La comunicación camino de evangelización

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INSTITUTO HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA
Fundado por san Juan Bosco
y por santa María Dominica Mazzarello
N.937
La comunicación camino de evangelización
Me siento feliz, queridas hermanas, de reunirme con vosotras, después de haber vivido en
comunión profunda la fiesta de la gratitud a nivel mundial celebrada en la Inspectoría de
Chennai el 26 del pasado abril. Os sentí a todas muy presentes y pedí al Señor que vertiera
sobre el Instituto la sobreabundancia de gracia que brota de su corazón. La Comunión es amor
y es siempre fecunda. Es generadora de vida nueva.
Mediante esta circular damos otro paso hacia adelante retomando en nuestras manos la Carta
de convocatoria del CG XXIII y compartiendo todo lo referente a la comunicación. El desafío de
la comunicación incide en las dimensiones fundamentales de la persona: la identidad, el modo
de relacionarse i de tejer amistades, el estilo de la misión. Las relaciones online se multiplican y
los vínculos en red crean nuevos ambientes donde encontrarse. Al mismo tiempo las relaciones
tienden a debilitarse, a crear distancias; a ser precipitadas y superficiales (cf. En preparación al
Capitulo General XXIII, p. 11).
Estamos inmersas en una nueva cultura: es importante, como consagradas educadoras,
saberla acoger con mentalidad crítica. Nos encontramos hoy frente a nuevos escenarios,
nuevos paradigmas antropológicos y culturales; nuevos desafíos educativos y pastorales que
redefinen identidad y relaciones, a todo nivel: comunitario, familiar, social y eclesial.
En el mensaje de Benedicto XVI para la 47ª Jornada mundial de las comunicaciones sociales,
que se celebró el domingo 12 de mayo 2013 con el tema: Redes sociales: puertas de verdad y
de fe; nuevos espacios de evangelización, la comunicación y la cultura se consideran los
nuevos itinerarios de evangelización en el tercer milenio.
La Iglesia considera la comunicación como vía privilegiada de evangelización. El Instituto, por
su parte, la considera una oportunidad significativa para construir la casa donde se vive el
encuentro, donde se experimentan y se gozan profundas relaciones humanas, donde el diálogo
armoniza las diversidades, donde la educación favorece el crecimiento de todo ser humano
según el proyecto de Dios. Él es en sí mismo relación y comunicación, porque es Amor.
En sintonía con toda la Iglesia
El Sínodo de los Obispos de octubre 2012, con el lema La nueva evangelización para la
transmisión de la fe cristiana, ha considerado el escenario comunicativo como un gran desafío
para la Iglesia. Hoy no hay país en el mundo al que no haya llegado la cultura mediática y digital
que se convierte cada vez más en lugar de relaciones a nivel social y personal.
Las nuevas tecnologías son recursos que ofrecen posibilidades inéditas y logros indiscutibles.
Pueden ser canales al servicio del anuncio, de la transmisión de la buena noticia del Evangelio
de Jesús; pueden ofrecer mayores oportunidades de información, de conocimiento de las
nuevas formas de solidaridad, de difusión de valores que pueden enriquecer el pensamiento y
convertirse en patrimonio de todos. (cf. La nueva evangelización para la transmisión de la fe
cristiana. Instrumentum laboris, nn.59-62).
Mientras apreciamos el don de las nuevas tecnologías, al mismo tiempo estamos llamadas a un
uso sabio y responsable de estas nuevas posibilidades. Estas potencialidades conllevan riesgos
muy concretos que los Obispos evidencian y sobre los cuales estamos invitadas a reflexionar.
Entre los riesgos, hay que tener en cuenta una creciente atención a las necesidades
individuales, una exaltación emotiva de las relaciones, una progresiva debilitación de
experiencias profundamente humanas como la reflexión y el silencio, la falta de paciencia para
esperar los ritmos de maduración humana y espiritual. En último análisis, como constata el
documento de los Obispos, estos riesgos pueden llevar a una cultura de lo efímero, de lo
inmediato, de la apariencia, llevando a la sociedad a la pérdida de memoria y de futuro.
Ésta es pues la llamada que se nos hace y que nosotras acogemos en toda su urgencia:
prepararnos a entrar en estos nuevos “areópagos”, en estas “nuevas plazas comunicativas”
formándonos una conciencia crítica, una capacidad de valoración evangélica proveyéndonos
de instrumentos y métodos adecuados para que el patrimonio educativo-carismático que la
Iglesia nos reconoce sea comprendido y acogido por las nuevas generaciones.
Me he entretenido en compartir con vosotras cuanto ha surgido del reciente Sínodo respecto a
la comunicación, porque cada palabra, cada pregunta tiene un alcance mundial, abre vastos
horizontes que estimulan a averiguar cuál es la actitud personal y comunitaria frente a estas
nuevas posibilidades. ¿Cómo tomamos conciencia de los cambios que se están dando en la
persona, en la sociedad, en la cultura en este mundo de la comunicación?
Con la comunidad educativa, es oportuno confrontarnos con el mensaje ya citado para
determinar qué puntos pueden ayudarnos a discernir los desafíos educativos que los jóvenes,
inmersos en el mundo digital, nos presentan.
Benedicto XVI subraya la importancia del ambiente digital en que la Iglesia debe estar presente
y que los creyentes, si quieren ser significativos en su mundo, deberán procurar valorar para dar
a conocer el motivo profundo de su alegría y de su esperanza: Cristo Jesús. Ellos están
llamados a escuchar las aspiraciones más profundas, las preocupaciones de las personas; a
comprender quiénes son y qué están buscando. Escuchar es ya comunicar.
El mensaje, a este respecto, evidencia algunas condiciones que hay que asumir para que la
presencia del cristiano, y por tanto de todas nosotras, resulte eficaz: mejorar el conocimiento del
lenguaje de los social network para implicar a las personas; valorizar los signos, los símbolos y
las riquezas artísticas del patrimonio cristiano; ofrecer el testimonio de un estilo de vida y de
opciones coherentes con el Evangelio. El testimonio habla mucho más que las palabras, revela
quiénes somos y qué creemos y es camino eficaz de evangelización cuando se asume como
criterio prioritario, incluso en los casos en que no se puede anunciar a Jesús de manera
explícita.
Para nosotras FMA, el testimonio de nuestro ser consagradas pasa también por el compromiso
de hacer resplandecer la castidad, la pobreza y la obediencia como signo de la presencia de
Dios en nuestras relaciones cotidianas con las hermanas, con las personas con quienes vivimos
y compartimos la misión y con aquellas con quienes entramos en contacto a través de las
nuevas tecnologías.
En fidelidad al carisma
El Instituto desde los orígenes ha cultivado una espiritualidad del diálogo, de la escucha y de la
comunicación. Recordemos la capacidad de la Madre Mazzarello para entrar en empatía con
las chicas de Mornese y con las hermanas.
Su profunda relación con Dios facilitaba también el encuentro con quienes vivían momentos
difíciles, de duda, de desánimo, y los transformaba, guiada por el Espíritu Santo y con la fuerza
de la oración, en nueva luz, en esperanza y en ánimo.
Las numerosas cartas escritas a diversos destinatarios son un claro testimonio de ello. Es
interesante retomarlas con la sensibilidad y el conocimiento que poseemos hoy, para descubrir
su valor comunicativo.
Don Bosco fue un gran comunicador a nivel todavía más amplio. Supo valorar todos los medios
disponibles en su tiempo para que el mensaje llegara a miles de jóvenes, a fin de poderlos
formar buenos cristianos y honrados ciudadanos. Además de los numerosos textos escritos,
contaba con su capacidad de llegar al corazón de los jóvenes a través de medios ordinarios de
gran intensidad humana y educativa: “la palabrita al oído”, los carteles colocados en los
ambientes frecuentados por los jóvenes, las palabras personalizadas a quienes tenían mayor
necesidad de ellas, los encuentros y los diálogos, las cartas, las varias expresiones
comunicativas desgranadas en el transcurso de los días, las varias publicaciones, el Boletín
Salesiano. Don Bosco era un genio de la comunicación, porque tenía una pasión en el corazón
y no podía dejar de compartirla.
Es evidente que la habilidad comunicativa de los Fundadores del Instituto estaba ligada al uso
de los instrumentos propios del tiempo, pero provenía sobre todo del corazón, de la búsqueda
apasionada por el bien de las jóvenes y de los jóvenes. Se convertía en fuerza creativa,
comunicativa, transformadora como lo es el anuncio del Evangelio. Esta pasión por el bien es la
condición para que los instrumentos utilizados encuentren eficacia educativa y den forma al
proyecto de amor que Dios tiene para cada persona.
Como “hijas” de Fundadores sensibles y abiertos a la comunicación, nos sentimos interpeladas
a vivir en la nueva cultura de la comunicación con la consciencia de que no nos podemos eximir
de ella si queremos ser educadoras hoy. La comunicación, tal como la entendemos, es
encuentro, relación interpersonal, uso inteligente y educativo de las nuevas tecnologías,
conocimiento de los paradigmas culturales del mundo de la comunicación en una constante
sinergia entre educación-comunicación-evangelización. El camino de educomunicación que el
Instituto está llevando a cabo desde hace varios años, en relación con el sistema preventivo, es
un itinerario fecundo en esta línea.
Hoy vivimos una época histórica rica de posibilidades y al mismo tiempo compleja. Deseamos
que la buena noticia del Evangelio traiga esperanza a la humanidad, sobre todo a las nuevas
generaciones. Sabemos que la buena noticia es anunciar a Jesús en Su misterio pascual. En él
todos encontramos la esperanza y la fuerza para afrontar la existencia con una actitud nueva,
evangélica. Esta noticia se hace “buena” solo si es comprensible, accesible a los hombres y a
las mujeres de hoy y en particular a las jóvenes generaciones.
El Instituto, fiel al carisma recibido del Espíritu Santo y atento a las llamadas de la cultura actual,
en la Programación del Sexenio 2009-2014 ha dedicado un espacio notable a este tema. De
hecho, el Consejo general se ha comprometido a promover una cultura de la comunicación para
recalificar nuestro estar con las jóvenes y los jóvenes en la óptica del Sistema Preventivo (cf.
Programación, p. 19-20).
Pero reconocemos la dificultad que puede suponer el entrar en una nueva mentalidad que
considere la comunicación como “el ambiente” en que vivimos y actuamos (cf Gong n. 5. En la
cultura de la comunicación un mapa para orientarnos). La comunicación nos interesa a todas
nosotras, cualquiera que sea nuestra edad, cualquiera que sea el trabajo que hacemos, porque
forma parte de nuestra identidad y de nuestra misión. El Sistema preventivo es todo relación.
En los encuentros con vosotras, queridas hermanas, advierto en vuestro corazón una gran
necesidad de comunicación; a veces, un sufrimiento íntimo al no poder compartir valores y
experiencias más profundas, coherentes con nuestra opción de vida. Que el Señor nos ayude a
dejar madurar en nuestro interior mensajes generados por el Espíritu Santo que sean luz en el
camino de las personas con quienes nos encontramos.
Juntas podemos ayudarnos a tomar conciencia de la buena noticia que somos las unas para las
otras. Pienso que la alegría de una comunidad, incluso en las cotidianas y comprensibles
fatigas, es haber hecho lo posible para transmitir con valor y sin timidez la grande y verdadera
noticia: Cristo Jesús, como nos sugiere el Papa Francisco.
Gozo y doy gracias al Señor cuando veo hermanas contentas de haber encontrado, personal y
comunitariamente, tiempos para compartir los cansancios y las prospectivas de la misión;
tiempos para comunicar con Dios, meditar Su Palabra y hallar en ella luz y apoyo para buscar,
entre todos, caminos adecuados a las expectativas de las hermanas y a las urgencias de la
misión.
Esto implica madurar un sentido de gran estima hacia la otra persona quienquiera que sea,
porque siempre es portadora de riqueza con su misma vida. Por esto sentimos la necesidad de
cultivar y expresar una actitud de agradecimiento sincera y constante.
Esta actitud, que es la base de toda relación, exige la aceptación de la lógica del éxodo: salir de
nosotras mismas para encontrar a las otras personas en su diversidad, y así enriquecernos
recíprocamente. El mundo se está empobreciendo no por falta de recursos, sino por falta de
relaciones que hagan crecer en serena humanidad y calidad a toda persona, especialmente si
es joven. Todo esto requiere ascensión espiritual, vigilancia, silencio, disponibilidad para dejarse
evangelizar en profundidad. ¿Queremos comprometernos a ir por este camino con alegría y
confianza recíproca? Pienso que éste puede ser un camino de felicidad y de fecundidad
misionera.
En la comunicación, el silencio tiene un lugar privilegiado. Un silencio que se convierte en
atención a la persona, que entra en sintonía con su mundo y se hace acogida, con respeto,
paciencia, humildad y discreción.
Benedicto XVI afirma que el silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen
palabras densas de contenido. En el silencio nos escuchamos y nos conocemos mejor a
nosotros mismos; en él nace y se desarrolla el pensamiento. En el silencio se captan momentos
más auténticos de la comunicación entre los que se aman: el gesto, la expresión del rostro, el
cuerpo son signos que manifiestan a la persona. En el silencio emergen la alegría, las
preocupaciones, el sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión
especialmente intensa. (cf. Benedicto XVI, Mensaje para la 46ª Jornada mundial de las
comunicaciones sociales, 2012).
Los silencios que vivimos en comunidad, ¿tienen esta calidad, o más bien son silencios que
pesan, que juzgan, que no favorecen la posibilidad del encuentro?
Lo que hace la comunicación fecunda y eficaz es el encuentro. Si vivimos un encuentro
auténtico con el Señor Jesús en la Palabra y en la Eucaristía, también el encuentro con las
hermanas, con las jóvenes y los jóvenes y con otras personas expresará la alegría de esta
relación y el mismo señor Jesús será el objeto de nuestra comunicación. Pero si estamos
vacías, las palabras no transmitirán esta verdad y esta belleza interior.
Por ello, queridas hermanas, se requieren tiempos de silencio para contemplar, asimilar; para
unificar nuestro ser, las actitudes, el pensamiento en torno a un centro, o más bien, en torno a
una Persona. Reservémonos el tiempo para pararnos, meditar, regalarnos gestos sinceros y
gratuitos de humanidad con paciencia y sin prisa, abriéndonos a la contemplación y a la acogida
del misterio de Dios que habita toda persona.
Es la condición para poder ser comunicadoras eficaces, para dejarnos evangelizar y así poder
ser voz que anuncia.
Para construir junto con los jóvenes la casa del futuro
La capacidad de comunicar y también de utilizar los nuevos lenguajes se nos pide no tanto para
ir al ritmo de los tiempos cuanto para permitir a la inagotable riqueza del Evangelio encontrar
formas de expresión que sean comprensibles, en particular para las jóvenes generaciones. El
desarrollo de las redes sociales requiere compromiso y estas redes están alimentadas por
aspiraciones que habitan el corazón de la persona, el corazón de cada joven (cf. Benedicto XVI,
Mensaje para la 47ª Jornada mundial de las comunicaciones sociales, 2013).
El CG XXIII nos pide “Ser hoy con los jóvenes casa que evangeliza”. Sintamos la urgencia de
construir esta casa junto a los jóvenes y a las comunidades educativas en un nuevo paso
adelante de dinamismo y de coherencia evangélica. Requiere testimonios audaces, que sientan
arder en el corazón el fuego del anuncio: « ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!» (cf. Carta de
convocatoria CG XXIII; p. 5).
Es importante conocer qué casa habitan los jóvenes para enriquecerla con los valores del
Evangelio. Sólo así podrá convertirse en espacio donde encontrar a Jesús, establecer con Él
vínculos de amistad, respondiendo a Sus llamadas de paz, de justicia, de solidaridad, de amor
auténtico.
En mis numerosos viajes he conocido a jóvenes que a través de la música, el arte, la danza, la
belleza, el uso de los nuevos medios de comunicación, sueñan con lo grande, experimentan
nuevas amistades, alcanzan horizontes sin fin, abiertos a nuevas culturas y religiones, a nuevos
estilos de vida. Hoy los jóvenes viven como ciudadanos del mundo. Si queremos encontrarlos
debemos entrar en esta plaza digital con competencia, con confianza y esperanza. Miremos a
nuestros Fundadores que nunca tuvieron miedo ante las provocaciones de los jóvenes. Con la
audacia y la fuerza que venía del Espíritu Santo supieron desarrollar las potencialidades de los
bienes presentes en su corazón, donando concretamente gestos de amor. ¿No es también lo
que los jóvenes de hoy necesitan experimentar?
Queridas hermanas, comprendo que por motivos diversos no para todas hay posibilidad de
actualizarse y de utilizar los nuevos instrumentos de comunicación, pero todas poseemos un
canal privilegiado de comunicación que puede llegar de manera creíble y cualificada al corazón
y a la mente de las jóvenes y de los jóvenes: el amor; el que Jesús ha traído al mundo y que a
nosotras nos pide irradiar hoy con el testimonio de vida.
La casa se construye amando a cada persona. Donde hay amor, el futuro está ya germinando.
Para nosotras es fundamental comprender y acoger a los jóvenes, porque somos herederas de
un carisma impregnado de comunicación como forma educativa de evangelización. Así la
vivieron don Bosco y la madre Mazzarello, auténticos comunicadores (cf. Gong n. 4).
Deseamos ser canales eficaces que transmiten amor a través de la teología de los gestos, de lo
cual da ejemplo luminoso el Papa Francisco. Esto es cuanto deseaba compartir con vosotras
para continuar, con audacia y confianza, construyendo aquella casa en la que muchos jóvenes
puedan habitar y no se sientan ya huérfanos y pobres de amor.
Os invito a valorizar cada vez más, con las comunidades educativas y con los mismos jóvenes,
las aportaciones que el Instituto ofrece para profundizar lo positivo y los riesgos en el mundo
digital. La página web del Instituto representa una estupenda oportunidad para comunicar,
ofrecer sus propias resonancias, debatir un tema, socializar contenidos de calidad. La revista
Da mihi animas continúa siendo un válido y apreciado instrumento para mantenernos atentas a
las exigencias actuales interpretadas con criterios evangélicos y fieles a la espiritualidad
salesiana. La colección Il Gong presenta reflexiones para comprender la cultura de la
comunicación en la óptica del carisma y para mantener viva la consciencia de la incidencia que
los medios de comunicación tienen en nuestra identidad y nuestra misión educativa.
A María, mujer abierta a la comunicación, confiamos la obra de evangelización que la Iglesia y
nuestro Instituto realizan por medio de la cultura y de la comunicación social. Que Ella nos
acompañe en este camino de gozosa esperanza, para que nuestra vida, la de las comunidades
educativas y de los jóvenes, sea una página legible del Evangelio donde resplandezcan gestos
de humanidad hacia los más pequeños, los que sufren, los que buscan la verdad, los
privilegiados de Jesús.
Que Dios os bendiga.
Roma 24 de mayo 2013
Afma. Madre,
Nuevas Inspectoras 2013
Inspectoría “N. S. de la Esperanza”
Sor Chantal Ruzagiriza Mukase
AFE
África
Inspectoría “Sta. Teresinha” Manaus
Sor Madalena Luiza Scaramussa
BMT
América
Inspectoría “N. S. del Pilar “
Sor María Isabel Pérez Sanz
Europa
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