xx internacional

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XX
INTERNACIONAL
CIENCIA
AL DÍA
de cada tres parejas
(!) Dos
inclinan la cabeza hacia
elnorte.com/vida
la derecha para besarse, dijo el
alemán Onur Güntürkün, lo que
podría deberse a que así, el
contacto se da en el lado izquierdo
del cuerpo y las sensaciones pasan
al hemisferio derecho del cerebro,
donde se analizan las emociones.
Domingo. 13 de Agosto del 2006. vida@elnorte.com / Tel. 8150-8289 / Fax. 8150-8726 Editor: Francisco Betancourt
Piernas de acero,
corazón de oro
Cortesía: Josafat González Armendáriz
Perfiles e Historias: Josafat González Armendáriz
d Éstas son las piernas de fibra de carbono que Josafat probó en vacaciones y que
requiere para correr y hacer ejercicio cardiovascular. Su costo es de 18 mil dólares.
Hace un año, este regio
enfrentó una tragedia
en sus vacaciones en
Italia. Sorprendiendo
a médicos, amigos y
familiares, superó la
prueba con optimismo,
ahora lleva una vida
normal y hasta tiene
una nueva meta: correr.
Conoce su historia.
En clases, Josafat suele ser dedicado, participativo y muy platicador.
Al término de la asignatura Seminario Integrador de Contabilidad, preguntó quiénes querían incorporarse
a su equipo para elaborar un proyecto, y de distintos sitios del salón surgieron manos levantadas.
“Es extrovertido y popular entre
las muchachas, sigue siendo el Josafat
de antes, se ha adaptado muy bien”,
menciona Eulalio Blanco, su amigo
desde primaria, y quien toma con él la
clase Sistema Financiero Mexicano.
Aún le cuesta un poco desplazarse de un salón a otro porque algunos
se ubican en segundos y terceros pisos, pero es independiente y si se cansa sólo se detiene unos minutos en las
bancas de las áreas arboladas, antes
de seguir su camino.
C
María Luisa Medellín
A
ferrándose al barandal de la
escalera, con pasos cortos,
pero seguros, Josafat baja del
aula de un segundo piso donde concluyó su clase.
En los pasillos del Tec, un río de estudiantes platica, va y viene con sus libros y laptops. Entre ellos, Josafat González Armendáriz, delgado, alto, de ojos
expresivos y cabello sedoso y negro, es
uno más, pero diferente a la vez.
Viste camiseta tipo Polo roja y tenis a juego. Compró varios pares porque le gusta combinar su ropa, por lo
regular, de marca.
De sus holgados shorts ámbar sobresalen dos relucientes piernas robóticas que sorprenden a primera vista,
no tanto como su actitud de ganador.
Hace un año la vida lo enfrentó a
una prueba capital que ha superado con
temple y optimismo. Tuvo que aprender
de nuevo a caminar y ya está de vuelta
en el último semestre de la licenciatura
en Contaduría Pública y Finanzas, de la
que se graduará en diciembre.
Su siguiente meta: correr.
d Dentro del Tec, o de uno a otro salón,
hay que caminar tramos largos, nada
muy complicado para este joven.
Después de tres semanas e innumerables atenciones regresó a Monterrey para continuar su hospitalización.
“Creía que mis amigos iban a pensar que me pegaría un tiro en la cabeza, deseaba decirles que venía con
todas las ganas del mundo, pero no
querían entrar a mi cuarto. Se entiende, ¿qué le dices a alguien que perdió
las piernas?, hasta que yo les decía: no
te preocupes, la vida sigue”.
A Josafat le colocaron unas prótesis, sin embargo, no adelantaba mucho en su rehabilitación.
Unos familiares de Oklahoma le
enviaron videos de fabricantes de extremidades cibernéticas, uno de ellos
llamó poderosamente su atención.
En las imágenes aparecía Cameron Clapp, un joven que perdió ambas
piernas y un brazo por quedarse dormido sobre las vías del tren, en Grover
Beach, California, y que con ese tipo de
aparatos caminaba, bajaba escaleras y
daba marometas en un trampolín.
“Si él puede, yo también”, casi gritó al verlo, Josafat.
Él, su mamá y su hermana partieron a Oklahoma el 10 de diciembre del 2005. Josafat llegó en silla de
ruedas al área de rehabilitación de la
compañía, y dio unos cuantos pasos
con sus prótesis.
Un médico y un terapista determinaron que le hacía falta fuerza en
las piernas y le proporcionaron un
par de instrumentos robóticos muy
cortos para comenzar.
“Ahí andaba yo como enanito, pero feliz, caminando”, sonríe Josafat.
Las primeras semanas practicaba
de mañana a noche, combinando prótesis pequeñas y de tamaño normal
hasta mantener el equilibrio, en una rehabilitación que duró cuatro meses.
“Si me caía 20 ó 30 veces, las mismas que me levantaba, después me
he golpeado muchas otras y he tenido mis ratos de depresión, pero logro
lo que me propongo.
“Me quedó muy claro algo que
me dijeron ahí: el mundo no se va a
adaptar a ti, tú tienes que adaptarte
al mundo”.
Las piernas robóticas que usa
combinan tecnología computacional e hidráulica.
Son dos delgados instrumentos tubulares con una pequeña rodilla y la forma de un pie en el extremo. Se ajustan
con una llave a otra pieza ancha sobre el
muslo y dependen de un microprocesador que regula líquido hidráulico para
que se doblen o extiendan, despacio o
rápido, según se mueva Josafat.
Hay una especie de conciencia de
organismo cibernético, una conexión
inteligente entre carne y máquina.
Otra particularidad es que cuenta los pasos de Josafat. De hace seis
meses a la fecha, 125 mil 700.
“No es mucho. De aquí a diciembre pretendo dar más de 250 mil, hay
que moverse”.
Josafat cuenta que en Oklahoma
participó con Cameron en una charla
motivacional para soldados que perdieron piernas o brazos en combates
en Iraq, y desde abril, en Monterrey,
ha ofrecido pláticas para infundir su
filosofía de vida.
Kenji Inukai, uno de sus amigos,
está sorprendido por sus avances y
dice que sólo le falta correr.
“Él siempre fue alegre, positivo,
además, ahora veo que se fija metas
más humanass que económicas”.
TEATRO
EDUCACIÓN
Brillan ‘Fotomatón’ y
‘Los Niños de Morelia’
Estas carreras
exigen excelencia
Claudia Susana Flores
L
a madrugada del miércoles 29
de junio del 2005 dormitaba
aún. Josafat y cuatro compañeros viajaban de Mónaco a Roma,
en un tren deteriorado y sin clima.
Días antes, concluido el programa de verano del Tec, en la Universidad Comillas, de Madrid, los muchachos armaron un tour para disfrutar
otras ciudades europeas.
Alejandro, Gabriel y Alain iban
acurrucados en sus asientos. Josafat,
quien hace dos meses cumplió 24
años, charlaba con Guillermo.
El convoy se detuvo en La Spezia,
pequeña ciudad al norte de Italia, entre Pisa y Génova.
Josafat vio por la ventana una
máquina expendedora de dulces, se
saboreó un chocolate y bajó a comprarlo. Cuando lo tomó, el tren reinició una marcha morosa. Se le hizo fácil darle alcance porque la puerta del carro se encontraba a unos 30
metros.
“Pero avanzó más rápido. Me sostuve de la puerta e intenté meterme… No
me acuerdo qué más pasó, sólo la vaga
noción de un golpe”, relata en su casa,
Josafat, días antes de entrar a clases.
Con las manos entrelazadas e inclinado hacia adelante en el sillón de
la sala, cuenta que llevaba chanclas, y
supone que resbaló y perdió el conocimiento al caer debajo del vagón.
Al recobrar la consciencia levantó la cabeza con esfuerzos.
“No vi mi pierna derecha. Recuerdo sangre y mi pierna izquierda
casi desprendida. Dije, ¡aaaah! ésta no
la voy a librar ni de chiste, nadie va a
llegar a atenderme, son las tres de la
mañana, me voy a desangrar”.
Con sentido del humor, dice que
no vislumbró el resplandor al final del
túnel, pero pensó en su familia y le suplicó a Dios le prolongara la vida.
Josafat recuerda sensaciones de
adormecimiento. Tiene muy presente –porque los pensamientos intrascendentes llegan cuando uno menos
lo espera– que los paramédicos llegaron y le rasgaron el short. “Chin, es
mi preferido”, pensó, y volvió a perder la conciencia.
Visiblemente afligidos, los doctores lo enteraron en el hospital de
d Esta semana, Josafat pudo por fin volver a la escuela tras su rehabilitación para cursar las últimas cuatro materias de su carrera.
la amputación de sus piernas justo
arriba de la rodilla.
“No se preocupen, estoy vivo”,
respondió Josafat con entereza. “Yo
fui el único que me metí en el problema, teniendo mil opciones, escogí correr atrás del tren”.
E
l repiquetear del teléfono despertó con el alba a Amanda y a
Baldomero, su esposo. La voz
del otro lado del auricular se identificó como Iván Mendoza, cónsul de
México en Milán.
“Señora, me dijo, es muy penoso
para mí informarle que su hijo tuvo
un accidente en el tren, se encuentra
en el hospital, están tratando de salvar
sus piernas”, relata la mujer, reviviendo el desconsuelo del momento.
Amanda y Baldomero intentaron
obtener un diagnóstico directo en el
centro médico, imposible, nadie hablaba español.
Desesperados, se comunicaron
con su hija Amanda, a Costa Rica,
donde pasaba el verano, a la agencia
de viajes de la tía Silvia y a la compañía de seguros médicos, que finalmente hizo las gestiones para volar
de urgencia a Europa.
“Estábamos deshechos, pero tuvimos qué reaccionar. Hicimos llamadas, preparamos maletas, nos alistamos para partir en cuanto nos dijeran”, detalla Amanda, de voz dulce y
modales delicados.
Salieron de casa a las 11 y media de la mañana –seis y media de
la tarde, tiempo de Europa–, y por
los retrasos en los vuelos llegaron a
La Spezia a las tres de la mañana del
viernes 1 de julio.
“A Josafat le habían amputado
las piernas. Estaba golpeado, tenía
un coágulo en la frente, la carne viva en la espalda, como si algo le rajó
la parte de arriba. Estaba consciente,
pero sedado, y en cuanto nos vio pidió que le quitaran el tubo de respirar. ‘No pasa nada’, nos dijo”.
“No te mortifiques, papi”, lo alentó Josafat. “Dame un año y continuamos nuestros planes”.
Se refería a graduarse y trabajar en
el negocio de tráileres de la familia.
“Ya le ganó la batalla a la muerte”,
confirmó a través de un traductor el
director del hospital, “pero tiene un
coágulo en la frente, esperamos que se
reabsorba y no haya daño cerebral”.
También los alertó sobre el riesgo de que se desangrara si por un movimiento brusco, el filo de dos vértebras fracturadas lacerara alguna arteria. Por fortuna, no ocurrió.
EXTRAS DE HOY
Depresión postparto
Si una mujer acaba de tener
a su bebé y no se ve muy feliz,
cuidado: puede ser más
que sólo una tristeza pasajera.
Gráfico animado
En su penúltima jornada,
el Festival de Teatro NL 2006
mostró dos grandes
montajes. Checa las reseñas.
Sólo los estudiantes
más inteligentes
y capaces pueden cursar
estas profesiones. Conócelas.
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on su backpack, Josafat camina erguido. Pocos notan sus
piernas, las miradas se dirigen a su ropa o a su cálida sonrisa.
“Una niña que conocí, me decía:
‘¿por qué no te pones pantalón?, nadie sabría que traes prótesis’, pero yo
me siento a gusto así, eso es lo importante”.
“Él mantiene una actitud notablemente positiva”, dice Aldo Torres, director de la licenciatura en Contaduría Pública y Finanzas. “Nos da una
lección de vida”.
Ahora, Josafat quiere correr, lo hizo en vacaciones sobre unas piernas
de fibra de carbono, de 18 mil dólares,
parecidas a las de los robots enemigos
de “La Guerra de las Galaxias”.
“Voy a tocar puertas para comprarlas. Me van a servir para hacer
ejercicio cardiovascular, no quiero
quedarme tan quieto.
“¿Qué otra cosa tengo planeada?
Volver el próximo verano a La Spezia,
quiero agradecerle a la gente que estuvo a mi lado e ir a la estación del
tren: con los paramédicos, necesito
saber lo que pasó, es un círculo en mi
vida que tengo qué cerrar”.
Su regreso a clases.
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HISTORIA
‘La Última Cena’:
Una sobreviviente
Conoce las agresiones
que ha sufrido esta obra
de Leonardo da Vinci
a lo largo de la historia.
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COMUNIDAD
Le exprimen el jugo
a sus vacaciones
Algunos le sacaron la vuelta
a los cursos tradicionales
de verano, ¿quieres
saber qué aprendieron?
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