“A PROPÒSITO DE LAS NUEVAS TENDENCIAS DEL ACCESO A LA JUSTICIA: DESAFIOS Y OPORTUNIDADES PARA BOLIVIA” Arturo Yañez Cortes “El acceso a la justicia es el principal derecho -el más importante de los derechos humanos- en un moderno e igualitario sistema legal que tenga por objeto garantizar y no simplemente proclamar el derecho de todos”. Mauro CAPPELETTI I. INTRODUCCION Universalmente, el derecho de acceso a la justicia ha sufrido en los últimos años importantes evoluciones que partiendo de entendimientos circunscritos inicialmente en lo estrictamente jurídico y por tanto sumamente limitados, han mudado hacia otros de corte mucho más amplio y hasta integral, ahora más vinculados con lo social y cultural, asentado en un tratamiento inclusivo y pluralista. En esa línea como pone de manifiesto ROBLES1 citando a varios otros autores, correspondiera visualizar el acceso a la justicia a partir de un punto común: “la confrontación entre la igualdad jurídico formal y la desigualdad socio-económica”, lo que llevará interrogarnos sobre las condiciones del tránsito de un Estado formal a un Estado real de Derecho en el que la causa de uno sea escuchada por las Cortes y Tribunales. Así entonces, implicaría: “el acceso a todos los beneficios de la justicia y del asesoramiento legal y judicial, en forma adecuada a la importancia de cada tema o asunto, sin costos o costos accesibles, por parte de todas las personas físicas y jurídicas, sin discriminación alguna por sexo, raza, religión o nacionalidad”. 2 Con estos puntos de vista, ROBLES puntualiza la conveniencia de considerar aspectos organizacionales, tanto de estructura como de los procesos de justicia, es decir se refiere a una concepción mucho más amplia que la estrictamente jurídica e incluso jurisdiccional. Entrando al caso específico boliviano, si se analizan las concepciones existentes acerca del derecho de acceso a la justicia en los últimos años, es posible por un lado advertir que partiendo de una situación práctica muy próxima a su desconocimiento -al menos como derecho humano operativo-, en la última década 1 ROBLES, Diego Américo. “El concepto de acceso a la justicia. Evolución, vigencia y actualidad”. En “Acceso a la justicia. Las estrategias de los pobres frente a los conflictos en barrios de La Plata y Gran Plata”. Universidad Nacional de La Plata. 2 LINCH, Horacio. “Acceso a la justicia y profesión legal”. International Bar Association, Abril de 2007 se suscitaron interesantes avances -escasamente normativos pero especialmente jurisprudenciales- y, por el otro, aunque parezca contradictorio con la idea anterior, que incluso con todos esos avances, todavía existe en la práctica no sólo forense sino social, un tratamiento significativamente limitativo del instituto que, a la luz de la doctrina sobre el tema denota una sentida contradicción con sus tendencias y desarrollos contemporáneos. Ahora, con base al nuevo panorama jurídico social e incluso normativo traducido en este último caso en la reciente normativa constitucional, es posible analizar hasta donde llegamos en el tema en Bolivia e, intentar descubrir algunas oportunidades y vislumbrar los desafíos inmediatos. II. EL PUNTO DE PARTIDA Conforme se destacó en anteriores trabajos, en la práctica forense (y peor en otros ámbitos) el concepto sobre el derecho de acceso a la justicia incluso en términos tradicionales y por tanto sumamente limitados, fue prácticamente inexistente o en el mejor de los casos, meramente tangencial al ser encarado a partir de institutos de corte procesal (régimen impugnaticio especialmente o en el mejor de los casos, derecho general de petición). Es más, no fue abordado como un derecho operativo establecido en favor de los ciudadanos, sino más bien su tratamiento tradicional estuvo fuertemente influenciado por la tendencia inquisitiva autoritaria del medio, lo que generó sea abordado como una suerte de mera formalidad procesal fácilmente desdeñable, apoyado precisa y paradójicamente, en consideraciones simplemente formalistas, que nublaron el tratamiento del instituto y lo que es peor, restringieron el ejercicio de ese derecho. Prueba de mis anteriores juicios y remarcando nuevamente que obedecen todavía al concepto tradicional del instituto muy ligado con lo meramente jurisdiccional, constituye las múltiples formalidades exigidas a los ciudadanos para acceder al sistema traducido en exigencias tales como el pago de valores, uso de papeles valorados y del idioma “oficial”, entre otras. Incluso, si nos adentramos dentro del proceso, podremos también reconocer similares tendencias; por ejemplo, con mucha fuerza en el sistema de recursos, mucho más en el orden civil que en el penal (esto como efecto del sistema contenido en el Código de Procedimiento Penal) de donde la sola admisión del recurso deducido (versus su declaratoria de improcedencia o inadmisibilidad) parecían -con esa lógica- constituir victorias procesales en sí mismas sin importar el resultado posterior. Para ello bastará revisar los informes estadísticos contenidos en los informes anuales brindados por la Corte Suprema de Justicia de Bolivia usualmente al inicio del año judicial, que denotan claramente la tendencia del sistema impugnaticio para rechazar por meras cuestiones de forma ingresar a considerar la resolución de fondo de los recursos deducidos, con la consiguiente negación del derecho del recurrente a obtener tutela judicial efectiva respecto de su pretensión. Y es que esa práctica pareciera corresponder con el estado normativo de la cuestión la cual, fue en el ámbito interno prácticamente inexistente y por tanto, al influjo de las corrientes garantistas muy bien desarrolladas por la doctrina del Tribunal Constitucional de Bolivia y en menor medida de las Salas Penales de la Corte Suprema, tuvo que ser deducido de los instrumentos internacionales ratificados por Bolivia y de los principios y garantías generales de nuestra legislación interna, aunque siempre con una concepción todavía restringida a lo jurisdiccional. En efecto, del análisis de las últimas Constituciones Políticas del Estado desde 1967 hasta la inmediatamente anterior a la actual, resulta fácil concluir que ninguno de esos textos contempló el derecho de acceso a la justicia de los ciudadanos bolivianos, el que con base a una interesante interpretación proveniente de la doctrina del Tribunal Constitucional tuvo que resultar deducido del art. 7 inc. d) de aquellas Constituciones, es decir el derecho de petición individual o colectivo y con base a una interpretación amplia del debido proceso según el art. 16-IV del anterior texto constitucional, toda vez que en la economía jurídica boliviana no existía una base normativa precisa sobre el derecho en cuestión. En ese sentido, recuérdese la línea jurisprudencial inaugurada y desarrollada por el Tribunal Constitucional boliviano que al respecto, razonó: “…conviene precisar que del contenido del art. 16. IV CPE, en conexión con los arts. 14 y 116. VI y X constitucionales, se extrae la garantía del debido proceso, entendida, en el contexto de las normas constitucionales aludidas, como el derecho que tiene todo encausado a ser oído y juzgado con las debidas garantías, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, instituido con anterioridad al hecho y dentro de los márgenes de tiempo establecidos por ley. A su vez, del texto de los referidos preceptos constitucionales, en conexión con el art. art. 6.I constitucional, se extrae la garantía de la tutela jurisdiccional eficaz, entendida en el sentido más amplio, dentro del contexto constitucional referido, como el derecho que tiene toda persona de acudir ante un juez o tribunal competente e imparcial, para hacer valer sus derechos o pretensiones, sin dilaciones indebidas. A su vez, de ambas garantías se deriva el principio pro actione, que tiende a garantizar a toda persona el acceso a los recursos y medios impugnativos, desechando todo rigorismo o formalismo excesivo, que impida obtener un pronunciamiento judicial sobre las pretensiones o agravios invocados.…”. (SSCC Nº s. 1044/03-R de 22 de julio; 1707/03-R de 24 de noviembre y 1496/05-R de 22 de noviembre y muchas otras subsiguientes). Con esa base, la doctrina del acceso efectivo a la justicia y su cara de la moneda plasmada en la aplicación del principio pro actione fue sosteniblemente aplicada hasta nuestros días en Bolivia, a partir de la señalada Sentencia Constitucional Nº. 1044/2003-R de 22 de julio (sentencia fundadora de la línea jurisprudencial) y las otras subsiguientes anotadas. A su vez, la línea fue continuada esta vez mediante la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia que inicialmente vota el Auto Supremo 599/03 de 27 noviembre del mismo año; 71/04 de 9 de febrero; 93/04 de 17 de febrero y otros posteriores que, cuantitativamente hablando, hoy en día constituyen la inmensa mayoría de su producción jurisprudencial, al extremo que si se analiza la jurisprudencia votada por sus salas penales, la aplicación del principio pro actione previsto en el art. 399 del NCPP, constituye por lo menos el 75% de toda la jurisprudencia penal. En su momento, el Auto Supremo fundador de la línea había sostenido: “…DOCTRINA LEGAL APLICABLE. Que el espíritu de la nueva normativa procesal penal en consonancia con la doctrina contemporánea sobre la apelación restringida que constituye el único medio para impugnar la sentencia, enseñan que el propósito de los requisitos de forma exigidos por los arts. 407 y 408 del Código de Procedimiento Penal radican en facilitar a la autoridad el conocimiento cabal y objetivo de la pretensión impugnatoria del recurrente, por lo que para lograr ese propósito, el art. 399 del Código de Procedimiento Penal obliga al Tribunal de alzada a conminar al recurrente para que subsane los defectos u omisiones de forma que contiene su recurso, bajo apercibimiento de rechazo; por lo que en ningún caso el Tribunal está facultado a rechazar el recurso así formulado in limine, es decir, sin haberle previamente dado la oportunidad de subsanar las formalidades extrañadas. Lo contrario, implicaría vulnerar las normas del debido proceso, en sus componentes del derecho de defensa y derecho a obtener tutela judicial efectiva, en el caso, mediante un fallo o segunda opinión que resuelva su pretensión impugnatoria. POR TANTO: La Sala Penal de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia de la Nación, en aplicación del art. 419 del Código de Procedimiento Penal, DEJA SIN EFECTO el Auto de Vista impugnado cursante a fs. 68 y vlta. de obrados, disponiendo que la Sala Penal Primera de la Corte Superior de Santa Cruz, cumpla con la doctrina legal aplicable establecida al respecto…”. (AS 599/03 de 27 noviembre) En consecuencia, si bien este entendimiento fue para ese momento un gran avance en la línea del efectivo acceso a la justicia dando lugar a la sostenible aplicación del principio pro actione en la práctica forense penal boliviana a partir de las líneas jurisprudenciales desarrolladas sucesivamente por ambos altos tribunales de justicia, no es menos evidente que este entendimiento sobre el derecho de acceso a la justicia estuvo indiscutiblemente signado por las siguientes notas: a) se trataba de un instituto sólo de índole procesal, sin mayores vinculaciones ulteriores; b) incluso, únicamente vinculado al derecho procesal penal y no a otras ramas del derecho; c) y en concreto, con el sistema impugnaticio penal; y d) e incluso dentro de ese régimen, sólo al de procedencia del recurso de casación penal.3 3 Puede consultarse al respecto mi postura formulada en “Las repercusiones del derecho de acceso a la justicia para los Tribunales Ad Quem”, en “DIALOGO JURIDICO” Nº 5/2008. Corte Suprema de Justicia; Sucre, enero de 2009. Por tanto, con base a lo inmediatamente destacado, sostengo que el tratamiento del derecho de acceso a la justicia en Bolivia si bien de su prácticamente inicial desconocimiento tanto normativo expreso como jurisprudencial, evolucionó mostrando su mejor comprensión por el principio pro actione en función al avance impreso con motivo del Nuevo Código de Procedimiento Penal (especialmente su art. 3994), esa evolución quedó constreñida sólo en sus más rudimentarios entendimientos, esto es, los que lo vinculaban con el ámbito estrictamente jurisdiccional e incluso, sólo a la materia penal y dentro de ella, al sistema recursivo e incluso aún más reducido, a lo que hace al recurso de casación penal. Podría decirse entonces que su tratamiento fue claramente limitado a lo estrictamente jurisdiccional. III. LAS NUEVAS TENDENCIAS QUE MARCAN LA EVOLUCION DEL ENTENDIMIENTO No obstante el avance relievado para el caso boliviano, cabe ahora aterrizar en las nuevas tendencias doctrinales del ahora considerado derecho humano de acceso a la justicia y que propongo con base a la normativa tanto específica como general introducida a la NCPE, otorgan el soporte necesario (oportunidad) para encarar un desarrollo mucho más amplio (desafío) del derecho de acceso a la justicia en Bolivia. Para ello será necesario empezar por ampliar los horizontes y entender el tema no sólo a partir de lo estrictamente jurisdiccional, sino utilizar otros conceptos que aunque vinculados con lo jurídico, parecieran haber estado algo distanciados del tema. Es decir, el tema pasa por huir de los entendimientos restringidos. Como ponen de manifiesto ROMERO BOSSA5 y también LA ROSA CALLE6 existen diversos enfoques respecto del acceso a la justicia, los que nos servirán además para mostrar la evolución del entendimiento. Así, el primer enfoque tradicional, llamado restringido: “se limita sólo a la posibilidad de acceder a la función jurisdiccional por parte de la población”. Otro, del mismo corte, denominado institucionalista plantea encarar el problema de las necesidades jurídicas mediante más tribunales, mejor equipamiento y mayores recursos humanos, entendiendo que de esa manera se ampliará la atención y cobertura estatal. Es también reduccionista y ha sido a mi juicio hasta el momento 4 “Artículo 399º.- (Rechazo sin trámite). Si existe defecto u omisión de forma, el tribunal de alzada lo hará saber al recurrente, dándole un término de tres días para que lo amplíe o corrija, bajo apercibimiento de rechazo. Si el recurso es inadmisible lo rechazará sin pronunciarse sobre el fondo”. 5 ROMERO BOSSA, Nelson Uriel. “Concepto y fundamentos de acceso a la justicia”. Documentos de trabajo del curso “Pluralismo jurídico, interculturalidad y acceso a la justicia”. Comisión Andina de Juristas – AECID. 2010 6 LA ROSA CALLE, Javier. La Rosa Calle, Javier. Acceso la justicia en el mundo rural. Instituto de Defensa Legal - Área acceso a la justicia. Lima: 2007. 240 p. También disponible en: http://www.idl.org.pe/webpanel/informes/170340file_acceso%20rural.pdf la tradicional manera de encarar el tema por la administración del Poder Judicial boliviano. Mientras, el enfoque denominado amplio: “consiste en brindar la posibilidad a todas las personas por igual de acceder al conocimiento, ejercicio y defensa de sus derechos y obligaciones, mediante servicios de justicia cercanos a los usuarios, centrados en sus necesidades prioritarias, que reconozcan su protagonismo e incorporen a los sectores más vulnerables de la población entre sus beneficiarios”. Finalmente, surge la propuesta del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) que propone el denominado enfoque integral de acceso a la justicia, consistente en: “un instrumento para la transformación de las relaciones de poder que perpetúan la exclusión, la pobreza y la subordinación de grupos tales como mujeres, presos, indígenas, migrantes, discapacitados, niños, ancianos, población de bajos ingresos, etc.” o también: “como un derecho de las personas sin distinción de sexo, raza, edad, identidad sexual, ideología política o creencias religiosas, a obtener una respuesta satisfactoria a sus necesidades jurídicas”7. En ese sentido y con esa base, se desafía a los Estados transformar sus sistemas de justicia, modificando los mecanismos perpetuadores de la desigualdad a instancias de participación y empoderamiento, mediante la adopción de estrategias judiciales basadas en: “1) la ampliación de la cobertura estatal; 2) incorporación al sistema de justicia de los mecanismos tradicionales y comunitarios de resolución de conflictos; 3) fiscalización de las políticas públicas en los grupos más vulnerables y desprotegidos de la sociedad”.8 No resulta ajeno entonces entender estas nuevas posturas doctrinales a partir de nociones directamente vinculadas con la igualdad y no discriminación, los que parecen ser los ejes rectores del nuevo tratamiento al respecto que, para tener beneficios a mediano plazo, deben ser plasmados en políticas públicas que aunque suene obvio, no están a cargo sólo del órgano judicial, sino también de los otros que integran el Estado boliviano. IV. LOS DESAFIOS Y LAS OPORTUNIDADES PARA BOLIVIA Ahora bien: ¿En qué medida la novísima legislación constitucional boliviana ha recogido todos estos entendimientos? ¿Será que se ha mantenido en el enfoque tradicional limitado o tiende hacia el amplio o mejor hacia el integral? ¿Será posible descubrir ciertas bases -por el momento normativas- para encarar un tratamiento integral en lo que hace al diseño de políticas públicas? La NCPE boliviana de febrero de 2009, prevé la siguiente normativa al respecto: 7 Programa de las NNUU para el Desarrollo: “Manual de políticas públicas para el acceso a la justicia”. Buenos Aires; 2005. 8 Obra citada, página 2. Toda persona tiene derecho a la petición de manera individual o colectiva, sea oral o escrita, y a la obtención de respuesta formal y pronta. Para el ejercicio del derecho no se exigirá más requisito que la mera identificación del peticionario (art. 24). Toda persona será protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos (art. 115.I). Hasta aquí podría sostenerse que si bien la NCPE realiza un tratamiento más puntual del tema, marcando diferencia con las anteriores normas del mismo rango que o no lo consideraron o lo hicieron de manera sumamente general (derecho a la petición, simplemente), pareciera –con base a los nuevos entendimientos transcritos- aún así, traslucir una posición todavía tradicional o restringida a lo estrictamente jurisdiccional. Empero -y aquí surge el desafío-, cabe anotar también que la NCPE al menos desde el punto de vista normativo contiene una cantidad importante de declaraciones que si se las entiende a partir de concepciones amplias y no las restringidas antes resaltadas, pueden convertirse en el soporte para avanzar del enfoque restringido o limitado, hacia uno amplio o mejor integral. Ahí la oportunidad. En esa línea entonces y con base a lo antes anotado en sentido que el eje rector de las nuevas tendencias en la materia apuntan a evitar tratos discriminatorios en el acceso al sistema integral de justicia, destaquemos por ejemplo el conjunto de prohibiciones del trato discriminatorio, así: su art. 8.I refiere que el Estado asume y promueve como sus principios, valores y fines, entre otros, los de igualdad, inclusión, dignidad, respeto e igualdad de oportunidades, a partir de la ya clásico principio proveniente de anteriores Constituciones respecto a que la dignidad y la libertad de la persona son inviolables y, que respetarlas y protegerlas es deber primordial del Estado. También, cabe señalar que el art. 9 indica como fines y funciones esenciales del Estado: 1) Construir una sociedad justa y armoniosa, sin discriminación; 2) Garantizar la seguridad y la protección e igual dignidad de las personas; y el 5) Garantizar el acceso de las personas a la educación, a la salud y al trabajo (llama la atención la omisión sobre la justicia). Además, entre los derechos fundamentales y garantías, se tiene el art. 14.I que señala todo ser humano tiene personalidad y capacidad jurídica con arreglo a las leyes y goza de los derechos reconocidos por esta Constitución, sin distinción alguna. Luego, su párrafo II, nuevamente prohíbe y sanciona toda forma de discriminación que tenga por objetivo o resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, los derechos de toda persona; y su pfo. III reitera que el Estado garantiza a todas las personas, sin discriminación alguna, el libre y eficaz ejercicio de los derechos establecidos en la Constitución, las leyes y los tratados internacionales de derechos humanos. Con ese importante soporte general pero perfectamente aplicable para todos los ciudadanos, cabrá también puntualizar para el caso concreto de las denominadas naciones y pueblos indígena originarios campesinos, que uno de sus varios derechos consiste en el ejercicio de sus sistemas políticos, jurídicos y económicos, acorde con su cosmovisión (art. 30.II inc. 14º); de donde se reconoce la jurisdicción indígena originaria campesina que establece el marco constitucional para ejercer sus funciones jurisdiccionales y de competencia a través de sus autoridades y la aplicación de sus principios, valores culturales, normas y procedimientos propios (art. 190.I). En consecuencia en el inmediato futuro, todo ese soporte normativo declarativo contenido en la NCPE se propone sea utilizado para suplir la clásica y limitada concepción sobre el acceso a la justicia que la misma norma constitucional ha impreso manteniéndola todavía dentro de lo estrictamente jurisdiccional y, a mi juicio constituye a la vez un desafío pero también una fabulosa oportunidad para construir un enfoque integral de políticas públicas sobre este derecho humano operativo que, tienda, más allá de poses meramente superficiales y demagógicas, abandonar la clásica concepción restringida del derecho de acceso a la justicia que caracterizó al Poder Judicial boliviano y su administración desde hace varios años, de forma que ahora se puedan construir reales oportunidades pero también lograr seguridades para todos los ciudadanos bolivianos en lo que hace a la satisfacción de sus necesidades jurídicas, pero también las sociales y culturales vinculadas. Como sostiene Paúl AUSTER: “Si la justicia existe, tiene que ser para todos; nadie puede quedar excluido, de lo contrario ya no sería justicia” y respecto de la seguridad, SAVATER aconseja: “aumentar los beneficios que cada cual obtiene de las instituciones y leyes, mejorando por tanto su aquiescencia racional a ellas, es una garantía de seguridad colectiva. Cuanto mayor es el equilibrio de una comunidad, su justicia, el reconocimiento que concede a las demandas razonables de sus miembros y a la diversidad de sus proyectos, más seguro resulta vivir en ella”. Sucre, CAPITAL de Bolivia, julio de 2010 BIBLIOGRAFIA LA ROSA CALLE, Javier. “Acceso a la justicia: elementos para incorporar un enfoque integral de política pública”. Documentos de trabajo del curso “Pluralismo jurídico, interculturalidad y acceso a la justicia”. Comisión Andina de Juristas – AECID. 2010 LINCH, Horacio. “Acceso a la justicia y profesión legal”. International Bar Association, Abril de 2007 PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO. “Manual de políticas públicas para el acceso a la justicia”. Buenos Aires; 2005. ROMERO BOSSA, Nelson Uriel “Concepto y fundamentos de acceso a la justicia”. Documentos de trabajo del curso “Pluralismo jurídico, interculturalidad y acceso a la justicia”. Comisión Andina de Juristas – AECID. 2010 YAÑEZ CORTES, Arturo. “Ratio Decidendi”. Talleres Gráficos Gaviota del Sur; Julio, 2007, Sucre – Bolivia YAÑEZ CORTES, Arturo. “Régimen de Impugnación en el Sistema Acusatorio Oral Boliviano”. Talleres Gráficos Gaviota del Sur; Enero, 2005, Sucre – Bolivia http//:suprema.poderjudicial.gob.bo www.procedimientopenal.com.bo www.tc.gob.bo