Nº 21, septiembre 2013 Doctrina La reforma de la ejecución hipotecaria L a Ley 1/2013, de 14 de mayo, es fruto de la simbiosis de un Proyecto de Ley, para la protección a los deudores hipotecarios, y de una Iniciativa Legislativa Popular, para la instauración de la dación en pago. El título de la ley anuncia ya su contenido polivalente. No en vano, una ley que se rubrica “de medidas para reforzar la protección a los deudores hipotecarios” habría de acometer la modificación de normas sustantivas y procesales, pues no es otra la finalidad del proceso de ejecución que hacer efectiva la responsabilidad contenida en un título provisto de fuerza ejecutiva (escritura pública que documenta un crédito o préstamo garantizado con hipoteca). Por Carmen Senés Motilla Catedrática de Derecho Procesal Socia de Dictum Esta “ley de medidas” aspira también a regular mecanismos de “reestructuración de deuda y alquiler social”, aunque buena parte de las disposiciones sobre reestructuración provienen del RDL 6/2012, de 9 de marzo (arts. 3 a 7), y el contenido de “alquiler social” se limita a la promoción por el Gobierno, con el sector financiero, de la constitución de un fondo social de viviendas propiedad de las entidades de crédito, destinadas a ofrecer cobertura a aquellas personas que hayan sido desalojadas de su vivienda habitual, por el impago de un préstamo hipotecario, cuando concurran las circunstancias previstas en el art. 1 de Ley 1/2013, mediante contratos de arrendamiento con rentas asumibles en función de los ingresos que perciban (Disposición adicional primera, en la redacción dada por la Ley 8/2013, de 26 de junio). Aunque la crisis económica que padece España es el leitmotiv de esta “ley de medidas”, el legislador no podía silenciar que buena parte de la reforma del proceso de ejecución viene motivada por uno de los pronunciamientos de la STJUE, de 14 de marzo de 2013 (Asunto C-415/11, Mohamed Aziz), que declaró contraria al Derecho de la Unión la imposibilidad de que el deudor pudiera oponer en el procedimiento de ejecución hipotecaria el carácter abusivo de una cláusula contractual que constituye el fundamento del título ejecutivo, y al mismo tiempo, no pudiera el juez que conoce del proceso declarativo, competente para apreciar el carácter abusivo de esa cláusula, adoptar la suspensión cautelar de la ejecución pendiente. En tanto que “ley de medidas”, la Ley 1/2013 no contiene una reforma integral del proceso de ejecución de la garantía hipotecaria aunque tampoco se limita a ésta; tan es así, que buena parte de sus disposiciones afectan al proceso de ejecución ordinaria. Además, el contenido de un buen número de disposiciones –en apariencia, sustantivas– están llamadas a tener una incidencia directa en los procesos de ejecución. Por su importancia, destacamos aquellas disposiciones que inciden en la delimitación del volumen de responsabilidad exigible en el proceso de ejecución, así como las que determinan los sujetos pasivamente legitimados para soportar la actividad ejecutiva: www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 a) Establecimiento de un límite legal a los intereses de demora de los préstamos y créditos para la adquisición de vivienda habitual garantizados con hipotecas constituidas sobre la misma vivienda, que no podrán ser superiores a tres veces el interés legal del dinero; además de ser procedente su devengo únicamente respecto del principal pendiente de pago y no ser susceptibles de capitalización “en ningún caso”, salvo que no concurran las circunstancias que permiten la exoneración de la deuda por haber sido parcialmente cubierta la responsabilidad pendiente, en los porcentajes, y en los plazos, que contempla el art. 579.2 a) de la LEC (art. 114 III LH); b) Incremento del límite legal aplicable a los intereses moratorios derivados de los préstamos o créditos garantizados con hipoteca sobre la vivienda habitual del deudor que se encuentre en el umbral de exclusión que define el RDL 6/2012, de 9 de marzo; límite que pasa del 2,5% al 2% (art. 4.1 RDL 6/2012); c) Extensión a los avalistas “hipotecarios” (sic) que se encuentren en el umbral de exclusión, de las medidas previstas en el RDL 6/2012, respecto de su vivienda habitual, con las mismas condiciones que las establecidas para el deudor hipotecario (art. 2 II RDL 6/2012 en la redacción dada por el art. 8 de la Ley 1/2013); y, d) Reconocimiento a los fiadores e hipotecantes no deudores que se encuentren en el umbral de exclusión que define el RDL 6/2012, del beneficio de excusión, respecto del deudor principal, aun cuando en el contrato de préstamo o de crédito garantizados con hipoteca hubieran renunciado expresamente a tal beneficio; reconocimiento que equivale, simple y llanamente, a la “desactivación legal” de la renuncia que hubieran efectuado (art. 3 bis RDL 6/2012). Atendido el ámbito de aplicación material de la reforma del proceso de ejecución, la modificación del régimen de oposición del ejecutado frente a las cláusulas abusiva no sólo alcanza a la ejecución hipotecaria sino también a la ejecución ordinaria por título extrajudicial y al procedimiento de venta extrajudicial del bien hipotecado (art. 129 LH), dado que la declaración del carácter abusivo es competencia exclusiva de los órganos jurisdiccionales. Disposiciones generales sobre la ejecución forzosa El Capítulo III de la Ley 1/2013 –“Mejoras en el procedimiento de ejecución”– está integrado por un solo artículo cuyos respectivos apartados modifican un total de catorce artículos de la LEC, de los cuales solo cuatro se corresponden con la ejecución especial de la garantía hipotecaria. Es decir, que el mayor volumen de la reforma procesal afecta, ya a las disposiciones generales de la ejecución forzosa, ya a las normas propias de la ejecución dineraria, en el bien entendido sentido que siendo la ejecución hipotecaria una ejecución especial, las disposiciones de aquella son aplicables en tanto no sean incompatibles con las especialidades que se establecen para ésta (art. 681.1 LEC). Los contenidos de la reforma son los siguientes: a) Control ex officio de las cláusulas abusivas, que el juez ejecutor podrá apreciar al tiempo del despacho de la ejecución (art. 552.1 II LEC). Esta modificación sigue la jurisprudencia del TJUE, www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 que en el contexto de diversos procedimientos ha reiterado el deber del juez que conoce de un litigio de apreciar el carácter abusivo de las cláusulas contractuales tan pronto como tenga datos de hecho y de Derecho al respecto, sin esperar a que el demandado lo haga valer, absteniéndose de su aplicación, salvo que el consumidor se oponga a ello [STJUE, Sala Cuarta, de 4 de junio de 2009 (Asunto C-243/08, Pannon GSM; STJUE, Sala Primera, de 14 de junio de 2012 (Asunto C-618/10, Banco Español de Crédito)]. La norma que dispone el control de oficio solo es aplicable a la escritura pública y a la póliza intervenida por notario, por ser los únicos susceptibles de incorporar cláusulas contractuales. En los títulos de factura judicial –o arbitral–, la sustanciación del proceso de declaración habrá brindado al juez –o al árbitro– la posibilidad de apreciar el carácter abusivo de las cláusulas en defecto de invocación por el demandado, en cuyo caso habrá dictado sentencia –o laudo– en consonancia con la exclusión de tales cláusulas (desestimación de la demanda, total o parcial). La apreciación judicial de que una cláusula contractual es abusiva comporta la necesidad de conferir un trámite de audiencia a las partes, al ser ésta una exigencia elemental del principio de contradicción. Precisamente en ese sentido se ha manifestado el TJUE, declarando que “el principio de contradicción no confiere sólo a cada parte en un proceso el derecho a conocer y a discutir los documentos y observaciones presentados al juez por la parte contraria, sino que también implica el derecho de las partes a conocer y a discutir los elementos examinados de oficio por el juez, sobre los cuales éste tiene intención de fundamentar su decisión” [STJUE, Sala Primera, de 21 de febrero de 2013 (Asunto C-472/11, Banif Plus Bank)]. Merece ser destacada la singularidad estructural de esta audiencia, en un doble sentido: por una parte, por cuanto supone una flexibilización del principio inaudita parte debitoris que informa el despacho de la ejecución; y por otra, por cuanto confiere a un motivo de carácter material el tratamiento propio de los presupuestos procesales que el juez debe controlar de oficio –jurisdicción y competencia (art. 546.1 LEC)–. El plazo de audiencia establecido por la Ley 1/2013 fue de cinco días, debiendo resolver el juez lo procedente en el plazo de los cinco días siguientes. La brevedad extrema de estos plazos ha provocado su ampliación, disponiendo ahora las partes de un plazo de quince días para formalizar alegaciones y el juez de un plazo de cinco días hábiles para resolver la cuestión (art. 552.1 LEC en la redacción dada por la Ley 8/2013, de 26 de junio). Oídas las partes –o precluido el trámite de audiencia–, el juez acordará lo procedente “conforme a lo previsto en el art. 561.1.3ª”. En virtud de esta remisión, si el juez apreciase el carácter abusivo de una o varias cláusulas, en el auto resolutorio “determinará las consecuencias de tal carácter”, y según el tenor de la ley, “decretando bien la improcedencia de la ejecución, bien despachando la misma sin aplicación de aquéllas que considere abusivas”, es decir, que los pronunciamientos del auto se corresponden –en consonancia con la naturaleza sustantiva de la cuestión–, con los efectos propios de la oposición material o de fondo, entre otras cosas porque la nulidad de una cláusula abusiva no necesariamente ha de llevar aparejada la nulidad del título ejecutivo. b) Nueva causa de oposición a la ejecución fundada en título extrajudicial, pudiendo hacer valer el ejecutado "que el título contenga cláusulas abusivas". En consonancia con la naturaleza material de este motivo de oposición, su articulación legal se residencia en el apartado 1 del art. 557 de la LEC. El planteamiento, sustanciación y decisión de este motivo de oposición se acomodará a las reglas generales (arts. 557, 560 y 561 LEC), aunque el contenido que el legislador confiere al auto desestimatorio de la oposición denota desconocimiento del tiempo procedimental en el que dicha resolución se dicta, pues no podrá comportar que el juez www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 "despache la ejecución", sino que esta "siga adelante" –porque ya fue despachada– por la cantidad que resulte de la inaplicación de las cláusulas consideradas abusivas (cfr. art. 561.1.3ª LEC). La ejecución dineraria La reforma que acomete la Ley 1/2013 afecta a varias instituciones y trámites procesales comprendidos en los cinco capítulos que integran el Título IV del Libro III de la LEC. Dejando para el apartado siguiente la reforma del Capítulo V (Particularidades de la ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados), el contenido de la reforma –siguiendo el orden del articulado– es el siguiente: a) Establecimiento de un límite a la cuantía de las costas exigibles. En un estrambótico "apartado 1 bis" que se adiciona al apartado 1 del art. 575, se sanciona un límite cuantitativo de las costas exigibles en ejecución forzosa, que no podrá exceder el 5% de la cantidad que se reclame en la demanda ejecutiva. b) Relaciones entre la ejecución ordinaria y la ejecución hipotecaria. Se vuelve a modificar el art. 579 de la LEC, que ya había sido reformado por la Ley de medidas de agilización procesal (Ley 37/2011, de 10 de octubre) para clarificar “la relación entre la ejecución especial hipotecaria y la ordinaria, precisando la forma en que la ejecución especial, dirigida contra determinados bienes, pasa a convertirse en general, dirigida contra todo el patrimonio de los responsables” (EM III). En particular, la reforma de 2011 precisó el ámbito subjetivo del despacho de la ejecución ordinaria, que podrá tener lugar "contra quienes proceda" (art. 579.1 LEC). Esta modificación confirma la restricción de los sujetos pasivamente legitimados en la ejecución hipotecaria (ex art. 685.1 LEC), que no alcanza a los fiadores o avalistas [AAP Granada (3ª) núm. 141/2010, de 7 de octubre; AAP Las Palmas (5ª), núm. 76/2003, de 9 de mayo]. La reforma legislativa de 2013 nace con la vocación de paliar la situación que padece el ejecutado, que habiendo perdido su vivienda habitual en el proceso de ejecución hipotecaria, se ve en la tesitura de tener que soportar la ejecución ordinaria al no haber quedado satisfecha la deuda en su integridad. Y si cierto es que las medidas que se disponen en el apartado 2 del art. 579 favorecen al deudor, no lo es menos que distan sobremanera del contenido de la Iniciativa Legislativa Popular, que abogaba por la exoneración del deudor mediante dación en pago de la vivienda. Dos son las medidas que se disponen en la ejecución ordinaria que sigue a la ejecución hipotecaria sobre vivienda habitual del deudor: por una parte, la exoneración parcial de la deuda no satisfecha con la realización de la garantía hipotecaria, en los términos – condiciones y plazos– que se definen [letra a) del apartado 2]; y, por otra, la participación del deudor en la enajenación de la vivienda efectuada por el rematante o adjudicatario en los diez años siguientes a la aprobación del remate o la adjudicación, mediante la condonación parcial de la deuda pendiente al tiempo de la enajenación, en un 50% neto de la plusvalía obtenida por el ejecutante –o cesionario– [letra b) del apartado 2]. La eficacia de estas medidas para paliar la difícil situación que atraviesan las familias es muy cuestionable y, además, encierra el contrasentido de favorecer al deudor que en plazos determinados puede satisfacer parte de la deuda, a costa de ser inflexible con el deudor que no puede afrontarla sin grave riesgo de exclusión social. No en vano, la ley es implacable al disponer, "que de no concurrir las www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 anteriores circunstancias, podrá el acreedor reclamar la totalidad de lo que se le deba según las estipulaciones contractuales y normas que resulten de aplicación" [letra a) del apartado 2 in fine]. c) Imputación de pagos en caso de ejecución con resultado insuficiente. Se modifica el título del art. 654 de la LEC en consonancia con el contenido del nuevo apartado 3 que se adicione, que para el supuesto de ser la ejecución insuficiente para cubrir la cantidad por la que se hubiere despachado la ejecución, más los intereses devengados durante la ejecución y las costas, dispone una norma especial según la cual, el precio del remate se imputará, por orden, a intereses remuneratorios, principal, intereses moratorios y costas. Se excepciona así la norma general del Código Civil –art. 1173– mediante la postergación de los intereses moratorios. Aunque la ubicación de la norma guarda relación con el precio del remate, la ley ha dispuesto su aplicación para el cómputo de los porcentajes de la adjudicación en pago en caso de subasta sin postores (art. 761 I LEC). d) Medidas de incentivación a los postores. En esta línea se inscriben, en primer lugar, la minoración del depósito necesario para tomar parte en la subasta de bienes muebles, que pasa del 20% al 5% del valor de tasación de los bienes (art. 647.1.3º LEC); como quiera que la reforma no hubiera obrado en consecuencia respecto del depósito para tomar parte en la subasta de bienes inmuebles, el RDL 7/2013 ha modificado el tenor del apartado 1 del art. 669, reduciendo el importe del depósito del 20% al 5% del valor de tasación del inmueble. En segundo lugar, el mayor contenido del anuncio de la subasta, que comprenderá los datos registrales y, en su caso, la referencia catastral del inmueble, la situación posesoria si le constare al juzgado y la indicación de la posibilidad de una consulta más detallada en el portal de subastas judiciales y electrónicas (art. 668 I LEC). En tercer lugar, el incremento de la publicidad de la subasta mediante la inserción del anuncio en el citado portal de subastas judiciales y electrónicas (art. 688 II LEC). Y, en cuarto lugar, la ampliación del plazo para que el rematante haga efectiva la diferencia entre el depósito y el precio de remate, que pasa de veinte a cuarenta días (art. 670.1 LEC). e) Aprobación del remate en caso de subasta sin postores. La modificación del art. 671 de la LEC tiene un contenido doble: por una parte, se incardina en el articulado de la ley procesal el tratamiento diferenciado de la vivienda habitual en caso de subasta sin postor, que hasta la reforma provenía del contenido de la Disposición adicional sexta –introducida por Ley 37/2011, de 10 de octubre, de medidas de agilización procesal, que formalmente no se deroga–; y por otra, se eleva al 70% del valor de tasación el importe por el que el ejecutante puede adjudicarse en pago la vivienda habitual del ejecutado, salvo que la cantidad que se le deba por todos los conceptos sea inferior a dicho porcentaje, en cuyo caso la adjudicación podrá tener lugar por el 60% del valor de tasación. www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 Ejecución de la hipoteca inmobiliaria La tutela jurisdiccional del crédito garantizado con hipoteca inmobiliaria se dispensa en un proceso de ejecución privilegiado cuyas especialidades recoge la LEC en un capítulo separado –el Capítulo V del Título IV (De la ejecución pecuniaria) del Libro III (De la ejecución forzosa y las medidas cautelares)–. La rúbrica del citado capítulo, e incluso su inserción en el marco de la actividad ejecutiva, dan cuenta de la concepción que profesa el legislador de 2.000 sobre la naturaleza ejecutiva del procedimiento, poniendo punto y final a un debate centenario sobre la naturaleza del procedimiento regulado en el art. 131 de la Ley Hipotecaria (en su redacción anterior). Los contenidos de la reforma son los siguientes: a) Establecimiento de un límite al valor de tasación a efectos del tipo de la subasta. Desde la óptica de un texto normativo que persigue la protección a los deudores hipotecarios, pudiera parecer ocioso indagar en la finalidad que persiguen cada uno de los preceptos que son objeto de la reforma legislativa. Sin embargo, obligado es considerar el sentido de aquel precepto que sanciona uno de los requisitos de admisibilidad de este procedimiento especial, cual es, que en la escritura de constitución de la hipoteca se determine el precio en que los interesados tasan la finca o el bien hipotecado para que sirva de tipo en la subasta. Siendo este un requisito tradicional del proceso de ejecución hipotecaria, la novedad que anuncia la Exposición de Motivos de la Ley 1/2013 es el establecimiento de un límite al valor de tasación que habrá de incorporarse a la escritura de constitución de la garantía, "que no podrá ser inferior, en ningún caso, al 75 por cien del valor señalado en la tasación realizada conforme a las disposiciones de la Ley 2/1981, de 25 de marzo, de Regulación del Mercado Hipotecario" (art. 682.2.1º LEC). Considerado este límite en sí mismo, no se alcanza a comprender en qué pudiera favorecer al deudor hipotecario que el valor de tasación a efectos de la subasta pueda ser inferior al valor actual –de mercado– al tiempo de constitución de la garantía. Pero es que, además, este perjuicio "de entrada" en el procedimiento, está potencialmente llamado a incrementarse por la consabida y progresiva reducción de los tipos según las vicisitudes de la subasta (cfr. arts. 670 y 671 LEC). Además de desafortunado, el límite que se establece no es absolutamente novedoso, por cuanto el RD 716/2009, de 24 de abril, por el que se desarrollan determinados aspectos de la Ley reguladora del mercado hipotecario, estableció un límite al tipo de la subasta para los préstamos o créditos "elegilbles" –susceptibles de ser titulizados en el mercado hipotecario– que no podrá ser inferior al 100% de valor de la tasación previa. La existencia de esta norma anterior, con ser más garantista para el deudor hipotecario que la que introduce la Ley 1/2013, ha hecho "saltar las alarmas" sobre la conveniencia de limitar el ámbito de aplicación de la nueva norma solo a los créditos y préstamos no titulizables. b) Reclamación limitada a parte del capital o de los intereses pagaderos a plazos y cláusulas de vencimiento anticipado de deudas a plazos. En los supuestos referenciados, la aplicación del procedimiento de ejecución hipotecaria solo es aplicable si el deudor hubiere dejado de pagar tres plazos vencidos, o un número de cuotas cuyo importe sea equivalente a tres meses, y en ambos supuestos, este condicionamiento se haya hecho constar en la escritura de constitución del préstamo o crédito (art. 693.1-2 LEC). La norma persigue flexibilizar la incoación y desarrollo de un procedimiento ejecutivo frente a impagos ocasionales que puede dar al traste con la superación por el deudor de una falta de liquidez transitoria. www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 c) Facultad del deudor de liberar el bien. Se reduce, de cinco a tres años, el plazo que debe mediar entre la liberación del bien, mediante pago, por primera vez, y la segunda o ulterior liberación. Además, en estos supuestos de pago, se establece un límite a la tasación de costas, que se calcularán sobre la cuantía de las cuotas atrasadas –con exclusión de los intereses vencidos– y, en todo caso, con el límite general de no exceder del 5% de la cantidad por la que se haya solicitado el despacho de la ejecución (art. 693.3 III-IV LEC). d) Colaboración del deudor para la inspección del inmueble. Con el propósito de incentivar la concurrencia y participación de los postores a la subasta se dispone un incentivo al deudor para que facilite a los interesados la inspección de la vivienda, consistente en una posible reducción de la deuda hipotecaria de hasta el 2% del valor por el que el bien hubiera sido adjudicado (art. 691.2 LEC). La medida –que no tiene carácter automático– habrá de ser solicitada por el deudor, y concedida por el tribunal en vista de las circunstancias concurrentes y tras conceder audiencia al ejecutante por plazo no superior a cinco días. e) El carácter abusivo de una cláusula contractual como motivo de oposición a la ejecución. Su introducción trae causa de la STUE, de 14 de marzo de 2013. Prima facie, la toma en consideración por el legislador de las cláusulas abusivas en el marco de la oposición del ejecutado pudiera inducir a pensar que en este procedimiento no es posible el control judicial de oficio. Pero nada más lejos de la realidad si tenemos en cuenta que el proceso de ejecución hipotecaria es una ejecución especial, revestida de particularidades que la LEC ha residenciado en una misma sede, pero sin que ello suponga excluir la aplicación de las disposiciones de la ejecución ordinaria, como por lo demás, expresa de manera inequívoca, el apartado 1 del art. 681. La formulación legal de esta causa de oposición no es tan sintética como la que se dispone para la ejecución ordinaria –art. 557.1.7ª LEC– aunque no parece que el contenido material sea distinto, pues ya sea mediante la formulación amplia de la causa –art. 695.1.4ª–, ya mediante la individualización de los contenidos del auto que resuelva la cuestión –art. 561.1.3ª–, lo cierto es que idénticas son las consecuencias que se derivan de la consideración abusiva de una cláusula: declaración de la improcedencia/sobreseimiento de la ejecución si la cláusula le sirve de fundamento o inaplicación de la cláusula que sirve de fundamento a la cuantía de la reclamación, seguida de la determinación de aquélla por la que habrá de continuar el procedimiento (art. 695.3 II LEC). Respecto de la sustanciación de la oposición que haga valer el ejecutado, la Ley 8/2013, de 26 de junio, ha ampliado de cuatro a quince días el plazo que debe mediar entre la citación que ha de practicar el secretario y la celebración de la comparecencia que tendrá lugar ante el tribunal ejecutor (Disposición final 4ª). En último término, merecen ser destacados los recursos que proceden frente a la resolución judicial –auto– resolutoria de esta oposición. El carácter definitivo del auto que acuerda el sobreseimiento permite su impugnación mediante el recurso de apelación, que carecerá del efecto suspensivo (arts. 695.4 y 456.2 LEC). El mismo recurso se concede frente al auto que acuerde la inaplicación de una cláusula abusiva –por ejemplo, de intereses–, en el bien entendido sentido que respecto del contenido de la cláusula que se declara abusiva la ejecución es improcedente. Diverso es, en cambio, el tratamiento del auto desestimatorio de la oposición del ejecutado, frente al que no cabe recurso alguno. La ausencia de recurso no significa que el pronunciamiento del tribunal ejecutor tenga efectos de cosa juzgada, pues la ley explicita que "sus efectos se circunscribirán exclusivamente al www.dictumabogados.com Nº 21, septiembre 2013 proceso de ejecución en que se dicten", es decir, que el pronunciamiento tiene eficacia incidenter tantum, lo cual es lógica consecuencia de la limitación de los medios de prueba consustanciales a este procedimiento especial (art. 695.2 LEC). Disposiciones transitorias Controvertida es la conjugación del contenido de la reforma en los procesos ya pendientes a la entrada en vigor de la ley. Entre otras consideraciones, nos hacemos eco de las siguientes: en primer lugar, la desorbitada dimensión del ámbito de aplicación intertemporal de la Ley 1/2013, cuyo contenido “íntegro” será de aplicación a los procesos judiciales y extrajudiciales de ejecución hipotecaria pendientes en los que no se hubiese ejecutado el lanzamiento (disposición transitoria primera), y que ha servido para la aplicación retroactiva de requisitos coetáneos a la formalización de la garantía hipotecaria (v.gr. la exigencia de la falta de pago de, al menos, tres plazos mensuales para instar el procedimiento y constancia de este extremo en la escritura de constitución), comprometiendo gravemente la seguridad jurídica y el derecho a la tutela judicial efectiva (cfr. AJPI núm. 50 de Barcelona, núm. 250/2012, de 5 de junio); y, en segundo lugar, la extensión –en rigor, retroacción– del límite de los intereses de demora a las hipotecas constituidas sobre vivienda habitual con anterioridad a la entrada en vigor de la ley, a cuyo efecto se ha dispuesto un trámite –a instancia del secretario judicial o del notario– para que el ejecutante “reajuste” los intereses ya liquidados por los que se solicita el despacho de la ejecución (disposición transitoria segunda). La aplicación de esta disposición ha suscitado el debate sobre si el reajuste de intereses que parece imponer la norma es contrario a la Directiva comunitaria sobre cláusulas abusivas en los contratos celebrados con consumidores por impedir al juez la declaración de nulidad y consiguiente inaplicación de intereses abusivos (AJPIeI núm. 2 de Marchena, de 16 de agosto de 2013). A nuestro parecer, esta disposición transitoria encierra la “posible” y “sutil” delimitación entre la observancia de un límite legal –y sobrevenido– y el carácter abusivo de la cláusula de interés, que estimamos, pueden ser realidades diferentes. Pero sea cual fuere la interpretación que se estime abonada, lo cierto es que la controversia sobre la ejecución hipotecaria en el sistema procesal español vuelve a depender del Tribunal de Luxemburgo. www.dictumabogados.com