¿Incorporación o Participación de las Familias?: Un desafío más de la Reforma Educativa. Verónica Gubbins I. ANTECEDENTES Las políticas educacionales de los últimos años se han planteado como desafío mejorar la calidad y la equidad de la educación. Una de las estrategias relevantes para la consecución de estos objetivos es haber planteado un proceso de reforma de carácter incremental y descentralizado. Es decir, un proceso impulsado desde ciertos lineamientos generales definido por el nivel central que se va construyendo y operacionalizando desde las propias escuelas con la concurrencia y participación activa de todos los actores involucrados en el proceso educativo y de desarrollo de los niños y niñas. “Tras ello hay una concepción de la transformación y adecuación de los sistemas educativos a las cambiantes condiciones de la sociedad. Es propio de los sistemas descentralizados el ritmo de adaptación incremental y continuo que implica un sistema educativo abierto a la sociedad con múltiples puntos de contacto con ella y, a la vez, flexible para adaptarse a los cambios”.1 El proceso de descentralización de las políticas educacionales no es un hecho reciente. Su desarrollo e impulso emerge con fuerza en la década de los ochenta . La primera fase (1980-1989) denominada de descentralización administrativa y financiera, implicaba traspasar al sector municipal la administración financiera del sistema. Con el advenimiento de la democracia en 1989, se buscó ampliar los rangos de participación en las políticas educacionales impulsando un importante proceso de descentralización pedagógica del sistema, promoviendo en las escuelas una mayor autonomía en la generación por parte de cada centro educativo del proyecto educativo institucional (P.E.I), la malla curricular, particularmente a nivel del NB1 y formulación de proyectos de mejoramiento educativo (P.M.E), entre otros. 1 Ministerio de Educación (1996) “La reforma en marcha”. Extracto del texto La reforma en marcha. Publicación de Jornada Escolar Completa Diurna. Ministerio de Educación 1996. 1 Se ha planteado además, la necesidad de considerar la paulatina incorporación de la ciudadanía y de la comunidad en los debates y elaboración de propuestas sobre calidad educativa.2 Es así que se espera y valora una mayor concertación entre el Estado y la Sociedad Civil (universidades, organismos no gubernamentales, medios de comunicación, empresas, organizaciones comunitarias y familias) en la generación de políticas, planes y programas innovadores. A nivel local, promover una mayor participación de la comunidad en la generación de proyectos, acciones y estrategias que permitan: • democratizar la cultura escolar en términos de una mayor valoración y promoción de relaciones más horizontales y dialógicas entre los sujetos que conducen y participan del proceso educativo a nivel de las escuelas (Directivos, educadoras, profesores, padres y apoderados); • democratizar la organización y tipo de gestión escolar con el objeto de promover el desarrollo de una concepción de aprendizaje que acompañe el proceso de enseñanza centrado en la transmisión del saber con acciones pedagógicas orientadas al desarrollo de competencias y destrezas en función de las necesidades de aprendizajes de todos los alumnos y alumnas, considerando los diferentes ambientes y contextos culturales en que ellos se desarrollan. La descentralización propone entonces, que los procesos de toma de decisiones y de gestión pedagógica a nivel regional, provincial y local sea el resultado de un proceso de construcción colectiva, que haciéndose cargo de la realidad sociocultural y edad de niños y niñas desarrolle un proceso de enseñanza-aprendizaje de mayor calidad, particularmente focalizado en aquellas escuelas consideradas de mayor vulnerabilidad social. El desafío es involucrar a los distintos actores, organismos e instituciones involucrados en la educación, como sujetos y protagonistas del quehacer educativo. Uno de los actores relevantes invitado a participar de manera más activa en el proceso de Reforma Educativa son las familias. “Esta participación no es sólo una medida política, sino que está basada en la evidencia de la investigación educacional”.3 2 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (1995) ."Viabilidad económica e institucional de la Reforma Educativa en Chile". Serie Políticas Sociales. Nº 11. Naciones Unidas. 3 Rozas, Miguel Angel y Col. (1996) “Reforma Educativa en marcha y la participación de la familia: el aporte de los talleres de aprendizaje”. XIX Jornada de Psicología educacional. “Educación, Familia y Problemas Psicosociales”. 2-3-4 Octubre. 2 Desde el sector académico variados estudios plantean la importancia de establecer relaciones de mayor colaboración con y entre familias "para superar situaciones de pobreza y marginalidad social como también, y en un sentido más amplio, para lograr una escuela democrática, con calidad educativa y que responda a los intereses de la comunidad" 4. Desde los propios planes y programas puestos en marcha por la reforma en los últimos años, destaca la consideración de las familias como actor relevante a ser incorporado en las acciones que se desarrollen a favor de un mejoramiento de la calidad de la educación de niños y niñas.. Es así que los programas elaborados en los últimos años presentan bajo distintas formas y con distintos objetivos, esfuerzos por concretar la dimensión de mayor participación de las familias en el proceso de educación y desarrollo de sus hijos e hijas. En relación a la consideración de las familias en las políticas educacionales actualmente en curso los propios personeros ministeriales han aclarado que se trata de generar "un tipo de educación en el cual la familia pueda expresarse, pero no que él se exprese por ella".5 La idea es acompañar el proceso de descentralización pedagógica con el reconocimiento de que en los hogares y en las relaciones familiares los niños y niñas aprenden y se desarrollan, ampliando y democratizando los espacios educativos tradicionalmente reservados sólo a la educación formal. Es así que, en el contexto del mejoramiento de la calidad de la educación la participación de las familias está siendo crecientemente concebida como un mecanismo que permita que padres, madres y apoderados se involucren de manera más activa en los procesos de reflexión, toma de decisiones e implementación de acciones potenciadoras del desarrollo y aprendizaje de niños y niñas como contraparte válido y relevante para la educación desde el punto de vista de la escuela. A modo de ejemplo podemos citar: • 4 El programa de Mejoramiento de la Calidad de la Educación (MECE) orientado a apoyar la capacidad de gestión pedagógica de la escuela, siendo uno Corvalán, Javier (1997). Documento interno Area Participación . CIDE. McAllister Swap, Susan (1993) “La participación de los padres y su relación con los logros de los niños: lo que sabemos hasta ahora”. Traducción libre para fines educacionales: Bernardita Icaza y Marta caviedes. CIDE. 5 García-Huidobro, Juan Eduardo (1995) “Estado y Políticas Educativas en torno a la Familia”. Cuadernos de Educación. Año XXIII. Marzo. Nº 212. 3 de sus objetivos ampliar la participación en la elaboración, desarrollo y evaluación del proyecto educativo. Para ello, considera la inclusión como "integrantes ocasionales" a representantes de padres y apoderados para "informar al equipo permanente de gestión escolar respecto de las necesidades o demandas que sus respectivos estamentos o niveles requieren"6. • Los talleres de aprendizaje (TAP) que proponen dar respuesta al problema del fracaso escolar en sectores pobres mediante una estrategia de participación y formación de monitores, por lo general jóvenes de la propia comunidad. Aunque de carácter informal está orientado a los 3º y 4º año de la enseñanza general básica. La relación con las familias se plantea como uno de los ejes relevantes de acción, a través de visitas a los hogares de los niños y niñas con material educativo para los padres y madres que orientan el apoyo que éstos les pueden dar en el hogar. • La línea de proyectos de mejoramiento educativo (PME) plantea en sus bases la recomendación de considerar a las familias y la comunidad en el aprendizaje de niños y niñas particularmente a nivel del diagnóstico, como un actor importante que debe estar presente o como una preocupación temática necesaria de incluir en la organización del currículum.7 • A nivel MECE Preescolar se están desarrollando los programas "Conozca a su hijo", "Manolo y Margarita" y el de “Articulación de la Educación Parvularia con 1º y 2º año de la Educación General Básica con incorporación de las familias”, como espacios de trabajo directo con las familias, para apoyar el proceso de desarrollo socio-afectivo y del lenguaje de los párvulos. Es así que se ha inducido de manera importante en las prácticas de mejoramiento de la calidad de la educación la consideración a una participación más activa de las familias en la línea de “abrir la escuela a las madres y a las parejas para contribuir a hacer de ambos sistemas, el familiar y el escolar, una unidad que contribuya a mejorar el aprendizaje de los niños y a apoyar su formación”8. 6 Astudillo, Eduardo; Astudillo, Osvaldo; Cuadra, Gustavo; Guerrero, Guido,; Torres, Mirna y Vaccaro, Liliana (1996). "Manual para equipos de Gestión Escolar: Formación, Desarrollo y Consolidación del Trabja en Equipo en la Ecsuela". Mineduc-P.U.C.-CIDE. 7 García Huidobro, Juan Eduardo(1995). "Estado y políticas educativas en torno a la familia". Cuadernos de Educación. Año XXIII. Nº 212. CIDE. Solar, Rosario (1994) "Desencuentros, avancces y desafíos en la interacción entre la escuela y la familia". Encuentro "Familia, Jardín Infantil, Escuela y Aprendizaje". Icaza, Bernardita y Mayorga, Liliana. CIDE. 8 MINEDUC (1994) “Los desafíos de la educación Chilena frente al Siglo XXI. Santiago, Comité Técnico Asesor del Diálogo Nacional sobre Modernización de la Educación Chilena designado por S.E. el Presidente de la República. 4 La información que se dispone acerca de investigaciones y programas implementados en esta línea dan cuenta que “la familia y la escuela, mantienen una relación meramente formal y no de complementación, generando sucesivos desencuentros, prejuicios y demandas insatisfechas entre ambas”9. Desde nuestra experiencia en el diseño y ejecución del programa de Articulación de la Educación Parvularia y Básica con incorporación de las familias en 4 regiones del país, se ha podido constatar que esta relación presenta un amplio rango de manifestaciones. Estas tienden a moverse dentro de un continuum que oscila desde las demandas que la propia escuela hace desde una lógica unidireccional a las familias hasta, en el otro extremo, acciones generadas en conjunto, familias y escuela, desde una lógica mucho más dialógica y de participación democrática. Este trabajo tiene como propósito comunicar desde una práctica educativa concreta, la diversidad de formas de participación que las familias desarrollan en su relación con las escuelas insertas en la reforma y consignar los componentes paradigmáticos que se encuentran a la base de éstas. II. EL PROGRAMA DE ARTICULACIÓN PRE-BÁSICA Y BÁSICA CON INCORPORACIÓN DE LAS FAMILIAS Vistas las discontinuidades10 que tienden a presentarse en la transición de los niños y niñas desde el nivel de Párvulo a la Educación Básica, el Ministerio de Educación desde su componente MECE-Preescolar, en convenio con el Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación CIDE ha puesto en marcha, desde el año 1994 hasta la fecha, un programa de capacitación conjunta dirigido a directivos, educadoras de 2º nivel de transición, docentes de 1º y 2º 9 Rozas, Miguel Angel y Col (1996). Op. Cit. 10 Algunas de estas discontinuidades aluden a: Clima y actitud diferente de las Educadoras de Párvulos hacia los y las alumnas, que se manifiesta en mayor cordialidad, buen humor, espacios para que el alumno y la alumna se expresen y actividades pedagógicas basadas en la manipulación y experimentación directa con objetos concretos y con mayor integración del entorno social y afectivo de los niños y niñas. • En contraposición, se observa que en la Enseñanza Básica prima un estilo de relación basado en la autoridad, con más tiempo destinado a la disciplina y a las reglas y actividades pedagógicas de memorización y de ejercitación mecánica de determinados conceptos y procedimientos. • Ver Alvarez, Francisco y Col. (1995) “Familia y Centros Educativos”. Pontificia Universidad Católica de Chile, TELEDUC-CIDE. 5 año básico y apoderados. Este tenía como principal propósito desarrollar metodologías que permitiesen establecer coordinaciones y acciones conjuntas entre ambos niveles, a nivel pedagógico -en el área del lenguaje, las matemáticas y del desarrollo socio-afectivo- y de la gestión del primero con participación de las familias. El marco desde el cual se buscó mirar, comprender y apoyar el proceso de participación de las familias a la Educación Inicial articulada entre el nivel de párvulo y 1º y 2º año de la enseñanza básica, se fundamenta en una visión sistémica y constructivista de la relación entre familia y escuela. Sistémica, en cuanto ha querido mirar la compleja red de comunicaciones y circuitos de interacciones que se establecen entre los dos sistemas sociales más fundamentales para el aprendizaje y desarrollo de niños y niñas como son la escuela y su familia. Constructivista, en la medida se ha planteado desarrollar una experiencia que, desde el punto de vista metodológico, valida el rol socializador de las familias recogiendo sus experiencias cotidianas y conocimientos previos para construir procesos de reflexión conjuntos sobre las propias relaciones familiares y formas de acompañamiento al proceso de aprendizaje que desarrollan los niños y niñas en y hacia la escuela. Desde la perspectiva sistémica, un sistema se define como un conjunto de unidades en mutua interrelación11. Es una totalidad que funciona como un todo organizado en función de la interacción que se establece entre los elementos que la constituyen. Desde esta perspectiva, las “partes” del sistema pueden ser vistas como el conjunto de estados, situaciones, hechos, acontecimientos o conductas cuyas interrelaciones de carácter estable y regulares dan forma a una totalidad organizada, de alta complejidad y sujeta a ciertas leyes de funcionamiento y organización. El principio estructurador de un sistema nace de los encuentros, en un principio de carácter aleatorio, y luego sistemáticos y recurrentes entre eventos, hechos o personas que interactúan en función de un propósito o sentido que les es afín o común. Dichos encuentros van configurando un tipo de vinculación entre éstos 11 Von Bertalanffy, Ludwig (1956) "The theory of open systems". General System. Yaearbook. 6 últimos, cuya estabilidad y recurrencia le dan un carácter predictible al tipo de relación a establecer entre los involucrados. Lo anterior contribuye a definir ciertas reglas o rango de acción que aumentan la predictibilidad y estabilidad de las interrelaciones. La educación, entendida como proceso, supone la construcción de destrezas y competencias y no sólo adquisición de conocimientos, a partir de experiencias de aprendizaje mediado entre educador y educando. Considerado como acción sistémica, el proceso educativo incluye en forma importante el componente de comunicación interpersonal y la contextualización de lo que se aprende en relación al entorno socio-cultural del que aprende. La escuela, en sus diversos grados y niveles, es el marco institucional formal donde acontecen las acciones e interacciones educativas regularizadas legalmente. “En la escuela se abarcan todo el conjunto de elementos personales, materiales y funcionales que hacen factible la educación institucionalizada como un fenómeno social, regulado por normativa legal y sometido al conjunto de derechos y deberes que dimanan de toda actividad de incidencia colectiva”12 La otra gran institución educativa es la familia, que aparece estrechamente vinculada a la escuela pero no siempre validada como tal por el propio sistema educativo. La familia constituye el ambiente más significativo para la vida y desarrollo de niños y niñas. Es el primer grupo de pertenencia donde se desarrolla la persona. Es allí donde los niños y niñas aprehenden e internalizan sentimientos, conocimientos, valores y creencias que les sirven de pauta para orientar y direccionar su propio comportamiento, elecciones y decisiones con respecto a los otros y su propio desarrollo como persona. Así como las familias otorgan, desde el nombre, la identidad más básica de la persona, las relaciones que se establecen entre sus miembros ayudan a niños y niñas a distinguir, ponerle nombre, clasificar, jerarquizar y valorar las cosas y los eventos que se suceden día tras día en la convivencia cotidiana. Estos comportamientos modelan formas de sentir, apreciar, conocer, observar pensar y actuar en el mundo. Es en las familias donde se desarrollan las habilidades 12 Sarramona Jaume (1993) Op. Cit 7 necesarias para el desarrollo socioafectivo, cognitivo, ético y estético más fundamentales para el desarrollo del hombre y la mujer en cuanto ciudadano y ciudadana en su integración social. La familia muestra, a través de sus interacciones y decisiones cotidianas como participar de la vida social. Independientemente de la composición o tipología de hogar desde pueden ser vistas 13, cada familia se organiza sobre la base de ciertas normas y reglas dando recurrencia y predictibilidad a su funcionamiento interno y al modo más o menos adaptativo de interrelacionarse con la comunidad a la cual pertenece. Es así como va construyendo a partir de criterios azarosos en un principio, y de normas regulatorias establecidas a partir de ciertas regularidades a través del tiempo, una manera de ser, una cultura que dice relación con amplias dimensiones de la vida. 14 El proceso educativo y socialización de los niños y niñas se realiza desde este marco cultural estableciendo conductas y situaciones de aprendizaje implícitos y sutiles a partir de las actividades y relaciones cotidianas, que no tienen clara intencionalidad de enseñanza, pero cuyo impacto produce aprendizaje. A modo de ejemplo el lenguaje, las actitudes, los roles, el clima afectivo, las experiencias de cada día, las sanciones, los juegos, los cuentos y anécdotas que se cuentan, y también de otras con clara intencionalidad educativa –relato de anécdotas y tradiciones familiares; uso del equipamiento doméstico y público entre otros. Todos, parte de un proceso permanente y cotidiano de educación informal.15 Es así que las familias constituyen espacios de mucho poder educativo. Su influencia determina la mayor o menor competencia y adaptación creativa de niños y niñas a la vida en sociedad. Hay aquí una función educativa y socializadora fundamental, que no se agota cuando el niño o la niña entran a la escuela. Esta se mantiene por muchos años, por pertenencia e interacciones directas, mientras el niño o la niña viva con ella, o por ausencias -en los casos en que por distintas razones estas interacciones se reduzcan o desaparezcan por separación de los padres, abandono de hogar de uno de ellos, entre otras situaciones críticas que se presentan en un importante número de familias-. 13 De acuerdo al Informe de la Comisión Nacional de la Familia (1994) se pueden observar variadas formas de organización familiar al utilizar como criterio de clasificación la composición familiar o la tipología del hogar. 14 Solar, María Olga (1995) "La recuperación de la familia como agente educativo", en Seminario "La familia y la escuela: una alianza posible para mejorar los aprendizajes". Programa de las 900 escuelas. Mineduc. P.I.I.E. 15 Solar, María Olga (1995) Op. Cit. 8 Familia y escuela pueden ser vistos, desde esta perspectiva teórica, como partes de un sistema más amplio como es lo que se ha llamado comunidad educativa. Cada uno con sus características y misiones particulares, pero cuyos encuentros y conversaciones configuran el desarrollo de un sistema más amplio que busca orientarse hacia una meta común: mejorar el aprendizaje y desarrollo de niños y niñas. Concebir el proceso educativo como parte de un sistema más amplio obliga a trasladar la mirada desde el interior del centro educativo hacia la red de relaciones y comunicaciones que los actores de cada centro educativo generan con los otros sistemas que cumplen funciones consonantes con la educación y desarrollo de niños y niñas como es en este caso las familias. A su vez, mirar la red de relaciones y comunicaciones que las propias familias establecen con la escuela en términos del apoyo, colaboración y participación en el proceso de aprendizaje y de desarrollo de sus hijos e hijas. Se decía anteriormente que la investigación da cuenta que en aquellos casos en los cuales se ha dado lugar a una mayor participación de las familias, los procesos de aprendizaje de los niños y niñas no sólo se han visto mejorados desde el punto de vista del desempeño escolar, sino que han incidido en un amplio espectro de áreas concernientes a su proceso evolutivo y relación con el medio (mejora la autoestima, aumenta la motivación y confianza en el logro académico, aumenta la sociabilidad con el grupo de pares, la autonomía, etc).16 Este proceso de mayor "apertura" entre los dos sistemas implica la generación de espacios de encuentro y diálogo entre ambos, buscando aunar criterios a partir del respeto de las diferencias y aporte específico de cada uno, en torno a: aspectos curriculares, relaciones socio-afectivas, gestión del proceso pedagógico, entre otros.17 Desde el programa, esta compleja red de relaciones, comunicaciones y acciones que se van generando entre ambos sistemas lo hemos denominado Articulación. Etimológicamente, el concepto de articulación se remite al Latín "Articulatio" que significa coyuntura, nudo.18 Proveniente de la biología, alude a aquel tejido, 16 Icaza, Bernardita, Arellano, Alexis y Mayorga, Liliana (1993) "Una experiencia de Encuentro entre la Familia y la escuela". En Cuadernos de Educación. Nº 212. Marzo. CIDE. 17 Informe Programa Articulación (1996). CIDE.MINEDUC. 18 Valbuena, M. (1868) "Diccionario Latín-Español". Vicente Salva Ediciones. 14ª Edición. París. 9 propio de los seres vivos, rico en mitosis cuya diferenciación puede derivar hacia el desarrollo de una estructura biológica. Es decir, partes pequeñas, cuya dinámica interactiva potencia la génesis y desarrollo de un tipo de organización cuyas características son de un orden cualitativamente distinto y superior a la simple suma de sus componentes iniciales. La Real Academia Española la define como "la unión de piezas que permite el movimiento relativo entre ellas".19 No se trata de una unión rígida y estática sino de un proceso cuya organización favorece el enlace entre dos o más elementos, lo que les permite "moverse" y "activarse" hacia un fin determinado y funcionar en forma relativamente armónica y coordinada. Se trataría de un proceso interactivo entre elementos, cuya organización adquiere sentido en función del propósito que este sistema se haya dado para encontrarse e interactuar y que a pesar de sus diferencias estructurales iniciales son capaces de "articular" acciones en torno a un fin similar que los trasciende. La articulación entre familia y escuela comprende entonces dos aspectos centrales que se superponen y se influyen recíprocamente: • organizar un grupo de personas, involucrados en el proceso educativo de niños y niñas, como son los docentes y los apoderados, cuyos encuentros e interacciones potencie la emergencia de un nuevo sistema organizativo en el campo de las acciones con intencionalidad pedagógica. • Por otro lado, que los propósitos y tipo de funcionamiento que se vaya dando este nuevo sistema organizativo movilice a sus miembros a desarrollar acciones innovadoras y coordinadas, en el aula y en el hogar, manteniendo sus especificidades y particularidades que les son propias. El propósito de la Articulación es desarrollar acuerdos, aunar criterios, que permitan nutrir la creatividad y variedad de modos de actuar en cada uno de los contextos en que se actúa –aula u hogar- pero desde un prisma común y compartido. Para ello resulta indispensable abrir espacios de encuentros y comunicación, en forma regular y periódica entre familias y estamentos del centro educativo, en un clima de diálogo y reflexión común, en pos de encontrar 19 Real Academia Española. "Diccionario de la Lengua Española". XXI Edición. Tomo I. Madrid.1992. 10 estrategias innovadoras que contribuyan al mejoramiento de la calidad de aprendizaje y desarrollo de los niños y niñas. La misión que se desarrolle como resultado de este proceso de diálogo puede ser diverso de un centro educativo a otro, de una comuna a otra, de una región a otra. Depende de los problemas que la comunidad escolar haya identificado en relación a la misión educativa de cada sistema que lo compone; de la disponibilidad de tiempo, capital cultural, interés y sentido que las escuelas y las propias familias le atribuyan al proceso educativo formal. Constituye un proceso que se va definiendo a partir de la propia realidad, necesidades y problemáticas identificadas en cada comunidad educativa. III. TIPOS DE PARTICIPACIÓN QUE OBSERVAMOS DESDE EL PROGRAMA DE ARTICULACIÓN A partir de las actividades realizadas durante la ejecución del programa se recogieron una serie de opiniones y reporte de acciones que dan cuenta de un amplio espectro de formas de participación no –formal de las familias en las escuelas especialmente referidas a aquellas que tienden a apoyar el mejoramiento de las condiciones y proceso de aprendizaje de niños y niñas. Considerando su heterogeneidad éstas han sido categorizadas de la siguiente manera20: 1. Demanda monetaria. Se refieren a aquellas peticiones en dinero efectivo a los apoderados de los niños y niñas para infraestructura escolar o recursos pedagógicos de apoyo a las experiencias de aprendizaje de los niños. Coincidente con las constataciones realizadas en los estudios a este respecto, a este nivel se encuentran las cuotas de centros de padres, las cuotas para la operación de las situaciones de aprendizaje a nivel del aula, fondos para actividades extraescolares, entre otros. La capacidad de respuesta de los apoderados se relaciona con el nivel de ingresos de las familias y la capacidad de organización que los apoderados 20 Para los efectos de sistematizar las acciones relevadas en este ámbito se ha tomado en cuenta las categorías empleadas por Corvalán, Javier (1997) “Demandas del Sistema Educacional y Evaluación de Padres/Madres/ Apoderados “ Propuesta para ser presentada a SERNAM. 11 ponen en marcha para enfrentar dichas demandas realizando actividades profondos. 2. Demanda productiva. Se refiere a las peticiones de las escuelas en términos de recursos materiales que no implican dinero efectivo. Entre ellas se encuentran la producción de material educativo, la reparación de infraestructura o equipamiento escolar. La respuesta de los apoderados tiende a estar mediatizada en forma importante en este caso por la disponibilidad de tiempo de los apoderados, las habilidades manuales, y el desempeño de roles asignados al género. 3. Demanda presencial. Alude a las peticiones de asistencia a los eventos u actos organizados desde la escuela. Por ejemplo, la asistencia a actos conmemorativos, proyectos de aula, reuniones de apoderados, reuniones del centro de padres, entre otras. La capacidad de respuesta depende de la disponibilidad en tiempo libre de los apoderados condicionado por factores laborales, económicos y/o familiares así como del nivel de compromiso afectivo que los apoderados tienen en relación a las actividades generadas desde la escuela para apoyar el aprendizaje y desarrollo de los niños y niñas. 4. Demanda de mediación socio-afectiva. A este nivel se encuentran las peticiones de potenciar desde el hogar y en las relaciones cotidianas entre padres/madres e hijos(as) condiciones y habilidades de tipo comunicativas y afectivas vistas como necesarias para mejorar las condiciones socio-afectivas para el aprendizaje de niños y niñas. A modo de ejemplo, mayor intervención de los apoderados en organizar tiempo y espacio para el estudio de los niños y niñas en el hogar, reforzar relaciones más cercanas y personales con los niños en términos de aceptación y acompañamiento al proceso de aprendizaje y desarrollo de éstos, introducir el conocimiento, aprendizajes y experiencias vividas en el aula y en la escuela como temática relevante en las comunicaciones habituales y cotidianas entre padres/madres e hijos, intervención en los problemas de disciplina de niños y niñas al interior del aula y problemas psicológicos de distinto orden. 12 La capacidad de responder por parte de los apoderados depende del nivel educativo de éstos, de los roles asumidos por padres/madres/apoderados en relación al cuidado y educación de los hijos e hijas, el tipo de dinámica interna y de relaciones familiares. 5. Demanda de mediación cognitiva. Estas aluden a las peticiones para potenciar e intencionar desde el punto de vista pedagógico la intermediación que los apoderados realizan con sus hijos en hijas en términos de consolidación de conocimientos adquiridos en cada sector de aprendizaje, apoyo en tareas escolares, acompañamiento en los proyectos de aula, entre otros. La respuesta de los apoderados a este nivel depende del nivel educativo de los apoderados, de las representaciones que éstos tienen sobre la utilidad e importancia que tiene el aprendizaje formal que brinda la escuela, y el tipo de relación que los docentes establecen con sus apoderados en términos de validación y reconocimiento del aporte educativo que las familias hacen en relación al aprendizaje y desarrollo de niños y niñas. 6. Demanda de participación activa en la gestión del proceso educativo. Se refiere a la organización que se establece entre estamento docente, directivos y familias para generar y ejecutar proyectos específicos en relación al aprendizaje de niños y niñas. A este respecto es posible encontrar: a.- Colaboración a los docentes, niños y niñas en las salidas a terreno, preparación de material didáctico y actividades extra-escolares. b.- Asistencia a actividades de carácter formativo o de perfeccionamiento de los apoderados en su rol formador y educativo en el hogar. c.- Conducción activa de reuniones de apoderados mediante la figura de Madres Monitoras. d.- Participación activa como agente educativo válido y relevante en Equipos de Centros Educativos (ECE) o de Gestión Escolar, a nivel de la educación inicial articulada. 13 La respuesta de los apoderados a estas formas de participación se encuentra fuertemente mediatizada por los roles socio-culturales atribuidos a las mujeres en términos de responsabilidad social sobre la educación de los niños y niñas y la mayor o menor participación de éstas en el mercado laboral. Al analizar, desde el programa, la frecuencia de cada una de ellas 21se observa que la mayor incidencia se encuentra en relación a las demandas monetarias, productivas, presencial, asistencia a actividades de formación y peticiones de colaboración en actividades extra programáticas, elaboración de material didáctico, ornato y aseo de la escuela. Con mucho menor frecuencia se ha identificado la reunión de apoderados como una instancia importante de articulación con las familias. A este respecto, se ha comenzado a desarrollar en algunos establecimientos una labor formativa de las madres y apoderados a través de talleres de formación de monitores, los cuales son capacitados para planificar, en conjunto con los docentes, y conducir las reuniones de apoderados introduciendo temáticas de interés para ambos sistemas. Se pudo constatar además, el interés de algunos establecimientos, particularmente a nivel de los docentes y educadoras de aula, por incorporar a los apoderados a equipos de articulación (ECE), manifestándose la tendencia a invitar a participar a los apoderados de acuerdo a la cercanía o grado de cooperación con los docentes de los niveles involucrados y al buen rendimiento escolar de sus hijos e hijas. Empieza a emerger así una mayor apertura y confianza de los establecimientos para desarrollar instancias para la reflexión conjunta y la búsqueda de acuerdos y gestión articulada en términos del proceso educativo y formador de los niños y niñas. Esto se encuentra fuertemente relacionado con el compromiso del equipo directivo, particularmente los(as) directores(as), con la labor pedagógica y a la red de relaciones socio-afectivas existentes en los establecimientos. IV. COMPONENTES PARADIGMÁTICOS PRESENTES EN LA RELACIÓN FAMILIA Y ESCUELA Desde el punto de vista del tipo de relación que se establece entre la escuela y las familias para la definición de formas de participación en el proceso 21 Ver Informe Final (1998) “Programa de Articulación de la Educación Parvularia y Básica”. MINEDUCCIDE. 14 educativo de los niños y niñas, se aprecia la existencia de un continuum dentro del cual se ubican ciertas tendencias paradigmáticas (Ver Cuadro Nº 1). Cuadro Nº 1: Paradigmas en la relación familias y escuela PARADIGMA TRADICIONAL PARADIGMA EMERGENTE 1. Relación de tipo jerárquica y 1. Relación de mayor simetría y complementaria. reciprocidad. 2. Definición de la relación centrada 2. Definición de la relación como en la escuela. resultado de un proceso de diálogo, reflexión conjunta y de búsqueda de acuerdos en torno a ciertos criterios comunes. 3. Comunicaciones dialógicas y 3. Comunicaciones de carácter unidireccional que tienden a girar en bidireccionales de carácter verbal torno a peticiones y/o informaciones desarrolladas en espacios de encuentro cara-a-cara de tipo formal e informal. enviadas por escrito. 4.Concepto de familia asociado a la 4. Concepto de familia que toma en familia nuclear bi-parental donde la cuenta la heterogeneidad en términos mujer es la responsable de la de su composición y desempeño de educación de los niños y niñas y no roles en el ámbito de lo público y de lo privado. realiza trabajo remunerado 5. Concepto de participación como 5. Concepto de participación como acción movilizadora para la proceso democrático de construcción incorporación de las familias a una comunitaria de una misión que hace misión pre-definida por el sistema sentido junto a otros. Se expresa como un derecho y como un acto de libertad formal. Se expresa como un deber. personal. 1. Paradigma Tradicional y participación de las familias: En un extremo se encuentran aquellas escuelas que suelen definir sus relaciones con las familias a partir de criterios pre-establecidos por la escuela misma o de acuerdo a lineamientos propuestos por los programas ministeriales impulsados por la reforma. En este contexto, las formas de participación de las familias aparecen como respuestas a demandas concretas planteadas por la escuela. A modo de ejemplo están las demandas monetarias, productivas, presenciales y de colaboración con apoyos específicos a las actividades escolares. Estas demandas suelen ser planteadas de manera unidireccional a 15 través de comunicaciones escritas vía libretas de comunicaciones o circulares y en términos verbales en reuniones de apoderados de carácter informativas y con fuerte predominio de contenidos de carácter administrativo. También son frecuentes las citaciones a las madres para entrevistarse con los docentes a propósito de alguna situación que afecte a sus hijos e hijas y para el caso de demandas de apoyo específico para la actividad escolar éstas se dirigen prioritariamente a la madre De este modo, la escuela ve la participación de las familias como una ayuda que debe ser movilizada desde la propia escuela, para reforzar el control de la tarea educacional que ella realiza y como parte de las obligaciones de las familias para con el sistema de educación formal. Se desarrolla así un tipo de relación de carácter jerárquico y complementario con poca consideración a las sugerencias, necesidades y aportes potenciales de las familias. No obstante lo anterior, la experiencia indica que estas formas de participación considera beneficios importantes para los niños, los apoderados como para la propia escuela. Entre éstos podemos hacer referencia a: • Desde los niños: Comienzan a sentir que el sistema escuela “abre sus puertas” a su entorno inmediato y significativo, tejiéndose una nueva red socio-afectiva sentida como “protección”, “preocupación” y nuevas atenciones de los adultos que los cuidan a un mundo que, al menos en los primeros años de escuela, resulta distinto, complejo y a veces amenazante para ellos. En consecuencia, aumenta la auto-estima de los niños y su motivación frente a las experiencias que se desarrollan en el ámbito escolar. • Desde los apoderados: Se produce un acercamiento y conocimiento recíproco entre las personas que, desde la educación formal y desde la educación no-formal se encuentran a cargo de la socialización de los niños. Esto genera puentes comunicativos que contribuye a establecer nuevas confianzas y valoraciones mutuas en relación a los aportes que la escuela hace al desarrollo de los niños, el sentido que tiene la mantención de los niños en el sistema y la prevención por lo tanto de rezagos o incluso deserción de los niños al sistema. • Desde la escuela: Desde el punto de vista del estamento docente se desarrollan sentimientos de mayor compromiso de las familias al 16 proceso educativo y de desarrollo de los niños, lo que redunda en mayor confianza y estímulo a los niños provenientes de esas familias y se descubre la presencia de nuevas economías en la inversión que trae consigo poner en marcha los procesos educativos. Por ejemplo, en términos de producción de materiales, racionalización del tiempo docente a una mejor planificación más que en el tiempo asignado a la confección de material educativo, entre otros. Por otro lado, disminuyen los temores iniciales de sentir la presencia de las familias como una invasión lo que permite abrir conversaciones y ampliar el interés sobre la realidad, tensiones y necesidades que existen en el entorno socio-afectivo de los alumnos y alumnas. Desde el punto de vista de sus limitaciones, el hecho que las acciones sean inducidas por el sistema educacional y no como el resultado de un diálogo conjunto con los apoderados hace visible una serie de dificultades, de orden más implícito, pero que a nuestro juicio ameritan ser levantadas, al menos a título descriptivo: • La unidireccionalidad en la construcción de propuestas de participación induce por parte de las familias a asumir la participación en la escuela como un deber y no como un derecho. En este contexto se corre el riesgo de fomentar un tipo de ciudadanía de carácter pasivo y de importante subordinación por parte de actores que cumplen responsabilidades tan importantes como la propia escuela en términos del desarrollo de la infancia. • Asumido como un deber, las personas que participan, reproducen las expectativas sociales en las segmentación de roles entre hombres y mujeres para asumir responsabilidades en relación al cuidado y educación de los niños. Cual es que las mujeres deben entonces prolongar su participación en la escuela reproduciendo lo asignado culturalmente para ellas, cual es ser la primera responsable de la educación de los niños marginando a otros actores que pudieran estar participando de manera activa en el cuidado y educación de los niños y niñas y cuya visión y aporte podría resultar relevante en términos del mejoramiento de la calidad del aprendizaje y desarrollo de éstos(as). Tal es el caso de los progenitores varones, abuelos y abuelas e incluso hermanos y hermanas mayores. Al mantener la unidireccionalidad es la propia escuela que, apelando a la tradición, mantiene y reproduce un sistema de relación que reduce las familias 17 a las madres de los niños y particularmente aquellas que no realizan trabajo remunerado y que pueden adaptarse con mayor facilidad a las condiciones de participación que se movilizan desde los establecimientos educacionales. • Considerada como un deber, la participación no garantiza tampoco, que las familias hayan internalizado, el sentido que la realización de acciones de apoyo tiene para el desarrollo y aprendizaje de los niños y niñas, el trabajo docente y la propia escuela. Se corre el riesgo entonces, que las familias se impongan la realización de acciones – especialmente en el campo de la mediación cognitiva- en forma mecánica y con poca claridad en términos de intencionalidad pedagógica. Esta falta de sentido facilita el hecho que tanto los educadores como las familias puedan confundir roles y transgredir los límites propios del quehacer docente con lo que le corresponde realizar en cuanto apoderado en el campo del proceso educativo. Este último, considerado uno de los mayores temores que los docentes expresan cuando se plantean posibilidades de permeabilizar el proceso educativo a la participación de las familias. • Por último, suma a las exigencias propias de la vida en familia como es cumplir con funciones de generación de ingresos –hoy no solamente a cargo de los hombres sino progresivamente a cargo de mujeres-, cuidado de los miembros dependientes (hijos y en muchos casos abuelos(as)-, demandas provenientes de un sistema social adicional como es la escuela en condiciones no siempre compatibles con las exigencias que surgen de su dinámica interna. Tal es el caso de las familias con hijos en edad preescolar o situados en los primeros años de edad escolar, ubicados en lo que se ha llamado etapa expansiva dentro del ciclo de vida de las familias22. 2. Paradigma Emergente y participación de las familias: Avanzando hacia el otro extremo de este continuum, se encuentran las escuelas que privilegian la construcción de relaciones más simétricas y de mayor reciprocidad con las familias. Esto se expresa en acciones que se desarrollan como resultado de un diálogo y reflexión conjunta realizada entre 22 Reca, Inés (1995) “Estudio de hogares según el Censo de Población de 1992”. SERNAM 18 educadora o docente y apoderados a partir de, por ejemplo, reuniones de apoderados participativas o espacios más formales de trabajo en equipo como son los Equipos de Gestión Pedagógica (ECE) entre la Educación Parvularia y Básica. Desde esta lógica de mayor diálogo y encuentros cara-a-cara las acciones empiezan a incorporar un concepto de mayor diversidad y creatividad en términos de su planificación y ejecución como de los participantes mismos. Entre éstas podemos distinguir dos categorías en las formas de participación: 1. En las primeras, aquellas que no presentan diferencias cualitativas en relación a las respuestas generadas cuando son planteadas unidireccionalmente por la escuela. Por ejemplo: • Las acciones productivas, como son la preparación de material didáctico y decorado de las salas. • Acciones relacionadas con mediación socio-afectiva y cognitiva en el aula. Es decir, colaboración a las educadoras o docentes en la intermediación para la realización de actividades escolares por parte de los niños y niñas. A modo de ejemplo, apoyar en forma individual o colectiva a los niños y niñas con explicaciones sobre el sentido de la actividad que están realizando, estimular la realización de éstas últimas, colaborar en control de disciplina, entre otros. La diferencia con las acciones planteadas desde la escuela es que surgen de un interés activo por parte de los apoderados, por acompañar el proceso de aprendizaje y desarrollo de los niños y niñas. En este sentido las diferencias no se encuentran en el tipo de acción realizada sino en el proceso de planificación de éstas. Surgen desde el diálogo y de un proceso de acuerdo entre escuela y familias que se apropia de una necesidad poniendo a disposición de la educadora y los docentes recursos personales para la satisfacción de ella. Es decir, desde la libertad personal y en ese sentido como producto de un proceso más democrático y de ejercicio de derechos sobre la educación de los hijos e hijas. Llama la atención que en estos casos suelen ser las madres, provenientes de hogares biparentales, y particularmente aquellas que no realizan trabajo remunerado en el sector formal las que suelen estar más disponibles e 19 interesadas por acompañar este proceso, particularmente en aquellas actividades que se realizan al interior de la escuela . A pesar de ser el producto de acuerdos comunes la reflexión colectiva no ha permitido, especialmente a nivel de las propias familias, cuestionar las formas tradicionales de participación ampliando las alternativas de manera que efectivamente incorporen la diversidad de realidades que cada familia trae consigo (composición familiar, disponibilidad de tiempo, necesidades y expectativas) en relación a sus posibilidades e interés por participar de manera más activa. No obstante lo anterior, el programa de Articulación pudo consignar la emergencia de cierto interés por parte de los padres varones por concretar acciones en la escuela o en el hogar desde sus propias capacidades, ámbitos de interés y disponibilidad de tiempo. Algunos ejemplos son asistir al aula para dar testimonio de sus quehaceres ocupacionales a los niños y niñas, liderar actividades extra-escolares de carácter recreativo, dar intencionalidad pedagógica a las actividades cotidianas y recreativas que se realizan en familia. 2. A un segundo nivel, se ha podido observar la emergencia de algunas acciones donde la participación expresa un posicionamiento distinto de las familias en relación a la escuela. Producto de actitudes de mayor “permeabilidad”de los estamentos docentes y directivos de las escuelas y una mayor conciencia de las escuelas y de las familias sobre su legitimidad social y confianza en sus propios recursos educativos se destacan acciones como las siguientes: • Introducir en las reuniones de apoderados conversaciones que intentan ir más allá de lo meramente administrativo o informativo. En este contexto las reuniones se toman como espacios privilegiados para la reflexión conjunta de apoderados y docentes de aula, sobre aspectos importantes a tener en cuenta para el aprendizaje y desarrollo de los niños y niñas. Entre ellas destacan temáticas vinculadas a las condiciones socio-afectivas para motivar un aprendizaje y desarrollo de mejor calidad. Por ejemplo, tiempo y espacios estructurados para las actividades escolares en el hogar, la importancia de relaciones basadas en comunicaciones afectivas y de refuerzo sobre los esfuerzos y logros de los niños, aprovechar las actividades y conversaciones cotidianas para dar alguna intencionalidad pedagógica, entre otros. 20 Lo novedoso de estas experiencias es que en muchos casos fueron planificados y liderados por los propios apoderados lo que produjo fuerte impacto en las familias de los cursos y en los propios apoderados que conducían el proceso. Algunos de los beneficios obtenidos es que , y dicho por los propios actores del proceso, la educadora o docente de aula comienza a asombrarse y reconocer que las familias generan aportes importantes al proceso educativo de los niños y niñas. A pesar de que en muchos casos el nivel educativo o capital cultural de los apoderados podía hacer pensar que existían fuertes limitaciones para acompañar el proceso de aprendizaje de los niños, la necesidad de generar soluciones prácticas a los desafíos que impone la sobrevivencia cotidiana, permitió que las propias familias descubrieran capacidades para desarrollar soluciones creativas frente a situaciones problemas de orden matemático por ejemplo. Por otro lado y en la medida se dialogaba y se reflexionaba en conjunto sobre el sentido que tiene el desarrollo de determinadas actividades como son leer, escribir, entre otros, los apoderados comienzan a redescubrir el valor y la necesidad de introducirse y conocer el mundo letrado para ellos mismos como beneficio personal y para el desarrollo e participación social de sus propios hijos e hijas. • También encontramos esfuerzos por integrar de manera más activa a equipos de gestión pedagógica de las escuelas a representantes de apoderados de los cursos involucrados en la articulación. Con esto se ha buscado incorporar a los apoderados en el proceso de planificación de acciones de articulación, especialmente en relación a los sectores de aprendizaje de lenguaje y matemáticas. Sin embargo, esta estrategia aún suele quedarse en el plano informal. Esto por dos razones: - La primera es que a pesar que el Programa promueve fuertemente la estrategia de trabajo en equipo entre niveles a nivel de las instancias formales de coordinación y reflexión técnica que dispone la escuela, ésta se ha instalado en baja frecuencia en las escuelas. 21 - La segunda razón, es que el apoyo institucional que genera el director aparece como un factor determinante para la puesta en marcha y sustentabilidad del trabajo en equipo y articulado en las escuelas. En la medida existen directores(as) comprometidos con la gestión pedagógica de la escuela –más allá de lo meramente administrativo- la instalación de un estilo de trabajo innovador adquiere relevancia y viabilidad. Desde esa perspectiva es que, la factibilidad de incorporar a las familias en un equipo que tiene poca tradición de trabajo conjunto aparece como una meta aún lejana para las escuelas. No obstante lo anterior, en la medida la escuela cuenta con directores abiertos a las innovaciones y promotores de cambio la articulación con las familias en el campo de la gestión pedagógica comienza a emerger, al menos a nivel informal desde las aulas mismas. Estos hechos permiten dar cuenta de un concepto de escuela más abierta y permeable al aporte de las familias al proceso educativo en general. Al mismo tiempo, una conciencia de que la escuela en cuanto sistema social constituye un espacio comunitario relevante para el ejercicio y consolidación de estilos de relaciones sociales más democráticas. caracterizado por redes de comunicación de mayor simetría y reciprocidad entre familias y escuela. • Finalmente, y en la medida las familias perciben a su escuela dispuesta y flexible a la interacción y comunicación más abierta, éstas comienzan a tomar conciencia de la importancia de la autoactivación y la generación de redes entre ellas mismas. Se descubre que ellas también pueden generar espacios de interacción, comunicación y organización como estrategia útil y valedera para la satisfacción de necesidades económicas y relacionadas con el mejor ejercicio de sus funciones parentales. Estas redes familiares se caracterizan por la organización que los apoderados realizan en forma espontánea para proveer de recursos, apoyo en intermediación cognitiva a los niños y niñas que se encuentran con mayor dificultad de aprendizaje y desarrollo, organización de actividades con especialistas para satisfacer necesidades psicosociales e incluso vinculación con organizaciones comunitarias para ampliar las posibilidades de acceso a otros recursos económicos y formativos (Digeder, Municipios, entre otros). 22 La capacidad de activación de estos apoderados se relaciona en forma importante con el desarrollo ético de las personas en juego y el sentimiento de pertenencia que genera la interacción con una escuela que mantiene relaciones abiertas, dialogantes y de respeto con ellos. V. CONCLUSIÓN Al revisar las formas habituales y emergentes de participación de los apoderados en el contexto de un programa inserto en la reforma educacional es posible constatar que, a pesar de que se ha defendido en forma importante el carácter descentralizado y autónomo de la reforma, los paradigmas que predominan en relación a la participación de las familias en los procesos de cambio a nivel local presentan poco desarrollo y reflexión. Es así que a pesar que las escuelas tienden por lo general, a tener buena disposición y conciencia de la importancia que las familias participen, las demandas surgen sólo de la escuela y se plantean teniendo poca consideración al derecho que las familias tienen, en cuanto sistema primordial de socialización de las nuevas generaciones, de expresar opiniones, necesidades e incluso demandas a las propias escuelas en términos de cómo se desarrolla y el sentido que va teniendo el proceso educativo y de innovaciones necesarias para el mejoramiento de la calidad de la educación. Por otro lado, tampoco toman en cuenta la diversidad de aportes y pluralidad que existe a nivel de las familias para una participación efectiva a nivel de las acciones educativas propiamente tal. Considerando la importancia que la reforma educacional le ha dado a que sea un proceso de cambio gradual, que surge de una construcción democrática desde la propia base, es que nos parece que su instalación no se resuelve sólo por estar o vivir en un sistema político de tipo democrático. Significa ser agente activo de su realización, implicarse personalmente en ella desde las relaciones sociales que se establecen desde el nivel primario y cotidiano. Desde esta perspectiva, la escuela y concebir el proceso educativo como resultado de la actuación coordinada de una comunidad educativa más amplia, puede ser vista como una oportunidad para contribuir a consolidar y perfeccionar la democracia desde el nivel local en tanto genere condiciones para la participación de todos los actores 23 involucrados, particularmente en lo que respecta al papel de las familias como actor social relevante. Dentro de la teoría democrática, la participación siempre ha sido reconocida como una de sus vertientes fundamentales. En este sentido más que una participación vista como “ser parte de" o estar envuelto en un acontecimiento inducido por otros –con todas las ventajas y limitaciones que ya veíamos en este documento- promover un mayor compromiso personal y activo de los ciudadanos y ciudadanas en el desarrollo de los procesos sociales que los incumben,23 como es el caso de la participación de las familias en el proceso de reforma en marcha, plantea el desafío de promover cambios culturales importantes a nivel de las escuelas como de las propias familias. En las escuelas, en términos de una mayor permeabilización y flexibilidad en sus límites en relación al entorno socio-cultural en que se encuentra inserta el proceso de desarrollo y aprendizaje de sus alumnos y alumnas. En las familias, en términos de recuperar la confianza y el poder que legítimamente tienen sobre la orientación que se le va dando a los procesos de cambio e innovación que se instalan en función del mejoramiento de la calidad de la educación. 23 Brunner, José Joaquín (1996) “Participación y Democracia: viejos y nuevos dilemas”. En Temas de Participación: La Política como expresión: asociaciones ciudadanas emergentes”. D.O.S. Ministerio Secretaría General de Gobierno. 24 VI. BIBLIOGRAFIA Alvarez, Francisco y Col. (1995) "Familia y Centros Educativos". Pontificia Universidad Católica de Chile, TELEDUC-CIDE. Astudillo, E.; Astudillo, 0.; Cuadra, G.; Guerrero, G.; Torres, M. y Vaccaro, L. (1996) "Manual para Equipos de Gestión Escolar: Formación, Desarrollo y Consolidación del Trabaja en Equipo en la Escuela". MINEDUC-P.U.C.-CIDE. Brunner, José Joaquín (1996) "Participación y Democracia: viejos y nuevos dilema”. 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