SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal en sus conclusiones definitivas estimó que los hechos eran constitutivos de dos faltas de imprudencia leve del artículo 621.2 del Código Penal vigente en el momento de los hechos; consideró a los acusados JAUME ISERN LLADO y a ANTONI BUJOSA ALEÑAR autores responsables de cada una de las faltas; sin la concurrencia de circunstancias modificativas de responsabilidad criminal, y en virtud de lo establecido en la disposición transitoria cuarta de la ley orgánica 1/2015 estimó que no procedía imponer pena alguna a dichos acusados. TERCERO.- En el mismo trámite, la acusación particular consideró que los hechos eran constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia grave, previsto y penado en el artículo 142.1 del Código Penal; considerando a los acusados JAUME ISERN LLADO y a ANTONI BUJOSA ALEÑAR autores responsables de dicho delito; sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, y solicitó que se impusiera a ANTONI BUJOSA ALEÑAR, la pena de cuatro años de prisión, y la inhabilitación por periodo de seis años para el ejercicio de su profesión electricista, y a JAUME ISERN LLADO, la pena de tres años de prisión, y la inhabilitación por periodo de seis años para el ejercicio de cargo público. Dichos acusados deberán ser condenados a indemnizar, conjunta y solidariamente, a sus representados, Isacc Grimaldo y familiares, en la cantidad de 100.000 €, por daños y perjuicios ocasionados, y por los daños morales causados por la muerte de su hijo David Grimaldos González, solicitando que de dicha cantidad se declare la responsabilidad civil subsidiaria del Ayuntamiento de Bunyola. CUARTO.- En el mismo trámite los Letrados de los acusados y del responsable civil subsidiario solicitaron la libre absolución de sus defendidos. HECHOS PROBADOS PRIMERO.- Probado y así se declara que el día 31 de agosto de 2014, David Grimaldos González, soltero, nacido el día 30 de octubre de 1995, hijo de Isaac Grimaldos y de Margarita González, se encontraba en la localidad de Bunyola en la verbena de la fiesta de los quintos. Sobre las 00.30 horas se dirigió al paseo Antonio Estarellas, y a la altura del número 21, se encaramó a una barrera metálica sujetándose con ambas manos con la intención de saltar al otro lado de la valla para ir a orinar, y, en el momento en que para auparse puso los pies en la farola que se encontraba sobre un muro, recibió una fuerte descarga eléctrica que, tanto por su voltaje como por su intensidad, le produjo de forma inmediata una parada cardiorrespiratoria y, pocos minutos después, la muerte, no obstante los intensos y continuos intentos de reanimación que personas y personal médico le estuvieron efectuando. La causa fundamental de la muerte fue la electrocución. SEGUNDO.- Esa letal descarga eléctrica se produjo como consecuencia del mal estado de la farola, dado que la luminaria estaba rota, lo que no garantizaba la estanqueidad de la misma; en el interior de la misma, no había fusible de protección, se había puenteado, y en su lugar, se había instalado un conductor que no protegía la instalación; existía un cable suelto (conductor activo) y deteriorado que hacia contacto con la carcasa del báculo, y que provocaba que toda la farola tuviera tensión y al tocarla se produjo la descarga. Tras la investigación posterior al fallecimiento, se descubrió que, además del aludido deficiente estado de la farola y de su cuadro eléctrico, había graves deficiencias en la instalación del alumbrado que daba luz a las farolas del Paseo, pues las protecciones ubicadas en el cuadro eléctrico general (de mandos) estaban inhibidas, y por tanto no protegía contra las descargas. Ha quedado probado que dichas farolas se alimentaban directamente del contador, ya que el suministro eléctrico no se interrumpió cuando se bajaron los diferenciales. Lo mismo ocurría al desarmar los interruptores magnetotérmicos del cuadro, razón por la cual quedaron precintados dichos elementos. La Dirección General de Industria del Govern Balear acordó que toda la zona quedara sin servicio eléctrico hasta que se arreglara toda la instalación. TERCERO.- Ha resultado probado que el acusado ANTONI BUJOSA ALEÑAR, era funcionario del Ayuntamiento, por oposición, desde el año 1978, con la cualidad de electricista. Tenía el título de Oficial industrial en la rama de electricidad y en la modalidad de Instalador –Montador, título expedido por el Ministerio de Educación y Ciencia en fecha 2604-1969, estando entre sus cometidos el mantenimiento de las instalaciones eléctricas del municipio, y entre sus funciones específicas estaba mantener en buen estado la farola, el cuadro de la misma y el cuadro de mandos. Dicho acusado, conocía y sabía que dicha farola daba descargas, era conocedor del mal estado de la misma, de su cuadro interior y del cuadro general. Pese a ello no adoptó ninguna medida para evitar o eliminar las descargas eléctricas, no procedió a repararla (ni la luminaria, ni el cuadro) ni colocó ningún diferencial que protegiera la línea de las farolas. No consta suficientemente probado que JAUME ISERN LLADO, Alcalde de Bunyola en la fecha de los hechos, conociera el mal estado de la farola, ni de su cuadro eléctrico, ni que la misma producía descargas antes del accidente. Tampoco ha quedado acreditado estado en que se instalación. que tuviera conocimiento del deficiente encontraba el cuadro general de dicha CUARTO.- La farola y la instalación es propiedad del Ayuntamiento de Bunyola, el cual ha abonado a la familia de David la cantidad de 20.000 euros. La Aseguradora Generali abonó la cantidad de 150.000 euros. QUINTO.- Antoni Bujosa Aleñar, es mayor de edad, carece de antecedentes penales. No estuvo privado de libertad por esta causa. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- Es obligado comenzar la presente resolución advirtiendo que el proceso de formación y convicción judicial que la ha presidido en todo momento ha estado envuelto en dos sentimientos si no enfrentados sí contradictorios, de un lado el de pesadumbre que supone siempre enjuiciar unos hechos fatídicos, consecuencia de los cuales se produjo el desgraciado fallecimiento de David Grimaldos, y de otro lado el de efectuar un estudio de las circunstancias, pruebas y hechos conforme, lógicamente, a parámetros de legalidad y de presunción de inocencia, tratando de lograr que tan nefasto resultado no conduzca ni incida en el proceso de formación y convicción psicológica para el maceramiento de la presente resolución judicial que no es sino el resultado de la percepción, razonamiento y valoración de la prueba plasmado en una decisión. Dicho lo cual, el artículo 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (establece que "El Tribunal, apreciando según su conciencia las pruebas practicadas en el juicio, las razones expuestas por la acusación y la defensa y lo manifestado por los mismos procesados, dictará sentencia dentro del término fijado en esta Ley". El sistema de libre valoración de la prueba no supone que el Ordenamiento Jurídico recoja una serie de máximas de la experiencia con arreglo a las cuales puedan declararse unos hechos como probados con independencia del convencimiento del juzgador respecto de los mismos, sino que incide directamente en este conocimiento como elemento directo de decisión. Libre valoración no significa, sin embargo que la decisión se base en el capricho del juzgador ni tampoco que los criterios de razón utilizados no hayan de ser motivados en la resolución decisoria que se dicte. Como ha señalado el Tribunal Constitucional entre otras en Sentencia 116/1997, de 23 de junio, la Sentencia 32/1995, de 6 de febrero, o bien Sentencia 283/1994, de 24 de octubre, la práctica de la prueba ha de estar revestida de formas que garanticen su pureza, con respeto al principio de contradicción, en la valoración en conciencia por el Juez existirá una libertad, cuya guía han de ser las reglas de la sana crítica, el juez habrá de ponderar libremente los distintos elementos de prueba, valorando su significado y trascendencia, en orden a la fundamentación del fallo contenido en la Sentencia. Para que dicha ponderación pueda desvirtuar la presunción de inocencia, será preciso una mínima actividad probatoria de cargo, con suficientes garantías procesales y de las que pueda deducirse no sólo la existencia del hecho punible sino también la culpabilidad de los acusados, debiendo en consecuencia discriminarse, la actuación de cada una de ellos para discernir si han cometido el delito de homicidio involuntario causado por imprudencia grave que la acusación particular les atribuye. Es obligado punto de partida para el enjuiciamiento del asunto, el establecimiento de las circunstancias y de las causas en que se produjo el fallecimiento de David. Para ello se han tomado en consideración las declaraciones de los acusados, de los testigos, la prueba documental debidamente introducida y especialmente los informes periciales. En cuanto a los datos puramente identificativos (fecha, hora, lugar, datos de identidad) son cuestiones no controvertidas. En cuanto a los datos expresivos del modo en que se produjo el accidente, que permiten individualizar la responsabilidad de los acusados, se han valorado los siguientes medios de prueba practicados en el acto del juicio oral que a continuación se expresan: A) Declaración de los acusados: 1.- El acusado Jaime Isern Lladó, se acogió a su derecho a no contestar a las preguntas de la acusación particular; a las de las demás partes contestó que fue alcalde de Bunyola desde el mes de julio de 2007 hasta Julio 2015; que es de profesión maestro, y no tiene nociones de electricidad; que en el Ayuntamiento había un Regidor de infraestructuras, y que nunca, en ningún momento, le dijeron que había problemas con las farolas, ignorando que la farola diera calambrazos. Señaló que el acusado Bujosa es funcionario del Ayuntamiento desde 1976 ó 1977. Que se contrató a una empresa externa para que hiciera un estudio a fin de adecuar la instalación eléctrica del Ayuntamiento a la normativa actual. Con exhibición del folio 700, señaló que es el presupuesto de la empresa Cabot, el cual se remitió al Ayuntamiento en fecha 5 de marzo de 2007, puntualizando que en esta fecha todavía no era Alcalde. 2.- El acusado Antoni Bujosa, igualmente se acogió a su derecho constitucional a no contestar a las preguntas de la acusación particular. A las preguntas del Ministerio fiscal declaró que tiene el título de electricista, concretamente el que obra al folio 132, habiendo realizado tres cursos de electricidad. Señaló que en el año 1978 aprobó las oposiciones y entró como funcionario en el Ayuntamiento, que los únicos requisitos eran ser mayor de edad y menor de 45 años. Que su tarea era el mantenimiento de las instalaciones eléctricas del municipio, incluidas las farolas, las luces…etcétera. Que en el año 2002, se publicó el Real Decreto electrotécnico, pero no sabía que tenía que convalidar el título ya que nadie del Ayuntamiento se lo dijo. Señaló igualmente que en el Consistorio se externalizaba el servicio si había que hacer grandes instalaciones como por ejemplo una parcelación; en estos casos se contrataba una empresa externa autorizada. Que el Ayuntamiento pidió presupuesto a una empresa. Con respecto a las deficiencias en las farolas, el acusado señaló que nunca lo habló con el Alcalde Isern. Dijo que la farola en cuestión nunca le había dado problemas, que no se revisaban, que lo hacían sólo cuando había un requerimiento, y que si nadie le decía nada no iba cada día a revisar farola por farola; que las farolas no estaba incluidas en el presupuesto 2007, que sólo lo estaba el cuadro general que alimentaba la farola. Que esas farolas se abren con cualquier llave tipo Allen, y que en las fiestas la gente las abría “para hacer una gracia”. Preguntado sobre lo ocurrido el día 31 de Agosto de 2014, dijo que nadie, nunca, le había dicho que dicha farola diera calambres, que de otra (farola) sí pero que de ésta nunca le habían comentado nada, y que después del accidente no vio la farola por dentro. Que sabía que dicha farola tenía toma de tierra. Se le exhibieron las fotos del folio 58 (cuadro de la farola) señalando que el fusible está para proteger la lámpara, para que no se funda la bombilla; al folio 59 explicó que no ve alteraciones importantes, solo un cable quemado porque dentro hay un bicho. Al folio 60 (foto de la farola), señaló que a simple vista no se percibe nada en particular, explicando que es posible que la toma de tierra no absorbiera la electricidad y que la puerta metálica ejerciera de conductor. Que cuando se hizo la comprobación la toma de tierra funcionaba bien. En opinión del declarante la farola estaba bien conservada, existiendo la posibilidad de que bien un animal o bien alguien manipulara el cable, ya que se podía abrir el cajetín y manipularlo. Que el declarante vive en la zona donde está ubicada la farola en cuestión, y pasa por allí cada día. Que dicha farola tenía unos 40 ó 45 años de antigüedad, y que las mismas no se han cambiado. Admitió que no tenía el carnet de baja tensión, y que no es instalador autorizado, y que nadie le dijo que tenía que convalidar el título. Se jubiló en 2014; que en el municipio hay unas 600 ó 650 farolas, y además siete ú ocho edificios públicos, y que de todo se encargaba el declarante, salvo cuando estaba de baja o de vacaciones en que lo hacían otros funcionarios. B) En cuanto a las pruebas testificales: 3.- El Guardia Civil con TIP L 11155-I, declaró que el día 31 de agosto de 2014 estaba de servicio, concretamente en seguridad ciudadana ya que en Bunyola había una fiesta de los quintos. Le avisaron indicándole que, a unos 50 m del lugar donde se encontraba, había un chico que había tenido un accidente. A llegar donde estaba, lo vio tumbado en el suelo, seminconsciente, y con sangre en la boca. Habló con un amigo del “chaval”, quien le explicó que éste había ido a orinar, y que al agarrarse a la farola se había quedado pegado, que habían intentado arrancarlo tirando de él hasta que lo consiguieron. Rápidamente, avisó a los servicios sanitarios, y a la ambulancia del 061; dijo que su compañero Guardia Civil tocó la farola con el codo, y le dio un calambrazo saliendo la linterna disparada. Explicó, que en el lugar de los hechos, varias personas del pueblo decían que la farola daba calambrazos, y que habían informado al ayuntamiento. Se le exhibieron las fotos obrantes a los folios 93 y 94, reconociendo las fotos de la farola y la barrera, señalando que estaba tal cual se ve en dichas fotografías, tanto la farola como la barrera metálica. 4.- El Guardia Civil E 49533 A, declaró que llevó a cabo la inspección ocular; llamaron a los de Gesa y a los de Industria; que dieron la orden de que por razones de seguridad se desconectara la farola, y que se cortara la luz. Vio el cuadro de la farola, exhibiéndole las fotos de los folios 94, manifestando que la farola estaba cerrada, y que el cajetín estaba tal cual se ve. Se le exhibieron las fotografías que obran a los folios 55 a 59, afirmando que dichas fotos fueron tomadas por su compañero y por el declarante en el mismo momento, recordando que los operarios de Gesa realizaron las mediciones. Se le exhibieron también las obrantes a los folios 223 a 225, manifestando que esas fotos las tomó el declarante en el mes de octubre, cuando se realizó una nueva inspección ocular, tratándose de fotografías relativas al exterior de la caseta de Gesa que da luz al alumbrado público. Al igual que su compañero, señaló que varios vecinos del pueblo dijeron que la farola les había dado un calambrazo, y que lo habían comunicado al ayuntamiento. Se realizó otra inspección ocular en Diciembre 2014 en la que estuvo presente el acusado Bujosa. En cuanto a las fotos de los folios 222 a 224, se hizo constar que había dejado un palo en una posición muy concreta, y que al abrir de nuevo el palo había sido cambiado. Al folio 223, se observa que el palo aparece hacia arriba, en el folio 224 aparece de otra manera. Señaló que precintaron el cuadro con cinta, pero que dichas cintas puede romperlas cualquier persona, y por eso se hizo constar que el precinto se había roto. Con exhibición de los folios 612 a 617 y siguientes, el testigo señaló la diligencia de desprecinto y desmontaje del cuadro eléctrico, redactándola el declarante. 5.- El Guardia Civil W85869-R, señaló que actuaron a requerimiento del Juzgado de Instrucción número siete, el cual les pidió que detallarán lo que había en el cuadro; revisaron el cableado que había. Con exhibición de los folios 223 y 224 y siguientes, declaró que son las fotografías que tomó. Dijo que se centró en el cuadro eléctrico, hizo las fotos limitándose a recoger lo que decían, y preparó una serie de preguntas. La conclusión a la que llegó dicho testigo es que el cuadro eléctrico era un “desastre”, y que no gobernaba la farola. Señaló que estaba presente el personal de Industria, y que pese a que se precintó el cuadro eléctrico, este había sido manipulado, pudiendo comprobarlo dado que el palo había sido cambiado. También participó en la Diligencia de Diciembre de 2014, y con exhibición del folio 630 concretamente la fotografía 19, dijo que Bujosa estaba presente, dicho acusado les dijo que había montado el cuadro que se ve a la izquierda con elementos extraídos de otro sitio. 6.El Policía Local de Bunyola, con número de identificación profesional A 100004, declaró que el día 31 de agosto de 1014 era una noche verbena, y fueron requeridos ya que un chico había recibido una descarga eléctrica; se dirigió al lugar, y llamó al 112, practicó maniobras de reanimación pero no fue posible mantenerlo con vida. Señaló que en el lugar había un hermano, y se llamó a los padres, al Alcalde y se cortó la música de las fiestas. Hubo comentarios de que esta farola daba descargas, pero no había ninguna queja formal, ninguna incidencia, ni ninguna denuncia, que eran comentarios del bar, y rumores. Que si hubiese sabido que la farola daba descargas o hubiera tenido quejas o averías lo hubiera informado al ayuntamiento, y que si no lo hizo fue porque lo desconocía. Se hizo una lectura de la toma de tierra, y daba 106 V voltios. Había una valla metálica pegada a la farola, que colocan los vecinos para evitar que el público acceda al camino, y se comentó que dicha valla metálica había hecho de conductor. Explicó también, que un Guardia Civil tocó con el codo la valla, y la farola le dio una descarga. El declarante explicó que varios meses después de los hechos, unos chicos le explicaron que un año antes, uno de ellos había sufrido una descarga, que se había quemado las manos, pero que no había dado “parte” ni había ido al médico. Que se lo comentó a Isern (Alcalde), y le habló del rumor que circulaba en el pueblo. 7.- Pedro Andreu Canals. Dicho testigo declaró que vive en el Paseo Antonio Estarellas, cerca de la farola. Que días antes de los hechos, tocó la farola varias veces y le dio un calambre, pero no le dio importancia porque fue una descarga muy débil. Que no lo comunicó ni al Ayuntamiento ni a Bujosa. Que después de los hechos, oyó comentarios de diversas personas que también habían sufrido calambrazos, pero fueron comentarios genéricos. 8.- Pedro Cabot Quetglas, testigo visual del hecho, manifestó que estaba en su domicilio ubicado frente a la farola; salió a la terraza, y vio que un chico se subía a la barrera metálica, y se agarraba con las dos manos a dicha barrera; cuando ya tenía medio cuerpo sobre la misma, puso el pie en la farola, para apoyarse, momento en que el chico dio un grito. Acto seguido, vio a otro chico que lo cogía fuerte y lo estiraba cayendo hacia atrás. Se le exhibió la fotografía obrante al folio 93, manifestando que se trata de la barrera que ponen en las verbenas, y que era en dicha barrera donde puso los pies. Afirmó, que antes de este día, nunca había oído que la barrera daba calambres, que cada día va a llevar la basura cerca de la farola, y que nunca había pasado nada. 9.- Juan Riera Colom, declaró que la barrera metálica se coloca para evitar que la gente entre en dicha zona que es privada; que la atan a ambos lados, al póster de un solar y a una señal de tráfico; que en esta ocasión no ayudó a colocarla. Que el año anterior (2013), al retirarla, tocó la barrera con una mano, y con el codo tocó la farola recibiendo una pequeña descarga muy débil, que no lo comentó con nadie. 10.- Pau Amengual, declaró, que el año antes en 2013, fue a saltar la barrera porque quería ir a orinar, y quería pasar entre la barrera y la farola, se agarró a dicha barrera y a la farola, recibiendo una descarga muy fuerte que le quemó las manos, pero pudo reaccionar y despegarse de la misma. Que al cabo de un tiempo, se lo contó a su padre pero no le dieron importancia, no lo comunicaron al Ayuntamiento, ni tampoco fue al médico. Unos meses después, se lo contó a un Policía Local llamado Ricardo (el nº A100004 antes citado), que el Policía le dijo que debía ser de la propia farola y que el voltaje no debió ser muy alto y no le dieron importancia. Que a dicho Policía, no le especificó cuál había sido la farola que le había producido el calambre, le dijo que había sido una farola que estaban el Paseo pero sin especificar. 11.- Pau Pons, amigo del anterior, declaró que Pau Amengual le contó que había sufrió una descarga eléctrica. Estaba presente cuando le explicó al Policía lo que había sucedido, creyendo que su amigo le había indicado cuál era la farola que le había dado el calambre. 12.- María Angeles Moreno Vicens, es médico de familia de Bunyola. Señaló que, el día 31 de agosto 1014, estaba prestando los servicios en la ambulancia ya que eran las fiestas del pueblo. Que al llegar al lugar, se encontró al herido que estaba siendo asistido por un Guardia Civil de paisano; que no sabía lo que había pasado, pero el mensaje que le habían dado por teléfono era que alguien se había electrocutado. Llamó al 061 porque se trataba de un hecho grave; afirmó que durante el tiempo que estuvo allí, oyó comentarios que esa farola no era la primera vez que daba calambres. C) En relación a la prueba pericial. 13.- La Médico Forense practicó la autopsia que obra a los folios 193 a 197, señalando que la causa fundamental de la muerte fue electrocución, y que ello desencadenó un fallo cardíaco. Que la carga electricidad entró por el pectoral izquierdo y salió por el pie; que no observó ni encontró ningún otro hallazgo que justificara el fallecimiento más que la electrocución. 14. Salvador Fonolla Corró, es ingeniero industrial superior, habiendo realizado el dictamen obrante 655 a 677, el cual ratificó. Manifestó que la instalación de las farolas es del Reglamento de Baja Tensión de 1955 y del año 1973, según el cual no había obligación de hacer revisiones, y que la competencia la tenía la Delegación de Industria. Con relación a la apartado C) de su informe señaló que la farola disponía de las protecciones reglamentarias, excepto de los fusibles; sobre el apartado D) dijo que no había diferencial, no siendo obligatorio antes de 2002, que dichas protecciones no subsanarían ni corregirían un fallo o avería de contacto con riesgo de electrocución o fallo eléctrico; en relación al apartado F) declaró que no se hizo medición, y que para que la farola pudiera electrocutar teniendo un contacto con un cable en tensión, se debería haber medido la diferencia de potencial entre el báculo de la farola y la tierra, lo que no se hizo; que lo que se midió lo fue entre el báculo y la reja, por lo que la tensión no tenía por qué provenir de la farola. Señaló que no duda que hubiera tensión en la farola, pero que le asombró que no se realizara una medición de los tres elementos elementos metálicos susceptibles de conducir la electricidad además de la farola, concretamente una señal de tráfico, la valla metálica y la barrera, considerando que la electricidad podía proceder de la señal, de la rejilla amarrada al poste que se introduce en una propiedad, o de la barrera, no únicamente de la farola. Que la farola por si misma sin estar conectada a estos elementos no pudo dar electricidad, estimando más bien que procedía de la verja o de la barrera. En su opinión se tendría que haber desconectado estos cuatro elementos, y realizar la medición a cada uno de ellos. Señaló que la farola reunía todas las condiciones exigidas por el Ministerio de Industria; que la toma de tierra era correcta, y que industria hizo una medición, y esta era idónea. Que si una persona toca la farola y le da calambre es que la tensión viene de dicho elemento, es decir de la farola. Con respecto al cuadro eléctrico señaló que el mismo no afectaba a la farola, y que no tuvo incidencia en la electrocución. Dijo que no sabía cuál de los dos elementos que tocó el chico (la barrera y la farola) pudo producirle la descarga; que la toma de tierra era correcta. Se reafirmó en su opinión de que al no haber realizado la medición de la tensión de cada elemento, no es posible saber si la descarga provino de la barrera o de la farola, ya que en su opinión no se puso de manifiesto que dicho elemento estuviera en tensión ya que no apreció ningún contacto entre un conductor activo y la masa metálica (báculo) dado que ninguno de los cables existentes en el interior presentaba signos de haberse fundido ni quemado, ni había restos de humo o de hollín. La toma de tierra era correcta, la farola tenía un buen aislamiento, no había tensión y por tanto dicha farola no era capaz de producir electrocución ni choque eléctrico (vid conclusiones a los folios 675 a 677). 15.Antonio Villalonga Mayol, señaló que es el responsable de explotación de media tensión de GESA en Mallorca y Menorca. Manifestó que el día del accidente la red estaba en servicio, y que quitó los fusibles, evitando cualquier otro peligro, quedando sin servicio la zona. Su actuación fue, primero, quitar la electricidad, verificar que había desaparecido la tensión, y en tercer lugar inspeccionar la farola y el cuadro eléctrico. Dijo que la farola tenía un defectuoso contacto entre un conductor activo y la carcasa. Señaló, que si una persona toca la farola y recibe un calambre se debe al mal estado de la farola, y en su opinión, sólo tocando la farola es perfectamente posible la electrocución. Que se hizo medición de la toma de tierra y los valores eran correctos, que la medición puede variar y cambiar según la época del año y del estado del terreno. Que vio el interior de la farola porque la Guardia Civil se lo pidió. Dijo que el cuadro no tenía un buen funcionamiento, y que el interior de la farola tampoco tenía un buen mantenimiento. Que el cable que iba desde la base de la luminaria estaba tocando la masa de la farola. Que esto lo vio en cuanto abrió la puerta de la farola, comprobando que el estado de protección no era el adecuado, que dicho cuadro estaba puenteado, manipulado para que no funcionara. Con exhibición del folio 93, el declarante manifestó que vio la farola, el poste, la señal y la barrera, y que se desconectó la farola cuando él llegó, quedando sin servicio toda la zona de las farolas. Que al desconectar toda la línea de alumbrado público cayó la tensión en todos los elementos. Que no verificaron si cada elemento tenía tensión. Con exhibición del folio 52, manifestó que se trata de la medición, observando la cadena, la barrera y la señal. Tras haber visto el estado de la farola, el perito concluyó que era la propia farola la que estaba en tensión. Que la farola tenía un mal mantenimiento, y también el cuadro general; además las protecciones de la línea estaban inhibidas o punteadas. En definitiva no cumplían la función de protección. Que la instalación de la farola era del año 1966 y que la revisión de las mismas no era obligatoria. 16.- Francisco Marcos Gil; Ingeniero técnico Industrial, ratificó el informe que obra los folios 818 a 832. Dijo que la farola tenía las protecciones exigidas reglamentariamente en la fecha en las que se instalaron, que era finales del año 1960; estando únicamente obligadas a tener fusibles, a un aislamiento correcto, y a la puesta a tierra de la carcasa; que la toma de tierra funcionaba correctamente. No era obligatorio el uso de diferencial ni pasar las revisiones. Dicho perito dijo textualmente que no sabe a qué elemento podía atribuir el fallecimiento, no pudiendo asegurar que la descarga provenía de la farola al no haberse realizado las comprobaciones necesarias. En su opinión, si el chico se hubiera apoyado sólo en la farola posiblemente no le hubiera pasado nada porque la farola estaba bien, tenía aislamiento y conexión a tierra, lo que aseguraba la protección adecuada. Que las pruebas que se hicieron dieron una medición “0”. Que el fusible protege cosas no personas, y que el diferencial mide la diferencia entre la electricidad que entra y la que sale. Que cuando se realizó la inspección ocular, y se puso el fusible, se bajaron todos los diferenciales pudiendo comprobar que la línea continuaba en marcha. Que el cuadro servía, pero no para la línea concreta de la farola porque la electricidad no se fue, es decir que el cuadro no servía para farola. Dijo que los cuadros se abren con una llave tipo Allen a la que cualquier persona puede acceder. Que Bujosa no tenía la titulación homologada en Industria pero que ello es habitual en los Ayuntamientos; que legalmente Bujosa no podía manipular el cuadro. Que el cuadro es normal y corriente, que cumple la normativa, que una cosa es la protección del cuadro y otra la farola como elemento, manifestando que tanto el cuadro como la farola cumplían la normativa. Las conclusiones obran a los folios 831 y 832. 17.- Pedro Rodríguez Piqueteros, trabaja para la empresa Applus, empresa a la que el Ayuntamiento llamó para que realizara un informe sobre el alumbrado. Según consta acudió después de los hechos, señalando que había una parte precintada; que no vio el cuadro eléctrico de la farola porque estaba precintado. Que vio el cuadro sin tensión, y a que simple vista no podía asegurar si cumplía o no la normativa del año 66. A los folios 239 a 241, obra el citado informe. Se le exhibió el folio 124, manifestando que el cuadro lo vio tal cual aparece en la foto, que vio el palo que se observa en la parte superior izquierda, pero que no tocaron nada. Que abrió y cerró, dado que no había tensión y no hicieron pruebas. 18.- Se realizó la pericial conjunta de Tomás Siquier y Lorenzo Riera. Ambos peritos Ingenieros de la Dirección General de Industria del Govern Balear, manifestaron que fueron en tres ocasiones al lugar para realizar las inspecciones oculares. El día 1 de Septiembre, se lo ordenó la Dirección General de Industria; que allí estaban la Policía Local y la Policía Judicial; que fueron a la farola, y vieron que la luminaria estaba abierta (foto nº 2), lo que hace que la farola pierda estanqueidad y pueda producir descargas; la precintaron. Luego abrieron el registro de la farola, comprobando que no había tapa porta fusibles, que donde tenía que haber un fusible, había un conductor que unía un extremo a otro. Se les exhibieron los folios 116 y 118. En este último, se observa el conductor entre dos tornillos, y se comprueba que no hay fusible que proteja la intensidad de la electricidad. Al folio 119, se observan los restos de un animal quemado, y un conductor activo que toca la carcasa de la luminaria, lo que pone en tensión todo el báculo. Que dicho conductor activo (cable) tocaba el báculo, y es al tocarlo cuando se produce la descarga. Con exhibición del folio 120, señaló que la farola número dos no es la de autos sino la otra anterior, pudiendo ver cómo en esta hay un tapa fusibles, que si se toca no pasa nada porque no es conductor. Señalaron dichos peritos que había tres reglamentos, el del año 1955, que era de aplicación a las farolas de autos, el cual era muy generalista, y no concretaba nada; después se publicó otro el año 73, que era más específico, y finalmente el de 2002. Que la farola en cuestión, cumplía la normativa del año 1955 porque existía un informe favorable; que las farolas de esta época no requieren, ni se exige inspección periódica (cada cinco años), dado que no superan los 5 Kw de potencia. Que la normativa del año 2002, no obliga a adaptar las instalaciones antiguas a las exigencias actuales. Que la toma de tierra tenía un valor satisfactorio (20 amperios). Que la farola no tenía tapa, no tenía fusible, la luminaria estaba rota, incumpliendo la normativa de 1955. Con relación al cuadro de mandos y con exhibición del folio 124, observaron que había un diferencial suelto, señalando que ese cuadro de mandos está mal y no protege ninguna farola. Con exhibición del folio 235, señalaron, que el día 23 de Diciembre de 2014, cuando fueron a realizar la otra inspección ocular, comprobaron que el diferencial no cortaba la instalación eléctrica de la farola, no actuaba, y ni tampoco el magnetotérmico. Por tanto no había elementos de protección. Que el día 1 de septiembre de 2014, ordenaron el cierre de la instalación, dejaron sin servicio, y cortaron el suministro de todas las farolas del paseo. Que había varias farolas que estaban en mal estado como por ejemplo la del folio 121, la cual no es la farola de autos, pero se ve que el báculo esta perforado, y que han puesto unos focos, manifestando que ello no se puede hacer. Y con relación a la convalidación del título, los peritos señalaron que reglamento del año 2002 señalaba que se podía convalidar el título, y que Bujosa pudo haber convalidado hasta 2005, pero que no lo hizo. Que el ayuntamiento no es una empresa habilitada, lo cual significa que no podía realizar los trabajos, y que Bujosa tampoco. Con exhibición del folio 93 donde se observa la verja y la farola, y tras explicarles a los peritos que David Grimaldo se estaba encaramado a la barrera y puso los pies en la farola recibiendo la descarga, los peritos señalaron que lo determinante era la tensión en el báculo; que dicho báculo estaba en tensión porque el cable suelto tocaba la carcasa, y por tanto estaba todo en tensión, y que la toma de tierra no funcionó. Que esos cables no deberían haber estado así. Con exhibición del folio 118 foto número 3, señalaron que no había fusible ni tapa. Y, con exhibición del folio 120 donde se ve la tapa de protección de la segunda farola. Con respecto al cuadro eléctrico, y la inspección del día 23 de diciembre de 2014, señalaron que se examinaron todos los elementos; que GESA puso el fusible y se encendió todo, luego bajaron los diferenciales y la línea seguía funcionando, lo cual significa que el cuadro no servía para nada, que la línea estaba directamente enchufada al contador. Para los dos peritos la conclusión fue muy clara: el motivo de la electrocución fue que el báculo estaba cargado porque el cable estaba suelto, cuando el chico lo toco se electrocutó. 19.- Carlos Ferrer Camps, Director de Distribución de Endesa, declaró que no estuvo en el lugar de los hechos, y que sólo firmó el informe obrante al folio 186, que ratifica, contestando que mandó a un responsable del área acompañado por operarios al lugar, quienes le comentaron que había tensión en la farola ya que habían detectado que había cables sueltos que ponían en tensión toda la carcasa. Desconectaron el suministro para que dejara de pasar electricidad eliminando de este modo el peligro. Al folio 186, se señala que previamente a la desconexión de la instalación se verificó la existencia de tensión entre el cuerpo metálico de la farola y la masa metálica de una barrera de cierre próxima a dicha farola, y que la tensión medida en estas condiciones era de 137 V, que se comprobó que al desconectar el sector de alumbrado público la tensión medida del grupo era de 0 V. SEGUNDO.-Valoración de dicha prueba y conclusión fáctica. Conviene recordar que los juicios de perceptibilidad y de causalidad han de hacerse "ex ante", colocándose el juzgador en la posición de un observador objetivo inmediatamente antes de llevarse a cabo la acción o la omisión que se trata de valorar. Este recordatorio tiene gran importancia práctica, porque psicológicamente influye en gran medida -habitualmente, de forma inconsciente, la más difícil de detectar y desactivar- el conocimiento de cómo discurrieron los hechos con posterioridad. Partiendo del dato indiscutido (e indiscutible) que la causa de la muerte de David Grimaldos fue por electrocución, esta Juzgadora, comparando los dos dictámenes periciales contrapuestos, se inclina por estimar de mayor poder convictivo el realizado por los peritos Estarellas, Riera y Villalonga, y por ello considero que el mal estado de la farola fue lo que produjo la descarga mortal, porque 1º) la luminaria estaba rota, lo que no garantizada la estanqueidad; 2º) en el interior de la misma no había fusible de protección, se había puenteado y en su lugar se había instalado un conductor que no protegía la instalación; y 3º) había un cable suelto (conductor activo) que hacia contacto con la carcasa del báculo, cable que evidentemente no debían estar de este modo y que provocaba que toda la farola tuviera tensión. Al tocarla con los pies se produjo la descarga y la electrocución que causó el fallecimiento. David Grimaldos estaba aupado en la barrera a la que se sujetaba con las manos y en el preciso instante en que tocó la farola con sus pies se produjo la descarga eléctrica y el grito. No antes. En cuanto a la hipótesis de si la barrera pudo hacer de conductor, lo cierto es que si bien es posible (se puso de ejemplo los pájaros que están posados sobre los cables de alta tensión) dicha barrera por sí sola no pudo ocasionar la descarga, ni tampoco la señal de tráfico o la rejilla, puesto ninguno de estos elementos estaba unidos ni atados a la farola, tal como claramente se aprecia en las fotos de los folios 60, 93 y 116, entre otras, pues la farola estaba aparte y separada de estos tres elementos. Por tanto, la conclusión del perito Marcos Gil no se acepta puesto que parte de este error, ya que el conjunto formado por la reja, la valla, la señal y la farola no estaban interconectadas eléctricamente hablando. Se rechazan también asimismo las conclusiones del perito Sr. Fonolla, pues el perito Sr. Vilallonga manifestó que midió la tensión de la farola y de la barrera, constando, al folio 186, que la tensión medida era de 137 V, que se comprobó, que al desconectar el sector de alumbrado público la tensión medida del grupo era de 0 V, y en el interior del cuadro de la farola había un saltamontes quemado y un cable suelto quemado. Ergo había un conductor que hacía que la farola estuviera en tensión. No hay que olvidar que según testigos presenciales, era la farola la que producía descargas, no así la barrera por sí sola, pues ésta solo se colocaba en las fiestas. Pere Andreu Canals recibió una descarga cuando tocó la farola. El Guardia Civil también la tocó y sufrió una descarga muy fuerte. Ergo la farola fue el elemento que generó la tensión directamente determinante del óbito. El aludido deficiente estado de la farola y de su cuadro eléctrico se observa claramente de las fotografías unidas a los informes técnicos policiales. Más concretamente, las que obran a los folios 58, 59, 118 a 120 (interior del cuerpo de la farola) en la que se advierte el mal estado de las conexiones, los cables sueltos y la ausencia de fusible; y en las fotos de los folios 62 (de la farola), en donde de nuevo se observan los cables sueltos. Junto a ello constan en el informe de inspección del Sr. Rodríguez según el cual en toda la instalación del alumbrado se advirtieron graves deficiencias, también en el cuadro de baja tensión, en las redes de alimentación, en los soportes de las luminarias, y en la protección de los contactos directos e indirectos (folios 239 a 241). Otras de las causas del óbito se puede atribuir al cuadro eléctrico general (de mandos) ubicado en la caseta eléctrica, el cual tenía un mantenimiento desastroso hasta tal punto que no servía para nada, ya que las protecciones estaban inhibidas, y por tanto no protegía contra las descargas. Las farolas del alumbrado de la zona se alimentaban directamente del contador, dato incontrovertido ya que en las pruebas que practicaron los peritos, tras colocar de nuevo los fusibles y volver a dar luz a las farolas, se fueron bajando los botones diferenciales y pese a ello el suministro eléctrico no se interrumpió, siguiendo la línea de farolas con luz. Por tanto el diferencial protegía un circuito ajeno al de la farola de autos. Lo mismo ocurría al desarmar los interruptores magnetotérmicos del cuadro. De ahí que se pueda concluir, que si el cuadro hubiera estado en condiciones correctas de funcionamiento ante una descarga sufrida el diferencial hubiera saltado y la farola se hubiera quedado sin tensión. En definitiva, no hay necesidad de recurrir a la denominada "Teoría de la navaja de Ockham" o principio de economía en el razonamiento causal, según el cual, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable. Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. Por ello, las causas alternativas e hipotéticas, que manifestaron los peritos Gil y Fonolla, son sólo suposiciones que carecen de elementos fácticos positivos en que apoyarse y tropiezan con demasiados elementos negativos como para poder ser tomadas en cuenta con un mínimo grado de probabilidad como explicación alternativa al dato de que no fue la farola la causante de la descarga -y en tal caso como exoneradoras de responsabilidad, sino la valla, la barrera o la señal de tráfico- frente a la causa que aparece con toda evidencia como cierta y suficiente, cual es que dicho elemento –farola- en unión con el deficiente estado del cuadro eléctrico general fueron los causantes de la descarga eléctrica que directamente y en relación de causa a efecto ocasionó el fallecimiento de David Grimaldos. TERCERO.- Autoría. Resuelto lo más importante, la pregunta siguiente es si los acusados Isern y Bujosa son responsables de la muerte. ¿Cuál es (era) el deber de garantía de dichos acusados sobre el mantenimiento de las dos instalaciones precedentemente citadas, la farola y el cuadro eléctrico? Pongamos, ahora, la atención en las relaciones jurídicas y personales de los acusados. Sobre la comisión del delito de homicidio, en la modalidad de comisión por omisión, cabe indicar lo siguiente: El artículo 11 del CP establece que: "Los delitos o faltas que consistan en la producción de un resultado sólo se entenderán cometidos por omisión cuando la no evitación del mismo, al infringir un especial deber jurídico del autor, equivalga, según el sentido del texto de la Ley, a su causación. A tal efecto se equiparará la omisión a la acción: a) Cuando exista una específica obligación legal o contractual de actuar. b) Cuando el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante una acción u omisión precedente". Según dice la STS 459/2013, de 28 de mayo: "Tiene declarado esta Sala, como son exponentes las Sentencias 64/2012, de 27 de enero y de 28 de enero de 1994, que la estructura del delito de comisión por omisión se integra por los tres elementos que comparte con la omisión pura o propia como son: a) una situación típica; b) ausencia de la acción determinada que le era exigida; y c) capacidad de realizarla; así como otros tres que le son propio y necesarios para que pueda afirmarse la imputación objetiva: la posición de garante, la producción del resultado y la posibilidad de evitarlo. Se añade que en los delitos de omisión el dolo se debe apreciar cuando el omitente, a pesar de tener conocimiento de la situación de hecho que genera el deber de actuar y de su capacidad de realizar la acción no actúa. En el caso de los delitos de comisión por omisión o delitos impropios de omisión, el conocimiento del omitente se debe referir también a las circunstancias que fundamentan su obligación de impedir la producción del resultado. Por el contrario, no forma parte del dolo la conciencia del deber de actuar que surge de la posición de garante. En consecuencia, habrá que apreciar culpa respecto de la omisión cuando el omitente, por negligencia, es decir, por no emplear el cuidado debido, no tuvo conocimiento de la situación de hecho que genera el deber de actuar o de su capacidad para realizar la acción jurídicamente debida. Y en la Sentencia 363/2007, de 28 de marzo, se declara que los elementos fácticos que permiten la aplicación del artículo 11 del Código Penal son los siguientes: a) Que se haya producido un resultado, de lesión o de riesgo, propio de un tipo penal descrito en términos activos por la ley b) Que se haya omitido una acción que se encuentre en relación de causalidad hipotética con la evitación de dicho resultado, lo que se expresa en el art. 11 CP. exigiendo que la evitación del resultado equivalga a su causación, c) Que el omitente esté calificado para ser autor del tipo activo que se trate, d) Que el omitente hubiese estado en condiciones de realizar voluntariamente la acción que habría evitado o dificultado el resultado, e) Que la omisión suponga la infracción de un deber jurídico de actuar, bien como consecuencia de una específica obligación legal o contractual, bien porque el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante una acción u omisión precedente". Así pues, la jurisprudencia, de conformidad con lo dispuesto en dicho precepto y lo precedentemente expuesto, ha admitido la participación omisiva en los delitos de resultado respecto de aquellas personas que teniendo un deber normativo, un deber jurídico, de actuar y posibilidad de hacerlo, nada hacen para impedir un delito que se va a cometer o para impedir o limitar sus consecuencias. En el mismo sentido, la Sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo n° 379/2011 dijo que al tipo del delito de comisión por omisión pertenece en primer lugar la llamada situación típica, que estará constituida por el peligro para el bien jurídico protegido. En segundo lugar se precisa la no realización de la acción de impedir el resultado. Es necesario, en tercer lugar, que el sujeto tuviera posibilidad de realizar la acción y por último, se precisa como en el tipo de acción, la producción del resultado del delito (STS n° 37/2006 de 25 de enero). Que resulta necesario que el sujeto activo tenga conocimiento del hecho delictivo y capacidad para realizar una acción que permita impedir la comisión del mismo, es un requisito indispensable para poder atribuir a una persona la comisión de un delito por comisión por omisión. Así se desprende del art. 11 del Código Penal (LA LEY 3996/1995) y del art. 176 del mismo cuerpo legal (referido al delito de torturas y contra la integridad moral), que, equiparando ex lege la omisión a la acción, decide imponer las mismas penas establecidas para los delitos antes mencionados "a la autoridad o funcionario público que, faltando a los deberes de su cargo, permitiere que otras personas ejecuten los hechos previstos en ellos". De todo ello, se colige que para aplicar la modalidad delictiva de la comisión por omisión no es suficiente con que el sujeto activo ostente una posición de garante, sino que es necesario e imprescindible que tenga noticia del hecho delictivo y que, estando en condiciones de evitarlo o impedido, omita toda conducta tendente a la obstaculización del hecho delictivo. Aplicando la anterior jurisprudencia al caso enjuiciado, no concurren los requisitos expuestos que permitan apreciar la comisión por omisión de un delito de homicidio en el acusado Jaume Isern, por cuanto de la prueba practicada ha quedado probado que el mismo en calidad de Alcalde de Bunyola nunca conoció, ni supo del deficiente (mal) estado de la farola, pues ninguna queja, ni ninguna denuncia le llegó a él personalmente antes de los hechos. No había ninguna incidencia, ni “parte” en el Ayuntamiento. Al folio 147, existe un certificado emitido por el Secretario del Ayuntamiento en el que se señala que en los años 2012, 2013 y 2014, según el cual no hay ninguna instancia, incidencia, reclamación, ni ninguna otra documentación relativa a la farola ubicada en el Paseo Antonio Estarellas a la altura del nº 21. Al folio 148, el jefe de la Policía Local comunicó al Juzgado que durante los mismos años, en las hojas de ruta, no había ninguna reclamación o incidencia en relación a la farola. Es cierto, que el coacusado Lujosa dijo en el Juzgado de Instrucción que le había dado al Alcalde un listado de desperfectos en los que había incluido el cuadro eléctrico, pero lo cierto es, que en el juicio declaró que nunca le dijo nada del deficiente estado del alumbrado; no consta en autos la lista que supuestamente le dio, y además nada le dijo del lamentable estado de la farola, puesto que, según dicho acusado, la misma funcionaba correctamente, y no había tenido ninguna queja. Ninguno de los testigos que comparecieron a declarar y que sufrieron una descarga lo comunicó al Ayuntamiento. Pau Amengual, únicamente le contó al Policía Local (después de los hechos) lo que le había sucedido un año antes, sin que le dieran importancia, y sin que presentara ningún tipo de denuncia o queja en el consistorio, y el Sr. Canals, manifestó que la descarga fue tan débil que no se lo dijo a nadie, ni siquiera al Sr. Bujosa, al igual que el Sr. Riera que tampoco se lo comunicó a nadie. Por otro lado, Isern tomó posesión en calidad de Alcalde en el mes de Julio de 2007, y el fax al que aludió la acusación particular (un presupuesto de Cabot para cambiar un armario del alumbrado publico obrante al folio 325) para acreditar el conocimiento que tenia, se remitió al fax del Ayuntamiento en fecha 5 de Marzo de 2007, cuando Isern todavía no era Alcalde. Por tanto de la prueba practicada, se concluye que Isern desconocía el mal estado de la farola y del cuadro eléctrico de la misma, y por tanto ignoraba el riesgo que para las persona suponían dichos elementos. Y siendo ello así es evidente que en tales circunstancias de desconocimiento y de ausencia de conciencia del riesgo, no estaba en condiciones de evitar la realización de la conducta imprudente causante del óbito, no concurriendo por tanto el deber jurídico de actuar, que viniera determinado por la ley o por un contrato. Parece pues meridianamente claro que del solo hecho de ser Alcalde, aún cuando fuera lo fuera en exclusiva, no se deriva ninguna responsabilidad penal por el óbito de autos. Podrá existir una responsabilidad política, en la vía civil o la vía contencioso administrativa, pero no en la jurisdicción penal. La condición alcalde, y por ello cabeza orgánicamente rectora y formalmente representativa del municipio, no se puede confundir con la responsabilidad última de cualquiera de las actuaciones ejecutadas por cada una de las personas que desempeñan una tarea administrativa o laboral dentro de ese órgano administrativo. Estimar lo contrario supone una imputación puramente objetiva ajena a los más básicos cánones de culpabilidad exigidos por el derecho penal. En conclusión, no ostentando dicho acusado una posición de garante desde el punto de vista del Derecho Penal, y no habiendo incumplido ningún deber legal de actuar, no puede apreciarse que haya cometido el delito que se le imputan en la modalidad de comisión por omisión al no haber quedado acreditado la concurrencia de las circunstancias exigidas por el art. 11 del Código Penal para poder atribuir a Jaume Isern la comisión de un delito de homicidio imprudente. La consecuencia es la absolución de dicho acusado. CUARTO.- Cuestión muy distinta es la que acontece con el otro acusado Antoni Bujosa. Acreditado que era el funcionario municipal encargado del mantenimiento de las instalaciones eléctricas del municipio, entre sus funciones específicas estaba mantener en buen estado la farola, el cuadro de la misma, y el cuadro de mandos. Resulta innecesario repetir cual fue el origen y la causa de la electrocución, y detallar de nuevo el muy deficiente estado de estos tres elementos. A lo expuesto anteriormente me remito. Al acusado le correspondía por disposición legal, el deber de cuidado de dichos elementos, siendo indiferente que no tuviera más que el título de oficial industrial en la especialidad de instalador y montador (folio 133), y que no lo hubiera convalidado oportunamente, pues era el funcionario encargado. Tenia el dominio de la acción para eludir el riesgo cierto. Dicho acusado no puede alegar desconocimiento ni ignorancia, ya le constaba el deficiente funcionamiento de la farola, y que la misma provocada descargas pues concretamente la Sra. Riera Payeras se lo dijo. Se procedió a la lectura de la declaración de dicha testigo, a petición de la acusación particular, y con la aquiescencia de las demás partes, dado que se prestó sumarialmente con contradicción de las partes, no pudiendo acudir al plenario dada su avanzada edad y estado de salud. Y en esa declaración obrante a los folios 262 y 263, consta que la Sra. Riera, tras las fiestas del 2013, le dijo a Bujosa (nadie más del Ayuntamieto) que la farola “enrampaba”, y además le indicó la farola concreta que daba las descargas, contestando Bujosa que ya la había arreglado. Por otro lado, dicho acusado no podía ser ajeno al mal estado general del cuadro eléctrico, ya que solo él lo manipulaba, y se encargaba del mismo. De hecho, el mismo lo había montado, según le dijo al Guarda Civil W-85869-R. A la vista del informe obrante al folio 575 y ss, era prácticamente imposible distinguir los circuitos, existía una total falta de rigor en el color del cableado, observándose que un mismo borne de conexión se conecta a tipo de cableado. Contra lo que dijo este acusado, el mismo estaba presente en el desprecinto y desmontaje de dicho cuadro, ya que fue quien explicó hacia donde iban las líneas. Se colocaron los fusibles y se fueron bajando los diferenciales, comprobándose que el alumbrado de las farolas no se interrumpía, y por tanto las mismas no tenían ningún tipo de protección sino que iban directamente al contador. Dicho acusado les dijo, que en el mes de Febrero de 2014, había realizado una reparación en dicha instalación. Ergo, sabía y conocía el mal estado del mismo, y que no existía ningún elemento de seguridad que protegiera la farola, sabía que ésta producía descargas eléctricas y, si como dijo, pasaba todos los días por allí, resulta totalmente imposible que no se percatara de que faltaba la luminaria. Pese a todo ello no hizo nada para reparar el cuadro, ni para colocar un diferencial que protegiera la línea de las farolas. No hizo nada para eliminar las descargas eléctricas de la farola, ni para reparar la luminaria que estaba rota. Aunque la instalación de las farolas datara de los años 60, y no existía la obligación de colocar un diferencial, al haber efectuado el acusado una reparación en el año 2014, debió haber adecuado y haber dotado de los elementos de protección necesarios para garantizar la seguridad de las personas. Item más en el cuadro general había diferenciales para otras líneas y uno de ellos estaba suelto. En esa previsión se podría haber evitado el fatal accidente o cuando menos atenuado los efectos producidos por la electrocución. Esta exigibilidad era superior en razón al riesgo que existía. En todo caso era una conducta exigible de previsión y cuidado. En definitiva, tenía el deber de actuar, debiendo poner todo lo que estaba en sus manos para garantizar la seguridad de la instalación, y no lo hizo. Por tanto debe responder en calidad de autor. A diferencia del caso resuelto por la SAP de Granada de 27-10-2006, citada por la defensa de Bujosa, éste, antes de ocurrir el siniestro, tenía total y cabal conocimiento de todas las deficiencias y del mal estado de las instalaciones del alumbrado y de los elementos causantes del suceso. Lo sabía por razón de su cargo y su trabajo, y además tenía la obligación de saberlo, pues sus funciones eran de técnico funcionario encargado del mantenimiento de las instalaciones eléctricas, incluidas las farolas, y para ello tenía cualificación profesional (Oficial de 1ª) aunque no hubiera convalidado el título. En definitiva, la imputación del resultado de muerte se realiza a través del art. 11, es decir, es un homicidio imprudente en comisión por omisión, pues Bujosa -en posición de garante- controlaba una fuente de peligro que se encontraba en su ámbito de dominio, y la acción que debían realizar era previa al momento en el que se produjo la muerte. Era una acción que el ordenamiento jurídico le exigía precisamente para evitar este tipo de resultados, presuponiéndose su capacidad de acción. QUINTO.- Calificación jurídica. Descartado a tenor de lo razonado precedentemente, la absolución de Antonio Bujosa, seguidamente se debe proceder a analizar la tipificación de la imprudente conducta, y ver si nos hallamos ante una imprudencia grave, menos grave o leve. La LO 1/2015, de 30 de marzo de reforma del Código Penal ha introducido importantes modificaciones en la regulación de la imprudencia punible en el ámbito de los delitos de homicidio y lesiones, con especial repercusión en el tráfico viario: elimina, de un lado, la imprudencia leve e introduce, de otro, una nueva categoría de imprudencia, la menos grave, que a lo largo de todo el articulado del Código solo es utilizada como título de imputación en relación con los expresados delitos. Con anterioridad a la última reforma del CP por la LO 1/2015, eran constitutivos de delito el homicidio (art. 142 CP) y las lesiones graves cometidos por imprudencia grave (art. 152 CP) mientras que eran tipificados como falta el homicidio y las lesiones constitutivas de de-lito cometidos por imprudencia leve (art. 621) y excepcionalmente también como falta las lesiones atenuadas del art. 147.2 CP cometidas por imprudencia grave. Tras la citada reforma se mantiene el homicidio y las lesiones causadas por imprudencia grave, se introduce una nueva categoría de imprudencia, la menos grave, para los resultados de muerte y lesiones de los arts. 149 y 150 y se despenalizan las faltas de homicidio y lesiones por imprudencia leve así como las lesiones atenuadas (art. 147.2º) causadas por imprudencia grave tipificadas en el art. 621 que son suprimidas al derogar el Libro III del CP la Disposición Derogatoria Única, párrafo 1º de la LO 1/2015. La imprudencia menos grave sería una imprudencia de grado medio (ni grave ni leve) pero que permitiría abarcar tanto supuestos antes considerados como leves como algunos otros que fueron calificados de graves. Y a su vez autorizaría a excluir del ámbito represivo otros casos que antes de la reforma fueron castigados como faltas de imprudencia leve (con exclusión en todo caso de las faltas por imprudencia grave con resultado de lesiones del art. 147,2º). Por tanto, para concretar su contenido y determinar el alcance del nuevo concepto habrá que valorar, en el supuesto concreto, la relevancia del deber de cuidado infringido, como hasta ahora venía haciéndose para diferenciar la imprudencia grave o temeraria de la simple o leve. La grave vendría referida a la omisión de elementales normas de cautela cuya observancia es exigible a cualquier persona, el olvido de las medidas de previsión más elementales; la menos grave se nutriría de la idea de la diligencia media y se definiría en negativo o por exclusión (todas las conductas negligentes que no puedan estimarse como graves o leves) y la leve que se identificaría con el simple descuido o con la infracción de un deber de escasa relevancia, que caería ya, tras la reforma de 2015, en el ámbito civil. Expuesto el nuevo sistema, para que se de la imprudencia como forma de imputación es necesaria la concurrencia de los siguientes elementos: 1º) realización de una acción u omisión sin la diligencia debida; 2º) para el caso de tratarse de una omisión (equiparable a la acción), infracción de un especial deber jurídico del autor, a través de existencia de una específica obligación legal o contractual de actuar, o bien mediante la creación de una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido (posición de garante); 3º) previsibilidad, objetiva y subjetiva de la muerte; 4º) producción de un resultado de muerte en conexión causal con la acción u omisión imprudentemente realizada (STS 186/2009, de 27-2). Procede ya recordar la doctrina jurisprudencial tal y como aparece concisa pero exhaustivamente reseñada en la STS 27-102009: El delito imprudente aparece estructuralmente configurado, de una parte, por la infracción de un deber de cuidado interno (deber subjetivo de cuidado o deber de previsión), que obliga a advertir la presencia de un peligro cognoscible y el índice de su gravedad; y, de otra, por la vulneración de un deber de cuidado externo (deber objetivo de cuidado), que obliga a comportarse externamente de forma que no se generen riesgos no permitidos, o, en su caso, a actuar de modo que se controlen o neutralicen los riesgos no permitidos creados por terceras personas o por factores ajenos al autor, siempre que el deber de garante de éste le obligue a controlar o neutralizar el riesgo ilícito que se ha desencadenado. A estos requisitos ha de sumarse, en los comportamientos activos, el nexo causal entre la acción imprudente y el resultado (vínculo naturalístico u ontológico), y la imputación objetiva del resultado a la conducta imprudente, de forma que el riesgo no permitido generado por éste sea el que se materialice en el resultado (vínculo normativo o axiológico). Y en los comportamientos omisivos habrá de operarse con el criterio hipotético de imputación centrado en dilucidar si la conducta omitida habría evitado, con una probabilidad rayana en la certeza, la lesión o el menoscabo del bien jurídico que tutela la norma penal (STS 88/2010, de 19-1). El criterio fundamental para distinguir entre ambas clases de imprudencia (grave y leve) ha de estar en la mayor o menor intensidad o importancia del deber de cuidado infringido, ya que la infracción de tal deber constituye el núcleo central acerca del cual gira todo el concepto de imprudencia punible (S. 665/2004, de 30-6).La diferencia entre la imprudencia grave y la leve se encuentra en la importancia del deber omitido en función de las circunstancias del caso, debiendo tener en cuenta a estos efectos el valor de los bienes afectados y las posibilidades mayores o menores de que se produzca el resultado, por un lado y, por otro, la valoración social del riesgo, pues el ámbito concreto de actuación puede autorizar algunos particulares niveles de riesgo (S. 282/2005, de 4-3). En la STS 211/2007, citando la STS 2235/2001, se decía que "la gravedad de la imprudencia está directamente en relación con la jerarquía de los bienes jurídicos que se ponen en peligro y con la posibilidad concreta de la producción del resultado lesivo. En otros términos: cuando la acción del autor genera un peligro para un bien jurídico importante en condiciones en las que la posibilidad de producción del resultado son considerables, la imprudencia debe ser calificada de grave". En otros casos, sin embargo, se ha atendido más directamente a la entidad de la infracción del deber de cuidado. En la STS 1111/2004, se afirmaba que "la imprudencia será grave, y por ello constitutiva de delito, o leve, siendo una falta, en función de la calificación que merezca la entidad de la infracción del deber objetivo de cuidado". En la STS 186/2009 señala, con cita de la STS 665, de 30-6 “que el criterio fundamental para distinguir ambas clase de imprudencia ha de estar en la mayor o menor intensidad o importancia del deber de cuidado infringido" (STS 26/2010, de 25-1). Expuesto lo anterior, redacción dispone: el Art. 142 del CP en su nueva “1. El que por imprudencia grave causare la muerte de otro, será castigado, como reo de homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años. Si el homicidio imprudente se hubiera cometido utilizando un vehículo a motor o un ciclomotor, se impondrá asimismo la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores de uno a seis años. Si el homicidio imprudente se hubiera cometido utilizando un arma de fuego, se impondrá también la pena de privación del derecho al porte o tenencia de armas por tiempo de uno a seis años. Si el homicidio se hubiera cometido por imprudencia profesional, se impondrá además la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un período de tres a seis años. 2. El que por imprudencia menos grave causare la muerte de otro, será castigado con la pena de multa de tres meses a dieciocho meses. Si el homicidio se hubiera cometido utilizando un vehículo a motor o un ciclomotor, se podrá imponer también la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores de tres a dieciocho meses. Si el homicidio se hubiera cometido utilizando un arma de fuego, se podrá imponer también la pena de privación del derecho al porte o tenencia de armas por tiempo de tres a dieciocho meses. El delito previsto en este apartado sólo será perseguible mediante denuncia de la persona agraviada o de su representante legal”. En este caso, concurren los elementos que configuran este tipo penal, ya que junto al elemento objetivo del fallecimiento de David Grimaldos, está también presente el elemento consistente en la ausencia de la debida realización del acto, lo que originó una actuación negligente por falta de previsión relevante, que constituye el denominado factor psicológico y subjetivo, así como una transgresión de una norma que demanda de las personas la actuación en una forma determinada, lo que integra la infracción del deber objetivo de cuidado como factor normativo o externo. Finalmente, existe también una evidente relación de causalidad (causa-efecto) entre aquella conducta y el citado resultado. Aplicando la jurisprudencia citada, la conducta del acusado Bujosa merece la calificación de imprudencia grave, y no meramente menos grave o leve, al existir diversos factores ya analizados que evidencian la grave desatención a sus obligaciones. El grado de riesgo era muy elevado ante la probabilidad de nuevas electrocuciones, aunque fueran débiles, ya que se venían repitiendo, con lo que cualquier persona que la tocara podía resultar lesionada gravemente. Como se ha dicho, el acusado Bujosa tenían la cualificación técnica suficiente para identificar los riesgos, y planificar las medidas de prevención adecuadas, podía proceder a la reparación de la farola evitando la tensión en la misma, reparando los cables que había sueltos, poniendo un fusible como tenía la otra anterior del Paseo; había un diferencial suelto en el cuadro que no se conectó, estando la línea de farola sin elementos protectores. Su trabajo era precisamente dedicarse a esa tarea por lo que conocía el modo de solucionar estos graves problemas que eran fuente de riesgos ya que como electricista no podía ignorarlos ni desconocerlos. Podía advertir los riesgos que implicaba mantener el deficiente estado, riesgo que potencialmente afectaba a la generalidad de las personas que pasaban por la zona, y que accidentalmente podían tocar la farola. Cualquier observador de los elementos causantes, sin necesidad de contar con conocimientos en electricidad, que no es el caso de Bujosa, podía advertir el riesgo de peligro que suponía mantenerlo en el deficiente estado en el que se encontraban, y poner remedio a ello. A pesar de advertir ese peligro, y poder neutralizarlo, no realizó ninguna actuación. Esos datos sirven para afirmar una mayor previsibilidad del suceso. No hizo nada (ejemplo precintando la farola), ni desplegó ninguna diligencia. Su infracción a la norma objetiva de cuidado fue grosera, expresiva de una grave desidia, razón por la cual estimo que se le puede imputar a título de imprudencia grave el resultado causado, porque concurre un plus de imprudencia en su conducta. En definitiva, la imprudencia debe calificarse de grave, al haber omitido el acusado una serie de deberes y obligaciones relevantes, de las que dependía la seguridad de las personas. La vida y la integridad física de las personas son bienes jurídicos de especial protección en nuestro derecho penal. Este conjunto de circunstancias permiten calificar la imprudencia como grave, y no como menos grave o leve, y considerar los hechos como constitutivos del delito del artículo 142 del Código Penal, y no la falta del artículo 621.2 del Código Penal (ya derogada). SEXTO.- Del citado delito es responsable, en concepto de autor, el acusado Antonio Bujosa, conforme a los artículos 27 y 28 del Código Penal, por su participación directa y personal en los hechos, como se ha expuesto. SEPTIMO.Circunstancias y Penalidad. No concurren circunstancias modificativas de la responsabilidad penal. En cuanto a la individualización de las penas a imponer, el artículo 142.1 del CP (tanto en la actual redacción como en la derogada por la LO 1/2015) establece la pena de 1 a 4 años de prisión. El artículo 66.2 del CP señala que "En los delitos imprudentes, los Jueces o Tribunales aplicarán las penas a su prudente arbitrio, sin sujetarse a las reglas prescritas en el apartado anterior". La acusación particular solicita la pena de 4 años de prisión, sin que haya motivado dicha petición, aunque puede entender que lo hace en atención al fallecimiento de un joven que tenía toda una vida por delante. Lamentando profundamente la muerte de David, hay que hacer constar que la gravedad de ello, no hace inclinar la balanza hacia el delito en lugar de hacia la falta, sino que es la mayor intensidad e importancia del deber de cuidado infringido lo que determina una u otra calificación. Ya se ha explicado cual fue deber de cuidado omitido, y considero innecesario repetirlo. Entiende esta juzgadora que no se justifica la procedencia de la imposición al acusado de la pena máxima de 4 años de prisión, dado que no concurre circunstancia agravante alguna. Se ha tratado de un acontecimiento puntual en la dilatada carrera profesional del acusado aún cuando ha causado un dolor irreparable a los familiares de David. Pues bien, no concurriendo circunstancias agravantes ni atenuantes, y en atención a las circunstancias concretas del caso que se han dejado expresadas, a las deficiencias apreciadas, permiten calificar la conducta como grave y merecedora de un reproche penal superior a la imposición de la pena mínima prevista por el Código Penal, estimo que la pena de DOS AÑOS de prisión es ajustada y pondera a los hechos, pena que en cualquier caso se encuentra en la mitad del rango legal, y que podrá ser en su caso suspendida. Dicha pena de prisión conllevará la accesoria inhabilitación especial para el ejercicio del derecho sufragio pasivo durante el tiempo de la condena (artículo del Código Penal). Del mismo modo, en base a lo establecido el apartado 3 del mismo artículo 142 del CP, conllevará accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio de profesión de electricista por tiempo de TRES AÑOS. de de 56 en la la OCTAVO.- Responsabilidad civil. Señala el artículo 116 del Código Penal que toda persona responsable de un delito o falta lo es también civilmente si del hecho de derivan daños o perjuicios. No existe una medida del dolor producido por la muerte de un ser querido. Por esa razón, en la bibliografía especializada se prefiere, a efectos resarcitorios, aludir a su compensación más que a su indemnización. El afecto no se puede contar, pesar ni medir; el dolor, tampoco. No son mercancías que se intercambien en el libre mercado, y, por eso, carecen de equivalente económico fijado con arreglo a las pautas de la formación objetiva de los precios. El dolor no se indemniza, se compensa. Se procura contrapesar facilitando satisfacciones que puedan mitigarlo; y, para ello, se asigna una cantidad variable de dinero; porque el dinero es el bien fungible por excelencia, y puede ser cambiado por los bienes o servicios que prefiera la persona perjudicada. Mas, como no es posible encontrar una medida objetiva, se viene acudiendo, desde hace años, a un baremo, construido para indemnizar el daño corporal causado por siniestros ocurridos en el contexto del manejo de vehículos de motor. Se incorpora, como «anexo» a la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor, redactada con arreglo a lo establecido por la Disposición Adicional Octava de la Ley 30/1995, de 8 Nov y más recientemente al sistema introducido por la Ley 35/2015 de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración de daños y perjuicios causados a las personas en accidentes de circulación, que modifica el Texto Refundido de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor aprobado por Real Decreto Legislativo 8/2004 de 29 de octubre. Discutido y discutible, tiene a su favor haber sido aprobado por las Cámaras Parlamentarias que representan institucional mente al Pueblo Español, si bien en el presente caso no procede efectuar pronunciamiento alguno habida cuenta que los familiares de David han percibido en total la cantidad de 170.000 euros (150.000 de la Aseguradora Generali que lo es del Ayuntamiento y de éste mismo la de 20.000 euros), cantidad superior a la prevista en el Baremo para los casos de fallecimientos en accidente de circulación. NOVENO.- Costas. En virtud de lo dispuestos en los arts. 123 del CP y 240.2 de la Lecrim, las costas se entienden impuestas por ministerio de la Ley a los culpables de los delitos y faltas, por lo que procede condenar a Antoni Bujosa, al abono de las costas procesales que se hubieran causado en esta instancia en las que se incluirán las de la acusación particular. Las costas de los acusados absueltos se declaran de oficio. Vistos los preceptos legales general y pertinente aplicación, citados y los demás de FALLO 1. DEBO ABSOLVER Y ABSUELVO a JAUME ISERN LLADO del delito de homicidio imprudente que se le imputaba, con todos los pronunciamientos favorables. Costas de oficio. 2. DEBO CONDENAR Y CONDENO A ANTONI BUJOSA ALEÑAR como responsable criminalmente en concepto de autor de un delito de HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA GRAVE, ya definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, y le impongo la pena de DOS AÑOS DE PRISION, la inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, e inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión de electricista por tiempo de TRES AÑOS. Todo ello con imposición de las costas en las que se incluirán las de la acusación particular. 3. DEBO ABSOLVER Y ABSUELVO al Ayuntamiento de Bunyola de la responsabilidad civil solicitada en su contra. Costas de oficio. Notifíquese esta resolución a las partes y al Ministerio Fiscal haciéndoles saber que la presente resolución no es firme y contra la misma podrá interponerse ante este mismo Juzgado, para su sustanciación ante la Ilma. Audiencia Provincial, RECURSO DE APELACIÓN en el plazo de los diez días siguientes a su notificación. Así por esta mi Sentencia, de la que se llevará testimonio a los autos originales, juzgando en esta instancia, lo pronuncio, mando y firmo. PUBLICACIÓN.- La anterior sentencia ha sido dada, leída y publicada por la Ilma. Sra. Magistrado-Juez que la ha dictado. Doy fe. Conforme a la Ley Orgánica 15-1999 de 13 de diciembre, de protección de datos de carácter personal, los datos contenidos en esta comunicación y la documentación adjunta son confidenciales, estando prohibida su transmisión o comunicación por cualquier medio o procedimiento y debiendo ser tratados exclusivamente para los fines propios de la Administración de Justicia.