Software para el sector agropecuario. Ignacio Albornoz1 DT 05/2006 Año 2006 1 Lic. en Sociología. 1 Software para el sector agropecuario Ignacio Albornoz* 1. Introducción El trabajo que aquí se presenta es el resultado de un relevamiento realizado durante 2006 con el objeto de elaborar un diagnóstico aproximativo de la situación actual en la relación entre el sector informático y el sector agropecuario en la región pampeana, tanto a nivel del uso como del desarrollo del software aplicado a las diferentes actividades incluidas en la cadena agroalimentaria, colocando el foco en el sector primario, y utilizando para ello la perspectiva teórica de las tramas productivas.2 El objetivo del presente artículo es establecer la existencia e intensidad y la intensidad de vinculaciones intersectoriales a nivel de la oferta tecnológica informática y la demanda o el uso por parte de la cadena agroalimentaria, haciendo énfasis en el sector primario, de tal forma que se pueda establecer un diagnóstico de la situación actual para la región pampeana, considerando las relaciones entre actores privados, marcos regulatorias y de promoción, e instituciones educativas y de I+D, para evaluar de esta manera el grado de inserción de dichas tecnologías en las actividades concretas del sector productivo, el que comúnmente se ha supuesto como el de mayor dinamismo en la economía argentina. En este contexto, la pregunta que guía este trabajo es sí existe eventualmente una trama productiva derivada de esta vinculación intersectorial. Si bien en principio se trató de un trabajo de tipo exploratorio, la hipótesis que se hallaba por detrás era que la respuesta a este interrogante sería negativa, de acuerdo a una situación incipiente del desarrollo del sector informático local, el que había dado algunas evidencias de no haber avanzado en una oferta especializada sobre otros sectores productivos (Novick et al, 2006). La contrapartida podría haber sido el que el sector agropecuario se muestra en Argentina como uno de los segmentos productivos más dinámicos; no obstante lo cual muestra características de fuerte heterogeneidad en su composición, y potencialidades no explotadas (Gutman, 2003; Bisang, 2003; Díaz, 2003). En este marco, un segundo objetivo consiste en analizar el grado de potencialidad y factibilidad que posee la conformación o consolidación de una oferta de software especializado en aplicaciones para el sector agroalimentario con perfil exportador, que tenga o no su base en la demanda del mercado doméstico, y asimismo, en la explotación asociada que múltiples entidades públicas y privadas pueden hacer con la información que la actividad agropecuaria genera. Un tercer objetivo, derivado de ello, es el de poder realizar ciertas recomendaciones básicas a la hora de considerar una política de promoción de esta vinculación intersectorial, tanto pensando en la sofisticación de la actividad agropecuaria –proveyéndola de herramientas que pudiesen dotarla de mayor dinamismo y valor agregado-, como en el desarrollo de una subrama informática especializada con orientación exportadora. El trabajo se organiza de la siguiente manera: en primer término se expone la metodología utilizada, junto con el marco teórico y los antecedentes en relación con el tema. En segundo lugar se desarrolla un análisis de la posible vinculación entre ambos sectores, y su relación con otras tecnologías agropecuarias que están tomando lugar en el desarrollo de la actividad. Por último, se muestran los resultados de ese relevamiento cualitativo, realizado en julio, agosto y septiembre de 2006 a partir de una serie de entrevistas a diferentes actores tanto del sector informático como del sector agropecuario, de los sectores público y privado, en diferentes * 2 Lic. En Sociología. Instituto de Industria (IdeI). Universidad Nacional General Sarmiento Qusiera agradecer la colaboración de diversos profesionales del IdeI, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, y diversos expertos que contribuyeron con su conocimiento y sus opiniones. Entre ellos quisiera destacar al Dr. Roberto Perazzo, al Dr. Gabriel Baum, y al Prof. Roberto Bisang. 2 localizaciones de la región pampeana, así como también a especialistas, investigadores e informantes clave. Por último se presentan las conclusiones, con una reflexión final y ciertas recomendaciones orientadas a considerar una política pública orientada a la promoción local de este segmento. 2. Metodología utilizada y perspectiva teórica El relevamiento llevado adelante para el presente trabajo tomó la forma de una investigación exploratoria de corte cualitativo, bajo la premisa de identificar la densidad de organizaciones, instituciones, relaciones y productos que pudieran existir en torno a esta vinculación intersectorial. Por tal razón, la indagación fue realizada a través de un conjunto de entrevistas en profundidad y semi-estructuradas a algunos actores ubicados en diferentes posiciones de la estructura socio-productiva o institucional y en diversas localidades dentro del marco de la región pampeana. Para ello se fueron indagando y seleccionando diferentes informantes clave, referentes institucionales y actores representativos con el objeto de recrear y verificar el mapa o cuadro de situación actual en este aspecto. Se considera aquí que, tratándose de un tipo de investigación exploratoria, cuyo objetivo es más bien el de reconocer la variedad de situaciones que se presentan en una realidad poco estudiada –como es la de esta vinculación intersectorial-, la cual se nutre de una gran cantidad de información tácita que tiene que ser decodificada a posteriori, la metodología indagatoria debía ser asimismo y por entonces en forma de entrevistas personales, pudiendo extraerse de este tipo de intercambio mucha más riqueza informativa para un momento incipiente del conocimiento sobre la materia. Dichas entrevistas se complementaron con formularios de preguntas abiertas que relevaban algunos datos elementales y más objetivos. Por cuestiones prácticas, y a modo de recorte de un espacio en el cual predominan ciertos tipos de producción agropecuaria, se seleccionaron entidades y personas referenciales vinculados con la agricultura extensiva, con la ganadería de la carne y lechera, incluidos los servicios a la producción y las empresas agroindustriales asociadas, por lo que el recorte geográfico quedó determinado a la región pampeana, haciendo foco en algunas zonas centrales, principalmente tomando como referencia a las ciudades de Río Cuarto, Villa María, Córdoba, Rosario, Santa Fe, Rafaela, Sunchales, Tandil y Buenos Aires. Cabe destacar que existe una relación entre el método de búsqueda de entrevistados (consultando por referencias, revisando páginas de Internet y registros públicos), las propias dificultades para encontrarlos, y la realidad de fondo que se buscaba analizar, la cual incide definitivamente sobre el método a trabajar y se cristaliza a través del propio proceso de gestión de entrevistas. En términos teóricos, y como se comentó anteriormente, el trasfondo desde el cual se trabajó esta investigación, es el enfoque de la trama productiva, definida como “un espacio económico de creación de competencias e intercambio de bienes y/o servicios que incluye una o varias empresa(s) núcleo(s), sus proveedores y clientes, o bien un conjunto de empresas asociadas.3 Según este criterio, surgido en el ámbito de la teoría económica de la innovación, la trama se eleva como una perspectiva sistémica de análisis que puede contribuir a la comprensión de los factores determinantes de la demanda de trabajo, cuali y cuantitativamente, y de esta manera, a diseñar acciones de política que promuevan la interacción sinérgica entre innovación y empleo. Para el caso de este relevamiento, que no supone de antemano la existencia de una trama, sino en todo caso, a modo de hipótesis de trabajo, más bien lo contrario, la trama aparece como un tipo ideal desde el cual cotejar la realidad de manera que puedan colegirse las diferencias y matices que de allí surjan, con el adicional de que no se trataría eventualmente de una trama 3 Según el enunciado del propio proyecto, y en este contexto el desarrollo de competencias técnicas al interior de las empresas y los canales generados por ellas para intercambiar diversos activos tangibles e intangibles adquieren una importancia especial, pues ellos afectan la capacidad innovativa, el desarrollo de competencias en la red y la demanda de trabajo. Véase introducción 3 uni-sectorial sino inter-sectorial. Por otra parte, los factores del contexto condicionan fuertemente la configuración de las relaciones inter-sectoriales y de las propias tramas, en cuanto a que esta perspectiva toma como eje la difusión del conocimiento y la creación de capacidades como fuentes endógenas de competitividad, y en el caso de las tramas agropecuaria, la competitividad ha estado dada en gran parte, en términos de Fajnzylber, en forma “espuria”, gracias a la existencia de ventajas comparativas estáticas vinculadas con la matriz geográfica de la Argentina (el autor se refería a los países de toda América Latina), de tal manera que esto ha llevado a crear esquemas de competitividad basados en criterios de corto plazo (particularmente en agricultura extensiva) y estructuras institucionales y de mercado agropecuarios donde la creación de capacidades es fuertemente asimétrica y se da en forma aislada, por lo que no se convierte necesariamente en una fuente global de competitividad sectorial. No obstante, esta mirada debería ser matizada en especial a la luz de las transformaciones del sector agropecuario en la década del ’90, donde se crearon fuertes ventajas competitivas dinámicas a partir de la inserción y la difusión –aunque asimétrica- de tecnologías de avanzada en el sector, como los cambios en la definitiva mecanización agrícola y la utilización de biotecnología moderna, lo que se reflejó en el salto pegado por el sector posteriormente a la devaluación. En otro plano, si nos referimos a la problemática de la potencialidad de la vinculación entre dos sectores, o mejor dicho, a la inserción de uno en el otro, como es en este caso, nos parece útil traer a colación la diferenciación preventiva realizada por Reinert en torno a la discusión sobre los efectos de las innovación en diversos sectores productivos e industriales (Reinert, 2006). En contra de la opinión de que inequívocamente la innovación en otros sectores trae “per sé” beneficios globales a la industria, el autor sostiene que esto depende de qué tipo de innovaciones se trate, y sobre qué tipo de negocios sean aplicadas. Por una parte, es importante diferenciar si se trata de innovaciones de productos (presentes usualmente en las industrias más avanzadas en términos del paradigma tecno-productivo) o de innovaciones de procesos. Por otra parte, es clave diferenciar cuál es el tipo de industria o de área donde se aplican las innovaciones, dependiendo de diversos rasgos como el tipo de competencia, el grado de valor agregado que genera, la intensidad de uso de mano de obra, etc. Siguiendo a Reinert, se puede sostener que aquellas innovaciones que son de procesos, cuando se aplican en industrias menos intensivas en tecnología y que se encuentran en el eslabón primario o que generan menor valor agregado (como es el caso de la agricultura o el turismo respecto a la robótica, por ejemplo), suelen producir un efecto inverso al esperado en materia de empleo y crecimiento global del sector, con precios que se trasladan a un ahorro de costos y muchas veces concentran más la estructura de la oferta, pudiendo provocar externalidades negativas. Por otra parte, aquellas innovaciones que son de producto generan mayores ingresos a la industria a la cual se aplican y externalidades positivas, vía la agregación de valor y el crecimiento global del sector. Por eso Reinert afirma que las innovaciones de proceso suelen aplicarse en industrias o regiones menos desarrolladas, y las innovaciones de producto en las más desarrolladas, convirtiéndose muchas veces en un potenciador de las divergencias entre industrias o espacios económicos (Reinert, 2006). En el caso de la aplicación de las TICs al sector agropecuario, por tanto, es conveniente tener en cuenta que en este caso estaríamos hablando mayoritariamente de tecnologías de proceso, por lo que un estudio económico más detallado de los posibles efectos de la utilización masiva de las TICs debiera tener este factor muy en cuenta a la hora de medir las expectativas de resultados de la innovación, los cuales deben medirse a partir del impacto en cada sector en particular, y también a partir de la interacción conjunta. 3. Relevancia y antecedentes sobre el tema La difusión del uso y aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) en las principales esferas de la vida humana y el impacto positivo que ha traído consigo son hechos ya ampliamente reconocidos a nivel mundial, aún evitando caer en análisis 4 simplistas o apologéticos. En términos económicos, este conjunto de innovaciones tecnológicas que amalgaman a la informática y a las telecomunicaciones forma parte de un nuevo paradigma tecno-productivo basado en actividades intensivas en conocimiento, en el que comparten vanguardia con otros sectores de punta como biotecnología, nanotecnología, nuevos materiales, etc., y que está incidiendo en la actividad económica de forma tal que ya ha generado cambios en la concepción sobre las formas de organización del trabajo y en los mismos parámetros de la eficiencia productiva. Diversos académicos y especialistas han debatido y analizado el rol estratégico que cumple en la actualidad y la potencialidad que supone para los países de América Latina el desarrollo de un sector de software y servicios informáticos (SSI) que contribuya a sofisticar el funcionamiento de los sectores productivos, y de esta manera generar condiciones de competitividad internacional en dichos sectores vía la innovación y la incorporación de valor agregado a los procesos (Fajnzylber, 1984; Perazzo, 1999; Anlló et al, 2003; Moguillansky, 2005; López, 2003 y 2006; Kargierman, 2006). Esto sería el resultado de externalidades positivas, spillovers de conocimiento provocados por la utilización de herramientas intensivas en conocimiento en la operatoria y el manejo económico de tales actividades, la gestión misma de la información que se genera en la producción, y la enorme cantidad de nueva información que permite disponer, creando mayores posibilidades de aprovechamiento y explotación para mejorar los resultados y procesos de la actividad que se desarrolla en los diversos sectores. Esto parece particularmente importante para un país como la Argentina, que muestra a un sector SSI que si bien de manera accidentada y fragmentaria –devaluación mediante, ademáslogró forjar una estructura exportadora de potencial interesante y cierta masa de recursos humanos que se presenta como un buen camino a seguir. El Estado argentino, si bien ya lo ha reconocido como un sector estratégico y lo ha dotado de una legislación que le da un marco general de actuación, no avanzó sobre aplicaciones y servicios específicos para el sector productivo, de manera de producir encadenamientos y sinergias tecnológicas en este aspecto, y no ha definido una clara política de financiamiento a través de otros medios como el capital de riesgo, o la propia compra de parte de la oferta tecnológica. En un estudio de CEPAL se ha afirmado que el sector SSI comparte con otros también intensivos en conocimiento algunas características adecuadas para apostar por su desarrollo: por una parte, se trata del sector con mayor ritmo de crecimiento de las exportaciones; por otra parte, tiende a pagar mayores salarios y a generar más empleo -de alto nivel de calificación- que el promedio de la economía; en tercer lugar, genera los derrames positivos relacionados con el aumento de la capacidad de innovación (que a veces en estos casos se traduce en la creación de nuevas empresas) y con la conformación de una masa crítica robusta de recursos humanos altamente capacitados; por último, al tratarse de un sector aún inmaduro en términos de la oferta internacional, existen posibilidades de realizar un catch up tardío hacia el desarrollo, como lo atestiguan las experiencias de países como Irlanda, la India e Israel (Anlló et al, 2003). Más discutido que el aporte indirecto ha sido en cambio el aporte directo que podría realizar el sector informático a través de sus exportaciones al crecimiento del PBI y su capacidad para generar de divisas, en particular para el caso de Argentina y otros países que poseen mercados internos muy pequeños y con demandas poco sofisticadas –señala López-, al menos en el corto plazo. El autor muestra que los países de “ingreso tardío” que iniciaron sus estrategias de desarrollo de su sector SSI basados en una estrategia mercado-internista fueron aquellos que poseían altos niveles de población, y por tanto, de mercados (Brasil, la India, China, etc.). Por otra parte, a excepción de algunos casos “modelo” (como Irlanda, Israel y la India), donde los ingresos por exportaciones llegaron a representar un significativo porcentaje del PBI, pero que son fruto de diferentes políticas forjadas sostenidamente durante más de una década y en base a distintos factores de competitividad, en el resto de los países el peso sectorial de la industria del software y los servicios informáticos no supera el 5% del PBI (López, 2006). Por lo que, según el autor, la potencial utilidad del desarrollo del sector de software reside en el impacto horizontal sobre múltiples áreas de la economía, como decíamos, a través de las externalidades positivas relacionadas con la generación de capacidades innovativas, los 5 derrames de conocimiento y la modernización funcional del sector productivo local, lo que no es en absoluto menor dada la importancia de las ventajas competitivas dinámicas allí presentes. Con el mismo criterio, autores como Perazzo opinan que la industria de software argentina tiene posibilidades de desarrollar un sector SSI de perfil exportador en lo que define como “áreas promisorias” de especialización, entre las cuales cuenta al sector agropecuario y agroindustrial (Perazzo, 1999 y 2006), en una perspectiva coincidente con la anterior en el sentido de modelo export-led growth. Vale la pena destacar el esfuerzo propositivo del autor al proponer e ilustrar una serie de campos de aplicación posibles, suponiendo una interacción conjunta entre el Estado y el sector privado, en la que el primero debería tomar el rol de formulador y articulador de las políticas intra-sectoriales; por otra parte, se además un cliente principal de la oferta tecnológica con el objeto de estimular la demanda, y por las propias implicancias funcionales de la incorporación de la informática al sistema de gestión regulatoria de las actividades económicas. Por su parte, respecto a la problemática de la definición de un perfil para el sector, Erbes et al consideran que la potencialidad de la industria del software en la Argentina reside en definir un patrón de especialización que vincule a esta industria con determinados nichos entre los que se encuentra el sector productivo, con preferencia hacia aquellos segmentos que ya demuestran tener una historia previa de resultados virtuosos, o que poseen ventajas comparativas dinámicas ya consolidadas, y que pueden estar dadas tanto por el desarrollo de una especialización derivada del campo de aplicación como también por la disponibilidad de una oferta consistente de recursos humanos calificados y adecuados a dichas necesidades. Esto obliga a pensar en cuales son las capacidades cognoscitivas necesarias para poder responder a una demanda eventual, y de dónde surge este proceso. En este punto, varios autores (Novick et al, 2002; Borello et al, 2006; Erbes, Robert y Yoguel, 2006), afirman que, más allá del desacople cuantitativo entre oferta y demanda de recursos humanos, en Argentina existe una brecha cualitativa entre el perfil de recursos humanos que provee el sistema educativo formal – menos calificado y menos específico- y los requerimientos actuales y futuros de la demanda para un desarrollo sofisticado del sector (Anlló et al, 2003). Esto es en parte producto de la discontinuidad de las políticas de desarrollo del sector y de la estructura comercial instaurada en los ’90, que afecta negativamente sobre la conformación de los perfiles específicos de la oferta laboral de informáticos (Nemirovsky y Yoguel, 2003). Por otra parte, la definición de ciertos campos de aplicación de las TICs también hace necesario plantearse cuál es la política industrial que va a complementar el crecimiento de los sectores que se buscan modernizar a través de la incorporación de la tecnología informática, y asimismo, cuál es la política de promoción del propio sector SSI: se sostiene comúnmente, según un criterio relacionado con la agregación de valor a nivel sectorial, y con la necesidad de especialización, que países como Argentina deben salir del modelo de las software factories, call centers y help desks, surgidos de las estrategias de outsourcing de empresas radicadas en países centrales y de multinacionales que trabajan en red, para avanzar sobre campos especializados, agregando más complejidad tecnológica a los productos y servicios (Kargierman, 2006). Esto se justifica por un lado debido al hecho de que no es factible en términos económicos competir internacionalmente por precio a través de ventajas comparativas estáticas (por ejemplo, contra la India que ha desarrollado su modelo de crecimiento sectorial con mayor antelación y con una estructura salarial mucho más competitiva, casi al nivel de dumping social). Por otro lado, apunta al mismo tiempo a que, como ya se dijo, la ventana de oportunidades que se vislumbra en el desarrollo del sector SSI en Argentina, al menos hasta que se consolide como tal, se vincula con ciertos nichos de software específico que generarían derrames positivos (Kosacoff, 2000) y una presión sobre la “economía real” que la obligue a alcanzar, como usuario, la frontera tecnológica en materia de procesos. En este sentido, también habría que dar una definición sobre qué tipo de especialización debiera llevarse adelante en cuanto al tipo de productos a desarrollar: si sobre productos y servicios globales y más estandarizados, o sobre productos más específicos y servicios a medida, relacionados con factores idiosincrásicos de cada espacio geográfico (López, 2003; 6 Heinz, 2006). Hay quienes sostienen que existe una mayor rentabilidad y flexibilidad en la concepción del sector SSI como un generador de servicios más que de productos globales, y en este sentido, hay alguna evidencia de que los servicios permiten una relación más flexible y prolongada con los países clientes. No obstante, también hay evidencias sobre países que se colocan en un principio como grandes importadores de productos globales y que en términos relativos esto genera un flujo de ingresos mayor que el de servicios. Sin embargo, otros opinan que debiera mantenerse abierta la posibilidad de trabajar sobre ambos perfiles, el primero de los cuales permite generar mayor valor agregado a los productos finales, y el segundo aprovechar los rendimientos crecientes a escala de la producción estandarizada (López, 2003). El sector agropecuario es uno de esos campos en los cuales las TICs como tecnologías de impacto horizontal están abriéndose paso, aunque no a la velocidad y la intensidad con que han avanzado en otros espacios. El desafío de insertar tecnología en el agro y la ganadería parece ser un problema complejo, pero tanto más prometedor para un país como Argentina al contar con un sector SSI que, aunque de modo accidentado, ha generado cierto potencial en un marco donde la competencia internacional, si bien ya no es menor, no impediría aún realizar el catch up tecnológico en sus sectores productivos. Desde el punto de vista de la demanda, la relevancia estratégica que supone la incorporación de las TICs al sector agropecuario y agroindustrial ya ha sido advertida por varios países. En el último lustro se han creado entidades internacionales abocadas específicamente a la temática. En 2002 fue creada la Asian Federation of Information Technology for Agriculture (AFITA), conformada por más de diez países asiáticos –en particular los del sudeste-, y su par europea, la European Federation of Information Technology for Agriculture (EFITA). Un año después, a partir de la iniciativa de Estados Unidos y Brasil surgida en la conferencia mundial organizada por ambos países sobre el tema (la World Conference of Computers in Agriculture and Natural Resources –WCCA-), se fundó la Panamerican Federation of Technology for Agriculture (PANFITA), a la que, además de Estados Unidos y Brasil, se asociaron México, Chile y Costa Rica. Estas tres organizaciones se nuclean a su vez en la Internacional Federation of Information Technology for Agriculture (INFITA), de carácter mundial, que posee un journal de publicaciones científico-técnicas en el tema, y realiza desde su inicio congresos mundiales, el próximo de los cuales se celebra en noviembre de 2006 en Bangalore, India. La AFITA posee diversos centros de investigación desde los cuales estudia la situación del mercado de las TICs para el agro en los diversos países europeos y en Estados Unidos. De igual modo, éste último estudia la situación de Brasil y la de su propio mercado. Por su parte, Brasil ingresó a la PANFITA a través de una entidad creada y abocada a este tema en particular, la Associação Brasileira de Agroinformática (SBI-Agro), que se dedica a difundir el uso de la tecnología informática en su sector agropecuario y agroindustrial, y a hacer investigación y desarrollo en innovación tecnológica para el sector. Del mismo modo, la Escuela Politécnica de la Universidad de San Pablo (USP) lleva adelante un programa de modernización de la maquinaria agrícola, y organiza anualmente el Congreso Brasileño de Agricultura de Precisión, así como diversos talleres y seminarios relacionados con el tema. Por último, la Empresa Brasileira de Agropecuária (EMBRAPA) posee también una unidad de investigación dedicada a estudiar la situación de la informática en el sector agropecuario, la EMBRAPA Informática Agropecuária. En otro plano, la FAO, junto con otras organizaciones nacionales de I+D de todo el mundo, han tomado la iniciativa de impulsar la creación de estándares internacionales de compatibilidad y coherencia entre los sistemas de información desarrollados para el trabajo con el sector agroalimentario (los agriculture information management standards –AIMS) con el objetivo de crear lenguajes y metodologías convencionales para compartir y sistematizar este tipo de información a nivel mundial. Estas evidencias parecen más que elocuentes respecto al camino ya emprendido en este sentido por diversos países. En este sentido, la Argentina no posee una institución específica dedicada a este tema, y tampoco se registran otros indicios de una política pública. Las acciones emprendidas en este aspecto han sido llevadas adelante, o bien por el sector privado (entidades como AACREA y AAPRESID) o bien por unidades específicas de distintos organismos (INTA, INTI, SENASA) en forma fragmentaria, pero no parece existir una visión global de intervención, ni estudios específicos sobre esta temática en particular. 7 En cuanto al presente estudio, el interés particular por el tema surgió en el marco de los debates precedentes por parte de algunos grupos de investigadores del Instituto de Industria de la UNGS, junto con investigadores de otros centros, en torno a las potencialidades de desarrollo del sector SSI en Argentina, y fue precipitado puntualmente a partir de la detección por parte de los profesionales responsables del Área de Computación de la Universidad Nacional de Río Cuarto, el Dr. Jorge Aguirre y el Lic. Marcelo Arroyo, junto con el Dr. Gabriel Baum, especialista en temas de software, de una importante cantidad de tesis de estudiantes de la Licenciatura en Computación de la misma institución -en las cuales los alumnos deben generar propuestas de soluciones informáticas a partir de problemáticas reales- que proponían aplicaciones vinculadas a problemas de la gestión agropecuaria, y que se encontraban en relación con su vinculación familiar a productores agropecuarios del área circundante. Esto llevó a generar un interrogante sobre en qué medida había crecido en la zona una demanda de aplicaciones de ese tipo, y a evaluar la posibilidad de crear un espacio de desarrollo en torno al área de Río Cuarto que respondiera a dicha demanda, verificando primero el estado de la oferta informática y los usos actuales de software por parte del sector agropecuario y agroindustrial. Por ello es que la presente investigación tomó en principio como referencia el relevamiento inicial llevado a cabo por los responsables del Área de Computación de la UNRC, y colocó en su momento el foco de interés en el área de Río Cuarto y alrededores. Luego, como el tema lo ameritaba, se decidió luego ampliar la mirada a toda la región pampeana, como ya se refirió en el apartado metodológico, realizando entrevistas también allí, y en lo referente al sector, a toda la cadena agroindustrial, para detectar cuál era la situación en los eslabones cercanos, ya que en el territorio, los límites de la demanda y la oferta no aparecían tan claros. 4. TICs/Software para el sector agropecuario Lo primero que es necesario definir para referirnos al objeto de estudio, es si lo más adecuado es hablar de software o de TICs, dejando en claro que el segundo término es más amplio ya que incluye también a las tecnologías de la telecomunicación. Como en muchas ocasiones estos dos términos aparecen de manera intercambiada en ciertos estudios e instancias diversas, o en forma de sinónimos, es necesario realizar esta distinción fundamental. En principio es posible afirmar que las Tecnologías de la Información y la Comunicación conforman un conjunto ya indisoluble, con independencia del ámbito de aplicación, pero además si nos referimos a la actividad agropecuaria, en donde el acortamiento de las distancias, la apertura y transmisibilidad de la información en un medio disperso, así como la velocidad de comunicación, juegan un rol esencial, por lo que es imposible considerar las tecnologías de la información sin las telecomunicaciones para pensar el desarrollo y el uso de software. No obstante, desde el punto de vista económico, el término software es útil para diferenciar a este tipo de tecnologías blandas respecto de todo el costado hard que está también incluido dentro del conjunto de las TICs. El relevamiento buscó detectar y discernir todos aquellos espacios donde aparecía incluido el software como tal, aunque lo cierto es que, en términos del desarrollo tecnológico, pero a veces también económicamente, está indisolublemente asociado a un soporte electrónico, ya sea de informática o telecomunicaciones. En este sentido, a nivel económico, igualmente, es muy útil considerar la denotación sectorial que se asume como Software y Servicios Informáticos (SSI), aunque para pensar la problemática sea necesario incorporar al debate al sector de Electrónica y Telecomunicaciones. Tecnol. de información Tecnol. de comunicación Software Hardware Esquema de diferenciación 8 4.1. La oferta tecnológica informática Como el estudio de la vinculación intersectorial implica una realidad de doble entrada, con anterioridad al relevamiento se estudió la organización de cada sector desde el punto de vista, por un lado, de la oferta tecnológica informática genérica disponible –intentando para ello englobarla en determinados módulos a fin de poder efectuar una clasificación- y por el otro, la demanda (actual o potencial) desde la perspectiva del sector agropecuario como usuario, en relación con las funciones que pueden cumplir las aplicaciones informáticas a nivel de las necesidades de gestión de los distintos eslabones de la cadena agroindustrial. A partir de ello, se elaboraron dos esquemas teóricos de vinculación que tienen la referencia en el sector al cual pertenece cada uno. En referencia al sector informático, se agrupó la oferta tecnológica en torno a cinco módulos que intentaban sintetizar todos los sistemas disponibles en la actualidad, según el tipo de utilidad que ofrecen, y con independencia de su grado de complejidad y valor agregado. Aunque esta clasificación tiene cierto grado de arbitrariedad, resulta práctica, creemos, para conceptualizar la vinculación que se estaba buscando, tomando un criterio que se acerque, por un lado, a la lógica funcional que está detrás desde el punto de vista informático, y por otro, como decíamos, a los diferentes tipos de utilidades que generan para el usuario, sin considerar que existen en la actualidad sistemas que incluyen más de una de estas funciones, en particular ciertos paquetes informáticos que se ofrecen en algunos mercados. En este contexto, se encontraron primero una serie de sistemas relacionados con la gestión operativa y el monitoreo de diferentes procesos, como ser el control de la producción, la logística y el almacenamiento, y en la misma línea, sistemas administrativos, contables y de planificación empresarial, relacionados con la gestión económica de unidades de negocios. Todos estos desarrollos comparten un cierto tipo de lógica funcional interna asociada a la manipulación de determinado tipo de información, ciertos tipos de lenguajes de programación, de no muy alto valor agregado en términos de tecnología, pero que reducen la complejidad de las múltiples variables y dimensiones que se derivan de la gestión de las empresas, y permiten ciertas utilidades de aplicabilidad directa que resultan esenciales para el manejo inteligente de dicha gestión a la hora de la planificación de recursos y el control de los procedimientos. Razón por la cual se los englobó dentro de los llamados sistemas de gestión de información, que en algunos casos son sistemas cerrados, con aplicaciones específicas y una interacción básica con el usuario, y en algunos casos son sistemas abiertos, que comparten información con distintas unidades e interactúan con Internet y con otras formas de telecomunicación. En segundo lugar se detectaron una serie de programas de software de diversa índole que comparten la utilidad de manejar grandes bases de datos para su funcionamiento, con requerimientos especiales a nivel del hardware de almacenamiento y procesamiento de datos. Por ello es que se los ha englobado por lo general bajo el rótulo de sistemas de gestión de bases de datos (SGBD). Entre estos encontramos a todos aquellos sistemas que manipulan imágenes de alta densidad (fotografías satelitales, imágenes microscópicas, animaciones computadas en tres dimensiones, etc.), a los conocidos Sistemas de Información Geográfica (SIG), que son aplicaciones que permiten recolectar, clasificar, mapear, graficar, cruzar y mostrar datos de diversa índole, formato y densidad bajo una referencia espacial -con coordenadas de latitud y longitud-, posibilitando de esa manera la organización de la información para que sea posible analizarla, evaluarla y tomar decisiones. Esto supone sistemas de teledetección satelital que se incluyen en el quinto punto. También aquí ubicamos a los sistemas de manejo de información genética para el uso en investigación y desarrollo biotecnológico, que tiene aplicaciones tanto agronómicas como veterinarias y en medicina. En particular, el auge de esta rama de la tecnología biológica, que implica un uso intensivo del conocimiento informático, ha cobrado tanto crecimiento que ha generado incluso, en este caso, una disciplina particular, la bioinformática, que combina conocimientos biológicos y químicos con conocimientos de informática. Respecto a la arquitectura de programación, si bien los SGBD (también llamados DBMS, DataBase Management Systems) son estructuras complejas con diferentes niveles lógicos y posibilidades 9 de relación con y entre los datos, en términos generales podemos decir que, según la utilidad específica (si se realizan grandes incorporaciones periódicas de información, o si se trabaja básicamente con sistemas de consulta, o si las bases de datos están abiertas a distintos canales de interacción) usualmente se utilizan aplicaciones específicas de consulta a bases de datos, de manejo de bancos de imágenes y sistemas de alta interacción, de forma tal que existen algunas plataformas que dominan ampliamente la oferta más avanzada, como las aplicaciones basadas en el Standard Query Language (SQL), o aquellas basadas en Visual Basic para el manejo de imágenes y animaciones. Cuadro 1: Esquema teórico de la oferta tecnológica informática Sistemas de gestión de la información Sistemas de gestión de grandes bases de datos Planificación y control de procesos Gestión administrativa/económica Procesamiento imágenes de alta calidad Sists. Información Geográfica/Teledetección Manejo de bases de datos genéticas Sistemas – modelos de simulación de procesos Modelos de predicción y proyección de resultados e impactos futuros Software de adquisición y administración de datos (embebido – incorporado) Control automático de maquinaria; adquisición, manipulación y almacenamiento de datos en dispositivos (Mecatrónica) Redes y sistemas de soporte a la telecomunicación Servicios de conexión a internet (fibra óptica o inalámbrica). Sistemas de procesamiento digital (DSP) y teledetección satelital. Fuente: elaboración propia. En tercer lugar se identificó a un conjunto de sistemas que poseen también una lógica propia de procesamiento y programación, y que son los llamados sistemas de simulación de procesos (SSP) o sistemas expertos (SE), derivados de una rama de la Inteligencia Artificial. Estas aplicaciones consisten en modelos matemáticos (basados en cálculos de números finitos) que imitan y representan en forma simplificada diferentes procesos humanos, físicos y naturales con una lógica sistémica, cerrada, de interacción entre diferentes variables con comportamientos prefijados, y que a través de esa capacidad de reproducción aparente, tienen el objeto de colaborar en la resolución de ciertos problemas de análisis. Existe una diversidad de programas de simulación en enormes áreas de aplicación, como en el diseño industrial y constructivo, en la economía y management, en la agrometeorología y climatología, en la física, ciencias naturales y geográficas, incluso considerando el área de entretenimientos (videojuegos). Consisten básicamente en modelos de predicción, proyecciones, cálculo de impactos futuros y efectos de todo tipo de fenómenos, entre los cuales existe un sector de aplicaciones que pueden utilizarse para la toma de decisiones en el sector productivo agropecuario. Ejemplos de estos son los simuladores de efectos de determinados tipos de siembra y fertilización en suelos, predictores de impacto agroclimático, modelos de proyección económica de inversiones agropecuarias, sistemas de simulación mecánica y de fluidos para diseñar determinados objetos o tomar decisiones operativas, etc. El insumo del que se alimentan estos sistemas, además de la potencia de cálculo y el tipo de operaciones matemáticas que realiza, es la información modelizada de los fenómenos que se quieren simular. En agricultura existe un uso convenido a nivel mundial de uno de los modelos de estos sistemas, que es conocido como DSSAT (Decision Support System for Agrotechnology Transfer), aunque 10 existen muchas otras plataformas y modelos disponibles y factibles de crear, con mayor complejidad y capacidad de manejo de variables. En cuarto lugar se ubicó puntualmente a los sistemas de adquisición y administración de datos que se obtienen de dispositivos electrónicos de todo tipo, y que son conocidos comúnmente como software embebido o incorporado (embedded software). Este tipo de sistemas permite recibir, interpretar, manipular y retransmitir datos obtenidos por diversos instrumentos de precisión y almacenados en dispositivos electrónicos como sensores (de índice verde, de temperatura, de humedad, remotos, etc.), controladores y medidores de distintas muestras, PDAs, monitores de siembra y cosecha, receptores GPS y todos los dispositivos relacionados con la robótica. Este tipo de sistemas, en conjunto con la parte mecánica y la parte electrónica conforma un sistema que se conoce como mecatrónica. Desde el punto de vista tecnológico tienen una complejidad variable, aunque los de mayor utilización y presencia en el mercado poseen menor valor agregado en términos de complejidad que los sistemas de simulación y que los sistemas de bases de datos, no obstante permiten manejar procesos críticos de comunicación entre hard y soft, y manejar las interfases de vinculación entre distintos tipos de sistemas. En quinto lugar se agruparon a todos aquellos sistemas de soporte de telecomunicaciones, sin especificación de una lógica informática específica, pero que tienen la particularidad de permitir la conectividad y la comunicación entre computadoras, servidores y todo tipo de procesadores digitales de información. Ejemplos de estos son todos los sistemas de conexión a internet (con particular énfasis en la conexión inalámbrica como ejemplo de la tecnología de frontera en conectividad), los sistemas DSP (Digital System Processing), todo un adelanto en materia tecnológica, que implican la digitalización de una gran cantidad de operaciones que comúnmente se realizan a través de tecnologías menos avanzadas que la informática, y como consecuencia, la transmisión de mucho mayores volúmenes de datos por unidad de tiempo, lo que se logra a través de la inclusión de microprocesadores en una gran cantidad de dispositivos intermedios de comunicación que analizan y digitalizan la información. Además se deben incluir a los sistemas de recepción de información satelital y aérea que se utilizan para la teledetección de características de la tierra mediante imágenes a distancia, que utilizan diferenes sensores y receptores que deben ser procesados con sistemas informáticos específicos. La clasificación desarrollada hasta aquí, y sintetizada en el Cuadro 1, no es necesariamente exhaustiva: como se dijo al principio, existen aplicaciones que utilizan más de uno de estos paquetes informáticos combinados (como por ejemplo, algunos sistemas integrales de gestión agropecuaria que combinan GIS con consultas a bases de datos on-line). Pero tiene el sentido de categorizar en términos funcionales la oferta tecnológica informática disponible para elaborar una vinculación conceptual con el ámbito de aplicación. 4.2. La demanda agropecuaria En simultáneo con la clasificación anterior, se realizó en primer lugar una esquematización desde el lado del sector agropecuario en relación con las necesidades existentes como usuarios, de acuerdo a los distintos aspectos que implica tanto la actividad productiva como la de investigación y desarrollo. Esto suponía poner el foco no solamente en el sector primario, sino también en el de los servicios a la producción y en el sector industrial relacionado con la fabricación de maquinaria y herramientas. Respecto al sector agroindustrial y de manufacturas, si bien en este esquema fue excluido, en cambio sí fue considerado en otros aspectos del estudio, y algunos de sus referentes fueron consultados a través de entrevistas, ya que no en todos los casos existe una división clara entre la gestión de la producción primaria y el procesamiento de sus productos, y del mismo modo que existen tecnologías transversales a la cadena agroalimentaria -que exigen coordinación y compartir información entre los eslabones-, existen espacios factibles de aplicación de la tecnología informática que no deberían quedar excluidos de nuestra consideración. En este marco, el esquema presentado en el Cuadro 2 intentó resumir el conjunto de funciones y necesidades que se presentan en la actividad productiva agrícola y ganadera y en la I+D ligada al sector, teniendo en cuenta una serie de objetivos genéricos relacionados con la 11 gestión propia de la actividad y con todos aquellas dimensiones que afectan al desarrollo cotidiano: por un lado, los aspectos ligados a la gestión general, tanto operativa como económica, de la empresa agropecuaria, con el día a día y el manejo de todas las variables que deben ser controladas en forma permanente para el desarrollo óptimo de la actividad cotidiana; por otro lado, aquellos aspectos derivados de la importancia de la planificación estratégica de los procesos productivos, y de la búsqueda de eficiencia en la gestión de dichos procesos, que abren un gran conjunto de problemas a considerar. También se remarcó, desde el aspecto más comercial, todo lo relacionado con la diferenciación de los productos y la agregación de valor a esos bienes, que implican eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante en términos funcionales, y relacionan al sector primario agropecuario con la gestión de insumos y herramientas, a través de la I+D que se encuentra en la base de la producción de insumos mejorados (semillas genéticamente modificadas, agroquímicos, productos veterinarios, alimento animal) y a través del apoyo al perfeccionamiento en la fabricación de bienes de capital (principalmente maquinaria agrícola y herramientas). Cuadro 2: Necesidades y funciones del sector agropecuario Actividad Área de intervención Agricultura Objetivos Necesidades Gestión general operativa y económica de la empresa Administración económica Gestión de insumos, cash flow, pagos, reportes, tablero control Toma de decisiones productivas-económicas estratégicas. Análisis de inversiones, predicción agroclimática, evaluación de rendimientos, dosis variables, etc Control operativo de la producción Monitoreo logístico, control de procedimientos de rutina, registro de información productiva. Planificación productiva y eficiencia productiva. Producción Ganadería Diferenciación de productos Seguridad alimentaria y regulaciones económicas y de calidad I+D Agricultura, ganadería y gestión de insumos y herramientas Diferenciación de productos y agregación de valor Maximización de rendimientos Trazabilidad / Rastreabilidad Control sanitario y de calidad Mejoramiento de insumos y procesos Mejoramiento de maquinaria y herramientas Utilidades Mejoras en los procesos críticos Identificación animal y vegetal, registro y manejo de información Predicción y control de enfermedades, malezas, control calidad de insumos y de productos. Manejo de información genética para manipular organismos Almacenamiento y manejo de info agronómica, climática, etc. Incorporación de tecnología y diseño industrial avanzado Fuente: elaboración propia. A partir de la mención de estos cuatro tipos de objetivos principales de gestión se deriva una serie de necesidades asociadas, tales como la administración económica de la empresa agropecuaria y la toma de ciertas decisiones estratégicas en el aspecto económico para el caso de la gestión general. La toma de decisiones estratégicas también se halla presente en el aspecto de la planificación productiva y la búsqueda de eficiencia, así como la necesidad de tener control operativo sobre toda la gestión de producción, y la búsqueda permanente de maximización de los rendimientos de inversión en ganadería tanto como en agricultura. Estas necesidades implican generar determinado tipo de utilidades que pueden encontrar respuesta a través de diferentes soluciones tecnológicas informáticas. De esta misma manera puede razonarse todo el cuadro, el cual intenta expresar que, al existir una interacción entre diversas áreas de actividad, objetivos, necesidades y utilidades, estas categorías aparecen intercaladas; lo cual supone que hay utilidades que responden a más 12 de una necesidad y viceversa, así como también ocurre entre las diversas necesidades y los objetivos de gestión, y de la misma manera (esto está marcado con las flechas intercambiadas), las categorías incluidas en agricultura también valen para ganadería, ya que, por ejemplo, existe tanto la posibilidad de realizar trazabilidad agrícola como ganadera, así como también las regulaciones sanitarias, económicas y de calidad valen para ambas áreas de aplicación. En la columna derecha aparecen entonces las utilidades que vinculan en términos teóricos las necesidades del sector agropecuario con las aplicaciones informáticas y otros tipos de tecnologías que pueden darle respuesta. Al retomar la pregunta acerca de cuál sería el recorte elegido para considerar esta vinculación intersectorial, y a modo de comprensión de sus posibles canales de comunicación, podemos también esquematizar los distintos eslabones de la cadena agroalimentaria según los tipos de gestión que implica en relación con la función que cumple el sector al que pertenece, a saber: la gestión de insumos, servicios y herramientas (eslabón multisectorial), la propia gestión productiva (sector primario-agropecuario), el procesamiento agroindustrial (sector secundario) y la distribución y comercialización (sector terciario). Cuadro 3: El sector agropecuario en la cadena de agroalimentos F u n c io n e s d e la c a d e n a agroalimentaria Gestión de insumos, servicios y herramientas Gestión productiva Gestión de procesamiento agroindustrial Gestión de distribución y comercialización Tipo de sector al que pertenece Primario / Secundario / Terciario Primario Secundario T e r c i a ri o Fuente: elaboración propia Esto permite comprender, en una mirada global, cual es el recorte que estamos realizando (y cuánto dejábamos afuera) en términos de los eslabones que componen la cadena agroalimentaria, y al mismo tiempo, cuáles son los encadenamientos que se generan a partir de dicho recorte. Nos referimos en este caso al sector metalmecánico que fabrica maquinarias e implementos agrícolas, a los proveedores de agroquímicos y semillas, a los proveedores de alimentos y productos veterinarios, y a los proveedores de todos aquellos servicios a la producción, operativos y profesionales, que son necesarios para desarrollar la actividad y que se ubican en torno al eslabón primario compuesto por los productores y empresas agropecuarias (Reca y Parellada, 2001; Bisang y Gutman, 2003; Díaz, 2003; Bisang, 2003). En otro plano, y más allá de esta mirada estática sobre la demanda potencial o real del sector, se observó que existen en la actualidad una serie de desarrollos y avances vinculados con la tecnología agropecuaria en términos genéricos, que han marcado el camino de la introducción de los sistemas informáticos más avanzados, además del uso de sistemas de gestión perfeccionados e integrales. Estos desarrollos –que son básicamente tres: la Agricultura de 13 Precisión (AP), la agrobiotecnología moderna, y la trazabilidad, tanto animal como vegetal- , los cuales se detallarán a continuación. • Agricultura de precisión La Agricultura de Precisión (AP), además de una tecnología de producción agrícola, es todo un concepto nuevo e integral acerca de la gestión productiva, que implica la utilización de las nuevas tecnologías de información para la toma de decisiones de manejo, técnica, económica y ambientalmente adecuadas para la producción agrícola, combinadas con una serie de dispositivos electrónicos y con maquinarias y herramientas agrícolas de avanzada. La utilidad de la AP se afirma sobre tres pilares: por un lado, la intensificación del rendimiento de los campos; por otro lado, la búsqueda de sustentabilidad ambiental; en tercer lugar, el reconocimiento y manejo inteligente de la heterogeneidad ecológica de los suelos. Argentina comenzó con el desarrollo de esta técnica a mediados de 1996, a través de trabajos de exploración en algunas universidades de Estados Unidos, como Purdue, Iowa y Nebraska, lo que se sumó al desarrollo de las algunas empresas proveedoras de insumos tecnológicos, y de la mano de algunas unidades experimentales del INTA, que se asoció con determinadas instituciones como AACREA, AAPRESID, INFOPOS, etc. (Bragachini et al, 2005; Bongiovanni, 2005). Según la opinión de especialistas, junto con la biotecnología moderna, la AP es uno de los saltos tecnológicos más importantes que ha vivido la agricultura en las últimas décadas. Sus técnicas permiten satisfacer una de las exigencias clave, que es el el manejo óptimo de grandes extensiones, pudiendo así contribuir sustancialmente a aumentar la rentabilidad a través de un incremento del valor del rendimiento de los suelos (cantidad y calidad), del ahorro en la cantidad de insumos, o de ambos simultáneamente, y permitiendo perfeccionar el trabajo a campo. En este sentido, cabe destacar que la Agricultura de Precisión, si es aprovechada en todas sus posibilidades, puede generar importantes ahorros de costos vía insumos, vía el mejor aprovechamiento de las posibilidades del suelo, y puede generar una mayor sustentabilidad de sus características ecológicas (Satorre, 2006). Desde el punto de vista de la informática, la AP involucra para su funcionamiento el uso de sistemas de posicionamiento global (GPS) y de otros dispositivos electrónicos como sensores de índice verde, de temperatura y humedad, sensores remotos de teledetección, monitores de rendimiento, medidores de muestreo y otros tantos que van apareciendo en el mercado, para obtener datos del cultivo y adecuar de esa manera el manejo de suelos e insumos a la variabilidad presente dentro de un lote. Estos dispositivos se utilizan usualmente montados sobre diferentes maquinarias y herramientas como cosechadoras, sembradoras, tolvas, fertilizadoras, pulverizadoras, etc., que funcionan con diversos softwares embebidos en cada aparato, los cuales toman y almacenan los datos que surgen de las diferentes operaciones realizadas (siembra, fertilización, cosecha, poscosecha) y se transmiten la información mediante tecnología portátil de informática y telecomunicaciones. Ciclo de la información en Agricultura de Precisión Clima Agronómico (Suelos) Datos Información Diagnóstico Soluciones Toma de decisión Cultural Seguimiento Fuente: Best, Stanley, S. (2006). 14 Toda esta información se aprovecha más tarde a partir de la utilización de ciertos sistemas de gestión y de aplicaciones GIS que la procesan y permiten elaborar mapas de rendimiento y muestreos intensivos de suelo, con los cuales evaluar sus características geofísicas y agronómicas y medir los diferentes rindes que se han obtenido en el lote, para entonces poder tomar decisiones de siembra y dosificar la utilización de semillas, fertilizantes y biocidas según la heterogeneidad que presente dicho lote, y según los resultados que se quieran obtener. Por otra parte, también se utilizan modelos de simulación para distintos tipos de cultivos, relacionados con la información sobre las características del suelo y del clima, que permiten realizar ensayos de dosis variable (DV) y hacer proyecciones hipotéticas sobre los resultados de diferentes pruebas, de tal manera que generen información clave para el trabajo operativo posterior. • Agrobiotecnología moderna La biotecnología es cualquier tipo de técnica que utilice organismos vivos o sustancias de esos organismos para crear o transformar un determinado producto, mejorar las plantas o animales o crear microorganismos para usos específicos. En particular, la biotecnología moderna consiste en un nuevo conjunto de técnicas que implican la intervención y el mejoramiento genético de especies animales y vegetales, con diferentes aplicaciones posibles, a través de la introducción de genes que confieren características potencialmente útiles a dichos organismos. Los principales elementos que componen la biotecnología moderna son: la genómica –la clasificación molecular de las especies-; la bioinformática, que supone la recopilación de datos de análisis genómicos en forma accesible; el mejoramiento genético molecular, que es la identificación y evaluación de características deseables para determinados organismos; y el diagnóstico de agentes patógenos, lo que implica mejorar las tecnologías de vacunación, a través del uso de métodos modernos de inmunización que se utilizan para preparar vacunas de ADN recombinante que ayudan a optimizar el control de enfermedades. Además, en términos generales, la biotecnología moderna hace posible introducir los genes que controlan las características deseables con mayor precisión y control que los métodos convencionales Según Bisang, todo pareciera indicar que la aplicación de la biotecnología a la producción primaria, junto con otras innovaciones mecatrónicas, está llamada a constituir un nuevo modelo de organización de la producción. Es posible afirmar que en agricultura los avances van en dos direcciones: por un lado, unos pocos pero de amplia difusión apuntan a las tecnologías de proceso agrícola (modificaciones genéticas que afectan el proceso de producción, como por ejemplo, semillas con resistencia a determinados biocidas e insectos) que tienen un impacto directo sobre los costos de producción; otros, en cambio, implican mejoras en la tecnología de producto, agregando valor a las características de los bienes finales, con un impacto directo sobre los consumidores. Este es el caso, por ejemplo, de los alimentos de origen transgénico. En cuanto a la aplicación de la biotecnología a la actividad ganadera, encuentra su mayor fuente en las aplicaciones veterinarias para garantizar la sanidad animal y evitar patologías que pudiesen afectar los productos. Otra utilidad, más polémica en este caso, son las modificaciones genéticas para mejorar el rendimiento animal (Bisang, 2002). No obstante, las aplicaciones de la biotecnología en la actividad agropecuaria apenas han comenzado. La primera generación de variedades de plantas OGM se ha desarrollado sólo para modificar una sola característica, como por ejemplo, la tolerancia a determinados biocidas o a las plagas. Pero los avances conquistados en la genómica abren muchas puertas al mejoramiento genético de las plantas, los árboles y el ganado, conforme se incremente el conocimiento generado mediante la I+D. Según aseguran algunas voces autorizadas, el uso de la metodología de mejoramiento genético para lograr características complejas tendería a difundirse en los próximos años (Pomareda y Hartwich, 1999). En particular al hablar del uso específico de la informática, lo que implica la investigación y el desarrollo basado en la agrobiotecnología moderna es el almacenamiento, la recuperación y el procesamiento masivo de información genética y bioquímica. Esto ha dado lugar al desarrollo 15 de uno de los elementos ya mencionados: la bioinformática, rama principalmente dedicada a la gestión y uso de grandes bases de datos e información biológica (genética y bioquímica). Además, la bioinformática ha incorporado de manera generalizada técnicas de robótica para automatizar análisis y clasificación de material biológico. Según algunos especialistas, las funciones primordiales de la informática en la biotecnología en su aplicación agroecológica y para la ganadería son el manejo de bases de datos (no solamente la manipulación conocida a nivel de organización y búsquedas, sino también el procesamiento de imágenes microscópicas), la inteligencia artificial -el conjunto de técnicas que implementan sistemas capaces de buscar patrones ocultos en las cadenas, encontrar relaciones entre medidas, hacer predicciones a partir de los datos conocidos, y clasificar patrones de manera automática- y la modelización: simulaciones sobre las condiciones de diversos microclimas y sobre el comportamiento de organismos en diversas condiciones (Mercau, 2006; Satorre, 2006; Martínez, 2006). • Trazabilidad La trazabilidad es un sistema de gestión productiva que permite realizar el seguimiento de un bien final desde su origen hasta el destinatario final. Consiste en la integración sistémica y longitudinal de la información surgida de la evolución los productos a lo largo de los distintos eslabones de la cadena de valor, para poder construir la evolución individual de cada uno de los bienes. Por ejemplo, la trazabilidad de la ganadería bovina supone el seguimiento de los animales vacunos desde el campo hasta el frigorífico (ciclo cero), luego, desde los cortes de la faena y el desposte (ciclo uno), hasta el supermercado y el consumidor final (ciclo dos), identificándose a los mismos por el establecimiento del cual provino. En la actualidad, sin embargo, la trazabilidad tiene dos significados paralelos: por un lado, se trata de una tecnología de proceso que introduce una concepción integral de la gestión de la cadena de valor agroalimentaria, y que puede aplicarse a muchos tipos de producción agroalimentaria, tanto de origen agrícola como ganadera. No obstante, al mismo tiempo aparece en cada vez más países como un requisito legal obligatorio para poder introducir productos en los mercados alimenticios. Además, en la medida en que su funcionamiento requiere una alta coordinación entre los diferentes agentes de la cadena, depende también de las propias regulaciones que la imponen como requisito para comercializar, y de la capacidad y voluntad del Estado de hacer cumplir esas regulaciones. Ahora bien, aún en los mercados y sectores en los que no es obligatoria, la trazabilidad incide sobre la diferenciación comercial del bien final en tanto genera sobre éste un valor agregado como producto trazado. Sin embargo, la trazabilidad como concepto y como práctica se ha difundido principalmente alrededor de la actividad ganadera bovina, precipitada por el brote del síndrome de la vaca loca en 1996, el que determinó, especialmente en Europa, una crisis de confianza en el sector de la industria de la carne. Aún cuando su consumo mostraba una tendencia a la baja, en algunos mercados europeos el mencionado brote provocó una súbita caída, lo que generó incentivos muy claros al desarrollo y el uso de sistemas que satisficieran la necesidad de imponer nuevos controles para garantizar la calidad y sanidad a lo largo de toda la cadena de producción y comercialización de cada producto (Meré et al, 2000; Zvedeñiuk, 2002). Cualquier sistema de trazabilidad incluye por tanto, como elementos vitales de su funcionamiento, la identificación individual de los animales o vegetales, la recolección y almacenamiento de la información acerca de ellos, y el acceso a la información por parte de los distintos agentes involucrados. En cuanto al consumidor final, sujeto y destinatario principal de la aplicación de la trazabilidad, la posibilidad de acceso a la información le permite estar informado acerca del establecimiento y las características de origen del producto, sobre el método practicado en los procesos de producción y procesamiento, y sobre la identificación de los actores que participaron de la cadena, entre otros tipos de información. Dentro de los beneficios que supone la identificación individual de los productos, se puede mencionar las ventajas de gestión derivadas del manejo comercial optimizado que exige el mercado; las facilidades sanitarias, y las jurídicas, ya que se simplifican las normas legales y 16 estadísticas, entre otras. Las utilidades del sistema de trazabilidad se vinculan además con otras funciones adicionales: el control y la erradicación de enfermedades y plagas, información para el productor y la industria frigorífica, información para el fisco, y una mejor y más intensa posibilidad de aplicación de créditos bancarios (Zvedeñiuk, 2002). Con respecto a sus necesidades y posibilidades informáticas, podemos encontrar dos tipos de aplicaciones factibles de demanda: - Sistemas informáticos de gestión integral de la trazabilidad: si bien existen por una parte aplicaciones de gestión de la trazabilidad independientes (de una unidad productiva aislada, o vinculada individualmente con otros eslabones de la cadena), lo más avanzado en estos esquemas de funcionamiento consiste en paquetes informáticos que reúnen características de los sistemas de gestión de la información, de los sistemas de gestión de bases de datos (SGBD), y en algunos casos, de almacenamiento compartido a través de telecomunicaciones. Incluso algunos paquetes informáticos agregan módulos de simulación para realizar proyecciones de tendencias basadas en series históricas, o ante la presencia de ciertos baches de información. Aquí es vital el manejo interactivo de las bases de datos con diversos agentes, por lo que la ingeniería relacionada con las telecomunicaciones y con la gestión de las bases de datos cumple una función esencial, aunque se trata de un sistema que ante todo debe estar sustentado por un conjunto de prácticas sostenidas de incorporación de la información, sin el cual todo el sistema pierde sentido. También es vital que exista una entidad consolidada en la administración y el mantenimiento sistemático de la base de datos. - Sistemas asociados a la identificación electrónica: uno de los métodos más modernos de identificación individual de los productos durante su trayecto es la identificación electrónica, aplicable tanto a especies animales como vegetales. Esto supone el desarrollo de una serie de dispositivos microelectrónicos o códigos de lectura láser que se adosan de diferentes maneras a cada producto, y que tienen incorporada toda la información sobre el mismo. Como se dijo antes, en ambos casos los sistemas más desarrollados hasta ahora se vinculan con la ganadería de la carne bovina, y por eso este mercado de servicios está recién en sus comienzos, ya que, desde el punto de vista del sector primario, tiene aplicaciones en las diferentes ramas de producción: agricultura extensiva e intensiva, ganadería bovina, ovina, porcina, avicultura, etc. De esta manera, estos tres tipos de avance tecnológico (agricultura de precisión, biotecnología moderna aplicada y trazabilidad agropecuaria), que se encuentran en un estado de desarrollo relativamente incipiente, bien en oferta o en demanda, deben ser muy tenidos en cuenta en el análisis, ya que forman parte del horizonte de mejores prácticas y técnicas ubicadas en la frontera tecnológica del desarrollo agropecuario, además de que generan un alto nivel de valor agregado tanto a la actividad como a los productos, y son motores de innovación y eslabones de vinculación entre el sector agropecuario e informático. 4.3. Vinculación oferta-demanda Si nos preguntamos acerca de cómo se insertan estas tecnologías recién desarrolladas en el esquema planteado en el Cuadro 3 -sobre los distintos tipos de gestión dentro de la cadena-, podríamos sostener que, mientras que la Agricultura de Precisión se puede asociar tanto con el primer eslabón (gestión de insumos, servicios y herramientas) en tanto que produce un encadenamiento hacia el sector industrial y de servicios a la producción, como con el segundo (gestión productiva-sector agropecuario) en cuanto esta tecnología se aplica directamente en la actividad del sector primario, al mismo tiempo la biotecnología moderna aplicada estaría asociada principalmente con el primer eslabón (como servicio a la producción mediante la generación de conocimiento), y la trazabilidad, en cambio, por sus características intrínsecas, estaría asociada necesariamente a todos los eslabones de la cadena a través de esta 17 sistematización de la información que implica. Todas estas vinculaciones presentan una complejidad muy significativa en términos de las posibilidades de sinergias y de relaciones de todo tipo entre diversos actores asociados tanto con la gestión de la cadena agroalimentaria como con la gestión de las mencionadas tecnologías, las que además encuentran también relaciones directas entre sí y con la dinámica de la oferta IT, suponiendo una trama de correspondencias que hacen que cualquier tipo de iniciativa pública o privada deba poder visualizar el conjunto. Tomando entonces en cuenta el recorte realizado en torno a dos de los cuatro grandes tipos de gestión de la cadena agroalimentaria así definidos (gestión de insumos, servicios y herramientas, y gestión productiva), y considerando las diferentes utilidades distinguidas en el Cuadro 2, relativas a los diferentes aspectos que es necesario cubrir tanto en producción como en investigación y desarrollo, podemos sugerir, desde el punto de vista informático y de acuerdo a la información recavada, que el software se presenta bajo cuatro grandes modos funcionales que están en relación tanto con el criterio planteado al principio, como con el criterio de utilidades: a. Sistemas de apoyo a la gestión operativa y económica agropecuaria: consisten básicamente en sistemas de gestión de información, en la mayoría de los casos con mediobajo valor agregado tecnológico, pero con alta utilidad práctica para la actividad cotidiana, cuando el uso es correcto y la aplicación adecuada. En su mayoría se trata de enlatados comerciales que trabajan modularmente para atender a distintas necesidades de la gestión, o de aplicaciones que buscan controlar y administrar procesos específicos en una rama productiva (por ejemplo, control lechero con sistemas de alarma, control en tiempo real de la alimentación del ganado, sistemas de administración logística, sistemas de entrada y salida de mercadería), o el manejo integral de distintas ramas productivas específicas. A estas aplicaciones se les podría agregar como un ítem adicional a los sistemas ERP (Enterprise Resource Planning) que utilizan las grandes empresas agroindustriales para el manejo y la administración de sus recursos y procesos, y que suponen una gran cantidad de aplicaciones basadas en importantes bases de datos interactivas (datawarehouse) desde la cual se controla la gestión general de la actividad de la empresa, y a los que suelen vincularse a otros sistemas accesorios mediante interfases desarrolladas ad-hoc. b. Sistemas de apoyo a la toma de decisiones (DSS) estratégicas: aquí se encuentran todos aquellos sistemas independientes de alto valor agregado informático, que proveen herramientas analíticas y una importante densidad de información, con utilidad principalmente para el desarrollo del sector privado, así también como para la investigación y desarrollo, y para la gestión regulatoria, legal y económica, de la actividad agropecuaria. Podemos mencionar entre estos a los Sistemas de Información Geográfica y Teledetección, a los Sistemas de Gestión de Información con mayor valor agregado (que permiten operaciones de alta complejidad, evaluación de problemáticas y alternativas, mayor elaboración y facilidades para el usuario), a una parte de los Sistemas de Simulación, que permiten realizar proyecciones, predicciones, simulaciones, etc., y a una parte de los Sistemas de Gestión de Bases de Datos, en especial combinados con los otros sistemas. El criterio básico de estos sistemas es proveer de herramientas de inteligencia tanto a los productores como a investigadores y organismos públicos. c. Sistemas de apoyo a los eslabonamientos industriales: se trata de una multiplicidad de sistemas heterogéneos que asisten a procesos y actores que, en términos económicos, se desprenden como eslabonamientos directos y casi exclusivos de la propia actividad productiva en tanto, por ejemplo, laboratorios proveedores de insumos (semillas, fertilizantes, biocidas), fabricantes de herramientas industriales (maquinaria agrícola e implementos, otros productos metalúrgicos), o en tanto servicios a la producción (asesores profesionales veterinarios y agrónomos, acopiadores de granos, centros de I+D para el diseño industrial, etc.). En esta categoría hemos incluido a los programas de diseño industrial por computadora, que utilizan 18 sistemas de procesamiento de imágenes y de simulación, al software incorporado a las maquinarias y herramientas agrícolas, y los sistemas de gestión de bases de datos (SGBD) de apoyo a la investigación y desarrollo bioinformática destinada a la producción de OGMs (organismos genéticamente modificados), y al monitoreo y control de su aplicación sobre los organismos vivos en laboratorio. d. Sistemas de gestión compartida y de telecomunicaciones, utilizados principalmente por los centros de I+D o por grandes empresas agropecuarias/agroindustriales, y por otra parte, por los organismos públicos estatales y civiles a los fines de regular, fiscalizar, fomentar y asistir en la gestión de la actividad agropecuaria. Hablamos aquí de importantes Sistemas de Gestión de Bases de Datos, con estructuras múltiples de interacción privada y consulta pública online con importantes bases de datos abiertas o semiabiertas. También nos referimos a aplicaciones genéricas y específicas con soporte para el trabajo con intercambio de grandes flujos de datos de conexión a Internet, sistemas RID (Redes Integradas de Datos), y los sistemas de procesamiento digital (DSP) utilizados genéricamente en telecomunicaciones, que incluyen softwares embebidos en los microchips DSP. A partir de esa clasificación, y en términos de la vinculación teórica ya desarrollada entre oferta y demanda, se elaboró otro esquema que intenta sistematizar las necesidades que esa oferta tecnológica informática (IT) demandaría en términos de los insumos de información y los dispositivos hard que están asociados a la utilización de esos sistemas. En términos globales, el esquema parte de la idea de que existen, en relación con las utilidades que puede ofrecer para el sector agropecuario y sus eslabonamientos, cuatro tipos de sistemas o aplicaciones que complementan y mejoran la gestión de las diversas necesidades de funcionamiento de la cadena En ese marco aparecen los sistemas de apoyo a la gestión general de las empresas agropecuarias, diseñados para cubrir las necesidades administrativas, operativas y económicas de la actividad primaria en sus distintas ramas, a partir de la utilización de diversas herramientas informáticas (principalmente sistemas de gestión de la información, muchas veces combinados con otros). Estos sistemas tienen una importancia particular respecto de los otros, ya que señalan un piso básico de utilización de la tecnología muy correlacionado con el manejo del negocio como tal. Es decir que si bien su nivel de complejidad tecnológica es variable -y muchas veces medio-bajo-, su rol estratégico es claro en cuanto a que parece ser un requerimiento y un vehículo hacia sistemas más complejos, que presuponen para su aprovechamiento una fuerte búsqueda de eficiencia de la gestión productiva y económica, relacionada con una mirada empresarial de la actividad .A partir de allí cobran mayor sentido los sistemas de apoyo a la toma de decisiones (DSS) y los sistemas de apoyo a los eslabonamientos industriales, que si bien no afectan directamente a la actividad primaria, sí están correlacionados con el uso agropecuario de las tecnologías a las que se incorporan como insumos o herramientas (por ejemplo, la maquinaria agrícola moderna). En cuanto a los sistemas de apoyo al uso y almacenamiento compartido de la información, su especificidad reside, por un lado, en la complejidad de actores que ponen en relación, y por otra, en el alto valor agregado tecnológico que implican tanto, ya que conectan al software con todo el hardware de telecomunicaciones. Respecto a la demanda, su utilidad alcanza formas diversas (más directas o indirectas), pero en cualquier caso, lo destacable es que implica una coordinación sistémica de tecnologías y se plantea a la vez como un sistema de infraestructura indispensable para la difusión del uso de las TICs en el sector agroalimentario. 19 Cuadro Nº4: Oferta IT para el sector agropecuario Utilidad genérica Aplicación Sistemas de gestión económica y contable de la empresa agropecuaria Sistemas de apoyo a la gestión general Sistemas de gestión operativa agropecuaria y de control de producción Sistemas de simulación productiva, agroclimática, agroeconómica (DSSAT) Sistemas de apoyo a la toma de decisiones (DSS) Aplicaciones derivadas de Sistemas de Información Geográfica (GIS) y Teledetección. Sistemas de apoyo a los eslabonamientos industriales Sistemas de apoyo al uso y almacenamiento compartido de la información Insumos Información surgida de la gestión de la empresa Información online sobre mercados agropecuarios, etc. Información surgida de la gestión de la empresa Información online sobre factores productivos, etc. Información agronómica, agroclimatológica y agro-económica modelizada Imágenes satelitales, información de dispositivos GPS, información de sensores Bases de datos agronómicas, climatológicas y econó-micas actualizables Software incorporado (embebido) en dispositivos electrónicos de maquinarias, herramientas y microchips varios. Información surgida de la recepción y procesamiento de datos en la interacción con el medio físico en el campo. Sistemas de simulación para diseño industrial de maquinaria/ herramientas Información modelizada sobre el comportamiento de fenómenos físicos, químicos y naturales (mecánica, fluidos, materiales, etc.) Sistemas de Gestión de Bases de Datos (SGBD) bioinformáticas para la I+D en biotecnología Bases de datos genómicas y bioquímicas sobre organismos vivos Aplicaciones de soporte a las telecomunicaciones, sistemas DSP, y de gestión compartida (RID) Información múltiple, heterogénea e instantánea Bases de datos múltiples actualizables Dispositivos “hard” asociados Computadoras con acceso a Internet Dispositivos de identificación electrónica, sensores varios, dispositivos GPS, PDAs, etc. Computadoras con acceso a Internet Dispositivos GPS, sensores de percepción remota y otros, monitores de rendimiento, PDAs, etc. Computadoras con acceso a Internet Clusters de computadoras en paralelo (proveen una mayor potencia de cálculo de números finitos). Computadoras con acceso a Internet Microchips DSP, dispositivos de audio y video, servidores y nodos de conexión inalámbrica a internet, servidores y discos de almacenamiento físico de datos. Fuente: elaboración propia. 5. La realidad actual de la vinculación inter-sectorial en la región pampeana El estudio empírico se desarrolló en principio elaborando un “mapa” de las organizaciones específicas de cada uno de los dos sectores en el área de la región pampeana, para lo cual se realizaron consultas a referentes y algunas entrevistas cualitativas que permitieron comprender la situación formal y real de cada una en relación con su relación con el otro sector. A continuación se examinan entonces por separado las características 20 organizacionales de la demanda y de la oferta, y luego se verifica la situación que encuentra en la actualidad el nexo entre ambas. 5.1. Estructura organizacional de la oferta informática Por una parte, del lado informático se presenta el paisaje de un sector inmaduro pero en crecimiento, que presenta previsibles disparidades: un conjunto de cámaras de alcance nacional radicadas en la Ciudad de Buenos Aires, con real influencia en la Región Metropolitana de Buenos Aires, donde a su vez existe la mayor cantidad de empresas informáticas en general. Estas son la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI), que representa a las empresas de informática, la Cámara Argentina de Telecomunicaciones, Informática, Control y Contenidos (CATYA), la Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina (CICOMRA), que representa mayormente a las empresas de telecomunicaciones, y la CABASE (Cámara de Bases de Datos y Servicios en Línea), que representa principalmente a los proveedores de Internet. Por otra parte, en el resto de la región pampeana, una serie de cámaras de fuerte raigambre local o provincial, y que son las que representan con mayor fuerza y capacidad de convocatoria a las empresas situadas en las principales áreas metropolitanas regionales, con excepción de algunos casos puntuales que también buscan una referencia principalmente en la CESSI. Las principales instituciones mencionadas son el Polo IT Buenos Aires, en torno a la Ciudad de Buenos Aires; la Cámara de Industrias Informáticas, Electrónicas y de Comunicaciones del Centro de Argentina (CIIECCA), radicada en la ciudad de Córdoba, con alcance en toda la provincia, a la que se suma el Cluster Córdoba Technology; la Cámara de Empresas Informáticas del Litoral (CEIL), radicada en Rosario, y con un área de influencia que alcanza a toda la zona centro-sur de la Provincia de Santa Fe (incluyendo algunas empresas de la ciudad de Santa Fe) y la Cámara de Informática del Interior – Regional Cuyo (CIDI-Cuyo), que representa y convoca a las empresas informáticas de la ciudad de Mendoza y su área de influencia. Además se puede agregar a la Cámara de Informática del Sur, con sede en Bahía Blanca, y al Polo Informático de Mar del Plata, radicado en dicha ciudad Por otra parte, se pueden mencionar algunas cámaras locales o instituciones de apoyo (como cámaras y centros de comercio o industria) en realidades locales más específicas como Rafaela, Tandil, Villa María, Junín, Pergamino y Río Cuarto, pero con escasa inserción y conocimiento sobre el entramado local de empresas informáticas, que en general posee una masa crítica menor, tanto a nivel de cantidad y escala de empresas, como de recursos humanos calificados. Aquí comienza a generar incidencia la presencia de otro tipo de instituciones como las facultades de Ingeniería o de Ciencias Exactas de diversas universidades (Universidad Nacional de Río Cuarto –UNRC-, institutos terciarios de computación, la Universidad Nacional de Villa María –UNVM-, las sedes regionales de la Universidad Tecnológica Nacional –UTN-, la Universidad Nacional del Centro –UNICEN, la Universidad Nacional del Sur – UNS, Universidad Nacional de La Plata –UNLP), y otras instituciones de promoción tecnológica en forma individual, como principalmente los centros regionales del INTI. En otro plano de intervención, existen una serie de instituciones vinculadas a los ámbitos locales y regionales que consisten, o bien exclusivamente en la promoción de tecnología y aglomeración de empresas –los polos tecnológicos y clusters informáticos-, o bien instituciones que forman parte del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (universidades públicas y privadas, centros de investigación y desarrollo, institutos de desarrollo local), y que tienen alguna relación con el desarrollo de software y servicios informáticos. En muchos casos, se da la conjunción entre ambos tipos de instituciones, alrededor de un esquema mixto como son los Polos Tecnológicos y Parques Científico-Tecnológicos, que usualmente consisten en consorcios conformados por algunos de los actores locales (universidades regionales, municipios, gobiernos provinciales, empresas de la zona y empresas nacionales o internacionales de tecnología) e instituciones transversales que forman parte del Sistema Nacional de Innovación, como el CONICET, el INTA y el INTI. Ejemplos de estos son el Polo Tecnológico de Rosario (PTR), una iniciativa orientada a empresas informáticas y otras 21 con alto contenido tecnológico; el Centro Regional de Investigación y Desarrollo Rosario (CERIDER-CONICET), también radicado en Rosario, con fuerte orientación biotecnológica, donde además se alojan algunas unidades de trabajo del ámbito nacional, provincial y municipal; el Parque Tecnológico Litoral Centro, ubicado en la ciudad de Santa Fe, también fruto de un convenio entre la Universidad Nacional del Litoral, los gobiernos provincial y municipal y el CERIDE-CONICET; el Cluster Córdoba Technology, vinculado a la Agencia Córdoba Ciencia y al gobierno provincial; el Parque Científico y Tecnológico Tandil, y otros. Esta realidad territorial de empresas y organizaciones representativas concentradas en primer lugar en torno al Área Metropolitana de Buenos Aires, y en segundo lugar en torno a las principales ciudades (Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Mendoza), es correlativa a una realidad económica sectorial de baja especialización en productos para sectores específicos, y de concentración de la oferta de mano de obra calificada en los centros urbanos. Por su parte, los organismos representativos de alcance nacional no tienen registros de las empresas que están por fuera del ámbito de la RMBA, salvo en casos excepcionales al tratarse de empresas regionales importantes o por vinculaciones institucionales específicas. Del mismo modo, no se evidencia una diferenciación clara, dentro del conjunto de las empresas asociadas, de un sub-sector informático relacionado con aplicaciones en la cadena agroalimentaria, o más genéricamente, con alguno de los sectores productivos. Tampoco han sido detectadas y catalogadas dichas empresas, aunque sí existe una percepción de que deben existir, y que está pendiente un relevamiento exhaustivo al respecto.4 Por otra parte, y como se mencionó al principio de este artículo, no existen instituciones públicas, mixtas o privadas que se aboquen globalmente a esta temática intersectorial en particular, ya sea con mayor cercanía a la oferta o a la demanda. Esta falta de información se evidencia también, aunque en menor medida, a nivel regional, donde las cámaras informáticas y polos o parques tecnológicos no tienen información clara y exhaustiva sobre las empresas de informática que se encuentran en la zona y que pudieran estar desarrollando software o brindando servicios para el sector agroalimentario. En algunas ciudades medianas con perfil agropecuario incluso no existen cámaras locales, o se encuentran en reciente formación. 5.2. Estructura organizacional de la demanda El sector agroalimentario relacionado con la producción agrícola extensiva y con la actividad ganadera de la leche y de la carne se puede comprender como un conjunto de tramas productivas definidas principalmente por la cadena del producto que generan, las cuales conviven en un espacio territorial que ofrece algunas centralidades geográficas (áreas agrícolas, cuencas lecheras, zonas ganaderas), pero también una significativa interacción entre ramas de producción, de manera que en términos generales hay una cierta homogeneidad que admite zonas de especialización y algunas diferenciaciones. 4 Según la suposición del Presidente de la CESSI –una entidad que posee alrededor de 300 asociados y 150 adherentes-, probablemente existan cuatro perfiles de empresas (vinculadas con esta institución) que podrían estar produciendo o teniendo productos y servicios para la cadena agroalimentaria, y en el mejor de los casos, para el sector agropecuario específicamente: 1) grandes empresas no de nicho, con una línea secundaria de negocios, entre cuyos productos aparece alguno relacionado con el sector; 2) empresas de nicho (no menos de una veintena), de tamaño medio, con entre 30 y 100 personas ocupadas; 3) empresas regionales, a las que es difícil seguirles el paso. Nacen bajo el amparo de un gran cliente y permanecen cautivas. Cuentan, supone, en general con servicios con valor agregado. Son más inmedibles en términos numéricos, pero cree que son usualmente más pequeñas, con entre 20 y 30 personas ocupadas; y 4) empresas nacionales con productos especializados en otro eje, pero a los que se le pueden agregar módulos afines al sector, y con un promedio aproximado de 100 personas ocupadas. 22 En la estructura social del sector agroalimentario podemos encontrar entonces una gran cantidad de actores principales en juego según su rol en la cadena: 9 Productores individuales o empresas agropecuarias, agrícolas y ganaderos (criadores, invernadores y cabañeros). 9 Empresas agroindustriales: aceiteras, empresas lácteas, frigoríficos, molinos harineros, etc.) 9 Proveedores de insumos y agroquímicos (semilleros, laboratorios, comercializadores de biocidas y fertilizantes, etc.). 9 Fabricantes de maquinaria agrícola y herramientas (cosechadoras, tractores, sembradoras, pulverizadoras y otros). 9 Prestadores de servicios profesionales (agrónomos, veterinarios, agrimensores). 9 Prestadores de servicios operativos y económicos (contratistas, consignatarios, remates-feria). 9 Instituciones privadas de promoción y cooperación (cámaras y asociaciones de cadenas productivas, asociaciones de productores, asociaciones de criadores, asociaciones profesionales, institutos de promoción, etc.). 9 Instituciones públicas de promoción y regulación (INTA, SENASA, AFIP, ONCCA, Secretarías de Agricultura y Ganadería, CONABIA, municipios etc.). 9 Instituciones de I+D (facultades de agronomía y veterinaria, laboratorios de biotecnología, fundaciones profesionales o de ejecución de servicios). Dentro de las tramas productivas agroalimentarias el núcleo está compuesto por las grandes empresas agroindustriales, las que por una parte poseen la mayor porción de market share del sector de agroalimentos, y por otra, son quienes, respecto al eslabón primario, generan y se apropian de mayor valor agregado. Además, por su carácter de núcleo, disponen por lo general de capacidad para imponer condiciones sobre los precios de compra de materias primas al sector primario, en razón principalmente de la estructura oligopólica de estos mercados. Nos referimos en este caso a los grandes molinos harineros, las aceiteras, a los grandes acopiadorescomercializadores que exportan, a los frigoríficos y curtiembres, y a la industria láctea de gran porte. Por su parte, en el sector primario existe una heterogeneidad de situaciones que se reflejan a través de la presencia de cámaras e instituciones que aglutinan a los productores, y que puede ser entendida atendiendo a algunos criterios reales diferentes, que muchas veces se superponen: 9 9 9 9 9 pertenencia a una zona o región. pertenencia a un tipo de rama de actividad (ej.: ganadería bovina). rentabilidad y escala productiva de la empresa o productor. capacidad tecnológica y grado de modernización de la empresa o productor. alineamiento político (si lo hubiera explícitamente). En este contexto, podemos ubicar entre las principales instituciones privadas de productores agropecuarios a la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Exprimentación Agrícola (AACREA), a la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), ambas con cobertura nacional o regional, y un importante perfil de innovación tecnológica, y por otro lado, a las instituciones tradicionales -que representan a distintos grupos de interés y estratos de productores- Sociedad Rural Argentina (SRA), la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO), a las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), y a la Federación Agraria Argentina (FAA), con un alcance nacional o regional según el caso. Cada una de éstas reúne o bien grupos regionales, o sedes, o asociaciones de menor rango y más específicas que las componen (por ejemplo, CARBAP, CARSAFE y CARTEZ son parte 23 de la CRA), y además representan a distintas cohortes de productores diferenciadas por alguno de los criterios marcados anteriormente y por alineamientos políticos específicos. Lo más interesante, en términos de la obtención de información sobre la gestión cotidiana de las empresas y sobre sus problemáticas tecnológicas, productivas y económicas, es conocer las instituciones de menor rango que componen a estos grandes grupos de interés, ya que éstos últimos tienen ante todo una vocación de representación política frente a los grandes debates, con excepción de AACREA y AAPRESID, que parecen tener un perfil de corte más técnico. En cuanto a las instituciones públicas de regulación y promoción, debe mencionarse en primer lugar el trabajo de las estaciones experimentales del INTA (y en lo que hace a la relación con la informática, en particular las estaciones de Manfredi y Marcos Juárez –Córdoba-, Rafaela y Oliveros –Santa Fe-, y Balcarce, Castelar y Pergamino -Buenos Aires-), cuya actividad se desarrolla con una lógica de mucha relación directa de las experimentales con los sistemas locales y regionales de promoción, producción e investigación (principalmente universidades y gobiernos provinciales, a través de convenios y otras formas) y con estaciones del INTA cercanas, pero con una no demasiado intensa interacción con el resto de la red nacional, particularmente en términos del desarrollo y uso de software. Por otro lado, parece tener un peso importante la red de empresas agroindustriales y tecnológicas, asociaciones de cadenas productivas, entidades financieras y profesionales particulares, así como especialistas e investigadores del sector académico público y privado, redes privadas de vinculación entre distintos eslabones y de intercambio entre empresas, técnicos y académicos, en la que se desarrolla una dinámica intensa de intercambio y circulación de conocimiento. 5.3. El sector agropecuario pampeano y la tecnología A la hora de evaluar el uso de tecnología en el sector primario agropecuario, una primera distinción debe hacerse entre tres tipos de estratos de productores y empresas agropecuarias. En forma muy aproximada, se encuentran por un lado a aquellos mejor representados por instituciones como AACREA y AAPRESID, conformadas por consorcios regionales de productores que se reúnen periódicamente para resolver problemáticas productivas y técnicas, que generan congresos, seminarios y reuniones de difusión, son las más proclives en este mapa de actores a incorporan y promover el uso de tecnologías. Esto se relaciona directamente con su nivel de sofisticación como productores conscientes de su rol como empresarios y la importancia de la innovación, y con el tipo de producción que explotan (mayoritariamente agrícola, y dentro de ésta, mayoritariamente sojera o de girasol) por lo que representan al segmento más dinámico de los productores y las empresas agropecuarias. Coinciden además en encontrarse en áreas cercanas a importantes centros urbanos, o con su base directamente allí. En segundo lugar hay algunas cámaras y asociaciones regionales de menor presencia (o filiales locales de la SRA), a las que pertenecen mayoritariamente productores ganaderos bovinos de leche y carne (según el área) y productores agrícolas de cultivos diversificados como la soja, el maíz, girasol y trigo, y algunos cultivos específicos como el maní, la cebada y el sorgo, que se distinguen por tener una escala mediana de producción, o bien por estar muy referidos a una zona en particular, y que parecieran tener niveles promedio de sofisticación productiva y económica más bajos. En tercer lugar aparece una gran cantidad de productores chicos y más dispersos, vinculados a todo tipo de producciones extensivas (agrícolas y ganaderas), con un alto nivel de informalidad legal, económica y operativa, baja sofisticación tecnológica, y un alto nivel de rotación de alternativas productivas. Estos productores son muy numerosos aunque producen un bajo nivel de valor agregado, y en condiciones de precariedad. También trabajan en mayor aislamiento respecto de entidades y actividades de asociación, y cuentan con menor cantidad de información. En los dos últimos estratos predomina ampliamente el esquema de empresa familiar, y una visión de la actividad más cercana a una forma de vida que a un negocio empresarial. En el 24 primero la empresa familiar sigue presente, aunque en menor proporción, y con una estructura organizacional y prácticas de gestión más cercana a una forma empresarial. En este sentido, no se puede afirmar que la estructura familiar de una empresa determine de por sí una visión de la actividad y un comportamiento idiosincrásico más tradicionales, menos dinámicos, ya que existen numerosos casos de empresas familiares agropecuarias que se han modernizado; no obstante, se trata de un condicionante a tener en cuenta en tanto y en cuanto en una enorme cantidad de casos las relaciones familiares y la forma de manejo de la empresa que conllevan en ciertas condiciones, aparecen de manera directa o indirecta correlacionados con cierta precariedad en los métodos e instrumentos de gestión de la empresa. Otro punto a tener muy en cuenta es que aún en aquellos casos en los cuales las empresas agropecuarias pierden rentabilidad ante determinadas condiciones del mercado agropecuario (parece ser el caso de todos aquellos que deben arrendar o vender sus campos), en ningún momento se está jugando la subsistencia personal, en términos de que, aún cuando muchas empresas son poco rentables, generan igualmente altos ingresos, y en particular si se trata de empresas familiares con sociedades de hecho, donde el límite entre lo familiar y lo relativo a la empresa no es claro, lo cual es importante al considerar la laxitud de ciertas respuestas a incentivos externos, y la gran tendencia inercial o precaria de ciertas formas de llevar adelante la actividad agropecuaria. Respecto al uso y la adopción de tecnologías, resulta útil evaluar cuál es la red de difusión de las innovaciones tecnológicas que se da en el sector agropecuario, y cuáles son los factores de mayor influencia en la adopción de tecnología por parte del sector primario. Esto no apunta a plantear un “ranking” de parámetros más incidentes o menos incidentes per sé. En la clasficación que se plantea a continuación, así como en el esquema posterior, se deja implícito que la adopción de tecnología por parte del sector productivo sería el resultado de una situación donde se conjugan varios de los factores que aparecen mencionados, algunos de los cuales poseen mayor capacidad de influencia que otros, pero que en ningún caso pueden actuar de manera independiente sobre los hechos. Y nos referimos, por tanto, a cuatro tipos de factores que surgen implícita o explícitamente de la información obtenida en las entrevistas: • • la relación del productor con sus referentes principales dentro de la actividad diaria: otros productores, o miembros de su propio entorno empresarial o familiar (éste último aparece como un factor endógeno), asesores profesionales (veterinarios, agrónomos, asesores técnicos de organizaciones como el INTA, INTI, universidades, centros de apoyo, etc.), - otros eslabones de la cadena agroindustrial (empresas proveedoras de insumos y clientes de la industria agroalimentaria), a través de productos con nuevos requerimientos o posibilidades, o muchas veces a través de asesores que proveen las empresas. organismos regulatorios (SENASA, ONCCA, AFIP, la Secretaría de Agricultura y Ganadería, etc.), a través de normas e métodos de vinculación con dichos organismos. el uso de otras tecnologías asociadas Agricultura de Precisión, Biotecnología etc.), al cual habría que separarlo en dos cuestiones diferentes: - tecnologías genéricas puntuales (celular, PDA, etc.), en lo referido al aprendizaje tácito que implica sobre la forma de manejo y los códigos de lenguaje, y la familiaridad con la tecnología digital que genera su utilización, además de la propia instalación retórica de la temática en sus relaciones de confianza a través de los esfuerzos de uso y comprensión. - tecnologías específicas de gestión agropecuaria (Agricultura de Precisión, Trazabilidad, administración del negocio), que exigen de 25 forma contingente, sin ser el objetivo central, un uso de las tecnologías de la información en forma más o menos intensiva. • la asistencia a congresos, reuniones y ferias agropecuarias, que ya supone una buena predisposición receptiva, y en cierta medida, de iniciativa para estar al tanto de lo que ocurre en el “ambiente”, o una disposición gregaria que a veces facilita el contacto con estos espacios. • la presencia de los medios de comunicación y la publicidad (específicos) en muchas ocasiones funcionan como telón de fondo de la familiarización con la existencia y el uso de tecnologías avanzadas, o bien como disparadores de alguna inquietud previa. Cuadro 5 La red de difusión de tecnología del agro otros productores SENASA, ONCCA, CONABIA, SAGPyA, AFIP Congresos y ferias agropecuarias INTA, fundaciones, universidades Productor o empresa agropecuaria asesores profesionales uso de tecnologías asociadas Medios de comunicación y publicidad agroindustria proveedores de insumos y maquinaria Fuente: elaboración propia en base a entrevistas. Esta constelación de factores que se observan actuando alrededor del actor productivo pueden hallar diferencias según los estratos de productores a que referimos anteriormente, pero además entre las ramas de cada tipo de producción agrícola extensiva (soja, trigo, girasol, maíz, etc.), y entre cada cadena alimentaria de origen ganadero (carne y leche). No obstante, en cualquier caso, este esquema encontraría reflejo en la relación que tendría este productor modelo con cualquiera de estos factores, o las posiciones relativas de importancia de éstos. Con respecto a las tecnologías específicas avanzadas de gestión agropecuaria, o tecnologías de proceso, como es el caso de la Agricultura de Precisión y la Trazabilidad, si bien hoy en día no hay fuentes sistemáticas de información que registren esta evolución, podemos encontrar algunas estadísticas que dan una dimensión relativa del asunto. Por una parte, y como se dijo al principio, la trazabilidad en el sector primario de la región pampeana se encuentra en sus inicios, y con un sesgo reducido hacia la ganadería bovina de la carne. Podemos encontrar fragmentadamente algunas experiencias interesantes en algunas de las provincias de la región: Santa Fe, con el Proyecto Trazar; Córdoba, con un proyecto de 26 trazabilidad impulsado desde el gobierno provincial; algunas empresas o fundaciones del sector agrícola radicadas en el AMBA que ofrecen sistemas de gestión y software para la trazabilidad, y el Ministerio de la Producción del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, con un sistema de consulta e integración de la información ganadera a través de los informes surgidos de las campañas de vacunación. En términos agrícolas la trazabilidad aparece como menos difundida pero de algún modo iniciada en todo lo referente al manejo de grandes cargamentos de cereales y otros cultivos extensivos, tanto para la gestión de acopio como en la logística de transporte. En este caso existe también otro término –la rastreabilidad- de utilización parecida que aparece como parte de la misma lógica de necesidades. No obstante existe un conjunto reducido de empresas que se dedican a esta trazabilidad, parece tratarse de un campo con espacios vacantes. La trazabilidad luego aparece como de uso común (claro que de manera heterogénea) y necesario en el sector de procesamiento industrial de alimentos, en todas las grandes plantas instaladas en el corredor industrial que va desde Rosario a La Plata. Ahora nos referiremos a la Agricultura de Precisión, tecnología que parece tener quizás mayor inserción en el país, aunque también de modo desparejo e inicial. Si bien ha habido una Cuadro 6 Estado actual de la adopción de la Agricultura de Precisión en Argentina 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006* Total de Monitores de Rendimiento 50 200 300 450 560 600 850 1300 1600 1800 Monitores de Rendimiento con GPS 25 75 155 270 400 420 600 900 1300 1450 Monitores de Rendimiento sin GPS 25 125 145 180 160 180 250 400 300 350 Dosis Variable en sembradoras y fertilizadoras 3 4 5 6 10 12 25 40 130 160 Banderillero Satelital en aviones 35 60 100 160 200 230 300 450 480 500 Banderillero Satelital en pulverizadoras 0 10 70 200 400 500 2000 3000 4000 4400 Guía Automática 0 0 0 0 0 0 0 3 25 35 Sensores de N en tiempo real 0 0 2 2 4 5 6 7 7 7 * 2006 estadísticas de los primeros 3 meses. Argentina es 2ª detrás de EE.UU en números de monitores de rendimiento y el 5º en el mundo en número de monitores por cantidad de hectáreas sembradas. 1º EE.UU., 2º Dinamarca, 3º Suecia, 4º Gran Bretaña, 5º Argentina, 6º Australia, 7º Holanda. Fuente: Méndez, Andrés (2006), Proyecto Agricultura de Precisión, INTA Manfredi. difusión creciente en el uso, la compra de “máquinas precisas” como producto mismo ha crecido más que la difusión del propio concepto y método de la Agricultura de Precisión como tecnología de proceso, lo que se verifica, según algunos referentes, en un mal uso o subutilización de la maquinaria y de la tecnología como tal por muchos productores. El cuadro Nº 6, arriba presentado, pone en evidencia el importante crecimiento de algunos de los instrumentos de la nueva tecnología agropecuaria en el caso de la Argentina, que resulta significativo, pero asimismo, algunas discontinuidades que aparecen entre algunos productos y otros, como entre los monitores de rendimiento y los dosificadores variables, cuyo crecimiento se supondría en teoría correlativo, dada la necesaria complementariedad de estos sub-sistemas. 27 Aún así, en la comparación con otros países, podemos ver que si bien la Argentina no está posicionada en términos relativos en agricultura de precisión, esta tecnología no se ha difundido de forma relevante si comparamos la relación con el peso que el sector agrícola tiene sobre la composición del PBI y la densidad de monitores de rendimiento por hectárea sembrada, considerando además que se trata del producto más difundido entre los instrumentos de la AP. Gráfico Nº1: Adopción comparativa de la densidad de monitores de rendimiento en el mundo. 400 335 300 247 250 200 150 107 EE.UU. Dinamarca Suecia Gran Bret. Argentina Portugal 119 42 51 Australia Francia Holanda 6 Uruguay 5 Chile 3 Alemania 1 Bélgica 1 26 27 8 17 18 19 Brasil 0 Sudáfrica 0 España 50 Paraguay 100 China Monitores / Millón ha 350 Fuente: Bongiovanni, R., Informe INTA EEA Manfredi, 2005. En este contexto, cabe resaltar la sostenida labor, al menos desde el año 1996, del equipo de profesionales que desarrollan sus actividades en la Estación Experimental Agrícola de INTA Manfredi, en la provincia de Córdoba, y que han impulsado el “Proyecto Agricultura de Precisión”, una iniciativa del propio grupo (dirigido por el Ing. Agr. Mario Bragachini), junto con otros profesionales de la EEA Márcos Juárez, cercana a la primera, los que han introducido esta práctica en la Argentina tempranamente. Este grupo es la referencia principal y obligada en Argentina en lo que se refiere a Agricultura de Precisión y, si bien trabaja en el entorno estatal del INTA, no recibe fondos sustanciales o especiales del Estado, y se encuentra ligado a redes privadas a nivel internacional y nacional que apoyan sus desarrollos. En relación específicamente con el software involucrado en el funcionamiento de la AP (tanto sistemas de bases de datos y de gestión de información como software incorporado), y si bien no se cuentan con estadísticas al respecto, los sistemas utilizados comercialmente son en la absoluta mayoría importados (es conocido el uso del paquete modular Farm Works, de origen norteamericano, que se utiliza en esta práctica) y que tiene varias ventajas como una utilidad múltiple, una interfase amigable y la posibilidad de realizar operaciones complejas online). Esto sucede también con el software incorporado a la maquinaria, que aunque se trate de productos de origen local, poseen dispositivos electrónicos e informáticos importados. Vale la pena destacar que en el caso del software importado, en términos relativos, los precios no son tan inaccesibles u onerosos cómo si lo es el conjunto de dispositivos electrónicos que se venden muchas veces por separado o como agregados a la maquinaria, Algunos de estos enlatados que se manejan online pueden conseguirse por precios no mayores a los U$S 200. En este sentido, al parecer aquí lo que pesa en la configuración del negocio es el servicio pos-venta: las facilidades que se venden online una vez instalado el programa, y la actualización de 28 versiones. Esto permite además una captación del cliente en forma expeditiva y sin gastos logísticos importantes. En este sentido, y más allá de que existen algunas empresas locales, cercanas a los núcleos de mayor uso y difusión de la tecnología asociada a la AP, que están comenzando a realizar por iniciativa y con financiamiento propio, pequeños procesos de sustitución de importaciones para algunos productos que comercializan principalmente desde los Estados Unidos, el Lic. Marcelo Arroyo, de la UNRC, opina que allí existe un interesante potencial de mercado, no sólo de software incorporado local, sino además de dispositivos electrónicos que no requieren de una complejidad inalcanzable, y cuyos precios se pueden abaratar hasta tres o cuatro veces su valor actual. Los problemas que Arroyo antepone a la posibilidad de llevarlo adelante se vinculan con las dificultades de financiamiento y las debilidades y carencias de la mano de obra informática, en términos cualitativos (principalmente) y cuantitativos. A esto podríamos agregarle la carencia de una masa crítica de empresas de software ubicadas en entornos locales más consustanciadas con la demanda del sector agropecuario, y con estrategias más ofensivas que de respuesta a problemas puntuales, y más en la forma de servicios a medida o de productos cerrados para productores individuales que haciendo jugar la interacción entre sistemas informáticos, entre la información y entre los mismos actores. Cabe resaltar en este contexto la puesta en marcha en la provincia de Córdoba de un programa gubernamental de desarrollo de maquinaria agrícola de alta complejidad (DEMAACO), promovido en conjunto con el equipo de INTA Manfredi (Proyecto Agricultura de Precisión), que según los enunciados institucionales y la opinión de algunos referentes autorizados, involucra una ambiciosa estrategia de generación de productos de exportación y para el mercado interno en todos los segmentos del área de maquinaria agrícola, y que intenta generar así encadenamientos entre el sector de metalmecánica agrícola y el de electrónica y software, contando para ello con la participación de múltiples actores públicos y privados de varios sectores. En cuanto al uso de informática en agrobiotecnología, está pendiente un relevamiento más profundo al respecto, ya que se trata de una tecnología muy específica y donde la demanda es sensiblemente menor cuantitativamente, y más pesada. Por otra parte, se trata de una eslabonamiento en el que se traba una relación muy exclusiva entre grandes empresas de tecnología, centros de investigación y desarrollo (que producen o reproducen innovaciones) y principalmente empresas de procesamiento agrícola que producen y comercializan productos OGM, y laboratorios que generan productos veterinarios, vacunas y alimentos. A primera vista, y por las características actuales de la oferta en lo que hace a agrobiotecnología, la cual está muy concentrada en torno a encadenamientos entre empresas locales de procesamiento agrícola (semilleros, acopiadores de cereales, etc.) y grandes laboratorios o empresas tecnológicas nacionales o multinacionales (de las primeras se pueden mencionar algunas de punta como Biosidus, Bioceres y Goyaike), parecería que los sistemas más complejos de bases de datos se derivan de compras de paquetes importados o combinaciones armadas a medida por grandes empresas de software. Algunos otros sistemas menores parecen ser comprados a empresas locales. 5.4. La demanda y la oferta de software para el sector agropecuario Llegados a este punto, es justo preguntarnos finalmente qué actores producen software o brindan servicios informáticos para el sector agroalimentario pampeano. La clasificación que proponemos aquí, creemos que es bastante representativa e ilustrativa de la oferta que se puede presentar tanto en Argentina como en cualquier otro país. Decimos producción y no comercialización de software porque no en todos los casos se produce para vender, y tampoco en la concepción de productos, sino como una combinación de productos y servicios, según el tipo de actor: 29 a. Universidades o centros de investigación informática o agronómica Usualmente desarrollan sistemas para el funcionamiento de la I+D en la propia universidad, o a modo de consultorías a terceros más que nada en forma de servicios. Salvo por alguna excepción aislada, no conservan las patentes de los productos que generan. Utilizan generalmente software libre para la programación. b. Instituciones públicas y privadas de promoción tecnológica del agro e instituciones regulatorias. Nos referimos a entidades como el INTA, SENASA, la ONCCA y otras, así como a una serie de Fundaciones y centros de asistencia tecnológica sin fines de lucro, usualmente de origen privado, y que tienen fuertes lazos con el entorno rural (residen en localidades rurales o guardan fuerte relación con la actividad). La producción es fragmentaria y asistémica, o bien con bajo valor agregado tecnológico, y en uno de los casos es utilizada para regular y controlar la actividad de las unidades productivas, usualmente las ubicadas en el eslabón secundario de la cadena agroalimentaria. Se basa aquí en una red organizada a partir de una base de datos interactiva cuya administración reside en la institución central, y a la que se incorpora a las empresas reguladas, las que tienen la opción de adoptar el sistema provisto por la institución, o compatibilizar los outputs de información que surge de sus propios sistemas a los requerimientos regulatorios, en materia de bases de datos, informes y reportes. En el caso de entidades como el INTA o de fundaciones privadas, la producción está muy segmentada por el entorno local de cada unidad, y no hay prácticamente sistematización informática o trabajos conjuntos entre distintas unidades, con excepción de algunas fundaciones puntuales con intensa dedicación a la I+D (ej.: Fundación Rosenbusch) y el de algunas pocas estaciones experimentales del INTA en la provincia de Córdoba o en la de Buenos Aires (no llegan a cinco). c. Empresas informáticas no especializadas Se trata aquí de empresas grandes de software, ubicadas en áreas metropolitanas, con escaso contacto directo con la demanda agropecuaria, que ofrece soluciones genéricas para grandes clientes y que poseen una línea comercial adicional de productos dentro de una oferta amplia, con bajo valor agregado, usualmente de gestión económica u operativa. d. Empresas informáticas especializadas o semi-especializadas Aquí encontramos a los actores más buscados de este relevamiento, y que en cantidad no supera la veintena de empresas, entre las que podemos encontrar una buena proporción de pymes (más de la mitad), con entre 5 y 20 empleados, con una facturación aproximada de hasta 1 millón de pesos anuales, y que generan de manera mixta soluciones informáticas empaquetadas, en su gran mayoría de gestión de la empresa agropecuaria, con un nivel de agregación de valor medio-bajo, y por otro lado, servicios específicos de mantenimiento, módulos adicionales y algunos servicios extra, con una cartera de hasta 50 clientes con un significativo nivel de rotación; por otro lado, un grupo de empresas MiPyMes, unipersonales o con socios, de hasta 5 empleados, que trabajan en su mayoría en servicios y productos a medida, de valor agregado mediobajo, y en condiciones de formalidad relativa (sociedades de hecho o SRLs); en tercer lugar encontramos a empresas más consolidadas, de entre 20 y 100 empleados, focalizadas sobre uno o dos productos finales de valor agregado variable (medio alto, o medio), y usualmente dependiendo de pocos clientes grandes en una relación muchas veces asimétrica. e. Departamentos de sistemas internos de empresas agroalimentarias 30 Si bien esta categoría podría haber quedado formalmente fuera de la clasificación según el criterio planteado al principio, se hizo evidente que tenía un peso significativo dentro del mapa de quienes finalmente producen software, correlacionado lógicamente con el peso que tiene la industria procesadora de agroalimentos. Se trata de empresas que optan por no tercerizar o comprar enlatados sino generar sus propias tecnologías, generalmente ERPs y bases de datos desarrolladas en soportes y lenguajes de programación que, contra lo que se tendería a pensar, no se encuentran en la frontera tecnológica internacional, y a las que se les adosan sistemas periféricos para la entrada y salida de información específica. Asimismo, estos departamentos por lo general no comercializan ni patentan dichos productos, que parecen ser un activo crítico de información sobre mercados y estrategias de las empresas, y se puede afirmar que generan un know-how informático que queda aislado en dichas empresas. En paralelo con las características específicas de cada grupo, se pueden obtener algunos rasgos comunes que aparecerían en este sub-sector de empresas informáticas: por un lado, que se trata de un sector muy incipiente y desparejo, con pocas empresas (no más de treinta en total), bastante heterogéneas y de baja facturación, una buena parte de tipo PYME; por otro lado, se observa que está dispuesto geográficamente en torno a la demanda, alrededor de ciudades y localidades con perfil agropecuario, salvo algunas excepciones en el AMBA. En términos comerciales puede afirmarse, por su parte, que existe un leve predominio de desarrollos a medida sobre “enlatados”, con un funcionamiento a mitad de camino entre un sector productivo y uno de servicios. Esto ocurre con particularidad en el rubro pyme, donde hay un predominio de empresas que desarrollan productos de baja complejidad y muy específicos. En este sentido, no parece haber una conciencia clara o política de empresa entre los entrevistados sobre la orientación a seguir. Cada empresa conoce clientes de su perfil solamente, pero tampoco conoce el mercado. Por eso es que el mapa de empresas de este tipo puede ser dividido en dos: las que, o no tienen dedicación exclusiva a este nicho de mercado, o las que, en caso afirmativo, suelen ser cliente-dependientes, y especializadas en un solo producto. La gran mayoría de estas empresas tampoco exporta. De todo esto podemos sugerir que la creación de empresas en este rubro es aún más el fruto de oportunidades puntuales surgidas de manera errática que resultado de una estrategia ofensiva y con conocimiento del mercado. Una última característica saliente es la incompatibilidad funcional entre muchos de los sistemas generados, que han sido desarrollados en plataformas heterogéneas y presentan diferencias sustanciales en la codificación de la información, no existiendo estándares de calidad específicos para la producción de software del sector, aunque tampoco existan estándares reconocidos aún a nivel internacional. Además, presentan dificultades para estar a tono con los cambios tecnológicos, y las actualizaciones y cambios estructurales ponen a las empresas en situaciones de crisis. ¿Cuáles son las dificultades que afronta en este punto el desarrollo de una oferta de informática para la demanda agropecuaria, sin considerar en este punto, a las exportaciones? En la mayoría de los casos, como decíamos, hay una carencia de una visión clara sobre la potencialidad del mercado en este nicho específico del sector agropecuario y agroindustrial, que también podemos asumir como carencia de información específica. Esto puede deberse en parte a que el desarrollo del sector informático y sus instituciones es muy incipiente, así como el interés del Estado en la temática aún no aparece. Hay una importante carencia de políticas específicas para este segmento. Por otra parte, existe una importante demanda insatisfecha de recursos humanos debidamente calificados (en cantidad y calidad) para responder a la actual demanda laboral y a los desafíos que plantean ciertos desarrollos. Este punto se presenta como un factor muy importante. Fue mencionado en casi todas las entrevistas (más de 30) realizadas como una cuestión crítica. Los profesionales de software se quejan de que no pueden retener siquiera a los estudiantes en ciertas empresas, en el Eatado o en las mismas universidades, terminando sus carreras, porque las grandes empresas y los emprendimientos personales postergan o suspenden los incentivos a continuar estudiando. Por otra parte, hay un serio cuestionamiento a las 31 capacidades generadas en las instituciones educativas, que son de baja calidad y poco coherentes entre sí. En cuanto a la generación de valor, los productos generados en el segmento para el sector agropecuario poseen un valor agregado muy dispar, y en promedio, bastante bajo, tal vez porque la conducta implícita de las empresas es en la mayoría reactiva: responde a necesidades puntuales con productos o servicios puntuales, y cuando genera un producto más desarrollado, se sigue trabajando sobre problemáticas puntuales del productor agropecuario de un sólo tipo de perfil, con sistemas enlatados, sin trabajo online, con interfases gráficas que carecen de buenos diseños, y sin otras potencialidades ya disponibles en la oferta tecnológica para agregar a sus aplicaciones. Por último, además de la falta de información “objetiva” sobre el mercado agropecuario, hay un escaso conocimiento del sector informático sobre las características, los códigos y las necesidades concretas de la demanda. Aún en los casos en que hay acercamientos, estos no son explotados en sus posibilidades, y hay limitaciones idiosincrásicas de comunicación. Ahora bien, para completar este cuadro de características y dificultades, podríamos definir como contrapartida la composición y la situación de la demanda actual en el sector agroalimentario pampeano. En este sentido, es interesante realizar también una clasificación acerca de quiénes hacen un uso medianamente consistente de software, con independencia del origen comercial de los productos o servicios: 9 Un grupo muy reducido de productores situados en la frontera tecnológica ya previamente, y vinculados a las principales asociaciones de promoción (AACREA, AAPRESID, algunas asociaciones rurales locales), que poseen una visión empresarial y del negocio más claras, con criterios de conducta más orientados a explotar las posibilidades tecnológicas y a designar un lugar importante a la incorporación de sistemas de información de medio y alto valor agregado, usualmente importado. 9 Un grupo más amplio pero más disperso de productores pyme, que usan sistemas informáticos con medio-bajo valor agregado tecnológico, a los que llegan en muchos casos a través de asociaciones de productores de rango medio-bajo o de lazos de confianza personal, con un grado importante de sub-utilización de estos sistemas, y en algunos casos, discontinuidad en el tiempo sobre su uso. 9 Instituciones estatales de regulación que se proveen a sí mismas los desarrollos, con alto nivel de subutilización (SENASA, ONCCA, Secretarías de Agricultura provinciales), y con importantes carencias de interacción con otros sistemas informáticos estatales. 9 Empresas agroalimentarias industriales (frigoríficos, industrias lácteas, cerealeras, aceiteras, etc.), volcadas más que nada a los sistemas ERP (Enterprise Resource Planning) y algunas utilidades muy puntuales que se adosan a los ERP, pero que no constituyen el core informático. 9 Instituciones de I+D agropecuaria (INTA, universidades regionales, fundaciones), que utilizan tanto softwares desarrollados a medida para temas puntuales (muchos de ellos en software libre), con un grado de complejidad alto, de uso no comercial, como productos enlatados, de tipo más genérico, como algunos sistemas de información geográfica. En algunos segmentos o estratos del sector agropecuario encontramos, por otra parte, ciertasen relación con la demanda concreta de productos y servicios informáticos podemos mencionar algunas que aparecían como más importantes. 32 En primer lugar, una falta de conocimiento de parte de los pequeños productores agropecuarios (la gran mayoría) sobre las propias necesidades tecnológicas y sobre las ventajas concretas del uso de la tecnología informática. Para los productores, si bien la tecnología parece importante en el discurso, parece haber cierto recelo a la hora de pagar por un software, y aún pagándolo, a la hora de utilizarlo en procesos críticos de la actividad. Incluso es posible pensar, por lo extraído en las entrevistas, que una importante cantidad de productores pyme y trabajadores agropecuarios posee aún dificultades para el manejo operativo y la relación cotidiana con la informática como tal, lo que no ocurre, por ejemplo, con el uso de teléfonos celulares, de gran difusión en todos los estratos. En segundo lugar, también encontramos en el sector como característica una falta de visión empresarial o de incentivos para innovar en procesos entre la mayoría de los productores. Esto tiene incidencia en el punto anterior, y probablemente sea correlativo al predominio de la lógica de la pequeña empresa familiar, donde se halla presente una organización del trabajo indefinida, sin claros roles o con roles polivalentes y con problemas de delegación de funciones; con una baja sofisticación de herramientas y de preparación para estar a tono con la tecnología; con problemas personales y organizativos, de aprendizaje, y de administración de recursos humanos. En tercer lugar, una cantidad de dificultades de obtención de información por falta de I+D: una gran parte de los insumos de información agronómica, climática, ecológica y veterinaria de los que se alimentan las aplicaciones informáticas para el sector son sitioespecíficos, es decir que requieren un trabajo permanente y multi-localizado de investigación y desarrollo a nivel territorial. Al haber en Argentina una carencia muy importante de inversión en I+D agronómica, veterinaria y climática, se pierde o se carece directamente de mucha información imprescindible para poder, no sólo alimentar los sistemas, sino además conocer bien las condiciones, la evolución de las áreas agro-ecológicas de cada sitio. Muchas veces los logros o cumplimiento de objetivos dependen casi en forma absoluta de esfuerzos adicionales realizados sin contraprestación alguna por científicos y profesionales de universidades públicas, fundaciones y otros centros de investigación. Por último, en amplias zonas de la región pampeana persisten problemas de infraestructura básica sin resolver (problemas de energía eléctrica, división de campos, telefonía, etc.), y que hacen impensable la inserción de tecnología de avanzada cuando el planteo aún se encuentra en la disyuntiva sobre la energía eléctrica. Incluso en aquellas áreas donde no existen problemas de este tipo, aún queda pendiente la cuestión del acceso a Internet y a otras formas de telecomunicaciones. Esto debe ser considerado como esencial para cualquier planteo sobre aplicación de tecnología informática en el campo. Las características globales de esta situación resultan por tanto, básicamente, en una ausencia de vinculación estructural entre oferta y demanda, con un mercado interno chico, compuesto por una oferta informática con amplia participación de productos importados en los segmentos más sofisticados, pero igualmente de bajo uso en términos absolutos, y por una demanda que en su mayoría es poco exigente, precaria en cuanto a su forma de trabajo, sin demasiada conciencia de sus necesidades tecnológicas, y por tanto, mucho menos significativa de lo que podría ser. Lo que se da en este contexto es un conjunto de relaciones fragmentarias comerciales o sin fines de lucro-, que son producto de esfuerzos locales o institucionales individuales dispersos por la región, y como resultado mayoritariamente de necesidades concretas y puntuales. Ha habido algunos intentos por parte del sector informático local de crear productos genéricos para el sector agropecuario, pero no han tenido buenos resultados comerciales. Esto tiene íntima relación con el desconocimiento mutuo que existe a nivel inter-sectorial, y una falta de conciencia pública sobre la relevancia que ha tomado la cuestión en otras latitudes y lo que significa para la competitividad económica en el futuro, con algunas excepciones en espacios como las universidades, centros de investigación y por parte de algunas empresas informáticas de vanguardia. A esto hay que sumarle una carencia de políticas públicas nacionales específicas, e instituciones estatales de promoción y regulación que no hacen ni promueven en esencia un uso o un desarrollo intensivo de las TICs, con algunas excepciones 33 puntuales. En cuanto a los gobiernos provinciales, existen algunos intentos loables en más de una provincia de la región, pero muy focalizados o desarticulados entre sí, y algunas experiencias locales de las cuales se pueden sacar lecciones sobre la implementación de programas de mejora tecnológica. 6. Conclusión La aplicación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) sobre el sector de la producción agropecuaria, y la creación de un oferta informática con este mismo perfil permite suponer una interesante -y quizás obligada- oportunidad de desarrollo para la Argentina, y no sólo en una, sino en dos orientaciones simultáneas. Por un lado, a través del crecimiento exportador de un sub-sector informático que a la larga podría generar beneficios directos si existe una política sostenida en el tiempo y complementariedades con otros ámbitos de aplicación de las TICs. Por otro lado, a través de la modernización y sofisticación informática del sector agropecuario y agroindustrial, hoy con escasos avances, lo que se presenta como un requerimiento esencial para desarrollar un sector agropecuario moderno en el marco de los cambios en el paradigma tecnológico que hoy se atraviesan. En términos del desarrollo del sector SSI (combinado con las tecnologías de telecomunicación), en el mundo aún no se ha desplegado una oferta especializada para el sector agropecuario y agroindustrial que esté siendo aplicada masivamente, aún en los países más desarrollados. La aplicación de las TICs en el agro es todavía incipiente, y así como en otras áreas de la producción, ofrece un campo de posibilidades. No obstante, hay que dejar en claro que ya muchos países se están ocupando del tema específicamente, incluido el Cono Sur –entre los cuales no se encuentra la Argentina-, y poseen instituciones especiales abocadas a la promoción, tanto de la oferta como de la demanda de este segmento. Si se quisiera trazar un camino en este sentido, nuestro país debería ponerse al día con las novedades a través de una estrategia de acciones concretas, destinadas a ganar un lugar en estos espacios. Argentina muestra algunas condiciones favorables para el desarrollo de este sub-sector informático especializado, orientado hacia las exportaciones, con una producción flexible y de alto valor agregado. Posee una masa crítica de empresas de software y servicios informáticos con características exportadoras y alto nivel de crecimiento, con instituciones inquietas, y con una oferta de recursos humanos que, si es debidamente incentivada y a tiempo, puede rendir frutos importantes para complementar el crecimiento de la demanda informática. En lo referente al segmento agropecuario y agroindustrial, Argentina posee ventajas comparativas tanto estáticas como dinámicas, y un mercado interno chico que bien puede ser un escenario de prueba para poner en marcha una política de promoción de la oferta informática, y buscar colocarse en una posición de referente en este aspecto. Sin embargo, desde el punto de vista productivo, se da el caso de que, en el mismo espacio nacional y regional conviven situaciones de alto nivel de sofisticación con situaciones de gran precariedad tecnológica y organizacional, y sin una intervención adecuada, el mercado interno puede convertirse por la misma causa en un freno al desarrollo de la oferta tecnológica. Ahora bien, como resultado de las características y dificultades observadas en el relevamiento ya mencionado, hemos comprendido que aún no se ha desplegado en la región pampeana una vinculación consistente entre la oferta informática y la demanda agropecuaria, y mucho menos la conformación de una trama productiva. A modo de cierre de este trabajo, dejamos aquí planteados los puntos críticos que consideramos que deberían ser atacados a la hora de pensar en una política específica de creación de una oferta exportable de software para el sector agropecuario y sus encadenamientos hacia otros sectores industriales, como ya hemos visto páginas atrás. 34 6.1. En la vinculación con el sector agropecuario ¾ Resulta vital fijar objetivos y metas globales concretas de políticas desde el sector público y privado en relación con la oferta a desarrollar, definiendo una clara estrategia productiva y comercial en simultáneo hacia el exterior y al mercado local. Para esto, es necesario contar con información precisa, lo que no puede derivar más que de relevamientos de mayor profundidad sobre la situación de la demanda y la oferta a nivel local y global, verificando en detalle la situación ya planteada aquí en términos generales. ¾ Se propone además crear una institución o una unidad ejecutora público-privada de nivel nacional que cumpla la función interventora de promover y difundir la relevancia de este tema, trabando relaciones a nivel local y a nivel internacional, así como realizando de forma permanente investigación y desarrollo sobre la cuestión, para conocer lo que ocurre en otros países y en el marco local y poder avanzar sobre la frontera tecnológica.. El ejemplo podría ser el SBI-Agro de Brasil. ¾ En cuanto a la estimulación de la demanda local, es indispensable colocar el acento en la necesidad de una sensibilización y promoción informática del sector agropecuario y agroindustrial –en el marco de una tarea de sofisticación tecnológica genérica-, así como también de capacitar (formal o informalmente) a la masa crítica de productores y empresas agropecuarias que serían usuarios de estos sistemas. Es decir, apoyar y articular los intentos actuales y dispersos de avanzar hacia la modernización del sector agropecuario. Para ello es importante tener en cuenta a la red de difusión de tecnología que se encuentra funcionando en la situación actual, y abrir espacios de inserción y comunicación intersectorial a través de los referentes clave del sector primario, así como a través de tecnologías asociadas y de la difusión en medios de comunicación específicos.. ¾ Es crítico aumentar la tasa de inversión en I+D en disciplinas como agronomía, veterinaria, agroclimatología, geología, etc., canalizando recursos a través de universidades públicas e institutos regionales, con el objeto de sostener el sistema de obtención de los insumos de información que está necesariamente detrás de la aplicación de las TICs en cualquier sector productivo, y sin el cual es difícil pensar en la utilidad real de estas tecnologías (y la percepción de esa utilidad). ¾ Promover la generación de productos y servicios de software más flexibles, que integren mejor la diversidad de temas a cubrir en la gestión de las empresas agropecuarias, abiertos a la interacción de datos, y con interfases más amigables para el usuario. ¾ Considerar desde el punto de vista regional cuáles serían las áreas territoriales más factibles para la focalización de la oferta y su interacción con la demanda 6.2. A nivel intra-sector informático ¾ Presionar sobre la producción local para adaptarla a los mejores estándares internacionales genéricos y específicos (CMMI, AIMS, etc.), de metodologías de proceso y de formas de compatibilidad entre aplicaciones. Complementar las carencias de especificidades de la Ley del Software. 35 ¾ Evaluar la calidad, la organización y los recursos del sistema de formación de los recursos humanos en informática, apuntando a crear una masa crítica más numerosa de mano de obra altamente calificada, y revisando los desfasajes actuales entre oferta y demanda de recursos humanos, así como las necesidades de mediano y largo plazo. ¾ Inducir procesos de creación de empresas informáticas a través de polos y parques tecnológicos regionales, con participación del sistema universitario, y fomentando diversas formas de financiación pública y privada que aumenten sustancialmente el monto disponible para inversiones. Evaluar la posibilidad de fomentar un cluster informático con este perfil. ¾ Orientar a la oferta tecnológica hacia la generación de sistemas abiertos, de interacción permanente, desarrollando para esto una infraestructura de telecomunicaciones inalámbrica, y avanzando hacia el uso y desarrollo de sistemas DSP y RID. BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA Y FUENTES UTILIZADAS Anlló, Guillermo; López, Andrés; Bezchinsky, Gabriel y Ramos, Adrián (2002), La industria de software y servicios informáticos en Argentina, Informe JICA-CEPAL, Buenos Aires. Ablin, Eduardo R. y Paz, Santiago (2001), Hacia la trazabilidad en el mercado mundial de soja: una nueva mirada a la ley de demanda y oferta, Documento de Cancillería Argentina, Buenos Aires. Baum, Gabriel (2006), Lecciones del Foro de Software y servicios informáticos, en Borello José, Robert Verónica y Yoguel Gabriel (editores), La informática en Argentina. Desafíos a la especialización y a la competitividad, UNGS, Prometeo libros, Buenos Aires. 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