ANTROPOLOGICA 102, 2004: 3-26 Convivencia y patrones de asentamiento entre los Piaroas del siglo XXI Germán Freire Introducción Los pueblos indígenas del sur de Venezuela han experimentado grandes cambios durante las últimas décadas. La velocidad de éstos ha sido tal que hoy muchos pueblos difieren tremendamente de las descripciones materiales, sociales y simbólicas que se hiciera de ellos hace menos de treinta años, y que aún sirven de referencia para la comunidad académica. Con contadas excepciones, la literatura antropológica ha interpretado estas transformaciones más como situaciones de pérdida o colapso social, que como procesos sociales en sí mismos, limitándose a describirlos en sus aspectos más desoladores. Esta visión, por otro lado, se ha nutrido de un viejo sesgo en la antropología que favorece el estudio de sociedades “tradicionales” o “prístinas”, en detrimento del estudio de la mayoría de la población indígena del Amazonas de hoy que, por presentar formas culturales menos “exóticas”, ha caído en el descuido académico. Este artículo pretende demostrar que esta visión es errada y que el cambio en sociedades indígenas, como en cualquier otra sociedad, debe ser entendido como cambio en continuidad. Con este fin, en las siguientes páginas se presenta un análisis “tradicional” de parentesco y patrones de asentamiento en comunidades piaroas no tan tradicionales o en transición. Los piaroas son un pueblo de agricultores de bosque que, a pesar de haber sido contactados hace más de 300 años por primera vez, se mantuvieron relativamente aislados y autónomos hasta hace poco. Durante los últimos cuarenta años, sin embargo, comenzaron un proceso de reordenamiento demográfico que en el presente ha dejado prácticamente despoblado su territorio tradicional. Hoy en día, la inmensa mayoría de su población habita en la periferia de este territorio, en áreas con fácil acceso al mercado y los servicios nacionales, y en Agradecimiento. Agradezco a Peter Rivière, Stanford Zent, Laura Rival, Paul Henley, Laura Martínez y Ricardo Leizaola por sus comentarios y colaboración durante la realización de este artículo o la tesis de la cual se desprende. El financiamiento para la investigación fue realizado por el FONACIT (Venezuela), el Overseas Research Scheme (Inglaterra) y la Oxford University Overseas Bursary (Inglaterra). 3 comunidades semipermanentes en constante interacción con la sociedad criolla. No obstante, el presente artículo muestra que los piaroas han adaptado este nuevo escenario social a sus ideales de convivencia y arreglos sociales. Los datos analizados aquí fueron recogidos principalmente en comunidades de la cuenca alta y media del río Cataniapo, una de las cuencas de mayor crecimiento demográfico del territorio piaroa, en las inmediaciones de Puerto Ayacucho, capital del Estado Amazonas de Venezuela y principal mercado criollo en la región. En éste se incluyen datos y observaciones recabados entre 1996 y el 2000, los cuales son contrastados con algunas de las etnografías más divulgadas sobre los piaroas. En especial con los trabajos de Johanna Overing, quien basó sus escritos en un trabajo de campo realizado a finales de los sesenta, Stanford Zent, basado en varios trabajos realizados entre 1984 y 1992, y Alexander Mansutti, quien ha trabajado sobre los piaroas desde mediados de los ochenta. El patrón de asentamiento Hasta hace sólo treinta años la mayoría de los piaroas vivía en comunidades pequeñas, móviles y dispersas, localizadas en las remotas áreas boscosas del Orinoco Medio. Cada comunidad estaba compuesta por una o dos casas comunales, conocidas como isodæ (pl. de isode 1), que constituían una entidad económica ideal. Sin embargo, existía una gran circulación de bienes y personas entre comunidades cercanas, las cuales eran consolidadas por alianzas matrimoniales (Overing 1975; Mansutti 1990). El isode es una imponente casa cónica, hecha de hojas de palma, en la que se podían acomodar hasta cien personas, si bien solía alojar una cantidad mucho menor, y que tomaba de dos a cuatro meses para construirla (Overing 1975). El hombre que quería construir una dependía entonces de la fuerza de trabajo de muchos otros y, por ello, el tamaño y la altura del isode eran indicadores del estatus y prestigio de su dueño. Este tipo de casas podían llegar a durar hasta quince años, siendo los insectos, el deterioro de la hoja de palma o la muerte de uno de sus residentes las razones más comunes para abandonarlas (Anduze 1974; Overing 1975; Wilbert 1958). El isode, sin embargo, rara vez excedía los sesenta habitantes, y en la mayor parte de los casos estaba habitado por entre 15 y 35 personas íntimamente relacionadas (Overing 1975). El isode estaba compuesto generalmente por dos o tres familias extendidas que intercambiaban 1 Por razones prácticas, en este texto usaremos una versión simplificada del alfabeto fonético internacional similar a la usada por Overing (1975), donde se trata de hacer concordar, en la medida de lo posible, los sonidos piaroas con la representación de éstos en castellano. Las consonantes “t” y “d” seguidas de “h” se refieren a consonantes aspiradas (ejemplo: “th” es una aspirada muda) y “æ” representa una vocal redonda semi-abierta y semi-central que al final de algunas palabras representa el plural (ej. rua -singular, ruæ –plural). 4 individuos entre sí, de manera que era idealmente endogámico, aunque en la práctica este ideal era más difícil de cumplir que en la teoría, por lo que existía un constante intercambio de individuos entre comunidades vecinas. La principal distinción social era entre familiares afines y consanguíneos, categorías que, sin embargo, eran manejadas de manera muy flexible para adaptar la realidad del matrimonio exogámico al ideal de matrimonio endogámico (idem). La mayoría de estos intercambios se daba al interior de una misma cuenca o micro cuenca, y el conglomerado de comunidades que conformaban esta micro cuenca formaban una unidad territorial informal y flexible (ver más adelante). La conformación del isode era el resultado de relaciones libremente negociadas entre sus miembros, en el sentido de que había pocas instituciones formales dando cohesión al grupo de corresidentes. El líder de la comunidad, conocido como el isode rua, o simplemente el rua, daba forma a la comunidad a través del uso estratégico de sus redes sociales. Entre los piaroas tradicionales, su rol como líder era inseparable de su rol religioso, por lo que él era también lo que se conoce comúnmente como el chamán de la comunidad. A nivel espiritual, el rua era el responsable del bienestar de su comunidad y de mantener el equilibrio entre ésta y el mundo natural y sobrenatural, por lo que era el responsable de la fertilidad de la tierra tanto como de la salud de sus seguidores. Es por esto que la conformación del isode era el resultado del deseo de cada piaroa de vivir bajo la protección de un rua poderoso, así como de la fortaleza de las relaciones que el rua establecía con sus seguidores, siempre en medio de una competencia constante entre ruæ (pl.) por agrandar sus comunidades con cada intercambio matrimonial exogámico (Overing 1975, 1988). El isode estaba generalmente localizado en el centro de sus conucos. En la medida en que éstos se hacían viejos y se abrían nuevos conucos en lugares más lejanos, entonces se construían casas provisionales para las tareas de procesamiento y almacenamiento in situ. Estas eran también usadas como residencias temporales durante las jornadas de trabajo y los viajes de cacería y recolección. Con el tiempo, la actividad productiva se desplazaba a una de estas casas temporales a medida que en las tierras alrededor de la comunidad de origen crecía el bosque secundario, de manera que ésta se convertía en permanente y se transformaba en el centro de la vida social del grupo familiar. Como éste era un patrón muy fluido, cada comunidad contaba con más de una casa en todo momento, todas interconectadas con este sistema productivo disperso. Zent estimó que el radio promedio de manejo de recursos de una comunidad del alto Cuao, por ejemplo, donde las formas más tradicionales de la cultura piaroa aún prevalecen, era de alrededor de 10 km. (Zent 1992: 374). La movilidad era entonces una de las principales características de este patrón de asentamiento, que tenía, además, importantes variaciones estacionales. Durante la estación seca, el isode se dividía en varios 5 asentamientos temporales, generalmente compuestos por una familia extendida, para tomar ventaja de la mayor abundancia de cacería y pesca. De acuerdo con Zent, ésta era una antigua tradición piaroa conocida como dea kweæshiæ, caminando y durmiendo en el bosque (Zent 1992: 377). De esta manera, la vida social de los piaroas fluctuaba entre la concentración de población durante la temporada de lluvias y la dispersión durante la temporada seca. La composición de la comunidad también cambiaba con sus dinámicas políticas, las cuales siempre se manifestaban en sus elecciones de residencia. Overing, a finales de los sesenta, encontró que el 90% de los adultos de Paria Chiquito, donde realizó la mayor parte de su trabajo de campo, habían cambiado de grupo familiar al menos una vez en su vida, y el restante 10% correspondía a adultos recién casados. Según Overing, casi la mitad de los adultos (48%) se habían mudado entre dos y siete veces y casi todas las mudanzas eran debidas a decisiones político/religiosas. Más del 50% de estas mudanzas habían sido hechas por personas con edades que oscilaban entre 25 y 30 años (Overing 1975: 107). Zent, unos veinte años más tarde, estimó que en el alto Cuao un individuo cambiaba de comunidad al menos una vez cada 2,5 años en promedio, y cambiaba de afiliación grupal, es decir, se muda bajo la protección de otro chamán o se independiza, una vez cada 8,5 años (Zent 1992: 387). Zent también encontró que el 77% de las residencias que una persona tenía durante su vida se concentraban en un área delimitada por un radio de 10 km., que corresponde más o menos a su territorio o cuenca de origen (Ibid. 388). En el área circunscrita por un radio de 20 km. la incidencia aumentaba al 91%. A partir de los años setenta, este patrón comenzó a cambiar aceleradamente, como resultado de una creciente interacción con diferentes actores de la sociedad occidental. Durante estas décadas la mayor parte de los piaroas abandonaron las cabeceras de los ríos en los que tradicionalmente habitaban en búsqueda de zonas con fácil acceso a los mercados y servicios nacionales. Entre otras, el acceso a los servicios médicos y la conversión religiosa jugaron un papel preponderante (Mansutti 1990; Zent 1993, 2000). Este proceso dejó el corazón de su territorio tradicional, tal como las cuencas altas del Marieta, el Autana, el Cuao y las nacientes del Cataniapo, prácticamente despoblado. Como resultado de esta redistribución demográfica hoy en día más del 90% de las comunidades piaroas se encuentran en la periferia de su territorio tradicional (OCEI 1993). La consecuencia más resaltante de estos movimientos ha sido la creciente tendencia a vivir en comunidades grandes, de más de 100 habitantes. Hace apenas 54 años, el censo indígena nacional reportó sólo una comunidad con más de 50 habitantes (Ministerio de Fomento 1950) y todavía a finales de los sesenta Overing (1975) reportó un patrón de asentamiento parecido al descrito arriba para la mayor parte del territorio. Sin embargo, entre los años setenta y ochenta comenzaron a aparecer comunidades con 6 tamaños sin precedentes en diversos puntos de su periferia territorial, tales como Caño Piojo, Caño Mure, Monduapo, Cupavén, Caño Grulla, Paria Grande, Paria Chiquito, Gavilán, Betaña y Parhueña, todas bajo la influencia de algún asentamiento criollo o misionero, y la mayoría de ellas en las cercanías de Puerto Ayacucho (Mansutti 1990: 49). En 1982, 17 comunidades concentraban el 33% del total de la población, con 2.331 personas, y alrededor del 76% de la población vivía en comunidades con más de 30 y menos de 99 personas. Sólo 14% de las comunidades tenían menos de 30 personas y mantenían su forma tradicional de vivienda, el isode (OCEI 1985). En años posteriores esta tendencia se ha acentuado y en el presente se mantiene2. Figura Nº 1 Cambios de tamaño de las comunidades piaroas entre 1985 y 1993. Fuente: OCEI 1985, 1993 Los asentamientos grandes tienden a hacerse permanentes debido a una serie de prácticas gubernamentales orientadas a sedentarizar a los pueblos indígenas, tales como la concentración de servicios básicos en áreas de alta densidad poblacional (ej. ambulatorios, viviendas rurales, escuelas, etc.). Estos cambios han sido obviamente acompañados por cambios importantes en los patrones sociales, económicos y simbólicos, al punto que Zent estima que sólo un 5% de los piaroas contemporáneos se corresponden con las descripciones etnográficas hechas por Overing, Monod y otros antropólogos escasos 15 años antes de su primer trabajo de campo, en 1984 (cf. Monod 1970). Más aún, la necesidad de acceso a bienes y servicios en comunidades del interior del territorio las hacen vulnerables y dependientes de comunidades de la periferia, acentuando la tendencia a mudarse a esta zona. 2 Para el momento en el que se terminó este artículo los resultados del censo indígena del 2001 no habían sido publicados más que de manera parcial, por lo que esta información aún no está disponible, pero nuestras observaciones de campo del 96 al 2004 sugieren que este patrón se mantiene en el presente. 7 El isode es hoy una rareza arquitectónica de las comunidades más tradicionales del territorio, aunque su estructura persiste en muchas comunidades periféricas, donde es usada como cocina, lugar de trabajo, o residencia unifamiliar, pero sin las características sociales ni las dimensiones de antaño. Muchos piaroas han adaptado viviendas indígenas de diverso origen, sobre todo de diseño rectangular, de más fácil fabricación, al nuevo modelo de vivienda unifamiliar predominante. Una gran porción de su población actual vive incluso en viviendas rurales construidas por el gobierno, con techos de zinc y paredes y pisos de cemento (Mansutti 1988). Estas, aunque terriblemente inapropiadas para el ambiente amazónico (demasiado calientes por el día y demasiado bajas para hacer fuego) están entre los programas gubernamentales más perseguidos por los piaroas. Hay muchas razones para esto. Por un lado, la posesión de viviendas rurales es una manera de obtener acceso a otros servicios gubernamentales muy apreciados por las comunidades, tales como escuelas, ambulatorios médicos, electricidad y transporte público. Por otro lado, la posesión de viviendas rurales y servicios supone un reconocimiento por parte del gobierno que incluye la creación de puestos de trabajo y la asignación de salarios, de los cuales se beneficia toda la comunidad. Lo inapropiado de estas viviendas rurales, por su parte, generalmente lo solventan construyendo churuatas en la parte trasera de las casas, las cuales son usadas como cocinas, lugares de trabajo y almacenes, así como hospedaje para visitantes. Figura Nº 2 Betaña de Topocho, 1997. Churuata tradicional en la parte trasera de una vivienda rural 8 Estos cambios también han reestructurado las nociones de corresidencia entre los piaroas. Las viviendas rurales son ahora construidas para la familia nuclear, lo cual ha reforzado la independencia de esta unidad de producción y consumo. Sin embargo, las viviendas rurales están agrupadas al interior de la comunidad en facciones o grupos familiares, por llamarlos de alguna manera, los cuales indican el área de residencia de la familia extendida o de los parientes cercanos (cf. Mansutti 1988). Esta agrupación de casas, que no es obvia a primera vista y que cambia constantemente con la creación y la ruptura de alianzas familiares y políticas, es el centro de la mayor parte de los intercambios, regalos y ayuda para las tareas que la familia nuclear no puede realizar por sí misma. Estos subgrupos dentro de la comunidad, o facciones, suelen corresponder al grupo de residencia de un isode en el pasado y comparten el mismo territorio para la agricultura, generalmente una micro cuenca alrededor de la comunidad (ver más adelante). Estos cambios han reestructurado el escenario de convivencia en las comunidades piaroas, lo que ha influido tremendamente en sus relaciones sociales. En las próximas páginas analizaremos estos cambios con un poco más de detalle. La comunidad En la sociedad piaroa, quién vive con quién ha sido siempre el resultado de relaciones sociales negociadas, en las que las necesidades e intereses individuales juegan un rol central. Sin embargo, ciertos ideales de convivencia dominan sus decisiones en este sentido. Una estrecha correlación entre la proximidad geográfica y la proximidad social es determinante. Para los piaroas, una persona con bienestar es una persona que vive con muchos de sus parientes cercanos en armonía. Algunos aspectos estéticos, como la limpieza de plantas y malezas en las áreas públicas de la comunidad, son señalados por ellos como indicadores importantes del estado de cohesión del grupo de corresidentes. Como en el pasado, la comunidad está idealmente formada por un grupo de parientes relacionados bilateralmente, quienes intercambian individuos en matrimonio. Este grupo es reconocido verbalmente con el término shavarua, mi (sh-) pariente (-avarua). Sin embargo, shavarua es una palabra polisémica y su significado cambia de acuerdo al contexto en que se usa. De acuerdo con su mitología, todos los piaroas son –avarua (parientes), ya que todos descienden de la primera pareja creada por Wahari, un héroe mítico. Por esto, ellos distinguen entre tiki shavarua, mis parientes cercanos, y otho shavarua, mis parientes lejanos (Zent 1992: 336). Sin embargo, las personas incluidas en estas categorías son constantemente revisadas en la medida en que cambian de afiliación grupal o mudan su residencia (Ibid. 337). Shavarua también se refiere a un amigo o persona amistosa, y su saludo más común, ta:naka shavarua, enfatiza este parentesco potencial y deseo de buenas relaciones. Hoy en día, esta expresión es también 9 usada para relacionarse con algunos criollos o personas de otro grupo indígena con quienes el hablante tiene buenas relaciones. Idealmente, la distancia geográfica es un factor determinante en sus preferencias matrimoniales, en el sentido de que mientras más cercano esté el lugar de residencia entre el novio y la novia, mejor. La preferencia es dada al matrimonio entre primos bilaterales cruzados que residen en la misma comunidad (Zent 1992: 348). Sin embargo, en comunidades tradicionales este ideal era generalmente difícil de alcanzar debido al reducido número de corresidentes y, de hecho, la coincidencia de matrimonios al interior de la comunidad era baja (Overing 1975: 144). En el alto Cuao, por ejemplo, Zent encontró que sólo el 45% de los matrimonios ocurría entre personas nacidas dentro del radio de 10 km. de la comunidad, es decir, el radio de movilidad de la comunidad (1992: 351). En cambio, la mayor parte de los matrimonios ocurría dentro del radio de los 20 km., que abarcaba al 84% de todos los matrimonios de la comunidad, mientras que sólo el 16% ocurría entre personas nacidas a más de 40 km. No es de sorprender entonces que el grupo de comunidades vecinas fueran el centro de la mayor parte de las dinámicas sociales, económicas y políticas fuera de la comunidad (ver más adelante). Cuando una persona no podía casarse con alguien de su propia comunidad, entonces el ideal de matrimonio endogámico se cumplía reclasificando a los nuevos miembros de la comunidad simbólicamente, haciéndolos miembros del tiki shavarua. Así, la regla se cumplía siempre, en la práctica o en lo simbólico. Overing comentó que, a través de este mecanismo, los piaroas transforman simbólicamente sus relaciones para hacer que los dos mundos coincidieran; el ideal de matrimonio endogámico y corresidencia de parientes cercanos y el real de exogamia e intercambio constante de individuos entre comunidades (Overing 1988: 364). En comunidades periféricas, dos aspectos de su nuevo patrón de parentesco han afectado el matrimonio: por una parte, una mayor tendencia a vivir en comunidades grandes, de más de 100 habitantes y, por la otra, una comunicación más fluida y rápida entre comunidades distantes. Ambos aspectos han influido en las costumbres matrimoniales de los piaroas produciendo dos tendencias contrastantes: hoy en día la mayor parte de los matrimonios ocurre entre personas que viven en la misma comunidad o entre personas que viven en comunidades muy distantes. De un censo de la cuenca alta del río Cataniapo que realicé en el 2000, alrededor del 39% de todos los matrimonios ocurrieron entre miembros de la misma comunidad, y aproximadamente la misma proporción ocurrió entre personas nacidas a más de 40 km. de distancia entre si, es decir, en comunidades muy lejanas. En contraste, sólo 22% de los matrimonios ocurrieron entre personas de comunidades colindantes o vecinas (ver tabla 1). 10 Tabla Nº1 Distancia entre matrimonios de la cuenca alta del río Cataniapo Matrimonios: En la misma comunidad Gavilán San Pedro Merey Sardi La Primavera Total 19(58%) 2 (9%) 0 2 (67%) 1 (100%) 24 (39%) 4 (12%) 6 (29%) 4 (100%) 0 0 14 (22%) Comunidades distantes (>40 km) 10 (30%) 13 (62%) 0 1 (33%) 0 24 (39%) Total 33 (53%) 21 (34%) 4 (6%) 3 (5%) 1 (2%) 62 (100% Comunidades vecinas (<40 km) Las razones para este nuevo patrón son diversas y a menudo relacionadas con la historia particular de cada comunidad. Sin embargo, dos aspectos principales explican esta reorientación estadística. Por un lado, en comunidades grandes las posibilidades de casarse dentro de la comunidad, y satisfacer así su ideal de matrimonio, son mayores que antes. Lo que explica que el porcentaje de matrimonios dentro de la comunidad crezcan con el tamaño de la comunidad, como en el caso de Gavilán, la comunidad más grande de la cuenca alta, con un 58% de matrimonios endogámicos. Por otro lado, el incremento en las relaciones de larga distancia que la tecnología occidental ha introducido en la zona ha expandido el universo social de los piaroas a la hora de elegir pareja para sí o para sus hijos. Con esto, el paisaje político de los piaroas se ha expandido considerablemente, junto con las posibilidades de matrimonio que fortalecen el poder político y el estatus social. Esto explica el gran porcentaje de matrimonios entre comunidades distantes en San Pedro y Gavilán, con 62% y 30% respectivamente. En San Pedro, por ejemplo, el alto porcentaje de matrimonios entre comunidades distantes fue estimulado por la migración de todos sus miembros fundadores a Tamatama, fuera del territorio piaroa, debido a su participación en el proceso evangelizador de los años sesenta. Una vez evangelizados, la mayoría de los hermanos que más tarde fundaron San Pedro trabajaron en sitios tan distantes como Guanay, Puerto Ayacucho, Ciudad Bolívar y el Alto Orinoco. Aún hoy en día un segmento importante de la población de la comunidad tiene relaciones importantes con comunidades de zonas tan distantes como Guanay y el Parguaza, principalmente debido a sus constantes encuentros religiosos. Estas relaciones, obviamente, incluyen alianzas matrimoniales. Otro factor que influye en sus decisiones maritales es la mayor libertad individual para elegir pareja, como resultado de la debacle del poder tradicional y la costumbre de arreglar matrimonios entre consuegros. Por ello, el romance y el interés personal ejercen hoy una mayor influencia en este tipo de decisiones. 11 Por otro lado, la marcada preferencia por zonas de fácil acceso fluvial o terrestre para el asentamiento de sus nuevas comunidades, así como el uso frecuente de medios de transporte y comunicación masivo, han incrementado las posibilidades de los piaroas para realizar visitas, una de sus actividades favoritas. Viajes que parecen tener una motivación económica a primera vista, a sitios tan lejanos como las costas del Caribe, raramente pagan los costos del transporte y son más bien motivados por su fascinación por el viaje. La constante circulación de individuos hace que aun en grandes comunidades con viviendas de bloque de construcción y zinc es difícil encontrar el mismo grupo de personas en dos ocasiones diferentes. La virtual desaparición del warime en zonas periféricas, por ejemplo, la principal celebración intercomunitaria de los piaroas en el pasado, ha dado paso a otras actividades intercomunales que han expandiendo más aún su capacidad de convocatoria y visita. Los congresos piaroas de 1984 y 1994, los sucesivos campeonatos deportivos (de fútbol, 2000, y olímpico, 2004), así como las constantes reuniones religiosas y políticas, involucran porciones de su población que sus antepasados no podían ni soñar con ver juntas. Algunos de estos eventos reúnen representantes de cuencas que cuarenta años atrás tenían poco o ningún conocimiento una de la otra. Estos eventos, evidentemente, han expandido las posibilidades de matrimonio de los jóvenes piaroas. Aunque los matrimonios entre comunidades vecinas tienden a ser menos frecuentes, la vecindad de comunidades es aún un referente importante para el intercambio económico y social. Comunidades de la misma cuenca con diferencias de acceso a los servicios del Estado, a los bienes occidentales o al mercado generalmente se articulan alrededor de este acceso desigual, así como lo hicieron en el pasado (Mansutti 1988). Gavilán, por ejemplo, es la principal conexión con la sociedad nacional para las comunidades de la cuenca alta del Cataniapo. Esta relación de dependencia es reforzada por la costumbre piaroa de llevar a cabo transacciones económicas sólo con gente con la que tienen una relación de parentesco (Mansutti 1986). Es así como comunidades con relaciones frecuentes con el mundo criollo, como Gavilán, actúan como intermediarios para el flujo de bienes en una y otra dirección. Sin embargo, los líderes de las comunidades más distantes se esfuerzan constantemente por romper esta dependencia, y los matrimonios entre comunidades distantes forman parte de esta lucha por su independencia, ya que cada comunidad trata de establecer sus propios lazos con la sociedad nacional. En relación con sus elecciones de residencia postmarital, Overing señaló que éstas no se pueden explicar por un principio único, por lo que sus patrones no pueden ser encasillados en categorías tradicionales de la antropología, tales como patrilocalidad o virilocalidad, debido al gran espectro de alternativas que tiene cada individuo (1975: 120). Durante su estudio de 1968, en Paria Chiquito, ella encontró que el número de hombres viviendo 12 con sus padres o con sus parientes políticos era muy similar, 69% y 60% respectivamente (incluyendo los casos de solapamiento), lo que hacía una categorización de patrilocalidad o matrilocalidad muy problemática (Ibid. 102). Por lo que respecta al ideal piaroa de vivir entre hermanos(as), ella encontró que había una mayor inclinación a la residencia uxorilocal, aunque acotó que ésta respondía más a una tendencia estadística que a una regla. En el 75% de los casos que ella estudió las hermanas estaban viviendo juntas, mientras que sólo en el 42% de los casos eran los hermanos los que vivían juntos (Ibíd. 109). Zent confirmó la preeminencia de la residencia uxorilocal entre los piaroas del Cuao dos décadas más tarde (1992: 151-153). Ambos autores atribuyen esta tendencia al “servicio del novio”, un tiempo durante el cual el novio debe vivir y trabajar en la residencia de los padres de la novia, por lo cual la residencia uxorilocal es obligatoria. Después de este período, que Overing estimó en seis meses, pero que Zent encontró podía ser mucho más largo, es difícil reorganizar la vida económica y social de la pareja en una comunidad diferente. También, entre los piaroas, la opinión de las mujeres en todas las decisiones de la casa y la agricultura son decisivas, por lo que es comprensible que las mujeres ejerzan presión para quedarse con sus hermanas después del matrimonio, en lugar de mudarse a la casa de la familia del esposo donde casi seguramente le esperaría, de acuerdo con sus costumbres, una vida de continuos roces con su familia política. Otro factor que afecta la decisión de dónde vivir después de casarse son las dinámicas políticas que rodean el matrimonio. La residencia postmarital es en gran medida el resultado de las maniobras políticas del padre de la novia cuando arregla su matrimonio. El matrimonio es la manera más segura y rápida de incrementar el número de individuos en la comunidad, y por lo mismo su estatus económico y social. Por ello, los padres de los novios se esfuerzan por ganar individuos con cada matrimonio, en lugar de perderlos. Overing señaló que la oferta y aceptación de una esposa por el rua para sí mismo o para uno de sus hijos es un acto político. En el pasado, un rua solía ofrecer uno de sus hijos en matrimonio a otro rua de menor estatus de manera de asegurar la expansión de su isode o a uno de mayor estatus para sellar una alianza que podría proveerle un prestigio superior. Como mencionamos, esta alianza produce relaciones de parentesco, –avarua, en donde no existían previamente. No obstante, el parentesco no lleva consigo obligaciones de naturaleza permanente, y la decisión final sobre la residencia postmarital recae sobre las negociaciones entre los padres del novio y los de la novia, o entre el novio y su suegro. El servicio del novio, por ejemplo, puede ser evitado si el novio puede pagar en bienes o dinero, que es la estrategia más frecuente en la actualidad, o si es el hijo o aprendiz de un líder / chamán poderoso. El liderazgo, sin embargo, no ha sido una excepción al cambio. A medida que los piaroas se han ido involucrando con el mundo criollo, las habilidades 13 para lidiar con éste se han vuelto atributos indispensables de sus líderes. Algún nivel de educación formal y bilingüismo son en la actualidad prerrequisitos para que una persona se convierta en líder. Esto debido a que el poder de un líder es medido, principalmente, por su habilidad para sacar ventaja de los criollos para el bien de la comunidad. La adquisición de infraestructura, tal como escuelas, enfermerías, casa, etc., y los salarios gubernamentales que éstas conllevan, están entre las principales tareas de los líderes y son muy apreciados por las comunidades. El liderazgo también forma parte de una lucha constante por fuentes de dinero permanente, ya que los líderes indígenas son generalmente pagados por el gobierno nacional, a través de sus organismos regionales, y éstos ejercen alguna influencia en la asignación de puestos de trabajos a otros miembros de la comunidad. Es por ello que la lucha por estatus y poder político en la que la sociedad piaroa ha estado tradicionalmente inmersa tiene hoy por hoy un componente económico. En esta misma medida, la mayor parte de los líderes religiosos han perdido o han visto debilitado su poder político. Comunidades grandes como las de la cuenca del Cataniapo están compuestas por varias facciones que luchan por la elección de miembros de sus familias para puestos gubernamentales. Estas luchas son una de las razones más comunes para la división de una comunidad, ya que las comunidades grandes atraen piaroas de áreas más tradicionales, pero, a medida que éstas crecen, crecen también las luchas entre facciones por el acceso a estos servicios y salarios. San Pedro y San Pablo, en la cuenca alta del Cataniapo, son ejemplo de este proceso. San Pablo es una comunidad que se separó de San Pedro en 1984, cuando una facción de inmigrantes del Alto Cuao que vivía en San Pedro decidió mudarse a la rivera opuesta del río Cataniapo. Esta separación fue causada por las fricciones entre los líderes de distintas facciones como resultado de la distribución desigual de los puestos gubernamentales en San Pedro, los cuales eran acaparados por las familias originarias de la zona. Los conflictos causados por esta separación han durado en el tiempo hasta el presente, y las relaciones entre ambas comunidades siempre han sido conflictivas desde entonces. Estas fuerzas opuestas, de concentración de población en comunidades grandes, por un lado, y constantes divisiones de facciones en comunidades más pequeñas alrededor de éstas, por el otro, son características del nuevo patrón de asentamiento piaroa. Una comunidad muy grande e influyente, como Gavilán, incrementa constantemente el número de sus miembros a través de alianzas matrimoniales y políticas, pero este crecimiento, que en casos como el de Gavilán es hasta del 280% en sólo 16 años, es compensado por una constante separación de facciones rivales, las cuales establecen comunidades satélite, en gran medida dependientes de su comunidad madre, aunque generalmente antagonistas, que luchan por conseguir completa autonomía por medio de la asignación directa de facilidades y salarios 14 gubernamentales. Estas comunidades satélite, sin embargo, no pueden alejarse demasiado de sus comunidades madre sin poner en riesgo su capacidad productiva, ya que sus conucos y barbechos familiares están circunscritos al radio de 10 km. de sus comunidades madre. Este es el caso, por ejemplo, de La Primavera, Merey, Pérez-Pérez, y otras fincas familiares que se han dividido de Gavilán, una de las comunidades más viejas de la cuenca alta del Cataniapo. El acceso a bienes y servicios occidentales, más aún, es una variable fundamental para que una facción o familia pueda separarse de una comunidad como Gavilán. De hecho, como vemos en la tabla 2, la creación de una nueva comunidad o finca familiar disminuye el número de dependientes por salario, lo cual estimula su creación, ya que aumenta el ingreso per cápita. Así, aunque en comunidades del tamaño de San Pedro o Gavilán el número absoluto de salarios es mucho mayor, el número de dependientes por salario es también mayor, lo cual reduce el ingreso per cápita. Tabla Nº 2 Número de empleados por casa y comunidad en el Alto Cataniapo Asalariados por casa Porcentaje de asalariados por comunidad Total de empleados La Primavera Merey Sardi San Pedro Gavilán 1 0.5 0.6 0.3 0.3 11% 7% 10% 6% 6% 1 2 2 7 13 Este proceso constituye, por así decirlo, una asalarización del liderazgo y cambia radicalmente el poder de negociación de un hombre adulto a la hora de decidir su residencia postmarital con sus suegros. Más aún, como la distribución de salarios en las comunidades es informalmente negociada por la comunidad con los agentes del Estado, tener una mayoría de candidatos en la facción de una persona es crucial para la adquisición de salarios a futuro. Los miembros elegibles de una facción son, en términos generales, hombres jóvenes. Por ello, un joven de una gran comunidad está en una posición mucho más fuerte para negociar su residencia postmarital con su suegro si este último proviene de una comunidad más pequeña o no es un líder importante. Esto ha revertido la proporción de hermanos y hermanas viviendo juntos en comparación con períodos anteriores, donde la tendencia actual es hacia la residencia virilocal (cf. Overing 1975; Zent 1992). En Cataniapo, alrededor del 58% de los hermanos viven juntos, en contraste con el 42% de las hermanas. 15 Tabla Nº 3 Número de hermanos y hermanas viviendo juntos San Pedro Gavilán Merey Número de hermanos viviendo juntos 13 (62%) 26 (72%) 2 (50%) Número de hermanas viviendo juntas Total Sardi La Primavera San Pablo* Total 2 (67%) 0 3 (33%) 46 (58%) 33 (42%) 8 (36%) 20 (54%) 0 0 0 5 (36%) 21 (27%) 46 (66%) 2 (2%) 2 (2%) 0 8 (10%) 79 (100%) * Zent 1992, sin publicar. Esta tendencia también se puede corroborar en el hecho de que la mayor parte de las comunidades de la cuenca alta han sido fundadas por grupos de hermanos, y la mayor parte de la vida política de estas comunidades gira alrededor de éstos. Comunidades más recientes, tales como Merey y Sardi, son invariablemente el resultado de la iniciativa de un grupo de hermanos3. En el caso de San Pablo, la única excepción a esta tendencia en la cuenca, hay dos aspectos que deben ser tomados en cuenta. Primero, los datos de la tabla fueron recogidos nueve años antes de mi censo del 2000 (Zent 1992, sin publicar). Y segundo, esta comunidad está principalmente compuesta por inmigrantes del Alto Cuao, una de las pocas regiones donde los aspectos más tradicionales de la cultura piaroa aún se mantienen, y es en gran medida usada como comunidad puente entre el Alto Cuao y el mercado y los servicios de Puerto Ayacucho. Sin embargo, vale aclarar que, tal como explicó Overing (1975), la residencia postmarital entre los piaroas es una tendencia estadística, más que una regla, ya que ellos no tienen opiniones firmemente formadas al respecto. Las hijas de un jefe de importancia, por ejemplo, tienden a permanecer en su comunidad después del matrimonio. Igualmente, un líder respetado y con una fuente de ingresos permanente (ej. un comisario, un chamán, etc.) tiende a mantener su familia unida, y está en el centro de la configuración espacial de la comunidad (ver figura 3). Por otro lado, este mismo principio permite establecer vínculos con comunidades periféricas a familias de áreas más tradicionales o con poco acceso al mercado y los servicios del Estado, los cuales son utilizados más tarde para mover a toda la familia a la periferia. 3 Según el relato de uno de los árbitros de esta publicación, éste es un aspecto corroborado por Mansutti en su tesis doctoral, a la cual no he tenido acceso al momento de culminar este artículo (ref. Mansutti, A. 2002. Le parcours des créatures de Wajari: socialisation du milieu naturel, système régional et migrations chez les Piaroa du Venezuela. Paris: EHESS, tesis doctoral). 16 Por todo esto, uno podría concluir que el acceso directo o indirecto a los puestos asalariados de la comunidad tiene una influencia importante sobre las decisiones de residencia postmarital a lo largo de toda la cuenca. Sin embargo, esto no debe entenderse simplemente como el producto de su dependencia económica de la sociedad nacional, sino como parte de un proceso mucho más complejo que incluye luchas por estatus y dinámicas políticas internas, entre otras. De hecho, las comunidades piaroas descritas en este ensayo gozan de una gran autonomía alimenticia y han incorporado el mercado a su mundo económico y simbólico de una forma bastante diferente de nuestro entendimiento del sistema capitalista (ver Freire 2002). Relaciones sociales Uno de los cambios más obvios en la organización social de la mayoría de los piaroas contemporáneos se refiere al número de personas con las cuales un individuo se relaciona diariamente. Hoy en día, una comunidad piaroa está generalmente compuesta no sólo por varias familias extendidas, sino por grupos de familias que anteriormente pertenecían a comunidades diferentes, e incluso a vecindarios diferentes. Cada uno con dinámicas políticas y derechos sobre la tierra disponible también diferentes. Esto ha cambiado dramáticamente aspectos esenciales de la convivencia en la vida cotidiana de los piaroas. El nuevo patrón social de los piaroas es uno de familias nucleares inmersas en un complejo sistema de facciones cohabitando una gran comunidad. En general, una facción está compuesta por un grupo de familias extendidas (es decir, una pareja y sus padres e hijos en alianza con algunos de sus hermanos o hermanas y sus familias), lo cual suele corresponder al grupo de corresidentes de lo que antiguamente era un isode, o sus descendientes. Estas asociaciones pueden apreciarse también en sus patrones de uso del territorio. Una facción comparte el mismo valle para la siembra de conuco, y trabaja junta en aquellas actividades que requieren de más fuerza de trabajo que la de la familia nuclear. Esta área agrícola corresponde casi siempre a lo que era el territorio del isode de procedencia de la facción (Freire 2003). Las facciones también pueden ser observadas en la distribución de las casas dentro de las comunidades. Como en los isode, parientes cercanos prefieren vivir tan cerca como puedan el uno del otro, lo cual determina su distribución espacial al interior de la comunidad y hace que familias enteras intercambien viviendas constantemente; a medida que cambian sus relaciones políticas y de amistad (ver fig. 3). Cada facción tiene uno o más líderes que compiten con líderes de otras facciones para ganar el apoyo de la comunidad para sus propuestas. Entre otras cosas, el balance de poder en favor de un líder u otro tiene un impacto directo sobre el acceso que sus miembros van a tener a los puestos del Estado 17 Figura Nº 3 Distribución de facciones en San Pedro en el año 2000 y sus salarios, lo que produce fricciones entre las facciones. Estas fricciones no son siempre arregladas por métodos tradicionales. En su lugar, facciones rivales buscan apoyo en la sociedad nacional (en el caso de Cataniapo en Puerto Ayacucho) que permitan exhibir la fortaleza de su relación con el mundo criollo. Esta es la razón por la que prácticamente cada cabeza de familia en una comunidad periférica se presenta a sí mismo como el representante de tal o cual organización, partido político, movimiento social, religioso, etc. Tal y como sucedía con el orden jerárquico de los ruæ (pl.), los más “conocedores” o “hábiles” para lidiar tanto con la sociedad nacional como con su propia comunidad son generalmente aceptados por la mayoría como los líderes. Esta persona o personas generalmente ostentan el cargo de comisario o capitán de la comunidad. A menudo, líderes que representan facciones antagónicas ocupan indistintamente estos dos puestos. Antes de la asignación de salario al puesto de capitán4, éste era un cargo ostentado por 4 En 1998, como parte de la campaña política del gobernador del Estado para su reelección, una serie de nuevos salarios fueron introducidos en las comunidades del Estado Amazonas. Entre éstos, el gobernador de ese entonces decidió asignarle salario al puesto de capitán de comunidad, hasta entonces un puesto no asalariado, destinado a dar estatus legal a los líderes tradicionales de las comunidades. Al mismo tiempo, el gobernador creó el puesto de policía indígena, que posteriormente fue eliminado. 18 líderes ancianos, quienes tenían facultades consultivas sobre las decisiones que competían a toda la comunidad. Desde 1998, sin embargo, este puesto pasó a formar parte de la competencia por salarios nacionales al interior de las comunidades, lo cual ha generado varias disputas entre los líderes tradicionales y jóvenes que aspiran a ocupar estos cargos. Algo similar ocurrió con la introducción del puesto de “policía indígena”, cargo que la mayor parte de los “policías” piaroas llevaban a cabo con un rigor extraordinario, de 8am a 5pm y en uniformes negros, aunque sin la menor idea de lo que ser un “policía” implicaba. Sus días, en general, transcurrían como de costumbre, entre el conuco, el bosque y la comunidad, aunque en uniforme. Esto se debió, en parte, a que los policías indígenas no eran elegidos de entre los líderes comunitarios, sino de acuerdo a su afiliación política, y en parte al hecho de que la idea del policía es totalmente ajena a su comprensión de las relaciones sociales y las reglas de convivencia tradicionales. A menudo, la asignación a dedo y desde afuera de cargos gubernamentales genera, o aviva, fricciones entre facciones rivales, dando pie a la imposición de líderes que no cuentan con el apoyo de la mayoría de la comunidad. En estos casos, la comunidad reacciona en contra de estos “líderes” oficiales a través de sus mecanismos tradicionales de exclusión, tales como el chisme y la marginación social. En una de las comunidades donde realicé trabajo de campo entre el 98 y el 2000, por ejemplo, el líder de una facción minoritaria tomó el cargo de capitán a través de un arreglo individual con el partido político de turno, escamoteándole el cargo al antiguo capitán, quien contaba con el apoyo de la mayoría de las otras facciones. La reacción de la mayoría fue la de excluir al nuevo capitán de las decisiones políticas de la comunidad, así como de muchas de las actividades sociales de la misma. Al mismo tiempo, la mayoría continuó dirigiéndose al antiguo capitán como a la persona responsable de los asuntos externos de la comunidad. El comisario, por otro lado, mucho más joven que los dos capitanes en disputa, pasó a ser el líder de consenso, debido a que era el único capaz de tomar decisiones con la participación de todas las facciones en disputa. En casos como éste, la creciente presión de la comunidad por reestablecer sus propios arreglos políticos produce un acuerdo entre las partes o una división, reestableciendo la relativa armonía que impone la pequeña escala de las relaciones políticas en esta sociedad. Otro aspecto usado con frecuencia por facciones antagónicas para establecer su rivalidad es el que tiene que ver con la religión. La mayor parte de los piaroas practican una mezcla de rituales que incluyen creencias cristianas, ya sea católicas o evangélicas, y creencias tradicionales. Un evangélico, por ejemplo, suele ser respetuoso de los sitios sagrados de su comunidad por miedo a contraer enfermedades, aun si al nivel del discurso niega el vínculo religioso que une a estos sitios con la enfermedad. Esta flexibilidad religiosa hace que, en muchos casos, la afiliación de una persona a una religión u otra responda más a las ideas de su facción que a un acto de conversión real. Por ello, algunas disputas intracomunitarias atribuidas a 19 diferencias religiosas, tales como las relacionadas con la prohibición del alcohol por parte de los evangélicos, son en realidad el resultado de roces entre facciones rivales que usan sus afiliaciones religiosas como un medio para expresar sus sentimientos antagónicos. Al nivel de los parientes cercanos, los cambios descritos hasta ahora también alteraron algunos de los principios que daban orden a la vida social, tales como las relaciones entre generaciones distintas y entre sexos. Las relaciones entre personas de diferentes generaciones han sido alteradas por el mayor estatus de los jóvenes, derivado de sus habilidades superiores para lidiar con las nuevas realidades de su sociedad. En la mayor parte de los casos, los líderes tradicionales se aseguran de que sus hijos tengan acceso a la educación occidental, de manera de garantizar el estatus relativo de sus respectivas facciones o grupos familiares. Como resultado de esto, hoy en día varios piaroas han alcanzado o están recibiendo educación superior. Este desbalance en el acceso al conocimiento necesario para lidiar con el mundo criollo ha roto muchas de las reglas básicas de las relaciones intergeneracionales. Sin embargo, la mayor parte de los líderes tradicionales ejercen alguna autoridad sobre los jóvenes y éstos suelen respetar sus opiniones. Los piaroas, por otro lado, perciben negativamente las expresiones exageradas de deseo de poder de los jóvenes. De manera que aquéllos que muestran demasiado interés por establecer fuertes nexos con el mundo criollo son criticados y ridiculizados, lo cual ejerce un efecto de balance en la distribución de poder entre jóvenes y viejos, a la vez que disminuye la fuerza del acercamiento de los jóvenes al mundo criollo. Las diferencias de sexo también han sido enormemente modificadas. La apertura de escuelas públicas en algunas comunidades, y el hecho de que muchas mujeres son contratadas en Puerto Ayacucho y otros centros criollos como personal de ayuda en casas e instituciones de estos centros, han contribuido a que muchas mujeres tengan acceso a la educación y costumbres occidentales, así como al dinero. En otros casos, el matrimonio de una mujer piaroa con un criollo puede ser usada por su familia para establecer vínculos con la sociedad criolla. De esta manera, los padres ganan acceso a fuentes seguras de bienes y servicios criollos al tiempo que las mujeres ganan independencia. Los hombres jóvenes, por su parte, son más reacios a establecerse en pueblos criollos, por las razones descritas arriba, por lo que tienden a permanecer dentro de los linderos de su propio mundo. Esto ha dado a muchas mujeres un gran poder dentro de sus comunidades y el ver jóvenes mujeres ejerciendo puestos de estatus político, como el de comisaria o capitana, es cada vez más frecuente. Más común aún es que las mujeres con educación formal se desempeñen como profesoras de escuela y administren abastos u otros negocios en sus comunidades. Como contraparte, los hombres llevan a cabo, con mucha más frecuencia que en el pasado, actividades que tradicionalmente se consideraban de dominio femenino, tales como la siembra, la cocina y el procesamiento de la yuca. Muy 20 pocas áreas de la vida cotidiana son hoy de exclusiva competencia de uno u otro sexo. Aunque hay aún importantes excepciones, como la administración de la salud, que es todavía un área de exclusiva competencia masculina. La organización regional Uno de los aspectos más polémicos de las descripciones tempranas de Overing sobre los piaroas fue su modelo de divisiones territoriales del mundo piaroa en unidades económicas, políticas y religiosas llamadas “itso’fha”. De acuerdo con Overing, en 1968 los piaroas estaban divididos geográfica y políticamente en 15 territorios relativamente autónomos. Típicamente, un territorio o “itso’fha” estaba compuesto por seis o siete comunidades, con un promedio de 150 habitantes, variando de 100 a 350 personas en el Alto Sipapo, y alrededor de 600 personas en los territorios del Cuao Bajo y Medio, el Sipapo, Paria Grande y Paria Chiquito (Overing 1988: 317). Sin embargo, los límites de un territorio no eran permanentes ni fijos, sino que, por el contrario, cambiaban constantemente, adaptándose a los patrones migratorios de sus miembros. De acuerdo con Overing, las interacciones entre estas unidades eran raras, y los viajes a través de sus fronteras eran vistos como aventureros ya que cada territorio estaba lleno de peligros sobrenaturales para los visitantes indeseados. Según Overing, sólo los ruæ (pl.) podían cruzar estas fronteras porque ellos tenían el conocimiento mágico para sortear estos peligros. Es por esto que ella asegura que el comercio intertribal estaba dominado por los ruæ. De acuerdo con Overing, estas divisiones territoriales establecían una especie de organización jerárquica entre los piaroas relacionada con el poder simbólico de cada rua o chamán de comunidad. El “ruwang itso’fha”, como los llamó Overing, o “dueño del territorio”, era el líder de mayor estatus y el responsable del bienestar de todas las comunidades de su territorio. El era el único rua capaz de organizar el sari o warime, el único ritual intercomunal celebrado por los piaroas, y su celebración involucraba a miembros de todo su territorio. Por ello, Overing propuso que, para moverse de un territorio a otro, un piaroa necesitaba del permiso de su “dueño” o rua, y la mayor parte de estos movimientos eran debidos a la constante búsqueda de protección ritual y deseo de ser enseñado en los secretos de la chamanería, con lo que enfatizaba la dimensión política de estas migraciones5. En su estudio comparativo de las sociedades del macizo guayanés, Peter Rivière encontró que esta organización territorial era excepcional para el área (Rivière 1984: 75). En su lugar, Rivière halló que en la mayor parte de las sociedades guayanesas que él analizó las comunidades vecinas formaban unidades más flexibles y menos estructuradas que en la descripción de 5 Una defensa de esta descripción se encuentra también en los trabajos de Mansutti (1986; 1988; 1990). 21 Overing (1975), las cuales interactuaban en respuesta a sus necesidades sociales, económicas y rituales. Stanford Zent, en su estudio del Alto Cuao, encontró un patrón territorial más parecido al de las descripciones etnográficas analizadas por Rivière que al descrito por Overing (Zent 1992). En lugar de territorios, Zent prefiere describir estas asociaciones intercomunitarias como vecindarios informales (informal neighbourhoods) y si bien concuerda en que existe un intercambio de bienes escasos obtenidos en otras áreas dentro de estos vecindarios, tales como objetos metálicos y curare, prefiere tomar distancia de la “definición dura” de territorio empleada por Overing, ya que estos territorios no comparten muchas de las características descritas por ella, tales como la dominancia o pertenencia de un único líder o la imposibilidad para establecer vínculos con el exterior por parte del resto de la población. De hecho, Zent notó que personas del Cuao con parientes distantes participaban en ceremonias de warime de varios chamanes, sin que esto supusiera contradicciones políticas o religiosas, y es muy frecuente encontrar más de un chamán por vecindario, los cuales organizan sus propios warime sin reclamar superioridad o pertenencia sobre las demás comunidades. En Cataniapo, de hecho, el único chamán que ha organizado un warime en varios años es un chamán del caño Colorado, una comunidad que, a pesar de su proximidad con Puerto Ayacucho, ha sido reacia a interactuar con la sociedad criolla y a abandonar su estilo de vida tradicional. Los líderes de San Pedro y San Pablo, a escasas tres horas de Colorado, han tomado parte en celebraciones organizadas por esta comunidad, pero si una relación de dependencia o superioridad debe establecerse entre ellas no cabe duda de que ésta sería en favor de las comunidades de Cataniapo. San Pedro y San Pablo gozan de un mayor estatus, desde el punto de vista piaroa, debido a su acceso a bienes y servicios occidentales, los cuales intercambian con los habitantes de Colorado en relaciones de mucha desigualdad. Por otro lado, Zent no pudo encontrar durante su trabajo de campo una traducción cercana a la noción de territorio en la expresión “itso’fha” (o itso’pha) (Zent 1992: 391-92). De hecho, la traducción de sus informantes en el Cuao coincide con la de los habitantes del eje carretero y la cuenca alta del Cataniapo, y hace referencia a una “nube”, “humo”, o “algo del aire”, como es más comúnmente traducido. En 1988, Overing misma señaló que este término podría haber sido usado metafóricamente por la gente de Paria Chiquito durante su trabajo de campo y que probablemente fuera de este territorio se usaran otros. Ella menciona “iso’hwæ” y “ihtawiyæ” como dos ejemplos de Paria Chiquito y del Bajo Cuao respectivamente. Sin embargo, como apuntó Zent, esta inconsistencia de términos pondría en duda la existencia de una terminología formal para “territorio” (Zent 1992: 393), lo que podría sugerir que la alianza entre comunidades no era tan rígida, formal y duradera como se pensó en un principio, por lo cual sería inapropiado llamarlos “territorios”, que es un término que da la idea de una asociación entre un grupo humano y un área determinada. 22 Sin embargo, las relaciones sociales de los piaroas de la periferia han cambiado tremendamente en este sentido durante los últimos treinta años a raíz de su interacción con la sociedad criolla, y por ello sería difícil evaluar la asertividad de la descripción de Overing en vista de los datos disponibles. Pero no cabe duda de que la organización territorial de los piaroas hoy en día es mucho más diversa, fluida e informal que la descrita por Overing. Visitas frecuentes, intercambios comerciales, y actividades intercomunales caracterizan la vida de la cuenca de la periferia, pero estas relaciones no implican diferencias de estatus o alianzas de algún tipo permanente o exclusivo. La mayor parte de los arreglos comerciales son más pragmáticos que ideológicos, y las comunidades constantemente luchan por romper las relaciones de dependencia que se establecen entre ellas debido al tamaño o a la acumulación de salarios, tal como se ha descrito en las páginas anteriores. Conclusiones El patrón de asentamiento piaroa contemporáneo no es uniforme y, por ello, su descripción seguramente varía dependiendo del área geográfica analizada. Sin embargo, es más o menos seguro decir que en la actualidad la mayoría de los piaroas viven en condiciones similares a las descritas para la cuenca del Cataniapo en este artículo. Más del 90% de su población vive en la periferia de sus tierras tradicionales, en áreas con acceso fácil a mercados y servicios criollos; la mayoría tiende a concentrarse en comunidades grandes, de más de 100 habitantes; y estas nuevas comunidades tienden a ser más permanentes que en el pasado, aunque una gran movilidad de individuos al interior del territorio y una constante fisión de comunidades tienden a contrarrestar estos procesos, aumentando a su vez la densidad poblacional en la periferia de su territorio. Hasta ahora, estos cambios han sido descritos como un proceso de sedentarización y de ruptura con sus formas tradicionales de vida. Un análisis más detallado, sin embargo, sugiere la necesidad de revisar la forma cómo la “sedentarización” ha tenido lugar entre los piaroas. Si bien es cierto que las viviendas rurales construidas por el gobierno son una de las políticas de desarrollo más fuertemente perseguidas por los piaroas cuando se establecen en la proximidad de un poblado criollo de importancia, como Puerto Ayacucho, la flexibilidad de sus patrones de asentamiento parece resistir la rigidez del bloque de construcción y los techos de zinc. La incompatibilidad de este tipo de asentamiento con sus dinámicas sociales y culturales son contrarrestadas por los piaroas de muchas formas, que incluyen el constante intercambio de individuos entre comunidades y al interior de éstas; la construcción de churuatas en la parte posterior de las comunidades, mejor adaptadas a sus costumbres y necesidades diarias; la constante fisión de comunidades; y la construcción de casas temporales en sus sitios de cultivo, caza y recolección, entre otras. De esta forma, los piaroas 23 han adaptado sus nuevos escenarios de interacción social a sus nociones particulares de convivencia. Este artículo ha querido sugerir que los futuros estudios de procesos de cambio deben ser analizados en esta dirección. Las sociedades indígenas de tierra baja no pueden seguir siendo estudiadas en función de “lo que eran” y “lo que han perdido” en estos últimos cuarenta años. Estas deben ser vistas como actores de sus propios cambios, que adaptan muchas de las condiciones que les son impuestas por la sociedad nacional a sus propios requerimientos y puntos de vista. Las dinámicas descritas en este artículo no son exclusivas de sus patrones de asentamientos. Los piaroas, como todos los pueblos indígenas del Amazonas, están proponiendo respuestas constantemente a los retos que se les presentan en su interacción con su gran vecino común, la sociedad nacional. Estas respuestas son más o menos efectivas de acuerdo al caso, pero no deben ser vistas a priori como simples procesos de colapso social. De hecho, algunas de estas propuestas ofrecen alternativas a la forma como el “desarrollo” se ha implantado en la región. Este artículo ha intentado demostrar que un análisis clásico de parentesco de estas comunidades arroja datos y tendencias de gran interés. Resumen Este artículo reporta cambios en el patrón de asentamiento y relaciones sociales experimentados por los piaroas del Orinoco Medio durante las últimas cuatro décadas. Estos cambios se deben principalmente a su creciente dependencia de bienes occidentales y servicios nacionales, lo que ha hecho que la mayoría de su población se desplace a áreas desde las que puede acceder a ellos con facilidad. Esto ha generado cambios que incluyen: una tendencia a concentrarse en la periferia de su territorio, el surgimiento de comunidades grandes, de más de cien habitantes; continuas fisiones y movilizaciones al interior de estas comunidades; una creciente tendencia al asentamiento virilocal; cambios en los patrones de convivencia, que involucra cambios de liderazgo, género y edad, entre otros. Aquí se sugiere que muchos de estos cambios, lejos de ser sintomáticos del colapso de su cultura, constituyen estrategias de adaptación a las nuevas condiciones del Amazonas contemporáneo. Abstract This article reports changes in settlement pattern and social relations as experienced by the Piaroa of the Middle Orinoco over the past four decades. These changes are mainly due to their increasing participation in aspects of national society and their dependence on western goods. The conditions created by this dependence have driven the majority of their population outside their traditional territories, spurring changes in: their notions of conviviality, 24 especially notorious in their attitude towards leadership, gender, and age; a rising trend to live in large communities, which nevertheless experience a constant flux of members due to internal migrations and community fission; and a tendency to virilocal residence after marriage, among others. This article suggests that many of these changes, far from being symptomatic of their cultural collapse, constitute adaptive responses to the current conditions of Amazonia. Bibliografía Anduze, P. 1974 Freire, G. 2002 2003 Los Dearuwa: los dueños de la selva. Caracas: Biblioteca de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. 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