Proyecto Financiamiento Gratuidad La principal discusión se ha situado en el ámbito del financiamiento o, siendo más específicos, en lo que respecta a la gratuidad. La justificación de la gratuidad universal, se encuentra en que la educación corresponde a un derecho social y que, por tanto, cualquier persona puede tener acceso a ella y no se debe restringir o limitar al beneficiario. Esto constituye sin dudas, una ruptura con la visión predominante que entiende a la educación como bien privado, o de consumo, y justifica su arancelamiento y cobro. En este sentido, son las universidades del Estado aquellas que, por su naturaleza, pueden cumplir un rol garante del ejercicio de este derecho. No obstante ello, aquí existe una doble consideración: por una parte, la dificultad para poder cumplir y garantizar este derecho dada sus limitaciones en cobertura y al no ser mayoritario en la concentración de la matrícula; por otra, el carácter mixto de la educación superior ha incorporado a instituciones privadas con rol público en el cumplimiento de tareas nacionales. En este sentido, las instituciones del Estado cumplen con una labor preferencial en garantizar el derecho a la educación; mientras que, las instituciones de educación superior con rol público tienen a su haber una labor complementaria para con este derecho. Los mecanismos de financiamiento a la educación también son un tema a discutir. Hoy existe un sistema de financiamiento de la educación superior que parte del arancelamiento de la educación y se sostiene en base a un sistema crediticio y de ayuda mediante becas, de esta forma disminuye drásticamente la inversión estatal versus la inversión privada (por parte del estudiante y mediante la banca). El financiamiento a la demanda supone la compra de un determinado producto por parte del Estado, sin participar necesariamente en su producción, de modo que no influye directamente en el quehacer de dichas instituciones. Se relega en los privados la actividad de proveer educación y, de este modo, estos sectores se ocupan más de reducir costos que cumplir los objetivos inherentes a la actividad educacional –por ende, disminuyendo su calidad-, por tanto, un financiamiento de este tipo, sin acompañamiento del Estado, distorsiona los fines de la educación. En suma, la gratuidad es entendida como la concreción del derecho universal a la educación y debe ser provista, mediante financiamiento directo o basal, preferentemente para las instituciones estatales y complementariamente para las instituciones privadas que tengan rol público. Lucro Conforme lo dispone el artículo 53 del DFL No 1 de 2009 del Ministerio de Educación: “Las universidades que no tengan tal carácter (estatal) (...) serán siempre corporaciones de derecho privado, sin fines de lucro para el efecto de tener reconocimiento oficial”. Sin embargo, se ha evidenciado en la práctica y se ha constatado en diversas instancias por autoridades públicas de nuestro país, que la norma referida a la prohibición de lucrar se ha convertido en letra muerta. Se han comprobado varios casos en que dueños o controladores de instituciones de educación superior –IES-, han logrado evadir la norma utilizando subterfugios legales, creando inmobiliarias o tercerizando los servicios a sociedades comerciales formadas por ellos mismos, utilizando mecanismos de sobre sueldos, desvirtuando por completo el rol público de toda entidad educacional, únicamente, con fines lucrativos y comerciales. De acuerdo al Servicio de Información de la Educación Superior –SIES-, el año 2009, 58 de las 62 universidades reconocidas oficialmente, arrojaron utilidades por $84 mil 165 millones. Sumando los institutos profesionales y centros de formación técnica, el mercado de la educación superior generó, ese mismo año, ganancias por $108 mil 800 millones. Solamente, entre el INACAP y la Universidad Andrés Bello recaudaron $ 31 mil 852 millones. El año 2012, a su vez, los resultados del SIES informan que el 84% de los alumnos que estudian en alguna IES, lo hacen en una institución privada. El resultado operacional del mismo año detalla que los ingresos totales del sistema ascendieron a $3.115.145 millones (USD$6.230 millones) y que el Estado transfiere recursos a las instituciones de educación superior por US$1.823 millones. Ello equivale a que casi uno de cada tres pesos de los ingresos operacionales del sistema es provisto por el Estado. Los efectos negativos del lucro en la educación están dados por lo siguiente: a. Emulación empresarial de la institución educativa. b. Resta importancia al proyecto educativo y tiende a deformar el objetivo propio de la educación. c. Distorsión de la misión, los currículos y el ejercicio de la docencia. d. Disminución de la calidad a causa de la búsqueda de maximización de beneficios y disminución de los costos. e. Estratificación de la calidad a partir de los rangos de pago arancelario. f. Exclusión del ingreso de los estudiantes que reportan mayores costos y de los jóvenes que no tienen los recursos necesarios para el pago. Producto de la posibilidad de obtener altas ganancias con escasas restricciones, el sector privado ha experimentado un crecimiento exponencial, debido a los altos aranceles y las facilidades crediticias, han permitido un crecimiento expansivo dado la permisividad al lucro. A partir de esto, se debe proyectar el fin al lucro, aplicable como norma para todos los niveles educativos y que conlleve mecanismos que garanticen la reinversión de los ingresos en el proyecto educativo. Ante esto, se debe impulsar una medida que sea aplicable como norma para otras situaciones similares y donde el Estado, a partir de medidas paliativas, asegure la finalización de los estudios para aquellos estudiantes que vieron afectada la posibilidad de seguir estudiando y decrete sanciones ejemplificadoras para los centros educacionales que incumplieron o han incumplido la ley. Aclaración explicita de qué instituciones no reciben y sí reciben financiamiento: Ninguna institución privada, que NO cumpla fehacientemente las características del rol público que hemos definido, debe recibir financiamiento. Finalmente las instituciones que NO reciban financiamiento directo del Estado, sus estudiantes sí recibirán financiamiento mediante becas, puesto que hemos sintetizado que la gratuidad debe ser universal. Lo que conlleva a la reducción de instituciones sin rol público.