Guión extracto de SHOAH Suchomel

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SHOAH
(1985, Claude Lanzmann)
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SHOAH
(1985, Claude Lanzmann)
Extractos
Se trata de dos testimonios diferentes, uno de un verdugo, el Unterscharfürer de las
SS Franz Suchomel, y el otro el de un superviviente, el Sonderkommando Filip Müller.
Entre otras cosas, importa destacar los detalles de ambos relatos, detalles que sólo
alguien que lo ha vivido puede tener en cuenta, así como el papel que juega el
realizador, Lanzmann, en una y otra entrevista. Obsérvalo con atención: seguro que
encuentras tú también detalles significativos.
Extracto 1
Conversación con el Unterscharfürer (sargento o jefe de bloque) de las SS Franz
Suchomel.
Suchomel había sido condenado en el Juicio de Treblinka, celebrado en Dusseldorf entre el 1210-64 y el 3-9-1965. Quedó probado que había estado a cargo de la recepción de los convoyes,
y de la confiscación y recogida de los objetos de valor. Se estimó que durante su estancia en
Trebinka había colaborado en el asesinato de unas 300.000 personas. Fue condenado el 3 de
septiembre de 1965 a seis años de prisión. Salió libre el 20 de diciembre de 1967. Antes de
llegar a Treblinka había participado en los equipos de asesinos de la Aktion-T4 de eutanasia de
enfermos mentales y minusválidos. La secuencia ha sido grabada en hotel de Braunau
(Austria), la ciudad natal de Hitler.
Plano 1.- Observa con atención los detalles. Dentro de un plano general, tenemos
una furgoneta blanca y roja delante de la fachada de un inmueble. Pasa por el lugar
un coche. De fondo, ruido de la ciudad y cantos de pájaros. La cámara se acerca al
techo de la furgoneta.
Plano 2.- Descubrimos, gracias a un plano corto, una antena que se está moviendo.
Al mismo tiempo, se ha estado oyendo, lejana, una canción, cuya letra aparece
transcrita en primer plano y en la que se hace referencia a Treblinka:
“Mirada sobre el mundo recta y lejos.
Siempre valientes y alegres,
los comandos marchan al trabajo.
Para nosotros hoy sólo existe Treblinka,
que es nuestro destino.
Hemos asimilado Treblinka
en un abrir y cerrar de ojos…
Sólo conocemos la palabra del comandante
y solamente obediencia y deber.
Queremos servir, servir más,
hasta que la dicha algún día nos roce.
¡Hurra!”
Plano 3.- Mientras suena la canción, la cámara nos mete dentro de la furgoneta y,
gracias a un plano corto, descubrimos en ella pantallas de vídeo y otros aparatos
manejados por dos hombres; se trata en realidad de un estudio de grabación oculto,
donde los dos técnicos que están orientando la antena se afanan por conseguir el
mejor sonido y la mejor imagen.
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1.- ¿Qué dirías de quien canta: se anima con la canción, o por el contrario la canta
con desgana? ¿Te parece que el aumento del tono de voz se debe únicamente a un
mejor ajuste técnico desde dentro del estudio?
Sin ver aún a los dos hombres que conversan (Claude Lanzmann, realizador de la
película, y Franz Suchomel, sargento de la SS), oímos que Lanzmann le pide a su
interlocutor que vuelva a cantar esa misma canción, pero más alto.
2.- ¿Por qué quiere Lanzmann que repita la canción, y además más alto. ¿Porque le
ha gustado?
3.- ¿Por qué crees que Suchomel responde: “Sí, nos reímos. ¡Y, sin embargo es tan
triste!”. ¿Cómo piensas que Suchomel está interpretando la petición de Lanzmann?
De hecho, Lanzmann le replica que “nadie ríe”. A lo que Suchomel responde: “No lo
tome a mal”.
4.- ¿Según tu opinión, qué es lo que Suchomel cree que Lanzmann podría haber
tomado a mal?
Suchomel añade: “Ud. quiere Historia, yo le hablo de Historia. Fue Franz [Kurt Franz1]
quien escribió la letra. La melodía viene de Buchenwald, del campo de concentración
donde Franz era guardia. Cuando llegaban judíos nuevos…”
1
Tras enrolarse en la Wehrmacht en 1935 para cumplir el Servicio Militar Obligatorio, Kurt Franz se unió
voluntariamente a la SS. En 1938 fue destinado al equipo de administradores del KL de Buchenwald. En 1940 fue
asignado al programa conocido como Aktion T4, donde estuvo implicado directamente en el homicidio de
pacientes y personas con retrasos mentales en los centros de Grafeneck, Sonnenstein, Hartheim y Brandenburg. El
20 de abril de 1942, recién ascendido al rango de SS Scharführer (sargento primero) fue transferido al campo de
exterminio de Belzec y en septiembre de ese año, pasa al Staff de oficiales del campo de exterminio de Treblinka
bajo las órdenes directas del Comandante Franz Stangl. Franz se distinguió por su excesiva crueldad y maltrato
hacia los prisioneros quienes lo llamaban Lalka "Muñeca" en polaco, pues tenía aspecto femenino. Fue
promovido al rango de oficial, como SS Untersturmführer (Subteniente) por instrucciones directas de Heinrich
Himmler. Franz no estuvo presente durante la revuelta de Treblinka, el 2 de agosto de 1943, donde era uno de los
objetivos principales de la Resistencia del campo. Posteriormente estuvo encargado del desmantelamiento de las
estructuras del campo y la ejecución de los últimos contingentes de prisioneros que realizaron dicha tarea.
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Lanzmann (L).- “Judíos de trabajo”…
Suchomel (S).- Sí. Enseguida tenían que aprendérselo, y la misma noche, cantarlo.
L.- Pero vuelva a empezar.
S.- De acuerdo.
L.- Es capital. ¡Pero alto!”
5.- ¿A quiénes iba destinado este Himno de Treblinka, es decir, quiénes tenían que
aprenderlo? ¿Y por qué tanta prisa en que ya la primera noche lo cantasen?
6.- Lanzmann insiste en que vuelva a cantarlo, ¡pero alto! Es algo capital. ¿Por qué?
7.- ¿Dirías que Suchomel es consciente de que le están grabando?
Plano 4.- Se trata de una imagen de vídeo. Primer plano de Suchomel cantando de
nuevo la canción.
8.- Observa la expresión de su rostro y de sus ojos. ¿Dirías que es la de alguien que
encuentra triste lo que está haciendo?
Tras cantarla, hace la observación siguiente: “Es un original. No queda ningún judío
que lo conozca?”, y echa la cabeza relajadamente hacia atrás.
9.- ¿Qué dirías que refleja este gesto? ¿Y qué significa esa observación?
10.- Fíjate en la letra de la canción y señala los elementos que hacen de ella un
himno nazi.
Plano 5.- Travelling sobre un río, hacia la izquierda hasta enfocar la vía férrea en el
momento en que pasa un tren de mercancías. La cámara aguarda a que salga de
plano el último vagón.
Plano 6.- Plano de un tren de mercancías entrando en una estación. Sobreimpresa, la
pregunta que Lanzmann le plantea a Suchomel: “¿Cómo era posible en Treblinka, en
los días pico, ‘tratar’ 18.000 personas?”
Plano 7.- Mientras se formula esa pregunta, ha cambiado el plano. Ahora es un plano
medio de ambos interlocutores. Lanzmann termina su pregunta sustituyendo el verbo
que antes ha utilizado dos veces, “tratar”, y dice: “Liquidar 18.000”?
11.- ¿Por qué no utilizó este verbo, “liquidar”, desde el principio? ¿Qué son los días
pico?
Suchomel estima exagerada esa cantidad y, a continuación, da sus cifras,
extendiéndose en explicaciones al respecto:
12.- ¿Cuántas personas eran asesinadas según Suchomel?
13.- ¿Cuánto tiempo debían dedicarle entonces a esa tarea?
14.- ¿A qué horas llegaban frecuentemente los trenes en enero?
15.- A veces no llegaban a esa hora: ¿a cuál llegaban entonces?
Después de esto, fue enviado a Trieste a luchar contra los partisanos y judíos armados en los bosques de Italia,
donde resultó herido en acción. Después de la guerra, Franz vivió trabajando como obrero de la construcción y
como cocinero hasta que fue detenido en 1959 y llevado a juicio. El proceso se realizó entre 1964 y 1965 y se le
acusó por crímenes contra la humanidad al haber asesinado de manera directa al menos a 139 detenidos y
colaborado en el gaseamiento de 300.000 personas. Si bien fue condenado a cadena perpetua, Franz fue liberado
en 1993 por razones de salud, tras 34 años en prisión. Falleció el 4 de julio de 1998, en Wuppertal, Alemania.
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Lanzmann se levanta y con un puntero señala sobre un plano para que Suchomel le
describa exactamente todo el proceso en periodo alto, es decir, cuando mataban a
más personas.
16.- ¿De qué estación salían los trenes? ¿Y a qué estación iban?
Plano 8.- Plano general que nos muestra la estación de partida de los trenes.
17.- ¿Cuántos kms. hay entre una y otra?
Plano 9.- La cámara se va acercando a algo entre arbustos, que poco a poco
reconocemos como el cartel de una estación, la de llegada. Mientras la voz en off de
Suchomel explica que Treblinka era un pueblo pequeño cuya estación había cobrado
importancia a causa del transporte de judíos, la cámara se pasea entre granjas con
ocas y verdes árboles mecidos por el viento, acompañada de las hojas batidas por la
brisa y el cantar de los pájaros:
“Treblika era un pueblo. Un pueblo pequeño. La estación había cobrado
importancia a causa de los transportes de judíos. Cada convoy tenía de 40 a 50
vagones. Se les dividía en tramos de 10, 12 y hasta 15 vagones, que eran conducidos al
campo y llevados a la rampa. Los otros vagones se quedaban esperando con la gente en
la estación de Treblinka. Las ventanillas tenían alambres de púas para que nadie
pudiese salir. Y, subidos arriba, se encontraban los ‘perros de sangre’, los ucranianos y
los letones. Los letones eran los peores”.
Plano 10.- La cámara enfila lo que, según la voz en off de Suchomel, debe de ser la
rampa donde descienden los judíos transportados por el tren:
“En la rampa, frente a cada vagón, dos judíos del comando azul se mantenían
preparados para que todo fuese rápido. Decían: ‘¡Salgan, salgan! ¡Rápido, rápido,
rápido!’. También había ucranianos y alemanes.”
La cámara muestra una panorámica a la izquierda llena de verdor y algunas rocas
(suponemos que memoriales), que hacen difícil imaginar allí un campo para matar.
Plano 11.- Imagen de vídeo en la que vemos el plano del campo de Treblinka, sobre
el que Suchomel señala con un bastón.
L.- ¿Cuántos alemanes?
S.- De 3 a 5.
L.- ¿No más?
S.- No, se lo garantizo.
L.- ¿Y cuántos ucranianos?
S.- Diez.
L.- Diez… 10 ucranianos y 5 alemanes…
S.- Sí, sí.
L.- 2… es decir 20 hombres del comando azul.
S.- Sí, los del comando azul estaban aquí, y (mientras con el bastón señala una puerta
en el plano) aquí ellos enviaban a la gente adentro. Aquí (en otro punto sobre el plano)
estaba el comando rojo.
L.- Sí. El comando rojo… ¿cuál era su trabajo?
S.- ¡La ropa! Tenían que recoger la ropa de los hombres, la ropa de las mujeres e
inmediatamente subirla aquí (indica otro punto sobre el plano).
L.- ¿Cuánto tiempo entre la rampa y el momento de desvestirse, cuántos minutos?
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S.- (Retira el bastón del plano hacia sí) Veamos… para las mujeres…, para las mujeres,
digamos una hora… en total. Una hora…, una hora y media. Para todo un tren, dos
horas. En dos horas todo estaba terminado…
L.- Entre la llegada (mientras señala un punto del plano)… y la muerte, ¿se tardaba 2
horas?
S.- 2 horas, 2 horas y media… 3 horas.
L.- ¿Todo un tren?
S.- Todo un tren.
L.- ¿Y para una parte solamente, para 10 vagones?
S.- No se puede evaluar. Los tramos se seguían, la gente afluía sin cesar. ¿Entiende?
(Apuntando de nuevo con el bastón) Los hombres que esperaban sentados allí y allí
eran despachados inmediatamente ahí arriba… por el ‘desfiladero’. Las mujeres iban
las últimas… Al final, ellas también tenían que subirlo, y a menudo esperaban aquí
(señalando en otro punto del plano). Siempre por 5, ve usted, 5… 50 personas, 60
mujeres con niños, que tenían que esperar hasta que hubiese lugar allá arriba.
L.- Desnudos.
S.- ¡Desnudos! Tanto en verano como en invierno.
Plano 12.- Interior de la furgoneta, donde los dos técnicos escuchan. (El padre del
camarógrafo había sido asesinado en Auschwitz). La conversación continúa:
L.- En invierno puede hacer mucho frío en Treblinka.
S.- Así es. En invierno en diciembre, , en todo caso después de Navidad… ¡Pero ya
antes de Navidad hacía… un frío de perros! Bien podría hacer entre -10 y -20. Lo sé,
pues al principio también nosotros nos moríamos de frío. No teníamos uniformes
adecuados. Para nosotros también hacía frío.
Plano 13.- Imagen de vídeo con un plano medio de Suchomel, quien por un momento
abandona la frialdad con la que ha expuesto lo que era su “trabajo” para dejarse llevar
por la compasión… hacia ellos mismos, que, ¡pobrecitos!, no tenían uniformes
adecuados. El comentario de Lanzmann le devuelve a la realidad y él, encajando el
golpe, dibuja una finta compasiva hacia los “infelices”:
L.- Pero aún más para la gente…
S.- Para los infelices…
L.- En el ‘desfiladero’…
S.- En el ‘desfiladero’ hacía mucho frío.
Lanzmann deja correr el tiempo, en concreto son 12 segundos, en los que Suchomel
oculta su nerviosismo masticando algo, como desde el inicio de la entrevista. Al final,
Lanzmann pregunta:
L.- ¿Y puede usted…, puede usted describir exactamente el ‘desfiladero’? ¿Cómo era?...
¿Cuántos metros? La gente en ese ‘desfiladero’…
S.- El ‘desfiladero’ tenía unos 4 metros de ancho. Como este cuarto. Estaba rodeado de
cercas tan altas como esto, digamos como esto (señala con el bastón un punto en lo
alto de la pared).
L.- ¿Muros?
S.- No. Alambre de púas… con un entretejido muy apretado de ramas de árboles,
ramas de pino. ¿Entiende? Es lo que llamamos el ‘camuflaje’. Había un comando de
camuflaje de 20 judíos que cada día iba a buscar ramas.
L.- ¿En el bosque?
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S.- Sí, en el bosque. Y todo estaba cubierto, todo, todo. (Mientras señala en el plano,
continúa) Ellos no veían hacia fuera, ni a derecha ni a izquierda. Absolutamente
nada…. No se podía ver a través.
L.- ¿Imposible?
S.- Imposible… La misma cosa aquí, aquí, aquí y aquí… y aquí (señalando sobre el
plano).
Plano 14.- La cámara sale y nos muestra una panorámica del campo tal como está
hoy.
S.- Imposible ver a través.
L.- Treblinka, donde tanta gente fue exterminada, no era grande. ¿No es cierto?
Mientras la cámara va ascendiendo una colina en lo alto de la cual vemos una
especie de túmulo, un memorial:
S.- No era grande. 500 metros en su mayor extensión. No era un triángulo. Era más
bien un rombo. Imagíneselo: esto era llano, y ahí se empezaba a subir. Y en lo alto de
la colina se encontraba la cámara de gas.
Plano 15.- Imagen de vídeo. Primer plano del plano colgado de la pared sobre el que
se ve el bastón con el que Suchomel apunta:
S.- Había que subir.
Primer plano del rostro de Suchomel, quien mira al plano. Lanzmann le espeta:
L.- Al ‘desfiladero’ lo llamaban ‘el Camino del cielo’, ¿no?
S.- Los judíos lo habían apodado la ‘Ascensión’ y también el ‘Último camino’. Yo sólo
oí esas dos expresiones.
L.- Necesito imaginarlo. Ellos entran en el ‘desfiladero’. ¿Y qué sucede?
¿Completamente desnudos?
S.- Completamente desnudos (y apunta sobre el plano con el bastón). Aquí estaban
apostados dos guardias ucranianos.
L.- Sí.
S.- Sobre todo para los hombres, ¿ve usted? (el bastón sobre el plano señala unos
puntos). Los hombres, cuando protestaban, se les pegaba latigazos, con látigo. Y aquí
también. Y ya desde aquí.
L.- ¿Ah, sí?
S.- ‘Forzaban a los hombres. A las mujeres no.
L.- ¿A las mujeres no?
S.- No les pegaban. Al menos yo no lo vi.
L.- ¿Por qué tanta humanidad?
S.- Yo no lo vi. Quizá también les pegaban.
L.- ¿Y por qué no?... ¿Y por qué no? De todas formas iban a la muerte… ¿Por qué no?
S.- Al entrar en las cámaras de gas, sí. Eso es seguro.
[…]
Plano 16.- Primer plano de lo que parece un mojón donde está escrito Czestochowa.
A medida que la cámara se aleja descubrimos otras piedras de granito, sin duda
memoriales, y a lo lejos una especie de túmulo que señala el emplazamiento de la
cámara de gas. La imagen se detiene:
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S.- Las mujeres tenían que esperar en el ‘desfiladero’. Ellas oían los motores de las
cámaras de gas. Y quizás también los gritos y las súplicas.
Plano 17.- Plano general al fondo del cual se ve el memorial de las cámaras de gas, a
las que poco a poco va acercándose la cámara, mientras Suchomel dice:
S.- Entonces surgía la angustia de la muerte
Plano 18.- Imagen de vídeo. Medio plano con los dos interlocutores:
S.- Y cuando es presa de la angustia de la muerte, el ser humano se relaja, se vacía, sea
por delante, sea por detrás… Y por eso, ahí donde las mujeres habían esperado
encontrábamos a menudo 5 ó 6 hileras de excrementos.
L.- De pie.
S.- No, no. Ellas podían agacharse, pero también de pie… De hecho, yo no las vi
‘hacer’, sólo vi los excrementos.
L.- ¿Solamente las mujeres?
S.- Sí. Los hombres no. Los hombres se precipitaban por el ‘desfiladero’ corriendo. Las
mujeres paraban allí hasta que una cámara de gas estuviera libre.
L.- ¿Y los hombres?
S.- No. A ellos los ‘forzaban’. A los primeros, a latigazos.
L.- ¿Ah, sí?
S.- ¿Ve usted?
L.- ¿Siempre los primeros?
S.- Los hombres siempre pasaban primero. [Observa la energía con la que Suchomal
subraya la pulcritud y el orden con los que trabajaban].
L.- ¿Sin ninguna espera?
S.- No les daban tiempo de esperar. ¡No, no!
18.- ¿Por qué piensas que no les hacían esperar y pasaban los primeros?
L.- No… ¿Y la angustia de la muerte…?
S.- Con la angustia de la muerte uno se vacía. Eso es bien sabido… cuando el ser
humano sabe que va a morir, también puede sucederle en la cama. Mi madre estaba
arrodillada delante de su cama.
L.- Su madre.
S.- Mi madre… Y había un gran montón… Así es. Está científicamente comprobado,
¿no es cierto?... Ya que usted quiere saberlo todo: desde el momento en que se les
descargaba, y también cuando se les embarcaba en Varsovia o en otro lugar, se azotaba
a la gente… Se les azotaba con dureza, aún más que en Treblinka. Se lo garantizo.
Plano 19.- Interior de la furgoneta:
S.- Después estaba el transporte: de pie en el vagón, ninguna higiene, nada, casi sin
agua, la angustia. [Plano 20: imagen de vídeo con un primer plano de Suchomel]
Luego era la apertura de las puertas y aquello recomenzaba:’Bremze, bremze,
bremze’. ‘Shipshe, shipshe, shipshe’… No logro pronunciarlo a causa … de mi
dentadura postiza. Es polaco: bremze o shipshe.
L.- ¿Qué significa ‘bremze’?
S.- Es una expresión ucraniana: ‘¡rápido, rápido!’. Y de nuevo la cacería. Una lluvia
de latigazos. ¡El SS Küttner tenía uno tan grande como él! Mujeres a la izquierda,
hombres a la derecha. ¡Y siempre, siempre, los golpes!
L.- ¿Sin tregua?
S.- Ninguna tregua. Por aquí, por allá, shipshe, shiphe. ¿Ve usted?
L.- A la carrera.
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S.- Siempre a la carrera, siempre.
L.- ¡Carreras y gritos!
S.- Y así fue como los ‘acabamos’…
L.- ¿Esa era la técnica?
S.- Esa era la técnica. [Plano 21: Interior de la furgoneta. Los dos técnicos siguen la
entrevista] Pues nunca lo olvide:¡ eso tenía que ir deprisa! Y al comando azul también
le tocaba conducir a los viejos y a los enfermos al ‘hospital’… pues hubieran frenado las
operaciones hacia las cámaras de gas, se hubiera tardado mucho con los viejos. Eran
los alemanes quienes decidían enviar a éste o aquél al ‘hospital’ [Plano 22: imagen de
vídeo con primer plano de Suchomel, quien sigue hablando] Los judíos del comando
azul no eran sino los instrumentos de ejecución: guiaban a la gente al ‘hospital’
(señala un punto en el plano de la pared) o los transportaban en camillas. [Plano 23:
la cámara avanza por un campo verde lleno de espigas. Sobre esas imágenes,
continúa la voz de Suchomel] Ancianas, niños, enfermos, niños cuya madre estaba
enferma, y también a la abuela demasiado vieja; entonces se le dejaba el niño a la
abuela, pues ella no sabía… ¡El ‘hospital’! Una bandera blanca con una cruz roja lo
señalaba. Un pasaje llevaba a él. Hasta el final, no veían nada. Luego descubrían los
muertos en la fosa. Entonces tenían que desvestirse, sentarse en un terraplén y los
mataban de un balazo en la nuca. Caían en la fosa. [La cámara que ha ido avanzando
según describía estos hechos Suchomel, se detiene un momento y empieza a girar
hacia la izquierda, mientras Sochomel explica que:] Siempre ardía un fuego en la fosa:
un fuego alimentado con basura, papel y gasolina, y el ser humano arde muy bien.
Aquí termina este fragmento del testimonio del SS-Unterscharfürer Suchomel. La
cámara nos ha mostrado un campo de espigas, pero Lanzmann nos ha permitido
reconocer en él, gracias a las palabras de Suchomel, el lugar donde estuvo la fosa en
la que ‘tan bien ardían’ los seres humanos víctimas de Treblinka.
19.- Según le has visto a lo largo de la conversación, ¿dirías que Suchomel pudiera
necesitar en cualquier momento abandonar esta entrevista porque su corazón no
soportara enfrentarse a las cosas que relata? ¿Por qué?
20.- ¿Cómo calificarías la actitud de Lanzmann hacia Suchomel: cortés, solícita y cariñosa,
distante y fría, cortés y sarcástica…?
Extracto 2
Conversación con el judío checo Filip Müller, que fue Sonderkommando
en Auschwitz II-Birkenau.
Plano 1.- Plano corto de pequeñas figuras que representan a los prisioneros de un
campo y a los SS que los vigilan. La cámara va desplazándose hacia la izquierda, lo
que nos permite reconocer lo que sucede: se encaminan hacia unas escaleras que
descienden bajo tierra. Se trata de una maqueta de los Crematorios 2 y 3 que hay en
el Museo de Auschwitz que representa todo el proceso: descenso al subterráneo
donde están los vestuarios en los que los prisioneros debían desnudarse, las
cámaras de gas y, en la planta superior (a ras del suelo), los hornos crematorios,
adonde subían los cadáveres por ascensor. Mientras vamos viendo todo esto, se oye
la voz del testigo, el Sonderkommando Filip Müller (M).
M.- Cada vez que iban a gasear, los SS tomaban medidas muy estrictas. El crematorio
estaba cercado por un cordón de SS, y sus hombres ocupaban el patio en gran número,
con perros y ametralladoras. A la derecha salían las escaleras, que conducían al
vestuario subterráneo. En Birkenau había 4 crematorios, los crematorios 2-3 y 4-5.
Los crematorios 2 y 3 eran idénticos. En los crematorios 2 y 3, el vestuario y la cámara
de gas se encontraban en el sótano. Un gran vestuario, de unos 280 m2, y una gran
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cámara de gas en donde se podía gasear hasta 3000 personas a la vez. Los crematorios
4 y 5 eran de otro tipo: no tenían sala subterránea; todo estaba al nivel del suelo. Los
crematorios 4 y 5 constaban de 3 cámaras de gas: su capacidad global era de 1800 a
2000 personas máximo. Los crematorios 2 y 3 tenían 15 hornos cada uno. Los
crematorios 4 y 5, 8 hornos cada uno.
Plano 2.- Travelling de la cámara sobre un paisaje invernal, nevado. Las alambradas
y las casetas que se ven a la izquierda de la imagen nos indican que se trata de un
campo, en concreto de Birkenau. Müller sigue narrando:
M.- La gente, cuando se acercaba al crematorio, lo veía todo… Esa terrible violencia, el
campo entero rodeado de SS armados, los perros que ladraban, las ametralladoras.
Todos sospechaban… sobre todo los judíos polacos. Sin duda, eran presa de un oscuro
presentimiento. Pero ninguno de ellos, ni en sus peores pesadillas [mientras la cámara
nos muestra las ruinas de un crematorio, hundido], hubiera podido imaginar que 3 ó 4
horas después se habría vuelto cenizas. Cuando entraban en el vestuario [y la imagen
se pasea por el techo de lo que debió de ser el vestuario], ¡aparecía un verdadero
Centro de Información Internacional! [La cámara se acerca a la pared de la
izquierda] En las paredes estaban fijados unos ganchos, y cada uno llevaba un número.
Debajo, bancos de madera para que la gente se pudiera desvestir “más cómodamente”,
como ellos decían. Y en los numerosos pilares de soporte del vestuario subterráneo,
estaban clavadas pancartas en todos los idiomas: “¡Sé limpio!”, “¡Un piojo, tu
muerte!”, “¡Lávate!”, “¡A la sala de desinfección!”. Todas estas pancartas tenían por
única función embaucar a la gente ya desvestida para que entrara en la cámara de gas.
[La cámara tuerce en ángulo recto a la izquierda] Y a la izquierda en perpendicular, la
cámara de gas, equipada de una puerta maciza.
Plano 3.- Plano corto de unas escaleras, de las que se va alejando la cámara.
Sobreimpreso: CREMATORIO II – EL VESTUARIO. Son las mismas escaleras por las
que descendió antes la cámara, que recorre el mismo trayecto, pero visto desde la
posición de enfrente. Cuando llega a la CÁMARA DE GAS nos lo indica mediante
sobreimpresión.
M.- En los crematorios 2 y 3 introducían los cristales de gas Zyclón los supuestos
“desinfectadores SS” por el techo… [Se nos muestran unas columnas abiertas arriba y
huecas en su interior por las que entraban los cristales del gas]
Plano 4.- Vista panorámica de las ruinas del Crematorio 5, como se indica mediante
sobreimpresión.
M.- … y en los crematorios 4 y 5, por unos orificios laterales. Con 5 ó 6 cajas de gas
mataban a 2000 personas. Los “desinfectadores” llegaban en un vehículo señalado con
una cruz roja y escoltaban a las columnas para hacerles creer que los acompañaban al
baño. Pero en realidad, la cruz roja era sólo un señuelo: camuflaba las cajas de Zyclón
y los martillos para abrirlas. El gas los mataba en 10 ó 15 minutos.
El momento más horrible era cuando abrían la cámara de gas; esta visión
insostenible: la gente apretada como basalto, bloques compactos de piedra, ¡cómo se
derrumbaban fuera de la cámara de gas! Muchas veces lo vi. Y eso era lo más duro de
todo. Uno no se acostumbra nunca. Era imposible. [En su movimiento, la cámara llega
hasta las ruinas del crematorio 4, como se nos indica]
Plano 5.- Medio plano de Filip Müller. Hasta ahora sólo hemos oído su voz. Ahora lo
vemos. Y por primera vez, interviene Lanzmann para reanudar la conversación tras el
silencio de Müller.
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21.- ¿A qué pueda deberse este silencio de Müller?
L.- Imposible.
M.- Sí. Hay que imaginar el gas, cuando comenzaba a actuar, se propagaba desde
abajo hasta arriba. Y el pavoroso combate que se trababa entonces –pues era un
combate-. Cortaban la luz en las cámaras de gas, estaba oscuro, no se veía nada, y los
más fuertes querían subir siempre, subir más alto. Sin duda sentían que mientras más
subían, menos aire les faltaba. Podían respirar mejor. Se libraba una batalla. Y al
mismo tiempo casi todos se precipitaban hacia la puerta. Era psicológico: la puerta
estaba ahí… ¡Se arrojaban contra ella como para forzarla!... Instinto irreprimible en
este combate contra la muerte. Y por eso los niños y los más débiles, los viejos, se
encontraban abajo. Y los más fuertes arriba. En este combate contra la muerte, el
padre olvidaba que su hijo estaba ahí, debajo de él.
L.- ¿Y cuando abrían las puertas…?
M.- Caían… caían como un bloque de piedra, una avalancha de gruesos bloques que
cían de un camión. Y allí donde el Zyclón había sido vertido estaba vacío. En el sitio de
los cristales no había nadie. Sí, todo un espacio vacío. Probablemente las víctimas
sentían que ahí el Zyclón actuaba más.
L.- La gente estaba…
M.- Sí. La gente estaba… estaban heridos, pues en la oscuridad era una contienda. Se
debatían, combatían, sucios, manchados, ensangrentados, sangrando por las orejas,
por la nariz. También observábamos algunas veces que los que yacían en el suelo
estaban, a causa de la presión de los otros, totalmente irreconocibles: niños con el
cráneo reventado.
L.- Sí.
M.- ¿Cómo?
L.- Horrible…
M.- Sí. Vómitos, sangre. De los oídos, de la nariz… Quizás también sangre menstrual.
No quizás, ¡con total seguridad! Había de todo en este combate por la vida, este
combate contra la muerte. Era horrible verlo. Y era lo más difícil.
En sobreimpresión nos informan de que se trata de FILIP MÜLLER, JUDÍO CHECO,
SOBREVIVIENTE DE LAS 5 LIQUIDACIONES DEL “COMANDO ESPECIAL” DE
AUSCHWITZ, mientras la cámara se va acercando paulatinamente a su rostro,
silencioso.
Plano 6.- Travelling largo por fuera del campo.
M.- No tenía sentido decirle la verdad a cualquiera que cruzara el umbral del
crematorio. Ahí no se podía salvar nadie. Ahí ya era demasiado tarde. Un día en 1943
–ya me encontraba en el crematorio 5-, llegó un transporte de Byalistok, y un detenido
del “comando especial” reconoció, en el vestuario, a la esposa de uno de sus amigos.
Sin rodeos le anunció: “Van a exterminarlos. Dentro de 3 horas estarán en cenizas”. Y
esta mujer le creyó, pues ella lo conocía. (…)
Plano 7.- Imagen de la entrada a Birkenau, desde dentro del campo. Lentamente se
va alejando, mientras Müller habla.
M.- (…) Se puso a correr y avisó a las demás mujeres: “¡Nos van a matar!” “¡Nos van a
matar!”. Las madres, con los hijos sobre los hombros, no querían oír eso. Decidieron
que la otra estaba loca. La empujaron. Entonces se fue hacia los hombres, pero fue en
vano. No es que no la creyeran. Había corrido la voz en Byalistok, en el gueto, en
Grodno y en otros sitios… Pero ¡quién quería oír aquello! Y cuando ella vio que nadie
la escuchaba, se laceró completamente el rostro, de desesperación, bajo el choque, y
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gritó. ¿Y cómo terminó aquello? Todos fueron a la cámara de gas, pero retuvieron a la
mujer. Tuvimos que alinearnos delante de los hornos. Primero la torturaron,
horriblemente torturada, pues ella no quería traicionar. Al final, lo señaló. Lo sacaron
de las filas y lo echaron vivo al horno. Nos dijeron: “¡El que hable terminará así!”.
Muchas veces, nosotros nos preguntamos en el “comando especial”: ¿cómo
decirle la verdad a la gente? ¿Cómo hacérsela saber? Pero la experiencia –esto no fue
un caso único, se produjo muchas veces- nos mostró que era inútil; que sólo volvía sus
últimos instantes aún más difíciles. Si acaso, eso fue al menos lo que pensamos, para
los judíos de Polonia --o los de Theresienstadt, del campo de las familias checas que ya
habían vivido 6 meses en Birkenau--, hubiera podido tener algún sentido decírselo.
Pero a los otros, imagínese: a los judíos de Grecia, de Hungría, de Corfú, que habían
viajado durante 10 ó 12 días, muertos de hambre, sin una gota de agua, muertos de
sed, cuando llegaban estaban como locos. Con ellos era diferente. Ellos les decían:
“¡Desvístanse y enseguida cada uno tendrá una taza de té!”. Y esos judíos estaban en
tan mal estado, a causa del interminable sufrimiento del viaje, que todo su
pensamiento, su pensamiento entero, se concentraba en un solo objetivo: calmar su
sed. Y los verdugos bien lo sabían. Estaba, yo diría, programado con anticipación, un
proceso de exterminación programado, calculado: los debilitaban hasta ese punto, no
les daban nada de beber para que corrieran a las cámaras de gas. En realidad, esta
gente estaba ya casi exterminada antes de pasar a la cámara de gas. Imagine a los
niños, les suplicaban a sus madres, gritaban: “¡Mamá, por favor, agua, agua, agua!”. Y
los adultos también, sin haber bebido desde hacía días, tenían la misma obsesión.
Hablarles no hubiera tenido ningún sentido.
22.- Müller cuenta la terrible historia del preso que advirtió a la mujer conocida suya
de lo que les esperaba. Al hilo de esta historia hace una reflexión sobre el sentido que
pudiera tener contar la verdad de lo que allí sucedía. Pone dos casos como ejemplo:
a) ni las mujeres ni los hombres le hicieron caso a la mujer; y explica Müller: “No es
que no la creyeran”, sino que “¿quién quería oír aquello?”, y b) las personas que, tras
un viaje largo y agotador, sólo tenían una idea fija: beber para calmar su sed. En
ambos casos, era inútil pretender hacerles saber lo que les esperaba. ¿Piensas que
son iguales ambos casos? Para responder, compara a) y b). Y, por otra parte, ¿no es
sorprendente que la verdad resulte tan difícil de admitir? ¿No debería imponerse casi
automáticamente? ¿Qué más fácil de ver que lo manifiesto, que lo verdadero? ¿O
no?
23.- ¿Observas en los entrevistados maneras idénticas o diferentes de referirse a las
víctimas cuando hablan de ellas? Argumenta tu respuesta aportando datos.
24.- Vuelve a leer el himno de Treblinka, a ver si descubres en él nuevos matices,
ahora que conoces las dos entrevistas.
***
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