Filosofía de la Educación Platón y Aristóteles filosofando Número de Créditos y de Dedicación Horaria Nombre del curso académico: FILOSOFIA DE LA EDUCACION Código del curso académico 551053 Palabras claves: Filosofar, educación, pedagogía, historia conocimiento, ética, epistemología, antropología, sociedad, política, realidad. Institución: UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA UNAD Año: 2013 Unidad Académica: Escuela de Ciencias de la Educación Campo de formación: Disciplinar Área del conocimiento: Sociales, humanas y educativas Horas de trabajo académico: 144 horas comprendidas entre 96 horas de estudio independiente y 48 horas de acompañamiento tutorial Tipo de curso: Teórico Destinatarios: Estudiantes de la Licenciatura en filosofía Competencias Generales de aprendizaje: El estudiante analiza, describe y comprende los conceptos básicos que integran y conforman la acción educativa desde la filosofía a lo largo de la historia. El estudiante conoce el panorama general del pensamiento filosóficopedagógico a través de la lectura de textos y la reflexión en las actividades a partir de los principales autores que han cultivado este campo del saber El estudiante desarrolla una actitud crítica positiva en relación con el saber filosófico de la educación Metodología de oferta: Virtual Formato de circulación: Documentos impresos en papel, campus virtual, Cd-Rom Protocolo Introducción El curso de FILOSOFIA DE LA EDUCACIÓN, analiza los componentes que abordan las cuestiones básicas de la relación entre estas dos ciencias, fundamentados en las características del proceso educativo, como acción vinculada al ser humano a fin de recorrer su historia, sus límites y la necesidad de existencia de la educación en su vida. Indispensable en la revisión de la visión de la filosofía en la educación, es el descubrimiento de los fundamentos educativos que generan reflexión y espíritu crítico, clarifican el lenguaje educativo para darle valoración a la pluralidad de dogmatismos que a lo largo de la historia han existido, esto determina preguntas fundamentales como: ¿qué se hace?, ¿Para qué se hace? ¿Por qué se hace? Revisando su interacción con la realidad y con la vida actual a fin de generar propuestas alternativas y una visión de mejora continua. Contemplando la perspectiva anterior el curso de “FILOSOFIA DE LA EDUCACION” en sus contenidos contempla una estructura que no sólo revisa el accionar histórico dado por la pedagogía y la filosofía como ciencias complejas, sino además la visión que como sujeto se tiene desde estos dos campos, un sujeto que interactuará como agente educativo, por lo cual las dimensiones de trabajo son parte indispensable en la reflexión de las ciencias de la educación. Uno de los propósitos finales revisará la importancia hermenéutica de lo que es realmente la formación como concepto y cómo éste determina rutas de interacción con los aprendientes. Como puede verse el curso dinamiza de una forma múltiple el vínculo histórico que estas dos ciencias nos aportan. El curso desarrolla tres unidades didácticas y una unidad introductoria. En la unidad introductoria se realizan unas precisiones conceptuales en torno al fenómeno educativo. En la primera unidad se realiza un recorrido por la historia de la filosofía de la educación, un recorrido que inicia por los clásicos y que como línea de tiempo continua durante las etapas de la historia, es interesante aquí hacer la revisión que los teóricos han generado impacto en la educación y la vigencia o recontextualización de sus aportes. La segunda unidad profundiza en dos pensadores de la educación latinoamericana: Paulo Freire e Ivan Ilich, dos pedagogos que nos ofrecen una visión del accionar que tiene cada ser humano que se configura como ente filosófico en proceso de formación, un proceso que se interrelaciona con tres dimensiones: ética, social y política, condiciones de vínculo continuo entre educando y educador. La tercera unidad contextualiza la filosofía de la educación en nuestro país, a través de dos maestros que fraguaron sus discursos en la práctica al interior de las aulas, ambos pensadores abogan por la construcción de un pensamiento crítico y creativo que ayude a su vez a una formación dialéctica, propositiva y democrática. Metodológicamente el curso desarrolla un modelo constructivista en el cual a través de los foros se construirá trabajos de forma colaborativa en pequeños grupos, fundamentados en los actos de prelectura de un estudio independiente para presentar un producto final al tutor correspondiente. Este ejercicio en la evaluación permitirá desarrollar tres etapas fundamentales la autoevaluación como revisión individual y continuada del que hacer de cada estudiante frente al curso, una coevaluación la cual permite contribuir al otro en su formación, en su revisión y mejoramiento de un trabajo con calidad y pertinencia; y por supuesto no puede faltar la heteroevaluación, la revisión del tutor quien como orientador realiza un acompañamiento en la formación de sus estudiantes y refleja en este tipo de evaluación el punto de vista construido en conjunto. Todo lo anterior para justificar la mejor puerta de entrada a al maravilloso, y constructivo mundo de pensar, de reflexionar, de analizar y buscar mejores alternativas para todos en el mundo, bienvenido a FILOSOFAR. Justificación El curso académico de FILOSOFÍA EN LA EDUCACIÓN genera la acción de la reflexión sobre el proceso de construcción del pensamiento educativo desde la perspectiva filosófica, como parte de su cotidianidad profesional, una visión que aborda este paralelo desde la acción de un sujeto que forma y se indaga la forma en que lo hace, teniendo como aliado a la misma historia. Con el curso se pretende realizar una orientación sobre el estudio de la filosofía y su componente pedagógico, como una herramienta que permite al estudiante y a la persona construir y elaborar su propio discurso, desde su contexto con un estilo personal, reflejo del estudio de la realidad que le permite ser un profesional con altos niveles de crítica y reflexión en libertad y autonomía. La acción metodológica del curso está enmarcada en tres momentos definidos en el modelo pedagógico implementado en la Universidad, una fase de reconocimiento: como el acercamiento a los pre saberes, a los conceptos previos que tiene cada estudiante al iniciar este proceso, base fundamental del recorrido teórico y práctico que desarrollará después, para este fin se plantean estrategias pedagógicas acordes a explorar estos saberes, en continuidad se plantea una fase de profundización: es decir como desde la teoría y por medio de los aportes de los filósofos y pensadores presentados en el módulo logra darse claridad a los interrogantes que cada uno se plantee, aquí la orientación del tutor y su acompañamiento son fundamentales, pues dan claridad al estudiante sobre sus inquietudes, pedagógicamente las actividades planteadas además de los foros, son instrumentos de recolección teórica como mapas conceptuales, mapas mentales, ensayos, que den cuenta de la apropiación significativa de esos saberes. Por último lafase de transferencia en este ejercicio se plantea poner sobre la práctica, sobre la cotidianidad la teoría aprendida en el curso académico, sus ejercicios pedagógicos son observatorios, debates filosóficos, estrategias que justifiquen la producción y el acercamiento a la práctica de pensar. Todo lo anterior se complementa con el acto evaluativo, que es un ejercicio continuo en el curso desarrollado por tres participantes: Yo (estudiante) en la revisión de mi proceso individual y progresos; tú (compañero) como el otro que evalúa y mejora mis producciones y me da el espacio para de igual forma construirle, y El (tutor) como el mediador quien por su experiencia y acompañamiento establece una nota ponderativa entre 0 y 5, correspondiente al desarrollo de los trabajos que se realicen a lo largo del curso académico, al finalizar cada estudiante realizará su proceso de autoevaluación. Intencionalidades formativas Propósitos Analizar, describir y reflexionar sobre los conceptos básicos que integral el historial de la relación entre filosofía y pedagogía. Conocer de forma general el panorama del pensamiento filosófico/pedagógico desde la lectura y la realización de actividades. Relacionar el contenido de esta materia con otras disciplinas de la pedagogía y la filosofía, con la realidad educativa ordinaria. Objetivos Que el estudiante integre los nuevos conocimientos que aporta el curso de forma sistemática de manera amplia y coherente. Que el estudiante comprenda, comente y desarrolle adecuadamente el contenido del material didáctico filosófico-pedagógico en la posibilidad de los procesos formativos. Que el estudiante favorezca su posición personal de manera constructiva ante los problemas educativos del momento. Metas Al finalizar el Curso Académico de FILOSOFÍA EN LA EDUCACIÓN: Los estudiantes relacionarán el contenido de este curso con la realidad educativa ordinaria. El estudiante entenderá el sentido general de la tarea educativa como proceso optimizante. El estudiante con actitud de filósofo gestor de la comprensión de problemas, hará uso de la visión holística de la realidad, para transformar las necesidades en posibilidades, siendo un comprometido social, generador de mecanismos de participación y promotor de desarrollo educativo. Competencias Cognitiva: Analizar los fundamentos teórico-filosóficos de la práctica educativa a lo largo de la historia Procedimental: Ser capaz de emitir juicio crítico, generando actitud de diálogo y tolerancia ante los diversos problemas actuales y su sentido educativo. Actitudinal: Poseer una actitud dialogante y comunicativa ente la búsqueda de verdad. Unidades didácticas Mapa conceptual de Filosofía de la Educación Contexto teórico Los modelos educativos han tenido vigencia y muchos de ellos aún la tienen, esto requiere el conocimiento, los hábitos y las actitudes necesarias que propendan por el desarrollo humano, sin embargo a lo largo de la historia muchos de ellos han demostrado grandes limitaciones. La pedagogía ha estado muy cercana a la filosofía, desde su nacimiento, pues definitivamente su vínculo ha estado relacionado con la antropología social desde la teoría y la práctica, el sujeto de gestación es el mismo: el ser humano. Una de las discusiones actuales desde el aporte filosófico a la pedagogía es la determinación del estatuto epistemológico, en los clásicos griegos esta asociación ha estado ligada al principio de la “moral”; desde la formación occidental dos ideas han estado recurrentes en los diversos marcadores temporales: la educación se basa en la responsabilidad personal y en la responsabilidad ética, esto es comprensible desde la influencia que grandes pensadores filosóficos han tenido en ella y aún más como los sistemas filosóficos han trasversalizado muchas de las teorías pedagógicas. Metodología Se entiende por Metodología General, el diseño de los procedimientos y estrategias que se ponen en movimiento para que se produzcan evidencias en torno a los enunciados de las intencionalidades formativas: propósitos, objetivos, competencias y metas, en sus vínculos y articulaciones con los aprendizajes que se constituyen en objeto del Curso Académico FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN. Es con este propósito que se pretende presentar las diferentes formas de relación e interacción entre los medios y mediadores pedagógicos, los estudiantes y el conocimiento, que se establecen para asegurar y facilitar el desarrollo de las competencias en el plan de estudios. También se muestran los porcentajes de tiempo personal y asistido que deberán ser considerados para el logro del propósito académico. Las diferentes estrategias metodológicas sugeridas: resúmenes, elaboración de cuadros sinópticos, mapas conceptuales, cuadros comparativos, ensayos, debates, etc., pretenden brindarle al estudiante las herramientas para demostrar cómo ha interiorizado el conocimiento, interpretando cualquier tipo de información, justificando o encontrando razones para sostener todo tipo de planteamiento, estudiando razones, formulando propuestas o tratando de resolver problemas. El ejercicio metodológico contempla con gran claridad la importancia del trabajo independiente que realiza el estudiante y además el acompañamiento tutorial que se desarrollará en cada una de las secciones de trabajo en el aula virtual. Sistema de evaluación En relación con su proceso de autoevaluación revise en su ensayo que las argumentaciones dadas en torno a los ámbitos ético, estético, antropológico, científico, histórico y cultural, sean pertinentes y coherentes con la posición teórica que usted busca sustentar. Para su ejercicio de coevaluación tenga en cuenta que en el diálogo con el tutor sobre su mapa conceptual, ensayo, foro virtual y diálogo virtual, usted haya hecho un uso adecuado de categorías filosóficas y educativas básicas. Para su proceso de heteroevaluación tenga en cuenta que lo fundamental en la construcción de un problema filosófico está en interpretar y reconstruir conceptualmente la realidad social y cultural específica a partir de los elementos teóricos ofrecidos en el Curso Académico FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN. Tal reconstrucción es entendida como la reflexión filosófica que es posible hacer sobre una realidad educativa. Presente su informe final – ensayo – al tutor para establecer el juicio valorativo final de todo el proceso pertinente a este Curso Académico. Valoración: El Curso Académico FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN está dividido en tres (3) unidades, equivalentes a dos (3) créditos académicos correspondientes a 128 horas de trabajo académico: 96 horas de estudio independiente y 32 horas de acompañamiento tutorial. Se plantean nueve (9) sesiones dentro de las cuales se integra la relacionada con la lectura de la ficha, el protocolo y la guía de actividades. Las actividades de cada unidad equivalen al 50%, distribuidas así: Material didáctico (el número de unidades varía de acuerdo al número de créditos) Introducción general del curso La filosofía ha sido desde sus orígenes una ciencia que intenta ir a los principios, que interroga, indaga y cuestiona sobre diversos problemas universales del ser humano, tales como ¿de dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Quiénes somos? ¿Tiene sentido nuestra existencia? ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el mundo? ¿Qué hay después de la vida? .Además de hacerse preguntas de carácter universal, la filosofía a través de sus disciplinas: ética, metafísica, política, epistemología, antropología, entre otras, intenta someter a una revisión crítica y rigurosa todo aquello que imaginamos saber o poder. Por su parte, la educación es un fenómeno que nos encontramos frecuentemente en nuestro devenir cotidiano, al igual que nos encontramos con el lenguaje, el arte, la ciencia, la moral, la religión, la política. La educación hace parte de nuestra existencia, es muy difícil apartarse de ella. Y cuando en nuestra existencia nos asaltan interrogantes, tales como: ¿Qué es la educación? y ¿Con qué finalidad educar? Aparece en el escenario del mundo concreto, el campo de la filosofía de la educación. La filosofía de la educación no es de ahora, ni aparece como una moda intelectual, es de antaño, ya desde los presocráticos, pasando por la antigüedad clásica y hasta nuestro tiempo, el problema del telos educativo ha estado en la cabeza de muchos pensadores. Cabe hacer una aclaración, en este momento de la discusión, el fenómeno educativo está estrechamente relacionado con el tema antropológico, con la pregunta por el ¿qué es un ser humano? ¿qué hace al ser humano educable?¿qué se le quiere enseñar?¿Por qué se le quiere enseñar?¿para qué educarlo? Es así como en esta unidad hablaremos de las diferentes antropologías, tratando de entender ¿Qué se ha entendido por el ser humano a lo largo de la historia? Y ¿con qué finalidad se le ha querido educar? Preguntar por la educación, por sus orígenes, por sus límites, por su valor, por su sentido, es sencillamente, preguntarnos por nosotros mismos. Una propedéutica Unidad Introductoria: ESTATUTO DE LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN Lección 1: LOS HECHOS EDUCACIONALES Y SU LENGUAJE Es muy frecuente escuchar expresiones que denotan acciones relacionadas con la educación. Ministerio de comunicación, estándares educativos, ley general de educación, reforma a la educación, política educativa, ciencias de la educación, educación familiar, educación del cuerpo, educación estética, crisis educativa, educar para la comprensión, educar en la fe, ética y moral, educación para la vida. Las anteriores expresiones dejan entrever un sinnúmero de sucesos o acontecimientos educacionales. A la par con las expresiones mencionadas, surgen otras en torno a la palabra educación, es así como suele ser muy común escuchar: investigación, instrucción, enseñanza-aprendizaje, formación, adoctrinamiento, estudio, escuela, pedagogía, didáctica, entre otras tantas palabras que suelen ser utilizadas para referirse a la educación. ¿Cuáles son las diferencias y semejanzas entre unas y otras? No es el tema de este apartado, más adelante, las traeremos nuevamente a colación para realizar la respectiva distinción, por lo pronto, quiero hacer hincapié en dos elementos importantes y que saltan a simple vista. El primer elemento guarda relación con la existencia de hechos educacionales, es decir, acciones puntuales que se llevan a cabo en el proceso educativo y se constituyen en su momento en la columna vertebral de la educación. El segundo elemento, está ligado al anterior. Es necesario para describir esos hechos educacionales, la existencia de un lenguaje educacional, es decir, un vocabulario focal, que contenga las expresiones con las que se alude o se hace referencia a esas situaciones particulares que encierra el fenómeno educativo. Es necesario aclarar aquí, que el lenguaje que gravita en torno al hecho educativo se caracteriza por la imprecisión y que resulta fácil quedarnos en las fronteras semánticas y no avanzar ni una milésima a la hora de intentar precisar los significados a los que nos referimos cuando hablamos de educación. ¿Por qué hablar de educación y no de formación? ¿Cuáles son sus diferencias? A diferencia del lenguaje matemático o del lenguaje físico, el lenguaje educacional, se puede prestar fácilmente para equívocos. Adicionalmente, a la hora de intentar abordar los hechos educacionales para describirlos, los individuos suelen dejar salir a flote, sus inclinaciones volitivas, sensitivas y apetitivas, es decir, las personas se dejan afectar por los hechos educacionales y adolecen de objetividad en el momento de caracterizar cualquier situación educativa. Queda claro que el lenguaje educativo no se equipara al lenguaje de las ciencias empírico-naturales, las cuales han mostrado una fuerte precisión lingüística en lo que designan. El habla sobre el fenómeno educacional se muestra reacia a la codificación. Esto nos indica que nos enfrentamos a un campo polisémico, donde se hace necesario aclarar a que estamos aludiendo cuando utilicemos una expresión educativa, verbigracia: ahora vamos a entender por enseñanza…, tal cosa y no otra. Y para empezar con el buen uso del lenguaje educacional, vamos a realizar unas precisiones conceptuales en torno a lo que vamos a entender por educación y lo que vamos a entender por pedagogía. Lección 2: DISTINCIÓN CONCEPTUAL ENTRE EDUCACIÓN Y PEDAGOGIA Vamos a empezar este apartado aclarando que cuando se habla de educación, nos referimos a una actividad social, a una práctica, una acción, mientras que cuando hablamos de Pedagogía aludimos a una reflexión, a una teorización, una actitud reflexiva, un conocimiento o una toma de conciencia. El saber pedagógico se interroga acerca de las acciones educadoras. El conocimiento que emana de la pedagogía, es susceptible de revisión y tiende a caducar, pues obedece a un momento histórico concreto. Al ser la educación un fenómeno humano y al ser el humano una realidad dinámica y cambiante, de igual forma la acción educativa tiende a cambiar y a ser dinámica. Es así como, tanto educación como pedagogía deben ser revisadas de forma gradual e intentar adecuar sus disertaciones y sus prácticas a la situación actual de los educandos. EDUCACIÓN Este vocablo proviene del latín. Por Ducere se entendía conducir. E-ducere indicaba entonces conducir fuera de. Dicha definición ha sido criticada por algunos teóricos de la Escuela Nueva, quienes hablan que los alumnos, no son autómatas, ni robots, ni mucho menos máquinas que hay que conducir, sino que ellos son sujetos activos, que traen conocimientos previos y que están dispuestos a aprender teniendo en cuenta ese saber, saber que ya da cuenta de su entorno. Otros teóricos derivan el término educación del latín educare, que señalaba la acción de formar, instruir, guiar, criar, alimentar, nutrir. Esta definición da a entender un proceso de adaptación, mientras que la primera acepción de Educere, implicaría una participación más activa del sujeto, al posibilitar la conducción hacia fuera. En sus inicios se relacionaba el término educación con el de instrucción y se creía que alguien estaba bien educado cuando había alcanzado cierto nivel de instrucción en un área específica. En la época de la ilustración también el vocablo educación estuvo fuertemente relacionado con la adquisición de buenos modales. La cortesía y la urbanidad entrarían en esta acepción. Muchas veces se utiliza el término educación como sinónimo de claustro escolar. Entonces se equipara la educación al proceso enseñanza-aprendizaje que se presenta en un centro escolar. Dentro de esta forma de entender la educación, se incluyen las lecciones, los descansos, los deportes, las excursiones, los premios, los castigos, la metodología y la organización del mismo espacio. Sabemos ahora que la educación no se reduce sólo al ámbito formal, sino que es más amplio su espectro y vincula a la familia, la sociedad, los medios de comunicación, los amigos. Otro significado que se tiene del término de educación, guarda relación con la prudencia griega (phronesis) la cual está relacionada con un saber que se refiere a la totalidad de la vida y del bien del ser humano. Se trata ya no de un saber-hacer sino de un saber actuar acorde a los parámetros del bien y el mal en un contexto determinado. Esta concepción relaciona la educación con criterios axiológicos. Suelen ser diferentes las acepciones que se tienen en torno a la educación, unas antiguas, otras más actuales, no obstante, dichas definiciones coinciden en reconocer a la educación como un proceso social (anclado en la realidad, y susceptible de ser estudiado) por un lado, y por el otro, reconocen en la educación una dimensión valorativa (axiológica; también susceptible de ser analizada desde el campo de la filosofía, por ejemplo). Ahora bien reconociendo estos dos elementos, es hora de realizar un intento por tomar partido; a la hora de inclinarnos por una definición, la del pensador colombiano Carlos Rojas Osorio nos ofrece muchas luces al respecto: “La educación es un proceso y una institución social ligada a la cultura, que se transforma históricamente, pero es también un proceso individual en el que la persona se socializa y tiene la oportunidad de desarrollar sus potencialidades humanas” (ROJAS OSORIO, 2010). En esta definición podemos apreciar que el término educación es muy amplio y abarca diferentes elementos, a saber: cultura, individuo, sociedad, historia, entre otros. Asimismo, a la hora de estudiar la educación, está puede ser abordada desde diferentes ópticas. Por ejemplo, como institución social, la educación suele ser analizada por la sociología de la educación. Así como la sociedad y la culturan se transforman constantemente y en ocasiones de forma radical, entonces la educación, es estudiada también por la historia de la educación. La psicología de la educación, por su parte estudia el fenómeno educativo desde el aprendizaje y los mejores modos de aprender. Si el interés se centra en el estudio del ser humano como ser educable, es decir, como homo educandus, aparece la antropología de la educación, la cual indaga acerca del cómo y el por qué se educan los seres humanos en una cultura concreta. Existe otra disciplina del saber, que tiene como telos de estudio, la política de la educación, donde se analiza la gran misión educativa del Estado (sus programas y sus estrategias educativas). En conclusión para este apartado, podemos decir que la educación es un fenómeno complejo, que posee varias aristas y que está directamente relacionado con la formación de los seres humanos, con la sociedad y con la cultura en general. PEDAGOGÍA Como lo señalábamos anteriormente, la pedagogía está relacionada con un saber, una reflexión teórica sobre las acciones educativas. En este apartado, profundizaremos un poco más acerca de su significado. El término es de origen griego παιδαγωγέω (paidagōgeō); en el cual παῖς (παιδός, Paidós) significa "niño" o infante y άγω (ágō) significa "líder", o sea "conducir, dirigir o liderar al niño". La paidagogía fue en Grecia, una tarea reservada para el páidagogos; quién conducía al niño a la escuela. Por extensión, el paidagogo es aquella persona que instruye a los niños. El pensador español Octavi Fullat, hace una clara distinción entre el pedagogo y el educador, al respecto comenta: “El arte de instruir y de educar comienza comprendiendo a los niños y prosigue luego haciéndose comprender por ellos e interesándoles. Este es un arte que no se enseña. Educando o instruyendo puede uno convertirse en educador y maestro; jamás se obtiene tal arte en los libros. Quien sabe mucho sobre educación es un pedagogo; el que posee el arte de educar es un educador” (FULLAT, 1990, pág. 19) Fullat, hace énfasis en los conocimientos teóricos que puede llegar a tener un pedagogo, pero lo diferencia del educador. Las indagaciones que ha hecho la pedagogía del fenómeno educativo, han arrojado grandes contribuciones sobre lo educacional tales como: las didácticas, las técnicas del aprendizaje, la enseñanza programada, la organización escolar, las orientaciones escolar y profesional, consideraciones morales, jurídicas, lingüísticas, estéticas y hasta utópicas. Se hace necesaria la pedagogía como saber que cuestiona y evalúa la acción y la cultura educativa. Al realizar un examen cuidadoso y exhaustivo del fenómeno educativo, la pedagogía permite mejorar las falencias que se presentan a diario en la enseñanza al interior de las prácticas educativas. La pedagogía se circunscribe en el campo de la enseñanza y permite al maestro alimentarse teóricamente de los registros realizados por estudiosos del accionar educativo, quienes han logrado conceptualizar múltiples relaciones que se dan cita en el ámbito educativo. Lección 3: OTRAS NOCIONES EDUCACIONALES En este apartado se pretende traer a colación diferentes términos que hacen parte del proceso educativo o al menos eso se ha creído por mucho tiempo. Se agruparan en dos grandes bloques: en el primero se tendrán en cuenta aquellos relacionados con la adquisición de conocimientos, tales como: instrucción, enseñanza, aprendizaje e investigación. En un segundo grupo colocaré aquellos que gravitan en torno a la institución docente, tales como: escuela, alumno (estudiante-educando) maestro, profesor, discípulo y formación. En las siguientes líneas se acudirá a la etimología y al habla para definir contextualmente el significado de estos términos. Se espera que este acercamiento conceptual posibilite una mayor comprensión del hecho educativo. 3.1. Conceptos relacionados con la adquisición de conocimientos El primer término que traigo a colación, es el de instrucción, el cual no ha sido bien visto en los últimos tiempos, por estar relacionado con la educación tradicional; no obstante, creemos que es bueno aclarar qué significa este concepto. La palabra Instrucción deriva del latín instructĭo y está relacionada con el conjunto de enseñanzas y/o prácticas para alcanzar el adiestramiento del individuo, dicha instrucción no es propia de la educación, el término también se aplica para la milicia y para las artes. La instrucción presupone principios determinados y lecciones dictadas. En la educación actual, el término instrucción ha entrado en desuso, ya que se le relaciona sólo con aprendizaje memorístico y desconoce en parte los conocimientos previos de los discentes, aunque esto no es del todo cierto. Por su parte, el término enseñanza deriva del latín Insignare, compuesto de in (en) y signare(señalar hacia), lo que necesariamente implica ofrecer una orientación sobre qué rumbo tomar. Dicho proceso de señalar el camino se puede aplicar al acto que lleva a cabo un maestro, padre, amigo o hermano. En la enseñanza se requiere de mediación de un tercero que oriente. En el proceso de enseñanza se requiere cuatro elementos fundamentales: maestros u orientadores (padres de familia, líderes entre otros); discentes o educandos(individuos que estén atentos a la orientación); el objeto de conocimiento(sobre lo que se va orientar, por ejemplo, sobre la culinaria, sobre actividad física, sobre instrucción militar) y finalmente, un cuarto elemento, el correspondiente al entorno educativo(el escenario donde se van a realizar las sesiones de aprendizaje), en dicho mundo es preciso que interactúen docentes y discentes. Otros estudiosos del fenómeno educativo incluyen un quinto elemento, que corresponde a los materiales (pueden ser ayudas didácticas y/o metodológicas, para que el estudiante aprehenda fácilmente el objeto del conocimiento). Algunas experiencias de las escuelas democráticas han intentado estudiar la posibilidad de aprender sin la intervención de la enseñanza, es decir, sin la mediación, sin la existencia de un tercero (llámese éste: maestro, padre de familia, etc.). De hecho una de las críticas que se le realiza a la educación contemporánea radica en que ésta ha centralizado sus esfuerzos en la enseñanza y no en el aprendizaje y ha presupuesto que por cada intervención de un tercero, se garantiza una porción de aprendizaje. La cuestión es que esto no está sucediendo y que cada vez más los individuos, gracias a las NTICs (Nuevas Tecnologías de la Información y comunicación) no necesitan de un profesor para garantizar el aprendizaje. Muchas de las cosas que se están aprendiendo, se están realizando de forma individual, como caminar, hablar, comer, vestirse, jugar y entretenerse por ejemplo. No estamos restando importancia al maestro, de hecho somos conscientes de su rol primordial en la educación, además, si bien estamos inundados de información, requerimos de orientación para no atosigarnos con la misma, y es allí donde el profesor puede y debe brindar pistas. Entre otras cosas que se puede identificar con la crítica a la enseñanza es que dicho proceso es poco significativo para los educandos, ya que lo que se aprende, al rato se olvida, se aprende para la nota, para el examen y no para la vida. Ahora bien eso ha cambiado, pero todavía falta realizar esfuerzos donde las clases tengan como soporte el devenir cotidiano y donde la enseñanza traiga a colación experiencias relevantes de los discentes, que dejen impronta y sirvan como acicate para enfrentarse a la vida concreta. Otro de los términos, que ya hemos mencionado, tiene que ver con el aprendizaje, el cual deriva del latín apprehendere, conformado por el prefijo ad (hacia) y verbo prehendere (atrapar, agarrar, asir). En el ámbito educativo se entiende por aprendizaje el proceso mediante el cual se adquieren (se atrapan) o modifican habilidades, conductas, conocimientos, valores y destrezas como producto del estudio, la enseñanza, la experiencia, el raciocinio y la observación. El aprendizaje no sólo se da en el plano de los humanos, también se han realizado estudios sobre el aprendizaje en animales y sistemas artificiales. En el aprendizaje convergen varios elementos entre ellos y uno muy relevante se encuentra el de la motivación. Se ha comprobado que si el individuo está motivado el aprendizaje es mayor. Las motivaciones pueden ser de diferente índole: económico, social, cultural y hasta emocional. En el aula de clase el maestro suele motivar a los estudiantes con la nota, o con otras estrategias didácticas donde el estudiante se destaca y posteriormente se le reconoce públicamente la dedicación y el esfuerzo empleado en la actividad realizada. En pedagogía se reconocen diferentes tipos de aprendizaje, entre los que cabe destacar los siguientes: Aprendizaje receptivo: En este tipo aprendizaje, el individuo solo capta el contenido con el objetivo de reproducirlo, por ejemplo, cuando aprende a manipular un instrumento, pero no aporta nada diferente a lo aprendido. Aprendizaje por descubrimiento: En este aprendizaje el individuo asume un rol más activo, pues debe descubrir los conceptos y sus relaciones y reordenarlos para integrarlos luego a su modelo cognitivo. Aprendizaje repetitivo: En este tipo de aprendizaje el individuo no se diferencia de una lora o cotorra, pues se dedica a memorizar contenidos sin comprenderlos o relacionarlos con sus conocimientos previos, y se limita a repetirlos sin sentido alguno. Aprendizaje significativo: Es uno de los aprendizajes más trabajados en la educación contemporánea, en este aprendizaje el individuo trae a colación sus conocimientos previos y los relaciona con los nuevos para después insertarlos en sus propios esquemas cognitivos. Aprendizaje observacional: Este tipo de aprendizaje es muy común, sobre todo en el hogar, en este aprendizaje el sujeto o individuo aprende siguiendo el ejemplo de un tercero, donde éste se configura en un modelo a seguir. Vb. Los profesores o padres de familia llegan a ser regularmente los paradigmas en los que los educandos centran su atención. Aprendizaje latente: En este aprendizaje el sujeto adquiere una nueva habilidad o destreza, pero esta no se demuestra hasta que se ofrece alguna motivación o incentivo para así darla a conocer. Otro de los términos que se trae a colación para designar la adquisición de conocimientos, es el de investigación, palabra que deriva del latín investigare, que a su vez proviene del término vestigium que significa ir detrás de la huella, en el sentido de ir detrás de la pista o indicio de algo. Vestigium hacía alusión a la planta o suela del pie que quedaba marcada en la tierra, a la huella que dejaba el pie en el suelo al pasar por allí y después paso a señalar o a indicar que alguien había caminado por ese lugar. La investigación es una actividad humana que está encaminada a conseguir nuevos conocimientos, conocimientos que posteriormente aporten soluciones a problemas o interrogantes que ha tenido la sociedad. Según el objeto de estudio, se distinguen diferentes tipos de investigación, a saber: Investigación básica: Este tipo de investigación elemental o pura tiene como escenario principal los laboratorios, los resultados que se arrojan sirven como insumo para crear nuevas leyes o para modificar las ya existentes. Investigación aplicada: Un ejemplo se halla en el campo de la investigación clínica. En la cual se investiga para luego con los resultados, buscar una aplicación, aplicación que se realiza a una población determinada. Investigación analítica: En este tipo de investigación, el investigador intenta probar o invalidar hipótesis. Es una investigación que exige mucha rigurosidad y es de una gran complejidad. Se contrastan variables y se sacan conclusiones. Investigación de campo: El gran protagonista de esta investigación es el entorno, ya que es una investigación que intenta comprender y resolver alguna situación o problema de un lugar determinado. El sujeto investigador convive con la población del lugar objeto de estudio. En dicha convivencia el investigador logra extraer datos que luego de ser analizados arrojan grandes pistas para proponer soluciones concretas a la problemática inicialmente planteada. De esta forma se trajo a colación los diferentes conceptos que guardan relación con la adquisición de conocimientos en el ámbito educativo. En la actualidad, unos son más usados que otros, por ejemplo, es muy frecuente encontrar el término de investigación sobre todo en pedagogía y los conceptos de enseñanza-aprendizaje son utilizados para designar lo que acontece al interior de la práctica educativa. En cambio el término instrucción se usa para designar otras prácticas, como la militar o la deportiva, pero en el entorno educativo es poco frecuente escucharla. 3.2 Conceptos que gravitan en torno a la institución docente Entre los conceptos que gravitan en torno a la institución docente cabe mencionar los siguientes: escuela, alumno (estudiante-educando) maestro, profesor, discípulo y formación. A continuación se procede a definirlos. La palabra escuela deriva del schola que significa lección y este término asimismo proviene del griego σχολή (skholḗ) que designa ocio, tiempo libre, estudio. El concepto escuela se utiliza como nombre genérico para señalar cualquier centro educativo donde se lleve a cabo el proceso de enseñanzaaprendizaje, no obstante, en algunos lugares sólo designa la enseñanza primaria. Nadie desconoce el papel de la escuela en la sociedad contemporánea, sin embargo, existen pensadores que abrogan por su extinción al considerarla poco efectiva y replicadora del sistema opresor, uno de esos pensadores trabajó en Latinoamérica y promovió dentro de sus escritos el camino hacia una sociedad desescolarizada, su nombre es Ivan Illich. De este pensador hablaremos en otro capítulo más adelante. Existen muchas formas de designar al sujeto de la educación, recordemos que dicho sujeto es de doble naturaleza: tanto el que imparte el conocimiento (docente), como aquél que lo recepciona activamente (discente). Nos detendremos en este apartado en esas diferentes formas de llamar al sujeto de la educación señalando sus diferencias. La palabra alumno viene del latín alumnus que significa alimentado, hacer crecer. En relación con esta palabra algunas personas han creído que deriva del prefijo a(sin) y lumen(luz), sin embargo, averiguando dicha definición no existe en latín y por lo tanto es un equívoco. O sea que perfectamente podemos seguir utilizando esta palabra en su origen como el hacer crecer y de una u otra forma la educación posibilita dicho crecimiento. Por su parte, la palabra estudiante proviene de la edad media y al parecer obedece a una deformación del término latino Studere cuyo significado puede ser equivalente a esforzarse, fue en el medioevo y con el pensador Tomás de Aquino que se reflexionó sobre el papel relevante del estudiante, quien para el aquinate, debe estar dispuesto a renunciar a muchas cosas, buscar afanosamente la verdad mediante la vida ascética y el esfuerzo. En la actualidad dicho término se refiere a los individuos que tienen como principal ocupación el estudio o invierten su tiempo en profundizar sobre alguna área del saber universal. A su vez la palabra educando deriva del latín educandus y designa al individuo del proceso educativo, al que hace parte activa del fenómeno educativo. Por otra parte, la palabra docente viene del lat. docens, -entis, part. act. de docēre, que significa enseñar. El término docente se refiere al individuo que se dedica a enseñar o a impartir conocimientos propios de un área del saber universal, llámese éstas naturales, sociales, matemáticas, español, etc. Un docente debe tener habilidades pedagógicas para convertirse en un sujeto facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje. El rol del docente es supremamente importante, porque no sólo transmite conocimientos a sus alumnos, sino que aporta valores, estilos de vida y se convierte en un módelo a seguir. Asimismo, el término profesor proviene del latín profiteri( declarar en público) conformada por el prefijo pro(adelante, a la vista) y el verbo fateri(confesar, declarar). El profesor era aquella persona que “demostraba” públicamente que poseía ciertos conocimientos que lo hacían perito en alguna área y que adicionalmente, tenía la facilidad de transmitirlos. En la actualidad el concepto designa a aquél individuo que enseña públicamente algún determinado saber. Este concepto es el más común para designar al sujeto de la educación encargado de la enseñanza. Finalizando este apartado, nos encontramos con la palabra maestro la cual deriva del latín magistrí, y que a su vez está conformada por el prefijomagis (más) y stare(estar de pie o parado) en suma su significado traduce estar parado más alto . El magister en la edad media designaba al individuo que había alcanzado el más alto grado de conocimiento y dominio en su area de saber y por eso se creía que estaba capacitado para dar lecciones de ello. Al maestro no se le puede reducir bajo el simple calificativo de instructor, ni mucho menos se le puede pordebajear señalandolo como un técnico del saber, el maestro es aquél que esculpe en los individuos una impronta de vida, aquel ser que influye sobremanera en la actitud de los estudiantes, es el que viviendo, enseña a vivir. La palabra maestro también suele ser muy utilizada en nuestro argot popular para designar al individuo que permea y facilita el aprendizaje. Queda claro, como lo habíamos señalado en un capitulo anterior, que el lenguaje educacional, se distancia del lenguaje exacto de las ciencias naturales, por su polisemia y en ocasiones por su ambigüedad, lo pudimos percibir en los diferentes epítetos con los que se suele llamar al proceso educativo y a los agentes que participan en el mismo. Se espera que las diferentes definiciones sirvan como soporte a la hora de realizar alguna precisión conceptual en torno al ámbito educativo. Actividades Complementarias Elaborar un glosario con palabras que hagan parte del lenguaje educacional (mínimo 5) y describir 5 situaciones educacionales que se puedan presentar en el aula de clase. Unidad 1: FILOSOFÍAS DE LA EDUCACIÓN Lección 1: TAREAS DE UNA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN La filosofía en su conjunto (ética, estética, política, lógica, etc.)ofrece un panóptico de la cultura humana y se constituye en el soporte teórico de la pedagogía. La filosofía contribuye con las conclusiones arrojadas de sus observaciones a una visión más amplia de la pedagogía. Es así como la pedagogía se constituye en un saber autónomo que se sirve de la filosofía como de otros saberes para cumplir con sus objetivos. Según el pensador español Octavi Fullat (FULLAT, 1990, pág. 72) el trabajo puntual de la filosofía de la educación queda supeditado a las siguientes tareas indicadas, a saber: 1. Analizar el lenguaje educativo 2. Indicar el sentido general del proceso educador 3. Mostrar la estructura educanda del hombre 4. Explicar, a través de la teleología, las diversas pedagogías En relación con el análisis del lenguaje educativo, no puede desconocerse el papel relevante que juega el discurso educativo en los discentes. A través del lenguaje, el ser humano manifiesta su mundo interior, su espíritu, su racionalidad. Centrándonos en el lenguaje educativo, el tipo de reflexión filosófico más adecuado es aquel que se preocupa de los lenguaje comunes, es decir, se puede concluir que el lenguaje que se fragua en la educación coincide en su mayoría con el de la vida corriente; ahora bien, esto no quiere desconocer que parte del lenguaje de la educación proviene de otros lugares, tales como la psicología, la estadística, la biología. El estudioso de la educación debe intentar precisar el uso semántico de cada vocablo importante y buscar la aplicación o utilización más pertinente acorde a cada circunstancia particular. Por otra parte, cuando se indica el sentido general del proceso educador, se cae en cuenta que la tarea educativa lleva siempre a cabo un proyecto, ya sea este explícito o implícito. Puede bien ser, proporcionar las habilidades mínimas para enfrentarse al mercado laboral o despertar el deseo del conocimiento universal, también puede apuntar a desarrollar una actitud crítica frente a la realidad o a estimular el aprecio por alcanzar el máximo desarrollo de las posibilidades humanas. Cualquiera que sea el sentido del proceso educador, coincidimos en afirmar que siempre se educa para algo, no sólo de forma inmediata, sino mediata o como un objetivo lejano. Por otro lado, cuando se habla de la estructura educanda del hombre, se afirma que el hombre es un animal educable, es un ser que es necesariamente educando y no es cuestión de si quiere o no quiere educarse, sino de que o nos educamos y alcanzamos la perfectibilidad humana o quedamos sucumbidos en la pura y elemental animalidad, entonces, dentro de esta tarea se estudia la estructura (la ontogénesis) del hombre que le exige el proceso educativo como parte constitutiva de su realización. Finalmente, nos encontramos con la cuarta tarea propuesta por Fullat, que gravita en torno a las teleologías que a su vez explican las diferentes pedagogías que se implementan. Pues de acuerdo a lo que se quiere alcanzar, de igual forma se implementa una pedagogía con el fin de cristalizar lo planteado. Algunos de los telos que se han propuesto giran en torno a que se educa para la democracia, o para respetar la naturaleza, otros teóricos coinciden en señalar que se educa para la libertad, la autonomía, la honestidad, el respeto, la convivencia, en estos últimos fines que se le proponen a la educación hay una similitud, los valores. Sin duda el fenómeno educativo encierra una referencia necesaria a criterios axiológicos. Es así como algunos para implementar la axiología preferirán inclinarse por valores marxistas, otros lo harán por los valores anarquistas, otros sin duda optaran por el sistema axiológico ofrecido por el cristianismo, o por la modernidad. Salta a la reflexión educativa otro elemento relevante, la libertad. El ser humano es libre de preferir ésta o aquella educación, eso sí, asimismo está obligado a responsabilizarse por las consecuencias de esa elección. “Los fines educativos se montan necesariamente sobre el hecho que la realidad humana es constitutivamente educanda. La forma educativa demanda sin cesar un contenido axiológico con el que llenarse. Tales contenidos, o valores, proceden del modelo antropológico- apoyado a su vez en la cosmovisión pertinente- que cada época y clase social privilegian”. (FULLAT, 1990, pág. 82). Siguiendo lo planteado por Fullat, en torno a la necesidad de un modelo antropológico para “llenar” el contenido axiológico que demanda el fenómeno educativo, pasamos a profundizar en las siguientes lecciones, en las diversas antropologías que se han labrado a lo largo de la historia y que a su vez han servido de plataforma teórica para soportar la educación en general. Lección 2: ANTROPOLOGÍAS CLÁSICAS, MEDIOEVAS Y RENACENTISTAS 2.1 ANTROPOLOGIAS CLÁSICAS Bajo este nombre de antropologías clásicas, vamos a circunscribir la paideia griega y la humanitas romana, ambas se caracterizaron por surgir en el contexto de la edad antigua. LA PAIDEIA GRIEGA[1] La sociedad griega se caracterizó por ser una sociedad de guerreros y como tal en ella había una convicción en torno al caballero, que debía ser un buen orador y un buen luchador, que fuera capaz de hablar con elocuencia en público y que se supeditará a los designios del mandatario de turno. Los griegos usaron como acicate teórico de sus enseñanzas los textos de Homero, es así como los niños recitaban de memoria los poemas homéricos, los cuales a su vez promovían una moral anclada en el heroísmo, donde la valentía y el honor se constituyen en los valores más altos de alcanzar. Aquiles, Héctor, Áyax, Nestór, Patroclo, Agamenon, Ulises son héroes y el carácter de todos ellos fue esculpido bajo el código de honor y valentía, que se impartía desde la educación. El individuo de la educación homérica centra su vida en función del alcance de un ideal, la gloria. La gloria es el reconocimiento y el premio último de ese ideal. Gracias a su excelencia, los caballeros eran reconocidos y su memoria perduraba en el tiempo por la fama y el honor logrados. Por el contrario, los que no lograban el reconocimiento estaban relegados al ostracismo del olvido. “Otra característica de la virtud (areté) homérica es el amor propio, por el cual cada uno aspira a realizar en sí mismo la virtud más alta” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 4) La educación en la retórica y la sofística Algunos de los maestros más destacados de retórica fueron los sofistas[2]: Georgias de Leontini (497-389 a.c), Hipias de Elis (segunda mitad del siglo V a.c) y Protágoras de Abdera (480-410 a.c). Los sofistas educaban en virtudes que podían ser enseñadas, como el arte de hablar bien(elocuencia), el arte de escribir bien(gramática), el arte de argüir bien(dialéctica) y el arte de del lenguaje métrico(la poesía). Para los sofistas estas virtudes eran muy relevantes, no obstante, priorizaban de todas ellas, la elocuencia. Haciendo uso de la retórica ellos lograron acaparar la atención y cautivar multitudes. En relación con la retórica, Rojas Osorio afirma que: “es una formación de razonamiento, que conlleva una investigación científica del lenguaje y de esa investigación nace la gramática. El máximo encomio de la retórica lo hallamos en el sofista Gorgias de Leontini. Para él el discurso es un poder” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 9) Con la elocuencia y las demás virtudes ellos educaron a los futuros políticos. Protagoras de Abdera consideraba que la educación autentica radicaba en desarrollar actitudes para ejercer la política, la cual consideraba un arte. Occidente le debe a los sofistas el origen del Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y de igual forma el origen del Quadrivium (aritmética, geometría, astronomía y música) inicialmente promovido por Hipias de Elis. La educación de la clase gobernante: Platón Platón[3] desarrolla su visión educativa a la par con su filosofía política y es en su principal obra de tinte político: “La república” donde el pensador ateniense expone su plataforma educativa, la cual no está centrada en todo el mundo, sino en dos clases puntuales: los guardianes y los sabios regentes. Platón hace de entrada explicita su tesis: los sabios son los llamados a gobernar, con el fin de que culminen todas las calamidades de la tierra. Platón identifica tres clases sociales: la clase de los artesanos, cuya tarea es producir todo lo que demanda la sociedad; la clase guerrera(los guardianes) que tienen como función defender la ciudad y la clase gobernante, cuyo objetivo es administrar la polis. En la formación educativa, Platón se preocupa mucho por la clase gobernante, poco por la clase guerrera y casi nada por la clase de los artesanos. Los guardianes deben ser educados en música, gimnasia y matemáticas (aritmética, geometría y astronomía). Platón creía que todos los ciudadanos debían participar, si así se requiriese, en la defensa de la ciudad y por ello todos debían recibir entrenamiento militar. Según, Rojas Osorio, Platón en las leyes propone que: “la educación sea para todos, incluso la educación militar para los jóvenes de ambos sexos. El currículo general incluirá además literatura, música y matemáticas” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 17). Para Platón la filosofía es muy importante porque gracias a ella se puede superar el mundo de las sombras sensibles y se puede acceder al mundo inteligible o mundo de las ideas. Y sólo se enseñara filosofía a la clase gobernante, con el fin de darle una vida nueva, una vida de sabiduría a la civilización griega. Finalmente, podemos aseverar que la educación propuesta por Platón no es para nada democrática, sino más bien aristocrática, se concentra en la formación de los guardianes, pero principalmente, de los gobernantes. La educación que propone Platón defiende un Estado doctrinal, que dictamina lo que es verdadero y lo que es falso, lo que se debe enseñar y lo que no. La escuela de Isócrates[4] Isócrates fue un gran maestro de retórica que consideró el discurso como la causa de toda formación, incluyendo la moral. El inicio de toda educación estaba cimentado para Isócrates en la gramática, continuaba con la historia, seguía con la matemática y se concluía con la oratoria como pilar fundamental de toda la enseñanza. El telos al aprender la retórica no era irresponsable, por el contrario, tenía un alcance cívico y patriótico, ya que comprendiéndose los humanos, pueden lograr cosas interesantes para la polis. Isócrates quería que sus discípulos alcanzaran la KALOKAGATHIA, es decir, la contemplación de lo bello-bueno y que llegaran a desarrollar personalidades con un alto sentido moral y espiritual, dignas de ser admirados y honrados por sus congéneres. Aristóteles[5] y la educación moral El estagirita nos dice que existen dos clases de virtudes: las virtudes intelectuales y las virtudes morales. De las primeras afirma que su origen radica en la enseñanza y por eso es indispensable para desarrollarlas la experiencia y el tiempo; de las segundas que proceden de la costumbre. Por la misma línea, plantea Aristóteles que al niño se le educa moralmente por intermedio de la costumbre y sin necesidad de dar argumentos. Ya adulto el niño, gracias al uso de la razón, descubrirá por sí solo los motivos de la educación moral que le dieron sus padres. La familia se convierte en la responsable de la educación moral y de la formación de buenos hábitos, acordes a las costumbres de su comunidad concreta. Para el fundador del Liceo, la relevancia de la formación de hábitos es vital, pues sin ella no se puede alcanzar la virtud. Y si no se desarrolla la virtud, aparece su antagónico, el vicio y esto perjudicará notablemente a la comunidad. Los epicúreos y los escépticos Epicuro[6] de Samos a diferencia del pensamiento comunitarista de Aristóteles, defiende la necesidad de educar para sí mismo y no necesariamente para la polis; en otras palabras, el verdadero telos educativo debe estar encaminado a la realización personal. La ataraxia (la serenidad) se logra mediante el conocimiento de la naturaleza propia y debe ser la finalidad principal de la práctica educativa. Epicuro concibe la filosofía como el arte de vivir y la ética como el cuidado de sí. Si se filosofa todo el tiempo, sencillamente, se está procurando el cuidado de sí. Otro de los elementos importantes para Epicuro, es la amistad. La amistad no sólo implica la relación con el otro, sino la relación consigo. Por otra parte, los escépticos[7] optaron en sus disertaciones por la tranquilidad del alma y prefirieron no comprometerse con la incertidumbre de no poseer la verdad, es así como no creen las verdades objetivas, al considerarlas “imposibles”, ya que es el sujeto el encargado de enjuiciar la realidad y él es susceptible a la equivocación. Los escépticos promovieron una práctica educativa anclada en la libertad interior, en vivir tranquilamente, en la indagación de la realidad y en la serenidad del alma (la ataraxia). La filosofía de la educación tuvo dos grandes tendencias. Por un lado, estuvo la tendencia aristocrática, cuya procedencia se remonta al mundo homérico y por otro lado, estuvo la tendencia retórica y sofística, que como señalamos caracterizó la práctica educativa griega desde el siglo V a.c. En relación con la primera tendencia podemos concluir que se intenta buscar con el ejercicio educativo la excelencia (areté). Dicha areté se puede alcanzar con la práctica de la virtud, la cual se aprende. Para Platón son los filósofos los que deben gobernar para que la sociedad sea justa y buena. En la segunda tendencia, los rétores y los sofistas apostaban por la inclusión, por la democracia y hasta vinculaban mujeres en sus propuestas. El ideal del sujeto impulsado por esta tendencia era el del buen orador, un individuo que no sólo supiese hablar, sino que fuera un buen ser humano. HUMANITAS: LA EDUCACIÓN ROMANA La formación denominada paideia en Grecia pasa a llamarse en Roma Humanitas[8]. La humanitas romana incluía dentro de su definición, el desarrollo moral del individuo. Asimismo Humanitas implicaba también conocimiento y perfeccionamiento del sujeto humano. Dentro de la concepción antropológica ideal de la humanitas estaba como pilar de la misma la Honestidad, que le apuntaba al humano íntegro: justo, virtuoso, honrado y cumplidor de sus deberes. La filosofía que ayuda a la humanitas, se constituye en sabiduría, la cual es requerida para lograr el buen vivir. Los griegos Sócrates, Platón y Aristóteles concebían la retórica y la filosofía como ciencias separadas, los romanos abogaron por su unión. Es así como Cicerón[9]exige que el orador soporte su formación en la filosofía, la historia y el derecho. La educación del individuo se hace con el objetivo de formar buenos ciudadanos capaces de actuar en favor de su patria. En la humanitas se identifica el papel mediador del maestro, sin embargo, no se le otorga el reconocimiento que se merece, al menos económico, ya que eran mal remunerados, esto obligaba siempre a buscar esclavos o libertos para que desempeñaran el oficio de ser pedagogos. Esa formación del hombre completo requería de una enseñanza elemental o básica, donde se incluía componentes de: “gramática, cultura general, letras, música, geometría, aritmética y astronomía. Los estudios superiores pertenecían a la escuela de la retórica, que coronaba la educación del hombre completo” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 43). El estoicismo[10] en la educación romana El estoicismo fue la filosofía de mayor influencia en los dos primeros siglos del Imperio romano. Uno de los pensadores latinos, seguidor de esta tradición fue Séneca[11]. Séneca a diferencia de otros autores enfatiza la voluntad como elemento clave de la formación. Al saber dominar mis pasiones, puedo ejercer gobierno de mí mismo. Y si me gobierno a mí mismo puedo llevar luego una vejez con tranquilidad y disfrute sosegado de la vida. Para Séneca la humanitas se desarrolla dentro de comunidades culturales, donde es preciso integrarse a una red de amistades. Asimismo la filosofía se desarrolla en el escenario institucional creado para la humanitas, la escuela (skhole) donde es preciso llevar una existencia comunitaria. Otro de los estoicos latinos destacados fue Epicteto[12] quien afirmó que la libertad del alma radica en la virtud y que el vicio por antonomasia representaba la esclavitud. El rol fundamental de la filosofía es ayudar a los individuos a ser libres, es decir, virtuosos. Por otra parte, Cicerón designó con el término “artes liberales” al sistema educativo que los griegos llamaron educación general o enciclopedia (egkyklios paideia), en el cual se agruparon los siete conocimientos que ellos consideraron más relevantes, a saber: el trívium (gramática, retórica y dialéctica), y el quadrivium(música, aritmética, geometría y astronomía). Entre todas estas artes, fue la retórica la que cautivó más a los romanos y en la cual profundizaron más. El texto obligado para la educación literaria fue la Eneida de Virgilio, el cual se convirtió en el texto latino escolar por excelencia. En conclusión podemos afirmar que hubo dos grandes corrientes en la filosofía de la educación romana: por un lado, la corriente retórica liderada por Cicerón y Quintiliano y por otro lado, la corriente inspirada en el estoicismo griego liderada por Séneca y Epicteto. Los filósofos no defendían la retórica sino la sabiduría, el cuidado de sí y el cuidado del otro. 2.2 ANTROPOLOGIAS MEDIEVALES[13] El cristianismo se constituyó en una nueva fuerza cultural muy distinta de lo que había sido la cultura griega y romana. El afán por difundir y convencer a todo el mundo de seguir los nuevos parámetros en el plano religioso, obligaron a dar un nuevo impulso al ámbito educativo. La doctrina cristiana desplaza de la enseñanza a la gramática, la retórica y la dialéctica. San Agustín[14]: la educación por signos y cosas Agustín plantea una dicotomía importante: hay cosas y hay signos. Todo signo es al mismo tiempo una cosa, pero no toda cosa es un signo. Agustín se va inclinar por las cosas antes que los signos. De igual forma, la educación va inicialmente a las cosas, pues los signos son sólo una mediación necesaria. Asimismo, Agustín establece que la enseñanza es la finalidad del lenguaje y que la enseñanza puede ser instrucción de las cosas o de las palabras. Agustín no desdeña de la retórica, sino que la aprovecha para transmitir la doctrina cristiana. “No basta conocer la materia, es necesario saberla comunicar” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 61). Agustín asevera que el verdadero maestro es Jesucristo. La verdad que es importante y que debe ser impartida es la verdad divina. El lenguaje tiene como telos el docere (enseñar). Pero la verdad divina nos llega por iluminación, las verdades inteligibles si las aprendemos. El rol del maestro terrenal es el de orientador y el de enseñar a dirigir la atención de los educandos. El alma del estudiante sigue un camino ascendente desde las verdades humanas hasta alcanzar la verdad divina y eterna. La edad media se caracterizó por una importante educación intelectual, no sólo se estudiaba griego, latín, astronomía, dialéctica sino además se estudiaba versificación. Hubo como varios periodos de influencia intelectual en la edad media. Un primer periodo estuvo marcado por la influencia platónica, neoplatónica, agustiniana y hasta mística; hubo un segundo periodo caracterizado por lo aristotélico y lo dialectico y algunos inclusive hablan que hubo un tercer periodo menos literario y hasta menos humanista. Hugo de San Víctor pertenece al primer periodo y Pedro Abelardo y Tomás de Aquino se ubican más en el segundo periodo bajo la fuerte influencia de la dialéctica como método de sus disertaciones teológico-filosóficas. En las siguientes líneas pasaremos a profundizar más en estos pensadores y en sus aportes a la educación. Hugo de San Víctor[15]: el didascalicon En su producción textual Didascalia (asuntos relacionados con la instrucción) Hugo de San Víctor promueve la búsqueda de la sabiduría donde reside para él el supremo bien. Y la labor del maestro iría en consonancia con esta tarea, la der ser un guía que ayude al estudiante a captar el bien (bonum) que a su vez lo llevará a lograr la sabiduría. Para De san Víctor, si el discente quiere lograr la sabiduría debe dejar de lado las cosas superfluas, abandonar lo mundano y emprender una viaje de autodescubrimiento, al mejor estilo del conócete a ti mismo socrático. En su obra de San Víctor ofrece orientaciones para que el estudiante progrese ordenadamente en su búsqueda del conocimiento. Aparte de aprender las artes liberales, era necesario que incorporará las artes mecánicas (la física y la mecánica, ideales para aprender a manipular los metales, la madera, el mármol, la pintura, la escultura y todas las artes manuales). Otro de los elementos importantes en su concepción educativa, era la memoria. Para De san Víctor se requiere entrenar la memoria con el fin de obtener una buena lectura. Dicho entrenamiento se convertía en una propedéutica para alcanzar la sabiduría. Pedro Abelardo[16] y el método escolástico Pedro Abelardo se desempeñó como Scholasticus, es decir, como clérigo bajo la jurisdicción de un obispo, que enseñaba con el permiso de éste. A Pedro Abelardo se le conoce como el padre de la escolástica[17]. Fue un gran precursor de este método y contribuyó con el uso del mismo a una presentación ordenada de la ciencia sagrada. Tomás de Aquino[18]: De Magistro Con el aquinate, la filosofía medieval llega a su más alto lugar. Tomás de Aquino estudió la obra del Estagirita y logró en sus escritos realizar una síntesis entre la fe católica y la filosofía aristotélica. Para Tomás de Aquino la educación se erige como comunicación del saber, pues el conocimiento no es exclusivo de nadie, sino que pertenece a todos. “El maestro enseña a pensar y razonar. El discente tiene que ser activo y digerir lo oído, creando y aplicando vitalmente lo que oye y crea” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 82). El maestro debe practicar las virtudes intelectuales, que el aquinate retoma de los escritos de Aristóteles, a saber: la inteligencia, la sabiduría, la justicia y la veracidad. Para el pensador italiano, el aprendizaje debía ser alegre parecido a un juego. De lo contrario, la educación podía llegar a ser agreste, aburrida y hasta desagradable para los estudiantes. Para Tomás de Aquino, la enseñanza se hace por intermedio de signos, es decir, por medio del proceso discursivo de la razón. De igual manera, el saber se hace por demostración, la cual parte de principios evidentes. El conocimiento de los primeros principios es una luz que la divinidad infunde en nosotros; es por lo anterior, que se afirma que Dios enseña y es nuestro maestro. Cabe decir aquí, de que Dios enseña en lo interior, y el hombre en lo exterior. El maestro de lo exterior ayuda a la luz de la razón a perfeccionarse. 2.3 ANTROPOLOGÍAS RENACENTISTAS[19] En el renacimiento se retoma nuevamente el estudio de la retórica, tan censurada por el moralismo de los padres de la iglesia católica. Asimismo las ciencias y las artes del lenguaje ocupan un papel protagónico en esta época. Es así como es común ver estudiando a los individuos: filología, gramática y, literatura, la cual alcanza la autonomía con Petrarca. “En esta época se logró el desarrollo de la perspectiva, la representación viva del movimiento, una nueva valoración del cuerpo humano liberada de los cánones religiosos y un énfasis en la individualidad humana” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 86). Giovanni Pico della Mirandola[20]: El cultivo de la personalidad Para Giovanni Pico el cultivo de la personalidad, la formación de sí mismo, se constituye en el ideal a seguir. Para él, la dignidad del ser humano estaba soportada en la libertad mediante la cual cada uno forma su ser según su propio modelo. Ya la atención no está en lo comunitario, sino en la autoformación. Este humanismo se ancla en una confianza en las virtualidades de cada ser humano y no sólo en la especie humana. Este ideal de autonomía favorece la formación de las individualidades. La educación (la humanitas) ayuda al ser humano a alcanzar la autonomía, así como le ayuda a trascender su animalidad (ferocidad animal) y lograr ser como los dioses. El último telos radica en trascender todo principio (vegetal, animal, racional, intelectual), hasta lograr la unidad con Dios. Y gracias a la sabiduría el ser humano puede alcanzar esas realidades supremas. En la nueva organización de la educación (studia humanitatis) renacentista se incluyen el estudio de la retórica, la poesía, la historia, la filosofía y la jurisprudencia. Francois Rabelais[21]: un retorno a la naturaleza Rabelais promueve un retorno a la naturaleza, donde la educación este ligada a la vida, donde la espontaneidad, la libertad y el interés sean las columnas vertebrales de los estudios. El ideal de Rabelais gravita en torno a una sociedad donde la naturaleza, libre de todo constreñimiento, pueda permitir al individuo desarrollar el máximo de todas sus potencialidades. El ideal antropológico de Rabelais, concebía al hombre como un sujeto colmado de inspiración, fantasía e inteligencia, capaz de disfrutar el mundo y de expresar lo que siente y lo que piensa sin miedo a la coacción de la iglesia. En conclusión, para Rabelais, la educación deber ser necesariamente un disfrute, un deleite, un gozo y no una carga por llevar. Erasmo de Rotterdam[22]: el elogio a la locura Para Erasmo la fuente de toda virtud radica en una buena educación, es decir, en una educación diligente y esmerada. El aprendizaje no debe ser un trabajo, sino un juego, un juego que coadyuve a alcanzar la virtud. Este pensador holandés sugiere estudiar griego y latín para aproximarse al saber de la antigüedad y de esa forma alcanzar las virtudes intelectuales, ya propuestas por el estagirita. Erasmo no descarta el saber pagano de los clásicos, como lo hicieron los padres de la Iglesia, sino que por el contrario, lo considera una vía de acceso a la sabiduría cristiana (imitatio Christi), que es el último peldaño del saber y al cual debe conducir todo proceso pedagógico. Luis Vives[23]: el humanista español Lo que más le preocupa al pensador español es sin duda la dignificación del ser humano. No se trata entonces sólo de llenar al hombre con letras, artes o cultura, sino de que se le reconozco su valor, su dignidad. El humanismo de Vives se acerca a la filantropía, es un amor a todo lo humano. El humanista ibérico concibe a cada ser humano como socio de la gran familia humana, familia cuyo soporte se encuentra en la naturaleza humana. Es por ello, que la educación se extiende a la totalidad de la vida humana, individual y social. Por otra parte, Vives considera que el conocimiento implica interés y orientación, es decir, que no sólo me interese sino que me sienta llamado al mismo. Sólo así me sentiré a gusto en lo que hago, sin necesidad de la obligación sino por asociación de intereses, porque me llama poderosamente la atención y me siento cómodo realizando tal o cual investigación. Vives enfatiza en su propuesta pedagógica en la importancia del conocimiento de sí mismo y en el dominio de sí. De esta forma logramos orientar las pasiones y la vida del espíritu. Asimismo, el conocimiento de la lengua es fundamental para la educación, pues el primer saber del hombre es el hablar, el cual fluye de la razón y de la inteligencia de forma natural. Finalmente, el humanista español matiza la necesidad de cultivar el ingenio, ya que es gracias al mismo que adviene la claridad. El lenguaje es el primer resultado del ingenio y no es la razón, sino el lenguaje ingenioso y retórico, el que confronta las situaciones concretas del devenir cotidiano. Miguel de Montaigne[24]: Defensor de la libertad Montaigne dedica un capítulo (XXVI) de su texto más importante Ensayos para el tema de la educación. Al igual que della Mirandola, Montaigne recalca la importancia de la autoformación. Es uno mismo quien se forma. La educación intenta coadyuvar a descubrir. Y en este proceso de la formación, recuerda Montaigne es sobresaliente el papel de la libertad, la razón y la conciencia. Para el pensador francés, la verdadera filosofía está hecha de firmeza, fe y sinceridad. Es indicado aprender a hablar bien y a juzgar bien. Asimismo, resultan importantes los viajes, ya que estos nos enseñan a conocer las costumbres y espíritus de los demás seres humanos, fomentando nuestro saber universal. Montaigne considera que la misión de la educación radica en hacer de los individuos personas decorosas, intachables, bondadosas, virtuosas y justas. Conclusiones de las antropologías renacentistas Entre los principios filosóficos-educativos que permearon el pensamiento pedagógico del renacimiento, cabe destacar los siguientes: -A quien se educa es al ser humano en su integridad. -La educación es autoformación. La instrucción y la educación coadyuvan a la formación de cada uno, pero es uno mismo quien se forma. -El ser humano se erige como tal gracias al lenguaje. La educación debe suministrar las herramientas para que lleguemos a hablar elocuentemente y a escribir correctamente. -La virtud es el logro más significativo de la autoformación. -La dignidad del ser humano se encuentra en libertad con la cual constituye su ser como persona. Gracias a los pensadores del renacimiento, se centra la atención en el hecho de que la educación va dirigida a la individualidad concreta de cada ser humano. Algo no realizado hasta el momento, a saber: los griegos educaban para la polis; los romanos para el Estado y los cristianos para el servicio a la iglesia; es con el renacimiento donde se tiene en cuenta la persona como tal y su formación individual. El pensamiento renacentista decae y la ciencia y la ilustración específicamente, ocuparan el puesto de inspiración educativa fraguada por los humanistas de esta época. [1]Paideia (en griego παιδεια, "educación" o "formación", ) para los antiguos griegos, la Paideia era el soporte de la educación que proporcionaba a los hombres un carácter verdaderamente humano, posibilitándole ejercer sus deberes cívicos dentro de la Polis(ciudad). [2] El término sofista, del griego sophía (σοφία), "sabiduría" y sophós (σοφός), "sabio", es el nombre dado en la Grecia Antigua, de aquel que hacía profesión de enseñar la sabiduría. Dicho calificativo se le acuño tiempo después a los individuos que hacían uso de su "inteligencia práctica". Platón los criticó porque utilizaban trampas dialécticas, con el objetivo de enseñar la virtud. [3] Platón (el de anchas espaldas) su nombre de pila fue Aristócles, nació en Atenas en el 427 a.c y falleció en el 342 a.c. Fue discípulo de Sócrates durante veinte años, hasta la muerte de su maestro. Fundo la Academia, en la que se profundizaba en matemáticas, ciencias y filosofía (dialéctica). En esta época redactó sus famosos diálogos. Su alumno más destacado fue Aristóteles. [4] Isócrates (393-338 a.c) Fue profesor y llegó a ser uno de los hombres más adinerados de Atenas. Tuvo una escuela en Atenas. Es un continuador de la sofística de su maestro Gorgias. [5] Aristóteles (384-322 a.c) Nació en Estagira, en Macedonia. Estudió durante veinte años en la Academia de Platón, en Atenas, donde después fundó el Liceo, donde tuvo como discípulo al distinguido Alejandro Magno. [6] Epicuro de Samos (341-270 a.c) Su escuela se denominó el Jardín y estuvo abierta a todo el mundo que quisiera practicar la sabiduría, incluyendo a la mujeres. De su producción intelectual se conservan algunas epístolas: la carta a Herodoto, Carta a Meneceo y Carta a Pitocles. [7] El escepticismo es una corriente filosófica basada en la duda, representada en la escuela de 'Skeptikoi', de quienes se decía que "no afirmaban nada, solo opinaban". Es así como la palabra Escéptico" proviene del griego skeptikoi (de skeptesthai que en griego significa examinar), el nombre dado a los seguidores del filósofo griego Pirrón. El significado de esta palabra indica"quien duda e investiga". Los filósofos escépticos son incredulos, consideran que todo es subjetivo, dependiendo del sujeto que estudia y no del objeto estudiado. [8] La “humanitas” es un término del latín que designa "Humanidad"( Humanitas-humanitatis= sustantivo de la 3ª declinaciòn = humanidad) Dentro de los romanos guardaba estrecha relación con cultura, educación y pedagogía propias del hombre libre y a la cual están relacionadas todas las disciplinas. El individuo que logra la “Humanitas” alcanza las cualidades que hacen al hombre un ser verdaderamente humano, que lo alimentan con una cultura y lo diferencian notablemente del bárbaro. [9] Marco Tulio Cicerón (106-43 a.c) Nació en Arpino(Italia) Se educó en Roma, donde estudió retórica, jurisprudencia y filosofía griega. Fue senador por dos años y después fue asesinado. [10]El término proviene del lugar que Zenon de Citio escogió para sus encuentros en una 'Stóa poililé', es decir, 'pórtico pintado', palabra de la que deriva "estoicismo". Esta escuela (s. IV a C) tiene como caballo de batalla la ética, pero unida a concepciones lógicas y físicas. El ideal del sabio es la serenidad y la independencia del mundo externo. [11] Lucio Anneo Séneca nació en el año 4 de nuestra era, en Córdoba, España. En el año 12 viajó a Roma y estudio oratoria y filosofía. Llegó a ser Senado y cónsul. Fue maestro de Nerón. Se suicidó en el año 65. [12] Epicteto nació en Hierapolis, Frigia (50-138). Era hijo de esclavo, al ser liberado se fue a Roma y se dedicó al estudio de la filosofía. [13]Se considera Edad Media o Medioevo al período histórico de la civilización occidental comprendido entre el siglo V y el XV. Sus inicios datan aproximadamente desde el año 476 con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de América, fecha que coincide con la expulsión de moros por parte de los españoles. Para este apartado voy a iniciar con Agustín de Hipona, a pesar de que no encaja en esta división histórica, sus ideas si dan la entrada a esta edad caracterizada por una fuerte influencia de la iglesia católica o un pensamiento teocéntrico. [14] Agustín de Hipona (354-430) nació en Tagaste (hoy Túnez). Su madre era cristiana (Santa Mónica) y su padre pagano. Estudió retórica en Cártago y fue maestro durante trece años. Se convirtió al cristianismo, fue ordenado sacerdote y luego consagrado como obispo de Hipona en el año 395. Entre sus obras más famosas se encuentran: La ciudad de Dios, De magistro, Doctrina Cristiana y confesiones. [15] Hugo de San Víctor (1096-1141) fue filósofo, teólogo y místico. Nació en Hartingham(Sajonia) y fue Abad del monasterio de San Víctor. Su obra más importante sin duda fue el Didascalicon. [16] Pedro de Abelardo (1079-1142) nació en Le Pallet (Nantes-Francia). Estudió en Paris y fundó una escuela para enseñar sus propios ideales en Melun. Se enamoró de Eloísa y se casó con ella, pero ambos por diferentes circunstancias decidieron vivir separados en conventos. [17] Se conoce como método escolástico al camino dialéctico donde se enseña a usar la razón como herramienta para lograr conocimientos. La utilización de este método permitía discusiones, conversaciones, e intercambio de posturas. El método escolástico enseña a plantear tesis de argumentación, para después realizar una exposición sistemática de conceptos en torno a un problema determinado. [18] Nació en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, el 7 de marzo de 1225. Estudió en el Monasterio Benedictino de Monte Casino y posteriormente estudió en la universidad de Nápoles. Pese a la oposición de su familia, ingreso a la orden mendicante fundada por Domingo de Guzmán y se hizo sacerdote. Se desplazó hacía París donde tuvo como maestro a San Alberto Magno y con él marchó hacia Alemania, más exactamente, a Colonia. Fue profesor en París y murió a la edad de cincuenta años en Fossanova en 1274. Entre sus escritos más destacados encontramos: La suma teológica y la suma contra los gentiles. El escrito donde ahonda en la educación lo tituló: De Verita donde dedica un capítulo a la educación: De Magistro [19] Las antropologías renacentistas se dan en el contexto europeo en los siglos XV y XVI. Sus principales representantes se encuentran en el campo de las artes y las letras, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. Italia fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento. El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El nombre «renacimiento» se utilizó porque este movimiento retomaba ciertos elementos de la cultura clásica. En las antropologías renacentistas se dieron de forma paralela dos fenómenos: por un lado, hubo un rechazo al aristotelismocristianizado de la edad media y por otro lado, una lectura más libre de los clásicos, sobretodo de Aristóteles y Platón. El método deductivo (del silogismo) fue muy criticado, hasta el punto de considerarlo inapropiado para hacer ciencia o para producir conocimientos novedosos, dado que no se basa en la experiencia. [20] Pico della MIrandola (1463-1494) nació en el Castillo del Conde Mirandola. En 1486 escribe la Oración acerca de la dignidad humana. En 1488 es encarcelado por orden papal. En 1494 muere, al parecer, envenenado. [21] Francois Rabelais(1494-1553) nació en Chinon, Frnacia y fue hijo de un hidalgo abogado. Ingreso a la orden franciscana y se ordenó como sacerdote, asimismo estudió medicina en Montpellier. Su principal libro fue Pantagruel, el cuál fue condenado por la Universidad de la Sorbona, al considerarlo una afrenta en contra de los teólogos y de los filósofos. [22] Erasmo de Rotterdam (1467-1536) Nació el 28 de octubre de 1466 en Rótterdam, fue hijo bastardo de un sacerdote de Gouda y su sirvienta Margaretha Rogerius (Rutgers). Ingresó a la orden de los Agustinos, donde recibió las órdenes sagradas. En 1517 se le dispensan los votos. Estudió en la Universidad de la Sorbona. Vivió mucho tiempo en Inglaterra y Suiza. Fue amigo de Tomás Moro y se opuso a Lutero en el tema del libre albedrío. Su obra cumbre es el Elogio de la locura publicada en 1511. Al final de sus días cayó en cuenta que el amor a la humanidad que había llenado su corazón y su palabra, que los ideales humanistas, estaban completamente derrotados. [23] Luis Vives nació en 1492 en Valencia (España). Estudió en la universidad de Valencia y posteriormente estudio en Francia en la Universidad de Paris. Vivió en Bélgica (Brujas) por mucho tiempo. Fue amigo cercano de Tomás Moro y dictó clases en el Colegio Corpus Christi de Oxford. Murió en 1540 en la ciudad de Brujas. [24] Miguel de Montaigne (1533-1592) nació en Burdeos, donde su progenitor era alcalde. Fue educado en latín. Estudió leyes y llegó a ser magistrado de la ciudad. Se le considera el padre del ensayo como género literario, de hecho su principal escrito se denominó así: Ensayos. Lección 3: ANTROPOLOGÍAS MODERNAS Y CONTEMPORÁNEAS 3.1 ANTROPOLOGIAS MODERNAS[1] En este apartado centraremos la atención en los pensadores que inspiran la pedagogía moderna, la que estimula la razón, la que intenta desocultar la realidad, la que intenta alcanzar la mayoría de edad, la autonomía, la convivencia. La mayoría de estos pensadores hilvanan su discurso en el contexto de la ilustración[2]. Uno de los que no se ubica precisamente en este contexto, pero que deja sentadas las bases de la pedagogía moderna, fue el pensador Comenio. Juan Amós Comenio[3]: El padre de la pedagogía moderna Comenio afirma que los estudios se llevan a cabo en desorden y que esto debe cambiar, se debe seguir un orden armónico como el que indica la realidad natural. La primera fuente de la enseñanza deben ser los signos sensibles y los discursos. Y la educación debe formar para la vida y no para un examen. Esa nueva educación para la vida debe estar anclada en una pansofía, que abarque todos los conocimientos sobre la naturaleza y la humanidad, es el saber enciclopédico, un universo del saber. Para la época era entendible, ya sabemos que este conocimiento universal es un poco difícil de lograr en la actualidad, pero no por eso deja de ser un ideal, muy interesante. Comenio abogó en sus disertaciones por una educación grata y placentera, libre de castigos físicos. De igual forma, defendió la idea de que el ambiente físico de la escuela deber ser un lugar amplio, agradable y acogedor. Y que más allá de la coacción se convenza a través de la buena argumentación y demostración. Finalmente, Comenio está convencido de que la educación debe conducir a los seres humanos a la felicidad y que ésta a su vez sea el corazón de la reforma social. John Locke[4]: La educación del caballero La concepción de educación de Locke se puede sintetizar en la siguiente premisa: “un espíritu sano en un cuerpo sano”. Para el pensador inglés, la cuestión fundamental de la educación radica en la virtud, la cual a su vez, se constituye en la primera cualidad del caballero. Le siguen entre otras cualidades a la formación del caballero, la firmeza de carácter, la veracidad, la prudencia y las buenas maneras. Lo principal de la educación intelectual es la formación de hábitos. Por su parte, la educación moral debe guiar al individuo, al sentimiento de sí mismo, de su propia dignidad y honor y a tomar conciencia de su propia personalidad. El último telos de la formación moral deber la virtud, la cual acaba con el vicio y ayuda a que el educando distinga entre el bien y el mal. La educación para Locke es sinónimo de urbanidad y cortesía. La educación propuesta por Locke, es aristocrática, no es para todos, de hecho señala como peligroso que los hijos de buena familia se mezclen con gente de origen humilde, pues pueden adquirir su conducta viciosa y su falta de urbanidad. Finalmente, Locke recalca que la educación debe desarrollar en los niños el poder del autocontrol y que es necesaria la motivación para funcione el proceso de enseñanza-aprendizaje. La educación en la ilustración Los pensadores de la ilustración fueron los renovadores de la mentalidad educativa durante el siglo XVIII en Europa. Con la enciclopedia de los ilustrados se lanzan nuevos derroteros para la formación del ser humano. Se da paso a una nueva configuración del saber; basada en los siguientes elementos: la física, la matemática, la observación y el conocimiento experimental. En sustitución de las artes liberales, aparece la ciencia experimental y las artes mecánicas. Se defiende una educación universal, laica, neutra y gratuita. Jean Jacques Rousseau[5]: un retorno a la naturaleza humana Su pensamiento exalta la condición natural del ser humano, en oposición a la vida en sociedad, que es un estado de corrupción. El hombre en sociedad vive en la apariencia y en la falsedad. La educación natural sigue un principio: el de no hacer nada. Las cosas mismas nos enseñan. En este contexto el papel del docente, es secundario y hasta irrelevante. Para Rosseau la educación no consiste en crear hábitos; el único hábito que se debe promover es no crear hábitos. El pensador suizo considera que la curiosidad es natural y que es indispensable explotarla en el aprendizaje. Rousseau subraya la relevancia de unos principios éticos claves para orientar la vida individual y social, así como la práctica pedagógica. Ellos son, a saber: el amor a sí mismo, la piedad y la felicidad. En relación con el primer principio, es necesario aprender a amar a todos los seres humanos. Ante todo no enseñar nunca el desprecio a los demás, ni mucho menos el daño a los semejantes. Con respecto al segundo principio afirma que, la piedad es natural y se despierta por intermedio de la imaginación. Rousseau recalcó la felicidad como fin ético de todos los seres humanos. La naturaleza ha dejado esculpida en nosotros la necesidad de buscar la felicidad. De hecho nunca abandonamos ese anhelo. Para alcanzarla se requiere de valor y virtud. La virtud es el esfuerzo que realizamos con el fin de gobernar las pasiones y no caer en la esclavitud de las mismas. Entre los telos de la educación se encuentra como prioridad el de completar la obra de la naturaleza reemplazando la pasión por la razón. Inmanuel Kant[6]: El sapere Aude Kant afirma que la educación tiene tres partes, todas ellas muy importantes: la asistencia o cuidado físico, la disciplina e instrucción y la formación (bildung). La tarea de la disciplina consiste en domesticar la animalidad del ser humano. Para Kant el hombre es la única criatura que tiene que ser educada y gracias a la educación puede alcanzar la perfección de la naturaleza humana. Kant, enfatiza mucho en la disciplina y en el trabajo. A diferencia de Erasmo, está en contra de la diversión y del juego dentro de la escuela y considera este espacio ideal para fomentar el trabajo. Se tiene que acostumbrar al niño a trabajar. ¿ y dónde mejor que en la escuela debe cultivarse la afición al trabajo? Se pregunta Kant, en su texto de la pedagogía. Para el pensador de Konisberg, la educación implica disciplina que supere la animalidad y cultivo de las habilidades humanas. Por intermedio de la educación, el ser humano logra adaptarse mejor a la sociedad humana y moralizarse, es decir, escoger fines buenos, fines que todo el mundo pueda aceptar. Por otra parte, Kant no está de acuerdo con el ataque que le hacen a la memoria los renacentistas, por el contrario, es necesario educar la memoria, al igual que al entendimiento. Y el entendimiento se educa mediante reglas. Pero es preciso entender las reglas y no sólo aplicarlas como por inercia. Lo mejor que afirma Kant, en torno al cultivo del entendimiento es que se refiere al pensar por sí mismo. El famoso Sapere Aude (atreverse a pensar por sí mismo) es clave en toda la mentalidad ilustrada. De igual forma el recto entendimiento se prepara aprendiendo a distinguir las meras opiniones y creencias del auténtico saber. Finalmente, para este pensador ilustrado la filosofía ocupa un papel relevante dentro de la formación, ya que promueve el pensar por sí mismo, guiando al saber a través de las buenas razones. Friedrich Schiller[7]: La educación estética Para Schiller la formación humana gravita en torno a la cultura, en tanto es lo que dignifica al ser humano y se constituye en aquello que lo pone en situación de disfrute de la libertad. La libertad a su vez es el producto mejor logrado de la cultura estética. Y es a través de la estética que se desarrolla en buen grado la sensibilidad humana. A la libertad se llega por medio de la belleza. Para Schiller la estética no sólo es una rama de la filosofía, para este pensador la estética es la solución a los problemas humanos. Gracias al arte, la persona humana triunfa sobre la materia y alcanza la libertad. Schiller defiende la presencia de una tríada en la vida del ser humano, a saber: educación, estética y autonomía; y estas tres siempre deben ir juntas. Dentro de la estética, Schiller ubica un elemento muy importante para la formación, el juego. A diferencia de Kant, Schiller ve en el juego una herramienta poderosa para estimular la imaginación y la libertad. “El hombre sólo juega cuando es hombre en pleno sentido de la palabra, y sólo es enteramente hombre cuando juega” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 143). Johann Heinrich Pestalozzi[8]: Una pedagogía Científica La mente es activa y así debe ser la práctica educativa. Pestalozzi considera que la sociedad debe enseñarles a los infantes los deberes que orienten sus sentimientos y sus acciones. Esos deberes se aprenden en dos ambientes especiales: la familia y la escuela. En la interacción social los niños deben adquirir los valores, tales como: la benevolencia, la piedad, la tolerancia y la filantropía. El telos educativo es de doble naturaleza para Pestalozzi, por un lado debe contribuir a desarrollar las fuerza interiores o las potencialidades activas del educando y, por otro lado, debe preparar para que los individuos interactúen en la vida social. Al igual que Kant, Pestalozzi considera que el aprendizaje de los deberes morales el enseñará al educando el dominio de sus instintos, con lo que podrá superar su pura animalidad. El pensador suizo propone una estrategia metódica de enseñanza, que contiene tres aspectos. Un primer aspecto guarda relación con la intuición, la cual es equiparada con la vivencia de lo que hemos percibido mediante los sentidos, ya que ellos son el primer contacto real con las cosas. El segundo aspecto es la asociación, que nos posibilita elevarnos de la multiplicidad intuitiva de lo singular a una comprensión general. De este modo llegamos a leyes y principios generales. Un tercer aspecto radica en reunir intuiciones, leyes y principios en un todo orgánico. Todo ello con el fin de estimular el desarrollo de la inteligencia. Finalmente, para Pestalozzi la misión de la formación es ayudar a sacar al hombre del estado de naturaleza al de la sociedad. Es mediante la familia, el Estado y la escuela que los seres humanos adquieren su más alta moralidad y sus más altos logros. Johann Friedrich Herbart[9]: Hacía una pedagogía sistemática Para Herbart la filosofía es un saber conceptual que se esfuerza en dar coherencia al conjunto de la experiencia. Herbart desarrolló una teoría denominada pedagogía sistemática. Donde entiende la pedagogía como un proceso donde el maestro interviene y conoce como hacer pertinente el estudio de cada infante como educabilidad constreñida por la individualidad. El pensador alemán reconoce a la psicología y la ética como ciencias auxiliares de la pedagogía. Para Herbart el principal telos de la educación es el desarrollo pleno de la libertad. Por intermedio de la psicología podemos aprender cómo desarrollar el carácter de manera que corresponda con los valores éticos y religiosos. La educación incluye diferentes factores y la tarea de una buena pedagogía es estudiarlos todos, sin dejar ninguno de esos factores por fuera. Herbart tiene en cuenta como punto de partida de la educación la experiencia previa del estudiante, los conocimientos previos que trae el niño, sirven como acicate para emprender la travesía educativa. El pensador alemán también recalca la necesidad de que la educación atienda los intereses de los discentes, si se menosprecian dichos intereses, la educación tiende a ser una experiencia estéril e ingrata. “La formación es un proceso sistemático, crítico, autónomo e integral. Es sistemático en cuanto sigue un orden que conduzca a la finalidad; crítico, porque está atento a los obstáculos que pueden impedir el buen desarrollo del proceso formativo; autónomo, puesto que cada uno ha de poder asumir en forma consciente y reflexiva ese proceso de autoformación, e integral, en cuanto cada uno debe entretejer en sí mismo las dispersas cualidades que lo constituyen. Este proceso de formación integral es dinámico porque por necesidad se va modificando a medida que avanzamos en el desarrollo” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 159). Herbart considera que el educador es un orientador y estimulador del proceso formativo, pero quien en últimas se forma, es cada persona. Esto va en consonancia con la autonomía y el deseo de aprender propio de los individuos. Según Herbart se requieren una serie de disciplinas para desarrollar algunas habilidades. Es así como plantea que para alcanzar la experiencia objetiva, debemos acudir a las ciencias naturales, las matemáticas y las artes industriales. Por otra parte, si lo que se quiere es alcanzar una experiencia subjetiva, necesitamos aprender: lenguaje, literatura, religión e historia. La geografía es ubicada por Herbart entre los dos grupos de experiencias. La educación se soporta sobre tres pilares fundamentales, a saber: el gobierno, la disciplina y la instrucción. La pedagogía debe inspirarse en la ética; y la principal idea de la ética, viendo siendo la libertad. Un hombre educado y libre puede lograr la difícil tarea de gobernarse por sí mismo. En conclusión, la pedagogía propuesta por Herbart es humanista porque hunde sus raíces en la búsqueda afanosa de la benevolencia donde todos los individuos convivan en armonía, haciendo uso razonable de su libertad, manifestada a su vez en la capacidad de fijarse sus propios límites, es decir, ser autónomo. Friedrich Nietzsche[10]: una cultura aristocrática o de los mejores Nietzsche realiza una crítica del estado, al considerarlo enemigo de una buena cultura, según el pensador alemán el estado sólo ayuda a crear establecimientos educativos mediocres y de baja calidad. Para Nietzsche el rol del educador es reconocer las cualidades propias de los estudiantes y estimularlo para que continúe en esa dirección. Nieztche considera que la educación no debe ser para cultura de masa, sino para los mejores, para los genios, de hecho defiende la necesidad de vivir en función de los mejores y no de la mayoría, muy cuestionable, esta postura de Nietzsche al ser excluyente. Al respecto afirma Nietzsche: “Se ha de aprender a ver, se ha de aprender a pensar; se ha de aprender a hablar y a escribir; la meta en estas tres cosas es una cultura aristocrática” (Nietzsche, 2002). Para este pensador alemán es necesario aprender lógica, con el objetivo de razonar correctamente, asimismo, aboga por la pertinencia de estudiar física para dejar a un lado las supersticiones y logra explicar causalmente los fenómenos. Para Nietzsche el ideal máximo que se debe lograr es llegar a ser un espíritu libre, una persona que piense por sí misma, autónoma y responsable de sus decisiones. María Montessori[11]: La pedagogía de la responsabilidad Con Dewey (1896) y Montessori (1909) empieza a fraguarse un nuevo modelo educativo denominado “Escuela Nueva”, donde la tarea educante se realiza desde el niño y no a partir del saber establecido. El niño es activo, no cuando recorta figuras o construye muñecos sino cuando actúa espontáneamente. En este nuevo modelo promovido por la pensadora italiana, la educación responde a los intereses y necesidades del niño, la escuela es vida y no preparación para la misma, la cooperación reemplaza el ideal de la competencia y se aprende resolviendo problemas y no mediante transmisión de saberes, muchas veces, ya caducos. Para Montessori los infantes «se construyen a sí mismos» a partir de elementos del ambiente. Dicho ambiente debe haber sido organizado cuidadosamente para el niño, ideado para fomentar su auto-aprendizaje y crecimiento. En él se desarrollan los aspectos sociales, emocionales e intelectuales y responden a las necesidades de orden y seguridad. Las características de este ambiente diseñado le posibilitan al niño desarrollarse sin la asistencia y supervisión constante de un adulto. Esos ambientes deben caracterizarse por ser espacios luminosos y cálidos, que incluyan lenguaje, plantas, arte, música y libros. El papel del educador para Montessori radica en guiar al niño y presentarle dicho ambiente respetuosamente y en ser un observador consciente del aprendizaje del niño. Se requiere de docentes humildes que caminen junto al niño y que estén dispuestos a aprender de él y a formar comunidad. Para Montessori es supremamente importante motivar a los niños a aprender con gusto y permitirles satisfacer la curiosidad y experimentar el placer de descubrir ideas propias en lugar de recibir los conocimientos ya adquiridos y masticados. Montessori está convencida en que al niño hay que transmitir seguridad y confianza de que él puede solucionar los problemas de forma independiente, sin la necesidad de la batuta de un adulto, que muchas veces lo que hace, es castrar la posibilidad de ser creativos y curiosos. El proceso formativo ideado por Montessori apunta a la autonomía, a la responsabilidad y a la libertad de los infantes, que ellos esculpan con la orientación de los adultos su propia personalidad. Lev Vigotsky[12]: Pensamiento y Lenguaje Es contemporáneo de Montessori y al igual que la italiana, Vigotsky defiende la idea de que el niño se educa a sí mismo, y es gracias a su iniciativa que el aprendizaje logra modelar su conducta. El maestro es un invitado como parte complementaria de ese proceso social, donde el infante se apropia de su entorno. El pensador ruso defiende la necesidad una educación artística, donde el niño escriba sobre aquello que conoce y ha vivido y pensado, es decir, sobre lo que más le interesa. El juego como toda actividad creativa le permite al niño mantener vivas sus experiencias y sus intereses personales, de ahí se desprende la necesidad de que la formación se enmarque dentro del juego. Asimismo, es importante estimular en el niño la creación teatral, donde a través de la puesta en escena, deje entrever su imaginación creadora y su habilidad para interactuar con los demás. Según Vigotsky, el espacio escolar debe coadyuvar a humanizar al hombre, ya que este proceso se concreta gracias a la comunidad humana y en el ámbito escolar está presente una muy compacta. 3.2 ANTROPOLOGÍAS CONTEMPORANEAS[13] John Dewey[14]: La experiencia como punto de partida Para Dewey la educación debe posibilitar el desarrollo de las potencialidades humanas y coadyuvar en el fomento de la tolerancia y la imparcialidad. Para el pensador norteamericano resulta clave tener en cuenta los saberes previos del discente e incorporarlos a la experiencia posterior del proceso educativo. Asimismo, Dewey considera que es necesario que al niño se le enfrente a situaciones problemáticas para que vayan desarrollando habilidades en esta clase de situaciones que son muy frecuentes en nuestro devenir cotidiano. Por otra parte, Dewey piensa que la finalidad de la filosofía está relacionada con el propiciar una actitud crítica. Actitud que tiene a su vez la tarea de interpretar los acontecimientos para hacer de ellos un momento propicio para el desarrollo y la realización de los valores humanos. El pensador estadounidense aboga por una revolución democrática en la educación, para lo cual se hace necesario una mayor socialización y un método experimental en la escuela, de modo que se adquieran las competencias que la democracia requiere. Dentro de esa democracia que es necesario implementar, se deben tener como elementos primordiales, la igualdad y la libertad. Si estos dos elementos están ausentes, el proceso fracasa. Es imperioso, que la educación ayude a sentar las bases democráticas de la sociedad y con ellas promueva el afianzamiento de la libertad y la igualdad. Para Dewey, en la escuela se deben complementar lo humanístico con lo técnico profesional. La educación se constituye en el espacio ideal para reformar la sociedad y para que los individuos cristalicen sus esperanzas. Dewey define la escuela como un espacio activo, donde los contenidos no deben ser dados, narrado sino investigados. La materia prima de la educación deben ser los problemas para cuya solución es preciso investigar. Gracias a la investigación, el estudiante, puede realizar consideraciones científicas de los hechos y de sus leyes. Entonces, la escuela termina erigiéndose en un espacio de exploración de la vida natural y social. Por otra parte, Dewey soporta su teoría educativa sobre la base de la experiencia. Se aprende por la experiencia, para la experiencia y desde la experiencia. La experiencia tiene su propia cualidad y se expresa en la sensación de agrado o desagrado. La experiencia que brinda la educación debe permitir el crecimiento, no sólo físico, sino intelectual, emocional y moralmente. Asimismo, la experiencia educativa debe cultivar en los discentes, actitudes perennes, verbigracia, la libertad de pensamiento. Una libertad de la inteligencia, que incluya la observación y el juicio de la realidad. Niklas Luhmann[15]: el constructivismo social Luhmann aprecia la educación como un sistema. La escuela funciona por sus propias reglas y las comunicaciones son construidas son construidas por el propio sistema escolar. El sistema moderno promueve la diferenciación social. Esta diferenciación favorece la educación, pero también ha hecho que el sistema educacional se correlacione con el sistema económico. Desde esta concepción, Luhmann considera que el objetivo de la educación es alcanzar una carrera profesional para enrolarse posteriormente en el sistema económico. Finalmente, el pensador alemán considera que el sistema educativo está ideado para mantener la sociedad como está, en ningún momento plantea cambiarla. Edgar Morin[16]: el pensamiento complejo y la educación Para Morin el telos educativo radica en formar una mente bien ordenada y sistemática. La educación debe desarrollar la inteligencia, de modo que se logre plantear bien problemas, saber problematizar. Asimismo, Morin ve en la educación un factor indispensable para fomentar la cultura, pero no cualquier cultura, sino una cultura activa que nos ayude a vivir, que al tiempo favorezca el pensamiento libre y abierto. Morin desarrolla una propuesta denominada pensamiento complejo, que nos enseñe a ubicar la información que recibimos del medio y que nos permita contextualizarla, de modo, que resulte para nosotros como algo pertinente. En esa propuesta Morin, plantea la necesidad de integra la cultura científica con la cultura humanística. El pensamiento complejo nos permite desarrollar aptitudes para contextualizar y globalizar los saberes se convierte en una exigencia de la educación. Para el pensador francés, resulta imprescindible que la educación le apueste a la autoformación de la persona y que a su vez le posibilite al individuo convertirse en un buen ciudadano. Un ciudadano solidario y responsable respecto a su patria. Finalmente, para Morin la escuela debe constituirse en un espacio de problematización de la propia cultura, donde se ayude a enriquecer el patrimonio cultural y a ser críticos de la cultura del consumo y de la producción en serie. Michel Foucault[17]: Escuela como centro de poder A pesar de que Foucault no escribió un tratado sobre la educación, en sus obras existen muchas referencias el proceso educativo. Foucault, a mi modo de ver, tiene una concepción un poco peyorativa de la educación, pues la considera como una herramienta para el ejercicio de poder. La escuela organiza el espacio, distribuye el tiempo, y regula la conducta corporal y gestual. “La escuela crea tiempo disciplinario en etapas, secuencias, pasos y programas. De esta manera la disciplina forma individuos y los adiestra” (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 284) Para el pensador francés, la escuela se convierte en una estrategia del saber/poder. Se vive una especie de militarización de la enseñanza, se impone disciplina y se promueve la enseñanza dentro de la escuela para promover el control, la vigilancia, el castigo y la recompensa. “El espacio escolar como espacio de poder es ocupado por cuerpos que han de ser bien disciplinados: rutina de los cuerpos dóciles. El cuerpo erguido, la cabeza inclinada, la mirada fija, los pies quietos, las manos dóciles a la escritura. El maestro dictará las normas de la buena posición corporal .Sólo los cuerpos disciplinados pueden prestar apoyo a la eficiencia pedagógica. El poder se ejerce sobre los cuerpos dóciles”. (ROJAS OSORIO, 2010, pág. 288) En este contexto, es casi imposible pensar, no obstante, Foucault, también ve en la educación una posibilidad, una salida en contra de los poderes dominantes. Para el francés, la educación debe enseñar a pensar lo impensado, es decir, la educación debe abrir un espacio para la creatividad, la estética y la ética. La enseñanza es vital y evocativa del pensamiento, resulta muy importante ir más allá de la educación como forma política de mantener el statu quo y utilizarla contra los poderes hegemónicos. Bourdie[18]: educación y las clases sociales Al igual que Foucault, Bourdie tiene una idea negativa de la educación. Para él, el sistema educativo para nada es liberador. En la escuela y en la universidad las clases sociales se encuentran desigualmente representadas. La educación para las clases menos favorecidas (campesinos, obreros, empleados y pequeños comerciantes se convierte en un espacio que tiene como objetivo la aculturación. Algunos, considera Bourdie, ven en la educación una herramienta para mejorar las condiciones sociales, sin embargo, en la realidad el avance que se logra es muy pequeño y en algunos casos insignificante. Para el pensador francés, el sistema educativo está ideado para la perpetuidad del sistema. En un sistema mercantilista como el nuestro, la educación obedece a esa misma lógica, buscando que los individuos se enmarquen dentro del engranaje, trabajen, consuman, pero se evita el pensar esas condiciones de desigualdad. Para Bourdie, la escuela en ningún momento promueve la cooperación, por el contrario su cultura se ancla en la competencia individualista. En el sistema educativo, la educación de calidad no es para todos, sino para una élite, pues las oportunidades de costearla dependen del origen social y del capital cultural. Gilles Lipovetsky[19]: Una Crítica al individualismo y a los mass media En la actualidad, ya no predomina el ideal de una ética del deber, precisa Lipovetsky, sino que se ha entronizado al individuo a tal punto que lo que promueve es una moral soportada en el amor por sí mismo, una moral indiferente a lo social, anclada en el individualismo llevado al extremo. Dicha moral no se aprende en la escuela, sino la pregonan como vox populi, los medios de comunicación. Los medios de comunicación han logrado desacralizar la tarea del maestro y han banalizado la escuela, convirtiéndola en una maquina neutralizada por la indiferencia escolar, al considerarla aburridora. Lipovetsky se constituye en un crítico acérrimo de los medios de comunicación, al considerarlos causantes de una amnesia permanente y promotores del olvido y en parte de la indiferencia. La que educa, ya no es la escuela, sino los medios de comunicación con sus show mediáticos, con sus espectáculos de luces, sonidos y mujeres y hombres voluptuosos, promoviendo estereotipos a seguir. En este contexto la educación se ve obligada a ondear la bandera de la innovación para enfrentar los “golpes” nocivos y cegadores de los mas media. Actividades complementarias Elabore un cuadro comparativo señalando las diferencias y las semejanzas entre las diferentes antropologías a lo largo de la historia [1] La Modernidad es un concepto filosófico, historiográfico y sociológico, que propone un mundo de objetivos. Entre ellos, el de alcanzar la autonomía (la mayoría de edad del individuo, que ejerce su razón de forma autónoma: el Sapere aude). En la modernidad hay una ruptura total con la tradición escolástica medieval y su pensamiento teocéntrico y se abre paso a un pensamiento centrado en el individuo, en su razón y la necesidad de la experiencia para conocer la realidad humana. En términos sociales e históricos, no se llega a la modernidad con el final de la Edad Media en el siglo XV, sino tras la transformación de la sociedad preindustrial y rural, en la sociedad industrial y urbana moderna que se produce con la Revolución industrial y el triunfo del capitalismo. La crisis de la modernidad comenzó hacia el final de la Primera Guerra Mundial cambiando el pensamiento y las conciencias así como otros profundos cambios sociales que derivaron en cambios políticos. [2] La Ilustración fue una época histórica y un movimiento cultural e intelectual europeo –especialmente en Francia e Inglaterra–que se desarrolló desde fines del siglo XVII hasta el inicio de la Revolución francesa. Dicho nombre proviene del objetivo que perseguía, el cual era, aclarar los rumbos oscuros de la sociedad mediante el uso de la razón. Los ilustrados (así fue como se les llegó a denominar) defendían la razón humana como arma ideal para combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir una sociedad más justa. La Ilustración tuvo una fuerte incidencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. [3] Juan Amós Comenio (1592-1670) nació en Moravia (actualmente, República Checa). Su obra más importante se denominó “Didáctica Magna”, el cual fue el más importante tratado de educación del siglo XVII. [4] John Locke nació en 1632 en Bristol, Inglaterra y estudió en la universidad de Oxford. Locke enseñó filosofía y retórica en el Christ Church College. Su principal escrito en educación se tituló: Murió en 1704 [5] Jean Jacques Rousseau (1712-1778) nació en Ginebra, Suiza, y murió en Francia. Fue perseguido por sus ideas religiosas. Viajó a Inglaterra y allí compartió con David Hume. En 1770 vuelve a Paris, donde fallece años después. Su principal en el ámbito educativo fue el Emilio o de la educación (1762). [6] Inmanuel Kant (1724-1804) nació en Konisberg (Alemania). Fue profesor en la universidad de su ciudad natal. En 1781 publicó una de sus más grandes obras: La crítica de la razón pura. En lo relacionado con la educación, nos legó un breve texto llamado Pedagogía. [7] Friedrich Schiller (1759-1805) Nació en Marbach(Alemania). Se distinguió como poeta y pensador. Su principal texto educativo se denominó: “Las cartas sobre la educación estética del hombre” [8] Pestalozzi (1746-1827) nació en Zurich. Sus pensamientos estuvieron orientados a mirar en la educación un modo de cambiar la sociedad. Estuvo muy influenciado por Rousseau. Se inclinó como educador por las clases menos favorecidas. Fundó una escuela para vagabundos. Su más grande texto educativo se denominó Leonardo y Gertrudis (1781), el cual tuvo un fuerte impacto positivo y se difundió en Suiza y Alemania. [9] Johann Friedrich Herbart (1776-1841) Nació el 4 de mayó de 1776 en Oldenburg (Alemania) y murió en Göttingen el 11 de agosto de 1841. Recibió una educación privilegiada. Estudió con Fichte en Jena. En Berna fue discípulo de Pestalozzi. En 1809 fue nombrado por Wilhelm Humbolt, ministro de instrucción, para la cátedra que ocupó Kant en la universidad de Konisberg, donde permaneció por 22 años, luego regresa a Gottinga donde fallece, años después. Su principal obra educativa se tituló: “Pedagogía general deducida de los fines de la educación publicada en 1806”. [10] Friedrich Nietzsche (1844-1900) nació en Rocken (Prusia-Alemania). Estudió en el colegio de Pforta y luego estudió filología en Leipzig. Fue profesor en la universidad de Basilea. Su texto educativo relevante se tituló: “Sobre el porvenir de nuestras escuelas” publicado en 1872. [11] María Montessori Nació el 31 de agosto de 1870 en Chiaravalle (provincia de Ancona-Italia) y murió el 6 de mayo de 1952 en Amsterdam(Holanda. Estudió ingeniería a los 14 años, luego biología y por último es aceptada en la Universidad de Roma, en la Escuela de Medicina. A pesar de que su padre se opuso al principio, se graduó en 1896 como la primera mujer médico en Italia. Fue miembro de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de Roma. Su principal obra educativa se denominó: “Método avanzado Montessori” el cual fue publicado en 1917. [12] Lev Vigotsky (1896-1934) Estudió lingüística, filosofía y psicología. Nació el 17 de noviembre de 1896, en Orsha, Imperio Ruso, actualmente Bielorrusia y murió el 11 de junio de 1934, en Moscú, Rusia. Se le considera el fundador de la psicología histórico-cultural y claro precursor de la neuropsicología soviética. Fue su obra Pensamiento y Lenguaje la que le dio reconocimiento mundial. Dicha obra fue publicada de forma póstuma. [13] La Edad Contemporánea es el periodo específico actual de la historia del mundo occidental (cuarto periodo de la Historia Universal, según la división europea de la historia). Para este escrito no voy a tener en cuenta el inicio de la misma, que los historiadores coinciden en señalar, en 1789 con la revolución francesa. Más bien voy a considerar, las antropologías modernas, como aquellas que empezaron a labrarse a finales del siglo XIX y se consolidaron en el siglo XX y siguen vigentes en el siglo XXI. Gracias al evento de las dos guerras mundiales, el ser humano cae en un escepticismo casi que total en la humanidad, en la educación y en la ciencia. Teniendo como antesala dicho escepticismo, es que se empiezan a cocinar otras propuestas educativas que le apuestan a la esperanza, el gusto, la vida, el amor, el respeto, en fin a los valores como punto de partida y de llegada de todo proceso educativo. [14] John Dewey (1859-1952) nació en Burlington (Vermont). Fue profesor en Minnesota, Michigan, Chicago y en la Universidad de Columbia. [15] Nació en Lüneburg, Baja Sajonia en 1927 y - Falleció en 1998 a los 71 años. Realizó estudios de derecho en Friburgo. Años después viaja a Estados Unidos, y se radica en Bostón, donde estudia Sociología en la Universidad de Harvard. En 1968 se radica en Bielefeld, ciudad donde trabaja como catedrático hasta 1993. Años después fallece. [16] Nació en Paris en 1921. Estudió geografía e historia y derecho, posteriormente realizó estudios universitarios de sociología, economía y filosofía en la Soborna y en la Universidad de Toulouse. En 1992 fue galardonado con el premio Médicis de comunicación; en 1994 recibió la Legión de Honor y el premio Internacional de Cataluña. Ha escrito más de una veintena de libros y numerosos ensayos. [17] Nació en Poitiers en 1926, Francia. Realizó estudios de Psicología y filosofía, en la École Normale de Paris y en la Sorbona. Trabajó en Suecia y Polonia con el Departamento Cultural Francés. Participó en diferentes manifestaciones públicas. La obra que le empezó a dar renombre fue Las palabras y las cosas (1966). Falleció en 1984. [18] Pierre Bourdie (1930-2002) Realizó estudios de filosofía, antropología y sociología. Investigó los gustos sobre el arte, y luego publicó su obra: La distinción: Criterio y bases del gusto. [19] Nació en Paris en 1944, estudió en la Sorbona en Grennoble, donde en la actualidad es profesor. En 1983 publicó su obra principal, La era del vacío, donde profundizó sobre lo efímero y lo frívolo. En su segunda obra, El imperio de los efímero de 1987 aborda temas como: La moda y su destino en las sociedades modernas. Unidad 2: FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN: UNA PROPUESTA DESDE AMÉRICA LATINA Lección 1: PAULO FREIRE Y LA EDUCACIÓN LIBERADORA Freire es marcado por su experiencia infantil de carencia en Pernambuco, especialmente en Jaboatao , donde pierde a su padre, también es influenciado por sus vivencias con los campesinos en Brasil, el exilio, su trabajo como catedrático en Harvard, Cambridge y como Consejero de la UNESCO. El trabajo en algunos países africanos como Guinea Bissau fue esculpiendo profundamente su praxis y su teoría. La teorización de su discurso pedagógico se va configurando gracias a las diferentes y variadas situaciones sociales particulares con las que se enfrentó en su devenir cotidiano. En nuestro recorrido por la obra de Freire hemos detectado componentes filosóficos de diversa índole. Desde elementos epistemológicos, pasando por elementos éticos hasta encontrar elementos de la filosofía educativa. Entre las corrientes de índole filosófica descubiertas en nuestra indagación cabe destacar: Filosofía de la historia, Filosofía política, antropología filosófica, epistemología, fenomenología, personalismo y ética. Pero cabe subrayar que los elementos que más abundan en las reflexiones de Freire pertenecen a la Filosofía educativa y a la Filosofía política. La anterior deducción hace parte de sus constantes alusiones a estas dos corrientes filosóficas. Adicionalmente, los razonamientos filosóficos de Freire gravitan en torno a una idea de hombre (antropología) que interacciona con su medio (sociedad) y que fragua su transformación (praxis política). Para Freire en la práctica pedagógica subyace una idea de hombre y esa idea de hombre se va configurando acorde al devenir situacional en el que se encuentre inmerso. Es relevante destacar que la práctica pedagógica de Freire no se desliga en ningún momento de praxis política. Para Freire es en el ámbito educativo donde el poder y la política se manifiestan claramente. Tanto a nivel Macro, dado que se reproducen formas de gobierno opresor y se imponen estereotipos que buscan homogeneizar a los individuos, como a nivel Micro, donde también se replican los mecanismos de poder, al configurarse el educador, en una especie de Tirano en miniatura. En los juegos de poder que se manifiestan en el aula de clase, el educador puede caer en error y oprimir a los discentes, intentar, bajo la excusa de “conocer los saberes básicos” imponer sus propios criterios y desconocer los saberes previos con los que llegan los estudiantes al aula de clase. Resulta grave si el docente desconoce al educando como persona y como sujeto crítico. Es imperioso identificar los gustos, los deseos, los pensamientos y la curiosidad del educando para edificar un currículo abierto y dispuesto a insertar dentro de su dinámica espacios dialógicos, reflexivos y de crecimiento mutuo. La escuela debe propender por no ser una agente de reproducción social, económica y cultural, dado que en estos aspectos se promueven la dominación, la exclusión, la competencia y una ideología capitalista que consume al hombre y hace que crezca la brecha entre los que ostentan y los que no. Hay que superar la visión tradicionalista de la educación, donde las escuelas se erigían como centros escolarizados donde sólo importaba la instrucción, donde la acriticidad era la constante y no se ofrecía esperanza alguna y el panorama resultaba desalentador. Es por ello que Freire intenta cambiar ese estado de la educación por un modelo anclado en el respeto a la vida, en la diferencia y en la lucha colectiva. “La libertad es el punto central de su concepción educativa desde sus primeras obras. La liberación es el fin de la educación. La finalidad de la educación es liberarse de la realidad opresiva y de la injusticia; tarea permanente e interminable…la educación apunta a la liberación, a la trransformación radical de la realidad para mejorarla, para volverla más humana, para permitir que los hombres y las mujeres sean reconocidos como sujetos de su historia y no como objetos…la educación debe permitir una lectura crítica del mundo. El mundo que nos rodea es un mundo inacabado y eso implica la denuncia de la realidad opresiva, de la realidad injusta, inacabada y consecuentemente, la crítica transformadora por lo tanto, el anuncio de otra realidad.” (GADOTTI, 2001, pág. 62) Para Freire es claro que el mensaje que emerge de la práctica pedagógica guarda una estrecha relación con la dominación y la dependencia, es por ello, que se debe fungir como profeta y anunciar otra realidad. Una realidad donde se trabaje a partir de las experiencias significativas de los discentes, donde puedan ser escuchados y escuchar, donde su pensamiento despliegue una transformación al interior de las aulas. “La comprensión de los límites de la práctica educativa demanda indiscutiblemente la claridad política de los educadores en relación a su proyecto. Exige que el educador asuma la politicidad de su práctica. No basta decir que la educación es un acto político, así como no basta decir que el acto político, así como no basta decir que el acto político es también educativo. Es preciso asumir realmente la politicidad de la educación” (FREIRE, 1993, pág. 49) Para Freire los educadores deben dejar a un lado la idea de que su práctica es neutra y no tiene ninguna incidencia en los discentes, por el contrario, la práctica educativa está intrínsecamente relacionada con la emancipación de los pueblos, de ahí su papel preponderante en la liberación ideológica y real de los oprimidos. Los educadores deben trabajar en su devenir por cambiar las condiciones presentes de dominación y concretar una vida futura donde la reflexión y la acción crítica se constituyan en acicates de un proyecto social que no sólo supere la opresión sino que aporte en la consecución de un modelo de vida humanista y humanizante. Freire promueve un discurso (y de hecho procura llevar a la práctica su discurso, se puede palpar en su quehacer como docente y en su labor administrativa como secretario de educación de Sao Paulo) que supera el ideal positivista, donde la principal preocupación es la transmisión acrítica de conocimientos útiles para la sociedad existente; de esa forma la escuela se erige en un centro de instrucción donde el pensamiento no tiene cabida, sólo hay cabida para el repetir, no el crear ni mucho menos el disentir. A diferencia de la educación tradicional, Freire aboga por una formación que concibe a las escuelas como centros culturales y políticos con diferentes ideologías donde se permea el cambio, el debate y la reflexión. Al asumir la educación como praxis política, el rol tanto de los docentes como de los estudiantes deja de ser pasivo y pasa a ser activo. La escuela se transforma en un espacio de controversia y de discusión permanente. El estudiar se convierte en una forma de reinventar, recrear y reescribir la realidad. Se hace necesario interpretar los signos de los tiempos: pobreza, dominación, dinámica social, discriminación, globalización, consumismo, incertidumbre, moda, opresión, democracia, entre otros. La educación a través de un énfasis problematizador posibilita acercarse a la realidad para analizarla y buscar las causas de las desigualdades sociales, económicas y sociales. Una educación bancaria por el contrario, cercena dicha posibilidad, ya que su preocupación radica en repetir conceptos, que luego puede ser trasbocado en un examen de estado, que supuestamente mide los conocimientos vistos a lo largo de la vida escolar (primaria-bachillerato) y que a la larga permite acceder a la educación superior. Una educación problematizadora, no sólo permite analizar la realidad sino adicionalmente, posibilita transformarla. De hecho uno de los papeles del ser humano implica humanizar la realidad transformándola. Pero para alcanzar el futuro (anhelado) incluyente se requiere una labor profética de denuncia de las desigualdades por medio de la acción reflexiva que se fragua tanto al interior de las instituciones escolares, como en los espacios extramuros, donde se vincule a la familia y a la sociedad en general. “la revolución es un proceso crítico, que no se puede llevar a cabo sin ciencia y reflexión” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 102) Es claro el papel preponderante que le otorga Freire a la educación, ya que sin ella, no es posible la transformación. Asimismo el pensador brasileño le otorga un papel significativo a la filosofía, como orientadora de procesos reflexivos y de concienciación, a saber: “la filosofía es la matriz de proclamación de una nueva realidad. La ciencia y la filosofía juntas proporcionan los principios de acción para la concienciación. La acción cultural para la concienciación es siempre una empresa utópica. Por ello necesita a la filosofía, sin la cual, en vez de denunciar la realidad y anunciar el futuro, caería en las mistificaciones del conocimiento ideológico” Resulta clave el rol de la filosofía como guía, como el faro que ilumina la praxis educativa y la enrruta hacia la transformación. Sin filosofía la praxis educativa sería fácilmente manipulable y tendría una visión ingenua de la realidad social. La filosofía explica el mundo no como un instrumento destinado a nuestra aceptación, sino como una realidad abierta, dinámica y en desarrollo. Freire defiende una educación problematizadora y anclada en la filosofía para denunciar la alineación y dominación que nos condena a una deshumanización del hombre y nos castra los sueños de un mundo mejor. La educación problematizadora no es neutra, toma postura y su elección es por la vida, por la humanidad, por la libertad. La educación problematizadora se constituye en un acto epistémico, en un ejercicio de la razón para entender el entramado de relaciones sociales que mantienen el statu quo y que necesariamente necesitan ser cambiadas. “Para una ideología deshumanizadora es crucial evitar a cualquier precio que los hombres tengan la oportunidad de percibirse en tanto seres reflexivos y activos, como creadores y transformadores del mundo” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 125) Resulta claro que existe un pool de personas y de instituciones interesadas en que las personas no piensen, sean pasivas, silenciosas, receptivas, que repitan conceptos como si fueran recetas de salvación. Y desde la educación se puede ayudar a desenmascarar tal situación. Pero debe ser una educación política que se ocupe de liberar a los seres humanos de la opresión que aniquila su realidad concreta y los somete a los designios de la élite de poder. Una educación de carácter político promueve estudiantes críticos, comprometidos, curiosos e inquietos por buscar el quid del asunto, que no comulgan con la inequidad , que asumen su rol como sujetos históricos y aprehenden la realidad con el objetivo de cambiar las condiciones de opresión, que asumen su capacidad de pensar para denunciar la situación paupérrima en la que estamos inmersos. “Separar la educación de la política no sólo resulta artificial peligroso” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 167) sino Freire nuevamente hace hincapié en que la educación está intrínsecamente relacionada con la política y que separarlas resulta no sólo artificial sino peligroso porque supone divorciar la educación de su carácter social, supone asimismo, sustraerla del mundo real o reducirla a un mundo de valores e ideales abstractos que no guardan relación con el mundo concreto. También puede ser que al considerar a la educación un elemento neutral se le limite su campo de acción y se le reduzca a ser un repertorio de técnicas de comportamiento donde sólo cabe repetir las instrucciones que se imparten desde los que ostentan el poder. La educación como elemento político ayuda a reinventar el poder, a recrearlo. No se limita a su institución escolar sino que ayuda a pensar como país, como nación, como un todo, como unidad, que necesita de sus diferentes partes o actores para surgir. “Los educadores deben preguntarse para quién y en nombre de quién trabajan. A mayor grado de conciencia y de compromiso, mayor comprensión del hecho de que el rol de educador exige correr riesgos, incluida la posibilidad de arriesgar el propio trabajo. Los educadores que cumplen su tarea de forma acrítica, simplemente para conservar su trabajo, aún no han captado la naturaleza política de la educación” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 176) En muchos casos la situación es de estómago, es de hambre. Muchos renuncian al carácter político de la educación por miedo a perder el trabajo, o por la sencilla razón de que es más cómodo no pensar, no ejercitar el raciocinio, eso sí, pues para transformar o reinventar la realidad, se exige compromiso, dedicación y esfuerzo. Y en muchos casos hasta se debe estar dispuesto a ofrendar la vida por la verdad o por el cambio de una cultura de silencio, a una cultura de la escucha. Freire sacrificó su libertad en defensa de la educación, pues estuvo dos veces preso, y hasta renunció a estar en su patria pues fue obligado al exilio (16 años duró por fuera de su país natal). Asumir la educación como elemento político exige renuncia, sacrificio y ejercitar el intelecto. También se requiere estar dispuesto a dialogar porque efectivamente, la verdad no es una imposición sino una construcción y se trata de edificarla no de imponerla como un dogma y nada más. “La educación, sea en la universidad, la escuela secundaria, la primaria o en la alfabetización de adultos, es un acto político. ¿Por qué? Porque la naturaleza misma de la educación tiene cualidades inherentes para ser política, así como la política posee aspectos educativos. En otras palabras un acto educativo tiene naturaleza política, y un acto político tiene naturaleza educativa. La educación tiene naturaleza política en todo el mundo. En términos metafísicos, la política es el alma de la educación, su mismo ser, sea en el primer mundo o en el tercer mundo” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 185) Freire es enfático en afirmar la naturaleza política de la educación, pero no se queda allí, afirma también que la política tiene un carácter educativo. Por otra parte, Freire reclama en la educación un acto epistemológico, donde lo que se enseñe esté ligado necesariamente al conocer, al conocer la realidad y sus vericuetos, sus engaños y desengaños, a saber: “la práctica educativa es naturalmente gnoseológica y no es posible conocer nada a no ser que nada se sustantive y se vuelva objeto para ser conocido, es decir se vuelva contenido. La discusión fundamental es política. Tiene que ver con qué contenidos enseñar, a quién, a favor de qué, de quién, contra qué, contra quién, cómo enseñar. Tiene que ver con quién decide sobre que contenidos enseñar, qué participación tienen los estudiantes, los padres, los maestros, los movimientos populares en la discusión en torno a los contenidos programáticos.” (FREIRE, La educación en la ciudad, 1997, pág. 53). Freire defiende entonces una educación que se centre en las personas, en el desarrollo máximo de sus posibilidades. Una educación como acto político, como un proceso de conocimiento, que gravite en el respeto al discente, a su lenguaje, a su identidad cultural de clase, que desoculte, que desafíe y que deje entrever soluciones más allá de imposiciones dogmáticas y sin sentido. Freire ve en la educación una herramienta idónea para realizar una lectura crítica de las estructuras sociales, de la política, de la cultura, de la historia, de la cual se hace parte en el devenir diario. Al asumirse como sujeto histórico, no se analiza al ser humano como apéndice de la misma, sino como un actor y recreador de ella. “Haciendo educación en una perspectiva crítica, progresista, nos obligamos, por coherencia, a engendrar, a estimular, a favorecer, en la propia práctica educativa, el ejercicio del derecho a la participación por parte de quién está directa o indirectamente ligado al quehacer educativo” (FREIRE, Política y educación, 1993, pág. 71) La participación se constituye en uno de los pilares de una sociedad democrática. Para Freire este componente debe engendrarse en la educación. El educador debe entonces promover como imperativo la interacción entre los educandos, pero no solamente, entre ellos, sino también entre los diferentes integrantes de la comunidad educativa, incluyendo, egresados y padres de familia. La participación debe desarrollarse en cuanto ejercicio de voz, de tener voz, de tener incidencia, de tomar decisiones en ciertos espacios de poder. La participación debe hacer parte de la educación desde los procesos incipientes de formación, incluyendo los niveles de preescolar, hasta la educación superior. Una educación domesticadora, somete a los menos favorecidos y coadyuva con los intereses de los grupos y de las clases dominantes. Igualmente, promueve el individualismo y el servilismo. Es selectiva, discriminatoria y excluyente. Niega al ser humano pues no permite que crezca y que desarrolle al máximo su potencial creativo. Una educación debe tener vocación política y reconocer que los seres humanos están siendo degradados a cosas y si no denunciamos esto, tarde o temprano todos seres medios y no fines, como debería ser. “No hay práctica educativa, como en el resto de prácticas que escape a límites. Limites ideológicos, epistemológicos, políticos, económicos, culturales”(FREIRE, Política y educación, 1993, pág. 105) La educación para Freire debe trascender la concepción de escolaridad, debe propiciar la revolución, debe fraguar la independencia y sembrar la semilla de una manera de vivir más humana, más justa y más equitativa, “La educación es aquél terreno en que el poder y la política adquieren una expresión fundamental, ya que es allí donde el significado, el deseo, el idioma y los valores se vinculan con y responden a las más profundas creencias sobre la naturaleza misma de lo que significa ser humano, soñar, señalar y luchar por una forma concreta de vida futura” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 15) La educación necesita matizar más en la práctica y menos en la teoría que muchas veces se convierte en un discurso estéril alejado de la sociedad y de la realidad que se experimenta en las aulas. Es perentorio asimismo que la educación estimule el desarrollo de la necesidad humana de expresión, que sirva como sustento para levantar la voz de alerta, cuando el sistema excluya, imponga y acalle conciencias. La educación como práctica implica una concepción del hombre y del mundo. Cabe preguntarnos ¿Cuál es la concepción antropológica y de mundo que maneja Freire en sus disertaciones? Siendo consecuente con la concepción que tiene el pedagogo brasileño de la educación como proceso que ayuda a la transformación, se puede inferir que la concepción del hombre va por esa línea, como un ser inconcluso, que necesita de reformas, oprimido por el sistema y por quienes lo ostentan. Igualmente, Freire define al hombre como sujeto de praxis, histórico y situado que necesita cambiar las condiciones socioeconómicas y culturales para poder ser tenido en cuenta. Al respecto afirma: “Para los animales la orientación en el mundo implica adaptación a la realidad, para el hombre implica humanizar la realidad transformándola. Para los animales no existe sentido histórico, no hay opciones o valores que pesen en su orientación en el mundo; para el hombre existe tanto una dimensión histórica como valores” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 63) La educación debe ser una praxis dinámica, abierta y gestora de conocimiento. La educación se constituye en un ejercicio dialógico, donde se analizan problemas en torno a situaciones reales existentes y a través de un ejercicio riguroso y filosófico se ofrezcan diferentes visiones críticas de la realidad. La educación es un proceso exclusivamente humano, que debe posibilitar que los sujetos puedan ser capaces de transformar, producir, de decidir, de crear y recrear su mundo, que puedan comunicarse y edificar horizontes comunes de comprensión. “La educación de carácter liberador es un proceso mediante el cual el educador invita a los educandos a reconocer y descubrir críticamente la realidad” (FREIRE, La naturaleza política de la educación, 1994, pág. 116) La educación debe relacionar la esperanza con la práctica para cristalizarse en historia concreta y de esa forma servir como acicate para promover transformaciones de raíz en la sociedad. La educación colmada de esperanza, debe a través de la práctica realizar análisis serios y puntuales de la realidad donde se dejen entrever situaciones donde las personas puedan crear y recrear sus entornos. Donde puedan luchar por sus sueños, donde puedan concretar sus anhelos, donde denuncian las iniquidades y anuncien un reencuentro con la libertad. La educación debe ser una práctica reveladora, gnoseológica y anclada en la experiencia vital de los estudiantes La educación debe necesariamente, ya lo habíamos comentado en líneas anteriores, coadyuvar a que los educandos pasen de la etapa de la doxa, de la mera opinión; a la etapa del logos, del conocimiento. Así mismo la educación debe revelar, quitar el velo, mostrar lo que acontece en el devenir cotidiano. Ya no se trata de comer entero. La educación de hecho aporta herramientas reflexivas y críticas que permiten digerir la información que constantemente nos acecha y convertirla en conocimiento, en episteme. La educación anclada en la episteme nos ayuda a rehacer el mundo diario y puede aportar a la transformación de las actuales condiciones de desigualdad. La educación debe constituirse en un encuentro de saberes y no en una imposición de los mismos. La educación es de naturaleza dialógica, comunicativa y relacional, donde sujetos interlocutores válidos buscan la significación de los significados. En la educación se da una coparticipación de significados, de experiencias, de comprensiones, de perspectivas de mundo, de ahí su importancia. La educación no debe negar el dialogo, por el contrario fomentarlo, debe suscitar la creatividad personal y colectiva, promover la lectura crítica del contexto, propiciando sujetos críticos-reflexivos que asuman su historia, luchen por los valores y la permanencia de la vida por encima de la cultura necrófila que se promueve desde el silencio. La educación debe ser esperanzadora y combatir el fatalismo en el cual estamos imbuidos por diferentes razones. La educación debe humanizar, evitar la crueldad y la tiranía de los saberes como dogmas. La educación debe ser una apuesta por la vida, por la libertad. Debe creer en el ser humano, que piensa, ríe, sueña, ama, que tiene necesidades, que está supeditado por la economía. “Si nada queda de estas páginas, esperamos que por lo menos algo permanezca: nuestra confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar.” (FREIRE, Pedagogía del Oprimido, 1970, pág. 171) Lección 2: Ivan Illich y la Sociedad Desescolarizada “La escuela se ha convertido en el proceso planificado que labra al hombre para un mundo planificado en la trampa principal para entrampar al hombre en la trampa humana. Se supone que moldea a cada hombre a un nivel adecuado para desempeñar un papel en este juego mundial. De manera inexorable, cultivamos, elaboramos, producimos y escolarizamos el mundo hasta acabar con él” (Ilich, Ivan. La sociedad desescolarizada) IVAN ILICH: EL PEDAGOGO Ivan Illich nace en Viena (Austria) el 4 de septiembre de 1926 y fallece en Bremen (Alemania) el 2 de diciembre de 2002). Nace en el seno de una familia con antecedentes judios, dálmatas y católicos. La adolescencia estuvo marcada por su cercanía con su abuelo materno, viviendo en Austria. Por su condición de judío huye a Italia, promediando los quince años. En Florencia estudia Histología y Cristalografía. En 1946 se gradúa de Filosofía y Teología de la Universidad Pontificia Gregoriana del Vaticano. Viaja a New York donde se desempeñara como párroco asistente. En 1956 se traslada a Puerto Rico donde es nombrado vice-rector de la Universidad Católica. Cinco años más tarde crea el Centro Intercultural de Documentación (CIDOC) en Cuernavaca, México, un espacio de investigación que ofrecía cursos de lengua y cultura hispanoamericana a los misioneros norteamericanos. En 1971 y tras diez años de fructíferas labores, el CIDOC gracias a sus ideas, es censurado por el Vaticano. En 1976 cierra sus puertas definidamente. Muchos de los que trabajaban allí, fundaron escuelas de idiomas, siguiendo en parte el trabajo del CIDOC. A finales de la década de los setenta Ilich solicita y obtiene una dispensa para el ejercicio presbiteral. La década de los 80, fue un periodo Itinerante. Viajó mucho. Compartió sus ideas en universidades de USA, México y Alemania. Los últimos veinte años fueron en parte dolorosos, ya que lo agobiaron unos tumores cancerígenos en el rostro. Consecuente con su crítica a la medicina institucionalizada, nunca acudió a ella. Se acercó a la meditación y al yoga como ejercicios terapéuticos que le sirvieron como paliativo a su penosa enfermedad. Producto de ésta enfermedad sus ojos se apagaron el 2 de diciembre de 2002. Su producción intelectual hizo mella en muchos de sus discípulos, quienes han continuado con su labor. En Cuernavaca, Pensilvania y Bremen, existen grupos de estudio en torno al pensamiento de Ilich. Sus escritos siguen iluminando el sendero intelectual de muchos pensadores. LA CRÍTICA A LA SOCIEDAD ESCOLARIZADA Ilich critica todas las instituciones de la sociedad, entre estas encontramos: la salud, la religión, la política, las fuerzas militares, el trabajo y la escuela. Ésta última la toma como paradigma, ya que no varía de una sociedad a otra, como sucede con las demás instituciones. “La escuela como mi paradigma, y por consiguiente trató sólo indirectamente de otros organismos burocráticos del Estado corporativo: la familia consumidora, el partido, el ejército, la iglesia, los medios informativos”[1] La escuela incentiva a los discentes a que se enrolen en la sociedad de consumo, donde no se piensa, ni se protesta, donde todo está perfectamente planeado, donde disientes y eres tildado de terrorista, insurgente y hasta de orate. El trabajo, el ocio, la política, la vida ciudadana y familiar descargan la responsabilidad de la educación a la escuela y ésta lo que hace es replicar los modelos de un capitalismo voraz, donde la inclusión no existe, donde hay una taxonomía para discriminar a los que no son escolarizados. “El que todos tengan iguales oportunidades de educarse es una meta deseable y factible, pero identificar con ello la escolaridad obligatoria es confundir la salvación con la iglesia. La escuela ha llegado a ser la religión del proletariado modernizado, y hace promesas huecas a los pobres de la era tecnológica. La nación- Estado la ha adoptado, reclutando a todos los ciudadanos dentro de un currículo graduado que conduce a diplomas consecutivos no distintos a los rituales de iniciación”[2] Una de las grandes falacias es confundir que el saber es el resultado de la enseñanza escolar. Está comprobado se aprende más en contextos extraescolares: la lengua en el seno familiar o en el espacio callejero, se aprende a leer profusamente y con placer en un espacio diferente al escolar, ya que allí la lectura es impuesta, dosificada y hasta evaluada bajo unos parámetros muy cuestionados. “Toda persona aprende a vivir fuera de la escuela. Aprendemos a hablar, a pensar, a amar, a sentir a jugar, a blasfemar, a politiquear y a trabajar sin la interferencia de un profesor”[3] Algunas de las habilidades que se pueden aprender informalmente, la reseña Ilich a continuación: “Esto vale para los códigos como para su desciframiento; tanto para los segundos o terceros idiomas como para lectura y la escritura, e igualmente para el álgebra, la programación de computadores, el análisis químico, o para destrezas manuales como la mecanografía, la relojería, la fontanería, las instalaciones domesticas de la electricidad, la reparación de televisores, o para bailar, conducir vehículos y bucear”[4] Igualmente, la política de los diplomas, ofrecidos por la escuela, es una forma de discriminar a los que poseen y no poseen un certificado. Como si la imaginación se pudiera medir, como si el saber se redujera a repetir las fórmulas que los maestros traen de antemano prefabricadas. Uno aprende aquello que entraña algún significado para la vida propia. Los recreos y las salidas pedagógicas se convierten en ese espacio significativo; de resto, las clases, los exámenes, los laboratorios son más de lo mismo, una maraña justificada en el currículo para amargarles la existencia a los chicos. En la escuela, las aulas de clase se convierten en recintos sagrados donde el profesor se ufana de su saber y se empodera, hasta el punto de empequeñecer a sus alumnos. El profesor se presenta como un sacerdote secular que encabeza el ritual dilatado y tedioso denominado clase. Las aulas son como murallas impasables donde el pensamiento no tiene cabida. Además el maestro se presenta como el encargado de encarrilar a sus mansas ovejas por el camino del consumo, replicando un sistema que lo ha moldeado igualmente. “La norma de asistencia posibilita que el aula sirva de útero mágico del cual el niño es dado periódicamente a luz al terminar el día escolar y el año escolar, hasta que es finalmente lanzado a la vida adulta. Ni la niñez universalmente prolongada ni la atmósfera sofocante del aula podrían existir sin las escuelas”[5] Ilich considera que el sistema escolar es un lugar ideal para promover valores institucionalizados, para medirlos, para envasarlos y para prolongar la idea del progreso que se perpetúa a sí mismo. EL MITO DE LOS VALORES INSTITUCIONALIZADOS En la escuela empieza el mito del consumo infinito. En la escuela se nos enseña que el resultado de asistir a una jornada académica es el aprendizaje; que el valor del aprendizaje se incrementa con el número de información acumulada y finalmente que esa información puede ser conmensurable y canjeable por diplomas. La escuela cercena el horizonte imaginativo, reemplaza la crítica por la aceptación, la razón por la pasión. “Una vez que un hombre o una mujer ha aceptado la necesidad de la escuela, es presa fácil de otras instituciones. Una vez que los jóvenes han permitido que a su imaginación la forme la instrucción curricular, están condicionados para las planificaciones institucionales de toda especie”[6] Actividades Complementarias Elabore un Ensayo (mínimo diez páginas) donde profundice en la educación liberadora del pedagogo brasileño Paulo Freire dejando entrever la posible aplicabilidad en América Latina. [1] ILICH, Iván. La sociedad Desescolarizada En: Obras Reunidas. México: Fondo de Cultura Económica. Volumen I. 2006. P.p 187-322 [2] Ibíd. p. 200 [3] Ibíd.. p. 216 [4] Ibíd. p. 202 [5] Ibíd.. p. 221 [6] Ibíd.. p. 227 Unidad 3: FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN: DOS PERSPÉCTIVAS COLOMBIANAS Lección 1: Estanislao Zuleta: el Sócrates Bohemio Estanislao Zuleta es uno de los más grandes autodidactas y pensadores modernos de Colombia, no porque haya sido el más informado sobre la actualidad política y filosófica[1], sino porque representa una actitud nueva: no es un mero comentador o divulgador de los saberes que acumularon los siglos, sino que asume el riesgo de pensar por sí mismo, consciente de su lugar en el mundo, y saca sus propias conclusiones a partir de la vasta cultura que ha obtenido por la lectura y el diálogo, sin mejor disciplina que su pasión, ni mejor pauta que su inteligencia[2]. Estanislao Zuleta ha sido estudiado desde diferentes perspectivas: lo han abordado desde diferentes enfoques: como literato, filósofo, psicólogo, sociólogo, economista, politólogo, entre otros. La mayoría de los estudios coinciden en que su gran aporte fue el de defender a capa y espada el pensamiento, que no se inscribió en ninguna escuela específica, ni comulgó con las instituciones, criticó la escuela tradicional por ser dogmática, cercenadora del pensamiento y castradora de posibilidades. Sin embargo, ningún estudio ha abordado a Zuleta como pedagogo. Tampoco se han escudriñado las concepciones antropológicas que subyacen en sus escritos, ni los fines de la educación que propone el pensador antioqueño. Zuleta no produjo una obra sistemática, por el contrario, fue un pensador al que le fascinaba disertar a la manera socrática, dialogando en los pasillos de la universidad, en los cafés, tertuliando, de ahí que recibiera el sobrenombre de “El Sócrates Bohemio”. En general la reflexión pedagógica de Zuleta se caracteriza por tomar partido por el pensamiento, su actividad intelectual siempre opta y defiende el pensamiento. Zuleta lo asume como un valor supremo, como el criterio determinante y diferenciador desde el cual es posible edificar la vida y crear condiciones para una transformación social e individual. Cualquier sistema educativo, pertenezca a un país o a una institución, responde a un modelo educativo. Éste, a su vez, plantea una concepción del hombre y de la sociedad, una filosofía de la vida y unos modos de ser, de actuar y de valorar. La visión del hombre y de la vida que adopte debe reflejarse en el sistema educativo, que a su vez se erige en el vehículo operativo que la sociedad y las instituciones tienen para educar a sus miembros. Zuleta fragua su concepción antropológica basada en los pensadores de su tiempo, no confecciona un pensamiento antropológico de la nada. Zuleta no es ajeno a los desafíos que le plantea la educación, por ello perfila unos fines a la labor pedagógica. Los desafíos de la educación ya no son concepciones antropológicas, sino reflexiones de la educación que ofrecen luces acerca de la pedagogía y son consideradas actuales. Sólo con la educación y con las posibilidades de realización individual y de los grupos sociales que ofrecen el conocimiento y la construcción de la cultura se puede fraguar la paz y asegurar la capacidad de ser ciudadanos del mundo, partícipes de un cambio cultural, amplio y sutil. Todos los ámbitos esenciales de la vida se están viendo afectados por actividades cuyo eje central se globaliza: la ciencia, la tecnología, los medios de comunicación, los servicios financieros, el arte, el turismo, las profesiones, la música, la cultura, el deporte, la religión, la educación, los patrones del consumo e incluso la actividad criminal. Pero si bien la globalización está afectando todo el globo terráqueo, no todo el planeta está incluido en el sistema global, ni tampoco todo el mundo recibe los mismos impactos del fenómeno globalizante. Las marcadas tendencias a la homogeneización, la desterritorialización de la producción, el mundo como un espacio compartido, la disolución del poder en los estados nacionales, el predominio de los fines y valores del mercado en las acciones y relaciones sociales, la incertidumbre generada por los cambios y la influencia de las nuevas tecnologías, la tecnocracia (detrás de un computador hay una persona que puede tomar decisiones que cambien el curso de la humanidad en segundos), la pérdida de identidad, la fragmentación del individuo, parecen ser las características más comunes atribuidas a la globalización [3]. Detrás de este fenómeno se halla el modelo neoliberal impulsado por las naciones poderosas del planeta, dueñas de la banca mundial, rectoras de la economía mundial y de las nuevas tecnologías. En el esfuerzo de pensar la educación, diversos autores han abordado lo que se constituiría en el horizonte de la misma, es en este marco donde adquieren importancia los planteamientos que hace Edgar Morin, en términos de desafíos a la educación. Primer desafío a la educación: educar para la comprensión y el reconocimiento. En su libro Siete saberes necesarios para la educación del futuro que la comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana[4]. Un reto de la educación actual es educar para la comprensión, para la empatía. Comprender significa aprehender en conjunto, asir en la colectividad (el texto y su contexto, las partes, el todo, lo múltiple y lo uno)[5]. Educar para la comprensión implica un conocimiento de sujeto a sujeto. Requiere identificación con el otro, padecer con el otro, proyectarse en el otro. Educar para la comprensión urge apertura, solidaridad y simpatía. Segundo desafío a la educación: educar para la convivencia. Otro de los retos de la educación es crear un espacio de interacción en un mundo de individualismo, enseñar a vivir con otros: la educación debe crear el espacio propicio para la interacción, para la disertación, la confluencia de sueños y de proyectos. Debe ser el espacio ideal para dirimir los conflictos, para entablar el diálogo liberador. Hay que preparar al hombre para la participación, enseñándole sus derechos y deberes, pero también desarrollando sus competencias sociales y fomentando el trabajo en equipo. La educación debe contribuir a desarrollar la voluntad de vivir juntos, factor esencial de la cohesión social y de la identidad nacional. El desafío integral: educar para el desarrollo de las posibilidades. Finalmente, el reto de la educación que abraza los demás es el de educar para el desarrollo de las posibilidades. La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad. Todos los seres humanos deben estar en condiciones, merced a la educación recibida en la juventud, de dotarse de un pensamiento autónomo, crítico y elaborar un juicio propio, para determinar por sí mismos qué deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida[6]. En cuanto a la educación, constituye el proceso que busca la formación integral de la persona, sin embargo, cabe aclarar que cuando hace alusión a la educación, Zuleta la relaciona principalmente con la que se adquiere en un ambiente institucional. A ella se refiere peyorativamente, dado que la vincula con el modelo económico del capitalismo, que en su opinión vuelve a las personas dependientes, burócratas, ignorantes, y les castra la iniciativa y la creatividad. En otras alusiones, Zuleta entiende por educación el proceso donde se busca la realización plena de las posibilidades del hombre; de acuerdo al contexto, se diferencia claramente de qué tipo de educación habla. Respecto a la pedagogía, es considerada un saber, pero no un mero saber, sino un saber hacer, un saber que posibilita la formación integral del hombre, que no se limita a un puro activismo, sino que le ofrece al hombre herramientas para reflexionar sobre su actuar. Instrucción es un hacer, es seguir ciertas disposiciones para adquirir habilidad en un determinado arte. Educador es aquella persona que dirige, encamina, perfila, induce al niño o joven a desarrollar o perfeccionar sus facultades intelectuales y morales. Educando es aquel ser humano autónomo que desea aprehender y construir conocimiento, que descubre que la razón y la percepción son la base de la ciencia, la lógica de las matemáticas, y el sentimiento del arte; que verifica la información, responde interrogantes, investiga y reconstruye su propio conocimiento en las diferentes áreas, para luego aplicarlo en situaciones reales. El pensamiento, por su parte, se define como un proceso en el que ocurre una ruptura con las ideas preestablecidas que han llegado a ocupar nuestra mente; un proceso que exige demostración, no comulga con el dogmatismo, le incomodan las verdades absolutas y el conformismo[7]. Conocimientoes el proceso mediante el cual un sujeto aprehende las características de un objeto. Zuleta es crítico con la clase de conocimiento que se imparte, ya que, según dice, se puede conocer sin pensar[8]. Escuela, por último, es aquel centro de enseñanza que ofrece la posibilidad de cursar estudios relacionados con distintas áreas del saber, su fin principal es proporcionar una preparación básica y elemental sobre diferentes materias: matemáticas, ciencias, idiomas, artes, lúdica, etc. Zuleta critica la escuela, dado que en vez de fomentar el saber, fomenta la confusión, el pensum académico ofrece una excelente “ensalada de materias” que en vez de brindar conocimientos básicos, se preocupa por suministrar datos especialísimos, que ni siquiera en una carrera profesional se ofrecen. Además, dichos datos se presentan como elementos inertes alejados del entorno del dicente. Así mismo, Zuleta considera la escuela como un espacio que reproduce el modelo económico, ya que en sus aulas se proporciona lo que manda el sistema y se busca crear personas sumisas a las necesidades del mercado, competitivas, pero que no piensan. La educación se concibe como una práctica social que concierne al hombre directamente. De hecho, constituye un problema antropológico fundamental, pues la educación tiene un carácter privativamente humano. El hombre es un ser educable por naturaleza; el hombre es en tanto se educa. No hay educación sin idea antropológica. Pero, en medio de tanto barullo de ideas educativas, es difícil adoptar una de ellas sin antes pasar por el tamiz de la realidad, más en la época actual, en la que existe un pluralismo de ideas antropológicas, todas ellas con cierto grado de validez. Ante esta gran cantidad de posturas vale la pena resaltar, por pertinente e interesante, la del pensador antioqueño Estanislao Zuleta. Él concibe al hombre como un animal social que se desenvuelve en una sociedad conflictiva, lo cual no constituye un problema, sino que, por el contrario, ofrece la posibilidad de crear un modelo pedagógico complejo e integral que vincule las diferentes esferas del ser: cultural, político, afectivo, colectivo, etc. El sujeto de la educación: ¿a quién se educa? Casi siempre, cuando se piensa en el acto educativo se piensa en un sujeto singular, y la responsabilidad recae en los estudiantes. Pero en este espacio se está ante un sujeto plural: ¿a quiénes se educa? y ¿quiénes educan? La construcción del sujeto corresponde a ambos. Necesaria construcción, entonces, del sujeto educador y del sujeto educando. Cualquiera de los lados de esta relación que falle nos sitúa frente a un fallido acto educativo. La construcción es, en primer lugar, individual. Soy yo quien me construyo; es a mí a quien le niegan o le facilitan la construcción. Nada más personalizado que esta construcción del sujeto educador y del sujeto educando; nada más ligado a sus utopías, a sus aspiraciones, a sus debilidades y fortalezas. Pero también la construcción es social. Construirse como educador y como educando es construirse como un sujeto social responsable de la educación en determinada institución. La educación debe involucrar al alumno como un ser humano y no como un receptáculo. La educación debe desarrollar todas las potencialidades del ser humano y sentar las bases para aprendizajes y transformaciones futuras. El discente: un investigador y transformador social Para Zuleta, el estudiante es un individuo capaz de participar en la planificación social. El alumno no debe ser más el receptor pasivo de un conocimiento que se le entrega para que lo aprenda y luego lo repita ante su transmisor, como un actor pasivo de su aprendizaje. Debe dejar de ser parte del engranaje del mercado productivo y pasar a ser él eslabón que crea procesos de desarrollo social que fortalecen el tejido comunitario y aniquilan el individualismo. Al igual que Freire, Zuleta va lanza en ristre contra la educación bancaria. En el proceso educativo, no hay uno que enseña y otro que aprende, sino que maestro y alumno se forman de manera conjunta: En nuestro sistema educativo la gente adquiere disciplina desagraciadamente de hacer lo que no le interesa; de competir por una nota, de estudiar por miedo a perder el año. Más adelante trabaja por miedo a perder el puesto. Desde la niñez el individuo aprende a estudiar por miedo a resolver problemas que a él no le interesan. El capital ha puesto bajo su servicio y control la iniciativa, la creatividad y la voluntad de los individuos... Puede que el tipo de educación actual sea muy malo desde el punto de vista del conocimiento, pero es ideal para producir un “buen estudiante”, al que no le interesa aprender pero si sacar cinco (5.0) y que solo estudia por miedo a perder el año[9]. En la escuela existente, es decir, aquella que se ciñe a los preceptos del mercado, se impone, no se negocia ni se abre el espacio de disertación; se dictan ideas, se dictan clases, no se discute, ni se concilia; no se comparte y se olvida el ser colectivo. La educación escolarizada tiene como finalidad no la formación integral, sino la preparación para un examen de Estado, donde finalmente el estudiante expulsa esa ensalada de materias que no ha logrado digerir. Desde la infancia se crean monstruos educados que saben de todo, pero desconocen lo principal: vivir, saber vivir, gozar de momentos contemplando la naturaleza, la sonrisa de un niño, el estallido de una carcajada, etc. Desde la primaria al estudiante se le educa en función de un examen, sin que la enseñanza y el saber le interesen o sus relaciones con sus expectativas personales[10]. Zuleta aboga por una educación que propicie una promoción integral de posibilidades individuales no determinadas por el mercado. Por otra parte asume el postulado de Freud, según el cual el niño es un investigador. Campo que habría que aprovechar al máximo para consolidar una sociedad de investigadores capaces de promover el conocimiento: El niño es un investigador; y si lo reprimen y lo ponen a repetir y aprender cosas que no le interesan y que él no puede investigar, a eso no se puede llamar educar[11]. Zuleta no comulga con que el educando sea un receptor pasivo de un conocimiento que se le entrega para que se lo aprenda y luego lo repita ante su transmisor, sino que estimula a formar mentes capaces de plantearse interrogantes y buscarles respuestas sin más límite que el de las propias capacidades[12]. La formación del discente debe orientarse a desarrollar las aptitudes y capacidades intelectuales, a desarrollar su particularidad social; es decir, a crecer con otros. El estudiante es visto por Zuleta como un individuo transformador de su contexto; como alguien que investiga, indaga, interroga su entorno, y al analizar su contexto perfila posibles soluciones. La pregunta es ¿qué clase de formación debe tener ese chico ávido de saber e investigador en potencia? La formación del discente La formación permanente es una necesidad imperativa para los discentes. En ella adquieren las herramientas necesarias para enfrentar y asimilar su devenir cotidiano. Además la formación que se debe impartir en la educación formal debe incorporar una visión profesional, es decir, que vaya perfilando al educando para su campo laboral, sin dejar a un lado la socialización y la crítica al modelo capitalista excluyente. Los educandos deben lograr aprendizajes de buen nivel en las diversas áreas escolares: ciencias, letras, artes, deportes, lo cual les suministra conocimientos y destrezas intelectuales y físicas, como también hábitos de trabajo, responsabilidad y disciplina, requeridos para optimizar sus potencialidades. Sin embargo, se debe evitar caer en impartir una “ensalada” de materias que no estén ancladas en la realidad del estudiante y que desconozcan su capacidad heurística y su pensamiento. La formación de los estudiantes debe procurar las herramientas necesarias para incorporarse al continuum del saber, con su mente abierta a nuevas informaciones, hechos o fenómenos y con la flexibilidad necesaria para minimizar la relevancia de la información caduca, pasando por el tamiz de la razón y la realidad. La planificación y elementos de la misma se centran en el estudiante para atender y mantener las ambiciones, habilidades, dudas, esperanzas y aspiraciones individuales. Es preciso combatir la represión, la ideologización y la segregación: Se debe trabajar con la sospecha, sometiendo todos los elementos a una elaboración, a una crítica, que permita superar el poder de la fuerza represiva que es impuesta por el sistema[13]. Zuleta promueve una educación que oriente al alumno a la resolución de problemas, que verifique la información, que se deje interpelar por la realidad, que plantee interrogantes, que investigue y reconstruya su propio conocimiento en las diferentes áreas, para aplicarlo en situaciones reales y puntuales. Para Zuleta el discente debe haber introyectado una visión crítica y reflexiva de su entorno. Además debe sentirse protagonista de todos los procesos, dar espacio a la reflexión. Cada actividad o resultado requiere un esfuerzo de contextualización e interpretación con espíritu crítico para relacionar lo que se va conociendo con lo ya adquirido. ...lo que realmente importa es saber en qué medida el proceso vital e intelectual es capaz de volver críticamente sobre sí mismo, de ser revisionista[14]. En conclusión, la formación que debe asimilar y construir el discente debe estar anclada en la realidad, ser crítica, combativa, reflexiva, analítica, promover la autonomía, la responsabilidad, en pocas palabras, debe ser filosófica. Una formación filosófica Para Zuleta, la filosofía se erige como la única forma de conocimiento. La filosofía se convierte en el campo de la formación, en un fundamento esencial. Él asume la filosofía como un modo de vida, no simplemente como un método, o como una ciencia. La filosofía se hace con los problemas de la vida personal, social o sexual y no es (al menos para Zuleta) una mera especialidad que ofrecen diferentes universidades. La filosofía debe romper con la polarización entre la exposición sistemática dominante en la filosofía y la manifestación del mundo vivido, propia del arte o de la poesía, para encontrar una forma de desarrollo y de exposición en que ambas dimensiones tengan la posibilidad de una integración. Es por ello que el antioqueño aboga por una educación que sea filosófica, que cuestione la vida cotidiana, y es precisamente el discente uno de los encargados de reflexionar su devenir y hacer de la filosofía un estilo de vida. Se puede aseverar que es tan estrecha la relación entre la reflexión filosófica y el proceso pedagógico, que si éste no desemboca en aquella, lo más que hará es formar ordenadores o seres inermes, que se desentienden de la realidad y de su problemática. El educando debe recibir una formación filosófica que incite a pensar por sí mismo, a degluir el bombardeo de información que a diario lo avasalla; una formación filosófica que enseñe a respetar la diferencia, a construir realidades, que abra un espacio para la confrontación, para exponer ideas, que valore positivamente la multiplicidad y la pluralidad. Hacer una educación con filosofía es crear una actitud crítica. Formar filosóficamente es procurar que cada uno de los educandos pueda demostrar, tener la plena seguridad de lo que afirma y defiende. Un educador formado filosóficamente asume el valor de todo lo humano y de todo el cosmos y trata de realizarse plenamente en todas sus posibilidades; pregunta, escucha, cuestiona, contradice; no delega su futuro en una doctrina o un líder. En esta lectura Zuleta pone acento en la formación filosófica, subraya el pensamiento y la búsqueda de sentido como mástiles de la filosofía. El Estado está interesado en la ciudadanía embrutecida lo suficiente para ejercer sobre ella el engaño más barato pero funcional a efectos laborales. La función social de los profesores de secundaria se reduce a guardería y selección más propedéutica para la profesionalización, asignando, desde cada vez más pronto. ¿Qué le espera al jovencito de 16 años que acaba el obligatorio graduado en educación secundaria y abandona sus estudios? consumir fútbol, alcohol y televisión, además de celulares y play station. Desde luego no son esos los lugares para la filosofía ni tal ciudadano en el que brilla una conciencia crítica y comprometida. La filosofía no consiste en comprender los sistemas de los filósofos, sino que los sistemas de los filósofos sirven para comprender el mundo. Lo interesante es utilizar los conocimientos, las ideas, los sistemas de los filósofos para comprender el mundo, no convertir el conocimiento de los filósofos en la finalidad de la filosofía. Es fundamental que se vea la relación de todo eso con la vida, con el mundo, y con el mundo y con la vida que vive la persona que se está dedicando a ello. Si la filosofía es simplemente arqueología de las cosas que se han dicho, que se han pensado en otras épocas. La filosofía debe guardar una relación estrecha con cosas más palpitantes, con situaciones vitales y problemas del común. Las personas racionales no lo son sólo porque se comportan racionalmente, sino porque luchan por vivir en una sociedad racional y razonable, porque luchan por que no predominen los dogmas irracionales, las supersticiones, los fanatismos, aquello que de alguna forma iría en contra de la razón. De modo que la razón es una muestra de convivencia, pero también una fuente de disidencia y de rebelión. Potenciar esto es el camino de la educación. El sujeto de la educación, no es solamente el discente, y aunque es el centro de la reflexión pedagógica, también resulta importante el maestro, como veremos a continuación. El sujeto de la educación: ¿quién educa? Los profesores han de dejar el papel de proveedores del conocimiento a un rol de facilitadores. Un docente debe ser asesor, motivador y consultor del aprendizaje. Su interacción con el alumno no será ya más para entregarle un conocimiento que posee, sino para compartir con él sus experiencias. Ha de apoyarlo y asesorarlo en su proceso de aprender y especialmente para estimularle y retarle a aprender. Debe propiciar que cada alumno cree su propio paradigma, apropie y sea dueño de sus saberes para luego compartirlos con otros. Debe, por tanto, ser el facilitador del aprendizaje, aprovechando para ello su interacción presencial. El profesor, entonces, jugará el papel de siempre: ser el maestro. Para Zuleta el educador no solo educa, sino que es educado; el educando es educado y educa. Los educandos ya saben, son sujetos que piensan; no sólo escuchan, sino que tienen palabra; disciplinan y se disciplinan; son capaces de elegir; actúan por sí mismos son libres y son, en fin, sujetos de su proceso. La relación entre educador y educando debe ser una relación entre iguales, no debe haber uno que sepa y otro que cumpla el rol de recipiente, ya que la cultura y la educación se adquiere mediante un trabajo concienzudo y no por imposición ni por recepción: La educación, tal como ella existe en la actualidad, reprime el pensamiento, transmite datos, conocimientos, saberes y resultados de procesos que pensaron, pero no enseña ni permite a pensar. A ello se debe que el estudiante adquiere un respeto por el maestro y la educación que procede simplemente de la intimidación Por eso el maestro con frecuencia subraya: “usted no sabe nada”; “eso lo entenderá o se verá más adelante o el año entrante, mientras tanto tome nota”[15]. Zuleta promueve una educación donde educador y educando se encuentren en posición de “igualdad”; una relación donde prime la participación y la crítica. Donde haya más preguntas que respuestas. Una educación que enfatice en la pluralidad, que polemice, que estimule la investigación y que sea humanista. La importancia del educador El educador es un factor esencial en el proceso educativo. La anterior afirmación parece ser obvia, sin embargo al creerla obvia, corre el riesgo de desatenderse. Para Zuleta, el educador tiene gran responsabilidad en la educación, tanto así que lo señala como uno de los causantes de que la educación ande tan mal. Pues cuando abusa de su poder, intimida a los estudiantes, esteriliza sus iniciativas y les niega la posibilidad de desarrollarse integralmente. La posición del maestro puede ser en sí misma y por sí misma intimidadora e inhibidora del pensamiento y el conocimiento[16]. Al maestro le queda muy difícil formarse la idea de que él mismo es un poder. Él sabe, él califica. Lo que yo les quiero decir es que entre el poder y la verdad hay muy malas relaciones[17]. Zuleta considera al maestro como un intimidador, nos preguntamos, no caería en una contradicción puesto que él se desempeñó como maestro. ¿Fue él, entonces un intimidador en su rol de pedagogo? ¿O lo que trata de aseverar Zuleta es que en este modelo de sociedad capitalista es difícil no ser intimidador? Y si es difícil no ser intimidador, entonces ¿cómo educar, sin caer en la intimidación? Tal vez podríamos plantear la abolición de los maestros, pero esto sería un absurdo, dado que detrás de grandes hombres siempre ha existido un maestro; el mismo Zuleta tuvo de maestro a Fernando González, a Fernando Isaza, (a los filósofos de la antigua Grecia entre otros maestros). Alejandro Magno tuvo como mentor a Aristóteles, Simón Bolívar tuvo como maestro a Simón Rodríguez. Entonces, ¿Cuál es la verdadera misión de los maestros? Zuleta, a mi modo de ver, no aboga por la abolición de los maestros, pero no muestra una postura clara al respecto. Lo que si deja ver claramente en sus disertaciones es su pensamiento anti-institucionalista. Aquí surge otro reparo: si Zuleta promueve la abolición de la institución, entonces, ante la ausencia de una institución como la escuela, ¿los chicos no caerían en el riesgo de seguir estereotipos sociales, como los que promueve la sociedad de consumo? Se me ocurre entonces y gracias al estudio de la obra de Zuleta, que él considera que el papel de los educadores debe ser el de inducir a los alumnos a que se conviertan en ciudadanos capaces de mejorar la sociedad en la que viven, en personas con valores positivos y solidarios que den respuestas adecuadas al individualismo, la falta de sensibilidad y la falta de ética y de responsabilidad que se nos oferta desde el modelo neoliberal. Considero una educación humanista, es una educación que permita y fomente el desarrollo de la persona, es decir, que las posibilidades de desarrollo del individuo no estén determinadas por el mercado[18]. Zuleta crítica a la escuela como un aparato represor-ideológico, reproductor del sistema, que condiciona a las nuevas generaciones para que el poder sea legítimo. Esta crítica se enmarca dentro de la teoría de la reproducción social, que han fraguado algunos pensadores franceses a propósito de la sociedad del siglo XX[19]. El educador, para Zuleta, no debe coartar el pensamiento de sus alumnos, no debe creer, que se las sabe todas, ni debe intimidar a sus alumnos, el proceso de la educación debe acontecer entre iguales, de tal suerte que ambos aprehendan la realidad y la transformen con su accionar. El educador para Zuleta, no se debe negar a admitir otras posibilidades de verdad diferentes a las de su enfoque personal; no debe ser dogmático, sino abrirse al diálogo con diferentes posturas, que a su vez enriquecen el conocimiento. También captan el enorme reto que la orientación y el acompañamiento les representan. Su defensa frente a la posición anterior es sencilla: ellas y ellos mismos fueron formados, a su vez, por instituciones educativas y universidades "bancarias" que les condicionaron su mente y les negaron las metodologías y herramientas necesarias para un verdadero cambio en el enfoque y los métodos educativos. El educador debe ser un facilitador que dispone de muchos más recursos personales, conocimientos y experiencias de los que adquirirán los alumnos. Es importante que "facilite" el arranque de cada actividad, impidiendo bloqueos y esfuerzos inútiles o estériles. Siempre dispondrá de sugerencias que ofrecer a cada alumno para que su trabajo avance al ritmo común. Observador externo en los momentos de trabajo individual o de grupos, para luego corregir, sugerir, evaluar. Así garantiza la consecución del objetivo global y disponer de numerosos datos para la evaluación. La misión del educador no es adoctrinar, sino poner la mirada crítica en toda doctrina, establecer diferencias y sacar conclusiones que permitan cultivar el conocimiento. Zuleta crítica la educación y al educador, para él, “La educación y el maestro, sin saberlo, están formando al individuo para que funcionen como necesita el sistema; están preparando burócratas, en el sentido amplio de la palabra...reprimen el pensamiento de los niños, para que puedan funcionar en cualquier parte”[20]. La anterior cita, ubica al maestro como un funcionario del sistema capitalista, es decir lo presenta como un idiota útil del sistema. Pero ¿todos los maestros se pueden enmarcar en esta definición? Nuevamente entra en contradicción Zuleta, dado que él fue maestro, entonces también ¿fue un burócrata del sistema, o tal vez él fue la excepción?, ¿los padres de la patria, no se formaron bajo el legado escolástico?, y aun así, recibiendo el legado escolástico, no sucumbieron a la idea de forjar la independencia, en medio de un pensamiento que defendía la dependencia. Si el maestro fuera una arandela del sistema, entonces ¿cómo han hecho ellos para promover grandes revoluciones? Quizás, saliéndose de él, pero ¿cómo? afiliándose a otro sistema paralelo, tal vez el socialista, que también ha demostrado su incapacidad para formar hombres libres. Por otra parte, Zuleta va lanza en ristre contra los educadores que les usurpan a los niños la posibilidad de desarrollar su capacidad investigativa, les prohíben bucear en la realidad y les ofrecen la cultura servida en bandeja, no propician procesos, solo dan soluciones. Desgraciadamente entre el alumno y el maestro no hay una comunicación del saber, sino una relación de ganar o perder en la que el maestro no pierde nunca, ni se deja poner en cuestión. El niño es un investigador según la definición de Freud. Pero si el maestro tiene la respuesta de antemano, el alumno pierde las condiciones para investigar por lo que tiene que hacer es buscar la respuesta que exige el maestro para adecuarse a ella. En estas condiciones el maestro no puede promover entonces la investigación del niño[21]. El educador: amante del saber filosófico Para Zuleta el educador debe nutrirse de la experiencia cotidiana para ser capaz de poner el pensamiento en el camino de la problemática de la existencia. El educador debe ser filósofo comprometerse con la vida, con la transformación de la realidad y del sistema. El educador no debe divorciarse de la praxis, su vida debe ser un libro abierto donde sus ideas se nutran de sus actos y viceversa. El educador debe ser un amante de la verdad, un enemigo del dogma, un apasionado del saber, debe estar enamorado de lo que hace, de lo contrario puede transmitir información más no construir saber y mucho menos pensamiento: Para poder ser maestro es necesario amar algo, para poder introducir algo es necesario amarlo. La educación no puede eludir esta exigencia sin la cual su ineficacia es Máxima: al amor hacia aquello que se está tratando de enseñar. Además, ese amor no le puede dar sino quien lo tiene y en últimas eso es lo que se transmite. Nadie puede enseñar lo que no ama, aunque se sepa todos los manuales del mundo, porque lo que comunica a los estudiantes no es tanto lo que dicen los manuales, como el aburrimiento que a él mismo le causan. El que enseña no puede comunicar lo que no ama. Si enseña 25 horas a la semana y dicta “Lo que le ponen a enseñar” independiente de que le guste o no, a unos alumnos que no ven ninguna relación entre lo que enseña y su propia vida, no le van a significar nada[22]. Desde los griegos, se ha hablado del maestro como el amante del saber, como aquella persona que siente satisfacción a la hora de formar personas, que se apasiona por ello, que inclusive puede dar su vida en favor de la formación y del conocimiento. También se puede hablar del educador apóstol, aquél que se inmola por los demás, por el cultivo del saber[23]. Actualmente, es importante hablar del Eros pedagógico, porque prácticamente se es maestro por vocación, más allá de la remuneración, dado, que la carrera docente es una de las menos retribuidas en el país y en Latinoamérica. También resulta interesante, realizar la aclaración entre los educadores y los enseñantes, ya que los educadores pretenden guiar una búsqueda, parir conocimiento, sin olvidar la formación integral, la dignidad de la persona. No se educa un número, sino una persona que tiene una realidad, que se desenvuelve en un espacio determinado, que tiene dificultades y necesidades; en cambio, los enseñantes son personas que sólo instruyen, que no exigen un madurez humana, que hacen hincapié en formar en habilidades solamente, no les interesa nada más que el intelecto, la volición y la emoción son excluidos. El saber filosófico: Zuleta promueve en sus reflexiones una educación filosófica, donde el educador, sea una persona que le apueste a la filosofía como el camino más acertado para cultivar el pensamiento, el conocimiento, para saber y comprender los procesos; una educación que no se ahorre la angustia de pensar; una educación en la que el educador no sea un policía de la cultura, sino un inductor y promotor del deseo de aprender. Se requiere según Zuleta un educador que incentive el deseo de conocer, que se incline por la educación problemática, que no comulgue con entregar resultados, sino que le apasione construir procesos; que no se refugie en los dogmas, ni en seres que ofrecen verdades últimas, sino que promueva una sociedad conflictiva; que dé a luz el conocimiento. En fin, Zuleta considera que el mejor educador debe ser filósofo, generador de inquietudes y promotor de debates y del desarrollo de las posibilidades del ser humano: Hay que promover una educación filosófica y no una información cuantificada, masiva, beatificada.... Un hombre que pueda pensar por sí mismo, apasionarse por la búsqueda del sentido o por la investigación, es un hombre mucho menos manipulable. Este resultado que podría provenir de una intensificación, en nosotros mismos como educadores, de la búsqueda de una educación filosófica[24]. La filosofía se puede ver desde tres ángulos: el primer ángulo ve la filosofía como un modo de saber, como una episteme, un saber apodíctico, necesario y universal, procura ver la filosofía como una ciencia. El segundo ángulo ve la filosofía como orientación para el hombre, para la vida, es la que ve en el filósofo el mejor gobernante, el mejor regidor. El tercer ángulo ve la filosofía como un modo de vida, como una forma de asumir los retos del devenir cotidiano. Este ángulo de la filosofía concibe a los hombres como seres verdaderamente libres, que no se dejan matricular, ni encasillar en ningún modelo o sistema, que tienen criterios, son autónomos y toman sus propias decisiones. En este ángulo de la filosofía se ubica Zuleta, esta filosofía es la que promueve nuestro pensador. Zuleta desea una educación en la que la filosofía, más allá de ser un método, sea un estilo de vida. Una forma de asumir la realidad, el entorno. Sobre la formación del maestro Aparte de la filosofía, se hace necesario complementar la formación del maestro enfatizando en la convivencia. "Aprender a convivir" es parte de la tarea docente, al interactuar con su entorno logra no sólo la integración de los elementos educativos, sino las metas escolares que se trace a efecto de lograr una mejor calidad de vida de los individuos inmersos en el hecho educativo. Frente a un mundo que se caracteriza por la intolerancia y la segregación urge la necesidad de subrayar la convivencia como motor del proceso educativo. El educador debe ser formado holísticamente posibilitando la recepción, exploración, experimentación y transmisión de nuevos conocimientos significativos, y además expresando la importancia del ser en calidad de persona hacia su desarrollo biosicosocial y cognitivo. Esto sería el reflejo de una enseñanza proactiva y dinámica, sustentada por la adquisición de un conocimiento que permita ir de la reflexión a la acción. Sólo en la medida en que el discurso se convierta en práctica cotidiana podremos decir que iniciamos un proceso hacia formas más humanas y personalizantes de educación. La educación se puede considerar en estos términos como una práctica social que hace evolucionar al hombre, que lo convierte en motor que orienta todas aquellas transformaciones sociales, culturales, políticas y económicas, que sólo son posibles con el cuerpo de conocimientos que adquiere el individuo. La educación debe contribuir al bienestar de una nación mediante el pensamiento reflexivo y humano, desarrollado no solamente en un contexto limitado sino en un contexto universal. Seguidamente, veremos la educabilidad propia del ser social, es decir en qué radica, o en dónde radica la educabilidad del hombre como ser social. La educabilidad humana El único ser educable es el hombre. Este ser biológico, psíquico y social, comprende la realidad como un todo. Si el hombre naciera perfecto y cabal en sus funciones, su inteligencia sería nativamente perfecta y cabal, y la enseñanza no comportaría educación de la facultad de conocer sino únicamente instrucción, en orden a la adquisición de conocimientos por vía de una facultad naturalmente perfecta en su capacidad específica. Pero el hombre no nace perfecto y cabal en sus potencias; como el artista debe afinar su instrumento y el artesano ajustar su herramienta, así el intelectual necesita educar su mente para el trabajo a que está destinado, a fin de aplicarlo al mismo con éxito, y así la inteligencia necesita no sólo informarse sino también formarse. Toda concepción antropológica necesariamente le apuesta a que el hombre es un ser inacabado y de posibilidades; de lo contrario cercena al hombre de un futuro y lo encierra en una finitud de la cual es difícil huir. Entre los postulados antropológicos, existen algunos que le apuestan no sólo a los fundamentos de la pedagogía, sino principalmente, a la finalidad práctica de la educación. Existen direcciones tan varias y aun opuestas como el cumplimiento sin freno por todos los hombres de los instintos naturales; el utilitarismo inequitativo, de muchos materialistas y de los positivistas ingleses; el ascetismo; la filantropía de las escuelas espiritualistas; el misticismo, etc. El hombre debe ir implantándose en la realidad, ir proyectando su vida. El hombre como animal social, debe construirse como persona, debe fraguar su realidad. Pero, entonces ¿en qué consiste la educabilidad del hombre como individuo social? A mi modo de ver la educabilidad pretende sacar al hombre del individualismo en el que se halla inmerso, hacerlo un ser social. La educabilidad propia del pensamiento antropológico de Zuleta, busca erradicar el individualismo, la deshumanización; esto es, aspira a que el individuo logre el máximo desarrollo de sus posibilidades en la interacción social. En suma, la concepción antropológica de Zuleta es compleja, concibe el ser humano como un ser sociable e insociable, histórico, trágico, racional y prematuro. Frente a esta concepción antropológica compleja, va a proponer una pedagogía de igual forma. Una pedagogía basada en dos elementos: la filosofía, y la democracia En la filosofía confluyen dos componentes: el pensamiento y el conflicto. Zuleta concibe la filosofía como una forma de vida gestadora de pensamiento y considera el conflicto como espacio generador de ideas y transformaciones; la democracia a su vez como espacio de encuentro, crecimiento, reconocimiento y multiplicidad. El problema de las instituciones educativas radica en que trabajan la filosofía y la democracia como entes aislados o no le prestan el interés que se merece. Algunos centros educativos priorizan lo lúdico, otros centran la atención en la preparación para el examen de estado, pero se olvidan de hacer hincapié en la formación filosófica y democrática. Las relaciones de asimetría en la educación, provocan el respeto del discente por el profesor y por el saber transmitido por éste, pero a partir de la intimidación. Zuleta critica la educación concebida como un proceso de disciplinización de los individuos, de homogenización y uniformación de las personas. En la actualidad, la escuela no posibilita un encuentro de personas, sólo se dan relaciones funcionales, son dos asalariados que acuden a un lugar determinado por un tiempo establecido, en el que se ocupan para parecer ocupados, el uno esperando el sueldo de fin de mes y el otro el final de su estudio secundario. El docente llega al salón de clase como un objeto más de un orden impuesto, no como un sujeto, sino como la máscara de ese gran otro (el modelo económico) que conduce el funcionamiento del sistema escolar. Todo está mediado por el cronograma escolar, los proyectos transversales, las reuniones de área, las izadas de bandera, las entregas de boletines, el currículo y la ley. Se restringen los espacios extraescolares, ya ni los descansos son puntos de encuentro. El funcionamiento escolar amarga y hace fastidiosa la labor de aprendizaje. Quién pregunta y cuestiona es saboteado, señalado, sojuzgado y tildado de sapo. Apremia entonces dar un vuelco a los currículos, enfatizar en la filosofía como un modo de vida, que vincule elementos contextuales y tenga en cuenta las necesidades de la comunidad educativa, que no imponga, sino construya. Que las condiciones en el aula de clase se equiparen. Hay mayor posibilidad de aprender cuando las condiciones, entre quienes participan en el proceso educativo, son lo más semejantes posibles, ya en el lenguaje, ya en el nivel intelectivo, ya en el nivel político. Se propone desde esta perspectiva que la interacción entre pares favorece en mayor grado la significatividad del aprendizaje, la investigación y la manifestación confiada de las preguntas, así como facilita la posibilidad de aprender desde el error, situaciones fecundas para el proceso educativo. Semejante reto. Más allá de los currículos institucionales deben incentivarse espacios extracurriculares de convergencia, verbigracia, las tertulias, los centros literarios, foros, grupos de estudio. Puntos de encuentro donde se labren ideas, que no sean obligatorios, sino suscitadores de reflexiones, que vinculen elementos de la vida diaria. Recordemos que Zuleta va en contravía de aquella educación sin sentido, sin un anclaje vivencial. La teoría debe ir de la mano de la praxis y la ciencia de la mano del pensamiento. No sólo es adquirir conocimientos, ni memorizar fechas históricas, sino es reflexionar sobre ellas, desentrañar el significado, la importancia o el perjuicio que se esconden dentro de ellas. No es sólo saber, sino saber que se sabe, saber qué significa para nosotros y para los que nos rodean, para poderlo convertir en vida. Para poder ofrendarles a los otros un pedazo heurístico de nuestra vida. La educación es una herramienta que puede facilitar el desarrollo de todas las posibilidades del ser humano, pero mal empleada puede constreñir anhelos y aniquilar realidades. La educación debe ser democrática, incluyente, cero dogmática. Zuleta fue muy crítico de toda clase de dogmatismos: religiosos, políticos, estéticos, literarios, científicos entre otros. Las guerras mundiales, las guerras santas, la inquisición, el terrorismo, las guerras civiles, los conflictos armados, las discriminaciones, son producto de los dogmatismos. La escuela en cierto sentido replica el dogmatismo, cuando el profesor se enseñorea del saber y las directivas creen tener controlada la situación escolar, se desconoce la contraparte, el estudiantado. Es casi una blasfemia, o una postura herética, cuestionar o corregir los apuntes del docente y mucho menos las decisiones de las directivas. De igual forma, ocurre en casa cuando no se comulga con las determinaciones de los padres, éstos optan por el grito, el insulto o en el peor de los casos por el castigo físico que no sólo deja secuelas físicas, sino sicológicas. El espacio laboral, se suma al espacio escolar y familiar, dado que allí también se reprime el pensamiento, se cierra la posibilidad al cuestionamiento y sólo se permite el consentimiento. Es incuestionable la necesidad de replantear el proceso educativo en Colombia, pero el asunto a resolver es ¿qué énfasis darle a esa nueva orientación? Zuleta respondería contundentemente un énfasis filosófico, que aúne esfuerzos por comprender el entorno y los que hacen parte del mismo. [1] Pues si algo ha caracterizado a la intelectualidad colombiana, desde los tiempos de Nariño, pasando por José Eusebio Caro y por Silva, por Vargas Vila y Germán Arciniegas, ha sido la abundancia de su información. [2] Cf. OSPINA, William. “El desafío de vivir”. En: VALLEJO MORILLO, Jorge. La rebelión de un burgués. Bogotá: Norma, 2006, p. 12. [3] Cf. BELLO, María E. Educación y globalización: los discursos educativos en Iberoamérica. Barcelona: Anthropos, pp. 16-17. [4] MORIN, Edgar. Siete saberes necesarios para la educación del futuro. Bogotá: MEN, 1999, p. 40. [5] Ibíd., p. 70. [6] Ibíd., p. 106. [7] Véase. ZULETA VELÁSQUEZ, Estanislao. “Tribulación y felicidad del pensamiento”. En: Ensayos selectos. Medellín: Autores Antioqueños, 1992, 367 p. Para Zuleta, el pensamiento realiza dos operaciones: por un lado romper con un sistema, un código, que genera sus evidencias y otorga seguridades, y por otro tratar de construir una nueva coherencia (cf. p. 42). [8] Ibíd., p. 25. Para Zuleta el conocimiento delimita perfectamente su territorio, encuentra dentro de él nuevas relaciones, explicaciones y posibilidades de manipulación, pero fuera de él, es muy poco lo que se brinda. Es así como el experto y el científico hacen aportes significativos dentro de su rama, pero fuera de ella, son las ovejas más mansas del rebaño. [9] ZULETA VELÁSQUEZ, Estanislao. EDUCOM. Op. Cit., p. 33. [10] Ibíd., p. 33. [11] Ibíd., p. 24. [12] Ibíd., p. 34. [13] ZULETA VELÁSQUEZ, Estanislao. Sobre la lectura. En: Revista Discusión, Medellín, 1974, p. 104. [14] ZULETA VELÁSQUEZ, Estanislao. Idealización en la vida personal y colectiva. En: ENSEL, p. 58. [15] Ibíd., p. 198. [16] Ibíd., p. 69. [17] Ibíd., p. 74. [18] Ibíd., p. 38. [19] BOURDIEU, Pierre y PASSERON, Jean Claude. Los estudiantes y la cultura. Barcelona: Labor, 1967, pp. 160-170. [20] ZULETA VELÁSQUEZ, Estanislao. EDUCOM. Op. Cit., p. 39. [21] Ibíd., p. 70. [22] Ibíd., p. 62. [23] Véase el caso de José de Calazans, Juan Bosco, Juan Bautista La salle, entre otros apóstoles de la educación, personas que ofrendaron su vida a favor de la educación. [24] ZULETA VELÁSQUEZ Estanislao. EDUCOM. Op. cit., p. 14. Además: “La búsqueda permanente en los estudiantes, por parte de los educadores, del desarrollo de todas las posibilidades que puedan tener en terrenos como el arte, la literatura, la filosofía, etc., es una lucha contra el sistema, porque es una manera de hacerlo invisible”. Lección 2: Fernando González: El Derecho a No obedecer “El secreto no está en que le metan a uno muchas cosas en la cabeza sino meter la cabeza en muchas cosas” Fernando González A pesar de no haber escrito un tratado puntual sobre educación, en muchos de sus escritos se dedicó a realizar disertaciones sobre el proceso educativo. Fernando González comparte, al igual que Estanislao Zuleta, su idea de que la educación debe anclarse en la filosofía, como una actitud inquisitiva y de búsqueda de sentido a la vida humana. La educación soportada en la filosofía, debe ser introspectiva, deber ser un constante interrogarse sobre los hechos y las cosas. La filosofía debe coadyuvar a la educación, con el objetivo de cultivar en los individuos un pensamiento crítico, interpretativo, que se plantee con asombro y con deseo de profundización los problemas del ser humano y de la vida en general. La educación filosófica debe ayudar a romper con la tendencia que tenemos a la imitación, debe ser propositiva, novedosa, investigativa y proyectiva. Que evite a toda costa el facilismo, la mediocridad, el halago y la mentira. Una filosofía que hecha vida me incite a ser un buen escucha: “Entiendo por filósofo el que rebuja en las cosas de la vida, las revuelve, parece que vaya a tumbar el edificio del universo, y luego se para al pie de los árboles o en los rincones de la casa, como a escuchar, bregando por encontrar una sinergia entre él, el universo mundo y lo desconocido que está por detrás o por dentro” (Gonzalez Ochoa, 1935, pág. 139) El pensador antioqueño promovió una pedagogía de la cultura caracterizada por ser activa, creadora, en permanente crecimiento de dentro hacía fuera (nace del mundo interior, pero con la intención de incidir en el mundo exterior). La educación para González, debe servir como acicate teórico para eliminar los prejuicios y para edificar posibilidades, caminos de encuentro, de dialogo, de crecimiento mutuo. La educación debe fraguar guerreros que no sólo opinen, sino que convenzan, argumenten , razonen, que sean consecuentes con lo que piensan, que se alejen del rebaño, que persigan ideales, que asuman una actitud responsable frente a la vida. Asimismo, González considera que la escuela debe ayudar a los estudiantes a preguntarse y a sorprenderse con la realidad, debe ayudar a no tragar entero, a cuestionarse por lo que pasa en su entorno, a no ser ingenuo. La educación debe tener como columna vertebral de sus enseñanzas, las vivencias de los estudiantes, sus discursos, sus prácticas, la riqueza de sus mundos interiores. La educación debe ser filosofía y la filosofía debe tener como eje central de sus disertaciones la práctica educativa. La educación deber ser una experiencia vital, de encuentro, de confrontación, de certezas, de dudas, de encanto. La educación debe integrar los diferentes estadios del ser humano, lo intelectivo, lo afectivo, lo volitivo, lo trascendental, lo instintivo. La educación para Gonzalez n se puede quedar en el discurso, debe ir a la práctica, debe promover el ideal de un hombre libre, autónomo que dé cuenta de las exigencias de la vida, a nivel axiológico, místico, lógico, político, económico, y cultural. La educación debe y necesita ser un camino, una amistad y no un matrimonio con la verdad. La práctica educativa debe ser un proceso caracterizado por la fluidez y el constante devenir, abierta y dinámica, como la realidad de la naturaleza humana que defiende el pensador español Xavier Zubiri. Fernando González Ochoa fue un pensador vitalista, un filósofo de la autenticidad, entre su legado se encuentra el de la expansión de la conciencia, la pedagogía anclada en la cultura, el juicio de la identidad, la teoría de los viajes y la metafísica como vida. Sin duda aportó al conocimiento y a la superación facilista de la vida. Finalmente, González ve como un imperativo que la educación siga trabajando en la introspección, en la visión socrática del conócete a ti mismo, en la utilización del método intuitivo para realizar análisis del devenir cotidiano. Asimismo que vincule entre sus horizontes investigativos, el gusto por el análisis de las vivencias, tanto del hombre colombiano, como del hombre latinoamericano. Actividades Complementarias Indague acerca del reconocimiento que le hicieron a Estanislao Zuleta, como el pensador colombiano más importante del Siglo XX Bibliografía General Freire, P. (30 de Mayo de 1970). Ensayistas. Recuperado el 30 de Mayo de 2012, de Ensayistas: www.ensayistas.org/critica/liberacion/varios/freire.pdf FREIRE, P. (30 de Mayo de 1970). Pedagogía del Oprimido. Recuperado el 30 de Mayo de 2012, de Pedagogía del Oprimido: www.ensayistas.org/critica/liberacion/varios/freire.pdf FREIRE, P. (1992). Pedagogía de la esperanza: un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI. FREIRE, P. (1993). Política y educación. Caracas: Laboratorio Educativo. FREIRE, P. (1994). La naturaleza política de la educación. Barcelona: Planeta. FREIRE, P. (1997). La educación en la ciudad. México: Siglo Veintiuno Editores. FULLAT, O. (1990). Filosofías de la educación. Barcelona: Ediciones CEAC. GADOTTI, M. (2001). Paulo Freire: una bibliografía. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. González Ochoa, F. (1935). Cartas a Estanislao. Medellín: Atlántida. Nietzsche, F. (2002). Aforismo. Barcelona: Edhasa. ROJAS OSORIO, C. (2010). Filosofía de la educación: de los griegos a la tardomodernidad. Medellín: Universidad de Antioquia. STRAUSS, L. (1970). ¿Qué es filosofía política? Madrid: Guadarrama.