texto completo publicado de la conferencia

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Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp)
Vol. 100, Nº. 1, pp 55-82, 2006
VI Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica
CÁNCER
PEDRO GARCÍA BARRENO *
* Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Departamento de Cirugía, Facultad de Medicina, Universidad
Complutense. Hospital General Universitario Gregorio Marañón. pgbarreno@insde.es.
INTRODUCCIÓN
CÁNCER engloba una plétora de condiciones
clínico-patológicas caracterizadas por una proliferación celular no programada e incontrolada que, por
invadir y destruir los tejidos circundantes y/o distantes
(metástasis), llega a comprometer la vida del paciente.
La conquista del cáncer sigue suponiendo un gran reto
a los avances de la ciencia médica. La denominada
“guerra contra el cáncer” fue declarada en enero de
1971, durante el mandato, en EE. UU., del Presidente
Richard M Nixon (FIGURA 1). Han pasado 35 años y la
victoria no se vislumbra, aún, próxima. Ello se debe,
en parte, a que las terapias orientadas especialmente
contra la enfermedad, los marcadores tumorales
específicos de cada una de sus variedades en estadios
precoces y la medicina genómica que ha de comprender los mecanismos básicos de la enfermedad,
están, hoy, todavía a medio camino entre la teoría y su
aplicación práctica. Las células cancerosas están muy
Figura 1. La guerra contra el Cáncer. Richard M Nixon, presidente de los EE UU, 1969-1974.
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Figura 2. Tipos de tumores o neoplasias: benignos y malignos o cáncer. Modificada de: http://www.cancer.gov/cancertopics/undersandingcancer/espanol/cancer/.
poco controladas por la medicina moderna, especialmente cuando el cáncer se compara con otras de las
denominadas enfermedades “mayores”. La tasa de
mortalidad por cáncer, ajustada a la edad, es prácticamente idéntica a la de hace 50 años; frente a ello, las
tasas de mortalidad para enfermedades cardiaca, cardiovascular o infecciosas, han descendido cerca de dos
tercios.
ello destruyendo e invadiendo el tejido circundante
durante su expansión, y siendo también capaces de
implantarse en lugares lejanos a su origen. Tal colonización a distancia da lugar a una masa tumoral, con
las características del tumor primitivo, que se
denomina metástasis, y no neoplasia del lugar
invadido. Los tumores malignos se conocen en conjunto, vulgarmente, cómo cáncer (FIGURAS 2 Y 3).
Diferentes tipos de cáncer. Se denomina tumor
—hinchazón— a una masa celular formada por un
crecimiento descontrolado y progresivo (neoplasia).
Tumor benigno es aquel que crece desplazando a las
células vecinas, con las que mantiene una frontera o
borde nítido. Los tumores benignos ni invaden ni
metastatizan, sólo crecen localmente. Tumor maligno
es aquel formado por células con potencial invasor;
De acuerdo con su origen celular, los tumores
malignos de clasifican en cuatro grandes grupos.
Carcinoma: el más común entre los diferentes tipos de
cáncer; se origina a partir de células epiteliales, siendo
los más frecuentes los de colon, pulmón, mama y
próstata. Sarcoma: se forma a partir de células de tipo
conectivo, tal como músculo, cartílago, hueso o tejido
adiposo. Linfoma: neoplasia originada a partir del
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conducirá a un fracaso de la glándula o a una cirrosis
de ella. Por otra parte, un meningioma —tumor
benigno originado a partir de las envolturas cerebrales— podrá conducir a la muerte del paciente al
colapsar estructuras nerviosas durante su crecimiento;
ello por competir por un volumen determinado y rígido
(cráneo).
Figura 3. Características de los cánceres. Modificada de:
http://www.cancer.gov/cancertopics/understandingcancer/
espanol/cancer/.
sistema linfático (ganglios linfáticos, timo o bazo).
Leucemias: presencia de formas inmaduras correspondientes a las diferentes clases de células circulantes en
la sangre por una alteración de la hematopoyesis
(leucemia mieloide o de estirpe polimorfonuclear;
leucemia linfoide o de estirpe linfocítica B o T).
A efectos de distinguir los diferentes tipos de carcinomas, sarcomas, linfomas y leucemias, se utilizan
diversos prefijos a efectos de etiquetar el tejido u
órgano afectado. Por ejemplo, “osteo” significa hueso,
por lo que una neoplasia originada en el hueso se
denomina osteosarcoma; de igual modo miosarcoma,
condrosarcoma, liposarcoma, o angiosarcoma.
Similarmente, el prefijo “adeno” significa glándula,
por lo que un cáncer originado en una de ellas se
denomina adenocarcinoma, sea de mama, colon,
pulmón o próstata. En ocasiones se utiliza el sufijo
–oma, una terminación que significa tumor o neoplasia
de la parte indicada por el prefijo; así, melanoma
(tumor de células melanocíticas o melanocitos),
osteoma (tumor óseo), mioma (tumor muscular), etc.
Historia natural de la enfermedad. Los tumores
benignos pueden comprometer el funcionamiento
normal del organismo si en su crecimiento expansivo
bloquean estructuras vitales o comprometen un
espacio común. Sirvan de ejemplo, en el primer caso,
un adenoma benigno de la vía biliar; su bloqueo interferirá con la función excretora biliar hepática que, si
no se proceder a solventar la obstrucción provocada,
El cáncer mata por invasión, local o a distancia, que
destruye células parenquimatosas y, también, por competencia por el espacio. Los cánceres se caracterizan,
además, por presentar una tasa metabólica muy
elevada, que consume recursos energéticos generales;
amén de que algunos de los productos que secretan las
células transformadas provocan anorexia, que agrava
el cuadro metabólico señalado. La caquexia es característica de los cánceres avanzados.
LA “MARCA” CÁNCER
Una publicación, muy citada, aparecida en el año
2000, señalaba seis características que definían, para
los autores, la “firma” de las células cancerosas —el
“sello” cáncer—, cualquiera que fuera su origen o características. La firma cáncer está determinada por:
autocapacidad de crecimiento, insensibilidad a las
señales exocelulares de control de crecimiento,
evasión apoptótica, potencial replicativo ilimitado,
capacidad angiogénica y capacidad de invasión y de
metástasis. Este año, un investigador ha lanzado un
eslogan provocador: “Estoy trabajando en el séptimo
elemento; la bioenergética de la célula cancerosa”. Las
células normales cubren sus necesidades energéticas
mediante respiración: consumen glucosa y oxígeno
para fabricar moléculas energéticas (ATP). Las células
cancerosas las fabrican en el proceso de glicolisis:
degradación anaeróbica de glucosa para producir ATP;
este incremento glicolítico, aún en presencia de
oxígeno, se denomina efecto Warburg. Otto Warburg
describió el fenómeno hace 80 años y pensó que la glicolisis anaeróbica era una propiedad universal del
cáncer. Warburg ganó un Premio Nobel en 1931 por su
trabajo sobre la respiración, pero su teoría bioenergética del cáncer se desacreditó progresivamente.
Ante el fracaso relativo del dogma genético-molecular
imperante, se ha retomado la teoría glicolítica; por otro
lado, se ha revelado que p53, uno de los genes
—supresor de tumores— más frecuentemente mutado
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en todos los tipos de cáncer puede disparar el efecto
Warburg, lo que apunta a una convergencia de los
modelos génico y energético del cáncer.
La revisión del comportamiento energético del
cáncer comenzó a mediados de la década de los años
1990, cuando de demostró que la imagen obtenida
mediante tomografía por emisión de positrones (PET)
podía detectar y mapear numerosos cánceres. En la
imagen PET, un análogo de glucosa inyectado se concentra en la masa tumoral, que es más ávida de glucosa
que las células normales. La imagen PET sugiere que
el interruptor glicolítico opera antes que el interruptor
angiogénico: el momento en el que los tumores
empiezan a construir sus propios vasos. Otro dato a
favor del patrón gicolítico canceroso es que un factor
inducible por hipoxia (HIF-1) activa las enzimas glicolíticas y los factores angiogénicos. Dado que la glicolisis es menos eficiente que la respiración para
producir ATP (2 frente a 36 moléculas de ATP, por
molécula de glucosa) la tasa metabólica del fenotipo
canceroso es muy superior al del normal. Aunque el
desplazamiento hacia glicolisis no causa cáncer, si proporciona a la célula cancerosa la ventaja de la
autonomía metabólica (independencia del oxígeno)
para desarrollar su gran potencial invasor y metastático.
Pérdida de control en el crecimiento tumoral. En
los tejidos, la relación entre la producción y el crecimiento de células nuevas y la muerte de otras viejas se
mantiene en balance. El cáncer ocurre por un
descontrol en el crecimiento normal de las células; ello
por autosuficiencia en las señales de crecimiento y/o
insensibilidad a las señales antiproliferativas, o por la
incapacidad de las células “sobrantes” para suicidarse
o de evadir la apoptosis. Por otro lado, el desbocamiento del ciclo celular se acompaña, en el cáncer,
de un potencial replicativo ilimitado. Además, esas
células cancerosas tienen la capacidad de invadir el
tejido circundante y metastatizar o colonizar lugares
lejanos. En cualquier caso, para garantizar la supervivencia de la masa celular en continuo crecimiento es
necesaria una angiogénesis mantenida que garantice el
aporte de sustratos energéticos a las células.
Las células normales requieren señales de crecimiento mitogénicas para poder moverse desde un
estado quiescente en otro proliferativamente activo.
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Tales señales, extracelulares, son transmitidas al
interior celular mediante receptores transmembranares
que ligan clases diferentes de moléculas “señal”: factores de crecimiento difusibles, componentes de la
matriz extracelular y moléculas de adhesión/interacción intercelulares. Ninguna célula normal puede
proliferar sin el estímulo de tales moléculas. Muchos
de los oncogenes de los catálogos cancerogénicos
pueden remedar las señales normales de crecimiento
de una u otra manera. Las células cancerosas generan
muchas de sus propias señales de crecimiento que, en
condiciones normales, son exógenas; de esta manera el
cáncer reduce su dependencia de señales provenientes
de su microambiente tisular normal. Esta liberación de
la dependencia de señales extracelulares rompe un
mecanismo homeostático de la máxima importancia
que opera normalmente para asegurar un comportamiento adecuado de los diferentes tipos celulares en
un tejido dado.
La célula cancerosa puede operar tres estrategias
para conseguir la autonomía proliferativa, que es el
primer hecho distintivo de la transformación neoplásica. Puede reemplazar los factores de crecimiento
solubles producidos por un tipo celular para estimular
a otro —señal heterotípica—, por moléculas homónimas producidas por ella misma y que operan
mediante un mecanismo autocrino. También puede
hiper-expresar los receptores de factores de crecimiento, de tal manera que la célula responda exageradamente a una señal exógena normal, o puede
presentar receptores estructuralmente anómalos
—receptores truncados o bifuncioanles— cuya activación es independiente de la interacción con su
ligando específico. En tercer lugar, la célula puede presentar anomalías en algunos de los diferentes componentes de la ruta de señales, aguas abajo del receptor,
que activen dicha ruta promitótica sin necesidad de la
participación de los componentes proximales de la vía.
Por otro lado, en un tejido normal operan múltiples
señales antiproliferativas que mantienen la quiescencia
celular y la homeostasis tisular. Tales señales incluyen
factores solubles, inhibidores del crecimiento e
inhibidores embebidos en la matriz extracelular y
sobre las superficies de las células vecinas. Esas
señales antiproliferativas, como sus contrapartidas
promitogénicas, son captadas mediante receptores
transmembranares de la superficie celular acoplados a
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circuitos intracelulares de señales. Tales señales
inhibidoras tienen dos opciones: fuerzan a las células a
permanecer en fase G0, del que pueden reemerger
cuando las señales exógenas lo permitan, o introducen
a la célula en fase post-mitótica. Las células cancerosas pueden evadirse de cualquiera de esas dos
opciones.
La capacidad de las poblaciones celulares cancerosas para expandirse numéricamente está determinada no sólo por la tasa de proliferación celular sino
también por la tasa de desgaste o pérdida celular. La
muerte celular programada —apoptosis— es el principal mecanismo de desgaste celular, que la célula cancerosa puede obviar mediante varias estrategias. La
más común de ellas involucra al gen supresor de
tumores p53; la inactivación funcional de su producto,
la proteína p53 –el sensor más eficaz para la detección
de anomalías del ADN que, en caso de la imposibilidad de la reparación, activa la cascada apoptóticaes responsable del 50% de los cánceres humanos. P53
también es responsable de la activación apoptótica
puesta en marcha por otras señales como la hipoxia o
la hiper-expresión oncogénica. Una segunda estrategia
descansa en una vía accesoria de mitigación apoptótica
que opera en determinados tumores y que es activada
por factores extracelulares, como algunas citoquinas.
En tercer lugar, se ha detectado en algunos cánceres
humanos un receptor señuelo para el ligando de Fas, lo
que aborta tal vía apoptótica al impedir, por competencia, la interacción del ligando con su receptor operativo.
Potencial replicativo ilimitado. Leonard Hayflick
demostró que las células en cultivo tienen un potencial
replicativo finito. Una vez que la población celular ha
progresado un número determinado de duplicaciones,
detiene su crecimiento; un proceso denominado senescencia. La senescencia de fibroblastos humanos en
cultivo puede salvarse inhabilitando sus proteínas
supresoras de tumores p53 y pRb, lo que capacita a
esas células para seguir multiplicándose unas cuantas
generaciones adicionales, hasta que ellas entran en un
segundo estado denominado crisis. El estado de crisis
se caracteriza por muerte celular masiva, desorden cariotípico asociado con fusión termino-terminal de cromosomas, y la emergencia ocasional (1 en 107) de una
variante celular que ha adquirido la capacidad de multiplicarse sin límite, un rasgo denominado inmortalización.
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La mayor parte de los tumores que se propagan in
vitro se comportan como inmortales, lo que sugiere
que su potencial replicativo ilimitado es un fenotipo
adquirido in vivo, durante la progresión del tumor y
que es esencial para el desarrollo de su crecimiento
invasor. Ello sugiere que, en algún momento del curso
de la progresión tumoral multifásica, las células cancerosas premalignas rompen la barrera de la mortalidad y adquieren el potencial replicativo ilimitado.
Las sucesivas generaciones celulares pierden 50100 pares de bases del ADN telomérico en los
extremos de cada cromosoma durante cada ciclo
replicativo. Tal acortamiento ha sido atribuido a la
incapacidad de las ADN polimerasas para replicar
completamente los extremos de los cromosomas. La
progresiva erosión de los telómeros a través de sucesivos ciclos de replicación provoca la pérdida de protección del ADN cromosómico terminal. Los extremos
cromosómicos desprotegidos participan en fusiones
cromosómicas término-terminales, que conducen al
desorden cariotípico citado asociado con el fenómeno
de crisis y, casi inevitablemente, la muerte de las
células afectadas. El mantenimiento de los telómeros
es evidente en todos los tipos de células cancerosas, lo
que se consigue, en gran medida, mediante una sobreexpresión de la enzima telomerasa, que añade cortas
secuencias nucleotídicas repetidas al ADN telomérico
terminal. El papel de la telomerasa en el fenómeno de
inmortalización celular puede demostrarse directamente mediante la expresión ectópica de la enzima en
células en cultivo.
Invasión y metástasis. El crecimiento invasor es
un programa morfogenético complejo en el que
respuestas proliferativas se integran en un conjunto de
acontecimientos aparentemente independientes como
migración, proliferación, polarización o degradación
de la matriz extracelular. En condiciones morfogénicas
normales, en el primer paso de la secuencia apuntada,
una célula en una colonia o en un tejido es instruida
para deshacer las uniones intercelulares dependientes
de cadherinas adquiriendo un fenotipo fibroblastoide
móvil, e iniciar el desanclaje del lugar primario de
acreción. Esta compleja remodelación se acompaña de
una reorganización del citoesqueleto y una producción
exagerada de proteasas de la matriz que digieren los
componentes de la lámina basal (integrinas) facilitando el movimiento celular a través del medio circundante. Durante esta fase, las células invasoras deben
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inducir una remodelación continua de los contactos
adhesivos con la matriz extracelular, mediados por
integrinas, que proporcionan un soporte mecánico para
la migración celular y previenen la inducción de apoptosis. La despolarización celular y la invasión van de la
mano del crecimiento celular, lo que permite que
nuevas regiones del ambiente intersticial sean colonizadas. Por fin, tales células cesan en su afán multiplicador, se repolarizan e inician su diferenciación
terminal disponiéndose en estructuras tridimensionales
organizadas. Junto a cadherinas e integrinas, el factor
de crecimiento relacionado con plasminógeno, semaforinas y plexinas son factores involucrados en las
diferentes facetas del crecimiento invasor: proliferación, diferenciación, quimiotaxis y protección de
apoptosis. La pérdida del balance entre estas diferentes
señales y sus respectivos receptores apuntala las bases
del fenómeno de transformación cancerosa.
Una vez que la célula se ha transformado, inicia el
desarrollo del fenotipo canceroso. La célula una vez
desanclada evita la muerte por anoikis o muerte
inducida tras la pérdida de su ubicación espacial por
pérdida de sus conexiones con la vecindad. Para
invadir el territorio vecino la célula debe facilitarse
una vía de escape, lo que consigue mediante la producción de enzimas capaces de destruir la matriz
extracelular mediante la degradación de su entramado
proteico; enzimas denominadas proteasas. Se denomina degradoma al conjunto de proteasas expresado
por una célula, tejido u organismo en un momento
determinado, sus factores de regulación y sus correspondientes sustratos. El posible control farmacológico
del degradoma ofrece nuevas posibilidades terapéuticas.
Respecto a la localización de las metástasis, dos
hipótesis se han disputado la explicación de las bases
de dicho proceso. En 1889, Stephen Paget propuso la
hipótesis “seed y soil” (simiente y terreno de cultivo)
para explicar la localización no aleatoria de aquellas.
Las metástasis se localizarían de acuerdo a la interacción entre la célula cancerosa y su microambiente.
Años más tarde, en 1929, James Swing propuso que la
diseminación metastásica ocurriría por factores puramente mecánicos; ello es, condicionada aquella por la
estructura de las redes vasculares por la que discurren
las células cancerosas. Aunque ambas hipótesis
pueden cumplirse, diversos estudios indican que la
localización metastásica es determinista. En principio
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se pensó que las metástasis son el resultado de que un
pequeño número de células cancerosas primarias
adquieren ciertos cambios génicos que las permiten
alcanzar órganos distantes don que colonizan. En la
actualidad se acepta que las metástasis pueden estar
condicionadas por determinadas mutaciones oncogénicas que existen, desde un principio, en la mayoría de
las células del tumor primario. Diversos estudios
experimentales confirman esta hipótesis; las células
cancerosas primarias muestran una firma o marca
metastásica que especifica, desde un principio, la
localización de las futuras metástasis.
Junto a la idea general de metástasis —“masa”
celular— existen tres grados de ellas menos comunes:
micrometástasis, células durmientes y genometástasis.
La primera está formada por unas pocas células y sólo
es detectable en biopsias del denominado ganglio centinelas o mediante PET. La célula durmiente representa un estado de latencia, solo detectable mediante
imagen molecular, hoy únicamente experimental. La
detección, en diagnóstico prenatal, de ADN fetal en el
plasma materno ha proporcionado una fuente no
invasiva de material genético para su análisis que ha
encontrado nuevas aplicaciones en el campo del
trasplante de órganos, monitoriación post-traumática e
infecciones. La genometástasis es una hipótesis que
admite la posibilidad de que determinadas metástasis
sean la consecuencia de la contaminación celular
normal con ADN perteneciente a las células cancerosas primitivas; ello mediante un mecanismo
similar al de la infección por virus no citopáticos.
Angiogénesis. Es el proceso fisiológico que consiste en la formación de vasos sanguíneos y linfáticos
nuevos, a partir de los vasos preexistentes. La angiogénesis es un fenómeno normal durante el desarrollo
embrionario, el crecimiento, el ciclo menstrual y en la
cicatrización de las heridas. En el adulto, la red vascular es quiescente y la angiogénesis es puesta en
marcha solo local y transitoriamente. Bajo ciertas circunstancias patológicas el balance entre los controles
inhibidores locales y los inductores angiogénicos se
desbarata y la neoformación capilar escapa al control.
Este tipo de angiogénesis subyace en enfermedades
como la artritis reumatoide, la psoriasis o la retinopatía
diabética. La transición desde la vascularización durmiente a la vasculogénesis activa no está totalmente
comprendida, aunque la situación mejor estudiada es
aquella disparada cuando la hipoxia, en los confines de
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Figura 4. Angiogénesis: cadenas de acontecimientos.
una masa tumoral, induce la expresión de genes que
responden a la hipoxia —factor induicible por hipoxia,
HIF—, cuyo producto activa, a su vez, factores proangiogénicos como el factor de crecimiento endotelial
vascular o el de crecimiento placentario, que estimulan
específicamente el crecimiento de células endoteliales
vasculares; células que de manera autocrina producen
otros muchos factores estimulantes angiogénicos
inespecíficos como los factores de crecimiento fibroblástico, de crecimiento transformante o de crecimiento de células endoteliales derivado de plaquetas,
que también conducen el fenotipo invasor. Además, las
células cancerosas y las endoteliales vasculares excretan enzimas proteolíticas, como metaloproteasas de
la matriz y serina protesas (por ej, activador del plasminógeno tisular), que rompen la matriz extracelular.
Inhibidores angiogénicos emergen como potenciales y
potentes adyuvantes a las oncoterapias tradicionales,
aunque las rutas para la intervención terapéutica más
efectiva permanecen inciertas (FIGURA 4).
DETECCIÓN Y DIAGNÓSTICO DEL
CÁNCER
La detección precoz del cáncer es, en el orden de
prioridades clínicas, la primera. El porvenir del
1
paciente depende, en gran medida, de ella. La mayoría
de los enfermos acuden al médico ante la presencia de
algún síntoma o signo; por ej., nódulo mamario,
metrorragia. Sin embargo, es importante saber que,
también en numerosos casos, la convivencia con un
tumor, completamente asintomático, puede ocurrir
durante años. Ello justifica el empeño de los sistemas
de salud de concienciar a la población para someterse a
exámenes rutinarios; ello para garantizar la detección
precoz de los cánceres más frecuentes y en las poblaciones de riesgo1.
Síndromes paraneoplásicos. En ocasiones, el
cáncer debuta con una serie de síntomas o de signos
que, en principio, nada tienen que ver con esa
patología. Los síndromes paraneoplásicos son conjuntos de síntomas y signos producidos a distancia por
las neoplasias o sus metástasis y que no son dependientes de la invasión, obstrucción o compresión
directa por parte del tumor primario o sus metástasis.
Su prevalencia se establece entre el 7-15 % de todos
los tumores, y pueden preceder a las manifestaciones
propias de la neoplasia o concurrir simultáneamente
con ellas. Se han descrito cuatro mecanismos
etiopatogénicos básicos: producción de diferentes
tipos de sustancias por el tumor (ej., hormonas, citoquinas o factores de crecimiento); mecanismo inmuni-
Documentos sobre el cáncer (información en español). ¿Por donde empezar?: Entendiendo el cáncer. En: http://www.cancer.gov/cancertopics/understandingcancer/espanol/cancer (National Cancer Institute. U S National Institutes of Health).
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tario (formación de inmunoglobulinas o inmunocomplejos por antígenos compartidos por el tejido tumoral
y por el órgano afectado por el síndrome); producción
de un receptor ectópico o de hormonas inactivas, producidas por el tumor que compiten con los elementos
normales, y liberación de productos normalmente no
circulantes, que originan reacciones antigénicas u otras
manifestaciones tóxicas. Por su fisiopatología, pueden
agruparse en síndromes paraneoplásicos neurológicos
(ej., síndrome miasteniforme, neuropatía sensorial
subaguda o encefalitis límbica); endocrinos (ej.,
secreción inadecuada de hormona antidiurética, producción ectópica de ACTH o hipercalcemia), y otros
(ej., anorexia-caquexia, fiebre, síndromes hematológicos y dermatológicos).
Pruebas de diagnóstico precoz. Una técnica de
detección conocida como prueba de Papanicolaou
permite la detección temprana del cáncer cervical
(cáncer del cuello del útero o cérvix). En este procedimiento, un médico utiliza un cepillo pequeño o un raspador hecho de madera para remover una muestra de
células del cérvix y de la parte superior de la vagina.
Después, las células son colocadas en un portaobjetos
y enviadas a un laboratorio para su estudio
microscópico para detectar posibles anormalidades
celulares. Desde la década de 1930, la detección temprana por medio del uso de la prueba de Papanicolaou
ha ayudado a disminuir los índices de muerte a causa
del cáncer cervical en más de un 75 por ciento. Puede
ser necesaria una prueba adicional si se llegan a
encontrar anormalidades citológicas. Actualmente hay
una docena de diferentes tipos de alto riesgo de papilomavirus humanos (HPV, por sus iniciales en inglés)
reconocidos como la causa principal del cáncer cervical. La Administración de Alimentos y Fármacos
(FDA, siglas inglesas) de los EE. UU. ha aprobado una
prueba de HPV que puede identificar su presencia en
una muestra de tejido. Esta prueba puede detectar los
virus aún antes de que haya algún cambio visible conclusivo en las células cervicales.
La prueba más fiable en la detección precoz de
cáncer de mama es la obtención de una imagen de la
estructura de la glándula por diversas técnicas: radio,
eco o termográficas. El examen por técnicas radiográficas (mamografía) de grandes poblaciones es la
metodología más utilizada; ello en mujeres postmenopáusicas o en grupos de riesgo. La imagen
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mamográfica sospechosa debe acompañarse de una
biopsia, que confirmará o no la sospecha.
La misma FDA ha aprobado la prueba de antígeno
prostático específico o prueba de PSA (por sus siglas
en inglés), junto con un examen rectal digital (palpación manual de la próstata a través del recto) para
ayudar a detectar el cáncer de la próstata en los
hombres mayores de 50 años de edad. Sin embargo, un
número significativo de hombres con una prueba de
PSA elevada no presentan cáncer; sólo entre 25 a 30
por ciento de los hombres que se realizan una biopsia
debido a niveles de PSA elevados presentan cáncer de
la próstata, por lo que los investigadores están colaborando arduamente para encontrar nuevos biomarcadores más eficaces.
Un procedimiento conocido como la prueba de
sangre oculta en heces detecta cantidades invisibles de
sangre en las heces, que es una señal, bastante
fidedigna, de diversos trastornos, incluyendo el cáncer
de colon. La prueba no es dolorosa y se puede hacer en
casa o en un consultorio médico junto con un examen
rectal. Utilizando un aplicador se unta una muestra de
heces en una tarjeta químicamente tratada, que examinada en un laboratorio confirmará o no la presencia de
sangre. Si la prueba es positiva, deben realizarse
pruebas complementarias, en especial una colonocopia, técnica que visualiza, mediante un dispositivo
óptico, la luz de la totalidad del intestino grueso, desde
el ciego hasta la ampolla rectal.
Pruebas diagnósticas. Las pruebas indicadas evidencian la sospecha de un tumor. El diagnóstico de
certeza exige otra serie de pruebas que, en términos
generales pueden agruparse en técnicas de imagen y
biopsias. Las nuevas modalidades de las primeras son,
la mayor parte de las veces, concluyentes. Tomografías
por rayos X (TAC), por resonancia magnética nuclear
(RM) o mediante emisión de positrones (PET), proporcionan la suficiente información para llegar a un diagnóstico de malignidad y conocer la extensión de la
enfermedad.
Biopsia. El diagnóstico anatomopatológico —certificación del tipo de tumor mediante estudio
microscópico— de la masa o parte de ella, sospechosa,
concluye la cadena diagnóstica del tumor primitivo y
de sus metástasis. En el caso de las leucemias, una
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Figura 5. Diagnóstico histopatológico de los tumores. Modificada de: http://www.cancer.gov/cancertopics/understandingcancer/
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muestra de sangre sirve para el mismo propósito. Este
examen microscópico le indicará al médico si existe en
realidad un tumor, y si lo está, si es maligno (cáncer) o
benigno. Además, se pueden utilizar biochips para
determinar que genes están alterados en un determinado tumor, y pueden analizarse perfiles proteómicos para determinar las proteínas involucradas en
el mismo. De igual modo, el estudio mediante citometría de flujo puede distinguir las diferentes poblaciones celulares que conforman el tumor. Toda esta
información ayudará a realizar un diagnóstico más
preciso y a establecer la planificación y estrategia de
tratamiento más adecuada al tumor (FIGURA 5).
Histopatología. Bajo el microscopio, el tejido canceroso se caracteriza por su apariencia distintiva. Entre
las características que el médico busca están: células
de forma irregular, división celular excesiva, variación
en el tamaño y la forma nuclear, variación en el
tamaño y la forma de la célula, pérdida de las características especializadas de la célula, pérdida de la
organización normal del tejido y un límite externo mal
definido del tumor.
En lugar de detectar un tumor benigno o maligno,
el examen microscópico de la muestra de la biopsia a
veces encuentra una condición conocida como "hiperplasia". La hiperplasia se refiere al aumento de tamaño
de un tejido, que ocurre por la excesiva tasa de división
de células; ello conduce a un mayor número de células
de lo normal. Sin embargo, la estructura celular y la
disposición ordenada de las células dentro del tejido,
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permanecen normales. El proceso de hiperplasia es
potencialmente reversible. La hiperplasia puede ser
una reacción normal del tejido a un estímulo irritante.
Un ejemplo de hiperplasia es un callo que se forma en
la mano cuando, por primera vez, se accede al aprendizaje de utiliza una raqueta de tenis o un palo de golf.
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vecinos. 2º. Extensión de la enfermedad a los ganglios
linfáticos regionales; y 3º. Diseminación del cáncer a
zonas distantes (metástasis). Las respuestas asignan un
estadio —inicial o avanzado— a la enfermedad.
A QUÉ SE DEBE EL CÁNCER
Además de la hiperplasia, el examen microscópico
de la muestra de la biopsia puede detectar otro tipo de
condición no cancerosa llamada "displasia". La displasia es un tipo anormal de proliferación excesiva de
células, caracterizada por la pérdida de la disposición
celular del tejido normal y de la morfología celular.
Estas células, con frecuencia, regresan a su estado
normal; sin embargo, en ocasiones se convierten, gradualmente, en malignas. Las áreas con displasia deben
ser controladas estrechamente debido a su potencial
para convertirse en malignas. En algunas ocasiones las
displasias requieren tratamiento.
Los casos más graves de displasia suelen conocerse
como "carcinoma in situ". En latín, el término "in situ"
significa "en su lugar". Carcinoma in situ se refiere a
un crecimiento descontrolado de células que permanece en su sitio original. Sin embargo, el carcinoma
in situ puede convertirse en invasor, maligno
metastásico, y, por lo tanto, debe ser extirpado.
Estadiaje. El examen microscópico también
provee información respecto a la conducta probable
del tumor y su respuesta al tratamiento. Los cánceres
con células con mayor apariencia anormal y numerosas células con capacidad para dividirse, tienen la
tendencia a crecer más rápidamente, diseminarse a
otros órganos más frecuentemente y ser menos sensibles a la terapia, en comparación con otros cánceres
cuyas células son de apariencia más normal.
Basándose en estas diferencias en la apariencia
microscópica, los médicos asignan un "grado"
numérico a la mayoría de los cánceres. En este sistema
de clasificación, un bajo grado (grado I ó II) se refiere
a los cánceres con pocas anormalidades celulares a
diferencia de aquéllos más abigarrados (grado III ó
IV).
Una vez diagnosticado un cáncer, deben formularse
las tres siguientes preguntas para determinar en que
etapa de evolución se encuentra la enfermedad: 1º.
Tamaño del tumor y grado de invasión de los tejidos
El cáncer se percibe, en ocasiones, como una enfermedad que ataca sin razón alguna. Aunque los científicos aún no conocen todas las razones de ello, muchas
de las causas del cáncer ya han sido identificadas.
Además de los factores intrínsicos, tales como la
herencia, dieta y hormonas, los estudios científicos
señalan la existencia de factores extrínsecos clave que
contribuyen al desarrollo del cáncer: sustancias
químicas o xenobióticos (ej., fumar: productos de la
combustión del tabaco y del papel envolvente), la
radiación (ionizante —rayos X— y no ionizante
—radiación solar—) y virus o bacterias.
Epidemiología. Una de las estrategias para identificar las diversas causas del cáncer es por medio de los
estudios de poblaciones y sus comportamientos, que
comparan los índices de cáncer entre diversos grupos
de personas expuestos a diferentes factores o que
exhiben diferentes comportamientos. Un interesante
hallazgo, resultado de esos estudios, demostró que los
cánceres ocurren con diferente frecuencia en distintos
sitios del mundo. Por ejemplo, el cáncer de estómago
es especialmente frecuente en Japón, el cáncer de
colon es prominente en los Estados Unidos y el cáncer
de la piel es común en Australia. ¿Cuál es la razón de
estos altos índices de tipos específicos de cánceres en
ciertos países? (FIGURA 6).
En teoría, las diferencias en la herencia o en los factores de riesgo ambientales pueden ser las responsables de los índices de cáncer diferentes observados en
los distintos países. Los estudios de personas que se
han mudado de un país a otro sugieren que la
exposición a los factores de riesgo del cáncer varía
según el sitio geográfico. Por ejemplo, en Japón, el
índice de cáncer de colon es más bajo y el índice de
cáncer de estómago es más alto que en los Estados
Unidos. Pero se ha encontrado que esta diferencia
desaparece gradualmente en las familias japonesas que
se han mudado a los Estados Unidos. Ello sugiere que
el riesgo de desarrollar los dos tipos de cáncer no se
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Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
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químicas diferentes capaces de causar el cáncer. Fumar
cigarrillos es la causa principal de desarrollar cáncer
de pulmón, e igualmente, contribuye a muchos otros
tipos de cáncer, incluyendo cáncer de la boca, laringe,
esófago, estómago, páncreas, riñón y vejiga. Datos
recientes indican que fumar cigarrillos es responsable
de, por lo menos, una de cada tres muertes debidas al
cáncer, haciéndolo la principal causa individual de
muerte por cáncer.
La exposición prolongada o repetida a ciertos tipos
de radiación puede causar cáncer. El cáncer causado
por los rayos ultravioleta es el tumor más común en las
personas que pasan muchas horas bajo el sol intenso.
La radiación ultravioleta de los rayos solares es un tipo
de radiación de baja potencia. Los modos efectivos
para protegerse contra este tipo de radiación y prevenir
así el cáncer de la piel son evitar la exposición fuerte y
directa al sol y usar ropa protectora. Las lociones protectoras contra el sol reducen el riesgo de desarrollar
algunas formas del cáncer de la piel. También se han
detectado índices incrementados de cáncer en las personas expuestas a las formas de radiación de alta
potencia tales como rayos X o radiación emitida por
átomos no estables conocidos como radioisótopos.
Debido a que esta forma de radiación es más fuerte que
la radiación ultravioleta, puede penetrar a través de la
ropa y la piel, hasta el interior del cuerpo. Por ello
tanto, la radiación de alta potencia puede causar
cánceres en los tejidos internos del cuerpo. Algunos
ejemplos incluyen el cáncer causado por la lluvia
radioactiva nuclear, el resultado de explosiones
atómicas y los cánceres causados por la exposición
excesiva a las substancias químicas radioactivas.
Figura 6. Epidemiología del cáncer. Modificada de:
http://www.cancer.gov/cancertopics/understandingcancer/
espanol/cancer/.
determina principalmente por la herencia. El cambio
en el riesgo de desarrollar cáncer en las familias
japonesas puede implicar factores culturales, de la
conducta o ambientales prominentes en un sitio y no
en el otro.
Factores ambientales: xenobióticos, radiaciones,
virus, bacterias. Entre los diversos factores que
pueden causar el cáncer, fumar tabaco es uno de los de
mayor peligro para la salud pública. El humo de cigarrillo contiene más de dos docenas de substancias
Las substancias químicas y la radiación que son
capaces de activar el desarrollo del cáncer se llaman
"carcinógenos". Los carcinógenos actúan por medio de
un proceso multifacético que inicia una serie de
alteraciones genéticas ("mutaciones") y que estimula
la proliferación de células. Normalmente se requiere
un periodo prolongado de tiempo para lograr tal
efecto. Puede haber una demora de varias décadas
entre la exposición a un carcinógeno y el inicio del
cáncer. Por ejemplo, la exposición a los carcinógenos
inhalados durante el fumado de cigarrillos no se
traduce en el desarrollo de cáncer hasta 20 ó 30 años
después. Este periodo entre la exposición y el inicio de
la enfermedad es el tiempo de demora.
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Pedro García Barreno
Además de las substancias químicas y la radiación,
unos cuantos virus también pueden provocar el desarrollo de cáncer. En general, los virus son agentes
infecciosos que no pueden reproducirse por sí solos,
sino que penetran dentro de las células vivas y causan
que la célula infectada produzca más copias del virus.
Al igual que las células, los virus almacenan sus
instrucciones genéticas en macromoléculas llamadas
ácidos nucleicos. En el caso de los virus del cáncer,
algo de la información genética viral transportada en
estos ácidos nucleicos se inserta dentro de los cromosomas de la célula infectada y esto causa que la célula
se convierta en maligna.
En realidad, sólo unos cuantos virus que infectan a
las células humanas causan el cáncer. Incluidos en esta
categoría están los virus implicados en el cáncer del
cuello del útero, cáncer de hígado y ciertos linfomas,
leucemias y sarcomas. La susceptibilidad a estos
cánceres puede algunas veces transmitirse de persona a
persona a través de un virus infectante, aunque tales
eventos son responsables únicamente de una pequeña
fracción de los cánceres humanos. Por ejemplo, el
riesgo de desarrollar cáncer del cuello del útero
aumenta en las mujeres con múltiples parejas sexuales
y es especialmente alto en las mujeres que se casan con
hombres cuyas esposas anteriores hayan tenido esta
enfermedad. La transmisión del virus del papiloma
humano durante las relaciones sexuales parece estar
involucrada.
Las personas que desarrollan sida tras infectarse
con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)
están en alto riesgo de desarrollar un tipo específico de
cáncer conocido como sarcoma de Kaposi. El sarcoma
de Kaposi es un tumor maligno de los vasos sanguíneos ubicados en la piel. Este tipo de cáncer no es
causado directamente por la infección del VIH. En su
lugar, el VIH causa una deficiencia inmunológica que
hace que estas personas sean más susceptibles a las
infecciones virales. La infección por un virus conocido
como HVSK (herpes virus asociado con sarcoma de
Kaposi) parece estimular el desarrollo del sarcoma de
Kaposi.
Los virus no son los únicos agentes infecciosos que
han sido implicados en el cáncer humano. La bacteria
Helicobacter pylori puede causar úlcera crónica en el
estómago, una condición que también ha sido relacionada con el desarrollo del cáncer de estómago. Las
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personas infectadas con H. pylori tienen un riesgo
incrementado de desarrollar cáncer de estómago.
Factores endógenos: herencia, envejecimiento.
El cáncer no se considera una enfermedad que se
hereda; ello debido a que la mayoría de los casos de
cáncer, quizá el 80 a 90 por ciento, ocurre en personas
sin historia familiar de la enfermedad. Sin embargo, la
probabilidad de que una persona desarrolle cáncer
puede ser influida por la herencia de ciertos tipos de
alteraciones genéticas. Estas alteraciones tienden a
aumentar la susceptibilidad del individuo para desarrollar cáncer en el futuro. Por ejemplo, se piensa que
aproximadamente un 5 por ciento de los cánceres de
mama se deben a la herencia de una(s) forma(s) particular(es) de un "gen de susceptibilidad al cáncer de
mama".
Las mutaciones heredadas pueden influir en el
riesgo de una persona para desarrollar muchos tipos de
cáncer, además del cáncer de mama. Por ejemplo, se
ha descrito que ciertas mutaciones específicas heredadas aumentan el riesgo de una persona para desarrollar cáncer de colon, cáncer de riñón, cáncer óseo,
cáncer de la piel y otras formas específicas de cáncer.
Pero se piensa que estas condiciones hereditarias están
involucradas en sólo un 10 por ciento ó menos, de
todos los casos de cáncer.
Las pruebas de laboratorio pueden determinar si
una persona porta alguna de las alteraciones genéticas
que pueden incrementar el riesgo de desarrollar ciertos
cánceres. Por ejemplo, las mujeres que heredan ciertos
tipos de un gen conocido como BRCA1 ó BRCA2
tienen un riesgo elevado de desarrollar cáncer de
mama. En mujeres con una historia familiar de cáncer
de mama, la investigación de la presencia de tales
genes en su genoma —análisis del ADN de sus leucocitos circulantes— puede ayudar a superar incertidumbres sobre su riesgo en el futuro. Sin embargo, la
información obtenida de las pruebas genéticas es compleja y difícil de interpretar. La decisión de someterse
a estas pruebas genéticas deberá por lo tanto ser personal, voluntaria y se debe tomar únicamente en conjunto con el consejo genético apropiado.
Debido a que, generalmente, deben producirse un
cierto número —siempre muy elevado— de mutaciones para que el cáncer ocurra, la probabilidad de
desarrollar cáncer aumenta con el envejecimiento de la
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clínica es el reconocimiento de que el cáncer es, ante
todo, una enfermedad con base eminentemente génica.
Las células cancerosas encierran una colección abundante de alteraciones génicas que incluyen relocalizaciones cromosómicas, mutaciones puntuales y
amplificaciones. Todas estas anomalías que se
observan en un porcentaje significativo de pacientes
con un determinado tipo de tumor, están involucradas
en la causa de la enfermedad y posibilitan la entrada
puntual en vías moleculares que regulan el crecimiento
de las células cancerosas, su supervivencia y su
potencial metastático. Cuando el crecimiento y/o
supervivencia de las células tumorales es dependiente
de tales vías reguladores, se dice que se ha establecido
un fenómeno de “adición oncogénica”. Fenómeno que
permite desarrollar estrategias farmacológicas que
exploten esta vulnerabilidad. Además, las alteraciones
génicas pueden utilizarse como biomarcadores de
detección tumoral precoz y para predecir el curso de la
enfermedad y la respuesta a tratamientos específicos.
Figura 7. Factores endógenos en el cáncer. Modificada de:
http://www.cancer.gov/cancertopics/understandingcancer/
espanol/cancer/.
persona; ello debido a que ha estado disponible un
tiempo mayor para que las mutaciones se acumulen2.
Por ejemplo, una persona de 75 años de edad tiene una
probabilidad cien veces mayor de desarrollar cáncer de
colon que una persona de 25 años. Debido a que las
personas hoy en día viven un tiempo más prolongado
que hace 50 ó 100 años, ellas tienen más tiempo de
exposición a los factores que pueden iniciar los
cambios genéticos relacionados con el cáncer (FIGURA
7).
BASES GENÉTICAS DEL CÁNCER
Uno de los principales avances conceptuales que
condicionan la transformación actual de la oncología
2 Ver:
Las substancias químicas (por ejemplo, las que
provienen del fumar), la radiación, los virus y la
herencia contribuyen, todos ellos, al desarrollo del
cáncer activando cambios en los genes de una célula.
Las substancias químicas y la radiación actúan
dañando los genes, los virus introducen sus propios
genes dentro de las células y la herencia transmite
alteraciones en los genes que hacen que la persona sea
más susceptible al cáncer. Los genes son instrucciones
heredadas que residen dentro de los cromosomas de
una persona. Cada gen le instruye a una célula cómo
construir un producto específico, en la mayoría de los
casos, un tipo determinado de proteína. Los genes se
alteran o "mutan" de varias formas como parte del
mecanismo mediante el cual surge el cáncer.
Los genes residen dentro de los cromosomas,
grandes construcciones de ADN y proteínas. El ADN
es una macromolécula compuesta por dos cadenas
enrolladas alrededor de sí mismas para formar una
"doble hélice". Cada cadena está formada por millones
de bloques químicos de construcción llamados
"bases". El ADN contiene cuatro bases diferentes:
adenina, tiamina, citosina y guanina (abreviadas A, T,
G y C), que se disponen secuencialmente. El orden
García Barreno P (2000) Las tecnologías de la imagen en Medicina (I Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica).
En: Horizontes Culturales. Las fronteras de la Ciencia, I. Madrid, Espasa / Real Academia de Ciencias. Pp 81-102.
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crecimiento normal de la célula. Algunos de estos
componentes son factores de crecimiento, receptores,
moléculas “señal” y factores de transcripción. Por
ejemplo, los factores de crecimiento se unen a receptores en la superficie de la célula; ello dispara una
cadena de señales —secuencia de activación de diferentes proteínas (proteína quinasas) que, su vez,
activan a proteínas especiales conocidas como factores
de transcripción dentro del núcleo de la célula. Los
factores de transcripción activados "ponen en marcha"
a los genes requeridos para el crecimiento y la proliferación celular.
Figura 8. Las mutaciones transforman genes normales en
patológicos.
secuencial de las bases en cualquier gen determina el
mensaje que el gen contiene; ello de igual manera que
las letras del alfabeto se pueden combinar de distintas
maneras para formar diferentes palabras y oraciones3.
Mutaciones. Los genes pueden mutar (transformarse) de diferentes formas. La forma más sencilla de
mutación implica un cambio en una base individual a
lo largo de la secuencia de bases de un gen en particular; algo muy parecido a un error tipográfico en
una palabra que ha sido mal escrita. En otros casos, se
pueden agregar o eliminar una o más bases. Y algunas
veces, grandes segmentos de una molécula de ADN se
repiten, se eliminan o se traslocan accidentalmente
(FIGURA 8).
Genes involucrados en el cáncer: oncogenes,
genes supresores de tumores, maquinaria reparadora de ADN. Los “oncogenes” son genes cuya presencia en cierta forma, su hiperactividad o ambas,
pueden estimular el desarrollo del cáncer; ello, dando
instrucciones a las células para que produzcan proteínas que estimulen la división y el crecimiento excesivos de células. Los oncogenes están relacionados con
los genes normales llamados protooncogenes, que codifican los componentes del mecanismo de control de
3
Los oncogenes resultan de la mutación de protooncogenes. Los oncogenes se asemejan a los protooncogenos en el sentido que codifican la producción
de proteínas involucradas en el control del crecimiento. Sin embargo, los oncogenes codifican versiones alteradas (o cantidades excesivas) de estas
proteínas de control del crecimiento, alterando de esta
manera el mecanismo de señalamiento del crecimiento
de las células. Al producir versiones o cantidades anormales de proteínas de control del crecimiento celular,
los oncogenes hacen que el mecanismo de señalización
del crecimiento de la célula se vuelva hiperactivo e
incontrolado. Ello a modo del pedal acelerador de un
automóvil. La presencia de un oncogen es como pisar
el acelerador, lo que provoca que las células crezcan y
se dividan continuamente. Una célula cancerosa puede
contener uno o más oncogenes, lo cual significa que
uno o más componentes en este mecanismo serán
anormales.
Un segundo grupo de genes implicados en el cáncer
son los "genes supresores de tumor". Los genes supresores de tumor son genes normales cuya ausencia
puede conducir al cáncer. En otras palabras, si una
célula pierde un par de genes supresores de tumor o si
son inactivados por mutación, su falta de funcionamiento puede permitir que el cáncer se desarrolle. Los individuos que heredan un riesgo
incrementado de desarrollar cáncer frecuentemente
nacen con una copia defectuosa del gen supresor de
tumor. Debido a que los genes ocurren naturalmente en
pares (uno heredado de cada uno de los progenitores),
un defecto heredado en una copia no causará el cáncer
Ver: Franco Vera L (2003) Doble hélices, genes y cromosomas (IV Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica). Rev R
Acad Cienc Exact Fis Nat (Esp) 97 (2), 203-222.
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Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
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Figura 9. Las bases moleculares del cáncer de colon. Bert Vogelstein: 1990-1996. En:
http://www.hhmi.org/research/investigators/vogelstein.html.
debido a que la otra copia normal aún funciona. Pero si
la segunda copia se somete a la mutación, la persona
entonces puede desarrollar cáncer porque ya no existe
alguna copia del gen funcional. Los genes supresores
de tumor son una familia de genes normales que
ordenan a las células producir proteínas que restringen
el crecimiento y la división celulares. Ya que los genes
supresores de tumor codifican las proteínas que disminuyen el crecimiento y la división celulares, la
pérdida de estas proteínas permite que la célula crezca
y se divida de forma incontrolada. Los genes supresores de tumor actúan como los frenos de un
automóvil. La pérdida de la función del gen supresor
de tumor es como tener frenos que no funcionan
apropiadamente, permitiéndole a la célula, por lo
tanto, que se divida y crezca continuamente. Un gen
supresor de tumor en particular codifica la proteína
conocida como "p53", involucrada en la inducción de
suicidio celular (apoptosis). En células que han sufrido
daño en su ADN, la proteína p53 actúa como un
"freno" que detiene el crecimiento y la división de las
células; pero si no se puede reparar el daño, la proteína
p53 induce suicidio celular, previniendo así el crecimiento descontrolado de las células genéticamente
dañadas.
Los "genes reparadores de ADN" son la tercera
clase de genes involucrados en el cáncer. Los genes
reparadores de ADN codifican proteínas cuya función
normal es corregir errores inducidos o espontáneos
que surgen cuando las células duplican su ADN (fase S
del ciclo celular) antes de dividirse (fase M del ciclo
celular). Las mutaciones en los genes reparadores de
ADN pueden conducir al fracaso en la reparación de
ADN; ello, a su vez, permite que mutaciones subsecuentes se acumulen. Las personas que padecen de una
condición llamada xeroderma pigmentoso tienen un
defecto heredado en un gen de reparación de ADN.
Como resultado de ello, no pueden reparar efectivamente el daño del ADN que ocurre normalmente
cuando las células de la piel se exponen a los rayos del
sol y, por ello, estas personas presentan una incidencia
anormalmente alta de cáncer de la piel. Ciertas formas
de cáncer de colon heredado también implican
defectos en la reparación del ADN.
Aunque los sospechosos principales de las mutaciones relacionadas con el cáncer son los oncogenes,
los genes supresores de tumor y los genes reparadores
de ADN, el cáncer involucra a más factores. Las mutaciones también se observan en los genes que activan y
70
Pedro García Barreno
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Además de todos los cambios moleculares que
ocurren dentro de una célula cancerosa, el ambiente
alrededor del tumor también cambia dramáticamente.
La célula cancerosa pierde receptores que normalmente responderían a las células vecinas que señalan
para que el crecimiento se detenga; en su lugar, los
tumores amplifican su propia provisión de señales de
crecimiento. Por su parte, diferentes mecanismos
puestos en marcha por el fenotipo canceroso destruyen
tanto a la membrana basal como a la matriz vecina;
ello permite al cáncer invadir el tejido circundante,
penetrar primero y abandonar después los vasos y
metastatizar (FIGURA 10).
TERAPÉUTICA ANTICANCEROSA
Figura 10. Secuencia de acontecimientos en la patogénesis de
las metástasis cancerosas. Cada paso discreto está regulado
por cambios transitorios o permanentes, en el ADN, ARN o
proteínas. La mayoría de las células cancerosas no son capaces
de completar el largo proceso porque fracasan en uno o varios
puntos de la cadena metastásica.
desactivan a los carcinógenos, y en los genes que gobiernan el ciclo celular, la senescencia celular (envejecimiento) o el suicidio celular (apoptosis). Por su
parte, otras mutaciones permiten al cáncer invadir el
tejido circundante y metastatizar.
La larga marcha hacia el fenotipo canceroso. El
cáncer puede empezar por la acumulación de mutaciones que incluyen a oncogenes, genes supresores de
tumor y genes reparadores de ADN. Por ejemplo, el
cáncer de colon puede iniciarse con un defecto en un
gen supresor de tumor que permite la proliferación
celular excesiva. Las células proliferadas tienden a
adquirir mutaciones subsecuentes que incluyen a
genes reparadores de ADN, otros genes supresores de
tumor y muchos otros genes relacionados con el crecimiento. Con el tiempo, el daño acumulado puede producir un tumor sumamente maligno, metastatizante.
En otras palabras, la formación de una célula cancerosa requiere que se suelten los frenos del crecimiento celular (genes supresores de tumor), a la misma
vez que se activen los aceleradores para el crecimiento
celular (oncogenes) (FIGURA 9).
Cirugía. La cirugía, en cuanto procedimiento terapéutico único, sigue siendo la modalidad más efectiva
para el tratamiento de la mayoría de los tumores
sólidos. Sin embargo, con la explosión de la biología
molecular y de los métodos de ablación tisular noinvasivos y de invasión mínima, el cirujano debe ser
consciente de que los nuevos métodos de prevención,
detección, estadiaje y tratamiento, inciden en una
mejor atención al paciente oncológico. Ello, porque
los efectos combinados de pérdida de la función
orgánica primaria, la repercusión funcional de la
destrucción tisular secundaria por metástasis y la
caquexia, son los responsables de la muerte del
paciente afectado. Pero, hasta que el tumor haya abandonado el sitito primario, el tratamiento local
—cirugía— es potencialmente curativo. De acuerdo
con sus objetivos, la cirugía en el cáncer puede considerarse preventiva, diagnóstica, curativa o citorreductora (tumor debulking), paliativa o reconstructora.
Cirugía “preventiva” se refiere a la exéresis
quirúrgica de tejido predictivamente canceroso de
acuerdo con la presencia en un individuo de biomarcadores génicos en ambos alelos y, también en
aquellos casos de enfermedades crónicas precancerosas como la colitis ulcerosa crónica o la gastritis
crónica. Respecto al papel “diagnóstico” de la cirugía
se centra en la biopsia; ello es la extirpación de parte o
la totalidad del tumor, primario o sus metástasis, con el
fin de su estudio histopatológico. Para la mayoría de
los pacientes con metástasis a distancia, la cirugía no
aporta beneficio alguno como “tratamiento curativo”,
aunque existen posibles excepciones: metástasis hepá-
Pedro García Barreno
ticas de cáncer colorrectal; metástasis pulmonares de
cáncer colorrectal, y metástasis pulmonares de sarcomas osteogénicos y de tejidos blandos. Se denomina
cirugía “citorreductora” la extirpación incompleta del
tumor, aunque no hay estudios controlados que
indiquen que, por si misma, este tipo de cirugía, prolongue la supervivencia del paciente; son posibles
excepciones (en combinación con quimioterapia): carcinomatosis peritoneal (con o sin presencia de metástasis extraperitoneales) por carcinoma de ovario, y
tumores neuroendocrinos sintomáticos gastrointestinales; en especial, tumores carcinoides metastásicos y
cánceres de células de los islotes pancreáticos. En
muchos pacientes con cáncer primario avanzado o
recurrente, el crecimiento de la neoplasia causa síntomas relacionados con obstrucción luminal, infiltración tisular, perforación de una estructura normal o
hemorragia; en tales casos, el tratamiento médico,
radioterapia o procedimientos de invasión mínima,
pueden, en ocasiones, aliviar la sintomatología,
aunque no todas las complicaciones pueden minorarse
por técnicas no quirúrgicas. Las situaciones que
requieren cirugía “paliativa” con más frecuencia son:
obstrucción de una víscera hueca (ej., tracto gastrointestinal (G. I.), vía biliar, vías urinarias); perforación
de una víscera hueca (ej., tracto G. I.); hemorragia;
dolor (ej., afectación nervios esplácnicos retroperitoneales en cáncer de cabeza de páncreas). Por otro
lado, el conocimiento actual de la biología del cáncer
ha reemplazado la cirugía radical por otras estrategias
menos agresivas (dos claros ejemplos: sarcomas de las
extremidades y cáncer de mama); sin embargo, en ocasiones es necesario restaurar o “reconstruir” la
anatomía en el mismo acto quirúrgico que la exéresis
tumoral: reconstrucción mama [protésica o autóloga] o
reconstrucción cérvico-facial.
Radioterapia. La radioterapia utiliza partículas u
ondas de alta energía, tales como los rayos X, rayos
gamma, electrones o protones, para eliminar o dañar
las células cancerosas. La radioterapia se conoce,
además, como terapia de radiación o terapia de rayos
X. La radioterapia es uno de los tratamientos más
comunes contra el cáncer. La radiación a menudo es
parte del tratamiento principal contra algunos tipos de
cáncer, tales como los cánceres de la cabeza y el
cuello, vejiga, pulmón y la enfermedad de Hodgkin.
Además, muchos otros cánceres son tratados con
radioterapia. Miles de personas se liberan del cáncer
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71
tras recibir tratamientos de radioterapia, ya sea por sí
sola o en conjunto con otros tratamientos como la
cirugía o la quimioterapia. Todas las células, ya sean
cancerosas o sanas, crecen y se dividen para formar
nuevas células. Sin embargo, las células cancerosas lo
hacen más rápido que muchas de las células normales
a su alrededor. La radioterapia utiliza un equipo
especial que administra dosis altas de radiación a las
células cancerosas, destruyéndolas o dañándolas de tal
manera que no puedan crecer, multiplicarse o propagarse. Funciona al romper una hebra de la molécula
del ADN dentro de la célula cancerosa, lo que previene
que la célula crezca y se divida. Aunque algunas
células normales pueden afectarse por la radiación, la
mayoría se recupera completamente de los efectos del
tratamiento. A diferencia de la quimioterapia, en la
cual se expone todo el cuerpo a los químicos que combaten al cáncer, la radioterapia es un tratamiento de
aplicación local, la cual sólo afecta la parte del cuerpo
a ser tratada, aunque tiene efectos secundarios importantes a corto (ej., nauseas) y a largo plazo (ej., leucopenia). Puede que la radioterapia resulte ser de
mayor provecho en algunas situaciones que en otras;
por ejemplo, algunos tipos de cáncer son más sensibles
a la radiación que otros, y algunos cánceres se
encuentran en regiones que son tratadas más fácilmente con radiación sin causar efectos secundarios
considerables. La radioterapia puede administrarse de
dos formas: como radiación externa o como radiación
interna. Normalmente se usa una o la otra, pero
algunos pacientes reciben ambos tipos de terapia. La
radiación externa (o radiación de rayos externos) usa
una máquina que dirige los rayos de alta energía hacia
el cáncer y algunos tejidos normales circundantes. La
mayoría de las personas reciben la radioterapia externa
en el transcurso de varias semanas. La radioterapia
interna (braquiterapia) utiliza una fuente radiactiva en
forma de alambre o de "semilla" que se sella en un
pequeño recipiente llamado implante, el cual se coloca
dentro o cerca del tumor en el cuerpo. La radiación que
proviene de un implante sólo viaja una distancia corta,
por lo que tiene muy poco efecto en los tejidos normales del cuerpo. A veces, después de que se extirpa
un tumor quirúrgicamente, se colocan implantes radiactivos en el área que rodea la incisión para eliminar
cualquier célula cancerosa que pudiera haber quedado.
Los implantes pueden ya sea dejarse dentro del
paciente como implantes permanentes o éstos pueden
ser retirados.
72
Pedro García Barreno
Quimioterapia. La quimioterapia consiste en el
uso de fármacos para tratar el cáncer. Algunas veces, a
este tipo de tratamiento se le llama sólo "quimio".
Mientras que la cirugía y la radioterapia, remueven,
destruyen o dañan las células cancerosas en un área
específica, la quimioterapia funciona en todo el
cuerpo. Los medicamentos quimioterapéuticos pueden
destruir las células cancerosas que han hecho metástasis o se han propagado a otras partes del cuerpo alejadas del tumor primario. Hoy día se utilizan más de
cien fármacos quimioterapéuticos en varias combinaciones. Aun cuando puede utilizarse un solo fármaco
para tratar el cáncer, por lo general los medicamentos
son más eficaces si se utilizan en combinación con
otros. Una combinación de fármacos permite que los
medicamentos con diferentes tipos de acción trabajen
juntos para destruir un mayor número de células cancerosas y reducir la posibilidad de que el cáncer,
objetivo del tratamiento, se torne resistente a un
fármaco en particular. Algunas veces, la quimioterapia
será el único tratamiento administrado; con mayor frecuencia, la quimioterapia se utiliza además de la
cirugía, la radioterapia o con ambos tratamientos.
Estas son las razones para ello: la quimioterapia puede
utilizarse para reducir el tamaño de un tumor antes de
la cirugía o de la radioterapia; puede utilizarse después
de la cirugía o la radioterapia para ayudar a destruir las
células cancerosas remanentes, y puede utilizarse con
otros tratamientos en caso de que el cáncer vuelva a
aparecer. Cuando se administra quimioterapia después
de la cirugía, para destruir las células cancerosas que
pudieran haber quedado, se le llama terapia adyuvante.
Cuando se usa la quimioterapia para reducir el tamaño
del tumor antes de la cirugía o de la radioterapia, se le
llama terapia neoadyuvante. Los medicamentos
quimioterapéuticos están diseñados para destruir las
células de rápido crecimiento, pero, como estos
medicamentos circulan por todo el cuerpo, pueden
afectar también a las células sanas y normales. La
causa de los efectos secundarios es el daño ocasionado
al tejido sano. Aun cuando los efectos secundarios no
siempre son tan graves como podría esperarse, muchas
personas se preocupan por este aspecto del tratamiento
contra el cáncer. Las células normales con mayores
probabilidades de ser afectadas son las células produc-
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
toras de sangre en la médula ósea, así como las células
de la boca, del tracto digestivo, del sistema reproductor
y los folículos del cabello. Algunos fármacos
quimioterapéuticos pueden dañar las células del
corazón, los riñones, la vejiga, los pulmones y el
sistema nervioso. En algunas situaciones, se pueden
administrar los fármacos llamados citoprotectores para
proteger a las células normales del cuerpo. Los efectos
secundarios de la quimioterapia más comunes incluyen: náuseas y vómitos, caída del cabello, cansancio,
aumento de probabilidades de hematomas y hemorragia, anemia e infección.
Sobre la base del condicionante genético del
cáncer, una nueva estrategia de actuación lo representa
la terapia génica 4. Se denomina medicina molecular a
la aplicación de los métodos de la Biología molecular
en general, y de la ingeniería genética en particular, a
la práctica clínica. Dentro de ella, terapia génica es la
colocación de material genético corrector en las
células, para aliviar los síntomas de una enfermedad;
también, noqueo de genes indeseables. En teoría, todos
y cada uno de los genes posiblemente involucrados en
la transformación cancerosa son susceptibles de
terapia génica.
TERAPÉUTICA ANTICANCEROSA
Debido a que la exposición a carcinógenos es la
responsable de activar la mayoría de los cánceres
humanos, las personas pueden reducir su riesgo de
desarrollar cáncer siguiendo preceptos para evitar
dichos agentes. Por ello, el primer paso en la prevención del cáncer es identificar los comportamientos
o exposiciones a ciertos tipos particulares de
carcinógenos y virus que representan el mayor peligro
para desarrollar el cáncer.
Como la mayor causa individual de las muertes
debidas al cáncer —el uso de los productos de
tabaco— ha sido implicado en, aproximadamente, una
de cada tres muertes debidas al cáncer, evitar el tabaco
es la decisión personal más efectiva en el estilo de vida
que cualquier persona puede tomar para intentar prevenir el cáncer.
4 Ver: Franco Vera L (2003) Doble hélices, genes y cromosomas (IV Programa de Promoción de la Cultura Científica y Tecnológica). Rev R
Acad Cienc Exact Fis Nat (Esp) 97 (2), 203-222
Pedro García Barreno
El beber excesivas cantidades de alcohol está
ligado a un riesgo incrementado de desarrollar varios
tipos de cáncer, especialmente los cánceres de la boca,
la garganta y el esófago. La combinación del alcohol y
el tabaco parece ser especialmente peligrosa. Por
ejemplo, en las personas que fuman o beben en exceso,
el riesgo de desarrollar cáncer del esófago es, aproximadamente, seis veces mayor que el de las personas
que no fuman y que no beben. En las personas que
beben y fuman, el riesgo de desarrollar el cáncer es
más de 40 veces mayor que en las personas que no
fuman/no beben. Evidentemente, la combinación del
alcohol y el tabaco representa un riesgo mayor de lo
que se pudiera esperar al sumar los efectos de estos
dos.
Los estudios sugieren que las diferencias en la dieta
también pueden jugar un papel importante en la determinación del riesgo de desarrollar cáncer. Pero a diferencia de los riesgos ya identificados como el tabaco,
los rayos solares y el alcohol, ha sido difícil determinar
los componentes dietarios que influyen en el riesgo de
desarrollar cáncer. El limitar el consumo de grasas y la
ingestión de calorías parece ser una estrategia posible
para disminuir el riesgo de desarrollar algunos
cánceres, por eso las personas que consumen grandes
cantidades de carnes ricas en grasas y grandes cantidades de calorías, exhiben un riesgo incrementado de
desarrollar cáncer, especialmente de colon. A diferencia de los factores como la grasa y las calorías, que
parecen aumentar el riesgo de desarrollar cáncer, otros
componentes de la dieta pueden reducir dicho riesgo.
La evidencia más considerable se ha obtenido de las
frutas y verduras, cuyo consumo está sumamente correlacionado con una reducción en tal riesgo.
Aunque la luz del sol, en dosis moderadas, es buena
para la salud, el cáncer de la piel causado por la
exposición excesiva a los rayos UV no se encuentra
entre los beneficios del astro. Quizá porque algunos
tipos del cáncer de la piel son fáciles de curar, el
peligro representado por la excesiva exposición a los
rayos del sol tal vez no se toma muy en serio. Por ello
es importante recordar que una de las formas más
serias de cáncer de la piel, llamada melanoma, también
está relacionada con la exposición excesiva al sol. Los
melanomas son tumores potencialmente letales. Se
puede reducir significativamente el riesgo de desarrollar melanomas y otras formas de cáncer de la piel
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
73
evitando la exposición excesiva al sol, usando lociones
o cremas que contengan un bloqueador solar y ropa
que proteja su piel contra la radiación ultravioleta.
Se pueden tomar medidas preventivas para evitar la
exposición al limitado número de virus que han sido
involucrados en los cánceres humanos. Un buen
ejemplo es el virus del papiloma humano (VPH o HPV
por sus iniciales en inglés). De los más de 100 tipos de
virus VPHs, más de 30 tipos pueden ser transmitidos
de una persona a otra a través del contacto sexual.
Entre ellos hay 13 tipos de alto riesgo reconocidos
como la causa principal de desarrollar cáncer cervical.
El tener muchas parejas sexuales es un factor de riesgo
para la infección con estos virus VPHs de alto riesgo,
lo cual puede a su vez, aumentar la probabilidad de que
las anormalidades cervicales leves progresarán a unas
más severas o al cáncer cervical.
Debido a que las personas pasan mucho tiempo en
el trabajo, se han estudiado cuidadosamente los
carcinógenos potenciales en ese ambiente. Por
ejemplo, se ha encontrado que los índices de cáncer
son diez veces más altos que lo normal en los trabajadores de la construcción que manejan asbestos. El
hecho de que diversas sustancias químicas en el
ambiente pueden causar cáncer ha creado la idea de
que la contaminación industrial es una causa frecuente
de cáncer. Sin embargo, a través del medio siglo
pasado, la frecuencia de la mayoría de los cánceres
humanos (ajustado para la edad) ha permanecido relativamente constante a pesar de la creciente contaminación industrial.
Por lo tanto, a pesar de que existe evidencia de que
las substancias químicas industriales pueden causar
cáncer en las personas que trabajan con ellas o en
aquéllas que viven cerca de estas substancias, la contaminación industrial no parece ser una causa principal
en la mayoría de los cánceres en la población en
general.
¿EXISTE UNA EPIDEMIA DE CÁNCER?
Un concepto erróneo, común, surge de las noticias
en los diferentes medios de comunicación que sugieren que, durante las últimas décadas estamos ante una
"epidemia" de cáncer. Esto sólo parece deberse a que
el número de casos nuevos de cáncer detectados está
74
Pedro García Barreno
aumentando a medida que la población está creciendo
y envejeciendo. Las personas mayores tienen una
probabilidad mayor de desarrollar cáncer; sin
embargo, esta tendencia es contrarrestada por los
nuevos nacimientos, que también están aumentando, y
el cáncer es raro en la gente joven. Todo ello hace que
la tasa de cáncer puede permanecer igual o, tal vez,
declinar.
RESUMEN
Cáncer es un término que comprende una plétora
de condiciones caracterizadas por una proliferación
celular no programada e incontrolada. Cualquier tipo
celular y con ello cualquier tejido u órgano pueden
sucumbir a la transformación oncogénica, dando lugar
a una desconcertante colección de situaciones clínicas.
El incremento de la longevidad de las poblaciones
lleva parejo el de las muertes por cáncer, por lo que
esta enfermedad será una de las causas más frecuentes
de los fallecimientos del siglo XXI. Las causas del
cáncer son múltiples y variadas, e incluyen la predisposición genética, factores ambientales, agentes infecciosos y el envejecimiento. Todas ellas transforman
células normales en cancerosas trastocando una sorprendente variedad de vías reguladoras y efectoras;
una complejidad que ha dificultado el desarrollo de
oncoterapias específicas efectivas. Hoy, la eficacia terapéutica está lejos de conseguir, en términos generales, resultados aceptables, especialmente en tumores
sólidos.
La invasión se refiere a la capacidad migratoria de
las células cancerosas y a su penetración en el tejido
vecino. Las metástasis son consecuencia de la
habilidad de las células cancerosas para penetrar en los
vasos sanguíneos y/o linfáticos, circular por el torrente
sanguíneo y luego, tras abandonar los vasos, invadir el
tejido normal en otras partes del cuerpo. Son acontecimientos comunes en ambos casos el desanclaje de las
células cancerosas de sus estructuras vecinas, y la
movilización, migración e invasión del tejido próximo.
Para todo ello, la célula cancerosa debe romper los
mecanismos de anclaje celular, degradar la matriz
extracelular en los frentes de avance del tumor, escapar
a la vigilancia inmunológica e inducir neoangiogénesis
(de vasos sanguíneos y, en ocasiones, de vasos linfáticos) intratumoral.
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
En cualquier caso, el desarrollo de cáncer en el
humano involucra una sucesión compleja de acontecimientos que, normalmente, ocurre durante décadas.
Durante este proceso multisecuencial, los genomas de
las células cancerosas incipientes adquieren mutaciones alélicas de proto-oncogenes, genes supresores
de tumores y de otros genes que controlan, directa o
indirectamente, el ciclo y proliferación celulares.
Diferentes combinaciones de esos alelos mutados se
encuentran en los genomas de diferentes tipos de
cáncer humano y en diferentes tumores de un mismo
tejido. La complejidad de tales observaciones induce a
preguntar si los más de cien tipos distintos de cánceres
humanos pueden ser racionalizados en términos de un
pequeño número de principios biológicos y bioquímicos subyacentes. Algunos estudios indican que la
alteración de un limitado número de vías reguladoras
celulares es suficiente para dictar un fenotipo canceroso en una amplia variedad de células normales.
Tales resultados sugieren, a su vez, que una serie de
principios genéticos y celulares pueden gobernar la
mayoría —si no todos— de los cánceres humanos.
Hace unos pocos años se acuñaron una serie de características que, pretenden, acuñar el “sello”o “firma”
cáncer: autosuficiencia en cuanto a señales de crecimiento, insensibilidad a las señales anti-crecimiento,
evasión de apoptosis, potencial replicativo ilimitado,
angiogénesis mantenida y metastatización e invasión
tisular. Hace poco se ha rescatado una séptima: desregulación energética.
Hoy, el éxito terapéutico del cáncer descasa en su
detección precoz; aquel estadio cuando es posible
“garantizar” la eliminación total del cáncer primario.
Ello exige el estudio masivo de poblaciones, en principio, en aras de rastrear los cánceres más frecuentes:
mama, cuello uterino, próstata, colon y pulmón. Con
tal objetivo se utilizan una serie de marcadores
—imagen (mamografía, colonoscopia), citología
(papanicolau) o analíticos (antígeno prostático
específico, PSA)— que han demostrado su eficacia.
Cirugía, radioterapia y quimioterapia componen el
armamento actual contra el cáncer. De entre ellos, uno
de los desarrollos más destacados en la investigación
oncológica de los últimos años ha sido la evaluación
clínica de fármacos específicos que inhiben determinas moléculas (tirosina quinasas patogénicas) que
actúan de manera destacada en determinadas vías de
señales intracelulares, que son necesarias para la
supervivencia del cáncer.
Pedro García Barreno
CONCEPTOS BÁSICOS
Apoptosis. Conjunto de reacciones bioquímicas
que tienen lugar en la célula y que concluyen con su
muerte de una forma ordenada y silenciosa; un proceso
denominado muerte celular programada Término
acuñado para describir la muerte de las células que
ocurría en lugares y momentos determinados como
eventos programados dentro del plan de desarrollo del
organismo. La célula apoptótica sufre una serie de
cambios morfológicos que la definen como tal: la
membrana plasmática se altera y adopta una apariencia
abollonada, burbujeante o en ebullición; el volumen
celular se reduce considerablemente y el citoplasma se
condensa; el núcleo empequeñece y la cromatina se
hace más densa para finalmente llegar a su fragmentación, que tiene lugar en una serie de trozos de
tamaño variable (una escalera de subunidades regulares que resultan del corte al azar entre los nucleosomas). La célula apoptótica, que ofrece un aspecto
colapsado, será fagocitada por macrófagos o por
células vecinas, evitando así la respuesta inflamatoria
local ocasionada en la necrosis, cuando la célula, al
romperse, libera su contenido al medio. Como función
necesaria para evitar la sobreproducción celular
—oposición a la mitosis— se sospechaba de su existencia, pero es un proceso ordenado y "silencioso" que
no produce reacción tisular y por ello difícil de captar.
La apoptosis es un fenómeno biológico fundamental,
permanente, dinámico e interactivo, en el que coexisten mecanismos pro- y anti-apoptóticos, regulados
genéticamente, que actúan de forma activa (consumen
energía) y equilibrada. Las primeras observaciones
que se realizaron del fenómeno de la muerte celular
programada fueron hechas en el contexto del desarrollo —escultura y remodelación de distintas estructuras durante el proceso de morfogénesis—; luego se
relacionó con el control de la sobreproducción de
células, la eliminación de las células defectuosas y la
selección celular.
Dentro de la maquinaria que lleva a cabo el programa de apoptosis, los miembros ejecutores son una
serie de proteasas englobadas bajo el nombre de caspasas (cisteinil-aspartato proteasas). Se han descrito
una docena de caspasas en células humanas; algunas
caspasas son "iniciadoras" y otras "efectoras" o ejecutoras del proceso catalítico, actuando sobre las
endonucleasas responsables directas de la frag-
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
75
mentación cromatínica. La activación secuencial de las
caspasas, que existen en calidad de pro-caspasas inactivas, se produce por diversas vías en que participan
varios complejos moleculares. La vía extrínseca o de
los "receptores de muerte" establece conexiones con el
espacio extracelular, recibiendo señales proapoptóticas
desde el exterior y de las células vecinas. Dos familias
de receptores se han identificado con estas características: la proteína Fas y el factor de necrosis tumoral
(TNF). La activación de ambas estructuras transmembranares por sus ligandos respectivos, inicia una
cascada de señales apoptóticas. Otra vía importante es
la vía llamada intrínseca o mitocondrial, antes llamada
"de la ceramida". La ceramida es un glucolípido sintetizado, entre otros, en las mitocondrias. La mayor concentración de ceramida se localiza junto a la porción
interna de la membrana mitocondrial externa. Por su
parte, la membrana mitocondrial interna es rica en
esfingomielina. Se ha podido determinar que agentes
externos como la radiación UV, agentes oxidantes y el
calor activan una esfingomielinasa, lo que inicia una
cadena de reacciones que concluyen en un incremento
de la concentración de ceramida. Las vías Fas y TNF,
los glucocorticoides y la proteína p23, también tienen
una acción activadora sobre la ceramida, que actúa
sobre la membrana mitocondrial iniciando el proceso
apoptótico; ello, provocando cambios iónicos entre la
matriz de la mitocondria y el citosol del citoplasma,
que producen un descenso del potencial transmembranar. Tal alteración aumenta la permeabilidad de su
membrana interna, permitiendo el escape de citocromo
C que alcanza el citosol donde, a su vez, activa las correspondientes pro-caspasas. En la otra cara de la
moneda se sitúa el gen bcl-2, que forma parte de una
familia de genes que intervienen en la regulación de la
supervivencia de la célula. Los miembros de la familia
Bcl-2 están integrados por una pléyade de moléculas.
El destino de una célula —morir o sobrevivir— está
determinado por las diferencias en la expresión de
estas proteínas, actuando algunas como promotoras y
otras como inhibidoras de las señales de apoptosis
[Sydney Brenner, John Sulston y Robert Horvitz recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2002,
por sus estudios sobre los programas de muerte celular
durante el desarrollo y de los factores reguladores del
proceso de apoptosis].
Biochip o microarray de ADN. Identifica las
“firmas” moleculares de un determinado tumor, su
76
Pedro García Barreno
comportamiento específico (grado de agresividad y
donde metastaizará) y/o su respuesta a la terapéutica.
Una colección (array) de ADN consiste en un número
muy grande de moléculas de ADN ordenadas sobre un
sustrato sólido de manera que formen una matriz de
secuencias en dos dimensiones. Estos fragmentos de
material genético pueden ser secuencias cortas llamadas oligonucleotidos, o de mayor tamaño, cADN
(ADN complementario sintetizado a partir de mARN),
o bien productos de PCR (replicación in vitro de
secuencias de ADN mediante la técnica de reacción en
cadena de la polimerasa). A estos fragmentos, todos
ellos de una sola hebra (monocatenarios) de ADN,
inmovilizados en el soporte del microarray se les
denomina, con frecuencia, “sondas”. Los ácidos
nucleicos de las muestras a analizar se “marcan” por
diversos métodos (enzimáticos, fluorescentes, etc.) y
se incuban sobre el panel de sondas, permitiendo la
hibridación (reconocimiento y unión entre secuencias
complementarias) de secuencias homólogas. Durante
la hibridación, las muestras de material genético marcadas se unirán a sus complementarias inmovilizadas
en el soporte del chip, permitiendo la identificación y
cuantificación del ADN presente en la muestra. Con
posterioridad, el escáner y las herramientas informáticas permiten interpretar y analizar los datos
obtenidos.
Biomarcador. Los marcadores tumorales son
rasgos cuantificables que ayudan a los médicos a identificar, en una población, quién está en riesgo de
padecer la enfermedad; a diagnosticarla precozmente,
a seleccionar el mejor tratamiento y a monitorizar la
respuesta a éste. Tales biomarcadores existen en
formas diferentes. Los más tradicionales son las
mamografías y los niveles circulantes en sangre de
PSA (antígeno próstata-específico). La complitud de la
secuencia del genoma humano y los avances en las tecnologías “avanzadas” —biochips, secuenciación de
ADN, citometría de flujo o espectrometría de masas—
han hecho que el universo de biomarcadores con
potencial de información oncológica se haya
expandido enormemente. El poder de estas aproximaciones de base molecular y su aplicabilidad directa en
clínica humana, permite ya, en ocasiones, identificar
“patrones” moleculares potencialmente más fiables
como indicadores del estadio de la enfermedad, que el
manejo de variables o marcadores individuales. Los
avances paralelos en las tecnologías de imagen
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
molecular abren la posibilidad de que biomarcadores
moleculares pertinentes (ej., que marquen la respuesta
a la terapia) puedan ser monitorizados en pacientes con
cáncer, en tiempo real. En conjunto, estos nuevos biomarcadores tendrán cada vez un papel más importante
a la hora de clasificar los tumores y orientar las decisiones terapéuticas.
Ciclo celular o ciclo de división celular es un conjunto ordenado de acontecimientos que conduce a la
división de una célula eucariótica en dos células hijas
idénticas. Consta de cuatro fases: G1, S, G2 [colectivamente denominadas interfase] y M. La fase M comprende dos procesos íntimamente acoplados: mitosis,
en el que los cromosomas de la célula, una vez duplicados, se distribuyen entre las que han de ser dos
células hijas, y citoquinesis o división o separación
física del citoplasma en dos células hijas, cada una de
ellas con idéntica dotación cromosómica. Las células
que, temporal y reversiblemente, han detenido su programa de proliferación se dice que han entrado en un
estado de quiescencia o G0; mientras que aquellas
células que paran definitivamente tal programa, por
envejecimiento o por acúmulo de lesiones de su ADN,
se definen como senescentes. El término post-mitótico
se utiliza, en ocasiones, para referirse a células tanto
quiescentes como senescentes. Los acontecimientos
moleculares que controlan el ciclo celular están ordenados direccionalmente; ello es, el proceso ocurre en
una secuencia determinada y es imposible revertir el
ciclo. En el proceso, existen dos tipos de moléculas
claves denominadas, en conjunto, factores de promoción de la maduración celular —ciclinas y quinasas
dependientes de ciclinas—, y una serie de puntos
específicos de control.
Aunque las diferentes fases del ciclo celular no son
morfológicamente distinguibles, cada una de ellas
tiene un conjunto de procesos bioquímicos especializados que prepara a la célula para entrar en la fase
siguiente. Durante toda la interfase, la célula lleva a
cabo su programa metabólico normal, y a la vez se
enfrasca en la duplicación de su genoma. En la fase G1
la célula se prepara para duplicar su ADN; preparación
que incluye crecimiento por incremento del citoplasma
y del número de sus organelas, en especial mitocondrias. La terminación de la fase G1, en el que la célula
tiene una dotación cromosómica 2n, marca un punto se
no retorno —punto de restricción— más allá del cual
Pedro García Barreno
la célula se compromete a dividirse. En la fase S —síntesis— la célula replica su ADN. En la fase G2 la
célula, que contiene 4n cromosomas, completa su
esfuerzo para garantizar el éxito de la fase siguiente.
En la fase M se segregan las dos dotaciones cromosómicas, de tal manera que las dos células hijas
resultantes del proceso de citoquinesis dispongan de
un genoma completo. Las cuatro fases de la mitosis
—profase, metafase, anafase y telofase— también progresan de manera secuencial y direccionalmente,
siendo la telofase, la fase terminal de la mitosis, la que
procede de manera integrada con la citoquinesis. Una
vez que el ciclo celular se ha completado, las dos
nuevas células están en fase G1. En ese momento, la
célula debe “decir” o recibir una señal externa, para
entrar en fase G0 y mantenerse quiescente durante un
periodo de tiempo, corto o largo, o, bien, dividirse de
nuevo.
Ciclinas y quinasas dependientes de ciclinas
(CDKs), son dos clases críticas de moléculas en la regulación de la progresión del ciclo celular. Una ciclina
forma la subunidad reguladora y la correspondiente
CDK la subunidad catalítca, de un heterodímero
activo. Las ciclinas no tienen actividad catalítica y las
CDKs son inactivas, en ausencia de sus respectivas
compañeras. Cuando, activadas por la unión de una
ciclina, las CDKs llevan a cabo una reacción de fosforilación que activa o inactiva proteínas diana; ello para
orquestar la entrada coordinada en la siguiente fase del
ciclo. Diferentes combinaciones ciclina-CDK determinan, aguas a bajo, las proteínas diana. Obviamente,
cada fase del ciclo está dotada de ciclinas específicas y
de sus correspondientes CDKs.
Una señal extra-celular pro-mitótica promueve la
formación de un complejo ciclina G1-CDK activo que
prepara a la célula a proseguir hacia la fase S del ciclo.
Ello se consigue porque el heterodímero ciclina G1CDK promueve la expresión de factores de transcripción que, a su vez, promueven la biosíntesis de
ciclinas y enzimas requeridas para la replicación del
ADN. Los complejos ciclina G1-CDK también
estimulan la degradación de moléculas que funcionan
como inhibidores o controles de la fase S. Por su parte,
complejos ciclina S-CDK fosforilan proteínas que
enmascaraban complejos de pre-replicación ensamblados durante la fase G1 sobre los orígenes de replicación del ADN. La fosforilación tiene dos propósitos:
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
77
activar esos complejos de pre-replicación, y prevenir
que se formen nuevos complejos. Esto último para asegurar que cada porción del genoma celular únicamente
se replicará una sola vez. Por último, complejos ciclina
M-CDK, que fueron sintetizados pero se mantuvieron
inactivos, durantes las fases G1 y S, son activados para
promover la iniciación de la mitosis mediante la estimulación de proteínas “aguas abajo” involucradas en
la condensación de los cromosomas y el ensamblaje
del huso mitótico. Un complejo crítico activado durante este proceso es el complejo promotor de anafase
(APC, en sus siglas inglesas), que asegura que la
telofase y la citoquinesis tengan lugar.
Otro ingrediente importante del ciclo celular lo representan los “puntos de control”. Un sistema de vigilancia monitoriza o controla la progresión celular a
través del ciclo celular, y detiene de inmediato su progresión si se detecta que se ha producido cualquier
alteración o daño del ADN, o si cualquier acontecimiento clave, como la correcta unión de un cromosoma al huso mitótico, ha tenido lugar de manera
incorrecta. Tales puntos de control garantizan que la
célula se dividirá, exclusivamente, cuando se han completado todos y cada uno de los requisitos moleculares
que garantizan la normalidad o salud de las células
hijas. Existen tres momentos claves en la progresión a
través del ciclo celular que deciden la degradación de
las señales moleculares. La autorización a seguir adelante a partir de cada uno de ellos certifica que la
célula es competente para proseguir hacia la siguiente
fase, y que la célula se compromete a completar el
ciclo celular. El denominado punto de restricción, que
marca la transición desde la fase G1 a la fase S, es el
primer punto de control o de transición. Los otros dos
se sitúan entre la metafase y la anafase (control del
huso), y entre la anafase y la telofase, cuando las
ciclinas M son degradadas. Además, existe un complejo sistema de puntos de control “accesorios” que se
encargan de examinar el ADN celular, para garantizar
que tanto él como su copia están libres de cualquier
tipo de alteración; para ello, se dispone de cuatro estaciones de vigilancia: durante la fase G1, a la entrada y
casi al final de la fase S, y un cuarto a la entrada de la
fase M. En resumen, los controles del ADN aseguran
que la célula ha replicado completamente y con éxito
su genoma; el control del huso mitótico asegura que
todos los cromosomas están listos y en su sito, y el
control telofásico certifica que se dan las condiciones
78
Pedro García Barreno
necesarias para que se proceda a la citoquinesis. Dos
ejemplos ponen de manifiesto el modelo. P53 es una
proteína cuya función es bloquear el ciclo celular si el
ADN está dañado; con ello se logra dar la oportunidad
de actuar a la maquinaria de reparación de ADN. Si la
lesión es tan grave que no admite la reparación, p53
induce apoptosis. Una mutación del gen que codifica
esta proteína es la mutación que, con mayor frecuencia, conduce a cáncer; el caso extremo es el síndrome de Li Farumeni, donde un defecto génico en
p53 conduce a una elevada incidencia de diferentes
tipos de cánceres en los individuos afectados. Por su
parte, p27 es una proteína que se acopla a una determinada ciclina y su compañero CDK; ello inactiva al
complejo, bloqueando la entrada a la fase S del ciclo
celular. Existen estudios que sugieren que el
pronóstico del cáncer de mama humano está determinado por los niveles de p27; reducidos niveles de
esta proteína predicen un pobre pronóstico a los
pacientes portadores del tumor. Por su parte, diferentes
estudios del ADN canceroso muestra mutaciones en
numerosos genes que codifican ciclinas y CDKs [El
Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2001 fue
otorgado a Leland H Hartwell, R Timote Hunt y Paul
M Nurse, por sus estudios sobre el ciclo celular y su
regulación].
Citometría de flujo. Detecta células tumorales o
células derivadas del organismo afectado, cuya presencia se correlaciona con el estadio de la enfermedad. La
citometría de flujo es una técnica destinada a la cuantificación de componentes o características estructurales de las células, fundamentalmente mediante
métodos ópticos. A pesar de que las mediciones son
realizadas sobre células individuales y por unidad de
tiempo, permite procesar miles de células en pocos
segundos. La citometría de flujo puede utilizarse para
el análisis de los diferentes tipos celulares en una
mezcla o suspensión, en base a la particularidad de que
los diferentes tipos celulares pueden distinguirse
mediante cuantificación de las características estructurales.
Consejo genético. Proceso de comunicación comprometido con los problemas humanos asociados con
la ocurrencia o el riesgo de ocurrencia, de un trastorno
genético en una familia. La información pretende
ayudar a un individuo y/o a una familia a: comprender
los hechos médicos del problema; entender el papel de
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
la herencia; tomar una decisión, y enfrentarse al hecho
y a su posible recurrencia.
Escape inmunológico. El desarrollo de una neoplasia en presencia de un sistema inmune puede explicarse por tres mecanismos patogénicos no mutuamente
excluyentes. Primero, que exista un déficit inmunológico absoluto o relativo previo al desarrollo de la
neoplasia, que la favorezca; segundo, que ese déficit
sea inducido por la neoplasia, y tercero, que el tumor
genere o produzca clones celulares con menor o nula
inmunogenicidad debido a la falta de expresión de
antígenos tumorales.
Alteraciones en la respuesta celular normal. La
respuesta celular normal mediada por linfocitos
citotóxicos (linfocitos T, células asesinas —killer— y
células asesinas naturales —natural killer—) constituye la piedra angular en la respuesta antitumoral del
sistema inmune. Cuando el reconocimiento o la presentación antigénica son defectuosos y cuando predomina un fenotipo de respuesta inmunosupresora, se
producen deficiencias importantes en el sistema de
defensa que favorecen el escape inmunológico del
cáncer.
Reconocimiento antigénico defectuoso o presentación anómala. Por una parte, los linfocitos T
citotóxicos están restringidos por las moléculas de
clase I del complejo mayor de histocompatibilidad
(MHC) y lisan directamente las células neoplásicas. La
pérdida o alteración en las células tumorales de las
moléculas de clase I puede evitar la lisis por los linfocitos T citotóxicos. Por otra parte, la unión de un linfocito T al antígeno presentado por el HLA de clase II
en la célula presentadora (interacción receptor de la
célula T- MCH-II-antígeno), sólo induce una respuesta
inmune potente si la célula presentadora expresa en su
superficie una segunda señal, una molécula coestimuladora (interacción B7-CD28, ICAM-1-LFA-1, etc).
Las células presentadoras de antígenos "profesionales"
(las células dendríticas) expresan estas moléculas que
ejercen de segunda señal; en cambio, si el antígeno es
presentado al sistema inmune por células presentadoras "no profesionales" —como por ejemplo las
células tumorales—, pueden hacerlo sin coexpresar las
exigidas señales costimuladoras. En ese caso, la célula
tumoral será anérgica, no genera respuesta inmune por
ser defectuosa la presentación del antígeno.
Pedro García Barreno
Fenotipo específico de los linfocitos T. Se considera que las células T asistentes —helper— "vírgenes" o Th 0, pueden transformarse en linfocitos Th
con un patrón de secreción de citoquinas denominado
tipo 1 (Th1), constituido preferentemente por el factor
de necrosis tumoral-alfa (TNFα), la IL-2 y el interferon-gamma (IFN-γ); o un tipo 2 (Th2), donde
destacan la IL-4, la IL-5 y la IL-10, entre otras. El que
la respuesta celular se decante por uno u otro tipo
depende, entre otras cosas, de una mayor presencia de
las citoquinas IL-12 e IL-10, respectivamente, en el
medio. La IL-12 liberada por células presentadoras
"profesionales" de antígeno estimula una respuesta
Th1, mientras que la IL-10 liberada por células presentadoras "no profesionales" favorece una respuesta Th2.
En los cánceres que regresan espontáneamente se ha
comprobado mediante inmunohistoquímica un patrón
Th1, mientras que en los que progresan se observa un
patrón Th2. En general se considera que las citoquinas
secretadas por los linfocitos Th2 tienen una importante
acción inmunomoduladora, y pueden inhibir en
diversos puntos la cascada inflamatoria, favoreciendo
la progresión tumoral.
Citocinas inducidas por células tumorales e
inmunosupresión. Numerosos estudios han demostrado que la progresión del cáncer coincide con un
incremento en la producción de múltiples factores de
crecimiento y sus receptores, muchos de ellos sintetizados por las propias células tumorales. Además, se ha
comprobado cómo las células de diversas neoplasias
pueden secretar citoquinas con actividad inhibidora
sobre las células efectoras y reguladoras del sistema
inmune. Estas incluyen moléculas como el TGF-β y la
IL-10.
Espectrometría de masas. Identifica cambios en
la cantidad o en el perfil de proteínas y otras moléculas
que se correlacionan con el tipo de tumor, su comportamiento y/o respuesta a la terapéutica. La espectrometría de masas es una poderosa técnica analítica
capaz de identificar compuestos desconocidos, de
cuantificar otros conocidos y de resolver la estructura
y propiedades químicas de las moléculas. La detección
de productos puede realizarse en cantidades mínimas
de muestra (10-12 g para un compuesto con una masa
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
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de 1000 daltons). Ello significa que pueden identificarse compuestos a muy bajas concentraciones (una
parte en 1012), en mezclas químicamente complejas.
Un espectrómetro de masas es un aparato que mide las
masas de moléculas individuales que han sido convertidas en iones, ello es, moléculas que han sido cargadas
eléctricamente. Un espectrómetro de masas no mide,
de hecho, la masa molecular directamente sino la
relación masa-carga de los iones formados a partir de
las moléculas [John B Fenn y Koichi Tanaka recibieron el Premio Nobel de Química 2002, por el desarrollo de métodos de ionización para análisis mediante
espectroscopia de masas, de macromoléculas biológicas].
Imagen molecular. Identifica la localización
anatómica del tumor en fases muy precoces —en
teoría en un estadio de dos o pocas más células—, y
permite estudiar en tiempo real la progresión del tumor
y de su respuesta terapéutica. La imagen molecular es
un campo emergente en el que las modernas herramientas de la biología molecular y celular están
convergiendo con las de la imagen clínica no invasiva.
Sus objetivos son desarrollar tecnologías que permitan
visualizar, en tiempo real, acontecimientos moléculacelulares in vivo.
La base de la imagen molecular es la tecnología
PET, siglas [correspondientes a la denominación
original, inglesa, de la técnica: Positron Emission
Tomography] por las que se conoce la imagen
mediante tomografía de emisión de positrones. Si en
un principio la técnica se encaminó hacia el estudio
metabólico de diferentes sustratos (por ej, masa
tumoral hipercaptadora) y la ubicación de diferentes
fármacos, en la actualidad la técnica bucea en la
expresión génica. Ello, tanto de genes endógenos a
partir de un proceso de hibridación in vivo, como de
genes transfectados (gen terapéutico) que covehiculan
un gen reportero cuya expresión produce una proteína
reportera. Esta proteína será detectada mediante una
sonda adecuada. La técnica ha de permitir el
seguimiento terapéutico y la detección de micrometástasis y de metástasis moleculares [Las tecnologías de
imagen médica5 de partida, cuyas herramientas
5 Ver: García Barreno (2002) Estrategias terapéuticas para el Nuevo milenio. Del genoma a la terapia genética (III Programa de Promoción
de la Cultura Científica y Tecnológica). En: Horizontes Culturales. Las fronteras de la Ciencia, III. Madrid, Espasa / Real Academia de
Ciencias. Pp 49-87.
80
Pedro García Barreno
matemáticas —algoritmos de reconstrucción de
imagen— se utilizan en PET, fueron reconocidas
doblemente por la Fundación Nobel. El Premio Nobel
de Fisiología o Medicina del año 1979 fue concedido a
Allan M Cormack y a Godfrey N Hounsfield, por el
desarrollo de la tomografía asistida por computadota
(TAC), y el del año 2003, a Paul C. Lauterbur y a Peter
Mansfield, por sus descubrimientos relativos a la
imagen médica por resonancia magnética].
InfoCáncer. La información molecular y celular
sobre la enfermedad del paciente se recoge a partir de
diferentes fuentes, desde tejido tumoral hasta
células/tejidos del paciente que, se conoce, influyen
sobre el comportamiento del tumor, y, también, de los
fluidos orgánicos de aquél. Esta información será capturada de muchas formas: biochips, espectrometría de
masas, citometría de flujo, etc. El panel resultante de
biomarcadores ayudará al médico a detectar precozmente el tumor, a diagnosticar el cáncer y a preguntar,
con precisión creciente cuestiones fundamentales:
quién está en riesgo de padecer cáncer; cómo es de
agresivo un tumor, ¿metastatizará?, en qué órgano;
cómo debe ser tratado el paciente, cómo responderá el
paciente al tratamiento, porqué el tumor ha desarrollado resistencia frente al tratamiento, o cuál es el
pronóstico.
Medio ambiente celular. Las células cancerosas
están en diálogo molecular permanente con el tejido
vecino o microambiente tisular. Existen pruebas de
que los detalles de esta conversación pueden tener
importantes efectos sobre el comportamiento del
tumor. Entre las células más influyentes de ese
microambiente están aquellas involucradas en la formación de nuevos vasos, que aportan oxígeno y nutrientes esenciales al tumor; una variedad de células
inmunocompetentes, favorecedoras unas e inhibidoras
otras, del crecimiento tumoral, y células del estroma
activadas como los fibroblastos. Todas estas células
representan futuros objetivos terapéuticos.
Ómicas. Consecuencia del Proyecto Genoma
Humano, la mayoría sabe que “genoma” refiere la
dotación de ADN en las células y, por extensión, el
conjunto de todos los genes de un organismo. El éxito
de la genómica ha conducido a la proliferación de una
serie de ciencias “ómicas”, que resultan en la aplicación de nuevos términos descriptivos a conceptos
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
familiares, que tienen como denominador común del
sufijo “ómica” y que intenta estudiar alguna de las
entidades biológicas. Un vistazo a una de las bases de
datos —PubMed— y eliminado términos como
“económica”, proporciona 110 vocablos que contienen
“ómica” como sufijo. “Genómica” es el estudio de los
genomas y la colección completa de genes que contienen. Hasta hace poco tiempo, esta colección se limitaba a los genes codificadores de proteínas, pero la
genómica ha mostrado muchos otros elementos que
desempeñan importantes funciones, tales como los
dominios que acoplan factores de transcripción,
regiones que codifican microARNs y transcriptos antisentido; y también, regiones muy conservadas desde el
punto de vista de la evolución. La herramienta primaria utilizada en genómica es la secuenciación de
genes de alto rendimiento. La genómica funcional o
“trascriptómica” intenta analizar patrones de expresión
génica y su correlación con la biología subyacente, utilizando, para ello, una serie de técnicas, entre otras el
análisis con biochips de ADN y el análisis en serie de
expresión génica.
La “metabolómica” o “metabonómica” es una
estrategia a gran escala para estudiar tantos compuestos como sea posible —de los involucrados en los
diferentes procesos celulares— en un solo análisis,
para definir perfiles metabólicos. Aunque la
metabolómica se refirió, en principio, al estudio de
células individuales y la metabonómica a los organismos multicelulares, los términos son, hoy, intercambiables. Las técnicas que se aplican para el estudio de
los perfiles metabólicos incluyen resonancia magnética nuclear y espectrometría de masas. La aproximación “proteómica” examina colecciones de
proteínas para determinar cómo, cuando y donde se
expresan. Utiliza electroforesis bidimensional sobre
gel, espectrometría de masas y biochips de proteínas.
Una especialidad de reciente aparición es la
“degradómica”, que incluye las estrategias genómica y
proteómica, estructurales y funcionales, a efectos de la
identificación y caracterización de proteasas, sus sustratos e inhibidores, que se encuentran en un
organismo. La “bioinformática” —que no ha recibido
con agrado el térmico “bioinfómica”— es el elemento
clave de la colección ómica: gestiona y analiza datos a
gran escala que son generados por las técnicas
descritas. Utiliza técnicas desarrolladas en el campo de
las ciencias de la computación y de la estadística, para
Pedro García Barreno
facilitar la comprensión de cómo se generan y relacionan los diferentes perfiles de expresión funcional y
se relacionan con el sistema biológico en estudio.
Proteómica y metabolómica tienen la ventaja de que
pueden ser aplicadas para estudiar proteínas o
metabolitos en la sangre o en la orina —en vez de en el
tejido primario, donde aparece la enfermedad—, pero
tales estrategias no tienen la potencia analítica del
análisis mediante biochips, que siguen siendo, en la
actualidad, la herramienta con más abanico de aplicaciones en el diagnóstico y pronóstico de diferentes
situaciones clínicas.
Secuenciación de ADN. Identifica las alteraciones
génicas específicas de un determinado tipo de tumor,
que causan la enfermedad o marcan su progresión.
Secuenciación de ADN es el proceso de determinar
fielmente el orden exacto de los aproximadamente tres
mil millones de pares de bases —adenina, timina,
guanina y citosina— que forman los, aproximadamente, 20 000 a 25 000 genes que constituyen el ADN
humano, que se distribuyen en los 24 pares de cromosomas característicos de la especie [Frederick Sanger
recibió el Premio Nobel de Química 1980 por sus contribuciones a la solución de la determinación de la
secuencia de bases en el ADN; una técnica que explosionó con las exigencias del Proyecto Genoma
Humano].
Terapias oncodirigidas. La quimioterapia citotóxica y la radioterapia sieguen siendo las herramientas
más eficaces en el tratamiento del cáncer, pero no discriminan adecuadamente entre el tumor y las células
normales; por ello causan graves, en ocasiones, efectos
colaterales. Los avances en la comprensión de las
bases moleculares del cáncer —lo que ha sido posible
gracias a la identificación y al análisis funcional de las
alteraciones génicas oncoespecíficas— han abierto
nuevas expectativas para el diseño de terapias que,
específicamente, tengan por objetivo específico las
vías moleculares que dirigen el crecimiento celular
tumoral. En principio, las terapias oncoespecíficas
deberán asumir mayor selectividad hacia las células
cancerosas y, ya, algunas de ellas han demostrado su
eficacia clínica. Ellas incluyen pequeñas moléculas
que inhiben la actividad de determinadas proteína
quinasas —ej., imatinib (Glivec ®) y erlotinib, que
atacan a la proteína quinasa ABL y al receptor de
factor de crecimiento epidérmico (HER1/EGFR),
Rev.R.Acad.Cienc.Exact.Fís.Nat. (Esp), 2006; 100
81
respectivamente—, y anticuerpos neutralizantes que
inhiben receptores de señalización transmembranar
[ej., trastuzumab (Herceptin ®) que ataca a HER2].
Otras terapias específicas bloquean la actividad de
moléculas en el microambiente del huésped que
favorecen el crecimiento del tumor [ej., el anticuerpo
bevacizumab (Avastin ®) ataca a un factor de crecimiento que estimula el crecimiento de vasos sanguíneos en el tumor]. Hasta la fecha, la mayoría de
tales estrategias farmacológicas han proporcionado
muy escasos beneficios a la supervivencia de los
pacientes, pero es de esperar que el refinamiento en el
manejo de tales fármacos [ej., combinación de fármacos y selección de pacientes, bio-orientadas] mejore
las perspectivas [Gertrude B Elion y George H
Hitchings fueron galardonados con el Premio Nobel de
Fisiología o Medicina 1988, por sus descubrimientos
pioneros en fármacos oncoterápicos].
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