El sol: frustrante, fascinante y lleno de misterios Ángela Posada-Swafford/MUY INTERESANTE Dossier/nota principal/14,320 caracteres sin contar con los recuadros FRASE DESTACADA: Nunca antes nuestras sociedades habían dependido tanto de esta estrella, y nunca antes había sido tan urgente comprender la nueva ciencia de la heliofísica. RECUADROS Según el ex agente de la CIA y la National Security Agency Edward Snowden, hace 14 años los gobiernos del mundo han estado preparándose para el Máximo Solar que comienza en septiembre de 2013 cuando el sol despierte de su letargo cíclico de 11 años. Según Snowden, los documentos que él mismo filtró mencionan la vulnerabilidad sin precedentes de la sociedad moderna ante el pulso electromagnético que se avecina causada por nuestra completa dependencia de la electrónica. Especialmente vulnerables son los pequeños componentes de las unidades centrales de procesadores de los ordenadores. Hay un sol dentro del sol: que el 70% del interior del sol gira como si fuera una bola sólida, y que el otro 30% da vueltas caóticamente, demorando un mes para rotar una vez, Y que donde se conectan los “dos soles”, es donde se genera el magnetismo. Fuimos diseñados por la naturaleza para ver en las longitudes de onda que el sol emite más fuertemente. Por eso somos ciegos a los rayos X, y tenemos una parcialidad física hacia el verde: el sol emite más luz verde que cualquier otro componente. La razón por la cual las plantas son verdes no es que asimilen esta luz, sino todo lo contrario: la clorofila absorbe el azul y odia el verde. Tanto, que lo rechaza, y lo que vemos al observar un pastizal son las longitudes de onda que están siendo rechazadas. Cada mil millones de años el sol se pone un 10% más caliente. Esto, de forma consistente. Ha estado haciéndolo desde que nació, hace 4.57mil millones de años. Nuestra deficiencia de vitamina D: ¿Nos hemos estado escondiendo demasiado del sol? Hace 100 años éramos una especie agraria, al aire libre. El sol genera vitamina D en nuestro organismo de forma tan poderosa, que 10 minutos es equivalente a tomar 200 vasos de leche. Pero el miedo al cáncer, nuestra vida en el interior de la casa nos ha hecho temerle excesivamente al sol. RECUADRO/ LO QUE SE DICE DE ÉL Es una central nuclear: en su interior se da una alquimia extraordinaria, que transforma el hidrógeno en helio y luz, con una energía que equivale a la detonación de 91 mil millones de bombas H por segundo. Es una esfera de rayos de 695,500 km: su campo magnético lo mantiene dentro de una forma perfecta; solo existe una diferencia de 0,00075% entre sus rayos polares y ecuatoriales. Representa el 99.86% de la masa del Sistema Solar: Pesa el equivalente a 330,000 Tierras, lo cual lo coloca en la categoría de las enanas amarillas, que representan el 10% de las estrellas de la Vía Láctea. Su luz llega a la Tierra en 8 minutos y 19 segundos: gravita a 150 millones de kilómetros, cerca de 12,000 veces el diámetro terrestre. Su atmósfera es 1,000 veces más caliente que su superficie: complejos mecanismos de transferencia de calor bombean la energía de los subsuelos solares para reinyectarla dentro de su halo de gas. Irradia en todos los colores: Nos parece amarillo, pero emite en todo el espectro, desde los infrarrojos hasta los rayos X, pasando por los colores del arco iris. Tiene mellizos por toda la galaxia: unas 100 estrellas habrían nacido con él en el momento del desmoronamiento de una nube de gas y polvo. Su actividad es influenciada por planetas: la gravedad de los planetas modifica la circulación de los plasmas solares y sus ciclos de 11 años. Fuentes: NASA, ESA, Stanford, MIT, Science et Vie, NCAR --------------- El sol. Nuestro reactor nuclear diabólico y aun incomprendido. Lleno de humores imprevisibles, calmas perturbadoras, arranques de mal genio. Cada 11 años el polo norte y el polo sur magnético intercambian sus posiciones, justo antes del comienzo del nuevo Máximo Solar, o sea, en el umbral del período de actividad. Eso es lo que está sucediendo en este momento. Las consecuencias de esta reorientación de magnetismo para la Tierra van desde inofensivas y preciosas auroras, hasta tormentas solares que nos complican (e incluso amenazan) la vida. Eso depende de qué tan fuerte, o qué tan suave sea ese máximo Solar. Para sorpresa de los investigadores, el ciclo #24, en el que estamos embarcados, ha sido uno de los más débiles en los últimos 100 años (desde que comenzáramos a medir el pulso cardiaco solar). Hace poco, estudios de la Universidad de Stanford revelaron que la razón podría tener que ver con un nuevo entendimiento sobre la forma en que fluyen las corrientes de plasma entre el ecuador y los polos del sol. (Una especie de cinta transportadora que corre sobre y bajo la superficie solar). No obstante, los expertos continúan aprendiendo, y no dan por descontada una pataleta repentina. Sol es una estrella tan fascinante como frustrante para los astrónomos que indagan dentro de su anatomía interior, toman el pulso de sus erupciones y peinan sus cabellos invisibles de campos magnéticos. Siglos de estudios y los últimos instrumentos espaciales nos han regalado información sin precedentes -después de todo, este es el único astro cuyos fenómenos podemos estudiar al detalle. Hemos aprendido sobre su corazón, el cual, calentado a 15 millones de grados °C, transforma cada segundo cuatro millones de toneladas de hidrógeno en helio y en luz. Sabemos que sus campos magnéticos son los que presiden la circulación de toda la materia solar. Hemos medido las negras manchas de su superficie, donde nacen destellos 10,000 veces más intensos que su propia luz, y periódicamente auscultamos su fotostera, que escupe géiseres de plasma y partículas hiperaceleradas. Los expertos han ido aún más lejos: han comparado al sol con otras estrellas. Han hecho modelos matemáticos cada vez mejores y más realistas. Han logrado ver las manchas solares con una gran resolución, capturando con claridad pequeños penachos de unos pocos cientos de kilómetros de altura. Incluso han reconstruido la actividad solar hasta millones de años atrás, gracias a las piedras de la luna traídas por las misiones Apollo. Sabemos que su influencia magnética (también llamada ‘heliosfera’) se extiende más allá de Plutón, y que los cambios en su polaridad se sienten hasta en el umbral del espacio interestelar, allá donde están las naves Voyager de la NASA. Entonces, por un lado no nos podemos quejar. Desde el año 2000, lo que había sido un cuenta gotas de descubrimientos solares, se convirtió en una inundación. Y una flotilla de seis satélites (sin contar con los que vienen) dedicados únicamente al sol, ha suscitado preguntas fascinantes: ¿Quién habría imaginado que existe un pequeño sol dentro del sol? ¿O que esa extraña y recientemente hallada zona debajo de la superficie solar, la tacoclina, es la verdadera responsable de la violencia de la estrella? ¿O que acabamos de pasar por el más raro de los ciclos solares en 200 años, el cual aparentemente había puesto los frenos al calentamiento global hasta este año? ¿Es realmente la cambiante brillantez del sol, y no nuestra actividad humana, la que está alterando nuestra temperatura, o es ese un argumento creado por una mala interpretación -deliberada o ignorante- de la ciencia solar moderna de vanguardia? Aun así, a pesar de tener sus humores increíblemente bien documentados, el sol nos sigue poniendo exasperantes misterios en el camino. Y ni siquiera los sabios más profundos en la materia son capaces de predecir exactamente su comportamiento, o adivinar cuándo será la próxima erupción. Irónicamente, ahora, cuando más herramientas tenemos para estudiar al sol, es cuando más vulnerables somos a sus fenómenos, especialmente los electromagnéticos. Nunca antes nuestras sociedades habían dependido tanto de esta estrella, y nunca antes había sido tan urgente comprender la nueva ciencia de la heliofísica. Por eso presentamos aquí los cinco misterios que se resisten a todas las investigaciones. Cinco aparentemente insignificantes pero críticas lagunas de conocimiento que tenemos con respecto a nuestro enigmático astro. Los cuales no solo traen locos a los investigadores, sino que afectan profundamente el clima espacial y nuestro sistema planetario. Primer misterio: ciclos y pulsos Desde hace más de siglo y medio sabemos que cada 11 años en promedio, el sol se “activa”, es decir, se cubre de manchas oscuras y bastante más frías (entre 3,000 y 4,000 °C) que el resto de la superficie. Al principio del ciclo son unas pocas, están aisladas, y nacen en las latitudes altas, pero con los años se van haciendo más numerosas (pueden formarse más de cien en un solo día) y migran hacia el ecuador, para luego volver a desaparecer y sumirse en un nuevo período de mínima actividad. Las manchas son regiones que contienen fuertes campos magnéticos que vienen desde muy profundo y emergen a través de la superficie solar, causando ‘hervores’ en la piel de la estrella. En otras palabras, las manchas son como “portales” que conectan el corazón del sol con su atmósfera. Uno imaginaría que cuando hay más manchas, puesto que éstas son más frías, el sol también estaría más frío. Pero sucede todo lo contrario. “Los grupos de manchas, especialmente aquellos con complejas configuraciones de campos magnéticos, son por lo general el sitio donde se producen las erupciones solares, tsunamis de radiación masiva que son escupidos periódicamente por la estrella”, dice Elizabeth Citrin, del Solar Dynamics Observatory (SDO) en el Centro Espacial Goddard de la NASA. “Esta radiación está compuesta de partículas de alta energía capaces de dañar satélites y causar apagones en nuestros sistemas eléctricos”. El fenómeno de los ciclos de las manchas está relacionado con la cambiante polaridad de la estrella, cada 11 años. ¿Por qué cada 11 años? ¿Por qué migran hacia las regiones ecuatoriales? ¿Por qué un ciclo tan predecible? Los cambios de polaridad en la Tierra, por ejemplo, no solo suceden cada tres millones de años, sino que son irregulares en extremo. Los ciclos solares están de hecho relacionados con eventos terrestres de todo tipo, incluyendo la posición de la corriente del Golfo, que parece cambiar cada 11 años. A nivel fundamental se sabe que esos ciclos dependen de la dínamo responsable de la actividad magnética del astro, y que causa los llamados pulsos solares: Gracias a la nueva ciencia de la heliosismología estamos aprendiendo que el sol tiene pulsos que van de arriba hacia abajo, como si fuera un gigantesco parlante de discoteca. “De la misma manera que podemos adivinar lo que pasa debajo de la superficie de nuestro planeta cuando sucede un terremoto, podemos adivinar lo que pasa bajo la superficie solar por este rápido pulsar y estos movimientos internos del plasma”, dice Dean Pesnell, físico del SDO. Pero, ¿cuál es exactamente el mecanismo que dirige esos pulsos solares? ¿Son estos movimientos los que acarrean las corrientes eléctricas que generan el campo magnético? ¿O son otros, tales como la rotación del sol (más rápida en el ecuador que en los polos), la convección, que transporta el calor del interior hacia la superficie, o la circulación de material entre los meridianos y los polos? En otras palabras, ¿cómo de semejante caos nace un ritmo tan regular como el de los 11 años? Finalmente, aunque los científicos han estudiado la inversión de la polaridad del sol durante décadas, el proceso aun no es bien entendido. Este cambio, que comienza en septiembre ya tiene asombrados a los estudiosos porque uno de los polos está adelantándose al otro. “El norte ya está en transición, mientras que el sur no ha empezado, y no entendemos por qué”, dice Jonathan Cirtain, del Centro Espacial Marshall de la NASA. Segundo misterio: cuando los ciclos se descarrilan Puesto que estamos acostumbrados a este latido cardiaco solar de cada 11 años (aunque se piensa que un ciclo normal puede estar entre los 8 y los 14 años), con sus ritmos y manchas periódicas, cuando las cosas se descarrilan, no lo comprendemos. Eso fue lo que sucedió entre 1645 y 1750, en que el pulso del sol se detuvo por completo. Durante esos sesenta años su cara estuvo desprovista de manchas. El período fue bautizado como el Mínimo de Maunder, y coincidió con un momento en que Europa se sumió en un frío profundo. Estos ‘paros cardíacos’ han sucedido 27 veces en los últimos 11,000 años, y no se sabe qué los provoca, o si el sol sigue activo pero envuelto en un campo magnético demasiado débil para producir las manchas. Sin ir más lejos, hace cuatro años el sol demostró que es capaz de sorprendernos, ya que permaneció en un mínimo de actividad durante bastante más tiempo del esperado, en contra de todas las predicciones. “Si aún no comprendemos la marcha normal del sol, menos aún vamos a entender estos paros”, dice Paul Charbonneau, de la Universidad de Montreal, que trabaja con modelos matemáticos del comportamiento solar. “Pensamos que podrían tener que ver con las diferencias de rotación solar y los movimientos del plasma que originan el campo magnético”. Tercer misterio: el gatillo de las erupciones Las erupciones son los intensos resplandores repentinos seguidos de géiseres de plasma y eyecciones de la masa de la corona, en forma de bucles dinámicos. La materia debajo de las manchas solares, castigada por la alucinante fuerza de los campos magnéticos, parece ser la fuente de energía detrás de estos fenómenos. A veces, un acceso de erupciones da lugar a algo más violento, un eructo de mil millones de toneladas de plasma magnetizado que explota de la estrella amillones de millas por horas, arremetiendo contra cualquier cosa en su camino. Es lo que los expertos llaman eyecciones masivas de la corona. Vista de cerca, los bucles de la corona son gigantescos arcos magnéticos llenos de plasma caliente a temperaturas de más de un millón de grados Celcius. Están anclados en la densa fotosfera, la superficie visible del sol, y son las partes fundamentales de la corona, que es el halo que se puede ver rodeando al sol durante un eclipse. Dicen los expertos que el problema aquí es hallar ese pequeño desequilibrio que va a desencadenar la erupción. Últimamente se han hecho películas que explican quizás parte de este desequilibrio: se cree que las erupciones y eyecciones masivas están guiadas por un proceso llamado ‘reconexión magnética’, durante el cual las líneas en el campo magnético del plasma se rompen y se vuelven a unir a líneas que fluyen en la dirección opuesta. En ese momento, la energía que ha estado acumulándose durante días o meses es liberada en unos cuantos minutos. Y eso produce tanto calor, que podría explicar la diferencia de temperatura entre la superficie solar (unos 5,600 °C) y la atmósfera solar (millones de grados). Pero la pregunta persiste: ¿de dónde viene la chispa que desencadena la ruptura inicial de las líneas del campo magnético? Y, ¿cómo se relacionan las erupciones con las eyecciones masivas de la corona, exactamente? El problema es que, como no podemos observar directamente los campos magnéticos a distancia, hemos de fiarnos de medidas indirectas, tales como la forma de las corrientes de plasma. Un modelo sugiere que las erupciones podrían nacer a partir de alguna inestabilidad justo bajo la superficie solar. Y en ese caso, la energía magnética se transformaría en luz: los famosos flashes luminosos. El segundo modelo propone lo contrario: que las líneas del campo magnético se rompen en la atmósfera superior del sol, a más de 50,000 km de la superficie, iniciando una perturbación magnética y propagándose hacia la superficie. Los astrónomos aún están lejos de saber cuáles son las señales que anuncian el nacimiento de una erupción; aunque sí saben que cuando se encuentran dos manchas solares de polaridad inversa tienden a crear inestabilidades, y que los bucles en forma de “s” darán tarde o temprano, luz a una erupción. Y lo más espectacular: es posible que los arcos magnéticos de 400,000 km de altura en la atmósfera solar podrían conectar entre sí a manchas solares que se hallen en hemisferios diferentes. Cuarto misterio: Aceleración del viento solar La pregunta no ha sido resuelta: ¿Cómo la energía magnética de las erupciones se transforma en energía cinética? Es decir, ¿cómo impulsa el sol los electrones, protones y iones de su plasma caliente (que conforman el llamado ‘viento solar’) al espacio a casi la velocidad de la luz? Existen varios escenarios propuestos para explicar la aceleración de los protones, pero ninguno ha sido aceptado del todo. Uno de los escenarios es que quizás las partículas son aceleradas por la reconexión de las líneas del campo magnético en lo alto de la atmósfera solar. Otra nueva hipótesis tiene que ver con los llamados “agujeros de la corona solar”, regiones donde las líneas magnéticas, en vez de reconectarse con la superficie del sol, se extienden hacia afuera, mezclándose con el viento solar y enviando partículas con tres veces más velocidad que de ordinario. En otro estudio, los expertos se centran en analizar la región donde las burbujas de un millón de toneladas de plasma son eructadas por el sol a 2,500 kilómetros por segundo. Las partículas que componen el plasma y el viento solar producen radiación en todas las longitudes de onda del espectro electromagnético, desde el radio hasta el gama, aunque la mayoría de las erupciones caen en rangos fuera del óptico, por lo que no son visibles al ojo humano. Algunos modelos de ordenador intentan seguir su trayectoria, velocidad y concentración, pero aún estamos lejos de tener un mapa al respecto. Y tampoco podemos predecir las erupciones solares para anticipar sus consecuencias en la Tierra. En 2010 la sonda Voyager 1 determinó que la velocidad del viento solar, en el lugar donde se encontraba entonces el satélite (10.8 miles de millones de millas de la Tierra) es de cero. Es decir, el punto en el que termina la influencia del sol. Quinto misterio: ¿podría darse una mega-erupción? Un estudio de investigadores japoneses de la Universidad de Kyoto se preguntaba, en la edición de mayo de 2012 de la revista Nature, si podría darse en nuestra estrella una súper erupción mil veces más potente que las normales. El equipo usó la sonda Kepler para observar 148 astros similares en estructura al sol. Y descubrió 14 de estas monstruosas tormentas en estrellas de mismo tipo que la nuestra -con una frecuencia de entre cada 800 a 5,000 años. Ahora bien, ¿se aplica esta conclusión a nuestro sol? Las opiniones están divididas. Lo cierto es que nadie se ha atrevido a modelar los efectos de una mega-erupción en la Tierra. ### Los efectos de los humores del sol en la Tierra Dossier/misterios del sol (6,910 caracteres) Ángela Posada-Swafford Tendemos a ver el sol como un objeto plácido y dador de vida. Pero a media que lo estudiamos entendemos que es también una entidad llena de caprichos, inestabilidades, cóleras y letargias no siempre previsibles. Aprender a convivir con nuestra estrella, a meros 150 millones de kilómetros de distancia, significa entender el efecto de su variabilidad sobre nuestra tecnología. Especialmente ahora que los pilares de la sociedad moderna descansan sobre satélites y ordenadores, vulnerables a las perturbaciones solares. “De ahí el impulso que le hemos dado a la heliofísica, una relativamente nueva disciplina que agrupa a la física solar, atmosférica, y magnetosférica, y que trata de determinar cómo el sol está interconectado con el medio planetario y con todos los objetos del sistema solar”, explica en una entrevista la astrofísica de la NASA Madhulika Guhathakurta. “Todo esto es lo que llamamos el clima espacial”. ¿Entonces, qué tan amenazadores son, realmente, esos cinco misterios anteriormente descritos (los pulsos, erupciones, eyecciones de la corona, el viento solar, y las mega-tormentas) para nuestro diario vivir? Según los autores de múltiples estudios científicos, lo son, y mucho. Especialmente, los tres que tienen que ver con las erupciones, las eyecciones masivas y las mega-tormentas. “Hace unos cuantos siglos no teníamos que preocuparnos por cosas tales como los protones ultraenergéticos, los jets de rayos X, o las corrientes de plasma magnetizado”, añade Guhathakurta. “Pero hoy en día todas esas partículas tienen consecuencias nefastas en las tecnologías modernas. Las erupciones solares pueden causar pérdidas por trillones de dólares en daños a líneas de alto voltaje y satélites fundidos o degradados. El punto es que el sol siempre está produciendo tormentas, e incluso durante un mínimo de actividad en el ciclo solar tenemos que prestar atención porque es tan impredecible que podría arrojarnos una enorme tormenta geomagnética. Hay que tomar eso con la misma actitud con que uno se prepara para un huracán”. Los rayos disparados por el flash de una erupción cambian las propiedades de la ionosfera (la capa superior de la atmósfera), lo cual puede bloquear la transmisión de mensajes de radio de alta frecuencia utilizados por los pilotos de las fuerzas armadas, degradar la señal de los satélites del sistema GPS que sirven la navegación aérea y marítima, o echar al traste la sincronización de las telecomunicaciones. Los protones acelerados acaban con los paneles solares de los satélites en órbita, y además modifican el estado eléctrico de los componentes de los ordenadores de a bordo. Al mismo tiempo, el plasma magnético solar, a contactar al terrestre, puede inducir una corriente eléctrica (llamada tormenta geomagnética) capaz de dañar los cables de alta tensión y desestabilizar las redes eléctricas de las que dependen los cables submarinos, los oleoductos, las carrileras, y otro montón de infraestructuras. Lo que sucede es que, cuando el material solar choca con el campo magnético de la Tierra, lo deja vibrando como si fuera una campana de metal. Y esas vibraciones descienden a tierra en forma de corrientes que se meten dentro de los transformadores de todas las redes eléctricas. A eso se suma la miniaturización de los componentes electrónicos, que por su tamaño mismo están expuestos a los insultos de los humores solares. Eso sí, el espectáculo es hermoso porque también induce las más espectaculares auroras boreales y australes. “Esta vulnerabilidad es algo que no habíamos anticipado cuando fuimos concibiendo nuestro estilo de vida. Desarrollamos esas tendencias con demasiada rapidez sin tener en cuenta su gran sensibilidad a los eventos espaciales”, observa Frédéric Clette, físico del Observatorio real de Bélgica en la revista Science et Vie. Las aerolíneas saben que cada vez que hay una tormenta solar deben cambiar sus rutas, alejándolas de las regiones polares, porque es allí donde nuestro campo magnético tiende a concentrar las partículas que vienen de afuera. A un costo de miles de dólares por vuelo, las aerolíneas cambian las rutas y evitan que los pasajeros reciban una dosis ligeramente más alta de radiación que durante un vuelo normal. Hasta ahora, las tormentas solares han dejado sectores del mundo sin electricidad durante unas horas, un día a lo sumo. Pero si la alineación del campo magnético terrestre con respecto a la lluvia de partículas solares es menos benigna y nuestro planeta absorbe el golpe frontal de las eyecciones masivas de la corona, podríamos quedar a oscuras durante semanas y meses. Medicinas, alimentos perecederos, calefacción, estaciones de bombeo de agua y combustible, reactores nucleares, hospitales, quedarían paralizados. Las telecomunicaciones cesarían casi por completo y el colapso social habría comenzado. Si se pierde la electricidad se pierde todo lo demás. “La física del sol y la tierra no han cambiado mucho. Los que hemos cambiado somos nosotros”, dice el ingeniero John Kappenman, quien durante décadas ha estudiado las tormentas geomagnéticas financiado por varias ramas del gobierno federal. “Durante los últimos 50 años, la infraestructura global de electricidad ha crecido en un factor de diez. Ese crecimiento ha venido acompañado de un cambio a operaciones con altos voltajes, que hace que la red sea menos resistente a corrientes que le lleguen externamente”. También estamos más interconectados: la electricidad que alumbra las calles de alguna ciudad estadounidense podría venir de Canadá, por ejemplo. Un aviso de neón en una discoteca de Tijuana podría estar obteniendo su electricidad de una planta de gas natural en California. Y eso significa que un apagón en una región puede fácilmente extenderse a otra, aumentando el riesgo de un colapso mayor. Kappenman ha descubierto en sus estudios que, en caso de que nos golpee una tormenta geomagnética muy intensa y con poco aviso, el exceso de electricidad dentro de la red del sistema estadounidense podría recalentar miles de transformadores de alto voltaje, paralizando gran parte de la capacidad de generación de electricidad del país. “Proteger las redes de electricidad en la Tierra es algo relativamente simple”, añade Kappenman. Se trata de colocar resistencias y capacitadores como intermediarios entre la tierra y los transformadores críticos, de tal manera que la amenaza del clima espacial quedaría reducida en su mayoría”. Otros expertos calculan que en Estados Unidos esto podría lograrse en unos cuantos años, a un coso de cientos de miles de dólares por transformador, aunque en la práctica no es tan fácil. “No es tanto un problema de astrofísica sino uno de instituciones”, concluye Kappenman. Pero sí es un problema de astrofísica. La urgencia por entender a nuestra estrella impulsa a la comunidad solar mundial a entregarse, por primera vez en la historia de esta disciplina, a una carrera contra el tiempo. ### ---------------- Sondas solares/ doblepagina/Ángela Posada-Swafford Dossier Los Misterios del Sol Tener al sol tan cerca y tan lejos ha sido una experiencia frustrante para los expertos que lo estudian. Hasta hace poco, de hecho, no lo habíamos podido observar bien. Pero desde hace dos años, las sondas gemelas Stereo de la NASA, colocadas a uno y otro lado del sol, nos están dando por primera vez una visión completa de sus dos caras al mismo tiempo. Estos satélites nos avisan con cuatro días de antelación sobre la llegada a Tierra de nubes de plasma que viajan a 2,000 km por segundo. Desde hace tres años, el Solar Dynamics Observatory (SDO) ausculta su superficie recogiendo sus emisiones ultravioletas cada 12 segundos, y midiendo su campo magnético cada 12 minutos. Por su parte el ACE, Advanced Composition Explorer, detecta el tamaño y dirección de una eyección masiva de la corona solar. El SOHO, lanzado hace 18 años, es una misión conjunta entre la NASA y la Agencia Europea Espacial, que observa la actividad solar desde el Lagrange 1, un punto gravitacionalmente estable entre la Tierra y el sol, a 1.5 millones de kilómetros de distancia de nuestro planeta. Toda esta información ha permitido crear imágenes de alta resolución en 3D a escala global del sol, que dejan ver cosas como la estructura de su campo magnético y los hervores que agitan su superficie, aportando valioso material para alimentar los modelos matemáticos de su comportamiento que cada vez van siendo más precisos. Existen por el momento 10 misiones activas internacionales en el espacio, y varias otras a escala más pequeña que incluyen cohetes sonda y globos lanzados este año con telescopios en sus góndolas para espiar a la estrella vecina y sus efectos sobre la Tierra. Misión a la baja atmósfera La misión satelital más reciente fue IRIS, Interface Region Imaging Spectograph, de la NASA, lanzada el 27 de junio de 2013. IRIS pretende observar cómo se desplaza la materia solar, cómo acumula energía y se calienta a medida que viaja a través de la pobremente entendida atmósfera inferior del sol. Esta área entre la superficie solar y la corona es la más cercana a la estrella y está en constante turbulencia, por lo que es notablemente difícil de estudiar. Rastrear el movimiento de las partículas y la energía que escupe el sol es crucial para esclarecer algunos de sus misterios: ¿Qué causa la eyección de la materia solar? ¿Cuáles son exactamente los mecanismos del flujo constante del viento, las erupciones y sus primas hermanas, las temibles eyecciones masivas de la corona? “IRIS auscultará la parte más baja de la atmósfera solar, llamada cromosfera, una zona de gas eléctricamente cargado llamado plasma, que yace justo encima de la superficie de la estrella, y la región de transición, donde la cromosfera se convierte en la corona”, explica la página web de la NASA dedicada a la ciencia de la misión. Esta dinámica zona limítrofe es el corazón de un montón de preguntas acerca de la atmósfera del sol. Por ejemplo cómo hace la corona para alcanzar semejantes temperaturas de millones de grados, mientras que su superficie permanece a escasos cinco mil y pico. La cuestión de medir esas temperaturas se complica porque en esta zona el termómetro cambia todo el tiempo, así como la cantidad y el tipo de partículas que arroja la estrella en oleadas que a su vez varían según la energía magnética liberada. Según la NASA, la turbulenta interface de esta región contiene más masa que todo el resto de la corona y heliosfera. Dada toda esa cantidad de materia, la cromosfera requiere una tasa de calentamiento por lo menos diez veces mayor que la corona misma. IRIS va a producir no solo imágenes, sino un espectro, es decir va a descomponer la luz en sus diferentes colores. Cada línea de luz trae consigo información acerca de los diferentes materiales del sol y cómo se mueven. Por eso, el espectro ayuda a entender características físicas de la atmósfera solar, tales como densidad, temperatura y velocidad. IRIS intentará mapear la reconexión de las líneas del campo magnético (que se rompen y se vuelven a unir a medida que viajan por la atmósfera solar), y la disipación de las ondas de energía que libera la estrella. RECUADRO: Las misiones solares futuras incluyen: MMS: Magnetospheric Multiscale Mission: 2014. Cuatro satélites idénticos que usarán la magnetosfera de la Tierra como un laboratorio para estudiar la microfísica de la turbulencia, la reconexión magnética y la aceleración de las partículas solares. Es decir, irán directamente tras tres de los cinco misterios. Aditya-1. 2015-2016. Agencia: Agencia Espacial India, ISRO. Objetivo: Estudiar las eyecciones masivas de la corona y las estructuras del campo magnético. Solar Orbiter. 2017. Orbita céntrica: 25 grados de inclinación solar. Posición: 0.28 Unidades Astronómicas. Agencia: ESA. Objetivo: estudiar cómo el sol crea y controla su heliosfera. Solar Probe Plus. 2018. Órbita céntrica: 3.4 grados de inclinación solar. Ubicación: 8.5 radios solares. Agencia: NASA. Objetivo: hacer mediciones directas de las partículas que emanan de la corona solar. Solar Sentinels. 2015 o 2017. Agencia: NASA. Objetivo: un grupo de seis satélites que estudiarán el sol durante el Máximo Solar, investigando las partículas de alta energía, las eyecciones masivas de la corona y los choques interplanetarios dentro de la heliosfera. La información de usará para prevenir el clima espacial en apoyo de las futuras misiones espaciales tripuladas.