El pensamiento de Erwin Schrödinger: encuentros y desencuentros

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El pensamiento de Erwin Schrödinger: encuentros y desencuentros entre su
concepción científica y su concepción religiosa.
Aída Judith Gándara Tovar
Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey
Doctorado en Estudios Humanísticos
Resumen
La presente investigación se ubica dentro del campo de la Historia Social y Cultural, enmarcando
ciencia y religión dentro del contexto crítico de la Europa de principios del siglo XX. Profundizando más
dentro de la Historia Intelectual, se plantea que mediante la reconstrucción y análisis de la cosmovisión de
Erwin Schrödinger es posible adentrarse dentro de la compleja red de relaciones establecidas en aquel
momento entre la ciencia y la religión. Para ello se ha propuesto una metodología híbrida entre la Historia
de las Mentalidades y la Teoría General de los Sistemas Sociales, en la cual se desarrolla un análisis en
paralelo de los discursos y de los comportamientos.
Palabras clave: ciencia, religión, cosmovisión, discursos, comportamientos.
Nacimiento de la idea de investigación y el campo de estudio
La historia reciente ha revelado cierta oposición entre ciencia y religión dado que ambas han
tratado de explicar el mundo en el que vivimos y de dar respuesta a las preguntas que el ser humano se
plantea continuamente. Por esa razón pareciera que existen tensiones en el proceso de construcción de los
universos simbólicos que cobran sentido en la idea mundo o cosmovisión de los individuos, principalmente
en el caso de los intelectuales. Este trabajo de investigación atiende a la ciencia y a la religión como dos
actividades humanas y como dos sistemas sociales independientes entre si que inciden de manera
importante en la construcción de la idea mundo de los individuos, y plantea que a partir de la
reconstrucción y análisis de la idea mundo de Erwin Schrödinger, un intelectual que vivió dentro de una
coyuntura histórica en Europa a principios del siglo pasado, se puede realizar una reconstrucción histórica
más profunda y más detallada acerca de las relaciones que se establecieron en ese momento entre la ciencia
y la religión.
A finales del siglo XIX ciencia y religión parecían estar más en conflicto que en concordancia
después de la llegada de la obra más relevante de Charles Darwin (1809-1882) acerca del origen de las
especies. Al tratar temas acerca del origen y la evolución humana y al hablar de selección natural, para una
gran cantidad de cristianos fundamentalistas la Teoría de la Evolución atentaba contra la acción divina de
creación y conservación (Plantinga, 2010). En esos momento daba la impresión que ciencia y religión
competían por explicar el mundo en que vivimos y tal vez por ello Ken Wilber ha descrito la relación entre
ciencia y religión como una “danza antagónica” (1998), la religión por su lado, con un enfoque mitológico
y con una visión premoderna del universo, y por el otro la ciencia, dura y realista con un enfoque moderno,
van danzando cada una por su lado como si no quisieran siquiera cruzar sus miradas. Desde esta
perspectiva parece que ciencia y religión constituyen dos visiones del mundo incompatibles.
Desde la filosofía, y específicamente desde la epistemología, la pareja ciencia y religión
constituyen dos formas de conocer al mundo que parten de concepciones muy distintas. El conocimiento
científico, fundamentado en un método empírico y de observación trata de encontrar reglas, teorías y leyes
para todo fenómeno; le incumbe todo aquello que puede ser percibido por el hombre. Por su parte el
fundamento del conocimiento religioso basado en la fe, busca al hombre en su relación con el Universo,
con Dios, y en general con aquello que parece trascender, la experiencia religiosa nada o casi nada tiene
que ver con la observación y con el fenómeno en sí. Bajo esta mirada parece que la ciencia apunta a una
concepción del mundo conocido, del mundo de lo habitual, del mundo de lo cotidiano; mientras que la
religión admite la existencia de una realidad distinta, de un mundo superior o sobrenatural con el cual el
ser humano puede comunicarse.
Cuando se vive inmerso en un entorno católico parece tan natural ver al mundo escindido,
considerando dos realidades distintas, la del mundo fenoménico y la metarealidad, posiblemente esta
forma que parece ya inherente a la visión de occidente sea la que orienta o condiciona formas más
complejas de relación entre la ciencia y la religión, en comparación con las filosofías y religiones de
oriente. En el caso particular del budismo, tema relevante para la presente investigación dado el
acercamiento de Schrödinger a esta filosofía oriental, el mundo no se ve formado por dos realidades, no se
aprecia una separación del mundo percibido y de otro mundo.
Desde un enfoque sociológico ciencia y religión constituyen dos fenómenos sociales que se
pueden ver como dos sistemas complejos que agrupan experiencias individuales y colectivas, y que son
regidos por instituciones con normas, patrones y lenguaje propios. Ciencia y religión forman parte de la
superestructura ideológica, y son cada uno de ellas, sistemas autónomos que actúan recíprocamente con el
contexto socioeconómico. Esta acción recíproca imprime una doble influencia sobre las normas, los
patrones y el lenguaje; por una parte, la de las autoridades que dirigen las instituciones, y por otra la de los
individuos que conforman las bases sociales (Waardenburg, 2001, p. 17). “Ambos sistemas pueden ser
universalitas, esto es, pueden producir una descripción del mundo que los incluye a sí mismos como parte
de él, y también pueden hacerlo a partir de sus propios códigos, de sus propias diferenciaciones y en el
contexto de sus respectivas funciones” (Luhmann, 1999, p. 152).
Desde esta perspectiva, ciencia y religión pueden ser vistas como dos instituciones que al regular
el comportamiento social inciden de forma importante en los procesos de construcción de los universos
simbólicos de la idea mundo del individuo. Las instituciones son los observadores del comportamiento de
los individuos observados y por ello son capaces de normar. La comunicación que se establece entre los
individuos y las instituciones se refleja a través de las experiencias y de las vivencias individuales y
colectivas. Se cree que estas formas con las que el individuo se comunica con dichas instituciones reflejan
su postura hacia ellas, la cual puede ser de aceptación, adaptación o rechazo. Además se considera que los
intelectuales, en virtud de su intelecto y de sus vivencias son capaces de cultivar la observación y de
analizar y entender a las instituciones que rigen el comportamiento social de su época.
La clase intelectual puede asumir posturas que se alejan de la aceptación, es una clase que camina
más rápido que las demás, que asume una postura crítica, que en ocasiones transgrede el estatus quo y que
es capaz de crear su propia forma de entender al mundo y de vivir en él. Esta forma distinta de ver al
mundo puede convertir a algunos intelectuales, de forma consciente o inconsciente, en sujetos de cambio
social que cuestionan lo establecido. Por tanto en la medida que se analicen los comportamientos singulares
y los discursos de un intelectual dentro de su contexto sociocultural, será posible esclarecer un poco más
acerca de la dinámica socio-cultural de la sociedad a la que pertenece.
El momento histórico que despertó el interés por desarrollar la presente investigación se ubica en
Europa a finales del siglo XIX, cuando se creía que la ciencia podía llegar a los confines del Universo, que
era capaz de explicarlo todo y que le había ganado la batalla a la religión. Sin embargo, en un abrir y cerrar
de ojos, durante las primeras décadas del XX surgió una revolución en la Física que dejó claro que la
ciencia no podía explicarlo todo, fue entonces que los científicos comenzaron a hablar no sólo de ciencia
sino de filosofía, de religión, de espiritualidad y de fe1.
La Segunda Revolución Industrial y el acelerado progreso científico de las últimas décadas del
siglo XIX constituyeron un conjunto de acontecimientos que transformaron occidente. La gran cantidad de
inventos y descubrimientos que deslumbraron y maravillaron a la sociedad también modificaron la forma
de vivir en el mundo y de entender el mundo, y mientras ello acontecía el cristianismo iba perdiendo
fuerza y se abría paso el proceso de secularización. Lejos de encontrar la paz y la felicidad con todos esos
inventos y descubrimientos que parecían proveer las condiciones para una vida mejor, occidente afrontó
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La obra titulada “Cuestiones cuánticas” de Ken Wilber realiza un compendio de los principales discursos que sobre la
relación entre ciencia y religión dejaron como legado algunos de los físicos más reconocidos de principios del siglo XX,
tales como Albert Einstein, Niels Bohr, Max Planck, Werner Heisenberg, Wolfgang Pauli, James Hopwood, Arthur
Eddington y Erwin Schrödinger. Esta obra deja ver la preocupación de todos ellos por tratar de analizar la naturaleza de
las relaciones entre estas dos actividades humanas. Mediante el análisis de estos discursos Wilber identificó distintos
enfoques, distintas formas de ubicar las relaciones entre ciencia y religión pero al mismo tiempo observó un común
denominador: todos estos físicos de principios del siglo XX creyeron que la ciencia y la religión constituyen dos
actividades humanas “necesarias para el acercamiento completo, pleno e integral a la realidad” (2005, p. 14) y que
ambas no pueden ser equiparables ni reductibles entre sí. En el apartado dedicado a Einstein, basado en la obra “Mis
ideas y opiniones” publicado en New York en 1941, se entiende que para Einstein no tendría por que existir conflicto o
tensión entre la ciencia y la religión dado que la razón de ser de cada una se encuentra en esferas muy distintas: “La
ciencia es el intento por reconstruir a posteriori todo cuanto existe por medio de la conceptualización”, mientras que “la
religión es el intento centenario de la humanidad por alcanzar una conciencia clara y total de esos valores y objetivos”
cuyos significados no requieren una fundamentación racional. De acuerdo con Einstein los conflictos surgen cuando
una determinada comunidad, ya sea científica o religiosa se empeña en penetrar en la esfera de acción de la otra, más
como una necedad que como una necesidad, dado que los campos de acción de cada una se encuentran claramente
delimitados (2005, p. 166-167).
una crisis total. Antes de la Primera Guerra Mundial el mundo occidental estaba inmerso en una coyuntura,
no sólo los procesos de cambio de la ciencia y de la religión se aceleraron vertiginosamente, sino que todo
el orden social se transformó rápidamente y su análisis ha demandado durante las últimas décadas la
atención de especialistas de distintas áreas.
En medio de toda esa turbulencia, como si fueran destellos muy brillantes de una estrella en ocaso,
surgieron una gran cantidad de intelectuales de diversas áreas del conocimiento con ideas revolucionarias
que cuestionaron todo y que vivieron de forma distinta, sin embargo sólo algunos lograron alcanzar una
participación importante en el entramado institucional a través de un reconocimiento social. Para Ricardo
Guzmán esa época se caracterizó por una “amplia revolución intelectual que significó toda una nueva
actitud hacia la vida y el conocimiento” (2012, p. 64). Peter Watson considera que a principios del siglo
pasado surgió una corriente intelectual que “parecía dominarlo todo”, que logró desbordar el río de
conocimientos con hallazgos que incidieron directamente en los fundamentos de la física, la cosmología, la
química, la biología y la psicología entre otras (2007, pp. 14-15). Este grupo de individuos se abrió camino
dentro del gran entramado social por sus formas distintas en el quehacer, en el discurso y en el actuar.
Las nuevas ideas, acompañadas de nuevos vocablos permitieron construir discursos distintos, sólo
por mencionar algunos, en el caso de la ciencia: evolución, electrón, cuanto, gen e inconsciente. Desde la
mirada de Michel Foucault (1926-1984) este momento histórico constituye una época de cambio, un
período de transformaciones en las reglas de formación de los enunciados que conducen a un nuevo
régimen en el saber (1999, p. 43).
Consciente o inconscientemente, estos individuos al separase de las formas sociales comunes,
consiguieron modificar el dinamismo de los procesos de construcción y las formas de convivencia de los
universos simbólicos que en su momento ayudaban a construir una idea mundo. El caso particular de la
Física, con su revolución surgida a principios del siglo XX, la cual trajo consigo la Teoría de la
Relatividad y la Mecánica Cuántica, parece especialmente importante, dado que las nuevas ideas, los
nuevos discursos y las reflexiones filosóficas incidieron más allá del campo de la física y se extendieron a
la ciencia en general. Por ello se ha puesto la mirada en Erwin Rudolf Alexander Schrödinger (18871961), quien puede ser considerado como uno de esos destellos brillantes cuya aportación a la Mecánica
Cuántica fue reconocida socialmente, cuyas reflexiones filosóficas quizás han sido más profundas en lo
que se refiere al fin último de la ciencia y cuyo legado vivencial y discursivo invita una y otra vez a
profundizar en el análisis de las relaciones que guardan estas dos importantes actividades de la sociedad
contemporánea: la ciencia y la religión.
De acuerdo con lo anteriormente expuesto, parece oportuno hacer una aportación en el campo de
la Historia Social y Cultural de occidente, profundizando más dentro de la Historia Intelectual de principios
del siglo XX mediante una investigación cuya metodología permita ahondar en la red de relaciones entre
ciencia y religión, desde dos enfoques: el filosófico y el sociológico, tratando de dar respuesta a las
inquietudes surgidas: analizar primeramente de qué manera el crítico entorno sociocultural en el que vivió
Schrödinger hizo evolucionar su concepción científico-religiosa del mundo, y posteriormente dilucidar
acerca de las relaciones entre ciencia y religión establecidas en ese contexto, identificando los puntos de
encuentro y de desencuentro y el carácter de los mismos.
Erwin Schrödinger como agente de cambio social
Erwin Schrödinger puede ser considerado como sujeto de cambio social si se le observa desde las
siguientes perspectivas: las formas de hacer ciencia, los distintos temas que le preocupaban, la forma de
conducirse en su vida sentimental y familiar y la forma de acercarse a la religión y al tema de la divinidad.
Desde cada una de estas perspectivas su comportamiento puede parecer en ocasiones contradictorio. En
cuanto a sus formas de hacer ciencia se observa una constante a lo largo de su vida, y esta se refiere a la
diversificación, tanto en las formas de abordaje como en la variedad de temas de la física que cubrió, de
manera que no se le puede ubicar como un especialista, aunque hay que reconocer que sus investigaciones
sobre Teoría del Color lo llegaron a ubicar como un experto en el tema. A nivel institucional y grupal,
fueron varias las instituciones científicas en las que trabajó ubicadas en de distintas ciudades europeas, y si
bien es cierto que mantuvo una comunicación estrecha con algunos de los físicos de más renombre de
aquel momento, no se integró de lleno dentro de algún grupo, ni en su labor científica ni en su postura
ideológica. Sus conocimientos y habilidades le permitieron abordar la problemática científica abarcando
teoría y praxis, siendo capaz de reflexionar sobre los tres enfoques principales de la práctica científica, el
metodológico, el epistemológico y el ontológico. Trabajó de la mano de las ideas de Ernst Mach (18381916) y también de la mano de las ideas de Ludwig Bolztmann (1844-1906).
Más allá de la ciencia, se preocupó por diversos temas y algunos de ellos los abordó desde las
fronteras de la ciencia, y otros desde perspectivas filosóficas, sociales y religiosas pese a no haber sido
instruido institucionalmente en estos campos del conocimiento. En su vida sentimental y familiar se
condujo rompiendo normas sociales una y otra vez buscando su contento sin que por ello hubiera un
sentimiento de culpa aparente. Con su esposa no tuvo hijos, pero derivado de sus relaciones extramaritales,
tuvo tres hijas con tres distintas mujeres, sin embargo su vínculo matrimonial perduró hasta su muerte. En
cuanto a su forma de acercarse a la religión y a la espiritualidad, desde temprana edad aprendió a
desapegarse de costumbres y tradiciones cristianas, después se decía ateo y renegaba de la Iglesia Católica,
pero le inquietó la filosofía oriental y en particular el budismo dándose a la tarea de leer ocho libros sobre
el tema y luego a escribir acerca de la unicidad de la conciencia y de la concepción védica fundamental.
Metodología de investigación
Han pasado ya casi cien años de aquella coyuntura histórica en la que vivió Schrödinger, un
tiempo razonable que permite adentrase en ella y observarla con mayor claridad para reconstruir una parte
de su historia ponderando y ubicando en su justa dimensión los acontecimientos que derivaron de ella en
materia de ciencia y religión. Después de una larga investigación acerca de las diversas metodologías que
brinda la Historia para aproximarse a una “idea mundo”, principalmente aquellas que se han desarrollado a
partir del siglo XX, se ha elaborado una metodología híbrida entre la Historia de las Mentalidades y la
Teoría General de los Sistemas Sociales, cuyos objetos principales de estudio son tres: el contexto sociocultural en el que vivió Schrödinger, su vida y sus discursos. La lógica de la metodología empleada se ha
establecido de acuerdo con las dimensiones de estos objetos de estudio, transitando de lo general a lo
particular, partiendo del contexto, posteriormente la vida de Schrödinger y finalmente el mundo de las ideas
de ese individuo. Las etapas principales de la presente investigación son cinco: reconstrucción y análisis del
contexto científico y religioso, reconstrucción y análisis de la vida de Schrödinger, análisis de los discursos,
reconstrucción de la idea mundo y análisis de las tensiones en la idea mundo.
Bibliografía citada
Luhmann, N. (1999). Teoría de los sistemas sociales II (artículos) (Vol. II). Osorno, Chile: Universidad
Iberoamericana / Colección Teoría Social.
Watson, P. (2007). Historia Intelectual del Sglo XX. Barcelona: Crítica.
Waardenburg, J. (2001). Significados religiosos. Religiones en diálogo. Bilbao, España: Desclée De
Brouwer, S. A.
Wilber, K. (1998). Ciencia y religión. El matrimonio entre el alma y los sentidos. Barcelona, Cataluña,
España: Kairós.
Foucault, M. (1999). Estrategias de poder. Barcelona: Paidós.
Guzmán, R. (2012). Claroscuros científicos. Paul Ehrenfest y los temas cruciales en el surgimiento de la
física moderna. México, Distrito federal, México: Plaza y Valdés Editores.
Plantinga, A. (2010 йил 05). Religion and science. (E. N. Zalta, Producer, & The Stanford Encyclopedia of
Philosophy) Retrieved 2014 йил 30-11 from The Stanford Encyclopedia of Philosophy:
http://plato.stanford.edu/archives/spr2014/entries/religion-science
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