PREGÓN CARNAVAL 2008 – VILLANUEVA DE LA CONCEPCIÓN Buenas noches, villanovensas y villanovenses. Lo primero, agradecer a la corporación municipal el haberme otorgado el honor de abrir estas fiestas tan señaladas. Estoy seguro de que tal distinción recae en mí, no por méritos de mi persona, sino como representante de todo el profesorado que año tras año ha contribuido a mejorar la participación y la calidad de este festejo. Bueno, supongo que, también, me han elegido por la fama que tengo de hablar más que como. Me temo que voy a defraudar a los que hayan venido a este acto creyendo que verían a otro triunfito guapo como Moritz. Quizás, al leer que era David quien daba el pregón, creyeron que era David Bisbal quien vendría, y yo con él, sólo coincido en el nombre y en los rizos del pelo. Puede que también en la belleza, en cuanto a cantar... ni en la ducha. Eso sí, en cierto modo, yo también soy un OT, si tenemos en cuenta que hace dos años, me operaron del Tobillo. No os podéis imaginar lo mucho que significa esta noche para mí. No sólo porque empieza el Carnaval, sino porque, hoy nazco por tercera vez. Sí, sí, por tercera vez. Dejadme que os lo explique contándoos parte de la historia de mi vida y veréis que mi destino estaba ligado, ya desde mi infancia, al de Villanueva. Prometo ser más breve que cuando doy clase. La primera vez que nací sucedió hace... los mismos años que tengo.... dieciocho. No os riáis, puede que sean algunos más, también los profesores de matemáticas, de vez en cuando, nos equivocamos haciendo cuentas. La verdad es que, del día en que venimos al mundo, nadie guarda muchos recuerdos. La experiencia no debe ser muy placentera. Prueba de ello es que todo quisqui, lo primero que hace al venir al mundo, es llorar. Todavía se me ponen los vellos de punta, cada vez que me pongo el jersey y revivo el parto. Lo que sí recuerdo es que, cuando cumplí los “SAIS” años (¿veis como domino ya vuestro idioma?), y entré en la escuela al primer curso de primaria de la mano de mi padre, y un tal Don Juan Arjona, me abrió las puertas a la cultura enseñándome los números, a leer y a escribir. Por supuesto, cantando. Fue así, como el destino comenzó a vincularme con Villanueva. Permitidme que le dé las gracias públicamente a Don Juan. Maestro, gracias por convertir cada día de clase, en días de Carnaval. Siendo ya un adulto, en Málaga, no hacía más que encontrarme con gente del pueblo a diestro y siniestro: supe que mi hermano mayor jugaba al fútbol con los Conejo, uno de ellos fue educador en mi instituto, luego me crucé con un compañero en Fuengirola, paisano vuestro... un taxista, la vecina de arriba, el vecino de abajo, sobrino de Don Manuel Romero, mi jugador de baloncesto favorito, un antenista, un reparador de teléfonos... ¡Todos de Villanueva! ¡Joder! Si fueseis marcianos, estoy seguro de que el planeta Tierra entero, estaría ya invadido y colonizado. Fue en uno de esos viajes de ida y vuelta al trabajo, durante catorce años, donde nací por segunda vez. Un representante comercial se quedó dormido al volante y se fue directo hacia nuestro coche, cerca de uno de los túneles de la carretera de Casabermeja, esa que tiene más curvas que un hornazo. Menos mal que era Juan Carlos quien conducía y no yo, tras un frenazo de treinta metros nos quedamos a medio metro de un precipicio. Aún me recuerdo besando el suelo, como si fuera el Papa, temblando más que los flanes del comedor del colegio. Un obrero que trabajaba en la reforma de la carretera y vio lo ocurrido, nos asistió y nos dio la buena noticia: enhorabuena, acabáis de nacer de nuevo. ¡Qué razón tenía! supuesto... Y por ¡era de Villanueva! Adaptarme y comprender vuestra forma de ser, fue duro, para qué os voy a engañar. Pero, cuando dejé de esforzarme en querer llevaros a mi terreno, vosotros, “mis niños y mis niñas” de clase, me fuisteis ganando poco a poco, hasta hacerme sentir uno más de los vuestros. Un día me sorprendí a mí mismo diciéndole a mi madre que “en mi pueblo se comía muy bien”. Ella me miró con los ojos tan abiertos como dos huevos fritos, y me dijo: - Hijo ¿Qué has tomado hoy? Que yo sepa, te parí en el Hospital de Carlos Haya de Málaga. Lo más raro era que cuanto más os nombraba como “mi pueblo”, cada vez me sentía más a gusto. Hoy, 15 de febrero de 2008, con vuestra oferta para dar este humilde y sincero pregón, nazco por tercera vez. No ha podido escogerse una noche mejor: ¡Hoy comienza el Carnaval! Quizás, la fiesta que mejor representa y define a vuestro pueblo, al que empiezo hoy a considerar ya como el mío porque veréis, lo que más feliz me hace esta noche, no es el sentirme como un “hijo adoptivo” entre vosotros y vosotras, sino saber que al elegirme como pregonero, me reconocéis como uno de los vuestros, viéndose confirmada así dos verdades: vuestra afamada hospitalidad y la culminación de uno de mis sueños más deseados. Hoy, además, empiezan los carnavales. A partir de hoy saldrán a la luz, por fin, esas letrillas armonizadas bajo los compases de los músicos y poetas del pueblo, cocinadas a fuego lento, en negro sobre blanco, criticando y caricaturizando a los personajes del pueblo, como secretos de sumarios garabateados, (a veces, bajo el efecto del alcohol), con total premeditación, nocturnidad y alevosía, pero que, durante el paréntesis mágico de este fin de semana, nadie las interpretará como ofensivas ni insultantes, sino como el sano y recomendable ejercicio de un pueblo que sabe reírse de sí mismo, que lanza al aire un canto de agradecimiento a la vida, un pueblo al que su sano juicio le lleva a poner risueñas caretas a las penas, que grita a los cuatro vientos que es tiempo de compartir alegrías, de saludar a la cercana primavera que disfraza de blanca navidad a nuestros almendros florecidos y de derrochar amor y humor por las esquinas de los bares y de las plazas. Si concepción es el acto de concebir, y concebir es sinónimo de crear, nunca el nombre de un pueblo dijo tanto de sus habitantes. Villanueva de la Concepción es, más que ningún otro pueblo del mundo, la villa que siempre se renueva por el arte creador de sus pobladores. Especialmente, por la doble tarea abnegada y generosa de sus mujeres. Y yo me siento orgulloso de formar ya parte de su historia, contagiado por su gente noble y sencilla. El Torcal será, en estos días más que nunca, una comparsa de piedras calizas con cientos de chirigotas de torcas disfrazadas de Camellos y Esfinges clónicas, listas para tararear las arcaicas coplas entonadas por los cuatro vientos, ante la atenta escucha de los villanovenses y villanovensas que nos dejaron físicamente, pero que siempre estarán presentes. El Carnaval es el sueño de un pueblo que libera su subsconsciente, el secuestro de la calle a cargo de la luz y de la música, la revelación del resumen anual del diario de la vida cotidiana de una comunidad, una terapia de grupo orquestada, no por graciosos, sino por gente con gracia, el festival de lo carnal Todo un pueblo empeñado en ser feliz, a pesar de todo, contemplando la vida en clave positiva. Es la fórmula mágica que transforma los pecados y las penas en virtudes y alegrías, un ritual heredado de nuestros sabios ancestros que limpia el alma de los efectos de las desgracias y de la monotonía. Paisanos y paisanas, aprovechad el instante y vivid con intensidad la ocasión, porque, este es el único momento del año, en que la magia de estas fiestas permite a cada vecino y a cada vecina del pueblo, elegir ser lo que desee, darle salida a la parte de su alma reprimida a lo largo del resto del año. Puedes optar por ser ángel o diablo, hombre o mujer, guiri o moro, desconocido o famoso, del Madrid o del Barsa... todo es posible en Carnaval, porque en estos días se aceptan todo tipo de diferencias y a los diferentes. Y lo que mide el grado de democracia de un pueblo, no es que se haga siempre lo que diga la mayoría, sino el respeto que se tenga hacia los colectivos que hoy son minorías, pero, que pueden ser los pioneros de un futuro mejor. Hoy, nazco por tercera vez, y en esta ocasión, todo será distinto a las dos anteriores. Aunque la emoción me invada, prometo no llorar y lucir con vosotros, la mueca contagiosa del carnaval del año 2008 que espero que sea... ¡EL ÚLTIMO que se celebre sin que el resto del mundo nos vea como lo que ya sabemos desde hace años que somos! ¡Un gran pueblo y No un pueblecillo! Y no me enrollo más. Cuando en mis clases hablaba más de la cuenta ilustrando las lecciones y les preguntaba si les estaba cansando con mis discursitos, siempre salía alguien que, para librarse de hacer ejercicios y perder clase, decía con la boca chica... - ¡No, no! ¡Sigue, sigue! Que nos interesa mucho lo que cuentas. ¡Vaya tropa! Aunque, mirando positivamente hacia el presente y hacia el futuro, podemos comprobar, compañeros y compañeras de profesión, que al final no lo hicimos tan mal. Algo está pasando. Nuestro alumnado más insigne está cambiando la tradición y comienza ya a volver a su pueblo para hacerle cada día más grande y más próspero. Con promociones así, el futuro está garantizado. Seguro que quedan algunos hábitos y formas de trato que hay que pulir y desechar, pero cada vez serán menos los que las practiquen y las sanas tradiciones se irán imponiendo. Por ello, permitidme soñar con el día en que ningún villanovense o villanovensa deje que nadie tenga que marcharse del pueblo, si no es por su propia voluntad. Esto es algo por lo que merece la pena luchar. Como buen maestro, aprovecharé la oportunidad para dar una “pequeña clase” sobre cómo construíamos los “pobres” malagueños, pitos de carnaval en la infancia. Con un peine, un pedazo de bolsa de plástico y dos gomas, a ser posible, sin usar. ¡Me refiero a las del pelo!. Y, para terminar de echar a perder el poco prestigio que me quedaba antes de este pregón e ir rompiendo el hielo, no me resistí a la tentación de componer la letrilla de una copla hablando en nombre de un hipotético centro educativo, donde sus niños y sus niñas tienen la extraña manía de poner motes al profesorado. Aviso, cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia. Estoy seguro de que, con la sinceridad extrema que os caracteriza, me pondréis una de estas tres notas: será una caca, una media cagada, o una supercagada. EL MEJOR PASATIEMPO DE LOS CHIQUILLOS 1 Nombrarnos con motes cientos, es bien bien sabido, el más “dulce” pasatiempo de los chiquillos. 7 El “profe” Juan Carlos, tiene su nombre guasa, les hace copiar mil veces “¿por qué no te callas?” 2 Si tú necesitas gafas, te dicen “bizco”, da igual si tu nombre es Rafa, Paco o Francisco. Francisco. 8 3 Al bueno de Don Vicente le han puesto “el guarro”, y no por oler a rosas, sino al contrario. 4 Aún siendo Doña Teresa quien más se enrolla, la llaman en nuestra empresa “la gilipollas”. Como todo maestro, ser paciente debo, pero yo os juro que estoy hasta los... “hueSos” 9 Pues niño, yo a ti no te llamo perdigonero, y sé que escondes tus mocos bajo el tablero. 10 Temiendo venir lo malo ya lo he pensao... “me pongo yo mismo el mote, no un deslenguao”. 5 De apodo a un buen maestro le han puesto ”el rey”, veinte diablillos que tienen menos de seis. 11 Y, como en clase de mates doy mil sermones, por mí, que me llamen “cura”, con dos... “cAjones”.. 6 12 Cansado de que me llamen David “el gnomo”, con este disfraz hoy nace David “el moro” A todo niño que habla más de la cuenta, el menda le manda copias, copias, más de quinientas. ¡Paisanos y paisanas del Pueblo de Villanueva de la Concepción Shalam malecum ¡Viva el Carnaval 2008!