglos. Sus filósofos se burlaban de los que pensaban lo contrario. «La creación», decían, «no podría darse sin un deseo de crear.» Pero ¿cómo podría ser que un Dios no creador, de repente, se tornara creativo? Por el deseo, sin duda. Pero el deseo de crear implica una volición, una actividad egoicoemotiva, una imperfección. Un dios creador es contradictorio, porque desea y es perfecto a la vez. Pero perfecto sólo puede serlo lo cumplido, lo completo, lo que no necesita, ni anhela, ni desea, ni echa en falta. 2. El Espíritu puro no puede determinar el universo, Materia y espíritu son por definición irreconciliables. Como el agua y el aceite, que no pueden mezclarse. 3. Lo perfecto no puede producir lo imperfecto. Sería una imperfección por su parte. 4. El Ser eterno, activo y necesario, no pudo estar inactivo o ser innecesario. Un dios dormitando en el vacío, como lo presentan las cosmologías, tiene poca prestancia. Los griegos dirían que su actividad era pensarse a sí mismo, y la teología católica que era amarse a sí mismo, pero ninguna de las dos cosas permiten después pasar a una creación externa. Si embelesan a Dios deben embelesarlo para siempre. ¿Qué acontecimiento habría podido inducir a Dios en su soledad para comenzar a crear después de no haberlo hecho durante eternidades? 5. El Ser inmutable no puede haber creado, Crear es un cambio. Ahí es nada, pasar de ser todopoderoso a tener frente a él al ser humano, libre y, por lo tanto, limitador de la omnipotencia divina. Si Dios creó al hombre libre, estableció un dominio donde no podía intervenir. Dejó, pues, de ser todopoderoso. Se anonadó, como dice San Pablo. 6. Dios no pudo haber creado sin motivo: pero es imposible encontrar alguno. Rapoport pone un ejemplo acerca de la dificultad de armonizar el deseo con la dignidad. Para los hawaianos y los polinesios, los grandes jefes «están libres de deseo, exactamente igual que los dioses. La pereza para un jefe es un deber, no un vicio. Es una manifestación de su absoluta plenitud, de la ausencia de toda carencia, y además de un autocontrol perfecto. La prescripción de la inmovilidad ayuda a explicar por qué los ali’i divinos no caminan sino que son transportados; además, esta costumbre revela que los ali’i pertenecen a una esfera superior (el cielo) que se contrapone a la inferior, representada por la tierra». 7. Un Dios que gobierna niega la perfección de un Dios creador. Es como un relojero que hiciera un reloj tan chapucero que necesitara estar vigilándolo constantemente. 8. La multiplicidad de los dioses atestigua que no existe ninguno. Dios no sería justo si se presentara a unos hombres sí y a otros no, a unos de una manera y a otros de otra. 9. Dios no es infinitamente bueno: la existencia del infierno lo atestigua. 10. O Dios quiere suprimir el mal y no puede, o puede suprimirlo y no quiere. En ambos casos, su bondad queda en entredicho. 11. Dios es un juez indigno, si es verdad que castiga al hombre, porque el hombre no es responsable se su situación no puede elegir ser o no ser. Cuando quiere darse cuenta se encuentra ya viviendo. La responsabilidad del mal moral es imputable a Dios, lo mismo que la del mal físico. 12. Dios viola las reglas fundamentales de la equidad, Hace a los seres demasiado diferentes de los otros. Permite el nacimiento de niños deformes o enfermos”. J. A. Marina, Dictamen sobre Dios, Ed Anagrama, Barcelona, 2001, pp. 127129.