BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOrvlBIA ----------------. ANTONIO NARIÑO, ~.D~P. ~ANTAND~RY ~ULlO ARgOL~DA '' BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA ~ " ~ ' ANTONIO NARIÑO, F. DE P.· SANTANDER Y JULIO ARBOL~DA SELECCION SAMPER ORTEGA DE LITERATURA COLOMBIANA PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL 1936 Editorial Minerva, S. A. NARIl~O, SANTANDER. ARBOLEDA En los primeros días de la república se produjeron tres grandes piezas de oratoria parlamentaria: la defensa de Nariño, la de Santander y el discurso con que don Julio Arboleda, como presidente del Senado, dio posesión de la presidencia de la república al vicepresidente MaIlarino. Aunque la segunda de estas piezas, la defensa de Santander, fue remitida del Exterior a la Cámara, puede considerarse del género oratorio, así por su forma cuanto por haberse escrito para ser leída ante la corporación; y como Nariño, sU autor, y Arboleda, son de las más salientes figuras políticas del último siglo, nos pareció que el presente valumen resultaría valioso, interesante y homo ... géneb recogiendo en él estas tres piezas, tan diferentes de las· que se estilan ogaño en los congresos . .El general Antonio Nariño, precursor de la independencia, nació en Santafé en 1765 y murió en la Villa de Leiva en 1823. Lospri - 6 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA meros treinta años de su vida se deslizaron de la mejor manera que podía esperarIo un criollo dentro de la administración colonial: casó en 1785 con doña Magdalena Ortega: desempeñó la alcaldía de la ciudad; tuvo grandes y prósperos negocios de comercio; fue tesorero de diezmos y encabezó un centro literario de mucho renombre en la historia de nuestras letras. Sin embargo, al publicar el año de 1794 «Los Derechos del Hombre~, en la imprenta que él mismo había introdúcido un año antes, se convierte en un calvario su vida, y ya no encontrará la paz sino en el sepulcro. Procesado por conspirador, se le confiscan sus bienes y se le condena a diez años de presidio en Africa. Pero logra fugarse, y en Inglaterra y en Francia intenta obtener recursos para independizar a su patria; al regresar a Bogotá es apresado nuevamente y en seis años de reclusión su 'salud desmejora hasta el punto de serIe preciso aplicarse a negocios de campo, porque sólo en él tendrá posibilidad de mejoría. Preso otra vez en 1809, recobra la libertad después del 20 de julio del año siguiente, para servir en los penosos días del nacimiento de la república, primero como secretario' del congreso y luego en la presidencia de Cundinamarca. Le toca afrontar la intentona española de reconquista; en Pasto cae prisionero por tercera vez, y d~ra seis años en los presidios de Guayaquil, El CaUaó, Li- NARmo, SANTANDER, ARBOLEDA 7 ma y Cádiz. Regresa a Colombia, y aquí es, entre los personajes de calidad. la primera víctima del odio, dios popular de la política entre nosotros. Por último, su vida se extingue en Leiva. lejos de todo ruido; y allí, con sublime estoicismo, aguarda la llegada de la muerte. Al recibir en la Academia Colombiana de Historia a don Guillermo Hernández de Alba, a quien debemos el conocimiento de diez años de la existencia de Nariño que permanecían en completa oscuridad, pretendimos señalar la manera providencial y maravillosa como se acompasó la vida del Precursor, a la de la república. En verdad-dij imos entonces-los vaivenes de la patria se acuerdan y cursan armónicamente con los de la existencia del Precursor, cual si tal existencia fuese el canto o el tema central de aquella gran sinfonía que se inicia con la llegada de Mutis y termina con los broncos v fortísimos compases de los cañones del santuario. Nunca como en .la sexta década del siglo XVIII fueron tan claras las características de la colonia: en el abandono del mundo y ordena9ión sacerdotal de don J osé de Salís culmina el sentimiento religioso que informó todos los . actos de nuestros pasados y que más que un truto espontáneo y lozano solía ser producto de meditaciones, de luchas entre el espíritu y j 8 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA la carne, de desengaños, de tedio en ese vivir ~modorrido, inútil, sin ambiciones y sin gloria, que en Indias se llevaba desde que la aventura y el Dorado murieron con las razas primitivas. En don Miguel de Santisteban. a cuyo cargo estuvo la residencia del Virrey-fraile, se cifra el rábula malicioso que, más que a impartir justicia, venía a hacer méritos, exagerando el celo y el rigor, para alegarlos cuando a la corte se tornase. Y en la quietud inenarrable de aquella época están mejor que nunca sintetizadas la indolencia intelectual y la opacidad de emoción en que vivieron, o mejor dicho, arrastraron sus horas, los colonos de don Felipe, de don Fernando y de don Carlos. Nariño es el último de los santafereños na· cidos en la profundidad de aquella profunda Santafé. Desde la década siguiente las primeras brisas de inquietud, de curiosidad y de estudio, habrían de rizar, aunque todavía levemente, las aguas de ese mar muerto. De modo que, por razón de nacimiento, bien podemos considerar a este vástago del contador real don Vicente Nariño y de doña Catalina Alvarez del Casal,- como un refinado producto de la colonia. Empero el soplo escapado de los labios de Mutis se va tornando en brisa. en viento y en huracán que barre las brumas de ignorancia y pereza, para que verdeen y granen las inteligencias que con mano amiga cultIvara el NARmo, SANTANDER, ARBOLEDA . 9 gran botánico; y Santafé abandona su marasmo, lee y discute a los encicIopedistas, investiga, sonríe, y se anima en las tertulias literarias en cuyo centro Nariño es también el arquetipo de aquel siglo que muere y de la naciente inquietud. No duran mucho, sin embargo, los inconscientes aleteos de una república que, sin saberIo, pretendió nacer de la revuelta de los comuneros del Socorro y de la publicación de los «Derechos del Hombre>; como el propio impresor, ella desmaya y casi muere durante diez largos años en que parece esfumarse de la historia, cual parecía esfumarse la vida del gran bogotano.. Pero súbito resuenan otra vez y a un mismo tiempo y briosamente y en nítidos acordes, el clamor de una nación que reclama su independencia y el de un hombre que conquista la suya y se pone a la cabeza de su pueblo. Y desde ese momento hasta quedar abandonado en las montañas de Pasto, la vida de la república es la suya: melodía y acompañamiento van ahora acompasados, sin discrepancias ni disociaciones. Con la caída del exdictador de· Cundinamarca en manos de Aymerich empiezan los hados a favorecer a los pacificadores y se inicia para nosotros aquella larga era de padecimientos, aquella ola de sangre, en campos y banquillos, que sólo concluirá en Boyacá en 10 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA 1819, con la derrota de las tropas del rey. Paralelamente, la existencia del Precursor entra en un nuevo período de tribulación. Ni la patria ni él pueden saber cual será suerte. Y es curioso que, con pocos meses de diferencia, una y otra obtengan definitivamente la libertad. Restituído Nariño, a sus lares, es con él, como mandatario, con quien se entiende el congreso que dicta la ley fundamental de la república; de modo que preside el verdadero nacimiento de Colombia que, para que nada falte en la grandiosa sinfonía, ha de poner en ella la única discordancia entre el hombre y la república: la de la ingratitud. Finalizando el año de 1823, Bolívar salió para el Perú a darle libertad con nuestra sangre; mientras Nariño, en tanto, partía para la Villa de Leiva. Siguiendo los pasos a la tropa libertadora iba ya el espectro de la desunión que a poco tomaría vigor en Valencia para culminar, como la vida del Genio Americano, en la disgregaci6n definitiva, cuando él cumpliese 47 años, y 11 la Gran Colombia. Nariño, por su parte, llevaba también la muerte al anca de su caballo. La melodía iba a finar antes que los postreros trémolos del conjunto. Pero, en todo caso, con Nariño moriría la patria que comenzó a esbozarse cuando él nació. La frase de Rueda Vargas es justa: Nariño fue la patria misma. NARIRO, SANTANDER, ARBOLEDA * 11 •* Con respecto al general don Francisco de Paula Santander, extractamos a continuación su biografía, tomándola del excelente libro que sobre esta gran figura colombiana escribió nuestro amigo y colega don Manuel José Forero. Nació el Hombre de las Leyes-como le llamó Bolívar después de la glorificación de Ayacucho-el 2 de abril de 1792 en la villa del Rosario de Cúcuta, y vino a verificar sus estudios en la capital del Virreinato de la Nueva Granada trece años más tarde; en el Colegio de San Bartolomé recibió las lecciones que le dotaron de una instrucción general y las especiales de jurisprudencia, apropiadas a sus aptitudes y carácter, que habrían de permitirle servir a la futura república en su desenvolvimiento civil. Pero cuando los patriotas se congregaron en la plaza mayor de Santafé el 20 de julio de 1810, y llegó a oídos del vivaz estudiante el clamoreo de su pueblo por la libertad, abandonó las aulas y se trasladó a las milicias organizadas aquel día memorable, y de las cuales no habría de faltar sino hasta el momento en que Colombia fue libre. « Tomó parte en las contiendas federalistas y centralistas de la primera edad de la república; posteriormente combatió alIado de Bolívar con- 12 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tra los españoles.que trataban de mantener bajo la dependencia de España el suelo de la Nue.va Granada; y cuando cayó en manos de Morilla dada la superioridad de sus fuerzas y la división política que había agrupado en dos bandos a los dirigentes del gobierno emancipador, se dirigió a las llanuras orientales con algunos re$tos del ejército que mantuvo encendida en aquellas regiones desiertas la antorcha de la libertad. Santander organizó allí tropas regulares que preparaba con ahinco para las futuras acciones de guerra; más tarde estuvo de nuevo al lado de Bolívar, que luchaba en Venezuela por la independencia; después regresó a los llanos de Casanare, y, de acuerdo con el Libertador, se preparó para invadir a la Nueva Granada, cuyos mejores hijos habían perecido en el cadalso en el luctuoso período de 1816 a 1819. El 4 de junio pasó el Libertador el río Arauca mientras su propio ejército avanzaba a reunirse con la División de vanguardia preparada por el general Santander; reunidos todos sería tarea fácil verificar inmensos sacrificios con aquel conjunto de hombres dispuestos a lograr la libertad de su patria, y obtener el ambicionado triunfo con la posesión del viejo Virreinato. El 25 de julio siguiente los ejércitos enemigos habrían de encontrarse en Pantano de Vargas; y el 7 de agosto en el Puente de Boyacá. La acción de armas que se libró en este últi- NARffiO, SANT ANDER, ARBOLEDA 13 mo lugar, aunque breve por su duración y desprovista de brillo militar por sus características espéciales, fue definitiva para la libertad de Colombia y ahorró para el porvenir de ella la sangre generosa de muchos de sus hijos. El 21 de agosto del mismo año el Libertador ascendió a Santander a General de División, como reconocimiento de su participación intrépida en la batalla de Boyacá, de su .pericia en los combates anteriores y de sus desvelos por preparar aquellas tropas que dieron a Colombia su más puro día de gloria. Y, en aten.ción a la necesidad de continuar la guerra, .designó igualmente a Santander para ejercer el gobierno de Cundinamarca, mientras él se dirigía a dar cuenta al Congreso de Venezuela y a movilizar los ejércitos contra los españoles venidos de la Península a verificar la reconquista. El Congreso de Cúcuta (1821) eligió Presidente de Colombia a Bolívar, y vicepresidente a Santander; pero el primero, al aceptar esa altísima investidura, 10 hizo con la expresa condición de que Santander presidiera en realidad aquella gran república, por considerar-escribió-que sus talentos, virtudes, celo y actividad ofrecen a la república el éxito más completo en su administración. <Tocó, pues, al general Santander dirigir los primeros pasos de Colombia como pueblo libre, mas no' en el sosiego de la paz sino en medio de los azares de la guerra. No solamente aten- 14 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA dió entonces a los afanes de la simple administración gubernamental sino que dio a Bolívar la cooperación que él necesitaba en hombres y en elementos para continuar con provecho la guerra de la independencia, llevándola hasta Bolivia y el Perú. Bolívar dio público testimonio de ello en carta del 13 de noviembre de 1824, escrita en Chancay, poco después de las grandes batallas que confirmaron y consolidaron la libertad de toda la América del Sur. <Cuando ocurrió en '\'alencia (Venezuela) la rebelión de Páez contra el gobierno central de Bogotá, volvió Bolívar a Colombia. En ella prevalecía entonces el concepto de la legislaeión que había venido a sustituir, debido a la acción de Santander, a la autoridad militar y al concepto del caudillo; consideró el Hombre de las Leyes que mientras la guerra hizo necesario ese concepto fue oportuna su aplicación; pero que una vez vuelta la normalidad, y organizada la vida ciudadana, debían gobernar los principios y las leyes que los pueblos se dieran a sí mismos. Por eso, cuando la Constitución Boliviana fue recomendada a la consideración de los hombres públicos de Colombia, Santander demostró francamente su oposición y llevó consigo a los influentes amigos que le acompañaban. En lo tocante a la rebelión de Valencia debemos recordar que Bolívar, en ejercicio de la magistratura, per- NARffiO, SANTANDER, ARBOLEDA don6 al jefe venezolano (uno de los más ilustres de la independencia) su desacato al gobierno central y sustrajo de la obediencia a Santander algunas provincias de la república. cProclamada por Bolívar la dictadura, Santander manifest6 también entonces su abierta oposici6n a ella; hizo palpable su adhesi6n a la Constituci6n de Cúcuta y pens6 en retirarse del país. Vino el 25 de septiembre de 1828, fecha infausta para Colombia, en que se armaron con el puñal parricida algunos de los más tenaces enemigos·,ee la dictadura de Bolívar, y, como consecuencia de ese atentado que la Providencia frustr6, la reacci6n de un grupo militar adicto a Bolívar hizo que los castigos fueran enérgicos y la persecuci6n· vigorosa. Santander fue aprehendido entonces como conspirador; pero no habiéndole podido probar el tribunal que hubiese tenido participaci6n en el atentado dicho, y previa la opini6n del Consejo de Ministros, Bolívar conmut6 a Santander la pena capital por la de destierro del país. «Hallábase en Europa cuando la preponderancia política de sus partidarios 10gr6 de nuevo el supremo influjo en el Estado. Fue elegido presidente de la república por el congreso, y volvi6 a la Nueva Granada en virtud de ello. Dispuso de medios suficientes para go.., bernar democráticamente un país que había soportado ya las espinas de la dictadura, y 16 BIBLIOTECAALDEANA DE COLOMBIA continuó entonces la tarea de formar la conciencia ciudadana, tal corno lo había hecho en 1819, tal corno lo realizó desde 1821 hasta 1827 desde el sillón de los presidentes. «Concluído su período de mando se retiró por algunos días a la vida privada, volvió al Congreso posteriormente, y falleció en Bogotá el 6 de mayo de 1840. «Cay6 entonces la losa sepulcral sobre sus despojos, pero la patria grabó en el mármol y el bronce su nombre procero; en un soplo se extinguió su vida fecunda, pero Colombia continúa repitiendo las palpitaciones de su gran corazón; dijo el último adiós a sus conciudadanos, pero el patriótico acento de sus enseñanzas perdura a través de una centuria realizando en el suelo que ilustró con sus hechos y engrandeció con su heroísmo, los supremos ideales de la repúpública .• * ** Don Julio Arbdeda nació en la hacienda de San Vicente de Timbiquí, en la costa del Pacífico, el 9 de julio de 1817. Su familia, una de las más castizas de la noble Popayán, poseía allí minas de oro, y cuando Sámano inició la reconquista del sur de la Nueva Granada, hubo de refugiarse en San Vicente, pues la mayoría de sus miembros se había distin- NARI~O, SANT ANDER, ARBOLEDA 17 guido por sus servicios a la causa de la Independencia. Don ) ulio recibió los primeros conocimientos de labios de sus abuelos maternos don Manuel Antonio Pombo y doña BeatrizO'Donnell. En seguida acompañó a su padre a Europa, en 1830, y en Inglaterra cursó humanidades, hasta obtener en la Universidad de Londres el título de bachiller en artes. Concluídos sus estudios, viajó por Francia e Italia, antes de regresar a su patria en el año de 1838. En la Universidad del Cauca, y al mismo tiempo que desempeñaba la cátedra de literatura, estudi6 derecho civil y ciencias políticas. En la guerra civil de 1840, Arboleda tomó las armas en contra de Obando, y bien pronto fue nombrado ayudante del general Herrán. Mas como el gobierno del Ecuador había auxiliado con tropas al de la Nueva Granada para debelar la rebelión de Pasto, Arboleda fue enviado al Ecuador a discutir con el presidente Flores la pretensión de que para recompensarle sus servicios la Nueva Granada le cediera al Ecuador una parte de las provincias de Pasto y Túquerres. Desempeñada su comisión .diplomática, Arboleda regresó al país e hizo la campaña del norte a las órdenes de Herrán y de Mosquera. Concluída la guerra, se retiró del ejército con licencia indefinida para entregarse a sus negocios y a sus labores Htera- 18 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA rias, y emprendió en la gigantesca obra de su poema Gonzalo de Oyón. En los ocho años de paz que siguieron concurrió varias veces al congreso, donde pronto conquistó fama de excelente orador. En 1849, encendida de nuevo la guerra civil, Arboleda inició en Popayán la oposición al gobierno de López, en su periódico El M is6(oro; reducido a prisión, escribió en ella su poesía Estoy en la cárcel, una de las más vehementes que hayan visto la luz en Colombia. Don Sergio Arboleda, hermano de nuestro poeta, logró comprar armas en Quito y allegar allí -recursos para intentar una revolución en el sur. Don Julio, que había podido salir de la cárcel y pasar al Ecuador, penetró en Colombia al frente de alguna tropa; pero bien pronto fue derrotado y hubo de emigrar al Perú, donde permaneció, entregado al periodismo y a la enseñanza. hasta 1853. De Lima se trasladó a Nueva York, y en 1854 regresó a Bogotá. Fue entonces cuando, como presidente del Senado, dio posesión del poder ejecutivo al vicepresidente Mallarino, leyendo la magnínífica pieza que reproducimos en el presente volumen. En la guerra de 1860 Arboleda, que se hallaba en París atendiendo a la educación de sus hijos, regresó a Colombia llamado por el presidente Ospina, para oponerse a tvlosquera en el Cauca. Proclamado general en jefe de NARmo, SANTANDER, ARBOLEDA 19 las fuerzas constitucionales unidas del Cauca y de Antioquia, se le candidatízó por parte de los gobiernistas para la presidencia de la república, en cambio del general Herrán, a quien se tenía desconfianza por ser yerno de Mosquera. Un incidente sin importancia dio pie al presidente ecuatoriano García Moreno para dirigirse contra la Nueva Granada; pero Arboleda le salió al encuentro y le hizo ..¡,:>risionero. Cuando regresaba victorioso, recIbió cerca de Popayán la noticia de haber sido derrotado por los revolucionarios en Cartago el general antioqueño Henao, su aliado; entonces Arboleda contramarchó al sur, adelantándose solo con sus edecanes hacia Pasto. En el camino, al atravesar la montaña de Berruecos, fue asesinado a traición, como años antes lo había sido Sucre, el 12 de noviembre de 1862. Aparte de sus poesías-que son su mejor título literario-coleccionadas por don Miguel Antonio Caro y publicadas. en Nueva York por sus hijos, y del discurso que aquí reproducimos, célebre en la oratoria colombiana, Arboleda publicó los siguientes folletos: Julio Arboleda a sus compañeros de armas (Popayán 1845); Los tres candidatos para la presidencia de la Nueva Granada (Bogotá, 1845); Los J esuítas (1848); Visita del general Tomás CiPriano de M osquera a Popayán (Bogotá, 1850); A los señores editores de La Gaceta, El NeoGranadino y El Conservador (1850); Al Con- 20 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBiA (Popayán, 1851). Además, redactó en Popayán El M is6foro, periódico del cual existen seis números en la Biblioteca Nacional; aunque Laverde Amaya menciona el número 9 como reimpreso en Bogotá. Es muy de lamentarse que un hombre de tan brillante numen y de tan excelente preparación como don Julio Arboleda, se hubiera visto envuelto tan por completo, en las luchas políticas de su tiempo, y restado así a la producción literaria. Don José María Samper nos refiere que, como orador parlamentario, sedujo a sus contemporáneos, pues «ninguno había sido tan incisivo y correcto, tan académicamente literario ni tan variado en su elocuencia:. y pocos trataban como él los temas tan por lo alto, en estilo vigoroso, erudito y grandilocuente, que en ocasiones alcanzaba el tono patético, con arrebatadora entonación. Como poeta fue una de las más atrayentes figuras del romanticismo en Colombia y como hombre, su accidentada vida daría tema para una excelente biografía novelada de las que recientemente han puesto en boga Zweig y Maurois. greso Granadino ANTONIO NARIÑO SU DEFENSA ANTE EL SENADO Señores -de la cámara del senado: Hoy me presento, señores, como reo -ante el senado de que he sido nombrado miembro, y acusado por el congreso que yo mismo he instalado, y que ha hecho este nombramiento; si los delitos de que se me acusa hubieran sido cometidos después de la instalación del congreso, nada tenía de particular esta acusación; 10 que tiene de admirable es ver a dos hombres que no habrían quizá nacido, cuando yo ya padecía por la patria, haciéndome cargos de inhabilitación para ser senador, después de haber mandado en la república, política y militarmente en los primeros puestos sin que a nadie le haya ocurrido hacerme tales objeciones. Pero lejos de sentir este paso atrevido. yo les doy las gracias por haberme proporcionado la ocasión de poder hablar en público sobre unos puntos que daban pábulo a mis enemigos para sus murmuraciones secretas; hoy se pondrá en claro, y deberé a estos mismos enemigos no mi vindicación, de que jamás he creído tener necesidad, sino el poder hablar sin 24 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA rubor de mis propias acciones, ¡Qué satisfactorio es para mí, señores~ verme hoy, como en otro tiempo Timoleón, acusado ante. un senado que él había creado, acusado por dos jóvenes, acusado por malversación, después de los servicios que había hecho a la república, y el poderos decir sus mismas palabras al principiar el juicio: «oíd a mis acusadores-decía aquel grande hombre-oídlos, señores, advertir que todo ciudadano tiene derecho de acusarme, y que en no permitido, daríais un golpe a esa misma libertad que me es tan glorioso haberos dado». Tres son los cargos que se me hacen, como lo acabáis de oir: l. o De malversación en la tesorería de diezmos, ahora treinta años; 2. o De traidor a la patria, habiéndome entregado voluntariamente en Pasto al enemigo, cuando iba mandando de general en jefe la expedición del Sur el año de 14;, 3.o De no tener el tiempo residencia en Colombia, que previene la cOhstitución, por haber estad9 'ausente por mi gusto, y no por causa de la:';república, . No comenzaré, señores, a satisfacer estos cargos implorando, como se hace comúnmente, vuestra clemencia y la compasión que naturalmente reclama todo hombre desgraciado; no, señores, me degradaría si después de ha- de ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 25 ber pasado toda mi vida trabajando para que se viera entre nosotros establecido el imperio de las leyes, viniera ahora al fin de mi carrera a solicitar que se violasen en mi favor. Justicia severa y recta es la que imploro en el momento en que se va a abrir a los ojos del mundo entero el primer cuerpo de la nación, y el primer juicio que se presenta. Que la hacha de la ley descargue sobre mi cabeza, si he faltado alguna vez a los deberes de un hombre de bien, a lo qÚe debo a esta patria querida, d a mis conciudadanos. Que la indignación pública venga tras la justicia a confundirme, si en el curso de toda mi vida se encontrase una sola acción que desdiga de la pureza de mi acreditado patriotismo. Tampoco vendrán en mi socorro documentos que se pueden conseguir con el dinero, el favor y la autoridad; los que- os presentaré están escritos entre el cielo y la tierra, a la vista de toda la república, en el corazón de cuantos me han conocido, exceptuando sólo un cortísimo número de individuos del congreso que no veían, porque lés tenía cuenta no ver. Así mi vindicación sólo se reducirá a recordaras compendiosamente la historia 'de los pasajes que se me acusan, acompañada de los documentos que, entonces existían y de algunas reflexiones nacidas de ellos mismos. Seguiré el mismo orden . en que se ha propuesto la acusación. 26 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA En el año de 1789 fui nombrado tesorero general de diezmos,· por el virrey Lemus, contra el dictamen y voluntad de los canónigos, porque estaba en posesión de este nombramiento, dando una fianza de sólo ocho mil pesos, que era la misma que habían dado todos mis antecesores. Como el cabildo eclesiástico estaba en posesión de hacer este nombramiento, ocurrió al rey, y en el año de 1791, vino ganado el recurso por el cabildo, facultándolo, además, para que pudiera nombrar de tesorero a uno de los de su cuerpo. Inmédiatamente se mandó dar cuenta, y entregar el empleo al canónigo doctor don Agustín de Alarcón. En el término de veinte días, rendí mis cuentas, que subieron a cerca de medio millón de pesos, y enttegué lo que, según ellas, resultaba haber en caja. Se me dio mi finiquito, y el canónigo Alarcón siguió, interinamente despachando la tesorería. Llegado el tiempo de las elecciones me presenté, ofreciendo cuarenta mil pesos de fianza efectiva, y además cuatro abonadores que respondiesen de cuanto entrase en mi poder. Se me admitió la propuesta y fui nuevamente nombrado por el arzobispo, deán y cabildo. Seguí despachándola sin ninguna falta hasta el 29 de agosto de 1794, en que a las diez de la mañana se me apareci6 en mi casa el oidor d011 Joaquín Mosquera, con tropa, y me intim6 arresto, dejándome en ella con un cen- ANTONIO NARIRO - SU DEFENSA 21 tiRela de vista, y a las órdenes de un oficial. El mismo día, por la tarde, se comenzó el embargo de mis bienes, y a las siete de la noche fui conducido con la misma tropa al cuartel de caballería, en donde se me encerró sin comunicación, que duró por el espado de dos meses, sin oir hablar de otra cosa que oe cargos de insurrección, de presos, y de delitos de lesa majestad. A los dos meses se me anunció por el juez que me había resultado un alcance en la tesorería de ochenta o noventa mil pesos, y que al otro día vendría uno de los abonadores pa· ra que en su compañía <hiciera una manifestación de mis bienes>, Se hizo, en efecto, y es la que corre a la frente de uno de los cuadernos del concurso, <que pasa de ciento veintiseis mil pesos», es decir, de cosa de cuarenta mil pesos más de lo que se .decía que era el alcance que se había hecho sin intervención mía. En las vísperas de mi prisión, cuando toda la ciudad estaba consternada con motivo de las prisiones que habían comenzado por unos pasquines que se habían puesto en ausencia del virrey, hice sacar de mi casa unos baulitos llenos de libros prohibidos, por temor de que fuesen a hacer algún registro, pues el de que me prendieran jamás me ocurrió, por no tener parte ni relaciones con los pasquineros, que ya estaban presos. Estos baúles pesados, 28 BIBLIOTEOA ALDEANA DE COLOMBIA y sacados de noche de mi casa, dieron motivo a la maledicencia y a la adulación para que se dijese que estaban llenos de onzas de oro, y aunque al fin parecieron los baúles y los libros, que después de mi prisión se habían llevado por uno de mis hermanos a enterrar en casa de la señora Mariana González y de allí a la hacienda de Serrezuela, de donde se trajeron a la Capuchina, la idea de la extracción de dinero permaneció en la boca de mis enemigos, o más bien en la de los que querían por estos medios manifestar su fidelidad al rey. Se siguieron las dos causas de impresión de los Derechos del Hombre y del concurso de mis bienes para cubrir el alcance; y como la idea era hacerme sospechoso a toda costa, se manejó de tal modo esta última, que a pesar de mis continuas reclamaciones que se ven en los autos, y «del allanamiento del arzobispo y venerable cabildo con los fiadores concediéndoles plazos para que pagasen con el producto de mis bienes, al fin se les ejecutó para hacer la cosa más ruidosa, y darme odiosidad con úna porci6n de familias, a quienes con razón o sin ella, debía dolerles verse despojar de sus intereses para pagar una fianza que jamás habían pensado tener que lastar. 1-..... La tesorería de diezmos no está en el caso de los demás empleos de administración de rentas. A mí no se me pasaba casa. caías. ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 29 faltas, ni moneda falsa; no se hacía tanteo cada año ni nunca; presentaba mi libro de entradas y los libramientos que había pagado, y por uno y otro se veía lo que quedaba en mi poder. Mi obligación, en una palabra, era recibir los enteros, pagar los libramientos y entregar la tesorería cuando llegase el caso, como lo verifiqué el año de 91. El dinero entraba en mi poder, no en depósito, sino bajo la fianza ilimitada que había dado, para poder negociar con los sobrantes, como lo habían hecho mis antecesores, con menos fianza, y como lo hacía públicamente con conocimiento de todos los interesados, sin que a nadie le pudiese ocurrir que yo pagase las oficinas, los libros, las faltas de moneda, las cajas y que diese una fianza ilimitada, sólo para percibir 850 pesos que se consumían en los gastos enunciados. El manejo, pues, de los caudales sobrantes, no era un abuso, una falta de confianza. ni un procedimiento que desmintiese mi hombría de bien; y la prueba de este concepto público lo voy a demostrar: yo desafío a mis acusadores a que presenten en su favor un documento igual o que se le parezca.. El año de 91 se me manda entregar la tesorería al cabildo eclesiástico: es público y notorio a cuantos existían en esta ciudad en aquel tiempo, que ya tenía las mismas negociaciones de comercio que el año de 94; es 30 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA igualmente notorio que en aquella época tenía en giro más de cien mil pesos, y que a los veinte días de habérseme mandado entregar, rendí mis cuentas y entregué el dinero. Yo llamo aquí la atención del senado y del público: ¿ Cuánta sería mi reputación de hombria de bien cuando no sólo encuentro en veinte días modo de cubrir la caja, sin alterar ni tocar mis negociaciones, sino fiadores que después de esto respondan por mí de más de trescientos mil pesos? Reflexionad, señores, qué número de personas, todas pudientes, se necesitan en una ciudad como la nuéstra pa·· ra llenar estas dos partidas en tan corto tiempo: los unos me auxiliaban con su dinero; los otros, con sus fincas, para ofrecer y dar una fianza de que no ha habido ejemplo. Y en .el día, ¡Dios justo! ¡Dios eterno! me veo tratado por esta misma causa de ladrón .... ¿ y por quiénes? .... el público los conoce mejor que yo, y no es tiempo de distraer vuestra atención del asunto principal. Toda la ciudad se reunió a mi favor, v contra la prevención y sentimiento del venerable Deán y cabildo vuelvo a ser nombrado tesorero por el mismo cabildo, Pasan tres años sin que en todo este tiempo se oyera una reclamación de ninguno de mis fiadores, a pesar de que todos sabían mis negociaciones. Llega el día funesto de mi prisión, no por este motivo, como han dicho mis calumniadores, sino ANTONIO NARffiO - SU DEFENSA 31 por haber publicado los sacrosantos Derechos del Hombre; y arrastrado a un encierro, se apodera el juez de mis papeles, «y se me for~ ma un alcance sin intervención mía», a pesar de las disposiciones legales que previenen 10 «contrario~. Dos meses se pasaron sin que el reverendísimo arzobispo y venerable cabildo pensasen en proveer el empleo, porque estando asegurados sus caudales, y no habiendo dado motivo para que se me despojase de él, sólo mi causa podía obligados a dar este paso. Así se verificó, y convencidos ya de que debía continuar arrestado, se trató de nombrar tesorero, y por de contado de entregar la cantidad que por las cuentas del contador resultaba contra mí. Si yo me hubiera hallado en el caso del año de 91, todo se habría concluído como se concluyó entonces; pero las circunstancias eran muy diversas: el aspecto de un criminal en causa de estado, mudó toda la escena en mi contra; era preciso hablar y obrar en contra mía, o hacerse sospechos() para con el gobierno y la real audiencia; no había medio, los momentos eran críticos, y el partido que se había de elegir, fácil de adivinar; me quedé solo con un corto número de parientes y amigos que arrostraron el peligro, y el resto me declaró la guerra. Se formó el concurso a mis bienes, y todo habríl:!-quedado concluído en muy poco tiem- . 32 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA po, si la naturaleza de mi causa no lo hubiera impedido. Me hallaba encerrado, no podía por mí mismo dar un paso en el asunto, no sabía otra cosa que lo que el juez me traía a la prisión para que firmara, cuando mi cabeza estaba ocupada sólo en pensar cómo la salvaría. Mis fiadores, después de muchos meses de contestaciones inútiles, insignificantes y perjudiciales a sus intereses y a los míos, se vieron precisados a pagar, pero se les entregaron mis bienes, nombraron ellos mismos administradores, y hasta hoy ignoro el resultado de esta administración, ni lo que los bienes embargados produjeron. Los señores Gómez y Azuero no deben ignorar la enorme diferencia que hay entre una quiebra fraudulenta y un descubierto, que hubiera sido momentáneo, sin las circunstancias que lo acompañaron. ¿Será fallido un negociante que teniendo arreglado su comercio a crédito, se le prende intempestivamente, se le embargan sus bienes, se almacenan y dejan podrir sus frutos, perder sus deudas y disipar su caudal? Hasta hoy, señores, hay bienes míos almacenados; hasta hoy, después de 29 años, hay deudas cobrables sin cobrar; hasta hoy hay cantidades en depósito. sin pedirse. ¿ y seré yo culpable de que lloren estas familias que se hicieron cargo de estos bienes, de estas deudas y de estos depósitos, cuando a mí no me ha sido permitido hacerla? ¿ Sería ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 33 justo que aun cuando yo hubiera adquirido nuevos fondos, les hubiera pagado, sin que me dieran cuentas, o me entregaran lo que se me había embargado? Pues con cuánta menos razón se me debe hacer cargo, cuando siempre me he visto imposibilitado de hacerla, porque padeciendo, o mandando, siempre he estado ocupado en servicio de la patria: de esta patria contra quien hoy también se me acusa de haber sido traidor. ?~ La exposición que aparece. en el acta que se acaba de leer es una equivocación nacida del transcurso de los años que han pa~ado desde aquel tiempo hasta el día. La fianza que di, como se ve por la certificación del escribanb público, documento número 2.0, no sólo fue de 80.000 pesos, sino ilimitada; y constando por el documento número 11, que en el año de 98 se dio carta de lasto a mis fiadores, ma ¡ podía deberse cantidad alguna a diez., mas hasta la época de la revolución. Los bienes embargados subían a 126.000 pesos, y el alcance formado sin intervención mía, porque estaba en un encierro, sólo llegó a 81.264 pesos 6 reales 7 y cuarto mrs. Tanto el V. C. como mis fiadores se disputaron la , posesión de éstos, y si los fiadores vinieron al fin a lastar, fue por culpa suya, pues que no sólo se les propusieron por el arzobispo y V. C. moratorias para que fueran pagando con el producto de mis bienes embargados, sino que 34 BIBLIOTECA ALDEANA DE COIOMBIA se conformaban con éstos, para cubrir la caja; y los fiadores resistieron lo uno y lo otro, como se ve en los documentos 4 y 6 ya citados. Al tiempo de mi prisión había en Cúcuta, en poder de don Pedro Chauveau, entre otras partidas, la de 300 cargas de cacao, compradas a 21 pesos, con un año de anticipación, para remitidas a Veracruz y que se vendieron en CÚcuta mismo a 36 pesos 4 reales. La cuenta con Chauveau subía a más de 15.000, pesos. En Cartagena había 5.555 arrobas de azúcar para remitir a España. cuyo principal y costos hasta aquella plaza, subía a 10.164 pesos 2 y cuarto reales. En la Habana, en poder de don Manuel Quintanilla, había 80 churlas, con 9.925 libras netas de quina, que se estaban vendiendo desde 12 hasta 13 reales libra. Las primeras 15 churlas vendidas antes de mi prisión, produjeron 2.785 pesos, como se ve por el documento número 10 que pido se lea. A esta proporción las 80 churlas hubieran producido 14.R63 pesos, si no se hubiera interrumpido su venta; sin contar el mayor precio de las que se remitieron a Veracruz, de 4 reales más en libra a que se vendieron. En Cádiz, en poder de don Manuel Corsés Díaz, había 166 churlas, con peso neto de 26,282 libras de quina, y en esta ciudad, además de mi casa adornada, de las joyas y alhajas de mi ANTONIO NARI80 - SU DEFENSA 35 mujer, de mi librería, avaluada en más de 3.000, pesos, se me debían, en sujetos abonados, 41.447 pesos 5 y cuartillo reales. En las .moratorias que el reverendo arzobispo y su venerable cabildo propusieron a los fiadores, la mayor cantidad que se les pidió de contado, era de 16,000 pesos, y 10 demás a ido pagando por meses, de a 1.000, 2.000 Y 3.000 pesos, según iban corriendo los años. Vistas las partidas de arriba, ¿ quedará duda de que hubieran podido cumplir con las moratorias, sin' poner un real de su bolsillo? Y si fue culpa suya y no mía el no haberlas admitido, ¿seré yo el responsable, el culpado en que después se les haya olbIigado a hacer el 1asto? ¿Se me podrá dar el honroso título de fallido, porque teniendo en su poder los fiadores mis bienes, los han dejado perder? Yo he pedido muchas veces esta cuenta, yo me he presentado a la Real Audiencia demandando a los fiadores para que me la den, y paguen el sobrante que debió resultar a mi favor, y ni aun pude conseguir que se pagase la dote de mi mujer, graduada con preferencia a los mismos fiadores. ¿Qué extraño es, pues, que haya otras deudas, como la dote de mi mujer, sin pagarse, si los fiadores no han querido rendir las cuentas? ¿Sería indiferente para mí el que se pagase o no la dote que debía entrar en mi bolsillo? Esta es una prueba clara, indubitable de que me ha sido imposible vencer la resis- 3«4 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tenciaJlque se me ha opuesto constantemente a la liquidación de esta ruidosa cuenta. Queda, pues, demostrado que el año 1791 entregué la tesorería de diezmos al venerable Deán y cabildo, por disposición del Rey, y que en el manejo de 482,351 pesos, o cerca de medio millón de pesos, no me resultó ni un solo real de alcance, porque pude por mí mismo formar mis cuentas y entregar el empleo. Queda igualmente demostrado que en el año de 94, aunque por la cuenta del contador de diezmos, formada sin intervención mía, resultó un alcance de 81.000 y más pesos, se me embargaron bienes que no sólo cubrían esta cantidad, sino que me quedaba un sobrante de muchos miles. Tercero: que habiéndose los fiadores hecho cargo no sólo de los bienes suficientes para cubrir el alcance de la cuenta, sino del total que subía a más de 126.000 pesos, aunque lastaran al principio la fianza, por el mal modo con que se manejó el asunto, ellos y no yo, son los responsables a ia cantidad sobrante, para cubrir la dote de mi mujer, y alguna otra pequeña deuda que resulte de mis negociaciones. Cuarto: que siendo mis fiadores responsables a todos los acreedores que se presentaron al concurso de estos bienes, por haber cantidad suficiente con qué pagados, no habiendo dado ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 37 cuenta de su producto; y no debiendo yo en el día ni a particulares, ni al tesoro, público, ni a la mesa capitular, de diezmos, el epíteto de fallido que se me da es un insulto, una calumnia de Diego Gómez, inventada para sus fines particulares, Que se lean las certificaciones de los ministros del tesoro público y del notario y contador de diezmos, Vosotros los acabáis de oir, señores, con documentos incontestables' no sólo no sov deudor al tesoro público, a los diezmos, ni ~ los fiadores de la tesorería, sino que éstos me son responsables del sobrante de mis bienes, después de cubierto el concurso que a ellos se formó, por efecto de la prisión que sufrí, por haber publicado 'los Derechos del Hombre, Fijad ahora, ilustres senadores, vuestr~s ojos sobre el acusado y los acusadores: fijadlos por un momento y comparad ... ¿Qué eran Diego Gómez y Vicente Azuero el año 94, cuando sonaba esta ruidosa causa, que dio el primer impulso a nuestras ideas? ¿En dónde estaban? ¿A qué clase pertenecían?. Pero no vamos tan lejos. ¿Qué eran al principio de nuestra transformación? ¿Quién los conocía? ¿Se ha~' bían oído ~onar sus nombres? .. ¿Y cuáles son sus serviCios durante estos doce años?. ¿Qué c{l~pañas han hecho? ¿A qué riesgos se han expuesto por salvar la patria? ¿ Cuáles han sido los sacrificios personales o pecuniarios que. debemos a estos dos amigos, dignos el 38 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA uno del otro?. Escuchadlos: sus nombres se han comenzado a conocer desde el año de 1~ El día memorable de la entrada en esta ciudad de las tropas libertadoras, mientras todas las gentes corrían a las armas para auxiliarse, para defenderse. para rechazar al enemigo, que aun no estaba enteramente des'truído, el señor Diego Gómez corría hacia la casa de la Botánica, en donde estaban .los bienes secuestrados por los españoles, forzaba y rompía las ventanas de la pieza en que se r.abían almacenado, cargaba con los fardos que le vinieron a las manos. ¿No os parece, señores, I~ un paso brillante, un mérito para sentarseel:--4.,:~ongreso y obtener después una toga? ¿No da una idea clara de su patriotismo, de su aesinterés, de su amor a la santa causa por 'que todos se armaban y peleaban aqt.lel día? ¿No es este benemérito ciudadano, este valiente atleta, el que me debe llamar criminal? ., ¿y cómo no se le ha formado una causa? Que lo diga su amigo, que era presidente de la junta de secuestros; y si no lo puede decir, porque recíprocamente se sirven, que lo diga el fiscal nombrado por la corte superior de justicia, que lo denu!1ció hace ya algunos meses, y cuyo resultado ignoramos ... ¿Y su amigo, su digno compañero de acusación, se empleaba con mejor éxito, sacaba mejor partido de la regeneración de la patria? Sí, señores: después de la presidencia de secuestros, r ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 39 de que ignoro si ha dado cuenta de su conducta, logró que lo nombraran juez de diezmos de Soatá; y en año y medio en sólo el manejo de 35.000 pesos, se comió 24.000 ¿No os parece que no desperdiciaba el tiempo? Y con esta quiebra fraudulenta, este verdadero fallido, se sienta también en el congreso, y tiene la avilantez de tomarme en boca para imputarme su infamia. En el día que hablo, hoy señores, aun no ha cubierto esta quiebra, y lo que tiene satisfecho no creáis que ha sido todo del dinero de los diezmos, nó: en libramientos, dados por el gobierno, con los novenos de su hermano, con los sueldos -1\etenidos de su amigo, y los suyos; con los sueldos de unos empleos, que por temor de no conseguirlos o de perderlos, es como se esforzaron a calumniarme para que no me sentara en el senado. Comparad, vuelvo a decir, las rapiñas de estos dos hombres, con los sacrificios pecuniarios que por mis cuentas y negoci~ciones se ve que he sufrido por amor a la causa de la libertad. Aquí véis a Gómez y a Azuero pillando para vestirse, para figurar, para darse una importancia que no se podían dar por sus servicios; y allá me veis sacrificando por la patria unas negociaciones que en menos de diez años me habrían hecho un hombre millonario. En sólQ..Cá:diz,' Veracruz y La Habana, . tenía 326 churlas de quina, que, como se ha visto por la cuenta del documento número 10, 40 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sólo 15 churlas que se habían. vendido antes de mi prisión, produjeron 2.785 pesos, a cuya proporción las 326 churlas dan 58.680 pesos; y computando las que había en camino, en esta ciudad y en contratas que aun no se han acabado de satisfacer que pasaban de 600 churlas, al mismo precio, subía su importe a 108.000 pesos. que por la mayor parte se han dejado perder. Lcl negociación de cacaos, como se ve por la última cuenta, que corre en los autos, de don Pedro Chauveau, aun sin remitir a Veracruz, se vendieron en Cúcuta mismo a 36 pesos, cuando sólo habían costado, el año antes, a 21 pesos. ¿ Y qué diremos de la negociación de azúcares comenzada al tiempo que se acababa de perder la isla de Santo Domingo, con la revolución de los negros, y de donde salían todos los años dos millones de cajas? Aquí llegué a comprar la arroba al mismo precio que se llegó a vender la libra en Europa. No hablo de otras negociaciones tan bien calculadas como éstas, porque esto basta para que se conzoca, hasta por los más alucinadas, si seré un fallido fraudulento, como Azuero, que se come los diezmos para figurar, a un hombre que ha sacrificado una fortuna brillante, por amor a la libertad. Suponed, señores, que en lugar de haber establecido una imprenta a mi costa; en lugar de haber impreso los Derechos del Hombre; en lugar de ANTONIO NARIl~O - SU DEFENSA 41 haber acopiado una exquisita librería de muchos miles de libros escogidos; en lugar de haber propagado las ideas de libertad, hasta en los escritos de mi defensa, como se verá después, sólo hubiera pensado en mi fortuna vparticular, en adular a los virreyes, con quienes tenía amistad, y en hacer la corte a los oidores, como mis enemigos se la han hecho a los expedicionarios. ¿Cuál habría sido mi caudal en los 16 años que transcurrieron hasta la revolución? ¿ Cuál habría sido hasta el día? .. ¿Y porque todo lo he sacrificado por amor a la patria, se me acusa hoy, se me insulta, con estos mismos sacrificios, se me hace un crimen de haber dado lugar con la publicación de los Derechos del Hombre, a que se confiscaran mis bienes, se hiciera pagar a mis fiadores, se arruinara mi fortuna y se dejara en la mendicidad a mi familia, a mis tiernos hijos? En toda otra república, en otras almas que las de Diego Gómez y Vicente Azuero, se habría propuesto, en lugar de una acusación, que se pagasen mis deudas del tesoro público, vista la causa que las había ocasionado, y los' 29 años que después habían transcurrido. Dudar, señores, que mis sacrificios han sido por amor a la patria, es dudar del testimonio de vuestros propios ojos. ¿Hay entre las personas que hoy me escucnan, hay en esta ciudad y en toda la república una sóla que ignore los sucesos "de estos 29 años? 42 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA ¿Hay quien no sepa que la mayor parte de ellos los he pasado encerrado en el cuartel de caballería, de esta ciudad, en el de milicias de Santa Marta, en el del Fijo de Cartagena, en las bóvedas de Bocachica, en el castillo del Príncipe de La Habana, en Pasto, en el Callao de Lima, y últimamente en los calabozos de la cárcel de Cádiz? ¿Hay quien no sepa que he sido conducido dos veces en partida de registro a España y otra hasta Cartagena? Todos lo saben; pero no saben, ni pueden saber, los sufrimientos, las hambres, las desnudeces, las miserias que he padecido en estos lugares de horror, por una larga se. rie de años. Que se levanten hoy del sepulcro Miranda, Montúfar, el virtuoso Ordóñez, y digan si pudieron resistir a sólo una parte de lo que yo por tántos años he sufrido: que los vivos y los muertos os digan si en toda la república hay otro que os pueda presentar una cadena de trabajos tan continuados y tan largos como los que yo he padecido por la patria, por esta patria por quien hoy mismo se me está haciendo padecer, Sí. señores, hoy estamos dando al mundo el escandaloso espectáculo de un juicio, a que no se atrevió el mismo gobierno español; él ha dicho, en términos claros, que se retenga el sobrante de mis bienes, después de pagado el alcance a disposición de la real audiencia; él ha creído que había un sobrante y, por lo mismo, ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 43 nunca me juzgó fallido. Pero quizás mis acusadores tendrán razón en el otro punto que voy a tratar. Veámoslo. ~~l segundo cargo es el haberme entregado voluntariamente en Pasto al enemigo, cuando iba mandando la expedición del Sur el año de 13. Es decir, que después de 20 años de sacrificios y servicios hechos a la causa de la libertad de mi patria, siendo presidente dictador de Cundinamarca y general en jefe de esta expedición, siempre victoriosa, me dio la gana de entregarme al furor de los pastusos y al gobierno español, de cuyas garras había escapado milagrosamente, no una vez, sino tres ocasiones di ferentes. ¿ Y será preciso, señores, que yo me presente ahora cargado de documentos para justificarme ante el senado? Es preciso ser un Diego Gómez, un Azuero, para atreverse, con tanta desvergiienza a estampar, en medio de un congreso, semejante acusación. ¿Qué era lo que yo iba a buscar a Pasto? ¿Qué servicios los que iba a presentar al gobierno español? ¿Conduje conmigo algÚn tesoro, algunas personas importantes? ¿Entregué el ejército que iba a mis órdenes? Llevaba conmigo documentos que justificasen mi amor y fidelidad al rey?. y si nada de esto llevaba, ¿qué es lo que iba a buscar a Pasto? Los hombres, en semejantes momentos no· se mueven, sino por el interés, la ambición, la gloria, o el amor a la patria. Yo pregunto 44 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA a mis acusadores: ¿cuál de estos móviles me conducirían a Pasto voluntariamente? ¿Iría a buscar una fortuna entre los pastusos a quienes acababa de destruir sus ganados para mantener mis tropas? ¿Iría tras unos empleos superiores a los que dejaba en el seno de mí patria? ¿O buscaría la gloria de abandonarla, para hacerle la guerra y destruir una libertad que me costaba ya tantos años de sacrificios?. No hablemos del último motivo, porque por cualquier lado que se le mire, siempre resulta, o imposible, o glorioso para mí: si el amor de la patria me obligó a hacer los sacrificios que hice, y exponerme a los riesgos a que me expuse, este paso sería un mérito y no un delito; y si se cree imposible que en tal caso me pudiese conducir este motivo, yo no hallo cuál pudiese ser el que me conduio voluntariamente entre los enemigos. Que lo digan mis atrevidos acusadores. ¿Sería acaso el miedo? Pero además de que no habrá un solo oficial, ni soldado que me lo pueda echar en cara, esto sería lo mismo que correr hacia las llamas un hombre que tuviese miedo al fuego. ¿Pues cuál fue el motivo, se me dirá, que lo condujo a usted a Pasto? Vosotras lo vais a oir, señores, pero no de mi boca, sino de la de un hombre imparcial que fue testigo de vista, que presenció lo que refiere. Que se lea el parte que de oficio dio el mayor general Cabal al Colegio Electoral de Po- ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 4 payán, después de estar yo prisionero en Pasto, señalado con el número 13. (Se lee hasta estas palabras: « este fue el momento en que yo vi a nuestro general más grande y más heroico. A todas partes atendía, sin reparar en los peligros; recorría todas las divisiones; animaba con su ejemplo a aquellos a quienes la fatiga hacía ya flaquear, y puesto al frente de la división del centro, ataca a la fuerza principal del enemigo, entrando muchas veces en sus filas, en donde le mataron el caballo. Pero siempre impertérrito y valiente, no afloja un solo instante, continúa con la misma impetuosidad con que había comenzado, y consigue rechazarlo completamente».) Que se detenga por un momento la lectura y se observen con atención estas últimas expresiones del mayor general Cabal. Y cómo compaginamos el concepto de un hombre imparcial que acaba de ser testigo ocular de 10 que dice, y el del ilustre Diego Gómez, que en aquel mismo tiempo no sabíamos dónde estaba, quién era, ni si existía tal hombre sobre la tierra? ¿ Cómo sería que parecía grande y heroico en medio de las balas, al que presenciaba mis acciones; y criminal y traidor en el mismo momento a los que estarían a 500 leguas del enemigo? Ahora, señores, ¿recorrería las divisiones como dice Cabal, animaría con mi ejemplo a los que la fatiga hacía flaquear; entraría en las filas en donde me mataron el 46 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA caballo, continuaría impertérrito con la misma impetuosidad, hasta rechazar al enemigo, para entregarme después voluntariamente? ¿Cabe esto en otras cabezas que las que están alucinadas por una frenética pasión: por una ambición de mando que los atormenta y los ciega hasta este extremo? Que prosiga la lectura, que ella acaba de aclarar más lo que por ahora podía yo decir. (Prosigue la lectura del parte oficial hasta \stas palabras: «Y después de estar bien cerciorado que el general no podía ya venir por tener al enemigo encima, comencé a retirarme».) Que se suspenda por otros momentos la'lectura. Aquí dice Cabal: que hasta que no estuvo bien cerciorado de que yo no podía ya ir, por tener al enemigo encima, no comenzó a retirarse; esto es, que hasta que vio imposible mi retirada, no se vino con la tropa que lo acompañaba. ¿Lo queréis más claro, señores? ¿ Es esto entregarse voluntariamente al enemigo~ o ser entregado por los que me abandonan? ¿ Y cuándo es que me entrego? Después que él y todos se vinieron, después que me dejaron solo, después que no me quedó ninguna salida. después que aguardé tres días con sus noches la vuelta de las tropas, después que no veía más puertas abiertas que las de la eternidad y las de Pasto, fue cuando determiné ir a tratar con el presidente de Quito sobre una suspensión de ar- ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 47 mas, porque temí lo que pudiera suceder, y lo que hubiera sucedido infaliblemente, si no voy a Pastq y entretengo con mis propuestas la persecución de nuestras tropas amedrentadas.{ Yo conocía que debía morir en Pasto, pero podíq morir sirviendo, y esta consideración fue la" que me hizo exponerme a morir sobre un patíbulo con utilidad, más bien que a la sombra de unos árboles inútilmente. ¿Es esto ser criminal o haber cumplido hasta el último instante con mi deber? ¿Y cómo es que el enemigo me había envuelto? Al lado de la artillería que encontré clavada, aguardando la tropa que había mandado llamar, y con sólo un puñado de hombres haciendo fuego. El general, dice poco antes el parte, <que siempre conservaba aquella presencia de espíritu que caracteriza a las almas grandes, no se desconcierta por esto. Trata de sostener el honor de las armas que tantas veces habían triunfado, y se decide a hacer frente". ¿Y cómo es que mis acusadores, que los señores del congreso que votaron ese juicio no habían visto este parte que anda impreSGken las Gacetas de Cundinamarca del año de 14? y si lo habían leído, ¿cómo pudo más la simple acusación sin documento ni prueba de unos hombres que desde los primeros pasos del congreso se habían declarado abiertamente mis enemigos? Pero vosotros, señores, y el ilustre pueblo que nos escuchar 48 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA acabáis de oi r la pin tura del suceso escandaloso de Pasto, y juzgaréis por lo que dice un testigo tan irrecusable, y a la vista de los mismos oficiales y soldados de quienes habla. ¿Si en el sitio sobre que se me hace este inicuo cargo, merecería un monumento de execración o un monumento de gloria? ¿ Si el no haberme desconcertado, si el haber conservado presencia de espíritu, si el haber tratado de sostener con un puñado de hombres el honor de las armas que tantas veces habían triunfado, hasta el punto de ser cortado por los enemigos y abandonado por los míos, merece el título de criminal con que se me ha honrado en el acta, o el de un ciudadano que todo lo ha expuesto por amor de su patria : Vosotras, señores, váis a decirlo para satisfacción de Diego Gómez o para su eterna ignominia. "". Pero su hijo, se ha dicho, que estaba a su lado, ¿cómo pudo escapar y no pudo escapar el padre? Es verdad, señores, que estaba a mi lado, que jamás me desamparó, que era el único edecán que me había quedado; y ésta es otra de las pruebas incontestables de mi resistencia al enemigo hasta el último instante, y en que ni el amor de este hijo querido pudo hacerme vacilar un momento de lo que debía a mí mismo y a la p8tria. Que se lea la postdata del mismo parte de Cabal. «El se mantuvo siempre al lado del general, dice el ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 49 parte, y si no ha corrido la misma suerte que él, como buen oficial y buen hijo, se debe a una corta separación que hizo' con el objeto de comunicarme una orden, en cuyo intermedio fue cuando se apoderó el enemigo de nuestro campo, y que yo lo obligué (dice Cabal) a que se salvase con la tropa que había reunido:.. Con lo que queda respuesta la objeción de la venida de mi hijo, sin necesidad de más documentos rJ.i reflexiones. Hasta aquí habéis oído, señores, el parte que el mayor general Cabal dio al Colegio Electoral de Popayán. Este parte es dado por uno de los oficiales más impávidos y valientes que llevaba conmigo, por un oficial que presenció todo 10 que dice, por un oficial de contraria opinión a la mía, por un oficial que nada tenía que esperar ni temer de mí, y que hablaba delante de mil testigos oculares de lo que dice. Este parte se imprimió y publicó desde el año de 14 y circuló por toda la república. No sé si Diego Gómez, si su compañero de acusación o sus patrones, podrán presentar un documento igual en prueba de lo que han dicho contra mí. Pero si el mayor general Cabal, cuya memoria debe estar siempre grabada en los corazones de todos los amantes de la libertad, de todos los buenos ciadadanos de Colombia, y su nombre escrito entre los primeros héroes de nuestra transfor- 50 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA mación, dijo cuanto vio hasta el día 11 de mayo de 1814, en que nos separamos; él no pudo decir: que el día que me presenté en Pasto, llevaba una semana sin comer ni beber; que hasta el 14 lo pasé debajo de unos matorrales aguardando la vuelta de la tropa, a cincuenta pasos del sitio en que quedó la artillería; que al saberse en Pasto mi llegada, se pidió a grito entero por el pueblo mi cabeza; que se me encerró al momento, que se me pusieron un par de grillos, que se dio orden por el presidente de Quito para que se me pasase por las armas. El no dijo, ni podía decir, que a mi firmeza y serenidad debí el haber escapado del furor de los pastusos y de la orden de Montes. Yo os presentaré, señores, documentos de una parte de lo que él no dijo, porque fue todo posterior a su venida. i Pero no hablo hoy a los nueve años de estos sucesos! ¡No hablo después de estar sometido Pasto y hecho prisionero Aymerich! ¡No habrá en este ilustre senado, en este numeroso auditorio, quién pueda deponer 10 que digo o contradecirlo! .... Yo ruego a los miembros del senado y a todos cuantos me escuchan, que si hay alguno que pueda agregarse en este momento a Diego Gómez y contradecir lo que llevo referido, se levante y lo diga, pues no hay quien apoye ni contradiga: que se lea la carta del ge- ANTONIO NARI~O - SU' DEFENSA 51 neral Aymerich al general Leiva, y la contestación de éste en el documento número 16. Acabáis de oir, señores, en la «Gaceta Ministerial de Cundinamarc8), del jueves 23 de junio de 1814, número 178, que escribiendo el general enemigo don Melchor Aymerich a nuestro inmortal Leiva, que tenía el mando de nuestras tropas en Popayán, le dice estas notables palabras: «A la vista del descalabro que ha sufrido el ejército de que es miembro y del destino de don Antonio Nariño que tengo eprisionero en este cuartel general>. «Si V. S. se somete otra vez a la obediencia que debe guardar a nuestro gobierno nacional y me entrega las armas que hay en esa provincia, yo seré pronto a protegerle, etc. > El general Aymerich trata de seducir al general Leyva, para que le entregue las armas y vuelva a la obediencia de su gobierno, y apoya su solicitud en el descalabro del ejército y en el destino que se me aguarda, teniéndome prisionero en su cuartel general. ¿No parecía más natural, más conforme con sus ideas, el que le dijera, como Diego Gómez, Nariño se ha entregado voluntariamente, Nariño ha abierto los ojos, ha conocido sus yerros, siendo americano y habiendo sacrificado su vida en servicio de esta causa; sígalo usted que es esespañol y que su vida la ha pasado en servicio de la España? Pero Aymerich, que no es testigo recusable, dice, en términos claros, que 52 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA «me tiene prisionero». ¿Y con qué lo desmentirá Diego Gómez? ¿Cómo no se sepul ta de verguenza al oirse desmentir por un genE;ral enemigo? Pero el señor Diego Gómez es de aquellos hombres a quienes no pueden salir los colores a la cara, a quienes no se les pue~ de conocer verguenza. Sigue Aymerich y propone canje de prisioneros. ¿Cuál es la respuesta del virtuoso Leiva 1 Que la oigan esos vampiros miserables y se avergiiencen si pueden: «añadiré, dice con fecha 28 de mayo, en cuanto al canje de prisioneros, que supuesto que la equidad de V. S. lo indica, la primera proposición que tengo que hacer es que, si se devuelve al general Nariño, entregaré por su rescate al coronel, teniente coronel y demás oficiales que constan en la planilla que acompaño; añadiendo cualquiera otro u otros que denominadamente desee V. S., de los que hasta cosa de sesenta están en mi poder;. .... ¿Cómo es, pues, que el general Leiva propone canje, ofreciendo más de sesenta oficiales por un traidor, un criminal que se había entregado voluntariamente a los enemigos? Ignoraría Leiva los moti vos de mi quedada en Pasto, después de haber hablado ccn el ejército y recibido comunicaciones del general enemigo? ¿ Lo ignoraba la representación nacional de Popayán, que hace igual encargo a Leiva para mi canje? Sólo Gómez y Azuero y sus ilustres cómplices lo ignoran hasta hoy, o supo- ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 53 nen que lo ignoran para llevar su intriga al cabo. Que eche el público una mirada sobre sus enemigos, y a todos los verá en los primeros puestos de la repÚblica; que la eche sobre los papeles públicos, desde que dejé la vicepresidencia, y en· todos verá ese encono;. esa intriga, ese espíritu de partido. ese empeño de deprimirme y calumniarme. Veamos si éste era el lenguaje del año 14, cuando me acababa de entregar voluntariamente al enemigo, según se expresa GÓmez. Suplico que se lea la nota nÚmero 7 de la «Gaceta», de 23 de junio de aquel año. Advertid, señores, que este no es el lenguaje de la adulación y la lisonja, que sólo se emplea con los que se hallan en los puestos; aquí se habla de un hombre reputado ya muerto, de quien nada habría que esper.ar ni qué temer; y por lo mismo debe reputarse como el lenguaje imparcial de la posteridad. Después de un elogio de mi conducta anterior, se leen estas palabras:' «¿Quién verá con impavidez .. en poder de los tiranos, sin experimentar la más extraordinaria sensación, sin exaltarse, sin hacer los mayores esfuerzos y sacrificios, por rescatado y vengar su sangre inocente~, ¡mi sangre inocente, Diego Gómez, esta sangre que manc¡ló los campos de Pasto, estos campos en donde me llamáis criminal con vuestra inmunda boca. «Ingratitud sería ésta, continúa, digna del oprobio de las naciones 54 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA civilizadas». Sólo digna, digo yo, de Diego Gómez y de los que 10 han acompañado. «Compatriotas, sigue, no manchemos nuestra reputación con una nota tan fea: corramos a las armas, desprendámonos de todos nuestros haberes y volemos a Pasto a expiar con la sangre de Aymerich y de sus compañeros, cualquier agravio que se le haya hecho al ilustre Nariño», ¿Qué nombre daremos, pues, a la acusación de Diego Gómez, sostenida por Azuero, cuando el no correr a las armas, el no desprenderse de sus haberes, el no volar a Pasto para vengar mi sangre inocente, se miraba como una ingratitud digna de oprobio de las naciones civilizadas, como una mancha hecha a la reputación de nuestros compatriotas? ¿Cuál será la infamia, el oprobio, que debe caer sobre los que ahora me acusan por este mismo suceso? ¿Los colocaremos entre los defensores de la virtud y el mérito, o entre los impostores, entre los inicuos calumniadores, que por saciar sus bajas pasiones han intentado esta monstruosa acusación? Pero quizá el lenguaje de las Gacetas no será para mis acusadores una prueba del concepto general que merecía en toda la república el año de 14 cuando me hallaba orisionero en Pasto. Veamos si lo será el lenguaje reunido de estas Gacetas con el del mayor general Cabal, con el del general Leiva, con el de los generales enemigos, con el del Colegio ANTONIO NARI:~O - SU DEFENSA 55 Electoral de Popayán. con el del gobierno de Cundinamarca, con el del soberano congreso de Tunja y con el del general Bolívar desde Caracas. Ya habéis oído, señores, una parte de boca de Cabal, y en los oficios de Montes y Aymerich con la contestación de Leiva; que os lean ahora los documentos números 15, 17, 18, 19 Y 20, en los lugares que están señalados, para no molestar vuestra atención con lo que no es del caso .. Entre lo que acabáis de oir, señores, es de observarse como más notable: que en la comunicación del secretario de gobierno con el enviado al congreso, se dice: «En la tarde del día de ayer se recibió por la posta un oficio del excelentísimo señor presidente propietario de este estado, don Antonio Nariño, incluyendo apertorio un pliego para el soberano congreso, en que propone se nombre, de acuerdo con esta provincia, un diputado, que en unión del que elija el presidente de Quito, ajuste un armisticio cual convenga a las dos partes contratantes». i.Y qué dice el cor.greso en su acuerdo después de vistos mis pliegos? ... i. Dice que no puede entrar en contestaciones con un traidor que se ha entregado voluntariamente al enemigo? No, señores, lo que dice es: «Que habiendo tomado en consideración, en conferencia con el enviado de Cundinamarca, los oficios del general Nariño, prisionero en Pasto, etc.» se me conteste de modo que el 56 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA gobierno de Cundinamarca, me reconocía por su presidente <propietario» en 2 de agosto, y el congreso oye mis propuestas y manda se me conteste como a un general prisionero en Pasto. Ellas no tuvieron efecto, no por ser propuestas por un traidor, sino por la necedad de la contestaci6n al presidente de Quito, en que se le habla con impersonalidad, negándole el tratami~nto correspondiente a su grado, como si el ser enemigo se lo quitase, y el haber exigido unas formalidades que no eran del caso, ni estábamos en estado de exigir. Esta contestación impolítica, por no decir otra cosa, fue la que frustró el armisticio propuesto: armisticio que nQS hubiera puesto en estado de rehacemos, de concertar nuestras opiniones de unificar los ánimos, de pertrecharnos, y quizá de haber demorado la invasión de las tropas expedicionarias e impedido sus efectos. ¿y qué dirían mis mordaces enemigos si yo les pudiera presentar el oficio. de Montes en que me proponía el statu quo de La Plata si le ofrecía entregar a Popayán, y mi respuesta negándome? Figuráos, señores, por unos· momentos, que me véis encerrado en una pequeñísima pieza, tendido sobre una mala cama, cubierto con una ruana, con un par de grillos en mis piernas ulceradas, sin un amigo, sin un libro para distraerme y esperando de hora en hora correr la suerte de Caycedo y Macaulay, y que en este estado recibo el ofi- ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 57 cio del presidente de Quito en que me hace la propuesta. ¿Qué habrían contestado Gómez y Azuero al oir que no sólo se les ofrecía sacarlos de aquel estado angustioso, sino que se les ofrecía restituírlos a sus antiguos honores y empleos? Pero no les hagamos el honor ni aun de dudar lo que habrían hecho, ni aun de traerlos a comparación en semejante momento. ¿ Qué habrían hecho, qué habrían contestado otros de mis enemigos que ocupan hoy puestos más señalados? ¿Hubieran contestado lo mismo? ... Yo lo dudo. Mas ya que no puedo presentaras estos oficios, que quizás después parecerán, os presentaré, a lo menos, lo que en la misma situación escribí al congreso y al gobierno de Cundinamarca: en ellos veréis que a presencia del mismo Aymerich, doy igual tratamiento al presidente de Quito, que al presidente del congreso y al de esta provincia; en ellos veréis el lenguaje no de un hombre abatido, que vende los intereses de la patria al temor o a sus miras personales, sino el lenguaje de un jefe que en medio de los enemigos y de los sufrimientos y peligros que lo rodean, quiere conservar la dignidad de la república, y hace que estos mismos enemigos la respeten. Que se lean los dos oficios insertos en el documento número 16. y bien, señores, ¿es este el lenguaje de un «adocenado charlatán:t, de un traidor, de un hombre vendido a los enemigos? Que se me 58 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA presente en toda la república, en los trece años que llevamos de contiendas con la España por nuestra independencia, otro ejemplar, otro documento como el que acabáis de oir. Pelópidas entre los Tebanos se vio en igual situación a la mía; pero si aquel libertador de su patria sufrió como yo, y mantuvo todo su carácter en medio de las prisiones, él no tuvo la desgracia de verse acusado por sus compatriotas por haber pasado personalmente a tratar con el enemigo; aunque hubo la notable diferencia de que aquel hombre extraordinario no se vio, como yo me vi, forzado por la necesidad. El volvió como yo ...a verse en libertad, y murió peleando contra el mismo que lo había aprisionado; como yo hubiera muerto peleando contra las tropas de Aymerich si se me hubiera permitido cuando lo solicité. Parece, señores, que no hay necesidad de abundar de pruebas para desmentir una calumnia que a cuantas partes volvamos los ojos en toda la república, la hallamos desmentida. Pero no será fuera de propósito el que os recuerde estas palabras de la carta del presidente de Quito, don Toribio Montes, escrita a mi mismo hijo, inserta en la <Gaceta:t número 167 y la nota que las acompaña: «Su señor padre de usted continúa en Pasto, y como me ha representado hallarse enfermo de las piernas, le he contestado y prevenido a aquel general se le quiten las prisiones.» Ved ANTONIO NARffiO - SU DEFENSA 59 aquí, dice la nota, confesado por boca del mismo Montes, el tratamiento que el ilustre Nariño ha recibido de él y de Aymerich: «opresión, encierro, calabozos, grillos y cadenas~. íY luego se burlan mis enemigos de mis padecimientos! j Y se burlan de mis enfermedades! íY se burlan de que hoy mismo estén mis piernas padeciendo, con las cicatrices de aquellos grillos, de aquellas cadenas que me oprimían en Pasto, no seguramente por traidor y criminal, sino por amigo de la libertad y la justicia! A la vista, señores, de cuanto he expuesto hasta aquí, de cuanto habéis oído, ¿creéis que esta acusación se ha intentado por la salud de la república, o por un ardiente celo, por un amor a las leyes? No, señores, hoy me conducen al senado las mismas causas que me condujeron a Pastc: la perfidia, la intriga, la malevolencia, el interés personal de unos hombres que por despreciables que sean, han hecho los mismos daños que el eSc!:1BLQajo de la fábula. En Pasto, al concluir ra--campaña,porque ya era el último punto enemigo para llegar a Quito, se me hace una traición, se me desampara, se corta el hilo a la victoria, y por sacrificarme se sacrifica la patria. ¡iíQué de males van a seguirse!!! ¡¡iCuántas lágrimas, cuánta sangre va a derramarse!!! ¡¡¡Quécalamidades va a traer a toda la república este paso imprudente, necio, inconsiderado/!! No 60 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA hablo, señores, ante un pueblo desconocido; hablo en medio de la república, en el centro de la capital, a la vista de estas mismas per-< sonas que han sufrido, que están sufriendo aun los males que ocasionó aquel día para siempre funesto. Yo me dirijo a vosotros y al público que me escucha. ¿Sin la traición de Pasto hubiera triunfado Morilla? ¿Se habrían visto las atrocidades que por tres años continuos afligieron este desgraciado suelo? ¿Hubieran Sámano y Morilla revolcádose en la sangre de nuestros ilustres conciudadanos? No, señores, no; siempre triunfante habría llegado a Quito, reforzado el ejército, vuelto a la capital, y sosegado el alucinamiento cie mis enemigos con el testimonio de sus propios ojos; hubiéramos sido fuertes e invencibles. Santa Marta, antes que llegase Morilla, habría sido sometida a la rázón, y sin <:;ste punto de apoyo, Morillo, no habría tomado a Cartagena y esta capital habría escapado de su guadaña destructora. Y después que se sacrificó mi persona, los intereses de la patria y se inmolaron tantas inocentes víctimas por viles y ridículas pasiones, ¿se me acusa de haber sido sacrificado quizá por algunos de los mismos que concurrieron a aquel sacrificio? Sí, yo veo entre nosotros no sólo vivos sino empleados y acomodados, a muchos de los qÚe cooperaron a aquella catástrofe; y Gómez y Azuero, que en aquel tiempo ni aun sus nombres se cono- ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 61 dan, no son ahora sino los instrumentos de que se valen, para traemos quizá nuevas calamidades. Hoy se quieren renovar por otro estilo las escenas de Pasto: hoy por sacrificarme se volverá a sacrificar la patria, pues existen los mismos gérmenes, muchas de las mismas personas, los mismos odios, la misma emulación, el mismo espíritu de personalidades, la misma necedad y ceguera que entonces nos perdió. Pero no ¡Dios supremo a cuya vista no se puede ocultar el corazón del hombre, levantad vuestro brazo omnipotente y descargadio sobre mi cabeza, ~ntes que yo vuelva a servir de pretexto a los enemigos de la "patria para sus unicuas maquinaciones! ¡Perezca yo en este insta!1te, perezca mil veces, si he de servir de pábulo para que se vuelva a ver afligida mi adorada patria! .í- Exhibo, señores, esta esquela de desafío del teniente coronel José Iv1arÍa Barrionuevo en prueba de lo que acabo de decir. Detenéos un momento, señores, en su contenido, en su fecha y en la persona que me la dirige. Entre ocho y diez de la mañana del día 12 de febrero entrego la comandancia general de armas, recibo esta esquela y veo partir a S. E. el vicepresidente para su hacienda de Hatogrande. Suponed, señores, que yo, menos sumiso a las leyes, con menos desprecio a preocupaciones y con menos previsión de las consecuencias de este ASESINA TO PREMEDITADO, 62 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA hubiera admitido el desafío, ¿cuáles habrían si~ do los resultados? Si mato a Barrionuevo, S. E. vuelve, me manda arrestar, se me sigue la causa y se me sentencia a muerte. Si Barrionuevo por una casualidad me mata, estando ausente el jefe del gobierno, ¿creéis, señores, que mi muerte. a manos de un ingrato español, se habría visto con indiferencia en la ciudad? '¿Creéis que la vista de mi ensangrentado cadáver no habría causado ningún movimiento contra el agresor? ¿Y si Barrionueva' en un conflicto echa mano de la artillería que tiene a su disposición, ¿qué hubiera sido de esta ciudad? Este Barrionuevo es el mismo que se quedó el día de la acción de «Las Cebollas~'; el mismo que de los primeros se vino el día que me abandonaron en Pasto, arrastrando consigo una porción de tropa del segundo campamento; es el mismo que me insultó el día del juicio de los jurados; el que me ha dado mil disgustos durante mi comandancia de armas; sí, el mismo que dio de bofetadas al anciano Urizarri en medio de la calle a las once del día; el que ofreció de palos al mayardomo de propios de la ciudad, y el que hace su fortuna apaleando a nuestros obreros, como lo hacía cuando grababa el escudo de armas de su paisano Sámano. ¡Y las leyes se violan, y la seguridad del ciudadano se atropella, y se ultraja a los superiores! ¡Y Barrionuevo se pasea. ANTONIO NARI:~·O - SU DEFENSA 63 y Barrionuevo campea en la ciudad con descansoj j Y Barrionuevo se ríe y hace alarde de la protección del gobierno! Juntad, señores, yo os lo suplico, los procedimientos de este solo hombre con la presente acusación de que me estoy defendiendo, y el lenguaje de ciertos papeles públicos de algún tiempo a este parte; y juzgad si tengo razón para decir que se quieren renovar los días funestos de Pasto, y que por sacrificarme a mí se volverá a sacrificar la patria. Permitidme ahora, señores, que en medio de este santuario de las leyes, lea sólo las precisas palabras de la que Barrionuevo ha infringido y que está en vigor entre nosotros, para que sirva de prueba de lo que se me esperaba si hubiera admitido su desafío, y de las penas en que él ha incurrido. «PRAGMATICA SOBRE DUELOS Y DESAFIOS-Por si hubiere quien se desviare de mis justas y paternales intenciones, dice la ley, declaro primeramente por esta inalterable ley real y pragmática, que el DESAFIO O DUELO debe tenerse y estimarse en todos mis reinos, por DELITO INFAME; y, en su consecuencia de esto, mando que todos los que desafiaren, los que admitieren el desafío, los que intervinieren en ellos por terceros o padrinos, los que Ilevaren carteles o papeles con noticia de su contenido, o recados de pa.. labra para el mismo fin, PIERDAN IRRE- 64 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MISIBLEMENTE por el mismo hecho, todos LOS OFICIOS, RENTAS Y HONORES que tuvieren, y SEAN INHABILES PARA TENERLOS TODA SU VIDA .... v si el desafío o duelo LLEGARE A TENER EFECTO, saliendo los desafiados O ALGUNO DE ELLOS al campo o puesto señalado, aunque no haya riña, muerte, ni herida, sean' sin remisión alguna castigados CON PENA DE MUERTE y todos sus bienes confiscados.» A vista de esta terminante ley, ¿ estaría yo hoy hablando en el senado cualquiera que hubiera sido el resultado del desafío? ... Pero no nos distraigamos más del asunto principal. Examinemos el tercer punto de acusación. El tercer cargo que se me hace es la falta de residencia que exige la constitución por haber estado ausente, dice Diego Gómez, «por mi gusto y no por causa de la repÚblica>.Nada más bello señores, nada más conforme con las Hdeas del señor Diego Gómez que este cargo. Sí, señores, él acaba de correr el velo a esta maldita intriga; él os descubre las intenciones, las miras, la razón y la justicia con que se me han hecho los otros cargos. Por mi gusto dejé de ser presidente dictador de Cundinamarca; por mi gusto dejé de ser general en jefe de los ejércitos combinados de la repÚblica; por mi gusto perdí veinte años de sacrificios hechos a la libertad, las penalidades de 8 meses de marchas y el fruto de las victorias ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 65 que acababa de conseguir; por mi gusto abandoné mi patria, las comodidades de mi casa, la compañía de mis amigos y mi numerosa familia; por mi gusto desprecié el amor de los pueblos que mandaba, para irme a sentar con un par de grillos entre los feroces pastusos que a cada hora pedían mi cabeza; por mi gusto permanecí allí trece meses sufriendo toda suerte de privaciones y de insultos; por mi gusto, fui transportado preso entre 200 hombres hasta Guayaquil, y de allí a Lima, y de Lima por el Cabo de Hornos, a la real cárcel de Cádiz; por mi gusto permanecí cuatro años en esta cárcel, encerrado en un cuarto, desnudo y comiendo el rancho de la enfermería, sin que se me permitiese saber de mi familia. ¿No os parece, señores, que es más claro que la luz del día, que yo he estado ausente por mi gusto y no por causa de la re-. pública? ¡Que no le dé al señor Diego Gómez y a sus ilustres compañeros de acusación un antojo semejante! iCuánto ganaría la república con que tuvieran tan buen gusto! Pero no es sólo este mi gusto depravado en que justifica la acusación que se me hace; yo veo sentados en este mismo senado, adonde se me niega el asiento, a personas que no han tenido este tiempo, y que no óbstante no las han creído mis acusadores dignas de su censura, porque parece que la verdad es lo que más aborrecen. 66 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA Aquí pudiera detenerme a citar algunos ejemplos que acabasen de comprobar que este cargo, no sólo es ridículo, sino injusto; pero no merece detenemos en él; todo el mundo sabe que bajo el aspecto constitucional en todo el curso de mi vida, no he estado una sola hora ausente de mi patria. Un asunto más grave va a llamar vuestra atención. Cuando me presenté en Cúcuta como diputado por la provincia de Cartagena, y como vicepresidente interino de la república, nombrado por el presidente Libertador, ya tenía las mismas tachas que se me objetaron después para ser\ senador. Luégo que se instaló el congreso me volvieron a nombrar vicepresidente con totalidad de votos. Yo quiero ahora suponer verdaderas y justas estas nulidades, y por consiguiente como impedimento para obtener algún empleo en la república. El congreso, pues, ha sido nulo como instalado por un hombre impedido que no lo pudo instalar ,y por lo mismo no tenemos constitución, ni senado adonde yo debiera sentarme; sin que sirva la respuesta de que antes dE\instalarse el congreso, no había constitución que lo prohibiese, porque para un «criminal:., como dice el acta, para un hombre que se «entrega voluntariamente al enemigo~, no se necesita constitución para no admitirlo en un empleo de tanta importancia como el de la vicepresidencia, y la vicepresidencia en seme- ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 67 jantes momentos. No hay medio, señores. no lo hay por más vueltas que se le quiera dar a esta reflexión. El congreso se instaló en virtud del decreto de 1.o de mayo, que, proveí _como autorizado por el artículo 5.o del reglamento de convocación: se instaló con mi concurrencia como diputado por la provincia de Cartagena, y se instaló por el, poder ejecutivo de la república que yo ejercía, y que era entonces indispensable para su instalación; conque o no hubo congreso legítimo, o es preciso declarar como el mayor atentado la acusación hecha contra mí, que pude dad e existencia al primer cuerpo de la república, sin que se me pusiera ninguna objeción. Decir que pude ser vicepresidente para instalar el congreso y que no pude ser después ni ciudadano de Colombia, es suponer que yo he cometido crímenes después de instalado. Yo era el mismo cuando instalé el congreso; el mismo día que el congreso, en vista del nombramiento hecho por el Libertador, me confirmó y mandó continuar interinamente. Era el mismo el día que salió empatada la votación para vicepresidente en propiedad, que el día que se me eligió senador. Conque si siempre he sido el mismo: si no puedo ser senador, tampoco vicepresidente, y si no pude ser vicepresidente, ¿ quedará instalado el congreso? Si podía instalarse sin la concurrencia del poder ejecutivo que yo ejer- 68 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA cía, ¿por qué no se instaló antes que yo llegase? ¿Por qué se iba ya disolviendo y retirándose a sus casas muchos de sus miembros? y si el congreso fue legítimamente instalado, ¿qué responden mis acusadores'l ¿Qué responden los que apoyaron esta acusación 7 Pero ya habéis visto, señores, completamente desvanecidos los tres cargos que con poca reflexión se me han objetado para que pudiera tener el honor de sentarme entre vosotros; ya habéis visto comprobado con documentos incontestables que es falso que sea deudor al estado; que es falso que deba a diezmos ni debiera el año de 10, pues el año de 98 se dio carta de lasto a los fiadores; que es falso que mi fianza sólo alcanzara a ochenta mil pesos cuando era ilimitada; que es falso que deba a dichos fiadores; pues aunque lastaron, también percibieron bienes que excedían la cantidad del lasta; que es falso que me entregara voiuntariamente al enemigo en Pasto, y que, últimamente, es falso que haya estado ausente por mi gusto y no por causa de la república, y por consiguiente falso cuanto contiene el acta de acusación. De esta acusación propuesta por dos hombres que, como el incendiario del templo de Efeso, han querido hacer sonar sus nombres oscuros ya que no lo podían hacer por sus propios méritos. Si la acusación hubiera tenido por obj eto la salud de la república, a pesar de ser contra mí, a ANTONIO NARIRO - SU DEFENSA 69 pesar de su notoria injusticia, yo lejos de quejarme, me hubiera defendido tranquilamente y les hubiera celebrado su celo y escrupuloso amor a la patria. Pero cuando sólo los ha movido un vil y arrastrado interés personal, unas pasiones vergonzosas y contrarias al sosiego y bien público, la indignación del corazón más tranquilo no puede dejar de manifestarse. Y si no, que nos digan estos nuevos Eróstratos, ¿por qué habiendo en la república, en el seno del gobierno, en la cámara, en este mismo senado otros hombres a quienes quizá con justicia se les pueden hacer objeciones y cargos, sólo han desenrollado su celo contra mí? ¿Sólo para mí se han hecho las leyes? ¿Sólo para el empleo de senador tienen fuerza estas objeciones? La vicepresidencia de la república a quien deben Gómez y Azuero los empleos que indignamente ocupan hoy, ¿no habría merecido iguales objeciones? Pero entonces no hubieran figurado en el congreso que con la vicepresidencia instalé; entonces no habrían sido ministros de la corte de justicia; entonces no habrían tapado sus trampas y rapiñas; entonces-y ésta es una de las pruebas demostrativas del interés personal por que han intentado esta acusación :-«como vicepresidente les fui útil y callaron, como senador les puedo perjudicar y entonces hablan». y a la vista de semejante escandalosa acu- I 70 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sación comenzada por el primer congreso general y al abrirse la primera legislatura, ¿qué deberemos presagiar de nuestra república? ¿Qué podremos esperar para lo sucesivo si mis acusadores triunfan o qué, sí se quedan impunes? Por una de esas singularidades que no están en la previsión humana, este juicio, que a la primera vista parece de poca importancia, va a ser la piedra angular del edificio de vuestra reputación. Hoy, señores; hoy va a ver cada ciudadano lo que debe esperar para la seguridad de su honor, de sus bienes, de su persona; hoy va a ver toda la república lo que debe esperar de vosotros para su gloria. En vano, señores, dictaréis decretos y promulgaréis leyes llenas de sabiduría; en vano os habréis reunido en este templo augusto de la ley, si el público sigue viendo a Gómez y Azuero sentados en los primeros tribunales de justicia, y a Barrionuevo insultando impunemente por las calles a los superiores. al pacífico ciudadano, al honrado menestral. En vano serán vuestros trabajos y las justas esperanzas "que en vuestra sabiduría tenemos fundadas. Si vemos ejemplos semejantes en las antiguas repúblicas, si los vemos en Roma y Atenas, los vemos en su decadencia, en medio de la corrupcción a que su misma opulencia los había conducido. En el nacimiento de la república romana vemos a Bruto sacrificando a su mismo hijo por el amor a la justicia y ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 71 a la libertad; y en su decadencia, a Clodio, a Catilina, a Marco Antonio sacrificando a Cicerón por sus intereses personales. Atenas nació bajo las espigas de Ceres, se elevó a la. sombra de la justicia del Areópago, murió con Milcíades, con Sócrates y Foción. ¿Qué debe~mos esperar, pues, de nuestra república si comienza por donde las otras acabaron 1 Al principio del reino de Tiberio, dice un céh:~breescritor, la complacencia, la adulación, la bajeza, la infamia, se hicieron artes necesarias a todos los que quisieron agradar; así todos los moti vos que hacen obrar a los hombres, los apartaban de la virtud, que cesó de tener partidarios desde el momento en que comenzó a ser peligrosa. Si.' vosotros, señores; al presentaros a la faz del mundo cQmo legisladores, como jueces, como defensores de la libertad y la virtud, no dáis, un ejemplo de la integridad de 'Bruto, del desinterés de Foción y de la justicia severa del tribunal de Atenas, nuestra libertad va a morir en su nacimiento. Desde la hora en que triunfe el hombre atrevido, desvergonzado, intrigante, adulador, el reino de Tiberio empieza y el de la libertad acaba, Bogotá, 14 de mayo de 1823. F. DE P. SANT ANDER SU DEFENSA ANTE LA CAMARA A los representantes del pueblo colombiano: Honorables representantes: Otras veces me he dirigido a vosotros desde el primer asiento de Colombia para presentaras el cuadro fiel de sus adelantamientos y necesidades; hoy me dirijo desde una tierra extranjera, para. trazaras rápidamente el de mis persecuciones. Entonces el deber de magistrado me llevaba al santuario de la ley a reclamar de la sabiduría y del patriotismo de los diputados del pueblo leyes conducentes al bien y dicha de los colombianos; ahora el derecho de vindicar mi honor ultrajado me fuerza a presentarme delante de vosotros para reclamar a la justicia a que tiene derecho un antiguo colombiano, que jamás abandonó las banderas de la independencia, ni transigió con sus enemigos en los días infelices de su patria. Entonces, como ahora, yo tengo la esperanza de que encontraré en los diputados de Colombia imparcialidad y justicia para oir y 76 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA juzgar la exposición de un patriota, que tiene la gloria de contar tantos días de servicios a su país cuantos él cuenta de existencia política. No pretendo ni aspiro a otra cosa que a poner de manifiesto la injusticia con que se me ha perseguido. Persuadido de que he llenado mis obligaciones con fidelidad, sin traficar vilmente con mis opiniones y deberes sacrificando honores, amistades, tranquilidad y fortuna, honrado con el testimonio de la opinión pública, y satisfecho de que en mi larga carrera militar y política no se me puede tachar de acción ninguna infame ni traidora, estoy resignado a morir en el retiro de la vida privada, haciendo votos por la felicidad de mi patria. Lejos de mí entrar en el examen del origen y progreso de los últimos ultrajes y persecuciones que he sufrido desde que tuve que luchar en defensa de las leyes constitucionales de la república contra el criminal proyecto de destruírlas para fundar un poder omnipotente, o cualquiera otra especie de gobierno nada análogo al espíritu del siglo y a los sacrificios de los colombianos. Reservo a la historia imparcial el deber de hacer este examen y el de juzgarme competentemente. A mi objeto, basta indicado, y Iimitándome a hablar del último golpe que experimenté en 1828, después de la revolucióu de Bogotá del 25 de septiembre, habiendo servido F. DE P. SANT ANDER - SU DEFENSA 77 este suceso de pretexto para consumar mi ruina y desahogar pasiones verdaderamente innobles, a él sólo contraeré esta exposición y llamaré hacia él la atención y justicia de los representantes de mi patria. Procuraré olvidarme de los autores de mis persecuciones, para no entrar en el dominio del resentimiento: referiré los hechos tales cuales han existido, explicaré las circunstancias, señalaré las leyes que debieron favorecerme, combatiré los procedimientos ilegales e inicuos, y me apoyaré siempre en razones incontestables y en los principios de la eterna justicia. Toca a vosotros, honorables representantes, pesadas imparcialmente y decidir. Notorio es que el 25 de septiembre de 1828 estalló en Bogotá una revolución, cuyo objeto, según aseguraron los cómplices, era establecer la constitución de 1821, abolida por un decreto del general Bolívar, expedido el 27 de agosto anterior, y preservar a la república de una dictadura militar, que se creía tanto más insoportable, cuanto que se vio que ella favorecía un partido a expensas del que había sido constantemente sostenedor de las leves constitucionales. "Desde que se notó que el restablecimiento de la constitución de Cúcuta era el objeto del movimiento revolucionario, y que en él habían tomado parte algunas personas de mi amistad, creyó el gobierno yo era el agente o di- 78 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA rector del plan, y se propuso hacer recaer sobre mí su venganza. Se procedió por tanto a arrestarme, se me mantuvo un mes estrechamente privado dp- comunicación, sin hacerme cargo alguno, y al fin se tomó una confesión tan rídicula y extravagante, que los anales criminales no presentan otro ejemplar. Me refiero al proceso formado contra mí. Allí están consignados los cargos que me hizo el abogado Pareja: ellas manifiestan el punto hasta donde pueden llevarse el encono y el espíritu de partido donde no hay ninguna garantía para el honor y la vida del hombre. Lo que se soñó alguno de los conjurados, lo que otro habló con personas extrañas, lo que pensaba un tercero, sirvió para reconvenirme de haber dirigido la conjuración. Mis más simples relaciones domésticas, mis más indiferentes conexiones sociales, mis pasos ordinarios o inocentes, hasta mi fidelidad a la constitución quisieron convertirla en acciones criminales dirigidas a matar al Libertador la noche del 25 de septiembre, y proclamar nuevamente el imperio de la ley. No era el entendimiento el que juzgaba en mi proceso para descubrir la verdad; era el corazón prevenido de hallar delito a cualquiera costa. Ni se trataba tampoco de aclarar un hecho. o de averiguar un crimen, sino de arrancarme la confesión del delito para no tener el trabajo de violar fórmulas, ni de co- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 79 honestar mi asesinato judicial. ¡Espantosa época para un pueblo aquella en donde no hay leyes, ni garantías y donde la voluntad del magistrado ofendido es la ley suprema! ¡Con muy justa razón había dicho el general Bolívar delante del Congreso de Cúcuta «que la espada de un soldado no era la balanza de Astrea de que necesitaba Colombia~. Esto mismo que aseguro hoyadas mil leguas distante del teatro de tamaña iniquidad, cuando una parte de Colombia juzga que la conjuración del 25 de septiembre fue un acto de heroico patriotismo, y cuando el alzamiento glorioso del pueblo francés ha sancionado el derecho de resistencia a mano armada contra el despotismo y el perjurio, le dije al Libertador presidente desde Bocachica en una representación que le dirigí el 13 de diciembre de 1828 en la cual me propuse refutar la sentencia pronunciada por el comandante general de Bogotá el día 7 de noviembre del mismo año. Creí entonces que el Libertador prestara atención a la exposición fundada de un colombiano, que no sólo había sido por la voluntad nacional el segundo magistrado de la república, que la había gobernado durante siete años, y que contaba dieciocho de no interrumpidos servicios a su país, sino que tenía derecho por ser hombre a ser escuchado en un negocio atañadero a su honor, su vida y su for- 80 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tuna, el honor y la gloria de Colombia, y del mismo presidente. Pero parece que mi voz fue despreciada, y que los clamores de la justicia y de la equidad no penetraron en el alma de quien se había mostrado más sensible a las súplicas y clamores de los acérrimos y encarnizados enemigos de la independencia Sea lo que fuere, yo voy a emprender nuevamente el examen de aquella célebre sentencia para refutarla con los mismos hechos que resultaron del proceso, y comprobar a la faz del mundo, que ella ha sido injusta, violenta e inicua, y que por consiguiente los efectos que me ha hecho sufrir son inicuos, violentos e injustos. Si logro esta comprobación, habré logrado el objeto de este memorial, y podré también decir con orgullo «que yo he perdido todo por la libertad, menos el honor». Supuesto que se me creía agente principal o cómplice de la conjuración, debió habérseme franqueado todos los medios legítimos de defenderme. Se interesaban en ello el honor del gobierno y el del general Bolívar, y si se quiere también la eterna justicia. Blanco de los ultrajes y calumnias del partido contrario a la constitución, desairado públicamente por el Libertador, calumniado, y amenazado en papeles públicos dictados por sus partidarios, y amigos, fusilado en estatua en una quinta de S. E. cerca de la capital, despojado violenta- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 81 mente de la vicepresidencia del Estado en despecho del contrato sinalagmático que existía entre la nación colombiana y yo, sin garantías para mis comunicaciones epistolares. sin derecho de quejarme contra mis calumniadores, yo estaba condenado a ser víctima del partido triunfante después de la precipitada conjuración. En vez de hacer reunir para juzgarme un consejo de generales, se me juzgó por comisión especial conferida a un hombre solo, aconsejado por un auditor sin probidad, se omitió la confrontación de varios testigos,· en cuyos dichos se apoyó el juez para condenarme como culpable, se me negó el imprescindible derecho de detenderme o de nombrar un defensor, se despreciaron todas las pruebas conducentes a patentizar mi inculpabilidad, se tergiversaron las deposiciones de los testigos, se alteraron los hechos y se aplicaron leyes en desuso, y contrarias entre sí. Con un juicio semejante, donde no se respetaron las fórmulas, donde no hubo jueces ni defensa, ni imparcialidad, ni verdad, ni nada más que deseos de consumar mi ruina, y vengarse de mi oposición a trastornar las instituciones, se dispuso de mi fortuna, de mi vida y de mi honor. Más dichosos los Torres, Camachos, Pombos, Roviras, Barayas, Caldas, Lozanos, Gutiérrez, Cabales, Toledos, Castillos y tántos otros ilustres mártires de la libertad, siquiera fueron oídos delante del simulacro de 82 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA consejo de guerra, que Morilla formó para castigados de haber procurado libertar a su patria de la arbitraria dominación del rey de España, siquiera pudieron hablar y defenderse. Para mí no hubo en Colombia bajo el gobierno del que obtuvo el título de Libertador, sino violencias e injusticias y persecuciones. Sentada la venganza en el trono de la justicia, revestida de un respetable manto, empuñando la espada con que castiga el crimen; pero no la balanza en que pesa la inocencia, y empleando su augusto lenguaje, pronunció un juicio digno de ella y de las execrables ideas de iniquidad. La sentencia del 7 de noviembre pronunciada por el comandante general de Bogotá empieza afirmando que el proceso se ha formado contra mí pcr la consPiración intentada la noche del 25 de septiembre! Por consiguiente, íos cargos por los cuales pudo legalmente condenarme debían resultar de que yo fuera director, aconsejador. auxiliador o ejecutor de la dicha conjuración. Cualquiera otro hecho era extraño en ese particular. El primer fundamento de esta famosa sentencia es que yo había negado en mi declaración indagatoria, y después en mi confesión, el que se tramaba aquella conspiración. Esto en parte es falso, y en parte ridículo, y aun ilegal. Dije en la declaración, que llaman indagatoria, que el señor r lorentino Gonzá1ez había tenido conmigo una conversación, que me dio mo- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 83 tivo de temer una revolución, y lo repetí en la confesión que me recibieron en 22 y 30 de octubre, añadiendo además todos los antecedentes que las nuevas leyes del gobierno dictatorial habían· producido, aumentando el descontento general. Como testigo yo no podía hablar de lo que se había proyectado y ejecutado la noche del 25 de septiembre, ya porque nada sabía, y ya porque estando presos varios de los cómplices, era de ellos y no de mí que se debía recabar lo que ilegalmente quería saberse por mi propia confesión: Que yo no sabía lo que iba a ej ecutarse la citada noche, ni quienes 10 ejecutarían, es un caso plenamente justificado con las deposiciones de los que se confesaron conspiradores. Uno solo hubo que asegurara lo contrario, y apelo en testimonio de ello a los procesos formados entonces, que espero sean consultados para juzgar de la verdad de esta exposición. Que yo no debía declararme culpable aun cuando hubiera pertenecido a los conjurados, es un procedimiento que aconseja el derecho natural y lo sanciona toda legislación fundada en razón. A mí, como a cualquiera otro a quien se supone culpable, debió habérseme hecho el cargo con hechos comprobados, en vez de querer arrancárseme la confesión de la culpa en forzarme a ello por medios legales. No puedo prescindir de recordar que al Divino Legislador de la ley de gracia que rehusó responder 84 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA ante el tribunal del gobernador de J udea quiénes eran sus discípulos, es decir sus cómplices, no se le acriminó por esta omisión, y es bien raro que en el tribunal de Pilatos no fuera delito rehosar descubrir la complicidad del supuesto crimen de sedición, y que en Colombia se me juzgase delincuente porque no confesé 10 que no sabía a ciencia cierta, o que legalmente podía callar. El segundo fundamento de la sentencia es que de las declaraciones del comandante Silva, del teniente López, y de los caPitanes Briceño y Mendoza, resulta que cada uno de ellos tenía convencimiento íntimo de que yo era el primer agente de la conjuración, y que dirigía el plan según lo habían asegurado González, Carujo y Guerra. El convencimiento íntimo de una o más personas, debe ser el efecto de hechos evidentes, que no pueden dejar la menor duda en el pélfticular, de modo que si faltan estos hechos no hay tal convencimiento. Los testigos, pues, debieron manifestar los fundamentos que produjeron en su ánimo la persuación íntima de que yo fuera el agente de la conjuración. y ellos debían ser hechos claros y positivos, no conjeturas débiles y vagas. La sentencia ha debido expresados menudamente para hacer palpable a todo el mundo la justicia del pronunciamiento, y omitiéndolos como los ha omitido, ha dado lugar que se sospeche de la verdad de sus aserciones. Examinemos F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 85 las declaraciones de los mencionados testigos para buscar las premisas de donde el juez dedujo la consecuencia de que resultaba de sus dichos estar íntimamente convencidos de que yo era el principal agente. Silva dijo terminantemente que no sabía que yo tuviera parte en la coníuración, pero que lo infería porque Vargas Tejada era mi amigo, y nos íbamos juntos a la legación de los Estados Unidos. Este ha sido el fundamento de su inferencia, no el de un convencimiento íntimo, ni pudiera conciliarse jamás el estar convencido íntimamente de que yo fuera agente del plan, con el ignorar más o menos si yo tenía parte o no en él. Bien claro es que entre una mera conjetura más o menos fundada y un convencimiento íntimo hay tanta distancia, como entre el de asegu-, rar, por ejemplo, que la luna esta habitada de seres animados y que ella gira alrededor de la tierra. López también declaró que no sabía que yo tuviera parte en el negocio: pero que como había defendido la constitución y era amigo de las leyes, se me tenía destinado a encargarme del gobierno verificada que fuera la conjuración. Nada hay aquí de convencimiento íntimo y ni aun de conjeturas. Si los conjurados me creían capaz de continuar defendiendo las leyes me hacían justicia, y si querían 86 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA encargarme del gobierno, yo no veo. en esto ningún delito de mi parte. Mendoza declaró que Carujo le había asegurado que el general Páez y yo teníamos parte en el plan, sin añadir cosa alguna respecto de su convencimiento íntimo. Si porque se dijo con razón o sin ella que yo conocía la empresa, he resultado delincuente, el general Páez también ha debido ser juzgado como yo. La justicia es igual para todos .... , pero me olvidaba de que en este juicio por la conjuración del 25, sólo se trataba de hacer triunfar un partido a costa de la vida y del honor del partido contrario. Briceño, en fin, aunque expresamente aseguró que no sabía positivamente que yo fuera agente de la conjuración, añadió que tenía el convencimiento íntimo de que lo que fuera porque siempre había yo siáo el jefe áel partido constitl~cional, y porque Guerra se lo había asegurado. lal es el fundamento en que el capitán Briceño apoyó lo que llama convencimiento íntimo y que tanta fuerza hizo en el ánimo de mi juez para condenarme como culpable. ¡Qué importaba un despropósito en vez de una razón, ni una necedad en lugar de un raciocinio! Decidida mi suerte en los consejos de la venganza, cualquiera conjetura era suficiente para darse por comprobado mi delito. La declaración de Briceño ofrece a los ojos menos F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 87 perspicaces, aunque desapasionados, una manifiesta contradicción. El diio: que habiéndose propuesto en la parte que tuvieron los conjurados del 25, que se me diese noticia de lo que se había acordado, él había sido uno de los que se habían opuesto a ello, porque temió que yo impidiera la ejecución del acuerdo. Ahora bien, ¿podía temer mi oposición estando íntimamente convencido de que yo era el agente principal del proyecto? Concurriendo a una reunión donde veía que se proponía instruírme de lo que se trataba, ¿no percibía q\le ella había tenido lugar sin el consentimiento del que creía agente o director del plan ? Yo no lo comprendo, señores. Mi razón me dicta el siguiente raciocinio: Si Briceño estaba íntimamente convencido de que yo era agente principal del proyecto, debió estarlo igualmente de que la junta se haría con mi anuencia, y no debió temer en consecuencia que yo me opusiera a la ejecución de la empresa; luego si temió mi oposición, y que por consiguiente se frustrara el golpe meditado, no pudo ser sino porque no estaba convencido íntima 'TIentede que yo lo dirigía o lo aprobaba. Quedan existentes ya solamente las aserciones de que Guerra y Carujo habían asegurado a Briceño y Mendoza que yo tenía parte en el proyecto. Si Guerra y. Carujo en sus declaraciones lo aseguran ta~bién, no hay duda 88 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA alguna de que los dichos de los dos primeros testigos son concluyentes; pero si lo niegan, entonces quedan del todo destruídos. Guerra y Carujo declararon que yo, lejos de haber aprobado el proyecto, había ofrecido oponerme a su ejecución; por consiguiente destruyeron lo que los antes mencionados testigos habían afirmado y me libraron del cargo de haber sido agente director, aconsejador o ejecutor de la conjuración. Resulta, por tanto, falsa y calumniosa la aserción del segundo fundamento de la sentencia, y es además injusta o ilegal, porque se omitió la confrontación conmigo de los cuatro testigos Silva, López, Mendoza y Briceño. Fácil me hubiera sido hacer resaltar la verdad en el careo, y mi inculpabilidad, si se hubiera cumplido con esta fórmula desconocida sólo en los famosos y sangrientos tribunales de la Inquisición. El tercer fundamento de la sentencia consiste en que el coronel Guerra sostuvo en el careo haberme hablado de la conjuraci6n, a la cual me había opuesto. Este es un hecho tergi- versado estudiosamente contra mí. Lo que se supone que Guerra sostuvo en el careo fue lo que él expuso en una declaración anterior que reformó en dicho careo, según lo hice observar en mi prisión al abogado Pareja delante de su secretario. Después que reparé que no se habían extendido en la diligencia las mis- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 89 mas palabras del 'desgraciado Guerra, éste dijo en la confrontación conmigo, que de lo que había hablado no era de una conjuración, sino de la probabilidad que había de que se hiciera un bochinche (esta fue su propia expresión), y que no se acordaba de que hubiera nombrado a persona alguna. Bien diferente de hablar de una conspiración formal a mencionar el riesgo de un bochinche, palabra a la cual se ha dado siempre la significación de una cosa de poca entidad. Por otra parte, en días de agitación, cuando a cada hora se hacía una acta, una petición, una reunión, un bochinche (según el lenguaje de que usábamos los amigos de la constitución) para echar abajo las leyes constitucionales, nada tenía de extraño, ni de criminal que Guerra en cualquier conversación amistosa relativa al estado de nuestra patria me dijera lo que aseguró haberme dicho. Pero esta exposición de Guerra justifica más mi honrado proceder, porque él ha añadido que yo manifesté repugnancia a toda especie de perturbación, que le aconsejé se empeñase en rectificar cualquiera idea que hubiera en el particular, y que ofrecí oponerme al trastornO del orden establecido. ¿Debía hacer más sin incurrir en la infamia de ser un bajo delator, y cuando puede decirse que el proyecto de atacar al gobierno existente estaba sólo en embrión, y 90 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA cuando esperaba que mi oposición podía influir en desbaratado 1 , El cuarto fundamento se toma de la declar~ción del comandante Carujo, aunque alterando el sentido de lo que él ha dicho. En la diligencia del careo, que es a la que el juez ha debido atenerse, resulta que habiéndolo informado Florentino González, que yo era opuesto a todo proyecto d.e revolución, quiso cerciorarse de la verdad, y al efecto procuró habla r conmigo en mi casa; que habiendo pasado a ella, y habiéndome encontrado positivamente opuesto a sus ideas, intentó intimidarme y rendirme, ponderándome la obstinación de los que habían resuelto emprender el restablecimiento de la constitución,lo cual había llegado al punto de estar dispuestos a ir a Soacha a matar al general Bolívar. Esta exposición en los términos referidos, forma un sentido muy diferente de como se expresa la sentencia. Según ella, Carujo me ha comunicado el proyecto de matar al presidente-dictador como quien lo participa a un cómplice, en vez de lo que resulta, el que yo lo supe ~or la casualidad de querérseme hacer variar de opinión, informándome de un hecho ya decidido y pronto a ser fácilmente ejecutado. Y gracias me sean dadas por esta feliz casualidad, porque júzguese como se quiera al general Bolívar, y repruébese sin misericordia su conducta política, yo jamás convendré en que el asesinato de F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 91 un hombre sea una acción patriótica, ,ni que la muerte del que ha servido con gloria a la causa de la independencia fuese meritoria ni justificable delante de la moral pública. Yo salvé entonces al general Bolívar de ser apuña1eado en Soacha por un principio de honor y de moralidad que me conducirá siempre a proceder del mismo modo en cualquier caso en que se trate de llegar a un fin santo por medios reprobados por la moral y la razón. - El quinto fundamento se apoya en la exposición de Florentino González, testigo de mucha importancia en el negocio de la conspiración, y cuyos dichos es menester analizar y meditar sin pasión. González a quien siempre traté con muy particular amistad por sus relevantes cualidades, y por su fervoroso amor a la libertad, declaró haber estado en mi c.asa por consejo de Caruio a sondear mi opini6n acerca de la conveniencia de trabajar en restablecer la Constitución de 1821, y que había oído de mi boca, que la tentativa era inoportuna, perjudicial y expuesta, en cuyo concepto muy lejos de mezclarme, y tomar parte en ella, estaba resuelto a oponerme a su ejecución, no menos que alejarme de Colombia, decidido a no volver jamás al gobierno. Añadió Gonzá1ez, que yo le había dicho en prueba de la inoportunidad y riesgo del proyecto, que no se debía intentar el restablecimiento de la constitución sin conocer cuales eran las 92 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA reformas que ofrecía el Libertador, y sin saber si ellas contentarían o no a los pueblos; que antes que todo era prudente sondear la opinión pública, y contar con ella para cualquier variación del sistema, y que el medio de llegar a conocerla me parecía indicado en el restablecimiento de sociedades patrióticas en los departamentos y provincias. Tal es la exposición que González ha hecho en el careo en el cual, habiendo rectificado sustancialmente su primera declaración, debe fundarse cual. ~ qUler cargo contra mI. Yo deduzco de la dicha .exposición las siguientes consecuencias: Primera: habiendo aconsejado Caruio a González que sondeara mi opinión acerca de la conveniencia de restablecer el gobierno constitucional, yo no tenía conocimiento del proyecto, y por consiguiente, no era su director o agente. Segunda: habiendo calificado de inoportuno y peligroso el proyecto, yo no he tenido complicidad en su formación. Tercera: no habiendo aprobado, yo era inculpable en la conjuración estallada el 25 de septiembre por la cual se me estaba juzgando. Cuarta: no habiendo formado ninguna de las sociedades que indiqué como medios, no de conspirar, sino de indagar la verdadera opinión nacional, la conjuración del 25 no fue efecto de ellas, y por consiguient.e ni de mis consejos e influencias. F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 93 Consecuencias todas favorables a mi conducta de inculpabilidad. La sentencia hace gran caso de mi opinión sobre la formación de sociedades patrióticas para estimar la opinión pública, y la califica de crimen y de complicidad en la conspiración. ¿ Cuál es la ley, pregunto yo al juez de mi causa, que ha convertido en delito la acción de manifestar en una conversación confidencial, que la reunión pacífica de los ciudadanos es aparente para observar y avaluar los sentimientos del público respecto del nuevo régimen establecido? ¿ Existe en Colombia alguna ley, decreto o firmán. que convirtiera en delito digno de pena capital lo que en todo gobierno liberal se estima como medio necesario para dirigir los negocios del común? En las legislaciones que emanan del código de la razón, no hay delito donde no hay ley anterior que lo determine. Si, pues, mi indicación a González no está determinada anteriormente como una acción criminal, como una conspiración, el cuarto fundamento de la sentencia cae en tierra irremediablemente. Repárese, además, que ei dicho de González es único en el proceso; que ni Guerra ni Carujo han hecho mención de él, y que habiéndose referido Carujo a González, el testimonio queda reducido a una sola persona. Observación interesante para convencerse más y más que en mi proceso no sólo han tenido 94 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA fuerza de pruebas las más necias e infundadas conjeturas, las palabras más insignificantes, los desahogos confidenciales de la amistad, sino hasta los dichos singulares. Para decidir de la propiedad de un pedazo de tierra, se necesita por lo menos de dos testigos que estén acordes en los puntos esenciales de la cuestión; para decidir de la suerte de un antiguo general, antes magistrado de la república, siempre constante y fiel patriota, defensor de los derechos del pueblo, ha bastado el dicho de una sola persona, aunque ella no califique positivamente la culpabilidad del acusado. Pero así debía procederse; el fin era condenarme de cualquier modo. La manera de ejecutarlo era indiferente con tal que se me ejecutase. Montesquieu ya lo había dicho con mucha previsión . ...El sexto fundamento es verdaderamente peregrino. Que porque no hubiera día prefijado para la conspiración, yo debía ser agente o cómplice de ella, es la consecuencia más absurda que el espíritu de partido podía deducir para satisfacer sus pasiones. Mi complicidad debía resultar de que yo la hubiera promovido, aconsejado, dirigido, aprobado, auxiliado o ejecutado, tuviera o no tuviera plazo preciso o conocido. Pero es así que ningún testigo ha dicho que yo la promoviera, ninguno que yo la dirigiese, ninguno que yo la F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 95 aconsejara, y todos, por el contrario, que desaprobé el proyecto, que traté de frustrado, y que ofrecí oponerme a su ejecución; luego mi inculpabilidad es más clara que la luz, no obstante que no hubiera día fijo para ejecutarlo. Todavía hay datos en el proceso que corroboran la consecuencia que acabo de asentar "jT que hubieran tenido slgún ,'alar en la con- ciencia de jueces imparciales que buscan la verdad desapasionadamente para absolver al inocente y castigar al culpable. Apelo al testimonio de González, consignado en las diligencias del careo. El ha dicho que me habló sobre el número de oficiales que había de tener la legación de los Estados Unidos (que se me había conferido) con ánimo de irse conmigo. Primera circunstancia que debía hacerme concebir que, estimándose fundadas mis razones contra el proyecto primitivo de conspirar, se abandonaba la empresa, .puesto que deseaba salir del país uno de los que me parecía ser agente de ellos. El ha declarado también que habiendo estado conmigo en un paseo fuera de Bogotá, seis días antes de la cunjuración del 25 de septiembre, nada me había hablado en el particular. Segunda circunstancia, que debía ratificarme en la idea de que el proyecto estaba abandonado. El, en fin, ha asegurado que, preguntado por mí pocos días antes de la conjuración, si todavía insistían en el consabido proyecto, me había 96 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA respondido «que la cosa se había enfriado». Tercera circunstancia, que debía acabar de convencerme que ya no se pensaba en llevar a cabo la tentati va expresada. Estas tres aserciones me favorecen más de lo que a primera vista parece, porque ello es cierto, que si yo me había podido persuadir de que el proyecto de atacar al gobierno existente se había abandonado, ya no tenía que hacer otra cosa como ciudadano y como general, que felicitarme de haber evitado un golpe prematuro, inútil y peligroso aun para la misma causa de la libertad que se quería sostener, y de haber procurado ahorrar el derramamiento de una sangre preciosa, que pudo ofrecerse a ias libertades colombianas con más suceso. Supongamos que yo hubiera sido capaz de delatar a mis compatriotas y hacerle este servicio a un gobierno fundado contra mis principios y contra los sacrificios de Colombia. ¿Qué era lo que debía delatarle? ¿ Un proyecto apenas concebido y prontamente abandonado? ¿ Un deseo de tener instituciones en vez de dictadura? ¿Un ahinco de ser gobernados por leyes decretadas por los representantes del pueblo en lugar a serIo por la voluntad de un hombre, que en cada paso dirigido a sostener las leyes veía una grave ofensa a su persona, y en los que se dirigían a destruidas una acción patriótica, meritoria F. DE P. SANT ANDER ,- SU DEFENSA 97 , y laudable? J uzgadlo, honorables representantes. Oecididlo en el silencio de las pasiones. _ Los seis fundamentos en que se apoya la sentencia que acabo de examinar, no suministran la clase de prueba que pudiera convencerme del delito de que se me supone autor o cómplice. Ellos producen al con= __ 1.-1 dllU ¿,.. __ •• ~_~4_"""" 1d¿.UI1\;;;) _ •••••••••• .; ••• .;"" !-'U;)ll.1 ••.••••••••• v Q;:> ..-J •..••.....•••.•.•...•.•. uc, '-11oA1;. 'f',... y v __ llV +- .•.• "loA ve ánimo de conspirar, ni de quebrantar las leyes que se cree haber infringido. Si hay delito donde no hay un ánimo deliberado de cometer una acción reprobada por la ley, yo soy delincuente en la conjuración del 25 de septiembre; pero entonces es menester borrar del diccionario de la razón la calificación de una acción criminal.. Si se puede condenar por conjeturas débiles, aisladas e inconexas en despecho de datos positivos y claros, yo he sufrido justamente la condenación . que pronunció la sentencia del 7 de noviembre de 1828; pero entonces es forzoso despedazar los códigos fundados en el derecho natural. Pretender que hay prueba suficiente de un hecho, cuando en vez de reunirse todos los motivos que persuadan de su existencia, hay varios que lo ponen en duda, es querer invertir el orden de las cosas y cambiar los principios de la jurisprudencia criminal. Cuando la claridad de todos los hechos y todas las circunstancias de un caso nos induce a creer que ha existido la cosa de 98 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA que se trata, entonces hay prueba completa, y nuestro juicio se inclina a decidir en con- secuencia; mas si queda alguna duda muy fundada en el particular, si existen circunstancias que impidan ver el hecho con evidencia y certidumbre, nadie dirá con justicia que hay pruebas suficientes para juzgar. Sobre estos principios está fundada la legislación universal como que ellos solos pueden garantir la vida y el honor de los hombres en sociedad contra la arbitrariedad y el poder. De aquí emanan las fórmulas protectoras delante de las cuales callan las pasiones, triunfa ]a inocencia y sufre el crimen su condigno castigo. Buscad ahora, honorables representantes, en mi proceso ese conjunto de hechos claros e incontestables que formen la prueba de mi delito; examinad si existieron incidentes y circunstancias, que dejaban e!} duda la convicción del juez. y convenid conmigo que el procedimiento ejecutado en Bogotá en 1828 es de lo más violento, arbitrario e injusto de que hay ejemplo en los anales de una vengativa persecución. ~ Pasemos a examinar los considerandos de la misma sentencia, que son con como las razones fundamentales de mi condenación. Primer considerando: que aunque me opuse a la revoluci6n, mi oposici6n fue s6lo para mientras re- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 99 sidiese en Colombia. ¿Qué es lo que el juez pretende deducir contra mí de esta suposición? ¿No es bien claro, por el contrario, que si ofrecí oponerme a la conjuración que estalló el 25 de septiembre mientras estuviese en Colombia, no he tenido la. menor parte en ella? Si el juez da por cierto el ofrecimiento de oponerme a toda conjuración, la consecuencia que yo deduzco es más justa que la que él ha deducido. Por otra parte cuando yo he dicho en una conversación familiar que mientras residiera en Colombia 1'Y!-e opondría a toda revolución, he empleado una expresión sencilla muy común, sin dar a entender por eso que la patrocinaría después de mi salida de la república. Es tan natural fijar plazos cuando se promete hacer o no hacer alguna cosa, que el primero que me ocurrió fue el que va expresado. Pero veo ahora que si como pudo ser cierto, que dijera a González, mientras yo esté en Colombia me opondré, hubiera dicho, mientras resPire, me hubieran hecho cargo de que aprobaba la revolución, y la patrocinaba después de muerto. Asegura también la sentencia que ofrecí mis servicios para una conjuración, y de esto forma un cargo contra mí. Observo en primer lugar que no es fácil comprender cómo se ofrecen servicios para una, empresa que no se aprueba. En segundo lugar, mi oferta fue al lCO BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA gobierno, que se estableciera en el país, en reemplazo del que existía, y en ello estoy muy leías de pensar que he cometido el delito de conspirador el 25 de septiembre. Que un individuo se ofrezca a un gobierno de hecho establecido en su país es un deber reconocido por el derecho público de las naciones; ofrecerle sus servicios nada tiene de criminal, aunque pudiera tener mucho de deshonroso. Esta es la marcha del mundo político; sin ella el orden público d:-saperecería, y la sociedad sería un infierno. ¿ No obedeció el general Bolívar a Monteverde después de la pérdida de Venezuela en 1812? ¿No le prestó sus servicios cooperando a la prisión del general Miranda? ¿ No han obedecido y servido a Morilla mil patriotas, que no pudieron prescindir de este penoso deber? Ciertamente que sí, y a ninguno se ha estimado delicuente. Yo sólo debía serio en la conspiración del 25 de septiembre, porque hubiese dicho en conversación con mi amigo que el gobierno republicano y constitucional que se estableciera sobre las ruinas de la dictadura, podía estar seguro o contar con mis servicios. Horroriza, señores, leer las razones que el juez de mi causa ha consignado en su sentencia del 7 de noviembre como fundamentos legales para pronunciar las penas más terribles contra mí. Cuando se lea esto a la sombra del árbol de F. DE P. SANTANDER' - SU DEFENSA 161 la libertad y bajo la egida de leyes protectoras, costará trabajo creer que en Colombia se ha podido proceder de un modo tan esomdalosa, cual procedió la Audiencia de Santafé en 1810 con las ilustres víctimas de la libertad Rasilla y Cadena, justificando con este procedimiento la gloriosa revolución del 20 de julio que nos encaminó a la indepenc1enciR de España. , No puedo pasar en silencio la irregularidad de quererme hacer cómplice de un acto ejecutado contra mi opinión, porque yo opinara que pudiera llegar el caso de derribar con justicia en lo sucesivo el régimen dictatorial. Si se trataba de averiguar cuáles eran mis opiniones respecto de ]a subsistencia de tal gobierno, y cuáles mis pensamientos para castigarlos como crímenes positivos, como acciones dirigidas a conspirar, se conven<?ráen que el juez ha acertado a asentar sus principios y deducir las consecuencias contra mí, pero si, de ]0 que se trataba era de indagar si había tenido o no parte en ]a conjuración de] 25 de septiembre para castigar mi cooperación positiva, no sé entonces qué conexlón tuviera lo que yo pensaba para lo futuro con lo que sucedió en aquella noche sin mi conocimiento. Es bien claro, que cuando yo manifestaba a González que era necesario conocer la verdadera opinión pública respecto del sistema es- 102 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tab1ecído, no tenía ánimo de que se marchase contra ella, sino al contrario de que se obrase según sus deseos. Si la opinión pública aprobaba la existencia de un gobierno ilimitado, que ultrajaba los principios constitucionales, y disponía a su arbitrio de Colombia, visto es que debía sobreseerse en el proyecto de destruírIo; pero si la opinión pública reclamaba una revolución contra tan monstruosa autoridad, entonces debía emprenderse, seguro de que se ocupaban de una acción patriótica en que el interés nacional estaba comprometido, y que el bien de Colombia reclamaba imperiosamente. Medítese sobre la diferencia de situaciones, y véase que 10 que en el primer caso era una conspiración que yo desaprobaba. en el segundo era un derecho imprcscriptible sancionado por las leyes reguladoras del orden social y puesto en práctica por los Pelópidas. Trasíbulos, Junios, Decías, Brutos, Tells, Oranges, Washingtons y Lafayettes. _ El segundo considerando declara que no he cumplido con mis deberes imPidiendo la consPiración, y asesinato premeditado contra el jefe su.premo de la nación, y que he sido reo de alta traición por no haber denunciado la revolución. Ciertamente que yo no impedí la conjuración del 25 de septiembre; pero ¿pude impedirla? Si pude, y no lo hice, habrá delito; si no pude, no tengo cargo alguno. Yo tra- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 103 té de impedir cualquiera especie de conjuraciones: este es un hecho confesado en la misma sentencia en los párrafos 3, 4 Y 5, de los cargos tomados del proceso. No sabía que se iba a efectuar el 25, ni ningún otro día determinado: otro hecho reconocido en la misma sentencia. Tenía antecedentes para creer que el proyecte se hab!a abanc1nnRnn: tercer hecho plenamente averiguando en el careo de González conmigo el 1.o de noviembre. Luego no estuvo en mi mano el impedir el acontecimiento del 25 como había impedido el de Soacha; luego es falso que haya faltado a mis deberes, si es que es un deber del ciudadano de una república impedir la destrucción de un orden de cosas absurdo, .introducido por medios ilegítimos y destructor de los derechos y garantías de los asociados. Reo de alta traición he sido según el comandante general de Bogotá y su ilustrado auditor, porque no denuncié la revolución. Si hubiera sido porque la había emprendido, aconsejado, auxiliado lO ejecutado, sería más disimulable: pero porque no he denunciado 'un proyecto que yo no sabía si estaba maduro, un proyecto que tuve razones para creer abandonado, e s lo más estupendo que puede oírse bajo un gobierno que se dice republicano. Y vuelvo a preguntar a mi juez, a su auditor, al consejo de gobierno, a todos los que ten- 104 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA gan alguna noción de legislación colombiana, ¿cuál es la ley, el decreto, u orden que declara delito de alta traición el no denunciar un proyecto dirigido a restablecer las leyes abo~ lidas, las garantías destruídas, el orden constitucional y la libertad por la cual los colombianos han hecho tan costases sacrificios? ¿Si es lo mismo conspirar contra el rey de España a cuya persona llaman las leyes sagrada, inviolable, infalible, vicario de Dios en la tierra, etc., que contra el jefe de un estado re· publicano que ha tomado y ejerce una autotoridad desconocida en nuestras leyes fundamentales. y la cual está en oposición con el fin a que los colombianos hemos consagrado todos nuestros esfuerzos por más de veinte años? ¿Si es idéntico faltar a los deberes para con su patria, reuniéndose a sus enemigos, tomand0 las armas contra ella, o destruyendo sus instituciones, que tratar de restabiecer un orden de cosas en el cual la nación tenía fundadas sus esperanzas de dicha y de libertad? Reos de alta traición fueron declarados los que en 1810 dieron impulso a la transfor mación política de la Nueva Granada y Venezuela, y reos de alta traición los que se opusieron a ella. Reos de alta traición los que destruyen las instituciones establecidas por la voluntad general, y también los que tratan de restablecerlas después de que por medios F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA" 105 ilegítimos y violentos se han abolido. La sana razón condena con mucha justicia este contradictorio lenguaje. Si es verdad, que la traición es lo contrario de la lealtad, yo puedo decir delante del mundo entero, que no he sido traidor. Lealtad, dice un célebre escritor inglés, es una adhesión firme y fiel a las leU"" u n 1n fv,,,,,,ti¡-, ,,..,f.,n rlp 1!:1 <;:()riprllOlrl rlP rtllP :f u .....,.1..1....., ••...•. "" __ •. _ .•.• -~---...'----.--~ --J-.uno es miembro. ¿Y se me puede negar, que yo siempre he vivido adherido firme y fielmente a las leyes y a la constitución de mi país? ¿Que por esta adhesión he sido ultrajado, perseguido y despojado de la vicepresidencia de la república? Aparte de esto, yo no sé verdaderamente qué es a lo que he hecho traición, aun suponiendo que hubiera tomado parte en la conjuración. Yo no ayudé a crear la dictadura; yo no le presté obediencia voluntaria, ni fidelidad; yo no estimé legal el nuevo régimen, o, como lo han llamado, la regeneración de la patria; yo no prometí sostenerlo ni defenderlo; en una palabra, yo era respecto de él lo que éramos los americanos respecto del gobierno de España, obediente pasivo por el impulso de la fuerza física. El abogado auditor quiso hacer retumbar el ruidoso dictado de reo de alta traición para llamar· toda la execración del pueblo colombiano contra mí, sin cuidarse de averiguar si había ley, razÓn o motivo para coJ'-'\,,;lI .Lu. •••... 106 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA honestarlo. Así, pues, por un epíteto tan gastado en la historia de las usurpaciones, yo llevo el título con que honraran los Tarquinos a Bruto, Felipe 11 al principe de Orange, el príncipe Mauricio a Bamelveld, Carlos 11 a Sidney, y Fernando VII a los Torres, Camacho, Ustaris, Roscios, Ascásubis, Quirogas, Morales, y al mismo general Bolívar . ..... En el tercer considerando se me da el carácter de aconsejador y auxiliador de una revolución (aunque ya no de la del 25 de septiembre, de que en otra parte me supone agente) por medio del establecimiento de sociedades republicanas. A este cargo he respondido suficientemente en el cuerpo de este memorial desenvolviendo el objeto de tales asociaciones, y la legalidad del consejo. Nótese bien que González, único testigo de las sociedades, al declarar el objeto de ellas, usa terminantemente de la voz observar la opinión pública, y no de otra alguna. Ahora bien: observar ni es, ni ha sido nunca sinónimo de conspirar, conjurarse o seducir, de donde se deduce, que ni yo he pretentido hacer una revolución por medio de sociedades republicanas, ni he cometido delito en indicar que era el modo de conocer la verdadera opinión general nacional en circunstancias de que, suprimida la libertad de imprenta y privados de medios de publicación y aun de comunicarse f. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 107 con seguridad por los correos, no quedaba otro recurso razonable para no dejar sacrificar impunentemente nuestras libertades. Cansado el juez de buscar motivos para condenarme, concluye la lista de los cargos diciendo: que de lo más que resulta de autos está comprobada mi criminalidad. Esta &f...'r"rtrt.1,1" .I.V.1 •..•. .l\.A.1U DC"t""'\~.;::\r"\lQ vvJ:-" •...•. ..L..L'--" .•.••.••. ci>r~a ....,"' .•..•.••..•• hl1pn!:l --••.••.- f"'\!lr~ r--"'- ~c::.p~nr~r.:::J -----'----.- -~ los alcaldes de parroquia bajo un gobierno donde el hombre carece de la facultad de examinar la conducta de sus magistrados; pero es indigna de un juez republicano, que va a decidir de la vida y del honor de un antiguo servidor de la patria, cuyo juicio debe ser fundado en leyes, en hechos incuestionables, y en razones evidentes. Bien seguro estoy de que nada más resultaba de autos, puesto que de lo muy poco de que pudiera servirse para condenarme se tuvo gran .cuidado de formar cargos alterando unas cosas, y faltando a la verdad en otras. Después del examen de los hechos, y del resultado del proceso, me es forsozo examinar las leyes que se aplicaron, y para ello os ruego, honorables representantes, que continuéis prestándome vuestra atención. Nunca ella puede ser inútil para el pueblo colombiano. Quizá de este memorial depende que ninguno otro hombre nacido en esta tierra ilustre sufra las violencias y persecuciones que yo he 108 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sufrido. Quiera el cielo haber decretado que yo sea para siempre la última víctima de la venganza, de la arbitrariedad y de las facultades dictatoriales. La sentencia ha hecho aplicación de tres leyes, a saber: de la ordenanza general del ejército, de un decreto del poder ejecutivo, expedido en 1826, prohibiendo las reuniones clandestinas, y de otro decreto del mismo poder ejecutivo, llamado vulgarmente de conspiradores. Debo confesar mi asombro de no ver aplicadas también las leyes de Partida, las de Castilla y de Indias, en . todo lo concerniente a delitos de lesa majestad, alta traición, asonada, sedición o motín. La ordenanza general del ejército y el famoso decreto de conspiradores están en oposición. La primera exije un consejo de guerra de generales y una porción de fórmulas para juzgar un militar; el segundo no reconoce fórmula alguna, ni más de un juez para juzgar los delItos de conspiración. La primera señala pena capital a los que emprendieren cualquier sedición, conjuración, o indujeren a cometer estos delitos, o que sabiéndolo no los denunciaren; el segundo no tiene tal pena contra los que saben la existencia de una conjuración. Así, pues, la ordenanza general del ejército fue buena para condenarme a la última pena como militar, pero no 10 fue para juzgarme según las fórmulas que ella establece. El de- SU DEFENSA F. DE P. SANTANDER 109 creto de conspiradores fue aparente para juzgarme sin fórmula, pero no para aplicarme la pena de destierro a que únicamente podía estar sujeto, no siendo yo agente ni cómplice de la conspiración. Con estas dos leyes se hi· zo un juego escandaloso, tomándose de ellas solamente 10 que l_L!_ podía r perjudicarme-r y ~ des-1 __ L ' o \::l,¡IlallUU l,¡Ualll.V UI;:;Ula la o_ou_ VUl 1::\.1::11111;:;. 1 UIUU>:>I:: 1::1 decreto de conspiradores sólo para enjuiciar y líbertarse de emplear las fórmulas protectoras, que habrían arrancado la víctima de las manos enemigas, pero se prescindió de él al tratarse de la aplicación de la pena. Es increíble este procedimiento, y lo es todavía más cuando se observe que un decreto del Libertador presidente, expedido pocos días antes de la conspiración del 25, había declarado que la ordenanza general del ejército sería en lo sucesivo la única ley para juzgar los delitos de los militares, Quedó, por tanto, abolido para los que pertenecíamos al ejército el decreto de conspiradores y no se debió, por consiguiente, traer a cuenta semejante disposición. Quiero corroborar todavía más y más la irregularidad escandalosa de juzgarme por tal decreto. El fue expedido en febrero de 1828 por el poder ejecutivo en consecuencia de la agitación política de Venezuela y extendido a toda Colombia después del movimiento de Cartagena en los primeros días de marzo. En 110 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA aquella época existía todavía la constitución de 1821, como que de ella tomó el poder ejecutivo las facultades extraordinarias para expedido, y cabalmente el objeto único que tuvo en mira fue el de conservar la misma constitución y las autoridades que emanaban de ella. El decreto ha dictado penas para castigar la rebelión contra las instituciones y las autoridades constitucionales, tratando por este medio el gobierno de llenar el deber de mantener el orden público establecido por el código colombiano. Y es este mismo decreto el que ha servido, después de abolida la constitución, para juzgar y castigar a los que pretendían restablecerla atacando un régimen político de que ella jamás pudo haber hecho mención. Monstruosidad tan disforme debe irritar al hombre menos sensible, y mucho más si fijando su atención en la historia de las agitaciones de Colombia, ve todas las perturbaciones y motines que se han ejecutado impunemente desde 1828 para destruir el código fundamental y derribar las autoridades constitucionales, a despecho del decreto de conspiradores y del que prohibió las reuniones elandestinas. Para reprimir y castigar las tumultuarias reuniones de militares y de pueblos que destruyeron nuestras instituciones, no se hizo alto en que existía una ley que las prohibía y F. DE P. SANTANDER - Sú DEFENSA 111 las condenaba; por el contrario, atacar las autoridades constituídas y las leyes se miró como una acción de grande patriotismo. Al comparar esta conducta en aquella época con los juicios dictados en octubre y noviembre de 1828, debe repetirse la observación del pirata a Alejandro: «Porque recorro los mares con un buque soy digno de muerte: tú que recorres el mundo con un ejército, pillándolo y vejándolo, eres héroe». La historia imparcial tendrá, por otra parte, el cuidado de declarar este contraste y decir por qué razón no se aplicó el decreto de conspiradores a los que lo infringieron, reuniéndose ilegalmente para trastornar y destruir las leyes constitucionales y crear una dictadura; y por qué se juzgó por él con tanta severidad a los que trataron de atacar un régimen de arbitrariedad introducido por la intriga y la violencia. El artículo de la ordenanza del ejército pudo servir para condenarme si yo hubiera emprendido alguna sedición o rebelión o si yo hubiera sabido positivamente que iba a ejecutarse: pero no estando justificado que dirigiera o aconsejara la conjuración del 25 de septiembre, ni que hubiera sabido ciertamente que estaba pronta a ejecutarse, la fuerza del artículo penal disminuye considerablemente. La pena capital prefijada en el decreto de 112 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA conspiradores no se señala sino a los autores de conspiraciones, y yo no he resultado haberlo sido de la que produjo mi proceso y mi condenación. En fin, el decreto del año de 1826, que prohibe las reuniones clandestinas, menos puede comprenderme, porque no ha resultado que yo asistiera a ninguna de ellas, ni que se reunieran por mi autoridad o consejo. De todo lo cual deduzco que la aplicación de las tres referidas leyes, además de haber sido arbitraria y monstruosa, ha sido violenta e injusta. Basta leerla sin prevención para convenir en esta triste verdad, y basta recorrer el proceso y fiiarse en las razones que llevo expuestas para persuadirse de que no sólo se han supuesto cargos que no resul taran contra mí; se han tergiversado las declaraciones de los testigos, y se ha omitido ha· cer méritos de los descargos que presenté, sino que se echó mano de leyes diversas para proceder y condenarme, de leyes derogadas y en desuso, de leyes extemporáneas cuyo literal sentido se forzó violentamente para satisfacer los deseos de despojarme de todo lo que la patria me había dado por mis servicios, para después encerrarme siete meses en una fortaleza rigurosamente tratado, y al fin expatriarme indefinidamente. ¿Puede negarse a vistade este cuadro que la sentencia pronunciada contra mí honra los anales criminales de los Jefferies y Sámanos? F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 113 ¿ Será temeridad asegurar que en el juicio pronunciado contra mí no han obrado sino el resentimiento, la venganza o la rivalidad? La atrocidad del procedimiento es más grande que el mismo delito que se supone haber yo cometido. Nunca podrá ponerse en paralelo y mucho menos disculparse una manera tBn inir.I1R de proceder. La historia ha vituperado al salvador de Roma 'la muerte de los conjurados de Catilina, privándolos del derecho de apelar al pueblo, no obstante que recibiera del senado romano la facultad de castigados por vías extraordinarias; ¿cómo no vituperar la condenación de unos ciudadanos a quienes se ha privado en la república de Colombia de todos los medios de defenderse? ¿ Y esta es la sentencia que los cuatro ministros del consejo de gobierno calificaron de justa en su dictamen 7 Si Morilla los hubiera juzgado a ellos en 1816 como mis compatriotas me juzgaron en 1828 sin permitírseme defensa, sin carear todos los testigos, sin dejar hablar la verdad, a buen seguro que los señores del consejo de ministros no hubieran podido llegar al estado de juzgar de mi suerte con tan poca firmeza e integridad. En los días de Tiberio no faltó un magistrado recto que se atreviera a hablar la verdad al tirano v reprimiera su arbitrariedad; en los infausto"s días de la dictadura del Libertador de Colom- 114 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA bia, no hubo entre los suyos quien arriesgara una palabra justa para detener la venganza exterminadora. Prescindo de discurrir sobre la monstruosa desigualdad a que se me ha sujetado en la sentencia con los verdaderos autores de la conspiración. El mundo culto ha reprobado las leyes absurdas que castigan con pena igual delitos o faltas diferentes. Yo, que lejos de haber contribuído a fomentar y ejecutar la conspiración del 25 de septiembre y a clavar el puñal en los guardianes del dictador, me opuse al proyecto e ignoré su tiempo y la hora de su ejecución, he sido tratado de la misma manera que los que formaron el plan, le ganaron prosélitos y lo ejecutaron. Prescindo, repito, de discutir en la materia y paso a examinar las facultades que tuviese el gobierno para proceder de un modo tan arbitrario. Los partidarios del régimen dictatorial sostienen que todos esos juicios en que en lugar de sujetarse el tribunal a las fórmulas protectoras de la vida y del honor del ciudadano, ha procedido violentamente, están autorizados por el uso de facultades extraordinarias e ilimitadas conferidas al Libertador presidente en 1828. Yo no puedo convenir en tan pavoroso principio destructor del orden social. Enhorabuena que los estados, en ciertas y muy críticas circunstancias, puedan investir a F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 115 un magistrado de toda la autoridad necesaria para salvarse de grandes e inminentes peligros. Enhorabuena también que las repúblicas suspendan el imperio de las leyes ordinarias para salir del riesgo positivo de perder su existencia política. Pero yo niego al pueblo, cualquiera que sea. la facultad de investir a perS0113 alguna del derecho de Ji:sponer arbitrariamente de la vida y del honor de los asociados. Quiero conceder en gracia de los partidarios de la dictadura, que Calambia en 1828 estaba en absaluta necesidad de crear esa tremenda autaridad, saludable en otro tiempo. en las manas de S. E. el general Balívar; que no. existiera la constitución, que las medias empleados para inducir al puebla y conferirle el pader absaluto hubiesen sido. legales y legítimos, y que el puebla hubiese padida reunirse y deliberar en asuntos tan graves sin ninguna previa discusión ni urgencia. Tada la quiero supaner, a gusta de los adversarias del régimen canstitucianal; tadavía, sin embargo, asienta que el juzgar a un hombre sin fórmula alguna hasta privarle del derecho de defenderse, y condenarle a la última pena, no. ha padido. estar en la esfera de las facultades extraardinarias del presidente de la república, y par consiguiente ha abusado enormemente de la can fianza de sus conciudadanas. Siendo. el objeto con que las hambres se 116 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA reunen en sociedad el de proteger sus personas, sus propiedades, sus opiniones y su honor, el gobierno que mirara con desprecio este deber faltaría absolutamente a su obieto y debería ser considerado como tiránico, aunque hubiese sido establecido por la voluntad de todos. Cada sociedad es un ser colectivo de individuos en el cual ninguno tiene el derecho de cometer un crimen por su propia conservación. ¿Con qué sofisma, pregunta el académico Jouay, pudiera, pretenderse probar, que el todo de la sociedad poseía lo que no posee ninguna de sus partes? Si todo el cuerpo social no tiene derecho de asegurar su conservación a costa de un crimen, ¿cómo podrá transferirse este derecho a los magistrados? El gobierno, cualquiera que sea, tiene derecho de castigar a los culpables y de indagar escrupulosamente quiénes son los que han cometido el crimen; pero el acusado también tiene por su parte el derecho de que se le oigan libremente sus descargos, de que se le admitan sus pruebas y de que no se les castigue injusta ni violentamente. En mi caso pudieron a lo más haber disminuído el tiempo ordinario de proceder, aligerado las fórmulas, arrestado sin necesidad de pruebas, supervigilándome, y todo lo demás que contribuyera a preservar la república de ser turbada por mi influencia o complicidad en la conjuración; pe- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 117 ro nunca hacer alterar, la verdad, privarme del ejercicio del derecho natural, jamás tolerar que se cometieran crímenes para declararme culpable. Ningún colombiano tenía entonces ni tendrá en lo sucesivo este derecho. La república carecía de él; ¿cómo, pues, se pretende que haya podido delegarlo al presidente del estado '1 Estos principios, que algunos llamarán ideología para burlarse de las garantías individuales, han reglado siempre mi conducta. Dos veces expedí un decreto de conspiradores durante mi gobierno; el primero en 1823, a tiempo que Morales tomó posesión de Maracaibo; el segundo en 1825 con acuerdo y consetimiento del congreso en ocasión de un motín sedicioso contra la independencia en un pueblo de la provincia de Caracas. En ninguno alteré las fórmulas substanciales de proceder, en ninguno me atribuí la facultad de aprobar o reformar las sentencias; en todo me incliné ante el sagrado deber de oír a los acusados y de respetar la verdad dejando obrar libremente a los tribunales. La dictadura de 1828, ignominia del pueblo colombiano, que yo quisiera hacer olvidar a costa de mi sangre, en honor de mi patria, fue más lejos de lo que debiera haber llegado por decoro del país. Roma no tuvo jamás un poder semejante, aun cuando el pueblo roma- 118 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA no por sus mismas leyes había autorizado la creación de esa autoridad. Dictadura indefinida, que no respeta cosas ni personas, a la cual todo está sujeto, 10 sagrado y lo profano, el derecho natural y el positivo, la vida y el honor de los colombianos, los pensamientos y los desahogos de la amistad, no hubiera sido nunca establecida en la patria de Cincinato ni los romanos habrían abdicado ilimitadamente sus derechos y su soberanía en persona alguna, fuera cual hubiese sido su virtud y su amor a la justicia. Reservábase a los colombianos suministrar a la historia el escándalo de un pueblo que, habiendo combatido por la libertad y gozado por seis años de instituciones liberales y del ejercicio de sus derechos, se deja seducir y guiar por senderos tortuosos a encorvar su cuello bajo una autoridad absoluta que, sin prooucirle un solo bien, le ha acarreado desgracias incontables. La sangre derramada en los días de la dictadura, el luto de las familias, el encarnizamiento de los partidos, la desunión del estado, el ultraje de las leyes, la relajación de la moral, el descrédito de la nación, la guerra civil, son males que Colombia llorará perpetuamente. Se creyó que el violento despojo de la vicepresidencia que yo ejercía por voluntad de la nación, restablecería la paz interior y colmaría de bienes a Colombia; se cohonestaron mis F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 119 persecuciones con la necesidad de mantener la unión y la integridad nacional: se pensó que mi destierro de la patria acallaría para siempre la voz dG los oprimidos y dejaría que ellos sufrieran contentos la pérdida de sus leyes y de sus garantías; se esperó, en fin, que el éxito podría. justificar los inicuos medios que se 1__ 1_,,! 1 1_ .__ ~ .__~.•.. ,.....~1 ~_ t....: ...........•.• II<:1UI<:111 I;;Ul}-'ll;;<:1UU }-'al<:1 \{UILal a ,"-,VIV1l1UIQ ;'u constitución y su gobierno constitucional. ¡Qué falaces son los cálculos del orgullo! Colombia nunca ha estado tan agitada como después del establecimiento de la dictadura; nunca han aparecido tantas insurrecciones patrióticas como después de mi ostracismo; nunca ha estado tan expuesta a la guerra civil como en estos Últimos tiempos, y nunca hubo menos esperanza de conservar la integridad nacional que en la época presente. Y si siquiera el despotismo dictatorial hubiera tenido algún brillo; si siquiera conservara Colombia el honor que ad· quiriera por sus heroicos esfuerzos en fundar un gobierno liberal; pero desgraciadamente se ha visto sustituir un· régimen militar a una constitución liberal legítimamente sancionada por la nación, destruídas las garantías individuales, ultrajados los principios de derecho político, desnaturalizado el derecho representativo, administrada la justicia por comisiones especiales, violadas las formas protectoras del hombre, suprimida la libertad de imprenta, 120 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sancionado el perj urio, establecidos la delación yel espionaje, guerras emprendidas para vengar ofensas personales, patriotas venerables desterrados o destituídos, batallones disponiendo de la suerte de! pueblo, el patriotismo insultado, la adulación convertida en único servicio ... No quiero continuar trazando la deshonra de mi patria. En fin, a despecho de una sentencia tan inicua, yo vivo por ocultos juicios de la Providencia que sugirió al general Bolívar e! deber de no consumar mi asesinato judicial. El general Bolívar ha sido clemente, y sin detenerme a indagar el móvil de su procedimiento, mi gratitud no será menos sincera, ni yo negaré a S. E. el mérito de haber ahorrado a la patria un grave crimen. Mi antiguo respeto hacia el Libertador, el convencimiento íntimo de sus importantes servicios y e! recuerdo de las relaciones que un día existían entre los dos, me hacen desear que S. E. hubiera sido antes justo que clemente. Justo debió haber sido franqueándome todos los medios de defensa, abriéndome e! santuario de la ley para poder llegar a justificarme libremente, nombrando jueces imparciales e impidiendo que se aplicaran leyes contrarias entre sí. Un procedimiento tan franco para con una persona que suponía ser su enemigo o su rival, de quien tenía quejas reales o imaginarias, habría sido eminentemente F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 121 honroso al general Bolívar, y si realmente hubiera resultado culpable, su clemencia entonces hubiera realzado el triunfo de sus pasiones y me habría impuesto eterno silencio. Si: la justicia en tales circunstancias no sólo habría sido un deber sino una acción heroica. Vencer sin recursos y rodeado de obstáculos a los enemilIOS de su oatria. no cle~e<:;np.nlr i::!más del triunfo de su causa, salvar ~;';--o~ís entero de la servidumbre, hacer arbolar la bandera tricolor en una inmensa extensión de territorio, son ciertamente acciones brillantes y gloriosas, pero que otros las han ejecutado o que pueden reproducirse. Pero vencer la pasión de la venganza, sofocar el resentimiento y el encono, ser justo pudiendo ser arbitrario, es un triunfo sólo de la virtud, y tan singular y tan glorioso y tan sublime que la historia ha reservado su página más bella a la magnánima generosidad de Augusto. He concluído, honorables representantes; el deber que me impone el honor de hacer notoria la injusticia con que he sido perseguido sólo porque no quise ser instrumento de la servidumbre de mi patria. Las -persecuciones que he sufrido me honran delante del mundo liberal, y algún día la patria, libre de la influencia de las pasiones, honrará también mi nombre. Colombia al fin levantará su voz para juzgar su causa y calificará los servicios patrióticos y desinteresados de sus hijos. No L - )22 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA está lejos ese día; pocos años han corrido aquí desde que el imperio y las restauraciones habían ahogado los principios de libertad y calumniado a los patriarcas de las ideas liberales, y ya la Francia, enarbolando su símbolo de gloria, tributa los debidos homenajes a la firmeza, rectitud y persecuciones de los fundadores de la libertad. ¿Por qué no ha de llegar para Colombia la época en que se levanten altares donde Piar, P adilla, Córdoba, Guerra, Zuláibar, Azuero, Silva, han derramado su sangre bajo la espada de la tiranía, y se condene al desprecio la memoria de los que traficando con sus·deberes y violando sus promesas prestaron sus luces. sus brazos y sus servicios para derribar el edificio a costa de esfuerzos tan heroicos? Sí: llegará ese tiempo de vergiienza para los abyectos de gloria y de honor para los que posponiendo sus intereses, su reposo, su fortuna y hasta su vida a las libertades colombianas, fueron víctimas del espíritu de partido, de la envidia, de la ambición y de la venganza. Entretanto, yo, que tengo la gloria de contartne en el número de las víctimas sacrificadas al poder dictatorial, viviré en tierra extraña, pero tranquilo al considerar que todos los honores y las riquezas del mundo no son tan valiosas como el consuelo de vivir sin un remordimiento. París, 4 de julio de 1830. JULIO ARBOLEDA DISCURSO COMO PRESIDENTE DEL CONGRESO AL DAR POSES ION DE LA PRESIDENCIA AL DOCTOR M. M. MALLARINO Señor presidente: Habéis prometido servir a la república. Dios y el honor acaban de ser invocados por vos como testigos de este acto solemne. Yo no me disimulo, ni quiero disimularas, lo dífícil de las circunstancias, ni la enormidad del peso . con que graváis vuestros hombros; y a nombre de esta augusta asamblea, que tengo el alto honor de presidir, y que representa dignamente a la nación granadina, acepto a un tiempo el sacrificio del hombre y el juramento del magistrado. Espero, porque os conozco, que vuestras fuerzas sean adecuadas a la carga, y felicito a la Nueva Granada, que se entrega en vuestras manos como una virgen a quien el piloto inexperto entregó a las ondas, y logra ganar la playa, maltratada pero pura, herida y exhausta, pero más digna e interesante en el traje de la desgracia que en las galas de la prospe-' ridad. De esta joya de nuestro continente os hace depositario, más que el sufragio nacional, la 126 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA Providencia, que os ha traído como por la mano, de acontecimiento en acontecimiento poniendo los crímenes, la guerra, los errores del magistrado, el heroísmo de los ciudadanos, el celo de los representantes y la prudencia del senado, a abrir y allanar el camino por donde habéis pasado de la vida privada al solio: al solio vacante hoy por la desconfianza del pueblo cuyo brazo le alcanza también cuando sospecha que su púrpura cubre a los ene~ migas de libertad. ¡Raras vicisitudes las del mundo, señor presidente! Pocas vueltas ha dado el sol desde el día triste en que, desterrados y afligidos, nos apretábamos las manos, y suspirábamos por las playas verdes de la Nueva Granada, tendi~ dos ambos y cavilando sobre los arenales tostados y estériles de un país extraño. Hoy me toca a mI preSIdIr la prImera y mas respetable corporación de mi patria, y señalaros a vos, vacía, para que subáis a ocuparla, la si· Ha de la primera magistratura .... Pero que no os alucine este relámpago de dicha (si dicha puede llamarse) que en es nación valiente y orgullosa, tan fácil es pasar del destierro al solio, como del solio a la barra del senado. La fortuna ha hecho girar su rueda caprichosa con una rapidez sorprendente, como para lo efímero, acá en la tierra, de los triunfos, de la vanagloria, y hasta de la misma desgra¿I • i •.•• l' JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 127 cia, y para enseñaras que, si son indignos de un ánimo elevado el abatimiento y la humillación en los tiempos adversos, no 10 son menos el orgullo y la injusticia en las épocas breves y excepcionales de nuestra prosperidad. No nos engañemos, pues: que poco hay estable en el mundo: los acontecimientos de hoy ~t...~~~~ ClJ.IV!:;Ql1 ~ GL l~~ IV";) ,..1", UJ"'''', " ",:u· U'"" f'r.1'Y'lr. _....,....•. &'-' In'" tl1YY1hn", •.........••....••.. _ .•...•..•........__ .••. ~trn - pellados del mar borran la estela de la nave que surca las ondas. Los actos del justo son sólo eternos, porque cuando la memoria y la gratitud de los hombres les niegan su asilo, la Divinidad los acoje, los guarda y conserva. Sed, pues, justo ante todas las cosas: recordad que es mayor el mérito de serio con los enemigos que con los amigos, para que cumpláis mejor con el precepto impuesto por la Providencia a aquéllos que .elige, no para jefes caprichosos, sino para servidores fieles y solícitos de sus pueblos; y por último, no aspiréis tanto a obtener los aplausos del vulgo, como a merecer los elogios de los sabios. Ha sido y es en efecto demasiado común en nuestra América cortejar la popularidad, aun a costa de la justicia; preferir los ¡evoés! LUmultuarios gritados para Nerón por la muchedumbre, a los elogios sombríos tributados a Trajano por la filosofía; pera aquella popularidad efímera que se adquiere con lisonjear las pasiones y dejar impunes los delitos, es, 128 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA en el hombre público una prerrogativa tan estéril como degradante ;-edificio sin base, que se desmorona y cae tan pronto como la arena movediza sobre que fue construído es empujada por el primer viento; rótulo de gloria escrito sobre pizarra frágil, que borra y hace olvidar el contacto casual de cualquier objeto liviano ;-planta, en fin, de vanidad, que si puede dar algún momento de satisfacción incompleta, no deja por toda cosecha sino amargo zumo y espinas. Nerón fue por algún tiempo el ídolo del vulgo a quien adulaba y divertía, porque conocía su inferioridad; y el terror de los sabios y de los justos, cuyo mérito le estremecía como un implacable remordimiento: nadie fue quizá más popular entre la plebe de Roma; pero, entre los tiranos, es decir, entre los enemigos de la ciencia y de la propiedad (que es lo que constituye al tirano, porque la tiranía es la envidia erigida en autoridad); entre los tiranos, nadie ha logrado dejar un nombre más incontestablemente execrado en todos los climas y por todas las generaciones. Tales son las consecuencias de aquel remedo de popularidad que nace, no de un gran bien ejecutado, sino del egoísmo infame que excita las pasiones malévolas del vulgo ignorante, y sacrifica a unos pocos vivas y aplausos pasajeros, la di- JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 129 cha de todo un pueblo y la honra, en p,l porvenir, hasta del propió nombre. Sí, señor vicepresidente: un bien, por pequeño que sea,· ejecutado con energía y constancia imperturbables, tiene siempre su mérito a los ojos de la humanidad; pero el oropel de la falsa gloria, ganado con la excitación y el desenfreno de las pasiones, por seductor que parezca a los ojos de los necios, no produce sino infamia a los que le buscan y aceptan y dolor para los pueblos que, por desgracia, se entregan a aquellos monstruos de estupidez y depravaci6n. ,¡ El respeto' por la virtud, la ciencia y la propiedad, y el odio cordial y sincero del vicio, son los caracteres que distinguen los ánimos verdaderamente ilustrados y liberales. El cultivo y desarrollo de la propiedad, la ciencia y la virtud, fuentes puras e inagotables de felicidad para el hombre, tomado individual y colectivamente, ese cultivo, digo, es el cimiento en que han de basar el edificio de su gloria los magistrados inteligentes; y no con promesas estériles y vanos discursos, sino con hechos palpables y resultados sensibles. En este siglo y en este país, donde hemos sufrido tantos y tan caros desengaños, hemos llegado a desconfiar con razón sobrada de los vocablos de moda: ya temblamos casi al sonido, antes grato y armonioso, de la palabra 130 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA LIBERTAD. Esta voz mágica, cuyo significado real es el imperio completo de la seguridad, basado en el cumplimiento de leyes claras y fijas, cuyo influjo bienhechor se sienta desde la choza del labriego hasta el palacio del poderoso; esta voz consoladora ha sido más de una vez invocada entre nosotros, como la divinidad del exterminio, para poner la república a saco, entregando el honor y la propiedad de las familias a muchedumbres desenfrenadas, y erigiendo-sí, señor, es preciso decirlo-erigiendo el vicio y el crimen en cualidades que daban derecho a la magistratura .... ¿ Cómo no hemos de estremecemos j oh santa· libertad! al escuchar tu nombre? Has sido profanada por labios tan impuros, has servido de pasaporte a hombres tan bajos y tan viles, has convertido tantos jardines en yermos, tantos edificios en escombros, has hecho derramar tanta sangre y tan inocente, que cuando oímos a alguno que te invoca, nos empinamos naturalmente para columbrar la dictadura, que viene de seguro atrás del pregonero con su inevitable cortejo de crímenes, de violencias y calamidades! Todo anda trocado entre nosotros: el desor-· den ha pasado del mundo físico al mundo moral. La extraña confusión que se nota en el uso de las voces más conocidas, no es sino la consecuencia indispensable de la confusión JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 131 en las ideas. LIámase libertad la ausencia de la seguridad; el sosiego interno, fuente fecunda y pura de industria y de riqueza, se apellida retroceso; el castigo legal de los delitos. que pone a salva la vida y la propiedad de los granadinos, se califica de humanidad; y argúyese de progreso la anarquía de la conciencia, de la legislación y de la familia. Y siempre están las palabras en contradicción con los 'hechos; y los labios son siempre disfraz para el corazón. Pero ya lo he dicho: la \ nación entera está hastiada con las palabras y busca resultados. ¡lIoEnvano ostentará el magistrado su liberalidad con frases galanas de mentida filantropía; que si deja atacar nuestra persona, o· violar nuestra propiedad, o destruir nuestras escuelas y universidades; si permite que el honor de nuestras esposas y nuestras hijas esté a la disposición de foraj idos estúpidos; si perdona, o no persigue, a los delicuentes; por más que hable y arguya, diremos, que su liberalidad es la cosa más idéntica que hay en el mundo a la tiranía, y nos darán fuertes y justas tentaciones de cambiar nuestra libertad bastarda e insoportable, por cualquiera especie de servidumbre menos onerosa y degradante. ~ Ni se empeñen los gobernantes en persuadimos de que estiman y respetan la virtud; pues si buscan asesinos para directores de la 132 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA fuerza pública; o adúlteros para encargarles funciones de gobierno y policía; o ladrones y jugadores para que administren los caudales de la nación, por más que disFurran, protesten y juren, antes merecerán el título de jefes de bandoleros, que el de magistrados legales de una nación cristiana y civilizada. Ni pretendan engañamos con protestas de equidad y justicia; pues si~en lugar de buscar el mérito y la aptitud para que sirvan a la república, corren en pos de los que adulan hoy, o de los que les dieron un voto ayer, para premiarlos con los tesoros del estado, diremos que esos magistrados infieles se quieren más a sí mismos que a la nación; y lejos de apreciar sus frases mentirosas, detestaremos a un tiempo en ellos, la corrupción que hace el mal y la hipocresía que le disfraza. No quiera, en fin, persuadimos de que ama a su patria el hombre que, en lugar de conservar paz y armonía con sus vecinos, entra, prevalido de su posición o de su influjo, en proyectos ambiciosos, que siembren la desconfianza entre los pueblos limítrofes y engendren la guerra, y arruinen la sociedad; que el honor sólo es preferible a la paz, y un hombre semejante no será, ni podrá ser jamás, el bienhechor, sino el azote del pueblo que haya tenido la desgracia de escucharle. Hé aquí un resumen general de mis deseos:" JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 138 1.o Sosiego interno, basado en la rígida observancia de las leyes, en el respeto escrupuloso de la propiedad, y en el castigo pronto e inexorable de los delicuentes; 2. o Paz con nuestros vecinos, fundada en la justicia de nuestros procedimientos, y en el respeto perfecto de su propiedad, a exigir el cuai tienen tanto derecho las naciones como los individuos; 3.o Exclusión de las personas de malas costumbres de todos los puestos públicos, sea cual fuere el color político a que pertenezcan, y llamamiento a los mismos puestos de los . hombres de bien de todos los partidos que tengan aptitudes para desempeñarlos. No me detendré, porque sería cansado e importuno, en la explicación de pormenores. Las tres grandes facciones de este programa se reducen a asegurar, por una parte, la paz en el exterior y el sosiego en el interior para fomentar la industria existente, y atraer nuevos capitales al país; y, por otra parte, a llamar todas las virtudes y todas las inteligencias al servicio de la república. Impedir que una sensibilidad bastarda, el temor pueril, el cálculo egoísta, dejen impunes a los victimarios sin hacer caso de las víctimas; hacer lo posible para que la .sociedad no se precipite en nuevos y funestos desórdenes que la degraden y aniquilen, nos obliga a ser se- 134 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA veros con los delincuentes. La certidumbre del castigo legal salva a los pueblos: la esperanza de la impunidad perjudica a los mismos criminales. Ella cierra las puertas del castigo, abre las del delito. El magistrado que no escarmienta a los malhechores teme o espera algo de ellos. En el primer caso es débil y merece el desprecio; en el segundo es, ha sido o quiere ser, cómplice del delito, y merece el odio de la nación cuyas esperanzas burla y cuya dignidad ofende. Tratar de que el gobierno, cuyo ejemplo es tanto más conspicuo, no premie jamás las malas costumbres, llamando a los puestos públicos a hombres de dudosa o mala reputación, es otro de los importantes objetos que debemos tener en mira. No sé si me engañe el natural afecto que tiene el hombre al país de su nacimiento; pero me parece que el dedo del destino señala a la Nueva Granada una carrera larga, próspera y brillante: con su admirable posición central en medio de dos océanos inmensos que conducen al oriente el uno, y al occidente el otro; con sus costas curvas, y ricas de bahías sobre ambos mares; con sus selvas seculares y pródigas en maderas de construcción; con sus deltas entrelazados sobre una extensión inmensa de la costa del Pacífico; con sus ríos largos y mansos, y con la riqueza y fertilidad JULIO ARBOLEDA - 135 DISCURSO fabulosa de su suelo, el ingenio e indisputable valor de sus hijos pacientes y gallardos, la harían grande por las armas, si este fuese el siglo de la guerra. Pero este tiempo ha pasado ya. La humanidad entera se encamina a la paz. El aspecto de nuestro sosiego, la fama de nuestra libertad y ventura, el ruido de las __ ~_-.. ••• : •.••4- ••.• __ \';VIIyul~\..a~ 1(::. .....""'..... •••.•.•••• }J0'-'lil\"...OV- _ .•.• ,.., l..-.""''''''''''''''''''''''''r'lo 'i\A\,.I J..lU5u.l..u\.JU D1 o","" '"" .•..•. "'.•. "".r:lt"'V"\ --- •....• - po de la industria, del comercio y de las ciencias, contribuirán más eficazmente al engradecimiento de la república que la intervención quijotesca en los negocios de nuestros vecinos. Dej emos que se gobiernen como quieran: están en su derecho. No. concitemos los odios, asegurémonos en cuanto podamos el afecto y respeto de las demás naciones y gobiernos del continente .... La humanidad entera, decía, se encamina a la paz: los medios de locomoción se multiplican y facilitan: las distancias se acortan: la correspondencia y las relaciones entre los pueblos diversos se aumentan y aceleran en progresi6n asombrosa: las lenguas mismas, después de haberse dado la mano por medio de las conquistas en las ciencias, que tienen un lenguaje común, tienden a confundirse, gracias a las exigentes necesidades del comercio, prestándose palabras, modismos, frases enteras. Bajo de este punto de vista la América va adelante de los demás continentes. Nuestra 136 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA lengua sonora y majestuosa ha penetrado hasta el corazón de la gran república del Norte, y el inglés lacónico y expresivo ya no es extraño ni en las mesas altas de nuestros Andes: el idioma del Brasil y el nuéstro son tan semejantes, que hay pocos españoles que no puedan leer a Camoens y pocos portugueses que no entiendan a Garcilaso. El movimiento activo del mundo, la facilidad creciente de las comunicaciones, la economía de los transportes, tienden, ora a equilibrar los jornales, entre los individuos de una misma nación v hacer entre ellos una distribución más igual de la riqueza; ora a balancear las ganancias de las industrias especiales de los pueblos, haciendo más eficaces y más útiles para todos, los poderes productivos de las diversas porciones de la tierra, e introduciendo con la rapidez de los cambios, una di~ visión más completa en las operaciones de la industria; no ya entre los individuos solamente, sino entre las naciones, que al fin vendrán a quedar en completa dependencia las unas de las atras, y abolir la guerra, en toda la extensión del globo que habitamos, como bárbara y contraria a las leyes que arreglan y conservan nuestro bienestar y nuestra existencia. La Providencia, siempre feliz en sus operaciones, mientras los gobiernos y los sabios de JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 131 la tierra disputaban sobre los medios más eficaces de contener los progresos de la población y de la mendicidad, permite en su sabiduría, que se descubran nuevos y sorprendentes medios de locomoción, y después de haber preparado así el camino, abre a los ojos atónitos de Europa las entrañas de la tierra, que ocul- __ _~A _ t~h!=lY'l: ;::.1 rl,1"'f"'\rto _ r'=ll1.¡fA't"'Y'\1n 4~J. .•.••..••J "IT A"'I~ •..•.• ,.."l;_ a. ••..•.\.J'l,.,LUlJ.U, 4 ;y "7' 11__ ~.la ma fácilmente hacia aquellas regiones desiertas, la población exuberante que afligía y desafiaba las inteligencias de los más insignes economistas. El Pacífico, antes solitario, se puebla de velas, y una considerable porción de linaje humano, dejando en un extremo del mundo, con sus parientes, su religión y su lengua, un eslabón de la cadena destinada a unir la humanidad, se lanza a los mares, y los cruza en triunfo, transportando el otro eslabón a la remota Polinesia. Y ¡oh admirable concatenación de la industria humana, cuyos efectos benéficos se sienten, ya' de uno, ya de otro modo, en las regiones del globo al parecer más diferentes y apartadas! Apenas se des· cubren lbs ricos depósitos de oro en California y Australia, cuando todos los marineros sienten crecer su capital; y todos los armadores se hallan más ricos que antes; y los carpinteros de ribera hacen fortuna; y los dueños de maderas en Noruega. y los de cáñamo en Rusia y Polonia, y los de trigo en el ex- 138 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tremo sur de nuestra América, y los de hierro en Suecia, y los de té en China, y millares y millares más, todos sienten su situación benéficamente afectada por el nuevo capital que viene a animar la industria, y a aumentar el cúmulo de la propiedad en el mundo. Y no es ésta ni aquélla, ni la otra región la sola beneficiada, que todas 10 son en algún grado, por el 'flujo o el reflujo de la riqueza nueva, que se extiende por la tierra buscando la ganancia, como buscan los líquidos su nivel por una ley física tan cierta como irresistible. Entre tanto los habitantes de nuestros valles del Pacífico, sin saber lo que está pasando en el mundo, continúan entregados, unos al ocio, otros a los frecuentes y sangrientos simulacros de la guerra; y aquéllos al despertar de su natural indolencia, éstos, al dar treguas a su bárbara tarea, se encuentran con un capital doble del que poseían sin saber cómo ni por qué. El maná les llueve del cielo como en otro tiempo al pueblo hebreo, mientras ellos murmuran y se rebelan contra las leyes de su Dios; y cuando talan las sementeras, insultan las hiías e incendian las casas de sus inofensivos vecinos, llevados del furor que inspiran nuevas y absurdas doctrinas; cuando reniegan de los preceptos de amor y de caridad impuestos por el Cristo a JULIO ARBOLEDA DISCURSO 139 la raza humana; la Providencia les revela, por medio de hechos claros y elocuentes, lo torpe y nocivo de la envidia, y lo conveniente que es para el hombre desear y promover, para su bien propio, la dicha de sus hermanos, por remotas y separadas que estén las regiones' que habiten, y por incomprensible que parezca a primera vista ia benéfica acción que eierce ]a prosperidad ajena sobre nuestra prosperidad. California llama a nuestras provincias del Istmo una población cor.siderable: las nuevas necesidades del tráfico exigen un costoso camino de hierro; el camino exige obreros y los obreros y la población fija y transeúnte artículos. abundantes de su existencia. Entonces Chiriquí halla, sin salir del Istmo, mercado ventajoso y cercano .para efectos que antes enviaba al Chocó. El Cauca, libre de competencia, se apodera exclusivamente de este mercado y provee de víveres a nuestros mineros del Pacífico. Los precios de varios productos pecuniarios y agrícolas suben considerablemente. Así, los nuevos capitales de California, la riqueza del mundo que crece, viene a aumentar la de muchos hombres que están ciegos de furor en su propia tierra, destruyendo la riqueza, y rebelándose contra la propiedad. Las mismas causas obran fenómenos igualmente benéficos en todo nuestro territorio. El aumento 140 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA de la riqueza en el mundo, aumenta el consumo de artículos que antes no estaban al alcance sino de unos pocos, y nuestro excelente tabaco halla amplia salida: la necesidad de cultivarle en mayor escala alza los precios de los jornales de nuestros labriegos: el alza de los jornales les da nuevos medios, y los nuevos medios el deseo de satisfacer nuevas necesidades: los precios de infinitos efectos, propiedad o producto de otras personas, suben en proporción Y .... ¿pero qué imaginación bastará para trazar y seguir en su curso intrincado y vario los hilos de la industria, que se extien. den sobre la tierra como una red inmensa de alambres eléctricos, de tal modo alzados y comunicados, que no es dable tocar uno de ellos sin que el mal o el bien, la pérdida o la ganancia, se hagan sentir más o menos intenSamente en todos los ángulos de la tierra? !Oh! cuando se piensa detenidamente en estos fenómenos; cuando .se ve y se palpa que no hay riqueza, ni ciencia, ni descubrimiento, que no aumente en algo la felicidad de todos los habitantes del globo; entonces se comprende aquella fraternidad que Dios ha querido que haya entre. los hombres, fundada y sostenida por -el interés mutuo, hija de la industria que produce, del comercio que cambia, de la virtud que ama y fomenta; entonces se conoce cuán torpe es la envidia, cuán contra- JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 141 rio a nuestro bien el odio del bien ajeno. cuán perjudicial para nuestra dicha el pesar de la ajena felicidad! y yo, señor, mientras más metido en estas cuestiones, y mientras más me penetro de la dificultad de dar a todas las criaturas racionales la inteligencia e instrucción suficientes para que ,-."VV"Io_ •.•_ .....•....J .•.....•.••..•..•. '-'-'U'J:-" ,",UUQU ;y = .....~_ Q}'l 1_ ~"'11;.11 Id ~ 4 _._ }JUll.t;I ••.• _ 1 ~ 1 1I.U:::ii:i ::;aOlUU· ría de las leyes del cristianismo, más y más me convenzo de la necesidad de la fe. Esta es la virtud que ha civilizado al mundo. Si ]esucristo hubiera explicado los pasmosos resultados de su doctrina, no habría habido un solo sabio en su tiempo capaz de entender su extraño lenguaje. El solo podía ver, en aquellas épocas bárbaras, a través de las tinieblas del largo futuro lo que muy pocos alcanzan a ver aún ahora, cuando sus preceptos han estado por diez y nueve siglos modificando y mejorando el género humano. Cuando El dijo tened fe como un grano de mostaza y haréis imposibles, impusó a la limitada inteligencia del hombre la virtud única que, garantizando la observancia de sus mandatos, pudiese conducirle al término (oscuro todavía para nosotros) de sus altos· e incomprensibles destinos. Yo no puedo concebir la prosperidad de un pueblo republicano, de un pueblo cuyos ciudadanos tengan todos parte en el gobierno, si 142 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA esos ciudadanos no son irresistiblemente impelidos a la justicia por los preceptos de la fe. Pocas palabras más y habré concluído. La aflicción que ha sufrido la república a consecuencia del crimen de abril, puede ser útil para ella. Ese crimen separó la cizaña del trigo que andaban confundidos. La sangre de todos los buenos ha corrido mezclada, bajo el mismo glorioso estandarte, en nuestras calles y nuestros campos: cada partido coronó y ofre~ ció reverente su víctima en el común holocausto presentado al Dios de la concordia como expiación de sus antiguos errores y extravías .... Por esa sangre noble y preciosa, conjuremos a los granadinos a deponer sus resentimientos en las aras de la justicia y de la gloria nacional! Sin embargo, puede ser, señor Vicepresidente, que a pesar de la crisis favorable que ha sufrido la repúblic.;a,después de largos y convulsivos delirios, vuelva a aparecer en el cuerpo político la fiebre que casi la ha aniquilado. No faltan entre nosotros ambiciosos vulgares a quienes, no pueda agradar la paz y el sosiego porque son incompatibles con su existencia tempestuosa. Ellos espían el desorden, como aquellas aves marinas que aguardan que la borrasca turbe y encrespe las olas para buscar su sustento. Puede ser que seáis sorprendido cuando menos lo esperéis. El arte de cons- OLIO ARBOLEDA - DISCURSO 143 Jirar no es desconocido, por desgracia, entre nosotros. Si así sucediere, contad con los hombres de bien: todos tienen probado que saben vencer por la ley y con la ley. Mas si tuviereis que elegir entre el honor y la muerte, recordad la confianza que el pueblo más libre de Sur América ha hecho de vos: mostradle que, en ia Nueva Gn:1úC::lJa, los iT1i:igistréidos que no pueden gobernar, saben por lo menos morir; dejad que vuestros amigos derramemos lágrimas porque perdísteis la vida, pero no porque perdísteis la honr~, y si no podéis darnos paz, dejadnos siquiera honra y ejemplo. INDICE Págs. Nariño, SantBnder, Arboleda , 5 Elocuencia: Antonio Nariño: Su defensa ante el Senado 21 F. de P. Santander: Su defensa ante la Cámara 73 Julio Arboleda: Discurso como Presidente del Congreso al dar posesión de la presidencia al doctor Manuel María Mallarino 123 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOrvlBIA ----------------. ANTONIO NARIÑO, ~.D~P. ~ANTAND~RY ~ULlO ARgOL~DA '.' BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA .. " \~ '..J ANTONIO NARIÑO, ~. D~ P.· ~ANTAND~R Y JULIO ARQOL~DA SELECCION SAMPER ORTEGA DE LITERATURA COLOMBIANA PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE EDUCACION NACIONAL 1936 Editorial Minerva, S. A. NARIl~O, SANTANDER. ARBOLEDA En los primeros días de la república se produjeron tres grandes piezas de oratoria parlamentaria: la defensa de Nariño, la de Santander y el discurso con que don Julio Arboleda, como presidente del Senado, dio posesión de la presidencia de la república al vicepresidente MaIlarino. Aunque la segunda de estas piezas, la defensa de Santander, fue remitida del Exterior a la Cámara, puede considerarse del género oratorio, así por su forma cuanto por haberse escrito para ser leída ante la corporación; y como Nariño, sU autor, y Arboleda, son de las más salientes figuras políticas del último siglo, nos pareció que el presente valumen resultaría valioso, interesante y homo ... géneb recogiendo en él estas tres piezas, tan diferentes de las· que se estilan ogaño en los congresos . .El general Antonio Nariño, precursor de la independencia, nació en Santafé en 1765 y murió en la Villa de Leiva en 1823. Lospri - 6 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA meros treinta años de su vida se deslizaron de la mejor manera que podía esperado un criollo dentro de la administración colonial: casó en 1785 con doña Magdalena Ortega: desempeñó la alcaldía de la ciudad; tuvo grandes y prósperos negocios de comercio; fue tesorero de diezmos y encabezó un centro literario de mucho renombre en la historia de nuestras letras. Sin embargo, al publicar el año de 1794 «Los Derechos del Hombre~, en la imprenta que él mismo había introdúcido un año antes, se convierte en un calvario su vida, y ya no encontrará la paz sino en el sepulcro. Procesado por conspirador, se le confiscan sus bienes y se le condena a diez años de presidio en Afríea. Pero logra fugarse, y en Inglaterra y en Francia intenta obtener recursos para independizar a su patria; al regresar a Bogotá es apresado nuevamente y en seis años de reclusión su 'salud desmejora hasta el punto de serIe preciso aplicarse a negocios de campo, porque sólo en él tendrá posibilidad de mejoría. Preso otra vez en 1809, recobra la libertad después del 20 de julio del año siguiente, para servir en los penosos días del nacimiento de la república, primero como secretario' del congreso y luego en la presidencia de Cundinamarca. Le toca afrontar la intentona española de reconquista; en Pasto cae prisionero por tercera vez, y d~ra seis años en los presidios de Guayaquil, El CaUaó, Li- NARmo, SANTANDER, ARBOLEDA 7 ma y Cádiz. Regresa a Colombia, y aquí es, entre los personajes de calidad. la primera víctima del odio, dios popular de la política entre nosotros. Por último, su vida se extingue en Leiva. lejos de todo ruido; y allí, con sublime estoicismo, aguarda la llegada de la muerte. Al recibir en la Academia Colombiana de Historia a don Guillermo Hernández de Alba, a quien debemos el conocimiento de diez años de la existencia de Nariño que permanecían en completa oscuridad, pretendimos señalar la manera providencial y maravillosa como se acompasó la vida del Precursor, a la de la república. En verdad-dij imos entonces-los vaivenes de la patria se acuerdan y cursan armónicamente con los de la existencia del Precursor, cual si tal existencia fuese el canto o el tema central de aquella gran sinfonía que se inicia con la llegada de Mutis y termina con los broncos v fortísimos compases de los cañones del santuario. Nunca como en .la sexta década del siglo XVIII fueron tan claras las características de la colonia: en el abandono del mundo y ordena9ión sacerdotal de don J osé de Salís culmina el sentimiento religioso que informó todos los . actos de nuestros pasados y que más que un truto espontáneo y lozano solía ser producto de meditaciones, de luchas entre el espíritu y j 8 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA la carne, de desengaños, de tedio en ese vivir ~modorrido, inútil, sin ambiciones y sin gloria, que en Indias se llevaba desde que la aventura y el Dorado murieron con las razas primitivas. En don Miguel de Santisteban. a cuyo cargo estuvo la residencia del Virrey-fraile, se cifra el rábula malicioso que, más que a impartir justicia, venía a hacer méritos, exagerando el celo y el rigor, para alegarlos cuando a la corte se tornase. Y en la quietud inenarrable de aquella época están mejor que nunca sintetizadas la indolencia intelectual y la opacidad de emoción en que vivieron, o mejor dicho, arrastraron sus horas, los colonos de don Felipe, de don Fernando y de don Carlos. Nariño es el último de los santafereños na· cidos en la profundidad de aquella profunda Santafé. Desde la década siguiente las primeras brisas de inquietud, de curiosidad y de estudio, habrían de rizar, aunque todavía levemente, las aguas de ese mar muerto. De modo que, por razón de nacimiento, bien podemos considerar a este vástago del contador real don Vicente Nariño y de doña Catalina Alvarez del Casal,- como un refinado producto de la colonia. Empero el soplo escapado de los labios de Mutis se va tornando en brisa. en viento y en huracán que barre las brumas de ignorancia y pereza, para que verdeen y granen las inteligencias que con mano amiga cultIvara el NARmo, SANTANDER, ARBOLEDA . 9 gran botánico; y Santafé abandona su marasmo, lee y discute a los encicIopedistas, investiga, sonríe, y se anima en las tertulias literarias en cuyo centro Nariño es también el arquetipo de aquel siglo que muere y de la naciente inquietud. No duran mucho, sin embargo, los inconscientes aleteos de una república que, sin saberIo, pretendió nacer de la revuelta de los comuneros del Socorro y de la publicación de los «Derechos del Hombre>; como el propio impresor, ella desmaya y casi muere durante diez largos años en que parece esfumarse de la historia, cual parecía esfumarse la vida del gran bogotano.. Pero súbito resuenan otra vez y a un mismo tiempo y briosamente y en nítidos acordes, el clamor de una nación que reclama su independencia y el de un hombre que conquista la suya y se pone a la cabeza de su pueblo. Y desde ese momento hasta quedar abandonado en las montañas de Pasto, la vida de la república es la suya: melodía y acompañamiento van ahora acompasados, sin discrepancias ni disociaciones. Con la caída del exdictador de· Cundinamarca en manos de Aymerich empiezan los hados a favorecer a los pacificadores y se inicia para nosotros aquella larga era de padecimientos, aquella ola de sangre, en campos y banquillos, que sólo concluirá en Boyacá en 10 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA 1819, con la derrota de las tropas del rey. Paralelamente, la existencia del Precursor entra en un nuevo período de tribulación. Ni la patria ni él pueden saber cual será suerte. Y es curioso que, con pocos meses de diferencia, una y otra obtengan definitivamente la libertad. Restituído Nariño, a sus lares, es con él, como mandatario, con quien se entiende el congreso que dicta la ley fundamental de la república; de modo que preside el verdadero nacimiento de Colombia que, para que nada falte en la grandiosa sinfonía, ha de poner en ella la única discordancia entre el hombre y la república: la de la ingratitud. Finalizando el año de 1823, Bolívar salió para el Perú a darle libertad con nuestra sangre; mientras Nariño, en tanto, partía para la Villa de Leiva. Siguiendo los pasos a la tropa libertadora iba ya el espectro de la desunión que a poco tomaría vigor en Valencia para culminar, como la vida del Genio Americano, en la disgregaci6n definitiva, cuando él cumpliese 47 años, y 11 la Gran Colombia. Nariño, por su parte, llevaba también la muerte al anca de su caballo. La melodía iba a finar antes que los postreros trémolos del conjunto. Pero, en todo caso, con Nariño moriría la patria que comenzó a esbozarse cuando él nació. La frase de Rueda Vargas es justa: Nariño fue la patria misma. NARIRO, SANTANDER, ARBOLEDA * 11 •* Con respecto al general don Francisco de Paula Santander, extractamos a continuación su biografía, tomándola del excelente libro que sobre esta gran figura colombiana escribió nuestro amigo y colega don Manuel José Forero. Nació el Hombre de las Leyes-como le llamó Bolívar después de la glorificación de Ayacucho-el 2 de abril de 1792 en la villa del Rosario de Cúcuta, y vino a verificar sus estudios en la capital del Virreinato de la Nueva Granada trece años más tarde; en el Colegio de San Bartolomé recibió las lecciones que le dotaron de una instrucción general y las especiales de jurisprudencia, apropiadas a sus aptitudes y carácter, que habrían de permitirle servir a la futura república en su desenvolvimiento civil. Pero cuando los patriotas se congregaron en la plaza mayor de Santafé el 20 de julio de 1810, y llegó a oídos del vivaz estudiante el clamoreo de su pueblo por la libertad, abandonó las aulas y se trasladó a las milicias organizadas aquel día memorable, y de las cuales no habría de faltar sino hasta el momento en que Colombia fue libre. « Tomó parte en las contiendas federalistas y centralistas de la primera edad de la república; posteriormente combatió alIado de Bolívar con- 12 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tra los españoles.que trataban de mantener bajo la dependencia de España el suelo de la Nue.va Granada; y cuando cayó en manos de Morilla dada la superioridad de sus fuerzas y la división política que había agrupado en dos bandos a los dirigentes del gobierno emancipador, se dirigió a las llanuras orientales con algunos re$tos del ejército que mantuvo encendida en aquellas regiones desiertas la antorcha de la libertad. Santander organizó allí tropas regulares que preparaba con ahinco para las futuras acciones de guerra; más tarde estuvo de nuevo al lado de Bolívar, que luchaba en Venezuela por la independencia; después regresó a los llanos de Casanare, y, de acuerdo con el Libertador, se preparó para invadir a la Nueva Granada, cuyos mejores hijos habían perecido en el cadalso en el luctuoso período de 1816 a 1819. El 4 de junio pasó el Libertador el río Arauca mientras su propio ejército avanzaba a reunirse con la División de vanguardia preparada por el general Santander; reunidos todos sería tarea fácil verificar inmensos sacrificios con aquel conjunto de hombres dispuestos a lograr la libertad de su patria, y obtener el ambicionado triunfo con la posesión del viejo Virreinato. El 25 de julio siguiente los ejércitos enemigos habrían de encontrarse en Pantano de Vargas; y el 7 de agosto en el Puente de Boyacá. La acción de armas que se libró en este últi- NARffiO, SANT ANDER, ARBOLEDA 13 mo lugar, aunque breve por su duración y desprovista de brillo militar por sus características espéciales, fue definitiva para la libertad de Colombia y ahorró para el porvenir de ella la sangre generosa de muchos de sus hijos. El 21 de agosto del mismo año el Libertador ascendió a Santander a General de División, como reconocimiento de su participación intrépida en la batalla de Boyacá, de su .pericia en los combates anteriores y de sus desvelos por preparar aquellas tropas que dieron a Colombia su más puro día de gloria. Y, en aten.ción a la necesidad de continuar la guerra, .designó igualmente a Santander para ejercer el gobierno de Cundinamarca, mientras él se dirigía a dar cuenta al Congreso de Venezuela y a movilizar los ejércitos contra los españoles venidos de la Península a verificar la reconquista. El Congreso de Cúcuta (1821) eligió Presidente de Colombia a Bolívar, y vicepresidente a Santander; pero el primero, al aceptar esa altísima investidura, 10 hizo con la expresa condición de que Santander presidiera en realidad aquella gran república, por considerar-escribió-que sus talentos, virtudes, celo y actividad ofrecen a la república el éxito más completo en su administración. <Tocó, pues, al general Santander dirigir los primeros pasos de Colombia como pueblo libre, mas no' en el sosiego de la paz sino en medio de los azares de la guerra. No solamente aten- 14 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA dió entonces a los afanes de la simple administración gubernamental sino que dio a Bolívar la cooperación que él necesitaba en hombres y en elementos para continuar con provecho la guerra de la independencia, llevándola hasta Bolivia y el Perú. Bolívar dio público testimonio de ello en carta del 13 de noviembre de 1824, escrita en Chancay, poco después de las grandes batallas que confirmaron y consolidaron la libertad de toda la América del Sur. <Cuando ocurrió en '\'alencia (Venezuela) la rebelión de Páez contra el gobierno central de Bogotá, volvió Bolívar a Colombia. En ella prevalecía entonces el concepto de la legislaeión que había venido a sustituir, debido a la acción de Santander, a la autoridad militar y al concepto del caudillo; consideró el Hombre de las Leyes que mientras la guerra hizo necesario ese concepto fue oportuna su aplicación; pero que una vez vuelta la normalidad, y organizada la vida ciudadana, debían gobernar los principios y las leyes que los pueblos se dieran a sí mismos. Por eso, cuando la Constitución Boliviana fue recomendada a la consideración de los hombres públicos de Colombia, Santander demostró francamente su oposición y llevó consigo a los influentes amigos que le acompañaban. En lo tocante a la rebelión de Valencia debemos recordar que Bolívar, en ejercicio de la magistratura, per- NARffiO, SANTANDER, ARBOLEDA don6 al jefe venezolano (uno de los más ilustres de la independencia) su desacato al gobierno central y sustrajo de la obediencia a Santander algunas provincias de la república. cProclamada por Bolívar la dictadura, Santander manifest6 también entonces su abierta oposici6n a ella; hizo palpable su adhesi6n a la Constituci6n de Cúcuta y pens6 en retirarse del país. Vino el 25 de septiembre de 1828, fecha infausta para Colombia, en que se armaron con el puñal parricida algunos de los más tenaces enemigos·,ee la dictadura de Bolívar, y, como consecuencia de ese atentado que la Providencia frustr6, la reacci6n de un grupo militar adicto a Bolívar hizo que los castigos fueran enérgicos y la persecuci6n· vigorosa. Santander fue aprehendido entonces como conspirador; pero no habiéndole podido probar el tribunal que hubiese tenido participaci6n en el atentado dicho, y previa la opini6n del Consejo de Ministros, Bolívar conmut6 a Santander la pena capital por la de destierro del país. «Hallábase en Europa cuando la preponderancia política de sus partidarios 10gr6 de nuevo el supremo influjo en el Estado. Fue elegido presidente de la república por el congreso, y volvi6 a la Nueva Granada en virtud de ello. Dispuso de medios suficientes para go.., bernar democráticamente un país que había soportado ya las espinas de la dictadura, y 16 BIBLIOTECAALDEANA DE COLOMBIA continuó entonces la tarea de formar la conciencia ciudadana, tal corno lo había hecho en 1819, tal corno lo realizó desde 1821 hasta 1827 desde el sillón de los presidentes. «Concluído su período de mando se retiró por algunos días a la vida privada, volvió al Congreso posteriormente, y falleció en Bogotá el 6 de mayo de 1840. «Cay6 entonces la losa sepulcral sobre sus despojos, pero la patria grabó en el mármol y el bronce su nombre procero; en un soplo se extinguió su vida fecunda, pero Colombia continúa repitiendo las palpitaciones de su gran corazón; dijo el último adiós a sus conciudadanos, pero el patriótico acento de sus enseñanzas perdura a través de una centuria realizando en el suelo que ilustró con sus hechos y engrandeció con su heroísmo, los supremos ideales de la repúpública .• * ** Don Julio Arbdeda nació en la hacienda de San Vicente de Timbiquí, en la costa del Pacífico, el 9 de julio de 1817. Su familia, una de las más castizas de la noble Popayán, poseía allí minas de oro, y cuando Sámano inició la reconquista del sur de la Nueva Granada, hubo de refugiarse en San Vicente, pues la mayoría de sus miembros se había distin- NARI~O, SANTANDER, ARBOLEDA 17 guido por sus servicios a la causa de la Independencia. Don ) ulio recibió los primeros conocimientos de labios de sus abuelos maternos don Manuel Antonio Pombo y doña BeatrizO'Donnell. En seguida acompañó a su padre a Europa, en 1830, y en Inglaterra cursó humanidades, hasta obtener en la Universidad de Londres el título de bachiller en artes. Concluídos sus estudios, viajó por Francia e Italia, antes de regresar a su patria en el año de 1838. En la Universidad del Cauca, y al mismo tiempo que desempeñaba la cátedra de literatura, estudi6 derecho civil y ciencias políticas. En la guerra civil de 1840, Arboleda tomó las armas en contra de Obando, y bien pronto fue nombrado ayudante del general Herrán. Mas como el gobierno del Ecuador había auxiliado con tropas al de la Nueva Granada para debelar la rebelión de Pasto, Arboleda fue enviado al Ecuador a discutir con el presidente Flores la pretensión de que para recompensarle sus servicios la Nueva Granada le cediera al Ecuador una parte de las provincias de Pasto y Túquerres. Desempeñada su comisión .diplomática, Arboleda regresó al país e hizo la campaña del norte a las órdenes de Herrán y de Mosquera. Concluída la guerra, se retiró del ejército con licencia indefinida para entregarse a sus negocios y a sus labores Htera- 18 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA rias, y emprendió en la gigantesca obra de su poema Gonzalo de Oyón. En los ocho años de paz que siguieron concurrió varias veces al congreso, donde pronto conquistó fama de excelente orador. En 1849, encendida de nuevo la guerra civil, Arboleda inició en Popayán la oposición al gobierno de López, en su periódico El M is6(oro; reducido a prisión, escribió en ella su poesía Estoy en la cárcel, una de las más vehementes que hayan visto la luz en Colombia. Don Sergio Arboleda, hermano de nuestro poeta, logró comprar armas en Quito y allegar allí -recursos para intentar una revolución en el sur. Don Julio, que había podido salir de la cárcel y pasar al Ecuador, penetró en Colombia al frente de alguna tropa; pero bien pronto fue derrotado y hubo de emigrar al Perú, donde permaneció, entregado al periodismo y a la enseñanza. hasta 1853. De Lima se trasladó a Nueva York, y en 1854 regresó a Bogotá. Fue entonces cuando. como presidente del Senado, dio posesión del poder ejecutivo al vicepresidente Mallarino, leyendo la magnínífica pieza que reproducimos en el presente volumen. En la guerra de 1860 Arboleda, que se hallaba en París atendiendo a la educación de sus hijos, regresó a Colombia llamado por el presidente Ospina, para oponerse a Mosquera en el Cauca. Proclamado general en jefe de NARmo, SANTANDER, ARBOLEDA 19 las fuerzas constitucionales unidas del Cauca y de Antioquia, se le candidatízó por parte de los gobiernistas para la presidencia de la república, en cambio del general Herrán, a quien se tenía desconfianza por ser yerno de Mosquera. Un incidente sin importancia dio pie al presidente ecuatoriano García Moreno para dirigirse contra la Nueva Granada; pero Arboleda le salió al encuentro y le hizo ..¡,:>risionero. Cuando regresaba victorioso, recIbió cerca de Popayán la noticia de haber sido derrotado por los revolucionarios en Cartago el general antioqueño Henao, su aliado; entonces Arboleda contramarchó al sur, adelantándose solo con sus edecanes hacia Pasto. En el camino, al atravesar la montaña de Berruecos, fue asesinado a traición, como años antes lo había sido Sucre, el 12 de noviembre de 1862. Aparte de sus poesías-que son su mejor título literario-coleccionadas por don Miguel Antonio Caro y publicadas. en Nueva York por sus hijos, y del discurso que aquí reproducimos, célebre en la oratoria colombiana, Arboleda publicó los siguientes folletos: Julio Arboleda a sus compañeros de armas (Popayán 1845); Los tres candidatos para la presidencia de la Nueva Granada (Bogotá, 1845); Los J esuítas (1848); Visita del general Tomás CiPriano de M osquera a Popayán (Bogotá, 1850); A los señores editores de La Gaceta, El NeoGranadino y El Conservador (1850); Al Con- 20 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBiA (Popayán, 1851). Además, redactó en Popayán El M is6foro, periódico del cual existen seis números en la Biblioteca Nacional; aunque Laverde Amaya menciona el número 9 como reimpreso en Bogotá. Es muy de lamentarse que un hombre de tan brillante numen y de tan excelente preparación como don Julio Arboleda, se hubiera visto envuelto tan por completo, en las luchas políticas de su tiempo, y restado así a la producción literaria. Don José María Samper nos refiere que, como orador parlamentario, sedujo a sus contemporáneos, pues «ninguno había sido tan incisivo y correcto, tan académicamente literario ni tan variado en su elocuencia:. y pocos trataban como él los temas tan por lo alto, en estilo vigoroso, erudito y grandilocuente, que en ocasiones alcanzaba el tono patético, con arrebatadora entonación. Como poeta fue una de las más atrayentes figuras del romanticismo en Colombia y como hombre, su accidentada vida daría tema para una excelente biografía novelada de las que recientemente han puesto en boga Zweig y Maurois. greso Granadino ANTONIO NARIÑO SU DEFENSA ANTE EL SENADO Señores -de la cámara del senado: Hoy me presento, señores, como reo -ante el senado de que he sido nombrado miembro, y acusado por el congreso que yo mismo he instalado, y que ha hecho este nombramiento; si los delitos de que se me acusa hubieran sido cometidos después de la instalación del congreso, nada tenía de particular esta acusación; 10 que tiene de admirable es ver a dos hombres que no habrían quizá nacido, cuando yo ya padecía por la patria, haciéndome cargos de inhabilitación para ser senador, después de haber mandado en la república, política y militarmente en los primeros puestos sin que a nadie le haya ocurrido hacerme tales objeciones. Pero lejos de sentir este paso atrevido. yo les doy las gracias por haberme proporcionado la ocasión de poder hablar en público sobre unos puntos que daban pábulo a mis enemigos para sus murmuraciones secretas; hoy se pondrá en claro, y deberé a estos mismos enemigos no mi vindicación, de que jamás he creído tener necesidad, sino el poder hablar sin 24 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA rubor de mis propias acciones, ¡Qué satisfactorio es para mí, señores, verme hoy, como en otro tiempo Timoleón, acusado ante. un senado que él había creado, acusado por dos jóvenes, acusado por malversación, después de los servicios que había hecho a la república, y el poderos decir sus mismas palabras al principiar el juicio: «oíd a mis acusadores-decía aquel grande hombre-oídlos, señores, advertir que todo ciudadano tiene derecho de acusarme, y que en no permitido, daríais un golpe a esa misma libertad que me es tan glorioso haberos dado». Tres son los cargos que se me hacen, como lo acabáis de oir: l. o De malversación en la tesorería de diezmos, ahora treinta años; 2. o De traidor a la patria, habiéndome entregado voluntariamente en Pasto al enemigo, cuando iba mandando de general en jefe la expedición del Sur el año de 14;, 3.o De no tener el tiempo residencia en Colombia, que previene la cOhstitución, por haber estad9 'ausente por mi gusto, y no por causa de la:';república, . No comenzaré, señores, a satisfacer estos cargos implorando, como se hace comúnmente, vuestra clemencia y la compasión que naturalmente reclama todo hombre desgraciado; no, señores, me degradaría si después de ha- de ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 25 ber pasado toda mi vida trabajando para que se viera entre nosotros establecido el imperio de las leyes, viniera ahora al fin de mi carrera a solicitar que se violasen en mi favor. Justicia severa y recta es la que imploro en el momento en que se va a abrir a los ojos del mundo entero el primer cuerpo de la nación, y el primer juicio que se presenta. Que la hacha de la ley descargue sobre mi cabeza, si he faltado alguna vez a los deberes de un hombre de bien, a lo qÚe debo a esta patria querida, d a mis conciudadanos. Que la indignación pública venga tras la justicia a confundirme, si en el curso de toda mi vida se encontrase una sola acción que desdiga de la pureza de mi acreditado patriotismo. Tampoco vendrán en mi socorro documentos que se pueden conseguir con el dinero, el favor y la autoridad; los que- os presentaré están escritos entre el cielo y la tierra, a la vista de toda la república, en el corazón de cuantos me han conocido, exceptuando sólo un cortísimo número de individuos del congreso que no veían, porque lés tenía cuenta no ver. Así mi vindicación sólo se reducirá a recordaras compendiosamente la historia 'de los pasajes que se me acusan, acompañada de los documentos que, entonces existían y de algunas reflexiones nacidas de ellos mismos. Seguiré el mismo orden . en que se ha propuesto la acusación. 26 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA En el año de 1789 fui nombrado tesorero general de diezmos,· por el virrey Lemus, contra el dictamen y voluntad de los canónigos, porque estaba en posesión de este nombramiento, dando una fianza de sólo ocho mil pesos, que era la misma que habían dado todos mis antecesores. Como el cabildo eclesiástico estaba en posesión de hacer este nombramiento, ocurrió al rey, y en el año de 1791, vino ganado el recurso por el cabildo, facultándolo, además, para que pudiera nombrar de tesorero a uno de los de su cuerpo. Inmédiatamente se mandó dar cuenta, y entregar el empleo al canónigo doctor don Agustín de Alarcón. En el término de veinte días, rendí mis cuentas, que subieron a cerca de medio millón de pesos, y enttegué lo que, según ellas, resultaba haber en caja. Se me dio mi finiquito, y el canónigo Alarcón siguió, interinamente despachando la tesorería. Llegado el tiempo de las elecciones me presenté, ofreciendo cuarenta mil pesos de fianza efectiva, y además cuatro abonadores que respondiesen de cuanto entrase en mi poder. Se me admitió la propuesta y fui nuevamente nombrado por el arzobispo, deán y cabildo. Seguí despachándola sin ninguna falta hasta el 29 de agosto de 1794, en que a las diez de la mañana se me apareci6 en mi casa el oidor d011 Joaquín Mosquera, con tropa, y me intim6 arresto, dejándome en ella con un cen- ANTONIO NARIRO - SU DEFENSA 21 tiRela de vista, y a las órdenes de un oficial. El mismo día, por la tarde, se comenzó el embargo de mis bienes, y a las siete de la noche fui conducido con la misma tropa al cuartel de caballería, en donde se me encerró sin comunicación, que duró por el espado de dos meses, sin oir hablar de otra cosa que oe cargos de insurrección, de presos, y de delitos de lesa majestad. A los dos meses se me anunció por el juez que me había resultado un alcance en la tesorería de ochenta o noventa mil pesos, y que al otro día vendría uno de los abonadores pa· ra que en su compañía <hiciera una manifestación de mis bienes>, Se hizo, en efecto, y es la que corre a la frente de uno de los cuadernos del concurso, <que pasa de ciento veintiseis mil pesos», es decir, de cosa de cuarenta mil pesos más de lo que se .decía que era el alcance que se había hecho sin intervención mía. En las vísperas de mi prisión, cuando toda la ciudad estaba consternada con motivo de las prisiones que habían comenzado por unos pasquines que se habían puesto en ausencia del virrey, hice sacar de mi casa unos baulitos llenos de libros prohibidos, por temor de que fuesen a hacer algún registro, pues el de que me prendieran jamás me ocurrió, por no tener parte ni relaciones con los pasquineros, que ya estaban presos. Estos baúles pesados, 28 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA y sacados de noche de mi casa, dieron motivo a la maledicencia y a la adulación para que se dijese que estaban llenos de onzas de oro, y aunque al fin parecieron los baúles y los libros, que después de mi prisión se habían llevado por uno de mis hermanos a enterrar en casa de la señora Mariana González y de allí a la hacienda de Serrezuela, de donde se trajeron a la Capuchina, la idea de la extracción de dinero permaneció en la boca de mis enemigos, o más bien en la de los que querían por estos medios manifestar su fidelidad al rey. Se siguieron las dos causas de impresión de los Derechos del Hombre y del concurso de mis bienes para cubrir el alcance; y como la idea era hacerme sospechoso a toda costa, se manejó de tal modo esta última, que a pesar de mis continuas reclamaciones que se ven en los autos, y «del allanamiento del arzobispo y venerable cabildo con los fiadores concediéndoles plazos para que pagasen con el producto de mis bienes, al fin se les ejecutó para hacer la cosa más ruidosa, y darme odiosidad con úna porci6n de familias, a quienes con razón o sin ella, debía dolerles verse despojar de sus intereses para pagar una fianza que jamás habían pensado tener que lastar. 1-..... La tesorería de diezmos no está en el caso de los demás empleos de administración de rentas. A mí no se me pasaba casa. caías. ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 29 faltas, ni moneda falsa; no se hacía tanteo cada año ni nunca; presentaba mi libro de entradas y los libramientos que había pagado, y por uno y otro se veía lo que quedaba en mi poder. Mi obligación, en una palabra, era recibir los enteros, pagar los libramientos y entregar la tesorería cuando llegase el caso, como lo verifiqué el año de 91. El dinero entraba en mi poder, no en depósito, sino bajo la fianza ilimitada que había dado, para poder negociar con los sobrantes, como lo habían hecho mis antecesores, con menos fianza, y como lo hacía públicamente con conocimiento de todos los interesados, sin que a nadie le pudiese ocurrir que yo pagase las oficinas, los libros, las faltas de moneda, las cajas y que diese una fianza ilimitada, sólo para percibir 850 pesos que se consumían en los gastos enunciados. El manejo, pues, de los caudales sobrantes, no era un abuso, una falta de confianza. ni un procedimiento que desmintiese mi hombría de bien; y la prueba de este concepto público lo voy a demostrar: yo desafío a mis acusadores a que presenten en su favor un documento igual o que se le parezca.. El año de 91 se me manda entregar la tesorería al cabildo eclesiástico: es público y notorio a cuantos existían en esta ciudad en aquel tiempo, que ya tenía las mismas negociaciones de comercio que el año de 94; es 30 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA igualmente notorio que en aquella época tenía en giro más de cien mil pesos, y que a los veinte días de habérseme mandado entregar, rendí mis cuentas y entregué el dinero. Yo llamo aquí la atención del senado y del público: ¿ Cuánta sería mi reputación de hombria de bien cuando no sólo encuentro en veinte días modo de cubrir la caja, sin alterar ni tocar mis negociaciones, sino fiadores que después de esto respondan por mí de más de trescientos mil pesos? Reflexionad, señores, qué número de personas, todas pudientes, se necesitan en una ciudad como la nuéstra pa·· ra llenar estas dos partidas en tan corto tiempo: los unos me auxiliaban con su dinero; los otros, con sus fincas, para ofrecer y dar una fianza de que no ha habido ejemplo. Y en .el día, ¡Dios justo! ¡Dios eterno! me veo tratado por esta misma causa de ladrón .... ¿ y por quiénes? .... el público los conoce mejor que yo, y no es tiempo de distraer vuestra atención del asunto principal. Toda la ciudad se reunió a mi favor, v contra la prevención y sentimiento del venerable Deán y cabildo vuelvo a ser nombrado tesorero por el mismo cabildo, Pasan tres años sin que en todo este tiempo se oyera una reclamación de ninguno de mis fiadores, a pesar de que todos sabían mis negociaciones. Llega el día funesto de mi prisión, no por este motivo, como han dicho mis calumniadores, sino ANTONIO NARffiO - SU DEFENSA 31 por haber publicado los sacrosantos Derechos del Hombre; y arrastrado a un encierro, se apodera el juez de mis papeles, «y se me for~ ma un alcance sin intervención mía», a pesar de las disposiciones legales que previenen 10 «contrario~. Dos meses se pasaron sin que el reverendísimo arzobispo y venerable cabildo pensasen en proveer el empleo, porque estando asegurados sus caudales, y no habiendo dado motivo para que se me despojase de él, sólo mi causa podía obligados a dar este paso. Así se verificó, y convencidos ya de que debía continuar arrestado, se trató de nombrar tesorero, y por de contado de entregar la cantidad que por las cuentas del contador resultaba contra mí. Si yo me hubiera hallado en el caso del año de 91, todo se habría concluído como se concluyó entonces; pero las circunstancias eran muy diversas: el aspecto de un criminal en causa de estado, mudó toda la escena en mi contra; era preciso hablar y obrar en contra mía, o hacerse sospechos() para con el gobierno y la real audiencia; no había medio, los momentos eran críticos, y el partido que se había de elegir, fácil de adivinar; me quedé solo con un corto número de parientes y amigos que arrostraron el peligro, y el resto me declaró la guerra. Se formó el concurso a mis bienes, y todo habríl:!-quedado concluído en muy poco tiem- . 32 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA po, si la naturaleza de mi causa no lo hubiera impedido. Me hallaba encerrado, no podía por mí mismo dar un paso en el asunto, no sabía otra cosa que lo que el juez me traía a la prisión para que firmara, cuando mi cabeza estaba ocupada sólo en pensar cómo la salvaría. Mis fiadores, después de muchos meses de contestaciones inútiles, insignificantes y perjudiciales a sus intereses y a los míos, se vieron precisados a pagar, pero se les entregaron mis bienes, nombraron ellos mismos administradores, y hasta hoy ignoro el resultado de esta administración, ni lo que los bienes embargados produjeron. Los señores Gómez y Azuero no deben ignorar la enorme diferencia que hay entre una quiebra fraudulenta y un descubierto, que hubiera sido momentáneo, sin las circunstancias que lo acompañaron. ¿Será fallido un negociante que teniendo arreglado su comercio a crédito, se le prende intempestivamente, se le embargan sus bienes, se almacenan y dejan podrir sus frutos, perder sus deudas y disipar su caudal? Hasta hoy, señores, hay bienes míos almacenados; hasta hoy, después de 29 años, hay deudas cobrables sin cobrar; hasta hoy hay cantidades en depósito. sin pedirse. ¿ y seré yo culpable de que lloren estas familias que se hicieron cargo de estos bienes, de estas deudas y de estos depósitos, cuando a mí no me ha sido permitido hacerla? ¿ Sería ANTONIO NARmO - SU DEFENSA 33 justo que aun cuando yo hubiera adquirido nuevos fondos, les hubiera pagado, sin que me dieran cuentas, o me entregaran lo que se me había embargado? Pues con cuánta menos razón se me debe hacer cargo, cuando siempre me he visto imposibilitado de hacerla, porque padeciendo, o mandando, siempre he estado ocupado en servicio de la patria: de esta patria contra quien hoy también se me acusa de haber sido traidor. ?~ La exposición que aparece. en el acta que se acaba de leer es una equivocación nacida del transcurso de los años que han pa~ado desde aquel tiempo hasta el día. La fianza que di, como se ve por la certificación del escribanb público, documento número 2.0, no sólo fue de 80.000 pesos, sino ilimitada; y constando por el documento número 11, que en el año de 98 se dio carta de lasto a mis fiadores, mal podía deberse cantidad alguna a diez·, mas hasta la época de la revolución. Los bienes embargados subían a 126.000 pesos, y el alcance formado sin intervención mía, porque estaba en un encierro, sólo llegó a 81.264 pesos 6 reales 7 y cuarto mrs. Tanto el V. C. como mis fiadores se disputaron la , posesión de éstos, y si los fiadores vinieron al fin a lastar, fue por culpa suya, pues que no sólo se les propusieron por el arzobispo y V. C. moratorias para que fueran pagando con el producto de mis bienes embargados, sino que 34 BIBLIOTECA ALDEANA DE COI.OMBlA se conformaban con éstos, para cubrir la caja; y los fiadores resistieron lo uno y lo otro, como se ve en los documentos 4 y 6 ya citados. Al tiempo de mi prisión había en Cúcuta, en poder de don Pedro Chauveau, entre otras partidas, la de 300 cargas de cacao, compradas a 21 pesos, con un año de anticipación, para remitidas a Veracruz y que se vendieron en CÚC\atamismo a 36 pesos 4 reales. La cuenta con Chauveau subía a más de 15.000, pesos. En Cartagena había 5.555 arrobas de azúcar para remitir a España. cuyo principal y costos hasta aquella plaza, subía a 10.164 pesos 2 y cuarto reales. En la Habana, en poder de don Manuel Quintanilla, había 80 churlas, con 9.925 libras netas de quina, que se estaban vendiendo desde 12 hasta 13 reales libra. Las primeras 15 churlas vendidas antes de mi prisión, produjeron 2.785 pesos, como se ve por el documento número 10 que pido se lea. A esta proporción las 80 churlas hubieran producido 14.R63pesos, si no se hubiera interrumpido su venta; sin contar el mayor precio de las que se remitieron a Veracruz, de 4 reales más en libra a que se vendieron. En Cádiz, en poder de don Manuel Corsés Díaz, había 166 churlas, con peso neto de 26,282 libras de quina, y en esta ciudad, además de mi casa adornada, de las joyas y alhajas de mi ANTONIO NARI80 - SU DEFENSA 35 mujer, de mi librería, avaluada en más de 3.000, pesos, se me debían, en sujetos abonados, 41.447 pesos 5 y cuartillo reales. En las .moratorias que el reverendo arzobispo y su venerable cabildo propusieron a los fiadores, la mayor cantidad que se les pidió de contado, era de 16,000 pesos, y 10 demás a ido pagando por meses, de a 1.000, 2.000 Y 3.000 pesos, según iban corriendo los años. Vistas las partidas de arriba, ¿quedará duda de que hubieran podido cumplir con las moratorias, sin' poner un real de su bolsillo? Y si fue culpa suya y no mía el no haberlas admitido, ¿seré yo el responsable, el culpado en que después se les haya olbIigado a hacer el 1asto? ¿ Se me podrá dar el honroso título de fallido, porque teniendo en su poder los fiadores mis bienes, los han dejado perder? Yo he pedido muchas veces esta cuenta, yo me he presentado a la Real Audiencia demandando a los fiadores para que me la den, y paguen el sobrante que debió resultar a mi favor, y ni aun pude conseguir que se pagase la dote de mi mujer, graduada con preferencia a los mismos fiadores. ¿Qué extraño es, pues, que haya otras deudas, como la dote de mi mujer, sin pagarse, si los fiadores no han querido rendir las cuentas? ¿Sería indiferente para mí el que se pagase o no la dote que debía entrar en mi bolsillo? Esta es una prueba clara, indubitable de que me ha sido imposible vencer la resis- 3«4 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tenciaJlque se me ha opuesto constantemente a la liquidación de esta ruidosa cuenta. Queda, pues, demostrado que el año 1791 entregué la tesorería de diezmos al venerable Deán y cabildo, por disposición del Rey, y que en el manejo de 482,351 pesos, o cerca de medio millón de pesos, no me resultó ni un solo real de alcance, porque pude por mí mismo formar mis cuentas y entregar el empleo. Queda igualmente demostrado que en el año de 94, aunque por la cuenta del contador de diezmos, formada sin intervención mía, resultó un alcance de 81.000 y más pesos, se me embargaron bienes que no sólo cubrían esta cantidad, sino que me quedaba un sobrante de muchos miles. Tercero: que habiéndose los fiadores hecho cargo no sólo de los bienes suficientes para cubrir el alcance de la cuenta, sino del total que subía a más de 126.000 pesos, allnque lastaran al principio la fianza, por el mal modo con que se manejó el asunto, ellos y no yo, son los responsables a ia cantidad sobrante, para cubrir la dote de mi mujer, y alguna otra pequeña deuda que resulte de mis negociaciones. Cuarto: que siendo mis fiadores responsables a todos los acreedores que se presentaron al concurso de estos bienes, por haber cantidad suficiente con qué pagados, no habiendo dado ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 37 cuenta de su producto; y no debiendo yo en el día ni a particulares, ni al tesoro, público, ni a la mesa capitular, de diezmos, el epíteto de fallido que se me da es un insulto, una calumnia de Diego Gómez, inventada para sus fines particulares, Que se lean las certificaciones de los ministros del tesoro público y del notario y contador de diezmos, Vosotros los acabáis de oir, señores, con documentos incontestables' no sólo no sov deudor al tesoro público, a los diezmos, ni ~ los fiadores de la tesorería, sino que éstos me son responsables del sobrante de mis bienes, después de cubierto el concurso que a ellos se formó, por efecto de la prisión que sufrí, por haber publicado 'los Derechos del Hombre, Fijad ahora, ilustres senadores, vuestr~s ojos sobre el acusado y los acusadores: fijadlos por un momento y comparad ... ¿Qué eran Diego Gómez y Vicente Azuero el año 94, cuando sonaba esta ruidosa causa, que dio el primer impulso a nuestras ideas? ¿En dónde estaban? ¿A qué clase pertenecían?. Pero no vamos tan lejos. ¿Qué eran al principio de nuestra transformación? ¿Quién los conocía? ¿Se ha~' bían oído ~onar sus nombres? .. ¿Y cuáles son sus serviCios durante estos doce años?. ¿Qué c{l~pañas han hecho? ¿A qué riesgos se han expuesto por salvar la patria? ¿Cuáles han sido los sacrificios personales o pecuniarios que. debemos a estos dos amigos, dignos el 38 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA uno del otro?. Escuchadlos: sus nombres se han comenzado a conocer desde el año de 1~ El día memorable de la entrada en esta ciudad de las tropas libertadoras, mientras todas las gentes corrían a las armas para auxiliarse, para defenderse. para rechazar al enemigo, que aun no estaba enteramente des'truído, el señor Diego Gómez corría hacia la casa de la Botánica, en donde estaban .los bienes secuestrados por los españoles, forzaba y rompía las ventanas de la pieza en que se r.abían almacenado, cargaba con los fardos que le vinieron a las manos. ¿No os parece, señores, I~ un paso brillante, un mérito para sentarseel:--4.,:~ongreso y obtener después una toga? ¿No da una idea clara de su patriotismo, de su aesinterés, de su amor a la santa causa por 'que todos se armaban y peleaban aqt.lel día? ¿No es este benemérito ciudadano, este valiente atleta, el que me debe llamar criminal? ., ¿y cómo no se le ha formado una causa? Que lo diga su amigo, que era presidente de la junta de secuestros; y si no lo puede decir, porque recíprocamente se sirven, que lo diga el fiscal nombrado por la corte superior de justicia, que lo denu!1ció hace ya algunos meses, y cuyo resultado ignoramos ... ¿Y su amigo, su digno compañero de acusación, se empleaba con mejor éxito, sacaba mejor partido de la regeneración de la patria? Sí, señores: después de la presidencia de secuestros, r ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 39 de que ignoro si ha dado cuenta de su conducta, logró que lo nombraran juez de diezmos de Soatá; y en año y medio en sólo el manejo de 35.000 pesos, se comió 24.000 ¿No os parece que no desperdiciaba el tiempo? Y con esta quiebra fraudulenta, este verdadero fallido, se sienta también en el congreso, y tiene la avilantez de tomarme en boca para imputarme su infamia. En el día que hablo, hoy señores, aun no ha cubierto esta quiebra, y lo que tiene satisfecho no creáis que ha sido todo del dinero de los diezmos, nó: en libramientos, dados por el gobierno, con los novenos de su hermano, con los sueldos -1\etenidos de su amigo, y los suyos; con los sueldos de unos empleos, que por temor de no conseguirlos o de perderlos, es como se esforzaron a calumniarme para que no me sentara en el senado. Comparad, vuelvo a decir, las rapiñas de estos dos hombres, con los sacrificios pecuniarios que por mis cuentas y negoci~ciones se ve que he sufrido por amor a la causa de la libertad. Aquí véis a Gómez y a Azuero pillando para vestirse, para figurar, para darse una jmportancia que no se podían dar por sus servicios; y allá me veis sacrificando por la patria unas negociaciones que en menos de diez años me habrían hecho un hombre millonario. En sólQ..Cá:diz,' Veracruz y La Habana, . tenía 326 churlas de quina, que, como se ha visto por la cuenta del documento número 10, 40 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sólo 15 churlas que se habían. vendido antes de mi prisión, produjeron 2.785 pesos, a cuya proporción las 326 churlas dan 58.680 pesos; y computando las que había en camino, en esta ciudad y en contratas que aun no se han acabado de satisfacer que pasaban de 600 churlas, al mismo precio, subía su importe a 108.000 pesos. que por la mayor parte se han dejado perder. Lcl negociación de cacaos, como se ve por la última cuenta, que corre en los autos, de don Pedro Chauveau, aun sin remitir a Veracruz, se vendieron en Cúcuta mismo a 36 pesos, cuando sólo habían costado, el año antes, a 21 pesos. ¿ Y qué diremos de la negociación de azúcares comenzada al tiempo que se acababa de perder la isla de Santo Domingo, con la revolución de los negros, y de donde salían todos los años dos millones de cajas? Aquí llegué a comprar la arroba al mismo precio que se llegó a vender la libra en Europa. No hablo de otras negociaciones tan bien calculadas como éstas, porque esto basta para que se conzoca, hasta por los más alucinadas, si seré un fallido fraudulento, como Azuero, que se come los diezmos para figurar, a un hombre que ha sacrificado una fortuna brillante, por amor a la libertad. Suponed, señores, que en lugar de haber establecido una imprenta a mi costa; en lugar de haber impreso los Derechos del Hombre; en lugar de ANTONIO NARIl~O - SU DEFENSA 41 haber acopiado una exquisita librería de muchos miles de libros escogidos; en lugar de haber propagado las ideas de libertad, hasta en los escritos de mi defensa, como se verá después, sólo hubiera pensado en mi fortuna vparticular, en adular a los virreyes, con quienes tenía amistad, y en hacer la corte a los oidores, como mis enemigos se la han hecho a los expedicionarios. ¿Cuál habría sido mi caudal en los 16 años que transcurrieron hasta la revolución? ¿ Cuál habría sido hasta el día?. ¿y porque todo lo he sacrificado por amor a la patria, se me acusa hoy, se me insulta, con estos mismos sacrificios, se me hace un crimen de haber dado lugar con la publicación de los Derechos del Hombre, a que se confiscaran mis bienes, se hiciera pagar a mis fiadores, se arruinara mi fortuna y se dejara en la mendicidad a mi familia, a mis tiernos hijos? En toda otra república, en otras almas que las de Diego Gómez y Vicente Azuero, se habría propuesto, en lugar de una acusación, que se pagasen mis deudas del tesoro público, vista la causa que las había ocasionado, y los' 29 años que después habían transcurrido. Dudar, señores, que mis sacrificios han sido por amor a la patria, es dudar del testimonio de vuestros propios ojos. ¿Hay entre las personas que hoy me escucnan, hay en esta ciudad y en toda la república una sóla que ignore los sucesos "de estos 29 años? 42 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA ¿Hay quien no sepa que la mayor parte de ellos los he pasado encerrado en el cuartel de caballería, de esta ciudad, en el de milicias de Santa Marta, en el del Fijo de Cartagena, en las bóvedas de Bocachica, en el castillo del Príncipe de La Habana, en Pasto, en el Callao de Lima, y últimamente en los calabozos de la cárcel de Cádiz? ¿Hay quien no sepa que he sido conducido dos veces en partida de registro a España y otra hasta Cartagena? Todos lo saben; pero no saben, ni pueden saber, los sufrimientos, las hambres, las desnudeces, las miserias que he padecido en estos lugares de horror, por una larga se. rie de años. Que se levanten hoy del sepulcro Miranda, Montúfar, el virtuoso Ordóñez, y digan si pudieron resistir a sólo una parte de lo que yo por tántos años he sufrido: que los vivos y los muertos os digan si en toda la república hay otro que os pueda presentar una cadena de trabajos tan continuados y tan largos como los que yo he padecido por la patria, por esta patria por quien hoy mismo se me está haciendo padecer, Sí. señores, hoy estamos dando al mundo el escandaloso espectáculo de un juicio, a que no se atrevió el mismo gobierno español; él ha dicho, en términos claros, que se retenga el sobrante de mis bienes, después de pagado el alcance a disposición de la real audiencia; él ha creído que había un sobrante y, por lo mismo, ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 43 nunca me juzgó fallido. Pero quizás mis acusadores tendrán razón en el otro punto que voy a tratar. Veámoslo. ~~l segundo cargo es el haberme entregado voluntariamente en Pasto al enemigo, cuando iba mandando la expedición del Sur el año de 13. Es decir, que después de 20 años de sacrificios y servicios hechos a la causa de la libertad de mi patria, siendo presidente dictador de Cundinamarca y general en jefe de esta expedición, siempre victoriosa, me dio la gana de entregarme al furor de los pastusos y al gobierno español, de cuyas garras había escapado milagrosamente, no una vez, sino tres ocasiones di ferentes. ¿ Y será preciso, señores, que yo me presente ahora cargado de documentos para justificarme ante el senado? Es preciso ser un Diego Gómez, un Azuero, para atreverse, con tanta desvergiienza a estampar, en medio de un congreso, semejante acusación. ¿Qué era lo que yo iba a buscar a Pasto? ¿Qué servicios los que iba a presentar al gobierno español? ¿Conduje conmigo algÚn tesoro, algunas personas importantes? ¿Entregué el ejército que iba a mis órdenes? Llevaba conmigo documentos que justificasen mi amor y fidelidad al rey?. y si nada de esto llevaba, ¿qué es lo que iba a buscar a Pasto? Los hombres, en semejantes momentos no· se mueven, sino por el interés, la ambición, la gloria, o el amor a la patria. Yo pregunto 44 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA a mis acusadores: ¿cuál de estos móviles me conducirían a Pasto voluntariamente? ¿Iría a buscar una fortuna entre los pastusos a quienes acababa de destruir sus ganados para mantener mis tropas? ,Iría tras unos empleos superiores a los que dejaba en el seno de mí patria? ¿O buscaría la gloria de abandonarla, para hacerle la guerra y destruir una libertad que me costaba ya tantos años de sacrificios?. No hablemos del último motivo, porque por cualquier lado que se le mire, siempre resulta, o imposible, o glorioso para mí: si el amor de la patria me obligó a hacer los sacrificios que hice, y exponerme a los riesgos a que me expuse, este paso sería un mérito y no un delito; y si se cree imposible que en tal caso me pudiese conducir este motivo, yo no hallo cuál pudiese ser el que me conduio voluntariamente entre los enemigos. Que lo digan mis atrevidos acusadores. ,Sería acaso el miedo? Pero además de que no habrá un solo oficial, ni soldado que me lo pueda echar en cara, esto sería lo mismo que correr hacia las llamas un hombre que tuviese miedo al fuego. ¿Pues cuál fue el motivo, se me dirá, que lo condujo a usted a Pasto? Vosotras lo vais a oir, señores, pero no de mi boca, sino de la de un hombre imparcial que fue testigo de vista, que presenció lo que refiere. Que se lea el parte que de oficio dio el mayor general Cabal al Colegio Electoral de Po- ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 4 payán, después de estar yo prisionero en Pasto, señalado con el número 13. (Se lee hasta estas palabras: «este fue el momento en que yo vi a nuestro general más grande y más heroico. A todas partes atendía, sin reparar en los peligros; recorría todas las divisiones; animaba con su ejemplo a aquellos a quienes la fatiga hacía ya flaquear, y puesto al frente de la división del centro, ataca a la fuerza principal del enemigo, entrando muchas veces en sus fijas, en donde le mataron el caballo. Pero siempre impertérrito y valiente, no afloja un solo instante, continúa con la misma impetuosidad con que había comenzado, y consigue rechazarlo completamente».) Que se detenga por un momento la lectura y se observen con atención estas últimas expresiones del mayor general Cabal. Y cómo compaginamos el concepto de un hombre imparcial que acaba de ser testigo ocular de lo que dice, y el del ilustre Diego Gómez, que en aquel mismo tiempo no sabíamos dónde estaba, quién era, ni si existía tal hombre sobre la tierra? ¿ Cómo sería que parecía grande y heroico en medio de las balas, al que presenciaba mis acciones; y criminal y traidor en el mismo momento a los que estarían a 500 leguas del enemigo? Ahora, señores, ¿ recorrería las divisiones como dice Cabal, animaría con mi ejemplo a los que la fatiga hacía flaquear; entraría en las filas en donde me mataron el 46 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA caballo, continuaría impertérrito con la misma impetuosidad, hasta rechazar al enemigo, para entregarme después voluntariamente? ¿Cabe esto en otras cabezas que las que están alucinadas por una frenética pasión: por una ambición de mando que los atormenta y los ciega hasta este extremo? Que prosiga la lectura, que ella acaba de aclarar más lo que por ahora podía yo decir. (Prosigue la lectura del parte oficial hasta \stas palabras: «Y después de estar bien cerciorado que el general no podía ya venir por tener al enemigo encima, comencé a retirarme».) Que se suspenda por otros momentos la'lectura. Aquí dice Cabal: que hasta que no estuvo bien cerciorado de que yo no podía ya ir, por tener al enemigo encima, no comenzó a retirarse; esto es, que hasta que vio imposible mi retirada, no se vino con la tropa que lo acompañaba. ¿Lo queréis más claro, señores? ¿ Es esto entregarse voluntariamente al enemigo~ o ser entregado por los que me abandonan? ¿ Y cuándo es que me entrego? Después que él y todos se vinieron, después que me dejaron solo, después que no me quedó ninguna salida. después que aguardé tres días con sus noches la vuelta de las tropas, después que no veía más puertas abiertas que las de la eternidad y las de Pasto, fue cuando determiné ir a tratar con el presidente de Quito sobre una suspensión de ar- ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 47 mas, porque temí lo que pudiera suceder, y lo que hubiera sucedido infaliblemente, si no voy a Pastq y entretengo con mis propuestas la persecución de nuestras tropas amedrentadas.{ Yo conocía que debía morir en Pasto, pero podí~ morir sirviendo, y esta consideración fue la· que me hizo exponerme a morir sobre un patíbulo con utilidad, más bien que a la sombra de unos árboles inútilmente. ¿Es esto ser criminal o haber cumplido hasta el último instante con mi deber? ¿Y cómo es que el enemigo me había envuelto? Al lado de la artillería que encontré clavada, aguardando la tropa que había mandado llamar, y con sólo un puñado de hombres haciendo fuego. El general, dice poco antes el parte, <que siempre conservaba aquella presencia de espíritu que caracteriza a las almas grandes, no se desconcierta por esto. Trata de sostener el honor de las armas que tantas veces habían triunfado, y se decide a hacer frente". ¿Y cómo es que mis acusadores, que los señores del congreso que votaron ese juicio no habían visto este parte que anda impreSG.,en las Gacetas de Cundinamarca del año de 14? Y si lo habían leído, ¿cómo pudo más la simple acusación sin documento ni prueba de unos hombres que desde los primeros pasos del congreso se habían declarado abiertamente mis enemigos? Pero vosotros, señores, y el ilustre pueblo que nos escuchar 48 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA acabáis de oi r la pin tura del suceso escandaloso de Pasto, y juzgaréis por lo que dice un testigo tan irrecusable, y a la vista de los mismos oficiales y soldados de quienes habla. ¿Si en el sitio sobre que se me hace este inicuo cargo, merecería un monumento de execración o un monumento de gloria? ¿ Si el no haberme desconcertado, si el haber conservado presencia de espíritu, si el haber tratado de sostener con un puñado de hombres el honor de las armas que tantas veces habían triunfado, hasta el punto de ser cortado por los enemigos y abandonado por los míos, merece el título de criminal con que se me ha honrado en el acta, o el de un ciudadano que todo lo ha expuesto por amor de su patria : Vosotras, señores, váis a decirlo para satisfacción de Diego Gómez o para su eterna ignominia. "". Pero su hijo, se ha dicho, que estaba a su lado, ¿cómo pudo escapar y no pudo escapar el padre? Es verdad, señores, que estaba a mi lado, que jamás me desamparó, que era el único edecán que me había quedado; y ésta es otra de las pruebas incontestables de mi resistencia al enemigo hasta el último instante, y en que ni el amor de este hijo querido pudo hacerme vacilar un momento de lo que debía a mí mismo y a la p8tria. Que se lea la postdata del mismo parte de Cabal. «El se mantuvo siempre al lado del general, dice el ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 49 parte, y si no ha corrido la misma suerte que él, como buen oficial y buen hijo, se debe a una corta separación que hizo' con el objeto de comunicarme una orden, en cuyo intermedio fue cuando se apoderó el enemigo de nuestro campo, y que yo lo obligué (dice Cabal) a que se salvase con la tropa que había reunido:.. Con lo que queda respuesta la objeción de la venida de mi hijo, sin necesidad de más documentos rJ.i reflexiones. Hasta aquí habéis oído, señores, el parte que el mayor general Cabal dio al Colegio Electoral de Popayán. Este parte es dado por uno de los oficiales más impávidos y valientes que llevaba conmigo, por un oficial que presenció todo 10 que dice, por un oficial de contraria opinión a la mía, por un oficial que nada tenía que esperar ni temer de mí, y que hablaba delante de mil testigos oculares de lo que dice. Este parte se imprimió y publicó desde el año de 14 y circuló por toda la república. No sé si Diego G6mez, si su compañero de acusación o sus patrones, podrán presentar un documento igual en prueba de lo que han dicho contra mí. Pero si el mayor general Cabal, cuya memoria debe estar siempre grabada en los cOrazones de todos los .amantes de la libertad, de todos los buenos ciadadanos de Colombia, y su nombre escrito entre los primeros héroes de nuestra transfor- 50 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA mación, dijo cuanto vio hasta el día 11 de mayo de 1814, en que nos separamos; él no pudo decir: que el día que me presenté en Pasto, llevaba una semana sin comer ni beber; que hasta el 14 lo pasé debajo de unos matorrales aguardando la vuelta de la tropa, a cincuenta pasos del sitio en que quedó la artillería; que al saberse en Pasto mi llegada, se pidió a grito entero por el pueblo mi cabeza; que se me encerró al momento, que se me pusieron un par de grillos, que se dio orden por el presidente de Quito para que se me pasase por las armas. El no dijo, ni podía decir, que a mi firmeza y serenidad debí el haber escapado del furor de los pastusos y de la orden de Montes. Yo os presentaré, señores, documentos de una parte de lo que él no dijo, porque fue todo posterior a su venida. i Pero no hablo hoy a los nueve años de estos sucesos! ¡No hablo después de estar sometido Pasto y hecho prisionero Aymerich! ¡No habrá en este ilustre senado, en este numeroso auditorio, quién pueda deponer 10 que digo o contradecirlo! .... Yo ruego a los miembros del senado y a todos cuantos me escuchan, que si hay alguno que pueda agregarse en este momento a Diego Gómez y contradecir lo que llevo referido, se levante y lo diga, pues no hay quien apoye ni contradiga: que se lea la carta del ge- ANTONIO NARI~O - SU' DEFENSA 51 neral Aymerich al general Leiva, y la contestación de éste en el documento número 16. Acabáis de oir, señores, en la «Gaceta Ministerial de Cundinamarc8), del jueves 23 de junio de 1814, número 178, que escribiendo el general enemigo don MeIchor Aymerich a nuestro inmortal Leiva, que tenía el mando de nuestras tropas en Popayán, le dice estas notables palabras: «A la vista del descalabro que ha sufrido el ejército de que es miembro y del destino de don Antonio Nariño que tengo eprisionero en este cuartel general>. «Si V. S. se somete otra vez a la obediencia que debe guardar a nuestro gobierno nacional y me entrega las armas que hay en esa provincia, yo seré pronto a protegerIe, etc. > El general Aymerich trata de seducir al general Leyva, para que le entregue las armas y vuelva a la obediencia de su gobierno, y apoya su solicitud en el descalabro del ejército y en el destino que se me aguarda, teniéndome prisionero en su cuartel general. ¿No parecía más natural, más conforme con sus ideas, el que le dijera, como Diego Gómez, Nariño se ha entregado voluntariamente, Nariño ha abierto los ojos, ha conocido sus yerros, siendo americano y habiendo sacrificado su vida en servicio de esta causa; sígalo usted que es esespañol y que su vida la ha pasado en servicio de la España? Pero Aymerich, que no es testigo recusable, dice, en términos claros, que 52 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA «me tiene prisionero». ¿Y con qué lo desmentirá Diego Gómez? ¿Cómo no se sepul ta de verguenza al oirse desmentir por un genE;ral enemigo? Pero el señor Diego Gómez es de aquellos hombres a quienes no pueden salir los colores a la cara, a quienes no se les pue~ de conocer verguenza. Sigue Aymerich y propone canje de prisioneros. ¿Cuál es la respuesta del virtuoso Leiva 1 Que la oigan esos vampiros miserables y se avergiiencen si pueden: «añadiré, dice con fecha 28 de mayo, en cuanto al canje de prisioneros, que supuesto que la equidad de V. S. lo indica, la primera proposición que tengo que hacer es que, si se devuelve al general Nariño, entregaré por su rescate al coronel, teniente coronel y demás oficiales que constan en la planilla que acompaño; añadiendo cualquiera otro u otros que denominadamente desee V. S., de los que hasta cosa de sesenta están en mi poder;. .... ¿Cómo es, pues, que el general Leiva propone canje, ofreciendo más de sesenta oficiales por un traidor, un criminal que se había entregado voluntariamente a los enemigos? Ignoraría Leiva los moti vos de mi quedada en Pasto, después de haber hablado ccn el ejército y recibido comunicaciones del general enemigo? ¿ Lo ignoraba la representación nacional de Popayán, que hace igual encargo a Leiva para mi canje? Sólo Gómez y Azuero y sus ilustres cómplices lo ignoran hasta hoy, o supo- ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 53 nen que lo ignoran para llevar su intriga al cabo. Que eche el público una mirada sobre sus enemigos, y a todos los verá en los primeros puestos de la repÚblica; que la eche sobre los papeles públicos, desde que dejé la vicepresidencia, y en· todos verá ese encono;. esa intriga, ese espíritu de partido. ese empeño de deprimirme y calumniarme. Veamos si éste era el lenguaje del año 14, cuando me acababa de entregar voluntariamente al enemigo, según se expresa GÓmez. Suplico que se lea la nota nÚmero 7 de la «Gaceta», de 23 de junio de aquel año. Advertid, señores, que este no es el lenguaje de la adulación y la lisonja, que sólo se emplea con los que se hallan en los puestos; aquí se habla de un hombre reputado ya muerto, de quien nada habría que esper.ar ni qué temer; y por lo mismo debe reputarse como el lenguaje imparcial de la posteridad. Después de un elogio de mi conducta anterior, se leen estas palabras:' «¿Quién verá con impavidez .. en poder de los tiranos, sin experimentar la más extraordinaria sensación, sin exaltarse, sin hacer los mayores esfuerzos y sacrificios, por rescatado y vengar su sangre inocente~, ¡mi sangre inocente, Diego Gómez, esta sangre que manc¡ló los campos de Pasto, estos campos en donde me llamáis criminal con vuestra inmunda boca. «Ingratitud sería ésta, continúa, digna del oprobio de las naciones 54 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA civilizadas». Sólo digna, digo yo, de Diego Gómez y de los que 10 han acompañado. «Compatriotas, sigue, no manchemos nuestra reputación con una nota tan fea: corramos a las armas, desprendámonos de todos nuestros haberes y volemos a Pasto a expiar con la sangre de Aymerich y de sus compañeros, cualquier agravio que se le haya hecho al ilustre Nariño», ¿Qué nombre daremos, pues, a la acusación de Diego Gómez, sostenida por Azuero, cuando el no correr a las armas, el no desprenderse de sus haberes, el no volar a Pasto para vengar mi sangre inocente, se miraba como una ingratitud digna de oprobio de las naciones civilizadas, como una mancha hecha a la reputación de nuestros compatriotas? ¿Cuál será la infamia, el oprobio, que debe caer sobre los que ahora me acusan por este mismo suceso? ¿Los colocaremos entre los defensores de la virtud y el mérito, o entre los impostores, entre los inicuos calumniadores, que por saciar sus bajas pasiones han intentado esta monstruosa acusación? Pero quizá el lenguaje de las Gacetas no será para mis acusadores una prueba del concepto general que merecía en toda la república el año de 14 cuando me hallaba orisionero en Pasto. Veamos si lo será el lenguaje reunido de estas Gacetas con el del mayor general Cabal, con el del general Leiva, con el de los generales enemigos, con el del Colegio ANTONIO NARI:~O - SU DEFENSA 55 Electoral de Popayán. con el del gobierno de Cundinamarca, con el del soberano congreso de Tunja y con el del general Bolívar desde Caracas. Ya habéis oído, señores, una parte de boca de Cabal, y en los oficios de Montes y Aymerich con la contestación de Leiva; que os lean ahora los documentos números 15, 17, 18, 19 Y 20, en los lugares que están señalados, para no molestar vuestra atención con lo que no es del caso .. Entre lo que acabáis de oir, señores, es de observarse como más notable: que en la comunicación del secretario de gobierno con el enviado al congreso, se dice: «En la tarde del día de ayer se recibió por la posta un oficio del excelentísimo señor presidente propietario de este estado, don Antonio Nariño, incluyendo apertorio un pliego para el soberano congreso, en que propone se nombre, de acuerdo con esta provincia, un diputado, que en unión del que elija el presidente de Quito, ajuste un armisticio cual convenga a las dos partes contratantes». i.Y qué dice el cor.greso en su acuerdo después de vistos mis pliegos? ... i. Dice que no puede entrar en contestaciones con un traidor que se ha entregado voluntariamente al enemigo? No, señores, lo que dice es: «Que habiendo tomado en consideración, en conferencia con el enviado de Cundinamarca, los oficios del general Nariño, prisionero en Pasto, etc.» se me conteste de modo que el 56 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA gobierno de Cundinamarca, me reconocía por su presidente <propietario» en 2 de agosto, y el congreso oye mis propuestas y manda se me conteste como a un general prisionero en Pasto. Ellas no tuvieron efecto, no por ser propuestas por un traidor, sino por la necedad de la contestaci6n al presidente de Quito, en que se le habla con impersonalidad, negándole el tratami~nto correspondiente a su grado, como si el ser enemigo se lo quitase, y el haber exigido unas formalidades que no eran del caso, ni estábamos en estado de exigir. Esta contestación impolítica, por no decir otra cosa, fue la que frustró el armisticio propuesto: armisticio que nQS hubiera puesto en estado de rehacemos, de concertar nuestras opiniones de unificar los ánimos, de pertrecharnos, y quizá de haber demorado la invasión de las tropas expedicionarias e impedido sus efectos. ¿y qué dirían mis mordaces enemigos si yo les pudiera presentar el oficio. de Montes en que me proponía el statu quo de La Plata si le ofrecía entregar a Popayán, y mi respuesta negándome? Figuráos, señores, por unos· momentos, que me véis encerrado en una pequeñísima pieza, tendido sobre una mala cama, cubierto con una ruana, con un par de grillos en mis piernas ulceradas, sin un amigo, sin un libro para distraerme y esperando de hora en hora correr la suerte de Caycedo y Macaulay, y que en este estado recibo el ofi- ANTONIO NARI~O - SU DEFENSA 57 cio del presidente de Quito en que me hace la propuesta. ¿Qué habrían contestado Gómez y Azuero al oir que no sólo se les ofrecía sacarlos de aquel estado angustioso, sino que se les ofrecía restituírlos a sus antiguos honores y empleos? Pero no les hagamos el honor ni aun de dudar lo que habrían hecho, ni aun de traerlos a comparación en semejante momento. ¿ Qué habrían hecho, qué habrían contestado otros de mis enemigos que ocupan hoy puestos más señalados? ¿Hubieran contestado lo mismo? ... Yo lo dudo. Mas ya que no puedo presentaras estos oficios, que quizás después parecerán, os presentaré, a lo menos, lo que en la misma situación escribí al congreso y al gobierno de Cundinamarca: en ellos veréis que a presencia del mismo Aymerich, doy igual tratamiento al presidente de Quito, que al presidente del congreso y al de esta provincia; en ellos veréis el lenguaje no de un hombre abatido, que vende los intereses de la patria al temor o a sus miras personales, sino el lenguaje de un jefe que en medio de los enemigos y de los sufrimientos y peligros que lo rodean, quiere conservar la dignidad de la república, y hace que estos mismos enemigos la respeten. Que se lean los dos oficios insertos en el documento número 16. y bien, señores, ¿es este el lenguaje de un «adocenado charlatán:t, de un traidor, de un hombre vendido a los enemigos? Que se me 58 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA presente en toda la república, en los trece años que llevamos de contiendas con la España por nuestra independencia, otro ejemplar, otro documento como el que acabáis de oir. Pelópidas entre los Tebanos se vio en igual situación a la mía; pero si aquel libertador de su patria sufrió como yo, y mantuvo todo su carácter en medio de las prisiones, él no tuvo la desgracia de verse acusado por sus compatriotas por haber pasado personalmente a tratar con el enemigo; aunque hubo la notable diferencia de que aquel hombre extraordinario no se vio, como yo me vi, forzado por la necesidad. El volvió como yo ...a verse en libertad, y murió peleando contra el mismo que lo había aprisionado; como yo hubiera muerto peleando contra las tropas de Aymerich si se me hubiera permitido cuando lo solicité. Parece, señores, que no hay necesidad de abundar de pruebas para desmentir una calumnia que a cuantas partes volvamos los ojos en toda la república, la hallamos desmentida. Pero no será fuera de propósito el que os recuerde estas palabras de la carta del presidente de Quito, don Toribio Montes, escrita a mi mismo hijo, inserta en la <Gaceta:t número 167 y la nota que las acompaña: «Su señor padre de usted continúa en Pasto, y como me ha representado hallarse enfermo de las piernas, le he contestado y prevenido a aquel general se le quiten las prisiones.» Ved ANTONIO NARffiO - SU DEFENSA 59 aquí, dice la nota, confesado por boca del mismo Montes, el tratamiento que el ilustre Nariño ha recibido de él y de Aymerich: «opresión, encierro, calabozos, grillos y cadenas~. íY luego se burlan mis enemigos de mis padecimientos! j Y se burlan de mis enfermedades! íY se burlan de que hoy mismo estén mis piernas padeciendo, con las cicatrices de aquellos grillos, de aquellas cadenas que me oprimían en Pasto, no seguramente por traidor y criminal, sino por amigo de la libertad y la justicia! A la vista, señores, de cuanto he expuesto hasta aquí, de cuanto habéis oído, ¿creéis que esta acusación se ha intentado por la salud de la república, o por un ardiente celo, por un amor a las leyes? No, señores, hoy me conducen al senado las mismas causas que me condujeron a Pastc: la perfidia, la intriga, la malevolencia, el interés personal de unos hombres que por despreciables que sean, han hecho los mismos daños que el eSc!:1BLQajo de la fábula. En Pasto, al concluir ra--campaña,porque ya era el último punto enemigo para llegar a Quito, se me hace una traición, se me desampara, se corta el hilo a la victoria, y por sacrificarme se sacrifica la patria. ¡iíQué de males van a seguirse!!! ¡¡iCuántas lágrimas, cuánta sangre va a derramarse!!! ¡¡¡Quécalamidades va a traer a toda la república este paso imprudente, necio, inconsiderado/!! No 60 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA hablo, señores, ante un pueblo desconocido; hablo en medio de la república, en el centro de la capital, a la vista de estas mismas per-< sonas que han sufrido, que están sufriendo aun los males que ocasionó aquel día para siempre funesto. Yo me dirijo a vosotros y al público que me escucha. ¿Sin la traición de Pasto hubiera triunfado Morilla? ¿Se habrían visto las atrocidades que por tres años continuos afligieron este desgraciado suelo? ¿Hubieran Sámano y Morilla revolcádose en la sangre de nuestros ilustres conciudadanos? No, señores, no; siempre triunfante habría llegado a Quito, reforzado el ejército, vuelto a la capital, y sosegado el alucinamiento cie mis enemigos con el testimonio de sus propios ojos; hubiéramos sido fuertes e invencibles. Santa Marta, antes que llegase Morilla, habría sido sometida a la rázón, y sin <:;ste punto de apoyo, Morillo, no habría tomado a Cartagena y esta capital habría escapado de su guadaña destructora. Y después que se sacrificó mi persona, los intereses de la patria y se inmolaron tantas inocentes víctimas por viles y ridículas pasiones, ¿se me acusa de haber sido sacrificado quizá por algunos de los mismos que concurrieron a aquel sacrificio? Sí, yo veo entre nosotros no sólo vivos sino empleados y acomodados, a muchos de los qÚe cooperaron a aquella catástrofe; y Gómez y Azuero, que en aquel tiempo ni aun sus nombres se cono- ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 61 dan, no son ahora sino los instrumentos de que se valen, para traemos quizá nuevas calamidades. Hoy se quieren renovar por otro estilo las escenas de Pasto: hoy por sacrificarme se volverá a sacrificar la patria, pues existen los mismos gérmenes, muchas de las mismas personas, los mismos odios, la misma emulación, el mismo espíritu de personalidades, la misma necedad y ceguera que entonces nos perdió. Pero no ¡Dios supremo a cuya vista no se puede ocultar el corazón del hombre, levantad vuestro brazo omnipotente y descargadio sobre mi cabeza, ~ntes que yo vuelva a servir de pretexto a los enemigos de la "patria para sus unicuas maquinaciones! ¡Perezca yo en este insta!1te, perezca mil veces, si he de servir de pábulo para que se vuelva a ver afligida mi adorada patria! .í- Exhibo, señores, esta esquela de desafío del teniente coronel José Iv1arÍa Barrionuevo en prueba de lo que acabo de decir. Detenéos un momento, señores, en su contenido, en su fecha y en la persona que me la dirige. Entre ocho y diez de la mañana del día 12 de febrero entrego la comandancia general de armas, recibo esta esquela y veo partir a S. E. el vicepresidente para su hacienda de Hatogrande. Suponed, señores, que yo, menos sumiso a las leyes, con menos desprecio a preocupaciones y con menos previsión de las consecuencias de este ASESINA TO PREMEDITADO, 62 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA hubiera admitido el desafío, ¿cuáles habrían si~ do los resultados? Si mato a Barrionuevo, S. E. vuelve, me manda arrestar, se me sigue la causa y se me sentencia a muerte. Si Barrionuevo por una casualidad me mata, estando ausente el jefe del gobierno, ¿creéis, señores, que mi muerte. a manos de un ingrato español, se habría visto con indiferencia en la ciudad? '¿Creéis que la vista de mi ensangrentado cadáver no habría causado ningún movimiento contra el agresor? ¿Y si Barrionueva' en un conflicto echa mano de la artillería que tiene a su disposición, ¿qué hubiera sido de esta ciudad? Este Barrionuevo es el mismo que se quedó el día de la acción de «Las Cebollas~'; el mismo que de los primeros se vino el día que me abandonaron en Pasto, arrastrando consigo una porción de tropa del segundo campamento; es el mismo que me insultó el día del juicio de los jurados; el que me ha dado mil disgustos durante mi comandancia de armas; sí, el mismo que dio de bofetadas al anciano Urizarri en medio de la calle a las once del día; el que ofreció de palos al mayardomo de propios de la ciudad, y el que hace su fortuna apaleando a nuestros obreros, como lo hacía cuando grababa el escudo de armas de su paisano Sámano. ¡Y las leyes se violan, y la seguridad del ciudadano se atropella, y se ultraja a los superiores! ¡Y Barrionuevo se pasea. ANTONIO NARI:~·O - SU DEFENSA 63 y Barrionuevo campea en la ciudad con descansoj j Y Barrionuevo se ríe y hace alarde de la protección del gobierno! Juntad, señores, yo os lo suplico, los procedimientos de este solo hombre con la presente acusación de que me estoy defendiendo, y el lenguaje de ciertos papeles públicos de algún tiempo a este parte; y juzgad si tengo razón para decir que se quieren renovar los días funestos de Pasto, y que por sacrificarme a mí se volverá a sacrificar la patria. Permitidme ahora, señores, que en medio de este santuario de las leyes, lea sólo las precisas palabras de la que Barrionuevo ha infringido y que está en vigor entre nosotros, para que sirva de prueba de lo que se me esperaba si hubiera admitido su desafío, y de las penas en que él ha incurrido. «PRAGMATICA SOBRE DUELOS Y DESAFIOS-Por si hubiere quien se desviare de mis justas y paternales intenciones, dice la ley, declaro primeramente por esta inalterable ley real y pragmática, que el DESAFIO O DUELO debe tenerse y estimarse en todos mis reinos, por DELITO INFAME; y, en su consecuencia de esto, mando que todos los que desafiaren, los que admitieren el desafío, los que intervinieren en ellos por terceros o padrinos, los que Ilevaren carteles o papeles con noticia de su contenido, o recados de pa.. labra para el mismo fin, PIERDAN IRRE- 64 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA MISIBLEMENTE por el mismo hecho, todos LOS OFICIOS, RENTAS Y HONORES que tuvieren, y SEAN INHABILES PARA TENERLOS TODA SU VIDA .... v si el desafío o duelo LLEGARE A TENER EFECTO, saliendo los desafiados O ALGUNO DE ELLOS al campo o puesto señalado, aunque no haya riña, muerte, ni herida, sean' sin remisión alguna castigados CON PENA DE MUERTE y todos sus bienes confiscados.» A vista de esta terminante ley, ¿ estaría yo hoy hablando en el senado cualquiera que hubiera sido el resultado del desafío? . " Pero no nos distraigamos más del asunto principal. Examinemos el tercer punto de acusación. El tercer cargo que se me hace es la falta de residencia que exige la constitución por haber estado ausente, dice Diego Gómez, «por mi gusto y no por causa de la repÚblica>.Nada más bello señores, nada más conforme con las Hdeas del señor Diego Gómez que este cargo. Sí, señores, él acaba de correr el velo a esta maldita intriga; él os descubre las intenciones, las miras, la razón y la justicia con que se me han hecho los otros cargos. Por mi gusto dejé de ser presidente dictador de Cundinamarca; por mi gusto dejé de ser general en jefe de los ejércitos combinados de la repÚblica; por mi gusto perdí veinte años de sacrificios hechos a la libertad, las penalidades de 8 meses de marchas y el fruto de las victorias ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 65 que acababa de conseguir; por mi gusto abandoné mi patria, las comodidades de mi casa, la compañía de mis amigos y mi numerosa familia; por mi gusto desprecié el amor de los pueblos que mandaba, para irme a sentar con un par de grillos entre los feroces pastusos que a cada hora pedían mi cabeza; por mi gusto permanecí allí trece meses sufriendo toda suerte de privaciones y de insultos; por mi gusto, fui transportado preso entre 200 hombres hasta Guayaquil, y de allí a Lima, y de Lima por el Cabo de Hornos, a la real cárcel de Cádiz; por mi gusto permanecí cuatro años en esta cárcel, encerrado en un cuarto, desnudo y comiendo el rancho de la enfermería, sin que se me permitiese saber de mi familia. ¿No os parece, señores, que es más claro que la luz del día, que yo he estado ausente por mi gusto y no por causa de la re-. pública? ¡Que no le dé al señor Diego Gómez y a sus ilustres compañeros de acusación un antojo semejante! ¡Cuánto ganaría la república con que tuvieran tan buen gusto! Pero no es sólo este mi gusto depravado en que justifica la acusación que se me hace; yo veo sentados en este mismo senado, adonde se me niega el asiento, a personas que no han tenido este tiempo, y que no óbstante no las han creído mis acusadores dignas de su censura, porque parece que la verdad es lo que más aborrecen. 66 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA Aquí pudiera detenerme a citar algunos ejemplos que acabasen de comprobar que este cargo, no sólo es ridículo, sino injusto; pero no merece detenemos en él; todo el mundo sabe que bajo el aspecto constitucional en todo el curso de mi vida, no he estado una sola hora ausente de mi patria. Un asunto más grave va a llamar vuestra atención. Cuando me presenté en Cúcuta como diputado por la provincia de Cartagena, y como vicepresidente interino de la república, nombrado por el presidente Libertador, ya tenía las mismas tachas que se me objetaron después para ser\ senador. Luégo que se instaló el congreso me volvieron a nombrar vicepresidente con totalidad de votos. Yo quiero ahora suponer verdaderas y justas estas nulidades, y por consiguiente como impedimento para obtener algún empleo en la república. El congreso, pues, ha sido nulo como instalado por un hombre impedido que no lo pudo instalar ,y por lo mismo no tenemos constituci6n, ni senado adonde yo debiera sentarme; sin que sirva la respuesta de que antes dE\instalarse el congreso, no había constitución que lo prohibiese, porque para un «criminal:., como dice el acta, para un hombre que se «entrega voluntariamente al enemigo~, no se necesita constitución para no admitirlo en un empleo de tanta importancia como el de la vicepresidencia, y la vicepresidencia en seme- ANTONIO NARINO - SU DEFENSA 67 jantes momentos. No hay medio, señores. no lo hay por más vueltas que se le quiera dar a esta reflexión. El congreso se instaló en virtud del decreto de 1.o de mayo, que, proveí _como autorizado por el artículo 5.o del reglamento de convocación: se instaló con mi concurrencia como diputado por la provincia de Cartagena, y se instaló por el, poder ejecutivo de la república que yo ejercía, y que era entonces indispensable para su instalación; conque o no hubo congreso legítimo, o es preciso declarar como el mavor atentado la acusación hecha contra mí, que pude darle existencia al primer cuerpo de la república, sin que se me pusiera ninguna objeción. Decir que pude ser vicepresidente para instalar el congreso y que no pude ser después ni ciudadano de Colombia, es suponer que yo he cometido crímenes después de instalado. Yo era el mismo cuando instalé el congreso; el mismo día que el congreso, en vista del nombramiento hecho por el Libertador, me confirmó y mandó continuar interinamente. Era el mismo el día que salió empatada la votación para vicepresidente en propiedad, que el día que se me eligió senador. Conque si siempre he sido el mismo: si no puedo ser senador, tampoco vicepresidente, y si no pude ser vicepresidente, ¿ quedará instalado el congreso? Si podía instalarse sin la concurrencia del poder ejecutivo que yo ejer- 68 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA cía, ¿por qué no se instaló antes que yo llegase? ¿Por qué se iba ya disolviendo y retirándose a sus casas muchos de sus miembros? y si el congreso fue legítimamente instalado, ¿qué responden mis acusadores'l ¿Qué responden los que apoyaron esta acusación 7 Pero ya habéis visto, señores, completamente desvanecidos los tres cargos que con poca reflexión se me han objetado para que pudiera tener el honor de sentarme entre vosotros; ya habéis visto comprobado con documentos incontestables que es falso que sea deudor al estado; que es falso que deba a diezmos ni debiera el año de 10, pues el año de 98 se dio carta de lasta a los fiadores; que es falso que mi fianza sólo alcanzara a ochenta mil pesos cuando era ilimitada; que es falso que deba a dichos fiadores; pues aunque lastaron, también percibieron bienes que excedían la cantidad del lasta; que es falso que me entregara voluntariamente al enemigo en Pasto, y que, últimamente, es falso que haya estado ausente por mi gusto y no por causa de la república, y por consiguiente falso cuanto contiene el acta de acusación. De esta acusación propuesta por dos hombres que, como el incendiario del templo de Efeso, han querido hacer sonar sus nombres oscuros ya que no lo podían hacer por sus propios méritos. Si la acusación hubiera tenido por obj eta la salud de la república, a pesar de ser contra mí, a ANTONIO NARIRO - SU DEFENSA 69 pesar de su notoria injusticia, yo lejos de quejarme, me hubiera defendido tranquilamente y les hubiera celebrado su celo y escrupuloso amor a la patria. Pero cuando sólo los ha movido un vil y arrastrado interés personal, unas pasiones vergonzosas y contrarias al sosiego y bien público, la indignación del corazón más tranquilo no puede dejar de manifestarse. Y si no, que nos digan estos nuevos Eróstratos, ¿por qué habiendo en la república, en el seno del gobierno, en la cámara, en este mismo senado otros hombres a quienes quizá con justicia se les pueden hacer objeciones y cargos, sólo han desenrollado su celo contra mí? ¿ Sólo para mí se han hecho las leyes? ¿Sólo para el empleo de senador tienen fuerza estas objeciones? La vicepresidencia de la república a quien deben Gómez y Azuero los empleos que indignamente ocupan hoy, ¿no habría merecido iguales objeciones? Pero entonces no hubieran figurado en el congreso que con la vicepresidencia instalé; entonces no habrían sido ministros de la corte de justicia; entonces no habrían tapado sus trampas y rapiñas; entonces-y ésta es una de las pruebas demostrativas del interés personal por que han intentado esta acusación :-«como vicepresidente les fui útil y callaron, como senador les puedo perjudicar y entonces hablan». y a la vista de semejante escandalosa acu- I 70 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sación comenzada por el primer congreso general y al abrirse la primera legislatura, ¿qué deberemos presagiar de nuestra república? ¿Qué podremos esperar para lo sucesivo si mis acusadores triun fan o qué, sí se quedan impunes? Por una de esas singularidades que no están en la previsión humana, este juicio, que a la primera vista parece de poca importancia, va a ser la piedra angular del edificio de vuestra reputación. Hoy, señores; hoy va a ver cada ciudadano lo que debe esperar para la seguridad de su honor, de sus bienes, de su persona; hoy va a ver toda la república lo que debe esperar de vosotros para su gloria. En vano, señores, dictaréis decretos y promulgaréis leyes llenas de sabiduría; en vano os habréis reunido en este templo augusto de la ley, si el público sigue viendo a Gómez y Azuero sentados en los primeros tribunales de justicia, y a Barrionuevo insultando impunemente por las calles a los superiores. al pacífico ciudadano, al honrado menestral. En vano serán vuestros trabajos y las justas esperanzas "que en vuestra sabiduría tenemos fundadas. Si vemos ejemplos semejantes en las antiguas repúblicas, si los vemos en Roma y Atenas, los vemos en su decadencia, en medio de la corrupcción a que su misma opulencia los había conducido. En el nacimiento de la república romana vemos a Bruto sacrificando a su mismo hijo por el amor a la justicia y ANTONIO NARIÑO - SU DEFENSA 71 a la libertad; y en su decadencia, a Clodio, a Catilina, a Marco Antonio sacrificando a Cicerón por sus intereses personales. Atenas nació bajo las espigas de Ceres, se elevó a la. sombra de la justicia del Areópago, murió con Milcíades, con Sócrates y Foción. ¿Qué debe~mas esperar, pues, de nuestra república si comienza por donde las otras acabaron 1 Al principio del reino de Tiberio, dice un cékbre escritor, la complacencia, la adulación, la bajeza, la infamia, se hicieron artes necesarias a todos los que quisieron agradar; así todos los moti vos que hacen obrar a los hombres, los apartaban de la virtud, que cesó de tener partidarios desde el momento en que comenzó a ser peligrosa. Si.' vosotros, señores; al presentaras a la faz del mundo cQmo legisladores, como iueces, como defensores de la libertad y la virtud, no dáis, un ejemplo de la integridad de 'Bruto, del desinterés de Foción y de la iusticia severa del tribunal de Atenas, nuestra libertad va a morir en su nacimiento. Desde la hora en que triunfe el hombre atrevido, desvergonzado, intrigante, adulador, el reino de Tiberio empieza y el de la libertad acaba, Bogotá, 14 de mayo de 1823. F. DE P. SANT ANDER SU DEFENSA ANTE LA CAMARA A los representantes del pueblo colombiano: Honorables representantes: Otras veces me he dirigido a vosotros desde el primer asiento de Colombia para presentaras el cuadro fiel de sus adelantamientos y necesidades; hoy me dirijo desde una tierra extranjera, para. trazaros rápidamente el de mis persecuciones. Entonces el deber de magistrado me llevaba al santuario de la ley a reclamar de la sabiduría y del patriotismo de los diputados del pueblo leyes conducentes al bien y dicha de los colombianos; ahora el derecho de vindicar mi honor ultrajado me fuerza a presentarme delante de vosotros para reclamar a la justicia a que tiene derecho un antiguo colombiano, que jamás abandonó las banderas de la independencia, ni transigió con sus enemigos en los días infelices de su patria. Entonces, como ahora, yo tengo la esperanza de que encontraré en los diputados de Colombia imparcialidad y justicia para oir y 76 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA juzgar la exposición de un patriota, que tiene la gloria de contar tantos días de servicios a su país cuantos él cuenta de existencia política. No pretendo ni aspiro a otra cosa que a poner de manifiesto la injusticia con que se me ha perseguido. Persuadido de que he llenado mis obligaciones con fidelidad, sin traficar vilmente con mis opiniones y deberes sacrificando honores, amistades, tranquilidad y fortuna, honrado con el testimonio de la opinión pública, y satisfecho de que en mi larga carrera militar y política no se me puede tachar de acción ninguna infame ni traidora, estoy resignado a morir en el retiro de la vida privada, haciendo votos por la felicidad de mi patria. Lejos de mí entrar en el examen del origen y progreso de los últimos ultrajes y persecuciones que he sufrido desde que tuve que luchar en defensa de las leyes constitucionales de la república contra el criminal proyecto de destruírlas para fundar un poder omnipotente, o cualquiera otra especie de gobierno nada análogo al espíritu del siglo y a los sacrificios de los colombianos. Reservo a la historia imparcial el deber de hacer este examen y el de juzgarme competentemente. A mi objeto, basta indicado, y Iimitándome a hablar del último golpe que experimenté en 1828, después de la revolucióu de Bogotá del 25 de septiembre, habiendo servido F. DE P. SANT ANDER - SU DEFENSA 77 este suceso de pretexto para consumar mi ruina y desahogar pasiones verdaderamente innobles, a él sólo contraeré esta exposición y llamaré hacia él la atención y justicia de los representantes de mi patria. Procuraré olvidarme de los autores de mis persecuciones, para no entrar en el dominio del resentimiento: referiré los hechos tales cuales han existido, explicaré las circunstancias, señalaré las leyes que debieron favorecerme, combatiré los procedimientos ilegales e inicuos, y me apoyaré siempre en razones incontestables y en los principios de la eterna justicia. Toca a vosotros, honorables representantes, pesadas imparcialmente y decidir. Notorio es que el 25 de septiembre de 1828 estalló en Bogotá una revolución, cuyo objeto, según aseguraron los cómplices, era establecer la constitución de 1821, abolida por un decreto del general Bolívar, expedido el 27 de agosto anterior, y preservar a la república de una dictadura militar, que se creía tanto más insoportable, cuanto que se vio que ella favorecía un partido a expensas del que había sido constantemente sostenedor de las leves constitucionales. "Desde que se notó que el restablecimiento de la constitución de Cúcuta era el objeto de! movimiento revolucionario, y que en él habían tomado parte algunas personas de mi amistad, creyó e! gobierno yo era el agente o di- 78 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA rector del plan, y se propuso hacer recaer sobre mí su venganza. Se procedió por tanto a arrestarme, se me mantuvo un mes estrechamente privado dp- comunicación, sin hacerme cargo alguno, y al fin se tomó una confesión tan rídicula y extravagante, que los anales criminales no presentan otro ejemplar. Me refiero al proceso formado contra mí. Allí están consignados los cargos que me hizo el abogado Pareja: ellas manifiestan el punto hasta donde pueden llevarse el encono y el espíritu de partido donde no hay ninguna garantía para el honor y la vida del hombre. Lo que se soñó alguno de los conjurados, lo que otro habló con personas extrañas, lo que pensaba un tercero, sirvió para reconvenirme de haber dirigido la conjuración. Mis más simples relaciones domésticas, mis más indiferentes conexiones sociales, mis pasos ordinarios o inocentes, hasta mi fidelidad a la constitución quisieron convertirla en acciones criminales dirigidas a matar al Libertador la noche del 25 de septiembre, y proclamar nuevamente el imperio de la ley. No era el entendimiento el que juzgaba en mi proceso para descubrir la verdad; era el corazón prevenido de hallar delito a cualquiera costa. Ni se trataba tampoco de aclarar un hecho. o de averiguar un crimen, sino de arrancarme la confesión del delito para no tener el trabajo de violar fórmulas, ni de co- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 79 honestar mi asesinato judicial. ¡Espantosa época para un pueblo aquella en donde no hay leyes, ni garantías y donde la voluntad del magistrado ofendido es la ley suprema! ¡Con muy justa razón había dicho el general Bolívar delante del Congreso de Cúcuta «que la espada de un soldado no era la balanza de Astrea de que necesitaba Colombia~. Esto mismo que aseguro hoyadas mil leguas distante del teatro de tamaña iniquidad, cuando una parte de Colombia juzga que la conjuración del 25 de septiembre fue un acto de heroico patriotismo, y cuando el alzamiento glorioso del pueblo francés ha sancionado el derecho de resistencia a mano armada contra el despotismo y el perjurio, le dije al Libertador presidente desde Bocachica en una representación que le dirigí el 13 de diciembre de 1828 en la cual me propuse refutar la sentencia pronunciada por el comandante general de Bogotá el día 7 de noviembre del mismo año. Creí entonces que el Libertador prestara atención a la exposición fundada de un colombiano, que no sólo había sido por la voluntad nacional el segundo magistrado de la república, que la había gobernado durante siete años, y que contaba dieciocho de no interrumpidos servicios a su país, sino que tenía derecho por ser hombre a ser escuchado en un negocio atañadero a su honor, su vida y su for- 80 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tuna, el honor y la gloria de Colombia, y del mismo presidente. Pero parece que mi voz fue despreciada, y que los clamores de la justicia y de la equidad no penetraron en el alma de quien se había mostrado más sensible a las súplicas y clamores de los acérrimos y encarnizados enemigos de la independencia Sea lo que fuere, yo voy a emprender nuevamente el examen de aquella célebre sentencia para refutada con los mismos hechos que resultaron del proceso, y comprobar a la faz del mundo, que ella ha sido injusta, violenta e inicua, y que por consiguiente los efectos que me ha hecho sufrir son inicuos, violentos e injustos. Si logro esta comprobación, habré logrado el objeto de este memorial, y podré también decir con orgullo «que yo he perdido todo por la libertad, menos el honor». Supuesto que se me creía agente principal o cómplice de la conjuración, debió habérseme franqueado todos los medios legítimos de defenderme. Se interesaban en ello el honor del gobierno y el del general Bolívar, y si se quiere también la eterna justicia. Blanco de los ultrajes y calumnias del partido contrario a la constitución, desairado públicamente por el Libertador, calumniado, y amenazado en papeles públicos dictados por sus partidarios, y amigos, fusilado en estatua en una quinta de S. E. cerca de la capital, despojado violenta- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 81 mente de la vicepresidencia del Estado en despecho del contrato sinalagmático que existía entre la nación colombiana y yo, sin garantías para mis comunicaciones epistolares. sin derecho de quejarme contra mis calumniadores, yo estaba condenado a ser víctima del partido triunfante después de la precipitada conjuración. En vez de hacer reunir para juzgarme un consejo de generales, se me juzgó por comisión especial conferida a un hombre solo, aconsejado por un auditor sin probidad, se omitió la confrontación de varios testigos,· en cuyos dichos se apoyó el juez para condenarme como culpable, se me negó el imprescindible derecho de detenderme o de nombrar un defensor, se despreciaron todas las pruebas conducentes a patentizar mi inculpabilidad, se tergiversaron las deposiciones de los testigos, se alteraron los hechos y se aplicaron leyes en desuso, y contrarias entre sí. Con un juicio semejante, donde no se respetaron las fórmulas, donde no hubo jueces ni defensa, ni imparcialidad, ni verdad, ni nada más que deseos de consumar mi ruina, y vengarse de mi oposición a trastornar las instituciones, se dispuso de mi fortuna, de mi vida y de mi honor. Más dichosos los Torres, Camachos, Pombos, Roviras, Barayas, Caldas, Lozanos, Gutiérrez, Cabales, Toledos, Castillos y tántos otros ilustres mártires de la libertad, siquiera fueron oídos delante del simulacro de 82 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA consejo de guerra, que Morilla formó para castigados de haber procurado libertar a su patria de la arbitraria dominación del rey de España, siquiera pudieron hablar y defenderse. Para mí no hubo en Colombia bajo el gobierno del que obtuvo el título de Libertador, sino violencias e injusticias y persecuciones. Sentada la venganza en el trono de la justicia, revestida de un respetable manto, empuñando la espada con que castiga el crimen; pero no la balanza en que pesa la inocencia, y empleando su augusto lenguaje, pronunció un juicio digno de ella y de las execrables ideas de iniquidad. La sentencia del 7 de noviembre pronunciada por el comandante general de Bogotá empieza afirmando que el proceso se ha formado contra mí pcr la consPiraci6n intentada la noche del 25 de septiembre! Por consiguiente, íos cargos por los cuales pudo legalmente condenarme debían resultar de que yo fuera director, aconsejador. auxiliador o ejecutor de la dicha conjuración. Cualquiera otro hecho era extraño en ese particular. El primer fundamento de esta famosa sentencia es que yo había negado en mi declaraci6n indagatoria, y después en mi confesi6n, el que se tramaba aquella conspiración. Esto en parte es falso, y en parte ridículo, y aun ilegal. Dije en la declaración, que llaman indagatoria, que el señorr lorentino Gonzá1ez había tenido conmigo una conversación, que me dio mo- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 83 tivo de temer una revolución, y lo repetí en la confesión que me recibieron en 22 y 30 de octubre, añadiendo además todos los antecedentes que las nuevas leyes del gobierno dictatorial habían· producido, aumentando el descontento general. Como testigo yo no podía hablar de lo que se había proyectado y ejecutado la noche del 25 de septiembre, ya porque nada sabía, y ya porque estando presos varios de los cómplices, era de ellos y no de mí que se debía recabar lo que ilegalmente quería saberse por mi propia confesión: Que yo no sabía lo que iba a ej ecutarse la citada noche, ni quienes 10 ejecutarían, es un caso plenamente justificado con las deposiciones de los que se confesaron conspiradores. Uno solo hubo que asegurara lo contrario, y apelo en testimonio de ello a los procesos formados entonces, que espero sean consultados para juzgar de la verdad de esta exposición. Que yo no debía declararme culpable aun cuando hubiera pertenecido a los conjurados, es un procedimiento que aconseja el derecho natural y lo sanciona toda legislación fundada en razón. A mí, como a cualquiera otro a quien se supone culpable, debió habérseme hecho el cargo con hechos comprobados, en vez de querer arrancárseme la confesión de la culpa en forzarme a ello por medios legales. No puedo prescindir de recordar que al Divino Legislador de la ley de gracia que rehusó responder 84 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA ante el tribunal del gobernador de J udea quiénes eran sus discípulos, es decir sus cómplices, no se le acriminó por esta omisión, y es bien raro que en el tribunal de Pilatos no fuera delito rehusar descubrir la complicidad del supuesto crimen de sedición, y que en Colombia se me juzgase delincuente porque no confesé 10 que no sabía a ciencia cierta, o que legalmente podía callar. El segundo fundamento de la sentencia es que de las declaraciones del comandante Silva, del teniente López, y de los caPitanes Briceño y Mendoza, resulta que cada uno de ellos tenía convencimiento íntimo de que yo era el primer agente de la conjuración, y que dirigía el plan según lo habían asegurado González, Carujo y Guerra. El convencimiento íntimo de una o más personas, debe ser el efecto de hechos evidentes, que no pueden dejar la menor duda en el pnrticular, de modo que si faltan estos hechos no hay tal convencimiento. Los testigos, pues, debieron manifestar los fundamentos que produjeron en su ánimo la persuación íntima de que yo fuera el agente de la conjuración. y ellos debían ser hechos claros y positivos, no conjeturas débiles y vagas. La sentencia ha debido expresar!os menudamente para hacer palpable a todo el mundo la justicia del pronunciamiento, y omitiéndolos como los ha omitido, ha dado lugar que se sospeche de la verdad de sus aserciones. Examinemos F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 85 las declaraciones de los mencionados testigos para buscar las premisas de donde el juez dedujo la consecuencia de que resultaba de sus dichos estar íntimamente convencidos de que yo era el principal agente. Silva dijo terminantemente que no sabía que yo tuviera parte en la coníuración, pero que lo infería porque Vargas Tejada era mi amigo, y nos íbamos juntos a la legación de los Estados Unidos. Este ha sido el fundamento de su inferencia, no el de un convencimiento íntimo, ni pudiera conciliarse jamás el estar convencido íntimamente de que yo fuera agente del plan, con el ignorar más o menos si yo tenía parte o no en él. Bien claro es que entre una mera conjetura más o menos fundada y un convencimiento íntimo hay tanta distancia, como entre el de asegu-, rar, por ejemplo, que la luna esta habitada de seres animados y que ella gira alrededor de la tierra. López también declaró que no sabía que yo tuviera parte en el negocio: pero que como había defendido la constitución y era amigo de las leyes, se me tenía destinado a encargarme del gobierno verificada que fuera la conjuración. Nada hay aquí de convencimiento íntimo y ni aun de conjeturas. Si los conjurados me creían capaz de continuar defendiendo las leyes me hacían justicia, y si querían 86 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA encargarme del gobierno, yo no veo. en esto ningún delito de mi parte. Mendoza declaró que Carujo le había asegurado que el general Páez y yo teníamos parte en el plan, sin añadir cosa alguna respecto de su convencimiento íntimo. Si porque se dijo con razón o sin ella que yo conocía la empresa, he resultado delincuente, el general Páez también ha debido ser juzgado como yo. La justicia es igual para todos .... , pero me olvidaba de que en este juicio por la conjuración del 25, sólo se trataba de hacer triunfar un partido a costa de la vida y del honor del partido contrario. Briceño, en fin, aunque expresamente aseguró que no sabía positivamente que yo fuera agente de la conjuración, añadió que tenía el convencimiento íntimo de que lo que fuera porque siempre había yo siáo el jefe áel partido constit¡;cional, y porque Guerra se lo había asegurado. lal es el fundamento en que el capitán Briceño apoyó lo que llama convencimiento íntimo y que tanta fuerza hizo en el ánimo de mi juez para condenarme como culpable. ¡Qué importaba un despropósito en vez de una razón, ni una necedad en lugar de un raciocinio! Decidida mi suerte en los consejos de la venganza, cualquiera conjetura era suficiente para darse por comprobado mi delito. La declaración de Briceño ofrece a los ojos menos F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 87 perspicaces, aunque desapasionados, una manifiesta contradicción. El diio: que habiéndose propuesto en la parte que tuvieron los conjurados del 25, que se me diese noticia de lo que se había acordado, él había sido uno de los que se habían opuesto a ello, porque temió que yo impidiera la ejecución del acuerdo. Ahora bien, ¿podía temer mi oposición estando íntimamente convencido de que yo era el agente principal del proyecto? Concurriendo a una reunión donde veía que se proponía instruírme de lo que se trataba, ¿no percibía q\le ella había tenido lugar sin el consentimiento del que creía agente o director del plan? Yo no lo comprendo, señores. Mi razón me dicta el siguiente raciocinio: Si Briceño estaba íntimamente convencido de que yo era agente principal del proyecto, debió estarlo igualmente de que la junta se haría con mi anuencia, y no debió temer en consecuencia que yo me opusiera a la ejecución de la empresa; luego si temió mi oposición, y que por consiguiente se frustrara el golpe meditado, no pudo ser sino porque no estaba convencido íntima 'TIentede que yo lo dirigía o lo aprobaba. Quedan existentes ya solamente las aserciones de que Guerra y Carujo habían asegurado a Briceño y Mendoza que yo tenía parte en el proyecto. Si Guerra y. Carujo en sus declaraciones lo aseguran ta~bién, no hay duda 88 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA alguna de que los dichos de los dos primeros testigos son concluyentes; pero si lo niegan, entonces quedan del todo destruídos. Guerra y Carujo declararon que yo, lejos de haber aprobado el proyecto, había ofrecido oponerme a su ejecución; por consiguiente destruyeron lo que los antes mencionados testigos habían afirmado y me libraron del cargo de haber sido agente director, aconsejador o ejecutor de la conjuración. Resulta, por tanto, falsa y calumniosa la aserción del segundo fundamento de la sentencia, y es además injusta o ilegal, porque se omitió la confrontación conmigo de los cuatro testigos Silva, López, Mendoza y Briceño. Fácil me hubiera sido hacer resaltar la verdad en el careo, y mi inculpabilidad, si se hubiera cumplido con esta fórmula desconocida sólo en los famosos y sangrientos tribunales de la Inquisición. El tercer fundamento de la sentencia consiste en que el coronel Guerra sostuvo en el careo haberme hablado de la conjuraci6n, a la cual me había opuesto. Este es un hecho tergi- versado estudiosamente contra mí. Lo que se supone que Guerra sostuvo en el careo fue lo que él expuso en una declaración anterior que reformó en dicho careo, según lo hice observar en mi prisión al abogado Pareja delante de su secretario. Después que reparé que no se habían extendido en la diligencia las mis- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 89 mas palabras del 'desgraciado Guerra, éste dijo en la confrontación conmigo, que de lo que había hablado no era de una conjuración, sino de la probabilidad que había de que se hiciera un bochinche (esta fue su propia expresión), y que no se acordaba de que hubiera nombrado a persona alguna. Bien diferente de hablar de una conspiración formal a mencionar el riesgo de un bochinche, palabra a la cual se ha dado siempre la significación de una cosa de poca entidad. Por otra parte, en días de agitación, cuando a cada hora se hacía una acta, una petición, una reunión, un bochinche (según el lenguaje de que usábamos los amigos de la constitución) para echar abajo las leyes constitucionales, nada tenía de extraño, ni de criminal que Guerra en cualquier conversación amistosa relativa al estado de nuestra patria me dijera lo que aseguró haberme dicho. Pero esta exposición de Guerra justifica más mi honrado proceder, porque él ha añadido que yo manifesté repugnancia a toda especie de perturbación, que le aconsejé se empeñase en rectificar cualquiera idea que hubiera en el particular, y que ofrecí oponerme al trastornO del orden establecido. ¿Debía hacer más sin incurrir en la infamia de ser un bajo delator, y cuando puede decirse que el proyecto de atacar al gobierno existente estaba sólo en embrión, y 90 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA cuando esperaba que mi oposición podía influir en desbaratado 1 , El cuarto fundamento se toma de la declar~ción del comandante Carujo, aunque alterando el sentido de lo que él ha dicho. En la diligencia del careo, que es a la que el juez ha debido atenerse, resulta que habiéndolo informado Florentino González, que yo era opuesto a todo proyecto d.e revolución, quiso cerciorarse de la verdad, y al efecto procuró hablar conmigo en mi casa; que habiendo pasado a ella, y habiéndome encontrado positivamente opuesto a sus ideas, intentó intimidarme y rendirme, ponderándome la obstinación de los que habían resuelto emprender el restablecimiento de la constitución,lo cual había llegado al punto de estar dispuestos a ir a Soacha a matar al general Bolívar. Esta exposición en los términos referidos, forma un sentido muy diferente de como se expresa la sentencia. Según ella, Carujo me ha comunicado el proyecto de matar al presidente-dictador como quien lo participa a un cómplice, en vez de lo que resulta, el que yo lo supe ~or la casualidad de querérseme hacer variar de opinión, informándome de un hecho ya decidido y pronto a ser fácilmente ejecutado. Y gracias me sean dadas por esta feliz casualidad, porque júzguese como se quiera al general Bolívar, y repruébese sin misericordia su conducta política, yo jamás convendré en que el asesinato de F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 91 un hombre sea una acción patriótica, ,ni que la muerte del que ha servido con gloria a la causa de la independencia fuese meritoria ni justificable delante de la moral pública. Yo salvé entonces al general Bolívar de ser apuña1eado en Soacha por un principio de honor y de moralidad que me conducirá siempre a proceder del mismo modo en cualquier caso en que se trate de llegar a un fin santo por medios reprobados por la moral y la razón. - El quinto fundamento se apoya en la exposición de Florentino González, testigo de mucha importancia en el negocio de la conspiración, y cuyos dichos es menester analizar y meditar sin pasión. González a quien siempre traté con muy particular amistad por sus relevantes cualidades, y por su fervoroso amor a la libertad, declaró haber estado en mi c.asa por consejo de Caruio a sondear mi opini6n acerca de la conveniencia de trabajar en restablecer la Constitución de 1821, y que había oído de mi boca, que la tentativa era inoportuna, perjudicial y expuesta, en cuyo concepto muy lejos de mezclarme, y tomar parte en ella, estaba resuelto a oponerme a su ejecución, no menos que alejarme de Colombia, decidido a no volver jamás al gobierno. Añadió Gonzá1ez, que yo le había dicho en prueba de la inoportunidad y riesgo del proyecto, que no se debía intentar el restablecimiento de la constitución sin conocer cuales eran las 92 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA reformas que ofrecía el Libertador, y sin saber si ellas contentarían o no a los pueblos; que antes que todo era prudente sondear la opinión pública, y contar con ella para cualquier variación del sistema, y que el medio de llegar a conocerla me parecía indicado en el restablecimiento de sociedades patrióticas en los departamentos y provincias. Tal es la exposición que González ha hecho en el careo en el cual, habiendo rectificado sustancialmente su primera declaración, debe fundarse cual. ~ qUler cargo contra mI. Yo deduzco de la dicha .exposición las siguientes consecuencias: Primera: habiendo aconsejado Caruio a González que sondeara mi opinión acerca de la conveniencia de restablecer el gobierno constitucional, yo no tenía conocimiento del proyecto, y por consiguiente, no era su director o agente. Segunda: habiendo calificado de inoportuno y peligroso el proyecto, yo no he tenido complicidad en su formación. Tercera: no habiendo aprobado, yo era inculpable en la conjuración estallada el 25 de septiembre por la cual se me estaba juzgando. Cuarta: no habiendo formado ninguna de las sociedades que indiqué como medios, no de conspirar, sino de indagar la verdadera opinión nacional, la conjuración del 25 no fue efecto de ellas, y por consiguient.e ni de mis consejos e influencias. F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 93 Consecuencias todas favorables a mi conducta de inculpabilidad. La sentencia hace gran caso de mi opinión sobre la formación de sociedades patrióticas para estimar la opinión pública, y la califica de crimen y de complicidad en la conspiración. ¿ Cuál es la ley, pregunto yo al juez de mi causa, que ha convertido en delito la acción de manifestar en una conversación confidencial, que la reunión pacífica de los ciudadanos es aparente para observar y avaluar los sentimientos del público respecto del nuevo régimen establecido? ¿ Existe en Colombia alguna ley, decreto o firmán. que convirtiera en delito digno de pena capital lo que en todo gobierno liberal se estima como medio necesario para dirigir los negocios del común? En las legislaciones que emanan del código de la razón, no hay delito donde no hay ley anterior que lo determine. Si, pues, mi indicación a González no está determinada anteriormente como una acción criminal, como una conspiración, el cuarto fundamento de la sentencia cae en tierra irremediablemente. Repárese, además, que el dicho de González es único en el proceso; que ni Guerra ni Carujo han hecho mención de él, y que habiéndose referido Carujo a González, el testimonio queda reducido a una sola persona. Observación interesante para convencerse más y más que en mi proceso no sólo han tenido 94 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA fuerza de pruebas las más necias e infundadas conjeturas, las palabras más insignificantes, los desahogos confidenciales de la amistad, sino hasta los dichos singulares. Para decidir de la propiedad de un pedazo de tierra, se necesita por lo menos de dos testigos que estén acordes en los puntos esenciales de la cuestión; para decidir de la suerte de un antiguo general, antes magistrado de la república, siempre constante y fiel patriota, defensor de los derechos del pueblo, ha bastado el dicho de una sola persona, aunque ella no califique positivamente la culpabilidad del acusado. Pero así debía procederse; el fin era condenarme de cualquier modo. La manera de ejecutarlo era indiferente con tal que se me ejecutase. Montesquieu ya lo había dicho con mucha previsión . ...El sexto fundamento es verdaderamente peregrino. Que porque no hubiera día prefijado para la conspiración, yo debía ser agente o cómplice de ella, es la consecuencia más absurda que el espíritu de partido podía deducir para satisfacer sus pasiones. Mi complicidad debía resultar de que yo la hubiera promovido, aconsejado, dirigido, aprobado, auxiliado o ejecutado, tuviera o no tuviera plazo preciso o conocido. Pero es así que ningún testigo ha dicho que yo la promoviera, ninguno que yo la dirigiese, ninguno que yo la F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 95 aconsejara, y todos, por el contrario, que desaprobé el proyecto, que traté de frustrado, y que ofrecí oponerme a su ejecución; luego mi inculpabilidad es más clara que la luz, no obstante que no hubiera día fijo para ejecutarlo. Todavía hay datos en el proceso que corroboran la consecuencia que acabo de asentar "jT que hubieran tenido slgún ,'alar en la con- ciencia de jueces imparciales que buscan la verdad desapasionadamente para absolver al inocente y castigar al culpable. Apelo al testimonio de González, consignado en las diligencias del careo. El ha dicho que me habló sobre el número de oficiales que había de tener la legación de los Estados Unidos (que se me había conferido) con ánimo de irse conmigo. Primera circunstancia que debía hacerme concebir que, estimándose fundadas mis razones contra el proyecto primitivo de conspirar, se abandonaba la empresa, .puesto que deseaba salir del país uno de los que me parecía ser agente de ellos. El ha declarado también que habiendo estado conmigo en un paseo fuera de Bogotá, seis días antes de la cunjuración del 25 de septiembre, nada me había hablado en el particular. Segunda circunstancia, que debía ratificarme en la idea de que el proyecto estaba abandonado. El, en fin, ha asegurado que, preguntado por mí pocos días antes de la conjuración, si todavía insistían en el consabido proyecto, me había 96 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA respondido «que la cosa se había enfriado». Tercera circunstancia, que debía acabar de convencerme que ya no se pensaba en llevar a cabo la tentati va expresada. Estas tres aserciones me favorecen más de lo que a primera vista parece, porque ello es cierto, que si yo me había podido persuadir de que el proyecto de atacar al gobierno existente se había abandonado, ya no tenía que hacer otra cosa como ciudadano y como general, que felicitarme de haber evitado un golpe prematuro, inútil y peligroso aun para la misma causa de la libertad que se quería sostener, y de haber procurado ahorrar el derramamiento de una sangre preciosa, que pudo ofrecerse a ias libertades colombianas con más suceso. Supongamos que yo hubiera sido capaz de delatar a mis compatriotas y hacerle este servicio a un gobierno fundado contra mis principios y contra los sacrificios de Colombia. ¿Qué era lo que debía delatarle? ¿ Un proyecto apenas concebido y prontamente abandonado? ¿ Un deseo de tener instituciones en vez de dictadura? ¿Un ahinco de ser gobernados por leyes decretadas por los representantes del pueblo en lugar a serIo por la voluntad de un hombre, que en cada paso dirigido a sostener las leyes veía una grave ofensa a su persona, y en los que se dirigían a destruidas una acción patriótica, meritoria F. DE P. SANT ANDER ,- SU DEFENSA 97 , y laudable? J uzgadlo, honorables representantes. Oecididlo en el silencio de las pasiones. - Los seis fundamentos en que se apoya la sentencia que acabo de examinar, no suministran la clase de prueba que pudiera convencerme del delito de que se me supone autor o cómplice. Ellos producen al con= __ 1.-1 dllU ¿,.. __ •• ~_~4_"""" 1d¿.UI1\;;;) _ •••••••••• .; ••• .;"" !-'U;)ll.1 ••.••••••••• v Q;:> ..-J •..••.....•••.•.•...•.•. uc, '-11oA1;. 'f',... y v __ llV +- .•.• "loA ve ánimo de conspirar, ni de quebrantar las leyes que se cree haber infringido. Si hay delito donde no hay un ánimo deliberado de cometer una acción reprobada por la ley, yo soy delincuente en la conjuración del 25 de septiembre; pero entonces es menester borrar del diccionario de la razón la calificación de una acción criminal.. Si se puede condenar por conjeturas débiles, aisladas e inconexas en despecho de datos positivos y claros, yo he sufrido justamente la condenación . que pronunció la sentencia del 7 de noviembre de 1828; pero entonces es forzoso despedazar los códigos fundados en el derecho natural. Pretender que hay prueba suficiente de un hecho, cuando en vez de reunirse todos los motivos que persuadan de su existencia, hay varios que lo ponen en duda, es querer invertir el orden de las cosas y cambiar los principios de la jurisprudencia criminal. Cuando la claridad de todos los hechos y todas las circunstancias de un caso nos induce a creer que ha existido la cosa de 98 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA que se trata, entonces hay prueba completa, y nuestro juicio se inclina a decidir en consecuencia; mas si queda alguna duda muy fundada en el particular, si existen circunstancias que impidan ver el hecho con evidencia y certidumbre, nadie dirá con justicia que hay pruebas suficientes para juzgar. Sobre estos principios está fundada la legislación universal como que ellos solos pueden garantir la vida y el honor de los hombres en sociedad contra la arbitrariedad y el poder. De aquí emanan las fórmulas protectoras delante de las cuales callan las pasiones, triunfa ]a inocencia y sufre el crimen su condigno castigo. Buscad ahora, honorables representantes, en mi proceso ese conjunto de hechos claros e incontestables que formen la prueba de mi delito; examinad si existieron incidentes y circunstancias, que dejaban e!} duda la convicción del juez. y convenid conmigo que el procedimiento ejecutado en Bogotá en 1828 es de lo más violento, arbitrario e injusto de que hay ejemplo en los anales de una vengativa persecución. ~ Pasemos a examinar los considerandos de la misma sentencia, que son con como las razones fundamentales de mi condenación. Primer considerando: que aunque me opuse a la revoluci6n, mi oposici6n fue s6lo para mientras re- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 99 sidiese en Colombia. ¿Qué es lo que el juez pretende deducir contra mí de esta suposición? ¿No es bien claro, por el contrario, que si ofrecí oponerme a la conjuración que estalló el 25 de septiembre mientras estuviese en Colombia, no he tenido la. menor parte en ella? Si el juez da por cierto el ofrecimiento de oponerme a toda conjuración, la consecuencia que yo deduzco es más justa que la que él ha deducido. Por otra parte cuando yo he dicho en una conversación familiar que mientras residiera en Colombia 1'Y!-e opondría a toda revolución, he empleado una expresión sencilla muy común, sin dar a entender por eso que la patrocinaría después de mi salida de la república. Es tan natural fijar plazos cuando se promete hacer o no hacer alguna cosa, que el primero que me ocurrió fue el que va expresado. Pero veo ahora que si como pudo ser cierto, que dijera a González, mientras yo esté en Colombia me opondré, hubiera dicho, mientras resPire, me hubieran hecho cargo de que aprobaba la revolución, y la patrocinaba después de muerto. Asegura también la sentencia que ofrecí mis servicios para una conjuración, y de esto forma un cargo contra mí. Observo en primer lugar que no es fácil comprender cómo se ofrecen servicios para una, empresa que no se aprueba. En segundo lugar, mi oferta fue al lCO BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA gobierno, que se estableciera en el país, en reemplazo del que existía, y en ello estoy muy leías de pensar que he cometido el delito de conspirador el 25 de septiembre. Que un individuo se ofrezca a un gobierno de hecho establecido en su país es un deber reconocido por el derecho público de las naciones; ofrecerle sus servicios nada tiene de criminal, aunque pudiera tener mucho de deshonroso. Esta es la marcha del mundo político; sin ella el orden público d:-saperecería, y la sociedad sería un infierno. ¿ No obedeció el general Bolívar a Monteverde después de la pérdida de Venezuela en 1812? ¿No le prestó sus servicios cooperando a la prisión del general Miranda? ¿ No han obedecido y servido a Morilla mil patriotas, que no pudieron prescindir de este penoso deber? Ciertamente que sí, y a ninguno se ha estimado delicuente. Yo sólo debía serio en la conspiración del 25 de septiembre, porque hubiese dicho en conversación con mi amigo que el gobierno republicano y constitucional que se estableciera sobre las ruinas de la dictadura, podía estar seguro o contar con mis servicios. Horroriza, señores, leer las razones que el juez de mi causa ha consignado en su sentencia del 7 de noviembre como fundamentos legales para pronunciar las penas más terribles contra mí. Cuando se lea esto a la sombra del árbol de F. DE P. SANTANDER' - SU DEFENSA 161 la libertad y bajo la egida de leyes protectoras, costará trabajo creer que en Colombia se ha podido proceder de un modo tan esomdalosa, cual procedió la Audiencia de Santafé en 1810 con las ilustres víctimas de la libertad Rasilla y Cadena, justificando con este procedimiento la gloriosa revolución del 20 de julio que nos encaminó a la indepenc1enciR de España. , No puedo pasar en silencio la irregularidad de quererme hacer cómplice de un acto ejecutado contra mi opinión, porque yo opinara que pudiera llegar el caso de derribar con justicia en lo sucesivo el régimen dictatorial. Si se trataba de averiguar cuáles eran mis opiniones respecto de ]a subsistencia de tal gobierno, y cuáles mis pensamientos para castigarlos como crímenes positivos, como acciones dirigidas a conspirar, se conven<?ráen que el juez ha acertado a asentar sus principios y deducir las consecuencias contra mí, pero si, de ]0 que se trataba era de indagar si había tenido o no parte en ]a conjuración del 25 de septiembre para castigar mi cooperación positiva, no sé entonces qué conexlón tuviera lo que yo pensaba para lo futuro con lo que sucedió en aquella noche sin mi conocimiento. Es bien claro, que cuando yo manifestaba a González que era necesario conocer]a verdadera opinión pública respecto del sistema es- t 02 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tab1ecido, no tenía ánimo de que se marchase contra ella, sino al contrario de que se obrase según sus deseos. Si la opinión pública aprobaba la existencia de un gobierno ilimitado, que ultrajaba los principios constitucionales, y disponía a su arbitrio de Colombia, visto es que debía sobreseerse en el proyecto de destruírIo; pero si la opinión pública reclamaba una revolución contra tan monstruosa autoridad, entonces debía emprenderse, seguro de que se ocupaban de una acción patriótica en que el interés nacional estaba comprometido, y que el bien de Colombia reclamaba imperiosamente. Medítese sobre la diferencia de situaciones, y véase que 10 que en el primer caso era una conspiración que yo desaprobaba. en el segundo era un derecho imprcscriptible sancionado por las leyes reguladoras del orden social y puesto en práctica por los Pelópidas. Trasíbulos, Junios, Decios, Brutos, Tells, Oranges, Washingtons y Lafayettes. _ El segundo considerando declara que no he cumplido con mis deberes impidiendo la consPiración, y asesinato premeditado contra el jefe su.premo de la nación, y que he sido reo de alta traición por no haber denunciado la revolución. Ciertamente que yo no impedí la conjuración del 25 de septiembre; pero ¿pude impedirla? Si pude, y no lo hice, habrá delito; si no pude, no tengo cargo alguno. Yo tra- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 103 té de impedir cualquiera especie de conjuraciones: este es un hecho confesado en la misma sentencia en los párrafos 3, 4 Y 5, de los cargos tomados del proceso. No sabía que se iba a efectuar el 25, ni ningún otro día determinado: otro hecho reconocido en la misma sentencia. Tenía antecedentes para creer que el proyecte se hab!a abanc1nnRnn: tercer hecho plenamente averiguando en el careo de González conmigo el 1.o de noviembre. Luego no estuvo en mi mano el impedir el acontecimiento del 25 como había impedido el de Soacha; luego es falso que haya faltado a mis deberes, si es que es un deber del ciudadano de una república impedir la destrucción de un orden de cosas absurdo, .introducido por medios ilegítimos y destructor de los derechos y garantías de los asociados. Reo de alta traición he sido según el comandante general de Bogotá y su ilustrado auditor, porque no denuncié la revolución. Si hubiera sido porque la había emprendido, aconsejado, auxiliado lO ejecutado, sería más disimulable: pero porque no he denunciado 'un proyecto que yo no sabía si estaba maduro, un proyecto que tuve razones para creer abandonado, e s lo más estupendo que puede oírse bajo un gobierno que se dice republicano. Y vuelvo a preguntar a mi juez, a su auditor, al consejo de gobierno, a todos los que ten- 104 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA gan alguna noción de legislación colombiana, ¿cuál es la ley, el decreto, u orden que declara delito de alta traición el no denunciar un proyecto dirigido a restablecer las leyes abo~ lidas, las garantías destruídas, el orden constitucional y la libertad por la cual los colombianos han hecho tan costases sacrificios? ¿Si es lo mismo conspirar contra el rey de España a cuya persona llaman las leyes sagrada, inviolable, infalible, vicario de Dios en la tierra, etc., que contra el jefe de un estado re· publicano que ha tomado y ejerce una autotoridad desconocida en nuestras leyes fundamentales. y la cual está en oposición con el fin a que los colombianos hemos consagrado todos nuestros esfuerzos por más de veinte años? ¿Si es idéntico faltar a los deberes para con su patria, reuniéndose a sus enemigos, tomand0 las armas contra ella, o destruyendo sus instituciones, que tratar de restabiecer un orden de cosas en el cual la nación tenía fundadas sus esperanzas de dicha y de libertad? Reos de alta traición fueron declarados los que en 1810 dieron impulso a la transfor mación política de la Nueva Granada y Venezuela, y reos de alta traición los que se opusieron a ella. Reos de alta traición los que destruyen las instituciones establecidas por la voluntad general, y también los que tratan de restablecerlas después de que por medios F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA" 105 ilegítimos y violentos se han abolido. La sana razón condena con mucha justicia este contradictorio lenguaje. Si es verdad, que la traición es lo contrario de la lealtad, yo puedo decir delante del mundo entero, que no he sido traidor. Lealtad, dice un célebre escritor inglés, es una adhesión firme y fiel a las leU"" J'-'\,,;lI u :f n U In .Lu. fv,,,,,,Hhl,..,f.,n •••... .....,.1..1....., ••...•. "" __ •. _ .•.• rlp -- 1!:1 <;:()riprllOlrl ~---...'----.--~ rlP -- rtllP -J-.- uno es miembro. ¿Y se me puede negar, que yo siempre he vivido adherido firme y fielmente a las leyes y a la constitución de mi país? ¿Que por esta adhesión he sido ultrajado, perseguido y despojado de la vicepresidencia de la república? Aparte de esto, yo no sé verdaderamente qué es a lo que he hecho traición, aun suponiendo que hubiera tomado parte en la conjuración. Yo no ayudé a crear la dictadura; yo no le presté obediencia voluntaria, ni fidelidad; yo no estimé legal el nuevo régimen, o, como lo han llamado, la regeneración de la patria; yo no prometí sostenerlo ni defenderlo; en una palabra, yo era respecto de él lo que éramos los americanos respecto del gobierno de España, obediente pasivo por el impulso de la fuerza física. El abogado auditor quiso hacer retumbar el ruidoso dictado de reo de alta traición para llamar· toda la execración del pueblo colombiano contra mí, sin cuidarse de averiguar si había ley, razón o motivo para co- 106 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA honestarlo. Así, pues, por un epíteto tan gastado en la historia de las usurpaciones, yo llevo el título con que honraran los Tarquinos a Bruto, Felipe 11 al principe de Orange, el príncipe Mauricio a Bamelveld, Carlos 11 a Sidney, y Fernando VII a los Torres, Camacho, Ustaris, Roscios, Ascásubis, Quirogas, Morales, y al mismo general Bolívar . ..... En el tercer considerando se me da el carácter de aconsejador y auxiliador de una revolución (aunque ya no de la del 25 de septiembre, de que en otra parte me supone agente) por medio del establecimiento de sociedades republicanas. A este cargo he respondido suficientemente en el cuerpo de este memorial desenvolviendo el objeto de tales asociaciones, y la legalidad del consejo. Nótese bien que González, único testigo de las sociedades, al declarar el objeto de ellas, usa terminantemente de la voz observar la opinión pública, y no de otra alguna. Ahora bien: observar ni es, ni ha sido nunca sinónimo de conspirar, conjurarse o seducir, de donde se deduce, que ni yo he pretentido hacer una revolución por medio de sociedades republicanas, ni he cometido delito en indicar que era el modo de conocer la verdadera opinión general nacional en circunstancias de que, suprimida la libertad de imprenta y privados de medios de publicación y aun de comunicarse f. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 107 con seguridad por los correos, no quedaba otro recurso razonable para no dejar sacrificar impunentemente nuestras libertades. Cansado el juez de buscar motivos para condenarme, concluye la lista de los cargos diciendo: que de lo más que resulta de autos está comprobada mi criminalidad. Esta .th .•.. ~1 ,1" .I.V.1 •..•. .l\.A.1U DC"t""'\~.;::\r"\lQ vvJ:-" •...•. ..L..L'--" .•.••.••. ci>r~a hl1pn!:l ....,"' --- .•..•.••..•• ••.••.- f"'\!lr~ r--"'- ~c::.p~nr~r.:::J -----'----.- -~ los alcaldes de parroquia bajo un gobierno donde el hombre carece de la facultad de examinar la conducta de sus magistrados; pero es indigna de un juez republicano, que va a decidir de la vida y del honor de un antiguo servidor de la patria, cuyo juicio debe ser fundado en leyes, en hechos incuestionables, y en razones evidentes. Bien seguro estoy de que nada más resultaba de autos, puesto que de lo muy poco de que pudiera servirse para condenarme se tuvo gran .cuidado de formar cargos alterando unas cosas, y faltando a la verdad en otras. Después del examen de los hechos, y del resultado del proceso, me es forsozo examinar las leyes que se aplicaron, y para ello os ruego, honorables representantes, que continuéis prestándome vuestra atención. Nunca ella puede ser inútil para el pueblo colombiano. Quizá de este memorial depende que ninguno otro hombre nacido en esta tierra ilustre sufra las violencias y persecuciones que yo he 108 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sufrido. Quiera el cielo haber decretado que yo sea para siempre la última víctima de la venganza, de la arbitrariedad y de las facultades dictatoriales. La sentencia ha hecho aplicación de tres leyes, a saber: de la ordenanza general del ejército, de un decreto del poder ejecutivo, expedido en 1826, prohibiendo las reuniones clandestinas, y de otro decreto del mismo poder ejecutivo, llamado vulgarmente de conspiradores. Debo confesar mi asombro de no ver aplicadas también las leyes de Partida, las de Castilla y de Indias, en . todo lo concerniente a delitos de lesa majestad, alta traición, asonada, sedición o motín. La ordenanza general del ejército y el famoso decreto de conspiradores están en oposición. La primera exije un consejo de guerra de generales y una porción de fórmulas para juzgar un militar; el segundo no reconoce fórmula alguna, ni más de un juez para juzgar los delItos de conspiración. La primera señala pena capital a los que emprendieren cualquier sedición, conjuración, o indujeren a cometer estos delitos, o que sabiéndolo no los denunciaren; el segundo no tiene tal pena contra los que saben la existencia de una conjuración. Así, pues, la ordenanza general del ejército fue buena para condenarme a la última pena como militar, pero no 10 fue para juzgarme según las fórmulas que ella establece. El de- SU DEFENSA F. DE P. SANTANDER 109 creto de conspiradores fue aparente para juzgarme sin fórmula, pero no para aplicarme la pena de destierro a que únicamente podía estar sujeto, no siendo yo agente ni cómplice de la conspiración. Con estas dos leyes se hi· zo un juego escandaloso, tomándose de ellas solamente 10 que l_L!_ podía r perjudicarme-r y ~ des-1 __ L ' o \::l,¡IlallUU l,¡Ualll.V UI;:;Ula la o_ou_ VUl 1::\.1::11111;:;. 1 UIUU>:>I:: 1::1 decreto de conspiradores sólo para enjuiciar y líbertarse de emplear las fórmulas protectoras, que habrían arrancado la víctima de las manos enemigas, pero se prescindió de él al tratarse de la aplicación de la pena. Es increíble este procedimiento, y lo es todavía más cuando se observe que un decreto del Libertador presidente, expedido pocos días antes de la conspiración del 25, había declarado que la ordenanza general del ejército sería en lo sucesivo la única ley para juzgar los delitos de los militares, Quedó, por tanto, abolido para los que pertenecíamos al ejército el decreto de conspiradores y no se debió, por consiguiente, traer a cuenta semejante disposición. Quiero corroborar todavía más y más la irregularidad escandalosa de juzgarme por tal decreto. El fue expedido en febrero de 1828 por el poder ejecutivo en consecuencia de la agitación política de Venezuela y extendido a toda Colombia después del movimiento de Cartagena en los primeros días de marzo. En 110 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA aquella época existía todavía la constitución de 1821, como que de ella tomó el poder ejecutivo las facultades extraordinarias para expedido, y cabalmente el objeto único que tuvo en mira fue el de conservar la misma constitución y las autoridades que emanaban de ella. El decreto ha dictado penas para castigar la rebelión contra las instituciones y las autoridades constitucionales, tratando por este medio el gobierno de llenar el deber de mantener el orden público establecido por el código colombiano. Y es este mismo decreto el que ha servido, después de abolida la constitución, para juzgar y castigar a los que pretendían restablecerla atacando un régimen político de que ella jamás pudo haber hecho mención. Monstruosidad tan disforme debe irritar al hombre menos sensible, y mucho más si fijando su atención en la historia de las agitaciones de Colombia, ve todas las perturbaciones y motines que se han ejecutado impunemente desde 1828 para destruir el código fundamental y derribar las autoridades constitucionales, a despecho del decreto de conspiradores y del que prohibió las reuniones elandestinas. Para reprimir y castigar las tumultuarias reuniones de militares y de pueblos que destruyeron nuestras instituciones, no se hizo alto en que existía una ley que las prohibía y F. DE P. SANTANDER - SÚ DEFENSA 111 las condenaba; por el contrario, atacar las autoridades constituídas y las leyes se miró como una acción de grande patriotismo. Al comparar esta conducta en aquella época con los juicios dictados en octubre y noviembre de 1828, debe repetirse la observación del pirata a Alejandro: «Porque recorro los mares con un buque soy digno de muerte: tú que recorres el mundo con un ejército, pillándolo y vejándolo, eres héroe». La historia imparcial tendrá, por otra parte, el cuidado de declarar este contraste y decir por qué razón no se aplicó el decreto de conspiradores a los que lo infringieron, reuniéndose ilegalmente para trastornar y destruir las leyes constitucionales y crear una dictadura; y por qué se juzgó por él con tanta severidad a los que trataron de atacar un régimen de arbitrariedad introducido por la intriga y la violencia. El artículo de la ordenanza del ejército pudo servir para condenarme si yo hubiera emprendido alguna sedición o rebelión o si yo hubiera sabido positivamente que iba a ejecutarse: pero no estando justificado que dirigiera o aconsejara la conjuración del 25 de septiembre, ni que hubiera sabido ciertamente que estaba pronta a ejecutarse, la fuerza del artículo penal disminuye considerablemente. La pena capital prefijada en el decreto de 112 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA conspiradores no se señala sino a los autores de conspiraciones, y yo no he resultado haberlo sido de la que produjo mi proceso y mi condenación. En fin, el decreto del año de 1826, que prohibe las reuniones clandestinas, menos puede comprenderme, porque no ha resultado que yo asistiera a ninguna de ellas, ni que se reunieran por mi autoridad o consejo. De todo lo cual deduzco que la aplicación de las tres referidas leyes, además de haber sido arbitraria y monstruosa, ha sido violenta e injusta. Basta leerla sin prevención para convenir en esta triste verdad, y basta recorrer el proceso y fiiarse en las razones que llevo expuestas para persuadirse de que no sólo se han supuesto cargos que no resul taran contra mí; se han tergiversado las declaraciones de los testigos, y se ha omitido ha· cer méritos de los descargos que presenté, sino que se echó mano de leyes diversas para proceder y condenarme, de leyes derogadas y en desuso, de leyes extemporáneas cuyo literal sentido se forzó violentamente para satisfacer los deseos de despojarme de todo lo que la patria me había dado por mis servicios, para después encerrarme siete meses en una fortaleza rigurosamente tratado, y al fin expatriarme indefinidamente. ¿Puede negarse a vistade este cuadro que la sentencia pronunciada contra mí honra los anales criminales de los Jefferies y Sámanos? F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 113 ¿ Será temeridad asegurar que en el juicio pronunciado contra mí no han obrado sino el resentimiento, la venganza o la rivalidad? La atrocidad del procedimiento es más grande que el mismo delito que se supone haber yo cometido. Nunca podrá ponerse en paralelo y mucho menos disculparse una manera t::m inir.I1R de proceder. La historia ha vituperado al salvador de Roma 'la muerte de los conjurados de Catilina, privándolos del derecho de apelar al pueblo, no obstante que recibiera del senado romano la facultad de castigados por vías extraordinarias; ¿cómo no vituperar la condenación de unos ciudadanos a quienes se ha privado en la república de Colombia de todos los medios de defenderse? ¿ Y esta es la sentencia que los cuatro ministros del consejo de gobierno calificaron de justa en su dictamen 7 Si Morillo los hubiera juzgado a ellos en 1816 como mis compatriotas me juzgaron en 1828 sin permitírseme defensa, sin carear todos los testigos, sin dejar hablar la verdad, a buen seguro que los señores del consejo de ministros no hubieran podido llegar al estado de juzgar de mi suerte con tan poca firmeza e integridad. En los días de Tiberio no faltó un magistrado recto que se atreviera a hablar la verdad al tirano v reprimiera su arbitrariedad; en los infaustos días de la dictadura del Libertador de Colom- 114 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA bia, no hubo entre los suyos quien arriesgara una palabra justa para detener la venganza exterminadora. Prescindo de discurrir sobre la monstruosa desigualdad a que se me ha sujetado en la sentencia con los verdaderos autores de la conspiración. El mundo culto ha reprobado las leyes absurdas que castigan con pena igual delitos o faltas diferentes. Yo, que lejos de haber contribuído a fomentar y ejecutar la conspiración del 25 de septiembre y a clavar el puñal en los guardianes del dictador, me opuse al proyecto e ignoré su tiempo y la hora de su ejecución, he sido tratado de la misma manera que los que formaron el plan, le ganaron prosélitos y lo ejecutaron. Prescindo, repito, de discutir en la materia y paso a examinar las facultades que tuviese el gobierno para proceder de un modo tan arbitrario. Los partidarios del régimen dictatorial sostienen que todos esos juicios en que en lugar de sujetarse el tribunal a las fórmulas protectoras de la vida y del honor del ciudadano, ha procedido violentamente, están autorizados por el uso de facultades extraordinarias e ilimitadas conferidas al Libertador presidente en 1828. Yo no puedo convenir en tan pavoroso principio destructor del orden social. Enhorabuena que los estados, en ciertas y muy críticas circunstancias, puedan investir a F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 115 un magistrado de toda la autoridad necesaria para salvarse de grandes e inminentes peligros. Enhorabuena también que las repúblicas suspendan el imperio de las leyes ordinarias para salir del riesgo positivo de perder su existencia política. Pero yo niego al pueblo, cualquiera que sea. la facultad de investir a perS0113 alguna dd derecho de Ji:sponer arbitrariamente de la vida y del honor de los asociados. Quiero conceder en gracia de los partidarios de la dictadura, que Calambia en 1828 estaba en absaluta necesidad de crear esa tremenda autaridad, saludable en otro tiempo. en las manas de S. E. el general Balívar; que no. existiera la constitución, que las medias empleados para inducir al puebla y conferirle el pader absaluto hubiesen sido. legales y legítimos, y que el puebla hubiese padida reunirse y deliberar en asuntos tan graves sin ninguna previa discusión ni urgencia. Tada la quiero supaner, a gusta de los adversarias del régimen canstitucianal; tadavía, sin embargo, asienta que el juzgar a un hombre sin fórmula alguna hasta privarle del derecho de defenderse, y condenarle a la última pena, no. ha padido. estar en la esfera de las facultades extraardinarias del presidente de la república, y par consiguiente ha abusado enormemente de la canfianza de sus conciudadanas. Siendo. el objeto con que las hambres se 116 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA reunen en sociedad el de proteger sus personas, sus propiedades, sus opiniones y su honor, el gobierno que mirara con desprecio este deber faltaría absolutamente a su obieto y debería ser considerado como tiránico, aunque hubiese sido establecido por la voluntad de todos. Cada sociedad es un ser colectivo de individuos en el cual ninguno tiene el derecho de cometer un crimen por su propia conservación. ¿Con qué sofisma, pregunta el académico Jouay, pudiera, pretenderse probar, que el todo de la sociedad poseía lo que no posee ninguna de sus partes? Si todo el cuerpo social no tiene derecho de asegurar su conservación a costa de un crimen, ¿cómo podrá transferirse este derecho a los magistrados? El gobierno, cualquiera que sea, tiene derecho de castigar a los culpables y de indagar escrupulosamente quiénes son los que han cometido el crimen; pero el acusado también tiene por su parte el derecho de que se le oigan libremente sus descargos, de que se le admitan sus pruebas y de que no se les castigue injusta ni violentamente. En mi caso pudieron a lo más haber disminuído el tiempo ordinario de proceder, aligerado las fórmulas, arrestado sin necesidad de pruebas, supervigilándome, y todo lo demás que contribuyera a preservar la república de ser turbada por mi influencia o complicidad en la conjuración; pe- F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 117 ro nunca hacer alterar, la verdad, privarme del ejercicio del derecho natural, jamás tolerar que se cometieran crímenes para declararme culpable. Ningún colombiano tenía entonces ni tendrá en lo sucesivo este derecho. La república carecía de él; ¿ cómo, pues, se pretende que haya podido delegarlo al presidente del estado '1 Estos principios, que algunos llamarán ideología para burlarse de las garantías individuales, han reglado siempre mi conducta. Dos veces expedí un decreto de conspiradores durante mi gobierno; el primero en 1823, a tiempo que Morales tomó posesión de Maracaibo; el segundo en 1825 con acuerdo y consetimiento del congreso en ocasión de un motín sedicioso contra la independencia en un pueblo de la provincia de Caracas. En ninguno alteré las fórmulas substanciales de proceder, en ninguno me atribuí la facultad de aprobar o reformar las sentencias; en todo me incliné ante el sagrado deber de oír a los acusados y de respetar la verdad dejando obrar libremente a los tribunales. La dictadura de 1828, ignominia del pueblo colombiano, que yo quisiera hacer olvidar a costa de mi sangre, en honor de mi patria, fue más lejos de lo que debiera haber llegado por decoro del país. Roma no tuvo jamás un poder semejante, aun cuando el pueblo roma- 118 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA no por sus mismas leyes había autorizado la creación de esa autoridad. Dictadura indefinida, que no respeta cosas ni personas, a la cual todo está sujeto, 10 sagrado y lo profano, el derecho natural y el positivo, la vida y el honor de los colombianos, los pensamientos y los desahogos de la amistad, no hubiera sido nunca establecida en la patria de Cincinato ni los romanos habrían abdicado ilimitadamente sus derechos y su soberanía en persona alguna, fuera cual hubiese sido su virtud y su amor a la justicia. Reservábase a los colombianos suministrar a la historia el escándalo de un pueblo que, habiendo combatido por la libertad y gozado por seis años de instituciones liberales y del ejercicio de sus derechos, se deja seducir y guiar por senderos tortuosos a encorvar su cuello bajo una autoridad absoluta que, sin prooucirle un solo bien, le ha acarreado desgracias incontables. La sangre derramada en los días de la dictadura, el luto de las familias, el encarnizamiento de los partidos, la desunión del estado, el ultraje de las leyes, la relajación de la moral, el descrédito de la nación, la guerra civil, son males que Colombia llorará perpetuamente. Se creyó que el violento despojo de la vicepresidencia que yo ejercía por voluntad de la nación, restablecería la paz interior y colmaría de bienes a Colombia; se cohonestaron mis F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 119 persecuciones con la necesidad de mantener la unión y la integridad nacional: se pensó que mi destierro de la patria acallaría para siempre la voz dG los oprimidos y dejaría que ellos sufrieran contentos la pérdida de sus leyes y de sus garantías; se esperó, en fin, que el éxito podría. justificar los inicuos medios que se 1__ 1_,,! 1 1_ .__ ~ .__~.•.. ,.....~1 ~_ t....: ...........•.• II<:1UI<:111 I;;Ul}-'ll;;<:1UU }-'al<:1 \{UILal a '-'V1VllH .. J1a ;,u constitución y su gobierno constitucional. ¡Qué falaces son los cálculos del orgullo! Colombia nunca ha estado tan agitada como después del establecimiento de la dictadura; nunca han aparecido tantas insurrecciones patrióticas como después de mi ostracismo; nunca ha estado tan expuesta a la guerra civil como en estos Últimos tiempos, y nunca hubo menos esperanza de conservar la integridad nacional que en la época presente. Y si siquiera el despotismo dictatorial hubiera tenido algún brillo; si siquiera conservara Colombia el honor que ad· quiriera por sus heroicos esfuerzos en fundar un gobierno liberal; pero desgraciadamente se ha visto sustituir un· régimen militar a una constitución liberal legítimamente sancionada por la nación, destruídas las garantías individuales. ultrajados los principios de derecho político, desnaturalizado el derecho representativo, administrada la justicia por comisiones especiales, violadas las formas protectoras del hombre, suprimida la libertad de imprenta, 120 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA sancionado el perj urio, establecidos la delación yel espionaje, guerras emprendidas para vengar ofensas personales, patriotas venerables desterrados o destituídos, batallones disponiendo de la suerte de! pueblo, el patriotismo insultado. la adulación convertida en único servicio ... No quiero continuar trazando la deshonra de mi patria. En fin, a despecho de una sentencia tan inicua, yo vivo por ocultos juicios de la Providencia que sugirió al general Bolívar e! deber de no consumar mi asesinato judicial. El general Bolívar ha sido clemente, y sin detenerme a indagar el móvil de su procedimiento, mi gratitud no será menos sincera, ni yo negaré a S. E. el mérito de haber ahorrado a la patria un grave crimen. Mi antiguo respeto hacia el Libertador, el convencimiento íntimo de sus importantes servicios y el recuerdo de las relaciones que un día existían entre los dos, me hacen desear que S. E. hubiera sido antes justo que clemente. Justo debió haber sido franqueándome todos los medios de defensa, abriéndome e! santuario de la ley para poder llegar a justificarme libremente, nombrando jueces imparciales e impidiendo que se aplicaran leyes contrarias entre sí. Un procedimiento tan franco para con una persona que suponía ser su enemigo o su rival, de quien tenía quejas reales o imaginarias, habría sido eminentemente F. DE P. SANTANDER - SU DEFENSA 121 honroso al general Bolívar, y si realmente hubiera resultado culpable, su clemencia entonces hubiera realzado el triunfo de sus pasiones y me habría impuesto eterno silencio. Si: la justicia en tales circunstancias no sólo habría sido un deber sino una acción heroica. Vencer sin recursos y rodeado de obstáculos a los enemilIOS de su oatria. no cle~e<:;np.nlr i::!más del triunfo de su causa, salvar ~~--o~ís entero de la servidumbre, hacer arbolar la bandera tricolor en una inmensa extensión de territorio, son ciertamente acciones brillantes y gloriosas, pero que otros las han ejecutado o que pueden reproducirse. Pero vencer la pasión de la venganza, sofocar el resentimiento y el encono, ser justo pudiendo ser arbitrario, es un triunfo sólo de la virtud, y tan singular y tan glorioso y tan sublime que la historia ha reservado su página más bella a la magnánima generosidad de Augusto. He concluído, honorables representantes; el deber que me impone el honor de hacer notoria la injusticia con que he sido perseguido sólo porque no quise ser instrumento de la servidumbre de mi patria. Las -persecuciones que he sufrido me honran delante del mundo liberal, y algún día la patria, libre de la influencia de las pasiones, honrará también mi nombre. Colombia al fin levantará su voz para juzgar su causa y calificará los servicios patrióticos y desinteresados de sus hijos. No L - )22 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA está lejos ese día; pocos años han corrido aquí desde que el imperio y las restauraciones habían ahogado los principios de libertad y calumniado a los patriarcas de las ideas liberales, y ya la Francia, enarbolando su símbolo de gloria, tributa los debidos homenajes a la firmeza, rectitud y persecuciones de los fundadores de la libertad. ¿Por qué no ha de llegar para Colombia la época en que se levanten altares donde Piar, P adilla, Córdoba, Guerra, Zuláibar, Azuero, Silva, han derramado su sangre bajo la espada de la tiranía, y se condene al desprecio la memoria de los que traficando con sus·deberes y violando sus promesas prestaron sus luces. sus brazos y sus servicios para derribar el edificio a costa de esfuerzos tan heroicos? Sí: llegará ese tiempo de vergiienza para los abyectos de gloria y de honor para los que posponiendo sus intereses, su reposo, su fortuna y hasta su vida a las libertades colombianas, fueron víctimas del espíritu de partido, de la envidia, de la ambición y de la venganza. Entretanto, yo, que tengo la gloria de contartne en el número de las víctimas sacrificadas al poder dictatorial, viviré en tierra extraña, pero tranquilo al considerar que todos los honores y las riquezas del mundo no son tan valiosas como el consuelo de vivir sin un remordimiento. París, 4 de julio de 1830. JULIO ARBOLEDA DISCURSO COMO PRESIDENTE DEL CONGRESO AL DAR POSES ION DE LA PRESIDENCIA AL DOCTOR M. M. MALLARINO Señor presidente: Habéis prometido servir a la república. Dios y el honor acaban de ser invocados por vos como testigos de este acto solemne. Yo no me disimulo, ni quiero disimularas, lo dífícil de las circunstancias, ni la enormidad del peso . con que graváis vuestros hombros; y a nombre de esta augusta asamblea, que tengo el alto honor de presidir, y que representa dignamente a la nación granadina, acepto a un tiempo el sacrificio del hombre y el juramento del magistrado. Espero, porque os conozco, que vuestras fuerzas sean adecuadas a la carga, y felicito a la Nueva Granada, que se entrega en vuestras manos como una virgen a quien el piloto inexperto entregó a las ondas, y logra ganar la playa, maltratada pero pura, herida y exhausta, pero más digna e interesante en el traje de la desgracia que en las galas de la prospe-' ridad. De esta joya de nuestro continente os hace depositario, más que el sufragio nacional, la 126 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA Providencia, que os ha traído como por la mano, de acontecimiento en acontecimiento poniendo los crímenes, la guerra, los errores del magistrado, el heroísmo de los ciudadanos, el celo de los representantes y la prudencia del senado, a abrir y allanar el camino por donde habéis pasado de la vida privada al solio: al solio vacante hoy por la desconfianza del pueblo cuyo brazo le alcanza también cuando sospecha que su púrpura cubre a los ene~ migas de libertad. ¡Raras vicisitudes las del mundo, señor presidente! Pocas vueltas ha dado el sol desde el día triste en que, desterrados y afligidos, nos apretábamos las manos, y suspirábamos por las playas verdes de la Nueva Granada, tendi~ dos ambos y cavilando sobre los arenales tostados y estériles de un país extraño. Hoy me toca a mI preSIdIr la prImera y mas respetable corporación de mi patria, y señalaros a vos, vacía, para que subáis a ocuparla, la si· Ha de la primera magistratura .... Pero que no os alucine este relámpago de dicha (si dicha puede llamarse) que en es nación valiente y orgullosa, tan fácil es pasar del destierro al solio, como del solio a la barra del senado. La fortuna ha hecho girar su rueda caprichosa con una rapidez sorprendente, como para lo efímero, acá en la tierra, de los triunfos, de la vanagloria, y hasta de la misma desgra¿I • i •.•• l' JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 127 cia, y para enseñaras que, si son indignos de un ánimo elevado el abatimiento y la humillación en los tiempos adversos, no 10 son menos el orgullo y la injusticia en las épocas breves y excepcionales de nuestra prosperidad. No nos engañemos, pues: que poco hay estable en el mundo: los acontecimientos de hoy ~t...~~~~ ClJ.IV!:;Ql1 ~ GL l~~ IV";) ,..1", UJ"'''', " ",:u· U'"" f'r.1'Y'lr. _....,....•. &'-' In'" tl1YY1hn", •.........••....••.. _ .•...•..•........__ .••. ~trn - pellados del mar borran la estela de la nave que surca las ondas. Los actos del justo son sólo eternos, porque cuando la memoria y la gratitud de los hombres les niegan su asilo, la Divinidad los acoje, los guarda y conserva. Sed, pues, justo ante todas las cosas: recordad que es mayor el mérito de serio con los enemigos que con los amigos, para que cumpláis mejor con el precepto impuesto por la Providencia a aquéllos que .elige, no para jefes caprichosos, sino para servidores fieles y solícitos de sus pueblos; y por último, no aspiréis tanto a obtener los aplausos del vulgo, como a merecer los elogios de los sabios. Ha sido y es en efecto demasiado común en nuestra América cortejar la popularidad, aun a costa de la justicia; preferir los ¡evoés! LUmultuarios gritados para Nerón por la muchedumbre, a los elogios sombríos tributados a Trajano por la filosofía; pera aquella popularidad efímera que se adquiere con lisonjear las pasiones y dejar impunes los delitos, es, 128 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA en el hombre público una prerrogativa tan estéril como degradante ;-edificio sin base, que se desmorona y cae tan pronto como la arena movediza sobre que fue construído es empujada por el primer viento; rótulo de gloria escrito sobre pizarra frágil, que borra y hace olvidar el contacto casual de cualquier objeto liviano ;-planta, en fin, de vanidad, que si puede dar algún momento de satisfacción incompleta, no deja por toda cosecha sino amargo zumo y espinas. Nerón fue por algún tiempo el ídolo del vulgo a quien adulaba y divertía, porque conocía su inferioridad; y el terror de los sabios y de los justos, cuyo mérito le estremecía como un implacable remordimiento: nadie fue quizá más popular entre la plebe de Roma; pero, entre los tiranos, es decir, entre los enemigos de la ciencia y de la propiedad (que es lo que constituye al tirano, porque la tiranía es la envidia erigida en autoridad); entre los tiranos, nadie ha logrado dejar un nombre más incontestablemente execrado en todos los climas y por todas las generaciones. Tales son las consecuencias de aquel remedo de popularidad que nace, no de un gran bien ejecutado, sino del egoísmo infame que excita las pasiones malévolas del vulgo ignorante, y sacrifica a unos pocos vivas y aplausos pasajeros, la di- JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 129 cha de todo un pueblo y la honra, en p,l porvenir, hasta del propió nombre. Sí, señor vicepresidente: un bien, por pequeño que sea,· ejecutado con energía y constancia imperturbables, tiene siempre su mérito a los ojos de la humanidad; pero el oropel de la falsa gloria, ganado con la excitación y el desenfreno de las pasiones, por seductor que parezca a los ojos de los necios, no produce sino infamia a los que le buscan y aceptan y dolor para los pueblos que, por desgracia. se entregan a aquellos monstruos de estupidez y depravación. ,¡ El respeto' por la virtud, la ciencia y la propiedad, y el odio cordial y sincero del vicio, son los caracteres que distinguen los ánimos verdaderamente ilustrados y liberales. El cultivo y desarrollo de la propiedad, la ciencia y la virtud, fuentes puras e inagotables de felicidad para el hombre, tomado individual y colectivamente, ese cultivo, digo, es el cimiento en que han de basar el edificio de su gloria los magistrados inteligentes; y no con promesas estériles y vanos discursos, sino con hechos palpables y resultados sensibles. En este siglo y en este país, donde hemos sufrido tantos y tan caros desengaños, hemos llegado a desconfiar con razón sobrada de los vocablos de moda: ya temblamos casi al sonido, antes grato y armonioso, de la palabra 130 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA LIBERTAD. Esta voz mágica, cuyo significado real es el imperio completo de la seguridad, basado en el cumplimiento de leyes claras y fijas, cuyo influjo bienhechor se sienta desde la choza del labriego hasta el palacio del poderoso; esta voz consoladora ha sido más de una vez invocada entre nosotros, como la divinidad del exterminio, para poner la república a saco, entregando el honor y la propiedad de las familias a muchedumbres desenfrenadas, y erigiendo-sí, señor, es preciso decirlo-erigiendo el vicio y el crimen en cualidades que daban derecho a la magistratura .... ¿ Cómo no hemos de estremecemos j oh santa· libertad! al escuchar tu nombre? Has sido profanada por labios tan impuros, has servido de pasaporte a hombres tan bajos y tan viles, has convertido tantos jardines en yermos, tantos edificios en escombros, has hecho derramar tanta sangre y tan inocente, que cuando oímos a alguno que te invoca, nos empinamos naturalmente para columbrar la dictadura, que viene de seguro atrás del pregonero con su inevitable cortejo de crímenes, de violencias y calamidades! Todo anda trocado entre nosotros: el desor-. den ha pasado del mundo físico al mundo moral. La extraña confusión que se nota en el uso de las voces más conocidas, no es sino la consecuencia indispensable de la confusión JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 131 en las ideas. LIámase libertad la ausencia de la seguridad; el sosiego interno, fuente fecunda y pura de industria y de riqueza, se apellida retroceso; el castigo legal de los delitos. que pone a salva la vida y la propiedad de los granadinos, se califica de humanidad; y argúyese de progreso la anarquía de la conciencia, de la legislación y de la familia. Y siempre están las palabras en contradicción con los 'hechos; y los labios son siempre disfraz para el corazón. Pero ya lo he dicho: la \ nación entera está hastiada con las palabras y busca resultados. ¡lIoEnvano ostentará el magistrado su liberalidad con frases galanas de mentida filantropía; que si deja atacar nuestra persona, o· violar nuestra propiedad, o destruir nuestras escuelas y universidades; si permite que el honor de nuestras esposas y nuestras hijas esté a la disposición de foraj idos estúpidos; si perdona, o no persigue, a los delicuentes; por más que hable y arguya, diremos, que su liberalidad es la cosa más idéntica que hay en el mundo a la tiranía, y nos darán fuertes y justas tentaciones de cambiar nuestra libertad bastarda e insoportable, por cualquiera especie de servidumbre menos onerosa y degradante. ~ Ni se empeñen los gobernantes en persuadimos de que estiman y respetan la virtud; pues si buscan asesinos para directores de la 132 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA fuerza pública; o adúlteros para encargarles funciones de gobierno y policía; o ladrones y jugadores para que administren los caudales de la nación, por más que disFurran, protesten y juren, antes merecerán el título de jefes de bandoleros, que el de magistrados legales de una nación cristiana y civilizada. Ni pretendan engañamos con protestas de equidad y justicia; pues si~en lugar de buscar el mérito y la aptitud para que sirvan a la república, corren en pos de los que adulan hoy, o de los que les dieron un voto ayer, para premiarlos con los tesoros del estado, diremos que esos magistrados infieles se quieren más a sí mismos que a la nación; y lejos de apreciar sus frases mentirosas, detestaremos a un tiempo en ellos, la corrupción que hace el mal y la hipocresía que le disfraza. No quiera, en fin, persuadimos de que ama a su patria el hombre que, en lugar de conservar paz y armonía con sus vecinos, entra, prevalido de su posición o de su influjo, en proyectos ambiciosos, que siembren la desconfianza entre los pueblos limítrofes y engendren la guerra, y arruinen la sociedad; que el honor sólo es preferible a la paz, y un hombre semej ante no será, ni podrá ser jamás, el bienhechor, sino el azote del pueblo que haya tenido la desgracia de escucharle. Hé aquí, un resumen general de mis deseos:" JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 138 1.o Sosiego interno, basado en la rígida observancia de las leyes, en el respeto escrupuloso de la propiedad, y en el castigo pronto e inexorable de los delicuentes; 2.o Paz con nuestros vecinos, fundada en la justicia de nuestros procedimientos, y en el respeto perfecto de su propiedad, a exigir el cuai tienen tanto derecho las naciones como los individuos; 3.o Exclusión de las personas de malas costumbres de todos los puestos públicos, sea cual fuere el color político a que pertenezcan, y llamamiento a los mismos puestos de los . hombres de bien de todos los partidos que tengan aptitudes para desempeñados. No me detendré, porque sería cansado e importuno, en la explicación de pormenores. Las tres grandes facciones de este programa se reducen a asegurar, por una parte, la paz en el exterior y el sosiego en el interior para fomentar la industria existente, y atraer nuevos capitales al país; y, por otra parte, a llamar todas las virtudes y todas las inteligencias al servicio de la república. Impedir que una sensibilidad bastarda, el temor pueril, el cálculo egoísta, dejen impunes a los victimarios sin hacer caso de las víctimas; hacer lo posible para que la .sociedad no se precipite en nuevos y funestos desórdenes que la degraden y aniquilen, nos obliga a ser se- 134 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA veros con los delincuentes. La certidumbre del castigo legal salva a los pueblos: la esperanza de la impunidad perjudica a los mismos criminales. Ella cierra las puertas del castigo, abre las del delito. El magistrado que no escarmienta a los malhechores teme o espera algo de ellos. En el primer caso es débil y merece el desprecio; en el segundo es, ha sido o quiere ser, cómplice del delito, y merece el odio de la nación cuyas esperanzas burla y cuya dignidad ofende. Tratar de que el gobierno, cuyo ejemplo es tanto más conspicuo, no premie jamás las malas costumbres, llamando a los puestos públicos a hombres de dudosa o mala reputación, es otro de los importantes objetos que debemos tener en mira. No sé si me engañe el natural afecto que tiene el hombre al país de su nacimiento; pero me parece que el dedo del destino señala a la Nueva Granada una carrera larga, próspera y brillante: con su admirable posición central en medio de dos océanos inmensos que conducen al oriente el uno, y al occidente el otro; con sus costas curvas, y ricas de bahías sobre ambos mares; con sus selvas seculares y pr6digas en maderas de construcción; con sus deltas entrelazados sobre una extensión inmensa de la costa del Pacífico; con sus ríos largos y mansos, y con la riqueza y fertilidad JULIO ARBOLEDA - 135 DISCURSO fabulosa de su suelo, el ingenio e indisputable valor de sus hijos pacientes y gallardos, la harían grande por las armas, si este fuese el siglo de la guerra. Pero este tiempo ha pasado ya. La humanidad entera se encamina a la paz. El aspecto de nuestro sosiego, la fama de nuestra libertad y ventura, el ruido de las __ ~_-.. ••• : •.••4- ••.• __ \';VIIyul~\..a~ 1(::. .....""'..... •••.•.•••• }J0'-'lil\"...OV- _ .•.• ,.., l..-.""''''''''''''''''''''''''r'lo 'i\A\,.I J..lU5u.l..u\.JU D1 o","" '"" .•..•. "'.•. "".r:lt"'V"\ --- •....• - po de la industria, del comercio y de las ciencias, contribuirán más eficazmente al engradecimiento de la república que la intervención quijotesca en los negocios de nuestros vecinos. Dej emos que se gobiernen como quieran: están en su derecho. No. concitemos los odios, asegurémonos en cuanto podamos el afecto y respeto de las demás naciones y gobiernos del continente .... La humanidad entera, decía, se encamina a la paz: los medios de locomoción se multiplican y facilitan: las distancias se acortan: la correspondencia y las relaciones entre los pueblos diversos se aumentan y aceleran en progresi6n asombrosa: las lenguas mismas, después de haberse dado la mano por medio de las conquistas en las ciencias, que tienen un lenguaje común, tienden a confundirse, gracias a las exigentes necesidades del comercio, prestándose palabras, modismos, frases enteras. Bajo de este punto de vista la América va adelante de los demás continentes. Nuestra 136 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA lengua sonora y majestuosa ha penetrado hasta el corazón de la gran república del Norte, y el inglés lacónico y expresivo ya no es extraño ni en las mesas altas de nuestros Andes: el idioma del Brasil y el nuéstro son tan semejantes, que hay pocos españoles que no puedan leer a Camoens y pocos portugueses que no entiendan a Garcilaso. El movimiento activo del mundo, la facilidad creciente de las comunicaciones, la economía de los transportes, tienden, ora a equilibrar los jornales, entre los individuos de una misma nación v hacer entre ellos una distribución más igual de la riqueza; ora a balancear las ganancias de las industrias especiales de los pueblos, haciendo más eficaces y más útiles para todos, los poderes productivos de las diversas porciones de la tierra, e introduciendo con la rapidez de los cambios, una di~ visión más completa en las operaciones de la industria; no ya entre los individuos solamente, sino entre las naciones, que al fin vendrán a quedar en completa dependencia las unas de las atras, y abolir la guerra, en toda la extensión del globo que habitamos, como bárbara y contraria a las leyes que arreglan y conservan nuestro bienestar y nuestra existencia. La Providencia, siempre feliz en sus operaciones, mientras los gobiernos y los sabios de JULIO ARBOLEDA - 131 DISCURSO la tierra disputaban sobre los medios más eficaces de contener los progresos de la población y de la mendicidad, permite en su sabiduría, que se descubran nuevos y sorprendentes medios de locomoción, y después de haber preparado así el camino, abre a los ojos atónitos de Europa las entrañas de la tierra, que ocul- __ _~A _ t~h!=lY'l: ;::.1 rl,1"'f"'\rto _ r'=ll1.¡fA't"'Y'\1n 4~J. .•.••..••J "IT A"'I~ •..•.• ,.."l;_ a. ••..•.\.J'l,.,LUlJ.U, 4 ;y "7' 11__ ~.la ma fácilmente hacia aquellas regiones desiertas, la población exuberante que afligía y desafiaba las inteligencias de los más insignes economistas. El Pacífico, antes solitario, se puebla de velas, y una considerable porción de linaje humano, dejando en un extremo del mundo, con sus parientes, su religión y su lengua, un eslabón de la cadena destinada a unir la humanidad, se lanza a los mares, y los cruza en triunfo, transportando el otro eslabón a la remota Polinesia. Y ¡oh admirable concatenación de la industria humana, cuyos efectos benéficos se sienten, ya' de uno, ya de otro modo, en las regiones del globo al parecer más diferentes y apartadas! Apenas se des· cubren lbs ricos depósitos de oro en California y Australia, cuando todos los marineros sienten crecer su capital; y todos los armadores se hallan más ricos que antes; y los carpinteros de ribera hacen fortuna; y los dueños de maderas en Noruega. y los de cáñamo en Rusia y Polonia, y los de trigo en el ex- 138 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA tremo sur de nuestra América, y los de hierro en Suecia, y los de té en China, y millares y millares más, todos sienten su situación benéficamente afectada por el nuevo capital que viene a animar la industria, y a aumentar el cúmulo de la propiedad en el mundo. Y no es ésta ni aquélla, ni la otra región la sola beneficiada, que todas 10 son en algún grado, por el 'flujo o el reflujo de la riqueza nueva, que se extiende por la tierra buscando la ganancia, como buscan los líquidos su nivel por una ley física tan cierta como irresistible. Entre tanto los habitantes de nuestros valles del Pacífico, sin saber lo que está pasando en el mundo, continúan entregados, unos al ocio, otros a los frecuentes y sangrientos simulacros de la guerra; y aquéllos al despertar de su natural indolencia, éstos, al dar treguas a su bárbara tarea, se encuentran con un capital doble del que poseían sin saber cómo ni por qué. El maná les llueve del cielo como en otro tiempo al pueblo hebreo, mientras ellos murmuran y se rebelan contra las leyes de su Dios; y cuando talan las sementeras, insultan las hiías e incendian las casas de sus inofensivos vecinos, llevados del furor que inspiran nuevas y absurdas doctrinas; cuando reniegan de los preceptos de amor y de caridad impuestos por el Cristo a JULIO ARBOLEDA DISCURSO 139 la raza humana; la Providencia les revela, por medio de hechos claros y elocuentes, lo torpe y nocivo de la envidia, y lo conveniente que es para el hombre desear y promover, para su bien propio, la dicha de sus hermanos, por remotas y separadas que estén las regiones' que habiten, y por incomprensible que parezca a primera vista ia benéfica acción que eierce ]a prosperidad ajena sobre nuestra prosperidad. California llama a nuestras provincias del Istmo una población cor.siderable: las nuevas necesidades del tráfico exigen un costoso camino de hierro; el camino exige obreros y los obreros y la población fija y transeúnte artículos. abundantes de su existencia. Entonces Chiriquí halla, sin salir del Istmo, mercado ventajoso y cercano .para efectos que antes enviaba al Chocó. El Cauca, libre de competencia, se apodera exclusivamente de este mercado y provee de víveres a nuestros mineros del Pacífico. Los precios de varios productos pecuniarios y agrícolas suben considerablemente. Así, los nuevos capitales de California, la riqueza del mundo que crece, viene a aumentar la de muchos hombres que están ciegos de furor en su propia tierra, destruyendo la riqueza, y rebelándose contra la propiedad. Las mismas causas obran fenómenos igualmente benéficos en todo nuestro territorio. El aumento 140 BffiLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA de la riqueza en el mundo, aumenta el consumo de artículos que antes no estaban al alcance sino de unos pocos, y nuestro excelente tabaco halla amplia salida: la necesidad de cultivarle en mayor escala alza los precios de los jornales de nuestros labriegos: el alza de los jornales les da nuevos medios, y los nuevos medios el deseo de satisfacer nuevas necesidades: los precios de infinitos efectos, propiedad o producto de otras personas, suben en proporción Y .... ¿pero qué imaginación bastará para trazar y seguir en su curso intrincado y vario los hilos de la industria, que se extien. den sobre la tierra como una red inmensa de alambres eléctricos, de tal modo alzados y comunicados, que no es dable tocar uno de ellos sin que el mal o el bien, la pérdida o la ganancia, se hagan sentir más o menos intenSamente en todos los ángulos de la tierra? !Oh! cuando se piensa detenidamente en estos fenómenos; cuando .se ve y se palpa que no hay riqueza, ni ciencia, ni descubrimiento, que no aumente en algo la felicidad de todos los habitantes del globo; entonces se comprende aquella fraternidad que Dios ha querido que haya entre. los hombres, fundada y sostenida por -el interés mutuo, hija de la industria que produce, del comercio que cambia, de la virtud que ama y fomenta; entonces se conoce cuán torpe es la envidia, cuán contra- JULIO ARBOLEDA - DISCURSO 141 rio a nuestro bien el odio del bien ajeno. cuán perjudicial para nuestra dicha el pesar de la ajena felicidad! y yo, señor, mientras más metido en estas cuestiones, y mientras más me penetro de la dificultad de dar a todas las criaturas racionales la inteligencia e instrucción suficientes para que ,-."VV"Io_ •.•_ .....•....J .•.....•.••..•..•. '-'-'U'J:-" ,",UUQU ;y = .....~_ Q}'l 1_ ~"'11;.11 Id ~ 4 _._ }JUll.t;I ••.• _ 1 ~ 1 1I.U:::ii:i ::;aOlUU· ría de las leyes del cristianismo, más y más me convenzo de la necesidad de la fe. Esta es la virtud que ha civilizado al mundo. Si ]esucristo hubiera explicado los pasmosos resultados de su doctrina, no habría habido un solo sabio en su tiempo capaz de entender su extraño lenguaje. El solo podía ver, en aquellas épocas bárbaras, a través de las tinieblas del largo futuro lo que muy pocos alcanzan a ver aún ahora, cuando sus preceptos han estado por diez y nueve siglos modificando y mejorando el género humano. Cuando El dijo tened fe como un grano de mostaza y haréis imposibles, impusó a la limitada inteligencia del hombre la virtud única que, garantizando la observancia de sus mandatos, pudiese conducirle al término (oscuro todavía para nosotros) de sus altos· e incomprensibles destinos. Yo no puedo concebir la prosperidad de un pueblo republicano, de un pueblo cuyos ciudadanos tengan todos parte en el gobierno, si 142 BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA esos ciudadanos no son irresistiblemente impelidos a la justicia por los preceptos de la fe. Pocas palabras más y habré concluído. La aflicción que ha sufrido la república a consecuencia del crimen de abril, puede ser útil para ella. Ese crimen separó la cizaña del trigo que andaban confundidos. La sangre de todos los buenos ha corrido mezclada, bajo el mismo glorioso estandarte, en nuestras calles y nuestros campos: cada partido coronó y ofre~ ció reverente su víctima en el común holocausto presentado al Dios de la concordia como expiación de sus antiguos errores y extravías .... Por esa sangre noble y preciosa, conjuremos a los granadinos a deponer sus resentimientos en las aras de la justicia y de la gloria nacional! Sin embargo, puede ser, señor Vicepresidente, que a pesar de la crisis favorable que ha sufrido la repúblic.;a,después de largos y convulsivos delirios, vuelva a aparecer en el cuerpo político la fiebre que casi la ha aniquilado. No faltan entre nosotros ambiciosos vulgares a quienes, no pueda agradar la paz y el sosiego porque son incompatibles con su existencia tempestuosa. Ellos espían el desorden, como aquellas aves marinas que aguardan que la borrasca turbe y encrespe las olas para buscar su sustento. Puede ser que seáis sorprendido cuando menos lo esperéis. El arte de cons- OLIO ARBOLEDA - DISCURSO 143 Jirar no es desconocido, por desgracia, entre nosotros. Si así sucediere, contad con los hombres de bien: todos tienen probado que saben vencer por la ley y con la ley. Mas si tuviereis que elegir entre el honor y la muerte, recordad la confianza que el pueblo más libre de Sur América ha hecho de vos: mostradle que, en ia Nueva Gn:1úC::lJa, los iT1i:igistréidos que no pueden gobernar, saben por lo menos morir; dej ad que vuestros amigos derramemos lágrimas porque perdísteis la vida, pero no porque perdísteis la honr~, y si no podéis darnos paz, dejadnos siquiera honra y ejemplo. INDICE Págs. Nariño, SantBnder, Arboleda , 5 Elocuencia: Antonio Nariño: Su defensa ante el Senado 21 F. de P. Santander: Su defensa ante la Cámara 73 Julio Arboleda: Discurso como Presidente del Congreso al dar posesión de la presidencia al doctor Manuel María Mallarino 123