Calzar al bebé ¿Cuándo y cómo?

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BebÉ
Al comenzar a andar hay
que prestar más atención
Toma nota
Calzar al bebé
¿Cuándo y cómo?
Desde que los bebés empiezan a gatear
debemos velar por que lleven los zapatos
idóneos, que permitan un crecimiento de los pies
natural, sin restricciones ni presiones.
Dr. Pablo García
Pediatra especializado en Cirugía
Ortopédica y Traumatología. Instituto
Hispalense de Pediatría.
E
legir un zapato adecuado para
nuestros hijos es un ejercicio de
responsabilidad: es el elemento
que va a abrigar, moldear, y dar
equilibrio a los pies de los pequeños. Pero lo
más importante es que el calzado ha de protegerles de lesiones. Por eso, es necesario que
sea cómodo, de buena calidad y diseño.
Existe un tipo de zapato para cada edad.
Empezando por los recién nacidos, los bebés
que gatean, los que dan sus primeros pasos y
los que ya caminan. Hasta que los pies están
totalmente formados, es importante que lleven la talla adecuada y el tipo de calzado que
se adapte a la forma de sus pies y a la etapa
concreta del crecimiento.
El mantenimiento y cuidado de los pies
de un niño se beneficiará su salud, la movilidad y el bienestar a lo largo de toda su vida.
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Desarrollo del pie
El pie de un niño es una estructura anatómica que está en constante desarrollo; la estructura ósea crece a medida que lo hace el
pequeño. Nada más nacer, el pie del bebé es
una estructura frágil integrada por cartílagos
y algunos pequeños huesos ya osificados, pero no tiene los huesos formados plenamente.
Durante el crecimiento se van consolidando,
de manera que, a los seis años, el pie tiene
una constitución similar a la del adulto, con
un total de 28 huesos (hasta los 20 años no
se consolidará definitivamente la estructura
pie-tobillo).
Por tanto, el hecho de que el pie esté formado por hueso cartilaginoso durante los
primeros años de vida lo convierte en delicado y vulnerable a la presión de los agentes
externos, como puede ser la utilización de un
zapato no apropiado, sobre todo en los primeros años de crecimiento.
Características de un buen
zapato
Desde el punto de vista biomecánico, los
mejores pies son los que se desarrollan descalzos (de hecho, varios estudios han sugerido que el calzado infantil debe basarse en
este modelo de pies descalzos). Aprender a
caminar descalzo permite a los dedos de los
pies ejercitarse y fortalecerse sin restricciones.
Las terminaciones nerviosas en los pies recogen los estímulos sensitivos mucho más con
los pies descalzos que con zapatos.
Sin embargo, esto no es posible; no sólo
por temas sociales, sino también por higiene
y salud. Por tanto, es fundamental elegir el tipo de calzado correcto para cada edad, lo que
La falta de hueso maduro en el pie se
traduce en que es poco probable que
el pequeño se queje de un zapato no
adecuado, simplemente porque no se
siente lo suficientemente incómodo.
contribuirá a que los huesos se desarrollen de
forma natural y que los pequeños aprendan
caminar y a moverse adecuadamente. Además, debe ser un calzado de calidad.
Los puntos clave para asegurarse que el
zapato se ajuste adecuadamente son:
● Suela: Una suela flexible permitirá al pie
realizar las tres fases de la marcha de manera
natural, utilizando el retropié (zona del talón)
y antepié (parte delantera del pie) respectivamente y de forma sucesiva, facilitando así
el desarrollo óseo y ligamentoso adecuado.
También posibilitará tener una buena posición y estabilidad del pie respecto al suelo (y
un buen estado de los músculos), que resulta
de vital para el equilibrio y desarrollo general
del niño. La adherencia de la suela, que sea de
goma y que el zapato tenga un tacón bajo evitarán más de un resbalón y caída en los niños
(aunque muchas veces esto es inevitable).
● Material: ha de ser blando y flexible, para
no limitar el movimiento natural del pie y desarrollar los músculos y ligamentos.
Por otro lado, se usará calzado de piel u otros
materiales de calidad y que sean transpirables.
Cada material presenta sus ventajas e
inconvenientes. Los zapatos de piel son
duraderos y ofrecen una correcta protección
al pie, aunque son más costosos que los zapatos de otros materiales. Por el contrario, los
de tela son más baratos, pero ofrecen menos
protección y los de materiales sintéticos plásticos suelen ser adecuadamente flexibles, pero menos duraderos.
● Tamaño: la longitud correcta deja espacio
adicional para el crecimiento libre del pie. Se
recomienda usar un zapato de un número más
grande que lo que correspondería a la longitud exacta del pie. Debido a que los pies de
los niños crecen muy rápidamente, es mejor
comprar zapatos más grandes, para que puedan moverse y crecer con normalidad. El uso
continuado de un zapato pequeño puede alterar el desarrollo normal del pie, facilitando la
aparición de deformidades.
Para medir la longitud del zapato hay
que probarlo con el bebé de pie, con todo su
peso descansando sobre ambos pies. Debe
haber por lo menos una anchura del pulgar
entre el final de los dedos de los pies del bebé
y el final del zapato.
● Forma: los pies del bebé no son unas reproducciones en miniatura de los del adulto. Su
forma es muy distinta: con la puntera más cuadrada, el talón más estrecho y la zona del arco
Hay que huir de las formas
extrañas en los zapatos
infantiles, como las puntas
estrechas
¿Qué talla?
Estas medidas estándar de las
tallas de zapatos según la edad del
bebé, te pueden orientar a la hora
de calzar a tu hijo.
N°16
0-3 meses
N°17
4-6 meses
N°18
6-8 meses
N°19
8-10 meses
N°20
10-12 meses
rellena con tejido graso. Es un pie triangular,
por lo que los zapatos que lo calcen deben ser
amplios en la zona de la puntera, para dar cabida a los dedos del pie.
El zapato ha de tener un ancho adecuado
y no ejercer presión en los laterales del pie.
El perímetro correcto de ese ancho hará que
resulte cómodo y no se modifique el normal
desarrollo del pie. Asimismo, tiene que quedar bien sujeto en la zona del talón. De esta
forma, cuando el bebé camine, se moverá
con facilidad y de manera natural, sin adaptar posturas viciosas de la marcha.
El calzado según la edad
La edad en que cada niño inicia la marcha es
variable; cada uno desarrolla el aprendizaje
de esta habilidad a su ritmo. Incluso los niños
de una misma familia se pueden desarrollar a
ritmos diferentes. Frecuentemente, el bebé
trata de ponerse de pie sobre los 10-12 meses, siendo capaz de levantarse agarrándose a
los muebles. Previamente suele gatear, lo que
implica un movimiento constante de todo el
cuerpo, pasando de una posición a otra.
El 90 por ciento de los bebés es capaz de
andar sin apoyo a los 18 meses (sólo el 60 por
ciento camina unos pasos en su primer cumpleaños). Por tanto, el calzado se debe adecuar a cada etapa:
● Zapatos de bebé (pies no deambulantes):
los dedos de los pies de los bebés están continuamente flexionándose y estirándose, desde
las primeras semanas de vida. Si no damos a d
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BebÉ
d los pies la oportunidad de ejercitarse en los
primeros años de vida y se les mantiene cualquier constricción (como la que puede suponer un mal zapato), se puede dificultar seriamente su movimiento natural y provocar que
nunca puedan desarrollarse correctamente.
Si no hace frío, el bebé debe jugar y gatear
descalzo. Los primeros zapatos que tienen
los recién nacidos hasta aproximadamente
los seis meses de edad, cumplen una misión
estética y de protección del frío. Deben ser
ligeros, delicados, cómodos y aireados y han
de estar hechos de materiales como la tela, el
punto, la lana, la piel o la lona. La planta del
zapato debe ser lo más fina posible para que
no roce la planta del pie y, sobre todo, para
no condicionar el rango de flexión, extensión
y apertura completa de los dedos. Esto permite el desarrollo normal del pie a esas edades tempranas. Cuando el bebé comienza a
gatear por el suelo frío, las botas o zapatillas
suaves, que permiten los movimientos de los
pies, son el calzado más adecuado.
● Zapatos para el inicio de la marcha: desde
los siete u ocho meses, los bebés empezarán a
descubrir y explorar todo el espacio. Comenzarán a quedarse de pie, a dar sus primeros
pasos en andadores, a gatear y a querer desplazarse para descubrir todo lo que les rodea.
Cuando están aprendiendo a caminar
dentro de casa, usarán zapatos ligeros y flexibles, sobre todo si hace frío. Para andar en la
calle, deben utilizar zapatos de aprendizaje.
Éstos han de ser ligeros, hipoalergénicos y
de suela flexible. En esta etapa es muy importante que el calzado ofrezca seguridad,
adherencia y agarre. La parte superior del
zapato ha de cubrir la zona de la articulación
del tobillo, adaptándose a los apéndices óseos
a ambos lados del peroné y la tibia. No se
tienen que producir rozaduras en la piel que
está por encima del hueso.
Para comprobar la flexibilidad, se coge el
talón del zapato con una mano, y con la otra
se dobla desde el área del dedo gordo. Si se
dobla por la zona de los dedos, y no por el
centro, significa que tiene refuerzo a través
del arco plantar y no es lo suficientemente
Los zapatos protegen a
los pequeños del frío,
las lesiones y las infecciones
40 MP
L
Una valiosa
ayuda
as ventajas biomecánicas de los
buenos zapatos son que los niños
caminan más rápido, con una mayor
movilidad de la rodilla y el tobillo,
produciéndose la absorción de
impactos y una distribución de la carga.
Por el contrario, el calzado rígido y
estrecho puede causar deformidad,
debilidad y pérdida de movilidad.
flexible. Un bebé con este tipo de zapatos no
puede doblar sus pies, sino únicamente los
dedos, y por tanto, no es aconsejable.
● Zapatos para niños que ya caminan: la
comodidad y la seguridad son ingredientes
indispensables al elegir el calzado en esta fase.
Debe tener buena aireación, suela gruesa y antideslizante, y un peso moderado. Además, ha
de contar con un buen contrafuerte para dar
estabilidad y firmeza. En cuanto a los materiales, se recomiendan los naturales y de confección, como el cuero, el forro y la capellada.
El calzado ha de tener una forma anatómica, simulando la forma del pie del niño y
se debe huir de los zapatos con propiedades
correctivas, con exageración del arco plantar
o con mucho tacón. No olvidemos que el
zapato correctivo aplicado a un niño sano es
perjudicial para él. ◙
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