Mesa redonda y debate con todos los participantes, moderada por Estela Ocampo, profesora de Teoría del Arte, Universidad Pompeu Fabra Sydney Possuelo – Desde la perspectiva de los descubridores y después de Rondon – quien puso en marcha un servicio específico de gobierno para proteger a los indios– incluir a los indios en nuestra sociedad parecía necesario. Yo también suscribí esta idea: penetré en la selva y contacté con indígenas. Prueba de la ingenuidad de mi postura, y de la de mis compañeros de la FUNAI, es que hablábamos de pacificación, como si ellos estuvieran en guerra y nosotros tuviéramos como misión salvarles. Después de haber hecho siete contactos con cinco pueblos distintos, y de comprobar cómo muchos de los indígenas habían huido a otras tierras, enfermado e incluso muerto, nos rendimos a la evidencia: teníamos que cambiar nuestro enfoque y cesar todo intento de contacto. Me llevó once años de esfuerzo y dedicación modificar la visión del gobierno e implantar la metodología de trabajo que hoy prevalece. En la actualidad, tenemos una actitud más respetuosa con las poblaciones indias: estamos involucrados en la preservación del medio natural, pero sobre todo en la defensa de las personas. Regina Polo Müller Me gustaría, en este punto, abrir la reflexión pues el pasado quedó ya atrás, y ahora lo que importa es el futuro de esta nueva política; y las que habrá en el futuro a partir de estas propuestas, en los próximos decenios, siglos, y que todas estas políticas obtengan resultados. Conocemos un territorio cerca del Amazonas donde es posible que se construya una central hidroeléctrica. También existe el peligro de las carreteras, los madereros, etc. Mi preocupación, como ya he mostrado en la segunda parte de mi conferencia, es que se pierdan estos pueblos o que los pueblos sean contactados y sufran. Colin McEwan La singularidad cultural de los pueblos del Amazonas, cuya defensa animan tanto Sydney como Regina, posee siglos de antigüedad, como revela la arqueología. La investigación ha evidenciado una larga ocupación de la cuenca del Amazonas, donde se desarrolló una importante civilización dotada de una compleja cosmología que debieron compartir millones de personas. Las sociedades que florecieron en esta región ribereña destacan por su complejidad y sofisticación, próximas a las que caracterizan culturas tan admiradas como la mesopotámica, entre el Tigris y el Eufrates, la egipcia en el Nilo, o la india en el Indus. Estos pueblos, lamentablemente, sufrieron un colapso demográfico catastrófico que alcanzó el 98 o 99% de la población original del río principal y afluentes. Sufrieron el efecto de epidemias contagiosas y otras muchas enfermedades contra las cuales no tuvieron defensa alguna. Esto explica, en gran parte, la contradicción entre la evidencia de la sofisticación y complejidad de la civilización amazónica preeuropea y el escaso número de comunidades indígenas en la actualidad. Ante la realidad de estos pueblos –su lucha por defender sus tradiciones y su lengua– , es deber de todos lograr un entendimiento respetuoso y sincero que traspase las fronteras. La clave del futuro, me atrevo a aventurar, radica en una forma de colaboración entre gobiernos, investigadores, estudiantes de todo el mundo, basada en esta idea de respeto y en el compromiso con la conservación de las tradiciones indígenas. Pienso también que debería alcanzarse una filosofía de trabajo más participativa, en la que predomine la voz, hasta la fecha ausente, de los propios indígenas. Debemos fomentar una presencia indígena de peso en el mundo de la investigación para mantener sus tradiciones sin perder de vista sus propias aspiraciones. Es importante asumir finalmente que, más allá de nuestros deseos y convicciones, la gran mayoría de pueblos indígenas amazónicos están en un proceso de cambio. Hemos de afrontar estos dilemas. Estela Ocampo Quisiera hacer un inciso sobre lo que es nuestro tema central: el arte de los indígenas. No me parece casual que lo que se conserve del Amazonas precolombino sea su arte, de la misma manera que, cuando observamos los documentales etnológicos e incluso las fotografías, lo primero que nos llama la atención es el impresionante despliegue estético que irradian. Las obras artísticas, los propios cuerpos, los tocados, la manera de hablar, la de caminar, los rituales, todo está completamente en el centro mismo de lo estético. Nuestro desconocimiento sobre la especificidad amazónica aparece reiteradamente en diferentes ámbitos y también en estas jornadas, y por momentos, resulta hasta abrumador. Habría tanto por hacer también en el campo artístico para acostumbrarnos a unas formas estéticas que han trascurrido por caminos diversos a los de occidente, pero que demuestran una extraordinaria riqueza, como Colin y Regina han remarcado en más de una ocasión. Nos encontramos ante un lenguaje abstracto de una gran riqueza, un lenguaje puramente geométrico pero extraordinariamente complejo, de gran valor y extremadamente cuidadoso. Requiere de nosotros una aproximación distinta, unos ojos distintos y una apertura. Si tuviéramos que sintetizar diríamos que para acercarnos al universo de estos pueblos primitivos, en este caso de la selva amazónica, se precisa una apertura, un poco el mismo proceso que ha relatado Sydney sobre su propia evolución, despojándose de prejuicios e ideas que nos habían acompañado siempre e intentar entender, valorar de otra forma. Y quizás en el arte que hacen estos pueblos, también aparezca un arte mestizo, un arte que se da fruto del contacto con occidente, un arte también posible. Luis Miguel Domínguez Ahondando en lo que acaba de apuntar Estela, sobresale el hecho diferencial, estético, de estos pueblos. Es curioso como los zoé deciden llevar el famoso y tan curioso palo en la barbilla que no llevan otros pueblos. A lo mejor viven a 500 kilómetros en línea recta, y ya llevan un plato o una pluma. Existe en este porte una reivindicación, una manera de ser. Este hecho diferencial nos conduce sin duda a la cuestión artística que hoy nos reúne aquí, ese patrimonio artístico que también se halla amenazado. Estela Ocampo – Lo que ha quedado claro en estas jornadas es que ya sea mediante la acción, con Sydney y Luis Miguel, o la reflexión, con el resto de nuestros conferenciantes, hay mucho que plantearse y, sobretodo, replantearse en nuestros días para poder encarar este fenómeno tan complejo que por momentos se va a la política, por momentos a la ecología, por momentos toca de lleno la filosofía, la estética, y poder tener una respuesta un poco más adecuada que el panorama realista que planteaba Sydney de 500 años de despropósitos.