una polémica en torno al neokantismo

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UNA POLÉMICA E N TORNO
AL NEOKANTISMO
Juan
HERNÁNDEZ
Comisión
LUNA
Nacional
de los
libros
de texto
gratuitos
A L I N I C I A R S E E L A N O A C A D É M I C O de 1937 en l a Facultad de F i losofía y Letras, comenzó a gestarse en las cátedras de Filosofía
de la historia y de Epistemología y problemas selectos de lógica
formal,
que explicaban, respectivamente, el maestro A n t o n i o
Caso y el licenciado G u i l l e r m o Héctor Rodríguez, u n a polémica
en torno a l a filosofía neokantiana, de l a Escuela de M a r b u r g o .
L o s estudiantes que cursaban esas asignaturas fueron l a levadura
que sirvió para fomentarla. Por los cuchicheos y rumores f i l o sóficos que los alumnos de ambos maestros producían a l a salida
de clase, Caso llegó a enterarse de las críticas que Rodríguez
hacía a l a metafísica y a l a intuición, y por ellos mismos Rodríguez tuvo conocimiento de las objeciones que Caso formulaba
a l a filosofía de l a escuela de M a r b u r g o . Así se fue barruntando
esa polémica que, meses después, habría de expresarse por esc r i t o en la sección editorial del periódico E l Universal.
E l maestro A n t o n i o Caso fue quien sacó esa polémica del
recinto de l a cátedra y l a llevó a las columnas del periódico
mencionado. Dos artículos, redactados con premeditación, le sirv i e r o n para ese f i n . E l p r i m e r o apareció con el título "Por qué
n o somos kantianos" (14 a b r i l ) , el cual no tuvo la respuesta
esperada. A la semana siguiente publicó el segundo: " K a n t y
los panlogistas de M a r b u r g o " (7 m a y o ) , que sí fue contestado
p o r Rodríguez en el mismo periódico con el r u b r o de La filosofía científica neokantiana y el valor de ta metafísica y de la
intuición (17 m a y o ) . Los tres artículos, los dos de Caso y el
de Rodríguez, constituyen el p u n t o de p a r t i d a de esa polémica
que ocupó l a atención de los lectores de E l Universal
durante
397
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HERNÁNDEZ
LUNA
tres meses. Los artículos del maestro Caso que siguieron a los
dos anteriores f u e r o n : "Nuestros antípodas. Falaz respuesta del
subjetivismo crítico (21 m a y o ) , " E l caos de las sensaciones y
el entendimiento creador (4 j u n i o ) , "Fundamentación científica del realismo en l a intuición" (11 j u n i o ) , " E l realismo m e tafísico y l a ciencia (18 j u n i o ) , "Abecedario de objeciones contra los marburguienses" (2 j u l i o ) , " P e r e n n i d a d de las metafísica" (9 j u l i o ) . " ¡ S o p l a m u c h o v i e n t o ! " (16 j u l i o ) y "Los sofismas de los marburguienses (6 agosto). Los artículos que el
licenciado Rodríguez publicó en respuesta a los de Caso, además
del ya mencionado, f u e r o n : " L a filosofía científica neokantiana
y el maestro Caso" (25 m a y o ) , " L a filosofía científica neokantiana y l a metafísica" (9 j u n i o ) , " L a filosofía científica neok a n t i a n a en busca de réplica" (16 j u n i o ) , "Resumen y conclusiones. I n t a c t a la filosofía crítica" (25 j u n i o ) , "Conclusiones que
siguen esperando réplica. I n t a c t a l a filosofía crítica" (7 - j u l i o ) ,
" R e s u l t a d o : falsas l a metafísica y l a intuición. I n t a c t a l a filosofía crítica" (13 j u n i o ) y " A u n falsas l a metafísica y la intuición.
I n t a c t a l a filosofía crítica" (3 agosto).
Los diez artículos del maestro Caso y los ocho del licenciado
Rodríguez, fueron reunidos y publicados más tarde, en 1945,
bajo el título de Ensayos polémicos sobre la escuela filosófica
de Marburgo.
Los autores dedicaron este l i b r o a l a memoria
del licenciado M i g u e l L a n z D u r e t , " q u i e n cortésmente proporcionó la página editorial de E l Universal
para la. publicación
de los artículos que integran l a presente polémica". D e dicho
l i b r o me sirvo, ahora, para resumir, a continuación, los argumentos que cada polemista exhibió en el curso del debate acerca
de las cuestiones disputadas.
1
E l sofisma
de
Marburgo
Caso: Los filósofos críticos, neokantianos, de l a escuela de
M a r b u r g o , incurren en la falacia, en el engaño, en el sofisma
A n t o n i o C A S O y G u i l l e r m o Héctor R O D R Í G U E Z . Ensayos Polémicos
sobre la Escuela Filosófica de Marburgo. México, 1945. ( N o menciona
casa editora n i tiene colofón.) 167 p p .
1
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de pretender identificar el ser con las leyes lógicas, el ser con el
concepto, el ser con el pensamiento, el ser con el j u i c i o , el ser
con l a conciencia en general, lo ontológico con lo gnoseológico,
l a metafísica con la lógica.
E n cuanto se destruye el ser, todo ser aparece como algo
problemático. E n cuanto se niega l a Metafísica, l a i n t e r r o gación clásica: ¿ Q u é son las cosas?, se convierte, para los
panlogistas de M a r b u r g o , en esta otra diferente: ¿ C ó m o
son posibles las cosas? L a lógica hace el papel de león de
la fábula; todo lo reivindica }3ara sí. E n u n panlogismo, l a
metafísica es lógica. ¡ Increíble falacia de ignorar l a cuestión! Porque al preguntar por el ser de las cosas, se responde inquiriendo l a significación de las leyes coordinadoras que hacen posible el conocimiento científico y, como
estas leyes son conceptos, se substituye u n conceptualismo
hipertrofiado, monstruoso, a l a imprescindible ontología.
Esta es l a ilusión de los panlogistas de M a r b u r g o . Víctimas de ella, más que otro ninguno, escribe N a t o r p : " N a d a
debe ser aceptado como dado, sin reducción, sin u n a r e d u c t i b i l i d a d al menos J3atente, al último fundamento del
conocimiento creador". Curioso espejismo panlogista: el
conocimiento ya no es l a relación ontológica (que dice,
profundamente, Scheler), entre el objeto y el sujeto, sino
u n acto de creación del objeto mismo! Esto es l o que
decoran sus adeptos con el pomposo título de "concepto
inmanente de v e r d a d " , o sea, en suma, falso concepto de
v e r d a d " , (p. 20.)
Si alguien pregunta por el ser y se le responde con el
conocimiento,
si alguien inquiere ortológicamente
y se le
contesta gnoseológicamenté,
no quedará, jamás, satisfecho.
Este es nuestro caso. E l sofisma de M a r b u r g o está en i g norar l a cuestión a debate; porque el problema epistomológico no atañe a l a resolución de l a ontología, al p r o b l e m a
metafísico del ser. ( p . 37.)
Rodríguez: E l maestro A n t o n i o Caso, al objetar a l a filosofía
crítica, neokantiana, de l a escuela de M a r b u r g o (posición que
he sustentado en el trabajo cotidiano de mis cátedras de filosofía y de derecho en l a U n i v e r s i d a d N a c i o n a l ) , le i m p u t a u n a
falacia de ignorar la cuestión. "Porque al preguntar por el ser
de las cosas, se responde i n q u i r i e n d o la significación de las leyes
coordinadoras que hacen posible el conocimiento
científico".
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JUAN
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LUNA
E l maestro Caso, al objetar nuestra posición neokantiana,
t o m a como pauta el problema metafísico, es decir, el problema
sobre el ser en sí de las cosas. Pero para nosotros, los filósofos
neokantianos, este es u n "falso p r o b l e m a " . Preguntar por el ser
en sí de las cosas, es u n a pregunta que " n o nos hacemos". N o
"ignoramos l a cuestión", "sabemos que está m a l planteada, l a
negamos"; pues "independientemente de las condiciones de v a lidez de toda experiencia posible, de las condiciones de validez
de las ciencias, independientemente de las leyes de l a lógica, no
tiene sentido ningún ser; tampoco tiene sentido, validez, preguntar p o r él aunque ingenuamente se le llame ser en sí
( p . 28).
33
H a y más, usted, maestro, no fundamenta, científicamente,
el problema metafísico que sostiene y con arreglo al cual juzga
a l a escuela de M a r b u r g o , atribuyéndole l a falacia de ignorar la
cuestión. N o aparece en su artículo demostración alguna acerca
del valor de l a metafísica. L a hace aparecer como válida, la
supone demostrada, " l o que no es más que cometer u n mero
sofisma, u n a petición de p r i n c i p i o " (p. 2 8 ) .
Caso: E l señor profesor Rodríguez dice que al objetar l a f i losofía neokantiana de M a r b u r g o tomé como " p a u t a el problema
metafísico". N o tomé n i n g u n a p a u t a ; porque, precisamente, el
problema metafísico es lo que p i d o que considere el idealismo
crítico marburguiense, puesto que escribí: " a l preguntar por el
ser de las cosas, se responde (por el subjetivismo de M a r b u r g o ) ,
i n q u i r i e n d o la significación de las leyes coordinadoras que hacen
posible el conocimiento científico; o sea, lo que l a escuela de
M a r b u r g o denomina la conciencia en general
(p. 3 6 ) .
33
A f i r m a el señor profesor Rodríguez que l a escuela de M a r burgo " n o ignora l a cuestión metafísica", sino que sabe que está
m a l planteada. Pero no dice por qué está m a l planteado el p r o blema ontológico; se l i m i t a a declararlo así, sin fundamentación
filosófica alguna. Dice que niega el problema metafísico porque
"independientemente de las leyes de l a lógica, no tiene sentido
ningún ser; tampoco tiene sentido, validez, preguntar por él a u n que ingenuamente se le llame ser en sí". M a s con esto m i i m p u g nador no hace sino comprobar que su filosofía crítica confunde
lo ontológico con lo gnoseológico, l a metafísica con la lógica.
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TORNO A L NEOKANTISMO
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N o hace sino comprobar que " l a esencia del pensamiento de l a
escuela de M a r b u r g o estriba en negar el ser, identificándolo,
d e n t r o de u n nuevo subjetivismo, con el pensamiento". L o que
el señor Rodríguez necesita, para librar a la filosofía de M a r b u r g o de l a falacia de confundir el concepto con el ser, es demostrar que el ser y el pensamiento, el ser y el juicio, el ser y
el concepto, l a metafísica y l a lógica, "son lo p r o p i o " , son lo mism o . Pruébelo así, si lograrlo puede. Si no lo hace, "bien m a l t r e c h a " quedará su filosofía marburguiense (p. 3 8 ) .
4
Perennidad
de la
metafísica
Caso: E l defensor de la escuela de M a r b u r g o dice que no
he fundamentado, científicamente, el planteamiento del problema
ontológico. A u n cuando ya lo hice, voy a repetirlo.
L a ciencia que "tiene por objeto elaborar u n a teoría del ser
(de l a esencia y la existencia), se l l a m a metafísica". Esta "teoría
del ser implica, necesariamente, l a teoría de l a existencia (porque
ser existente es s e r ) " (p. 1 4 2 ) .
L a "metafísica no inquiere ningún problema técnico. E l l a se
eleva desde luego a l a realidad e s e n c i a l . . . (p. 1 2 ) . Inquiere la
esencia, se interesa por averiguar l a estructura esencial del m u n do. L a metafísica responde a problemas diversos de los que o r i g i n a n las ciencias, las técnicas y las artes. Saber, filosóficamente
hablando, es saber metafísico. Los conceptos son sólo el universal
in representando, y no hay presentación sin objeto de l a representación, pero las esencias son el universal in essendo. L a representación y l a conciencia se refieren no sólo a conceptos u n i versales, a existencias ideales: las esencias", (p. 1 2 ) .
Los animales saben de l a existencia; pero ignoran e i g norarán siempre l a esencia, el que, l a quididad. L o p r o p i o
del hombre es i n t u i r lo universal en lo i n d i v i d u a l , es decir,
verlo en él. Saber es u n a relación ontológica con el objeto. . . (p. 1 1 ) . A l preguntar por el qué de las cosas — n o
por su por q u é — somos metafísicos. Esta interrogación
define l a superioridad de nuestra naturaleza humana. Por
ella podemos decir que somos u n microcosmo que refleja
el universo. . . ( p . 1 1 ) .
402
J U A N HERNÁNDEZ
LUNA
C o n razón ha escrito M a x Scheler que el " h o m b r e distingue
entre l o que una cosa es (esencia) y el hecho de que l a cosa sea
(existencia). Por tanto, quien niega al hombre l a intuición a
priori, hace de él, sin saberlo, u n a n i m a l " .
A h o r a bien, el kantismo y el neokantismo de l a escuela de
M a r b u r g o , niegan todo valor a la metafísica. E l kantismo "es
l a negación de la metafísica de las esencias, l a negación de l a
evidencia apodíctica del ser. Para K a n t , el espacio es forma, el
tiempo es f o r m a , también, de l a sensibilidad. L a cantidad es form a a priori del entendimiento; l a cualidad, l a relación y l a
m o d a l i d a d son de naturaleza f o r m a l . Es porque, para esa filosofía, el concepto constituye el conocimiento y el ser. Por esto
dicen los filósofos de M a r b u r g o , t a n sutiles como equivocados:
el conocimiento
es concepto y juicio de lo que se llama
objeto.
N o . E l conocimiento es intuición, concepto y juicio de su objeto, del ser. E l conocimiento de los objetos ideales implica l a
intuición esencial, como el de los objetos reales l a intuición e m pírica; pero los filósofos de M a r b u r g o niegan toda intuición, a
diferencia de su maestro K a n t , que escribió: Por la intuición el
objeto es dado; por la razón el objeto es pensado" (p. 1 3 ) .
La metafísica,
Rodríguez:
ciencia
de la nada
Los neokantianos, maestro Caso, " n o admitimos
que u n pretendido ser irracional absoluto, es decir, indeterminado e indeterminable (la n a d a ) , que esgrime l a metafísica i r r a cionalista, juegue papel explicativo alguno en la teoría de l a
ciencia, en l a lógica; algo no determinado o no conocido científicamente, sólo es posible como determinable,
como X
como problema,
a resolver, a d e t e r m i n a r ; esto es cardinal principio
lógico de toda interrogación, es ley lógica del correcto p l a n teamiento de los problemas de las ciencias. L a tarea de las ciencias (plantear y resolver p r o b l e m a s ) , es i n f i n i t a pero no indeterminable"
(p. 2 9 ) .
E l ser en sí de las cosas es u n " m e r o imposible", pues " i n dependientemente de l a conciencia
en general, que es l a concien-
cia lógica, el pensar científicamente válido, nada tiene valor
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científico; independientemente de las leyes de l a lógica que h a cen posibles las ciencias no es posible construir ciencia a l g u n a ;
p o r tanto, tampoco es posible la ciencia del ser en sí, l a m e tafísica. N o hay más ser que el que es en y por las leyes de l a
lógica" (p. 4 7 ) .
Si lo que dicen los dioses, los hombres u otros seres no
humanos, ha de ser objetiva, científicamente válido, ello
no ha de poder decirse independientemente de o c o n t r a
tales leyes; nadie, incluso los dioses, puede pensar correcto,
científicamente, ningún ser, sin implicar las leyes de l a
lógica por lo que éstas son las leyes de todo verdadero
ser posible; u n conocimiento que, como el que pretende
la metafísica, se propone conocer objetos desacatando las
leyes de l a lógica, a título de condiciones o requisitos de
validez de las ciencias, no puede n i podrá ser n u n c a u n a
ciencia; hasta ahora en su secular historia aparece l a m e tafísica como teatro de disputas sin término, sin progreso
alguno. (pp.. 63 y 64.)
E n la esfera de l a metafísica, de l a falsedad, todo es p o sible, lo mismo l a tesis que a f i r m a u n comienzo al cosmos
que la antítesis que lo niega, l a m o r t a l i d a d y l a i n m o r t a l i d a d del alma, l a existencia y la inexistencia de Dios y
otros cuentos más sobre objetos con que nunca se encuentra n i n g u n a ciencia en l a experiencia por l a simpleza de
que como objetos de conocimiento
científico, (?) necesitan violar las leyes que hacen que las ciencias sean ciencias, las leyes de l a lógica. Sólo quien demuestra que las
ciencias no son válidas como tales, puede pretender hacer
metafísica sin sujeción a las leyes de l a lógica y respirar
en el vacío; pero tampoco en este caso pruede reclamar el
valor de l a ciencia para su teatro de disputas sin término.
N o hay más ser que el que es en y por las leyes de l a l ó gica entendidas como condiciones de validez de las ciencias.
L a metafísica no es posible como ciencia, pues carece de
valor científico querer conocer algo independientemente
de sus leyes que lo hacen posible; son por esto falsas todas
sus preguntas o ]3roblemas y sus soluciones", ( p . 98.)
L a metafísica vale tanto como u n a falsa ciencia de la
nada",
(p. 99.)
Caso: E l señor profesor Rodríguez, partidario de l a escuela
de M a r b u r g o , niega l a metafísica, llegando a l a osadía de defi-
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JUAN
HERNÁNDEZ
LUNA
n i r l a como "falsa ciencia de l a n a d a " . Sin embargo, m i i m p u g nador, igual que los marburguienses, son metafísicos que " e l a b o r a n u n a teoría metafísica sin darse cuenta de que l a elaboran".
¿ N o es ya u n a metafísica declarar que l a filosofía ha de
contraerse a l a sola filosofía de l a cultura, a través de unpanlogismo, que sustituya l a metafísica con l a teoría del
conocimiento con l a lógica? ¿ N o es éste u n monismo
epistemológico? ¿ N o es ya u n a metafísica (la más p e l i grosa de todas, porque juzga de sí misma que no lo es)
l a teoría del método trascendental, que hace de cada ser
u n concepto? (p. 22.)
E l idealismo crítico hace del ser u n concepto. Su tesis de
que el entendimiento produce el objeto, no es, claro está,
u n a tesis metafísica realista; ¡pero es, genuinamente, u n a
teoría metafísica idealista y subjetivista! (pp. 38-39.)
E l señor Rodríguez dice que el "concepto inmanente de verd a d , i m p l i c a la negación de toda metafísica. ¡ Sí, de toda m e t a física diversa de l a que sostiene l a filosofía científica neokantian a l E l señor Rodríguez debe demostrar que, en l a idea de
inmanencia del ser en l a conciencia en general no se implica
ya u n a metafísica sui generis. Si lo prueba, habrá conseguido
asegurar que su posición filosófica elimina realmente de sí, toda
especulación ontológica" ( p . 4 0 ) . Si no lo logra probar " b i e n
m a l t r e c h o " quedará, por este concepto, su neokantismo m a r b u r guiense.
»
Rodríguez:
Sostener, como sostenemos, u n "concepto i n m a nente de l a verdad, que es el único posible, i m p l i c a la exclusión,
de raíz, de toda metafísica" (p. 6 2 ) . Pero usted, maestro, a f i r m a
que l a "idea de inmanencia del ser en l a conciencia en general
i m p l i c a u n a metafísica sui generis".
Por tanto le p r e g u n t o :
" ¿ C ó m o puede definirse l a metafísica sui generis que hacemos
los neokantianos? ¿ Q u é tiene de común l a metafísica del ser en
sí y l a metafísica sui generis? ¿ C ó m o y por qué es metafísica l a
segunda, a pesar de ser sui generis? ¿Por qué ambas son m e t a física? ( p . 4 9 ) .
Caso: E l señor profesor Rodríguez no ha logrado invalidar
las objeciones que le hemos hecho acerca de l a metafísica sui
generis que f o r m u l a n los filósofos de l a escuela de M a r b u r g o .
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TORNO A L NEOKANTISMO
405
N o s v a a p e r m i t i r que insistamos en esta objeción y que demos
respuesta a sus preguntas, valiéndonos de u n sencillo silogismo.
Se l l a m a metafísica l a ciencia que tiene por objeto elaborar u n a teoría del ser. L a teoría del ser implica, necesariamente, l a teoría de la existencia (porque ser existente
es s e r ) . Los marburguienses sustentan que existir o ser
existentes es estar en conexiones de leyes; por tanto, los
marburguienses sustentan u n a metafísica, ( p . 142.)
E l señor profesor Rodríguez p r e g u n t a : ¿ C ó m o puede definirse l a metafísica sui generis que hacemos los neokantianos? " ¡ M u y fácil; como u n a teoría de l a existencia que
a f i r m a que ser existente es estar en conexiones de leyes.
¿Está claro?" (p. 144.)
E l señor profesor Rodríguez pregunta también: ¿ Q u é tiene
de común l a metafísica del ser en sí y l a metafísica sui
generis? " E l serlo. Porque l a metafísica de M a r b u r g o y
l a metafísica realista concuerdan en darse como teorías del
ser, pero discrepan en que no ofrecen l a misma teoría
del ser; porque el realismo piensa que declarar que el ser
existente es "estar en conexiones de leyes" constituye u n a
falsa hipótesis metafísica. ¿Está claro? ( p . 145.)
E l señor profesor Rodríguez pregunta en tercer l u g a r :
¿ C ó m o y por qué es metafísica l a segunda, a pesar de
ser sui generis? A este p u n t o responderemos diciendo:
" q u e ya juzgamos haber respondido a la cuestión en lo
anteriormente escrito; pero, reiterando lo reiterado, responderemos o volveremos a responder que l a metafísica
del ser (no l a del ser en sí) y l a de M a r b u r g o , tienen de
común ofrecer u n a teoría sobre el ser existente (p. 1 4 5 ) .
E l señor profesor Rodríguez pregunta en cuarto l u g a r :
¿ P o r qué ambas son metafísica? A pesar de que en esta
cuestión no se hace sino volver a preguntar lo que se
preguntó siempre, no tenemos empacho en responder lo
que ya enunciamos, a saber: "que tanto l a hipótesis de
M a r b u r g o como el realismo son metafísicos, porque p r o ponen u n a teoría del ser existente. L a diferencia estriba
en que, declarar que el ser existente se reduce a "estar
en conexiones de leyes" es radicalmente falso, (p. 145.)
"Nosotros pensamos que esta metafísica es falsa, radicalmente falsa; porque opinar que la existencia se reduce a la p u r a
legalidad es definir la existencia p o r u n solo aspecto de la
misma, que deja fuera de su afirmación l a causa. E n suma:
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JUAN
HERNÁNDEZ
LUNA
el ser existente no se reduce a la p u r a legalidad, porque el aspecto esencial, del ser existente ( l a causación) queda excluido
de su definición por los marburguienses" (pág. 1 4 2 ) .
Rodríguez: E n las respuestas que usted, maestro Caso, d i o a
mis preguntas, llamó metafísica a toda teoría o explicación del
ser y sostuvo u n a explicación del ser que se distingue r a d i c a l mente de la que sustentamos los neokantianos a l grado de que se
excluyen recíprocamente. Los neokantianos sustentamos que
" t o d o verdadero ser es en y por, no independiente,
de las leyes
de la lógica que rigen toda conciencia posible; todo está en
conexiones de leyes" (p. 153). Esta, nuestra "neokantiana e x p l i cación del ser, no es metafísica" (p. 153) ; porque " n o toda
explicación del ser es metafísica" (p. 153). ¿Hemos de dar el
mismo nombre a l a explicación del ser que usted sustenta y a
la que sustentamos los neokantianos, usando, equívocamente, la
palabra metafísica? Y o " l l a m o lógica, o inmanentista a l a explicación del ser que acepto, por oposición a la suya, que es
trascendentista o realista". Pero si usted "tiene personal preferencia de l l a m a r l a metafísica, se lo acepto, y también le acepto
que l a llame marburguiense y aun verde, no discuto palabras,
lo que no a d m i t o es que pretenda usted identificar, con el mismo
n o m b r e " , dos conceptos distintos, opuestos del ser (p. 1 5 3 ) . Usted
considera verdadera l a explicación del ser que sustenta y l a
l l a m a metafísica verdadera,
y juzga falsa a l a explicación del
ser que los neokantianos sustentamos, y l a l l a m a metafísica
falsa. Pero l a misma ¡palabra metafísica no puede designar dos
tesis que se excluyen. Si a su tesis sobre el ser, l a l l a m a metafísica verdadera, nuestra neokantiana tesis queda excluida como
falsa, y no puede quedar comprendida en l a misma d e n o m i n a ción: metafísica. Es imposible caracterizar la teoría falsa del
ser, con notas de l a teoría verdadera del ser o viceversa ( p . 156) ;
las dos teorías del ser se "excluyen como lo falso de l o verdadero" (p. 1 5 5 ) . Aceptar su tesis, sería tanto como "creer que la
a l q u i m i a debe llamarse química a pesar de ser falsa l a p r i m e r a
y verdadera la segunda" ( p . 1 5 4 ) . L o anterior me permite
sostener que es "falsa la primera premisa de u n silogismo en
que l l a m a metafísica a toda teoría o explicación del ser" ( p .
EN
TORNO AL NEOKANTISMO
407
1 5 3 ) . Y , siendo "falsa l a p r i m e r a premisa del " a r g u m e n t o " (?)
es falsa su conclusión: los marburguienses (Neokantianos) sust e n t a n u n a metafísica" ( p . 1 5 4 ) . Son igualmente falsas todas
las respuestas que, apoyándose en su falsa conclusión, da usted
a mis cuatro preguntas.
Caso: A pesar de todas las "alegaciones" del señor profesor
Rodríguez, el sencillo silogismo de que me valí para demostrarle
q u e los marburguienses sustentan u n a metafísica, permanece
todavía intacto. Dice m i i m p u g n a d o r que m i silogismo "llega
a u n a conclusión falsa por ser falsa l a p r i m e r a premisa". ¿ Q u é
razones proporciona m i controversista para declarar que sea
falso afirmar que l a metafísica es l a ciencia que tiene por objeto
elaborar u n a teoría del ser? Ésta: " ¡ u s t e d sostiene una metafísica
realista cuya explicación del ser se distingue radicalmente de l a
explicación
del ser que sostenemos los neokantianos, a l grado
de que se excluyen recíprocamente!". C o n este argumento acab a usted de declararnos que los neokantianos sostienen una metafísica que se opone radicalmente a l a metafísica que nosotros
sostenemos. ¡Esto comprueba, con l a propia expresión de usted,
que " n o es falso, sino m u y verdadero, afirmar que los neokantianos sostienen u n a teoría del ser, es decir, u n a metafísica!".
Y con este argumento, pretende usted significar que ha i n v a l i d a d o la premisa mayor de nuestro silogismo. "¡Maravilloso! L o
anterior equivaldría a decir: l a astronomía de Ptolomeo es astronomía porque estudia las leyes del m o v i m i e n t o de los astros.
L a astronomía copernicana proporciona, también, u n a teoría
d e l m o v i m i e n t o de los astros; ¡ pero como son radicalmente distintas u n a y otra teoría, l a de Ptolomeo sí es en verdad astronomía, en tanto que l a de Copérnico no lo es, porque no
reproduce los caracteres de l a Ptolomeo!" ( p p . 162 y 163.)
E l licenciado Rodríguez pretende también invalidar nuestro
silogismo, diciendo: " Y o l l a m o lógica a l a explicación del ser
que acepto, "pero si usted tiene personal preferencia de l l a m a r l a
metafísica, se lo acepto y también le acepto que la llame m a r burguiense, y a u n verde, no discuto palabras; lo que no a d m i t o
es que pretenda usted identificar con el mismo nombre cosas
distintas, opuestas, como lo hace en sus textos". Este curioso
párrafo, nos instruye que usted " l l a m a lógica a la explicación
408
JUAN
HERNÁNDEZ
LUNA
del ser que acepto, en lo que de veras hace m a l , porque u n a
teoría panlogista llámesela como quiera nombrársela, es m e t a física". Según la opinión de l a filosofía contemporánea, todo
panlogismo,
todo idealismo lógico, toda hipótesis como la de los
marburguienses, es metafísica. " Y si nosotros llamamos a los de
l a escuela de M a r b u r g o , marburguienses, no es porque así nos
viene en gana, sino por obvias razones; y si no nombramos al
panlogismo de M a r b u r g o " V e r d e " , es porque l a esencia de lo
verde no concuerda con l a esencia del pensamiento panlogista
marburguiense, que constituye, en cambio, u n a clara posición
metafísica" (p. 165). "Nosotros no aceptamos que se nombren
equivocadamente las cosas ni que se confundan las esencias de lo
marburguiense, lo verde y lo metafísico. L o que sí hemos logrado
comprobar es que don G u i l l e r m o Héctor Rodríguez confunde
l a esencia de la metafísica marburguiense, con l a lógica pura,
en tanto que nosotros ponemos verde, o si se quiere vestimos de
oro y azul, a l fetiche de la capilla de M a r b u r g o " . (p. 164.)
Los filósofos de M a r b u r g o declaran que "ser existente es
estar en conexiones de leyes, lo cual es simplemente lógico, pero
n o metafísico. N o señor: todo panlogismo es metafísico, lo mism o el elaborado por Hegel que el elaborado por los m a r b u r guienses. Q u i e n hace de l a lógica l a sustancia misma de l a realidad, construye u n a teoría metafísica; quien dice que l a existencia
posee u n a estructura lógica, edifica u n a ontología y no una
lógica", ( p . 163.)
Imposibilidad
de la
intuición
Rodríguez:
E l maestro Caso pretende construir la metafísica
que defiende partiendo de l a intuición. Pero l a intuición carece
por completo de valor explicativo en todas las ciencias filosóficas. Demostraré esta afirmación t o m a n d o como ejemplo a E d m u n d o Husserl, el f u n d a d o r del método fenomenológico.
L a intuición no es posible porque "niega el carácter irreversible de l a relación entre sujeto y objeto de conocimiento científico" ( p . 8 0 ) . " E l sujeto o sus modalidades no pueden, como
tales, desempeñar el papel de objeto, c o n t r a lo que, contradic-
EN
TORNO A L NEOKANTISMO
409
toriamente, creen Husserl y los escolásticos" (p. 3 0 ) . Paul N a t o r p , a l discutir con Husserl sobre este p u n t o dice: " E l yo. . .
n o es consciente de (para) sus contenidos, como el contenido
l o es para él". " E l (el yo) mismo no puede tornarse contenido
y no es semejante a nada de lo que puede ser contenido de la
conciencia" (p. 3 0 ) .
"Pero suponiendo, sin conceder, posible la intuición, suponiendo que pudiésemos saltar sobre nuestra propia sombra, que
fuera posible percibir nuestra percepción u otro acto nuestro
que a l a vez fuese consciente de nosotros, iremos a las siguientes
conclusiones absurdas:
Caeríamos en u n regresus in infinitum,
pues como el principio de todos los principios
es la intuición, resulta que,
como garantía de l a intuición, Husserl sostiene a la i n t u i ción misma, por lo que, como nueva necesaria garantía
de validez de l a nueva intuición se necesitaría otra, l a
intuición de l a intuición, etc.
Además, convertir a l a intuición en objeto y fundamento
de la intuición misma es encerrarse en u n círculo, en u n
dialelo, porque l a intuición que garantiza la validez de
otra supone a esta otra p a r a valer ella y poder garantizar
l a otra.
" L a intuición dotada de evidencia apodíctica o percepción de algo como necesario, con ausencia de d u d a y con
la imposibilidad de ésta, es concomitante tanto del j u i c i o
verdadero como del falso, así p. ej., percibe con evidencia
que es verdad que el todo es mayor que sus partes, pero
es evidente también que es falso que el todo es menor
que sus partes; el j u i c i o falso y el verdadero tienen de
común l a evidencia de l a intuición, ¿ c ó m o distinguirlos por
lo que tienen de común? C o n l a intuición no se pueden
explicar, (p. 31.)
E l maestro Caso, j u n t a m e n t e con los predicadores de la i n tuición, creen que l a "salvación de l a filosofía" reside en el
" i n t u i c i o n i s m o concordante con el pensamiento r a c i o n a l " . Es
decir, por u n a parte, con el intuicionismo (concepto trascendente de v e r d a d ) , sostienen que algo es verdad porque les aparece
sin supuesto, en carne y hueso, en persona, y, por otra parte,
con el "pensamiento r a c i o n a l " (concepto inmanente de v e r d a d ) ,
410
J U A N HERNÁNDEZ L U N A
a d m i t e n y sostienen que u n j u i c i o es racionalmente verdadero
porque implica supuestos, supuestos que son las leyes lógicas
del j u i c i o verdadero. L o anterior es " a f i r m a r al mismo tiempo
dos proposiciones contradictorias como verdaderas", pues se
excluyen recíprocamente intuicionismo y pensamiento racional.
Esto es lo que el maestro Caso y los demás fenomenólogos l l a m a n "intuicionismo concordante con el pensamiento racional"
( p p . 31 y 3 2 ) .
" ¿ C o n t a l irracionalismo y t a l "concordancia" se ¡pretende
construir u n a lógica, una metafísica, u n a filosofía en general?"
( p . 32.)
La intuición:
Caso:
principio
de todos los
principios
L a filosofía de l a escuela de M a r b u r g o , que profesa
el señor profesor Rodríguez, apoyada en e l método trascendent a l , niega l a intuición como parte esencial y fundamental del
método filosófico. E l método
trascendental
constituye el objetivo
de l a escuela de M a r b u r g o . N a t o r p , el "talentoso discípulo" d e
K a n t , señala a este método dos requisitos: el primero es su "constante relación" con el factum
c u l t u r a l , "con los hechos históri-
cos, con l a fecunda v i d a de l a ciencia, con las manifestaciones
del arte, con los aspectos de l a religión, en suma, con l a C u l t u r a " ; el segundo es indicar para el factum
m e n t o de derecho", la deductio
juris,
cultural, "el funda-
que postula como tarea
i n f i n i t a del conocer u n eterno no conocer, u n a incógnita por
despejar, que es el noúmeno.
Pero en este postulado del método
trascendental está la limitación e incongruencia de dicho método, porque, por u n a parte, niega lo irracional absoluto; y por
la otra, a f i r m a lo irracional como incógnita. " E l noúmeno k a n tiano reaparece siempre marcando el límite de la explicación y
cíe l a reductio
juris.
A l g o irracional absoluto se niega de p l a n o ;
pero no se niega lo irracional como u n a incógnita, u n a X que
n o es p r o p u e s t a para conocerla, puesto que ninguna racionalización l a agota. D e modo que se niega de plano lo irracional
absoluto, pero se a f i r m a lo irracional como incógnita; y, como
mientras más se conozca, más sabrá lo inmesurable de lo que
EN
TORNO AL NEOKANTISMO
411
se ignora, absoluto o no, el irracionalismo se levanta como otra
" a l t a t o r r e " frente al panlogismo de M a r b u r g o ; porque, ¿con
q u é derecho, se a f i r m a que el Universo es cognoscible en sí?"
ÍPP. 22 y 23.)
Este es el método en nombre del cual la filosofía de M a r b u r g o rechaza toda intuición. Más por encima de él, lo m e j o r
de l a tradición filosófica reivindica su valor. " L a filosofía escolástica recurre a l a intuición cuando sostiene l a simple
aprehensión como momento i n i c i a l del conocimiento". E l positivismo,
aunque falso, admitió " l a intuición sensible del fenómeno". K a n t
mismo, " a u n cuando no conoce más f o r m a de intuición que l a
sensible, constantemente a f i r m a que sólo partiendo de l a i n t u i ción es posible el conocimiento: E l elemento que puede ser
dado antes del pensamiento se llama intuición. Y , en otra part e : Ningún conocimiento
es posible sin una intuición". L a f i l o sofía del presente "asiste al desarrollo de la fenomenología y
a l método fenomenológico basado en la intuición. La intuición
nos da el ser. Husserl dice: E l principio
de todos los
principios
es la intuición. Para Bergson, el núcleo de lo real se da también
en la intuición. Scheler, anota Hessen, admite, además, u n a
intuición emocional, y ve en ella el órgano del conocimiento
de los valores. Éstos se hallan completamente vedados al i n telecto. E l intelecto es t a n ciego para los valores como el oído
p a r a los colores".
¡ Sólo los discípulos de Cohen j u r a n guerra a muerte,
ruda repulsión, al conocimiento
inicial, al
conocimiento
intuitivo!
¿ C ó m o extrañar que nieguen el ser n i que pretendan reducirlo a u n a p u r a síntesis conceptual?
" N o son, en v e r d a d , kantianos; sino corruptores del k a n tismo; lo seleccionan arbitrariamente. Su a c t i t u d de negar,
lá intuición los lleva a considerar que los primeros p r i n cipios son meros "supuestos", hipótesis, no verdades supremas. N i e g a n l a d i g n i d a d de los más altos conocimientos;
y, de acuerdo con l a añeja a c t i t u d de los escépticos (Sexto
Empírico también juzgó que los primeros principios son
meras "hipótesis"), d a n a todo el saber u n carácter problemático; porque lo que en u n a hipótesis se f u n d a m e n t a
sólo puede ser hipotético. . . ¡ A tales extremos conduce
el espíritu sistemático! Estos son los frutos necesarios de
412
JUAN
HERNÁNDEZ
LUNA
negar a l a mente que conoce, el principio
cipios', l a intuición, (p. 71.)
de todos los
prin-
"Esta r u d a repulsión, esta innegable animosidad de Cohén y
N a t o r p contra l a intuición como parte esencial y fundamental
del método filosófico, es lo que hace del neokantismo u n a f i losofía claudicante para l a conciencia intelectual de nuestro
tiempo. Por u n lado los tres grandes ingenios: Bergson, Husserl
y Scheler, los "predicadores de l a intuición"; por el otro, Cohén,
N a t o r p y los demás panlogistas, los predicadores de la "deductio
j u r i s " . (p. 24.)
" ¡ C o n la intuición como parte del método filosófico, se
abandona el panlogismo y se confiesa el ser! N a t o r p ha escrito:
"Nosotros no queremos ser salvados: Navigare
necesse
est;
¡pero l a filosofía se salva" del idealismo crítico! Su salvación
reside en el intuicionismo concordante con el pensamiento r a c i o n a l " , (p. 24.)
" P l o m a n d o a K a n t como a uno de los máximos exponentes
del genio filosófico, juzgamos contar ya con elementos bastantes
a situar nuestro saber, más allá de los límites que marcó l a
Crítica de la Razón Pura",
(p. 15.)
Fisonomía
de los
polemistas
E n el curso del debate, el maestro Caso hizo al neokantismo
de la escuela de M a r b u r g o cinco objeciones: a) que i d e n t i f i caba el problema ontológico con el problema gnoseológico;
b ) que negaba l a metafísica y l a intuición; c) que, sin darse
cuenta, constituía u n a metafísica sui generis; ch) que i d e n t i f i caba las esencias con l a conciencia en general, sin advertir que
la conciencia en general es en el fondo sólo u n a esencia i d e a l ;
y d ) que incurría en u n nuevo y suspicaz subjetivismo. Las tres
primeras objeciones fueron discutidas, desde el p r i n c i p i o hasta
el f i n a l de la polémica, por el maestro Caso y por su discípulo
Rodríguez. Las otras dos, únicamente fueron presentadas por el
maestro, pero no discutidas p o r el discípulo.
E l maestro Caso, a l discutir las tres objeciones mencionadas,
argumentó invocando l a a u t o r i d a d de veintinueve autores d i -
EN
TORNO A L NEOKANTISMO
413
ferentes: Scheler, K a n t , Husserl, Aristóteles, Santo Tomás, B r e n tano, N a t o r p , Rickert, Hegel, Fichte, Platón, Meyerson, Einst e i n , Cohén, Bergson, Hessen, Condillac, Stuart M i l i , D ' A n n u n zio, Sexto Empírico, Külpe, Gründler, Comte, N a r c h , C a r n o t ,
M a i n e de Birán, Schopenhauer, Leibnitz, Descartes y G u r v i t c h .
D e estos autores, los citados mayor número de veces f u e r o n :
Scheler, H u s s e r l / K a n t , N a t o r p y Meyerson.
E l licenciado Rodríguez, al discutir esas mismas cuestiones,
argumentó con l a autoridad únicamente de cinco autores:
Cohén, N a t o r p , Külpe, K a n t y Platón. Los más citados fueron
Cohén y N a t o r p .
A l discurrir en derredor de las cuestiones debatidas, el maest r o Caso empleó términos y vocablos enérgicos en contra de su
adversario y de l a filosofía que combatía. Caso pensaba que
este era el tono que debería usar el verdadero polemista, no
sólo porque enaltecería a las personas que polemizaban con
él, sino porque es l a " a c t i t u d p u l c r a del dialéctico empeñado
e n la desinteresada prosecución de l a v e r d a d " (p. 3 5 ) . Esto
explica el acento, en ocasiones violento, de las siguientes frases:
" e l neokantismo es u n conceptualismo hipertrofiado" ( p . 53) ;
" l a reacia filosofía de M a r b u r g o " (p. 72) ; "los recalcitrantes p a n logistas de M a r b u r g o " (p. 73) ; "complicado y estéril logicism o " . (p. 74) ; "pobre y esquemática ontología pseudocientífica"
( p . 92) ; " m a l t r e c h a filosofía de M a r b u r g o " (p. 9 3 ) ; "infieles
discípulos de K a n t " ( p . 1 2 6 ) ; etc.
E l licenciado Rodríguez, por el contrario, se mostró en l a
polémica mesurado y respetuoso con el maestro Caso. L o llamó:
" m i querido y egregio maestro de l a idea y de l a vida e j e m p l a r "
( p . 27) ; le " p i d o perdón si lo he molestado, pues ello no se debe
más que a m i torpe expresión, pero no a mis intenciones que
consisten en pedirle que, como lo h a hecho desde que nos conocimos, me dé sus siempre nuevas enseñanzas" (p. 32) ; " m i
dilecto maestro" (p. 49) ; "suplico perdón a l maestro" (p. 50) ;
" c o n el mayor gusto y con el mayor respeto reitero al maestro
l a demostración de m i posición" ( p . 63) ; "respetable maestro"
( p . 65) ; "inigualable maestro" (p. 79) ; " m i siempre excepcional maestro" (p. 83) ; "le suplico a m i querido maestro" ( p .
84) ; "verdadero maestro e intergérrimo caballero" (p. 97) ; " m i
414
JUAN
HERNÁNDEZ
LUNA
querido y muy respetable maestro" (p. 115) ; "maestro de la
idea y de la vida ejemplar" (p. 113); etc.
La polémica, no obstante la importancia de las tres cuestiones disputadas, resultó desigual. Desde los primeros artículos
fue notoria la superioridad del maestro Caso frente a su discípulo. Los artículos de Caso aparecían redactados de manera
espontánea y fácil. Se notaba en ellos un gran dominio de las
cuestiones discutidas y una argumentación maciza. Eran artículos claros y amenos. Puede decirse que su adversario no dio a
Caso muchos dolores de cabeza, no le exigió pesadas faenas
mentales; antes bien, jugó, se divirtió con él, llegando hasta
decir que los argumentos del licenciado Rodríguez ardían "no
ya en un candil, sino en el mortecino fuego de una cerilla"
(p. 163).
Los escritos del licenciado Rodríguez, en cambio, parecían
redactados con dificultad. Los temas discutidos eran tratados
de manera embrollada y con una argumentación débil y monótona. Repetía hasta el cansancio las mismas preguntas y argumentos, lo cual restó a la polémica lucidez y provocó el tedio
en el lector. Tal monotonía se halla patente hasta en los títulos
de sus ocho artículos. Los cuatro primeros empiezan siempre
con la frase: "La filosofía científica neokantiana y . . . " . Los
otros cuatro terminan siempre con esta frase: "Intacta la filosofía crítica. . .". Títulos, todos, que por su tautología, fatigaban
al lector.
Tan notoria fue la superioridad del maestro Caso en esta
polémica, que en varias ocasiones reprochó al licenciado Rodríguez su débil argumentación y su falta de respuesta a las
objeciones formuladas por él a la escuela neokantiana de Marburgo. El "señor profesor Guillermo Héctor Rodríguez no ha
acertado a desvanecer los argumentos sostenidos por nosotros,
en pro del realismo metafísico. . ." (p. 53). "Con prontitud que
quizá expresa festinación por la clausura de nuestro debate,
don Guillermo Héctor Rodríguez sintetiza sus puntos de vista,
sin discutir siquiera algunas de nuestras objeciones" (p. 105).
"Con el objeto de ordenar las numerosas objeciones que la f i losofía del presente concibe en contra del idealismo de los marburguienses, redactamos un abecedario cabal, que don Guillermo
E N
T O R N O
A L
N E O K A N T I S M O
415
Héctor Rodríguez no se ha servido impugnar, oponiendo cada
tesis contraria a las sostenidas p o r nosotros", (p. 123.) " E l señor
Rodríguez no h a logrado objetar, victoriosamente, los puntos
que le hemos propuesto. C o m o u n a polémica no se clausura sin
razón n i se provoca sin motivo, nos va a perdonar nuestro excelente amigo si insistimos en que los marburguienses f o r m u l a n
u n a metafísica sui generis", (p. 1.41.) Así, pues, Rodríguez no
sólo se defendió débilmente, sino que trató en uno de sus artículos de "cerrar l a polémica", (p. 120.) L a consecuencia de esta
desigualdad en el debate fue que los lectores de E l Universal
perdieran el interés por l a polémica y que el director del periódico mencionado se negara a seguir publicando los artículos de
los polemistas.
E l anacronismo de la escuela
de Marburgo
en 1937
filosófica
L o que el maestro A n t o n i o Caso quería al discutir con su discípulo Héctor G u i l l e r m o Rodríguez, era probarle que l a posición filosófica neokantiana, marburguiense, que sustentaba en
sus cátedras de filosofía y de derecho, resultaba, en 1937, anacrónica. E l neokantismo marburguiense fue — c o m o dice el maest r o Caso a l comentar l a disertación que N a t o r p pronunció en
1912 en l a Sociedad de Estudios Kantianos—
" l a filosofía de l a
A l e m a n i a anterior a l a g u e r r a " , ( p p . 19 y 20.) E l " e r r o r del
sistema de M a r b u r g o estriba en la antigua d i f i c u l t a d a que se
refiere N a t o r p : l a contraposición de la intuición y el pensar,
y el rechazamiento de l a intuición". Pero l a filosofía actual, l a
filosofía contemporánea ( l a de 1937, no l a del año doce del
siglo, fecha de l a conferencia célebre de N a t o r p ) asiste al "desarrollo de l a fenomenología y al método fenomenològico basado
en l a intuición. L a intuición nos da el ser", (p. 23.) " E l agnosticismo kantiano h a sido superado por los resultados de la fenomenología contemporánea", (p. 15.)
Este j u i c i o del maestro Caso acerca del neokantismo de
M a r b u r g o , como u n a filosofía anacrónica, coincidía con el que
tenían los hombres cultos de Alemania, Francia y España de
aquellos días. U n autor alemán, Ernest V o n Aster, escribía este
416
J U A N
HERNÁNDEZ
LUNA
j u i c i o sobre el neokantismo: " L a s obras de Cohen, en realidad
de difícil comprensión, pero vivificadas por u n fuerte sentimiento filosofico y robustecidas por el i n f l u j o de su personalidad
entera, tuvieron la eficacia de f o r m a r escuela, a l a que pertenecen Pablo N a t o r p (1854-1924), Ernesto Cassirer, Gualterio
K i n k e l , Alberto G o r l a n d . Sin embargo, desde la muerte de su
f u n d a d o r l a cohesión de l a 'escuela de M a r b u r g o ' era m u y f l o j a
a pesar de l a importante personalidad de Ernesto Cassirer.. . "
2
U n autor francés, Georges G u r v i t c h , expone el siguiente j u i cio acerca del neokantismo: " D u r a n t e los treinta y hasta cuarenta años que precedieron a l a conflagración m u n d i a l , fue la
filosofía neokantiana l a que predominó absolutamente, tanto en
las universidades como en l a producción filosófica alemana
en general. . . Todavía en 1912, cuando se festejó el sexagésimo
segundo aniversario de H e r m a n n Cohen, el comentarista más
calificado de las tres Críticas de K a n t y el jefe de l a escuela
de M a r b u r g o , todas las revistas filosóficas alemanas hablaban del
neokantismo como del m o v i m i e n t o más visible y de más p r o f u n d a influencia sobre l a filosofía alemana contemporánea.
"Y,
sin embargo, en diez años o menos h a cambiado comple-
tamente l a perspectiva. E l neokantismo retrocede y sólo se defiende débilmente".
3
U n autor español, José Ferrater
Mora,
decía : " . . . el neokantismo y sus principales direcciones, las escuelas de Badén y de M a r b u r g o , h a n ido perdiendo el predominio
que
tuvieron
especialmente en
Alemania
hasta 1914
aproximadamente; l a irrupción de l a fenomenología,
los t r a -
bajos para l a constitución de u n a ontologia y los intentos m e t a físicos más recientes, así como, en general, cuanto f o r m a parte
de l a crisis filosófica abierta desde comienzos del siglo, h a n
arrinconado al neokantismo. . . "
4
Cf. Ernest V O N A S T E R . Historia de la filosofía. Empresa E d i tora Zig-Zag-Santiago de C h i l e , p. 360.
Cf. Georges G U R V I T C H . Las tendencias actuales de la filosofía
alemana. E d i t o r i a l Losada, S. A . Buenos Aires, p. 17.
José F E R R A T E R M O R A . Diccionario de Filosofía. E d i t o r i a l A t l a n te, S. A . México, D . F . , 1 9 4 1 , p . 384.
2
3
4
E N
T O R N O
A L
N E O K A N T I S M O
417
Así, pues, el maestro A n t o n i o Caso, en su polémica con el
licenciado Rodríguez, no sólo combatía a u n a filosofía que
negaba la metafísica y la intuición, sino a u n a filosofía que había
m a n t e n i d o su hegemonía en las universidades de A l e m a n i a desde fines del siglo pasado hasta 1914, pero cuya influencia
había sido eclipsada por l a fenomenología. ¡Tínicamente en
nuestra Universidad Nacional Autónoma de México, se daba
el caso, raro en el m u n d o , del licenciado G u i l l e r m o Héctor R o dríguez y de sus discípulos, que se obstinaban en presentar como
vigente, en 1937, el neokantismo de l a Escuela de M a r b u r g o !
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