SALA CONSTITUCIONAL Magistrado Ponente: MOISES A. TROCONIS VILLARREAL El Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta, a propósito de la acción de amparo constitucional interpuesta por el abogado Alejandro A. Rodríguez Cossu, inscrito en el Inpreabogado bajo el n° 28.336, actuando en representación judicial de la sociedad mercantil SEGUROS LA SEGURIDAD C.A., inscrita originalmente en el Registro de Comercio que llevaba el Juzgado de Primera Instancia en lo Mercantil del Distrito Federal, en fecha 12 de mayo de 1943, bajo el n° 2.135, actualmente inscrita en el Registro Mercantil Primero de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda, en fecha 22 de abril de 1997, bajo el n° 75, tomo 96-A Pro., acordó, por auto dictado el día 30 de noviembre de 1999, enviar el expediente contentivo de dicha acción a la Sala de Casación Civil de la antigua Corte Suprema de Justicia, en virtud del recurso de apelación interpuesto contra la sentencia definitiva, dictada en fecha 17 de noviembre de 1999 por ese Tribunal Superior, declaratoria de inadmisibilidad de la acción incoada por la referida sociedad mercantil contra el auto de ejecución dictado, en fecha 2 de agosto de 1999, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta. En fecha 13 de enero de 2000, el Juzgado de Sustanciación de la Sala de Casación Civil declinó el conocimiento de la causa en la Sala Constitucional, en la cual se dio cuenta en fecha 15 de febrero de 2000 y se designó ponente al Magistrado Moisés A. Troconis Villarreal. I PRETENSIÓN DE LA PARTE ACTORA 1. El apoderado de la sociedad mercantil Seguros La Seguridad C.A. aduce que su representada fue parte demandada en la acción que por cumplimiento de contrato de seguro incoara el asegurado Importadora Almanzura C.A., acción declarada con lugar en la Alzada el día 28 de mayo de 1997; que fue condenada a pagar la suma de tres millones doscientos seis mil quinientos cincuenta y tres bolívares con cincuenta y ocho céntimos (Bs. 3.206.553,58), correspondiente a la pérdida sufrida por la demandante en el siniestro, así como el equivalente en bolívares de la suma de dieciocho mil ochocientos veintiséis dólares de los Estados Unidos de América con setenta y ocho centavos de dólar (US. $ 18.826,78), en calidad de daños y perjuicios; que la empresa ejerció oportunamente recurso de casación, pero que la Sala de Casación Civil de la antigua Corte Suprema de Justicia, en fecha 9 de diciembre de 1998, lo declaró inadmisible por razón de la cuantía, en los términos siguientes: "Aplicando al caso sub-iudice el criterio jurisprudencial vertido en la transc ripción supra inmediata, el cual criterio hoy nuevamente se reitera, se concluye que con relación al segundo punto reclamado en el petitum del libelo de la demanda, no existe un valor legalmente estimado por la parte actora a los fines de la determinación de la competencia por la cuantía de los respectivos Tribunales. En consecuencia, para determinar la competencia por la cuantía de los órganos jurisdiccionales -incluida esta Sala de Casación Civil- a los que les corresponde conocer del proceso en el cual se profirió la recurrida, sólo rige el quantum del arriba transcrito primer punto reclamado en el petitum del libelo de la demanda introductivo de la primera instancia. Expresado en otros términos, a todos los efectos legales -incluida la admisión del recurso de casación-, el valor de lo litigado en el proceso en el cual se dictó la recurrida queda limitado a la supra señalada suma de ‘tres millones doscientos seis mil quinientos cincuenta y tres con cincuenta y ocho céntimos (Bs. 3.206.553,58), correspondiente, se reitera, al primer punto reclamado en el petitum del susomencionado libelo de demanda. Ahora bien, a parir del 22 de abril de 1996 está plenamente vigente la nueva cuantía que para la admisibilidad del recurso extraordinario de casación conte mpla el Decreto N° 1.029 de fecha 22 de enero de 1.996, dictado por el Presidente de la República con fundamento en la atribución conferida por el artículo 945 del Código de Procedimiento Civil. A tenor de lo dispuesto en el instrumento normativo referido en el párrafo anterior, quedó expresamente dispuesto que la cuantía exigida para los recursos de casación interpuestos en juicios civiles y mercantiles debe exceder la suma de cinco millones de bolívares (Bs. 5.000.000,00). Conforme a la pacifica jurisprudencia emanada de esta Sala de Casación Civil, se ha resuelto que, salvo el supuesto de la casación múltiple, la cuantía referida en el párrafo anterior como presupuesto de admisibilidad del recurso de casación, en aplicación de lo dispuesto en los artículos 9 y 941 ambos del vigente Código de Procedimiento Civil, será exigible en todos aquellos procesos judiciales cuyo anuncio casacional se verifique a partir del 22 de abril de 1.996, inclusive (vide: Sentencia de la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, de fecha 14 de agosto de 1.996, en el proceso judicial seguido por el abogado Oswaldo Baralt López contra Nelly Josefina Francisquez Castro, con ponencia del Magistrado Dr. Aníbal Rueda, exp. N° 96-129, N° 124). Atendiendo a lo anterior, la Sala observa que en el proceso en el cual se profirió la sentencia objeto del recurso de casación sub iudice, el acto procesal del anuncio se efectuó los días: 4, 9 y 18 de junio de 1.997 (vide: folios 152 y 153 del expediente). Articulado lo expuesto en los párrafos anteriores, se impone, de manera indefectible la siguiente conclusión: el recurso de casación anunciado por la parte demandada, contra la sentencia dictada por el Juzgado Superior Accidental en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta, con sede en la ciudad de La Asunción, de fecha 28 de mayo de 1.997, resulta inadmisible por haberse interpuesto -anunciado- con posterioridad a la entrada en vigencia del Decreto N° 1.029 de fecha 22 de enero de 1.996 dentro de un proceso judicial cuya cuantía no excede de la suma de cinco millones de bolívares (Bs. 5.000.000,00). En virtud de todo lo expuesto, la Sala declara inadmisible, por falta de la cuantía mínima legalmente requerida, el recurso de casación bajo examen. Así se declara." Bajado el expediente al tribunal de la causa (el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, Trabajo y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta), la empresa dio cumplimiento al primero de los capítulos del fallo, mediante la consignación de la suma de dinero correspondiente, pero se abstuvo de hacer efectivo el pago del segundo de dichos capítulos, por referirse a una suma de dinero que fue mandada a pagar en moneda extranjera, razón por la cual no fue considerada por la Casación a los fines de la admisión a trámite del recurso correspondiente, de modo que, a juicio del apoderado de la empresa, dicho pago no es exigible, a tenor de lo sentado en el fallo de la Sala de Casación Civil de fecha 9 de diciembre de 1998. Sin embargo, el tribunal de la causa dictó, en fecha 2 de agosto de 1999, un auto que desestimó su alegato, y a través del cual se conminó a la empresa a dar cumplimiento al fallo definitivo. 2. Según el apoderado de la empresa aseguradora, el auto en referencia amenaza el derecho fundamental a la propiedad de su representada y, además, le conculca el goce y ejercicio de irrenunciables garantías del debido proceso, como son la defensa e igualdad de tratamiento y la no discriminación ante la ley, por cuanto, una vez desechada por la Sala de Casación Civil la estimación en moneda extranjera del segundo de los pedimentos de la demanda, y no admitido por tanto el recurso de casación, el citado pedimento no debió ser considerado válido por el tribunal de instancia. El apoderado de la empresa formula su alegato en los términos siguientes: “En efecto, si se tiene en cuenta que la grave indeterminación incurrida por el actor, en el segundo petitorio de la demanda, fue razón suficiente para que la Corte limitara el valor de lo litigiado a los tres millones doscientos seis mil quinientos cincuenta y tres bolívares con cincuenta y ocho céntimos (Bs. 3.206.553,58) reclamados en el primer petitorio del libelo, inadmitiendo, en consecuencia, el recurso de casación formalizado por mi mandante contra la sentencia definitiva, a fortiori debe entenderse que este unilateral y exclusivo error del actor en el planteamiento de su demanda, no va le tan sólo para restringirle los medios recursivos de defensa a la parte inocente de aquel vicio (léase: el demandado), sino que también restringe cuantitativamente por elementales razones de equidad, y hasta de sentido común- la pretensión del autor de aquel torpe petitorio petitorio, que a fuerza de su propia torpeza, NO PUEDE ASPIRAR LUCRO POR EL VICIO COMETIDO, o lo que es lo mismo: pretender la ejecución forzosa de aquel indeterminado petitorio en dólares que no existe ni vale -a la luz de la Ley- para que el reo pueda defenderse en sede en Casación e invalidación, y que, por ende TAMPOCO EXISTE NI VALE -A LA LUZ DE LA MISMA LEY- PARA QUE EL TORPE DEMANDANTE SAQUE PROVECHO DE SU PROPIA TORPEZA, mediante la ejecución forzosa, no menos torpe, de un concepto que -como quedó establecido por la Corte Suprema de Justicia- no tiene existencia jurídica, por ser el ajurídico engendro de una infracción del artículo 95 de la Ley del Banco Central de Venezuela. Acaso podría pensarse que es cuestión de perspectiva, y que la indeterminación del segundo petitum libelado, afectaría tan sólo la competencia por el valor de los Jueces que resolvieron la contienda, pero no el importe que debe pagar el demandado para librarse de la ejecución; aunque ello implicaría reconocer, en todo caso, la NULIDAD ABSOLUTA de los fallos producidos en las dos instancias y la del proceso de ejecución mismo, por ser actos emanados de JUECES INCOMPETENTES. Pero, si se piensa bien, esa visión mutilada y pacata del proceso jurisdiccional, no pasaría de ser una amoral invitación al fraude y a la mala fe, que traería consigo un sinfín de inescrupulosas demandas que, guiadas por el avieso propósito de burlar la eventual censura casacional y restringir el ámbito de defensa de sus adversarios, de liberadamente encabezarían su petitorio con una pretensión por monto menor a Bs. 5.000.000,00, seguida de un Petitum adicional- de proporciones inconmensurablemente mayoresexclusivamente cifrado en moneda extranjera. (omissis) De allí que la pretendida ejecución de sumas que exceden el precisado objeto del juicio, se revele como un exceso de poder del Tribunal a quo, que en abierta infracción de la garantía de igualdad de tratamiento ante la Ley, se ha empeñado en discriminar a mi representada, haciendo recaer en ella la obligación de pagar un monto que, por su manifiesta ilegalidad -declarada en sentencia del máximo Tribunal de la República- quedó excluido como objeto del proceso en el que SEGUROS LA SEGURIDAD C.A. fue juzgada y condenada." 3. El petitorio del apoderado de la empresa es del tenor siguiente: "En fuerza de las razones de hecho y de derecho antes expuestas, es por lo que ocurro ante esa honorable Superioridad, constituida como Tribunal constitucional, con el objeto de solicitarle, con arreglo a los artículos 49 de la constitución y 4° de la Ley Orgánica de Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales, tenga a bien declarar CON LUGAR el presente Recurso de Amparo constitucional, ejercido contra el auto de ejecución de sentencia dictado por el Juez Primero en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, y del Trabajo y Agrario de esta Circunscripción Judicial, Dr. LUIS TENEUD, el día dos de agosto de 1.999, en el juicio que por Cumplimiento de Contrato de Seguros sigue IMPORTADORA ALMAZURA C.A., contra SEGUROS LA SEGURIDAD C.A.- y que, como consecuencia de la declaratoria con lugar del presente recurso, se libre Mandamiento de Amparo Constitucional, por virtud del cual se anule la decisión judicial impugnada y se declare terminado el proceso de ejecución, ordenándose el archivo del expediente." Asimismo, dicho apoderado solicita una medida cautelar innominada dirigida a “la inmediata paralización del procedimiento seguido ante el Tribunal ejecutor, hasta que sea pronunciada la decisión sobre el presente recurso de amparo”. II INFORME DEL PRESUNTO AGRAVIANTE Mediante escrito de fecha 26 de octubre de 1999, el Juez del tribunal de la causa informó que, a su juicio, no fue restringido el derecho a la defensa de la empresa accionante, por cuanto la misma ejerció libremente los recursos de ley, como el de casación e incluso el de invalidación. Por otra parte, señaló que el tribunal a su cargo se limitó a ejecutar el fallo definitivo y firme de la Alzada, contra el cual la empresa accionante pudo acceder a la Sala de Casación Civil, no siendo el recurso de amparo una tercera instancia ni la vía idónea para cuestionarlo. III INFORME DE LA TERCERA OPOSITORA La empresa Importadora Almanzura C.A., inscrita en el Registro Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta en fecha 19 de mayo de 1981, bajo el n° 68, tomo IV, se hizo parte en la presente causa por haber sido demandante en el juicio por cumplimiento de contrato contra la empresa Seguros La Seguridad C.A. En primer lugar, la empresa opositora aduce que la acción es inadmisible porque se ha pretendido sustituir por su intermedio el recurso ordinario de apelación, cuando ha debido, en todo caso, ejercerse la acción de amparo en forma conjunta y accesoria al recurso en referencia. En segundo lugar, la opositora sostiene que la accionante hizo interpretación errónea de lo dicho por la Sala de Casación Civil, al declarar inadmisible el recurso de casación ejercido por ésta, ya que la doctrina jurisprudencial sobre la cuantía mínima legalmente establecida, vinculada al principio según el cual las partes fijan el límite de la litis y a ello debe atenerse la definitiva, no fue sino reiterada nuevamente por la Sala, sin modificar con ello la sentencia de segunda instancia. IV COMPETENCIA Esta Sala, en sentencia que dictara en fecha 20 de enero de 2000 (expediente n° 00-002, caso E. Mata Millán), se declaró competente para conocer de las apelaciones o consultas que se formulen contra sentencias que, en materia de amparo constitucional, sean dictadas en primera instancia por los Tribunales Superiores, la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo y las Cortes de Apelaciones en lo Penal, en los términos que se transcriben a continuación: “Asimismo, corresponde a esta Sala conocer de las apelaciones y consultas sobre sentencias de los Juzgados o Tribunales Superiores aquí señalados, de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo y las Cortes de Apelaciones en lo Penal cuando ellos conozcan la acción de amparo en Primera Instancia.” Posteriormente, en sentencia del 14 de marzo de 2000 (Exp. nº 00-0581, caso: Elecentro), la Sala precisó: “A la vez, en los casos en que el conocimiento de las acciones de amparo en primera instancia corresponda a los Juzgados Superiores en lo Contencioso Administrativo, el conocimiento de las apelaciones y consultas que se ejerzan contra las sentencias que éstos pronuncien, será de competencia de la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo. En estos casos, la Sala Constitucional sólo podrá acceder al examen de la respectiva sentencia de amparo a través de la revisión prevista en el artículo 336, numeral 10, de la Constitución de la República.” La apelación a que se refiere la presente causa fue ejercida contra la sentencia dictada, en fecha 17 de noviembre de 1999, por un Juzgado Superior provisto de competencia en materia civil y mercantil, a propósito del conocimiento en primera instancia de una acción de amparo ejercida contra un auto de ejecución, motivo por el cual dicha apelación encuadra en el supuesto de competencia establecido por la Sala en la decisión transcrita. En consecuencia, esta Sala se declara competente para conocer del recurso de apelación sometido a su conocimiento. Así se decide. V SENTENCIA RECURRIDA EN APELACIÓN El Tribunal de la recurrida declaró inadmisible la acción de amparo constitucional por considerar que había sido ejercida en lugar del recurso ordinario de apelación que, a su juicio, correspondía ejercer contra el auto de ejecución del 2 de agosto de 1999. Según el texto de la recurrida: “Es, pues, inadmisible la presente acción de amparo, cuando la misma lo que pretende es que este Tribunal Constitucional examine la interpretación del dispositivo de una sentencia definitiva y en fase de ejecución, el que, en su decir, fue interpretado erróneamente por el juzgador del Juzgado denunciado como agraviante, sin ejercer contra la misma el recurso de apelación correspondiente." VI ADMISIBILIDAD DE LA PRETENSIÓN En fecha 2 de agosto de 1999, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta, visto que, a juicio de los ejecutantes, la empresa Seguros La Seguridad C.A. dio cumplimiento parcial a la sentencia definitivamente firme dictada por el Juzgado Superior en lo Civil y Mercantil de dicha Circunscripción, y visto que dichos ejecutantes exigen el cumplimiento total de la condena declarada (sic) en la sentencia del referido Juzgado Superior, “ ... ordena oficiar a Seguros La Seguridad C.A., notificándole que deberá dar cumplimiento a lo ordenado en la Sentencia dictada que ha quedado definitivamente firme ...”. Del texto que antecede se desprende que se trata de una providencia de notificación que toma causa de la sentencia que, dictada por el Juzgado Superior en referencia, condenó “ a la demandada SEGUROS LA SEGURIDAD C.A., a pagar a la Empresa IMPORTADORA ALMANZURA C.A., la siguiente cantidad de dinero: 1) Tres millones doscientos seis mil quinientos cincuenta y tres bolívares con cincuenta y ocho céntimos (Bs. 3.206.553,58), correspondientes a la pérdida sufrida por la demandante en el siniestro. 2) El equivalente en bolívares a la suma de dieciocho mil ochocientos veintiseis dólares con setenta y ocho centavos ($18.826,78), que deberán ser calculados al cambio fijado por el Banco Central de Venezuela para la fecha de la definitiva cancelación de lo condenado a pagar “. Ahora bien, el Juez de la recurrida declaró inadmisible la acción de amparo contra la providencia del 2 de agosto de 1999, por haberse configurado la causal de inadmisibilidad prevista en el numeral 4 del artículo 6 de la Ley Orgánica de Amparo, toda vez que no consta en autos que la accionante haya ejercido el recurso de apelación contra dicha providencia, y que su propósito es que se examine la interpretación del dispositivo de una sentencia definitiva y en fase de ejecución. La Sala observa, a este propósito, que las causales de inadmisibilidad previstas en el numeral 4 del artículo 6 de la citada Ley Orgá nica presuponen el ejercicio tardío de la acción de amparo o la existencia de un hecho jurídico que entrañe signos inequívocos de aceptación de la violación o amenaza al derecho protegido. Sin embargo, la circunstancia de que la accionante no haya optado por el recurso de apelación contra la citada providencia no significa, por sí misma, que aquélla haya consentido en el presunto agravio, visto que, a tenor de la disposición contemplada en el numeral 5 del artículo 6 en referencia, la acción se hubiese hecho inadmisible si el presunto agraviado hubiese optado por recurrir a vías judiciales ordinarias como la apelación. Por otra parte, el presunto propósito de la accionante, de obtener la interpretación del dispositivo de una sentencia definitiva en fase de ejecución, no es vinculante para el Juez de la causa ni contribuye a hacer inadmisible la acción. En consecuencia, la Sala estima que, no habiéndose configurado en el caso de autos la citada causal de inadmisibilidad, la acción es admisible y apta para ser juzgada sobre su fundamento. Así se declara. VIII DECISIÓN Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, declara ADMISIBLE la acción de amparo constitucional ejercida por la sociedad mercantil SEGUROS LA SEGURIDAD C.A. contra la providencia de notificación dictada, en fecha 2 de agosto de 1999, por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Agrario de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta. En consecuenc ia, se REVOCA la sentencia dictada, en fecha 17 de noviembre de 1999, por el Tribunal Superior en lo Civil, Mercantil, Tránsito, Trabajo y Menores de la Circunscripción Judicial del Estado Nueva Esparta, se declara CON LUGAR el recurso de apelación, y se ORDENA al Tribunal Superior que juzgue sobre el mérito de la acción de amparo interpuesta por la citada sociedad mercantil. Publíquese y regístrese. Remítase el expediente. Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 19 Días de l mes de dos mil. Años 189º de la Independencia y 141º de Federación. El Presidente, mayo de IVÁN RINCÓN URDANETA El Vicepresidente, JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO HECTOR PEÑA TORRELLES Magistrado JOSÉ M. DELGADO OCANDO Magistrado MOISÉS A. TROCONIS VILLARREAL Magistrado Ponente El Secretario, JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO Exp. No 00-0572 MATV / sn.- Quien suscribe, Magistrado HÉCTOR PEÑA TORRELLE S, salva su voto por disentir de sus colegas en el fallo que antecede, que decidió la apelación de una sentencia dictada en materia de amparo constitucional. Las razones por las cuales me aparto de la sentencia aprobada por la mayoría son las mismas que he sostenido reiteradamente, desde las decisiones dictadas el 20 de enero de 2000 (Casos: Domingo Ramírez Monja; y Emery Mata Millán), por considerar que no existe en la Constitución de 1999 ninguna disposición que atribuya a esta Sala Constitucional competencia para conocer de las apelaciones o consultas de las sentencias dictadas en materia de amparo por los Tribunales de la República. En esa oportunidad también disentí del argumento de la mayoría según el cual el numeral 10 del artículo 336 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela atribuía a esta Sala competencia para conocer como segunda instancia en acciones de amparo. Por el contrario, desde un primer momento sostuve que en el referido numeral 10 se consagró un mecanismo extraordinario de revisión, cuya finalidad es que esta Sala establezca criterios para lograr uniformidad en la interpretación de la Constitución. A tal efecto, indiqué: “(…) quien suscribe considera que la facultad prevista en el numeral 10 del artículo 336 no es asimilable a la consulta o apelación prevista en el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales por cuanto esta Sala no es un tribunal de alzada ni superior materialmente de ningún tribunal de la República. La aludida competencia de revisión, debe interpretarse como una potestad extraordinaria de revisión de sentencias dictadas por el resto de los tribunales cuando éstos conozcan como jueces constitucionales de amparo o cuando ejerzan el control difuso de la constitucionalidad de las normas, para verificar cuestiones de derecho relativas a la interpretación de las normas y principios constitucionales, a los fines de lograr una uniformidad de criterios”. En mi criterio, una correcta interpretación en materia de competencias para conocer del amparo debió dejar incólumes las normas atributivas de competencia previstas en la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, de acuerdo con la evolución jurisprudencial que hasta entonces habían mantenido de forma reiterada tanto la Corte Suprema de Justicia como el resto de los tribunales de la República. La Sala Constitucional solamente debió asumir la competencia prevista en el artículo 3 eiusdem, y en el caso del artículo 8 del mismo texto legal, cuando los actos lesivos fuesen de ejecución directa de la Constitución o tuviesen rango de ley. En el caso concreto de las apelaciones o consultas, la norma contenida en el artículo 35 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, que prevé las apelaciones o consultas de las sentencias dictadas en materia de amparo, es precisa al indicar que el conocimiento de las mismas corresponden al Tribunal Superior respectivo atendiendo a la materia del caso concreto. Ahora bien, cuando dicho artículo alude a los "Tribunales Superiores", no se refiere necesariamente al Tribunal de Alzada, sino a un tribunal jerárquicamente superior dentro de la organización de los tribunales de la República con competencia en la materia afín a la relación jurídica dentro de la cual ocurrió la presunta violación de derechos constitucionales, tal como lo entendieron tanto la doctrina como la jurisprudencia patria, atendiendo al hecho de que la especialización de los tribunales contribuye a las soluciones más idóneas y eficaces en cada caso. De allí que, estima el disidente, el criterio de la afinidad de los derechos o garantías constitucionales se debió mantener igualmente entre las distintas Salas del Tribunal Supremo, adecuándose a las competencias de las nuevas Salas, atendiendo al ámbito de las relaciones jurídicas donde surgieron las presuntas violaciones constitucionales, correspondiendo el conocimiento a aquella Sala cuyo ámbito material de competencia sea análogo a la relación jurídica involucrada (administrativa, civil, penal, laboral, agraria, electoral, mercantil, etc.). La modificación de las competencias realizada por la mayoría sentenciadora, constituye -a juicio de quien disiente- una alteración del régimen procesal previsto en la Ley Orgánica de Amparo, materia esta (legislación procesal) que es de la estricta reserva legal, por estar atribuida al Poder Legislativo Nacional, de conformidad con el numeral 32 del artículo 156 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Por las razones anteriores, estima el disidente que, esta Sala Constitucional no debió conocer en apelación la decisión de amparo que cursa en autos, sino declinar el conocimiento de la causa en la Sala correspondiente de este Tribunal Supremo de Justicia. Queda así expresado el criterio del Magistrado disidente. En Caracas, fecha ut-supra. El Presidente, IVÁN RINCÓN URDANETA El Vice-Presidente, JESÚS EDUARDO CABRERA Magistrados, HÉCTOR PEÑA TORRELLES Disidente JOSÉ M. DELGADO OCANDO MOISÉS A. TROCONIS V. El Secretario, JOSÉ LEONARDO REQUEN A CABELLO HPT/mcm Exp. N°: 00-0572, SENTENCIA 412 DE 19-5-00