Manuel Tolsá - secretaría de educación del estado del tabasco

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Historias que contar
Manuel Tolsá
Una de las grandes figuras del arte en el México de la Colonia, Tolsá nació en la villa de Elguera,
Valencia, España y murió en la Ciudad de México. Estudió arquitectura y escultura en las reales
academias de San Carlos de Valencia y de San Fernando de Madrid. En España fue escultor de
cámara del rey, ministro de la Suprema Junta de Comercio, Minas, y académico de mérito de San
Fernando.
Una de las grandes figuras del arte en el México de la Colonia, Tolsá nació en la villa de Elguera,
Valencia, España y murió en la Ciudad de México. Estudió arquitectura y escultura en las reales
academias de San Carlos de Valencia y de San Fernando de Madrid. En España fue escultor de
cámara del rey, ministro de la Suprema Junta de Comercio, Minas, y académico de mérito de San
Fernando.
Nombrado director de Escultura de la Academia de San Carlos, recién creada en la ciudad de
México, salió de Cádiz en febrero de 1791. Con él mandó el rey una colección de réplicas, vaciadas
en yeso, de las esculturas del Museo Vaticano. En el puerto de Veracruz contrajo matrimonio con
María Luisa de Sanz Téllez Girón y Espinosa de los Monteros. Establecido en la capital de la Nueva
España, abrió una casa de baños y formó una sociedad para la instalación de una fábrica de
coches. El Ayuntamiento le encargó varias tareas, que el arquitecto realizó sin recibir
remuneración alguna, entre ellas el reconocimiento del desagüe del valle de México, la nueva
introducción de aguas potables, los baños del Peñón y las nuevas plantas de la Alameda, el Real
Seminario y el Coliseo.
Para obtener el título de académico de mérito en arquitectura, presentó tres dibujos: uno para la
erección del Colegio de Minería, otro de un retablo y un tercero para la celda del convento de
Regina, que sería ocupada por la marquesa de Selva Nevada. En 1793 hizo el primer proyecto para
una plaza de toros. Dirigió y proyectó las siguientes obras: las casas del marqués del Apartado y
del marqués de Selva Nevada; el proyecto para el Colegio de las Misiones, la casa de ejercicios
para los filipenses y la conclusión de las obras de la catedral de México.
En ésta decoró las torres y el frontis con estatuas, entre ellas las virtudes teologales que rematan
el cubo del reloj; y diseñó la cúpula, las balaustradas y los zócalos de las cruces del atrio, todo lo
cual terminó en 1813. Además, talló las cabezas de la Dolorosa que están en La Profesa y en El
Sagrario; hizo los planos para el convento de Propaganda Fide, en Orizaba; proyectó el Hospicio
Cabañas de Guadalajara; edificó el ciprés de la catedral de Puebla; esculpió en madera la Virgen
que se conserva en el arzobispado de Puebla; construyó la fuente y el obelisco del camino de
Toluca; y cinceló el busto de Hernán Cortés para su tumba.
Historias que contar
Miguel Cabrera
Nacido en Antequera de Oaxaca en 1695, hijo de padres no conocidos y ahijado de una pareja de
mulatos, acaso formado en el taller de José de Ibarra, inicia su actividad artística y matrimonial
hacia 1740.
Miguel Mateo Maldonado y Cabrera fue el nombre completo de este artista que define mejor que
ninguno otro el quehacer plástico de mediados del siglo XVIII. Nacido en Antequera de Oaxaca en
1695, hijo de padres no conocidos y ahijado de una pareja de mulatos, acaso formado en el taller
de José de Ibarra, inicia su actividad artística y matrimonial hacia 1740.
Se comprometió como contratista a la ejecución de los retablos de la iglesia jesuita de
Tepotzotlán, en compañía de Higinio de Chávez, maestro de ensamblador, a partir de 1753. En ese
mismo periodo realiza las telas de Santa Prisca de Taxco y su sacristía, que forman un magnífico
conjunto pictórico que resume el estilo de este artista. Asimismo, es autor de grandes pinturas
relativas a vidas de santos: Vida de San Ignacio(la Profesa y Querétaro) y Vida de Santo Domingo
en su monasterio en la capital, destinadas a decorar los muros de sus claustros altos y bajos. Se le
atribuyen trescientas obras.
Fue pintor de cámara del arzobispo de México, Manuel Rubio y Salinas; gracias a él, una obra suya,
la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, llegó a la vista del Papa Benedicto XIV, quien
admirado exclamó cómo en ninguna nación había ocurrido tal milagro como en la Nueva España,
en el cerro del Tepeyac. Esto convirtió a Cabrera en el pintor guadalupano por excelencia. Exitoso,
apremiado por muchísimos encargos de religiosos y particulares, es probable que haya formado
un gran taller, desde donde eran realizadas las decenas de obras encargadas por tan vasta
clientela.
Miguel Cabrera destaca en el género del retrato. No se reduce a la aplicación de recetas y
convenciones, sino que a pesar de ellas proyecta a los sujetos, siendo el pintor de su situación
pero también de su individualidad. Sus magníficos retratos de monjas, Sor Juana Inés de la
Cruz(Museo Nacional de Historia),Sor Francisca Ana de Neve (sacristía de Santa Rosa de
Querétaro) y Sor Agustina Arozqueta (Museo Nacional del Virreinato, en Tepotzotlán), son tres
homenajes a la mujer: a su intelecto, su belleza y su vida interior.
Obra notable, es el magnífico retrato Doña Bárbara de Ovando y Rivadeneiray su ángel de la
Guarda, así como el extraordinario retrato de doña Luz de Padiña y Cervantes(Museo de Brooklyn)
y el no menos notable que hizo de la Mariscala de Castilla. Pintóa Fray Toribio de Nuestra
Señora(templo de San Fernando, ciudad de México), el Padre Ignacio Amorín (Museo Nacional de
Historia), el propio Manuel Rubio y Salinas(Taxco, Chapultepec y la catedral de México); a nobles y
benefactores como el Conde de Santiago de Calimaya y los miembros del consulado de la ciudad
de México.
Destacó como pintor costumbrista, es autor de Castas, serie de dieciséis pinturas, de las cuales
conocemos doce (ocho están en el Museo de América en Madrid, tres en Monterrey, y otra en los
Estados Unidos). Miguel Cabrera muere en 1768.
Historias que contar
Francisco Toledo
(Juchitán, Oaxaca, 1940) Polifacético artista mexicano, considerado el más destacado del país, que
ha trabajado con extraordinario colorismo la acuarela, el óleo, el gouache y el fresco, pero
también la litografía, el grabado, el diseño de tapices, la cerámica o la escultura en piedra, madera
y cera, buscando siempre renovar formas y técnicas. Hombre comprometido con sus orígenes
indígenas, es uno de los máximos promotores de la defensa del patrimonio artístico del estado de
Oaxaca.
Desde muy pequeño Francisco Toledo demostró una especial habilidad para el dibujo, y su padre
alentó esa temprana tendencia al ceder a sus colores las paredes de la casa. Su abuelo Benjamín,
zapatero del pueblo de Ixtepec, multiplicó su imaginación con salidas campestres en busca de
resina vegetal, perladas de relatos populares en los que los seres fantásticos se entremezclaban
con todo tipo de animales y personajes legendarios.
A los once años se instaló en la ciudad colonial de Oaxaca, para cursar la escuela secundaria. Y
después en México, D. F., para tomar clases en el taller de grabado de la Escuela de Diseños y
Artesanías, con la experiencia de haber realizado sus primeros grabados en el taller oaxaqueño de
Arturo García Bustos. Con apenas diecinueve años, expuso sus obras en México y en Fort Worth
(Texas).
El gran contraste y el mestizaje enriquecedor se produjeron entre 1960 y 1965, cuando Toledo
vivió becado en París para estudiar y trabajar en el taller de grabado de Stanley Hayter. A los tres
años de estar en Europa presentó su primera muestra en una galería parisiense; un año más tarde
expuso en Toulouse, pero también en la Tate Gallery de Londres, con catálogo escrito por Henry
Miller, y en Nueva York. En Francia fue reconocido en seguida como un artista singular,
especialmente celebrado, como escribió André Pierre de Mandiargues en 1964, por su «desarrollo
de lo mítico» y su «sentido sagrado de la vida».
Regresó a México con una técnica pictórica depurada que no dejaría de enriquecer, así como con
la influencia de ideas plásticas de artistas de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero,
Paul Klee o Marc Chagall. Aunque, en realidad, su mayor influencia provino de los códices que
recogieron los símbolos prehispánicos: con todas sus formas rabiosamente contemporáneas, el
artista será un tlacuilo, un moderno e ilustre pintor de códices, y un chamán dispuesto a purificar
el espíritu para devolver el goce al cuerpo.
A partir de entonces se dedicó a crear febrilmente, y sus exposiciones se multiplicarían de Nueva
York a Tokio, de Oslo a Buenos Aires, y siempre en Oaxaca. No obstante, los críticos consideran
que nunca se ha preocupado de promover su obra, y mucha de ella pasa directamente a manos de
coleccionistas que la adquieren por adelantado. No en vano, en octubre de 2004 presentó su
primera exposición en diez años, «Pinturas recientes de Francisco Toledo», en la Latin American
Masters de Beverly Hills, California.
Toledo recupera técnicas antiguas e investiga con otras nuevas, tanto en la pintura como en la
escultura y la cerámica. Diseña tapices que realiza con los artesanos de Teotitlán del Valle. El color
y la riqueza étnica y cultural de Oaxaca catalizan su creatividad y su obra, como la de tantos otros
artistas plásticos locales y extranjeros. En 1977 viajó a Nueva York, ciudad a la que regresó en 1981
para ampliar sus técnicas en la cerámica. Un año antes, el Museo de Arte Moderno de México
había organizado una gran exposición retrospectiva de su obra. En 1983 presentó el libro de
grabados originales El inicio, e inició también una larga carrera como editor. En 1997 presentó en
México las exposiciones (y los libros) «Zoología fantástica», a partir de textos de Jorge Luis Borges,
e «Insectario», mientras encandilaba en la Bienal de Venecia con las esculturas de la titulada «La
fragilidad del alma».
Los críticos resaltan que el modo obsesivo con que el artista trabaja las texturas y los materiales,
tales como la arena o el papel amate (el papel precolombino, hecho con corteza machacada del
árbol llamado amatl o amate), así como la maestría con la que materializa su creación consiguen el
efecto de que su obra parezca vibrar como si la criatura híbrida de animal y hombre, o el insecto, o
la iguana, o cualquiera de sus seres tropicales pugnaran por cobrar vida real. Esa sensación
inquietante que percibe el observador de la obra acaba por meterlo irremisiblemente en la visión,
en el realismo fantástico del autor.
Los animales a través de los que Toledo refleja su apreciación estética de la naturaleza no se
asocian con la belleza: son insectos, serpientes, sapos, iguanas, murciélagos. Y son fantásticos,
como sus monstruos son juguetones, porque él no sabe de pudor ni pecado y un humor acre y
delirante recorre cada pincelada de sus lienzos o cada incisión de su buril, para dejar un rastro de
crudo y juicioso estudio social disfrazado de fábula, de alegoría de la crítica situación del hombre y
el mundo actuales. Observador, crítico y ecologista, su obra es también una denuncia de la
deforestación y la destrucción de la naturaleza. En 2003, el artista presentó «Matando la muerte»,
grabados de cañones disparando contra esqueletos. El año anterior, pasó once meses pintando en
un suburbio de Los Ángeles, California.
Tanto su estilo como su forma metafórica de representar el mundo crearon escuela, sobre todo
entre los pintores oaxaqueños, y muchos son los que pintan como Toledo. Pero su obra y su
personalidad son únicas. Entre los cuadros que Luis Cardoza y Aragón llamó «cantos a la fertilidad»
y otros amores, tres mujeres le dieron cinco hijos. Cena tamalitos de chipil (una hoja silvestre que
le da sabor a esa masa de harina de maíz) sentado en la acera de la calle. Calificado de huraño y
retraído, prefiere el silencio y se ríe con las versiones dispares que corren sobre su vida. Se junta
más que con pintores, con poetas juchitecos amigos, con otros poetas mexicanos de los que ha
publicado numerosos libros en Ediciones Toledo. Su obra habla por él. Y también sus actos.
Con los años, Francisco Toledo se afianzó como la gran personalidad de Oaxaca, capital indígena,
provinciana y cosmopolita. El artista fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que
cuenta con el mayor acervo de obra gráfica de creadores internacionales y una completa
biblioteca de arte, además de publicar El Alcaraván, una revista imprescindible en el mundo del
grabado.
Promovió también la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), inaugurado
en 1992 y ubicado en la denominada Casa de Cortés, el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y
el Museo de los Pintores, así como la restauración del emblemático monasterio agustino donde
funciona ahora el Centro Cultural Santo Domingo. Con su biblioteca, rescató también las labores
de encuadernación y cuidado de los libros.
Toledo creó en Etla, cerca de la ciudad de Oaxaca, un Taller de Papel de materiales orgánicos que
da trabajo a la población y rescató parte de una factoría de hilados; en la ciudad, abrió un cine club
gratuito, El Pochote, con muros recubiertos con sus bajorrelieves. Potencia el mundo cultural y las
posibilidades artísticas de los invidentes con bibliotecas, exposiciones palpables o escuelas de arte
y fotografía; lleva libros a las cárceles.
Al frente de la organización Pro-Oax, recupera ex conventos, logra canalizar y tratar aguas negras,
o encabeza en la calle movimientos para defender las tradiciones y la comida oaxaqueñas, e igual
se opone tenazmente a la apertura de una hamburguesería en la plaza central de su ciudad, que
organiza «tamalizas» o reparte tortillas de maíz criollo para mostrar el valor culinario local frente a las
compañías multinacionales o los alimentos transgénicos. Casi siempre desaliñado y con huaraches en los pies, resecos
como su tierra, Francisco Toledo se ha convertido, como su obra, en símbolo y expresión de los más profundos mitos de
México.
Historias que contar
Rafael Coronel
(Zacatecas, Zac., 1932- ) Hermano menor de Pedro, Rafael Coronel sintió inclinaciones artísticas
desde muy joven Estudió en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda y pronto
desarrolló un lenguaje artístico muy singular. Su pintura acude a temas populares, sin embargo no
podría decirse de ningún modo que sus tratamientos y soluciones sean producto de lo espontáneo
o lo gratuito de su experiencia en Europa, él dejó el siguiente testimonio: "La pintura de Europa
me causó gran impresión, pero algunos pintores que me gustaban muchísimo se me cayeron, y
otros que no conocía me entusiasmaron. Por ejemplo, yo casi no conocía a Caravaggio y me
impresionó mucho; de Velázquez conocía poco, me causó gran impresión; lo mismo, desde luego,
Goya. Un pintor que no me gustó nada, ya en vivo: El Greco. Ese pintor, para mí, casi desapareció."
Por una parte habría que decir que su obra reúne una serie de recursos provenientes de autores y
escuelas clásicas, en el sentido ortodoxo del término y, por otra, hay que decir que en su
búsqueda estética Coronel trabaja temas que va estudiando en series hasta tratar de agotarlos.
Hay en su ciudad natal, al igual que en el caso de su hermano Pedro, un museo que lleva su
nombre, en el que se exhibe parte de su obra así como una impresionante colección de máscaras
que el pintor ha reunido con el transcurso del tiempo. (EFC) Lecturas recomendables: Juan Coronel
Rivera, Rafael Coronel, introducción de..., México, Petróleos Mexicanos, 1990, 155 pp. Luis
Cardoza y Aragón, "Rafael Coronel", en Rafael Coronel, México, Museo de Arte Moderno, 1979.
Historias que contar
Raúl Anguiano
Raúl Anguiano Valadez nacido el 26 de febrero de 1915 en la ciudad de Guadalajara, y muere el 13
de enero de 2006 en la Ciudad de México.
Fundador en 1938 del Taller de la Gráfica Popular al lado de Leopoldo Méndez, Alfredo Zalce y
Pablo O'Higgins, realiza principalmente grabados y litografías con la idea básica de solidaridad con
los trabajadores y campesinos.
Inició su labor como muralista con el fresco denominado La educación socialista en la Escuela
Carlos A. Carrillo en la ciudad de México. Su trabajo mural pertenece a la segunda generación de
muralistas, junto con González Camarena, Juan O'Gorman y otros.
Raúl Anguiano enfocó su obra en el México rural e indígena, sus fiestas, tradiciones y religión. El
Maestro pintó los paisajes, los habitantes, los campesinos y peones de los ranchos, el quería pintar
a México.
Estas etapas hicieron de su obra un símbolo de identidad nacional. La técnica y calidad de su
trabajo lo convirtieron en uno de los artistas mexicanos más importantes del siglo XX y gracias a su
arte, México se dio a conocer en el mundo.
"La Espina", considerada su obra cumbre, ilustró durante muchos años los libros de texto gratuitos
en escuelas de educación primaria.
''Gracias a los antropólogos y a los pintores como Rivera, Orozco, Siqueiros o Covarrubias, ya no se
discrimina tanto a los indígenas. Ojala que un día ya no se les discrimine y se les considere al
mismo nivel, o más profundamente, que a todos los mexicanos."
''Algún día veremos que esta mujer se sacará la espina y la herida cicatrice, pues los indígenas de
México todavía son discriminados", compartió el pintor, muralista, dibujante, grabador y
ceramista luego de la inauguración de la muestra.
También lo conocemos hoy por sus obras alrededor de la cultura popular y la vida cotidiana de las
claspopulares en sus momentos de esparcimiento, donde pintaba la urbe y su gente, la vida en los
barrios bajos de los 30. Los cabarets por otra parte, dan paso a la caricatura y el sentido del humor
en su obra.
Su obra pasó por diferentes etapas: surrealista (1938-1942), realista (años cuarenta), expresionista
(1957-1966), cinética (1952-1969) y nuevamente realista (a partir de 1970). Sus influencias más
notables fueron Pablo Picasso y José Clemente Orozco,
Ejemplos de su trabajo muralístico pueden apreciarse en la Cámara Nacional de Comercio de la
ciudad de México, en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en la Secretaría de Relaciones
Exteriores y en la Procuraduría General de la República, entre otros espacios.
Una felicitación a Letras Voladoras por el gran esfuerzo que realizan y un agradecimiento por la
información que nos hicieron llegar, ya que es gracias a ellos y a todos los mexicanos
comprometidos con el rescate de nuestra cultura que podemos seguir difundiendo el arte
mexicano y en este caso en particular a uno de los mas grandes exponentes de nuestro país y un
gran defensor de nuestra identidad cultural
Historias que contar
Juan Soriano
Juan Francisco Rodríguez Montoya, conocido como Juan Soriano (1920-2006) fue un artista
plástico mexicano, fue llamado "El Mozart de la Pintura" debido a que, desde temprana edad,
demostró grandes aptitudes para la creación plástica.
A la edad de catorce años montó su primera exposición colectiva, mientras participaba en el taller
de Francisco Rodríguez. Lola Álvarez Bravo, José Chávez Morado y María Izquierdo, llegaron a la
exposición, que había quedado bajo el resguardo de Soriano, entonces, cuando le preguntaron de
quién eran unas pinturas ahí expuestas, el joven Juan respondió que de él. En ese momento,
aquellos personajes le incitaron a irse a la Ciudad de México, para poder mejorar su técnica, ya
que calificaron a su obra como "interesante".
Siendo adolescente, en 1935 se afincó en la Ciudad de México para estudiar artes plásticas,
motivado por su talento y el aliciente de la compañía de su hermana Martha. Sus mentores fueron
grandes exponentes de la plástica mexicana como Emilio Caero y Santos Balmori. Por invitación de
este último, se integró a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) en la cual
permaneció apenas un par de años; sin embargo, a partir de ello se relacionó con conocidos
personajes del ámbito cultural, lo cual le permitió ampliar sus horizontes intelectuales y plásticos.
Entre estas amistades se cuentan al maestro Alfonso Reyes, Juan Rulfo, Dolores del Río, María
Félix, Octavio Paz, Rufino Tamayo, Guadalupe Marín, Xavier Villaurrutia, Elena Garro, Lola Álvarez
Bravo, María Asúnsolo, Leonora Carrington, Carlos Pellicer, María Zambrano,
Ignacio Retes, Salvador Novo, Frida Kahlo, Carlos Mérida, y Antonio M. Ruiz, El Corcito, entre
otros.
A principios de la década de los cincuenta, viajó a Europa, ahí, conforme fue madurando su obra,
amplió su círculo de amistades internacionales, lo que contribuyó a que su estilo plástico se
consolidase.
De 1952 a 1956 retornó brevemente al país para retomar sus vínculos con intelectuales mexicanos
y colaboró con Octavio Paz, Juan José Arreola, Héctor Mendoza, Juan José Gurrola y Leonora
Carrington dentro del grupo "Poesía en Voz Alta".
De 1956 a 1957 se estableció en Roma, Italia, para después, a partir de 1974, cambiar su
residencia a París, la cual a la postre visitaría asiduamente, después de volver a afincarse en la
ciudad de México. Ahí conoció y trabó amistad con Antonio Saura, Julio Cortázar y Milan Kundera.
Su obra se distingue por haber desarrollado un estilo propio, basado en el lirismo y una búsqueda
constante, derivada de la inquieta personalidad del creador. Experimentó con diversos materiales,
géneros y estilos; incursionando incluso en el abstraccionismo y la creación de vestuarios y
escenografías para teatro.
En el plano anecdótico, se recuerda que, cuando dejaba de tener otra superficie para pintar, lo
hacía sobre las puertas de su casa, las cuales después vendía.
Autor, entre otras obras pictóricas, de María Asúnsolo en Rosa y Apolo y las musas. También se
interesó por la escultura monumental, entre cuyas obras se recuerdan Pato, Pájaro Dos Caras, y
Pájaro Con Semillas.
En el espacio público, se pueden hallar algunas de sus obras descollantes: Paloma (Museo de Arte
Contemporáneo de Monterrey, México), Ola (World Trade Center de Guadalajara, México), Luna
(Auditorio Nacional, Ciudad de México) y Sirena (Plaza Loreto, Ciudad de México).
En reconocimiento a su trayectoria, recibió diversos premios tales como el Premio Nacional de
Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes del gobierno de México en 1987,1 la Medalla de Oro del
Palacio de Bellas Artes de México, la Condecoración de la Legión de Honor, en Grado de Oficial de
Francia, la Mención Honorífica en el Festival Internacional de Pintura de Cagnes-sur-Mer en
Francia, la Orden al Mérito de la República de Polonia y el Premio Velázquez de Artes Plásticas de
España. Fue doctor honoris causa por la Universidad de Colima.
Fallece el 10 de febrero de 2006 a los 85 años de edad en Ciudad de México.
Historias que contar
Juan O' Gorman
(Coyoacán, 1905 - 1982) Pintor mexicano. Contemplado en muchos estudios como el último
representante de la estirpe de los grandes muralistas mexicanos, que florecieron en la primera
mitad del siglo XX, pueden rastrearse en su estilo las huellas del arte de Diego Rivera, del que
algunos críticos le consideran sucesor directo. Tal vez sea ésta una apreciación exagerada, pues,
aunque es posible indiscutiblemente encontrar en la obra de O'Gorman algunas líneas
referenciales, su pintura tiene, sin embargo, unas características personalísimas, un lenguaje
propio en el que supo conciliar la minuciosidad del detalle con la más simbólica fantasía, para
constituir una obra vasta y monumental.
Resultado (como tantos otros representantes del arte y la cultura mexicanos) de la fusión de dos
culturas, del frío y estricto espíritu británico por parte de su padre y de la apasionada sangre
mexicana de su familia materna, Juan O'Gorman mostró, ya en sus primeros años, aptitudes
excepcionales para el dibujo y la pintura, que se pusieron de relieve en el círculo de su padre, Cecil
Crawford O'Gorman, quien muy pronto se sintió orgulloso de poder contar con un hijo que le
sucediera dignamente en sus actividades como arquitecto. Procuró pues, a partir de entonces,
potenciar las aptitudes artísticas de su hijo poniéndole en contacto con los creadores plásticos que
formaban su círculo de amistades, algunos de ellos consagrados; sin embargo, éstos no parecen
haber tenido excesiva influencia en los primeros pasos del muchacho por el mundo de las artes.
Tras sus estudios elementales y secundarios, O'Gorman se inscribió en la Facultad de Arquitectura
de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se graduó sin repetir ningún curso (19211925). Posteriormente, decidido a ampliar en lo posible los conocimientos técnicos que le parecían
necesarios para su actividad profesional, optó por la ingeniería como complemento a su
formación. La pintura llenaba sus momentos de ocio; la utilizaba sólo como un medio para
relajarse, para olvidar las horas de concentración y de estudio. Pero lo que había empezado como
una afición, como una actividad lúdica o suplementaria, fue interesándole más y más, fue
exigiéndole un lugar de privilegio hasta convertirse, poco a poco, en su ocupación habitual. El
arquitecto en ciernes comenzaba a mostrar los rasgos del futuro pintor.
Es lógico pues que, a la hora de examinar la obra pictórica de Juan O'Gorman y su devenir en el
mundillo artístico mexicano, sea necesario tener muy en cuenta su trayectoria profesional, su
importante contribución al desarrollo de la arquitectura mexicana contemporánea, en el que
desempeñó un decisivo papel de pionero.
Influido por las teorías del funcionalismo (que exigían una definición, previa al proyecto, de las
"funciones" a las que se destinaba el edificio para adaptar, así, sus formas a las necesidades
previstas) y de la arquitectura orgánica, construyó escuelas y casas-habitación, entre otras la del
muralista Diego Rivera (1931). Merece destacar en este aspecto el proyecto que realizó para la
Biblioteca Central de la Ciudad Universitaria (1949-1951), de cuya dirección de obras se encargó
personalmente y que le sirvió para dejar constancia de su voluntad experimental e innovadora, al
diseñar, para sus muros exteriores, un gigantesco mural de multicolores piedras, que representaba
el desarrollo histórico de la cultura nacional (1952).
Admirador de los arquitectos funcionalistas europeos, especialmente de Walter Gropius,
portaestandarte de la célebre Bauhaus, y de Le Corbusier, concebía la arquitectura y el urbanismo
como una adaptación a las exigencias sociales, económicas y técnicas del siglo XX. Sus obras se
caracterizaron esencialmente por el empleo del cemento armado, los exteriores asimétricos y una
constante búsqueda de aire y luz. Sin embargo, gracias a la influencia que ejerció en él su profesor
J. Villagrán García, fue evolucionando hacia la corriente que ha dado en llamarse "nuevo barroco
mexicano". Proyectó entonces edificios cuyas raíces se encuentran en las iglesias coloniales, en las
construcciones religiosas previas a la Revolución Mexicana.
Por otra parte, cuando diseñó y construyó su propia casa, levantada en las estribaciones del
Pedregal de San Ángel (1956) y derribada posteriormente, buscó inspiración en los planteamientos
expuestos por Mathias Goeritz en su Manifiesto de la arquitectura emocional y, de este modo,
procuró diseñar cada estancia o habitación ateniéndose al sentimiento que pretendía inspirar.
Una de las máximas preocupaciones de O'Gorman, tal vez su anhelo estético más emblemático,
fue la unificación de pintura y arquitectura en un mismo acto creador, en un idéntico marco
artístico. De ahí sus constantes experiencias creativas, sus intentos encaminados a integrar en sus
obras pictóricas o arquitectónicas elementos que, a priori, se consideran ajenos a los ámbitos
respectivos de estas artes, los cuales le han valido ser considerado uno de los precursores en la
utilización del collage y de su introducción en los medios artísticos latinoamericanos.
Ya recién terminados sus estudios, en 1926, recibió el encargo de realizar, como trabajo práctico,
la decoración de cinco establecimientos públicos, en uno de los cuales, la pulquería Los Fifís, su
obra obtuvo cierta popularidad. El éxito en estas actividades le valió ser asignado como profesor
no numerario a la cátedra de arquitectura del Instituto Politécnico de México, cuya titularidad
alcanzaría en 1932. Cuatro años después, O'Gorman realizaría tres tablas sobre la conquista del
espacio para el Aeropuerto Nacional. Dos de ellas fueron destruidas porque incluían, en una
exagerada representación caricaturesca, las figuras de Adolfo Hitler y Benito Mussolini, hecho que,
al producirse en plena Segunda Guerra Mundial, hizo temer que pudiera provocar tensiones. Las
dos tablas pasaron, pues, a engrosar la larga lista de las obras de arte víctimas de la política. La
tercera de ellas se conserva hoy en el Museo de Historia de Chapultepec.Por lo que respecta a la
pintura de caballete, O'Gorman aborda temas complejos de intención y características diversas,
que, con un predomino del sarcasmo macabro, oscilan entre el detallismo cargado de fantasía de
sus Mitos y la lineal geometría de Recuerdos de Guanajuato, pasando por la sátira cruel de los
Enemigos del pueblo. En la elaboración de sus composiciones utilizó preferentemente dos
técnicas: el temple o pintura a emulsión, sobre soporte de manosite, para sus cuadros, que
obtienen así unos colores luminosos y duraderos; y el fresco, para sus murales. La suya es una
producción que refleja inquietudes sociales y nacionalistas. Fue el inventor de formas nuevas a
través de creaciones arquitectónicas y, al mismo tiempo, el continuador del puntillismo, recreando
más que nunca el poder del detalle sobre el conjunto global de la obra.
"El realismo de O'Gorman -ha dicho el pintor boliviano Roberto Berdecio- es la expresión de un
artista formado por las más variadas disciplinas del conocimiento. Su obra muestra, en esta época
de improvisaciones, el hecho poco común de su gran capacidad técnica en el más alto sentido
artesanal", párrafo que pone de relieve lo que constituye, tal vez, la faceta más característica en la
producción del artista, su polivalencia, la facilidad y el rigor con que domina los más distintos
materiales en una creación que pretende, y muchas veces consigue, ser sintética. En efecto, el
conjunto de su producción se revela íntimamente ligada a sus conocimientos matemáticos, que le
sirven para plasmar observaciones analíticas de planos superpuestos en las que se mezclan las
explosiones de su fantasía (hombres alados, globos aerostáticos) con el canto heroico de la
historia.
Con todo, el aspecto más interesante de sus trabajos, y el que le ha conferido un lugar destacado
en el panorama de la pintura mexicana contemporánea, es la excepcional calidad de su trazo, su
sabia organización de la perspectiva que evidencia su formación de arquitecto y, sobre todo, su
factura detallista, su creación de verdaderas miniaturas de perfecto acabado y orden, perceptibles
incluso en el interior de sus amplias composiciones murales.
En su repertorio de imágenes y de estilo tradujo gran parte del misterio propio de México,
asumiendo y aglutinando vestigios de las civilizaciones precolombinas, del barroco macabro de los
cultos fúnebres heredados de España y amplificados hasta la obsesión, de los colores y visiones de
la vida cotidiana indígena, reflejados siempre con sencillez y claridad, cual de una fórmula
matemática se tratara.
La vivacidad de su paleta y la recuperación de elementos insólitos o fantásticos característicos de
la imaginería popular quedan de manifiesto en sus obras de caballete, entre las que sobresalen La
ciudad de México y Autorretrato (1949 y 1950, respectivamente), y Recuerdo de los Remedios
(1943), pero adquieren su mayor dimensión en unos murales entre los que deben mencionarse
Historia de la aviación (1937, Aeropuerto Internacional Benito Juárez, México D. F.); Alegoría de las
comunicaciones (1953), en la sede de la Secretaría de Comunicaciones de México; Cuauhtémoc
redivivo, en un hotel de Taxco (1956); y Retablo de la Independencia (1960-1961, Museo Nacional
de Historia, México D. F.).
Miembro de la Academia de Artes, recibió en 1972 el Premio Nacional de Artes, por su aportación
a los campos artísticos pictórico y arquitectónico, y se mantuvo activo hasta que, en 1982, le
sorprendió la muerte cuando se hallaba trabajando (apoyado por un equipo de colaboradores
reclutados entre sus discípulos y seguidores de la Universidad de México) en unos frescos para el
Museo Nacional de Historia y para el castillo de Chapultepec.
Historias que contar
Jorge González Camarena
El muralista, pintor y escultor Jorge González Camarena (1908-1980) nació en Guadalajara, Jalisco,
México. Estudio arte en Escuela Nacional de Artes Plásticas de San Carlos en la ciudad de México.
En 1928, encabezó un movimiento para promover a Diego Rivera como director de la Academia de
San Carlos.
Jorge formó parte de la Segunda Generación de la Escuela Mexicana de Pintura. Fue miembro del
Seminario de Cultura Mexicana, la Academia de Artes, miembro de la Comisión Para Proteger los
Murales de México del Instituto
Nacional de Bellas Artes (INBA), y presidente de la Asociación Mexicana de Artes Plásticas
AMAPAC.
A lo largo de su carrera González Camarena se hizo acreedor a muchos premios como la Insignia
José Clemente Orozco otorgada por el Congreso del Estado de Jalisco en1956, Segundo Premio en
el Salón Anual de Pintura del INBA patrocinado por el Instituto Nacional de Bellas Artes en 1962,
Placa de Oro del Gobierno de Jalisco en 1964, “L’Ordine al Mérito de la República Italiana” por
parte del gobierno de Italia, por pintar un retrato de Miguel Ángel que fue colocado en la casa del
artista italiano en 1967, y el Premio Nacional de Artes en la rama de pintura en 1970.
Las obras del artista han sido presentadas en un gran número de exposiciones en el Museo
Nacional de Artes Plásticas en el Palacio de Bellas Artes. En las ciudad de México y la Exposición de
Arte Mexicano Contemporáneo auspiciada por la Secretaria de Relaciones Exteriores y la OPIC en
Burdeos, Paris, Lille, Lyón y Toulouse, Francia en 1958. El artista participó en varias exposiciones
en el Museo Nacional de Arte Moderno (Palacio de Bellas Artes.) en 1959, 1962, y 1972.
Veinticinco Años del Salón de la Plástica Mexicana, Homenaje a los Miembros Fundadores, en
1974, Exposición Retrospectiva en el Museo de Arte Moderno en Chapultepec y en la
Galería Malintzincally en la ciudad de México.
Los murales de González Camarena forman parte de colecciones públicas como la
biblioteca del Instituto Tecnológico de Monterrey, México (El historiador Sahagún.), el
edificio principal del Instituto Mexicano del Seguro Social en México, D.F. (Pintura
Mural.),Universidad de Concepción, Chile (Integración Latino Americana), Museo Nacional
de Antropología en la ciudad de México(Las razas y la cultura), Palacio de Bellas
Artes(Liberación), edificio del Senado mexicano (Las dos revoluciones), El Banco de
México, en Veracruz, el Museo de Arte Moderno, y el Museo Nacional de Historia, Castillo
de Chapultepec, en la ciudad de México.
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