ARTE | LA OTRA MIRADA SIN TÍTULO. Técnica mixta sobre tela, 2009 GENTILEZA SARA GARCÍA URIBURU PROFETA EN SU TIERRA Después de haber viajado y triunfado por el mundo, el mendocino Eduardo Hoffmann cumplió un sueño de volver a su tierra con una muestra en las salas del Museo Killka, en Tunuyán, que reúne trabajos de los últimos dos años POR ALICIA DE ARTEAGA Enviada especial - Tunuyán, 2010 E s como volver al viejo amor. Hoffmann ha reunido en el Museo Killka de Mendoza, con la curaduría de Sara García Uriburu, obras recientes, telas enormes, texturas sensuales y citas de obras maestras del arte universal resignificadas por el artista. Regresar a Killka siempre es una fiesta, por la arquitectura espléndida que Eliana Bórmida imaginó en el piedemonte del Tunuyán para albergar una importante colección de arte argentino y por el paisaje en el que la naturaleza achaparrada anticipa la soberbia vista de los cerros nevados. Para Eduardo Hoffmann la fiesta es doble, porque es mendocino, se formó 24 | adn | Sábado 27 de marzo de 2010 en la escuela de arte local y conoció su primer idilio con la fama cuando a los veinte años ganó el premio de pintura en el Salón Vendimia. Una obra suya integra la colección del Museo Fader y hay dos trabajos en la selección de Killka, que cuenta con piezas de Polesello, Minujín, Gamarra, Schvartz, Macció, Uriburu, Demirjián, Gorriarena, Benguria, y, por cierto, de Carlos Alonso, mendocino de ley, representado por una reposera azul cobalto que en su impasible quietud narrativa dice mucho más que mil palabras. De saco a cuadros, con sombrero de paja, Eduardo H. se pasea por el Museo Killka. Es un día de sol radiante, tan seco como lo exige el vino que brota del arenal. Antes de la apertura oficial, Hoffmann dirá a quien quiera oírlo que Hoffmann pertenece a esa raza de artistas que escapa a la uniformidad, busca aventurarse en nuevas experiencias sin medir riesgos, como un enviado especial en el frente de batalla “siempre quiso exponer en este lugar”, y el deseo se ha hecho realidad con un conjunto de obras que dialogan maravillosamente con los amplios espacios proyectados por la arquitecta Bórmida, donde el privilegio de las vistas se completa con gratos recintos de materiales nobles y austeridad cromática. Enviados especiales se titula la exposición, por aquello del periodista que va al lugar de los hechos y es el narador in situ de una crónica colorida. Hoffmann es por momentos un enviado especial al Museo del Prado, de donde rescata a la Maja desnuda, de Goya, para vestirla, y al capitán flamenco de la rendición de Breda velazquiana para sublevarlo y, en lugar de entregar sumiso las llaves de la ciudad, clavar en las entrañas de su adversario una daga que