DNDA 889017 ISSN: 0328-4700 Propietario: Colegio de Abogados del Departamento Judicial La Plata. Dirección: Av. 13 Nº 821 2do. Piso. La Plata, Provincia de Buenos Aires, República Argentina. Comisión de Publicaciones Presidente: Teresa B. Gareis Director : Felipe P. Villaro Secretaria de redacción: Gabriela Di Girolamo Diseño y diagramación: Juan Manuel Guerra doctrina - legislación - jurisprudencia revista Colegio de Abogados de La Plata Diciembre 2014 Año LVI - Nº 80 Director FELIPE PEDRO VILLARO CONSEJO DIRECTIVO Presidente: Dr. Fernando Pablo LEVENE Vicepresidente 1º: Dr. Hernán Ariel COLLI Vicepresidente 2º: Dra. Graciela Beatriz AMIONE Secretaria General: Dra. Rosario SANCHEZ Prosecretario: Dr. Joaquín GRANILLO FERNÁNDEZ Tesorero: Dr. Carlos Fernando VALDEZ Protesorero: Dr. Adolfo Eduardo BROOK Consejeros Titulares: Dr. Isidoro Guillermo BONICATTO Dra. María Silvina NOBRE FERREIRA Dr. Tulio César MARCHETTO Dr. Pablo GRILLO CIOCCHINI Dr. Pablo Esteban PERRINO Consejeros Suplentes Dra. Ana Laura RAMOS Dra. Norma Edith ACEVEDO Dr. José María MARCHIONNI Dra. Laura Marcela PALAZZO Dra. Jessica Nerina SEIMANDI Dra. María Soledad CHAVARI Dr. José María RUIZ Dr. Martín Ulises BOLPE Dr. Agustín RABADAN TRIBUNAL DE DISCIPLINA Presidente Dr. José Abel IRAZÚ Vicepresidente Dr. Augusto Carlos SANTI Secretario Dra. Cristina Ester DELUCCHI Titulares Dra. Stella Maris RODRIGUEZ PIRANI Dr. Juan Eduardo CANIGGIA Suplentes Dr. Alejandro SIMONTE Dr. Miguel Angel RAU Dr. Sergio Norberto BONACINA Dr. Carlos A. GUZMÁN Dra. Ángela BEDOURET COMITE DE R E F E R ATO Instituto de Derecho Administrativo Director: Pablo Esteban PERRINO Instituto de Derecho Ambiental Director: Carlos Abel SPIRITO. Instituto de Derecho Civil Director: Jorge Pablo MARTINEZ. Instituto de Derecho Comercial Director: Carlos E. GAROBBIO. Instituto de Derecho de Conciliación y Arbitraje Director: José Luís LAQUIDARA. Instituto de Derecho Constitucional Director: Miguel Ángel BENEDETTI. Instituto de Derecho del Consumidor Director: Hernán Roco Alejandro STIGLITZ. Instituto de Derecho de Familia y Sucesiones Director: Miguel GONZALES ANDÍA. Instituto de Estudios Legislativos Director: Miguel Oscar BERRI Instituto de Filosofía y Teoría General del Derecho Director: Javier DENTE. Instituto de Derechos Humanos Director: Fabián SALVIOLI. Instituto de Derecho Informático Director: Fernando Martín CENTENO. Instituto de Derecho de la Integración Latinoamericana Director: Lautaro Martín RAMIREZ. Instituto de Derecho Internacional Privado Directora: Liliana Etel RAPALLINI. Instituto de Derecho Internacional Público Director: Daniel Hugo ANGLADA. Instituto de Derecho Político Director: José María MARCHIONNI Instituto de Derecho Laboral Director: Julio César MAZZOTTA. Instituto de Mediación Directora: Ana Laura RAMOS. Instituto de Derecho de los Medios de Comunicación Director: Manuel Ernesto LARRONDO. Instituto de Derechos del Niño/a y Adolescentes Directora: Graciela FONTANA. Instituto de Derecho Penal Director: Martín Jorge LASARTE. Instituto de Derecho de Previsión y Seguridad Social Director: Alberto Antonio INSÚA. Instituto de Derecho Procesal Civil Director: Juan Manuel HITTERS. Instituto de Derecho Procesal Penal Director: Héctor Manuel GRANILLO FERNANDEZ. Instituto de Derecho Público, Provincial y Municipal Director: Carlos Hugo PRADERIO. Instituto de Derecho Registral Directora: Patricia Beatriz PRUSAS. Instituto de Derecho Romano Director: Héctor Eduardo LÁZZARO. Instituto de Derecho de la Salud Directora: Claudia Marcela BROLESE. Instituto de Derecho de Seguros Director: Juan Carlos PONZ. Instituto de Derecho Tributario y Financiero Director: Rubén Darío GUERRA. La responsabilidad por las ideas expresadas en los artículos corresponde a su autor. Las mismas no constituyen necesariamente opinión institucional y pueden o no resultar coincidentes con la del instituto correspondiente y/o los miembros del Cómite de Referato. [Indice General] Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que existe entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. Verónica Salomone [ página 11 ] Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Bs. As. Martín Ulises Bolpe [ página 23 ] Hacia la ampliación de la jurisdicción argentina en materia de sucesiones extranjeras Liliana Etel Rapallini [ página 67 ] ¿Por qué es necesario democratizar la Justicia? Julio Storni [ página 77 ] El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la provincia de Buenos Aires: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar Ricardo B. Albina Alejandro M. Garro [ página 99 ] Industria de la Construcción. El gen de la desprotección? Iván De Carlo [ página 125 ] La Casación en la República Popular de China Gustavo Germán Rapalini [ página 155 ] La peculiaridad del Derecho Romano Alfredo Di Pietro [ página 191 ] Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires Héctor Mario Nuñez [ página 199 ] Derechos económicos, sociales y culturales María Clara Evangelista [ página 215 ] Protección Penal de los Derechos Intelectuales Mauro Fernando Leturia [ página 239 ] Homenaje al Dr. Rodolfo Aníbal Nápoli. Rodolfo Nápoli [ página 265 ] Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que existe entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. Verónica Salomone* s u m a r | o I. Introducción. II. Qué son los hidrocarburos no convencionales. Motivos de controversias. Diferencias con los hidrocarburos convencionales III. En qué consiste el plan de autoabastecimiento energético nacional. IV. Qué es el principio precautorio del Derecho Ambiental. V. Vinculación entre ambos temas. VI. Conclusión. VII. Bibliografía. . * Abogada especialista en Derecho Ambiental. 11 ]]]]]]]]]]]]] [ Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que exsiste entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. ] I| Introducción. La explotación de hidrocarburos no convencionales es un tema sumamente actual y de gran importancia para nuestro país. El Gobierno Nacional, junto a YPF, está haciendo una gran apuesta en esta actividad, motivo por el cual lo vemos permanentemente en los medios de comunicación y en conferencias de prensa. Hasta hace unos años Argentina podía obtener de su propio suelo los hidrocarburos que necesitaba, pero las reservas se comenzaron a agotar y a partir de 2010 el país debió empezar a importarlos, lo que representa un enorme gasto y de allí la necesidad de un plan para revertir la situación.1 En el marco de dicho plan, YPF firmó un acuerdo en julio de 2013 con la estadounidense Chevron para desarrollar la extracción de combustible no convencional y esto provocó que varias agrupaciones ambientalistas, políticas y sociales se opusieran rotundamente a la actividad, cosa que, de todas formas, ya venían haciendo. Dentro de este panorama de posturas opuestas, la realidad representa que Argentina tiene uno de los mayores recursos comprobados del mundo de gas y petróleo no convencional (según la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos), es el primer país de América Latina que ya explota este tipo de combustibles desde 2010, y su principal riqueza se encuentra en la zona de Vaca Muerta, la cual ocupa casi toda la provincia de Neuquén. Esta explotación se multiplicará tras el acuerdo con Chevron, si avanza el proyecto. Vinculado a este panorama y al enfrentamiento de posturas que conlleva, existe una importante y relativamente novedosa herramienta del Derecho Ambiental, que es el llamado Principio Precautorio, el cual podría significar una herramienta muy útil e interesante a la hora de abordar estos reclamos opositores, sin que ello implique una prohibición completa de la actividad, sino con el objetivo de prevenir potenciales daños graves e irreversibles. II| Qué son los hidrocarburos no convencionales. Motivos de controversias. Diferencias con los hidrocarburos convencionales. La extracción de hidrocarburos no convencionales es una técnica para extraer restos de gas o petróleo que se encuentran en subsuelos muy profundos, acumulados entre rocas sedimentarias muy poco permeables, de allí la mayor dificultad para extraerlo. 1http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130924_ciencia_especial_fracking_ argentina_vs.shtml 13 ]]]]]]]]]]]]] [Verónica Salomone ] Este procedimiento tuvo su origen en Estados Unidos hace aproximadamente 40 años, en donde se lo ha implementado en forma masiva. Para lograr su extracción, se realiza en una primera fase un estudio sísmico del terreno, lo cual implica un enorme despliegue de maquinaria sobre la zona; seguidamente se llevan a cabo cientos de perforaciones verticales hasta alcanzar el objetivo (a una profundidad mayor a 2.000 metros), y luego la perforación continúa en forma horizontal hasta el yacimiento, atravesando y demoliendo rocas y arcillas compactadas y generando explosiones en las paredes de la perforación horizontal. Posteriormente, se inyectan a alta presión millones de litros de agua (se necesita mucha más agua que para los hidrocarburos convencionales), arena y productos químicos, todo ello para que se mantenga abierta la fractura y permita el escape de los hidrocarburos. A este proceso se lo denomina “fracking o fractura hidráulica”. Posee enormes diferencias con los hidrocarburos convencionales, tales como el hecho de que es bastante más costoso, utiliza mayor cantidad de agua, los rendimientos energéticos de lo que se extraiga de estas reservas son mucho menores a las de las reservas tradicionales, esta perforación remueve mucha más cantidad de tierra que en un pozo convencional, se requiere una superficie mucho más amplia para permitir el despliegue y almacenaje de los fluídos y el equipo necesario, todo ello con un consecuente impacto ambiental de gran escala. Muchas de las controversias actuales sobre los hidrocarburos no convencionales también se deben al rechazo inicial por parte del sector a revelar el contenido químico de los líquidos utilizados para la técnica. En países como el Reino Unido y España, las compañías están obligadas a divulgar la lista de químicos que utilizan, mientras que en Estados Unidos cada estado decide si las empresas deben hacer pública esa información, aunque la industria estableció una base de datos de carácter voluntario.2 En medio de la polémica, quienes defienden esta técnica dicen que es la respuesta a la creciente demanda energética, en tanto que para sus detractores representa un gran riesgo para el medio ambiente y para la salud. Las dos preocupaciones centrales son si la extracción podría provocar la contaminación de las napas de agua cercanas al yacimiento, o si podrían generarse vibraciones que pudieran derivar en sismos. La mayoría de las demandas y reclamos se basan en antecedentes de países europeos y de Estados Unidos, sin embargo los que defienden su uso 2 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131017_ciencia_especial_fracking_ abc_am.shtml ]]]]]]]]]]]]]]]]]]] 14 [ Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que exsiste entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. ] en Argentina señalan que las condiciones geofísicas locales impedirían esos riesgos.3 En un reciente fallo de Estados Unidos una ciudadana estadounidense de nombre Lisa Parr y su familia demandaron a la petrolera Aruba Petroleum por supuestas afecciones físicas causadas por el fracking, ante lo cual un Tribunal de ese país decidió indemnizarlos con 2,8 millones de dólares.4 El fallo podría tratarse de un antecedente jurisprudencial muy importante ya que sería la primera indemnización millonaria que se pagaría por el uso de la fracturación hidráulica, mientras que, por lo general, se venían resolviendo estas demandas mediante arreglos extrajudiciales e indemnizaciones económicas. Es importante señalar que en Argentina no existe legislación que regule la actividad del fracking, pero, en 2012, el gobierno de Neuquén estipuló, por medio del decreto N°1.483, que el agua que se utiliza para esta práctica no puede venir de fuentes subterráneas que sirvan para el consumo humano o el riego, aunque habría que controlar su cumplimiento así como el hecho de que todas las petroleras cuenten con la infraestructura necesaria para ello.5 El tema que más preocupa respecto al agua en Neuquén es la forma en la que se dispone del agua residual, que contiene químicos y que, según el decreto provincial, debe ser tratada en un 100% antes de ser desechada o reutilizada en la industria petrolera o en forma de riego. Para ello, también, las petroleras requieren de equipos específicos y, a su vez, la provincia debería monitorear su cumplimiento. Los opositores al fracking también se refieren a que el decreto mencionado indica que los informes sobre impacto ambiental no serán analizados en audiencias públicas y con ello no tienen posibilidad de controlar cómo se lleva a cabo esta práctica. A dos años de la sanción de este decreto, gracias a ello, en la provincia de Neuquén se habría logrado un importante ahorro hídrico. Además, la citada provincia está exigiendo a las petroleras que cuenten con tecnología adecuada para el tratamiento y acondicionamiento del agua, dados los antecedentes negativos con los que cuenta esta actividad en Norteamérica.6 Todo ello implica un permanente control por parte de las autoridades competentes, a saber: la Secretaría de Ambiente neuquina, la Subsecretaría de 3 http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-227056-2013-08-18.html 4 http://www.abogados.com.ar 5 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130924_ciencia_especial_fracking_ argentina_vs.shtml 6 http://revistapetroquimica.com/neuquen-redujo-mas-de-un-50-el-uso-de-agua-enel-fracking/ 15 ]]]]]]]]]]]]] [Verónica Salomone ] Hidrocarburos, la Dirección Provincial de Recursos Hídricos, además de los organismos de control (ya sea el Comité Interjurisdiccional del Río Colorado –Coirco–o la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas –AIC– de los ríos Limay, Neuquén y Negro) y los municipios. Sobre todo, desde que en el año 2008 se prorrogaron las concesiones petroleras. En este sentido, la Academia de Ciencias del Reino Unido, en un informe de 2012, señaló que los riesgos para la salud, la seguridad y el medio ambiente que acarrearía el fracking pueden ser manejados en forma efectiva; minimizándose, así, los riesgos, pero no eliminándolos.7 III| En qué consiste el plan de autoabastecimiento energético nacional. Argentina sería considerada la tercera reserva mundial de hidrocarburos no convencionales (luego de China y Estados Unidos), y ya contaríamos con una infraestructura significativa para llevarlo adelante. Según la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos, Argentina tiene uno de los mayores recursos comprobados del mundo de gas y petróleo shale. Desde 2008, en nuestro país se empezaron a realizar exploraciones para fracking que se intensificaron a partir del incremento del déficit energético en los últimos años y de la nacionalización parcial de YPF.8 En diciembre de 2010 la empresa Repsol - Y.P.F. junto con el Gobierno Nacional y el de Neuquén publicaron reservas de gas no convencional en Loma de La Lata. Neuquén es la provincia más avanzada, pero a partir de entonces se fueron dando a conocer yacimientos, también, en Chubut, Mendoza, Tierra del Fuego, Santa Cruz, Entre Ríos y Salta. La cuenca con mayores perspectivas es la neuquina, en donde sobresale la zona de Vaca Muerta. Este gran reservorio de shale gas que existe en Neuquén posicionó al país en el tercer puesto mundial. A partir de ello, uno de los principales objetivos nacionales es el de lograr el autoabastecimiento y la exportación a partir de la explotación de no convencionales. Se trata de una formación rocosa de 3.000 metros de profundidad, llamada Vaca Muerta, que ocupa casi toda la provincia patagónica de Neuquén. Tras el acuerdo con Chevron, que se firmó en el año 2013, se perforarán en la zona 130 pozos nuevos, cifra que ascenderá a 1.577 en 7http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131017_ciencia_especial_fracking_abc_ am.shtml 8http://tintaverde.wordpress.com/2013/08/20/fracking-la-megamineria-del-petroleo/ ]]]]]]]]]]]]]]]]]]] 16 [ Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que exsiste entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. ] los próximos cinco años, si avanza el proyecto. 9 También existen importantes formaciones en áreas como General Mosconi y San Jorge. Conforme se indicó en la página oficial de la empresa YPF, el Plan Estratégico para el período 2013-2017 apunta a liderar la explotación de hidrocarburos no convencionales, reactivar la producción en cuencas maduras y relanzar la exploración para incorporar nuevas reservas. En los próximos cinco años, YPF proyecta elevar la producción a 100 mil barriles de petróleo/día procedentes del shale oil y a 13 millones de metros cúbicos/día producto del shale gas. Relanzó su actividad exploratoria en la búsqueda de nuevas reservas de petróleo y gas. La estrategia contempla tres tipos principales de proyectos exploratorios a llevar a cabo: programas de búsqueda en áreas conocidas de mediano y bajo riesgo exploratorio, que permitan asegurar la reposición de reservas y desarrollo de nuevos frentes de yacimientos, investigación en frontera exploratoria en cuencas aún no productivas, incluyendo el offshore (en el mar, alejado de la costa) de la plataforma continental argentina y, finalmente, proyectos que permitan continuar con la investigación del shale en las distintas cuencas del país. YPF sostiene que con producir el 15% del potencial de esta formación podría cubrirse el déficit energético de nuestro país, pasando, luego, de ser un importador de energía de hidrocarburos, a suplir completamente la demanda interna y convertirse en exportador. 10 IV| Qué es el principio precautorio del Derecho Ambiental. El artículo 4 de la Ley 25.675, Ley General del Ambiente, se refiere a los principios fundamentales de la política ambiental. Entre ellos, en el párrafo cuarto, se menciona el llamado Principio Precautorio, el cual refiere textualmente lo siguiente: “Principio precautorio: Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente.” Es decir que para hacer uso de este principio no hace falta tener certeza absoluta y/o probada, ni hace falta estar completamente seguro de qué es lo que va a pasar si tal o cual empresa se lleva a cabo, habrá una incerteza científica 9http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130924_ciencia_especial_fracking_ argentina_vs.shtml 10 http://www.clarin.com/opinion/YPF-Chevron-fantasmas-detras- racking_0_998900153. html - 24/9/2013 17 ]]]]]]]]]]]]] [Verónica Salomone ] pero, a la vez, se sabrá que existen altas posibilidades de consecuencias graves e irreversibles, y eso bastará para tomar medidas. La incerteza, entonces, será científica pero no será jurídica. Las condiciones que deben darse para hacer uso en la práctica del Principio Precautorio son las siguientes: * Falta de certeza científica respecto de las consecuencias que podría traer un hecho; * Evaluación científica del riesgo que esas consecuencias podrían generar; * El posible daño que se podría llegar a generar debe ser grave e irreversible como para tomar medidas preventivas; * Finalmente, las medidas que se tomen deberán ser proporcionales al riesgo que se teme que, de lo contrario, sucedería. Al contrario de lo que pasa en el Principio de Prevención , otro de los principios de Derecho Ambiental que se menciona en el mismo artículo, en éste sí se tiene certeza respecto de las consecuencias que va a generar un hecho, y, como se sabe qué es lo que va a pasar, de lo que se trata es, justamente, de evitar ese daño; es decir, aquí también hay un riesgo de daño grave e irreversible por el cual se tomarán medidas preventivas, la diferencia con el Principio Precautorio es que existe una certeza científica. En el Principio Precautorio, al no tener certeza de lo que va a pasar, no se está seguro, pero las posibles consecuencias de daño son tan altas que deben ser estudiadas científicamente y, mientras tanto, la falta de certeza científica no es excusa como para no hacer nada. Ese “hacer algo” no necesariamente implica prohibir todo, ya que, por un lado, las medidas a tomar serán proporcionales al riesgo que eventualmente exista, y por otro, una medida tan drástica siempre implicará severas consecuencias en múltiples ámbitos (laborales, sociales, económicos, etc.) y todo ello debe ser contemplado previo a que las medidas de precaución se tomen. Existen siempre, según el caso, múltiples medidas que se pueden tomar a la hora de hacer uso del Principio Precautorio que no impliquen una prohibición total. Muchos instrumentos legales posibilitan una mayor transparencia o un incremento en medidas de seguridad, por ejemplo, y todo ello tiene la misma finalidad, en definitiva, que no es ni más ni menos que evitar el posible daño grave que se teme. V| Vinculación entre ambos temas. En el tema que nos ocupa se dan los requisitos fundamentales que se requieren para hacer uso del Principio Precautorio, la falta de certeza científica es clara y son evidencia de ello las múltiples situaciones a lo largo del mundo, en donde gobiernos del llamado primer mundo exigen investigaciones oficiales ]]]]]]]]]]]]]]]]]]] 18 [ Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que exsiste entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. ] y científicas respecto de cuáles son las consecuencias de esta actividad, o bien instan a elevar al máximo posible las normas de seguridad. En este sentido, la Unión Europea, en una Resolución del Parlamento de fecha 21 de noviembre de 2012, se refirió a las repercusiones medioambientales de la extracción de gas y petróleo de esquisto; y dijo, exactamente, “que no existen suficientes datos sobre la fracturación de sustancias químicas ni sobre los riesgos para la salud y el medio ambiente relacionados con la fracturación hidráulica; y que aún siguen efectuándose análisis importantes y sigue registrándose una necesidad de una investigación permanente y más profunda”. El mismo informe explica que numerosos Gobiernos en Europa, como los de Francia, Bulgaria, Renania del Norte-Westfalia en Alemania, Friburgo y Vaud en Suiza, así como una serie de Estados de los Estados Unidos (Carolina del Norte, Nueva York, Nueva Jersey y Vermont y más de 100 entidades locales) y otros países de todo el mundo (Sudáfrica, Quebec en Canadá, Nueva Gales del Sur en Australia), tienen o han tenido actualmente una prohibición, o aplican una moratoria en relación con el uso de la fracturación hidráulica para la extracción de petróleo y gas de esquisto u otras formaciones rocosas “compactas”. En Argentina, las ciudades que se declararon libres de fracking son: Cinco Saltos de la Provincia de Río Negro; San Carlos, Tunuyán y Tupungato de Mendoza; Concepción del Uruguay, Colón y Los Conquistadores de Entre Ríos.11 Tanto en Allen como en Cinco Saltos, la ciudadanía consiguió, por medio de la movilización, la sanción de dos ordenanzas para proteger sus ciudades de la invasión de la hidrofractura. Plantearon a viva voz que el desarrollo agrícola no es compatible con la actividad petrolera.12 El Parlamento Europeo, a su vez, insta a aquellas autoridades nacionales que hayan autorizado una prospección de combustibles fósiles no convencionales a que revisen la normativa nacional existente sobre la construcción de pozos para combustibles fósiles convencionales y que actualicen las disposiciones referentes a la extracción de combustibles fósiles no convencionales. Por otra parte, en Estados Unidos el Congreso ordenó a la EPA (Agencia de Protección Ambiental de ese país) estudiar los efectos potenciales de la fracturación hidráulica o fracking, y sus resultados finales llegarían a finales de 2014, aunque a finales de 2012 se dio a conocer un avance. En un informe, también del año 2012, la Academia de Ciencias del Reino Unido, la Royal Society, señaló que los riesgos para la salud, la seguridad y el medio ambiente “pueden ser manejados en forma efectiva en el Reino Unido, 11 http://tintaverde.wordpress.com/2013/08/20/fracking-la-megamineria-del-petroleo/ 12 http://www.opsur.org.ar/blog/2013/12/01/comunicado-ante-la-declaracion-deinconstitucionalidad-de-ordenanzas-anti-fracking-en-rio-negro/ 19 ]]]]]]]]]]]]] [Verónica Salomone ] siempre y cuando se implementen las mejores prácticas operacionales, que deben ser aplicadas y monitoreadas”.13 El ICOG (Ilustre Colegio Oficial de Geólogos) realiza cursos de formación online sobre fracking para sus geólogos en Sudamérica, a la vez que indicó que son favorables a la investigación de los territorios para buscar hidrocarburos no convencionales mientras que se cumpla de manera taxativa la legislación ambiental que viene de la Unión Europea por medio de directivas que son introducidas en el derecho interno por la legislación de impacto ambiental. Más allá de las investigaciones oficiales, se están estudiando en detalle los riesgos ambientales, geológicos y para la salud pública que puede implicar la actividad. En tal sentido la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS) ha realizado publicaciones indicando las potenciales amenazas que implica, tomando como base para el análisis un yacimiento de gas de pizarra llamado Marcellus que se encuentra en el noroeste de Pennsylvania.14 Mientras que estas circunstancias que se vienen dando en el plano internacional nos dan la pauta de que está presente el requisito de la falta de certeza científica (respecto de las posibles consecuencias de esta actividad), la misma situación también nos pone de manifiesto que está presente el segundo requisito, es decir, se requiere que exista una evaluación científica del riesgo. Este segundo requisito lo podemos observar, por ejemplo, en las siguientes circunstancias: La Unión Europea exige una evaluación científica del riesgo, explica que la existencia y transparencia de los datos, muestreos y pruebas es un aspecto de máxima importancia para desarrollar investigaciones de alta calidad que sirvan de apoyo a una normativa adecuada que proteja la salud pública y el medio ambiente. Lo mismo está haciendo, Estados Unidos, a través del mencionado informe que el Congreso de este país ordenó a la EPA. A su vez, está haciendo lo propio nuestro Gobierno Nacional. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, en el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2012-2015 fijó una lista de temas para ser investigados científicamente en un trabajo conjunto con CONICET, entre los cuales se encuentra la explotación no convencional de hidrocarburos. Del mismo modo, van sumándose diferentes gobiernos nacionales a la exigencia de investigaciones oficiales respecto del fracking. Todo ello nos indica que se está estudiando científicamente el tema, dadas 13 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131017_ciencia_especial_fracking_ abc_am.shtml 14 http://www.opsur.org.ar/blog/2013/06/25/encuentran-gases-en-el-agua-potable-cercade-explotaciones-de-fracking/ ]]]]]]]]]]]]]]]]]]] 20 [ Hidrocarburos no convencionales en Argentina y Derecho Ambiental. La relación que exsiste entre el principio precautorio de la Ley General del Ambiente y el plan nacional de autoabastecimiento energético. ] las incertidumbres que existen, la etapa experimental en la que se encuentra y los riesgos que podría implicar, por lo que el segundo requisito también está presente. El tercer requisito, reitero, se refiere a que el posible daño que se podría llegar a generar debe ser grave e irreversible. Prueba de ello son las múltiples manifestaciones y reclamos sociales (por citar algunos grupos nacionales: Observatorio Petrolero Sur, Los Verdes, Entre Ríos libre de fracking, Proyecto Sur, Foro Ambiental y Social de la Patagonia , comunidades mapuches que viven en las zonas en donde se lleva a cabo la actividad, entre otros), los cuales reclaman el debido control, o bien, directamente, la prohibición total de la actividad. Es por este mismo motivo que los gobiernos exigen las investigaciones mencionadas en el segundo requisito; es decir, que todos los requisitos están presentes y todos están vinculados entre sí. Finalmente, las medidas que se tomen, como dije, deberán ser proporcionales a los riesgos que se temen, y eso dependerá de cada caso en particular; pero, a grandes rasgos, podría significar mejorar las normas ambientales, de seguridad, de higiene, de tratamiento de residuos y de participación ciudadana, entre otras, que rijan en las comunidades en donde estos procedimientos se lleven a cabo. VI| Conclusión. Puede afirmarse que la explotación de hidrocarburos no convencionales es uno de los principales temas de la agenda política y económica mundial, de allí que está tan presente en los medios de comunicación y es objeto de investigaciones científicas de todo tipo y disciplina. En nuestro caso, está presente tanto en propagandas del Gobierno Nacional como en artículos y notas de todo tipo de prensa, dada la gran importancia que reviste para Argentina. Paralelamente a esa difusión y apuesta que se lleva a cabo respecto del fracking, tomándolo como la respuesta y la solución a la demanda energética actual, existe, también, una gran parte de la población que se opone a la actividad debido a sus potenciales riesgos y que expone sus fundamentos, organizan sus manifestaciones sociales y la forma de articular sus reclamos mediante vías judiciales y/o políticas. Esta dualidad que existe en torno al tema se trata de posiciones, a la vista, totalmente opuestas y prácticamente imposibles de reconciliar. Sin embargo, es necesario intentar una postura intermedia, ya que la explotación de hidrocarburos no convencionales podría ser la respuesta a una de las principales dificultades que enfrenta el mundo hoy en día, y que se viene agravando con los años, que es la demanda energética. 21 ]]]]]]]]]]]]] [Verónica Salomone ] En este sentido, existe en nuestro Derecho Ambiental un instrumento que podría permitir alcanzar esa postura intermedia contentando, por así decirlo, a ambas partes; tendiendo a que la actividad no se prohíba, sino que se cumpla con un mayor control, y que ese mayor control sea el resultado de una permanente investigación y monitoreo de la actividad. Con ello se podría lograr, no sólo el fin primario del Derecho Ambiental, que es evitar el daño antes de tener que llegar a componerlo, dadas las características de gravedad e irreversibilidad que los daños ambientales suelen tener, sino que, a la vez, se podría cumplir con un objetivo más amplio que el propio del Derecho Ambiental y que es el del Derecho en sí mismo: el de conciliar a las partes, al menos en la mayor medida posible. Claramente, lograr este equilibrio intermedio no es una tarea sencilla ni que dependa de un sola persona o un solo grupo, pero nuestro derecho nos da instrumentos para que funcione. Para ello deben cumplirse todas las normas ambientales, debe existir un permanente contralor de las autoridades competentes y una mayor participación ciudadana. La idea central es que el desarrollo se haga de la manera más sustentable posible, y que si no se está seguro de las consecuencias y se teme respecto de ellas, se haga uso de los principios fundamentales del derecho ambiental para prevenirlas, al menos hasta que la certeza científica exista. VII| Bibliografía. - FALBO, Aníbal. “La preeminencia de la protección preventiva del ambiente”. Revista de Derecho Ambiental Lexis Nexis, revista Nº 9 pág. 216. - CAFFERATTA, Néstor. “Principio precautorio en el derecho Argentino y Brasileño”. Revista de Derecho Ambiental Lexis Nexis, revista Nº 5 pág. 67. - Informe sobre gas de petróleo no convencional de Observatorio Petrolero Sur de marzo de 2012. - Resolución del Parlamento Europeo de fecha de 21 de noviembre de 2012, sobre las repercusiones medioambientales de la extracción de gas y petróleo de esquisto. - Serie “fracking, mito o realidad” publicada por BBC Mundo. - Página oficiales: www.ypf.com; www.epa.gov; www.conicet.gov.ar; http:// europa.eu/index_es.htm ]]]]]]]]]]]]]]]]]]] 22 Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires. Martín Ulises Bolpe* s u m a r | o Introducción. I. Antecedentes históricos. Antecedentes constitucionales nacionales. Antecedentes constitucionales en la Provincia de Buenos Aires. II. Teoría de la División de poderes. Naturaleza institucional del Jurado de Enjuiciamiento. Los llamados órganos extrapoderes. III. Responsabilidad de los Funcionarios Públicos. Matiz político del ejercicio de la judicatura. Implicancias. Responsabilidad política. Naturaleza jurídica del Jurado de Enjuiciamiento, importancia del instituto. IV. Integración y composición del Jurado. Constitución del Jurado y mayorías requeridas. Secretaría del Jurado. V. Funcionarios que pueden ser acusados. Causales de remoción. Mal desempeño. VI. Procedimiento de remoción. Denuncia y cuestiones preliminares. Acusación. Ejercicio del derecho de defensa. Juicio oral. Sentencia. VII. Irrecurribilidad de las sentencias. Control de constitucionalidad. VIII. Conclusión. 23 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 24 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Introducción En el presente trabajo se aborda el estudio de uno de los órganos constitucionales más complejos -y curiosos, si se quiere- de nuestro sistema republicano de gobierno. El Jurado de Enjuiciamiento, si bien vio la luz en nuestra Carta Magna como la evolución de un instituto extraído del derecho anglosajón y adaptado a nuestro cuadro constitucional -no sin errores y contratiempos-, ha venido a constituir, luego de la reforma constitucional de 1994, una pieza esencial de los cimientos del sistema republicano, en cuanto a contralor del poder público se refiere, y que en definitiva sirve a garantizar las libertades individuales y de nuestra sociedad toda. En tal contexto, se pretende demostrar, no sólo las implicancias del Jurado y los procesos de responsabilidad política de magistrados, sino la necesidad de continuar su desarrollo y evolución en pos de lograr su adecuación al estándar de contralor que exigen los preceptos republicanos en la actualidad. I| Antecedentes históricos de los procesos de responsabilidad política de magistrados de instancias inferiores. Antecedentes constitucionales nacionales. Antecedentes constitucionales en la Provincia de Buenos Aires. Antecedentes históricos de los procesos de responsabilidad política de magistrados de instancias inferiores. Previo a introducirnos en los antecedentes históricos de los procesos de responsabilidad política de los magistrados de instancias inferiores, que se vinculan con el juicio político, cuyas fuentes, a su vez, nos remiten originariamente al derecho anglosajón y luego a la figura del “impeachment” norteamericano, que más adelante desarrollaremos, es necesario abordar la idea de “Jurado”, en tanto varias de sus características generales se verifican en la especie en estudio. Ello se vincula con la necesaria diferenciación entre lo que constituye un Tribunal de justicia, en tanto órgano puesto al servicio de la sociedad para dirimir conflictos entre partes, y lo que significa un Jurado de enjuiciamiento, siendo este último un órgano con atribuciones políticas en virtud de representar, en sus funciones, a la sociedad. De allí que el mismo concepto de “Jurado” vislumbra el carácter republicano de la institución. A tal efecto, inmiscuyéndonos en las raíces de dicho instituto, es menester destacar a pensadores como Montesquieu y Cesare Beccaria. El primero de ellos, en el libro XI, capítulo VI, denominado “De la Constitución Inglesa”, de su obra “Espíritu de las Leyes”, expresaba: “…no ha de darse el poder judicial a un senado permanente, sino ejercerse por sujetos 25 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] tomados de la clase popular…para formar un tribunal que sólo dure lo que exijan las circunstancias. De este modo, el poder judicial, tan terrible entre los hombres se vuelve, digámoslo así, invisible y nulo, por no estar anexo a un cierto Estado ni profesión. No tiene uno, continuamente, delante de sí, a los jueces, y teme la magistratura, pero no al magistrado.” 1 De lo expuesto por Montesquieu se infiere, en primer lugar, que el poder de “hacer justicia” puede ser un elemento sumamente complejo y peligroso al ser administrado por los hombres, por la sola condición de la imperfección humana. Por ello, resulta saludable que dicho poder y/o facultad tenga un basamento de corte republicano, al formarse el tribunal o jurado circunstancial con personas del pueblo, sin las influencias de un Estado, ni los preconceptos de jueces permanentes. De esta manera, la conducta del hombre enjuiciado, sería valorada por sus iguales, por otros hombres como él. Vemos aquí, en relación con el esquema en estudio, la circunstancialidad del Jurado o Tribunal, y la igualdad de los jueces con quien se juzga, en cuanto a que todos son abogados. Beccaria también contribuyó al estudio de los orígenes de dicho instituto, en la sexta edición de su obra “De los Delitos y De las Penas”. Allí expone, en el capítulo XIV titulado “Indicios y formas de juicio”: “…Donde las leyes son claras y precisas, la tarea de un juez consiste únicamente en asegurar un hecho. Si para buscar las pruebas de un delito se precisa habilidad y destreza, y para presentar un resultado hace falta claridad y precisión, para juzgar del resultado mismo no se pide más que una sencilla y ordinaria sensatez menos falaz que la ciencia de un juez acostumbrado al deseo de encontrar reos y a reducirlo todo a un sistema artificial procedente de sus estudios. Dichosa la nación donde las leyes no sean una ciencia! Es ley utilísima la de que cada hombre sea juzgado por sus iguales; porque cuando se trata de la libertad y de la fortuna de un ciudadano deben callar aquellos sentimientos que inspira la desigualdad; y tanto la superioridad con que el hombre afortunado contempla al desdichado como la indignación con que el inferior mira al superior no pueden intervenir en este juicio”.2 Por lo expuesto, Beccaria se asienta -y aquí es donde confluye en la idea de jurado- en que la justicia se logra mediante la valoración de la conducta del hombre por sus iguales, quienes realizan una discrecional valoración de carácter ético y moral acorde al estándar de un “buen padre de familia”. En este esquema, Beccaria repliega el rol del juez a la búsqueda de la verdad respecto al hecho ocurrido, pero realza la relevancia de que el juzgamiento sea efectuado por iguales hombres a quien se encuentra en el banquillo, y de acuerdo a su estándar de ética y moral. 1 MONTESQUIEU, Del espíritu de las leyes, traducción de López de Peñalver, vol 2, pags. 42 a 58, edición de 1820. 2 BECCARIA, Cesare; De los delitos y de las penas; Ed. De Franco Venturi, Barcelona, 1983. ]]]]]]]]]]]]] 26 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] La cita de dichos pensadores y sus ideas respecto al instituto del “jurado”, y que también hacen a la esencia del instituto del “juicio por jurados”, posee la relevancia de señalarnos el carácter democrático-republicano del mismo. En tal sentido, si bien son válidos varios conceptos matrices allí vertidos en cuanto al juzgamiento por iguales, la circunstancialidad de los tribunales, la discrecional valoración de tipo ético-moral; será menester en el presente trabajo el análisis de factores propios y exclusivos de este tipo de jurados (que realizan juicios de carácter político). Así por ejemplo, el matiz político del enjuiciamiento que emana de representar y defender los derechos e intereses de la sociedad en cuanto a una correcta administración de justicia; y el no constituir un tribunal penal ni juzgar posibles hechos antijurídicos, en tanto sólo efectúan un examen sobre el desempeño e idoneidad del magistrado, temáticas que se desarrollarán más adelante. Previamente a ello, resulta útil destacar que los procesos de responsabilidad política de los magistrados de instancias inferiores, en sus orígenes, estaban comprendidos dentro del esquema del juicio político, instituto que había sido establecido por la Constitución histórica de 1853, y en donde la Cámara de Diputados actuaba como órgano acusador y el Senado cumplía el rol de Tribunal. Es en el año 1860 que en la constitución nacional se excluyen del enjuiciamiento a los legisladores y a los gobernadores de provincia, incorporándose a los magistrados de instancias inferiores. Los antecedentes del juicio político se remontan a la figura del “impeachment” de los Estados Unidos, por haber sido su texto constitucional la fuente en que se inspiraron nuestros constituyentes. Dicho instituto cuya traducción podemos asemejar a “acusación pública” fue incorporado a la Constitución Norteamericana de 1787, y tenía por finalidad establecer la responsabilidad de los funcionarios públicos. Los orígenes del impeachment norteamericano se remontan, a su vez, al “impeachment inglés”, que era aquel que llevaba adelante el Parlamento Inglés –en el marco de su disputa política con la Corona- contra los ministros y funcionarios públicos, a los que no sólo destituían en el caso de encontrar culpables, sino que también se los castigaba aplicando las penas correspondientes. Así es que el constituyente norteamericano adecuó el instituto en cuestión a su esquema constitucional, generándole ciertas modificaciones, siendo este esquema el que luego adoptaron nuestros constituyentes en la figura del juicio político. Antecedentes constitucionales nacionales. Si bien la Constitución de 1853 adoptó la figura del juicio político o “impeachment”, con varias incongruencias respecto a las fuentes en estudio y con una redacción poco clara, es recién con la reforma de 1860 que surge de manera indubitable que el “impeachment norteamericano” 27 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] es el que ha sido adoptado por nuestra Constitución. 3 Así, el texto original de 1853, en el artículo referido a las competencias de la Cámara de Diputados prescribía: “Solo ella ejerce el derecho de acusar ante el Senado al Presidente y Vicepresidente de la Confederación y a sus ministros, a los miembros de ambas Cámaras, a los de la Corte Suprema de Justicia y a los Gobernadores de provincia, por los delitos de traición, concusión, malversación de fondos públicos, violación de la Constitución u otros que merezcan pena infamante o de muerte…”. En primer lugar vemos que nada se dice respecto de los magistrados de las instancias inferiores; y, en segundo orden, es importante destacar que no se distinguía los delitos comunes de los delitos de carácter político o cometidos en el ejercicio de la función, omitiéndose, en tal sentido, lo referido al mal desempeño. Como se expresara anteriormente, con la reforma de 1860 se excluyen del juicio político a los gobernadores de provincia y a los legisladores –pudiendo estos últimos ser expulsados por sus respectivas Cámaras-, y se incorpora a los jueces nacionales de instancias inferiores. El procedimiento era impulsado por la Cámara de Diputados que oficiaba de acusador fiscal, siendo necesario, para ello, el voto de la mayoría de las dos terceras partes de sus miembros presentes; actuando el Senado como Tribunal de enjuiciamiento. En lo atinente a las causales de remoción, se clarifica el espectro distinguiéndose entre mal desempeño o delitos cometidos en el ejercicio de las funciones, y crímenes comunes. La diferencia que encontramos entre el texto original de 1853 y la reforma implementada en 1860, puede ser entendida con las explicaciones brindadas por el Redactor de la Comisión Examinadora de la Constitución Federal, creada en el seno de la Convención Reformadora de 1860. Allí, el redactor expone propiciando la enmienda al texto originario: “Que la redacción del actual artículo es un tejido de incongruencias y errores, de los que por no comprender el carácter y objeto de este juicio han confundido los crímenes de un carácter puramente político y el mal desempeño de las funciones, con los crímenes ordinarios, que son los que merecen pena infamante o de muerte, dejando por el contrario sin responsabilidad por sus actos abusivos a los altos funcionarios en lo ejecutivo y judicial…” . Dichos errores, los atribuye a un pobre e incorrecto estudio de la fuente, que es el Derecho Anglosajón. Explica el redactor, que este juicio era tomado del impeachment del Parlamento Inglés, en el que se juzgaba y condenaba aún a penas capitales a los funcionarios públicos por los delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones. En tal sentido, expresa que la constitución de los Estados Unidos adopta el juicio por impeachment pero lo reduce a los delitos cometidos en el ejercicio de funciones del Poder Ejecutivo y Judicial, y limita la sentencia a establecer la 3 Colautti Carlos E., “Reflexiones acerca del Juicio Político y Los Jurados de Enjuiciamiento”, T. 2000-E, Sec. Doctrina, pág. 1093. ]]]]]]]]]]]]] 28 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] responsabilidad del funcionario, pero no a imponerle penas, las cuales deben ser establecidas por tribunales ordinarios. En tal sentido, y a fin de no dejar dudas al respecto, el Redactor de la Comisión examinadora de la Constitución de 1853, expresa en su informe N° 6 que la Constitución norteamericana es la que ha servido de norma, y que la jurisprudencia del impeachment se debía tomar de aquel gobierno como éste la había tomado, a su vez, del Inglés y la había compatibilizado con su matriz republicana.4 Sobre lo expuesto en el párrafo anterior -que ciertamente hace a nuestra historia constitucional-, me permito hacer una digresión por cuanto una cosa es tomar una fuente normativa y aplicarla, y otra muy distinta y de muy difícil realización es su adaptación a las costumbres e idiosincrasia de un pueblo, que, entiendo, debería ser el piso de todo desarrollo constitucional. Vale recordar lo que Ernesto Quesada expresaba en carta a Juan A. González Calderón al afirmar la necesidad de beber en nuestras propias fuentes; y en ella decía: “… la errónea tesis de los que creen cándidamente que la nuestra es la Constitución de los Estados Unidos mutatis mutandi y que los precedentes no son decisivos sino cuando más, concomitantes. Mi opinión es a la inversa; lo nuestro es lo decisivo y lo norteamericano lo concomitante… Vale más un pequeño detalle criollo en apoyo a una disposición constitucional, que centenares de opiniones y fallos extranjeros, pues si en alguna disciplina es menester ser celosamente nacional es en la del derecho constitucional, en la cual hay que tener siempre presente la argentinidad…”.5 Si bien la incorporación de los magistrados de instancias inferiores a un sistema de enjuiciamiento resultaba provechosa, en razón de fortalecer el mayor republicanismo dado por el hecho de que quienes detentan el poder de juzgar puedan, a su vez, ser evaluados respecto a su idoneidad, tal sistema de enjuiciamiento no puede ser el mismo para los jueces de instancias inferiores que para los miembros de la Corte Suprema o el Gobernador. Ello no sólo por razón de la distinta jerarquía política, sino también por la necesidad de un mecanismo más ágil y eficiente en relación a la gran cantidad de magistrados inferiores pasibles de enjuiciamiento. En las posteriores reformas constitucionales de 1949, 1957 y 1972 se propiciaba la exclusión de los magistrados federales inferiores del juicio político, pregonándose otros procedimientos para la determinación de la responsabilidad, pero es recién con la reforma de 1994 que se elimina el enjuiciamiento de magistrados de las instancias inferiores por parte del Congreso a través del juicio político. Así, se establece un proceso de remoción llevado adelante por un 4 Reforma Constitucional de 1860. Textos y Documentos Fundamentales, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1961, pág. 404. 5 QUESADA, Ernesto, en carta a Juan A. González Calderón, citado por Dromi, José Roberto en El Poder Judicial en la constitución, en la crisis, en la democracia; Ed. UNSTA- Tucumán, 1982. 29 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] nuevo órgano, que es el Consejo de la Magistratura –cumpliendo la función de acusador a través de la comisión respectiva-, y por el Jurado de enjuiciamiento de Magistrados, que cumple el rol de Tribunal, plasmándose ello en los arts. 114 y 115 de nuestro actual texto constitucional. Dicha reforma constitucional del año 1994, se fundó esencialmente en muchas de las críticas de que adolecía el sistema de juicio político que llevaba adelante el Congreso, al que se objetaba la lentitud e ineficiencia de los juicios políticos, los pocos casos que arribaban a una destitución, además de la necesidad de fortalecer la garantía del debido proceso -que oportunamente estuvo dada por la exigencia de sus miembros de ser abogados. Al respecto, el entonces convencional constituyente nacional, Juan F. Armagnague cita a John William Cooke, quien expresaba: “El Juicio político, instituto teóricamente perfecto, no ha cumplido evidentemente los altos fines que determinaron su creación. Los cuerpos colegiados que integran el sistema legislativo carecen de la agilidad necesaria para poner en movimiento el complicado mecanismo del juicio político. Por otra parte, la Cámara de Diputados tiene asignadas por la Constitución funciones que insumen todo el lapso que dure su muy corto período ordinario de sesiones. Aun en el supuesto caso de que la comisión respectiva produjese los dictámenes necesarios, la discusión de los mismos en la Cámara insumiría un tiempo de que la misma no puede disponer sin mengua de su labor específicamente legislativa”. En igual forma, Armagnague exponía: “Siendo informantes de este tema específico (o sea respecto del art. 115) de la Comisión de Núcleo de Coincidencias Básicas de la reciente reforma constitucional, expresamos los fundamentos de ella: la pesadez del sistema, los pocos casos de destitución, la gran cantidad de pedidos de enjuiciamiento obrantes en la comisión de Juicio Político, y el correcto ejercicio del derecho de defensa”. 6 La intención de mejorar el sistema de remoción de magistrados inferiores “despolitizándolo”, en una clara diferenciación del mecanismo de enjuiciamiento eminentemente político que les cabe al Presidente, Vicepresidente, Jefe de Gabinete y demás ministros, y los jueces de la C.S.J.N., como bien lo señala María Jeanneret de Pérez Cortés no debe ser entendido como negación de la “naturaleza política” del procedimiento, del Jurado y de las causales de remoción.7 Por el contrario, implica establecer un sistema más ágil y eficiente, acorde al estándar de jerarquización de la función estatal de control de legalidad dado por la reforma constitucional de 1994, y reforzando el matiz republicano del instituto. 6 ARMAGNAGUE, Juan F., Juicio Político y Jurado de Enjuiciamiento en la Nueva Constitución Nacional; Ed. Depalma, Bs. As. 1995, pág. 293 a 307. 7 JEANNERET DE PÉREZ CORTÉS, María, “Reflexiones acerca de la remoción de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación”, Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública, Buenos Aires, Año XXI, Nº 241, oct 1998, en pág. 12. ]]]]]]]]]]]]] 30 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Antecedentes constitucionales en la Provincia de Buenos Aires. Resulta esencial el análisis de este punto, por cuanto el primer antecedente constitucional en el país respecto a la institución del “Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados”, está dado por la Constitución Provincial de 1873. Originariamente, la Constitución que fuera sancionada el 11 de abril de 1854, en el marco, recordemos, en que la Provincia se encontraba separada del resto de la Confederación Argentina, se establecía el juicio político. El mismo se debía llevar adelante en el seno de la legislatura, pudiendo ser alcanzados el Gobernador, sus ministros, los miembros de ambas cámaras y los del superior Tribunal de Justicia por delitos de traición, concusión, malversación de fondos públicos, violación de la constitución u otros crímenes que merezcan pena infamante o de muerte. Cabe destacar que al igual que el texto de la Constitución nacional de 1853, no estaban alcanzados los jueces de instancias inferiores, y se verifica una redacción indiscriminada de las causales de remoción, confundiéndose los delitos comunes, con las faltas y delitos cometidos en el ejercicio de la función pública. No obstante nada decir la Constitución respecto a los procedimientos para determinar la responsabilidad de los magistrados de instancias inferiores, sí se establecía la posibilidad de denunciar a los mismos. El art. 128 expresaba: “cualquiera del pueblo tiene derecho para acusar a los depositarios del Poder Judicial, por los delitos de cohecho, prevaricato, procedimientos injustos contra la libertad de las personas, contra la propiedad y seguridad del domicilio”.8 La Constitución de 1873, sancionada una vez que la Provincia de Buenos Aires se incorpora a la Confederación argentina, si bien mantuvo el juicio político, es el primer antecedente en nuestro país del Jurado de Enjuiciamiento para magistrados de instancias inferiores. Así, en su art. 190, prescribía: “Los jueces de las cámaras de apelaciones y de primera instancia pueden ser acusados por cualquiera del pueblo, por delitos o faltas cometidos en el desempeño de sus funciones, ante un jury calificado, compuesto de siete diputados y cinco senadores, profesores de derecho; y cuando no los haya, se integrará con letrados que tengan las condiciones necesarias para ser electos senadores”. Asimismo, se establecen una serie de artículos que organizan el instituto en el cuadro constitucional. En tal sentido, se diferencia el procedimiento en los delitos cometidos en circunstancias ajenas a las funciones del magistrado, los cuales serán juzgados de la misma forma que los demás habitantes. Se establece también, que la ley determinará los delitos y faltas de los jueces acusables ante el jury, y reglamentará el procedimiento, la organización del jury, y los funcionarios intervinientes. 8 RAMIREZ, Luis A. y ZIULU, Adolfo Gabino, “El Jurado de Enjuiciamiento”, J.A. 18/06/1997. 31 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] En tal contexto, es dable mencionar que el constituyente también introduce el instituto del juicio por jurado o “jury” como órgano integrante del Poder Judicial y responsable de la administración de justicia, tanto civil y comercial como criminal, haciendo referencia a dicho instituto con el término “jury calificado”. Por ello, y debido al amplio espectro que se le da al instituto del juicio por jurado en el esquema constitucional de organización del Poder Judicial, es que algunos autores mencionan que en dicho auge del juicio por jurados es que nace el jury de enjuiciamiento.9 En la Constitución de 1889 se mantiene el mismo sistema de enjuiciamiento de magistrados dispuesto por la constitución de 1873, no estableciéndose ninguna reforma al respecto. Con la Constitución de 1934, también se mantiene el esquema del jurado de enjuiciamiento para magistrados, pero se introduce una modificación esencial respecto a la integración del Jurado. Así, el art. 172 disponía: “Los jueces de las cámaras de apelación y de primera instancia y los miembros del Ministerio Público pueden ser denunciados o acusados por cualquiera del pueblo, por delitos o faltas cometidos en el desempeño de sus funciones, ante un jurado de once miembros que podrá funcionar con número no inferior a seis, integrado por el presidente de la Suprema Corte de Justicia que lo presidirá, cinco abogados inscriptos en la matrícula que reúnan las condiciones para ser miembros de dicho tribunal, y hasta cinco legisladores abogados. Los legisladores y abogados que deban integrar el jurado se designarán por sorteo, en acto público, en cada caso; los legisladores por el presidente del Senado y los abogados por la Suprema Corte de Justicia, a cuyo cargo estará la confección de la lista de todos los abogados que reúnan las condiciones para ser conjueces. La ley determinará la forma de reemplazar a los abogados no legisladores en caso de vacante.” De lo expuesto surge que, de poseer una conformación -desde la Constitución de 1873- de absoluta representación del estamento político, ésto es siete diputados y cinco senadores, se modifica a un esquema de mayor influencia del estamento judicial, que, además de tener al presidente de la Suprema Corte como cabeza del Jurado, intervienen en la confección de las listas de cuyo sorteo surgirán los miembros abogados. En lo atinente al resto del articulado referido al instituto, guarda el mismo contenido que el brindado por el constituyente de 1873, salvo alguna pequeña diferencia de redacción. Destacamos que cabe prestar puntual atención a la redacción de la Constitución de 1934, ya que el constituyente de 1994 mantuvo por completo dicho esquema, modificándose solamente la numeración del articulado. 9 PAOLINI, Jorge Omar, El Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios, Ed. La Ley, 2000, pág. 51; RAMIREZ, Luis A. y ZIULU, Adolfo Gabino, op. cit. ]]]]]]]]]]]]] 32 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Con la Constitución de 1949, se vuelve a modificar la integración. El artículo 142 establecía: “Cualquier persona puede denunciar o acusar a los jueces de las cámaras de apelación y demás jueces letrados, y a los miembros del ministerio público, por delito o falta cometidos en el desempeño de sus funciones, ante un jurado de nueve miembros formado por el ministro del Poder Ejecutivo por cuyo departamento se designan los jueces, el cual lo presidirá; por tres miembros del Poder Judicial sorteados en acto público de una lista formada por los vocales de la Suprema Corte; por un senador y dos diputados, sorteados del mismo modo entre los componentes de listas integradas, respectivamente por cinco senadores y diez diputados elegidos por cada Cámara, y por dos abogados inscriptos en la matrícula, que reúnan las condiciones para ser jueces de la Suprema Corte y que sean sorteados, también públicamente, entre los diez de una lista propuesta por la corporación de abogados de la Provincia; reconocida por ley. El jurado podrá funcionar con la presencia de cinco de sus miembros, y las decisiones serán tomadas por mayoría de sufragios. El presidente no tiene voto, salvo el caso de un empate.” Si bien se disminuye la cantidad de integrantes de once a nueve, se verifica un nuevo equilibrio entre los distintos estamentos que se representan en la formación del jurado, disminuyéndose la representación de los abogados, y fortaleciéndose la del estamento judicial. La nueva composición traduce un mayor peso del Poder Judicial, ya que no obstante carecer del Presidente de la Suprema Corte para presidir el Jurado, posee tres integrantes, en tanto que el ministro del Poder Ejecutivo que lo preside no tiene voto, salvo caso de empate. Los legisladores poseen tres miembros; y se incorpora que la representación de los abogados sea a través de dos miembros sorteados de una lista propuesta por el Colegio de Abogados de la Provincia. Por último, la Convención constituyente para la reforma constitucional de 1994, no comprendió, entre los puntos a revisar, el procedimiento de remoción de magistrados, manteniéndose, por lo tanto, el esquema vigente en la Constitución de 1934, atento que la Constitución de 1949 había sido dejada sin efecto con anterioridad. II| Teoría de la División de poderes. Naturaleza institucional del Jurado de Enjuiciamiento. Los llamados órganos extrapoderes. Teoría de la División de poderes El principio de la división o separación de poderes es uno de los pilares en los que se apoya el sistema republicano que adopta nuestra constitución, además de otras características como son la publicidad de los actos de gobierno, la periodicidad de los cargos electivos, la igualdad ante la ley, y la responsabilidad 33 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] de los funcionarios públicos, éste última que abordaremos más adelante. Dicho principio deriva de la clásica teoría desarrollada por Montesquieu, quien, a su vez, había recibido la influencia de Locke. El fin primordial es asegurar la libertad individual, y de allí surge la necesidad de construir un esquema de contralor, y de frenos y contrapesos de los distintos detentadores del poder, para evitar, así, la concentración de poder que degenera en autoritarismo. Los ejes en los que se traduce la teoría en cuestión son la independencia de cada uno de los poderes respecto de los otros, y la limitación de todos los poderes en sus determinados halos de competencia, teniendo como norte el respeto de la Carta Magna. No obstante lo señalado en dicha construcción teórica en cuanto a la división de poderes, bien sabemos que, en lo sustancial, el poder público es uno sólo. Ya Jellinek, al estudiar la división de poderes, había expuesto la doctrina de la indivisibilidad del poder del Estado, entendiendo que los distintos fines del Estado eran la causa de asignar determinadas funciones a distintos órganos del Estado, pero que éste debía ser reconocido como una unidad. 10 En tal sentido, en la doctrina nacional, Bidart Campos recepcionó el principio de indivisibilidad del poder del Estado, exponiendo que: “El poder del estado como capacidad o energía para cumplir su fin es “uno” solo, con “pluralidad” de funciones y actividades. Lo que se divide no es el poder, sino las funciones y los órganos que las cumplen. Cuando el derecho constitucional habla de “poderes” —en plural— quiere mentar los “órganos institución” con sus respectivas competencias.” 11 Ahora bien, es preciso analizar la teoría de la división de poderes en el actual contexto de mayor complejidad de ingeniería constitucional que trajo aparejado la reforma de 1994, como expresión de los regímenes constitucionales modernos. En tal sentido, dicho principio republicano se ha venido a caracterizar por: (a) nuevos órganos, (b) nuevos procedimientos, y (c) transferencias de competencias; todo ello en el marco de cada uno de los poderes. Una de dichas manifestaciones es, precisamente, la creación del Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento de magistrados; órganos que responden a los objetivos que surgen del art. 114, inc. 6: “…asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios de justicia”. El establecimiento de tales objetivos está fuertemente vinculado a la evolución histórica del principio de independencia judicial. Así, de configurar, en un comienzo, la exclusividad de la función jurisdiccional en manos de los jueces (independencia institucional), se consagró, luego, la garantía de la inamovilidad (que se vinculara con la independencia personal del juez, ya sea 10 11 1997. ]]]]]]]]]]]]] 34 JELLINEK, George, Teoría General del Estado, 2ª ed., Ed. Albatros, Bs As., 1974. BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución reformada, T III, Ediar, Bs As., [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] interna o externa), para finalmente establecerse un órgano de gobierno específico del Poder Judicial (independencia organizativa del Poder Judicial).12 El último estadío del desarrollo histórico del principio de independencia de los jueces, se vincula con el establecimiento del Consejo de la Magistratura, que va de la mano del Jurado de Enjuiciamiento de magistrados. El Consejo, en el ámbito nacional, ha venido a ser, en mi opinión, –si bien generando inmensas polémicas y conflictos institucionales con la Corte de por medio- un órgano de co-gobierno del Poder Judicial, con competencias administrativas y disciplinarias, cuyo fin es, en definitiva, fortalecer la independencia del Poder Judicial. Tal objetivo se concreta a través de la desburocratización de la administración general de dicho poder, que permite a la Corte y jueces inferiores abocarse en forma más eficiente al cumplimiento de sus funciones jurisdiccionales; además de establecerse mecanismos de acusación y designación de magistrados tendientes a asegurar la independencia mencionada. Naturaleza institucional del Jurado de Enjuiciamiento. Los llamados “órganos extrapoderes”. La creciente complejidad del Estado en cuanto a diversidad de funciones y estructuras y el consecuente mayor profesionalismo de la función pública en los últimos tiempos han hecho que la organización del poder público, encomendando funciones y competencias a distintos órganos, haya excedido el marco de los clásicos poderes ejecutivo, legislativo y judicial, para involucrar a otros órganos estatales con independencia funcional. Muchos de éstos han sido introducidos por la reforma constitucional de 1994. En tal sentido, la institución constitucional del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados guarda ciertas características que ameritan un estudio sobre su ubicación en el cuadro organizacional del Poder Público, y la posibilidad de considerarlo como lo que se denomina “órgano extrapoder”. La Teoría de los órganos “extrapoderes” ya era desarrollada por el constitucionalista argentino Bidart Campos en el año 1967, en su obra “El Derecho Constitucional del Poder”, donde los caracterizaba como aquellos órganos estatales que se encuentran fuera o al margen de los tres poderes clásicos pero que se relacionan con éstos. 13 Así, abordaba la situación del Jefe de Estado en los sistemas parlamentarios, que se encuentra fuera del Poder Ejecutivo –a cargo del gabinete o consejo 12 GARCIA LEMA, Alberto M., “El Consejo de la Magistratura y el jurado de enjuiciamiento de jueces en la teoría de la división de poderes”, LL. 1995-B, Sec. doctrina, pág. 1129. 13 BIDART CAMPOS, Germán J. El Derecho Constitucional del Poder, T I, Ediar, Buenos Aires, 1967. 35 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] de ministros- y de los otros dos poderes clásicos; de los ministros, que en un régimen presidencialista no pasan de ser meros auxiliares que no integran el Poder Ejecutivo; de la administración pública que no considera que esté fuera de los tres poderes; del órgano castrense o fuerzas armadas, que considera un órgano constitucional fuera de los tres poderes subordinado a uno de ellos; y del órgano eclesiástico, cuerpo electoral, partidos políticos y sindicatos, todos ellos considerados sujetos auxiliares del Estado. Al respecto, si bien en su obra se refería a aquellos órganos constitucionales que se relacionan con el Poder Ejecutivo –unipersonal-, surge que el criterio seguido por Bidart Campos es el de identificar a los órganos constitucionales –o sea, que interesan al derecho constitucional del poder- que no sean los que “encabezan” cada uno de los tres poderes, y que se ubican fuera o al margen de éstos, relacionándose con los mismos. Pareciera que el parámetro a seguir está dado, en principio, por la diferenciación de los titulares de los poderes. No es pacífica la doctrina respecto a las características necesarias para identificar tales órganos extrapoderes, cuyo debate se profundizó con los nuevos órganos que introdujo la reforma constitucional de 1994. No obstante ello, intentaremos abordar sus puntos más salientes y evaluar si la institución en estudio puede ser considerada como tal. Podemos encontrar distintos criterios para identificar a la presente tipología de órganos. Un criterio amplio es el sostenido por Bidart Campos, quien pregona que son extrapoderes todos aquellos órganos con categoría constitucional que no sean titulares de los poderes que forman la tríada clásica. Así considera órganos extrapoder, por ejemplo, al Defensor del Pueblo y a la Auditoria General de la Nación, no obstante encontrarse en la Sección del Poder Legislativo. Pero el análisis del prestigioso constitucionalista argentino, pareciera que no se agota solamente en la diferenciación de los titulares de cada poder, -y más allá que la organización institucional los ubique formando parte de determinado poder -como es el caso del Defensor del Pueblo y la Auditoría General de la Nación respecto al Poder Legislativo-, sino que también pareciera que encuentra necesario, para considerar un órgano extrapoder, que éste tenga competencias propias. En tal sentido, no le atribuye tal fisonomía al Consejo de la Magistratura y al Jurado de Enjuiciamiento, los cuales, más allá de no poseer competencias judiciales y estar investidos por otras no judiciales –ver arts. 114 y 115 C.N.-, refiere que estas últimas son propias del Poder Judicial, y que antes de la reforma incumbían a dicho poder. Sobre el punto, entiendo que no es suficientemente sólida la argumentación que intenta, en base al art. 108 de la Constitución Nacional, que dispone: “El Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Corte Suprema de Justicia, y por los demás tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la ]]]]]]]]]]]]] 36 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Nación”. Expresa Bidart Campos que cabe entender, allí,que la alusión “poder judicial” no se refiere a la estructura de órganos que lo componen y hacen parte de él, sino a la función de administrar justicia.14 Lo prescripto por el artículo 108 de la Constitución, es lo que, justamente, a mi criterio, hace vislumbrar una clara distinción con las competencias y funciones propias del Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento; y, por tanto, disiento con la postura en análisis ya que, si bien la reforma mantuvo dicha competencia de administrar justicia en cabeza de la Corte y los Tribunales inferiores, pasan a ser competencias propias del Consejo de la Magistratura las que prescribe el art. 114 de laConstitución, y del Jurado el enjuiciamiento de magistrados las descriptas en el art. 115. No es óbice que, con anterioridad, hayan sido competencias propias de la Corte Suprema, en tanto la reforma vino a modificar ello. Por otro lado, existe un criterio restringido que sólo acepta como extrapoderes a los órganos que se encuentran fuera de la órbita de los poderes clásicos, y poseen independencia institucional de los mismos. Así, se rechaza el carácter de órgano extrapoder de la Auditoría General de la Nación o los Ministros del Gabinete, aceptándose solamente al Ministerio Público. Se enrola en esta postura Néstor Sagüés, quien refiere que esta categoría responde a lo que Reinhold Zippelius denomina “la diversificación de funciones” y “la multiplicidad de estructuras”, que se identifica con una moderna concepción del Estado donde nuevos sujetos asumen funciones por fuera de los poderes clásicos, y que algunos consideran que es una tendencia al policentrismo. Asimismo, propone la figura de “los órganos constitucionales autónomos”, que incluiría, también, a los órganos con independencia funcional que se ubican en la órbita de alguno de los poderes clásicos, y que podrían estar dados por algunos órganos intrapoderes, aunque refiere la no existencia de consenso en la diferenciación de ambas categorías. 15 Adscribe a la presente postura Fabián O. Canda, quien establece como elementos para determinar si se está en presencia de un órgano extrapoder: la ubicación institucional fuera de los otros poderes; que tenga funciones propias que no estén diezmadas o de corto vuelo pero que tampoco sean tan amplias como para considerar estar ante un nuevo poder; y por último el grado de independencia respecto de los demás poderes que se verifica cuando existe una relación de coordinación y no de subordinación.16 Por último, podemos identificar una tercera posición que considera órganos 14 BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución reformada, T III, Ediar, Bs As., 1997. 15 “SAGÜÉS, Néstor P., “Problemática de los Órganos Extrapoder en el diagrama de División de los Poderes”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2007, pág. 301 a 310. 16 CANDA, Fabián O., “Organización Administrativa, Función Pública y Dominio Público”, Ediciones RAP, pág. 839 a 857. 37 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] extrapoderes a aquellos que poseen autonomía funcional, aún cuando se encuentren bajo la órbita de alguno de los poderes clásicos. O sea que “la función que le es propia” no pueda ser asumida por los titulares de los poderes en cuya órbita se desempeñan. En el ámbito nacional se consideraría como órganos extrapoderes, por ejemplo, al Consejo de la Magistratura y al Jurado de Enjuiciamiento, la Auditoría General de la Nación y el Defensor del Pueblo. A diferencia de ello, se considerarían órganos intrapoderes a aquellos que están subordinados al titular del poder, como lo es, por ejemplo, el Jefe de Gabinete y el Gabinete.17 Para Alberto Bianchi, dentro de cada rama de gobierno –legislativa, ejecutiva, judicial- existe un órgano que es el encargado esencial de esa función y constituye dicho poder, pero ello no obsta a que existan otros órganos en la órbita de la misma rama de gobierno o poder. Tales son los órganos extrapoderes, que no integran la cabeza del poder en que se insertan, pero pertenecen a tal poder, están dentro de su órbita y forman parte de la rama o departamento Ejecutivo, Legislativo o Judicial. En tal sentido, expresa que no es posible concebir órganos extrapoderes que no dependan o estén bajo la órbita de alguno de los poderes, dado que si se considera que aquellos se encuentran fuera de la órbita de los poderes clásicos se correría el riesgo de crear una bolsa residual a la cual serían derivados, con singular desorden, todos los órganos extrapoderes. Así, expone que son órganos extrapoderes los ministros respecto del Poder Ejecutivo; la Auditoría General de la Nación y el Defensor del Pueblo en relación al Poder Legislativo; y el Consejo de la Magistratura respecto al Poder Judicial, sin abordar su postura en lo que respecta al Jurado de Enjuiciamiento.18 Personalmente considero que la tercera postura –que considera la autonomía funcional- es la que guarda mayor coherencia con la realidad constitucional, en tanto si se analiza el sentido de la reforma constitucional de 1994, verificamos la introducción de muchos órganos con competencias propias, que esencialmente persiguen afianzar la defensa de la legalidad en distintos planos. Así, la finalidad de los órganos extrapoderes, se vincula no sólo con razones técnicas que se traducen en la creciente complejidad de funciones del Estado antes descriptas, sino también con motivos políticos representados por la necesaria jerarquización de la función de contralor o defensa de la legalidad que fuera dado por la reforma constitucional. En tal contexto constitucional, es que verificamos la existencia de varios órganos con “autonomía funcional”, que aunque se encuentren en la órbita de alguno de los poderes clásicos, poseen funciones propias establecidas 17 PALAZZO, Eugenio Luis, “Organos extrapoderes e intrapoderes en la reforma constitucional de 1994”, LL, 1996-C, Sec. doctrina, pág. 1095. 18 BIANCHI, Alberto, “El Ministerio Público: ¿un nuevo poder? (Reexamen de la doctrina de los órganos extrapoder)”, ED 162-139. ]]]]]]]]]]]]] 38 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] por la Constitución, que no pueden ser asumidas por los Poderes en cuya órbita se desenvuelven. Reducir la cuestión a verificar la ubicación institucional del órgano en nuestra Constitución, nos llevaría a considerar como órgano extrapoder a aquellos que se encuentran fuera de las secciones referidas a los tres poderes clásicos, pudiendo encuadrar solamente el Ministerio Público. Tampoco es óbice que la función de control o defensa de la legalidad sea propia de los tres poderes clásicos, ya que el espíritu de la reforma de 1994 le ha dado otro estándar a la función estatal de control -afianzando el matiz republicano de nuestra Carta Magna-, que genera la necesidad de establecer distintos órganos con autonomía funcional y con importantes grados de independencia, a fin de garantizar el correcto cumplimiento de sus cometidos. Por lo expuesto, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, tanto en la Nación, en su interrelación con el Consejo de la Magistratura, como en la Provincia de Buenos Aires, donde es un órgano ajeno al Consejo de la Magistratura Provincial, es el órgano constitucional con competencia propia para enjuiciar a los jueces inferiores del Poder Judicial, activándose un procedimiento de remoción de los mismos a fin de garantizar y proteger el correcto y normal servicio de justicia. Ostenta el carácter de órgano “extrapoder” en tanto posee absoluta autonomía en su función propia de enjuiciar a los magistrados, siendo una muestra cabal de su independencia su composición plural, su relación de coordinación con el Poder Judicial, y la no revisión de sus decisiones; salvo, claro está, cuando se afecte el debido proceso. A ello se adiciona la necesaria especificidad técnica del órgano, guiado por el fin constitucional de contralor. III| Responsabilidad de los Funcionarios Públicos. Matiz político del ejercicio de la judicatura. Implicancias. Responsabilidad política. Naturaleza jurídica del Jurado de Enjuiciamiento. Importancia del instituto. Responsabilidad de los Funcionarios Públicos. Una de las manifestaciones del carácter republicano del sistema de gobierno adoptado por nuestra constitución y que se hermana con la división de poderes, es la responsabilidad de los funcionarios públicos. Al respecto, cabe describir los distintos tipos de responsabilidad en los que puede incurrir un funcionario o magistrado del Poder Judicial: responsabilidad patrimonial o civil, penal, administrativa y política. La responsabilidad patrimonial de los jueces, si bien no se encuentra contemplada explícitamente en la Constitución Nacional, ha tenido recepción, 39 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] indirectamente, a través del art. 75 inc. 22 de la C. N. Así, el art. 10 del Pacto de San José de Costa Rica prescribe: “Toda persona tiene derecho a ser indemnizada conforme a la ley en caso de haber sido condenada en sentencia firme por error judicial”; y el art. 9.5 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ONU), señala: “Toda persona que haya sido ilegalmente detenida o presa tendrá derecho efectivo a obtener reparación”. En tal sentido, existen distintas teorías que abordan la cuestión de la responsabilidad civil del juez: Irresponsabilidad del juez (doctrina de la “soberanía judicial” ó “inmunidad judicial”: Corte Suprema de EEUU); Juicio político previo que derive en la destitución para luego demandar civilmente al funcionario destituido (CSJN); Responsabilidad eventual (primero se demanda al Estado, luego el juez puede quedar sujeto a una acción de repetición por parte del Estado; Francia, 1979); Ante juicio de admisibilidad o autorización previa (del Estado para iniciar acción contra el juez; Ej: Chile); Responsabilidad del juez por acción autónoma directa (Proyecto de Unificación de los Códigos Civil y Comercial de 1998, Art. 1677).19 Sobre el punto, el acto judicial lesivo que sea causal de la eventual reparación de la víctima, no es cualquier acto ilegítimo que en ulteriores instancias judiciales podría ser salvado, sino que debe poseer el aditamento –por su gravedad- de haber configurado mal desempeño. Este tipo de responsabilidad, a diferencia de la responsabilidad del Estado, exige un factor de atribución subjetivo –culpa o dolo del agente público- además de los elementos típicos de la responsabilidad civil: antijuridicidad, daño, y relación de causalidad entre el hecho y el daño. Esto es así, ya sea que se funde en el art. 1109 ó en el 1112 del Código Civil, configurándose la llamada “falta de personal”, a diferencia de la “falta de servicio” que exterioriza la responsabilidad estatal de carácter directa y objetiva.20 Los fundamentos de la responsabilidad estatal surgen del derecho de mantener en igual situación que el resto de los ciudadanos a todas las personas que hayan sufrido un perjuicio en su patrimonio, conforme los principios constitucionales de igualdad ante las cargas públicas (art. 16 de la C.N.), inviolabilidad del derecho a la propiedad (art. 17 C.N), y el principio que prohíbe 19 SAGÜES, Néstor P., “Cuestiones de Responsabilidad del Estado y del Funcionario Público”, Universidad Austral. Ed. RAP, 2008. 20 CASSAGNE, Juan C. , Derecho Administrativo, t. I, p. 330, Buenos Aires, 1983. ]]]]]]]]]]]]] 40 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] a los hombres perjudicar los derechos de terceros –alterum non laedere- (art. 19 C.N.). Tales principios, junto al desarrollo jurisprudencial, son los que dan basamento a la responsabilidad estatal, ya que no existe en nuestro país una regulación normativa única y orgánica al respecto.21 La responsabilidad penal del funcionario surge cuando éste comete un delito tipificado por el Código Penal o en leyes especiales. Esta es una de las causales que habilita la intervención del Jurado de Enjuiciamiento, ya sea porque el delito es cometido en el ejercicio de sus funciones, en donde se activa el procedimiento de remoción, o cuando se está en presencia de la comisión de un delito en una circunstancia ajena o distinta al ejercicio de la función –delitos comunes-. Respecto a esta última causal, cabe distinguir el procedimiento en el ámbito de la Provincia de Bs. As, -donde el Jurado interviene al sólo efecto de suspender al magistrado en razón de sus fueros, para que la Justicia lo juzgue como cualquier habitante del pueblo (art. 187 Const. Prov.)-, del orden nacional que contempla a los “crímenes comunes” como causal autónoma de remoción. Es dable destacar, aquí, que si bien correspondería -como se encuentra normado en la Provincia- que los magistrados a quienes se les impute la comisión de tales delitos sean juzgados ante un órgano judicial, con la sola intervención del Jurado de Enjuiciamiento a los efectos de la suspensión o desafuero, la ley nacional 25.320 regula el régimen de inmunidades para legisladores, funcionarios y magistrados. El artículo 1 de dicha ley establece que cuando se inicie una causa penal en la que se imputa la comisión de un delito, el Tribunal competente seguirá con el procedimiento hasta su total conclusión. Así, se prescribe que el llamado a indagatoria no se considerará medida restrictiva de la libertad, pero en caso de que el funcionario no concurra, el Tribunal deberá solicitar el desafuero o remoción. No se hará efectiva ninguna medida que vulnere la inmunidad de arresto hasta tanto el magistrado sea separado de su cargo. No obstante lo expuesto, y más allá de la posible responsabilidad penal existente, la naturaleza política del juicio de remoción de magistrados, podría habilitar que del contenido de la causa penal se inicie un proceso de enjuiciamiento por mal desempeño o mala conducta, aún cuando el magistrado sometido a un juicio de responsabilidad penal no haya sido condenado o que, por ejemplo, se encuentre prescripta la acción penal, todo lo cual no impide que se configuren otras causales. Responsabilidad administrativa es la que incurre el funcionario al dictar un acto irregular que lesiona el normal desarrollo de la función que le ha sido encomendada, como lo es el normal servicio de justicia, en el caso de los magistrados. Este tipo de responsabilidad es la que da lugar a sanciones disciplinarias que son aplicadas 21 PERRINO, Pablo Esteban, “La Responsabilidad Extracontractual del Estado por actividad ilícita en el Derecho Argentino”, Modernizando el Estado para un País mejor, IV Congreso Nacional de Derecho Administrativo. Edit. Palestra – Perú. 41 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] por aquellos órganos investidos de las facultades de superintendencia, y pueden, también, ameritar procesos de responsabilidad política, ya sea por la calidad de la falta o por la reiteración de ellas. Matiz político del ejercicio de la judicatura. Implicancias. Responsabilidad política. Adentrándonos en el análisis de la responsabilidad política, es menester comprender, previamente, que cada una de las actividades y funciones del poder del Estado son, en “su esencia”, funciones políticas por emanar del poder público, cualquiera sea el órgano que la ejerza. En tal sentido es que Bidart Campos expresa: “Todas las competencias del poder, todas las funciones, todos los actos son políticos, por la sencilla razón de que “lo estatal” es siempre “político” por naturaleza”. 22 Por lo expuesto, si bien es necesario diferenciar los actos que son “estrictamente políticos” de aquellos que no lo son, en lo que respecta al mayor grado de politicidad de que se encuentra imbuidos los primeros (ej: declaración del estado de sitio, intervención federal a una provincia), lo relevante en el presente estudio es remarcar que todos los actos del Estado (los actos del poder público) son políticos en razón de su propia naturaleza. Así es que la función jurisdiccional que ejerce el Poder Judicial es una función y actividad política “en su esencia”, y toda sentencia tiene naturaleza política, por emanar de un órgano del Estado con competencia para ello. Coincide con lo expuesto Néstor Sagüés, quien, adentrándose en la cuestión, aborda también el núcleo ideológico-político que guía la función jurisdiccional; temática que si bien se vincula más a causales que originan responsabilidad política de los magistrados, resulta interesante describir, ya que hace a la “politicidad” de la actividad judicial. Así, expone que los pronunciamientos del Poder Judicial “deben proyectar la concepción doctrinaria –“el techo ideológico”que cubre a la legislación y a la actividad estatal”. Explica el doctrinario que la expresión “techo ideológico” está tomada de Pablo Lucas Verdú, quien advirtió que son las ideologías las que determinan el marco bajo el cual se establece y amolda cada fórmula política concreta, y que también establece los límites de cambio de la misma. El marco ideológico-político, obviamente, no se refiere a cuestiones de “partidismos” de las que todo magistrado debe ser absolutamente ajeno, sino a los lineamientos políticos que establece nuestra constitución. Asimismo, afirma Sagüés, que tal carácter político también está dado por ejercer el control de constitucionalidad sobre las acciones de los otros poderes. 23 22 BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución reformada, T III, Ediar, Bs As., 1997. 23 SAGÜÉS, Néstor P., “Politicidad y apoliticidad de la decisión judicial”, LL 1981-D, pág. 943 a 947, Secc. Doctrina. ]]]]]]]]]]]]] 42 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Dicha naturaleza política, tanto en el origen como en el ejercicio de la judicatura, y su constitución como poder público de carácter republicano, es la raíz que amerita establecer un contralor para evaluar la responsabilidad política de quienes ejercen la función jurisdiccional. La responsabilidad política, fue definida por Karl Loewenstein, quien expuso: “existe responsabilidad política cuando un determinado detentador del poder tiene que dar cuenta a otro detentador del poder sobre el cumplimiento de la función que le ha sido asignada”. 24 Este tipo de responsabilidad difiere de las antes descriptas en razón de que aquéllas tienen origen en la ley, poseen un fundamento jurídico y originan una sanción o pena al funcionario. En cambio, la responsabilidad política tiene origen constitucional, y posee como fundamento un reproche moral de carácter público que valora al funcionario como inidóneo para ejercer el cargo, en razón de atentar contra el normal desarrollo del servicio público. Por lo expuesto, se persigue remover o desplazar al funcionario titular del órgano afectado, a fin de restablecer el correcto funcionamiento del mismo y garantizarle a la sociedad el normal servicio. No se busca aquí sancionar al funcionario, sino proteger el interés de la sociedad en el correcto funcionamiento de los órganos del estado, pero dicha cuestión no es óbice para que, paralela o consecuentemente, el funcionario pueda ser pasible de otros tipos de responsabilidades (civil, penal) que sí le puedan acarrear sanción alguna. Naturaleza jurídica del Jurado de Enjuiciamiento. Importancia del instituto. Para intentar dilucidar la naturaleza jurídica del Jurado de Enjuiciamiento, resulta esencial comenzar por diferenciarlo de un Tribunal de justicia, ya que posee características que vislumbran estar ante un instituto completamente distinto. Así, el jurado no busca valorar conductas típicamente antijurídicas y sancionar al funcionario que las cometió, sino que tiene por finalidad evaluar la idoneidad y capacidad del funcionario judicial en pos de garantizar el correcto servicio de justicia, velando, así, por el interés público. Por ello, el análisis que el Jurado realiza del funcionario es amplísimo y no se reduce a un hecho o conducta determinada, sino que comprende evaluar su idoneidad en términos de reproche moral de carácter público, sea o no en el ejercicio de sus funciones, no reduciéndose a un momento ni a un lugar determinado y, por tanto, pudiendo alcanzar situaciones protagonizadas por el juez antes de su propia designación. De allí que Adrián Ventura exprese que se debe adoptar principios de un derecho 24 LOEWENSTEIN, Karl: Teoría de la Constitución, Ed. Ariel, Madrid (España), 1979, p. 70. 43 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] penal de autor y no las garantías de un derecho penal de un acto. 25 Humberto Quiroga Lavié considera inevitable analizar, previamente, la institución del Jurado, tal como lo desarrollara César Beccaria en su obra “De los Delitos y de las Penas”. En tal sentido, expone que el objeto del Jurado es “… definir una suerte de certeza moral a cargo de personas que juzgan a un acusado como si fuera un igual, y no como técnicos ni como especialistas en derecho”. Así, sostiene que el postulado de igualdad entre juez y acusado está dado por la exigencia de que los miembros del jurado sean abogados. Tal certeza moral se obtiene al realizar el amplio análisis descripto en el párrafo anterior. En tal sentido, el Jurado actúa como representante de la sociedad –y de allí su composición plural- que vela por evitar los abusos del poder oficial y garantizar el correcto servicio de justicia; el cual, si es obstruido por el mal desempeño del funcionario titular del órgano que lo presta, activa los resortes constitucionales para removerlo y restablecer dicho servicio. Así, Quiroga Lavié expresa: “…el Jurado actúa a nombre y en defensa de los derechos públicos subjetivos de la sociedad a quien representa”, y por ello aquí resulta operativo el principio in dubio pro societatis, a diferencia del principio in dubio pro reo. Ante la duda respecto del desempeño del magistrado, debe estarse a favor de la sociedad y, por tanto, debe removerse al juez. 26 Dicho principio, si bien puede resultar escandaloso a los ojos de quien trae a colación el principio de inocencia, es justamente el que traduce la matriz política en la que se funda este proceso y la mayor jerarquía de los intereses que se intentan proteger. En tal sentido, los magistrados ejercen una competencia pública, conferida con un cúmulo de garantías para preservar tales atribuciones, no a sus personas, en virtud de que ellos no tienen un derecho subjetivo al cargo. Por lo expuesto, se afirma que dicha competencia no se ejerce a título de derecho subjetivo propio, sino como derecho subjetivo en representación de la comunidad. Así, el funcionario magistrado debe constantemente acreditar su idoneidad en razón de las responsabilidades a su cargo, las cuales son mayúsculas en la Argentina donde ejercen el control de constitucionalidad. Por lo expuesto, la doctrina nacional sostiene que se trata de un órgano eminentemente político. Asimismo, se ha pronunciado la Corte Suprema de Justicia, al sostener que los Tribunales de Enjuiciamiento de Magistrados no tienen carácter judicial, ni tampoco son órganos administrativos, sino que solamente ejercen atribuciones de tipo político atinente a la responsabilidad de los jueces. 27 25 VENTURA, Adrián, Consejo de la Magistratura. Jurado de Enjuiciamiento, Ed. Depalma, 1998. 26 QUIROGA LAVIÉ, Humberto, “Naturaleza institucional del Jurado de Enjuiciamiento”, LL, T 2000-B, Sec. Doctrina, pág. 1008 a 1013. 27 ]]]]]]]]]]]]] 44 Fallos 302:934 –LL, 1980-D, 320; QUIROGA LAVIÉ, Humberto, op. cit. [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Ahora bien, tal naturaleza política no quita que se trate en definitiva de un juicio que se debe llevar adelante, de conformidad con el principio del debido proceso legal y en el que el magistrado acusado debe tener la posibilidad de ejercer correctamente su derecho de defensa en juicio, principios constitucionales que son comunes a todo proceso, sea judicial, administrativo o político. En tal sentido se expidió la Corte Suprema de la Nación en la causa “BRUSA, Víctor Hérmes S/ pedido de enjuiciamiento”. Al respecto, dijo: “…resulta pertinente destacar que se trata de un juicio de responsabilidad política con sujeción a las reglas del debido proceso legal, lo que equivale a decir que en lo sustancial el juicio es político, pero en lo formal se trata de un proceso orientado a administrar justicia, es decir, a dar a cada uno su derecho, sea a la acusación, en cuanto le asista el de obtener la remoción del magistrado, sea a éste, en cuanto le asista el de permanecer en sus funciones (conf. doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa “Nicosia”, Fallos: 316:2940). Las formas sustanciales de la garantía constitucional de la defensa incluyen la de asegurar al imputado la posibilidad de ofrecer prueba de su inocencia o de su derecho (Fallos: 196:19), sin que corresponda diferenciar causas criminales, juicios especiales o procedimientos seguidos ante tribunales administrativos; todos deben ofrecer a quienes comparezcan ante ellos ocasión de hacer valer sus medios de defensa y producir prueba (Fallos: 316: 2940). La garantía de la defensa en juicio y del debido proceso debe ser respetada en los procesos de remoción de magistrados con el mismo rigor y con las mismas pautas elaboradas por la Corte en numerosas decisiones (arg. de Fallos: 310:2845, voto de los jueces Petracchi y Bacqué)…”. En definitiva, de todo lo referido podemos obtener las siguientes conclusiones, a modo de echar luz respecto a la naturaleza jurídica del Jurado de Enjuiciamiento: i. ii. Se trata de un órgano constitucional independiente de carácter eminentemente político-jurídico. Esto es así en razón de su integración plural donde se encuentran representados distintos estamentos de la sociedad, y en tanto la exigencia de que sus miembros sean abogados, garantiza que el juez sometido a proceso sea juzgado por iguales en cuanto al análisis de idoneidad necesario para su función de aplicar el derecho. En tal sentido, el Jurado no posee carácter de tribunal judicial ni administrativo. Posee atribuciones políticas, ya que tiene por objeto la destitución del magistrado que ha incurrido en mal desempeño, a fin de proteger el interés de la comunidad en preservar el normal servicio de justicia. La destitución del magistrado es la consecuencia de hacer efectivo la protección de dicho interés. Asimismo, tal decisorio se sustenta en un amplio marco valorativo que considera 45 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] iii. iv. factores morales, políticos y técnicos. Las causales de remoción, que emanan de las respectivas reglamentaciones, poseen una amplitud –dada en muchos casos por la indeterminación de sus conceptos- que conjuga tal marco valorativo, y que se concretan en el caso concreto, a través de un ejercicio de discrecionalidad política del órgano con tales atribuciones. El proceso de remoción de magistrados debe guardar el respeto por el debido proceso legal y las garantías de la defensa en juicio, baluartes que ostentan todo proceso que se lleve adelante en un sistema democrático, cualesquiera sea el tipo de responsabilidad que se evalúe. El fallo del Jurado es irrecurrible, salvo que se afecte el debido proceso legal, única posibilidad de revisión ante el Tribunal Superior. IV| Integración y composición del Jurado. Constitución del Jurado y mayorías requeridas. Secretaría del Jurado. Integración y composición del Jurado. Secretaría del Jurado. En el orden nacional, el art. 115 de la Constitución sólo dispone que el Jurado de Enjuiciamiento se integrará por legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal, dejando librado a la ley reglamentaria lo atinente a la cantidad de miembros y composición de cada sector. La misma es la ley 24.937, que fuera luego modificada por la ley 26.080. Dicha norma establece que el Jurado estará integrado por siete miembros: dos jueces de Cámara (uno perteneciente al fuero federal del interior y el otro al fuero federal de la Capital Federal); cuatro legisladores, siendo dos por cada Cámara (uno por la mayoría y otro por la primera minoría, respectivamente); y un abogado de la matrícula federal. Todos los miembros serán elegidos en un sorteo público semestral de las listas de cada estamento, eligiéndose, también, con igual procedimiento, un miembro suplente por cada miembro titular, para reemplazarlo en caso de renuncia, impedimento, ausencia, remoción o fallecimiento. El Jurado de Enjuiciamiento entrará en funciones ante la convocatoria del plenario del Consejo de la Magistratura, y designará, de entre sus miembros, al presidente. En el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, el art. 182 de la Constitución Provincial, a diferencia de la Carta Magna nacional, no deja a merced de la reglamentación la integración y composición del Jurado, y se aboca a definirlas. En tal sentido, dispone que el Jurado estará compuesto por once miembros, ]]]]]]]]]]]]] 46 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] pudiendo funcionar con número no inferior a seis, y estará integrado por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia que lo presidirá, cinco abogados inscriptos en la matrícula que reúnan las condiciones para ser miembros de dicho tribunal y cinco legisladores abogados. Los legisladores y los abogados se designarán por sorteos, en acto público, que realizarán, respectivamente, el Presidente del Senado y la Suprema Corte de Justicia. En dicho acto público, también se sortearán tres suplentes por cada estamento. La integración y composición que muestra el Jurado de Enjuiciamiento Nacional, posee características que difieren de su símil provincial. Así, la cantidad de siete miembros, en lugar de once, si bien podría implicar un mayor margen de equivocación en la toma de decisiones del Jurado, genera, también, un funcionamiento más ágil para reunir el quórum y dictar resoluciones; no obstante la normativa imperante establece mecanismos para operativizar el Jurado en casos de ausencias, renuncias, impedimentos, o fallecimiento, como es el sorteo de conjueces suplentes. Por otro lado, cabe destacar, aquí, lo que se refirió en el seno de la Convención en cuanto a que la mayor cantidad de integrantes del Jurado hacía más difícil la posibilidad de que se pudiera ejercer influencia alguna para determinar la voluntad de sus integrantes. Sobre el punto, traigo a colación lo expuesto por Jeanneret de Pérez Cortés, en cuanto a que ello importaría suponer la probabilidad del soborno por la sola razón numérica, sin reparar que esa ilicitud depende en realidad de la rectitud y conciencia cívica de quienes ejercen tal función.28 La composición del Jurado Nacional estableciendo una mayoría del estamento político (cuatro legisladores, dos jueces y un abogado) podría interpretarse como violatorio de la manda constitucional que, al referir: “integrado por legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal”, hace presuponer una composición equilibrada entre todos los estamentos. Al respecto, es dable recalcar que la ley 24.937, originariamente, establecía una conformación de tres jueces, tres legisladores y tres abogados, lo que vino luego a ser modificado por la ley 26.080. Fíjese, en igual sentido, que la ley reglamentaria establece un abogado de la matrícula cuando el art. 115 de la Constitución hace una referencia en plural respecto de dicho estamento. La objeción descripta en el párrafo anterior es sostenida por vastos sectores de la doctrina, que traen a colación que los fines que tuvo en cuenta la reforma respecto de la introducción del presente instituto, eran limitar la participación política en la remoción de jueces, y agilizar y eficientizar dicho proceso, para lo 28 JEANNERET DE PÉREZ CORTÉS, María, “Reflexiones acerca de la remoción de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación”, Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública, Buenos Aires, Año XXI, Nº 241, oct 1998, en pág. 12. 47 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] cual sería incongruente otorgarle una mayor representación al sector político.29 A ello podría agregársele el fuerte vínculo existente con el art. 114 de la Constitución, que aborda la integración del Consejo de la Magistratura procurando “…el equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal…”. Tal “equilibrio” fue últimamente interpretado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo Rizzo, como una forma de contrapesar ó contrarrestar el poder entre sectores de distinto origen, sin que exista el predominio de uno sobre otro.30 Sobre el punto, entiendo que se debe ser cauteloso y evitar “demonizar” fácilmente la participación del estamento político, ya que tal “politización”, entendida en el buen sentido, no debería ser contradictoria con la posibilidad de instaurar un sistema de enjuiciamiento de magistrados eficiente. En definitiva, el estamento político –cuidando que estén representadas las minorías- es el que mayor legitimidad guarda como representante directo del pueblo, a la hora de evaluar la conducta de otros detentadores de poder, como son los jueces. Lo expuesto, siempre y cuando el criterio de sus decisiones no se base en intereses personales, amiguismo o partidismo, donde sí se verían truncos los fines del proceso, sino en interpretar de la mejor manera posible y con irrestricto apego a la Constitución, el interés público. Tal corrupción ideológica bien puede ocurrir, tanto en el sector político, como en el estamento judicial que siempre es proclive al corporativismo, mucho más si quien está siendo enjuiciado forma parte del mismo poder que quien lo juzga. Al respecto, coincido con Ricardo Haro, quien refiere que en la búsqueda de calidad de tal proceso de responsabilidad política se debe evitar tanto la “politización” despectivamente entendida o, mejor dicho, la “desvirtuación de los legítimos criterios políticos”, como “la cerrazón del corporativismo judicial, la oligarquía de la toga, o el establishment judicial”. 31 La cuestión, por cierto, es polémica, y en tal sentido creo que lo más sano sería contemplar, en una eventual reforma constitucional, llenar el vacío de que adolece el artículo 115 respecto de la integración y composición del Jurado. Por todo lo expuesto, creo que la integración y composición del Jurado de la Provincia de Buenos Aires guarda mayores simetrías con los objetivos del instituto. No es obstáculo a mi criterio, la poca representación del sector judicial al que le ha quedado nada menos que la función de presidir el Jurado a través del 29 GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina. Comentada y Concordada; Ed. La Ley, 4ta edición., pág. 511. 30 Conf. “Rizzo, Jorge Gabriel (apoderado Lista 3 Gente de Derecho) s/ acción de amparo c/ Poder Ejecutivo Nacional, ley 26.855, medida cautelar” (Expte. N° 3034/13) 31 HARO, Ricardo, “Constitución, Poder y Control”, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. ]]]]]]]]]]]]] 48 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] Presidente de la Suprema Corte. Entiendo, como lo dije anteriormente, que es preferible que la conducta del juez no sea evaluada por otros miembros del mismo Poder Judicial, aunque sean de distinto Departamento, ya que adolecerían de la objetividad necesaria para efectuar un reproche político. Asimismo, resalto la importancia del equilibrio en la representación de los abogados de la matrícula y de los legisladores abogados; nada mejor que la experiencia de los primeros como operadores del sistema judicial para valorar si el magistrado es probo en el ejercicio de sus funciones, y la legitimidad de los segundos como representantes de los intereses del pueblo. Constitución del Jurado y mayorías requeridas. En el orden nacional, el Jurado entrará en funcionamiento, como dijimos anteriormente, con la convocatoria del plenario del Consejo de la Magistratura, requiriéndose la presencia del total de sus siete miembros, aunque sea necesaria la convocatoria de los suplentes en caso de ausencia de algún titular. En la Provincia de Buenos Aires, la ley 13.661 dispone que para la constitución se requiere la mayoría absoluta del Jurado, ésto es, seis miembros, o sea que no es necesaria la totalidad de los once miembros que lo componen. Tal quórum podría afectar la integración y composición dispuesta por la Constitución; piénsese que el Jurado podría funcionar con el Presidente de la Suprema Corte y los cinco abogados de la matrícula; o viceversa, con el presidente y los cinco legisladores abogados. En tal caso, si bien es sabia la disposición que establece un quórum para la constitución en razón de lo arduo que resulta reunir a la totalidad de sus miembros, se debiera considerar, en una eventual reforma legislativa, establecer mínimos de representación por estamento. En lo atinente a las mayorías necesarias para los decisorios, el Reglamento para el funcionamiento del Jurado Nacional establece que las decisiones se tomarán con mayoría absoluta; ésto es, la mitad más uno, o sea cuatro votos; determinando una mayoría calificada de cinco votos para la destitución de un magistrado y para aprobar o reformar reglamentos. Por último, se requieren seis votos para remover a alguno de sus miembros, sea juez o abogado, o recomendar la remoción a la Cámara del legislador en cuestión. En el orden provincial, las decisiones se toman por mayoría simple de los miembros presentes. Para dictar veredictos de culpabilidad se requiere la mayoría absoluta del total de sus miembros; ésto es, seis votos. Secretaría del Jurado El Jurado de Enjuiciamiento, como órgano que posee una integración distinta para cada causa que se inicie, en razón de que su cometido nace y se agota en 49 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] la resolución de dicho caso, requiere, imprescindiblemente, de una apoyatura logística y administrativa permanente, que no sólo se encuentre afianzada en las distintas aristas del trámite del proceso, sino que también pueda velar por la doctrina y jurisprudencia que los distintos jurados vayan desarrollando a lo largo de los años. Al respecto, ha sido sustancial la implementación de la Secretaría, tanto a nivel nacional regulada a través del reglamento para el funcionamiento del Jurado, y principalmente en el ámbito de la provincia de Buenos Aires. Es en esta última donde la sanción de ley 13.661 y sus modificatorias no sólo vino a actualizar el vetusto marco legal vigente desde el año 1973 –ley 8085-, sino que, principalmente, tuvo por finalidad aggiornar el instituto –que no había sido alcanzado por la reforma constitucional de 1994- con el sentido y espíritu de tal trascendental reforma, para responder, así, a las nuevas demandas de la comunidad.32 Así, el reglamento para el funcionamiento del Jurado Nacional, en su capítulo IV, aborda la Secretaría General del Jurado, cuyo secretario posee rango de secretario de la Corte Suprema de la Nación. Tiene como funciones cumplir con las disposiciones del Presidente; velar por los expedientes; dar fe pública de las actas; despachar las providencias simples o de mero trámite; realizar las notificaciones y citaciones; llevar un registro de las resoluciones; poner en inmediato conocimiento del Jurado las acusaciones que efectuare el Consejo; y abocarse a las cuestiones administrativas vinculadas con el personal. En caso de ausencia del Secretario General, el mismo será reemplazado por un Secretario letrado que, a su vez, puede ser reemplazado por un prosecretario letrado en caso de ausencia. En el ámbito provincial, la ley 13.661 establece una Secretaría Permanente del Jurado, cuya sede funcionará en dependencias del Senado Provincial y estará a cargo de un secretario y cinco prosecretarios que reúnan las condiciones para ser juez de cámara. Los mismos son elegidos por el voto de la mayoría de la Cámara de Senadores. Recuérdese que, con anterioridad a la sanción de la presente ley, la secretaría del Jurado siempre había funcionado en el seno de alguna de las secretarías de la Suprema Corte33, a cargo de un secretario que poseía, además, otras funciones ajenas al Jurado de Enjuiciamiento y vinculadas a competencias propias del Superior Tribunal. En igual sentido, la anterior legislación –ley 8085- disponía que el secretario era designado por el Presidente, debiendo ser un secretario o subsecretario del máximo tribunal de justicia, y permanecía en su cargo durante 32 33 pág. 68. ]]]]]]]]]]]]] 50 Ley 13.661, Fundamentos. PAOLINI, Jorge Omar, El Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios, Ed. La Ley, 2000, [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] el período que ejerciera sus funciones el presidente. La nueva reglamentación del art. 182 de la Constitución Provincial ha venido a jerarquizar e imbuir de mayor grado de autonomía a la secretaría del Jurado que, como se refirió anteriormente, deja de estar dentro del mismo poder cuyos funcionarios son enjuiciados para pasar a la órbita del Senado, hermanándose, así, de mejor manera, con el principio republicano de división de poderes y con la jerarquización de la función de contralor dada por la reforma constitucional de 1994. Así es que la estructura administrativa por medio de la cual se operativiza el funcionamiento del Jurado viene a ser una estructura independiente y exclusiva para tal fin. Tal jerarquización se verifica, además, con la designación por el voto de la mayoría de la Cámara de Senadores del secretario y los prosecretarios, a diferencia de la designación por el Presidente, como lo establecía la ley 8085. Son funciones del Secretario o los Prosecretarios: requerir el sorteo de los miembros del Jurado; llevar adelante un registro de denuncias y acusaciones; formar los expedientes y velar por la custodia de dichas actuaciones; realizar las notificaciones necesarias; desempeñarse como actuario y dar fe de las resoluciones que emita el Jurado o su presidente; evacuar los pedidos de informes; instrumentar la publicación de los fallos del Jurado; y realizar informes cuatrimestrales de las denuncias y actuaciones originadas a las Presidencias de la Cámara de Diputados, de Senadores y a la Comisión Bicameral. Pero, además de tales atribuciones, similares a las que posee el secretario en el orden nacional, la ley 13.661 y sus modificatorias, facultan al secretario en casos que revistan gravedad institucional y sea necesario realizar actos iniciales urgentes para resguardar la prueba o cumplir diligencias, a pedir autorización al presidente a fin de llevarlas a cabo. Asimismo, en caso que lo considere útil para la comprobación de los hechos denunciados, podrá, mediante resolución fundada, solicitar al juez penal en turno que ordene el registro de domicilios y secuestro de elementos de prueba, así como la interceptación y secuestro de correspondencia o la intervención telefónica o de cualquier otro medio de comunicación. La utilización de dichas atribuciones en la etapa previa al sumario, si bien poseen un carácter excepcionalísimo en razón de las particulares circunstancias que habilitan su ejercicio, vienen a llenar un vacío legal y dar respuesta a los casos de urgencia en que están en riesgo elementos probatorios útiles para la causa, y el dificultoso andamiaje de reunir al jurado y decidir al respecto atente contra la producción de dichas medidas. Va de suyo que la admisibilidad de cualquiera de estas medidas como elementos probatorios deberán, luego, pasar el tamiz del Jurado, y que, en definitiva, la incorporación de tales elementos probatorios al debate –momento procesal donde técnicamente se producen las pruebas sujetas a valoración- queda para una ulterior etapa. Al respecto, la ley 13.661 se encarga de mantener indemne el derecho de 51 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] defensa en juicio al prescribir, en su art. 37 que, una vez declarada la admisibilidad de la acusación, las partes serán citadas a juicio por el plazo individual de diez días a fin de que ofrezcan las pruebas que pretenden utilizar en el debate, pudiendo solicitar, en igual sentido, la realización de una audiencia preliminar que, entre otras cuestiones, tratará las pruebas a utilizar en el mismo. Una vez finalizada, el Jurado se expedirá respecto de la procedencia de las pruebas ofrecidas. Por último, el artículo 49 dispone que las pruebas producidas en el sumario no pueden invocarse para fundar el veredicto, si el acusador o el acusado hubiesen manifestado no aceptarlas, salvo que se trate de instrumentos agregados con citación de las partes, de testigos que deban declarar por informe o de probanzas cuya reproducción en el juicio se haya hecho imposible. Si bien podría argüirse que los miembros del Jurado, al adentrarse en el análisis de procedencia de los elementos probatorios ofrecidos o recolectados en las etapas previas al debate, van formando en su conciencia una valoración de los hechos que pueda derivar en un prejuzgamiento de la conducta del magistrado al momento que corresponda dictar el veredicto, no es menos cierto que la finalidad de tal proceso no es castigar al funcionario sino salvaguardar el correcto servicio de justicia. Asimismo, cabe destacar que la ley distingue las funciones instructorias que están en cabeza de la Secretaría de las funciones decisorias propias del Jurado. V| Funcionarios que pueden ser acusados. Causales de remoción. Mal desempeño. Funcionarios que pueden ser acusados. En lo que respecta a los funcionarios que caen bajo la órbita del Jurado de Enjuiciamiento en el orden nacional, el art. 115 de la constitución se limita a “Los jueces de los tribunales inferiores de la Nación…”. Tal redacción deja fuera del sistema a los magistrados inferiores que dependan del Ministerio Público Fiscal, para quienes la propia ley de organización -ley 24.946- establece un tribunal de enjuiciamiento y un procedimiento específico. En dicho procedimiento, el Procurador General y el Defensor General poseen amplias atribuciones para la apertura o cierre del mismo. Entiendo que sería conveniente, en una futura reforma del artículo 115 de la constitución nacional, que los magistrados inferiores del Ministerio Público Fiscal queden sometidos a la jurisdicción del Jurado de Enjuiciamiento, órgano que al establecerse constitucionalmente –junto al Consejo de la Magistratura- ha venido a receptar las demandas de la comunidad respecto al servicio de justicia. En tal sentido, dichas demandas, necesariamente, alcanzan a los magistrados inferiores del ministerio público, en tanto su función es promover la justicia en ]]]]]]]]]]]]] 52 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] defensa de la legalidad y los intereses de la comunidad. Nótese que las acciones criminales son las que más abruman a la sociedad toda, y el ministerio público tiene como función nada menos que la promoción y el ejercicio de la acción penal pública. Por ello, no se justifica el establecimiento de un tribunal distinto que el constitucionalmente consagrado, para evaluar similares responsabilidades políticas de otros operadores del sistema judicial de igual jerarquía. Distinta es la cuestión en el orden provincial, donde el art. 182 dispone: “Los jueces de las Cámaras de Apelaciones y de Primera Instancia y los miembros del Ministerio Público…”. Asimismo, la ley 13.661 –reglamentaria del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios-, en su artículo 17, especifica que tal procedimiento abarca a todos los jueces, integrantes del ministerio público y funcionarios designados mediante el procedimiento que establece el art. 175, segundo párrafo, y por el art. 159. Este último artículo se refiere a los miembros del Tribunal de Cuentas. Causales de remoción. Mal desempeño. Me adentraré, previamente, en el estudio de dicha temática en el plano nacional, como lo vengo haciendo en el presente estudio, para posteriormente desarrollarla en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires. El artículo 115 de la Constitución Nacional remite a las causales enunciadas en el artículo 53, que aborda el juicio político y se refiere a: mal desempeño o delito en el ejercicio de sus funciones; y crímenes comunes; o sea, la comisión de delitos fuera del ámbito de sus funciones. La amplitud y laxitud de la causal de “mal desempeño” nos trae el problema de su delimitación, que, tanto la doctrina, la legislación y, en buena parte, la jurisprudencia del Jurado, han intentado dilucidar. Como lo señala José Augusto Lapierre, las divergencias doctrinarias pueden agruparse en dos sectores: el de aquellos autores que están a favor de una interpretación amplia, y el de quienes poseen un criterio restrictivo.34 Así, refiere que, para Rafael Bielsa, la expresión tiene una latitud considerable y permite un juicio discrecional amplio, pues se trata de la falta de idoneidad no sólo profesional o técnica, sino también moral, lo cual se traduce en un daño a la función.35 En igual sentido, menciona a Joaquín V. González para quien los actos de un funcionario pueden no ajustarse al vocabulario de las leyes 34 LAPIERRE, José Augusto, “Responsabilidad Política de los Funcionarios Públicos”, Responsabilidad del Estado y del Funcionario Público, Jornadas organizadas por la Universidad Austral – Junio de 2000, Editorial Ciencias de la Administración, Buenos Aires, 2003, pág. 611. 35 BIELSA, Rafael, Derecho Constitucional, Buenos Aires, Depalma, 1954, pág. 483. 53 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] penales vigentes, no ser delitos o crímenes calificados por la ley común, pero sí constituir mal desempeño, porque perjudiquen el servicio público, deshonren el país o la investidura pública, impidan el ejercicio de derechos y garantías de la Constitución y, entonces, son resortes del juicio político. Por el contrario, un criterio restrictivo en la interpretación de la expresión “mal desempeño” implicaría una delimitación normativa respecto de las causales, lo cual, en mi opinión, constituye un intento infructuoso de delimitar el campo de discrecionalidad política del juzgador que, ante ciertas causales, se ve exigido a realizar grandes esfuerzos valorativos e interpretativos de la conducta en análisis. Ello no obsta, obviamente, a que dicho ejercicio de discrecionalidad sea realizado dentro de los cánones establecidos por los principios de legalidad y razonabilidad. Al respecto, la ley 26.080, que modificó el art. 25 de la ley 24.937, expresa, dejando aclarado el carácter no taxativo: “Entre otras, se considerarán causales de mal desempeño las siguientes…”; y enumera: 1) desconocimiento inexcusable del derecho; 2) incumplimiento reiterado de la Constitución, normas legales o reglamentarias; 3) negligencia grave en el cargo; 4) realización de actos de manifiesta arbitrariedad; 5) graves desórdenes de conducta; 6) abandono de sus funciones; 7) reiteradas sanciones disciplinarias; 8) incapacidad física o mental sobreviniente. Asimismo, y no obstante dicha enumeración ejemplificativa, el propio Tribunal se ha encargado de aseverar que la legislación no puede intentar tipificar la conducta de mal desempeño, en tanto su concepto no admite desarrollo infraconstitucional. 36 En la doctrina, Alfonso Santiago se aboca a la cuestión y expresa: “Comprende tanto actos dolosos como culposos, e, incluso, se extiende a hechos no imputables al acusado (como la enfermedad física o psicológica sobreviniente), siempre que se traduzca en incapacidad para ejercer el cargo. El mal desempeño puede aludir también a la impericia técnica o falta de cualidades éticas para ocupar la magistratura en cuestión”. 37 Humberto Quiroga Lavié, al referirse a la naturaleza institucional del Jurado, realiza una magistral definición, a mi modo de ver, y expresa: “el estándar constitucional del mal desempeño es un concepto jurídico indeterminado que debe ser determinado, caso por caso, a partir del juicio de responsabilidad que sobre el desempeño de vida, dentro y fuera del tribunal, haga el jurado.” 38 De lo expuesto, entiendo que la causal genérica y residual de mal desempeño 36 Conf. consid. 31 de “Brusa, Víctor Hermes s/ pedido de enjuiciamiento”, J.E.M.N 30/3/2000. 37 SANTIAGO, Alfonso, Grandezas y miserias en la vida judicial. El mal desempeño como causal de remoción de los magistrados judiciales, en colección académica El Derecho, 2003, Bs As. 38 QUIROGA LAVIÉ, Humberto, “Naturaleza institucional del Jurado de Enjuiciamiento”, LL, T 2000-B, Sec. Doctrina, pág. 1008 a 1013. ]]]]]]]]]]]]] 54 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] se configura cuando, por cualquier razón que sea o no imputable al magistrado, éste no pueda desempeñar correctamente el cargo por carecer de idoneidad física, psicológica, intelectual o moral para tan alta responsabilidad. En tal sentido, las otras dos causales enumeradas en el art. 53 también serían configurativas de mal desempeño. Resulta relevante traer a colación algunos de los conceptos sobre el tema, que fue introduciendo el Jurado de Enjuiciamiento Nacional en las primeras causas que analizó. Así, en la causa que se le siguiera al Dr. Víctor Hermes Brusa, expresó: “La expresión “mal desempeño” revela el designio constitucional de otorgar al órgano juzgador la apreciación razonable y conveniente de las circunstancias que pueden caracterizar dicha conducta”. (consid. 30); “Que la causal de mal desempeño, en el preciso enfoque efectuado por Carlos Sánchez Viamonte, es “cualquier irregularidad, de cualquier naturaleza que sea, si afecta gravemente el desempeño de la funciones, aún en los casos de enfermedad o incapacidad sobreviniente, aunque no aparezca la responsabilidad, falta o culpa intencional”. Para este autor, “mal desempeño” comprende, incluso, los actos en que no intervienen ni la voluntad ni la intención del funcionario (Sánchez Viamonte, “Manual de Derecho Constitucional”, Ed. Kapelusz, 1958, pág. 280).” (consid. 31); Algunos autores, como Gelli, estiman que al interpretarse conjuntamente con el artículo 110, que exige buena conducta para permanecer en el cargo, se estaría en presencia de otra causal autónoma de remoción que sería la mala conducta. En tal sentido, distingue la mala conducta, que necesariamente se vincula con la moral del juez, del mal desempeño, entendiendo que este último es funcional, en tanto la mala conducta puede darse en la función o fuera de ella.39 No obstante ello, coincido con otra parte de la doctrina (por ejemplo, Bidart Campos) en que el requisito de buena conducta debe ser entendido como la otra cara de la moneda del mal desempeño y, por lo tanto, los arts. 53, 110 y 115 deben interpretarse armónicamente, en el sentido de que, de configurarse una mala conducta que desactiva la garantía de la estabilidad en el cargo, el art. 110 remite, necesariamente, al procedimiento del art. 115 y a alguna de las tres causales enumeradas en el art. 53 de la Constitución. Dicha postura ha sido sostenida por el Jurado de Enjuiciamiento, que se ha pronunciado al respecto, al analizar el concepto de mal desempeño. Así, en la causa que se le siguiera al Dr. Víctor Hermes Brusa, se dijo: “Que el concepto de “mal desempeño”, en términos constitucionales, guarda estrecha relación con el de “mala conducta” en la medida de que en el caso de magistrados judiciales, el artículo 53 de la Constitución Nacional debe ser armonizado con lo dispuesto por 39 GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina, comentada y concordada, Ed. La Ley, T II, pág. 515. 55 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] el artículo 110 para la permanencia en el cargo” (consid. 30); “Que en el juicio político a ministros de la Corte Suprema de 1947, el Dr. Roberto Repetto, al presentar su defensa, expresó que “mal desempeño” significa cabalmente “mala conducta”, toda vez que la Constitución asegura la inamovilidad de los mismos mientras dure su buena conducta, es decir, mientras el magistrado gobierne su vida con la dignidad inherente a la investidura. “Mala conducta” significa una grave falta moral demostrativa de carencia de principios y de sentido moral, o la ausencia de esa integridad de espíritu, imprescindible para que un funcionario pueda merecer la confianza pública (Diario de Sesiones del Honorable Senado Constituido en Tribunal, 24 y 30 de abril de 1947)” (consid. 37). Más allá del desarrollo que se ha hecho del concepto en estudio, resulta relevante destacar que la indeterminación del mismo no quita que deba fundarse en hechos determinados, graves e inequívocos, o en presunciones serias. Así lo fue sostenido por el Tribunal en la causa “Brusa, Víctor Hermes s/ pedido de enjuiciamiento”, donde trajo a colación la doctrina sentada por la Corte Suprema en el caso “Nicosia”. En tal sentido dijo: “Que en cuanto al objeto procesal, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha expresado, en forma reiterada, que el enjuiciamiento de magistrados debe fundarse en hechos graves e inequívocos o en presunciones serias que sean idóneas para formar convicción sobre la falta de rectitud de conducta o de capacidad del magistrado imputado para el normal desempeño de la función; y que está fuera de toda duda que “son los hechos objeto de la acusación” los que determinan la materia sometida al juzgador (doctrina de la causa “Nicosia” y jurisprudencia allí citada, Fallos: 316: 2940).” (Consid. 18) 40 Provincia de Buenos Aires. El ámbito de competencia del Jurado de Enjuiciamiento provincial es definido por la constitución de la Provincia de Buenos Aires que, en su art. 182, prescribe: “…por delitos o faltas cometidas en el desempeño de sus funciones…”, cuestión que, a su vez, es reglamentada por la ley 13.661 y sus modif. en los arts. 20 y 21. Así, el art. 20 refiere que los funcionarios contemplados podrán ser denunciados por hechos cometidos con motivo o en ejercicio de sus funciones que pudieren ser calificados como delitos dolosos por la ley vigente, disponiendo, asimismo, que también podrán ser denunciados por la comisión de las faltas indicadas en el artículo 21. Se verifica, entonces, por un lado, la causal dada por hechos cometidos en el ejercicio de la función que generen la sospecha de que puedan ser calificados como delito doloso por la ley –cuestión que, no obstante, dista de ser delito, en 40 Conf. consid. 18 de “Brusa, Víctor Hermes s/ pedido de enjuiciamiento”, J.E.M.N 30/3/2000. ]]]]]]]]]]]]] 56 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] tanto el mismo requiere de un acto jurisdiccional que así lo declare-. Pero, si bien pareciera que la ley circunscribe el ámbito de competencia del Jurado a la hipótesis funcional dolosa, aunque nada diga al respecto el artículo 182 de la Constitución, en razón de lo prescripto por el art. 21, inciso d), también caen dentro de la competencia del Jurado los hechos que denoten un obrar negligente y culposo en el ejercicio de la función, por lo que la redacción del art. 20 de la ley pareciera confundir sobre el punto. En definitiva, quedan comprendidas en el plano funcional, tanto conductas dolosas como culposas, las cuales podrían ser o no configurativas de delitos, cuestión que, necesariamente, será determinada por el órgano judicial competente, a posteriori de la intervención del Jurado. Al analizar el art. 21, que aborda las llamadas “faltas”, encontramos que se está en presencia de una enumeración meramente ejemplificativa, donde no se distingue el plano doloso o culposo del obrar de los magistrados, ni tampoco se diferencian las causales en razón de que se vinculen o no con la función a cargo. A ello se suman varias causales, que denotan una indeterminación en su concepto, que sólo pueden ser dilucidadas por la valoración del Jurado en el caso concreto, y los últimos dos incisos, que dejan abierta, en forma manifiesta, la posibilidad de incorporar otras causales en tanto se refieren a “Toda otra acción u omisión que implique defección de la buena conducta que exige la Constitución para el desempeño de la magistratura” y “Las que se determinen en otras leyes”. En tal sentido, muchas de las faltas pueden quedar subsumidas en la causal prescripta por el artículo 20 de la ley 13.661 (“…hechos cometidos con motivo o en ejercicio de sus funciones que pudieren ser calificados como delitos dolosos…”). Así la cuestión, considero saludable intentar clasificar el resto de las causales –mal llamadas faltas- señaladas en el art. 21, en pos de una mejor comprensión de las mismas. Al respecto, podemos distinguir entre causales objetivas y subjetivas. Las primeras se verifican fácilmente, en tanto se vinculan con una situación de hecho en la que se encuentra el funcionario y, por lo tanto, son de fácil comprobación. Aquí, el juicio de valor que, generalmente, realiza el Jurado es mínimo en relación a las causales de tipo subjetivo. Así, podemos comprender a los siguientes incisos del art. 21: a) No reunir las condiciones que la Constitución y las Leyes determinan para el ejercicio del cargo; b) No tener domicilio real en el partido en que ejerza sus funciones, en la medida que esta circunstancia produzca real perjuicio a la administración de justicia; c) Gozar de beneficio jubilatorio o de pensión nacional, provincial o municipal o haberse acogido a estos beneficios; k) Ejercer la abogacía o la procuración, aunque sea en otra jurisdicción, salvo en causa propia, de su cónyuge, o de los descendientes o ascendientes; l) Aceptar el cargo de árbitro arbitrador; ll) Contraer obligaciones civiles con los litigantes o profesionales que actúen en su Juzgado o Tribunal; m) Ejercer el comercio o industria; n) 57 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] Desempeñar otra función pública no encomendada por ley, excepto la docencia; o) Estar concursado civilmente por causa imputable al funcionario; y p) Negarse injustificadamente a que le sean practicados controles médicos que determinen su capacidad laboral. Por otro lado, las causales subjetivas exigen al Jurado un mayor esfuerzo valorativo en el caso concreto, donde ejerce el discrecional encuadre de la conducta en cuestión en la causal respectiva. Podemos agrupar, entre las causales subjetivas, los siguientes incisos: d) Incompetencia o negligencia demostrada en el ejercicio de sus funciones; e) El incumplimiento de los deberes inherentes al cargo; f) La realización de hechos o desarrollo de actividades incompatibles con la dignidad y austeridad que el cargo judicial impone; g) El vicio del juego por el dinero caracterizado por la frecuencia; h) Dejar transcurrir en exceso los términos legales, sin pronunciarse en las cuestiones sometidas a su decisión o dictamen; i) Comisión de graves irregularidades en los procedimientos a su cargo o en los que hubiera intervenido; j) La intervención activa en política; y ñ) La realización de actos de parcialidad manifiesta. Sólo quedan las señaladas en los incisos q) Toda otra acción u omisión que implique defección de la buena conducta que exige la Constitución para el desempeño de la magistratura, y r) Las que se determinen en otras leyes, que son la llave por la que se puede introducir otras causales, que pueden tener ya sea un carácter objetivo o subjetivo, según las características antes descriptas. Ahora bien, es dable destacar que la conducta en análisis siempre será valorada por el Jurado en el contexto de las circunstancias imperantes, marco en el que puede o no tenerse por configurada una falta determinada. Así, por ejemplo, la falta prescripta en el inc. h) que se refiere a dejar trascurrir los términos legales, puede estar dada por una situación de emergencia del órgano en cuestión, por falta de personal, o por el ingreso desproporcionado de causas. Se vincula con el presente, y amerita indagar al respecto, el caso de los delitos cometidos con ajenidad a la función o, mejor dicho, de hechos que puedan ser configurativos de delitos en tal contexto. Al respecto, el art. 187 dispone que: “Los jueces acusados de delitos ajenos a sus funciones serán juzgados en la misma forma que los demás habitantes de la Provincia, quedando suspendidos desde el día en que se haga lugar a la acusación”. Se refiere al caso de los crímenes comunes que contempla la constitución nacional. De allí surgiría que el Jurado entiende al sólo efecto de suspender en el cargo al magistrado, levantando, así, el velo de los fueros, y remitir las actuaciones al órgano judicial competente. El artículo 19 de la ley 13.661 modificada por la ley 14.441, se refiere a “delitos comunes ajenos a sus funciones”, prescribiendo que el fiscal o juez de la causa debe poner el asunto en conocimiento del Jurado a fin de que se expida sobre si hay o no formación del proceso de enjuiciamiento; y en caso de delitos dolosos proceda a suspender al funcionario, para que sea juzgado en la misma ]]]]]]]]]]]]] 58 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] forma que los demás habitantes de la Provincia. Por lo expuesto, se verifica una redacción confusa del art. 19 de la ley, que en su función reglamentaria de la letra ya pobre del art. 187 de la Constitución Provincial, no logra echar luz sobre el ámbito de competencia del Jurado de Enjuiciamiento; esto es, respecto al grado de intervención del órgano en el caso de los delitos perpetrados con absoluta ajenidad a la función. Así, refiere que se procederá a suspender al funcionario cuando se trate de delitos dolosos, mencionando, además, que “ninguna de estas medidas afectará la continuidad del juicio penal que se esté siguiendo al denunciado”. De la redacción pareciera que no se lo suspendería al magistrado en caso de delitos culposos, permitiéndose, entonces, que se realice el proceso jurisdiccional sobre el funcionario mientras éste continúa ejerciendo su cargo, cuestión que carece de sentido. Tampoco ayuda a la claridad del procedimiento el último párrafo mencionado, ya que la continuidad o, mejor dicho, la realización del juicio penal depende como requisito sine qua non de que el Jurado acepte la acusación del órgano que asuma el rol de acusador. Por ello, si bien la ley no aclara qué significa en el artículo 187 de la Carta Magna Provincial el término “acusación”, que podría confundirse con el requerimiento fiscal, analizado que fuera el procedimiento establecido por la ley, que prescribe que el funcionario es suspendido en el momento en que el Jurado acepta la acusación del órgano que lo efectúe (Procuración General, Ministro de la Suprema Corte, Comisión Bicameral, Denunciante), queda despejada toda duda. Por lo expuesto, considero que la redacción originaria del art. 19 era sustancialmente mejor, ya que prescribía que el Jurado intervenía al solo efecto de decidir si correspondía o no la formación de un proceso y, en el caso afirmativo, resolvía suspenderlo, relevándolo de los fueros a efectos de que continuase el proceso judicial. Quedaba claro, allí, que el Jurado sólo intervenía a los efectos de analizar el requerimiento fiscal o la orden del juez y si, con los elementos recabados, se justificaba suspender al magistrado a fin de levantar los fueros y posibilitar, así, que continúe el respectivo proceso judicial. Tanto la deducción latente de que en caso de delitos culposos es posible evitar la suspensión del magistrado -no obstante haber formación del proceso-, como el último párrafo que refiere a que ninguna medida afectará la continuidad del juicio penal, atentan contra una interpretación clara del procedimiento. Sin perjuicio del análisis realizado, y en aras de echar luz sobre los arts. 187 de la Constitución y 19 de la ley 13.661, conforme a una interpretación integral y armónica con el resto de la Constitución Provincial y la ley reglamentaria, entiendo que la cuestión de los “crímenes comunes” o delitos ajenos a la función, llegan a conocimiento del Jurado a efectos del antejuicio que prescribe el art. 300 del CPP y en razón del valladar de los fueros. Así, el Jurado procederá a analizar los hechos traídos a estudio –a través del requerimiento fiscal o la orden del juez-, pudiendo 59 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] suspender o no al funcionario denunciado, ya sea el caso de hechos que puedan ser configurativos de delitos dolosos o culposos. En todos los casos es imprescindible que se active el procedimiento y se formule la acusación del órgano que asuma ese rol. Si se hace lugar a la misma, se suspenderá al funcionario, produciéndose el desafuero y se girarán las actuaciones al juez o fiscal interviniente a fin de que someta a proceso al funcionario. Caso contrario, se comunicará al juez o fiscal que hubo peticionado el desafuero a fin de que ordené el archivo de las actuaciones jurisdiccionales. No obstante lo expuesto en el párrafo anterior, pareciera estar en presencia de un vacío legal en lo atinente a la situación del magistrado, que habiendo sido suspendido por el Jurado, haya sido condenado por un delito ajeno a sus funciones. Nada dice la ley sobre ello. Entiendo que la situación queda zanjada con la continuidad del procedimiento que establece la ley de jury; esto es, la realización del juicio oral que necesariamente debe finiquitar en la destitución del acusado. En definitiva, la existencia de delito configuraría, al menos, la falta de defección de la buena conducta que exige la Constitución (art. 21 inc q). Por ello, la sentencia que tiene por acreditada la existencia de delito, indefectiblemente, sería la causa de la eventual destitución, sin perjuicio de que el Jurado haya indagado la conducta del funcionario al momento de aceptar la acusación y suspenderlo en sus funciones. En definitiva, realizando un análisis integral de los artículos 182 y 187 de la Constitución provincial, con los artículos 19, 20 y 21 de la ley 13.661, podemos concluir que las causales enumeradas se fundan en lo que tanto la doctrina como la jurisprudencia del Jurado –arriba desarrollada- han entendido como “mal desempeño”. Así, se comprende tanto conductas dolosas como culposas, ya sea en el ejercicio de sus funciones como fuera de ellas, además de los impedimentos legales que pueda padecer el magistrado. Por lo expuesto, entiendo que varias de las causales de remoción son ejemplificativas de un estándar mínimo de idoneidad –en el sentido amplio del término- que el Jurado debe evaluar si ha sido o no sobrepasado. VI| Procedimiento de remoción. Denuncia y cuestiones preliminares. Acusación. Ejercicio del derecho de defensa. Juicio oral. Sentencia. Denuncia y cuestiones preliminares. El Reglamento de la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratura Nacional y la ley provincial 13.661 y sus modificatorias regulan las cuestiones iniciales del procedimiento de remoción de magistrados. En tal sentido, abordan los requisitos de la denuncia, y el sumario o la investigación preliminar, según corresponda al orden provincial o nacional. Entre las particularidades que se distinguen cabe mencionar, por ejemplo, que, ]]]]]]]]]]]]] 60 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] en el ámbito nacional, cualquier persona puede denunciar a un magistrado por hechos u omisiones que configuren causal de remoción o falta disciplinaria. En tal sentido, el Consejo de la Magistratura Nacional, a propuesta de la Comisión de Disciplina y Acusación, posee, también, competencia en materia disciplinaria, pudiendo, por ello, imponer sanciones de tal carácter (conf. Art. 14 ley 24.937). A diferencia de lo antes expuesto, la ley provincial 13.661 es ajena a las cuestiones disciplinarias y de superintendencia, que quedan en cabeza de la Suprema Corte; y por ello, la denuncia debe referirse sólo a las causales que contemplan los arts. 20 y 21. No obstante, cabe destacar que muchas de las faltas descriptas en el art. 21 de la ley provincial se asemejan a las faltas disciplinarias contenidas en el art. 14 de la ley 24.937. En cuanto a los requisitos de la denuncia son similares, con excepción de que, en el orden provincial, la misma se debe presentar con firma de letrado. Considero acertada tal condición en pos de evitar denuncias manifiestamente improcedentes e infundadas. Para el caso de que el denunciante no pueda contar con un abogado, se puede acudir a la Comisión Bicameral, donde no es necesario el patrocinio letrado. Tal comisión está integrada por 12 legisladores, y posee la facultad de recibir denuncias, analizar la verosimilitud de los hechos expuestos en las presentaciones de los particulares a los efectos de formalizar la denuncia y, en su caso, asumir el rol de acusador en los juicios de remoción de magistrados. Cabe hacer mención al procedimiento a llevar en el caso de las denuncias manifiestamente improcedentes e infundadas, que, claramente, representan una “espada de Damocles” para los funcionarios denunciados. En el plano nacional, el art. 4 del Reglamento de la Comisión de Acusación contempla el “rechazo in límine”, el cual es propuesto por la Comisión al Plenario. En la Provincia, el art. 26 in fine de la ley 13.661 prescribe el archivo de tales denuncias, previo informe del Secretario y por resolución del Presidente del Jurado. Si la denuncia reúne los requisitos prescriptos por ley y no es manifiestamente infundada o improcedente, se continúa con la etapa siguiente. En la Provincia se realizará una audiencia del Jurado dentro de los 60 días de recibida o complementada la denuncia, a fin de que se pronuncie por mayoría de votos si posee o no competencia sobre los hechos denunciados. En el caso que lo considere, se podrá ordenar la instrucción de un sumario –a sustanciarse en el plazo de 90 días prorrogable por resolución fundada-; o bien, es posible obviar tal sumario y proceder a correr traslado de las actuaciones a los órganos que la ley contempla como posibles acusadores a fin de que manifiesten si asumirán tal rol. En el caso de la Nación, cuando la denuncia no ha sido rechazada in límine, el consejero informante podrá nuevamente proponer a la Comisión la desestimación de la denuncia en la primera reunión posterior a la adjudicación del expediente. Si la denuncia ha sido aceptada, se le notificará al magistrado denunciado a fin de que ejerza su derecho de defensa por un plazo de 20 días 61 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] y se llevará a cabo la investigación preliminar que contempla el título III del Reglamento de la Comisión de acusación, la cual deberá ser realizada en un plazo de 6 meses, pudiendo ser prorrogada por igual plazo por resolución fundada. Acusación. Ejercicio del derecho de defensa. Juicio oral. Sentencia. Los arts. 25 y 26 de la ley 24.937 regulan el procedimiento del juicio de remoción de magistrados en el ámbito nacional. El mismo es oral y público, y se inicia con la presentación de la acusación formulada por el plenario del Consejo -previo dictamen de la comisión de disciplina y acusación-, de la que se corre traslado al acusado por el término de 10 días. En los escritos de acusación y defensa se pueden ofrecer todos los medios de prueba que contempla el Código Procesal Penal de la Nación. El Jurado, por mayoría absoluta de sus miembros, puede rechazar las pruebas inconducentes o meramente dilatorias, y podrá disponer de oficio la recepción de las medidas de prueba que estime pertinentes. Una vez contestado el traslado, se abrirá a prueba la causa por el término de 30 días, plazo que puede ser prorrogado por un término de hasta 15 días, por decisión de la mayoría del jurado y a petición expresa y fundada de parte. Concluida la producción de la prueba o vencido el plazo para ello, las partes realizarán un alegato o informe final en forma oral dentro del plazo que al respecto se les fije, el que no podrá exceder los 30 días. Una vez realizados los informes finales, el Jurado se reunirá a deliberar en sesión secreta debiendo resolver en un plazo que no exceda los 20 días. El fallo que decida la destitución requiere el voto de la mayoría de dos tercios de sus miembros, o sea cinco votos. En el ámbito provincial, clausurado el sumario antes descripto o cuando el Jurado lo haya considerado innecesario, se correrá traslado por 30 días al denunciante, al Ministro de la Suprema Corte que correspondiera, a la Procuración General y a la Comisión Bicameral a fin de que manifiesten si asumirán el rol de acusador en el proceso o solicitar el archivo de las actuaciones. En caso de acusación, se dará traslado al magistrado o funcionario por el término de 30 días, a fin de que formule su defensa. Formulada la defensa o vencido el plazo para efectuarla, el Presidente citará a los miembros del Jurado a fin de que se pronuncien respecto de la admisibilidad de la acusación o el archivo. De admitirse la acusación, se procederá a la inmediata suspensión del magistrado y se trabará embargo sobre el cuarenta por ciento del sueldo del funcionario. Asimismo, las partes serán citadas a juicio por el plazo individual de 10 días a fin de que ofrezcan las pruebas que utilizarán en el debate, y expresen si consideran necesario realizar una audiencia preliminar que tratará las pruebas que se utilizarán, la validez constitucional de los actos del sumario, y las diligencias suplementarias que sean necesarias. El Jurado se ]]]]]]]]]]]]] 62 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] expedirá respecto de las cuestiones antes mencionadas dentro del término de 5 días de ofrecida la prueba o recibida la audiencia. Una vez finiquitadas las cuestiones anteriores, el Jurado fijará fecha de iniciación del debate dentro de los 60 días de la resolución que la ordena. En dicho juicio público se dará lectura de las piezas de autos que indique el Presidente y que soliciten los demás miembros y partes. A posteriori, se recibirá la prueba que no se haya producido y, una vez finalizada ésta, se producirán los alegatos. Resulta interesante, en lo atinente al derecho de defensa del enjuiciado, lo que prescribe el artículo 49 de la ley 13.661. El mismo dispone que las pruebas producidas en el sumario no podrán invocarse para fundar el veredicto, si el acusador o el acusado hubiesen manifestado no aceptarla, salvo que se tratare de instrumentos incorporados con citación de partes, de testigos que deban declarar por informe o de probanzas cuya reproducción en el juicio haya sido imposible. Luego de los alegatos, el Presidente llamará a sesión reservada a celebrarse dentro de 5 días a fin de dictar el veredicto. VII| Irrecurribilidad de las sentencias. Control de constitucionalidad. Tanto el art. 115 de la Constitución Nacional como el art. 48 de la ley provincial regulatoria, expresan que el fallo del Jurado será irrecurrible, aceptándose solamente, en sendos casos, el recurso de aclaratoria. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, históricamente, había sostenido que la cuestión constituía una materia no revisable por medio del recurso extraordinario federal. No obstante ello, con anterioridad a la última reforma constitucional, en el año 1993, resolvió el caso “Nicosia, Alberto Oscar s/ Recurso de queja”, en el que, si bien fue rechazada la queja, la Corte sostuvo que “las decisiones dictadas en los llamados juicios políticos o enjuiciamiento de magistrados en la esfera nacional, por órganos ajenos al Poder Judicial, configuran cuestión judiciable (…) cuando se invoca la violación del debido proceso”.41 Este precedente distinguió las cuestiones que tratan el fondo del asunto, en donde la decisión del Jurado es discrecional y no justiciable (ej: criterios para tener por configurada una causal), de las cuestiones vinculadas a los requisitos y formas que hacen al debido proceso, y cuyo incumplimiento sí habilita la revisión. Tal es la interpretación que hace Humberto Quiroga Lavié de la irrecurribilidad dispuesta por el art. 115 de la Constitución Nacional, en el sentido que se refiere sólo al criterio utilizado por el Jurado.42 41 42 ED 158-237 (JA 33-998) QUIROGA LAVIÉ, Humberto, Constitución de la Nación Argentina comentada, art. 115. 63 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] En la Convención reformadora de 1994, si bien tal doctrina había tenido recepción, como lo expresara uno de los miembros informantes en torno a un proyecto presentado ante la Convención, finalmente primó la doctrina de la irrecurribilidad sobre la base de asumir una posición clara e indubitable al respecto. 43 Más allá de la redacción final del art. 115, la Corte se expidió sobre la revisibilidad de los fallos del Jurado de Enjuiciamiento en el caso “Brusa, Víctor Hermes s/ Recurso de Queja”, en donde, no obstante el rechazo de la queja, la Corte admitió el control judicial sobre los fallos del Jurado que violen el debido proceso y las garantías de la defensa en juicio. En definitiva, el criterio de la Corte Suprema realiza una interpretación armónica del art. 115 con el art. 18 de la Constitución Nacional, y los arts. 8 y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos, en donde la discrecionalidad del Jurado de Enjuiciamiento en las decisiones que adopte, no puede atentar contra el principio del debido proceso legal establecido por el art. 18, cuyo quiebre dispara el control de constitucionalidad. VIII| Conclusión Del estudio realizado entiendo provechoso concluir en tres ideas-fuerza que, sin dudas, contribuirán a una mejor comprensión y eventual perfeccionamiento del instituto del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. En primer lugar, resulta imprescindible realizar el análisis de dicho órgano en el marco y sentido dado por la Reforma Constitucional de 1994. Esto es, la jerarquización de la función estatal de contralor y defensa de la legalidad, la cual en la hoy compleja realidad estatal, no se satisface sólo con el histórico paradigma de la división tripartita de poderes a través de los sistemas de frenos y contrapesos, ni con las funciones de control propias de cada poder. De manera que el constituyente de 1994 introdujo nuevos órganos constitucionales con funciones específicas de contralor, en pos de garantizar en forma más eficiente los derechos y garantías de los ciudadanos. Así es que se presenta el Jurado de Enjuiciamiento a nivel nacional, cuyo funcionamiento se activa a través del plenario del Consejo de la Magistratura, órgano con el que mantiene una constante interrelación, en virtud de ser el que decide la apertura del procedimiento de remoción, formula acusación y, en su caso, suspende al magistrado. La Provincia de Buenos Aires, si bien ya había sido una adelantada en materia de este instituto con la Constitución de 1873, y mantenía intacto el texto de la Constitución de 1934, sancionó la ley 13.661 a fin 43 ARMAGNAGUE, Juan F., Juicio Político y Jurado de Enjuiciamiento en la Nueva Constitución Nacional; Ed. Depalma, Bs. As. 1995, pág. 293 a 307. ]]]]]]]]]]]]] 64 [ Jurado de Enjuiciamiento. Procesos de responsabilidad política de Magistrados en el ámbito de la Nación y en la Provincia de Buenos Aires ] de adecuarse al trascendental cambio que ocurriera a nivel nacional. En segundo orden, cabe concluir también que el objetivo de mejor “contralor y defensa de la legalidad” -que va de la mano con los fines del constituyente de asegurar la independencia de los jueces y lograr una eficaz prestación de los servicios de justicia-, se intenta en lo que respecta a los procesos de responsabilidad política de magistrados, con el establecimiento de órganos constitucionales con autonomía funcional y con competencias exclusivas y excluyentes. Aquí es donde visualizo la posibilidad de estar en presencia de un “órgano extrapoder”, en tanto, como dije anteriormente, poseen autonomía para enjuiciar a los magistrados inferiores; no ejercen funciones jurisdiccionales; poseen una composición plural con estamentos ajenos al Poder en cuestión; mantienen relaciones de coordinación y no de subordinación con los otros poderes; y sus fallos son irrevisables, salvo afectación del debido proceso. Por último, considero que, si bien ha sido saludable el establecimiento del Jurado de Enjuiciamiento en el orden federal y las modificaciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires, es necesario continuar evolucionando a fin de fortalecer tanto la independencia de los magistrados como la calidad del servicio y el acceso a la justicia. Respecto a lo primero, sería fundamental establecer plazos exiguos para el análisis de admisibilidad de las denuncias, ya sea para evitar que perduren en el tiempo las denuncias manifiestamente infundadas, como para que no se vea afectado el órgano que el denunciado tiene a cargo; fijar términos de caducidad de las distintas etapas del proceso; fijar sanciones en caso de que los miembros del Jurado se ausenten injustificadamente a las reuniones, obstruyendo los quórum necesarios y teniendo que postergarse las mismas; comunicar a los Colegios de Abogados y establecer multas y/o sanciones en caso de denuncias falsas y/o manifiestamente infundadas que tengan por finalidad el apartamiento del magistrado por disconformidades jurisdiccionales. En cuanto a lo segundo, esto es, el mejoramiento del servicio de justicia y el acceso a la justicia, si bien son temáticas que, ineludiblemente, se vinculan con los lineamientos políticos que en materia judicial se lleven adelante, el instituto analizado se constituye como una herramienta útil para contribuir a dichos fines; ello siempre y cuando esté imbuido de la legitimidad, la eficiencia y la autonomía necesarias para ser un sistema de contralor republicano adecuado a las exigencias contemporáneas. Bibliografía ARMAGNAGUE, Juan F., Juicio Político y Jurado de Enjuiciamiento en la Nueva Constitución Nacional, Ed. Depalma, Bs. As. 1995. BECCARIA, Cesare, De los delitos y de las penas; Ed. De Franco Venturi, Barcelona, 1983. BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de la Constitución reformada, Ediar, Buenos Aires, 1997. 65 ]]]]]]]]]]]]] [ Martín Ulises Bolpe ] BIDART CAMPOS, Germán J., El Derecho Constitucional del Poder, Ediar, Buenos Aires, 1967. 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Directora del Instituto de Derecho Internacional Privado del CALP 67 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 68 [ Hacia la ampliación de la jurisdicción argentina en materia de sucesiones extranjeras. ] I| Reglas Generales Si bien la sucesión hereditaria se detecta como perteneciente al estatuto personal acorde a la concepción románica, plantea un problema de distribución de un patrimonio concebido como universal entre una serie de personas llamadas a suceder y que, a su vez, se expone disperso entre varias soberanías territoriales. Recordemos que la sucesión en la persona deviene de la concepción romana, entendiendo que el heredero es el continuador de la personalidad del causante y su patrimonio es una universalidad jurídica; frente a esta postura, la sucesión en los bienes proveniente del derecho germánico, parte de la de una estructura material al ver en el sucesorio una manera de transmitir el dominio sobre bienes individualizados. Por la primera, se impone radicar el sucesorio en un elemento inherente a la persona y, por la segunda, en uno propio de los bienes, tomando protagonismo, en el primer caso, la nacionalidad o el domicilio del causante en contraposición al lugar de situación de los bienes hereditarios. La pretensión de universalidad radica, para el Derecho Internacional Privado, en el interés de unificar el sistema legislativo. Si hablamos de derecho aplicable, conexiones como la nacionalidad del causante o su último domicilio o su última residencia habitual aprontan como propicias a dichos fines, tal como antes lo sugerí. A título ejemplificativo, el art. 9.8 del Código Civil español expresa, en la literalidad de su texto, que “La sucesión por causa de muerte se regirá por la ley nacional del causante en el momento del fallecimiento, cualesquiera que sean la naturaleza de los bienes y el país donde se encuentren.” Con diferente conexión, pero en idéntico sentido, reguló Vélez Sarsfield al sucesorio; es así como en el art. 3283 del Código Civil argentino se expresa que “El derecho de sucesión al patrimonio del difunto, es regido por el derecho local del domicilio que el difunto tenía a su muerte, sean los sucesores nacionales o extranjeros”. Esta solución, conocida como principio o sistema de la unidad o universalidad sucesoria, posibilita el reparto de la totalidad de bienes que compongan al acervo hereditario bajo una misma ley, evitando, con ello, el fraccionamiento territorial. La disputa doctrinaria y legislativa entre unidad o pluralidad de leyes rectoras del sucesorio, cedió frente a una postura mixta en ordenamientos como el de Inglaterra, Francia, Bélgica, Austria, que aplican a la sucesión inmobiliaria la ley del país donde los bienes se encuentran y a la mobiliaria la ley personal del causante; bien sea la de su nacionalidad, la de su domicilio o la de su residencia habitual, considerando, siempre, la o él –según el caso- adquirida/o en último término a la muerte del causante. Significativamente, la mayoría de los Estados conservan la unidad con 69 ]]]]]]]]]]]]] [ Liliana Etel Rapallini ] base en la ley personal del causante para la totalidad del patrimonio, inclinándose por la variable domiciliaria países como Noruega, Dinamarca y la mayoría sudamericana; mientras que la última nacionalidad es seguida por España, Portugal, Italia, Alemania, Holanda, entre otros. En nuestro país, ha sido escasa la adhesión a la pluralidad de leyes aplicables al sucesorio, considerando las diversas interpretaciones elaboradas sustancialmente en base al articulado del Código Civil y de sus notas1, quedando a salvo la neta pluralidad o fraccionamiento prevista por los Tratados de Derecho Civil Internacional de Montevideo, tanto de 1889 como de 1940.2 Ahora bien, los tratados ratificados son parte integrante de nuestro ordenamiento jurídico, pero no por ello reformulan o modifican las normas de derecho internacional privado contenidas en el ordenamiento interno si el instituto del que se trata tiene su reglamentación específica. Esto equivale a decir que el pluralismo y consecuente fraccionamiento sucesorio, tanto de jurisdicción como de ley, sólo es reconocible entre los Estados comprendidos en los acuerdos montevideanos. II| Nuevo aporte de la jurisprudencia Lo detallado someramente en el apartado anterior conforma el principio de unidad y de universalidad de ley aplicable a la materia sucesoria mortis causa. Pero esta adhesión no responde solamente a la comprensión en el estatuto personal que equivale a la expresión usual de sucesión en la persona. También obedece a razones de política legislativa, pues Argentina se perfiló como un país de inmigración, con igualdad de derechos entre nacionales y extranjeros y con arraigo de todo ciudadano al ordenamiento nacional a través de la conexión domiciliaria. Por el contrario, países seguidores de la conexión nacionalidad se enrolan dentro de los que han padecido olas emigratorias y la opción se debe a la intención de trazar una modalidad protectoria y conservadora del ordenamiento jurídico de origen. Ahora bien, toda intención puede, en el supuesto de internacionalidad, no responder totalmente a la expectativa. Así, si un nacional argentino fallece con último domicilio en el extranjero, pues, entonces, sólo cabe deducir que la 1 Al respecto me remito a lo desarrollado en obra de mi autoría: Temática de Derecho Internacional Privado. Ed. Lex. La Plata, 2013. Página 252. 2 Ambos acuerdos se encuentran vigentes con asimétrica adhesión de países; así en 1889 nos vinculamos a Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay y en 1940 a Paraguay y Uruguay. Considerando que el principio rector consiste en aplicar la “lex situs” tanto a bienes muebles como inmuebles, trasladado al estatuto sucesorio se concluye que, entre firmantes de los referidos instrumentos, habrán tantas sucesiones como leyes aplicables, como bienes muebles o inmuebles se encuentren entre los Estados parte. ]]]]]]]]]]]]] 70 [ Hacia la ampliación de la jurisdicción argentina en materia de sucesiones extranjeras. ] jurisdicción y el derecho aplicable serán foráneos conforme a la literalidad de nuestro Código Civil. Pero nuestro país sufrió cambios políticos y económicos que hicieron temblar dicha literalidad. Y es así como aparece la obra de la jurisprudencia nacional, que, observando diferentes supuestos o casos puntuales, desarrolla la factibilidad de ampliar la jurisdicción argentina en materia sucesoria, conservando como derecho aplicable al del último domicilio del causante. Se barajaron diversas posibilidades. Entre ellas cabe mencionar que, en 1968, en el sucesorio de “Himmeslspacher, Carlos Emilio”3, se toma en consideración al heredero único como predecible de apertura de la jurisdicción argentina, pero ello mereció objeciones varias; mencionó, por ejemplo, que la condición de heredero único es por siempre impredecible, y además, que el art. 3284 del C.C. sienta una jurisdicción sucesoria acorde al último domicilio del causante y que el resto de los supuestos contemplados en la norma son aplicable a acciones sucesorias y no a apertura del sucesorio. También se pretendió la apertura de sucesorio en la República recurriendo a las alternativas previstas en el art. 16 de la ley 14.394, cuestión sin prosperidad dado que el instituto sucesorio contiene regulación propia dentro del C.C., no siendo necesaria la búsqueda de respuesta en leyes análogas en el caso, relativas a declaración de ausencia y presunción de fallecimiento.4 Por la década de 1970 aparece otro criterio, por el que se reconoce jurisdicción internacional argentina en un sucesorio de causantes domiciliados fuera de la República al tiempo del fallecimiento al igual que los sucesores, contando con acervo inmobiliario en la Provincia de Buenos Aires.5 Si bien en esa oportunidad la Corte provincial sostuvo que el sistema sucesorio argentino se sustenta en la unidad, cedió a la aplicación del derecho patrio cuando se tratare de inmuebles sitos en el país; pero lo interesante, al contemplar el punto jurisdicción, es el reconocimiento en la doctrina del fallo sobre la necesidad de ampliar los puntos de conexión habilitantes para apertura de sucesorio en la República; es así como se sugiere la recurrencia a las llamadas normas alternativas que permitan con mayor amplitud expresa, conceder la apertura de sucesorios con extranjería ante la justicia argentina. En crecimiento de esta idea, detectamos, en 1986, el vuelco hacia el estatutario principio de la “competencia más próxima” a los fines de resolver la jurisdicción argentina; se trató, entonces, el sucesorio de un causante fallecido con último domicilio en el Estado de La Florida –Estados Unidos de América del 3 CSJN, 18-07-1968. J.A., 1968-V-341 4 “González de Pettorutti, María Rosa s. Sucesión. Cámara Primera de Apelaciones de La Plata- Sala III, 03/06/1973. 5 “Andersen, Pablo E.K. y otra, s. Sucesión”: SCJBA, 10/09/1974. L.L., Tº 1975-B. 71 ]]]]]]]]]]]]] [ Liliana Etel Rapallini ] Norte- contando con un inmueble en el país.6 El fallo, al que adhiero plenamente, recibe un acertado tratamiento desde los conceptos básicos de resolución de casos de Derecho Internacional Privado. Con suma claridad, el juzgador habilita la jurisdicción argentina, no apartándose de la aplicación del derecho del último domicilio del causante. No obstante, se han detectado criterios disímiles e, incluso, oscuros desde la perspectiva resolutoria. Así, en 2005, la Sala Segunda de la Cámara de Apelaciones de Morón revoca la sentencia de primera instancia recaída en un reconocimiento de sentencia extranjera proveniente de Australia por la que se instituía como heredero al único hijo del causante, fallecido, éste, con último domicilio en el país extranjero y solicitando su inscripción en relación a un inmueble sito en Argentina. En primera instancia, el juez de intervención rechaza lo peticionado por considerar que, en virtud del art. 10 del C.C., debía iniciarse sucesorio en la República; recurrida la decisión, la Cámara revoca la sentencia haciendo lugar a lo peticionado; vale decir, desestimando el inicio de un nuevo sucesorio; sin embargo, ordena, previo a la inscripción, la publicación de edictos en protección de herederos y acreedores locales.7 Un avance en la materia, si bien continuador de la línea “competencia más próxima”, aparece en 2013 al extenderse el principio a sucesorios cuyos acervos están compuestos por bienes muebles de situación permanente en la República, manteniendo el supuesto de causante e, incluso, herederos domiciliados en país extranjero.8 Suscintamente: una natural griega fallece con último domicilio en su país natal. Sus herederos de igual nacionalidad y domicilio peticionan ante la justicia de Santa Fe, la correspondiente declaratoria de herederos por encontrarse allí una acción incoada por la causante en relación a un inmueble sito en la jurisdicción. La acción iniciada por la causante tenía como objeto la declaración de nulidad de transferencia de dominio de dicho bien que sostenía, le pertenecía. La petición hereditaria se fundó en el tratamiento dado a los bienes muebles de situación permanente a través de la primera parte del art. 11 del C.C. argentino por la que se extiende la aplicación de la “lex rei sitae” prevista en el art. 10 para los inmuebles propiamente dichos. El juez a cargo se inclina por el criterio restrictivo; vale decir, se declara incompetente para entender en el sucesorio por encontrarse el último domicilio del causante en el extranjero; sumado a ello, considera que la jurisdicción griega debía entender incluso, por cuestiones de economía procesal. A su vez, sostiene 6 “Gomez, Carlos Luis s. Sucesión”: Juz. Nac. Civ. Nº 29, 01/04/1986. L.L., 1987-A, 339 7 “Solimando, Francisco V. s. Exéquatur”: CCiv. Y Com., Morón, Sala II, 21/06/2005 8 “Alexakis de Ikonomakos, Basilia s. Sucesión”: CCiv. Y Com., Santa Fe, Sala II, 17/12/2012 ]]]]]]]]]]]]] 72 [ Hacia la ampliación de la jurisdicción argentina en materia de sucesiones extranjeras. ] que la acción promovida en vida por la causante es de carácter personal; y no por ello la calidad de bien mueble de situación permanente debe asimilarse a un derecho real sobre el mismo. Los herederos recurren la sentencia de primera instancia y, finalmente, la Cámara revoca el criterio accediendo a lo requerido. Si bien el caso ofrece la peculiaridad de solicitar institución hereditaria como una cuestión latente, pues resulta evidente que la intención en obtenerla obedecía al interés de dar continuidad a la acción incoada por la causante, el fallo de la Cámara no se detiene mayormente en calificarla como personal o real, como tampoco ahonda en materia de calificación de bienes. La fundamentación del superior colegiado apunta a cuestiones de índole práctico y de inmediatez, no con ello garantizando la prosperidad de la acción recaída previamente sobre el bien. De modo tal que concluye en revocar la sentencia de primera instancia declarando la aptitud de la jurisdicción argentina en la materia. Considero que se hubiera arribado a idéntica conclusión empleando el criterio calificatorio de la lex civilis fori que, en suma, constituyó el apropiado fundamento dado a la primigenia presentación de los herederos a través de su letrado apoderado. Conforme al mencionado criterio, es el juez a cargo del proceso sucesorio el que ubica los elementos del caso en función de las categorías del ordenamiento nacional y siendo así, el art. 11 del C.C. expresa que “Los bienes muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin intención de transportarlos, son regidos por las leyes del lugar en que están situados…..”; si la acción entablada por la causante recae sobre derechos relativos a inmuebles ésta se encuadra dentro de la categoría de real, pues lo accesorio sigue a lo principal y, si bien la petición de institución hereditaria es de naturaleza personal, ella se requiere a los fines de reingresar el inmueble en cuestión al patrimonio de la causante. O, dicho en otros términos, la declaratoria de herederos persigue la legitimación suficiente y necesaria por parte de los herederos para continuar la acción iniciada en vida por el de cujus. III| Conclusiones El Derecho Internacional Privado argentino está integrado, en materia sucesoria, por las normas propias de la disciplina y específicas de la materia contenidas en el C.C. A ellas debemos anexar las habidas en los Tratados de Derecho Civil Internacional de Montevideo de 18899 y de 194010. 9 10 Reitero, nos vincula a Bolivia, Paraguay, Perú y Uruguay. Reitero, nos vincula a Paraguay y Uruguay. 73 ]]]]]]]]]]]]] [ Liliana Etel Rapallini ] El plexo normativo referido de fuente interna amerita contradictorio con el de fuente internacional, toda vez que los instrumentos internacionales referidos son seguidores del llamado “paralelismo” por el cual, el punto de conexión escogido para dirimir jurisdicción se reproduce para determinar la ley aplicable. Ambos acuerdos persiguen igual solución y es así como es juez competente y ley aplicable la del lugar de situación de los bienes hereditarios11. Equivale a decir que el seguimiento del sistema de fuente convencional internacional de la pluralidad o fraccionamiento es la regla absoluta; se concluye con la idea volcada a la práctica, deduciendo que se abrirán tantos sucesorios como bienes existentes en países que hubieren ratificado los Tratados de Montevideo y que cada uno de ellos recibirá como derecho aplicable el del lugar de situación de los bienes. Este axioma subsiste aún cuando el causante tuviera último domicilio en la República, pues aquí entra en juego la supremacía de los tratados; por ende, serán de aplicación los Tratados de Montevideo, desplazando en consecuencia a las normas de derecho internacional privado sucesorio contenidas en el ordenamiento local. Ahora bien, considero erróneo interpretar que la totalidad del Derecho Internacional Privado nacional se encuentra modificado por los acuerdos montevideanos. A mi entender, sólo se reformula el instituto para los países vinculados por los Tratados en juego. De esta forma, podemos estar frente a un sucesorio de un causante con último domicilio en la República y bienes dispersos entre países que están dentro de los Acuerdos y fuera de ellos, mereciendo, el caso, trato normativo diferenciador. Por otra parte, la ideología del Código de Vélez se expone con clara inclinación hacia la unidad o universalidad sucesoria; es así como el codificador concibió al instituto sucesorio, de manera que se detecta un ordenamiento único para decidir los derechos de todos los causahabientes. Como hemos visto, nuestra jurisprudencia amplió la jurisdicción argentina que constituye, por cierto, un acertado avance. En igual sentido, es propicia la adhesión a la universalidad de ley aplicable si reparamos en herederos dispersos en diferentes ordenamientos jurídicos, aún cuando el patrimonio fuere de exclusiva radicación en una jurisdicción; la genealogía sucesoria es la determinación de los vínculos familiares que median entre el causante y los que tienen derecho a una herencia en las circunstancias de sucesiones mortis causa. Empero, si se pretende invocar, como derecho aplicable, el art. 10 del C.C., considero que el mismo está destinado a los bienes inmuebles y a las cuestiones propias de ellos, tal como son los derechos reales; además, cuenta el mis11 En 1889 detectamos los arts. 45 y 66; mientras que en 1940 se reproduce la solución en los arts. 45 y 63. ]]]]]]]]]]]]] 74 [ Hacia la ampliación de la jurisdicción argentina en materia de sucesiones extranjeras. ] mo cuerpo con regulación autónoma en materia sucesoria, razón por la cual no hay necesidad de recurrencia alguna a otras áreas. Finalmente, contamos con un Proyecto de Código Civil, por cierto adormecido en el presente; esta propuesta cuenta con un título destinado al Derecho Internacional Privado que, si bien no da total autonomía normativa a la disciplina –no se trata de una ley específica ni de un código de igual identidad-, es de reconocer que el apartamento de las normas propias de contacto con derecho foráneo favorecen y esclarecen el tratamiento del caso con elementos extranjeros. Es así como el Título IV versa sobre Disposiciones de Derecho Internacional Privado, ocupando al Capítulo 3 con la Parte Especial y, dentro de éste, a la Sección Novena con Sucesiones. Sabido es que el Proyecto mentado rescata los cambios sociológicos sobre todo otro aspecto y los aportes jurisprudenciales. Pasaré a reseñar las principales aristas con que se ha regulado al instituto, a saber: -La jurisdicción argentina se perfila en base a la alternación entre último domicilio del causante en el país; o bien, existencia de inmuebles y sólo respecto de éstos (art. 2643); -El derecho aplicable será el del último domicilio del causante, salvo en lo relativo a bienes inmuebles sitos en el país, en cuyo caso será de aplicación el derecho nacional (art. 2644); -Será, también, de aplicación el derecho argentino en caso de reenviar el derecho extranjero, hacia el ordenamiento local (art. 2596). Sin ahondar en las bondades o zonas erróneas vertidas en la totalidad del aludido Proyecto, el área destinada a sucesiones con referencias de elementos extranjeros es clarificadora de situaciones concretas en el tema. Sus previsiones responden a las expectativas actuales y también a la defensa y protección del patrimonio inmobiliario nacional. Además de ello, es de hacer notar que el texto propuesto guarda mayor compatibilidad con la fuente convencional internacional. Referencias de Investigación -Garcimartín Alférez, Francisco J.: Derecho Internacional Privado. Ed. Thomson Reuters. España, 2012. Página 459 y siguientes. -González Campos, Julio D.: Derecho Internacional Privado. Ed. Eurolex. Sexta Edición. Madrid, 1995. Página 396 y siguientes. -Machado, João Baptista: Lições de Direito Internacional Privado. Ed. Almedina. Coimbra, 1977. Página 434 y siguientes. -Santos Belandro, Rubén: Derecho Civil Internacional y de Familia. Asociación de Escribanos del Uruguay. Montevideo, 2009. Página 239. 75 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 76 ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? Julio Storni “El deber de hacer justicia, es una de las más grandes y bellas garantías que un pueblo libre puede exigir e imponer a sus magistrados” (De Caine, Historia del Gobierno Representativo, Revista de Legislación y Jurisprudencia p. 402.) s u m a r | o I. Consideraciones generales. II. La Justicia de Paz en Buenos Aires. III. Los jueces. IV. Los abogados V. Cuestiones de competencia. VI. El sistema procesal VII. Argumento final. . 77 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 78 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] I| Consideraciones generales La confianza pública en la Justicia es un elemento fundamental para construir una sociedad más equitativa, respetuosa de la ley, de los derechos y apta para el desarrollo económico y social. Para ello es imprescindible facilitar a todos, y particularmente a los más pobres, el acceso a la justicia, desterrar la impunidad y las situaciones de privilegio, lograr su completa independencia de los otros poderes, asegurar la aplicación de la ley de modo igualitario y mejorar su eficiencia. El presente trabajo no pretende hacer un estudio sobre la historia y funcionamiento de la Justicia de Paz, sino que trata de realizar algunas reflexiones sobre el sistema vigente, con el fin de mejorar su funcionamiento, para que se cumpla el mandato de los integrantes de la Junta de Representantes de Buenos Aires que sancionaron, el 24 de diciembre de 1821, la ley de creación de la Justicia de Paz, pues consideraron indispensable “acercar las decisiones judiciales a la gente, que los conflictos se resuelvan allí donde se producen.” Se recurre a algunos estudios de prestigiosos tratadistas, solamente para fundamentar las conclusiones a las que queremos arribar; teniendo en cuenta que la Justicia de Paz ha tenido fundamental importancia en la Provincia de Buenos Aires, desde sus orígenes. Pasó, luego, por un largo período intrascendente, hasta la reforma introducida por la ley 9229 y, en mayor medida, por la ley 10.571, a la que Augusto Morello le atribuye carácter de “revolucionaria”. (La Justicia de Paz Letrada en la Provincia de Buenos Aires en Jurisprudencia Argentina Diciembre de 1987). El objeto de este trabajo es alertar sobre la necesidad de trabajar en el tema de la reforma de la justicia desde la abogacía. Por ello, el presente no es más que un intento de acercar alguna claridad que nos permita mejorar en los resultados para modificar, también, la opinión que la ciudadanía tiene sobre todos aquellos que nos dedicamos a tan noble tarea. O, por lo menos, para que la crítica a que sean sometidas estas reflexiones provoque que otras personas, quizás con mayor profundidad y acierto, hagan llegar sus opiniones al respecto. Por ello, la idea es que el tema sea abierto a las opiniones de quienes dedican sus esfuerzos a resolver conflictos entre los ciudadanos, y por supuesto, también, y con singular atención, de aquellos que son los destinatarios de tales esfuerzos, los ciudadanos. Desde hace tiempo venimos escuchando quejas acerca de la lentitud 79 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] de la justicia; la sociedad tiene una visión muy crítica del sistema judicial, circunstancia que se visualiza en las últimas encuestas que se han publicado sobre el tema. Esa opinión se agrava por la forma en que estos temas son tratados en los medios masivos de difusión. En realidad las cosas no son tan dramáticas como son presentadas en los programas de televisión, que son causa del mismo descrédito, pues los casos son tratados sin ningún tipo de rigor científico y los personajes que aparecen en los medios no son justamente los más estudiosos y conocedores del tema, sino los más “mediáticos”; o sea, los que producen algún tipo de conflicto que aumente la cantidad de televidentes. Es, entonces, nuestro deber tratar de mejorar la imagen que la gente tiene de la justicia y para ello hay que optimizar ese servicio; para que la población empiece nuevamente a confiar en el sistema, que es justamente la única posibilidad que tenemos los ciudadanos de defendernos ante las grandes empresas, los grandes capitales, que a través de los medios de difusión van creando necesidades inexistentes y van formando, de acuerdo a sus intereses, la opinión pública. Sobre el tema de la mejora del sistema judicial existen numerosos trabajos de juristas prestigiosos que aciertan, claramente, en el análisis de las causas de los problemas; pero lo cierto es que, desde hace mucho tiempo, no se produce una mejora en el sistema judicial. Lo último que se ha visto en tal sentido es la reforma de la Justicia de Paz en la Provincia de Buenos Aires, que ha sido una verdadera revolución en el sistema, permitiendo a las personas tener un acceso a la justicia más inmediato y económico, y, además, para que el que va a resolver un conflicto conozca a las personas que lo plantean, y por ello, que las decisiones sean tomadas allí donde se producen. También puede citarse, en este sentido, la posibilidad de presentar escritos por medios electrónicos y la firma digital, temas que aún están en estado de prueba; pero, sin dudas, será un importante avance tendiente a reducir el tiempo de duración de los trámites judiciales Pero la reforma introducida por el decreto ley 9229 y, en mucho mayor medida, por la ley 10.571, que ha mejorado sustancialmente la posibilidad de acceso a la justicia de los vecinos del interior, ha mantenido el mismo sistema procesal que rige en nuestra Provincia desde hace años, lo que hace que las decisiones sean, también, tardías. ]]]]]]]]]]]]] 80 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] La mencionada reforma ha tenido, sin embargo, muchas críticas, tratando de poner a la Justicia de Paz en un segundo plano, una especie de justicia de segundo nivel; cuando en realidad es un gran acierto y tiene un nivel, -en muchos casos-, superior al de la justicia de primera instancia. Esas críticas han sido, también, planteadas por las grandes empresas y por las corporaciones, que pretenden mantener una justicia centralizada, y se oponen a cualquier proyecto de descentralización. Ante la imposibilidad de frenar la descentralización, han intentado inutilizarla, otorgándole mayor competencia con iguales recursos. Esas decisiones, lejos de contribuir al mejor desenvolvimiento del juzgado, tienen la clara intención de hacer que la Justicia de Paz resulte inoperante y no sirva para los fines para los que ha sido creada. En realidad, la verdadera lucha que se plantea en la sociedad tiene su causa en que algunas personas pretenden mantener y mejorar un sistema que se basa en la trilogía liberal “producir – consumir – enriquecerse”, que ha producido un individuo egoísta, consumista, frívolo, al que sólo le interesan los objetos...” (Dany Rober Dufour, reportaje de Eduardo Febbro en Página 12 del 13/02/2012). Tal situación es consecuencia del capitalismo salvaje que se ha instalado en el mundo, fundamentalmente a partir de los años 80 y como consecuencia de la desaparición del sistema comunista, entre otras causas. Sus seguidores fundamentan sus opiniones en la teoría del mercado, que propone la acumulación de riquezas con la idea del “derrame”. Ésto es, que la clase poderosa acumula riquezas y luego se produce el derrame que favorece a las demás personas. Los últimos tiempos y la crisis europea nos demuestran la falsedad de esta afirmación; porque esa forma de acumulación de riquezas, que últimamente se ha llevado adelante sin la más mínima regulación por parte del Estado, ha provocado la tremenda desigualdad del mundo actual. La riqueza global del capitalismo despoja de sus derechos a millones de individuos. Me permito, sobre el tema, citar una frase del periodista francés Herves Kempf de su libro “La destrucción de nuestro planeta”: “Algo interesante es que el capitalismo, en su última etapa, en los últimos 30 años, ha privatizado más y más áreas de actividad social. Privatizó el sexo, privatizó el deporte… Y usó la televisión para controlar las mentes de las personas y para empujar a la gente hacia este tipo de actividad. Y hacerles creer que la política y los temas técnicos no son muy interesantes. Está muy claro que la oligarquía dentro del capitalismo siempre ha intentado controlar la televisión. Saben que es la manera más eficiente de controlar la mente de las personas. ... La visión del mundo de las clases dirigentes, que 81 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] consiste en pensar que la única vía imaginable es aquella que conduce a acrecentar más y más la riqueza, no solamente es siniestra, también es ciega.” Es ciega porque no existe ninguna posibilidad de vivir dignamente mientras exista un sector de nuestra sociedad que viva en la pobreza, que no tenga, siquiera, el acceso a una educación razonable. Sobre el tema es interesante el libro “Playa Terminal” de J.G. Ballard. Me gustaría agregar a la frase de Kempf que también se intentó privatizar la justicia, y se intenta, todavía, -todo en base a la lentitud de los tribunales-, en lugar de pensar en mejorar el sistema, buscar la forma de privatizar las soluciones de los conflictos entre las personas, circunstancia que ahondará mucho más la desigualdad entre los poderosos y el resto de las personas. Es indispensable que el servicio de justicia sea prestado por el Estado. Y los que tenemos como vocación el ejercicio del derecho debemos trabajar arduamente para evitar que las grandes corporaciones logren su objetivo de dominación, teniendo, también, el control de la justicia. Es necesario darle al pueblo la posibilidad de defenderse de los que los oprimen y estafan diariamente. Igual que en la antigüedad, en la época feudal, o en cualquier otro momento, el hombre sigue siendo cruel y aprovechador de los más débiles; ahora con métodos mucho más sutiles, logrando que los oprimidos crean que tienen la culpa de su situación. En esta teoría se insertan muchas de las “mejoras” que se han pretendido introducir a la Justicia de Paz, como la de dotar a los jueces de competencia en materia penal, lo que implica inutilizarla y hacer perder a la población un recurso fácil y accesible. Cuando hablamos de derechos en Argentina, es necesario distinguir entre dos grupos humanos. Unos, que tienen “titularidades”, ésto es, los que tienen derechos básicos reconocidos (vida, salud, seguridad, educación, propiedad, trabajo, vivienda, ahorro, bienes de consumo) y otros, que carecen de la mayor parte de los insumos básicos, que configuran los grupos llamados de “necesidades básicas insatisfechas”. Este sector, mínimamente integrado, no tiene acceso pleno a la justicia. En rigor, este acceso queda limitado para la mayor parte de los ciudadanos, pero esa dificultad es superlativamente mayor cuando por defecto educativo no se conoce siquiera qué derechos se tienen, o cómo defenderlos. Convengamos, entonces, que la carencia básica nacional es que, en ]]]]]]]]]]]]] 82 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] el país, no existe una distribución equitativa de los derechos ni de los recursos, a pesar de los esfuerzos que, en tal sentido, se hacen desde el gobierno. El que se encuentra sumergido en la pobreza no cuenta. Por lo tanto, cuando se trata del cumplimiento de la ley, se debe especificar, claramente, a quién nos estamos refiriendo. Hay quienes deberían cumplir la ley, porque la sociedad los integra y beneficia y no lo hacen, y esto aumenta su beneficio. Para otros, la ley es un conjunto de obligaciones y ningún derecho. Parecería que estamos compelidos a encarar, también, desde la justicia, la solución del problema endémico de la pobreza. Se trata de un tema sobre el cual hay que trabajar desde todos los sectores, porque no se puede concebir la vida misma sin el respeto a los derechos humanos que implica la inclusión de todas las personas en el disfrute de los bienes y servicios que la sociedad ofrece. No existe la salvación individual, no sirven los cercos ni las rejas, no están exentos los habitantes de los barrios cerrados de los problemas de la llamada “inseguridad”. Mientras no logremos incluir a todos nuestros compatriotas en los beneficios del sistema, no tendremos paz. Y no solamente hay que tener en cuenta la falta de recursos económicos para solventar las mínimas necesidades, para vivir dignamente; hay que tener en cuenta la falta de recursos culturales para que las personas puedan conocer sus derechos, la forma de hacerlos valer y defenderse de la agresión de los grandes capitales. El problema no se resuelve atacando las consecuencias; por el contrario, los hechos de “inseguridad” continúan a pesar de las cámaras de seguridad, el incremento de las penas; y cuantas más acciones se proponen para perseguir a los delincuentes. La idea de bajar la edad de la imputabilidad resulta un absurdo que algunos sectores sostienen y demuestra un absoluto desconocimiento de la naturaleza humana y desprecio al prójimo. El que no se encuentra incluido no respeta su propia vida y, por lo tanto, no respeta la vida de los demás. La sociedad espera que el sistema punitivo resuelva la cuestión y ello no es posible. No se pretende que las grandes corporaciones cambien su manera de actuar en base a principios religiosos o de ideología política o filosófica. Se trata de una cuestión de inteligencia. La vida no será posible en nuestra sociedad si continuamos profundizando la brecha entre poderosos y proletarios, cada vez más numerosos, pues, poco a poco, van incluyendo individuos de la clase media. Es indispensable que nos ocupemos del tema, porque, acertadamente, 83 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] desde la Presidencia de la Nación, se ha planteado la necesidad de “democratizar” la justicia, y hay quienes han pretendido que tal expresión implica la elección por voto popular de los jueces. Ello no es así, y acertadamente lo ha expresado el Dr. Zaffaroni, al responder una entrevista aparecida en el diario “Página 12”, donde expresa: “Un poder no es democrático sólo porque proviene de elección directa, sino porque es indispensable para que la democracia funcione. Siempre se ha planteado el problema de que un poder no elegido directamente controle a un poder de elección popular directa, pero ese debate no se resuelve con simplezas viscerales. El control es indispensable, dado que no se puede jugar un partido de fútbol sin árbitro ni jueces de línea. En lugar de un partido sería una trifulca” Democratizar la justicia. ¿Qué se querrá decir con esta frase? Últimamente se la utiliza mucho, primero desde el gobierno, luego a través de los medios; y también es utilizada por la población en general, por lo que resulta indispensable ponernos de acuerdo en cuanto a su significado y alcance. Se sostiene que la justicia es corporativa, que defiende los intereses de los grandes capitales, y, sobre todo, que está lejos de la gente. Estas opiniones son ciertas, pero dejemos aclarado que aún existen jueces honestos, que son la mayoría, y que cumplen a conciencia con su trabajo, imparten justicia de acuerdo a criterios sanos y, sobretodo, resuelven conflictos, a pesar de la pesada carga que significa hacerlo utilizando el sistema procesal vigente. La crítica que la sociedad hace de la justicia tiene dos aspectos: el cuestionamiento a determinados jueces que responden a otros intereses que no son los de hacer justicia, y el cuestionamiento por la demora en los trámites que, en haras de la seguridad, se ha incrementado de tal manera que las soluciones son siempre tardías, lo que afecta, en gran forma, a la seguridad jurídica. Como hemos visto, no resulta solución la idea de que los jueces sean elegidos por el voto popular. Dicen, sería ésta la mejor manera de que los jueces resulten ser los que el pueblo quiere. Volvemos a la opinión del Dr. Zaffaroni que, en una entrevista realizada por el periodista Martín Granovski aparecido en el diario Página 12, dijo: “... la elección de los jueces por el voto popular daría lugar a una demagogia vindicativa y a una corrupción terrible ... ganarían los más ignorantes solventados por intereses de los poderosos o vendidos a ellos”. Está claro que no es ésa la solución, porque si buscamos las causas por las que en la justicia existen cada vez más decisiones que favorecen a los más poderosos, a las grandes empresas o a los más importantes estudios jurídicos, veremos que el problema se profundiza cuando el poder judicial pierde ]]]]]]]]]]]]] 84 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] independencia. No es, entonces, mezclando los diferentes poderes del Estado que encontraremos la solución al problema, todo lo contrario. Sin dudas, la interpretación de la frase “democratizar la justicia” pasa solamente por la razón que tuvieron los integrantes de la Junta de Representantes de Buenos Aires para sancionar el 24 de diciembre de 1821 la ley que estableció la Justicia de Paz. Las ideas que llevaron a la sanción de esa ley eran: la necesidad de acercar la justicia a la gente, y que los conflictos se resuelvan donde se producen. Entonces, en la encrucijada en que nos encontramos creemos que la mejor manera de resolver este grave problema es volver a esos principios y crear una justicia de paz cercana, rápida y eficaz, cuya presencia protectora pueda ser sentida por la población y adonde puedan acudir a reclamar por sus derechos todos los integrantes de la comunidad. Roberto Berizonce dice que es necesario hacer cierta la tendencia de una democratización horizontal, en la que se facilite, en lo esencial, el derecho efectivo a la jurisdicción. (“Efectivo acceso a la justicia” Ed. Platense 1987). Para lograr estos objetivos se propone que todos los conflictos que se produzcan sean resueltos en el Juzgado de Paz. Con un sistema procesal muy simple, donde el juez pueda tener acceso al conocimiento directo de las personas y, por ello, pueda resolverlos con rapidez y justicia. Sabemos que estas ideas provocarán reacciones en posturas conservadoras, como ha ocurrido anteriormente, cada vez que se amplió la competencia de los juzgados de paz. Dice Morello en el trabajo citado: “... desde hace años predominó una actitud de reacción, de contragolpe de dilación, que no atinaba a anticiparse a las demandas de la provincia secreta que bullía debajo de la planta de nuestros pies. Con una porfiada rigidez salía al cruce de cuanta iniciativa motorizada por otros enfoques”. También el diputado Guillermo H. Fabiano puso de resalto las dificultades de la tarea de descentralizar la justicia y enfrentar a los intereses creados que se estructuraron en torno del actual mapa judicial de la provincia, en circunstancias de defender el proyecto que, luego, fue aprobado como ley 10.571. Es decir, que estamos preparados para recibir las más duras críticas de quienes pretenden mantener el status quo actual; el foro de las cabeceras departamentales se niega a continuar perdiendo parte del poder que ha manejado. Se hace necesario y urgente que se comprenda el reclamo de la sociedad y que es preferible descentralizar la justicia definitivamente y desde adentro, antes de 85 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] que se lleven a cabo reformas que, sin dudas, perjudicarán al mundo jurídico y también serán muy perjudiciales para el sistema republicano. Termina diciendo Morello, en el trabajo citado anteriormente referente a la ampliación de la competencia de los Juzgados de Paz: “Con el correr del tiempo la idea que impulsará los pasos siguientes es la de que en cada partido (en la mayoría, si no en todos) la descentralización sea total”. Por supuesto que no se pretende agotar el problema reformando la ley procesal y la competencia de los Juzgados de Paz, sino que será indispensable un cambio en la forma de pensar y de actuar de los que tenemos la responsabilidad de ser parte del sistema, reconociendo, además, que todos tenemos alguna en el estado actual del servicio de justicia. Un proyecto integral de reforma judicial solamente se podría lograr con la participación de todos los sectores que aporten sus conocimientos y experiencia, para que las soluciones lleguen desde dentro del sistema. Los intentos que se conocen hasta ahora, como el presente, tienen el defecto de resultar trabajos descoordinados, a los que les falta el compromiso de todos los sectores para que las reformas resulten posibles y restaure a la justicia como un pilar del estado de derecho. Luego de estudiar la descentralización de la justicia en la Provincia de Buenos Aires propondremos sustanciales modificaciones, tanto desde el punto de vista de la competencia, como de la designación de los jueces, la participación de los abogados y el sistema procesal. II| La Justicia de Paz en Buenos Aires Como antecedente de la Justicia de Paz encontramos a los mandaderos de paz del Fuero Juzgo, y los jueces avenidores de las leyes de Partidas, pues en la época colonial siguieron teniendo vigencia los sistemas jurídicos españoles durante un tiempo, posterior, incluso, a la declaración de la independencia. En ambos casos, con funciones, principalmente, de mediadores entre las partes en conflicto. Desde antiguo se otorgó fundamental importancia a las autoridades locales para que sean “escuela donde el pueblo aprenda a conocer sus intereses y sus derechos, donde adquiera costumbres cívicas y sociales, donde se eduque paulatinamente para el gobierno de sí mismo o la democracia, bajo el ojo vigilante de los patriotas ilustrados; en él se derramarán los gérmenes del orden, de la paz, de la libertad, del trabajo encaminado al bienestar común; se cimentará la ]]]]]]]]]]]]] 86 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] educación de la niñez, se difundirá el espítiru de asociación, se desarrollarán los sentimientos de patria y en él se echarán los únicos indestructibles fundamentos de la organización futura de la República.” (Esteban Echeverría Cartas a Don Pedro de Angelis, en Obras Completas, p.204.) En esa época se otorgaba singular importancia a la conciliación: “La avenencia es cosa que los omes deben mucho codiciar, o mayormente aquellos que han pleito o contienda sobre alguna razón en que cuidan de aver derecho” Partidas ley 23 tit. IV. “La Novísima Recopilación recomendaba a los corregidores que procuraran que las partes se compusieran amistosa y voluntariamente, para lo cual debían valerse de persuasión y de cuantos medios les dictare la prudencia, haciéndoles ver el interés que a ellos mismos les resulta y los perjuicios y dispendios de los litigios aún cuando ellos se ganen.” (Gualberto Lucas Sosa, Instituciones de la Moderna Justicia de Paz Letrada, p. 14.) “Levantar en cada distrito un tribunal que fuese el altar de la concordia, basado en la buena fe y el optimismo en la infalibilidad de la razón individual, del sentido común y del instinto natural. Desde esa perspectiva se creía que cuando ese juez hablara debían extinguirse los odios y las pasiones tendrían que abatirse a sus pies, y que de ese modo la paz reinaría en las familias y los corazones perversos abjurarían de sus culpables designios. Ante él se estaría frente al amigo, el árbitro, el padre, más bien que ante el Juez de sus conciudadanos, previendo los pleitos con sus consejos y los delitos con su vigilancia.” (Thouret, Relator en la Asamblea Nacional Francesa, verlo en Sosa, obra citada, p. 15.) Con estos antecedentes y con las mismas funciones e intenciones la Junta de Representantes de Buenos Aires, el 24 de diciembre de 1821, dicta una ley por la que se deroga el sistema de cabildos y se crea la justicia de paz lega; y tenía, en principio, solamente la función jurisdiccional que anteriormente cumplían los cabildos, aunque luego, poco a poco, se fueron acrecentando sus funciones hasta llegar a tener la suma del poder público a nivel local. “El juez de paz, este interesantísimo personaje de nuestro pasado judicial, irá adquiriendo, por la fuerza de las circunstancias, cada vez más atribuciones, resultando agente directo de los gobiernos de turno, escribano, redactor de las listas de contribuyentes del partido y agentes de la percepción de impuestos, comandante de milicias, jefe policial, informante del gobierno de todas las actividades y único juez, con la importante misión de filiar a quienes, según su criterio, eran vagos y malentretenidos para su ulterior remisión a las autoridades 87 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] militares.” (Investigaciones sobre Historia del Derecho Rural Argentino. Carlos Mario Storni p. 347) La concentración de atribuciones transformó al Juez de Paz en un funcionario temible, que aprovechaba su poder en contra de los habitantes de la campaña bonaerense. El poblador rural no contó con las garantías necesarias para que su persona y su familia pudieran considerarse protegidas de injusticias y atropellos. “Cabría, más bien, hablar de la desprotección jurídica del poblador de la campaña bonaerense, dado que sus habitantes, desde los tiempos fundacionales de las primeras ciudades y hasta fines del siglo XIX o principios del siglo XX, no gozaron en la misma medida que los pobladores urbanos de una protección jurídica eficaz, con relación a los derechos, garantías y libertades individuales. Puede afirmarse que se trató de personas comparativamente desprotegidas.” (Carlos Mario Storni, obra citada p. 343.) La Constitución de 1873 dispuso la división de las funciones de los jueces de paz para transformarlos en funcionarios exclusivamente judiciales: “debía asegurarse una justicia cercana y accesible, para que el litigio se resolviera allí donde se producía.” Y el 2 de junio de 1887 se sanciona la ley 1853, que confiere a los jueces de paz competencia en asuntos civiles y comerciales de menor cuantía y en asuntos correccionales. Luego, con el correr de los años, los jueces de paz van perdiendo injerencia hasta transformarse en funcionarios con mínimas tareas, limitándose a meras tareas administrativas, certificaciones de firmas y de copias, hasta la sanción de la ley 9229 y 10.571, que modifican la organización de la justicia de la provincia. Ya nos hemos referido a la importancia de esta reforma que cambia la vida de los habitantes del interior de los Departamentos Judiciales, acercando la sede de los juzgados a la gente. Esta transformación resulta fundamental por varias razones: los jueces de paz pasan a ser letrados, lo que implica un conocimiento del derecho que les permite tomar decisiones más justas; las designaciones recaían en personas que habitaban el lugar en que iban a ejercer la jurisdicción, lo que le permitía tener conocimiento de las personas y costumbres del lugar; lo más importante es que las decisiones se toman en el lugar en que se producen los conflictos. En cambio, no se tuvo en cuenta que con todas esas ventajas se debía dotar a los jueces de paz de un procedimiento mucho más ágil para que los conflictos se solucionen con la rapidez que la sociedad reclama. ]]]]]]]]]]]]] 88 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] El sistema procesal es arcaico, es absurdo y beneficia a los morosos; además, no tiene previsto, nuestro ordenamiento procesal, un sistema de mediación y conciliación de los conflictos, que, como hemos visto, es esencial a la idea de la justicia de paz. A pesar de ello, los jueces de paz realizan una importantísima tarea de conciliación, a la que contribuyen, sin duda, los letrados que abogan en el foro local. La ampliación de la competencia de la justicia de paz para ocuparse de cuestiones del derecho penal, con la misma estructura con que cuenta actualmente, es un gravísimo error, porque la aparta de su función habitual y la obliga a ocuparse de temas que requieren una profunda especialización. Se trata, simplemente, de otro intento de las grandes corporaciones que, como no han logrado frenar el avance de la Justicia de Paz, pretenden destruirla otorgándole una competencia para la que no están preparados y que les insumiría mucho tiempo, desatendiendo las importantes cuestiones que ahora deben resolver. Por eso, para que la justicia de paz continúe siendo una solución para los pobladores del interior de la Provincia, se deberá tener especial cuidado en no entorpecer la tarea que ahora realizan. III| Los Jueces Los dramáticos resultados que surgen de los últimos sondeos de opinión conocidos son una radiografía de lo que cree la sociedad. La sociedad piensa que en la justicia todos son corruptos, todos son inmorales, que los juicios se resuelven a favor de los poderosos, que los delincuentes “entran por una puerta y salen por la otra”. En realidad, las cosas no son como lo muestran las encuestas; por el contrario, los jueces honestos son mayoría. Son los que resuelven infinidad de conflictos entre los ciudadanos comunes con una gran dedicación y con honradez. Pero la ciudadanía no los conoce; los medios de difusión solamente resaltan lo malo, el que trabaja honradamente y con eficacia no es noticia. Entonces, trabajar bien no lo es todo, la gente debe saberlo, para volver a confiar. Además, el dicho popular resulta equivocado porque, en la mayoría de los casos, las personas detenidas salen por la misma puerta que entraron. Para comenzar a cambiar la imagen que tiene la sociedad será necesario abocarnos a la tarea de la designación de los integrantes del Poder 89 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] Judicial, siendo ésta una cuestión fundamental que hace a los resultados y a la independencia de los poderes del Estado. El tema de la designación de los jueces es una cuestión fundamental, sobre la que será necesario ponerse de acuerdo para comenzar con el proceso de democratización de la justicia, en el sentido que corresponde darle a la frase. Hemos visto el lamentable resultado de la intromisión de las corporaciones en la designación de los jueces. Desde la política se han cometido graves errores, y como ejemplo basta mencionar a la Corte Suprema de la Nación adicta al Poder Ejecutivo que fuera designada por el entonces presidente Menem. El tema no merece mayores comentarios porque está en el conocimiento de toda la comunidad. En contrapartida, y contradiciendo el argumento que se formula en el párrafo anterior, debemos citar la decisión del presidente Kirchner de integrar la Corte Suprema con jueces independientes. “la actual Corte Suprema, está integrada por jueces cuyo desempeño en el cargo es incuestionable: tres designados con anterioridad al gobierno kirchnerista y cuatro designados por el presidente Kirchner. No hay contra su alta y valiosa labor judicial una crítica seria y objetiva, es decir, desprovista del encono que, en ocasiones, suscita perder un pleito. Y sonaría ridículo que alguien se atreviera a sostener que esta Corte falla de acuerdo con intereses de determinadas corporaciones”. (Nota de Gustavo Bossert publicada por La Nación el 25 de marzo de 2013.) Pensamos que la decisión del presidente Kirchner implica una revolución que no terminamos de agradecer y valorar. Claro que, a estos jueces incuestionables, desde todo punto de vista, debemos dotarlos de un sistema procesal y una organización de la justicia que les permita resolver los conflictos con la premura que la sociedad exige. Esto nos lleva al tema de la composición del Consejo de la Magistratura, donde ninguno de los estamentos representados tenga mayoría, sino que cada uno de los sectores representados necesite de los otros para la toma de decisiones. Pero para evitar que ese organismo se paralice por falta de acuerdo, el sistema de designación de jueces tiene que modificarse. Es indispensable que las personas designadas para cubrir cargos en la justicia no deban su designación a ninguna persona o fuerza política en particular, sino que solamente se tengan en cuenta sus antecedentes y conocimientos. Para lograrlo será necesario realizar los exámenes que se tomen en el Consejo de la Magistratura con absoluta transparencia, publicando, incluso, los resultados por ]]]]]]]]]]]]] 90 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] internet, con la finalidad de controlar los criterios de evaluación. Entonces, la función del Consejo de la Magistratura debería ser la de determinar las personas que se encuentran en condiciones de ocupar tan alta responsabilidad. Luego, para llenar las vacantes existentes o que se produzcan se podría utilizar el azar entre quienes están en condiciones de asumir tan alta responsabilidad. La sola mención del sistema crea un prejuicio que afecta también al que escribe estas líneas. Cómo un tema tan trascendente va a quedar librado al azar? Para responder esa pregunta habrá que tener en cuenta que los que participan de ese mecanismo, previamente, han demostrado que se encuentran en condiciones para ocupar el cargo, y que de esta manera es como mejor se respeta la independencia del que resulte designado. El art. 24 de la ley 26.861 prevé un sistema similar para la designación de los empleados de la justicia; y el sistema podría ser utilizado, también, para la designación de los jueces. IV| Los abogados Noble profesión la del abogado. Criticado y vilipendiado por todos y al que todos recurren cuando tienen un problema. Si el problema se resuelve es que el interesado tenía razón; entonces, cualquier cosa que corresponda cobrar por ese trabajo es mucho; en cambio si el caso se pierde, es culpa del abogado. Es cierto que hemos hecho mucho para que la gente piense eso de nosotros. Los abogados más famosos y reconocidos por la sociedad, los que aparecen en los medios de difusión son, normalmente, los que actúan de la manera que tanto se critica, y sobre los que caben, perfectamente, todos los chistes que existen sobre abogados. No me refiero, por supuesto, a los grandes juristas, que sólo son conocidos por quienes nos dedicamos a esta hermosa profesión, y a quienes respetamos y consideramos como corresponde. La gente piensa que los abogados ganan y viven bien, que el dinero les sobra, y eso no es cierto. En ocasiones, como a cualquier profesional, les va mejor o peor, pueden tener miles de asuntos pero, a veces no se les paga; deben asumir al cliente que muchas veces responde con el “gracias por ahora”, y confía más en cualquier persona de la calle que le da consejo. El abogado padece en los juzgados a jueces soberbios que se creen Dios, a los secretarios, el escribiente y, sobretodo, el notificador. 91 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] Como diría Fernando Varela, “El sistema administrador de justicia actual, que ha burocratizado al trámite judicial convirtiendo el amanuense de Juzgado en el primer decididor del mismo, abona y fomenta en una especie de proceso de retroalimentación esa desagradable y antifuncional situación.” (Fernando Varela, “Tres Problemas de la Abogacía” ,p. 159). La gente piensa que los abogados están obligados a saber de todo, porque de todo preguntan, qué opina del presidente, de los cambios políticos, del niño que mataron, de la anciana que violaron, de la bolsa de valores, del narcotráfico, del fútbol,… Casi siempre un cliente, o un amigo, o un conocido o, lo que es peor, un familiar, plantean un asunto muy enredado; y cuando el abogado les explica el procedimiento que hay que desarrollar, el tiempo y el dinero a invertir para resolverlo, seguramente éstos tacharán de ignorante al abogado y dirán: “¿cómo? Si la cuñada de mi vecina me dijo, que conoce a una persona que le contó, que había escuchado que a un amigo un abogado le resolvió un caso igual en una semana y que le cobró bien barato”. Los familiares quieren que les resuelvan sus problemas a cambio de nada, porque son familiares; los vecinos piensan que lo saben todo y consultan cosas tan fútiles como: “¿qué puedo hacer? mi vecino pone la radio muy alta, ¿lo puedo demandar? Los amigos se amparan en su abogado; piensan que pueden hacer cualquier cosa y su amigo los vas a salvar; y sin pagar un peso. Por otro lado están los que ponen piedras en el camino del abogado, -a veces, incluso, otros profesionales (contadores, escribanos, etc) que ocacionalmente, pueden pensar que conocen la ley mejor que el abogado y realizan cuestionamientos sobre temas que, probablemente, no entiendan. La abogacía es una profesión injustamente repudiada por la sociedad, se trata a los abogados de aprovechadores, de vendidos, se cree que se enriquecen a costa de sus clientes. Nada más lejos de la verdad. La proporción de abogados que, siendo malas personas, son capaces de tan bajos procederes es igual a la que existe en otras profesiones y en la misma sociedad. Es necesario cambiar la imagen de los abogados ante la sociedad y, para ello, se hace necesario involucrar a los que ejercen libremente su profesión en el procedimiento judicial, pues, hasta ahora, son solamente simples observadores del trámite. Así, en ocasiones, escapa de su meta el ideal de hacer justicia, pues se sienten ajenos al proceso y recurren a medios que solamente obstruyen el trámite de averiguación de la verdad. Involucrar al abogado y responsabilizarlo del trámite judicial resultaría indispensable; ésto es, hacerlo partícipe y responsable del resultado ]]]]]]]]]]]]] 92 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] del procedimiento, creando un sistema de sanciones que deberían llegar a la exclusión de la matrícula, en caso de que la actuación del profesional implique dilatar la solución del conflicto. En cuanto a la actuación como asesores de incapaces, defensores de pobres y ausentes o curadores, se propone que se mantenga el sistema actual, que funciona correctamente, aunque sería conveniente mejorar la retribución que perciben. V| Cuestiones de competencia Teniendo en cuenta el argumento sostenido en el inicio, en cuanto a que la justicia de paz es la más importante reforma que se ha introducido al sistema;“revolucionaria”, diría Morello-, es que proponemos que se creen más Juzgados de Paz, tantos como sea necesario para que las comunidades de las localidades del interior puedan resolver sus conflictos sin moverse de la ciudad en que viven. Deberían crearse juzgados de paz en cada cabecera de partido y en las localidades con un número de habitantes que lo justifiquen (¿Cuántos? Será un tema a resolver). Diferenciados por competencias: En materia civil y comercial, en materia de familia, en materia laboral, en materia contencioso administrativa, en materia penal. Para ello, es necesario determinar, claramente, las competencias de los juzgados de paz, tratando de evitar los procesos que implican trámites complicados o en los que sea necesario un especialista para resolverlos. Este tipo de procesos deberían quedar en la cabecera de cada departamento judicial. Las Cámaras de Apelaciones, en cambio, pueden quedar en las cabeceras departamentales, utilizando las estructuras que hoy existen. El juzgado de paz en lo civil y comercial, además de la competencia actual, incluiría la competencia sobre daños y perjuicios, que hoy se encuentra aún en la cabecera departamental, a pesar del proyecto que existió y que tuvo media sanción legislativa y nunca llegó a aprobarse por la presión ejercida por la corporación de las compañías de seguros. No puede mantenerse este pivilegio. El juzgado de paz de familia debe tener competencia para todas las cuestiones de familia, y podría realizar muchas de las funciones que ahora ejercen los consejos locales. El juzgado de paz en lo laboral resulta indispensable para que los trabajadores puedan resolver sus conflictos sin necesidad de trasladarse a las 93 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] cabeceras departamentales. Con la creación de los juzgados de paz del trabajo se solucionaría el problema de la falta de segunda instancia en la justicia laboral de la Provincia, puesto que se crearían Cámaras del Trabajo con las estructuras que hoy existen y se resolvería, así ,un grave problema que tiene hoy la justicia laboral en nuestra Provincia, donde no existe segunda instancia, que es una garantía judicial reconocida por el artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica. Dicha garantía es considerada un derecho humano, que se manifiesta en la posibilidad cierta del justiciable de recurrir el fallo dictado por el a quo ante un juez o tribunal superior independiente de aquél. Además, el juzgado de paz del trabajo absorbería la función conciliadora que realiza actualmente el Ministerio de Trabajo, con lo que se pretende concentrar todos los esfuerzos que hace el Estado para resolver conflictos dentro de la órbita del Poder Judicial. En cuanto al juzgado de paz en lo contencioso administrativo, además de la competencia que corresponde a este fuero, debería incluir lo que hoy son los juzgados de faltas. No parece lógico mantener el juzgamiento de las faltas en la órbita del Departamento Ejecutivo Municipal. La función jurisdiccional debe estar bajo la dependencia del Poder Judicial. Asimismo, se debe dotar a este fuero del mismo procedimiendo vigente para el resto de los juicios. No puede ser que el Estado se legisle una ley procesal más beneficiosa porque considera que el sistema judicial no resulta suficiente para resolver sus propios conflictos. En cuanto al juzgado de paz en lo penal, se propone, en principio, que se ocupe solamente de los delitos correccionales, aunque será tarea de los especialistas determinar la clase de delitos que pueden resolverse en el juzgado de paz y aquellos que se justifica que sean resueltos en las cabeceras de departamento. Por supuesto que hará falta contar con una unidad fiscal de investigación en el distrito. VI| El sistema procesal Hay que cambiar la imagen que la población tiene de la justicia, que, en aras de la seguridad jurídica, ha dejado de lado la celeridad y la necesidad de resolver el conflicto cuando se produce. Una justicia tardía termina no siendo justicia. Porque las grandes demoras terminan beneficiando al incumplidor, fomentando la impunidad, la justicia por mano propia; porque, en realidad, el juez necesita para resolver de unos días o de semanas, en casos complejos; el resto del tiempo lo insume una maraña de trámites que solamente tienen su ]]]]]]]]]]]]] 94 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] fundamento en la herencia judicial, donde se van agregando trámites y pasos injustificados y, muchas veces, absurdos; todos ellos para garantizar la seguridad jurídica, cuando, en realidad, la que más sufre con estos trámites es, precisamente, la justicia. O quizás sea, en cambio, que con la excusa de la seguridad jurídica se van creando circunstancias que resultan ventajosas para algunas personas, que luego se escandalizan cuando alguien propone algún sistema para romper con esos artilugios. Se me ocurre recordar, en este momento, el tema del tráfico de drogas, en el que, muchas veces, los que más se escandalizan cuando se habla de legalizar el consumo son, justamente, los que pierden alguna ventaja modificando el sistema actual. Del mismo modo, cuando se pretende descentralizar la justicia, hacerla llegar más cerca de los ciudadanos, es cuando más se alzan las voces para tratar de impedirlo porque la descentralización implica la pérdida de algunos artilugios para obtener beneficios. Un ejemplo de una situación en la que suelen enredarse los juicios es el de la designación de peritos; para garantizar la seguridad jurídica los peritos son designados por la Corte, con el consiguiente dispendio de tiempo y trámites que ello implica. En definitiva, este procedimiento tampoco otorga certeza alguna acerca de la forma en que se practican los sorteos. Los juzgados de paz deberían contar con un trámite mucho más agil, que prevea un sistema de varias audiencias, desde la mediación, (que se tomaría en el juzgado), hasta la audiencia de prueba. Sería indispensable que el juez tuviera participación en todos, o casi todos, los trámites; entonces, deberán existir muchos más jueces y muchos menos empleados. Se piensa como adecuado que cada juzgado esté formado por un juez, un secretario letrado y dos empleados administrativos. Las mesas de entradas podrían ser comunes. El procedimiento se iniciaría con una simple planilla, similar a la que se utiliza para iniciar un trámite de mediación, donde consten los datos del actor, su letrado, el demandado, materia, monto reclamado, en caso de que sea posible determinarlo, y una pequeña síntesis de los fundamentos del reclamo. La planilla se presentaría en forma electrónica, y quien la recibe en el juzgado, determinaría la fecha de la audiencia de mediación. Las cédulas se confeccionarían en forma automática y el letrado que promovió el trámite fijaría, 95 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] con el encargado de la oficina de notificaciones, la fecha en que se realizará la notificación al o los demandados. Si éstos tienen su domicilio en otra jurisdicción el profesional retirará las cédulas para su diligenciamiento. Teniendo en cuenta que el número de diligencias que realizarían las oficinas de notificaciones sería mucho menor al que exige el sistema actual, se posibilitaría prever el modo para que fuera el profesional interesado en la notificación quien concurriera, junto con el notificador, a realizar la diligencia. El abogado designado por la parte demandada, sea abogado particular o defensor oficial, debería fijar su domicilio electrónico y el de su patrocinado, podría acordar con el abogado de la parte actora y con el juzgado una nueva fecha para la audiencia, en caso de resultar la fijada inapropiada. El domicilio electrónico que fije el abogado sería el medio de notificación de todas las resoluciones que se adopten, y, además, deberá consultar la marcha del trámite diariamente, a través de la mesa de entradas virtual y notificarse, por la misma vía, de las resoluciones que se adopten. El día fijado para la audiencia, que deberá ser tomada por el Secretario, se intentará la conciliación de las partes. En caso de no ser ello posible, se fijará, de común acuerdo, la fecha de la audiencia preliminar, donde las partes deberán tomarse el tiempo necesario para la confección de la demanda y contestación. En la misma audiencia de mediación las partes quedarán notificadas de la fecha de la audiencia preliminar y se plantearán también todas las incidencias que puedan surgir, como ser citación de terceros o de otras personas que pudieren resultar, también, responsables del conflicto, trámites preliminares, etc. Actor y demandado deberán, también, constituir domicilio electrónico, y en caso de que no lo hagan, deberán otorgar poder a su letrado, que será confeccionado en ese momento en el Juzgado. Una vez presentada la demanda, el traslado será remitido al demandado y a su letrado, por vía electrónica, debiendo el profesional designado por la parte demandada retirar del Juzgado copia de la documentación acompañada con la demanda. La contestación de la demanda deberá realizarse con tiempo suficiente para que la parte actora concurra a la audiencia conociendo las defensas que se plantean. Si es necesario realizar un responde, éste se hará antes de la fecha fijada para la audiencia preliminar. El hecho de que se llegue a la audiencia preliminar, implicará que las partes consienten todas las incidencias que se hubieren llevado a cabo y quedará definitivamente trabada la litis. Ésto implica que cualquier observación que debe ]]]]]]]]]]]]] 96 [ ¿Por qué es necesario democratizar la justicia? ] efectuarse a los trámites efectuados deberá ser formulada antes de la fecha de la audiencia y con el tiempo suficiente como para que se resuelvan las cuestiones observadas. En la audiencia preliminar, que será tomada por el juez, éste intentará la conciliación, y en caso de no lograrse una solución al conflicto, se realizará el ofrecimiento de los medios de prueba de cada parte. En ese momento el juez intentará realizar el reconocimiento de documentación y eliminar las medidas que se consideren innecesarias, de común acuerdo con las partes. Si es necesaria la participación de algún perito, el mismo será sorteado en la misma audiencia y se le notificará al perito en forma telefónica en el momento. En el sorteo, el juez, delante de las partes, extraerá una bolilla de un bolillero, que contendrá tantos números como expertos existan en la lista que se confeccionará al efecto. Si por cualquier causa no es posible la comunicación con el experto desinsaculado, o en el caso de que éste no acepte realizar el trabajo, se designará al que le sigue en la lista. En ese momento, el perito designado establecerá el tiempo que necesita para llevar a cabo el trabajo. En la misma audiencia se fijará la fecha de la audiencia de prueba, quedando las partes notificadas de la misma. Deberán tenerse en cuenta los medios de prueba ofrecidos y el tiempo que demore su producción. El experto designado tiene la obligación de concurrir al Juzgado para retirar las copias que necesite para llevar a cabo la pericia. Y deberá presentar el informe en el tiempo que había estimado, para que puedan las partes realizar las observaciones o impugnaciones que consideren oportunas. El día de la audiencia de prueba quedarán consentidas todas las diligencias practicadas, y desistidas las pruebas pendientes de producción, por lo que, en caso de que una de las partes considere necesario practicar alguna otra diligencia para completar las pruebas oportunamente ofrecidas, deberá hacerlo con tiempo suficiente como para que la cuestión quede definida antes de la fecha de la audiencia de prueba. En caso de que alguna de las partes considere necesario la producción de alguna medida de prueba no ofrecida, y que su producción no demore el trámite del expediente, el juez puede permitir su producción. En la audiencia de prueba el juez intentará nuevamente la conciliación del conflicto. Se tomarán las audiencias de confesión y testigos, los que deberán ser citados con la antelación necesaria. En caso de incomparecencia de alguno 97 ]]]]]]]]]]]]] [ Julio Storni ] de los testigos, el juez ordenará su citación por la fuerza pública, sólo cuando se considere indispensable su declaración para el esclarecimiento de los hechos. Todas las audiencias serán grabadas en medio electrónico y cada parte llevará una copia del medio en que fueran grabadas. El juez dictará sentencia en el plazo mínimo posible y las notificaciones serán realizadas por correo electrónico. La segunda instancia se implementará en la cabecera departamental. VII | Argumento final Como se expresó en el inicio, esta propuesta es solamente un intento, que no pretende más que instalar la necesidad de la reforma de la justicia, para que empiecen a surgir ideas al respecto, desde dentro del sistema judicial. Es claro que esta propuesta implica un mayor gasto en la administración de justicia. Quizás se pueda proponer que las modificaciones sean paulatinas y de acuerdo con las exigencias más urgentes que el tema requiere. Empezando por la modificación de la ley procesal que resulta tan arcaica como absurda. También está claro que cualquier modificación implicará un arduo trabajo, y que habrá que tener especial cuidado en no afectar los derechos laborales de todos los que prestan servicios actualmente. Lo que debemos tener en cuenta es que la sociedad exige que la justicia sirva para resolver sus conflictos. Que no tiene más paciencia para esperar soluciones tardías. Y que si los abogados no buscamos la forma de responder a ese justo reclamo y no logramos que la gente empiece a confiar en la justicia, los cambios serán planteados desde otros sectores con el evidente perjuicio de la profesión y del sistema republicano. ]]]]]]]]]]]]] 98 El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la provincia de Buenos Aires: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar Ricardo B. Albina y Alejandro M. Garro* s u m a r | o I. Introducción II. La infraestructura jurídica del contrato y el acuerdo de arbitraje. III. El desenlace de la disputa, la constitución del tribunal arbitral y el laudo que dictó. IV. El laudo deviene firme en la sede del arbitraje y el pedido de su ejecución en la República Argentina. V. La competencia del juez de ejecución de un laudo pronunciado en el extranjero: el rol de la justicia administrativa provincial. VI. El reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros en la República Argentina y la preeminencia de la Convención de Nueva York de 1958. VII. Naturaleza “comercial” de un contrato de construcción de buques y preeminencia de la Convención de Nueva York sobre el derecho interno argentino. VIII. Causales que habilitan la denegación de la ejecución de un laudo extranjero. IX. Cuándo se compromete el “orden público internacional argentino” y en qué circunstancias puede un tribunal judicial impedir la ejecución de un laudo extranjero por esta causal. X. Conclusión. * Ricardo B. Albina, abogado (UNLP 1975), Miembro del Trib. Arbitral del Colegio de Abogados de La Plata. Alejandro M. Garro, abogado (UNLP 1975), Profesor de Derecho Comparado de la Universidad de Columbia (Nueva York, 1981 a la fecha), LLM (Master en Derecho, Louisiana State University, 1979), JSD (Doctor en Derecho, Columbia University). 99 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 100 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] I| Introducción Este artículo apunta al tema del arbitraje comercial internacional dentro del contexto que brinda un caso concreto, a través de una crítica de un fallo de un juzgado en lo contencioso- administrativo de la Provincia de Buenos Aires, revocado por la Cámara en lo Contencioso-Administrativo de La Plata y que, desde el 15 de junio de 2011, se encuentra a estudio y consideración de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia. En la causa “Milantic Trans. S.A., c. Ministerio de la Producción. Astilleros Río Santiago y otro, s/Eiecución de Sentencia” (en adelante “Milantic”), el Juzgado en lo Contencioso-administrativo No. 2 del Departamento Judicial La Plata, en una sentencia dictada en noviembre de 2006, concedió un pedido de ejecución de una sentencia arbitral dictada en Londres contra una empresa pública argentina, Astillero Naval Río Santiago (en adelante “Astilleros”). 1 Este fallo (en adelante identificado como “Sentencia de Primera Instancia”) fue revocado dos años después por la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso-Administrativo de La Plata (el “Fallo de Cámara”).2 La Sentencia de Primera Instancia hace un desarrollo exhaustivo e ilustrado del caso, mientras que el Fallo de Cámara recibió justificadas críticas por parte de la doctrina nacional. 3 Una de las críticas fundamentales al Fallo de Cámara es que la Cámara Contencioso Administrativa de La Plata, en violación de los límites de su competencia, revocó la Sentencia de Primera Instancia en cuanto al fondo (rechazando el pedido de ejecución del laudo), cuando el recurso de apelación se limitó a cuestionar 1 “Milantic S.A. c. Ministerio de la Producción, Astillero Rio Santiago y otro, s/Eíecución de Sentencia”, La Plata, 17 de noviembre de 2006, suscripto por la Dra. Ana Cristina Logar, Juez en lo Contencioso-Administrativo No. 2 del Departamento Judicial La Plata. 2 “Milantic Trans. S.A. c. Minsiterio de la Producción, Astillero Río Santiago y otra,” publicado en La Ley 2008-A, p. 72, Diario Judicial del 6 de febrero de 2008, cita online AR/JUR/7037/2007. 3 Hernán Cruchaga, Ejecución de un laudo de tribunal extranjero, en La Ley, suplemento diario del 4 de julio de 2008, La Ley, volumen 2008-D, p. 248 (en adelante “Ejecución de un Laudo Extranjero”); Julio C. Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje (Crónica de sentencias judiciales argentinas recientes), JA-2008-III, p. 1222 (en adelante “Incomprensión Judicial del Arbitraje”). 101 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] la imposición de costas. 4 Esta flagrante violación del debido proceso y del principio básico de congruencia procesal (tanto appellatum tanto devolutum) ha sido oportunamente criticada por quienes comentaron este fallo.5 No es el objetivo de este artículo reiterar esas críticas, sino hacer una presentación contextual del pedido de ejecución de un laudo arbitral, introduciendo nociones de arbitraje comercial internacional a quienes no se encuentran familiarizados con el contexto dentro del que se desenvuelve.6 Este artículo comienza con una descripción del acuerdo de arbitraje celebrado entre la empresa extranjera que le encargó a Astilleros la construcción de un buque, seguido de un análisis de la controversia que se suscitó y el laudo dictado, para luego analizar las bases de competencia de la justicia provincial en lo 4 En un pasaje que el Dr. Rivera ajustadamente califica de “literalmente incomprensible”, el Dr. De Santis decidió entrar a revisar el fondo de la cuestión, a pesar de que la apelación se limitaba al tema de las costas, encontrando como excusa para tan insólita intromisión el hecho de que el apelante también hizo referencia en sus argumentos al tema de fondo. El juez preopinante dijo: “Si bien el núcleo central del recurso aborda el aspecto relativo a la imposición de las costas...el modo en que ha sido articulado el planteo impugnatorio fuerza a este tribunal a ingresar al fondo de la cuestión principal. Ello así pues, no sólo se observa el carril de rito para decidir la controversia y se formula reserva del caso federal, sino, se ingresa en los contornos centrales de la polémica a la que el recurrente une sustancialmente la derivación accesoria que trata, in extenso, en el recurso. Así pues, no cabe considerarlo limitado a ese segmento complementario. A cambio, sus fundamentos exigen ser ponderados comprendiendo la materia principal.” Ver, Julio C. Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, expresando su crítica al Fallo de Cámara (“La Cámara ha violado los límites de su competencia, y con ello violado la garantía del debido proceso pues se han omitido la audiencia y la contradicción. Por esto y aun prescindiendo de los groseros errores que contiene la sentencia, ella es arbitraria en el sentido que a tal expresión asigna la Corte Suprema de Justicia de la Nación.”). 5 Julio C. Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, op. cit. y Hernán Cruchaga, Ejecución de un Laudo Extranjero, quien también crítica duramente el alcance extra petita del Fallo de Cámara, incurriendo en lo que el autor considera una “denegación de justicia para el peticionante [sic]” de la ejecución del laudo (“La primera cuestión que surge de la lectura es que el fallo fue apelado por la referida Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires sólo en relación con la imposición de las costas del proceso. Es decir, el fondo de la cuestión, en cuanto a reconocimiento y ejecutoriedad del laudo arbitral había quedado firme y consentida expresamente por la parte demandada...La decisión de fallar extra petita repugna cualquier ordenamiento procesal, local o internacional. Pero al excederse de esta forma la Cámara en su pronunciamiento, genera un error de grueso calibre y crea un antecedente único en la jurisprudencia marítima”). 6 Los autores se han basado en el texto completo de la Sentencia de Primera Instancia y el Fallo de Cámara para reproducir los hechos principales de este caso y los argumentos presentados por las partes. Ninguno de los autores de este artículo tiene interés alguno, directo o indirecto, en esta causa o en su resultado. Nuestro comentario se inspira en el deseo de hacer conocer más y mejor en nuestro medio las complejidades del arbitraje comercial internacional y los obstáculos que impiden una mayor aceptación del arbitraje como medio alternativo de resolución de conflictos. ]]]]]]]]]]]]] 102 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] contencioso-administrativo y las razones que llevaron a la discrepancia entre el fallo de primera instancia y el de Cámara al decidir que el laudo dictado por el tribunal arbitral con sede en Londres merecía o no merecía, respectivamente, ser ejecutado en la República Argentina. Las conclusiones apuntan a reflexionar acerca de la importancia del arbitraje comercial institucional y lo costoso que resulta para la República Argentina que sus jueces no se encuentren mejor familiarizados con sus principios rectores. II| La infraestructura jurídica del contrato y el acuerdo de arbitraje Como consecuencia de la política económica de privatizaciones impulsada por el gobierno nacional durante la década del ‘90, el Astillero Naval de Río Santiago (en adelante “Astilleros”) se quedó “sin clientes”, los que debió buscar en el exterior. El proceso de privatización de Astilleros comenzó con la transferencia de sus bienes por el gobierno nacional en favor de la Provincia de Buenos Aires (también identificada como “la Provincia”). La Provincia se comprometió a mantener la actividad productiva del astillero hasta que llegara el momento de su definitiva privatización, respondiendo por todas sus deudas, incluyendo aquellas originadas con posterioridad a la transferencia, generando fuentes de trabajo y promoviendo el desarrollo productivo de la zona.7 Al encontrarse en la necesidad de buscar fuera de la República Argentina compradores de sus productos y servicios, Astilleros comenzó a construir buques para clientes extranjeros. La perspectiva de “internacionalizar” un negocio jurídico conllevó la preparación de los instrumentos jurídicos para flexibilizar y agilizar las funciones de Astilleros en el mercado internacional. Con esta finalidad, los asesores jurídicos de la Provincia de Buenos Aires vistieron a Astilleros con el ropaje jurídico de “entidad autárquica de derecho público”, transformación jurídica que, como se verá más adelante, es más fácil diseñar en el papel que hacerla funcionar en el mercado. Así, se sancionó una ley provincial que dispuso la creación del “Ente Administrador del Astillero Río Santiago” (en adelante el “Ente Administrador del Astillero Río Santiago” o simplemente “Ente Administrador”), con personalidad jurídica distinta a la del Estado provincial, destinada a contar con un patrimonio propio y con capacidad jurídica para actuar, tanto dentro 7 El 26 de agosto de 1993 el Estado Nacional transfirió los activos de Astilleros (incluyendo los contratos en curso de ejecución y todo su personal) a la Provincia de Buenos Aires. Ver “Contrato de Transferencia de Astilleros y Fábricas Navales del Estado S.A. (“AFNE S.A.“)“, ratificado por Ley No. 11.615 de la Provincia de Buenos Aires y aprobado por el Decreto No. 1787/93 del Poder Ejecutivo Nacional. 103 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] del área pública como en área privada del derecho doméstico e internacional. 8 Con esta personería jurídica conferida por ley, el 12 de marzo de 1996, el Ente Administrador del Astillero Río Santiago celebró un contrato por el que se comprometió a construir un buque de carga de 27.000 toneladas en beneficio de “Milantic Trans. S.A.” (“Milantic”), empresa panameña integrante de un reconocido grupo marítimo holandés .9 Milantic juzgó necesario contar con el apoyo financiero de la Provincia de Buenos Aires para garantizar las obligaciones de Astilleros (en la figura del Ente Administrador), para que éste contara con un respaldo solvente para llevar adelante la construcción del buque. 10 En el supuesto de que Astilleros no cumpliera con sus obligaciones bajo el Contrato de Construcción, el Banco de la Provincia de Buenos Aires se comprometió a indemnizar a Milantic por los eventuales daños que podría causar el incumplimiento de Astilleros con los fondos de coparticipación federal que podrían corresponderle a la Provincia de Buenos Aires.11 Otro aspecto importante en toda contratación internacional es el método que las partes escojan para dirimir sus eventuales conflictos; y, en contratos internacio8 Decreto 4538/93 de la Provincia de Buenos Aires, estableciendo el Ente Administrador “con carácter de entidad autárquica de derecho público” (art. 1), “con capacidad suficiente para actuar pública o privadamente” dentro del ámbito de competencia que le asigna el decreto, disponiéndose que mantendrá sus relaciones con el Poder Ejecutivo por intermedio del Ministerio de la Producción (art. 2). Ver también Decreto No. 1987/2004 por el cual el Ente Administrador pasa a depender de la Jefatura de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires. Dentro de la estructura normativa de la Provincia de Buenos Aires, la personería jurídica de Astilleros también incluye los decretos 112/93, 1045/04, 1690/04, 1947/04 y las leyes 11.615/96 y 13.175, y el art. 36 de la Ley de Ministerios de la Provincia de Buenos Aires. 9 Conforme al Contrato Naval, el Ente Administrador acordó “diseñar, construir, botar, equipar y finalizar un buque granelero mono hélice de veintisiete mil toneladas de porte...” Sentencia de Primera Instancia, Resultando (I). 10 Ley No. 11.837 de la Provincia de Buenos Aires, autorizando al Ente Administrador a contratar con el Banco de la Provincia de Buenos Aires las garantías bancarias necesarias para la construcción de un buque destinado a la exportación. 11 En caso de incumplimiento de las obligaciones del Contrato de Construcción por parte de Astilleros, el Banco de la Provincia de Bs. As. se encontraba facultado para retener los fondos de coparticipación federal que le correspondieren a la Provincia de Buenos Aires. Ley No. 11.837 de la Provincia de Buenos Aires, Boletín Oficial del 25 Septiembre 1996, art. 3 (“El Poder Ejecutivo garantizará el cumplimiento de las obligaciones de pago que asuma el Ente Administrador del Astillero Río Santiago ante el Banco de la Provincia de Buenos Aires por las Garantías Bancarias que le otorgue, para lo cual quedan afectados los Fondos de Coparticipación Federal, ley 23.548, o la que en el futuro la modifique o reemplace, que le correspondan a la Provincia, hasta la suma que resulte necesaria para el cumplimiento de la garantía. La entidad bancaria queda autorizada a retener dichos fondos en forma automática y con anterioridad a la acreditación en cuentas de la Provincia, en caso de ejecución de la garantía de conformidad con ésta y demás estipulaciones que se fijen en el respectivo decreto que al efecto dicte el Poder Ejecutivo.”). ]]]]]]]]]]]]] 104 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] nales, el arbitraje ofrece una alternativa de neutralidad y especialización que no siempre se encuentra en los estrados judiciales del país del inversor o anfitrión de la inversión. Así como todos nos sentimos más cómodos jugando de “local” en lugar que de “visitante”, no es infrecuente que una de las partes contratantes no quiera someterse a los tribunales y legislación de la otra, persiguiendo un tribunal neutral y un derecho aplicable que se acomode a las particularidades del tráfico internacional. Dentro de las opciones disponibles, la que suele ser utilizada con mayor frecuencia es la sumisión de las partes a un arbitraje internacional en el que cada parte tenga el derecho de designar un miembro del tribunal arbitral cuya sede se encuentre en un país y una metrópolis cuyos jueces se encuentren familiarizados con el arbitraje y las disputas de carácter internacional (de allí la frecuencia con la que mega disputas internacionales escojan París, Nueva York, Londres, Viena, etc., como sede del tribunal). En el contrato celebrado entre Milantic y Astilleros, las partes convinieron el siguiente acuerdo de arbitraje en el párrafo 1(a) de la Cláusula CIV del Contrato de Construcción: “Disputas y Arbitraje. Procedimiento. En caso de disputa o diferencia entre las partes del presente respecto a toda cuestión emergente de, o relativa a, este Contrato o a cualquier estipulación del mismo, o con respecto al mismo, que no pueda ser dirimida entre las partes, dicha disputa será resuelta mediante arbitraje en Londres, Inglaterra, conforme a las Leyes de Arbitraje 1950 a 1979 y a toda modificación legal o nueva aprobación del mismo vigente en ese momento. Cualquier de las partes puede solicitar arbitraje de tal disputa mediante notificación por escrito a la otra parte.” 12 La redacción de la cláusula o acuerdo de arbitraje sigue las pautas corrientes en este tipo de contratos internacionales, identificando de manera amplia los temas sometidos al arbitraje (“toda cuestión emergente de, o relativa a, este Contrato...”), identificando la sede del arbitraje (Londres, Inglaterra), agregando que el arbitraje se ha de regir por la ley inglesa de arbitraje vigente al momento de comenzar el arbitraje (“...las leyes de Arbitraje 1950 a 1979 y a toda modificación legal o nueva aprobación del mismo vigente en ese momento...”). Este acuerdo de arbitraje podría haber identificado el derecho de fondo aplicable al contrato, especificar el idioma o los idiomas a emplear en el arbitraje, y también podría haber hecho referencia a alguna institución de arbitraje de prestigio para que se encargue de la administración de dicho arbitraje. Sin embargo, no hace falta agregar más nada para que este acuerdo de arbitraje habilite a un tri12 El 17 de junio de 1996 el Reino Unido sancionó una nueva ley de arbitraje (“Ley de Arbitraje de Inglaterra de 1996”), que reemplaza actualmente a la legislación adoptada en los años 1950 a 1979. Una traducción al castellano de la legislación inglesa sobre arbitraje de 1996 puede encontrarse en http://www.sc.ehu.es/dpwlonaa/ legislacion/ARBITRAJE%20INTERNACI0NAL/ Derecho%20ingles.htm 105 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] bunal arbitral “ad hoc” a conducir un arbitraje. La cláusula arbitral transcripta más arriba es suficiente para que la ley de arbitraje aplicable colme sus lagunas, se designe el tribunal arbitral,13 éste comience a funcionar y los jueces ingleses se inhiban de intervenir en el supuesto de que alguna de las partes intentara evadir el acuerdo de arbitraje.14 Esto no sólo se encuentra asegurado porque así lo indica la ley inglesa de arbitraje escogida por las partes, sino porque el Reino Unido de Gran Bretaña es parte de la Convención de la Naciones Unidas sobre el Reconocimiento y Ejecución de Sentencias Arbitrales Extranjeras de 1958 (en adelante “Convención de Nueva York” o simplemente la “Convención”). Además de regular las limitadas causales por las cuales se puede denegar el reconocimiento o ejecución de un laudo extranjero, la Convención de Nueva York también obliga a los jueces de los Estados contratantes a hacer cumplir todo convenio de arbitraje celebrado por escrito,15 ordenando, también, que los jueces se abstengan de intervenir cuando se les someta una disputa que “prima facie” las partes han acordado someter al arbitraje.16 La Convención de Nueva York de 1958 es uno de los tratados internacionales elaborados con el patrocinio de las Naciones Unidas que ha tenido mayor aceptación universal, habiendo sido ratificada por casi 200 países del mundo adheridos, incluyendo al Reino Unido de Gran Bretaña y la República Argentina.17 Este tratado no sólo asegura la eficacia y validez de todo acuerdo de arbitraje por escrito, sino que también establece los requisitos necesarios para reconocer y ejecutar un laudo arbitral extranjero, tema acerca del cual se debió expedir tanto el juez de primera instancia como el tribunal de apelaciones en lo contencioso-administrativo de la Provincia de Buenos Aires, al que nos hemos de referir más adelante, luego de examinar los hechos que desencadenaron la demanda de arbitraje contra Astilleros. 13 Ley de Arbitraje de Inglaterra de 1996, art. 16(1), prescribiendo un mecanismo para designar a los miembros del tribunal arbitral. 14 Ley de Arbitraje de Inglaterra de 1996, art. 9(1) (“Una parte en un acuerdo de arbitraje que sea demandada a través de demanda principal o reconvencional ante una jurisdicción del Estado respecto de una cuestión que debe ser sometida a arbitraje, puede solicitar al juez que está conociendo en el asunto que se declare incompetente en relación con la cuestión planteada.”). 15 Convención de Nueva York, art. II(1) (“ Cada uno de los Estados Contratantes reconocerá el acuerdo por escrito conforme al cual las partes se obliguen a someter a arbitraje todas las diferencias o ciertas diferencias que hayan surgido o puedan surgir entre ellas respecto a una determinada relación jurídica, contractual o no contractual, concerniente a un asunto que pueda ser resuelto por arbitraje...”). 16 Convención de Nueva York, art. II(3) (“ El tribunal de uno de los Estados Contratantes al que se someta un litigio respecto del cual las partes hayan concluido un acuerdo en el sentido del presente artículo, remitirá a las partes al arbitraje, a instancia de una de ellas, a menos que compruebe que dicho acuerdo es nulo, ineficaz o inaplicable.”). 17 La Argentina suscribió la Convención de Nueva York al momento de su adopción, pero recién fue ratificada 30 años después. Ley No. 23.619, Boletín Oficial del 4 de noviembre de 1988. ]]]]]]]]]]]]] 106 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] III| El desenlace de la disputa, la constitución del tribunal arbitral y el laudo que dictó. De los resultandos del fallo de primera instancia no surge cómo ni cuándo se originó la disputa, pero surge claramente que Milantic, la actora, presentó un reclamo por incumplimiento del Contrato de Construcción, alegando que Astilleros incumplió los plazos de entrega pactados y que tampoco cumplió “con los requisitos técnicos establecidos conforme a los parámetros de construcción del buque,” además de haber esgrimido “causales de fuerza mayor inverosímiles”.18 Las constancias de la causa también hacen referencia a disposiciones del Contrato de Construcción estipulando una suma considerable en concepto de cláusula penal para el supuesto de incumplimiento de Astilleros dentro del plazo pactado.19 Cada parte designó un árbitro y ambos escogieron el presidente del tribunal arbitral, el cual convocó a tres días de audiencia durante el mes de octubre de 2004. 20 Ambas partes comparecieron debidamente representadas por abogados ingleses, pero ni la Sentencia de Primera Instancia ni el Fallo de Cámara revela cuáles fueron los hechos controvertidos ni las razones de fondo aportadas por el laudo. Tampoco resulta claro de las constancias de la causa cuál fue la prueba producida ni por qué razón el proceso arbitral demoró diez años. El laudo definitivo, dictado en Londres, lleva fecha 15 de noviembre de 2004. 21 El laudo definitivo ordenó a Astilleros el pago de US$3.248.568,50, más sus intereses a partir del 18 de enero de 1999 -probablemente el momento de incum18 Sentencia de Primera Instancia, p. 2. 19 Sentencia de Primera Instancia, p. 16, pár. 5.2 de su parte resolutiva, adonde se hace referencia a los párrafos (1) y (2) del artículo III del Contrato de Construcción, de donde surge que “el constructor [Astilleros] debía entregar el buque el día 2 de enero de 1998, constituyendo la fecha de entrega del mismo la esencia del contrato, estableciéndose que no se efectuará ajuste alguno y que el monto del contrato permanecerá invariable durante los primeros quince (15) días de demora en la entrega del buque, a partir del 2 de enero de 1998. Acordándose, además, que, si la entrega del buque se demora más de quince días a partir de esa fecha, el constructor debía abonar al comprador la suma de US$ 10.500 en concepto de daños liquidados por cada día de demora. Es así que se acuerda que, en caso de rescisión del contrato, el constructor pagará en forma inmediata al comprador la suma de US$ 1.663.937.50 en concepto de daños y perjuicios derivados de la rescisión, y los daños liquidados por demora en la entrega acumulados a la fecha de la rescisión, serán pagados por el constructor en efectivo.” 20 Sentencia de Primera Instancia, p. 3, indicando que el Tribunal Arbitral estuvo compuesto por los señores Edward Mocatta (designado por Milantic), John Maskill (designado por Astilleros) y Cristoph Fyans (presidente del Tribunal). 21 Sentencia de Primera Instancia, pp. 2-3, reproduciendo las alegaciones de la actora (“.Afirma que los días 11,14 y 15 de octubre de 2004 se celebraron audiencias ante el tribunal compuesto por los señores Edward Mocatta, John Maskill y Cristoph Fyans y luego de casi diez años de proceso, negociaciones, interrupciones y prórrogas a solicitud de la demandada, el día 15 de noviembre de 2004, se dictó el laudo arbitral que aquí se ejecuta.”). 107 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] plimiento del contrato o de la interposición de la demanda de arbitraje— hasta el momento de su efectivo pago, a una tasa de interés anual del 5% convertible trimestralmente. Este cómputo de intereses, actualizado al 14 de marzo de 2005, fecha del pedido de ejecución del laudo en la República Argentina, arrojaba una suma total de condena que superaba los cinco millones de dólares (US$ 5.155.000).22 El tribunal arbitral también condenó en costas a Astilleros por un monto 227.830,11 libras esterlinas, más un interés compuesto del 6.75%, calculado en períodos de tres meses, hasta la fecha del efectivo pago.23 Esta fue la decisión que la actora Milantic pretendió ejecutar en la República Argentina, donde la parte demandada tiene su patrimonio. IV| El laudo deviene firme en la sede del arbitraje y el pedido de su ejecución en la República Argentina La ley de arbitraje inglesa a la que las partes se sometieron expresamente -y que hubiera sido aplicable de todas maneras en ausencia de voluntad expresa de las partes, dado que la sede del arbitraje es Londres— facultaba a Astilleros a apelar el laudo ante los tribunales de justicia ingleses a menos que las partes hubieran renunciado a este derecho. La Sentencia de Primera Instancia revela que Astilleros no apeló el laudo.24 Munido de esta certificación, la parte favorecida por el laudo se presentó ante el juez de la República Argentina con competencia territorial sobre Astilleros, adjuntando tam22 Sentencia de Primera Instancia, p. 3. Al momento de ejecutarse el laudo, dicha suma debía ser actualizada nuevamente, teniendo en cuenta el plazo fijado por el laudo para hacer efectivo el pago. 23 Sentencia de Primera Instancia, p. 4, donde el Tribunal hace referencia a los diferentes rubros de la condena en costas a cargo de Astilleros, más intereses. 24 A fin de certificar que el laudo no fue apelado ante el tribunal competente inglés, Milantic presentó ante el juez argentino, con competencia para ejecutar el laudo (Juez en lo Contencioso-Administrativo No. 2 del Departamento Judicial La Plata), una copia de una carta del abogado de Astilleros y una certificación del tribunal inglés testimoniando que no se presentó recurso alguno contra el laudo. Sentencia de Primera Instancia, Resultando I, p. 3 (“Ofrece como prueba de que la perdidosa no ha apelado el laudo, la nota remitida por el representante del Ente ante el tribunal arbitral, señor Andre Camberlain, quien manifiesta que no ha recibido instrucciones para presentar un recurso de apelación contra el decisorio. Que, para mayor certeza, ha solicitado al Juez a cargo de la lista de causas mercantiles de la Royal Court of Justice de Londres, que certifique que la demandada no ha presentado recurso de apelación alguno contra el decisorio, destacando que esta documentación se encuentra glosada en autos, debidamente certificada, traducida al castellano y apostillada, conforme ley No. 23.458”). Ver, asimismo, Sentencia de Primera Instancia, Considerando 5.1, haciendo referencia a una declaración pericial que habría hecho constar que el recurso de apelación que habilita la ley inglesa no fue utilizado por la demandada (“.el pronunciamiento cuyo reconocimiento se solicita resulta obligatorio para las partes, ya que según se acredita con la declaración testifical glosada a fojas 29/30, en el marco de la Ley de Arbitraje de 1996 (artículo 70), no se ha presentado recurso alguno contra el laudo, habiendo expirado el plazo para hacerlo.”). ]]]]]]]]]]]]] 108 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] bién copia certificada del acuerdo de arbitraje y del laudo dictado en Londres, debidamente traducido, tal como lo exige el artículo IV de la Convención de Nueva York.25 V| La competencia del juez de ejecución de un laudo pronunciado en el extranjero: El rol de la justicia administrativa provincial La actora Milantic optó por perseguir la ejecución del laudo ante el juez contencioso- administrativo de turno del Departamento Judicial La Plata, cuya competencia se extiende a causas que involucran la administración pública provincial. Pero ... ¿cuál es el involucramiento del Estado provincial en la causa Milantic? Este fue un punto controvertido en la causa Milantic, ya que la demanda de arbitraje no fue interpuesta solamente contra el Ente Administrador del Astillero Rio Santiago, sino también contra la Provincia y el Ministerio de la Producción de la Provincia de Buenos Aires. La Fiscalía de Estado de la Provincia de Buenos Aires interpuso una excepción de legitimación pasiva, invocando la creación del Ente Administrador del Astillero Río Santiago mediante el Decreto 4538/93, con personalidad jurídica y patrimonio propio, lo que excluiría la responsabilidad solidaria del Estado provincial con el Ente Administrador.26 El meduloso análisis de la Juez de Primera Instancia rechazó la excepción interpuesta por la Provincia, identificando correctamente el punto cardinal sobre el que se apoyaba la cuestión, esto es, si el Ente Administrador Astilleros Río Santiago reviste el carácter de ente autárquico con la individualidad jurídica y funcional alegada por la parte demandada. 27 La Juez de Primera Instancia recordó, con cita de Mariehnoff, que para que exista genuina “autarquía” no basta con contar con un fin público y una declaración 25 Convención de Nueva York, art. IV (“1. Para obtener el reconocimiento y la ejecución previstos en el artículo anterior, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución deberá presentar, junto con la demanda: a) El original debidamente autenticado de la sentencia o una copia de ese original que reúna las condiciones requeridas para su autenticidad; b) El original del acuerdo a que se refiere el artículo II, o una copia que reúna las condiciones requeridas para su autenticidad. 2. Si esa sentencia o ese acuerdo no estuvieran en un idioma oficial del país en que se invoca la sentencia, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución de esta última deberá presentar una traducción a ese idioma de dichos documentos. La traducción deberá ser certificada por un traductor oficial o un traductor jurado, o por un agente diplomático o consular.” 26 Sentencia de Primera Instancia, p. 4, Resultando IV, reproduciendo los argumentos de la Fiscalía de Estado en representación de la Provincia de Buenos Aires (“...Señala que su mandante, la Provincia de Buenos Aires, carece de legitimatio ad causam, ya que no es titular pasivo de la relación jurídica sustancial que dio origen a este proceso...Por ello, solicita que al momento de resolver el presente exequátur, se haga lugar a la falta de legitimación opuesta, con expresa imposición de costas.”). Ver también Sentencia de Primera Instancia, Considerando 2, p. 8 27 Sentencia de Primera Instancia, Considerando 2, p. 9. 109 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] formal de que el ente es independiente y diferente del Estado, resultando esencial la existencia, en los hechos, de un patrimonio propio afectado al cumplimiento de dichos fines.28 La jueza recorrió con detalle el plexo normativo alrededor de la personería jurídica del Ente Administrador, comenzando con la transferencia de Astilleros por parte del gobierno nacional a la Provincia de Buenos Aires en agosto de 1993, seguido de la sanción del Decreto 4538/93 por el que se crea el Ente Administrador del Astillero Río Santiago como “entidad autárquica de derecho público” (art. 1) y con “capacidad suficiente para actuar pública o privadamente” (art. 2). Pero el análisis de la Sentencia de Primera Instancia no se quedó ahí. La Juez platense observó que, si bien el Decreto 4538/93 dispone la privatización de Astilleros, dicho decreto contempla la creación de una “Estructura Orgánico Funcional” para que el Ente Administrador pueda funcionar en el ámbito privado. Esta “estructura”, empero, nunca se concretó. Decretos sucesivos del gobierno provincial, dictados entre 1993 y 2004, encomendaron a órganos diversos del Poder Ejecutivo --primero el Ministerio de Gobierno, luego al Ministerio de Producción y Empleo, y por último a la Jefatura de Gabinete—la función de dotar al Ente Administrador Astilleros Río Santiago de un órgano de administración y un patrimonio propio.29 Por ello, la Sentencia de Primera Instancia rechaza la defensa de falta de legitimación pasiva interpuesta por la Provincia de Buenos Aires debido a que Astilleros continuó siempre subordinado jerárquicamente al gobierno provincial (a través de la Jefatura de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires), sin haber obtenido su propia “personalidad” , no habiendo logrado nunca, por lo tanto, la mentada “autarquía” 30. 28 Sentencia de Primera Instancia, Considerando 2, p. 9, haciendo referencia a la obra clásica de MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1977, Tomo I, pp. 389-91 (“.Tal como lo enseña el maestro Marienhoff, la autarquía implica descentralización pero la inversa no es exacta: no toda descentralización apareja autarquía. “) 29 Puede consultarse con provecho el minucioso análisis en el segundo considerando de la Sentencia de Primera Instancia, donde se hace referencia al Decreto No. 112 del 29 de diciembre 2003, diez años después de la transferencia de Astilleros a la Provincia de Buenos Aires, encargando al Ministerio de Gobierno de la Provincia la tarea de mantener relaciones con el Ente Administrador; el Decreto No. 1045/04, encargando la misma función al “Señor Ministro Secretario en el Departamento de Gobierno”; y el Decreto No. 1987 del 27 de agosto 2004, derogando los decretos anteriores y disponiendo que “las relaciones del Ente [Administrador de Astilleros Río Santiago] con el Poder Ejecutivo se mantendrán por intermedio de la Jefatura de Gabinete de la Provincia de Buenos Aires. “). 30 Sentencia de Primera Instancia, Considerando 2, pp. 10-11 (“…Así, ante la carencia de patrimonio propio y no habiéndose concretado, hasta la fecha, la aprobación de la Estructura Orgánico-Funcional, como así tampoco la conformación del directorio…mal puede afirmarse que el “Ente” Administrador del Astillero Río Santiago revista el carácter de entidad autárquica…A tenor de tales consideraciones corresponde rechazar la defensa de falta de legitimación pasiva opuesta por el Estado provincial.”). ]]]]]]]]]]]]] 110 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] La competencia material del juzgado contencioso-administrativo, finalmente, se impuso, dado que Milantic perseguía ejecutar el laudo arbitral contra la Provincia de Buenos Aires, materia que -aunque sea “prima facie”- sería de competencia contencioso-administrativa31. La competencia territorial del Departamento Judicial La Plata también se impuso porque Astilleros se encuentra ubicado dentro de dicha jurisdicción. Correspondía, ahora, determinar qué normas debían aplicarse para llevar adelante o rechazar la ejecución del laudo, tema fundamental que la Sentencia de Primera Instancia examinó con acierto y pulcritud. VI| El reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros en la República Argentina y la Convención de Nueva York de 1958 Una vez que el laudo ha quedado firme en el país donde se desenvolvió el arbitraje -en este caso, el Reino Unido de Gran Bretaña, en razón de que la sede escogida por las partes fue la Ciudad de Londres-, lo que permite la Convención de Nueva York es que este laudo pueda “circular” internacionalmente y ejecutarse en aquellos países que se han adherido a dicho tratado internacional. Conforme al artículo I de esta Convención, el tratado se aplica a todos los laudos o sentencias arbitrales dictadas en el extranjero o a todo laudo calificado como laudo sentencia arbitral que sea considerado “extranjero” conforme al derecho del Estado donde se solicita su ejecución32. La expresión “sentencia arbitral extranjera” incluye disputas sobre toda materia que sea arbitrable conforme al derecho del lugar adonde se solicita su ejecución, cualquiera que fuese el país donde se dictó, siempre y cuando sea diferente al país donde se pide la ejecución del laudo. Empero, la República Argentina sólo se encuentra obligada a aplicar la Convención de Nueva York a los laudos que hayan sido dictados en otro Estado contratante, porque hizo uso de la reserva que permite restringir su ámbito de aplicación a dichos laudos, siempre y cuando surjan de disputas conside- 31 Ley 12.008 de la Provincia de Buenos Aires de 1999, http://www.gob.gba.gov.ar/legislacion/legislacion/l- 12008.html, adoptando el Código en lo Contencioso-Administrativo de la Provincia de Buenos Aires (“CCA”), arts. 1-4. 32 Convención de Nueva York, art. I (1) (“La presente Convención se aplicará al reconocimiento y la ejecución de las sentencias arbitrales dictadas en el territorio de un Estado distinto de aquel en que se pide el reconocimiento y la ejecución de dichas sentencias, y que tengan su origen en diferencias entre personas naturales o jurídicas. Se aplicará también a las sentencias arbitrales que no sean consideradas como sentencias nacionales en el Estado en el que se pide su reconocimiento y ejecución...”). 111 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] radas“comerciales”.33El procedimiento debe seguir, según el art. III de la propia Convención, “las normas de procedimiento vigentes en el territorio donde la sentencia sea invocada,”34 en el caso, las normas de la República Argentina. Pero surge claramente del texto del tratado que el juez argentino no podrá imponer a la ejecución del laudo extranjero requisitos más onerosos o más exigentes que los que exige el derecho argentino. En efecto, el artículo III de la Convención de Nueva York pone un límite a la aplicación de las normas internas de procedimiento sobre ejecución de un laudo extranjero: las normas de derecho interno (en este caso el argentino) no pueden ser menos favorables que los de la Convención, ni imponer costos más altos a la ejecución del laudo que los impuestos por la Convención.35 Esta disposición en favor de la norma más favorable a la ejecución del laudo es reiterada en el art. VII(1) de la Convención. 36 Si bien no surgía duda alguna de que la Convención de Nueva York era aplicable en razón de que el laudo fue emitido en Londres, uno de los temas a resolver por la juez argentina -ante quien se solicitó su ejecución- era si la disputa que lo originó -ésto es, el alegado incumplimiento del Contrato de Construcción por parte de Astilleros— revestía el carácter de disputa “comercial” conforme al derecho argentino, siendo éste un presupuesto de aplicación de la Convención de Nueva York, como se explicó anteriormente, en razón de la reserva adoptada por el Estado argentino al momento de su ratificación. Este fue uno de los puntos de discrepancia entre la Sentencia de Primera Instancia y el Fallo de Cámara, ya que este último excluyó la aplicación de la Convención a un contrato de construcción celebrado por el Estado provincial, en razón del “interés público” involucrado en la construcción de un barco por 33 Ley 23.619, norma argentina ratificatoria de la Convención de Nueva York (“.En el momento de efectuarse el depósito del instrumento de ratificación se formulará la siguiente declaración: La República Argentina declara que: A base de reciprocidad, aplicará la Convención al reconocimiento y a la ejecución de las sentencias arbitrales dictadas en el territorio de otro Estado contratante únicamente. Declara, asimismo, que sólo aplicará la Convención a los litigios surgidos de relaciones jurídicas, sean o no contractuales, consideradas comerciales por su derecho interno.”). 34 Convención de Nueva York, art. III (“Cada uno de los Estados Contratantes reconocerá la autoridad de la sentencia arbitral y concederá su ejecución de conformidad con las normas de procedimiento vigentes en el territorio siguientes donde la sentencia sea invocada, con arreglo a las condiciones que se establecen en los artículos .”). 35 Convención de Nueva York, art. III (“Para el reconocimiento o la ejecución de las sentencias arbitrales a que se aplica la presente Convención, no se impondrán condiciones apreciablemente más rigurosas, ni honorarios o costas más elevados, que los aplicables al reconocimiento o a la ejecución de sentencias arbitrales nacionales.”). 36 Convención de Nueva York, art. VII (1) (“ Las disposiciones de la presente Convención no afectarán la validez de los acuerdos multilaterales o bilaterales relativos al reconocimiento y la ejecución de las sentencias arbitrales concertados por los Estados Contratantes ni privarán a ninguna de las partes interesadas de cualquier derecho que pudiera tener a hacer valer una sentencia arbitral en la forma y medida admitidas por la legislación o los tratados del país donde dicha sentencia se invoque.”). ]]]]]]]]]]]]] 112 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] Astilleros.37 Aun cuando la Convención de Nueva York fuera aplicable por tratarse de un laudo extranjero que surge de una controversia de naturaleza comercial, el Fallo de Cámara también cuestionó la aplicación de este tratado internacional por tratar un tema (el reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros) cuya regulación, según la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso-Administrativo de La Plata, la Constitución argentina no delegó en el gobierno federal.38 Uno de los votos concurrentes agrega la violación del orden público como causal de rechazo de la ejecución del laudo.39 VII| Naturaleza “comercial” de un contrato de construcción de buques y preeminencia de la Convención de Nueva York por sobre el derecho argentino interno en materia de reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros. La Sentencia de Primera Instancia se pronuncia claramente en favor de la naturaleza comercial de todo contrato de construcción de buques, tal como lo dispone el párrafo 7° del artículo 8 del Código de Comercio argentino.40 El juez preopinante en el Fallo de Cámara propicia la revocación de la Sentencia de Primera Instancia, en parte, en base a que al intervenir el Estado en la contratación, dicha intervención le confiere un “interés público” al contrato, excluyendo su carácter de acto de comercio. 41 Esta opinión es insostenible si se enfoca el tema a decidir, como corresponde, desde la perspectiva de un contrato internacional. Como bien apunta el Dr. Julio Rivera en su crítica a este aspecto del Fallo de 37 Fallo de Cámara, voto del Dr. De Santis, insinuando (porque la opinión dista mucho de ser clara y fundamentada) que “la función administrativa desaloja toda naturaleza comercial para los actos de gestión que la comprenden.”). 38 Fallo de Cámara, del sumario publicado en LL-2008-A, p. 72 (“...resulta improcedente detraer del conocimiento y decisión de los tribunales locales las controversias que susciten la actuación de los órganos del Estado provincial, ya que se trata de una cuestión no delegada al Gobierno Federal”.) 39 Fallo de Cámara, sumario del voto concurrente del Dr. Spacarotel, de donde se desprende , en la opinión de este magistrado, que viola el orden público la aplicación de la Convención de Nueva York “al contrato celebrado entre una sociedad comercial y un astillero de la Provincia de Buenos Aires”. 40 Código de Comercio argentino, art. 8(7) (incluyendo entre los actos de comercio “la construcción, compra o venta de buques, aparejos, provisiones y todo lo relativo al comercio marítimo.” ). 41 Ver el voto del Dr. De Santis, recurriendo al art. 166 del Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires (“CPCC”) y los arts. 1-4 del Código Contencioso-Administrativo de la Provincia de Buenos Aires (Ley 12008), al expresar la “función administrativa...desaloja toda naturaleza comercial para los actos de gestión que la comprendan.” 113 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] Cámara, con apoyo de prestigiosa doctrina y jurisprudencia internacional, la intervención del Estado en la contratación internacional, especialmente cuando éste se somete al arbitraje, excluye la posibilidad jurídica de que el Estado pueda escudarse en su ropaje de “derecho público” para eludir las obligaciones que surgen del contrato o para reclamar privilegios incompatibles con la “igualdad de armas” que impera en el arbitraje.42 La invocación del “interés público” que subyace inevitablemente en toda contratación pública resulta especialmente improcedente en un caso como “Milantic”, no sólo por una cuestión elemental de buena fe, sino porque Astilleros persiguió una personería jurídica que le permitiera competir en el mercado internacional de construcción de buques, suscribiendo un convenio de arbitraje, precisamente, para dotar de mayor credibilidad a sus compromisos.43 En su desbocado afán de proscribir el arbitraje como medio de resolución de conflictos en los que interviene el Estado, el voto del juez preopinante de la Cámara en lo Contencioso Administrativo de La Plata también insinúa -ya que se abstiene de analizar la afirmación- la improcedencia de la ejecución del laudo en base a la ausencia de “autorización legislativa expresa” por parte de la Provincia de Buenos Aires para someter la disputa “Milantic” al arbitraje.44 Aun cuando dicha autorización fuese requerida para que el Estado o entidades del Estado puedan someter una disputa al arbitraje -como lo han sostenido algunos fallos de la Corte Suprema de Justicia argentina-, la Sentencia de Primera Instancia se ocupa de recordar que dicha autorización fue 42 Julio C. Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, op. cit., texto acompañando las notas 36-39, con el apoyo de legislación comparada (la ley española de arbitraje y la ley suiza de derecho internacional privado), jurisprudencia del Tribunal de Casación francés en las causas Galakis y Creighton, del 2 mayo 1966 y 6 de julio del 2000, respectivamente), y doctrina especializada. Ver Eduardo Silva Romero, La distinción entre Estado y administración y el arbitraje resultante de los contratos de Estado, Revista Internacional de Arbitraje, Bogotá, junio-diciembre 2004, pp. 115 y ss. (citado en adelante como “La distinción entre Estado y administración « ), Pierre Mayer, La neutralisation du pouvoir normatif de l’Etat en matière des contrats d’ Etat, Journal de Droit International, Paris, 1985, p. 5. 43 Recordando, precisamente, este aspecto de la contratación por parte del Estado, Eduardo Silva Romero destaca que la distinción tradicional entre derecho público y privado, como así también entre “contrato administrativo” y contrato del “derecho comercial”, suelen ser descartadas cuando el Estado, por su propia voluntad e iniciativa, se involucra en operaciones de comercio internacional. Eduardo Silva Romero, La distinción entre Estado y administración, p. 155 (“la actuación del Estado o de alguna de sus emanaciones en la arena internacional sería o debería ser tratada como la actuación de cualquier otro comerciante o mercader internacional.”). 44 Fallo de Cámara, voto del Dr. De Santis (“Tampoco, cuanto menos sin autorización legislativa expresa, resulta procedente, bajo ninguna circunstancia, detraer del conocimiento y decisión de los tribunales locales las controversias que suscite la actuación de los órganos del estado provincial.”). ]]]]]]]]]]]]] 114 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] otorgada oportunamente por la legislatura provincial.45 Pero, quizás, lo que resulta más insólito y groseramente desacertado del Fallo de Cámara es el rol que le asigna al derecho internacional dentro del ordenamiento jurídico argentino, desconociendo el impecable razonamiento de la Sentencia de Primera Instancia, que “puso las cosas en su lugar”, al destacar la jerarquía normativa de los tratados internacionales por encima de la legislación interna argentina (arts. 31 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional). Para determinar el derecho aplicable al reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros en la República Argentina, la Sentencia de Primera Instancia comienza por refutar la opinión del Fiscal de Estado provincial, en el sentido de que el Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires (“CPCC”) no regularía el tema del reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros. 46 Con apoyo en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación argentina (“CSJN”)47 y doctrina nacional (tanto en derecho procesal48 como en derecho internacional privado), la juez de primera instancia asimila la regulación del reconocimiento y ejecución de sentencias (judiciales) extranjeras al tema de reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros. 49 Recordando el orden de prelación normativo prescripto por el artículo 515 del CPCC,50 la Sentencia de Primera Instancia concluye, con un razonamiento im45 Ver “Contrato de Transferencia de Astilleros y Fábricas Navales del Estado S.A. (“AFNE S.A.”)”, ratificado por Ley No. 11.615 de la Provincia de Buenos Aires y aprobado por el Decreto No. 1787/93 del Poder Ejecutivo Nacional. 46 Sentencia de Primera Instancia, Considerando (4). 47 Fallos, 225:135 y 371 (en cuanto a la asimilación de las reglas aplicables al reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras al reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros. 48 Ver Lino E. Palacio, Arbitraje, control de constitucionalidad y recurso extraordinario, en LL-2003-F, p. 1184 (en cuanto a la naturaleza jurisdiccional del arbitraje a pesar de que los árbitros carecen de “coertio” y “executio”), postura que también cuenta con el apoyo de otros procesalistas argentinos de la talla de Colombo y Morello. Ver, en general, Carlos J. Colombo, Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, Anotado y Comentado, Buenos Aires, 1969, vol. IV, pp. 821-22 y A. M. Morello, G. L. Sosa y R. Berizonce, Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires, Comentados y Anotados, ed. Plagense, La Plata, 1994, vol. VI-A, pp. 190 y ss. La jueza en lo contencioso-administrativo también recurre a Carnelutti para fundamentar su decisión de convalidar la fuerza ejecutoria del laudo. Conf. P. Carnelutti, Sistema de Derecho Procesal Civil, Buenos Aires, 1944, vol. I, p. 157 y vol. II p. 216. 49 Sentencia de Primera Instancia, Considerando 4, p. 13, con apoyo de Antonio Boggiano, Derecho Internacional Privado, Abeledo-Perrot, 3- edición, Buenos Aires, 1991, tomo II, pp. 1093-94, para concluir que la naturaleza jurisdiccional de las sentencias judiciales y arbitrales autoriza a someter el procedimiento de su reconocimiento y ejecución a idénticas consecuencias jurídicas. 50 CPCC art. 515 (“...las sentencias de los tribunales extranjeros tendrán fuerza ejecutoria en los términos del tratado celebrados con el país de que provengan...”). 115 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] pecable, que lo primero que cabe precisar es si existen tratados internacionales que rijan el tema del reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros. Solamente en ausencia de un tratado internacional aplicable, puede el juez recurrir a la legislación interna argentina, concluyendo de esta manera en la primacía de la Convención de Nueva York por encima de las disposiciones del CCPP en el supuesto de que existieran divergencias entre ambas.51 Este punto, tan fundamental y elemental para la comprensión de la importancia del arbitraje comercial internacional, es desconocido por el Fallo de Cámara.El voto del camarista preopinante desconoce la vigencia de la Convención de Nueva York en las provincias argentinas, afirmando que, tratándose el arbitraje de una materia procesal, las provincias no han delegado facultades al gobierno federal para comprometerse en la esfera internacional. 52 Este “insólito decisorio”, como lo califica el Dr. Julio C. Rivera, implicaría desconocer la vigencia de numerosos tratados internacionales en materia de litigio y arbitraje internacional ratificados por la República Argentina.53 En realidad, la aplicación de la Convención de Nueva York no afecta ninguna autonomía local en materia de procedimiento sino que, respetando la aplicación del derecho interno argentino (la “lex fori”) en materia de ejecución de sentencias y laudos extranjeros, encapsuladas en el Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires, este tratado internacional impide que los requisitos impuestos por dichas normas sean más rigurosos u onerosos que los impuestos por la Convención de Nueva York.54 Es que las disposiciones procesales de la Provincia de Buenos Aires se encuentran inevitablemente limitadas por el derecho de fondo de naturaleza federal, es 51 Sentencia de Primera Instancia, Considerando 4, p 13 (recordando en base al art. 515 CPCC arriba transcripto que “primero tienen que observarse los términos del tratado celebrado con el país en el que se emite el pronunciamiento que se pretende convalidar -criterio convencional—y luego -en su defecto--, los requisitos de la referida norma procesal. Es decir, que el citado precepto determina la aplicación subsidiaria del procedimiento reglado en el mismo, ya que exige verificar -en primer término—si la relación jurídica se encuentra sujeta a tratados celebrados por el país.”). 52 Fallo de Cámara, voto del Dr. De Santis (“en tanto la materia considerada se integra a aspectos locales de jurisdicción, tampoco es disponible por el Estado Federal pues, es esa una de las medidas que confina sus atribuciones delegadas y le confiere al caso una impronta institucional que justifica el abordaje que auspicio. La autonomía provincial desplaza toda iniciativa que la sustituya cuando la especie en juego sea de estirpe adjetiva. Es esta una cuestión no delegada al Gobierno Federal y por ende ajena al sistema jerárquico vinculante que sugiere el fallo impugnado.”). 53 Véase Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, op. cit., quien incluye una larga lista de tratados internacionales ratificados por la Argentina, cuya vigencia sería negada por el “razonamiento” del primer voto de la Cámara Contencioso-Administrativa de la Provincia de Buenos Aires. 54 Convención de Nueva York, art. III (prescribiendo la aplicación de “las normas de procedimiento vigentes en el territorio donde la sentencia sea invocada”, pero que “no se impondrán condiciones apreciablemente más rigurosas, ni honorarios o costas más elevados, que los aplicables al reconocimiento o a la ejecución de las sentencias arbitrales nacionales.”). Ver nota 36. ]]]]]]]]]]]]] 116 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] decir, por el derecho internacional (en este caso representado por la Convención de Nueva York) que obliga a la República Argentina.55 Este es el compromiso impuesto al país cuando ratifica un tratado internacional, salvo que la Argentina limite su consentimiento mediante una declaración por la que excluya su aplicación en alguna unidad territorial.56 La Sentencia de Primera Instancia oportunamente destaca que el art. XI de la Convención de Nueva York contempla esta posibilidad,57 sin que el Estado argentino haya introducido declaración alguna al ratificarla.58 De allí la justificada crítica al Fallo de Cámara en la causa “Milantic”,59 debiendo las causales de rechazo de reconocimiento o ejecución de un laudo 55 Ver, Horacio Grigera Naón, Ratificación por la Argentina de la Convención de Nueva York de 1958 sobre reconocimiento y ejecución de laudos extranjeros, LL-1989-C, p. 881, al que se refiere la Sentencia de Primera Instancia, recordando que la Convención de Nueva York (“implica la introducción automática de sus disposiciones a nivel local y nacional, desplazando la aplicación de las normas en materia de reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales extranjeros contenidas en los códigos procesales -nacional y provinciales—debiendo aplicarse en todo el territorio argentino por los tribunales provinciales, nacionales o federales, con exclusión de cualquier otra disposición.”). 56 Convención de Viena de 1969 sobre Derecho de los Tratados, (“Convención de Viena sobre los Tratados”). 29 (“Ámbito territorial de los tratados. Un tratado será obligatorio para cada una de las partes por lo que respecta a la totalidad de su territorio, salvo que una intención diferente se desprenda de él o conste de otro modo.”). 57 Convención de Nueva York, art. XI (“...con respecto a los Estados federales o no unitarios, se aplicarán las disposiciones siguientes...b) en lo concerniente a los artículos de esta convención cuya aplicación dependa de la competencia legislativa de cada uno de los Estados o provincias constituyentes que, en virtud del régimen constitucional de la federación, no estén obligados a adoptar medidas legislativas, el gobierno federal, a la mayor brevedad posible y con su recomendación favorable, pondrá dichos artículos en conocimiento de las autoridades competentes de los Estados o provincias constituyentes.”). 58 Una vez prestado su consentimiento conforme al proceso constitucional de ratificación o adhesión, un Estado no podría invocar su derecho interno, como pretende el voto del magistrado preopinante en la causa Milantic, para eximirse de cumplir con el tratado. Ver Convención de Viena sobre los Tratados, art. 26 (“El derecho interno y la observancia de los tratados. Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado.”). Algunas convenciones internacionales, como la Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial Internacional de 1975 (“Convención de Panamá”), también ratificada por la República Argentina, incluye una llamada “cláusula federal”, contemplando expresamente la posibilidad de emitir una declaración destinada a eximir una provincia, estado o unidad federada del cumplimiento del tratado. Ver Convención de Panamá, art. 11 (“Los Estados Partes que tengan dos o más unidades territoriales en las que rijan distintos sistemas jurídicos relacionados con cuestiones tratadas en la presente Convención, podrán declarar, en el momento de la firma, ratificación o adhesión, que la Convención se aplicará a todas sus unidades territoriales o solamente a una de ellas.”). 59 Ver Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, op. cit., expresando: “No creo que pueda encontrarse en las decisiones judiciales de todo el país un tribunal que haya desconocido la vigencia en las Provincias de los tratados sobre materias procesales que el Gobierno Federal haya ratificado y con ello incorporado al derecho interno.”). 117 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] extranjero limitarse a aquellas enumeradas en la Convención de Nueva York.60 VIII| Causales que habilitan la denegación de la ejecución de un laudo extranjero Luego de verificar que el peticionario de la ejecución del laudo presentó la documentación auténtica que exige el art. IV de la Convención de Nueva York,61 la Sentencia de Primera Instancia examinó, punto por punto, si la parte contra quien se pretende ejecutar el laudo cumplió con la carga de probar alguna de las cinco causales enumeradas en el art. VI(1) de la Convención de Nueva York, que habilitan al juez de la ejecución a rechazar el pedido de reconocimiento o ejecución de un laudo extranjero (ésto es, incapacidad de las partes e invalidez del acuerdo de arbitraje, violación del debido proceso o derecho de defensa, pronunciamiento “extra petita” o “ultra petita”, vicio en la constitución del tribunal arbitral o del procedimiento de arbitraje, infringiendo el acuerdo de partes o la ley de la sede del 60 Ver Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, op. cit., quien concluye su crítica afirmando: “En 38 años de abogado no creo haber visto nunca un fallo que exude arbitrariedad como éste. El tribunal ha dictado una sentencia para la cual no tenía jurisdicción, en tanto ella está limitada por la apelación; con lo que ha afectado la garantía del debido proceso de la parte requirente del exequatur. Pero si ,además, la sentencia ha afirmado que la Convención de New York no rige en la Provincia de Buenos Aires por tratar ella de materia adjetiva, se entra en el terreno del delirio porque ese argumento lleva a la no vigencia de todas las convenciones y tratados celebrados y ratificados por el Estado Federal que constituyen ley suprema de la Nación conforme al art. 31 de la Constitución Nacional.” 61 Convención de Nueva York, art. IV (“1. Para obtener el reconocimiento y ejecución previstos en el artículo anterior, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución deberá presentar, junto con la demanda: a) El original debidamente autenticado de la sentencia o una copia de ese original que reúna las condiciones requeridas para su autenticidad; b) El original del acuerdo a que se refiere el artículo II, o una copia que reúna las condiciones requeridas para su autenticidad. 2. Si esa sentencia o ese acuerdo no estuvieran en un idioma oficial del país en que se invoca la sentencia, la parte que pida el reconocimiento y la ejecución de esta última deberá ser certificada por un traductor oficial o un traductor jurado, o por un agente diplomático o consular.”). ]]]]]]]]]]]]] 118 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] arbitraje, anulación o suspensión del laudo por autoridad competente).62 Cabe recordar que Astilleros no sólo se abstuvo de recurrir el laudo como se lo hubiera permitido el art. 70 de la ley inglesa de arbitraje, sino que sólo alegó una de esas cinco causales, esto es, la falta de capacidad del Ente de Administración del Astillero Río Santiago para someter al arbitraje la controversia relacionada con la falta de cumplimiento de sus obligaciones bajo el Contrato de Construcción. Como se analizó con anterioridad, la Sentencia de Primera Instancia examinó y descalificó la invocación de esta causal por parte de Astilleros, quien había recibido autorización legislativa expresa para someter el Contrato de Construcción al arbitraje. 63 IX| Cuándo se compromete el “orden público internacional argentino” y en qué circunstancias puede un tribunal judicial impedir la ejecución de un laudo extranjero por esta causal En cuanto a aquellas dos causales que el art. V(2) de la Convención de Nueva York permite al juez de la ejecución examinar de oficio (esto es, que la materia sea susceptible de ser dirimida por arbitraje y que no se haya violado el orden público),64 la Sentencia de Primera Instancia verificó, en primer lugar, la naturaleza 62 Convención de Nueva York, art. V(1) (“Sólo se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de la sentencia, a instancia de la parte contra la cual es invocada, si esta parte prueba ante la autoridad competente del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución: a) Que las partes en el acuerdo a que se refiere el artículo II estaban sujetas a alguna incapacidad en virtud de la ley a que las partes lo han sometido, o si nada se hubiera indicado a este respecto, en virtud de la ley del país en que se haya dictado la sentencia; o b) Que la parte contra la cual se invoca la sentencia arbitral no ha sido debidamente notificada de la designación del árbitro o del procedimiento de arbitraje o no ha podido, por cualquier razón, hacer valer sus medios de defensa; o c) Que la sentencia se refiere a una diferencia no prevista en el compromiso o de la cláusula compromisoria; no obstante, si las disposiciones de la sentencia que se refieren a las cuestiones sometidas al arbitraje pueden separarse de las que no han sido sometidas al arbitraje, se podrá dar reconocimiento y ejecución a las primeras; o d) Que la constitución del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado al acuerdo celebrado entre las partes o en defecto de tal acuerdo, que la constitución del tribunal arbitral o el procedimiento arbitral no se han ajustado a la ley del país donde se ha efectuado el arbitraje; o e) Que la sentencia no es aún obligatoria para las partes o ha sido anulada o suspendida por una autoridad competente del país en que, conforme a cuya ley, ha sido dictada esa sentencia.”). 63 Ver notas 8, 9, 10 y 11. 64 Convención de Nueva York, art. V(2) (“También se podrá denegar el reconocimiento y la ejecución de una sentencia arbitral si la autoridad competente del país en que se pide el reconocimiento y la ejecución, comprueba: a) que, según las leyes de ese país, el objeto de la diferencia no es susceptible de solución por vía de arbitraje; b) que el reconocimiento o la ejecución serían contrarios al orden público de ese país.”). 119 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] esencialmente patrimonial de la controversia, susceptible de transacción65 y de prórroga de jurisdicción.66 El fallo de la jueza platense no minimizó la objeción de que el laudo cuya ejecución se pretendía violaba el orden público, atendiendo a su procedencia.67 Por el contrario, la Sentencia de Primera Instancia respondió específicamente a las dos únicas razones esgrimidas por Astilleros, a saber: que “Milantic” habría obtenido una indemnización doble (daños por la demora y daños por otras consecuencias de la rescisión)68 y, además, que la capitalización de intereses viola el art. 623 del Código Civil, que prohíbe el anatocismo.69 En cuanto al primer argumento, el fallo de la jueza en lo contencioso-administrativo decidió que no hubo violación alguna del orden público porque los rubros indemnizatorios reconocidos en el laudo no eran otros que los pactados por las partes.70 Conforme al Contrato de Construcción, la fecha de entrega del buque hacía a la esencia del contrato, habiendo acordado las partes que el constructor debía pagar una penalidad por mora de US$10.500,00 diarios por cada día que exceda dos semanas de retraso, más una penalidad de US$1.663.947,50 65 CPCC arts. 774 (“Objeto del juicio. Toda cuestión entre partes, excepto las mencionadas en el artículo 775°podrá ser sometida a la decisión de jueces árbitros, antes o después de deducida en juicio y cualquiera fuere el estado de éste.”); CPCC arts. 775 (“Cuestiones excluidas. No podrán comprometerse en árbitros, bajo pena de nulidad, las cuestiones que no pueden ser objeto de transacción.). 66 CCPC art. 1 (“Carácter. La competencia atribuida a los tribunales provinciales es improrrogable. Exceptúase la competencia territorial en los asuntos exclusivamente patrimoniales, que podrá ser prorrogada de conformidad de partes.”). 67 Sentencia de Primera Instancia, p. 16, con cita de Antonio Boggiano, Derecho Internacional Privado, Buenos Aires, 1978, p. 141 (“.[N]o cabe acordar eficacia a un pronunciamiento extranjero fundado en normas que resulten incompatibles con el espíritu de la legislación a que se refiere el artículo 14 inciso 2 del Código Civil, circunstancia que se configura cuando aquéllas impliquen la lesión de algún principio general inferido de normas vigentes en el derecho argentino..”). 68 Sentencia de Primera Instancia, p. 16 (“La demandada alega que el laudo arbitral es contrario al orden público local, ya que, según sostiene, indemnizó doblemente los daños derivados de la resolución del contrato, al condenar a indemnizar a Milantic Trans S.A. por los daños causados en la demora de la entrega del buque y, a la vez, por los perjuicios que se estimaron como resultantes de la rescisión, aduciendo que tales rubros no pueden acumularse debido a que el objeto y naturaleza resarcitoria de los mismos se excluyen entre sí.”). 69 Sentencia de Primera Instancia, p. 16 (“Asimismo, aduce la representación fiscal que resulta contrario al orden público local, el método fijado por el tribunal arbitral para calcular los intereses, ya que permite la fórmula compuesta que produce la capitalización de los mismos, afirmando que ello contradice el artículo 623 del Código Civil, que prohíbe el anatocismo.”). El artículo 623 del Código Civil dice así: “No se deben intereses de los intereses, sino por convención expresa que autorice su acumulación al capital con la periodicidad que acuerden las partes; o cuando liquidada la deuda judicialmente con los intereses, el juez mandase pagar la suma que resultare y el deudor fuese moroso en hacerlo. Serán válidos los acuerdos de capitalización de intereses que se basen en la evolución períodica de la tasa de interés de plaza.” 70 Y el cumplimiento de lo pactado, agrega la Sentencia de Primera Instancia, es la respuesta del derecho argentino (derecho aplicable) en virtud del principio pacta sunt servanda, incorporado al artículo 1197 del Código Civil argentino. ]]]]]]]]]]]]] 120 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] que debían sumarse al monto acumulado en concepto de penalidad por mora.71 La Sentencia de Primera Instancia también analizó y descalificó el argumento de que la capitalización de intereses viola el orden público argentino. La jueza recordó que la Ley 23.938 modificó el art. 623 del Código Civil, autorizando acuerdos sobre capitalización de intereses, capitalización que ya había sido prevista para diversos contratos de comercio.72 También afirmó la Sentencia de Primera Instancia, con apoyo de jurisprudencia de la CSJN,73 que el interés del 5.5% anual aplicado por el laudo, capitalizable cada tres meses, no deja de ser “un arbitrio tendiente a obtener una ponderación objetiva de la realidad económica,” acrecentamiento válido del capital que no pareciera alterar el orden público,74 siempre y cuando no resulte “objetivamente injusto” o vulnere el principio de razonabilidad “con menoscabo del derecho de propiedad del deudor (art. 17 Constitución Nacional) y el correlativo enriquecimiento indebido del acreedor.”75 El Fallo de Cámara, especialmente el voto concurrente del segundo camarista opinante, al adherirse a la denegatoria del pedido de ejecución del laudo contra Astilleros, pareciera justificar la intromisión judicial de la Cámara en una supuesta violación del orden público al expresar: “...[T] ratándose la presente de la ejecución de una sentencia, en la que se hubo debatido una cuestión de naturaleza “ius publicística”, al respecto campean cuestiones de derecho público, y por ello considero que no existiría exclusión compulsiva de un tribunal de justicia hasta para avanzar hipotéticamente en el mérito de lo decidido, respecto del cual la CSJN ha dicho 71 Sentencia de Primera Instancia, p. 16, haciendo referencia al artículo III, apartados (1) y (2) (a), (b) y (c) del Contrato de Construcción del 12 de marzo de 1996 (“De tales cláusulas surge que el constructor (ARS) debía entregar el buque el día 2 de enero de 1998, constituyendo la fecha de entrega del mismo la esencia del contrato, estableciéndose que no se efectuará ajuste alguno y que el monto del contrato permanecerá invariable, durante los primeros quince (15) días de demora en la entrega del buque, a partir del 2 de enero de 1998. Acordándose, además ,que, si la entrega del buque se demora más de quince días a partir de esa fecha, el constructor debía abonar al comprador la suma de diez mil quinientos dólares estadounidenses, en concepto de daños liquidados por cada día de demora. Es así que se acuerda que, en caso de rescisión del contrato, el constructor pagará en forma inmediata al comprador la suma de 1.663.937,50 dólares estadounidenses en concepto de daños y perjuicios derivados de la rescisión, y “los daños liquidados por demora en la entrega acumulados a la fecha de la rescisión, serán pagados por el constructor en efectivo.””. 72 Código de Comercio, arts. 795, 788 y 569. 73 CSJN, Fallos 315:2980. 74 Sentencia de Primera Instancia, p. 17 (“.[M]otivo por el cual, en el actual contexto económico argentino, una correcta hermenéutica, no conduce a sostener que la metodología para el cálculo de los intereses prevista en el acápite 6 del laudo arbitral -interés anual de 5.5% convertible trimestralmente—(ver fs. 66), trascienda los límites de la moral y las buenas costumbres (arts. 953,1071 y 21 Cód. Civ.), en cuya observancia está interesada el orden público local.”). 75 CSJN, Fallos 324:4300; 325:1454. 121 ]]]]]]]]]]]]] [ Ricardo B. Albina - Alejandro M. Garro ] “que es un principio basado en la garantía de defensa en juicio que a los fines de la solución de controversias jurídicas individuales no se excluya compulsivamente la intervención de un tribunal de justicia” (Fallos 267:205 y 301:111). La acción debatida en autos que se deduce ante el Juez de primera instancia e incluye como causa suficiente el caso en que el laudo contraríe el orden público, justifica la intervención de este Organo judicial, con prescindencia del alcance del recurso.” Este pasaje arriba transcripto del Fallo de Cámara , que no se caracteriza precisamente por su claridad de análisis,76 busca apoyo en apreciaciones generales que se encuentran en algunos fallos de la CSJN (especialmente en el precedente “Cartellone”77), como así también en escritos del Dr. Morello78 y el Dr. Caivano79, acerca de la necesidad de un ajustado control judicial del arbitraje. Nadie discute la necesidad de un oportuno control judicial de los laudos arbitrales y el respeto de los principios básicos del orden público, que deben ser siempre salvaguardados por los tribunales de justicia. Pero la función del juez a quien se pide la ejecución de un laudo extranjero regido por la Convención de Nueva York no es la de revisar si la disputa ha sido correctamente decidida, sino controlar que se hayan respetado los principios básicos del debido proceso, tal como han sido articulados en la Convención de Nueva York. Esta función la comprendió muy bien la jueza encargada del exequátur, tal como lo refleja la impecable Sentencia de Primera Instancia. Es de lamentar que la Cámara platense en lo Contencioso-Administrativo, ignorando los principios básicos que rigen el arbitraje comercial internacional, no lo haya entendido de la misma manera. X|Conclusión El arbitraje comercial internacional no es el único método de resolución de controversias; pero, a falta de otros métodos más eficientes y confiables, se ha vuelto el mecanismo más utilizado para dirimir disputas en complejos contratos internacionales de larga duración, como el Contrato de Construcción celebrado entre 76 Rivera, Incomprensión Judicial del Arbitraje, op. cit., quien califica el párrafo de “incomprensible.” 77 Cartellone Construcciones Civiles S.A. c. Hidronor Norpatagónica, S.A., CSJN, 1 Junio 2004 (“Cartellone”), LL- 2004-E, p. 266, fallo muy criticado por la doctrina especializada, entre otros, Bosch, Apuntes sobre el control judicial del arbitraje (a propósito de la sentencia “Cartellone c. Hidronor””, ED-209-693; LL, suplemento diario del 11 Noviembre 2004, con nota de Luis Alejandro Estoup. 78 Augusto M. Morello, El recurso extraordinario, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999, p. 213, Para. 206 (haciendo referencia a la intervención de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en supuestos excepcionales que requieren preservar la seguridad jurídica). 79 Roque J. Caivano, Arbitraje en la Argentina: Fortalezas y debilidades, ED-200-767 (haciendo referencia a la necesidad, en general, de un adecuado control judicial del arbitraje). ]]]]]]]]]]]]] 122 [ El Arbitraje Comercial Internacional y la administración de la justicia administrativa en la Pcia. de Bs. As.: la desdichada crónica de un laudo sin ejecutar. ] Milantic y Astilleros. Es importante que abogados y jueces argentinos se encuentren familiarizados con el funcionamiento del arbitraje a nivel internacional. En tanto que la Sentencia de Primera Instancia en la causa Milantic es un ejemplo del análisis detallado y metódico del tipo de control judicial que debe ejercerse ante el pedido de ejecución de un laudo dictado en el extranjero, el Fallo de Cámara suscita una justificada preocupación al desconocer el rol fundamental que cumple el derecho internacional, en general, y la Convención de Nueva York, en particular. La preocupación se extiende al desprestigio que acarrea a la administración de justicia en la República Argentina y el papel que podría jugar nuestro país como sede confiable de arbitrajes internacionales. 123 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 124 Industria de la Construcción El gen de la desprotección? Iván De Carlo s u m a r | o I. Introducción. II. Nociones preliminares. 1. Características de la actividad III. Desarrollo. 1. Antecedentes del régimen legal actual. a. Problemática existente bajo el imperio. de la Ley 11.729 y el Decreto Ley 33.302/45. a.1. Consideraciones en torno al contrato por obra determinada. a.1.1. Contrato por obra determinada y contrato a plazo fijo. a.1.2. El objeto principal del empleador como elemento determinante de los efectos jurídicos de la modalidad contractual. a.1.3. Contrato sui generis. b. Ley 17.258/67. b.1.El sistema “Fondo de Desempleo”. b.1.1.Protección del sistema. b.2. Modelo de la Ley Brasileña 5107/66. b.3. Virtudes vs. defectos. 2. Ley 22.250 a. Motivos de su sanción. b. Comparación con el régimen protecto- rio de la Ley 17.258/67. c. Fondo de Cese Laboral. Naturaleza jurídica. 3. Posible inconstitucionalidad de la Ley 22.250/80. IV. Conclusión 125 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 126 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] I| Introducción: La posición jurídica en la que se ha encontrado el trabajador de la Industria de la Construcción al momento de la finalización de la relación de trabajo ha variado con el tiempo; y diferentes circunstancias o problemáticas fueron contribuyendo para que, actualmente, los trabajadores de esta actividad cuenten con un “Fondo de Cese Laboral”. En el presente trabajo intentaremos -a través de contenidos sintetizadostransitar la evolución legal de las distintas situaciones jurídicas a las que hacemos referencia, con el objeto de arribar al estudio del mencionado Fondo, no solo desde su aspecto estrictamente jurídico, sino que intentaremos tener presente las razones políticas, económicas y sociales que acompañaron su desarrollo. En este cometido proponemos analizar esta evolución partiendo de la situación que se presentaba bajo el imperio de la Ley 11.729 -y el Decreto Ley 33.302/45-, para luego abordar el estudio del instituto denominado originariamente “Fondo de Desempleo”, que fuera propuesto para estos trabajadores por la Ley 17.258 de 1967. Finalmente, analizaremos el instituto a la luz del régimen actualmente regulado por la Ley 22.250/80. Consideramos prudente que nos anticipemos en señalar que, desde la sanción de la Ley 17.258, se ha optado por conferir los mismos efectos jurídicos a las distintas causales que podrían motivar la extinción del contrato de trabajo, circunstancia que ha generado distintas opiniones en torno a la naturaleza jurídica del hoy denominado “Fondo de Cese Laboral” -denominación introducida por el articulo 14 de la Ley 25.371/00-, como así también las motivadas por su relación con la protección contra el despido arbitrario -art. 14 bis C.N.-. Resulta indefectible, a su vez, contemplar las características que le dan identidad propia a la actividad de la contracción ya que hacen a la necesidad de su regulación específica y que justificarían, en última instancia, las consecuencias del régimen diferenciado. II| Nociones preliminares: 1. Características de la actividad. Comenzaremos por señalar que la actividad de la construcción cubre una de las necesidades fundamentales del ser humano, su habitación. Pero esta industria no se agota en la vivienda, sino que, muy por el contrario, se ocupa de construcciones de variada y cardinal utilidad para el desarrollo de cualquier sociedad: caminos, puentes, represas, acueductos, etc. Debemos destacar, también, el vuelo que alcanza esta industria -en el crecimiento productivo interno- por su vinculación natural con otras actividades 127 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] de producción, de carácter previo, y que se relacionan con ella por los medios utilizados. Téngase presente el despliegue de actividad llevado a cabo en procesos productivos dedicados a la obtención de cemento, cal, ladrillo, cerámica, vidrio, yeso, hierro, como así también, las dedicadas a la obtención de arena, piedra y madera -citando algunos ejemplos Por otro lado, es oportuno indicar que una construcción puede -y generalmente así sucede- dividirse según las distintas partes que comprenden su ejecución total. Es aquí donde toma preeminencia una característica de singular relieve, la gran diversidad de especialidades o profesiones que son ocupadas en la ejecución de cada una de esas etapas: poceros, armadores, hormigoneros, carpinteros de obra, albañiles, soldadores, azulejistas, pintores, yeseros, gasistas, plomeros, electricistas, calefaccionistas, etc. Como la construcción implica, naturalmente, la realización de una obra, ello pone de relieve, indefectiblemente, el factor temporal que, lógicamente, varía según su envergadura -de corta, mediana, o larga duración-. Pero es necesario detenernos en indicar que no se trata de un sistema de producción en serie, de indefinida, automática, e instantánea repetición. Obsérvese que la terminación de una obra implica que la actividad deba desplazarse a otro lugar, y si la actividad se desplaza, con ella lo hace el trabajador. La actividad presenta un significativo índice de rotación de personal, y ello se debe a que la ejecución de una obra se divide en etapas parciales de realización consecutiva, donde intervienen trabajadores de diversas especialidades de acuerdo a cada etapa. En este sentido, Armando A. Rocha1 señala que la duración de las obras determina un alto grado de rotación del personal que migra de una a otra en búsqueda de nueva ocupación. Este cambio de obra puede no significar la finalización del vinculo laboral, sino el desplazamiento del trabajador a otra obra que desarrolle su empleador. Por el contrario, puede significar el cambio de obra, pero, a su vez, también de empresa a empresa, y un nuevo contrato. En algunos casos, la relación entre la duración de la obra, sus etapas, y las especialidades o profesiones, determina el cambio de residencia del obrero en la búsqueda de la ubicación de la nueva obra. Podemos resumir lo expuesto señalando la trascendencia que tiene la actividad de la construcción para el desarrollo social y la importante participación que tiene en el producto bruto interno. Resaltando el gran número de oficios o profesiones que ocupa y el alto índice de rotación de personal que presenta. Finalmente, apuntamos que el factor temporal se presenta como un elemento a tener muy en cuenta. III | Desarrollo: 1 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 5. ]]]]]]]]]]]]] 128 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] 1. Antecedentes del régimen legal actual. a. Problemática existente bajo el imperio de la Ley 11.729 y el DecretoLey 33.302/45: En este punto no nos adentraremos demasiado en la regulación legal que establecían -por aquel entonces- las disposiciones a las que este título hace referencia, sino que trataremos de mostrar las dudas que se presentaban en torno a la procedencia del pago de las indemnizaciones reguladas por aquellos instrumentos legales, con el objeto de representar cómo estas vacilaciones se trasladaban y repercutían en las partes integrantes de la relación laboral, generándose, así, la plataforma fáctica que la Ley 17.258, de 1967, intentara corregir a través de la creación del denominado Fondo de Desempleo. Las dudas a las que hacemos referencia en el párrafo anterior se manifestaban en la jurisprudencia, que no mostraba respuestas unívocas al momento de resolver los conflictos que eran llevados a su jurisdicción. En el orden de ideas apuntado, hacemos nuestras las palabras de Vazquez Vialard2, quien, con notoria claridad, apunta que la situación del trabajador de la construcción relacionada con el derecho de estabilidad ocupacional no era pacifica, ya que dependía -en definitiva- del tribunal que tuviera que resolver la cuestión. Ahora bien, expuesto lo anterior, resulta necesario presentar la problemática existente como punto de partida que nos permita comprender las razones que impulsaron la creación del Fondo de Desempleo. a.1. Consideraciones en torno al contrato por obra determinada: La dificultad giraba en torno a determinar la naturaleza jurídica y los efectos de la modalidad contractual que se denominara “contrato por obra determinada”, ésto es, la contratación de trabajadores de la especialidad para la realización de una obra determinada, y con ese único fin. Como venimos señalando, la jurisprudencia no se presentaba conteste en relación a la naturaleza jurídica que cabía acordarle a esta modalidad contractual. Había quienes, entendiendo que se trataba de una forma de contratación a plazo, creían que era posible otorgarle los mismos efectos que la ley establecía respecto al contrato a plazo fijo; en tanto otros, teniendo en cuenta la habitualidad de la empresa en la actividad, creían que mediaba una relación a tiempo 2 VAZQUEZ VIALARD, Régimen laboral en la industria de la construcción, en Deveali (dir.), “Tratado”, T. III, Pág. 432 y 433. 129 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] indeterminado -por aplicación de lo que se denominó “actividades vertebradas de trabajos discontinuos”-. Por otro lado, la jurisprudencia de la SCJBA establecía que se trataba de un contrato sui generis, que no podía ser confundido con ninguna de las modalidades antes mencionadas. a.1.1. Contrato por obra determinada y contrato a plazo fijo: Se sabía que en ambas modalidades contractuales el vínculo jurídico que unía a las partes no era de tiempo indeterminadado, sino que, por el contrario, ambas dependían del acontecimiento de un hecho futuro. Pero en el contrato a plazo fijo, existía certeza respecto al momento en que ese hecho se produciría -era preciso saber en forma indubitable cuándo cesaría la relación de trabajo-. Respecto al contrato por obra determinada la certeza que reinaba en la otra modalidad contractual, se presentaba tan solo como un hecho que acaecería, desapareciendo la certidumbre respecto al momento en que finalizaría el vínculo, o, lo que es lo mismo, respecto de la fecha en que se produciría el hecho extintivo de la relación de trabajo -finalización de la obra, o la etapa en la cual laboraría el obrero-. Lo que no dejaba lugar a dudas era que en el contrato por obra determinada se conocía de antemano la temporalidad del vínculo, característica propia del contrato a plazo fijo, y de allí la pretendida similitud en cuanto a los efectos que la ley le otorgaba a este último (arts. 157 y 158 Cód. de Com., modificados por la Ley 11.729, pago de indemnización en forma simple)3. Ahora bien, aceptando esto último, también se alzaban voces que discutían la aplicación de los efectos del contrato a plazo fijo a esta otra modalidad contractual. En tal sentido, aclaraban los autores4 que en el contrato a plazo fijo, una vez cumplido el término establecido en éste, pero sin que se haya logrado el objeto perseguido con la contratación del trabajador, la actividad del empleador podría continuar y, por consiguiente, perpetuarse los servicios del obrero si el empleador no hubiese cumplido con la obligación de preavisar la finalización del contrato -por aplicación de la tácita reconducción que establecía el artículo 158 de la Ley 11.729-. Pero esta posibilidad no era aplicable en el contrato por obra determinada, pues una vez finalizada la obra carecería de objeto la continuidad del vínculo, ya que no quedaría más actividad específica que realizar en lo que se refería a la construcción. Por nuestra parte, entendemos que a idéntico razonamiento conclusivo 3 Voto Dr. CABALLERO, Tribunal Sup. De Córdoba, Sala Laboral, 10/04/1967, “Salinas, Pedro R. c/ Scaltriti, Juan”, DT, XXVII, Pág.378. 4 SOMARÉ, José I., “Extinción del contrato por obra determinada”, DT, XXVII, Pág. 377. ]]]]]]]]]]]]] 130 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] se arriba sin que sea necesario ir a la finalización de la obra como ejemplo representativo, ya que si tenemos presente que la especialidad de los trabajadores resulta necesaria según las distintas etapas de ejecución, ésto es, una vez finalizado el pozo, se ve agotada la específica laboriosidad del pocero. Por lo tanto, como se puede apreciar, aplicar la tácita reconducción cual si fuera un contrato a plazo fijo excedería toda lógica bajo las circunstancias mencionadas; pero, como veremos a continuación, esta última posición podría variar si se sumara al análisis que el objeto principal del empleador fuera la construcción. a.1.2. El objeto principal del empleador como elemento determinante de los efectos jurídicos de la modalidad contractual: Quienes centraban el análisis en el objeto principal del contratante, como norte para encauzar la cuestión; ésto es, si se trataba de una empresa constructora, insistían en que al trabajador lo amparaba la presunción juris tantum de contar con lógicas posibilidades de continuar en su puesto por la índole continuativa de la actividad de su principal5. Por lo tanto, entendían que las partes se relacionaban por una modalidad contractual signada por solución de continuidad. Arribaron a esta conclusión partiendo de una teoría que configuraba a la actividad de la construcción como vertebrada, o sea, que resultaba constituida por obras independientes entre sí, pero de naturaleza homogénea (trabajos discontinuos)6. Por el contrario, otros autores7 se preguntaron qué relación tenía esta posición con la realidad de los hechos, y por qué la presunción juris tantum que se señala, no cedería ante la contundencia de un contrato celebrado entre las partes en el cual se consignara expresamente que el obrero era contratado, únicamente, para la obra que se indicara en el mismo. Ahora bien, siguiendo este mismo nivel de análisis -y yendo más allá en la abstracción hipotética- podría decirse que con esta tesitura, la empresa, una vez finalizada la obra para la cual fue contratado el obrero, y hasta que pueda ser necesitado en otra obra futura, tendría dos cursos de acción a seguir: a) Continuar pagando este costo de mano de obra, tal como si el empleado estuviere laborando en una obra, o b) extinguir la relación laboral y pagar indemnizaciones por antigüedad y preaviso (este último concepto, si correspondiere). El primer supuesto podría ser resistido por ser económicamente 5 Voto Dr. REBULLIDA, Cám. Ap. Trabajo de la Capital, Sala I, 17/05/1957, “Lowezy, Jose c/ Piazza y Piana (Soc. de Resp. Ltda..)”, DT, XVIII, Pág. 355 6 Voto Dr. REBULLIDA, ob. cit. Pág. 355. 7 DEVEALI, Mario L., “El régimen de despido de los obreros de la construcción”, DT, XVIII, Pág. 354. 131 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] inconveniente, mientras que el segundo lo sería por la falta de soporte lógico que lo sustente, ya que el trabajador debería ser indemnizado cada vez que finalice una obra, y no ante su eliminación definitiva de la empresa8. Asimismo, se dijo que este nivel de razonamiento estimulaba contratos simulados. En efecto, si se observa la incidencia que tienen las indemnizaciones por despido sobre el salario, y la gravitación que tiene la mano de obra en el precio de las construcciones, no parecería justificado -desde el campo económico- que una misma obra tenga un costo distinto según haya sido edificada directamente por el dueño, o por una empresa constructora9. a.1.3. Contrato sui generis: Bajo esta concepción, se entendía que esta modalidad contractual no podía ser confundida con el contrato por tiempo indeterminado, ya que ambas partes convenían ad initio que la relación tendría que terminar en cierto momento. De lo que se desprendía la imposibilidad de configurar un despido cuando la relación se extingue por la terminación de la obra, ya que se trataba de una resolución consensual, convenida de antemano, en el momento de celebrarse el contrato10. De acuerdo con esta doctrina, el contrato por obra determinada tampoco puede ser confundido -a los efectos de la Ley 11.729- con el verdadero contrato a plazo, respecto del cual la ley impone la obligación de preavisar so pena de tácita reconducción. Se sostuvo que era evidente que esta última no podía producirse una vez que hubiere terminado la obra11. Igualmente, se expresaba que no era posible hablar de indemnización por despido, “...que no existe verdadero despido, ya que no hay ruptura del vínculo contractual, ni disolución del mismo por voluntad de una de las partes, sino, simplemente, finalización del término o plazo convenido por las propias partes con anticipación, o lo que es lo mismo, terminación de la obra para la cual mediara contratación”12. Por otro lado, también se sostuvo que no podría ponerse en duda la validez de la cláusula que fijaba el plazo, cuando el mismo respondía a la naturaleza de la actividad que el trabajador tiene que realizar13. Como se podrá apreciar, existían suficientes vacilaciones respecto a la procedencia del pago de las indemnizaciones por falta de preaviso y despido 8 DEVEALI, Mario L., ob. cit., Pág. 354. 9 DEVEALI, Mario L., ob. cit., Pág. 356. 10 DEVEALI, Mario L., ob. cit., Pág. 353. 11 DEVEALI, Mario L., ob. cit., Pág. 353. 12 Voto Dr. ECHENIQUE, Tribunal Sup. De Córdoba, Sala Laboral, 10/04/1967, “Salinas, Pedro R. c/ Scaltriti, Juan”, DT, XXVII, Pág.380. 13 DEVEALI, Mario L., ob. cit., Pág. 353. ]]]]]]]]]]]]] 132 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] para las relaciones de trabajo de esta actividad, y como señala Vazquez Vialard14, ésto trajo aparejado el encarecimiento de la mano de obra, el empeoramiento de la calidad de la construcción, la disminución consiguiente de la demanda del sector, el aumento del mercado negro de trabajo, y la subcontratación. b. Ley 17.258: La problemática representada en el punto precedente fue la que motivara la creación del Fondo de Desempleo, instituido originariamente por la ley que ahora nos ocupa. En honor a la brevedad -y toda vez que de su texto se desprende claramente lo referenciado supra- es que nos remitiremos, sobre este particular, a la nota elevada al Poder Ejecutivo que acompañó el proyecto de la Ley 17.258/67. En este orden de ideas, y luego de manifestar que el proyecto es el resultado de un convenio sectorial celebrado en el mismo año15, la nota expresa la finalidad del nuevo sistema: • Disminuir las cargas sociales sobre los costos de la construcción, particularmente las indemnizaciones. No por su cuantificación, sino en lo que se refiere a su aplicación, muchas veces aleatoria16. Esto, a su vez, generaría una disminución estimada de un 11% al 13% respecto de los costos de mano de obra17 • El pago obligatorio e inevitable de la indemnización mediante el Fondo de Desempleo, haría que el trabajador no se vea forzado a opciones judiciales de laboriosa gestión y de resultado incierto18. A su vez, que el aporte patronal -para constituir aquel fondo- sea mayor durante el primer año de la relación laboral -8%-, y que disminuya a la mitad pasado éste, daría razón suficiente al empleador para evitar realizar movimientos de personal sin motivos19. • Si bien, mensualmente y desde el comienzo de la relación laboral, el empleador deberá desembolsar fondos -que constituyen reservas- a los efectos de aportar al Fondo de Desempleo, este sistema le permitiría conocer de inmediato sus costos, y podrá aceptar trabajos que antes rechazaba por no aumentar su personal en breves períodos de tiempo, y ante el riesgo de eventuales demandas por despido.20 14 VAZQUEZ VIALARD, “Régimen laboral en la industria de la construcción”, en Deveali (dir.), “Tratado”, T. III, Pág. 437. 15 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, párrafo 2. 16 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, párrafo 4. 17 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, párrafo 10. 18 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, párrafo 7 y 8. 19 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, párrafo 11. 20 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, párrafo 9. 133 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] • Este sistema que se constituye en torno al Fondo de Desempleo actuaría como un factor positivo de aflojamiento de las tensiones en el campo laboral y contribuirá al desarrollo del país21. En suma, el proyecto buscaba disminuir las acciones judiciales al constituir el pago del Fondo de Desempleo como obligatorio, inevitable, y de procedencia automática; y por otro lado, pretende incentivar la actividad de la construcción con fundamento en dos razones: la mayor certeza respecto al costo de la mano de obra, y las expectativas en la disminución del concepto. Finalmente, principia una relación estrecha entre la prosperidad de la actividad de la construcción y el desarrollo del país. No intentamos adelantarle al lector el final de la película, pero creemos acertado prevenirlo sobre las pretendidas bondades que este nuevo sistema aportaría, ya que no todas las aspiraciones manifestadas llegaron a concretarse. Las razones que motivan esta prevención serán objeto de referencia en el acápite b.4 de este trabajo. b.1. El sistema “Fondo de Desempleo”: El funcionamiento del nuevo sistema giraría en torno a dos pivotes: por un lado el Fondo de Desempleo -como mecanismo económico financiero para solventar la sustitución del régimen de estabilidad impropia22- , y por el otro el Registro Nacional de la Industria de la Construcción -como entidad con autarquía financiera en el ámbito de la Secretaría de Estado de Trabajo23- que observaría el cumplimiento del sistema. La Ley 17.258 establecía que el “Fondo de Desempleo” se erigiría como instituto de cumplimiento obligatorio sobre los hombros del empleador de la construcción, cuyo monto era representativo del 8%24 del salario básico del trabajador -luego del primer año de la relación laboral, el aporte se reduciría al 4%-, sin que las deducciones sociales pudieran afectarlo. Este fondo se formaría por los aportes mensuales que el empleador debía depositar en una cuenta de ahorro bancaria, abierta a nombre del trabajador, durante la vigencia del contrato de trabajo25, pudiendo, recién, el dependiente 21 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley, último párrafo 22 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 18 23 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 25 24 El articulo 266 (texto originario) LCT disponía el incremento del 50 % de los montos indemnizatorios de los estatutos especiales, por ello el articulo 116 del CCT 76 de 1975, incrementa los porcentajes de la contribución patronal: el 12 % durante el primer año de la relación laboral, y el 6 % para los sucesivos. 25 Articulo 1 y 2, Ley 17.258. ]]]]]]]]]]]]] 134 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] disponer del fondo una vez extinguida la relación laboral por cualquier causa que sea26. Por su parte, el articulo 18 expresamente prescribía el reemplazo del régimen de preaviso y despido al que hemos hecho referencia en el acápite 1-a -vigente por aquel entonces- por este nuevo instituto que la Ley crea; 27 sustituyéndose, así, por primera vez, el régimen del estabilidad impropia para estos trabajadores 28. Por su artículo 9 se creaba el Registro Nacional de la Industria de la Construcción, y se establecía que todas las personas físicas o jurídicas que realicen trabajos en esta industria debían inscribirse ante aquella entidad jurídica pública29. Por otro lado, la libreta de aportes patronales -conocida como libreta de Fondo de Desempleo- fue instituida sobre la idea de convertirse, por un lado, en un instrumento de inscripción y registro de los trabajadores de la actividad por ante el Registro Nacional, y por el otro, en el único instrumento a través del cual aquellos trabajadores percibirían el “Fondo” por parte de las entidades bancarias depositarias. b.2. Protección del sistema: Ahora bien, todo este sistema encontraba tutela de cumplimiento por las prescripciones que contemplaban -fundamentalmente- los artículos 3, 11 y 12. Veamos como funcionaba: El artículo 3 establecía el mantenimiento del contrato si el empleador no hiciera entrega, en tiempo oportuno, de la libreta, con todos los aportes al día hasta el momento de la extinción de la relación laboral, o sea, con la total disponibilidad de los mismos30. Esta sanción legal fue conocida por la doctrina y la jurisprudencia como “salarios continuatorios31” y motivaron la generación de un verdadero desbordamiento del sistema por la cantidad de reclamos judiciales que generaba. Estos pleitos iban desde pretensiones que reclamaban la procedencia de la sanción sobre la base de mínimas diferencias por intereses, hasta quejas sobre la base de su inconstitucionalidad. Vale decir que la labor de la jurisprudencia sobre este particular fue minuciosa, y encontró el equilibrio interpretativo sin 26 Articulo 3, Ley 17.258. 27 Articulo 18, ley 17.258. 28 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 20 29 Articulo 9, Ley 17.258. 30 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 21 31 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 23 135 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] acoger la pretensión que invocara la supremacía constitucional32. A su vez, y por su parte, el artículo 11 prescribía una indemnización representativa de 2 meses de retribución por año -o fracción mayor a tres mesespara el caso de contar el empleador con trabajadores sin libreta de aportes al cesar la relación33. En el mismo sentido, el artículo 12 establecía que le correspondería al trabajador una indemnización igual al doble de la contemplada por el artículo 8, pero para el caso en que el empleador se atrasara en el pago de los haberes o en el depósito de los aportes al fondo de desempleo, y para su procedencia, se requería que el trabajador hubiera intimado en forma fehaciente y previamente a denunciar el contrato de trabajo34. b.3. Modelo de la Ley Brasileña 5107/66: Juan José Etala35 nos enseña que el sistema de la Ley 17.258/67 tuvo como modelo la Ley brasileña N° 5107/66, que creara para aquel país el “Fondo de Garantía del Tiempo de Servicios”. En idéntico sentido nos explica que la ley brasileña -a diferencia de la nacional- establecía el mencionado fondo para todos los trabajadores, y no solo para los de la construcción. Continúa señalando este autor que, si bien el Fondo de Garantía se iba constituyendo en una cuenta bancaria a nombre del trabajador, con un aporte patronal representativo del 8% de la remuneración mensual que a este ultimo se le pagara -sin que le fuera descontado nada-, la ley del Brasil contemplaba tres escenarios relacionados a la extinción de la relación laboral, cosa que no hacía la ley argentina: • Renuncia del trabajador: No percibiría nada, y la cuenta permanecía bloqueada, salvo especiales circunstancias que contemplaba la ley. • Despido con justa causa: el trabajador percibiría únicamente el capital depositado. • Despido injustificado: el trabajador percibiría lo depositado en su cuenta, los intereses que aquella arrojara, más un pago adicional a cargo del empleador del 10% sobre los valores depositados. 32 CSJN fallo del 28/05/75. T. y SS., octubre 1975 p. 663.: Resolvió que los “salarios de continuidad” que percibe el trabajador sin cumplir tareas, mientras no cuente con el Fondo de desempleo, no viola la Constitución Nacional, ya que coincide con la finalidad tuitiva de justicia social de cubrir el riesgo de desempleo. 33 Articulo 11, Ley 17.258 34 Articulo 12, ley 17.258 35 ETALA, Juan José, “Indemnización por despido y Fondo de Desempleo de trabajadores de la construcción”, DT, XXXVI, Pág. 373 y ss. ]]]]]]]]]]]]] 136 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] De estas diferencias estructurales entre uno y otro sistema se sirve el autor para concluir que la ley argentina desvirtúa la sustancia del Fondo de Garantía de Tiempo de Servicios brasileño y que la denominación que la primera le otorga al instituto no es, en realidad, de desempleo, ya que únicamente refleja la antigüedad que el trabajador tiene en la empresa sin que tenga vinculación alguna con el estado de desocupación o desempleo, toda vez que, al extinguirse el contrato, el trabajador percibiría el Fondo, aunque inmediatamente después comenzara a laborar para otra empresa, y sin tener que devolver lo percibido. b.4. Virtudes vs. defectos: Expuestas que fueron las expectativas del nuevo sistema, como así también la problemática que venía a remediar -punto b-, corresponde analizar qué fue lo que pasó en la realidad de los hechos, o lo que es lo mismo, cuáles fueron los resultados obtenidos. En este orden de ideas se dijo36: • Que fue sustituido el régimen de estabilidad relativa impropia por un Fondo de Desempleo, que en realidad no constituyó un verdadero fondo, ya que no formaba parte de una cuenta común, sino que se mantenía individualizado en la cuenta particular de cada trabajador; y que tampoco era de desempleo, ya que operaría independientemente de una real situación de desempleo. • Que el efecto intentado de dar dinamismo y movilidad a la contratación, podría generar un efecto contraproducente, ya que la falta de incidencia de la causa para motivar la extinción de la relación, dotaban a los contratos celebrados a la luz del nuevo régimen, de una flexibilidad muy extrema. • Que la falta de un mecanismo financiero que permita la actualización de los fondos depositados fue un incentivo para que el trabajador buscara la extinción de su contrato, por vía de renuncia, para hacerse de los fondos de su cuenta, evitando así que la inflación los corroyera. • Que la disminución de los juicios del sector tampoco se cumplió. Sus disposiciones adolecían de un defectuosa redacción que elevó la litigiosidad del sector, ya sea por lo impreciso de su contenido -en cuanto a los sujetos comprendidos en ella- como respecto de la sanción que establecía la continuidad de los salarios para el caso del empleador incumplidor. • Que debe reconocerse que la finalidad genérica de la ley, que era dar flexibilidad a las relaciones laborales del sector, se vio ampliamente lograda, sin que ello fuera óbice para el mantenimiento de una dosis importante de trabajo en 36 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 27 137 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] negro a pesar de la existencia de un régimen que limitaba la responsabilidad de empleador a una cuantificación monetaria prefijada, en muchos casos, inferior a la ley común. 2. Ley 22.250: Hasta aquí hemos tratado de introducir rápidamente al lector a las características propias de la actividad de la construcción; las que, en un primer momento, sirvieron para caracterizar la modalidad de contratación que se pensó ajustada a las relaciones laborales del sector -“contrato por obra determinada”. También mostramos la problemática jurídica que se presentó al momento de determinar la respuesta legal aplicable a aquella modalidad contractual; como así también la existencia de vacilaciones jurisprudenciales que no contribuían a encontrar la solución que la realidad del sector necesitaba. Intentamos explicar, a su vez, cómo se reaccionó normativamente frente a aquella realidad social, instaurándose un sistema que pretendió solucionar la problemática. Mostramos preliminarmente la relación existente entre aquellos objetivos trazados - que motivaron la instauración del sistema - y los efectivamente obtenidos. Ahora bien, es momento que nos avoquemos a la tarea de presentar las razones que impulsaron la sanción de la actual Ley 22.250/80, adelantando que esta norma respeta -en lo sustancial- el régimen organizado por su antecesora de 1967. 2.a. Motivos de la sanción: En lo que a este tópico refiere, creemos importante prestar atención a lo manifestado en la nota elevada al Poder Ejecutivo de 1980 que acompañó el proyecto de la Ley 22.250. Pero antes de ocuparnos de ello, entendemos oportuno explicar que la revisión del régimen legal de los trabajadores de la construcción -Ley 17.258- se encontraba permitida por el artículo 7 de la Ley 21.29737 de 1976. Esta ley -que modificaba muchos artículos de la Ley de Contrato de Trabajo- por su articulo 7 le encomendaba al Ministerio de Trabajo la creación de comisiones - en las que, a su vez, participaría el Ministerio de Economía y de Justicia - para el estudio y elaboración de proyectos de ley relativos a la reglamentación del derecho a huelga, el régimen del trabajo rural, la regulación de los estatutos legales especiales del trabajo, y el código del trabajo. En este contexto, el Ministerio de Trabajo de la Nación, mediante la 37 Ley 21.297. Fecha de sanción: 23 de abril de 1976. Fecha de Publicación Boletín Oficial: 29 de abril de 1976. ]]]]]]]]]]]]] 138 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] Resolución M. T. N° 904/76, creó la comisión de estudio respectiva, la que evaluó la situación emergente de la aplicación de la Ley 17.258, y sus consecuencias, y propició la sanción del nuevo régimen38. Ahora bien, la nota de elevación citada precedentemente explica que los cambios que se introdujeron al régimen legal tuvieron especialmente en cuenta “...aquellas cuestiones que, como lo han destacado la doctrina, la jurisprudencia y las opiniones de los sectores interesados, originaron encontrados debates jurídicos, dando lugar a interpretaciones sutiles por la necesidad de morigerar, en algunas casos, los excesos de que ha sido objeto la aplicación de la Ley 17.258 (...) el propósito central (...) es el de superar los vicios, defectos y zonas grises que se observan en la ley vigente, persiguiendo, a la par, la idea de un método de mayor eficiencia y claridad. También es finalidad del proyecto (…) recoger, en lo esencial, la idea de la Ley 17.258, que no se ha circunscripto a crear y legislar la formación de un Fondo de Desempleo, sino que su aspiración ha sido la de abarcar, en lo fundamental, todo el aspecto de la relación de trabajo que es propia de la industria de la construcción, constituyendo un verdadero estatuto para dicha actividad (...) la mira está puesta en claros y definidos objetivos: superar los escollos más notorios y perfeccionar el sistema en función de técnicas y prácticas acuñadas en la observación de los problemas planteados. Ello lleva a estimar que las nuevas fórmulas sugeridas habrán de conferir una mayor seguridad jurídica a las relaciones de trabajo, dotando, también, al sistema de un razonable grado de equilibrio y de agilidad en su efectivización”39. De lo reproducido precedentemente podría colegirse, sin temor a equivocarse, que la reforma legislativa que el proyecto promovía, se dirigía a sanear los efectos de la aplicación del régimen instaurado por la Ley 17.258/67, con el objeto de “superar vicios, defectos y zonas grises”. Detengámonos un segundo en reflexionar lo siguiente: Páginas arriba hemos puntualizado las críticas que se alzaron respecto a la falta de luminosidad de algunos artículos de aquella ley -por ejemplo las dirigidas a la oscuridad que presentaba respecto a los sujetos comprendidos40-, como así también, y en general, las que se formularon respecto de los efectos ordinarios que poseía el régimen, ésto es, lo relativo a la creación de un Fondo de Desempleo que muy poco -para no decir nada- tenía de Fondo. A su vez, comentamos que no faltaron postulados que alertaban sobre la extrema fragilidad laboral que el sistema daba a las contrataciones del sector, al punto tal que -como se expondrá en el punto 3 38 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de Ley 22.250, segundo párrafo. 39 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de Ley 22.250, párrafos 3, 4, 5, y 8. 40 ARMANDO A. ROCHA. Tratado de Derecho del Trabajo, en Vazquez Vialard (dir.)”, Editorial Astrea, Tomo 6, Cap. XXII, Pág. 20. 139 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] de este trabajo- no faltaban voces que invocaban el saneamiento constitucional ante la vulneración de derechos y garantías allí reconocidas. Paradójicamente, la estructura vertebral -o el “núcleo central”41 como lo denomina la propia exposición de motivos del proyecto- resultaba ilesa ante la reforma legislativa propuesta. Por otro lado, la nota que acompaño al proyecto estima que se trataría de un “verdadero estatuto para la actividad”. Nosotros hacemos propia la opinión de Goldin,42 quien explica que un análisis objetivo del régimen permite advertir un panorama normativo cuantitativamente muy distinto. De los cuarenta y un artículos que lo integran, solo quince no están destinados a regular el funcionamiento del fondo de cese laboral y el órgano de aplicación y control de sistema. De esos quince artículos remanentes solo hay ocho que regulan aspectos concretos de la relación laboral, mientras que los restantes refieren a cuestiones de ámbito personal, aplicación, vigencia, derogación, transitorias y de forma. Del análisis con la LCT se desprende que serían aplicables a la industria de la construcción una cantidad superior a doscientos artículos, lo que significa más del 70% de su contenido. Ahora bien, dejando momentáneamente de lado las observaciones expuestas precedentemente, recordemos que la nota elevada al Poder Ejecutivo presagiaba que “…las nuevas fórmulas sugeridas habrán de conferir una mayor seguridad jurídica a las relaciones de trabajo dotando, también, al sistema de un razonable grado de equilibrio y de agilidad en su efectivización…43”. De acuerdo a ello, se puede deducir que el legislador habría observado “algo” de la realidad jurídica del sector que se representaba en el escenario de esta actividad como causa de inseguridad jurídica, equilibrio irracional, y efectivización rezagada. Se preguntará, entonces, el lector -al igual que nosotros en un primer momentoqué fue aquello que se observó, si, en definitiva, se mantuvo incólume el funcionamiento del “núcleo central” del sistema. Seguros estamos en responder que no fue el peligro de la extrema flexibilidad laboral que el sistema generaba, ni tampoco la potencial desprotección del trabajador frente al despido arbitrario. Entonces, dónde se encontraba el peso real de la política legislativa que gobernó la reforma del estatuto profesional que hoy regula las relaciones laborales de la actividad de la construcción? Los párrafos de la exposición de motivos elevada al Poder Ejecutivo que a continuación textualmente reproducimos, le proporcionarán al lector avezado la ruta de razonamiento: “Los resultados del sistema pueden considerarse, en lo sustancial, de signo 41 Exposición de motivos acompañado al proyecto de la Ley 22.250, capitulo V, párrafo 5. 42 Goldin. Régimen legal de los trabajadores de la industria de la construcción y la ley de contrato de trabajo, LT, XXX-289. 43 Nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de Ley 22.250, párrafos 8. ]]]]]]]]]]]]] 140 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] positivo, pero una estructura poco racional de las penalidades y sanciones previstas para los casos de incumplimiento, es lo que verdaderamente ha conspirado para que el nuevo instituto no alcanzase unánime y pacífico consentimiento. Se supone que el fin querido por la ley en este aspecto ha sido el de constituir una forma de reaseguro para obtener el cumplimiento a ultranza de sus disposiciones, por el temor que inspira la gravedad y multiplicidad de sanciones que se aplicaran en forma simultanea o sucesiva44 (...) Se ha oído argumentar que, por draconianas que sean las penalidades, ellas pueden evitarse mediante el simple expediente de cumplir con la ley. No es tan cierto este juicio, sin embargo. La experiencia enseña a diario que así como el régimen legal, con ser severo y múltiple en la previsión de sanciones y penalidades, no ha alcanzado a erradicar toda posibilidad de evasión, tampoco el respeto de sus disposiciones, dentro de un marco de razonabilidad y buena fe, resulta en todos los casos suficiente para preservar a los empleadores de las desmesuras a que puede dar lugar su interesada invocación45 (...) Sin entrar en detalles las posibles combinaciones reparatorias susceptibles de originarse a través de una estrategia aprovechada de la ley vigente (particularmente por el juego de sus arts. 3º, 11º, y 12º), se advierte sí, que la mayor e ilevantable objeción que merece el sistema está dada por el reconocimiento del derecho del trabajador -so pretexto de sancionarse en caso de incumplimiento- a percibir haberes sin cumplir tareas. Ello constituye, a no dudarlo, un grave atentado a la productividad y un pésimo ejemplo para la laboriosidad en general. El admitir que puedan cobrarse remuneraciones sin prestación de servicios, crea una situación perjudicial para la sociedad y la moral publica46 (...) Pero, por lo dicho antes, sin embargo, se ha entendido necesario introducir significativas modificaciones con la finalidad de afianzar el régimen, pero despojándolo de su carga residual de situaciones irritantes, cuando no atentatorias a la moral de la comunidad47”. 2.b. Comparación con el régimen protectorio de la Ley 17.258/67: Creemos acertado presentar -siquiera sintéticamente- cuáles han sido las modificaciones introducidas por el legislador del ´80 en relación a las sanciones para aquellos empleadores ávidos de mezquindades o amigos del incumplimiento normativo. En este sentido, y sin perjuicio de hacer propias las palabras de Juan Carlos D`Abatte,48 quien considera que el sistema indemnizatorio se vio modificado 44 Exposición de motivos acompañado al proyecto de la Ley 22.250, capitulo V, párrafo 2. 45 Exposición de motivos acompañado al proyecto de la Ley 22.250, capitulo V, párrafo 3. 46 Exposición de motivos acompañado al proyecto de la Ley 22.250, capitulo V, párrafo 4. 47 Exposición de motivos acompañado al proyecto de la Ley 22.250, capitulo V, párrafo 5. 48 D`ABATTE, Juan Carlos. “Consideraciones sobre la nueva ley para el personal de la industria de la construcción”. DT año 1980, Tº XL, pagina 1127. 141 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] siempre en perjuicio del trabajador, mostramos algunos ejemplos comparativos: No cumplir con la entrega de la libreta de aportes y/o no pago del Fondo de Desempleo: el contrato de trabajo continuaba vigente y el trabajador tendría derecho a percibir sus haberes y el aporte del Fondo -esto se conoció con el nombre de haberes continuatorios-; bajo la ley actual la indemnización se gradúa judicialmente teniendo como mínimo el equivalente a 30 días de retribución, y un máximo de 90, pero la indemnización se torna operativa si el trabajador intima el cumplimiento patronal (art. 18 Ley 22.250). Atraso en el pago de haberes (o hacerlos efectivos por montos insuficientes), y/o atraso en la efectivización del aporte del fondo: el contrato de trabajo continuaba vigente con los mismos efectos que para los incumplimientos señalados en el supuesto anterior -haberes continuatorios-. Si el trabajador intimaba, se hacía acreedor de la indemnización prevista en el articulo 8 -dos retribuciones mensuales-; bajo la actual ley la indemnización consiste en el pago del doble de los haberes adeudados o insuficientemente pagados -art. 19-. Pero para ganarse el derecho a la reparación el trabajador debe intimar dentro de los 10 días -plazo de caducidad49- en que debió hacerse efectivo el pago -o desde el pago insuficiente-, y esperar que su empleador no regularice la situación dentro 49 Creemos que producto de la existencia del plazo de caducidad que consagra la norma, el mecanismo de protección propuesto por el legislador no solo ampara únicamente un solo periodo respecto de todos aquellos en los que pudieron existir demoras en el pago de los haberes y/o pagos insuficientes, sino que resulta un mecanismo de protección de difícil operatividad, y de poco efecto disuasivo. La norma supone la conducta de patrones que pagan lo que quieren y cuando lo quieren, esto es, salarios por debajo de las escalas convencionales y/o fuera del plazo legal para su efectivización al trabajador. Imaginemos que esta conducta patronal se viene reeditando constantemente durante el tiempo de la relación laboral, y un buen día el obrero, cansado de todo ello, decide plantearle la disconformidad a su empleador. Teniendo presente que el vínculo puede extinguirse sin necesidad de expresar causa alguna que lo justifique -sin que ello signifique ninguna consecuencia distinta- el empleador de espíritu como el que imaginamos no dudaría en extinguir el vínculo. Por lo tanto, tenemos que reformular nuestro imaginario construyendo trabajadores -o quien los asesore, de existir- concientes de esta problemática. De ser esto así, no resulta extraña aquella idea que asocie la intimación prevista por la norma como equivalente a la pérdida de la fuente de ingresos, es decir, la perdida del sustento mismo. Razonamientos que indudablemente pueden disuadir ánimos de respeto de derechos. En este sentido, la intimación se produciría en aquel momento en que el trabajador esté dispuesto a extinguir su relación laboral -o una vez extinguida por voluntad patronal-, lo que significa que antes de ello el obrero no puede más que tolerar estos abusos. Más allá de todo lo expuesto, tenemos que agregar que frente a la intimación obrera, cualquier empleador con un mínimo de asesoramiento -o que haya simplemente leído este artículo 19-, normalizaría aquel último periodo respecto del cual el plazo de caducidad reconoce derecho -dentro del plazo de 3 días hábiles siguientes a la intimación-, y no tendrá mayores reparos en extinguir el vínculo por vía de despido. Con lo cual esta sanción de la que hablamos terminaría perdiéndose en el viento con su espíritu protectorio y todo. Es por ello que no podemos más que lamentar el mecanismo que la norma analizada propone, ya que sirve de clara manifestación de otra señal de desprotección para los obreros de la actividad. ]]]]]]]]]]]]] 142 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] de los 3 días siguientes al requerimiento -plazo de gracia-. En lo que a la demora en la efectivizacion de los aportes al FCL se refiere, la ley no contempla sanción alguna, y solo prevé un mecanismo de actualización -art. 30- que, lógicamente, depende del cumplimiento patronal. Trabajadores carentes de la libreta de aportes: procedían las indemnizaciones del artículo 3 y 11 -salarios continuatorios más 2 meses de retribución por año o fracción mayor a tres meses, con un mínimo de 4 retribuciones-; actualmente, el artículo 18 de la Ley 22.250 contempla el pago de una indemnización igual a 30 días de retribución. 2.c. Fondo de Cese Laboral. Naturaleza jurídica: Las discusiones en torno a su naturaleza jurídica han dividido a la doctrina desde su denominación originaria -Fondo de Desempleo - efectuada por la Ley 17.258. Por su título, como así también por la referencia expresa que la ley establecía al instituir el reemplazo del régimen de preaviso y despido contemplado en el régimen común -reemplazo mantenido hoy por el art. 15, último párrafo, de la actual Ley 22.250-, es que, en un principio, se le atribuyó naturaleza indemnizatoria o de seguro de desempleo50. Estas proposiciones fueron desechadas, y surgieron otras que le atribuían al fondo carácter de “garantía de tiempo de servicios”, “mecanismo de capitalización de la antigüedad”, “salario diferido en su percepción”, “ahorro obligatorio”, y “compensación de tiempo de servicio”. Ahora bien, abordemos el análisis de cada una de estas caracterizaciones en forma individual: Indemnización: Como lo adelantáramos precedentemente, la ley establecía el reemplazo de los sistemas indemnizatorios del régimen común por el instituto que creaba. Es por ello que existieron razonamientos que veían al Fondo de Desempleo como un mecanismo económico financiero destinado a solventar la estabilidad del trabajador. Entendían que el Fondo configuraba una indemnización de idéntica naturaleza que el resarcimiento por despido de la Ley de Contrato de Trabajo, y hasta de mayor amplitud que la indemnización por despido arbitrario, indemnización ésta, que debería considerarse incluida dentro de la fórmula del 50 ACKERMAN, Mario E. “Tratado de Derecho del Trabajo”, Editorial Rubinzal - Culzoni, Tomo V, Pág. 42 143 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] Fondo. Este razonamiento pretende dejar a salvo la garantía del articulo 14 bis CN51. Ahora bien, consideramos prudente, primero, conceptualizar el termino “indemnización”, y para ello tomamos la definición realizada por Manuel Ossorio52, quien enseña que se trata del resarcimiento de un daño o perjuicio causado, ya sea por factores subjetivos de atribución o prescindiendo de ellos. Agrega que, en lo laboral, los perjuicios derivados de la relación de trabajo que sufran las partes, de modo principal la trabajadora, se tienen que reparar mediante el pago de indemnizaciones, algunas veces determinadas concretamente por la ley y otras estimadas judicialmente. Por lo tanto, el término indemnización se anudaría indefectiblemente a conceptos tales como reparación o resarcimiento, ésto es, el arreglo del daño, la reposición, volver al estado anterior, y así compensar las perdidas que por ello haya padecido el perjudicado, o sea, siempre presente la idea de daño. Podríamos citar muchos autores –como, por ejemplo, a Juan J. Etala53- para representar las críticas esbozadas frente al criterio indemnizatorio del fondo, pero tomamos la reflexión de Sappia,54 quien, con razonamiento que compartimos, señaló reiteradamente que el Fondo carece de naturaleza indemnizatoria, porque no repara ningún daño, y más aún, este autor entiende que el sistema legal del que forma parte el FCL tampoco reviste ese tipo de caracterización reparadora. Continúa señalando que es correcto negarle el calificativo de indemnizatorio, ya que el sistema del Estatuto de la Construcción no exige la observancia del deber de respeto a la estabilidad del trabajador, como lo hace el régimen general –aquí se encuentra el motivo de haber seleccionado la opinión de este autor-. Explica que, en el régimen común, la violación del contrato de trabajo destinado a ejecutarse por tiempo indeterminado, provoca un daño y el deber de reparación. Cuando considera a la Ley 22.250, entiende que el contrato está, de antemano, contemplado como sujeto a no extenderse en el tiempo y como tal, pasible de ser interrumpido por las partes en cualquier momento. De tal forma, el sistema de la Ley 22.250 se muestra como desalentador de cualquier expectativa de permanencia y/o continuidad. La extinción, aun incausada, sin notificación previa y decidida por cualquiera de los extremos de la relación, no reconoce cercenamiento de derecho alguno legalmente protegido, excluyendo, así, toda variante resarcitoria de perjuicio, porque la ley lo reputa inexistente. Retomaremos este último análisis al reflexionar respecto de la eventual 51 CNAT, sala II, 22-08-86; CNAT, sala V, 13-5-83. 52 OSSORIO, Manuel. “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales”, Tercera edición, Editorial Helista SRL, año 2005, Pág. 482. 53 SAPPIA Jorge J. “El Estatuto de los trabajadores de la Construcción”, Revista de Derecho Laboral, Rubinzal-Culzoni, Volumen 2004-1, Pág. 99 54 SAPPIA Jorge J. “El Estatuto de los trabajadores de la Construcción”, Revista de Derecho Laboral, Rubinzal-Culzoni, Volumen 2004-1, Pág. 99. ]]]]]]]]]]]]] 144 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] inconstitucionalidad de los artículos 15 y 17 de la Ley 22.250, por su posible colisión con el artículo 14 bis de la C.N. -Punto 3- . Seguro de desempleo55: Para este autor la Ley 17.258/67 crea un seguro de desempleo obligatorio a cargo del empleador en beneficio personal a favor de cada trabajador de la empresa. Explica que se trata de un seguro “de desempleo” y no “contra el desempleo”, ya que este último es propio del conjunto de planes de la seguridad social, en donde el objetivo es prevenir la falta de ingresos como consecuencia de la pérdida ocupacional, de propósito social como señala la OIT, o sea, el seguro “contra el desempleo” es de carácter amplio -de tipo social- con aportes de los beneficiarios, empleadores y el propio Estado para cubrir el fenómeno social de desocupación colectiva. Pero el “seguro de desempleo” que crea la ley, no se correspondería con aquellos lineamientos, sino que su medida es reducida a los trabajadores de la actividad, e individual a cada trabajador. Garantía de tiempo de servicios56: La conclusión a la que arriba el autor de la cita es que el Fondo de desempleo no es, en realidad, de desempleo; ya que el estado de desocupación en el que puede quedar con posterioridad al cese, o extinción del contrato, no es realmente contemplado por la ley, toda vez que si el trabajador se empleara al día siguiente de haber extinguido el contrato que motiva la percepción del fondo, no tendría que devolver lo que le depositó su anterior empleador. Por lo tanto, para el autor se trataría de una “garantía de tiempo de servicios”, expresión que recibe el instituto en la ley brasilera N° 5107 del 13/9/66, cuyo modelo fuera tomado por la Ley 17.258. Ahorro obligatorio57: Bajo esta mirada el legislador, al instituir el fondo de desempleo, lo hizo con la intención de que el trabajador de la construcción cuente -al finalizar el vínculo laboral- con un capital constituido a través de un ahorro obligatorio. 55 DESPOTIN, Luis A. “El seguro de desempleo en las actividades de la construcción”, DT, Tomo XXVII, Pág. 401. 56 ETALA, Juan José, “Indemnización por despido y Fondo de Desempleo de trabajadores de la construcción”, DT, XXXVI, Pág. 373 y ss 57 BAMONDE de BERMUDEZ D. Y SPINELLI de GONZALEZ GARTLAND E. B. “La ley 17.258 y la estabilidad de los trabajadores en su empleo (Inconstitucionalidad de la ley 17.258)”, Revista Derecho del Trabajo, tomo 1973, Pág. 625. 145 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] Ahora bien, Ackerman58 opina que las sumas depositadas no son deducidas de la remuneración del trabajador, sino que son verdaderos “aportes” efectuados por el empleador, tomando como base la remuneración básica del convenio colectivo, y, por lo tanto, no se trataría de un “ahorro” propiamente dicho. Nosotros opinamos que si se observara que el fondo de desempleo se constituye con motivo y en ocasión del contrato de trabajo -por la mera circunstancia de haber puesto el trabajador su fuerza de trabajo a disposición de su patrón- los aportes del FCL podrían encuadrarse dentro de los términos del artículo 103 de la LCT, y por lo tanto, hablaríamos de salarios con percepción diferida en el tiempo, con lo que la tesis del ahorro obligatorio podría retomar su fuerza. Mecanismo de capitalización de la antigüedad59: Esta conceptualización se la debemos a Justo Lopez, quien define la naturaleza jurídica del Fondo como mecanismo de “capitalización de la antigüedad en el empleo”. Según Ackerman esta terminología es más precisa que la del “ahorro obligatorio”, por cuanto no son deducciones hechas del salario del trabajador, sino que se trata de verdaderos aportes patronales. A su vez, descarta la tesis que ve en el FCL un seguro de desempleo, toda vez que resultaría evidente que la percepción del fondo no depende del álea del desempleo, sino que se trataría de un pago diferido sujeto a plazo incierto. Por otro lado, si bien entiende que podría hablarse de salarios diferidos, considera que lo más apropiado es estar al fin perseguido por el legislador al idear el sistema, el cual -según el autor- no fue otro que pretender que el obrero de la construcción pudiera llegar a formar un “capital” con el cual pudiera afrontar las eventuales contingencias de la vida, pero pensando, fundamentalmente, en las que se corresponden con la pérdida del trabajo, la desocupación. Es por todo ello que considera más apropiado hablar de “capitalización de la antigüedad en el empleo” para poder conocer el verdadero alcance y finalidad del fondo. Salario diferido en su percepción60: El Dr. Vazquez Vialard, más allá de expresar que la cuestión vinculada a 58 ACKERMAN, Mario E. “Monto de los aportes al fondo de desempleo para la industria de la construcción y devaluación monetaria”, DT, 1977, Pág. 431. 59 ACKERMAN, Mario E. “Monto de los aportes al fondo de desempleo para la industria de la construcción y devaluación monetaria”, DT, 1977, Pág. 431. 60 VAZQUEZ VIALARD. “Régimen laboral en la industria de la construcción”, en Deveali (dir), “Tratado”, Tomo III, Pág. 518. ]]]]]]]]]]]]] 146 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] la naturaleza jurídica del fondo de desempleo planteaba un difícil problema, explicaba que constituye salarios de percepción diferida a la rescisión contractual. En este sentido, considera que los mismos se originan con motivo de la prestación de trabajo e ingresan en el patrimonio del obrero, por lo que cumplen los requisitos del salario, ésto es, contraprestación por la puesta de la capacidad de trabajo a disposición del empleador. Por lo tanto, siguiendo las ideas del autor citado, el hecho de que no se perciba en los plazos de los artículos 126 y 128 de la LCT, sino en el momento de rescindirse la relación laboral, no modifica por ello su naturaleza jurídica. En otra de sus obras61 explica que más allá de la denominación que recibe el intítulo -“fondo de desempleo”- no tiene ninguna relación con el que cubre la contingencia del paro forzoso que contempla el Sistema de la Seguridad Social, ya que, como expresáramos precedentemente, se trataría de salario diferido en cuanto a su percepción se refiere, que opera en función del tiempo de servicio, y con total presidencia de la situación de desempleo en que pueda hallarse el obrero. Compensación de tiempo de servicio62: El autor citado, comienza por ratificar su opinión que considera que el Fondo de Cese Laboral carece de naturaleza indemnizatoria. Luego de esta negación, explica que el trabajador de la construcción accede al fondo sin que realmente se encuentre en situación de paro; más aun, la desvinculación del trabajador de su empleo puede tener como causa eficiente su determinación de ingresar a otro puesto de trabajo, con lo cual la percepción del fondo no tiende a su condición de desempleo. Por los motivos señalados concluye que el fondo constituye una “compensación por tiempo de servicio” ya que se fundamenta en la necesidad de procurar al trabajador de la construcción una protección para que, bajo la hipótesis de no obtener una nueva contratación, le permita -considerando su antigüedad en el puesto que deja- subvenir a sus necesidades. Un fallo que representa la complejidad en torno de la naturaleza jurídica: A continuación reproduciremos, en lo pertinente, la sentencia recaída en los autos “Guzmán, Leopoldo c/ Petersen Thiele y Cruz SA de Construcciones y 61 VAZQUEZ VIALARD. “Derecho del trabajo y de la seguridad social”, Editorial Astrea. 1986. Tercera edición. Tomo 2. Pág. 10 a 15. 62 SAPPIA Jorge J. “El Estatuto de los trabajadores de la Construcción”, Revista de Derecho Laboral, Rubinzal-Culzoni, Volumen 2004-1, Pág. 99. 147 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] Mandatos s/ despido” (CNAT Sala III Expte n° 11944/02 sent. 84876 28/5/03), ya que consideramos que, con claridad, exhibe las dificultades que se presentan al introducirse en el sinuoso camino que implica el abordaje de la naturaleza jurídica del FCL. “...No es posible asignarle al fondo de desempleo carácter indemnizatorio, pues el derecho a su cobro por parte del trabajador de la construcción (o, en su caso, sus derechohabientes) no depende de que el empleador haya incurrido en algún acto ilícito, susceptible de ser reparado mediante dicho concepto. El trabajador tiene derecho a su cobro cuando finaliza el contrato, cualquiera sea la causa de dicha extinción (despido directo o indirecto, con causa o sin ella, renuncia, mutuo acuerdo, abandono, muerte, etc). Dicho concepto puede ser asimilado a un salario diferido, pues está conformado por la suma de los aportes mensuales que obligatoriamente debe hacer el empleador desde el comienzo de la relación laboral (art. 15 ley 22.250) y su finalidad es la de proveer al trabajador que finalizó una relación de trabajo, de medios económicos para afrontar los gastos que irroguen su subsistencia y la de su familia, durante el tiempo que transcurra hasta que consiga un nuevo empleo. Por su parte, el propósito de las indemnizaciones derivadas de la LCT es la de proteger al trabajador contra el despido arbitrario, objetivo cuyo cumplimiento la ley 22.250 no persigue mediante el mismo mecanismo...”. De su lectura puede extraerse que la judicatura relaciona, por lo menos, tres de las teorías supra sintetizadas: Comienza por rechazar la postura indemnizatoria del FCL, para luego expresar que puede ser asimilado al salario diferido. Sabemos que el lector avezado no pasará por alto el término utilizado “puede”, lo que revela que no se trata de una postura tomada, sino que expresa la existencia de posibles similitudes entre los institutos. Que pueden ser equiparados, por parecerse. Independientemente de ello, resulta importante tener presente que el juzgador estaría viendo “salario” en los aportes mensuales que constituyen el fondo, y con ello podría decirse que no aceptaría las críticas esbozadas a la teoría del “ahorro obligatorio”, porque aquéllos, justamente, fundamentaban sus críticas basados en considerar que los aportes al FCL no eran detracciones remunerativas, sino verdaderos aportes patronales -y por lo tanto, propiciaban llamar al FCL “mecanismo de capitalización de la antigüedad”-. Pero la similitud manifestada por el juzgador, entre el salario diferido y los aportes al FCL, no nos conduce indefectiblemente a interpretar que se adhiera a aquella postura. Justamente, aquella tesitura nació tratando de separar de la naturaleza jurídica del FCL determinaciones cimentadas en conceptos tales como “reparación”, “daño”, “desempleo” o “desocupación”, y algunos de estos conceptos la jurisdicción rechaza -indemnización- pero otras acepta -cuando expresa que el FCL tiene por finalidad proveer al trabajador de recursos hasta que consiga un nuevo empleo-. ]]]]]]]]]]]]] 148 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] Por ultimo, el pronunciamiento judicial explica que el FCL protege al trabajador contra el despido arbitrario -pero por un mecanismo distinto que el utilizado por la LCT- y con ello nos devuelve indefectiblemente a la teoría indemnizatoria -por la necesaria reparación de cualquier arbitrariedad, a raíz de la ilicitud que acarrea consigo-. 3. Posible inconstitucionalidad de la Ley 22.250/80: El tránsito por los acápites anteriores nos empuja indefectiblemente a realizar reflexiones en torno a la posible inconstitucionalidad del instituto creado por la Ley 17.258/67, mantenido por su predecesora 22.250/80. En este orden de ideas, las Dras. Diana Martinez Bamonde de Bermudez63 y Edda Beatriz Spinelli de Gonzalez Gartland64 señalan que al establecerse la percepción del fondo de desempleo por cualquier causa que ponga final a la relación de trabajo (art. 3 Ley 17.258/67), sumado al reemplazo del régimen de preaviso y despido por aquel entonces vigente (art. 18 ley 17.258/67), se vulneró la protección contra el despido arbitrario (articulo 14 bis CN) por la desnaturalización del derecho por vía de reglamentación legal (artículo 28 CN); y que la actual Ley 22.250 reeditaría el conflicto con sus artículos 15 y 17 (ver art. 7, decreto1.342/81, Reglamentario de la Ley 22.250). En el nivel de análisis que proponen, la Dra. Edda Beatriz Spinelli apunta que la vigencia de la protección constitucional contra la arbitrariedad del despido estaba reglamentada antes del dictado de la Ley 17.258/67 -primeramente prevista para los trabajadores de comercio (Ley 12.921), luego extendida a todos los trabajadores (Decretos 33.302/45)-, por lo que a los trabajadores del ramo les asistía el derecho -ya por aquel entonces- a permanecer en su trabajo desde su fecha de ingreso hasta que estuvieren en condiciones de jubilarse. Así las cosas, no podría romperse el contrato de trabajo a excepción de ocurrir circunstancias especiales -y graves- que impidieran la continuación de la relación; porque, fuera de casos especiales (trabajadores públicos, los delegados gremiales), el régimen constitucional estatuye lo que se conoce como “estabilidad impropia”. La doctrina citada reconoce en la actividad de la construcción características que muestran una continuidad laboral que denomina limitada -producto de que una obra puede comenzar y terminar sin que el empleador tenga otra en la cual ocupar al trabajador-, circunstancia que, a su entender, debería ser resuelta 63 Diana Martinez Bamonde de Bermudez y Edda Beatriz Spinelli de Gonzalez Gartland. “Laley 17.258 y la estabilidad del trabajador en su empleo (inconstitucionalidad de la ley 17.258)”. Ed. La Ley Año XXXIII, N° 9, Sept. 1973. 64 Edda Beatriz Spinelli. “Inconstitucionalidad de las leyes que prevén fondos de desempleo: casos de la ley 22.250 referida al régimen de la construcción”. http://www.salvador. edu.ar/espinell.htm 149 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] por la Seguridad Social. Exponen que, contemplando esa situación especial de la industria, se generó para los trabajadores comprendidos en ella un régimen violatorio de la norma constitucional que los protege contra el despido arbitrario ya que, en la antigua Ley 17.258 como con la actual 22.250, una vez finalizada la relación laboral el trabajador solo tiene derecho a retirar el Fondo sin que medie ninguna indemnización atendiendo la causa de la finalización -las disposiciones legales señaladas prevén indemnizaciones como compensación de incumplimientos de obligaciones patronales que nada tienen que ver con la estabilidad laboral, sino que se instituyen en virtud de la inobservancia de obligaciones creadas por estas leyes-. Por lo tanto, ninguno de los artículos de la Ley 22.250 protegería al trabajador contra el despido arbitrario, sino que mantiene la postura violatoria del principio constitucional, como lo hacía su antecesora. Concluyen expresando que, sin cumplir con los objetivos que debería tener un verdadero seguro contra el desempleo -con origen primordial en lo social-, se cubre con cuasi soluciones económicas el aspecto fundamental del problema, destruyendo, indiscutidamente, la estabilidad, incidiendo negativamente en la faz psicológica del trabajador. Ahora bien, en los autos “Martinez José y otros c/ Inhouds Klein construcciones S.A.”65 la CNAT resolvió la problemática llevada a su jurisdicción, decidiendo que la garantía prevista por el art. 14 bis descansa sobre la base de considerar que el trabajador puede ser acreedor a la justa expectativa de perdurar en su empleo; o sea, que pueda ser sujeto activo de un derecho a la estabilidad que, en la especial actividad de la construcción, no puede admitirse con igual amplitud que en otros regimenes; ello así, el legislador ha establecido un mecanismo económico-financiero (fondo de desempleo) destinado a salvaguardar la estabilidad del obrero de la construcción, mecanismo que ha recibido distintos calificativos –ahorro obligatorio (Rivas), salario diferido (Vazquez Vialard), seguro de desempleo (Despontin), fondo de garantía del tiempo de antigüedad (Justo Lopez)- pero que, en su esencia, se revela como congruente con el propósito del organismo constituyente porque tiende a remplazar los mecanismos resarcitorios de la ley de contrato de trabajo, sirviendo como indemnización proporcional al tiempo de trabajo, lo que lleva a evaluar que, en definitiva, se cumple la garantía del art. 14 bis de la constitución nacional. IV| Conclusión El estudio de la evolución histórica del Derecho del Trabajo nos ha enseñado que el fenómeno jurídico y social que con él se aprende, giró -desde 65 ]]]]]]]]]]]]] 150 CNAT. Sala V, 13-05-1983. Publicada L.T. XXXI-926. [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] tiempos remotos- en torno a la ineludible necesidad de brindar protección al trabajador. Esta matriz profunda del derecho del trabajo ostenta el abrigo de nuestra Constitución Nacional, que reconoce a los trabajadores como sujetos de preferente tutela constitucional, pregonando la salvaguarda de sus derechos. Habiendo visto, aquí, que la actual Ley 22.250/80 mantiene en su columna vertebral el sistema instituido por la Ley 17.258 de 1967, consideramos oportuno responder hoy -con la misma claridad que la Constitución Nacional- si los trabajadores de la construcción fueron resguardados durante el transcurso de algo más de cuarenta y cinco años con normas edificadas con arreglo a las exigencias que, con mayor antelación, instituyera el arquitecto constitucional. Como expusimos, la determinación de la naturaleza jurídica del Fondo de Cese Laboral resulta una cuestión escabrosa. Al momento de intentar armonizarlo con otras instituciones del derecho del trabajo, brotan considerables inconsistencias. La creación de este FCL resulta tan artificiosa y forzada que no es posible su armonización dogmática. Si se tiene presente la posibilidad de la renuncia o el abandono, entonces -y como no podemos hablar de daño/indemnizaciónentenderíamos que se trata de salario diferido, ya que tampoco podríamos concebir que alguien se lleve un dinero por una situación de desempleo por él mismo provocada; menos aún, frente a una pronta ocupación. Pero si se tratara de un despido justificado, sí podríamos decir que se trata de un paliativo a su desocupación -si encuentra pronta ocupación diremos, nuevamente, que se trataba de salarios diferidos-. Si se tratara de un despido injustificado diríamos que estamos frente a un mecanismo protectorio que contempla el daño indemnizable. Pero teniendo presente la no incidencia de la causa para la percepción del FCL, vemos que, en los hechos, esta Ley 22.250 no concibe al despido arbitrario como ilícito, porque nunca jamás se entrará a analizar la causa del despido, y si ésto se produce por empalizada legal, entonces tenemos problemas con el artículo 14 bis de la C.N., lo que nos lleva a otro problema, que de no remediarlo, resultaría fatídico para la norma. Por lo tanto, o de alguna manera se justifica que la norma protege al dependiente contra el despido arbitrario -aunque sea reducida a una justificación en fe-, o se cree que ningún despido en esta actividad se produce arbitrariamente -lo que sería negar la realidad misma-. No se sabe muy bien por qué, pero se hace de cuenta que, en definitiva, se cumple la garantía del art. 14 bis de la Constitución Nacional. Pero nuevamente la paradoja se hace presente. En la actividad, la causa que le pone fin al contrado de trabajo sí tiene incidencias -Leyes 24.013 (Ley nacional de empleo), 23.592 y 25.013 (despido discriminatorio), y 25.371 (fondo de desempleo para los trabajadores de la construcción-, pero en la inteligencia de esta Ley 22.250 -su “estatuto profesional”-, no las tiene. 151 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] Como se dijo párrafos arriba, no es un problema propio de la jurisdicción. Si la cuestión no se revela, quizás sea porque no existe cuestión a resolver, por resultar una paradoja, una contradicción lógica. A nuestro modo de ver las cosas, así planteado legalmente el FCL, resulta salario en percepción diferida; que, en los hechos, se convierte en ahorro o mecanismo de capitalización; nunca con función de garantía, menos aún compensatorio de algo, ya que para ello sería necesario indagar la causa de la extinción del vínculo. En los hechos, el trabajador de la construcción, al finalizar su vínculo laboral se llevará para sí una suma de dinero que se conforma por un porcentual aplicado periódicamente a lo devengado en concepto de haberes. Lamentamos que la reforma introducida por la Ley 22.250 no saneara la problemática que existía ya con su antecesora. Sin perjuicio de ello, encontramos acertado el reproche por aquel entonces formulado en torno a las sanciones que el legislador del ´67 fijó para los incumplimientos -salarios continuatorios-, pero creemos que tamaña consecuencia jurídica obedecería a una clara preocupación del legislador al momento de idealizar el nuevo instituto -estabilidad relativa impropia vs las características naturales de la actividad de la construcción, fundamentalmente el factor temporal-. En otras palabras, si frente a esta encrucijada, la balanza no se inclinara en favor de la protección al trabajador, persuádase vigorosamente el cumplimiento del sistema con semejante contrapeso. Es cierto que todo régimen pretende conductas ajustadas a derecho, ésto es, su cumplimiento, y es justamente por ello que tiene en miras la salvaguarda del bien jurídico tutelado. Por lo tanto, si la experiencia enseñaba a diario que con el régimen legal -y su severidad sancionadora- no alcanzaba para erradicar toda posibilidad de evasión, o lo que es lo mismo, el respeto de sus disposiciones, por qué esta circunstancia, experimentada por el sector desde 1967, se modificaría tan solo con la morigeración del régimen sancionador?. Por qué no un reajuste estructural que comprendiera a todo el sistema? A no dudarlo, la reforma se focalizó en el régimen sancionador, con más algunas pinceladas de luz a temas regulados con poco brillo. Resulta claro, entonces, que el norte político legislativo de reforma se orientaba a “...preservar a los empleadores de las desmesuras que pudieran producirse por una interesada invocación del estatuto por parte del trabajador...”, y no frente a la evasión que la experiencia marcaba; claro está, provocada por la otra cara de la moneda. Insistimos: no se ponga en duda que tanto la evasión de unos, como la interesada invocación de otros, son situaciones que irritan todo marco de razonabilidad y buena fe. En lo que a nosotros respecta, entendemos que el mecanismo de salvaguarda elegido por el legislador del ´67 al sancionar la ley 17.258 es susceptible de ser tan opinable o reprochable como el instituto que con aquella norma nace, si de analizar efectos desmedidos se trata. El fondo de cese laboral -que premonitoriamente traería solución a la ]]]]]]]]]]]]] 152 [ Industria de la Construccción. El gen de la desprotección? ] problemática del sector- produce efectos que, en los hechos, se traducen en un mecanismo que permite un aprovechamiento desmedido de su principal efecto, la extrema flexibilidad contractual. Coloca al trabajador a la merced de su patrón, quien, en cualquier momento y frente a cualquier pedido, exigencia, opinión, o suplica del dependiente -en lo referente a las normas que resguardan sus derechospodrá chasquear los dedos, y con un ligero movimiento de muñeca decirle que se vaya, ya que las consecuencias serán invariablemente las mismas. Nos viene a la memoria el caso Lezcano, Victor Cesar, resuelto por ante la CNTrab, sala IV, el 31/08/200966: Se trataba de un trabajador de la industria de la construcción que había declarado como testigo en un juicio entablado por un compañero de trabajo, quien estaba demandando a su actual empleador. Al día siguiente de la declaración testimonial, el patrón le envía telegrama de despido al Sr. Lezcano, sin expresión de la causa que ponía fin al vínculo, y limitó su comportamiento a hacer entrega de la libreta de FCL para que el trabajador cobrara el respectivo fondo. Así las cosas, el trabajador inicia proceso laboral invocando que dicho despido resulta discriminatorio, solicitando se declara la nulidad del mismo, la reincorporación al trabajo, y el pago de los salarios caídos. En primera instancia la jueza de grado rechaza las pretensiones de reincorporación y salarios caídos por diversas razones, entre las que nosotros destacamos: que la extinción sin expresión de causa se encuentra permitida en el marco normativo aplicable, lo que revelaba la inexistencia de la discriminación invocada, y que el empleador no se encuentra obligado a expresar la causa del despido ni a demostrar en juicio que su actuación tuvo origen extraño a la invocada vulneración de derechos fundamentales. Afortunadamente, la faena del abogado del actor, pero fundamentalmente la maestría y experiencia de uno de los integrantes de la sala -nos referimos al Dr. Oscar Zas- hizo que la vendetta pergeñada por el patrón no burlara la protección legal contra la arbitrariedad. El motivo principal de la cita al fallo rememorado, reposa en nuestro propósito de proporcionarle información al lector que le permita vislumbrar que, bajo el régimen legal actual, el trabajador de la construcción ya no solo se encuentra sometido a una regulación de extrema flexibilidad laboral, sino que, a su vez, lo expone a situaciones tan irritantes a la justicia y la razón, como lo es el despido bajo discriminación hostil. Indudablemente, el despido discriminatorio no es un fenómeno que le sea únicamente propio a esta actividad -seguro que no- pero no menos cierta resulta la idea que explica que, como la extinción sin expresión de causa se encuentra 66 FERRARO Leonardo Pablo. “Despido discriminatorio. Nulidad del despido. Reincorporación del trabajador incluido en la ley 22.250”. Derecho del trabajo. Derecho Individual y Colectivo. Año LXIX, N° 11, Nov. 2009, Pág. 54-58 . 153 ]]]]]]]]]]]]] [ Iván de Carlo ] permitida en el marco normativo aplicable, y como el empleador no se encuentra obligado a expresar la causa del despido, los sujetos de espíritus arbitrarios ven que la mesa está servida y que la norma los invita al banquete. Si bien no consideramos que la protección contra el despido arbitrario pueda medirse económicamente, pareciera que fuera ése el puente a través del cual, en definitiva, se desliza la coyuntura de la problemática. Pero, independientemente de ello, y si así fuera, prevenimos al lector y lo invitamos a realizar los guarismos para verificar la existencia de enormes diferencias cuantitativas con el régimen común. Así las cosas, resulta paradójico que la norma laboral, que debiera enfrentar la arbitrariedad, la estimule, y en ello nada tienen que ver las particularidades propias de la actividad; éstas no conllevan el gen de la desprotección laboral. ¿Habrá sido, quizás, la importante participación que tiene la industria de la construcción en el PBI lo que estimuló la implantación del gen –convirtiendo, así, al obrero de la construcción en la cuenta contra la cual se libró la orden de pago cuyos beneficios directos disfrutan los empresarios del rubro, con el pretexto de contribuir al desarrollo del país-.? Lo cierto es que el gen se encontraba latente en la estructura normativa de la Ley 17.258, que la Ley 22.250 liberó decisivamente. De tal modo, se continuó con la afectación negativa de la faz psicológica de trabajadores que, recién desde el año 2009, cuentan con un régimen previsional diferenciado en atención al desmejoramiento que en su cuerpo provocan las exigencias diarias de su profesión67; trabajadores que, si bien en su mayoría son extranjeros, están abrigados por la generosidad del preámbulo de nuestra principal norma. 67 Circunstancia que la Ley 26.494 recogió al establecer el régimen previsional diferenciado para los trabajadores del ramo. ]]]]]]]]]]]]] 154 La Casación en la República Popular de China Gustavo Germán Rapalini “…Hay dos maneras de aprender de otros. Una es la dogmática, que significa copiarlo todo, sea o no aplicable a las condiciones de nuestro país. Esta no es una buena actitud. La otra es hacer funcionar nuestras cabezas y aprender lo que se adapte a nuestras condiciones, es decir, asimilar cuanta experiencia nos sea útil. Esta es la actitud que debemos adoptar…” (Mao Tse Tung, Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”. Obras Escogidas,t. V 27.) s u m a r | o I. Introito. II. Breve racconto histórico, social y económico de la actual República Popular China. III. Análisis de su régimen legal. IV. ¿Existe “Estado de Derecho” en China?. V. Estructura y organización de su sistema judicial. VI. Función de las Cortes Supremas (Casación): Breve análisis. VII. Función de la Corte Suprema en China. VIII. Conclusiones. 155 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 156 [ La Casación en la República Popular de China ] I | Introito Según la tradición, que se remonta esencialmente a Calamandrei y a su fundamental estudio sobre la Casación, una Corte Suprema desarrolla dos funciones fundamentales: efectúa, ante todo, un control de legalidad sobre las decisiones emanadas de los jueces inferiores, y, además, opera en el sentido de asegurar la potencial uniformidad de la jurisprudencia, tanto propia como de los órganos jurisdiccionales de nivel inferior1. Y la casación china no es la excepción. La actual República Popular de China es uno de los países con más antigua civilización en el mundo, y su historia constada por escrito se puede remontar a 4.000 años atrás. Su población asciende a 1.295,33 millones de habitantes (cifra del quinto censo demográfico nacional, dado a conocer en el 2001) lo que supone un 22 por ciento de la total mundial2. Con un escalamiento –principalmente- económico apoyado en políticas públicas desarrolladas a mediano y largo plazo, consolidó aquello que ya venía insinuando y se posicionó como una verdadera potencia mundial hacia principios del año 2010. Pero, como anverso de una misma moneda, aparece al mismo tiempo como un paradigmático ejemplo de coexistencia entre “evolución” y “desequilibrio”, donde los frutos del desarrollo pueden fácilmente corroborarse en su desarrollo económico, siendo el sistema jurídico o legal uno de los principales síntomas de desajuste. Esto último –entendemos- se debe a la convergencia de fuertes culturas orientales milenarias, medularmente arraigadas (que, más allá de mutaciones, se mantienen en la actualidad) con la inserción –contemporánea; en algunos casos voluntariamente, en otros no tanto- de institutos jurídicos y sistemas legales foráneos occidentales a un sistema que no le era coyunturalmente del todo compatible3. Repárese, v.gr. en que, desde el punto de vista cultural, el sistema político occidental tiene sus raíces en “the rule of law” o estado de derecho, lo cual implica 1 TARUFFO, Michele: “Las funciones de las Cortes Supremas” (Presentación del autor en el XXIV Congreso Nacional de Derecho Procesal, Mar del Plata, República Argentina, en Noviembre de 2007); publicado en “La Prueba, Artículos y Conferencias”; p. 205 a 212. Editorial Metropolitana, Chile 2008. 2 Datos suministrados por la Embajada de la República Popular China en la República Argentina: http://ar.chineseembassy.org/esp. Otras bases de datos, de manera extraoficial, afirman que la población actual asciende a 1.400 millones de habitantes. 3 No obstante lo cual en palabras de Cohen “No están repudiando el llamado sistema jurídico occidental a pesar de que dicen que no pueden aprobar todo”. “China’s Rule-of-Law Trial”; Interviewee: COHEN, Jerome A., Adjunct Senior Fellow for Asia Studies; Interviewer: Bernard Gwertzman, Consulting Editor, Council on Foreign Relations. August 27, 2013. 157 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] que la ley está por encima de cargos públicos individuales como una suerte de árbitro neutral sobre la cual se pone fin a las disputas. Todos los ciudadanos son iguales ante la ley y entre ellos, independientemente de su posición o estatus en relación a ella. Pero el sistema político de China tiene sus raíces en “the rule of men” o imperio de los hombres, que en los últimos años se expandió en forma limitada para incluir algunas mujeres, y el oficial –hombre- por encima de la ley como árbitro que pone fin a los litigios4. El “estado de derecho” se convirtió en una parte de la constitución China como una de las enmiendas en 1999, aunque con una construcción semántica del precepto que no fue técnicamente deseable5, en cuyo tópico nos detendremos más adelante. Es notable ver el profundo aggiornamento que la República Popular China ha realizado en sus normas jurídicas, en los más variados ámbitos: civil, comercial, fiscal, penal, administrativo, etc. En este entorno puede decirse que cuando China decide actualizar determinada rama jurídica, la lleva a cabo con decisión y logra sus objetivos dentro de un tiempo razonable. La amplia y profunda revolución jurídica comenzó a llevarse a cabo a partir del gobierno de Deng Xiaoping (1978-1997) y continúa con gran decisión en la actualidad6. Y, aún cuando cada vez sean más los puntos en común entre los sistemas jurídicos en general y procesales en particular, no es menos cierto que aún persisten diferencias ontológicas. Y esas diferencias fundamentales no pueden explicarse sino desde un análisis que confronte las diversas culturas jurídicas y que se sumerja en cómo ellas impactan en cada sistema en particular7. Sin dudas, un infranqueable valladar a nuestro propósito emerge de no haberse podido efectuar un relevamiento de datos empíricos, fácticos y jurídicos desde territorio chino, lo cual –entendemos- hubiera enriquecido sensiblemente el presente trabajo. No obstante ello, hemos redoblado los esfuerzos intentando compensar dicho déficit. Partiendo desde un rápido pero ineludible repaso histórico-político de la república China, procuraremos desentrañar los pilares básicos de su sistema 4 STARR, John Bryan: “Understunding China…” cit; p. “Understunding China: a guide to China´s Economy, History, and Political Structure”; p. 197/198. Hill and Wang (a division of Farrar, Straus and Giroux), New York 1997. 5 Constitution law of People’s Republic of China, Article 5 [Socialist Legal System, Rule of Law]: The People’s Republic of China practices ruling the country in accordance with the law and building a socialist country of law. 6 BELANDRO, Rubén Santos: “La ley china de derecho internacional…” cit. 7 STÜRNER, Rolf: “Derecho Procesal y Culturas Jurídicas”. Ius et praxis; ISSN 0718-0012 version on line; año 2007. ]]]]]]]]]]]]] 158 [ La Casación en la República Popular de China ] jurídico en general, para finalmente, desembarcar en el análisis de la función de su Corte Suprema, en particular. II| Breve racconto histórico, social y económico de la actual República Popular de China II.1) Un estudio integral y acabado de la evolución de China desde sus orígenes hasta nuestros tiempos, representa una inconmensurable empresa que excede los modestos límites del autor y del presente trabajo. Con lo cual -efectuada la aclaración- nos avocaremos, principalmente, a los acontecimientos contemporáneos que han moldeado la actual estructura en estudio, al solo efecto de una mejor comprensión de la temática que nos proponemos desmenuzar con mayor detenimiento: la función casatoria. II.2) Sabido es que dos sistemas económicos dominaron a lo largo del siglo 20: el capitalista y el socialista (como sinónimo del sistema comunista). El establecimiento, la existencia y el colapso parcial del sistema socialista dejaron una profunda y terrible cicatriz en el siglo pasado. El sistema socialista se sostuvo por bastante tiempo y aún persiste en China, que es el país más poblado. Su dominio llegó a extenderse, en su punto culminante, sobre una tercera parte de la población mundial8. La apertura de China a las relaciones internacionales se hizo sólo en los últimos años, tanto a nivel comercial como político. Recién en el año 1980 China fue admitida como miembro del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial; un dato interesante sobre este punto es que, entre 1971 y 1976, se firmaron sólo 15 tratados; esa cifra crece a más de 100 entre 1976 y 19879. En el año 2010 China dejó atrás a Japón y se ha convertido en la segunda economía del mundo en dólares constantes, aunque en capacidad de compra doméstica (PPP) es ya el doble de la japonesa y la mitad de la estadounidense. Lejos de constituir un mero elemento azaroso, la participación de China en el poder mundial, tanto en términos políticos como económicos, es el resultado de su propia historia. Es la constatación, transformada en visión estratégica, de que su extraordinario crecimiento económico a lo largo de tres décadas se debe fundamentalmente a su sistema político. Es la política -esto es, el camino de las reformas y la integración en el 8 KORNAI, János: “What the Change of System From Socialism to Capitalism Does and Does Not Mean”; p. 27 a 42; Journal of Economic Perspectives-Volume 14, Number I-Winter 2000; asimismo, “Implicancias de un Cambio del Socialismo al Capitalismo” (18/3/2011); elDial.com DC1550. 9 CARPI, Angela: “Climate change and clean energy in the eu-china perspective: cooperation and competition”. Conferencia del 18-19 Noviembre de 2011. Publicado en University of Bologna. Via Zamboni 22. 159 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] sistema capitalista global- lo que arrastra el crecimiento chino. Por eso política y economía constituyen para China una totalidad inescindible, una sola realidad observada desde dos ángulos distintos. La visión china de su papel político mundial no es pragmática ni ideológica, sino estratégica. Es un impulso que proviene desde el origen del régimen. Los dos aportes fundamentales de Mao Tse Tung fueron la afirmación del carácter decisivo del campesinado en la Revolución china y la teoría de la “guerra prolongada”. En su nuevo papel político, la República Popular no actúa con el nacionalismo que, cruzado con el axioma leninista de que “la organización es poder”, fue su sello característico desde 1921. Lo hace con una visión estratégica de orden global, formulada por Hu Jintao en el XVII Congreso del Partido (15/10/2007). Por eso va más allá de Sun Yat-sen, Lenin y Mao, y redescubre a Marx, el teórico del capitalismo como fenómeno global10. II.3) Desde una visión más bien comparativista, cualquiera que quisiera contrastar una cultura con otra hará frente al difícil problema de encontrar los límites para identificar la unidad social que la caracteriza como una cultura independiente11. Y china –como veremos- no es la excepción. Partiendo de una visión macroscópica, aunque sin duda existen tradiciones chinas y componentes doctrinarios socialistas en su sistema legal, en los hechos su sistema ha sido más inquisitorial que adversarial, sus juicios no hubieran sido reconocidos como un evento único, sus jueces jugando un papel más importante en la recolección de evidencia y en la examinación de testigos, el diferente rol que ocupan los abogados (con escaso interrogatorio cruzado y escasa exhibición de documentos en la etapa previa al juicio12) y sin jurados, se limita a describir la perspectiva tradicional del civil law que el propio enfoque chino. Se trata de un estado socialista desde 1949, con un partido único en el poder que es el Partido Comunista con cerca de 70 millones de miembros en toda China; la política del partido ha tenido en los últimos años y tiene (aunque en menor medida en la actualidad) una gran influencia. Como vemos, la situación en la República Popular de China es compleja. Ha desarrollado un sistema legal post-socialista a la luz de sus propias tradiciones13. La cultura confuciana es, desde hace milenios, el fundamento de 10 CASTRO, Jorge: “China, EE.UU y la recuperación de la economía mundial”; Publicado el eldial.com 16/04/2010. Citar: elDial.com - DC1302. 11 CHASE, Oscar G.: “Derecho, cultura y ritual. Sistemas de resolución de controversias en un contexto intercultural”; p. 19. Colección Proceso y Derecho. Marcial Pons, Madrid 2011. Título original: “Law, Culture and ritual. Disputing systems in cross-cultural context”. New York. New Yor University Press, 2005. 12 “pre-trial discovery” en la terminología del common law. 13 CHASE, Oscar G.; HERSHKOFF, Helen (General Editors): “Civil litigation in comparative context”, p. 49. Thomson West – U.S.A. 2007. ]]]]]]]]]]]]] 160 [ La Casación en la República Popular de China ] la predilección por la conciliación como método “armonioso” de solución de las controversias, y del correspondiente desfavorecimiento del recurso a los procedimientos judiciales14. La economía de mercado requiere que el estado de derecho rija a la creciente economía y arbitre en los conflictos sociales. Ésta es la razón por la que se anticipa que el sistema judicial adquirirá más responsabilidades. En 1979 hubo solamente 502.000 casos establecidos. En 1989 se asentaron cuatro veces más casos. Para 1999 ya había doce veces más casos asentados que en 1979. Hubo ocho millones de casos iniciados entre el 2000 y el 2005. Increíblemente, siete millones de procesos legales fueron asentados el año pasado solamente. Y en el año 2007 hubo cinco millones de casos en curso, lo que ha desencadenado en una verdadera explosión del litigio15. III| Régimen legal en China III.1) La forma escogida por cada sociedad para el manejo de los conflictos es el resultado de una serie de elecciones conscientes e involuntarias que han sido realizadas desde sus condiciones de conocimiento, creencias y estructura social16. En idéntico sentido, Liang Zhiping sostiene que la ley china está gobernada por su propia cultura, que la ley y el lenguaje son ambos elementos esenciales de una cultura y que la ley refleja la cultura en la que opera17. Por lo demás, considerando que la función de los gobiernos incluye tanto el mantenimiento del equilibrio social como programas de transformación social, y no solo lo uno o lo otro, los procesos legales muestran tanto la resolución de conflictos como la implementación de políticas, a menudo en combinaciones complejas y ambiguas. Desde luego, en los estados altamente gestores, como China, se podría esperar que todas las esferas de la administración de justicia tengan muchas características de implementación de políticas18. 14 TARUFFO, Michele: “Cultura y Proceso”; p. 190. Páginas sobre Justicia Civil. Marcial Pons. Barcelona 2009. 15 EXIANG, Wang (magistrado de la suprema corte de la república popular china): “la reforma jurídica en china, últimos acontecimientos y potenciales desafíos” (discurso del 25 de septiembre de 2007 - Washington, DC) 16 CHASE, Oscar G.: “Derecho, cultura y ritual…” cit 17 ZHIPING, Lian: “Explicating ‘Law’: A Comparative Perspective of Chinese and Western Legal Culture,” Journal of Chinese Law 55, 1998, p. 55. 18 DAMASKA, Mirjan R.: “The faces of justice and state authority: a comparative approach to the legal process…” (Trad.: “Las caras de la justicia y el poder del estado: analisis comparativo del proceso legal”); p. 28. Editorial Juridica de Chile, Barcelona-Buenos Aires-Mexico-Santiago de Chile. Yale University, 1986. 161 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] En palabras de Cappelletti, su estructura judicial y su normativa procesal debieron adecuarse, adaptarse, conformarse lo más estrechamente posible a la naturaleza particular de su objeto y fin, o sea a la naturaleza particular del derecho sustancial y a la finalidad de tutelar los institutos de ese derecho19. En esa línea, no resulta un detalle menor recordar que el siglo XX estuvo rodeado de regímenes totalitarios y que la mayor parte de la humanidad creció bajo sistemas que nada tenían de democráticos. El Maoísmo en China y todos sus países satélites, Corea del Norte, Vietnam, Laos, Camboya, el Tibet (semi o totalmente anexado) e Indonesia con la tiranía de Sukarno20, son solo algunos ejemplos. En consecuencia, una presentación introductoria del sistema jurídico chino obliga a tener presente algunos hechos históricos relevantes en la construcción del mismo, un proceso aún inacabado en la búsqueda por alcanzar un –real- Estado de Derecho. Luego de la revolución encabezada por Mao Tse Tung y la instauración de la República Popular China en 1949, el primer congreso del Partido Comunista Chino (CPC) adoptó su constitución política en 1954. Con posterioridad al proceso de la llamada “Revolución Cultural”, dicho texto fue reformado en 198221. III.2) Hasta 1958 existía en China una total ausencia de indicios de un sistema legal formal22. Entre los años 50 y hasta fines de los 70 del siglo pasado, la jurisprudencia china atribuyó importancia al estudio del derecho público e ignoró la existencia del privado, los juristas chinos han reconstruido su propio sistema completo de derecho privado, conforme a las necesidades de la reforma del sistema económico, gracias a la influencia prolongada de la tradición del Derecho Romano y los esfuerzos de ellos mismos, lo cual sienta un firme fundamento para la elaboración del Código Civil chino23. Recién con el liderazgo de Deng Xiao Ping, en 1997 el 15º congreso del CPC adoptó la decisión de iniciar un proceso de elaboración del “rule of law”, el cual tiene un salto cualitativo en el año 2002 cuando el 16º congreso del CPC decide la construcción de una democracia socialista y de un sistema legal “con perfil chino”. 19 CAPPELLETTI, Mauro: “Proceso, ideologías, sociedad”; p. 5. Ediciones Jurídicas EuropaAmérica. Buenos Aires, 1974. 20 DOMÍNGUEZ, Federico Guillermo: “El proceso civil. Sus principios según la normativa supranacional”; Citar: elDial.com - DC1530; Publicado el 28/02/2011. 21 LÓPEZ ALFONSÍN, Marcelo Alberto: “Importancia del Derecho Económico en la Legislación China de Negocios”. Citar: elDial.com - DCEB7 (15/08/2008) 22 COHEN: Jerome A.: “Is there law in china?”; p. 73. Maryland Journal of International Law. Volume 5, Issue 1, Article 14; 3/7/2013. 23 DIYU, Xu; PENG, Fail: “La tradición del Derecho Civil en China y su desarrollo futuro”. VERBA IUSTITIAE. REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO DE MORON. DACF000090 (2000). ]]]]]]]]]]]]] 162 [ La Casación en la República Popular de China ] III.3) La Carta Magna vigente fue aprobada y puesta en vigor el 4 de diciembre de 1982. Afirma los logros de la lucha del pueblo chino de todas las etnias y define el sistema y metas básicas del Estado, es su ley fundamental y autoridad suprema. La constitución expresa y contiene un orden material o sustancial de valores, lo que significa que no es neutral porque toma partido por un sistema axiológico bien definido. La constitución, además de un “para qué” (fines), tiene un “por qué”, que encuentra su razón de ser en la citada raíz histórica24. Ninguna ley, disposición administrativa o regulación local puede contravenir la Constitución. Todos los órganos estatales, fuerzas armadas, partidos políticos, organizaciones públicas, empresas privadas y demás instituciones deben tener a la Constitución como estándar básico de conducta, y tienen el deber de mantener su dignidad y asegurar su cumplimiento. Ninguna organización o persona tiene el privilegio de estar más allá de la Constitución o la ley25 El régimen jurídico está asentado en el principio de supremacía constitucional26, siguiendo en el orden jerárquico el derecho administrativo emanado del Congreso del Pueblo Chino, y por último la legislación local. Cabe mencionar que existen regiones administrativas especiales –Hong Kong y Macao- y que las dos ciudades más importantes, Shangai y Beijing, cuentan también con un status local especial que debe ser analizado en cada caso. Aunque tiene una constitución y leyes promulgadas por una legislatura nacional electa, ambas fuentes de su derecho difieren sensiblemente de sus equivalentes en los EE.UU. Al igual que la constitución de los EE.UU., la constitución de la República Popular de China es la ley suprema del Estado 24 BIDART CAMPOS, Germán J.: “Manual de la constitución reformada”; T. I, Cap. IV, ap. N° 1 y 2. Ediar 2006. La referencia del autor citado es en relación a la constitución de la República Argentina (según la reforma del año 1994), aunque entendemos que la idea es perfectamente traspolable al supuesto chino, el menos, en cuanto al condimento histórico e ideológico que subyace en su propio texto. 25 SERVIGÓN CABALLERO, Vicente: “El sistema político y constitucional en china”. Revista Jurídica; Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Guayaquil. http://www.revistajuridicaonline.com/index.php?option=com_content&task=view&i d=80&Itemid=27 26 La supremacía de la constitución tiene dos sentidos. En un sentido fáctico, propio de la constitución material, significa que dicha constitución o derecho constitucional material es el fundamento y la base de todo el orden jurídico-político de un estado. Pero el sentido con que el constitucionalismo utiliza la noción de supremacía constitucional es otro. Apunta a la noción de que la constitución formal, revestida de superlegalidad, obliga a que las normas y los actos estatales y privados se ajusten a ella. Ello envuelve una formulación de deber-ser; todo el orden jurídico-político del estado debe ser congruente o compatible con la constitución formal. El leading case “Marbury c/Madison”, del año 1803, ha sido el antecedente inmediato en Estados Unidos de la doctrina de la supremacía y del control constitucionales, y con su ejemplaridad suscitó seguimiento o imitación dentro y fuera de los Estados Unidos. De allí se trasplantó a nuestro derecho (BIDART CAMPOS, Germán J…cit. T° I, Cap. V, ap. N° 1 y 8). 163 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] y establece la estructura de su gobierno aunque, sin embargo, juega un papel diferente en el sistema legal, a diferencia de su contraria estadounidense. La constitución de la República Popular de China es una verdadera articulación de objetivos del gobierno central, objetivos que no están destinados a ser aplicados por las asignaturas o temáticas de la constitución, sino que se han creado o ideado para servir como modelo de comportamiento aceptable27. Existe una fuerte relación entre las metas de la constitución de la República Popular de China y la agenda de los líderes dominantes al punto que dichas metas son revisadas cada cinco años, lo cual coincide aproximadamente con la presentación de los planes quinquenales28. III.4) Graves inconvenientes surgieron cuando estadounidenses y chinos se sentaron a discutir sobre derechos humanos, precisamente por las diferentes definiciones que ambos le otorgaban al término “derechos humanos” y lo que para cada unos de ellos abarcaba29. Más allá de ello, la incorporación del concepto de derechos humanos en su carta magna recién se cristalizó a través de una reforma impulsada por el 17º congreso del CPC, que tiene como un correlato trascendente el reconocimiento de un particular concepto de propiedad privada coexistente con el Estado comunista a partir del año 2007, cuando se celebra un congreso extraordinario del CPC y la Asamblea Nacional adopta la última reforma constitucional hasta la fecha. Desde la perspectiva internacional, en la última década la República Popular China suscribió 22 instrumentos internacionales de derechos humanos, entre ellos la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU de 1948, la Convención contra la Discriminación de la Mujer, la Convención contra toda forma de Discriminación Racial, la Convención contra la Tortura, Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención del Niño y el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU. Su sistema de fuentes es dualista, con igual jerarquía de los tratados internacionales que las leyes internas, salvo en el régimen de inversiones extranjeras, en el cual desde el año 2004 se reconoce la primacía de los acuerdos comerciales y sus respectivos sistemas de protección. III.5) En cuanto a legislación ordinaria, es sancionada por el Congreso del Pueblo Chino que sesiona una vez al año y por una junta permanente – el “Standing Comitee”-, verdadero conductor del proceso político legisferante. El procedimiento parlamentario es de triple lectura, con una ratificación del pleno del cuerpo. Si bien el sistema imperante bajo el régimen confuciano no estaba 27 BODDE, Derk: “Basic concepts of chinese law: the genesis and evolution of legal thought in traditional china”;www.jstor.org/discover/10.2307/985644?uid=2&uid=4&sid=21103545959563 28 BODDE, Derk: “Basic concepts…” cit. 29 STARR, John Bryan: “Understunding China…” cit., p. 204. ]]]]]]]]]]]]] 164 [ La Casación en la República Popular de China ] desprovisto de la ley escrita (aunque había poco en los caminos de la ley civil por escrito, había códigos penales y normas administrativas, regulaciones para el desarrollo de las investigaciones penales y la administración de justicia)30 luego de la expansión e inflación legislativa podemos señalar en total 229 leyes con plena vigencia, más de 600 normas administrativas y alrededor de 7000 locales, todas aplicables dentro de los niveles de competencia antes indicados31. III.6) Actualmente podemos reconocer distintas ramas jurídicas: a) El derecho constitucional, integrado por la propia Ley Fundamental y por 39 leyes orgánicas. b) El derecho civil y comercial, con 32 leyes. c) El derecho administrativo –el más desarrollado- con 79 leyes. d) El derecho económico –el más relevante para el sistema de inversiones e extranjeras- con 54 leyes. e) El llamado “derecho para el público”, con 17 leyes de carácter social. f) El derecho penal, estructurado en una sola normativa codificada. g) El derecho procesal o de procedimientos para el litigio y los mecanismos de arbitraje, con 7 leyes específicas. III.7) El Derecho Civil tradicional chino se mantuvo bajo la forma de derecho consuetudinario hasta la promulgación del Código Civil de la República de China en 1929. Este Código fue modelado, esencialmente, sobre la base del Bürgerliches Gesetzbuch (BGB) (Código Civil alemán) y el Código Suizo de las Obligaciones de 1911. Después de la fundación de la República Popular de China (RPC), en 1949, este primer Código Civil en la historia china fue abolido en la zona continental; de modo que solo se mantuvo en vigencia en Taiwán. Antes de su apertura al mundo, en el año 1979, China intentó nuevamente elaborar un Código Civil en dos oportunidades: desde 1954 y desde 1962. Sin embargo, no pudo codificar su Derecho Civil debido, tanto al fortalecimiento de la escuela de pensamiento llamada del “nihilismo legal” como al resultado de algunos movimientos políticos (los llamados “Contra el Derecho” y “Tres Saltos”, de 1956 a 1960; así como la Revolución Cultural, de 1965 a 1975). Pero poco después de la visita del líder político Deng Xiaoping a los Estados Unidos, en 1978, China comenzó su reforma legislativa –junto con su bien conocida reforma económica–, por medio de la promulgación de algunas leyes civiles y comerciales especiales. Así, en 1982, después del éxito de la reforma económica, el legislador volvió a planificar la elaboración de un Código Civil. En esa época la doctrina rusa dominaba todo el Derecho Civil chino. Y, por ello, la teoría soviética del Derecho Económico provocó un fuerte debate sobre los diferentes ámbitos de acción del Derecho Civil y del Económico. De modo que, 30 31 STARR, John Bryan: “Understunding China…” cit.; p. 199. LÓPEZ ALFONSÍN, Marcelo Alberto…cit. 165 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] dado tal debate y la política pragmática de los políticos chinos, el Poder Legislativo desistió de la codificación del Derecho Civil y solo promulgó, en 1986, los Principios Generales de Derecho Civil (PGDC)32. Aunque no fueron un Código Civil, los PGDC, con sus nueve partes y 156 artículos, estatuyeron los más importantes principios jurídicos e instituciones. Esto se verificó gracias a la adopción de muchos conceptos jurídicos e instituciones del Derecho Romano y del Derecho continental: como la persona jurídica, el Rechtsgeschäft (negocio jurídico), la limitación de acciones, la responsabilidad civil y otros. Además, en China, tal como en Italia, el Derecho Civil y el Derecho Comercial fueron unificados legislativamente; y, en consecuencia, los PGDC también son directamente aplicables en el campo mercantil, excepto si existe una ley especial de esta área33. III.8) En cuanto al derecho penal, uno de los primeros actos de la legislatura de la reforma de China es, precisamente, el fondo de la cuestión en una ley penal, que aparece fuertemente vinculada a la matriz ideológica del maoísmo: notable es el alcance de la facultad de apreciación del tribunal, sin el reconocimiento del principio nullum crimen, nulla poena sine lege y con la admisión, a juicio de la analogía (artículo 79). Amplios poderes, también, están determinados por el principio de proporcionalidad, que se sitúa en la apertura de la legislación (artículo 1) y que, en ausencia de predicción formal de circunstancias agravantes y atenuantes, deja un amplio margen para el ejercicio de la presión con el fin de animar a la confesión34. III.9) Como en todos los países, el derecho –en sí mismo- y cómo el derecho es aplicado en la práctica debe ser estudiado y comprendido en forma separada35. Desde el punto de vista del derecho procesal, China adoptó una nueva Ley Procesal Civil el 9 de abril del año 1991, en la cuarta sesión del Séptimo Congreso Nacional del Pueblo, la que fue modificada en el año 2007 en la Trigésima Sesión del Comité Permanente de la Décima Sesión del Congreso Nacional del Pueblo. 32 Los “Principios Generales de Derecho Civil” (PGDC) son el origen de la legislación civil china y, a la vez, la única norma civil fundamental del Congreso Popular Nacional7. Son el estatuto supremo del Derecho Civil y, por tanto, cualquier disposición especial de Derecho Civil o Comercial que pugne con los PGDC es inválida. En suma, los PGDC constituyen el marco de interpretación de todo el Derecho Civil de China. 33 ZHANG, Lihong: “The latest developments in the codification of chinese civil law” (“Los últimos avances en la codificación del derecho civil chino”); Traducido Revista Chilena de Derecho, vol. 36 N0 3, pp. 467 - 503 [2009]. 34 TIMOTEO, Marina: “Digesto delle discipline privatistiche Appendice II di aggiornamento”. Copyright 2008 Wolters Kluwer Italia Srl - Tutti i diritti riservati UTET Giuridica® è un marchio registrato e concesso in licenza da De Agostini Editore S.p.A. a Wolters Klu. 35 BROWN, Ronald C.: “Understanding Chinese Courts: Law with Chinese Characteristic xxi”. 1997; citado por CHASE, Oscar G.; HERSHKOFF, Helen (General Editors)…cit. ]]]]]]]]]]]]] 166 [ La Casación en la República Popular de China ] Consta de 268 artículos divididos en cuatro Partes. La primera se preocupa por establecer los propósitos y objetivos de regulación del Código y los principios generales; la competencia; la división de la competencia por niveles, la posibilidad de acudir a la prórroga de competencia, la organización de los tribunales y la actuación de las partes. La mediación se halla habilitada en el art. 85 y siguientes, y no necesita del acuerdo de las partes en los siguientes casos: divorcio, adopción, casos en los cuales el reclamo puede ser inmediatamente satisfecho, y otras hipótesis que no requieran una declaración de mediación de las partes. Dicha normativa procesal consagra el principio de sujeción de las normas a la Constitución de la República en lo que disponga con carácter general y en especial, en materia procesal (art. 1). En su art. 2 explicita los objetivos del Código, que consisten, en esencia, en: proteger los derechos ejercidos por los litigantes, facilitar la investigación de los hechos litigiosos, aplicar correctamente la ley, resolver los casos civiles sin demora, confirmar los derechos y obligaciones en los asuntos civiles, imponer sanciones, proteger los derechos e intereses de las partes, educar a los ciudadanos para que acaten voluntariamente la ley, mantener el orden económico y social, y garantizar un progreso uniforme para la construcción de una patria socialista. El art. 3 precisa que el Código apunta a resolver los litigios de carácter civil relacionados con los aspectos personales y patrimoniales de las personas físicas, las personas jurídicas y otras organizaciones. Por tanto, se trata de resolver disputas que caen exclusivamente en el área del Derecho privado. La igualdad de derechos procesales de los litigantes ya mencionada en el art. 2, vuelve a reiterarse en el art. 5, al establecer que las personas físicas, empresas u otras organizaciones extranjeras gozarán de los mismos derechos para acceder a la justicia o para contestar las demandas que se les interpongan que los que disfrutan las personas físicas, jurídicas u organizaciones chinas. De esta manera, se realza el principio de igualdad procesal y se menciona otro no menor que es el de la libertad de acceso a la justicia para toda persona nacional o extranjera, física o jurídica (art. 8). Hay un principio procesal esencial dentro del Derecho procesal chino que es el principio de la reciprocidad. Este principio indica que los tribunales chinos asumirán las mismas actitudes procesales que hayan tomado los tribunales extranjeros respecto de las solicitudes de cooperación de las autoridades judiciales chinas (art. 5). En todo momento el ordenamiento jurídico chino estipula como principio superior el monismo internacional, que señala que en caso de estar en presencia de un Tratado o Convención que conecte a las partes involucradas, se aplicará éste, y sólo en caso de ausencia se acudirá a la Ley Procesal Civil. El principio de reciprocidad debe ceder, entonces, ante lo que estipule el Tratado o Convención, y sólo podrá aplicarse en caso de ausencia de un Tratado 167 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] internacional aplicable a la materia litigiosa. Se reconoce, en el art. 12, la posibilidad de ejercer el derecho de respuesta, una manifestación del principio más general de igualdad de las partes en el proceso. Las partes tienen la libre disposición de sus derechos en el proceso (art. 13). El principio de igualdad entre los litigantes y el derecho de acceso a la justicia se transparenta, igualmente, en el art. 15 cuando establece que cualquier persona u organización podrá apoyar a cualquier persona física, jurídica o organización, cuyos derechos civiles hubieran sido infringidos de alguna manera, lo que permite pensar en el apoyo de la colectividad hacia aquellos sectores menos protegidos de la población. Se defiende la publicidad de los juicios, excepto los que implican secretos de Estado, vida privada individual y crímenes cometidos por menores. En cuanto a los medios alternativos de solución de los litigios -justicia estatal en sentido estricto-, el art. 9 reconoce la posibilidad de que los tribunales del pueblo recurran a la mediación con el consentimiento de las partes y la corrección procesal. Pero si la mediación no resultó exitosa, se aplicará un principio esencial en el Derecho procesal moderno: el de dictar justicia sin demora. El art. 16, por su parte, crea Comités de Conciliación del Pueblo, pero luego no hace referencia a la conciliación sino a la mediación. Estos Comités deberán conducir las mediaciones de acuerdo con las disposiciones legales y el principio de voluntariedad. Parece existir una confusión en los conceptos, en cuanto la conciliación tiene por cometido acercar a las partes para que cambien sus posturas de hostilidad por otras de diálogo; en cambio la mediación implica que el mediador, además de acercar a las partes enfrentadas, propone diversas soluciones al caso planteado o la mejor solución posible36. De todos modos, lo que interesa es destacar que el derecho procesal chino no se ata a un ritualismo procesal sin justificación racional alguna, sino que permite y facilita la solución de las diferencias por otros medios, si éstos resultan más adecuados. En un país tan poblado como diverso –en cuanto a etnias, costumbres e idiomas- como es la República Popular China, se impone plantear algunos criterios generales en materia de idiomas –por más que el mandarín sea el más difundido o recibido por la clase gobernante- y de adecuación del proceso a algunas particularidades locales. Es así que, atendiendo al interés proclamado, de protección de los derechos de las partes litigantes, se establece que los juicios se desarrollarán en el idioma nativo y que en el caso de que una de las partes no 36 Como bien señala Taruffo, los modos alternativos de resolución de conflictos –ADRno son un fenómeno unitario y homogéneo, y todo discurso que tenga que ver genéricamente con ellos sin tener en cuenta sus diferencias, corre el riesgo de ser genérico y poco significativo (TARUFFO, Michele: “Paginas sobre justicia civil”; p. 113 (alternativas a las alternativas). Marial Pons, Madrid-Barcelona-Buenos Aires 2009. ]]]]]]]]]]]]] 168 [ La Casación en la República Popular de China ] conozca el idioma hablado o escrito en el que se manifiesta la contraparte, se dispondrá de una traducción de los documentos públicos y de traductores en las audiencias que se celebren (art. 11). Esta disposición es sumamente importante para la solución de los litigios con nota de extranjería. En cuanto a la organización procesal establece que los tribunales de cualquier nivel serán de carácter colegiado, y limita a sólo dos instancias la solución de los litigios de naturaleza civil (art. 10) 37. Otra legislación nueva y muy importante fue sobre el derecho procesal en lo contencioso administrativo, lo cual marcó el principio de una revisión judicial en China38. III.10) Recapitulando, entonces, el entramado jurídico fue consolidándose a partir de la adopción de un sistema socialista “a la china” conducido por Deng Xiao Ping, marcado por un fuerte pragmatismo. Cabe recordar que el mencionado líder señaló, por 1982, en referencia con las particularidades del Estado comunista chino, que “lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino que logre cazar ratones”. Este proceso permitió la incorporación del sector privado y una flexibilización en el uso de la tierra, que avanzó en una economía de mercado con especial perfil hacia 1993. Dentro de esta construcción el Estado de Derecho es entendido como una primera etapa en la construcción de un sistema legal socialista, tal como se profundiza a partir de 1999 con el avance del sector no público en la economía hasta la ya mencionada adopción de algunos instrumentos de protección de los derechos humanos y el primer esbozo de reconocimiento de la propiedad privada en el año 2004. A modo de conclusión puede decirse que la creación en la era post-Mao se descentralizó como una tendencia reflejada y generalizada por la adecuación que debió experimentar el gobierno chino en su economía y su cultura para poder acoplarse al circuito mundial. Constituye un caso paradigmático, por cuanto no solo ha conquistado un papel de primer plano bajo el perfil político y económico, sino que también está reformando, en varias etapas, el sistema de la administración de justicia, siguiendo pasos que parecen difícilmente encasillables dentro de las usuales taxonomías occidentales, incluso si los rasgos fundamentales de aquel 37 38 BELANDRO, Rubén Santos: “Normas procesales internacionales…” cit. EXIANG, Wang…cit 169 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] sistema permiten asignarlo de manera aproximada al área del civil law39. III.11) En cuanto a las últimas reformas, con el propósito de establecer un sistema legal socialista más perfecto con características chinas, la Asamblea Popular Nacional ha pasado una serie de reformas a las leyes que rigen el sistema legal. Entre las más recientes se encuentran dos: la reforma a la Ley de Procedimiento Criminal de China y el Libro Blanco Sobre la Reforma Judicial. La reforma a la Ley de Procedimiento Criminal de China, la cual entró en vigencia el primero de enero de 2013, representa un paso correcto hacia la creación de un sistema legal que proteja los derechos e intereses legítimos del pueblo, la equidad y justicia social y la estabilidad nacional a largo plazo. La reforma logra estos objetivos al enmendar ciertas deficiencias del sistema anterior, proporcionándole mayores derechos a los acusados y haciendo un balance justo entre los poderes de las cortes y las libertades civiles. La reforma, por ejemplo, rechaza la evidencia obtenida a través de métodos ilegales, garantiza el derecho contra la autoincriminación y fortalece el papel de los testigos en los juicios40. Similarmente, el Libro Blanco Sobre la Reforma Judicial (publicado a principios de octubre de 2012) funciona como una hoja de ruta que apunta hacia más reformas. Entre sus principales objetivos se encuentran mantener la equidad y justicia social, proteger los derechos humanos, mejorar las capacidades judiciales y garantizar que el poder judicial sea de beneficio para el pueblo. La reforma realiza sus objetivos al clarificar los derechos y responsabilidades de las cortes populares, modernizar el proceso legal, enfatizar los derechos de las partes litigantes y enumerar los métodos que tienen los órganos de seguridad pública para garantizar la paz del Estado41. Como vemos, la reforma judicial se presenta como una tendencia inevitable e imparable en China, ya que la gente, la dirección central, y especialmente el sistema judicial lo requieren y demandan42. Con acierto se ha dicho que el sistema judicial de China está en medio de una lucha crucial para determinar su naturaleza, el papel y el poder43. 39 TARUFFO, Michele: “Sui confini…” cit.; p. 77; Si bien, como bien señala el autor, en realidad no ha existido nunca un modelo homogéneo y unitario de proceso civil de civil law. La acostumbrada referencia al proceso romano-canónico, como base constante de los ordenamientos procesales continentales no es fundamentalmente errada, si sirve para señalar algunos caracteres muy generales del proceso civil de derecho común como la escritura, la duración y la no concentración, pero no puede esconder las grandes y profundas diferencias que han marcado por siglos estos ordenamientos.40 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit. 41 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit. 42 EXIANG, Wang…cit. 43 Cohen, Jerome A.: “Struggling for Justice: China’s Courts and the Challenge of Reform”. Article was originally published by World Politics Review on January 14, 2014. ]]]]]]]]]]]]] 170 [ La Casación en la República Popular de China ] IV| ¿Existe “Estado de Derecho” en China? IV.1) En China, el debate se ha centrado en dos temas principales: el primero es el nivel de integración “global” al que China tenía que llegar, tanto desde el punto de vista económico y un punto internacional, el segundo es la oportunidad, para un sistema como el de la República Popular de China, para imitar las reglas políticas y jurídicas propias de las democracias liberales occidentales44. Precisamente, una de las innovaciones más grandes en el sistema chino en los últimos 25 años ha sido la transición hacia el “estado de derecho” (el otro gran cambio comparable ha sido la transición hacia la economía de mercado). Algunos pueden dudar de que la transición hacia el estado de derecho sea realmente una innovación, incluso permitiendo que la transición hacia un sistema normativo más apoyado en la ley represente una modificación drástica desde la era del maoísmo. Los esfuerzos de China para establecer el estado de derecho están típicamente descriptos en términos de un transplante efectuado de un modelo extranjero predeterminado y aplicado de una manera vertical por el gobierno central. La suposición es, a menudo, que China se está acercando hacia una concepción democrática liberal del estado de derecho, aunque esa suposición es infundada. China no ha intentado imitar ni un poco al orden jurídico occidental ideal, mucho menos ha intentado importar al por mayor un régimen democrático liberal de derecho. El primer indicio de que algo podría estar mal en dicha hipótesis debió ser la propia declaración del gobierno, ahora incorporada a su constitución, de que China está en vías de establecer un “estado socialista de derecho”. Describir el estado de derecho chino como un transplante o la traducción de un prototipo occidental original no logra captar la significativa contribución a un nuevo y exclusivo estado de derecho: el estado socialista de derecho. Lo cual ha llevado a muchos a preguntarse si el estado socialista de derecho es realmente un estado de derecho, especialmente considerando los grandes defectos de su sistema legal y los (bien documentados) abusos a los derechos humanos45. En efecto, falta mucho camino por recorrer para que China pueda ser considerada como un Estado de Derecho, si con esa expresión entendemos que 44 CARPI, Angela: “Climate change…” cit. 45 PEERENBOOM, Randall: “China Modernizes: Threat to the West or Model for the Rest? Chapter six: Institutional reform: rule of law and good governance”; p. 196. Print publication date: 2008. Print ISBN-13: 9780199226122. Published to Oxford Scholarship Online: October 2011. DOI: 10.1093/acprof:oso/9780199226122.001.0001. 171 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] “las características generales que corresponden, como exigencias más básicas e indispensables, a todo auténtico Estado de Derecho pueden concretarse fundamentalmente en las siguientes notas: a) Imperio de la ley: ley como expresión de la voluntad general; b) División de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial; c) Legalidad de la Administración: actuación según ley y suficiente control judicial; d) Derechos y libertades fundamentales: garantía jurídicoformal y efectiva realización46. IV.2) De todos modos si se considera que el estado de derecho tomó siglos en establecerse en los estados occidentales, el progreso en China en casi treinta años ha sido impresionante. Por otro lado, si se compara China con los estándares de los sistemas legales de Europa o los Estados Unidos, o con la versión idílica de cómo esos sistemas legales funcionarían, estaremos realmente decepcionados de “la ausencia del imperio de la ley en China”. Pero si se compara el sistema legal chino con otros países en crecimiento se puede ser más positivo en cuanto al presente y al futuro47. IV.3) En nuestra opinión, consideramos que, si bien ha sido notable el acercamiento del sistema jurígeno chino a –lo que occidentalmente denominamos como- un estado de derecho, resta, aún, camino por transitar. Y la frase “estado socialista de derecho”, lejos de representar una inofensiva e ingenua disquisición semántica, precisamente evidencia lo que sostenemos. Observados a través de los lentes occidentales convencionales, los procesos en lo que se administra la justicia china difícilmente se calificarían de “legales”48. En palabras de Ferrajoli, entendemos que la actual República China no se subsume en la acepción “fuerte o substantiva” de la terminología “estado de derecho”49. 46 GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China: ¿independiente y eficaz?”. InDret (Revista para el análisis del derecho) http://www.indret.com/pdf/629_es.pdf; el autor a su vez cita a ELÍAS DÍAZ (1981, p. 31). 47 PEERENBOOM, Randall: “China Modernizes…” cit. 48 DAMASKA, Mirjan R.: “The faces…” cit. p. 12. 49 FERRAJOLI, Luigi: “Diritto e ragione”, Laterza, Roma-Bari, 1989, pp. 896. En español:” Derecho y razón. Teoría del pragmatismo penal”; Trotta, Madrid, 2005. En dicha obra, el autor diferencia en la “acepción débil o meramente formal” (estado de derecho en sentido formal), el único requisito para que un estado sea de derecho según esta acepción es que en su organización político-social de «cualquier poder deba ser conferido por la ley y ejercido en las formas y procedimientos establecidos por ella». Esta acepción no excluye a los estados autoritarios, ya que la anterior condición puede ser satisfecha por sus sistemas jurídicos. Y la acepción “fuerte o substantiva” (estado de derecho en sentido real o material), se requiere además que cualquier poder sea limitado por la ley, que condiciona no solo sus formas sino también sus contenidos. ]]]]]]]]]]]]] 172 [ La Casación en la República Popular de China ] V| Estructura y organización de su sistema judicial V.1) Se denomina al sistema judicial chino como un “poder judicial joven”. Pero, ¿por qué? Antes de 1979, China no tenía nada que se asemejase a un poder judicial moderno. Cuando estudiaba leyes en el Departamento Legal de la Universidad Renmin de China, en los años sesenta, solo había tres leyes50. La organización del Poder Judicial en China se lleva a cabo a través de tres niveles: el nivel inferior corresponde a las cortes del pueblo bajas (existen 3.000), que, en principio, no tendrían injerencia para resolver los litigios con nota de extranjería. Esta facultad le corresponde a las cortes del pueblo intermedias (unas 380), que la tendrán sobre “casos importantes que involucren elementos extranjeros”. Sólo podrá haber dos instancias, siendo la segunda la definitiva, las cortes del pueblo superiores –que constituyen el tercer nivel judicial en China(unas 30) actuarán como órganos de apelación de las resoluciones provenientes de las cortes del pueblo intermedias. Todos los tribunales serán colegiados. Según la Ley Orgánica de las Cortes Populares de la República Popular de China, las cortes populares locales, las cortes militares y las otras cortes especializadas así como la Corte Suprema ejercen el poder judicial, haciéndose eco del artículo 123 de la Constitución. El artículo 3 de la Ley Orgánica precisa que la tarea de las cortes populares es la de decidir casos civiles y penales con el fin de garantizar la “dictadura del proletariado, mantener el sistema legal socialista y el orden público, proteger la propiedad socialista que pertenece al pueblo entero, la propiedad colectiva que pertenece al pueblo trabajador y la propiedad privada legítima de los ciudadanos, los derechos de la persona y democráticos de los ciudadanos, y de asegurar el progreso suave de la revolución socialista y de la construcción socialista en el país. Las cortes populares, en todas sus actividades, educan a los ciudadanos en la lealtad a su patria socialista y en la observancia voluntaria de la Constitución y de las leyes” 51. Existen, asimismo, tribunales especializados: tribunales militares (tres instancias), tribunales marítimos (dos instancias), tribunales de transportes ferroviarios (dos instancias). La Corte Suprema ejerce, también, de tribunal de última instancia para todos estos tribunales especializados. En total existen 3.500 jurisdicciones en todo el país para unos 1.300 millones de habitantes. A diferencia de los sistemas occidentales (al menos, desde el punto de 50 EXIANG, Wang…cit. 51 GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China: ¿independiente y eficaz?”. InDret (Revista para el análisis del derecho)http://www.indret.com/pdf/629_es.pdf 173 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] vista formal52) el poder judicial en China difiere en su eje por cuanto responde a una organización jerarquizada53. En referencia a la fragmentación del proceso -al igual que en todo Oriente- encontramos en China un ejemplo extremo de procedimientos de primera instancia sin representación concentrada de pruebas y actividades “judiciales” similares54. En cuanto a la etapa revisora en particular, en los sistemas de Extremo Oriente las decisiones de primera instancia son tratadas como simples borradores de juicios a los que los superiores pueden dar una forma definitiva55; y China, confirma dicha aseveración. V.2) En primer término entonces encontramos las “Basic People’s Courts” (district or country level); conocen de los casos civiles, penales y administrativos en primera instancia. Son excluidos de su competencia los casos penales que conllevan una pena de muerte o una pena de prisión perpetua, así como algunos casos civiles. Por iniciativa propia, las cortes básicas pueden pedir que los casos más importantes se resuelvan en un tribunal superior, si bien el sistema de financiación de las cortes no fomenta este mecanismo56 Existen más de 3.000 Cortes Populares Básicas al nivel de los distritos municipales y de los cantones57. El art. 6 de la Ley Procesal Civil de la República Popular China reconoce la autoridad exclusiva de las cortes del pueblo para resolver los casos civiles, incluso los que tengan una nota de extranjería, y el inciso segundo proclama el principio de independencia de los jueces, quienes deberán ejercer su función libre de presiones e interferencias de cualquier clase, provenientes tanto de personas físicas, jurídicas o de órganos públicos. Los procuradores del pueblo podrán “ejercer la supervisión legal sobre todos los procedimientos civiles” (art. 14)58. V.3) Un escalón por encima nos encontramos con la “primera instancia” propiamente dicha, las “Intermediate People’s Court” (376 en total) al nivel de prefecturas de provincias y regiones autónomas, municipios bajo jurisdicción 52 Nos referimos a las notas distintivas de “independencia”, tanto en su faz interna como externa. Véase: BIDART CAMPOS, Germán J.: “Manual de la Constitución Reformada”. Si bien el autor se refiere principalmente al derecho positivo argentino, la teoría general en la temática es válida para la mayoría de los países cuya estructura judicial posee independencia y carece de una prelación jerárquica en su organización. 53 GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China…” cit. 54 DAMASKA, Mirjan R.: “The faces of justice…” cit, p. 93. 55 DAMASKA, Mirjan R.: “The faces of justice…” cit, p. 87; el autor, a su vez, remite a M. Shapiro: “Courts: a comparative and political analysis” (1981), p. 180. 56 GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China…” cit. 57 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit. 58 SANTOS BELANDRO, Rubén: “Normas procesales internacionales…” cit. ]]]]]]]]]]]]] 174 [ La Casación en la República Popular de China ] central, municipios bajo jurisdicción provincial o de regiones autónomas y de prefecturas autónomas59. Las cortes intermedias conocen también casos civiles, penales y administrativos en primera instancia, tal y como lo prescribe la ley, así como los casos que las cortes básicas les han transferido. Es decir, conocen la mayor parte de los casos en los cuales están implicados partes extranjeras, los casos de “contrarrevolucionarios”, los casos penales que implican una pena de muerte y una pena de prisión perpetua. Por supuesto, son tribunales de segunda instancia para los casos decididos en primera instancia por las cortes básicas. Pueden, también, conocer casos planteados por la fiscalía, en contra de sentencias decididas en primera instancia (sin que ninguna parte del proceso haya apelado la sentencia)60. V.4) En lo que podríamos denominar grado de apelación en sentido estricto, encontramos las “Higher People’s Court” y las “Higher people’s courts - provincial level” (31 en total) se encuentran a nivel de provincias, regiones autónomas y municipios bajo jurisdicción central61. Por su parte, las cortes superiores conocen los recursos de apelación en contra de los casos decididos en primera instancia por las cortes intermedias. Son, también, tribunales de primera instancia para casos civiles, administrativos y penales especiales, como por ejemplo en caso de delito que tenga un impacto sobre toda la provincia (podría ser, por ejemplo, un asunto de corrupción). Finalmente, conocen también los recursos planteados por las fiscalías en contra de sentencia, incluso definitivas, decididas por las cortes intermedias. Aunque la Ley Orgánica prevé que existan, en cada tribunal popular, una o varias salas especializadas en temas penales, civiles (con una sala dedicada normalmente a la ejecución) y administrativas, no todas puedan presumir de tenerlas. Sin embargo, otras cortes, la mayoría situadas en las zonas económicamente dinámicas, empiezan a tener, también, salas especializadas en asuntos económicos, salas especializadas en temas de propiedad intelectual o en temas de bancarrota62. V.5) Y, en última instancia, la “Supreme People’s Court”, a cuyo análisis nos avocaremos más adelante. V.6) En cuando a los lineamientos troncales, el sistema judicial chino se rige por el principio de doble instancia, según el artículo 11: la “segunda instancia es la última instancia”. 59 60 61 62 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit. GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China…” cit. ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit. GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China…” cit. 175 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] Según Garot, la Corte Suprema conocerá, por lo tanto, sólo los recursos en contra de las decisiones de las cortes superiores o de las cortes especializadas adoptadas en primera instancia. Claramente, este sistema no ofrece las mismas garantías para los justiciables que en los países occidentales, que adoptan normalmente un sistema de triple instancia. No disponen, en efecto, de tantas vías de recurso63. Sin embargo, la Ley Orgánica prevé, de forma general un mecanismo que permite reexaminar un asunto, incluso si existe una sentencia definitiva. El articulo 13 ofrece, pues, la posibilidad al presidente de una corte de someter de nuevo un caso a juicio, esta vez al comité judicial de la misma corte si encuentra errores en la “determinación de los hechos o en la aplicación del derecho”64. La Corte Suprema dispone de una posibilidad similar si encuentra este tipo de errores en sentencias de otras jurisdicciones. El mismo mecanismo se aplica si una corte encuentra esos mismos problemas en decisiones adoptadas por cortes inferiores. En ambos casos, la Corte Suprema o la corte superior en cuestión pueden, o bien reexaminar ellas mismas el caso, o bien pedir a la corte inferior concernida reexaminar el caso en otro sentido. Por su parte, la Fiscalía Suprema y las fiscalías populares disponen, también, de esta facultad. Este mecanismo no deja de sorprender y sobre todo de plantear cuestiones relativas a la efectividad del principio de la fuerza de la cosa juzgada. En particular, la Ley de Procedimiento Civil, modificada el 28 de octubre de 2007 que entró en vigor el 1 de abril de 2008, prevé un nuevo sistema de reexamen para los asuntos civiles, los cuales representan más de los tres cuartos del número total de asuntos. En efecto, la nueva ley prevé más casos en los cuales se puede pedir un juicio nuevo, tanto en relación con lo que especificaba la Ley de Procedimiento Civil de 1991 como la Ley Orgánica de las Cortes. Hay ahora 14 supuestos, como por ejemplo: en caso de nuevas pruebas, de aplicación errónea del derecho, de falta de competencia material del tribunal, de falta de asistencia en la defensa, de cohecho, etc. 63 Discrepamos con el autor en este punto, por cuanto en la mayoría de los sistemas recursivas occidentales, la regla es la doble instancia (“etapa ordinaria”, comúnmente denominada) y –en ocasiones- queda aún una última etapa pero “extraordinaria”, de excepción y solo circunscripta a cuestiones formales o de derecho. Lo cual, no la constituye en modo alguno en una tercera instancia. 64 El denominado “comité de sentencias”. Se trata de un órgano superior para cada corte de modo que si un panel de jueces no puede tomar una decisión, la presentarán al comité de sentencias. Este comité decidirá cuáles de las tres decisiones es la final. Este comité está compuesto por todos los directores de las distintas divisiones y por el Presidente y Vicepresidente de todos los niveles de corte. Por lo tanto, para lograr ser más profesionales, lo sometemos al subcomité de litigios civil, criminal, y administrativo (EXIANG, Wang…cit). ]]]]]]]]]]]]] 176 [ La Casación en la República Popular de China ] Finalmente, el artículo 10 prevé que todas las cortes deben establecer un comité judicial, encargado de resolver los casos más complicados. Los miembros de ese comité son designados por el Comité permanente del Congreso Popular de la entidad correspondiente al nivel de la Corte, bajo recomendación del presidente de la Corte. Los miembros del Comité Judicial de la Corte Suprema son recomendados por el Presidente de la Corte, y designados por el Comité Permanente del Congreso Nacional Popular. Los presidentes de las diferentes cortes presiden, también, los comités judiciales, a los que pueden asistir también los representantes de las fiscalías, sin poder, sin embargo, participar mediante voto en la decisión final. Por casos complicados, se entiende “casos que llevan posiblemente a una pena de muerte; casos en los cuales los miembros del panel colegial estén en profundo desacuerdo; casos contestados por la fiscalía; casos que tienen una influencia social significante; otros casos por los cuales el panel colegial estima que sea necesario llevarlos al comité judicial”. El artículo 7 proclama que “todos los casos en las cortes populares deben ser oídos en público, excepto los que implican secretos de Estado, vida privada individual y crímenes cometidos por menores”. A pesar de los esfuerzos de la Corte Suprema en reiteradas veces para animar a las cortes locales a publicar sus sentencias, incluso en formato electrónico, muchas de ellas siguen sin ser publicadas. Para dar ejemplo, la Corte Suprema ha empezado a publicar sus sentencias, no sólo en su gaceta, sino también en algunos periódicos como pueden ser, por ejemplo, el People’s Daily o el Legal Daily. En cuanto al personal judicial, fuera de los jueces y magistrados, la Ley Orgánica de las Cortes prevé que todas las cortes tendrán secretarías judiciales encargadas de la administración de la corte y del registro de los casos así como alguaciles encargados de la ejecución de las sentencias. V.7) El número aproximado de jueces en China se calculaba, al año 2007, en unos 180.000 magistrados. La tendencia va creciendo: había sólo 70.000 jueces en 198865. En relación con el número de sentencias, la tendencia es también en alza: se calcula que han pasado de 2 millones en 1987 a casi 8 millones en 2005, con una proporción importante de casos civiles (el 85%), seguidos de los casos penales (12,9%) y de los casos administrativos (2,02%). Además de un papel creciente en la resolución de conflictos, el 65 Si bien el dato resulta “abrumador”, si el análisis se efectúa teniendo en cuenta la cantidad de jueces por habitantes, el número de magistrados se encuentra dentro de parámetros normales; v.gr. la mayoría de los departamentos judiciales de la Pcia. de Buenos Aires de la República Argentina (http://www.scba.gov.ar/planificacion/poblacion%20superficie%20organos.pdf) 177 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] sistema judicial chino ha experimentado también una profesionalización de su personal, gracias, en particular, a la adopción de la Ley de Jueces adoptada en 1995 y enmendada en 2001. En 1983, sólo el 20% de los jueces de las cortes locales tenían una formación superior de 4 años, mientras que en 2003, ya eran el 41%. Conscientes de la falta de competencia técnica de muchos agentes del poder judicial, las autoridades chinas adoptaron, en 1995, la Ley de Jueces66 con la intención de remediar esa situación (artículo 9)67. El artículo 9 de esa Ley establece las condiciones para poder ser juez. En efecto, además de ser chino, de tener más de 23 años, de apoyar la Constitución china, de poseer cualidades profesionales y políticas adecuadas, de gozar de buena salud, los aspirantes a jueces tienen que tener un título universitario en Derecho (de al menos 4 años) o de otra facultad completado con sólidos conocimientos en Derecho; demostrar dos años de experiencia práctica; o ser titular de un diploma de máster en Derecho (7 años de estudios) o de un doctorado en derecho (10 años) con, en ambos casos, una experiencia de al menos un año; ser titular de un diploma de máster o de un doctorado distinto del de Derecho con, en ambos casos, una experiencia suficiente para demostrar sólidos conocimientos en Derecho. Para los aspirantes a jueces y magistrados de una Corte Superior o de la Corte Suprema, los licenciados tienen que demostrar una experiencia de tres años y los másteres y doctores una experiencia de dos años. Además del cumplimiento de esas condiciones, los candidatos a juez tienen que superar una prueba de aptitud organizada a nivel nacional y común para las profesiones de juez, fiscal y abogado (art. 12 y art 51 de la Ley de Jueces). Finalmente, su nombramiento a un puesto concreto dependerá de la voluntad del poder legislativo. En cuanto a su nombramiento y a su destitución, la Ley precisa que depende básicamente del poder legislativo (art. 34). El nombramiento del Presidente de la Corte Suprema, corre a cargo del Congreso Nacional Popular; en cambio, el nombramiento del resto de los 66 Es indudablemente una novedad importante porque hasta esta fecha cualquier persona elegida por un Asamblea Popular local podía ocupar esta función. De hecho, durante muchos años, la inmensa mayoría de los jueces eran antiguos militares, sin formación jurídica específica, y cuadros del Partido o funcionarios judiciales que habían sabido demostrar cierta habilidad política para ser nombrados. 67 Situación similar a la que sucedía, v.gr., en la Provincia de Buenos Aires con la antigua “Justicia de Paz Lega”, hoy “Juzgados de Paz Letrados” desde la entrada en vigencia de la Ley 9229 (promulgada con fecha 29/12/1978), de cuyos fundamentos se extrae la necesidad de que los magistrados sean letrados, atento la especialidad de conocimientos jurídicos que se requieren para afrontar las materias que se fijan como de su competencia. Modificaciones luego introducidas en la ley 5.827, mediante la sanción de la Ley 9.682 (promulgada con fecha 23/03/1981: en especial, art. 70) Ley 10.571 (promulgada con fecha 3/11/1987) ]]]]]]]]]]]]] 178 [ La Casación en la República Popular de China ] magistrados de la Corte Suprema, incluso del Vice-Presidente, se realiza por el Comité Permanente del Congreso Nacional. En todo caso, si no son destituidos de forma prematura, todos los presidentes tienen un mandato equivalente al de la Asamblea Popular correspondiente a la jurisdicción de su Corte (5 ó 3 años). Todos los nombramientos son supervisados por el Partido Comunista. El presidente de un tribunal tiene, por supuesto, un papel relevante en la organización judicial. Tiene muchas competencias especiales, tanto en relación con las decisiones de asuntos administrativos o de relación con el Partido Comunista. En cuanto a las decisiones, el presidente de una corte preside también el comité judicial que se reúne para resolver los casos más importantes (art. 10 Ley de las Cortes). Como hemos visto, además, el Presidente controla las decisiones adoptadas por las salas de su corte y puede decidir llevar un caso al comité judicial –que preside- cuando estima que existen “errores en la determinación de los hechos o en la aplicación del derecho”. En la distribución de la competencia territorial dentro de la República Popular China, se destaca el criterio procesal más importante: el principio actor sequitur forum rei, o sea atribuir competencia a la corte del pueblo del lugar donde el demandado tenga su domicilio o su residencia habitual. Este principio es recogido no sólo con referencia a las personas naturales o físicas, sino también respecto de las personas morales o jurídicas. También aparece como una opción de competencia en materia de litigios contractuales (art. 24); respecto de los contratos de seguro (art. 26); e igual posibilidad en materia de instrumentos negociables (art. 27) de transportes por tren, carretera, agua, aire o combinado (art. 29); y de reclamación por daños debidos a accidentes en los medios de transporte anteriormente detallados (art. 30). En definitiva, el domicilio o residencia habitual del demandado ha sido ampliamente recepcionado por la Ley Procesal Civil china, tal como suele ocurrir entre nosotros68. No obstante, existen situaciones donde se vuelve difícil determinar su domicilio o residencia habitual –como en las hipótesis de personas con paradero desconocido o que han sido declaradas ausentes- o aquellas que por distintos motivos, el ordenamiento jurídico chino considera que no debe tomar en consideración el principio actor sequitur forum rei, tales como: demandas relacionadas con el estatuto personal de individuos que no residan en territorio chino, o en la hipótesis de personas sometidas a medidas laborales de reeducación, o que se hallen recluidas en prisión (art. 23)69. 68 Art. 5 del C.P.C.C.N. e idéntico texto en art. 6 del C.P.C.C.B.A. 69 GAROT, Marie-José: “El poder judicial en China: ¿independiente y eficaz?”. InDret (Revista para el análisis del derecho)http://www.indret.com/pdf/629_es.pdf 179 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] VI| Función de las Cortes Supremas (Casación): Breve análisis VI.1) Etimológicamente, el término “casación” remite, en el terreno vulgar, a la voz latina casso y, a su vez, a su equivalente francesa, casser. Ambas contienen los significados “romper”, “partir”, “quebrantar” o “destruir”. Su aplicación en el campo del derecho proporciona, como es recibido, la noción básica de rescindir o anular una sentencia70. VI.2) Según la tradición, que se remonta esencialmente a Calamandrei y a su fundamental estudio sobre la Casación, una corte suprema desarrolla dos funciones fundamentales: efectúa, ante todo, un control de legalidad sobre las decisiones emanadas de los jueces inferiores, y, además, opera en el sentido de asegurar la potencial uniformidad de la jurisprudencia, tanto propia como de los órganos jurisdiccionales de nivel inferior71. Empero, a través de la evolución histórica la casación fue recibiendo los diversos elementos que configuran su estructura actual, enriqueciéndose con nuevos significados que progresivamente elaboró la actividad de los jueces antes que la obra legislativa, aunque la reunión y sistematización de esos elementos ha madurado recién en el Estado moderno72. Así es como junto a esas dos primigenias funciones (“nomofiláctica” y “uniformadora”) -si se hace un análisis especial- encontraremos como tercera finalidad de la casación, la denominada dimensión “dikelógica”, que apuntala a la “justicia del caso”73. Con lo cual, modernamente, las sentencias de las Cortes Supremas: a) obtienen seguimiento habitual por el propio tribunal, que reitera sus precedentes; b) obtienen similar seguimiento por parte de tribunales inferiores; c) originan muchas veces la reforma o derogación de normas que la Corte declaró inconstitucionales; d) sirven de pauta a normas futuras del derecho escrito74. Calamandrei se ocupaba, principalmente, de la Casación, pero esta definición de las funciones de una corte suprema puede ser extendida no sólo a aquellas que siguen el modelo de la casación, sino también a todas las otras cortes 70 BERTOLINO, Pedro J.: “Código Procesal Penal de la Pcia. de Buenos Aires”; AbeledoPerrot on line; Edición 2009. 71 TARUFFO, Michele: “Las funciones de las Cortes Supremas”…cit. 72 DE LA RÚA, Fernando: “La casación penal”; Editorial Depalma, 1994. Cita online: Abeledo Perrot Nº: 5301/000230. 73 BRAITHWAITE GADEA, Sara Noemí: “El Control de logicidad en la casación”. http://www.uigv.edu.pe/facultades/derecho/documentos/biblioteca/Articulo01_SaraBraithwaite. pdf. Véase asimismo: HITTERS, Juan Carlos: “Técnica de los Recursos Extraordinarios y Casación”, pág. 440. Librería Editora Platense. Argentina, 2002. Pág. 440. 74 BIDART CAMPOS, Germán J.: “Manual de la constitución reformada”; T. I, Cap. I, ap. N° 28. Ediar 2006. ]]]]]]]]]]]]] 180 [ La Casación en la República Popular de China ] supremas, de los ordenamientos del civil law y también de los ordenamientos del common law. En otros términos: todas las cortes supremas desarrollan esas dos funciones; sin embargo lo hacen con modalidades muy diversas, con efectos que son diferentes de caso en caso, y en particular con una mayor o menor acentuación de las funciones de control de legalidad respecto a la función que consiste en asegurar la uniformidad de la jurisprudencia, o viceversa. Esto equivale a decir que no es suficiente individualizar, en términos generales, las dos funciones para agotar la descripción de aquello que las cortes supremas hacen, y sobre todo, que es oportuno profundizar en el análisis de las modalidades específicas con que aquellas desarrollan sus competencias institucionales. VI.3) Con una fuerte dosis de simplificación, se pueden identificar tres modelos principales: el modelo angloamericano (en éste nos detendremos), el modelo alemán y el modelo franco-italiano. Las dos principales cortes supremas de los ordenamientos del common law, o sea, la House of Lords inglesa y la Supreme Court de los Estados Unidos, desarrollan la función relativa al control de legalidad sobre las sentencias pronunciadas por los jueces inferiores, especialmente las Courts of Appeal de sus respectivos sistemas. Más aún, se puede decir que ésta es su principal función institucional, dado que ellas se ocupan sólo de cuestiones de derecho (incluidas, sobre todo en el caso de la corte estadounidense, las cuestiones de constitucionalidad) también decidiendo sobre el mérito de los casos individuales en última instancia. Estas cortes no se ocupan, en realidad, de los hechos de la causa, por lo que su tarea fundamental consiste, precisamente, en aquello que nosotros definiremos como verificación de la legalidad o de la legitimidad -también constitucional- de la decisión impugnada75. El aspecto más relevante de la modalidad con la cual dicha tarea viene desarrollada, se asienta en el hecho de que éstas cortes, en la formulación de sus decisiones, no se limitan a controlar si la decisión impugnada contiene errores de derecho sustancial o procesal, sino que -aunque sea decidiendo sobre el caso individual-se orientan hacia aquello que podría definirse como la legalita futura, o sea, la definición de la correcta interpretación y aplicación de las normas que serán objeto de juicio en casos sucesivos en que las mismas normas podrían ser 75 En idéntico sentido (al menos como regla general), la C.S.J.N. y la S.C.J.B.A. 181 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] relevantes para la decisión76. En otros términos, estos tribunales interpretan sus funciones no sólo en el sentido de que se trata de obtener una solución jurídicamente correcta del caso singular, sino también -y, sobre todo- en el sentido de proyectar tal solución sobre casos sucesivos, estableciendo criterios a los cuales los futuros jueces de casos iguales o análogos deberán atenerse. Bajo este perfil se evidencia la función de uniformidad de la jurisprudencia: de hecho, si esta proyección hacia los casos futuros tiene éxito, la consecuencia es que habrá una jurisprudencia uniforme, fundada sobre la aplicación relativamente constante de los mismos criterios de decisión. Está claro que, en esta prospectiva, el corazón del sistema, es decir, el instrumento fundamental del cual se sirven las cortes supremas del common law y que utilizan para desarrollar sus funciones, es el precedente judicial: es la eficacia de precedente de las sentencias de estas cortes el factor que “expande” el ámbito de aplicación sucesiva de la solución que la corte ha dado a una cuestión de derecho, indicando tal solución como criterio tendencialmente uniforme de interpretación de la ley. No es inútil observar que ésto no ocurre -contrariamente a lo que a menudo se sostiene- en razón de la eficacia vinculante del precedente en los sistemas inglés y norteamericano: el precedente no es formalmente vinculante ni siquiera en los sistemas del common law, por lo cual es oportuno hablar de eficacia o de “fuerza” persuasiva77 de este precedente, en lugar de hablar de su carácter vinculante. De todos modos, el precedente de la House of Lords (aún no siendo formalmente vinculante ni siquiera para la misma corte, al menos después del Practice Statment de 19%), es dotado de una notable eficacia persuasiva, y por lo tanto, influye de hecho en modo determinante sobre las decisiones sucesivas; también los precedentes de la Corte Suprema de los Estados Unidos, que tampoco son formalmente vinculantes, están dotados de una relevante eficacia persuasiva e inciden de manera notable sobre las decisiones sucesivas de los órganos judiciales inferiores. Parece justo, por lo tanto, decir que estas cortes son esencialmente, 76 Se sostiene desde siempre que la casación sólo puede ocuparse de lo referente al material normativo, esto es a la aplicación del derecho, mientras que la questio facti queda fuera de dicho contralor, pues esto último hace al ius litigatoris, es decir que tiene sólo efecto para las partes intervinientes en el proceso, mientras que las cuestiones de derecho poseen un alcance general, dado que la errónea interpretación de la ley hecha por un órgano supremo tiene una importante influencia jurígena. (HITTERS, Juan Carlos: “El recurso de casación y las cuestiones de hecho y de derecho”; LA LEY 1989-D, 1255). 77 En cuanto a la fuerza persuasiva del discurso jurídico, se recomiendan las enseñanzas de Perelman (PERELMAN, Chain, OLBRECHTS-TYTECA, L.: “Tratado de la argumentación jurídica”; traducción española de Julia Sevilla Muñoz. Bliblioteca Románica Hispánica. Editorial Gredos, Madrid 1989) ]]]]]]]]]]]]] 182 [ La Casación en la República Popular de China ] corte del precedente, ya que su función principal consiste en “governare i precedenti”, determinando cuáles son las normas, y según qué interpretación están destinadas a operar como reglas de juicio tendencialmente uniformes en el ámbito de la jurisprudencia sucesiva. Que esta sea la función esencial de las cortes que estamos examinando, y que, por lo tanto, el propósito de asegurar la uniformidad de la jurisprudencia prevalezca por mucho sobre el control de legalidad de la decisión individual impugnada, resulta evidente por dos elementos que vale la pena subrayar (y que representan, en realidad, dos caras de la misma moneda). El primero de estos elementos, está constituido por el poder que estas cortes tienen para escoger los casos que las propias cortes consideran deben decidir. La Corte Suprema de los Estados Unidos utiliza el denominado certiorari, con plena e ilimitada discrecionalidad, estableciendo cuáles son los casos que se entienden merecedores de consideración y decisión, y esta elección -positiva o, como sucede en la mayor parte de los casos, negativa-no requiere motivación78. Se trata, de hecho, de casos en que: a) la corte considera necesario establecer cuál es la solución correcta de una cuestión de derecho novedosa (como, por ejemplo, la interpretación de una norma recién entrada en vigor), para evitar incertidumbres y opiniones divergentes; b) la corte considera necesario resolver un conflicto de jurisprudencia surgido en las cortes inferiores; c) la corte pretende superar y dejar de lado un viejo precedente, aún establecido por el mismo tribunal, que por varias razones aparece inadecuado, brindando una nueva solución a la misma cuestión de derecho. El certiorari es, por lo tanto, el instrumento del cual se sirve la Corte para confirmar, aclarar o modificar la interpretación de las normas del ordenamiento: si el reexamen de una cuestión es denegado, esto significa que la Corte no tiene intención de cambiar la orientación interpretativa preexistente; si es admitido, significa que la corte pretende fijar un nuevo precedente. 78 En idéntico sentido, encontramos la norma del art. 280 del C.P.C.C.N. en la República Argentina, que faculta a la Corte Suprema de Justicia a utilizar dicha herramienta. Al respecto véase: OTEIZA, Eduardo: “El certiorari o el uso de la discrecionalidad por la Corte Suprema de Justicia de la Nación sin un rumbo preciso”; en Revista Jurídica de la Universidad de Palermo (argentina) www.palermo.edu/derecho/publicaciones/pdfs/.../031Juridica06.pdf; EGÜES, Alberto J.: “El certiorari argentino” (LL 1993-C, 661); BERMEJO, Silvia Patricia: “Wright of certiorari: su práctica en los Estados Unidos”; JA 1990-IV, p. 834. Asimismo, el art. 31 bis de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires (Ley 5827; articulo incorporado por el art. 1 de ley 12961) reza “En cualquier estado de su tramitación, si la Suprema Corte de Justicia considera que el recurso extraordinario no reúne los requisitos esenciales, o que ha sido insuficientemente fundado, o que ese mismo tribunal ha desestimado otros recursos sustancialmente análogos, podrá fundadamente rechazarlo con la sola invocación de cualquiera de las circunstancias precedentemente expuestas. En el caso de queja o recurso de hecho por denegación del recurso extraordinario la Suprema Corte podrá rechazarlo de acuerdo con lo dispuesto en el apartado anterior”. 183 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] El segundo elemento que se toma en consideración, y que está directamente ligado al poder discrecional de elegir los casos que merecen ser decididos, es el número limitado de decisiones que estas cortes emiten79. La House of Lords pronuncia alrededor de 100 sentencias al año, y la Corte Suprema de los Estados Unidos menos de 200, con una línea de tendencia que va en el sentido de una progresiva reducción del número de casos que vienen tomados en consideración. La cantidad tan reducida de decisiones dictadas por estas cortes tiene algunas implicaciones bastante relevantes. En primer lugar, ésto demuestra el hecho de que es posible, para una corte suprema, tener bajo control la legalidad global del sistema jurídico, aún pronunciando un número de sentencias sumamente reducido cada año. Naturalmente, tal posibilidad se asienta sobre la premisa de que cuando una corte suprema establece un precedente, éste sea efectivamente seguido por los jueces inferiores que deciden los casos sucesivos, y -al menos tendencialmentepor la misma corte suprema, es decir en el hecho que el precedente resulte realmente capaz de condicionar las decisiones sucesivas asegurándoles un elevado grado de uniformidad. De este modo se evita que la misma cuestión venga decidida muchas veces de manera diferente por los jueces inferiores, y por lo tanto se reducen sustancialmente las ocasiones en las cuales la corte suprema tiene necesidad de intervenir. Además, si la misma corte suprema evita cambiar de idea demasiado seguido, se obtiene una continuidad en la interpretación del derecho, que por un lado desalienta a las partes a dirigirse a la corte si no existen serias posibilidades de inducirla a cambiar de orientación y, por el otro, introduce un apreciable grado de continuidad y estabilidad en la jurisprudencia, tanto de la propia corte como de los órganos judiciales de nivel inferior. La experiencia de las cortes supremas del common law demuestra, además, que la eficacia del precedente, y por lo tanto su capacidad efectiva de orientar en modo uniforme las decisiones sucesivas, es inversamente proporcional al número de precedentes establecidos por ellas mismas. Comparados con la torrencial jurisprudencia de varios ordenamientos del civil law, los precedentes de los ordenamientos del common law son poquísimos. La razón es que las cortes supremas de estos ordenamientos deciden sólo cuando tienen algo nuevo para decir, es decir, cuando consideran que hay necesidad de establecer un nuevo precedente, y no están obligadas a pronunciarse 79 Esto parece bastante claro, por cuanto de lo contrario quedaría navegando en la incertidumbre, tratando todo para no modificar nada y perdiendo protagonismo como órgano máximo de control del Estado de Derecho (OTEIZA, Eduardo: “El certiorari…” cit). ]]]]]]]]]]]]] 184 [ La Casación en la República Popular de China ] todas las veces en que viene propuesta una impugnación. Las cortes pueden, obviamente, decidir si modifican sus precedentes propios, pero ésto ocurre bastante poco, y habitualmente sólo cuando existen razones efectivas y relevantes como para dejar de lado orientaciones preexistentes. Por lo tanto, si el precedente es verdaderamente eficaz, no existe ninguna necesidad de decidir la misma cuestión decenas o centenares de veces: mientras que el precedente se sostenga no es necesario volver continuamente sobre la misma cuestión; cuando el precedente viene superado, para hacerlo basta una sola decisión, porque una sola decisión es suficiente para determinar el cambio de la jurisprudencia. Cortes que desarrollan su función con esta modalidad, y que, por lo tanto, se pronuncian sólo cuando lo consideran realmente necesario, no requieren de muchos jueces: los miembros de la Corte Suprema de los Estados Unidos, de hecho, son solamente nueve, como también son poco numerosos los miembros de la House of Lords. Esto significa ventajas organizativas fácilmente perceptibles. De ello deriva, además, que es más fácil para estas cortes comportarse de manera coherente, que puedan evitarse los conflictos sincrónicos con respecto a su propia jurisprudencia, y se efectúen variaciones diacrónicas en su orientación, en modo mediato, sólo cuando se identifican razones particularmente relevantes como para hacer a un lado sus propios precedentes. En sustancia: pocos jueces que deciden pocos casos están en grado de producir una jurisprudencia coherente, fácil de conocer, y sobre todo acreditada y capaz de influenciar -en el sentido de una razonable uniformidadla jurisprudencia sucesiva. En cuanto a la denominada nomofilaquia, la experiencia de las cortes angloamericanas nuestra muy claramente que para desarrollar un efectivo control de legitimidad, y para hacer que la ley sea aplicada en modo correcto y según la interpretación que aparece preferible, no es para nada necesario resolver miles de casos, y mucho menos verificar analíticamente si la ley estuvo correctamente interpretada y aplicada en cada caso decidido por las cortes inferiores. Al contrario, estas cortes practican aquello que se podría definir como nomofilaquia per precedent, es decir, efectúan una correcta aplicación de la ley fundándose en la eficacia intensa y difusa que sus precedentes manifiestan sobre las decisiones sucesivas. Se trata, por lo tanto, esencialmente, de una nomofilaquia para el futuro, puesto que la decisión del caso pasado es en sustancia la ocasión que éstas cortes utilizan para decir como las normas deben ser interpretadas y aplicadas80. 80 TARUFFO, Michele: “Las funciones de las Cortes Supremas”…cit. 185 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] VII| Función de la Corte Suprema en China VII.1) Desde el anclaje constitucional, el artículo 124 de su carta magna establece el andamiaje a partir del Tribunal Popular Supremo y tribunales populares locales a diferentes niveles, los tribunales militares y los tribunales de otras personas especiales81. El tribunal Popular Supremo es el más alto órgano judicial: supervisa la administración de justicia de los tribunales populares locales a diferentes niveles y de los tribunales populares especiales, mientras que los tribunales populares en los niveles superiores supervisan la administración de justicia por los que están en los niveles más bajos (art. 127)82. Si bien del texto constitucional, someramente analizado, pareciera inferirse lo contrario, el sistema chino no es precisamente un modelo adscripto al paradigma instaurado por la Constitución de Estados Unidos de 1787 –como v.gr., el sistema argentino-, con la Corte Suprema en el vértice de un verdadero y propio poder de Estado83 que realiza el control de constitucionalidad frente a las resoluciones de todos los demás tribunales del país84, ni responde a un fundamento histórico-político. VII.2) Ubicada en la cúpula del Poder Judicial, cuenta con unos 200 jueces y puede asumir competencia sobre “casos que tengan un impacto importante sobre todo el país” y aquellos otros en los cuales la Corte Suprema considera que deben ser resueltos por ella (art. 21)85. Cuenta con 4 salas especializadas en temas civiles, 5 en materia penal, y otras referidas a cuestiones administrativas, de admisión de trámites y de supervisión judicial, además de una oficina de ejecuciones y otra de 81 Constitution law of People’s Republic of China, Article 124 [Supreme People’s Court] (1) The People’s Republic of China establishes the Supreme People’s Court and the local people’s courts at different levels, military courts and other special people’s courts. (2) The term of office of the President of the Supreme People’s Court is the same as that of the National People’s Congress; the President shall serve no more than two consecutive terms. (3) The organization of people’s courts in prescribed by law. 82 Constitution…cit; Article 127 [Highest Judicial Organ] (1) The Supreme People’s Court is the highest judicial organ. (2) The Supreme People’s Court supervises the administration of justice by the local people’s courts at different levels and by the special people’s courts; people’s courts at higher levels supervise the administration of justice by those at lower levels. 83 BERIZONCE, Roberto O.: “Las funciones de la Corte Suprema: en el tránsito hacia un nuevo modelo” p. 193; en ANALES: Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional de La Plata. La Ley, Año 8 nº 41 – 2011. 84 CLARIÁ OLMEDO, Jorge A.: “Derecho Procesal Penal”; T° I, p. 328 (actualizado por Jorge E. Vázquez Rossi). Rubinzal-Culzoni editores. Santa Fe, Octubre de 2001. 85 CASTRILLÓN, David: “La Estructura de Poder de China: Las Cortes Populares”. Observatorio Virtual ASIA-PACIFICO, Octubre de 2012. ]]]]]]]]]]]]] 186 [ La Casación en la República Popular de China ] investigaciones86. El Presidente de la Corte Suprema es electo por la Asamblea Popular Nacional de China para un mandato de cinco años y solo puede ser reelecto una vez87. Según el artículo 31 de la Ley Orgánica de las Cortes Populares, la Corte Suprema es competente en los siguientes casos: en primera instancia para casos que la ley le asigne, o para casos que ella misma decide que tiene que resolver; en caso de apelación de asuntos decididos en cortes superiores o especializadas; en caso de contestación por parte de la fiscalía suprema o de otra parte en contra de sentencias definitivas deliberadas por cortes inferiores. En particular, la Corte Suprema tiene que aprobar las sentencias de pena de muerte emitidas por las cortes intermedias (art 12 de Ley Orgánica). Por otra parte, dispone de múltiples servicios administrativos: oficina de asuntos generales, departamento de personal, departamento de administración judicial, buró de asuntos internos, burós de asuntos extranjeros, departamento de educación, buró de los antiguos ejecutivos, departamento de gestión de equipos judiciales y administrativos88. Bajo la Corte Suprema también se encuentran tres tipos de cortes populares especiales, las cuales tratan con litigios de temas militares, marítimos y de transportes ferroviarios. La Asamblea Popular Nacional de China tiene la autoridad de crear nuevas instancias de las cortes populares especiales existentes o crear nuevas cortes populares especiales que tratan con otros temas legales89. Asimismo, la Corte tiene la facultad de presentar propuestas legislativas al Congreso Nacional del Pueblo y es un órgano de consulta por parte de la Comisión de Asuntos Legislativos de dicho Congreso, con la finalidad de elaborar proyectos de leyes90. Es muy importante tener en cuenta que, a solicitud de una corte del pueblo de rango inferior, puede realizar interpretaciones de las leyes y reglamentos judiciales, que normalmente son respetadas por todos los tribunales, y oficia como una fuente de Derecho sui generis91. Puede emitir interpretaciones sobre cuestiones relativas a la aplicación de leyes y reglamentos en casos judiciales. Las interpretaciones se emiten a petición de una corte inferior para aclarar el significado de una norma y precisar su aplicación en un caso concreto. A pesar de su supuesto carácter limitado, las interpretaciones de la Corte Suprema van generalmente más allá de la 86 BELANDRO, Rubén Santos: “Normas procesales internacionales…” cit. 87 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit 88 BELANDRO, Rubén Santos: “Normas procesales internacionales…” cit. 89 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit. 90 En idéntico sentido, la ley 5.827 para la provincia de Buenos Aires, con relación a los proyectos de ley. 91 BELANDRO, Rubén Santos: “Normas procesales internacionales…” cit. 187 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] aplicación al caso concreto y sirven, por lo tanto, de referencia para el resto de las jurisdicciones cuando se enfrentan a la misma legislación. Es, por consiguiente, una fuente de derecho porque la interpretación del alto tribunal determina el sentido de la norma en cuestión92. Con lo cual, se amplía sensiblemente su margen de tribunal de casación93. VII.3) Como vemos, confluyen en su entramado condimentos entrelazados del common law y del civil law. Un ejemplo de ello lo encontramos en el número de jueces que componen el máximo tribunal chino, composición numérica que –objetiva y aisladamente analizada- pareciera bastar para encasillarla dentro de un tribunal perteneciente al sistema del civil law94. Ahora bien, considerando la importancia política que este tribunal desarrolla en el sistema judicial desde la cúspide, reservándose su excepcional intervención para supuestos que por su real importancia así lo ameritan (como veremos más adelante), no dudaríamos en encasillarla como un tribunal descendiente del sistema continental. La realidad, desde nuestra óptica, reside en la imposibilidad de enrolar a la Corte Suprema China dentro un modelo específico, cuando precisamente en el seno de su propio sistema convergen diversos elementos de ambos prototipos, que lo transforman –al régimen chino- en un verdadero híbrido. VII.4) En cuanto a las interpretaciones judiciales en particular, existen dos tipos de interpretaciones realizadas por los cuerpos judiciales de China. El primer tipo consiste en las respuestas de la Corte Suprema a una Corte inferior en relación a un caso concreto, o las opiniones directivas (o anuncios) sobre un problema concreto cuya solución no es clara o no está regulada en la ley. Un claro ejemplo fue que cuando el Proyecto de Ley sobre Derecho de Daños chino todavía se encontraba en proceso de elaboración, en cuyo escenario la Corte Suprema dictó importantes interpretaciones judiciales sobre cómo tratar los casos relativos a dicha responsabilidad; tal como se puede ver en la “Interpretación de la Corte Popular Suprema en Varios Dictámenes sobre el Juzgamiento de Casos Relativos al Derecho a la Reputación”; la “Interpretación de la Corte Popular Suprema sobre Problemas Relativos a la Determinación de la Indemnización en la Responsabilidad por Daños Emocionales”; y la “Interpretación 92 BELANDRO, Rubén Santos: “Normas procesales internacionales…” cit. 93 Aunque con diversa legitimación activa (y pasiva) y menor alcance, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos prevé una competencia “consultiva” (no contenciosa) de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (art. 64 C.A.D.H.) 94 Decimos ello, por cuanto si se analiza la cantidad de magistrados desde el tamiz de la densidad demográfica de la población china, proporcionalmente el número de jueces de la corte por habitante es considerablemente baja. ]]]]]]]]]]]]] 188 [ La Casación en la República Popular de China ] de la Corte Popular Suprema sobre algunas Resoluciones Relativas a la Aplicación de la Ley para el Juzgamiento de Casos sobre Indemnización de Injurias Personales”. El segundo tipo de interpretación judicial busca establecer regulaciones para la implementación de una ley existente con el objeto de hacerla aplicable a los casos concretos, dado que muchas disposiciones de las leyes chinas son abstractas y producen diferentes interpretaciones en la práctica. Estas interpretaciones judiciales proporcionan comentarios sistemáticos a la ley, a veces casi artículo por artículo. Por ejemplo, los PGDC tienen solo 156 artículos, pero la interpretación que de ellos hizo la Corte Suprema, el 26 de enero de 1988, contiene más de 200 comentarios. En cierto sentido, los comentarios sistemáticos a la ley de la Corte Suprema y sus opiniones directivas relativas a soluciones legales generales constituyen un ejercicio deformado de la potestad legislativa –un poder no concedido como tal al Poder Judicial bajo el Derecho Constitucional de China–. Hoy, incluso ante las críticas del Poder Legislativo y de los académicos, la Corte Suprema continúa expidiendo muchas interpretaciones judiciales. Por otro lado, China no tiene un poder independiente, como un Tribunal Constitucional, para asegurar la legitimidad constitucional de las leyes y de las interpretaciones judiciales. Por consiguiente, son de común ocurrencia los conflictos e incluso contradicciones entre las leyes chinas y sus respectivos reglamentos o interpretaciones judiciales. Y, por tanto, tales conflictos constituyen un serio obstáculo a la realización del imperio del Derecho en China. Dejando a un lado su constitucionalidad, estas interpretaciones judiciales, con el propósito de resolver problemas jurídicos concretos, clarifican el significado de las disposiciones establecidas por la ley y guían a los jueces y otros operadores legales en la implementación eficiente del Derecho Civil. Cualquier abogado que deba hacerse cargo de una causa civil concreta en China, debe consultar esas interpretaciones de la Corte Suprema, las cuales se basan, tanto en la experiencia práctica como en los informes consultivos entregados por profesores de Derecho. Es más, estas interpretaciones se transforman en reglas jurisprudenciales (stare decisis), y, en este sentido, el Derecho Civil chino es similar al derecho de precedentes (case law)95. VII.5) Por último, recordamos que existe un desarrollo muy interesante respecto a los casos principales. En China, los tribunales superiores o la Suprema Corte llevan todos los casos principales. Es diferente al derecho consuetudinario. Un caso puede ser elegido de 95 ZHANG, Lihong: “The latest developments…” cit.; sin llegar a la obligatoriedad rasa, que ni siquiera se da en los sistemas mas puros del common law, como hemos visto. 189 ]]]]]]]]]]]]] [ Gustavo Germán Rapalini ] una corte local para ser el ejemplo o modelo para todas las otras cortes en China. A partir de estos casos principales el sistema judicial crea hechos que sirven de fundamento para realizar juicios coherentes. Ése es el significado de un caso principal en China96. VIII| Conclusiones China es uno de los países con las historias más largas del mundo97; representa la única civilización humana que se ha mantenido sin interrupciones durante milenios hasta el día de hoy; no ha dudado en renovar su arsenal jurídico poniéndose en consonancia con los principales monumentos legislativos nacionales presentes en Occidente. Y ha demostrado una agilidad y una capacidad de renovación en todos los campos del Derecho realmente sorprendente98. Actualmente se haya en una situación de mercado emergente, con disparidades y contradicciones, en un proceso de paso -de una economía central y colectiva a una economía de mercado- que conlleva los lógicos problemas de transición, entre otros aspectos, desde el punto de vista del marco organizativolegal99. Su estructura legal in fieri se encuentra aún en búsqueda de un equilibrio y de una fisonomía bien definida, quizás como consecuencia de no haber seguido aquellas ideas de Mao Tse Tung que recordábamos al inicio del presente trabajo. Aún resta mucho por hacer, y difícilmente pueda hoy sostenerse que los procesos en lo que se administra justicia en China, se calificarían de “legales”, bajo la égida de cristales occidentales. El movimiento reformista se ha instalado como una tendencia ineludible en China, y su sistema judicial se encuentra en medio de una lucha crucial para determinar su naturaleza, papel y poder. En ese contexto, su Corte Suprema no se encuentra ajena. Constituye una rara avis difícilmente amoldable a un armazón rígido de sistema casatorio. Si bien exterioriza una matriz casi típica del civil law, se envuelve jurídicamente y asume el rol político e institucional de un tribunal del common law. De todos modos, no cabe duda que atesora los rasgos típicos de un verdadero tribunal de casación, y si consideramos el rol que las políticas públicas ocupan en la agenda de china, conjugándolo con el papel que afronta como nación en el actual escenario mundial, la entidad y trascendencia de dicho tribunal –como hemos visto- se magnifica.96 97 98 99 ]]]]]]]]]]]]] 190 EXIANG, Wang…cit Preamble of The Constitution law of People’s Republic of China. BELANDRO, Rubén Santos: “La ley china de derecho internacional”…cit. TAPIA BELLO, José Luis…cit. La peculiaridad del Derecho Romano Alfredo Di Pietro* s u m a r | o I. Presentación. II. Roma como “pueblo de la justicia” III. Ius est ars boni et aequi *Doctor en Ciencias Jurídicas. Se ha desempeñado como Profesor Titular Ordinario de Derecho Romano de la UNLP, UBA, UCALP, UCA, entre otras; Decano de la Facultad de Cs. Jurídicas y Sociales de la UNLP y de la Facultad de Derecho de la UCA. Ha sido Juez de Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil. Actualmente es Profesor Emérito de la UCA y Doctor Honoris Causa de la UCALP. Autor de una de las mejores traducciones del latín comentadas de las Institutas de Gayo “Verbis Iuris” y del Tratado “Derecho Privado Romano”, entre tantas otras publicaciones de igual importancia. 191 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 192 [ La peculiaridad del Derecho Romano ] I| Presentación Si estudiamos el derecho de los romanos es por la sencilla circunstancia de que fue Roma el creador del “ius”. Este vocablo, bastante complejo, podría ser traducido por “derecho”. Sin embargo, “ius” aparece más vinculado a palabras como “iustum”, “iniustum”, “iniuria”, “iusticia”, “iurisprudentia”, etc. En otros pueblos de la antigüedad (por ejemplo, los egipcios, los babilonios, los persas, etc.), usaron instituciones de derecho, tanto escritas como orales, lo cual siempre resulta necesario para la existencia de un país organizado. Pero lo cierto, es que los romanos le dieron al derecho un específico modo de ser, es decir, se mostraron como un pueblo sorprendentemente dotado para practicar la virtud de la justicia, y ello hasta tal punto que el orden jurídico por ellos creado, vino a configurar el “derecho común” de las regiones aledañas al “Mare Nostrum”. Desde el año 754-753 a.C., fecha en que la tradición ubica la fundación de Roma, hasta el siglo VI d.C, hitos entre los cuales se abarca lo que es el Derecho Romano propiamente dicho, este pueblo conoció muchos cambios sociales, económicos, religiosos y políticos, con cimas de gran esplendor y pozos de honda decadencia. Pero fueron, precisamente, los juristas romanos los que, receptando esos datos constituyeron un robusto arsenal de principios jurídicos que finalmente fueron mandados recopilar por el emperador bizantino Justiniano. Un dotado equipo de jurisconsultos trabajó largos años para organizar una obra majestuosa, a la que se conocía con el nombre de “Corpus Iuris Civilis”. Esta denominación no fue puesta por los propios romanos, sino que surgió en la Edad Media. En efecto, lo que pasó no quedó relegado al campo de la arqueología jurídica (como pasó con el derecho de otros pueblos), sino que sobrevivió a la caída de Roma a manos de los bárbaros. Ello ocurrió por obra y gracia de estos mismos pueblos conquistadores que, aceptando las bondades del cuerpo de principios romanos, lo incorporaron a sus propias costumbres. Sin embargo, va a ser a partir del siglo XII d.C, fundamentalmente por el “re-descubrimiento” de viejos palimpsestos que contenían el texto íntegro de la recopilación justinianea, que los juristas occidentales van a producir un renacimiento de las instituciones romanas. Esta labor se llevó a cabo en la Universidad de Bolonia, donde se formó una escuela con el nombre de “glosadores”, los cuales se dedicaron a estudiar literalmente cada una de las palabras de los textos del “Corpus iuris civilis”, mediante glosas que esclarecían el sentido de los mismos. A partir de allí, el Derecho Romano conoció una etapa de florecimiento que terminó por convertirse en el “Derecho común europeo”. 193 ]]]]]]]]]]]]] [ Alfredo Di Pietro ] Según una expresión muy intensamente citada, el hombre occidental identificó el Derecho Romano como “ratio scripta”. Y este estado de cosas, en lo fundamental, continuó hasta nuestros días. Por ello es que la metodología empleada aún en los Códigos de Derecho privado más moderno, continúa aprovechándose de las enseñanzas romanas. Más aún, las palabras del derecho tales como “propiedad”, “dominio”, “usufructo”, “persona”, “obligación”, “acreedor”, “deudor”, “contrato”, “herencia”, “sucesión”, etc. son todas palabras latinas que según la tradición normal de cada país, perduran por la vigencia del Derecho Romano en los momentos actuales. Como ocurría con el personaje de Molière, que descubría que “hablaba en prosa sin saberlo”, nos estamos manejando aún con la terminología y las instituciones romanas. II| Roma como “pueblo de la justicia” Algún autor pudo calificar al pueblo de Roma como “pueblo de la justicia”. Pero resalta más esta circunstancia cuando se la contrapone al “pueblo de la ley”. Así, Israel es el “pueblo de la ley” en grado eminente, por cuanto con ejemplar servidumbre acata la “Ley” dictada por Yahvé. Y así, en general, ocurre también en otros pueblos antiguos que el “derecho” se confundiera con la “pura ordenanza”, dictada por el rey y sus sátrapas, la cual debía ser obedecida por los funcionarios judiciales. Pero ocurrió que, precisamente en Roma, se dio la novedad de superar ese común modo de pensar. Para poder explicarnos ésto haremos una sucinta exposición del papel que jugaban en la administración de justicia el pretor y los “iurisprudentes”. El pretor era un magistrado del “populus romano” que atendía directamente a las partes que tenían un litigio. Sin embargo, no era un “iudex”, lo que significa que él no juzgaba, sino que luego de escuchar a las partes establecía en un pequeño documento escrito, llamado “fórmula”, la norma concreta y específica con la cual el “iudex” iría, luego, a dictar sentencia. Su papel, por lo tanto, se parecería mucho más al de un “legislador”, con la particularidad de que la “norma” que establecía valía, en principio, solamente para el caso determinado que las partes le habían planteado. Como el ser pretor era uno de los escalones que tenía que recorrer el hombre público romano en el “cursus honorum” , es decir, la “carrera de las magistraturas”, podía y solía ocurrir que, por la especificidad de las cuestiones, se hiciera asesorar por los “prudentes” , es decir, aquellos técnicos en el manejo del “ius”. El pretor, más estos “iurisprudentes” conformaban, pues, el equipo que ]]]]]]]]]]]]] 194 [ La peculiaridad del Derecho Romano ] administraba justicia. Lo inteligentemente práctico que hacían era tratar de adecuar el derecho vigente a las características especiales del caso, sin olvidar nunca que el objetivo fundamental era “hacer justicia”. En principio, el pretor debía observar las reglas estrictísimas del “ius civile”, el cual, desde épocas remotas, estaba conformado por una serie de “ritos jurídicos” muy formales y de cumplimiento inexorable. Se denominaron, en la época primigenia, como “iura maiorum” (rito de los mayores, es decir, los antepasados). Solo lo mencionaremos como ejemplo del rito de la “mancipatio” (como adquisición de una “potestas” sobre una persona o una cosa) y el “nexum” como obligación solemne. A parte de ello existían las “leges”, que eran disposiciones aprobadas en los comicios. Lo que ocurre es que el derecho no puede quedar reducido a la mera lógica de que siendo la “lex” y los “ritos” justos, cuanto más estrictamente los apliquemos, mayor será la justicia. Cicerón fue quien sentó la curiosa paradoja de que actuar de ese modo (realizar el “summum ius”) representaba, sin embargo, la máxima injusticia (“summa iniuria”). Pongamos un ejemplo para entender esto. Un negocio muy usual, tanto en teoría como en práctica, era la “stipulatio”. Se realizaba por una pregunta. Así, quien será el acreedor dice: “¿prometes darme cien sestercios?”; y el otro le contesta afirmativamente: “prometo”. El “ius civile” tenía establecido que quienes pronunciaban las palabras solemnes, se comprometían y quedaba firme el negocio celebrado por la “stipulatio”. Y, aún cuando una de las partes, hubiese coaccionado previamente a la otra mediante una amenaza, u obligándola a pronunciar las palabras rituales empleando un ardid o un engaño, el deudor debería acatar lo afirmado. Pero hacer ésto, es decir, “cumplir ciegamente el negocio” (“summun ius”), resultaría, en este caso, totalmente “inicuo” (“summa iniuria”). Ante el que aparece como deudor, y si se pretendiere la “actio”, la “interpretatio” que hacen los “iurisprudentes”, es que se ha alterado la “aequalitas” en el negocio; y así se concede al pretor, un arma procesal que activaba a favor del demandado, cuyo nombre técnico era “exceptio doli mali”, y mediante la cual se impedían los efectos normales del negocio y, por ende, su ejecución judicial. Al manejarse de este modo, el “iurisprudens” establecía que se había actuado por “aequitas”. Este concepto de equidad (que era conocido por el viejo Aristóteles) fue llevado a la práctica con una habilidad sorprendente por parte de los romanos, representando la herramienta más útil con que contaron para la aplicación de una “mejor justicia”. 195 ]]]]]]]]]]]]] [ Alfredo Di Pietro ] Y tanto es así que, prácticamente, todo lo importante del Derecho Romano tiene algo que ver con ese continuo actuar de los “iurisprudentes”, que van corrigiendo las viejas formas para adecuarlas a la realidad concreta “del día, y aún del momento” en que se presentaba la “litis”. Las técnicas nos pueden sorprender por su maleabilidad, sutileza y hasta su extravagancia. Así, si le robaban a un extranjero, en principio, la víctima no tenía “acción” para reclamar penalmente ante el pretor, por cuanto el “ius civile” prescribía que la “actio furti”, es decir “la acción de hurto o de robo” estaba reservada a los ciudadanos romanos. Pero el pretor no queda atrapado por la mera aplicación del principio legal, sino que, como su objetivo es la justicia concreta, y aquí el peregrino es extranjero, le concede una “actio ficticia” (o “actio utilis” o “actio in factum”), es decir, una acción en la cual se “finge” (hagamos de cuenta que…) la ciudadanía romana del extranjero. Otra situación: de acuerdo con las viejas reglas clásicas, el hijo emancipado, es decir el excluido de la familia civil, no podía heredar al “pater familias”. Pero, considerandola “inicua” (falta de “aequitas”) el pretor accede a concederle, no la “propiedad” de la herencia, pero sí la posesión (creación netamente pretoriana) de los bienes hereditarios (“bonorum possessio”). En otros casos resuelve, también, por la “aequitas”, anular un negocio cuando el testador no respeta como heredero a un heredero legítimo (por ejemplo, un hijo suyo) usando del pretexto de que el testador no estaba plenamente en sus facultades mentales, al omitirlo sin motivos plausibles. Otras veces, para mejorar la situación de alguien, invoca la “benignitas” (como cuando anula el negocio celebrado con un “menor” de 25 años, si el otro contratante se aprovechó de su inexperiencia) o el “favor” (como cuando se está en una situación de duda, así, a favor de la libertad –“favor libertatis”- cuando no se está seguro si un persona es libre o esclava). Los “iurisprudentes” interpretan que la tarea de hacer justicia no puede quedar sujeta a la mera “voluntad del legislador” o al “espíritu de la ley”, por cuanto la vida real es algo más rica y más compleja de cuanto pueda captarse en la mera “racionalidad silogística”; y que, a veces, “cierta pizca de irracionalidad” (en el sentido de “más allá de lo racional”) ayuda a solucionar con hartura la justicia de la situación planteada. A través de lo dicho podemos ahora comprender lo que dice un significativo romanista italiano, Bindo Biondi, a propósito del “iurisprudens”: “Quizá en ningún país los juristas han tenido tanta influencia en la formación del derecho, porque el jurista romano no es el pedestre exégeta de la ley, ni el dialéctico que vaga en el empíreo de la especulación abstracta, sino el prudente que sabe adaptar el derecho a las necesidades de la vida”. ]]]]]]]]]]]]] 196 [ La peculiaridad del Derecho Romano ] III| Ius est ars boni et aequi Claro está que no faltará quien piense que usar de esa “justicia pretoriana” puede resultar sumamente peligroso, por cuanto con procedimientos, a veces, el juzgador puede deslizarse por la jabonosa pendiente de la arbitrariedad. No podríamos negar la presencia de este peligro, como tampoco podemos negar la evidencia de que el pretor romano que asumió el peligro arribó, con suma naturalidad, al puerto deseado de la justicia. El secreto del éxito romano en la noble tarea de hacer justicia entre los hombres, reside en que la misma fue encarada como un “arte”. Precisamente, uno de esos “iurisprudentes” llamado Celso, nos dijo que “ius est ars boni et aequi” :el “derecho” es el arte de lo “bonum” y de lo equitativo. La definición no deja de hacer escapar una sugestiva sonrisa a ciertos juristas “logicizantes” actuales. Mucho más se sorprenden ante la “ingenuidad” romana cuando leen que definían la “iurisprudentia” como la “divinarum atque humanarum rerum notitia, iusti atque iniusti scientia”, es decir, se trataría del “conocimiento de las cosas divinas y humanas con la ciencia de lo justo y de lo injusto”. Sin embargo, esta aparente ingenuidad cede cuando nos adentramos en la inteligencia de los conceptos. Para el romano el “ius” es un “arte” en el sentido de “techné” (técnica); para cuyo manejo resulta imprescindible una intuición afinadísima, no de una parte de la realidad, (algo así como lo que el jurista moderno entiende como la “zona de lo jurídico”, productora del “homo iuridicus”) sino de toda la realidad. Por ello es que debe estar munido del “total” de la realidad, tanto en sus aspectos “visibles” (conocer al hombre, las cosas, la naturaleza), como en los “no visibles” físicamente (conocer lo divino del cielo en su relación con el hombre y las cosas). En la medida que se tenga un mayor conocimiento de todo esto, el “iurisprudens” considera que se está en mejores condiciones para apreciar cuándo se está ante una situación justa o injusta. Cuando Celso habla del “ars boni et aequi” no está haciendo una referencia de tipo “moralina actual” a lo “bueno”, sino en un sentido más fuerte a lo que es el “vir bonus”. Y lo “bonum” de este hombre era que poseía una serie de “virtudes que poblaban su interioridad”. La propia palabra “virtud” queda vinculada a “vir” (varón, hombre) en el sentido de una cualificación que hace a su ser de tal. Y bastaría la mera enumeración de estas virtudes para explicarnos el por qué del ser histórico romano. El hombre de orillas del Tíber tenía en muy alto valor la “pietas”, según 197 ]]]]]]]]]]]]] [ Alfredo Di Pietro ] la cual el primer deber era el respeto a los dioses y a la acción que los mismos desarrollaban en las cosas prácticas del quehacer humano. Como agricultores tuvieron un amor decisivo por lo concreto, ya que quien cultiva la tierra no puede detenerse a “teorizar” sino que debe enfrentarse con el “labor improbus” , es decir, el trabajo fatigante que enseñó a los romanos que la “constantia”, la dura disciplina del esfuerzo personal, “omnia vincit” supera todas las dificultades. Para ello, el espíritu romano propugna una vida ordenada (“severitas”) y plenamente responsable (“gravitas”), de tal modo que se hace un culto de la “fides” (la buena fe) como respeto a la palabra empeñada. Por todo ello es que el romano vive la “humanitas”, entendida como auténtica posibilidad de relación entre los hombres, de tal modo que, si bien exalta la “libertas” como “el bien más inestimable” que puede tener el hombre, conjuga armoniosamente la misma con el sentido de la “auctoritas”, entendida, no como acatamiento servil a la autoridad, sino como comprensión de respeto a aquellos que por experiencia y madurez del juicio detenten el poder al cual se llega mediante la dura “disciplina” del “cursus honorum”. Ganaría, entonces, claridad lo que habíamos establecido: que el “iurisprudens” era un artista, pues a esos principios solo se los puede “intuir”, lo cual es un proceso más que racional. Su “responsum” era algo así como el “oraculum”, por medio del cual se trataba de inteligir aquello que estaba en la zona oscura y oculta a los hombres, pero que los dioses manifestaban de alguna manera. Esta comparación es del propio Cicerón, para quien, “sine dubio”, la casa del “iurisprudens” es el “oraculum civitatis”. Concordantemente con esto, en el comienzo del Digesto, uno de esos “iurisprudentes”, llamado Ulpiano, sin falsas modestias, nos dice que “debido a ésto es que se nos puede llamar sacerdotes, porque nosotros rendimos culto a la justicia”.- ]]]]]]]]]]]]] 198 Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires Héctor Mario Nuñez s u m a r | o I. Introducción. II. Obligatoriedad de afiliación. III. Solidaridad del Estado. Normas constitucionales IV. Evolución de las asociaciones profesionales de los abogados. V. Consideraciones generales en relación a la Seguridad Social. VI. Delimitación del campo de la Seguridad Social. VII. Síntesis de la organización de las principales cajas profesionales de nuestra provincia. Médicos. Ingenieros. Bioquímicos. Notarios. Odontólogos. Farmacéuticos. Ciencias económicas. VIII. Conclusión. [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] I| Introducción: La realidad laboral de los profesionales independientes y en relación de dependencia puede conducir a que se perfilen algunas situaciones deficitarias de las Cajas Profesionales de la Provincia de Buenos Aires, en punto a sus respectivas retribuciones jubilatorias. Así, en situaciones puntuales, pueden producirse incumplimientos a las equivalencias que les corresponden a los beneficiarios de las Cajas, de los beneficios otorgados y a otorgar. Sin perjuicio de ello, no se conocen, en la larga tradición de estos organismos, situaciones extremas de falta de pago de prestaciones o falencia de los sistemas, que, en muchos casos, podrían encontrarse en etapa de maduración. En estos especiales momentos de revisión de los sistemas legales de las Cajas existentes, se observa la necesidad de actualizar los respectivos procesos modificatorios de las mismas, amén de la adecuación de los niveles de aportes mínimos, o bien de los reglamentos para la determinación de los haberes de beneficios. Aparece como urgente mejorar los controles de funcionamiento, reducir los gastos superfluos de organización, tecnificar los organigramas para minimizar la cantidad –a veces excesiva- de directores, para favorecer el incremento de los haberes de las retribuciones a otorgar a la clase pasiva. * Presidente de la Asociación de Abogados Jubilados y Pensionados de la Caja de Abogados de la Provincia de Buenos Aires. La existencia de estas Cajas ha generado Asociaciones de Jubilados: Abogados, Contadores, Farmacéuticos, Ingenieros, Médicos, Notarios, Odontólogos, etc. que se ocupan preferentemente, en sus respectivas organizaciones, de bregar por mejorar sus montos jubilatorios y pensionarios y otros beneficios actuales, a los que se adunan actividades sociales, culturales, de unidad y de sostén para quienes necesitan apoyos especiales. Es la mayor ambición de estas Asociaciones de Profesionales Jubilados lograr, a la mayor brevedad posible, integrar los respectivos directorios de las Cajas, como asímismo los órganos de fiscalización y controles. Otro aspecto fundamental es lograr que la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires sancione una Ley marco aplicable a todas.Por último, en este punto diré que el texto ordenado de nuestra Ley Orgánica nº 6716, de Previsión Social para Abogados de la Provincia de Buenos Aires, fue sancionado el 28 de Diciembre de 1994, y rige desde el 19 de Febrero de 1995; es decir que se encuentra próxima a cumplir 20 años de antigüedad, sin perjuicio de que ha tenido algunas modificaciones parciales que no hacen a la esencia de la lucha permanente que sostienen las asociaciones profesionales de la clase pasiva. 201 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] II| Obligatoriedad de afiliación Lejos han quedado las discusiones en torno a la obligatoriedad de afiliación a las Cajas de Previsión Social para profesionales, con respecto a su constitucionalidad, ya que fallos de la Corte Suprema establecieron que no vulneran la Constitución, las normas legales de afiliación obligatoria a una determinada Caja de Profesionales de un Estado Provincial (“Sánchez Marcelino y otros c/ Caja Forense de la Provincia del Chaco”) de fecha 21 de Agosto de 1973. (Vázquez Vialard, Antonio, Seguridad Social y facultad de las provincias para crear regímenes locales. TySS, I-209.) III| Solidaridad del Estado. Normas constitucionales. Nuestra Constitución provincial del año 1994, dispone en el artículo 40 in fine… “La Provincia reconoce la existencia de Cajas y sistemas de seguridad social de profesionales”. Ello, dentro del marco de permanente e indeclinable poder de Policía que le incumbe al Estado Provincial, en defensa del Régimen Federal de Gobierno. Es una necesidad de la sociedad políticamente organizada, contar con previsión social y, sobre todo, con seguridad social. Esta necesidad involucra a todas las profesiones liberales con sus respectivas organizaciones profesionales. Hoy ya existe concordancia en punto a que se trata de un derecho con base solidaria. Por otra parte, el artículo 121 de la Constitución Nacional establece que las provincias conservan todo el poder no delegado al Gobierno Federal y, además, el que expresamente se hayan reservado al tiempo de sus respectivas incorporaciones. Este principio de derecho público provincial está receptado en la mayoría de los Estados miembros de la Confederación Argentina, con respecto a la seguridad social. Así, Córdoba, por ejemplo, va más allá, en el artículo 23 de su Constitución, cuando establece en su inc.7: “Todo ciudadano de la provincia tiene derecho a participar de la administración de las instituciones de Seguridad Social de las que sea beneficiario”. Se ha observado, con cierta frecuencia, la existencia de procesos de modificación de las leyes vigentes con adecuación de los niveles de aportes y de los reglamentos para determinación de los haberes de beneficio. Así, frente a una eventual falencia o incumplimiento de estos organismos profesionales, será el Estado Provincial el que deberá activar la garantía de los sistemas previsionales. Indudablemente es urgente y necesario aggiornar las respectivas leyes ]]]]]]]]]]]]] 202 [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] de las Cajas de Previsión social existentes en la provincia de Buenos Aires. En su mérito deberá el Estado Provincial activar la garantía de los sistemas previsionales y no el Estado Nacional, salvo lo dispuesto en la Ley Nacional nº 25.239, que trata sobre los organismos de Previsión Provincial para empleados públicos en su conjunto o para el caso de cesión del organismo que homologara sus condiciones de acceso a los beneficios. “La existencia de fuertes pasivos actuariales proyectados, unidos a niveles máximos de capacidad contributiva de la población activa puede, en algunos casos, llevar a las Cajas a requerir en el futuro auxilio externo para solventar sus beneficios, o en todo caso aplicar sistemas de reparto puro según los aportes recibidos. En estas situaciones se entiende que cada Estado Provincial deberá tomar parte y deberá actuar la garantía implícita señalada”. (Argentina. El sistema Previsional: Situación actual y perspectivas. BID. 2000. Jorge García Rapp y Eduardo Melinsky). IV| Evolución de las asociaciones profesionales de los abogados Como es de público conocimiento, primero fueron los Colegios o Asociaciones de las distintas profesiones. En lo que hace a los abogados, su cronología es la siguiente: El primero fue el de Bahía Blanca, creado el 18/03/1908; y luego siguieron el de Mercedes, el 24/06/1916; Dolores el 04/06/1918; La Plata el 10/07/1924; San Nicolás el 10/07/1926 y Azul en 12/04/1929; todos ellos con relación al período anterior a la ley 5177, que fue sancionada el 28 de octubre de 1947. Con posterioridad se crearon los siguientes Colegios: Mar del Plata el 18/05/1956; Junín el 16/11/1971; San Isidro el 09/10/1965; Trenque Lauquen 21/05/1971; Morón el 02/12/1971; San Martín 09/12/1971; Lomas de Zamora el 23/02/1973; Pergamino el 21/12/1987; Zárate-Campana el 30/05/1988; Necochea el 27/10/1989; Quilmes el 01/12/1989; La Matanza el 24/05/1996. A esta enumeración cronológica, cabe señalar que el Consejo Superior de los Colegios de Abogados de la Provincia de Buenos Aires en su sesión del día 17 de Septiembre del 2010 dispuso la creación del nuevo Colegio Departamental de Moreno-Gral. Rodríguez. Por último, y recientemente, se ha dispuesto la creación del Departamento Judicial Avellaneda-Lanús. Como podemos advertir, existen en la Provincia de Buenos Aires veinte Colegios Departamentales, lo que en función de las normas vigentes en la ley 6716, ha colmado al Directorio de nuestra Caja con 37 directores titulares y otro tanto de suplentes, lo que indica que ha llegado el tiempo de que se opere una reforma legal más acorde con las necesidades económicas actuales. 203 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] Párrafo aparte merece la institución más antigua de nuestra provincia, que es la de los escribanos, puesto que su vida institucional se remonta al 18 de Febrero de 1889, mientras que su ley orgánica 5015 fue sancionada el 31 de Marzo de 1943, y la creación de la respectiva Caja de previsión social data del 19 de octubre de 1959, en que se sancionó la ley 6191 modificatoria de la anterior. V| Consideraciones generales en relación a la Seguridad Social En nuestro país podemos ubicar un primer atisbo en relación al tema que nos ocupa, con respecto a los niños abandonados por sus padres, cuando Rivadavia dispuso, en el año 1823, la creación de una Casa que, posteriormente, pasó a depender de la Sociedad de Beneficencia. Generalmente, se han criticado las técnicas y mecanismos de la asistencia social, en tanto y en cuanto no favorecen ni el espíritu de prevención ni la prevención de los riesgos. Resulta normal que siempre coloquen al beneficiario de la seguridad en una situación de dependencia. Con el correr de los años se fueron agrupando los medios e instrumentos tendientes a anticiparse a la ocurrencia de hechos futuros, de acuerdo con las necesidades sociales. Así, podemos distinguir a los derivados de la previsión individual – por ejemplo el ahorro – y el de la previsión colectiva – mutualismo, seguro mercantil –. Se destaca como una nueva técnica con relación a los demás medios destinados a la asistencia social la incorporación del seguro social (Almanza, Pastor “Derecho de la Seguridad Social” pág.58). Lo cierto es que, durante un período prolongado de tiempo, la expresión “previsión social” se tomó como equivalente del ámbito propio de la “seguridad social”. Es de puntualizar que entre ambas sólo existe una diferencia de grado, por parte de la seguridad social con un mayor desarrollo material, ya que esta última es la culminación de aquélla porque tiende a sustituirla en su integridad. También se ha advertido una diferencia de método: que en la previsión social ha sido contingente, disperso e inconexo, mientras que la seguridad social resulta ser una concepción metódica y sistemática (Cordini “Derecho de la Seguridad Social” pág.11). Cronológicamente, el antecedente que se ha encontrado con mayor antigüedad en América – aunque lo fuera en forma accidental – surgiría de un discurso pronunciado por Simón Bolívar en Angostura en 1819, cuando sostuvo que “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”. ]]]]]]]]]]]]] 204 [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] Con mayor grado de precisión técnica, aparece por primera vez la expresión seguridad social en una ley estadounidense sancionada en 1935, referente a la materia, con el nombre de Social Security Act. El 14 de agosto de 1941, en el curso de la Segunda Guerra Mundial, se amplía la difusión de la seguridad social cuando se inserta en la Carta del Atlántico, emanada del Presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Delano Roosevelt, y el primer ministro inglés Winston Churchill. En este histórico documento se establece como objetivo el de lograr en el campo de la economía la colaboración más estrecha entre todas las naciones, con el fin de conseguir, para todos, mejoras en las normas de trabajo, prosperidad económica y seguridad social. Los países americanos, entre los cuales estamos incluidos, adhirieron según resolución aprobada en Chapultepec el 7 de marzo de 1945, a la mencionada carta. Un antecedente importante lo encontramos en la difusión de los planes de seguridad social, especialmente en el plan británico elaborado por Lord Beveridge, que dieron al vocablo acepción universal. VI| Delimitación del campo de la Seguridad Social Se nos presenta como muy difícil delimitar con precisión cuál resulta ser el campo propio de la seguridad social, no obstante la existencia de la amplia difusión de la referida expresión. Posiblemente se deba a los distintos enfoques enunciados con respecto a ella, que van de una concepción amplia a una más restringida de la seguridad social. Ahora bien, un concepto más amplio de la seguridad social apunta a la “política de bienestar generadora de paz social” (Deveali, “Lineamientos” pág.569, quien cita a García Oviedo). Dentro de este concepto podemos decir que no sólo abarca a los seguros sociales, sino que también incluye la acción social y la asistencia con programas de viviendas populares, promoviendo la instalación de cooperativas, mutualidades, comedores populares, etc. Frente a este punto de vista podemos encontrar una concepción más restringida de seguridad social, que formula la OIT cuando establece “la protección que la sociedad provee a sus miembros mediante una serie de medidas públicas contra la necesidad económica y social que se produce por la cesación o sustancial reducción de sus ingresos motivados por la enfermedad, maternidad, riesgos del trabajo, desempleo, invalidez, vejez y muerte, la provisión de asistencia médica y subsidios a las familias con hijos” (OIT “Social security principles” pág.8). 205 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] VII| Síntesis de la organización de las principales Cajas profesionales de nuestra provincia Abogados. Ley 6716 ( t. o. Dec 4771/95) Nuestra caja profesional, en la actualidad, se rige por la referida norma. Como ya se dijo en la introducción de este artículo, está próxima a cumplir los 20 años, por lo que existe una fuerte opinión de que ha llegado la hora de su modernización. A raíz de la organización dispuesta por nuestros mayores, en otras épocas y en otro país ostensiblemente, no se previó a qué punto podía llegar el actual sistema. De ahí que todos los que pasamos alguna vez por órganos directivos seamos un poco responsables de lo que hoy acontece. Consiguientemente, existen hoy día 20 Colegios Departamentales con visus a seguir incrementándose. Va de suyo que al elegir cada Colegio Departamental, uno, dos o tres directores, según su respectiva cantidad de matriculados, hacen que en la actualidad tengamos en nuestra Caja Profesional –tengo entendido- 38 directores titulares y otro tanto de directores suplentes, sin contar con organismo de contralor autónomo e independiente o soberano y sin participación de los abogados jubilados, que, en muchos casos hemos sido participes, con mayor o menor importancia, en nuestras instituciones, pero que siempre hemos estado dentro de los primeros aportantes, durante muchos años (por 30 o más) cumplimentando con exceso nuestras obligaciones en punto a aportes obligatorios. Médicos. Ley 12.207 (Caja de Previsión y Seguro Médico de la Provincia de Bs. As.) a) En la actualidad esta Caja elige asambleístas en razón de un titular y un suplente por cada 300 o fracción no menor de 200 afiliados. La lista ganadora obtiene tres cuartas partes de la representación y el cuarto restante le corresponde a la lista subsiguiente de votos tomando a cada distrito como uno solo. Esta minoría está sometida, para poder actuar, a la condición de que obtenga en la elección un mínimo del 25 por ciento de los votos válidos. El Directorio, por reglamentación especial, adoptará las previsiones necesarias para hacer efectiva la limitación que impone la presente norma, en caso de existencia de facciones. b) Electores son los médicos en ejercicio que tengan domicilio profesional en el distrito e inscriptos en los respectivos padrones, y los médicos jubilados con domicilio real en los mismos. Establece las condiciones para quienes pueden ser electores y que podrán integrar el directorio hasta dos médicos jubilados. El directorio hará efectiva las limitaciones impuestas precedentemente. ]]]]]]]]]]]]] 206 [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] c) Se establece plazo para presentación de listas, si hubiera una sola queda consagrada. Al Directorio podrán integrarlo hasta dos jubilados, éstos –los Directores electos- serán personal y directamente solidarios responsables por sus decisiones, salvo para lo que conste su posible oposición en el acta respectiva. La Ley orgánica de esta Caja establece sistemas de aportes de los activos y los múltiples beneficios que otorga a los jubilados y pensionados, que completa con las ampliaciones beneficiarias de causahabientes mediante la Ley 13.314 Ingenieros. Ley 12.490 a) La Caja de Ingenieros, creada por Ley 5920 a partir de la sanción de la b) c) d) e) norma actual paso a ser Caja de Previsión Social para Agrimensores, Arquitectos, Ingenieros y Técnicos de la Provincia de Buenos Aires, y como todas las demás con derechos y obligaciones de las personas jurídicas de derecho público no estatal. Seguidamente establece principios de solidaridad profesional, con equidad y responsabilidad individual de sus afiliados, mediante un sistema de reparto y otro de capitalización individual. Otro dato de interés resulta ser que esta Ley mantiene, para su funcionamiento, las inscripciones en las matriculas de cada una de las profesiones que actualmente componen la originaria Caja de Ingenieros, en sus respectivas leyes orgánicas, para otorgar los beneficios a cada una de las profesiones, que además de los activos incluye a los jubilados y sus causahabientes. Son agentes naturales de la Caja los entes de la colegiación citados. En su capítulo tercero, la Ley establece la forma de gobierno y administración y sus órganos, que son: Asamblea de Representantes, Consejo Ejecutivo y Comisión de Fiscalización. La Asamblea resulta ser su autoridad máxima; se integra con 8 representantes titulares, con sus respectivos suplentes por cada uno de los Entes de la colegiación ya citados y con 12 representantes jubilados titulares con sus respectivos suplentes, a cuyo efecto la Caja confeccionará el padrón de jubilados y pensionados, cumplimentando la cantidad de 44 titulares con un voto cada uno. Seguidamente la Ley establece las condiciones para tener derecho a ser representante de afiliados y prescribe confeccionar el padrón de jubilados con una antelación de 180 días corridos, previo al acto eleccionario, en el cual se debe respetar la cantidad de 3 jubilados por cada matricula de la colegiación, tanto en su lista de titulares como de suplentes. Como en casi todas las Cajas, en caso de ausencia transitoria o defini- 207 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] tiva de un titular asume el suplente de su misma lista de acuerdo a la ubicación. Como novedad se dispone que los miembros del Consejo Ejecutivo y la Comisión de Fiscalización podrán participar de la Asamblea de Representantes con voz pero sin voto. Reconoce los gastos que ocasione el desempeño de los representantes a la Asamblea, pero el cargo será “ad-honorem”. f) Se impide a los miembros de Consejo Ejecutivo, de la Comisión de Fiscalización y a los ex consejeros ejecutivos actuar en la Asamblea, sino sólo hasta que concluya un período desde la finalización de sus respectivos mandatos. Seguidamente establece las inhabilidades para ser representante a la Asamblea y demás cargos de la Caja, prosigue con el funcionamiento de los órganos de administración creados y de las obligaciones y derechos de los componentes y su ámbito de actuación, etc. para continuar estableciendo el sistema solidario de reparto y un sistema de capitalización, reglamentando ambos. g) En su capítulo segundo establece las prestaciones y demás beneficios de seguridad social y la normativa para su funcionamiento. Desde ya que se puntualizan lo que entiendo como los principales aspectos que hacen a la actuación y beneficios que otorgan las Cajas y, sobre todo, a la participación de los jubilados en cada una de ellas. Existirían intenciones de separar cada actividad profesional de forma independiente, lo que hasta la actualidad no se ha producido. En mi sentir, estamos frente a una ley muy aceptable, acorde a los tiempos actuales. Bioquímicos. Decreto Ley 10.085/83. Texto actualizado con las modificaciones introducidas por Ley 11.636 y 13.317 a) Como todas las demás Cajas, se crea como persona jurídica de derecho público con domicilio en la cuidad de La Plata y establece sus funciones, quiénes son afiliados obligatorios, matriculados en los colegios de bioquímicos en actividad y los jubilados por la misma. Detalla quiénes están exentos del pago de los aportes, quiénes y cómo podrán incorporarse a los sistemas asistenciales. Determina las obligaciones a cargo de los afiliados. b) Resulta ser la Asamblea – que puede ser Ordinaria o Extraordinaria con orden del día preestablecido- la autoridad máxima de la Caja. Esta Asamblea considera memoria y balance del ejercicio, aprueba o no presupuesto anual e inversiones o plurianual cuando se presente. Puede aprobar o rechazar nuevos beneficios, fuentes de financiamiento, sin afectar fondos del sistema previsional. Puede establecer quienes deben incorporarse a los nuevos beneficios. Fija las retribuciones de los miem- ]]]]]]]]]]]]] 208 [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] c) d) e) f) bros del Directorio y de quienes integran la Comisión Fiscalizadora, éstos no recibirán menos de un tercio de lo que se determine para los primeros. Estas importantes y amplias atribuciones se complementan con la facultad de aprobar o rechazar los convenios celebrados por el Directorio “ad-referendum”. Puede considerar la proyección de ingresos y egresos plurianuales propuestos por el Directorio, asímismo el informe anual presentado por la Comisión Fiscalizadora. Finalizan sus atribuciones con la posibilidad de aprobar o rechazar para el ejercicio siguiente el método utilizado por el Directorio para determinar el valor del módulo de la Caja, asímismo determinar el porcentaje de los recursos destinados a constituir el fondo de reserva. Las disposiciones legales citadas en este capítulo establecen que la Asamblea se integra con todos los profesionales en actividad o jubilados que se hallen en pleno ejercicio de su derecho para elegir y ser elegidos en los cargos directivos. Todos tendrán derecho a voz y voto. Seguidamente establece normas para el funcionamiento de la Asamblea, como será citada y prosigue con un capitulo de gobierno y administración. Como novedad llamativa se establece que la Caja será gobernada y administrada por un Directorio integrado por 3 miembros con mandatos de 4 años en sus funciones. Seguidamente se determina la forma de elección, antigüedad de 10 años en la profesión para ser Director y quienes no podrán serlo. Los tres cargos son: un Presidente, un Secretario y un Tesorero. Ordena los reemplazos en forma temporaria o cese. En el artículo 18, según la Ley 11.636, se detalla minuciosamente lo que le corresponde al Directorio de la Caja, que puede sesionar válidamente con sólo dos directores, con la salvedad de la simple mayoría de votos y de que, en caso de empate tendrá el Presidente doble voto. Establece las obligaciones y sanción por la ausencia de algún director por 3 sesiones consecutivas o 5 alternadas sin causa justificada; en su caso el mismo directorio lo podrá reemplazar por el suplente que corresponda. Prosigue con las facultades del Presidente y con el procedimiento contra las resoluciones que dicta el directorio denegando otorgamiento de beneficios (art. 22 según texto de la Ley 13.317). En la norma orgánica de esta Caja se prosigue con las de control por el órgano de fiscalización interno y por el de aplicación de la Ley 8671. En el art. siguiente se establecen las inhabilidades para ser Director y a continuación se detallan las funciones de la Comisión Fiscalizadora. En el capitulo posterior se establece la competencia del órgano de aplicación de la citada Ley 8671 y los deberes de este órgano. Resulta novedoso su art. 33, con arreglo a lo dispuesto según texto de 209 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] la Ley 13.671, que establece la facultad del Poder Ejecutivo para intervenir la entidad a los efectos de su reorganización cuando se dan determinadas circunstancias contempladas en la misma norma. Con la salvedad que el interventor que se designe deberá ser afiliado de la Caja con idénticas funciones a las que esta Ley le asigna al Directorio y con control de una Comisión fiscalizadora “ad-hoc” que designa también el Poder Ejecutivo y se integra por afiliados de la Caja que asumen sus responsabilidades según lo establecido en el art. 29 de la misma Ley. Interesante resulta destacar que esta intervención, en caso de producirse, tendrá una duración no mayor de 90 días (no habla de hábiles o corridos), término que, por razones fundadas, podrá ser prorrogado por 60 días más. g) Prosigue la norma orgánica estableciendo cómo se forma el capital de la Caja, según las características propias de la profesión y establece detalladamente los beneficios otorgados por la Caja en punto a jubilaciones y pensiones como asímismo las jubilaciones y pensiones extraordinarias; amplia gama de beneficios en caso de infortunios y subsidios a otorgar. Esta interesante disposición que establece la norma que regula la Caja de los Bioquímicos finaliza con disposiciones generales y transitorias. Notarios. Ley 12.172: Caja de Previsión Social del Colegio de Escribanos de la Provincia de Bs. As. Modificación de la Ley 6983 a) Involucra a los notarios titulares y a los adscriptos de registros de escrituras públicas de la Provincia. Va de suyo que atiende a los Jubilados y Pensionados de la institución y los causahabientes de los afiliados fallecidos de acuerdo al límite y al orden que la Ley prevé. b) El Consejo Directivo del Colegio ejerce la dirección de la Caja; y la administración, por su Comité Ejecutivo de acuerdo a la Ley y los reglamentos internos dictados al efecto. Subsidiariamente, y en lo compatible, podrán regir las normas de la Ley orgánica del notariado. c) Seguidamente trata el sistema de aportes y los beneficios asistenciales para jubilados y pensionados. Como novedad legislativa en su art. 29, la Ley prevé aplicar las normas, para las notificaciones que realicen, del Código Procesal Civil de la Provincia, para lo cual los interesados deben constituir domicilio en su primera presentación. d) Acto seguido se establece cómo se computarán los servicios a los fines jubilatorios. Determinándose a continuación los distintos tipos de beneficios y, en su art. 46, quiénes tendrán derecho a pensión, destacándose una detallada y exhaustiva legislación al respecto. Por último, reglamenta la extensión de beneficios a los convivientes de los beneficiarios fallecidos en ]]]]]]]]]]]]] 210 [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] distintas situaciones de supervivencia. Se determina la formación del capital de la Caja, las formas de percibir los aportes en caso necesario y establece términos de prescripción. Por Ley 12.940 se establece una modificación al art. 6to de la Ley originaria 6983, modificada por la presente Ley 12.172, donde se otorgan facultades al Consejo Directivo, con el voto de las dos terceras partes de sus miembros para aplicar reducciones a las alícuotas y a los porcentuales fijados, con una escala porcentual inferior en caso de carácter oneroso o gratuito de los actos o del honorario correspondiente. Asímismo podrá interpretar y encuadrar en las distintas figuras jurídicas los supuestos enunciados. Es de puntualizar que estamos frente a la mejor Caja de jubilaciones y pensiones de la Provincia de Buenos Aires, de acuerdo con los beneficios que otorga a sus jubilados y pensionados, teniéndose presente que prácticamente no existe evasión por parte de sus afiliados activos. Odontólogos. Ley 8119, texto actualizado con las modificaciones introducidas por Ley 11.878 y 13.759 Como todas las Cajas profesionales de la Provincia de Buenos Aires, ésta también funciona con el carácter de persona jurídica de derecho público, es autónoma y su objetivo principal es prever un sistema de previsión y seguridad social fundado en la solidaridad profesional. Destaca que la Provincia de Buenos Aires no contrae obligación alguna que se relacione con las emergentes del funcionamiento de esta Caja. Seguidamente trata sobre la afiliación y obligación de sus profesionales, convenios de reciprocidad y prescribe que los Colegios de Odontólogos de Distrito exigirán a los profesionales que se inscriban en la matricula. a) La Asamblea y el Directorio constituyen los organismos de la caja. Se establece el período económico anual, que podrá modificarse por resolución fundada del Directorio. b) La Asamblea anual, convocada por el Directorio dentro del término legal, elige autoridades, considera la memoria y balance anual, establece valores de los módulos recaudador y de prestaciones y el sistema para su eventual actualización o ajuste. Seguidamente reglamenta el funcionamiento de la institución, su convocatoria, etc. c) A partir del Art. 17 de la Ley vigente, se reglamenta la actuación de las asambleas extraordinarias y, a continuación, deberes, derechos y obligaciones del Directorio electo que se forma con un miembro titular y uno suplente por cada uno de los distritos. d) El Directorio, en su primera reunión, elige por mayoría un Presidente, 211 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] e) f) g) h) un Vice, un Secretario, un Tesorero y un Secretario de actas. Quedan los restantes miembros como vocales del mismo. El Presidente convoca para sesionar por lo menos una vez al mes, con simple mayoría de sus miembros y dicta los reglamentos para la organización y funcionamiento de la Caja a través de este directorio que tiene las funciones establecidas por la Ley 11.878. A continuación la Ley establece las funciones de los directores titulares; seguidamente trata la reconsideración de las resoluciones del organismo dentro de los 15 días hábiles de notificado el interesado, que, a su vez, cuenta con la posibilidad de una demanda contencioso administrativa. El capital de la Caja se forma, como se detalla en el art 34 de la Ley, -exhaustivo, por cierto- y como todas las Cajas profesionales, sus principales prestaciones son: jubilación ordinaria y extraordinaria, seguro de asistencia médica integral, pensiones, préstamos y toda otra prestación que se establezca. Seguidamente, trata de la jubilación ordinaria y extraordinaria, sus formas y condiciones, subsidio por incapacidad temporaria y seguro de asistencia médica integral. Por último trata del derecho a pensión de los causahabientes que resulten. Prosigue con el otorgamiento de préstamos y termina con las disposiciones complementarias. Farmacéuticos. Decreto Ley 10.087/83 y 10.524 Sus órganos son: Asamblea, Directorio y Tribunal de Fiscalización. Las Asambleas son ordinarias y extraordinarias y se integran con todos los afiliados a la Caja, activos y pasivos, que tienen derecho a elegir o ser elegidos. Esta asamblea funciona con más de la mitad de los componentes, pasada la hora de la convocatoria se constituye con los que asistan. Es la autoridad máxima de esta Caja de previsión social. a) En el Art. 7 de la norma constitucional establece el funcionamiento de la Asamblea. b) Se elige un Directorio por cuatro años que, a su vez, elige su Presiden- te, Vicepresidente, Secretario y Tesorero. Este organismo deberá citar a Asamblea extraordinaria, cuando así lo decida, o por pedido expreso de no menos del 30 por ciento de los afiliados. Para funcionar se establecen los mismos requisitos que para la Asamblea ordinaria. c) El Tribunal de Fiscalización y Control está compuesto por tres miembros: Dos activos y un jubilado, este organismo está encargado de evaluar la situación económica y financiera de la institución y, si correspondiere, propone al directorio medidas correctivas. ]]]]]]]]]]]]] 212 [ Seguridad Previsional para los profesionales de la Provincia de Buenos Aires ] En el capítulo tercero de la norma en estudio se establece detalladamente el gobierno y la administración de la Caja. d) Pese a esta aparente buena organización se incluye como novedad, en la norma constitutiva, en su art. 29, la fiscalización estatal; en cuyo caso el Poder Ejecutivo designará la autoridad de aplicación (Ley 8671). En este artículo se establecen todas las facultades de intervención que tendrá el Poder Ejecutivo cuando las circunstancias así lo requieran. e) En el capítulo VIII se detalla la aplicación de los fondos y en el IX las prestaciones que se otorgan en forma detallada. Ciencias Económicas. Ley 12.724 La citada norma jurídica crea la Caja correspondiente a esta actividad profesional como persona jurídica de derecho público no estatal, exactamente igual a los Colegios de Abogados y la Caja respectiva. Son afiliados todos los matriculados en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas, incluyendo a los jubilados. Se dispone como autoridad máxima de la Caja, la Asamblea, que se integra por tres representantes de cada delegación del Consejo y, según su número de matriculados, pueden acrecer hasta cinco. Los electos duran cuatro años en sus mandatos. Este órgano de gobierno se constituye en Asambleas ordinarias y extraordinarias, según las normas de su ley orgánica y podrán sesionar conjuntamente. En su caso, la convoca el Consejo, o por pedido expreso de no menos de un tercio de los representantes, que fija la orden del día para tratar entre sus puntos, cuando corresponde, memoria, estados contables e informe de la comisión fiscalizadora. Asímismo, fija las retribuciones de los integrantes del Consejo de Administración y el de Fiscalización. Además, indica la política de las posibles inversiones. La institución, por lo tanto, es dirigida y administrada por el Consejo Directivo de Ciencias Económicas. En su seno existe la Secretaría de Seguridad Social del Consejo a la que se adunan entre cuatro y diez afiliados designados por el Consejo Directivo Profesional de Ciencias Económicas de la Provincia de Buenos Aires. Entre sus muchas funciones eleva a la Asamblea la memoria, el balance, el plan de inversiones y las proyecciones futuras, entre otras consideraciones pertinentes. En punto a fiscalización y control, resulta ser incumbencia de la Comisión Fiscalizadora, que se integra por tres titulares y sus suplentes y se constituye por dos afiliados en actividad y un jubilado, que serán electos por el voto directo de todos los afiliados, destacándose que por medio de un reglamento interno se establecerá el régimen electoral. 213 ]]]]]]]]]]]]] [ Héctor Mario Nuñez ] Seguidamente, se trata en la Ley de los recursos, de las inversiones y de las prestaciones en forma detallada. Es de destacar la norma que establece (art. 55 de la Ley) que la jubilación o pensión es imprescriptible, para finalizar con las disposiciones generales y transitorias. Es de advertir que por Ley 13.948 se modifican los arts. 10, 27 y 33 de la Ley orgánica. Que establece la reglamentación que reunirá la Asamblea ordinaria que podrá sesionar conjuntamente con la extraordinaria, si la hubiera. Trata, por el art. 27 –su reforma- los recursos de la Caja y en su art. 33 determina el porcentual obligatorio para los Jueces o Tribunales que actúen en los casos que se regulen honorarios a los profesionales de Ciencias Económicas que intervengan como peritos o síndicos en los juicios. Por último, mediante el Decreto 1962/2001 se establece un veto parcial a la Ley 12.724 por los fundamentos que allí se dan. Sobre el segundo párrafo del art. tres y el inciso once del proyecto de la ley sancionado el 13 de Junio del mismo año. VIII| Conclusión Se advierte en esta síntesis disparidad con los contenidos de las normas que regulan cada institución profesional, por lo que sería muy interesante que existieran normas básicas para el funcionamiento igualitario y equitativo de todas ellas, lo cual se solucionaría con una buena ley marco, basada en la solidaridad e igualdad entre activos y pasivos, sin perder de vista el principio de la equidad. De la enunciación precedente se observa que la ley de la Caja de los Abogados -6716- resulta ser la más exigua y paupérrima en cuanto a derechos y garantías de los jubilados; que carece de Asamblea, de órganos legales de fiscalización y control y que discrimina injustamente a los pasivos que, en su actividad profesional, cumplieron durante muchos años con los generosos aportes de su intenso trabajo, que llevaron a nuestras instituciones, Colegios y Caja, a la solidez y esplendor económico del que hoy disfrutan. En la casa del herrero, cuchillo de palo. Por último, es justo destacar que se han logrado avances en la consideración de los jubilados y pensionados, en los derechos que los asisten; con buen diálogo, con mejora en las relaciones institucionales entre nuestra Caja y el Colegio Provincial con nuestra Asociación de Abogados jubilados y pensionados. En la actualidad bregamos por lograr una futura y necesaria reforma de la ley orgánica, consensuada entre las tres representaciones. Evidentemente, de lograrse dicho consenso, sería mucho más factible la sanción de la ley que se proponga. ]]]]]]]]]]]]] 214 Derechos económicos, sociales y culturales María Clara Evangelista* s u m a r | o I. Introducción. II. Distinción entre Derechos Civiles y Políticos y Derechos Económicos, Sociales y Culturales III. Los DESC como Derechos Humanos. El principio de Indivisibilidad e Interdependencia IV. El PIDESC. Obligaciones de los Estados y de los organismos de cooperación internacional. V. Control judicial de políticas públicas. VI. Esquema de actuación de los DESC en la justicia constitucional. VII. Conclusión. VIII. Bibliografía * Abogada. UNLP. Especialista en Derecho Procesal Profundizado, Universidad Notarial Argentina; Especialista en Derecho Civil, Universidad Nacional de La Plata; Especialista en Justicia Constitucional, Interpretación y Aplicación de la Constitución, Universidad de Castilla-La Mancha, Toledo, España. Especialización en Derecho Constitucional Facultad de Cs. Jurídicas y Sociales Universidad Nacional de La Plata, cursada y aprobada, pendiente elaboración de tesina. 215 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 216 [ Derechos económicos, sociales y culturales ] I| Introducción Ante todo debe advertirse el hecho de que la legislación con finalidades sociales -la legislación del welfare - es usualmente muy distinta de la legislación tradicional. Es un hecho bien conocido que la legislación social o de welfare conduce al Estado, inevitablemente, a sobrepasar los límites de sus tradicionales funciones de “protección y de “represión”. El papel del gobierno ya no puede limitarse a ser un “gendarme” o un “night watchman”; por el contrario, el Estado social -el “Etat providence”, como lo denominan, expresivamente, los franceses- debe hacer suya la técnica del control social que los politólogos llaman, a menudo, promocional. Dicha técnica consiste en prescribir programas de desarrollo futuros y promover su realización gradual, en lugar de tomar decisiones , típicas de la legislación clásica, entre “derecho” y “contravención”, es decir , entre hipótesis “justas” e “injustas”, rigth and wrong. Y, también, cuando la legislación social crea, de por sí, derechos subjetivos, estos son derechos sociales, y no meramente individuales. Los derechos sociales requieren, típicamente, una intervención activa del Estado para su realización, por lo general proyectada en el tiempo. Distintamente de los derechos tradicionales, para cuya protección se solicita tan sólo que el Estado no permita su violación, los derechos sociales -como el derecho a la seguridad social y médica, al hogar, al trabajo- no pueden ser “atribuidos”, simplemente , al individuo. Ellos requieren, por el contrario, una permanente acción estatal, dirigida a financiar subsidios, a remover barreras sociales y económicas y, en fin, a promover la realización de los programas sociales que son el fundamento de tales derechos y de las expectativas por ellos legitimadas. Es evidente que en estas nuevas áreas del fenómeno jurídico hay implicancias importantísimas que se imponen a los jueces. Frente a una legislación social que se limita, frecuentemente, a definir finalidades y principios generales, y frente a derechos sociales dirigidos, esencialmente, a una gradual transformación del presente y a la formación del futuro, los jueces de un país dado bien podrías asumir –y, en efecto, han asumido con frecuencia - la posición de negar el carácter preceptivo, o “self-executing”, de tales leyes y derechos programáticos. Aprendimos mucho al respecto en Italia , especialmente entre los años 1948 y 1956, es decir, en los años que van desde la entrada en vigor de la Constitución y la creación de la Corte Constitucional. Pero tarde o temprano, como lo ha confirmado la experiencia italiana y de otros países, los jueces deberán aceptar la realidad de una concepción cambiante del derecho y de una nueva función del Estado, del cual, después de todo, ellos también son una “rama”. Y será difícil para ellos, entonces, no dar su propia contribución al intento del Estado de hacer efectivos aquellos programas, es decir, no contribuir a dar un contenido concreto 217 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] a aquellas “finalidades y principios”: Esto es algo que ellos pueden llevar a cabo controlando y solicitando el cumplimiento del deber del Estado de intervenir activamente, prescrito en la legislación, por lo cual compete a los jueces hacerlo respetar.1 II| Distinción entre Derechos Civiles y Políticos y Derechos Económicos, Sociales y Culturales. En buena medida, la distinción entre derechos civiles y políticos y derechos económicos, sociales y culturales responde a razones convencionales e históricas. Al hablar de los primeros, normalmente, nos referimos a los que, en el plano internacional, han sido agrupados en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, o al catálogo de derechos que en nuestro texto constitucional de 1853/1960 quedaron enunciados en los arts. 14 a 20 y 33; en tanto que al mencionar a los segundos aludimos a los que figuran en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESyC), los cuales guardan correlato con ciertos derechos que fueron incorporados a la Constitución Nacional por las reformas de 1957 (art. 14 bis) y de 1994 (vgr., arts. 41, 42 y 75, incs. 17, 19 y 23). Es común señalar que en el primer caso estamos hablando de las clásicas libertades de trabajar, ejercer una industria, profesar un culto, enseñar, aprender, publicar ideas por la prensa sin censura previa, expresarse, etc., y en el segundo, de los más modernos derechos a trabajar, percibir un salario mínimo, recibir una alimentación adecuada, gozar del máximo nivel posible de salud y de los beneficios de la seguridad social, de la educación, etc. De todos modos, no podemos dejar de admitir que el agrupamiento, sea convencional o histórico, reconoce tanto puntos de contacto como excepciones, pues así como el derecho de sindicación aparece mencionado en ambos Pactos (arts. 22, PIDCyP y 8, PIDESyC), también vemos que el texto original de la Constitución Nacional ya imponía a los Estados provinciales el deber de asegurar la educación primaria (art. 5), consagrando, de ese modo, un derecho que, según el agrupamiento efectuado en el PIDESyC, corresponde a la categoría de los derechos económicos, sociales y culturales (art. 13). Con las salvedades apuntadas, puede decirse que estas categorías reflejan dos paradigmas o “matrices político-ideológicas” diferentes de regulación jurídica. Su distinción permite situar en contexto histórico la forma en que han sido conceptualizados y recogidos por el ordenamiento positivo los diversos derechos. 1 ]]]]]]]]]]]]] 218 Mauro Cappelletti, Jueces legisladores?, pág. 57, Edit. Communitas, Lima 2010. [ Derechos económicos, sociales y culturales ] Los modelos serían el del “derecho privado clásico” y el del “derecho social”. Según Courtis, “Históricamente, el primero abstrae los rasgos más notorios de la codificación civil continental europea, y del establecimiento de la doctrina contractual clásica del derecho anglosajón, en los siglos XVIII y XIX..., [y] El segundo pretende captar los aspectos definitorios de un ciclo iniciado en Europa con la modificación de las reglas que regían los accidentes de trabajo y la contratación laboral, a fines del siglo XIX, y completado progresivamente con la tecnificación de la intervención estatal en campos tales como la educación, la salud y la seguridad social durante gran parte del siglo XX...”. 2 III| Los DESC como Derechos Humanos. El Principio de Indivisibilidad e Interdependencia. Cuando el paso de un modelo a otro ya se había concretado y estaba plasmado, o en proceso de plasmarse, en los textos constitucionales de muchos países aparecieron en la escena internacional los “derechos humanos”. La noción de derechos humanos se construyó sobre las conquistas nacionales del constitucionalismo de los siglos XVIII y XIX, a las que se adicionaron elementos tales como la universalidad (todos los derechos, para todas las personas, en todos los países), la igualdad (con su corolario de no discriminación) y la responsabilidad internacional del Estado ante las violaciones de derechos no reparadas. Como lo señala Pinto, esta noción fue forjada por la decisión política de dejar establecido que el trato que cada Estado diera a sus nacionales y, en general, a todas las personas bajo su jurisdicción sería, en adelante, una cuestión que interesaría a la comunidad internacional. En consecuencia, no se trató de una mera traslación al plano internacional de institutos jurídicos vigentes en el derecho constitucional de los Estados, sino del forjamiento de una noción cualitativamente distinta. Pudo arribarse a ella a partir de un consenso internacional acerca de la validez universal de un cierto sistema de valores morales considerados como inherentes a la dignidad de la persona humana. Dicho consenso quedó plasmado cuando en diciembre de 1948 fue suscripta -en el ámbito de la Asamblea General de las Naciones Unidasla Declaración Universal de Derechos Humanos, erigida como prueba histórica de la universalidad de esos valores y, por ende, como plataforma sobre la cual resultó posible establecer una carta internacional de derechos humanos. 2 Vidal , Alberto F. DERECHOS Y GARANTIAS - Derechos Sociales- Generalidades. Título: Exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Fecha: 2011 Publicado: RDLSS 2011-4283, Abeledo Perrot nro. 0003/402606. 219 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] El Preámbulo de la Declaración Universal habló de valores que tienen por base “el reconocimiento de la dignidad intrínseca... de todos los miembros de la familia humana”, y señaló, entre otras cosas, la aspiración al advenimiento de un mundo en el que los seres humanos estén “liberados del temor y de la miseria”, al paso que recordó que en la Carta de las Naciones Unidas ya se había reafirmado la resolución de sus suscriptores de “promover el progreso social” y de “elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”. Así, la Declaración sintetizó la evolución de modelos jurídicos mencionados, proclamando para todas las personas tanto derechos civiles y políticos como económicos, sociales y culturales. Ello, con arreglo a un pensamiento que los consideraba como partes interdependientes de un todo indivisible. Pensamiento ya anticipado por uno de los mentores de este proceso de universalización, el presidente Roosevelt, cuando en su mensaje de 1944 al Congreso estadounidense dijo: “Hemos llegado a una clara comprensión del hecho de que la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económica. Los hombres necesitados no son hombres libres...”. Y claramente expresado por René Cassin, uno de los padres de la Declaración Universal, al sostener que “...el ser humano tiene una personalidad indivisible. Su derecho a la vida no sólo exige un orden social donde esté a salvo del terrorismo y la ejecución sumaria; también es preciso que pueda encontrar su subsistencia en un trabajo y el apoyo activo de sus semejantes, para él y su familia, cuando no se encuentre en condiciones de producir...”. Sin embargo, a la hora de elaborar los derechos enunciados en la Declaración Universal, plasmándolos en un tratado internacional, primaron las circunstancias políticas de la época (Guerra Fría), signadas por la división de los países en un bloque occidental que ponía el énfasis en el reconocimiento y garantía de los derechos civiles y políticos y propugnaba una economía de libre mercado, y un bloque oriental que, poniendo el acento en los derechos sociales, pretendía garantizar a sus habitantes el goce de ciertos bienes (como vivienda, trabajo, educación y salud) a través de una economía centralmente planificada. Tales circunstancias determinaron que en 1951 la Asamblea General decidiera elaborar dos pactos en lugar de uno. Y así, en 1966 se adoptaron el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, por un lado, y el PIDESyC, por el otro; pactos que entrarían en vigor diez años después. Con todo, los Preámbulos de ambos pactos dejaron en claro que los derechos reconocidos por ellos se desprendían o derivaban de un fundamento común: “la dignidad inherente a la persona humana”, y que no podría lograrse la plena realización de cada persona sino creando las condiciones que le permitieran gozar de ambos catálogos de derechos. Aclaraciones a las que se sumó, posterior- ]]]]]]]]]]]]] 220 [ Derechos económicos, sociales y culturales ] mente, una invariable doctrina internacional orientada a señalar la interdependencia e indivisibilidad de todos los derechos humanos (cfr. Proclamación de Teherán de 1968, Acta Final de Helsinki de 1975, res. 32/130 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, del 16/12/1977, Declaración de Viena de 1993, etc.). 3 IV| El PIDESYC. Obligaciones de los Estados y de los organismos de cooperación internacional Sentada la relatividad de la distinción conceptual entre derechos civiles y políticos y derechos económicos, sociales y culturales, cabe, sin embargo, señalar que la adopción en el plano internacional de dos pactos distintos ha reflejado la intención de establecer obligaciones de alcance diferente en relación a cada categoría de derecho. Estas asimetrías se manifiestan en la diferente redacción de los artículos 2.2 PIDCP y 2.1 PIDESC: mientras que en el primer caso se consagra incondicionalmente la obligación de adoptar medidas para hacer efectivo los derechos consagrados en el Pacto, en el caso del PIDESC la obligación de adoptar medidas resulta modalizada por la referencia a la disponibilidad de recursos y a la realización progresiva de la efectividad de los derechos. Por otro lado, el PIDCP establece, expresamente, en su artículo 2.3, el derecho a un recurso efectivo en caso de violación de los derechos consagrados en el Pacto, derecho que no se encuentra establecido explícitamente en el PIDESC. A pesar de esta marcada diferencia de redacción de ambos textos legales, la labor interpretativa de los órganos de aplicación del PIDESC ha procurado reducir las aparentes brechas entre ambos sistemas normativos. 4 Abordaremos este tema siguiendo las pautas interpretativas que, a partir de 1989, han sido expuestas en las observaciones generales del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, organismo de contralor del PIDESyC, como así también las elaboradas por la doctrina, especialmente las que han sido enunciadas por sendos grupos de expertos en derecho internacional convocados al efecto y que son conocidas bajo el nombre de Principios de Limburgo (1986) y Directrices de Maastricht (1997). Sintetizando brevemente algunas de esas pautas, puede decirse que: a) las normas del PIDESyC no sólo comprometen a los Estados parte (efecto vertical) sino también a sus habitantes (efecto horizontal), ya que del principio de la dignidad humana se sigue la obligación de todas las personas de respetar la dignidad de los demás; 3 Vidal , Alberto F, Artículo cit. 4 Víctor Abramovich, Christian Courtis, Los derechos sociales como derechos exigibles, pág. 65, Ed. Trotta, Madrid, 2004. 221 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] b) como los derechos humanos son indivisibles e interdependientes, la aplicación, fomento y protección de los DESC merece la misma atención que la de los derechos civiles y políticos (Pcipios. de Limburgo, párr. 3); tanto unos como otros generan para el Estado las obligaciones de respetar, garantizar (proteger) y satisfacer (realizar) el derecho de que se trate (Directrices de Maastricht ; párr.6; Observ. Gral. 12 , párr. 15); c) aunque el PIDESyC contempla una realización paulatina y tiene en cuenta las restricciones derivadas del carácter limitado de los recursos disponibles, lo cierto es que muchas de sus normas tienen efecto inmediato, por ser intrínsecamente operativas (como las relativas a garantizar el ejercicio de los derechos sin discriminación, a la igualdad entre hombres y mujeres, al salario equitativo, a la libertad sindical, a la huelga, a la protección de los niños y los adolescentes, etc.(Observ. Gral 3, párr. 5); d) además, los Estados tienen la obligación de adoptar inmediatamente medidas apropiadas que tiendan a lograr aquel objetivo de la plena realización de todos los derechos; deber que no se agota con la adopción de medidas de carácter legislativo y que involucra a todos los órganos estatales (Observ. Gral. 3, párr. 2 a 5); e) el compromiso de adoptar medidas puede ser logrado a través de cualquier tipo de gobierno o de sistema económico, siempre y cuando se respeten todos los derechos humanos (Observ. Gral 3, párr. 8); f) si bien la expresión “lograr progresivamente” utilizada en el Pacto implica reconocer que no podrá lograrse en forma inmediata la plena efectividad de todos los DESC, dicha expresión no ha de interpretarse como que priva a las obligaciones impuestas a los Estados de todo contenido significativo; por el contrario, aunque carezca de recursos propios o se presenten otras dificultades, cada Estado parte tiene la obligación de asegurar, por lo menos, la satisfacción de “niveles esenciales” de cada uno de esos derechos (Observ. Gral. 3 , párr. 10; Pcipios. de Limburgo , párr. 25; Directrices de Maastricht, párr. 9)5 En relación con este tema señalan Abramovich y Courtis, 6 el goce de los derechos económicos, sociales y culturales requiere justiciabilidad, tanto como el de los derechos civiles y políticos. Corresponde, entonces, proyectar las posibilidades de reclamo judicial de esta obligación de no regresividad. A continuación, esbozaremos un esquema conceptual tendiente a señalar los puntos fundamentales que requeriría una construcción jurídico-dogmática que haga posible dicha aplicación judicial. Desde algunas posiciones teóricas, 5 6 ]]]]]]]]]]]]] 222 Vidal, Alberto F. Ob. cit. Abramovich, Víctor y Courtis, Christian, pág. 95, Ob. cit. [ Derechos económicos, sociales y culturales ] todas las obligaciones vinculadas con los derechos económicos, sociales y culturales tienden a entenderse como simples directivas de política pública dirigidas a los poderes políticos, de modo que -de acuerdo a estas visiones- las posibilidades de revisión judicial de las medidas tomadas sobre la materia son escasas. Creemos que se trata de una posición no sólo incorrecta sino, además, lesiva de la potencialidad de los derechos económicos, sociales y culturales que pretenden defenderse. La obligación de no regresividad constituye, justamente, uno de los parámetros de juicio de las medidas adoptadas por el Estado en materia de derechos económicos, sociales y culturales que resulta directamente aplicable por el Poder Judicial. Desde el punto de vista conceptual, la obligación de no regresividad constituye una limitación que los tratados de derechos humanos pertinentes y, eventualmente, la Constitución imponen sobre los Poderes Legislativo y Ejecutivo a las posibilidades de reglamentación de los derechos económicos, sociales y culturales . La obligación veda al legislador y al titular del poder reglamentario la adopción de reglamentación que derogue o reduzca el nivel de los derechos económicos, sociales y culturales de los que goza la población. Desde el punto de vista del ciudadano, la obligación constituye una garantía de mantenimiento de los derechos económicos, sociales y culturales de los que goza desde la adopción del PIDESC , y de su nivel de goce, a partir de dicha adopción y de toda mejora que hayan experimentado desde entonces. Se trata de una garantía sustancial , es decir, de una garantía que tiende a proteger el contenido de los derechos vigentes al momento de la adopción de la obligación internacional, y el nivel de goce alcanzado cada vez que el Estado, en cumplimiento de su obligación de progresividad, haya producido una mejora. g) para cumplir con las obligaciones precedentemente mencionadas los Estados deben utilizar, con carácter prioritario, “hasta el máximo de los recursos disponibles”; expresión que alude no sólo a todos los recursos existentes dentro del propio Estado sino también a los que pone a su disposición la comunidad internacional mediante la cooperación y la asistencia (Observac. Gral. 3, párr. 10 y 13; Pcipios de Limburgo , párr. 25 a 28); h) el papel esencial de la cooperación y la asistencia internacionales (especialmente en materia económica y técnica), lograr la plena efectividad de los DESC, surge de varias disposiciones del Pacto (cfr. arts. 2.1, 11, 15, 22 y 23) (Observ. Gral. 2 y 3 ,párr. 13) ; i) “...de acuerdo con los arts. 55 y 56, Carta de las Naciones Unidas, con principios bien establecidos del derecho internacional y con las disposiciones del propio Pacto, la cooperación internacional para el desarrollo y, por tanto, para la efectividad de los derechos económicos, sociales y culturales es una obligación de todos los Estados. Corresponde particularmente a los Estados que están en 223 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] condiciones de ayudar a los demás a este respecto...” (Observac. Gral 3, párr. 14), y, obviamente, abarca a los organismos internacionales de asistencia y de cooperación para el desarrollo (como el Banco Mundial), a quienes no les cabe sino “...reconocer... la estrecha relación que debería existir entre las actividades de desarrollo y los esfuerzos por promover el respeto de los derechos humanos en general y los derechos económicos, sociales y culturales en particular...”( Observac. Gral. 2, párr. 8) .7 Se estableció, también, un sistema de informes periódicos por parte de los Estados. Por otra parte, han comenzado a producirse en el seno de Naciones Unidas una serie de documentos que contribuyen a esclarecer el sentido de algunos derechos y sus correspondientes obligaciones para los Estados. Asimismo, el Comité, a efectos de perfeccionar el sistemas de informes, decidió, además, solicitar a los Estados la presentación de un solo y único informe quinquenal que tratara el conjunto del Pacto. Con posterioridad, el Comité, introdujo otra importante práctica que enriqueció el mecanismo, al admitir informes de organizaciones no gubernamentales (ONG) como medio alternativo para tomar conocimiento de la situación de los derechos económicos, sociales y culturales de los Estados Partes. Las Observaciones Generales dictadas por el Comité equivalen a su jurisprudencia en relación con el contenido del Pacto, del cual es el único órgano de aplicación. Estas Observaciones Generales tienen carácter prescriptivo para los Estados en relación al procedimiento de informes, por cuanto el Comité analizará su comportamiento frente a los derechos consagrados en el Pacto, a la luz de las interpretaciones, y podrá entender, incluso, que han existido violaciones del Pacto en relación con determinados derechos. Como sostiene Eide, en relación al sentido de guía de comprensión y al carácter fundamental de los Principios de Limburgo -opinión que es también aplicable a las Observaciones Generales del Comité , aunque en este caso su carácter vinculante para los Estados parte es más directo- los Estados no pueden desentenderse de estos documentos, pues en tanto el PIDESC es un tratado, están obligados de acuerdo a lo que dispone el art. 31 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (1969) a interpretar sus normas de buena fe, tomando en consideración su objeto y fin, el sentido corriente de sus términos, los trabajos preparatorios y las prácticas relevantes. De igual modo, la adopción por parte del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de los Principios de Maastricht para identificar violaciones a los derechos económicos, socia7 ]]]]]]]]]]]]] 224 Vidal , Alberto F., Ob. cit. [ Derechos económicos, sociales y culturales ] les y culturales supone una pauta de interpretación importante del sentido del Pacto, ya que constituye una práctica relevante del propio órgano de contralor del Pacto que no puede desconocerse. Sin duda será la actuación de los órganos internacionales de aplicación de los instrumentos sobre derechos económicos, sociales y culturales e incluso de los tribunales locales en la aplicación de estas normas en el derecho interno, los que irán fijando algunos conceptos más precisos y claros en relación a la sustancia de estos derechos, sus posibles limitaciones y las obligaciones estatales que les corresponden. Ahora bien: cuál es el valor de las interpretaciones de estos órganos internacionales ante los tribunales locales? En qué medida resultan invocables para determinar en sede interna el alcance de los derechos de los individuos y de las obligaciones estatales establecidos en el PIDESC cuando éstos se discuten en una controversia judicial doméstica? Resulta obvio que, mas allá de la labor de interpretación por parte de los organismos de internacionales, debido a la ausencia de mecanismos internacionales de justiciabilidad directa de los derechos contenidos en esos instrumentos y- aun cuando éstos existieran- a las dificultades materiales y temporales que supone acudir ante un órgano internacional, resulta necesario profundizar un nuevo cauce para fortalecer su protección judicial. Nos referimos, claro está, a la progresiva aplicación de este derecho internacional por parte de los tribunales locales. Esta tendencia, que tuvo su “momento declarativo” más importante en el reconocimiento de las constituciones nacionales de muchos países que, como Argentina, otorgaron la máxima jerarquía normativa a los tratados internacionales sobre derechos humanos, se cristaliza actualmente en la progresiva aplicación que hacen los tribunales locales de los tratados sobre la materia, y de las decisiones de órganos internacionales encargados de aplicarlos. En el derecho argentino, es un principio jurisprudencial y doctrinariamente aceptado que, una vez ratificados, los tratados internacionales se constituyen en fuente autónoma del ordenamiento jurídico interno. La Constitución argentina, reformada en 1994, resuelve definitivamente esta cuestión al otorgar rango constitucional a una serie de tratados de derechos humanos ratificados por el Estado . En efecto, el art. 75 inc. 22 de la Constitución estipula, en forma genérica, que “los tratados [...] tienen jerarquía superior a las leyes, “ y en cuanto a los tratados de derechos humanos ratificados por la Argentina, incluyendo la CADH, el PIDESC y el PIDCP, establece que “tienen jerarquía constitucional”. La incorporación al orden constitucional argentino de este considerable plexo normativo de origen internacional plantea, además, una serie de nuevas exigencias 225 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] al intérprete. La adopción de pactos internacionales de derechos humanos como escalón más alto de la pirámide normativa local y la aceptación de la jurisdicción de órganos internacionales en materia de derechos humanos, obligan al intérprete local a conocer la interpretación que se ha hecho de esos pactos en sede internacional. El argumento es extensible a aquellos países en los que se concede a los tratados jerarquía superior a la ley común, o bien se establece la necesidad de interpretar los derechos establecidos en la Constitución, de conformidad con los tratados de derechos humanos. Es evidente que la jerarquía constitucional de los tratados de derechos humanos no tiene como único objeto servir de complemento a la parte dogmática de la Constitución sino que, necesariamente, implica condicionar el ejercicio de todo el poder público, incluído el que ejerce el Poder Judicial, al pleno respeto y garantía de estos instrumentos. Dada la jerarquía constitucional otorgada a los tratados de derechos humanos, su violación constituye no sólo un supuesto de responsabilidad internacional del Estado sino, también, la violación de la Constitución misma. En el plano interno, la no aplicación de estos tratados por parte de los tribunales argentinos supondría la adopción de decisiones arbitrarias, por prescindir de la consideración de normas de rango constitucional. Son los tribunales internos quienes tienen a su cargo velar por el pleno respeto y garantía de todas las obligaciones internacionales asumidas por los distintos países en materia de derechos humanos, incluidas la incorporadas en el PIDESC, por parte de todos los poderes del Estado. De lo aquí expuesto, surge claramente que, de conformidad con la jurisprudencia desarrollada por la Corte Suprema de Justicia argentina a partir del texto de la Constitución argentina reformada en 1994, los tribunales argentinos, cuando tienen que resolver sobre materias incluidas en tratados internacionales de derechos humanos, deben tomar en consideración la normativa internacional y su interpretación jurisprudencial desarrollada por los organismos internacionales de aplicación. La posibilidad de denunciar violaciones del Estado ante los órganos creados por estos mecanismos supone, cuando se trata de denuncias individuales, el agotamiento de los recursos internos del Estado demandado. Este requisito, de acuerdo a la propia Corte Interamericana de Derechos Humanos, “está concedido en interés del propio Estado, pues busca dispensarlo de responder ante un órgano internacional por actos que se le imputen, antes de haber tenido ocasión de remediarlos por sus propios medios”. Resulta, entonces, sumamente inconveniente que los tribunales locales, en oportunidad en la que el Estado puede remediar la violación en sede interna, no tomen en consideración la opinión del órgano internacional que entenderá, eventualmente, cuando se exija su responsabilidad en sede internacional por la imputación de los mismos hechos. Es ]]]]]]]]]]]]] 226 [ Derechos económicos, sociales y culturales ] coherente con la filosofía de protección internacional de los derechos humanos el permitir al Estado advertir la posible violación de una norma internacional que lo obliga, antes de que dicha violación produzca su responsabilidad internacional. Siendo la instancia internacional subsidiaria, parece razonable que los tribunales locales tengan en consideración las opiniones de los órganos internacionales que juzgarán eventualmente la conformidad de las prácticas estatales con las disposiciones de los respectivos tratados. Aunque no existan mecanismos que acepten la presentación de peticiones o denuncias individuales, las mismas conclusiones son aplicables cuando el mecanismo de contralor del cumplimiento consiste en el análisis de los informes estatales por parte de un órgano especializado, como es el caso del PIDESC. En efecto, dado que la interpretación del alcance y significado de los derechos y obligaciones establecidas por el Pacto corresponde, en última instancia, a la autoridad designada por el propio Pacto -el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, que a su vez delegó esa facultad en el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales-, los jueces nacionales deben tener en cuenta esa interpretación ante una controversia en sede interna, so consecuencia de provocar, en caso contrario, una opinión negativa sobre el cumplimiento de las obligaciones del Estado en sede internacional. Por ende, tanto las razones normativas -el Estado ha delegado competencias interpretativas a instancias internacionales, que resultan ahora el último intérprete de los Pactos -como prácticas- el desconocimiento de la interpretación de los organismos internacionales provocará, además de un dispendio jurisdiccional inútil, tanto en sede interna como en sede internacional, la responsabilidad del Estado por incumplimiento de sus obligaciones de acuerdo a los Pactos-, la interpretación de cláusulas del PIDESC realizada por el Comité de Derechos Económicos,Sociales y Culturales resulta una guía ineludible para la aplicación de dicho instrumento por parte de los tribunales internos. El Comité no ha fijado una posición clara sobre la posibilidad de invocar el PIDESC directamente ante los tribunales y bien podría afirmarse que en su opinión se trata de una cuestión que no ha sido resuelta por el derecho internacional sino que corresponde precisamente al derecho de cada Estado. El Comité ha sostenido que “en general, las normas internacionales sobre derechos humanos jurídicamente vinculantes deben operar directa e inmediatamente en el sistema jurídico interno de cada Estado parte, permitiendo, así, a los interesados reclamar la protección de sus derechos ante los jueces y tribunales nacionales. El artículo en que se requiere que se agoten los recursos internos refuerza la primacía de los recursos nacionales al respecto” (Observac. Gral. 9 pto. 4). Agrega en tal sentido el Comité que “ el Pacto no estipula los medios concretos que pueden 227 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] utilizarse en el ordenamiento jurídico nacional. Además, no existe ninguna disposición que obligue a su incorporación general a la legislación nacional o que le conceda un valor jurídico determinado. Si bien corresponde a cada Estado parte decidir el método concreto para dar efectividad a los derechos del Pacto en la legislación interna, los medios utilizados deben ser apropiados en el sentido de producir resultados coherentes con el pleno cumplimiento de las obligaciones por el Estado parte. Los medios elegidos están sometidos, también, a consideración dentro del examen por el Comité del cumplimiento por el Estado parte de la obligaciones que le impone el Pacto” (Observac. Gral. nro. 9 pto. 5). Al analizar la aplicación del Pacto en el ámbito interno, el Comité asume una posición descriptiva, enumerando diversas formas en que el Pacto es aplicado pero sin avanzar en ninguna definición clara sobre el carácter operativo o autoejecutable de los preceptos del tratado. Así, sostiene el Comité que las prácticas son variadas: algunos tribunales han aplicado las disposiciones del Pacto directamente o como criterio de interpretación; otros tribunales están dispuestos a reconocer, en principio, la trascendencia del Pacto para la interpretación de la legislación interna , pero en la práctica la influencia de sus disposiciones en los razonamientos de los tribunales es muy limitada; otros tribunales se han negado a reconocer ningún tipo de efecto legal al pacto cuando los interesados fundan en este argumento. De acuerdo con el Comité, en la mayoría de los Estados los tribunales todavía están lejos de recurrir suficientemente a las disposiciones del Pacto. Por ello afirma que “dentro de los límites del ejercicio adecuado de sus funciones de examen judicial, los tribunales deben tener en cuenta los derechos reconocidos en el Pacto cuando sea necesario para garantizar que el comportamiento del Estado está en consonancia con las obligaciones dimanantes del Pacto. La omisión por los tribunales de esta responsabilidad es incompatible con el principio de imperio del derecho, que siempre ha de suponerse que incluye el respeto de las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos” (Observac. Gral 9 nro. 14)., “por eso cuando un responsable de las decisiones internas se encuentre ante la alternativa de una interpretación de la legislación interna que pondría al Estado en conflicto con el Pacto y otra que permitiría a ese Estado dar cumplimiento al mismo, el derecho internacional exige que se opte por esta última”. 8 Asimismo, Vidal, en el artículo mencionado, sostiene que, siguen siendo frecuentes las opiniones que establecen un contrapunto entre los derechos civiles y políticos y los DESC, negándoles a estos últimos la calidad de derechos exigibles. Podemos sintetizar esas opiniones señalando que, en general, sus de8 ]]]]]]]]]]]]] 228 Víctor Abramovich, Christian Curtis ; Ob. cit. [ Derechos económicos, sociales y culturales ] fensores plantean que: 1) se trataría de categorías de derechos con distinta “estructura”, pues los civiles y políticos únicamente le impondrían al Estado obligaciones negativas (de no hacer ciertas cosas), y los DESC, en cambio, implicarían la imposición de obligaciones positivas (de hacer o proporcionar ciertas cosas), las cuales, en la mayoría de los casos, deben ser solventadas por el erario público; 2) los DESC serían derechos de realización “progresiva”, sujeta a la existencia de recursos disponibles, en tanto que los derechos civiles y políticos serían de aplicación “inmediata”; y 3) los DESC no serían “derechos fundamentales” como los civiles y políticos, de modo que no se trataría de derechos inherentes a la dignidad de todo ser humano que se deben respetar, sino, más bien, de “objetivos políticos”, de “metas programáticas”, de simples promesas de alcanzar, algún día, una situación de bienestar general. Es claro que los principios ya reseñados permiten refutar tales argumentos. En cuanto al primero, cabe recordar que, ciertamente, el reconocimiento de los DESC supone para el Estado tanto la obligación de respetar como la de proteger y realizar el derecho de que se trate; esta última, en el doble sentido de facilitar y, en su caso, hacer efectiva directamente la realización del derecho. Ello significa, respectivamente, que el Estado tiene el deber de: a) no dificultar o impedir que las personas accedan al goce del bien que constituye el objeto del derecho; b) impedir que terceros restrinjan o frustren ese goce; c) asegurar el goce del bien en cuestión cuando el titular del derecho no cuenta con la posibilidad de acceder a él por sus propios medios; y d) desarrollar condiciones que faciliten el acceso a dicho bien por medios propios. Así, por ejemplo, el reconocimiento del derecho a la alimentación adecuada implica los deberes estatales de no frustrar el acceso a las fuentes de alimentación, impedir que terceros lo frustren, proveer alimento a quienes no pueden acceder a dichas fuentes por medios propios y crear condiciones que faciliten el acceso por medios propios. Sin embargo, no puede soslayarse que, en gran parte, esto también es válido para derechos civiles clásicos como la libertad de expresión, la cual no sólo supone vedar la censura previa sino, además, el deber del Estado de proteger el ejercicio de dicha libertad frente a terceros, y también el de promover su desarrollo asegurando el pluralismo de los medios de comunicación. En suma, puede decirse que tanto en la “estructura” de los DESC como en la de los derechos civiles y políticos hay un entramado de obligaciones estatales negativas y positivas. Además, la obligación estatal de asegurar el ejercicio de estos últimos también implica la erogación de recursos (por ejemplo, a través del cumplimiento de las funciones de policía, seguridad y justicia necesarias para impedir que otros particulares obstaculicen una libertad civil, y para restablecerla o reparar los perjuicios cuando ha sido indebidamente interferida). 229 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] A ello se suma el hecho de que, como se trata de una división en categorías que responde a criterios que son, en buena medida, convencionales e históricos antes que lógicos, aparecen incluidos en la categoría de los DESC ciertos derechos como el de huelga o el de sindicación (art. 8.1, incs. a y d, PIDESyC), en cuya realización tienen relevancia primordial los deberes de abstención; deberes que, supuestamente, sólo caracterizarían a los derechos civiles y políticos. En todo caso, sí puede reconocerse que en la mayoría de los DESC las obligaciones positivas o de prestación parecen tener una mayor importancia relativa; normalmente, las prestaciones representan el contenido esencial de los deberes estatales de proteger, garantizar y promover aquellos derechos que, de suyo, suponen la provisión de ciertos bienes o servicios como salud, educación, vivienda, vestimenta, alimentación, etc. Pero esto sólo implicaría que hay diferencias de grado con los derechos civiles y políticos, no diferencias sustanciales. El tema se relaciona con la segunda cuestión planteada, referente a la pauta de realización progresiva y a la disponibilidad de recursos. En cuanto a ella cabe recordar lo ya expresado acerca de que la entrada en vigencia del PIDESyC supuso para los Estados parte la obligación de comenzar inmediatamente a tomar medidas orientadas a la plena y efectiva realización de los derechos allí contemplados. A lo que se suma la circunstancia de que muchas de sus disposiciones son intrínsecamente operativas (vgr., las relativas al principio de no discriminación, al derecho a un salario equitativo, a los derechos sindicales, etc.). Ya hemos dicho que, en todo caso, el Estado parte está obligado a emplear en la realización de estos derechos hasta el máximo de los recursos disponibles, no sólo los propios sino también aquellos que debe poner a su disposición la comunidad internacional (por ejemplo, a través de los organismos de cooperación y asistencia internacional). Es cierto que la pauta de “progresividad” implica admitir que en muchos países la falta de recursos es un obstáculo para lograr la plena efectividad de los DESC en un período breve. Pero esa carencia no releva al Estado en cuestión de la obligación mínima de asignar prioritariamente los recursos que están a su disposición para satisfacer, por lo menos, niveles esenciales de cada uno de esos derechos en forma inmediata; tampoco, de la de adoptar medidas eficaces para ir logrando en forma paulatina su plena realización (todo lo cual supone un claro límite a la discrecionalidad en materia de políticas estatales). Finalmente, la opinión que sólo le asigna el carácter de derechos fundamentales a los civiles y políticos está claramente desvirtuada por el ya varias veces mencionado principio de que tanto ellos como los DESC son interdependientes y conforman un todo indivisible. ]]]]]]]]]]]]] 230 [ Derechos económicos, sociales y culturales ] V| Control judicial de políticas públicas La concepción normativista del Derecho (de la que tanto se viene hablando) es relativamente reciente. En los derechos primitivos , incluidos los germánicos y el romano clásico, el protagonista de la vida jurídica no era, desde luego, el legislador sino el juez, puesto que aquél, o no existía u ocupaba un lugar secundario. En los países del área europea continental, sin embargo, a partir de la ilustración los jueces cayeron en descrédito al considerárselos meros instrumentos del príncipe. Lo cual no era del todo cierto, puesto que algunos tribunales, sin esperar la consagración constitucional de la separación de poderes, actuaban como un contrapeso eficaz del poder personal del monarca. Ahora bien, la burguesía emergente -dejando a un lado a los jueces, de los que desconfiaba- escogió como instrumento propio al legislador y fue éste el que tomó en sus manos el Derecho. Esta constatación histórica no autoriza, con todo, a afirmar que ha habido una evolución rectilínea, ya que ésta ha sido más bien circular: del Derecho Judicial se pasó al Derecho legislativo; pero luego se ha vuelto, en cierta medida, al Derecho Judicial, que hoy ha recuperado posiciones perdidas. Las normas jurídicas, al realizarse, se concretan. La aplicación del Derecho supone un enlace entre la norma general y abstracta y el caso singular. Por ello el que decide es un ser humano, que es el único que conoce las circunstancias del caso. El torero conoce perfectamente las reglas de la lidia, los comportamientos previstos del animal y la técnica de los instrumentos que tiene a su disposición ; pero en la plaza está solo ante el toro y es él quien debe decidir y actuar. Las leyes no pueden realizarse sin intermediarios humanos: un juez en el campo en el que ahora nos encontramos. La enorme importancia que tiene hoy el Derecho Judicial se debe, en buena parte, a la notoria y creciente judicialización de la vida moderna provocada fundamentalmente por las siguientes circunstancias: a) La judicialización es, al fin y al cabo, consecuencia necesaria del imparable aumento de la juridificación de las relaciones sociales y políticas. El ciudadano ha tomado conciencia de que puede defender sus derechos y en los países occidentales su desahogo económico le permite hacerlo hasta la exacerbación. Los niveles de pleitomanía que escandalizaban en el siglo XIX hoy nos hacen sonreir cuando se los compara con la situación actual. La justicia se ha convertido en un bien de consumo de la opulenta sociedad moderna, y eso que en España aún no se ha tocado techo si se piensa en los índices de litigiosidad de Norteamérica, a los que se intenta alcanzar. b) En cuanto a las relaciones políticas, su inesperada y sospechosa judicialización 231 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] es consecuencia de la lucha de partidos. Quienes pierden o saben de antemano que no pueden ganar en la arena política se buscan una nueva oportunidad en el Foro judicial llevando a él cuestiones inequívocamente políticas que no deberían salir nunca de este ámbito. c) Los jueces son, en fin, quienes dicen la última palabra, los que ofrecen seguridad y certidumbre. Hasta que ellos se pronuncian todo son dudas, cavilaciones y esperanzas que luego, con la sentencia, se aclararán , confirmarán o frustrarán. De aquí el empeño por salir de la provisionalidad y por entrar en una situación cierta. Sea por las razones que fueren, el hecho es que la progresiva judicialización de las relaciones sociales y políticas ha traído consigo un correlativo aumento del peso político y social de los jueces. El Estado legal se está convirtiendo, a ojos vista, en un Estado judicial, como anunció, hace ya muchos años, el austríaco René Marcic. 9 Es posible apreciar que la articulación jurisdiccional de reclamos concernientes a derechos sociales de ninguna manera es un tarea imposible. Surge, para la justicia constitucional, un nuevo rol institucional que aquí denominaremos control de racionalidad de políticas públicas. Este nuevo rol, sin soslayar el ámbito confrontativo que siempre habilita una instancia jurisdiccional, permite inaugurar canales de comunicación constitucional diferentes que, a su vez, habilitan nuevas vías para la eficacia de los contenidos constitucionales. En el marco de la democracia constitucional, entonces, las decisiones o las determinaciones de la agenda pública no están entregadas por completo al juego democrático. Cuando la Constitución impone a las autoridades la consecución de ciertos bienes como la salud, educación, vivienda digna, etc., está imponiendo temas de la agenda pública más allá de la políticas públicas de un gobierno específico y más allá también de los postulados de un partido político que se encuentre al frente de un gobierno. En realidad, lo que hace es establecer aquello que en términos de políticas públicas podríamos denominar políticas de Estado, por cuanto trascienden a los gobiernos de turno. Esta idea intenta resumir los postulados básicos de la democracia constitucional o del constitucionalismo actual y entronca perfectamente en los postulados típicamente constitucionales, por cuanto la pretensión de toda Constitución es la estabilidad o perdurabilidad, por ello, la incorporación de medios dificultados de reforma o la existencia del control judicial de la constitución que tienen como finalidad, dotar a la Constitución de esas cualidades. Lo dicho en el párrafo anterior, de ninguna manera pretende sugerir que la agenda sobre políticas públicas sociales no pueda ser 9 ]]]]]]]]]]]]] 232 Alejando Nieto, Crítica de la Razón Jurídica, pág. 153, Editorial Trotta, Madrid, 2007. [ Derechos económicos, sociales y culturales ] discutida por las instancias democráticas, ni siquiera que los cuerpos políticos y de la administración pública no deban aceptar las preferencias que pudieran determinarse por la vía democrática, ni que éstos no gocen de cierto grado de discrecionalidad para el establecimiento de políticas públicas. Lo que se quiere afirmar es que, como en todo escenario constitucional, todas las determinaciones enunciadas, deben partir de los bienes predeterminados constitucionalmente y que la agenda pública deberá necesariamente contemplar. Ahora bien, una derivación del juicio tradicional de acuerdo al cual las políticas públicas se encuentran desconectadas del derecho constitucional y de los contenidos constitucionales, ha sido el considerar que la justicia constitucional no tienen nada que decir en materia de políticas públicas. En materia de políticas sociales que implementen derechos sociales y su fiscalización por parte de la jurisdicción constitucional, el juicio ha sido aún más categórico, pues si a la desconexión aludida agregamos la tradicional concepción de los derechos sociales como principios programáticos sine die destinados al legislador para que éste los desarrolle a su antojo, es fácil concluir que nada tienen que decir los jueces respecto a estos asuntos. En nuestra opinión, sostener los juicios limitativos que hemos venido comentando es propio de una actitud inconsistente con las características del constitucionalismo en la actualidad y con el rol que la justicia constitucional viene realizando a la luz de su redimensionamiento institucional. Afirmar que la justicia constitucional no tiene nada que decir respecto a la labor del legislador y del poder administrador en cuanto a la realización de derechos sociales a través de la elaboración de políticas públicas sociales, significaría postular que ciertos segmentos de la Constitución, y especialmente ciertos derechos fundamentales, quedan fuera del espectro de acción de la jurisdicción constitucional o, en otros términos, que el máximo intérprete constitucional no puede interpretar la Constitución en su plenitud. Lo dicho hasta aquí es avalado por ciertos sectores de expertos en materia de políticas públicas que al analizar los aspectos de fiscalización de las mismas , ya no solo contemplan la fiscalización interna ejercida por diversos comités , o la fiscalización política que pueden desempeñar los parlamentos , sino que incorporan al poder judicial como agente fiscalizador e, inclusive, le conceden un rol superlativo en relación al control de los niveles de corrupción que pudieran presentarse en la implementación de las políticas públicas. En tal sentido, Lahera Parada establece: La calidad del sistema judicial es determinante de la puesta en práctica de las políticas públicas, especialmente cuando no existan instancias de lo contencioso administrativo. El poder judicial provee el cumplimiento coercitivo de las políticas públicas. Sin embargo, es necesario evitar la judicialización de dichas políticas. Las modalidades de aplicación de las políticas públicas pueden ser modificadas por procesos o fallos judiciales. Los 233 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] niveles de corrupción están condicionados por la calidad del sistema judicial. 10 Interpretar la ley es una potestad del juez que no se puede controvertir ni limitar, y el sentimiento de hacer justicia se emparienta directamente con este poder. Pero, claro está, que la misión más delicada de los jueces es saber mantenerse dentro su órbita, sin menoscabar las funciones que incumben a otros poderes del Estado, de modo de preservar el prestigio y la eficacia del control judicial, evitando así enfrentamientos estériles. 11 VI| Esquema de actuación de los DESC en la justicia constitucional Dicen Courtis y Abramovich acerca de los DESC que “...su reconocimiento universal como derechos plenos no se alcanzará hasta superar los obstáculos que impiden su adecuada justiciabilidad, entendida como la posibilidad de reclamar ante un juez o tribunal de justicia el cumplimiento, al menos, de algunas de las obligaciones que constituyen el objeto del derecho. Lo que calificará la existencia de un derecho social como derecho pleno no es, simplemente, la conducta cumplida por el Estado sino la existencia de algún poder jurídico de actuar del titular del derecho en el caso de incumplimiento de la obligación debida...”. Como resultado de su examen de tales obstáculos, sostienen estos autores que, por lo menos en algún aspecto, todos los derechos económicos, sociales y culturales serían exigibles por la vía judicial. Sin embargo, nos parece que ya hay razones para considerar que es posible arribar a una “justiciabilidad” más o menos completa. En tal sentido, puede advertirse que muchas veces la violación de un DESC deriva del incumplimiento de deberes negativos (por ejemplo, la regla de no discriminar por motivos de raza, color, sexo, religión, etc., del art. 2.2, PIDESyC). Y en estos casos no habría óbices para que los afectados acudan a las vías tradicionales de reclamación o de impugnación judicial de la actividad estatal (acciones de amparo, de inconstitucionalidad, declarativas de certeza, de impugnación de actos administrativos de alcance individual o general, de daños y perjuicios, etc.). En otras ocasiones acontece que, si bien los deberes positivos que un 10 Juan Manuel Acuña, Justicia Constitucional y Políticas Públicas Sociales. El control de las políticas sociales a partir de la articulación jurisdiccional de los derechos sociales fundamentales, pág. 245, Edit. Porrúa , México 2012. 11 Gozaíni , Osvaldo Alfredo , La necesaria protección judicial de los derechos sociales , económicos y culturales, La Ley 08-10-09. ]]]]]]]]]]]]] 234 [ Derechos económicos, sociales y culturales ] DESC impone al Estado están regulados por su legislación (por ejemplo, reglamentando la actividad de los particulares o asumiendo directamente el Estado las prestaciones respectivas), dicha regulación no es adecuada para lograr la plena vigencia del derecho, o directamente no se cumple. Tampoco en este supuesto se advierten motivos que impidan acudir a esas vías tradicionales de reclamación o de impugnación judicial, al menos planteando el incumplimiento en términos de una violación individualizada y concreta. El óbice más arduo de superar se daría en el supuesto, bastante excepcional, de que el derecho reconocido en el ámbito internacional carezca de toda regulación en el derecho interno. Pero no debería ser un óbice decisivo, pues cabe recordar que la obligación de adoptar medidas para lograr la plena efectividad de los derechos reconocidos impuesta a los Estados por el art. 2.1, PIDESyC involucra a todos los órganos estatales y, por ende, incluye a las medidas judiciales. Finalmente, tampoco sería un obstáculo insalvable el hecho de que los derechos de esta clase puedan ser de incidencia colectiva y suscitar, por su propia naturaleza, reclamaciones colectivas o plurales. Por ejemplo, nuestro derecho positivo interno ha incorporado algunas herramientas procesales adecuadas para estos supuestos (como la legitimación reconocida por el art. 43, CN, a ciertas asociaciones y al Defensor del Pueblo en materia de derechos de incidencia colectiva). Asimismo, la jurisprudencia de nuestra Corte Suprema ha declarado la necesidad de que los jueces arbitren tal tipo de remedios cuando su inexistencia o su falta de regulación concreta pueda comportar una privación de la posibilidad de acceder a la justicia para reclamar el respeto de un derecho fundamental.12 Juan José Acuña 13, ofrece un escenario posible para la actuación de la justicia constitucional en pos de controlar la racionalidad de las políticas públicas, es decir, la adecuación entre los medios discrecionalmente determinados por las autoridades públicas al diseñar políticas públicas, en relación a los fines que por imperativo constitucional, se deben realizar. Este último autor, realiza algunas modificaciones al esquema original que confecciona Víctor Abramovich, respecto a las vías de acción que los jueces de diversos sistemas jurídicos han seguido en materia de fiscalización del diseño e implementación de las políticas públicas sociales: - Invalidación de políticas públicas sociales. Mediante este curso de 12 13 Vidal , Alberto F, Artículo cit. Juan José Acuña, ob. cit. , pág. 254. 235 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] acción, los jueces pueden invalidar políticas públicas en su totalidad o en aspectos particulares, por contravenir parámetros jurídicos normativos superiores. Se trataría de decisiones jurisdiccionales que invaliden leyes contrarias a la Constitución que habiliten a su vez diseños de políticas públicas inconstitucionales o que invaliden reglamentos administrativos que no respetan los patrones señalados en la misma constitución o en leyes. Ejemplo: la sentencia dictada por la Corte Constitucional de Colombia T-177/99 “X contra la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de Cali s/ Acción de Tutela. La Corte entiende que el sistema establecido por la reglamentación administrativa no permite identificar a las personas necesitadas, es decir, resulta inservible para cumplir con los fines constitucionales y legales a los cuales debe propender. Esta clase de control o fiscalización sobre las políticas públicas permite redefinir los roles institucionales de los jueces y materializa las limitaciones impuestas constitucionalmente que afectan a la discrecionalidad administrativa en el diseño de las políticas públicas. - Implementación de políticas públicas definidas pero no ejecutadas. Este supuesto abarca los casos en los cuales la propia administración ya ha diseñado políticas públicas que, por razones diversas, no implementa. Los casos que nos permiten ejemplificar esta vía de acción son: Viceconte (Viceconte , Mariela Cecilia c/ Estado Nacional-Ministerio de Salud y Acción Social s/ Amparo Ley 16986. Cámara Contencioso Administrativo Federal. Sala V: Sentencia del 2 de junio de 1998) y Mini Maura (Sentencia de amparo 1157/2007-II). En ambos, la justicia no estableció obligaciones en cabeza de la administración generadas ex novo o por imaginación judicial. Lo que permite vincular ambos casos es que, en ellos , la justicia conmina a las autoridades a cumplir con obligaciones que surgen de políticas públicas diseñadas por ellas y a cuya consecución se habían obligado. En el caso Viceconte, que trató acerca de la construcción interrumpida de un laboratorio destinado a la fabricación de una vacuna para luchar contra una enfermedad denominada fiebre hemorrágica argentina, el tribunal que resolvió sentó esta idea con claridad. En el caso conocido como Mini Numa, el juez nuevamente no se avocó a diseñar una política pública, lo que hubiera, claro, excedido su competencia. Tampoco reestructuró el diseño de la política por no responder ésta a los lineamientos desde, por ejemplo, los parámetros constitucionales. Los lineamientos y las obligaciones de las autoridades administrativas ya estaban establecidos en la Constitución y prediseñadas legislativamente. La argumentación del juez se encaminó a explicar a las autoridades que en función de las determinaciones normativas preexistentes ellos estaban obligados a llevar adelante un determinado curso de acción. - Redefinición de políticas públicas excluyentes. En ocasiones, la actividad de control desempeñada por los jueces constitucionales ha llevado a invalidar normas secundarias que han permitido desarrollar políticas públicas ]]]]]]]]]]]]] 236 [ Derechos económicos, sociales y culturales ] excluyentes en relación a ciertas personas que no cumplían ciertas características o requisitos necesarios para ser abarcados por el supuesto normativo. En consecuencia, esta invalidación de la norma que sustenta la política pública ha ocasionado la redefinición de la política pública resultado de esa norma. El caso del Tribunal Constitucional Español resuelto por la sentencia 103/83 resolvió la cuestión de constitucionalidad planteada y en la cual se objetó la constitucionalidad de una norma de la seguridad social que imponía a los viudos una serie de requisitos adicionales para gozar de la pensión de viudedad, en relación a los que establecía para las viudas, el Tribunal Constitucional decretó la inconstitucionalidad de dicha norma por considerar que era discriminatoria en relación a los viudos. Si bien la resolución carece de efectos generales y, por tanto, se podría dudar de la incidencia de la misma en orden a la redefinición de la política pública en materia de seguridad social, sería deseable que la administración aceptara el criterio constitucional ofrecido por el Alto Tribunal. - Reformulación de procedimientos para la implementación de políticas públicas. Esta especie comprende los casos en los cuales la justicia “no obliga a crear un sistema de prestaciones sociales o una nueva política respecto de una cuestión no cubierta por la acción pública, sino que reconfigura o modifica, parcialmente, aspectos de una política pública o de un sistema de asistencia social en ejecución”. El caso “Olga Tellis vs. Bombay Municipal Corporation”, fallado por la Corte Constitucional de la India, nos ofrece un ejemplo. La Municipalidad de la Ciudad de Bombay había decidido llevar adelante una política pública de mejoramiento de la urbanización de la ciudad. Para ello, era preciso desalojar de las calles a aquellas personas que, durante varias decenas de años y con motivo de las migraciones internas que habían ocasionado que los habitantes de zonas rurales se trasladaran a la Ciudad en busca de mejores oportunidades vitales, se habían asentado paulatinamente en ellas y relocalizarlas en sus zonas rurales de origen. La Corte Constitucional no objeta la política en términos generales, sino la forma mediante la cual ésta se estaba llevando a cabo. Específicamente, la ausencia de debido proceso. Por ello, lo que el Tribunal hace es someter la política pública a criterios procesales acordes con los mandatos constitucionales. Así, estableció medidas como: establecimiento de albergues transitorios hasta que se efectivice la relocalización, indemnizaciones para ciertos casos, prohibición de realizar los lanzamientos en épocas de monzones y, sobre todo, citar debidamente a los afectados por la medida, notificarles debidamente la misma y otorgárseles derecho de audiencia con la finalidad de que las personas puedan manifestar lo que convenga a su interés. 237 ]]]]]]]]]]]]] [María Clara Evangelista ] VII| Conclusión Hoy se vislumbra un nuevo rol en la actuación del juez. El mismo no sólo cumple con la labor clásica de resolución de disputas, sino también con la implementación de políticas públicas. La labor de la jurisdicción en su faceta de control de políticas públicas y racionalización de la actividad administrativa ( en las que están involucrados los derechos económicos, sociales y culturales), podría servir, en determinadas situaciones, de punto de partida de adecuación en el plano de la administración y/o legislación, de casos sometidos al control jurisdiccional y resueltos con criterios distintos. Ello evitaría la excesiva judicialización de políticas públicas, lo cual en definitiva redunda en beneficio del destinatario del sistema republicano, que es el justiciable. Asimismo, y sin perjuicio de lo expuesto, debemos recalcar que el principio de división de poderes impide el avance sobre zonas reservadas a otra materialidad funcional, y sin cuyo preciso deslinde no es posible concebir al régimen republicano y democrático sobre el que se ha erigido el sistema jurídico nacional. Y que, además, es garantía de libertad, en la medida que impide la concentración, que, es sabido, constituye la antítesis del estado de derecho. No debemos olvidar que, si bien hoy en día el juez tiene un papel distinto que antaño, “no corresponde al juez juzgar a las leyes sino según ellas” (Decreto de Graciano , siglo XII). Bibliografía ABRAMOVICH, Víctor, COURTIS, Christian, Los derechos sociales como derechos exigibles. Editorial Trotta . Madrid. 2004. ACUÑA, Juan Manuel. Justicia Constitucional y Políticas Públicas Sociales. El control de las políticas públicas sociales a partir de la articulación jurisdiccional de los derechos sociales fundamentales. Editorial Porrúa: México. 2012. CAPPELETTI, Mauro, “Jueces legisladores”?, Editorial Communitas. Lima. 2010. GOZAINI, Osvaldo Alfredo. La necesaria protección judicial de los derechos sociales, económicos y culturales. La Ley 08/10/2009. NIETO, Alejandro, Crítica de la razón jurídica . Editorial Trotta. Madrid. 2007. VIDAL, ALBERTO F. Derechos y Garantías. Derechos sociales- Generalidades. Exigibilidad de los derechos económicos , sociales y culturales. ABELEDO PERROT NRO. 0003/402606. 2011. Publicado RDLSS 2011-4-283. ]]]]]]]]]]]]] 238 Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales Mauro Fernando Leturia* s u m a r | o I. Introducción. Fundamento de la protección jurídica de los Derechos de Propiedad Intelectual. II. Antecedentes de los Derechos Intelectuales en el Derecho Penal Argentino. III. Infracciones penales contempladas. IV. Penas y medidas preventivas. V. Reflexiones sobre su aplicación y conveniencia. VI. Cuestiones de competencia entre las Leyes 11.723 y 22.362. VII. Concursos con otras figuras delictivas. VIII. Conclusión. IX. Bibliografía. *Abogado. Investigador de la UNLP. Especialista en Docencia Universitaria. Doctorando en Ciencias Jurídicas. Profesor Titular de la Universidad Católica de La Plata, Profesor Adjunto Interino de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Profesor Adjunto de la Universidad del Este. Oficial del Juzgado Federal N°1 de La Plata.- 239 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 240 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] I| Introducción. Fundamento de la protección jurídica de los Derechos de Propiedad Intelectual. Si los Derechos Intelectuales son vistos o percibidos por amplios sectores sociales como beneficios o privilegios de algunos pocos, o de elites artísticas o, en el peor de los casos, hasta como elementos de dominación de empresas multinacionales, sin duda su conocimiento, difusión y debido cumplimiento será en nuestro país, muy dificultoso. En este contexto socioeconómico, el desafío que presenta el brindar una adecuada tutela a los titulares de Derechos Intelectuales implica, dada la creciente importancia que van adquiriendo las distintas obras susceptibles de protección, una tarea ardua que comienza con un análisis profundizando de los distintos aspectos que han sido plasmados por diversas leyes a tal fin. La importancia y evolución de los Derechos de Propiedad Intelectual, ha llevado, necesariamente, a que se generen los mecanismos para su protección; su naturaleza corresponde al Derecho Civil y al Derecho Comercial, por ello, estas ramas del derecho han contemplado diversas acciones tendientes a garantizar el reconocimiento y explotación lícita, a los titulares originarios y derivados de los distintos derechos de propiedad intelectual. La utilización de una obra protegida, en violación a los derechos de propiedad intelectual puede generar, para su responsable, consecuencias civiles y penales. La protección jurídica de las creaciones u obras confiere a sus autores, y demás titulares de derechos, facultades exclusivas y excluyentes, que deben ser respetadas por todas las personas, y quien o quienes así no lo hicieren serán pasible de acciones civiles que busquen obtener una indemnización económica en virtud de los daños y perjuicios generados1, pero también pueden configurar delitos penales, que tienden a castigar a los autores o cómplices y tratar de disuadir, en general, nuevas infracciones y mitigar los efectos nocivos de dichas violaciones, contemplando principalmente al titular del bien jurídico vulnerado; pero también, según el caso, buscan proteger a los posibles adquirentes o consumidores de las obras. La trascendencia económica y masiva difusión de obras protegidas por derechos de propiedad intelectual, ha llevado, frente a distintas violaciones, a la intervención del Derecho Penal, como última barrera de protección, si bien ésta 1 En función del art. 1109 del Código Civil, los daños en materia de propiedad intelectual son, en su mayoría, de carácter extracontractual, debiendo acreditarse el hecho generador del daño y la culpa del responsable. 241 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] no ha sido establecida en forma sistemática y coherente, sino en forma parcializada y desordenada. La protección penal se ha convertido en indispensable, al advertirse que en muchos casos de violaciones a los derechos de propiedad intelectual, las acciones civiles resultan ineficientes o ineficaces para brindar una adecuada protección. La protección penal fue plasmándose en las distintas leyes especiales que reglamentaron distintos aspectos relacionados con las obras objeto de la Propiedad Intelectual, sin establecerse un sistema estructurado y completo que integre el Código Penal Argentino, sino que en cada ley especial se insertaron disposiciones de naturaleza penal, como tipos penales especiales, lo cual genera problemas de interpretación y articulación, que requieren un mayor esfuerzo de armonización para su utilización. A las deficiencias generadas por la técnica legislativa utilizada debe sumarse una arraigada costumbre social, que no es solo propia de Argentina, sino que puede observarse también en otros países, que implica cierta inercia en el comportamiento de gran parte de la sociedad, que consiste en el manifiesto desprecio por el respeto de los derechos de propiedad intelectual, o al menos por algunos de ellos. Este comportamiento cotidiano, seguramente, tiene una pluralidad de causas,2 pero observamos que, en general, se funda en preconceptos erróneos, que pueden manifestarse de distintas maneras. Podemos encontrar casos en los cuales se desconoce la existencia misma de estos derechos, pasando luego por supuestos en los cuales, pese a su reconocimiento, simplemente se niega aplicación o respeto, en una actitud de indiferencia o desidia; para concluir llegando al caso más grave, en el cual se conoce su existencia y se decide voluntariamente vulnerarlos o no cumplirlos, buscando evitar las consecuencias de su correcta utilización o hasta justificar la violación concreta con diversas excusas. Hay que señalar que la característica de “inmateriales” propia de los derechos de propiedad intelectual, sumado a la coexistencia de aspectos patrimoniales y morales en los mismos, genera numerosas dificultades, al momento de hacer efectiva una adecuada protección penal. A tal punto que los Estados Unidos de América, frente al enorme avance comercial de los países asiáticos con legislaciones de protección débil de los derechos de propiedad intelectual, denunciaron en el GATT que, “el esfuerzo intelectual incorporado a las mercancías constituye parte de su propio valor de la misma forma que un insumo material...La insuficiente o ineficaz protección de los 2 Que pueden ser sociales, económicas, cuturales o ideológicas, cuyo estudio profundizado excede los límites de este trabajo. ]]]]]]]]]]]]] 242 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] elementos intangibles del valor de una mercancía tiene los mismos efectos perjudiciales en el comercio internacional que la falta de protección de los derechos de propiedad de las mercancías físicas “Más aún, una inadecuada e ineficaz protección a los derechos de propiedad intelectual, por otro lado, generará, como consecuencia, que los mercados donde los productos no son reconocidos se vuelven impenetrables para los productores originales y finalmente se exportan mercaderías infractoras al país donde se producen las auténticas.” II| Antecedentes de los Derechos Intelectuales en el Derecho Penal Argentino. La protección penal de los derechos intelectuales, en función de su naturaleza y particularidades ha marcado desafíos que no han sido resueltos de la mejor manera, a la luz de la situación actual. Si bien, como se señaló en el punto anterior, resulta unánime la postura que considera que la protección penal resulta indispensable, la forma en que la misma se ha llevado a cabo en Argentina, ha demostrado, en vista a sus resultados, que está lejos de ser satisfactoria. Desde la Organización Mundial de Comercio3, existe acuerdo sobre que el campo de los Derechos de Propiedad Intelectual comprende “...a las obras literarias, artísticas y científicas; a las interpretaciones de los artistas intérpretes y a las ejecuciones de los artistas ejecutantes, a los fonogramas y a las emisiones de radiodifusión; a las invenciones en todos los campos de la actividad humana; a los descubrimientos científicos; a los dibujos y modelos industriales; a las marcas de fabrica, de comercio y de servicio, así como a los nombres y denominaciones comerciales; a la protección contra la competencia desleal, y todos los demás derechos relativos a la actividad intelectual en los terrenos industrial, científico, literario y artístico”. Lo que fue reafirmado por el acuerdo ADPIC4, ya que aquí se determinó que la expresión “Propiedad Intelectual”, debe comprender los Derechos de Autor y derechos conexos; las marcas de fabrica o de comercio; la indicaciones geográficas; los dibujos y modelos industriales; las patentes; los esquemas de trazado de los circuitos integrados y la protección de la información confidencial no divulgada. Puede observarse, de lo expresado a lo largo de este trabajo y en sintonía con lo establecido por la Organización Mundial de Comercio, que los Derechos de Propiedad Intelectual, están compuestos por varios aspectos o sub-áreas relacionadas, pero que presentan sensibles diferencias entre sí, que deben ser tenidas 3 4 Convenio firmado en Estocolmo en 1967. Acuerdo de Marrakech del año1994. 243 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] en cuenta a la hora de establecer un régimen de tutela penal. Como se expresó en el punto anterior, en el Derecho Penal argentino, no existe un tratamiento sistemático y global de la protección de estos derechos, sino que observamos un sistema disperso basado en disposiciones legales aisladas que aparecen en distintas leyes especiales. Comúnmente se denomina “piratería” a las infracciones contra la Propiedad Intelectual, pero ello implica una simplificación, ya que solo contempla, o tiene en mira, un tipo de violación, orientada a defraudar derechos patrimoniales de los autores o creadores, que consiste en aprovecharse, de distintas maneras,5 de una obra intelectual sin autorización de su titular. Como antecedente histórico, podemos citar la adopción por parte de la Provincia de Buenos Aires, del proyecto Tejedor como su Código Penal6, en él se estableció en su artículo n° 342 “El que publicare una producción literaria sin consentimiento de su autor, sufrirá una multa de veinte y cinco a quinientos pesos fuertes, si no hubiese expendido ningún ejemplar. En caso contrario, se duplicará la multa, sin perjuicio del comiso. En las mismas penas incurrirán los que, sin consentimiento del autor, representen o hagan representar una obra dramática, o publiquen sus invenciones en ciencias o artes”. Con lo cual se observa, ya por aquellos años, la voluntad del Estado, en brindar una protección de naturaleza penal, a los titulares de derechos intelectuales, acorde a lo establecido por la Constitución Nacional de 1853, al reconocerle jerarquía constitucional al derecho sobre su obra de todo autor o inventor7. En el año 1910, se sancionó la Ley 7092 sobre Propiedad Literaria y Artística, pero ella carecía de tipos penales, y solo brindaba una protección o tutela de naturaleza civil8. En 1933, se sancionó la Ley 11.723, denominada de “Propiedad Intelectual”, que rige hasta la actualidad. Posteriormente, a fin de brindar la protección otorgada por las Convenciones Internacionales ratificadas por la Argentina, prestando especial atención a la problemática de los fonogramas, se sancionó la Ley 19.963, que modificó la Ley 11.723, incorporando varias figuras penales a su texto. 5 En general, se trata de copias o reproducciones ilegales de distintas obras, en formatos de baja calidad. 6 Básicamente se sancionó este proyecto, con algunas modificaciones, que rigió desde el año 1877 hasta 1886 7 El artículo 17 de la C.N., prevé que los autores o inventores tienen un derecho de propiedad sobre su obra, y que ella, como toda propiedad, es inviolable. 8 El artículo 9 establecía que “la publicación ilícita, en el texto original o en una traducción, de una obra dramática o lírica; la ejecución pública de una composición musical, así como la reproducción de cualquier obra artística, sin el consentimiento de los autores, dará lugar a la acción civil por daños y perjuicios que el damnificado puede intentar ante la justicia ordinaria... ”. ]]]]]]]]]]]]] 244 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] Existen numerosas posturas doctrinarias sobre la naturaleza jurídica de los delitos que afectan los derechos de propiedad intelectuales, que pueden enumerarse como: a) b) c) d) e) Teoría de la falsificación. Tesis de la defraudación. Teoría del hurto propio e impropio. Hipótesis de la Usurpación. Como delitos “sui generis”.9 El derecho argentino ha sido influenciado, en esta temática, por la doctrina y legislación española, en especial, el Código Penal Español de 1870 y la Ley de Propiedad Intelectual de 1879; por lo tanto, las infracciones a los derechos de propiedad intelectual han sido asimilados a las defraudaciones, con lo cual esta asimilación comprende varias supuestos que afectan los derechos de propiedad intelectual; pero no todos, ya que, por ejemplo, en casos de plagio o violación al derecho de paternidad, observamos que estamos ante un caso de apropiación indebida y no frente a una defraudación. El fundamento de esta dificultad de encuadramiento, en alguna de las figuras penales tradicionales, radica en los distintos derechos o facultades, de características tan heterogéneas que conforman el universo de los derechos de propiedad intelectual, sumado a la complejidad que presentan muchas obras de ser separadas de sus respectivos soportes físicos, en las que coexisten aspectos patrimoniales y morales, lo que lleva a que una clasificación o análisis resulte válido para una determinada obra artística o científica, pero no para otra, de una disciplina o tipo distinto. La jurisprudencia se ha expedido, explicando esta cuestión, expresando que “.El conjunto de facultades que integran el derecho intelectual no es susceptible de descomponerse en derechos independientes de naturaleza diversa, ya que este “ius in reintelectuali ” es un único derecho que contiene facultades de actuar, con fundamento, a la vez patrimonial y extramatrimonial, que acuerda al autor la facultad de obtener y exigir el disfrute de las utilidades económicas de su obra, y otro aspecto, éste extrapatrimonial o moral, que se traduce en el derecho a ser reconocido como el autor de la obra y que se respete la integridad y fidelidad de ésta” 10 Pese a la claridad de la postura sentada en el fallo anteriormente citado, no se ha legislado en forma integral para brindar un sistema de tutela penal para los derechos de propiedad 9 Para una abordaje sobre el contenido de cada uno de estas posturas puede verse el Código Penal de la Nación comentado y anotado por el Dr. Andrés José D’Alesio, segunda edición, Ed. La Ley, año 2009, Pág.8.10 CNCIV. Sala A, “ Lazaridi Hugo A.C/Editorial perfil S.A.”01/12/1985. Publicadoen La Ley, 1986 - B, pág. 258.. 245 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] intelectual en su conjunto, sino que se establecieron disposiciones o regímenes especiales en distintas leyes, que establecieron tipos penales y sanciones para cada rama o aspecto particular. III| Infracciones penales contempladas. Acorde a lo señalado en los puntos anteriores corresponde analizar las infracciones penales establecidas en las leyes especiales, que reglamentan cada rama o aspecto que integran los derechos de propiedad intelectual. En este sentido, la Ley 11.723, con la finalidad de ampliar la protección penal, estableció, como norma genérica el art. 71, en el que prescribe “Será reprimido con la pena establecida por el artículo 172 del Código Penal, el que de cualquier manera y en cualquier forma defraude los derechos de propiedad intelectual que reconoce esta Ley.” Esta forma de legislar ha sido objeto de numerosas críticas, ya que su redacción abierta, si bien busca contemplar la mayor cantidad de supuestos posibles y, con ello, establecer una protección amplia, desde una perspectiva penal resulta imperfecta, ya que no especifica cuál o cuáles son las conductas reprochadas, haciendo solo una remisión genérica a cualquier forma de defraudación. Además realiza, con relación a la pena, una remisión a las previsiones del artículo 172 del Código Penal; ésto llevó, en un principio, a que tanto parte de la doctrina como de la jurisprudencia, entendiera como asimilables las infracciones a la propiedad intelectual con el delito de estafa, lo que distorsionaba su correcto análisis, ya que el objeto de protección se confunde y, con ello, se generan conclusiones relacionadas a los elementos objetivos y subjetivos del tipo penal, que no son verificadas adecuadamente.11 De esta forma, la jurisprudencia y la doctrina abrieron paso al cambio de un criterio que para la configuración de los delitos contra la propiedad intelectual exigía la concurrencia de los elementos del delito de estafa, a otro más amplio que no requiere en forma indispensable la existencia del ardid, ya que, en función de las particularidades de los derechos de propiedad intelectual, pueden existir supuestos de estafas mediante algún ardid, pero lo cierto es que, en muchos casos, lo que sucede es que quien comete la acción defraudatoria contra derechos de propiedad intelectuales, no genera una disposición patrimonial voluntaria en función de un ardid, engaño o abuso de confianza, sino que en la mayoría de los casos se ejerce o aprovecha ilícitamente de obras protegidas, como si fuera su titular y, en muchos casos, en desconocimiento total de los derechos de 11 En el Fallo “Ferrari de Gnisi”, la Cámara Nacional en lo Criminal Sala III (-abril-1-1980, LL 1981-B,16), estableció, que la referencia del art. 71 de la ley 11.723 al art. 172 del C.P. es solo a los fines de la pena.( conf. Autos Taubin,Gregorio, C.N.Crim. y Correc., Sala IV,5-08-1980). ]]]]]]]]]]]]] 246 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] aquéllos, lo cual nos aleja claramente del delito de estafa.12 Por lo tanto, la idea de “defraudación” que nos trae el artículo 71, debe ser aprehendida o considerada en sentido amplio, que comprenda a toda actividad orientada a menoscabar, turbar, afectar, lesionar o perjudicar los legítimos derechos de los autores. Siguiendo la técnica legislativa utilizada por el Código Penal, para el capítulo de las estafas y otras defraudaciones, la Ley de Propiedad Intelectual, en el art. 72, legisla casos especiales de defraudaciones, remitiendo nuevamente a la pena establecida para ellas, describiéndose acciones o conductas que configuran el tipo penal, en este sentido, textualmente, establece: “Art. 72. — Sin perjuicio de la disposición general del artículo precedente, se consideran casos especiales de defraudación y sufrirán la pena que él establece, además del secuestro de la edición ilícita: El que edite, venda o reproduzca por cualquier medio o instrumento, una obra inédita o publicada sin autorización de su autor o derechohabientes; El que falsifique obras intelectuales, entendiéndose como tal la edición de una obra ya editada, ostentando falsamente el nombre del editor autorizado al efecto; El que edite, venda o reproduzca una obra suprimiendo o cambiando el nombre del autor, el título de la misma o alterando dolosamente su texto; El que edite o reproduzca mayor número de los ejemplares debidamente autorizados. ” En el inciso a) encontramos tres acciones típicas que pueden consistir en “editar, vender o reproducir”, estas acciones tienen en nuestra materia una significación propia, en el sentido de mantener la protección al bien jurídico tutelado. Tal es así que “editar” no solo se refiere a la actividad desarrollada por editores reconocidos, sino también a cualquier actividad de impresión de obras protegidas, en el mismo sentido debe contemplarse en el segundo supuesto, que incluye también casos de permuta, cesión o cualquier otra forma de enajenación, y, con relación a la reproducción, nótese que el legislador, para evitar discusiones ante supuestos casos de atipicidad, le insertó el aditamento de “por cualquier medio o instrumento”, con lo cual se demuestra que toda reproducción, por ejemplo física o digital, se encuentra contemplada en el tipo penal. Con relación a la clase de obras, la aclaración de “inédita o publicada”, resulta comprensiva de la totalidad de las obras, ya que, lógicamente, contempla 12 Para profundizar sobre elementos de la Estafa ver “¿Se encuentra legislado el delito de estafa procesal en el derecho argentino?”, Mauro Fernando Leturia, Revista Anales n° 38 Ed. La Ley, 2008 247 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] todas las posibilidades, ésto es así, ya que las obras o son inéditas porque no han sido conocidas más allá de la esfera privada de su autor o han sido publicadas por algún medio, con lo cual dejan de ser inéditas. Lo fundamental de este tipo penal radica, en que estas acciones en sí mismas pueden ser lícitas, ya que pueden existir contratos, tanto de edición, como de compraventa de obras o de sus copias o ejemplares, como así también de reproducción, entre otros. Con lo que la frontera entre la licitud o ilicitud de estas conductas radica en si, para realizar tales acciones, se contaba con la “autorización de su autor o sus derechohabientes ”, y si se ha obrado dentro de los límites de esa autorización, con lo cual resulta importante sostener que si el sujeto activo contaba con dicha autorización en forma previa o aún si se le dio, en un momento posterior a la realización de cualquiera de los actos, dichas conductas resultarán atípicas.13 Esto nos introduce en el análisis de casos complejos, como por ejemplo, de supuestos en los que se ha contado con una autorización falsa u otorgada por una persona que no era el verdadero titular del derecho, en estos casos, habrá que adentrarse en el análisis del dolo con que actúa el sujeto activo, ya que este tipo penal requiere dolo directo; es decir, por un lado, requiere el conocimiento de dicha circunstancia y, por el otro, la intención de realizar tal acción con libertad. En este sentido, cualquier circunstancia como, por ejemplo, la falta de conocimiento o error excusable sobre la persona que dio su autorización, o falta de intención defraudatoria o la existencia de otra finalidad que motive la conducta, harán inaplicable el tipo penal por falta de dolo, resaltando que el legislador no ha contemplado la posibilidad de que estos delitos puedan cometerse en forma culposa o negligente. En el inciso b) se trata un supuesto muy concreto en el cual el sujeto activo que no es el editor contractualmente autorizado “falsifica obras intelectuales, entendiéndose como tal la edición de una obra ya editada, ostentando falsamente el nombre del editor autorizado al efecto”. En este caso, el sujeto activo toma una obra ya publicada y la falsifica, editándola o copiándola, de tal manera que intenta hacer creer a los posibles adquirentes de que se trata de una obra original. De esta forma, la ley presupone que esos ejemplares serán comercializados, y con ello se está defraudando los derechos económicos del editor y del autor, ya que en función de su vinculación contractual, en la gran mayoría de los casos, ellos obtienen un lucro por cada ejemplar que se vende. Si bien el delito previsto en el inciso b) no exige la comprobación de esta circunstancia, debe ser tenida en cuenta al efecto de meritar adecuadamente la conducta del sujeto activo y, en su caso, entre otros elementos para mensurar la pena a aplicar. En función de las problemáticas que se fueron detectando con relación 13 ]]]]]]]]]]]]] 248 Ello se desprende de lo previsto por los arts. 1329 y 1330 del Código Civil. [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] a los fonogramas, teniendo en mira las características de estas obras, se hizo necesario establecer normas penales que tiendan a su protección. En forma especializada el legislador introdujo, mediante el art. 2° de la Ley n° 23.741,14 el art. 72 bis, a la Ley 11.723, el que expresamente dispone: “Será reprimido con prisión de un mes a seis años: El que con fin de lucro reproduzca un fonograma sin autorización por escrito de su productor o del licenciado del productor; El que con el mismo fin facilite la reproducción ilícita mediante el alquiler de discos fonográficos u otros soportes materiales; El que reproduzca copias no autorizadas por encargo de terceros mediante un precio; El que almacene o exhiba copias ilícitas y no pueda acreditar su origen mediante la factura que lo vincule comercialmente con un productor legítimo; El que importe las copias ilegales con miras a su distribución al público. Para estos casos, la técnica legislativa ha mejorado sensiblemente al establecer el mínimo y máximo de las penas correspondientes, además de describir concretamente en los distintos incisos las conductas que configuran los tipos penales. Corresponde señalar que, si bien en los tres primeros incisos, se exige en forma expresa la finalidad de lucro, ésto implica que el sujeto activo haya decidido llevar adelante su conducta motivado por esta finalidad. Ello no se ha hecho con los demás incisos, lo que nos lleva a preguntarnos si es necesario o indispensable que se demuestre esta finalidad o si, en estos casos, resulta irrelevante la motivación del autor y el delito se consuma en ausencia del ánimo de lucro. Entiendo que, pese a que en los supuestos legislados en los incisos d) y e), no se ha plasmado que deba existir “finalidad de lucro” en el autor, de su lectura y, en función de las acciones típicas contempladas, éstas son “almacenar o exhibir o importar”, debe interpretarse que se trata de actividades con contenido económico, y es este aspecto el que, principalmente, tutela la norma, ya que es difícil imaginar que alguien “almacene o exhiba o importe” este tipo de obras con una finalidad que no tenga algún contenido pecuniario. Como tipos penales especiales, el artículo 73 y 74 de la Ley 11.723, contemplan acciones relacionadas con las obras teatrales, literarias o musicales. En estos supuestos la ley busca castigar a quienes realicen o hicieren realizar la representación o ejecución pública de este tipo de obras sin la debida autorización o provoquen la suspensión de una ejecución lícita, simulando su calidad de autor o titular de los derechos. Expresamente establecen: Art. 73. — Será reprimido con prisión de un 14 Publicada en el Boletín Oficial del 25/10/1989 249 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] mes a un año o con multa de MIL PESOS como mínimo y TREINTA MIL PESOS como máximo destinada al fondo de fomento creado por esta ley: a) El que representare o hiciere representar públicamente obras teatrales o literarias sin autorización de sus autores o derechohabientes; b) El que ejecutare o hiciere ejecutar públicamente obras musicales sin autorización de sus autores o derechohabientes. c) Art. 74. — Será reprimido con prisión de un mes a un año o multa de MIL PESOS como mínimo y TREINTA MIL PESOS como máximo destinada al fondo de fomento creado por esta Ley, el que atribuyéndose indebidamente la calidad de autor, derecho habiente o la representación de quien tuviere derecho, hiciere suspender una representación o ejecución pública lícita. Hay que señalar que corresponde analizarlos en conjunto, dado su íntima relación fáctica, es decir, se trata de acciones vinculadas, por lo que las reflexiones realizadas son válidas en ambos supuestos. Si bien no se ha contemplado expresamente que se trata de supuestos de defraudaciones, teniendo en cuenta el sentido amplio dado anteriormente, nada obstaría a considerar que estas acciones deben estar comprendidas allí. Resulta necesario resaltar la posición tomada por el legislador, al establecer que la pena prevista para estos supuestos es sensiblemente menor a la prescripta para los casos anteriormente señalados. La justificación de esta cuestión no parece sencilla, si bien puede aceptarse que la afectación a los derechos de los autores es de menor intensidad, por las características de las acciones típicas tenidas en cuenta, que consisten en explotaciones breves o efímeras, ello no justificaría por sí solo la magnitud de la diferencia entre las penas. Lo señalado parece indicar que, según el legislador, los delitos previstos en los arts. 73 y 74, de la Ley 11.723, afectan en menor medida los bienes jurídicos protegidos, lo cual puede ser compartido desde una óptica económica, pero hay que señalar que también los derechos de autor están comprendidos, por aspectos morales, que pueden ser seriamente afectados, si, por ejemplo, el autor del delito ejecuta o representa una obra sin la autorización de su autor, pero que, además, era inédita y éste no quería que fuera conocida por el público; con lo cual el pensar que se trata de un delito de menor gravedad que los previstos en los arts. 71, 72 y 72 bis, parece, al menos, muy discutido. IV| Penas y medidas preventivas. ]]]]]]]]]]]]] 250 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] Si bien los tipos penales descriptos contemplan penas de prisión, su aplicación resulta casi nula, y ello se debe a una suma de factores propios de la problemática de los derechos intelectuales y otros genéricos que están presente en la aplicación del Derecho Penal y Procesal Penal, en general. Los primeros comprenden situaciones que van desde la falta de denuncia hasta cierta aceptación social que estos delitos tienen, que no solo esta presente en la comunidad sino también en las fuerzas policiales y en los órganos judiciales, y se manifiesta con la poca o casi nula persecución que se realiza de estos delitos, que son de acción pública, es decir, deben ser perseguidos de oficio por las autoridades correspondientes. Con relación a la problemática general, la protección de los derechos intelectuales no resulta ajena a las deficiencias que presenta el sistema judicial argentino, ésto es la falta de estructuras adecuadas, de recursos, de personal especializado, que frente al cúmulo de cuestiones a resolver, decide priorizar, sin un criterio de base legal, otras; y postergar las relativas a los derechos intelectuales, por lo cual las pocas denuncias que se realizan tienen, a su vez, escasa posibilidad de ser tramitadas con éxito y lograr que los autores de dichos delitos reciban la sanción correspondiente. Con la aplicación efectiva de la ley se reforzarían positivamente los derechos lesionados, ésto es, por un lado, en el caso concreto, el titular de los derechos sería debidamente resarcido y el autor de la violación recibiría la pena correspondiente. Pero no menos importante sería el efecto de prevención general que se desprende de aquella aplicación individual, que consiste en la reafirmación del derecho en toda la sociedad, tanto para todos los titulares de otros derechos como para aquellos que estén pensando en violarlos, este aspecto es muy importante, ya que en la actualidad se encuentra instalada cierta creencia popular de que ante la violación de los derechos intelectuales “no pasa nada”, es decir no hay consecuencia alguna, debilitando, así, la fuerza de los derechos reconocidos, fomentando nuevas violaciones; lo que, a su vez, retroalimenta un circulo vicioso que aumenta la comisión de nuevos delitos. Si bien la aplicación de penas de prisión por períodos breves no resulta aconsejable, por las distintos efectos perjudiciales que se desprenden de su efectivo cumplimiento, ello no debe conducir a una lisa y llana no aplicación de sanción alguna; para ello el sistema penal prevé medidas alternativas que deben analizarse adecuadamente. La ley, en la parte final del art. 72 bis, establece: 251 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] “...El damnificado podrá solicitar en jurisdicción comercial o penal el secuestro de las copias de fonogramas reproducidas ilícitamente y de los elementos de reproducción. El juez podrá ordenar esta medida de oficio, así como requerir caución suficiente al peticionario cuando estime que éste carezca de responsabilidad patrimonial. Cuando la medida precautoria haya sido solicitada por una sociedad autoral o de productores, cuya representatividad haya sido reconocida legalmente, no se requerirá caución. Si no se dedujera acción, denuncia o querella, dentro de los 15 días de haberse practicado el secuestro, la medida podrá dejarse sin efecto a petición del titular de las copias secuestradas, sin perjuicio de la responsabilidad que recaiga sobre el peticionante. A pedido del damnificado el juez ordenará el comiso de las copias que materialicen el ilícito, así como los elementos de reproducción. Las copias ilícitas serán destruidas y los equipos de reproducción subastados. A fin de acreditar que no utilizará los aparatos de reproducción para fines ilícitos, el comprador deberá acreditar su carácter de productor fonográfico o de licenciado de un productor. El producto de la subasta se destinará a acrecentar el “fondo de fomento a las artes” del Fondo Nacional del Derechos de Autor a que se refiere el artículo 6° del decreto-ley 1224/58. ” Desde otra perspectiva, la Ley 11.723 prevé un capítulo dedicado a las medidas preventivas: “Art. 79. — Los jueces podrán, previa fianza de los interesados, decretar preventivamente la suspensión de un espectáculo teatral, cinematográfico, filarmónico u otro análogo; el embargo de las obras denunciadas, así como el embargo del producto que se haya percibido por todo lo anteriormente indicado y toda medida que sirva para proteger eficazmente los derechos que ampare esta Ley. Ninguna formalidad se ordena para aclarar los derechos del autor o de sus causahabientes. En caso contestación, los derechos estarán sujetos a los medios de prueba establecidos por las Leyes vigentes. ” Con ésto se busca brindar amplias herramientas preventivas, que tiendan a una adecuada protección de los distintos derechos en juego. Como se ve, la ley cita como ejemplo una serie de medidas, pero dicha enunciación solo es ejemplificativa, dado que posibilita, a pedido del interesado, que los jueces tomen todas las medidas que tiendan a proteger eficazmente los derechos de propiedad intelectual. Esto es muy importante ya que, como se ha señalado en ]]]]]]]]]]]]] 252 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] el presente trabajo, estos derechos tienen distintas características que podrán hacer aconsejable una medida concreta para algún caso y otras medidas para otrosNo obstante lo señalado, pese a la existencia de sanciones penales que contemplan penas de prisión y multa, como así también distintas medidas preventivas, la realidad demuestra que las violaciones son masivas y sistemáticas, constituyendo para el Derecho Argentino, tal vez, el caso emblemático de no cumplimiento de la ley, tanto por la ciudadanía en general como por los órganos del Estado; el análisis de este fenómeno excede los alcances de este trabajo ya que, necesariamente, deberá comprender aspectos jurídicos, sociológicos, culturales y económicos. Con relación a las previsiones de la Ley de Marcas 22.362, la falsificación de marcas, y logos o productos, es un flagelo que afecta seriamente la actividad. Una técnica legislativa similar a la descripta se ha utilizado al sancionarse la Ley de Marcas, para establecer la tutela penal, por lo que prevé, en el CAPITULO III, “De los ilícitos, SECCION 1a, Actos punibles y acciones”, estableciendo expresamente que: ARTICULO 31. — Será reprimido con prisión de tres (3) meses a dos (2) años pudiendo aplicarse además una multa de un millón ($ 1.000.000) a ciento cincuenta millones de pesos ($ 150.000.000): a) el que falsifique o imite fraudulentamente una marca registrada o una designación; b) el que use una marca registrada o una designación falsificada, fraudulentamente imitada o perteneciente a un tercero sin su autorización; c) el que ponga en venta o venda una marca registrada o una designación falsificada, fraudulentamente imitada o perteneciente a un tercero sin su autorización; d) el que ponga en venta, venda o de otra manera comercialice productos o servicios con marca registrada falsificada o fraudulentamente imitada. El Poder Ejecutivo Nacional actualizará anualmente el monto de la multa prevista sobre la base de la variación registrada en el índice de precios al por mayor nivel general, publicado oficialmente por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. ARTICULO 32. — La acción penal es pública y las disposiciones generales del Libro I del Código Penal son aplicables en cuanto sean compatibles con la presente ley. 253 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] ARTICULO 34. — El damnificado, cualquiera sea la vía elegida, puede solicitar: a) el comiso y venta de las mercaderías y otros elementos con marca en infracción; b) la destrucción de las marcas y designaciones en infracción y de todos los elementos que las lleven, si no se pueden separar de éstos. El Juez, a pedido de parte, deberá ordenar la publicación de la sentencia a costa del infractor si éste fuere condenado o vencido en juicio. ARTICULO 35. — En los juicios civiles que se inicien para obtener la cesión del uso de una marca o de una designación, el demandante puede exigir al demandado caución real, en caso de que éste no interrumpa el uso cuestionado. El juez fijará esta caución de acuerdo con el derecho aparente de las partes y podrá exigir contra cautelas. Si no se presta caución real, el demandante podrá pedir la suspensión de la explotación y el embargo de los objetos en infracción, otorgados, si fuera solicitada caución suficiente ARTICULO 36. — El derecho a todo reclamo por vía civil prescribe después de transcurridos tres (3) años de cometida la infracción o después de un (1) año contado desde el día en que el propietario de la marca tuvo conocimiento del hecho. ARTICULO 37. — El producido de las multas previstas en el art. 31 y de las ventas a que se refiere el artículo 34, será destinado a rentas generales. SECCION 2a Medidas precautorias ARTICULO 38. — Todo propietario de una marca registrada a cuyo conocimiento llegue la noticia de la existencia de objetos con marca de infracción conforme a lo establecido en el artículo 31, puede solicitar ante el juez competente: a) b) c) el embargo de los objetos; su inventario y descripción; el secuestro de uno de los objetos en infracción. Sin perjuicio de la facultad del juez de ordenar estas medidas de oficio, podrá requerir caución suficiente al peticionario cuando estime que éste carezca de responsabilidad patrimonial para responder en el supuesto de haberse pedido el em- ]]]]]]]]]]]]] 254 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] bargo sin derecho. ARTICULO 39. — Aquel en cuyo poder se encuentran objetos en infracción, debe acreditar e informar sobre: a) el nombre y dirección de quien se las vendió o procuró y la fecha en que ello ocurrió, con exhibición de la factura o boleta de compra respectiva; b) la cantidad de unidades fabricadas o vendidas y su precio, con exhibición de la factura o boleta de venta respectiva. c) la identidad de las personas a quienes les vendió o entregó los objetos en infracción. Todo ello deberá constar en el acta que se levantará al realizarse las medidas previstas en el artículo 38. La negativa a suministrar los informes previstos en este artículo, así como también la carencia de la documentación que sirva de respaldo comercial a los objetos en infracción, autorizará a presumir que su tenedor es partícipe en la falsificación, o imitación, fraudulenta. Esos informes podrán ampliarse o completarse en sede judicial tanto a iniciativa del propio interesado como por solicitud del juez, que podrá intimar a ese efecto por un plazo determinado. ARTICULO 40. — El titular de una marca registrada podrá solicitar las medidas cautelares previstas en el Artículo 38, aun cuando no mediare delito ante una marca similar o ilegalmente empleada. Si no dedujera la acción correspondiente dentro de los Quince (15) días hábiles de practicado el embargo o secuestro éste podrá dejarse sin efecto a petición del dueño de los objetos embargados o secuestrados. ARTICULO 41. — El titular de una marca registrada constituida por una frase publicitaria, puede solicitar las medidas previstas en el artículo 38 sólo con respecto a los objetos que lleven aplicada la frase publicitaria en infracción. V| Reflexiones sobre su aplicación y conveniencia. En función de lo señalado en el punto anterior corresponde reflexionar sobre la aplicación de las penas previstas y su conveniencia. El Derecho Penal Argentino considera que su aplicación debe ser la “ultima ratio”; éesto es, que como herramienta jurídica debe recurrirse a ella cuando no quede ninguna otra alternativa o posibilidad de solución del conflicto planteado. Con este principio debe abordarse cualquier disputa o violación de De- 255 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] rechos Intelectuales; dada su especialidad, toda primera aproximación debe necesariamente contemplar una etapa de negociación, rápida y ágil, que permita al titular de los derechos vulnerados expresar sus agravios y lo que, a su entender, restablecería el marco de legalidad. Ha quedado demostrado que la aplicación lisa y llana del Derecho Penal tradicional, sin participación de las víctimas, genera un dispendio de recursos valiosos sobre temas que tal vez carecen, en la mayoría de los casos, de entidad o significación jurídica o económica que justifique tal despliegue judicial. Ësto no debe hacer pensar que las pequeñas violaciones no deben ser analizadas, sino que deben tratarse de un modo distinto al actual. Debe hacerse participar activamente a los titulares de los Derechos y, solo ante la imposibilidad de arribarse a una solución acordada, recurrir a las soluciones provistas por las penas. Ya que al criminalizar en forma automática éstas cuestiones se parte de un diagnostico erróneo, en el cual se considera que en todos los casos hay una intención y decisión clara de vulnerar los derechos protegidos. Ësto no puede estar más alejado de la realidad, ya que la práctica judicial de muchos años nos ha demostrado que, en la gran mayoría de los casos, las personas imputadas de estos delitos no tuvieron intenciones de defraudar derechos intelectuales; es más, hasta podían llegar a desconocer la falsedad de los productos que utilizaban o comercializaban, o en otros casos eran motivados por un estado de necesidad o indigencia, dado que realizaban esta actividad de copia y venta de productos en forma ambulante y como medio de subsistencia, con lo cual criminalizar a estas personas claramente genera un perjuicio mayor a la sociedad toda que aquel que se pretende evitar al proteger los Derechos Intelectuales, dad que la magnitud de la infracción demuestra lo desproporcionado de la sanción de prisión que correspondería aplicarle. VI| Cuestiones de competencia entre las leyes 11.723 y 22.362. El art. 76 de la ley 11.723 establece que “El procedimiento y jurisdicción será el establecido por el respectivo Código de Procedimientos en lo Criminal vigente en el lugar donde se cometa el delito”, de lo cual se desprende que la investigación y el juzgamiento de los delitos establecidos por la Ley de Propiedad Intelectual corresponde a las administraciones de Justicia ordinarias de cada provincia. Pero el art. 33 de la Ley 22.362 establece que “La Justicia Federal en lo Criminal y Correccional es competente para entender en las acciones penales, que tendrán el trámite del juicio correccional; y la Justicia Federal en lo Civil y Comercial lo es para las acciones civiles, que seguirán el trámite del juicio ordinario. ” ]]]]]]]]]]]]] 256 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] Con lo cual, expresamente, el legislador determinó que resulta competente para investigar los delitos previstos por la Ley 22.362 la Justicia Federal, de acuerdo al lugar en el que se cometieron los hechos. Si bien en ambos casos está claro que cada órgano judicial deberá investigar y juzgar los hechos comprendidos en sus competencias de acuerdo a lo previsto por cada norma, lo que sucede en algunas oportunidades, ya que las figuras penales contempladas en ambas leyes son perfectamente diferenciables. No obstante, resulta muy común, por ejemplo, en casos de falsificación de películas o discos compactos musicales, que no solo se copie la obra, ( protegida por la Ley 11.723) sino que, además, sus láminas, gráficas o portadas, en las que están las marcas de las companías productoras o sus logos registrados (protegidos por la Ley 22.362) son reproducidas y comercializadas, con lo cual, en la misma acción, se observa que concurren en forma ideal los delitos previstos por los arts. 71 y 72 de la Ley 11.723 y el art. 31 inc. a) y b) de la Ley 22.362.En estos casos, la jurisprudencia ha establecido que si ambas infracciones concurren idealmente, corresponde la intervención de la Justicia Federal, ya que razones de evidente conexidad entre las acciones realizadas y la existencia de un único propósito perseguido por el autor, sumado a la comunidad probatoria que debe necesariamente desplegarse aconsejan que sea un solo Tribunal el que entienda en la causa.15 VII| Concursos con otras figuras delictivas. En el Derecho Penal Argentino, se distinguen dos posibles situaciones en relación a los concursos de delitos en general. El artículo 54 del Código Penal, prevé el primer supuesto en el cual una única acción o conducta, encuadra en más de un tipo penal legislado, con lo cual el sujeto activo que realiza una única acción típica vulnera o lesiona más de un bien jurídico tutelado; estos casos son denominados concurso ideal o formal. El artículo 55 del Código Penal establece la otra posibilidad, que consiste en un conjunto de acciones realizadas por el mismo sujeto, que en forma independiente entre sí, pueden lesionar el mismo o distintos bienes jurídicos; ésto presupone que el sujeto activo realizó una acción que se agotó y luego emprendió, al menos, una o más acciones que pudo consumar o que han quedado en tentativa. 15 Así lo ha resuelto la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en los fallos “Fontán Juan José s/ inf. ley 22.362”de febrero del año 2004- “Falabella S.A. s/ inf. ley 22362 y 11723” de fecha 4 del abril de 2006., entre muchos otros. 257 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] Como se señaló en el punto anterior, resulta muy común que existan casos de concurso ideal entre los delitos previstos por la Ley 11.723 y la Ley 22.362, pero además pueden darse casos donde las infracciones propias que afectan a los Derechos Intelectuales, se ven relacionadas con otros tipos penales que analizaremos brevemente. En cuanto a la relación con el delito de “asociación ilícita”, el artículo 210 del Código Penal, establece que “Será reprimido con prisión o reclusión de tres a diez años el que tomare parte en una asociación o banda de tres o más personas destinada a cometer delitos por el solo hecho de ser miembro de la asociación. Para los jefes u organizadores de la asociación el mínimo de la pena será de cinco años de prisión o reclusión” . Sí bien este es un delito sumamente cuestionado por los doctrinarios penales, dado que su redacción presenta elementos conflictivos de difícil articulación con el resto de nuestro Código Penal, es posible que en su previsión de “cometer delitos” se incluyan infracciones a las leyes que tutelan los distintos Derechos Intelectuales. Nótese que es perfectamente posible que exista una banda u organización cuya actividad principal consista en defraudar derechos de autor o que se dedique a falsificar productos con marcas registradas; en estos casos, más allá de verificarse las infracciones propias contempladas en las distintas leyes especiales, si se encuentran presentes los demás elementos previstos por el art. 210 del Código Penal, también serían pasibles de imputación por “asociación ilícita”, delito que, como se consignó, está más severamente penado. En cuanto a la relación con el delito de contrabando: el Código Aduanero contempla distintas infracciones y delitos aduaneros que, en esencia, buscan proteger al Estado tendiendo a evitar que se vea afectado el debido control aduanero realizado por la Administración Nacional de Aduanas. Si bien esta es la finalidad primaria del sistema aduanero, en forma indirecta también se protegen otros bienes jurídicos, como las rentas y seguridad de la Nación, pero también este razonamiento se hace extensivo a la protección de los Derechos de Propiedad Intelectual. Todos los productos, obras de arte y elementos en general que sirven como soporte de Derechos Intelectuales pueden ser objetos susceptibles de operaciones de importación o de exportación, como mercaderías, y en consecuencia podrán ser, al menos en principio, comprensivos de las normas que establecen infracciones o delitos aduaneros. Corresponde aclarar que la falsificación o violación de los Derechos Intelectuales de un autor o del titular de una marca registrada, son, en principio, ]]]]]]]]]]]]] 258 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] independientes de los hechos constitutivos de las infracciones aduaneras, pero debido a que, precisamente, el órgano aduanero realiza el control de las mercaderías que ingresan o egresan del territorio argentino, es éste quien debe detectar y evitar cualquier operación cuyos objetos estén en infracción a las leyes de Propiedad Intelectual. En este tipo de operatorias pueden darse distintos supuestos que referiremos a modo de ejemplo sin pretender agotar el tema; puede haber supuestos de infracciones aduaneras en las que se han realizado declaraciones inexactas16 en cuanto a la calidad o cantidad de la mercadería, que a su vez puede tratarse sobre mercadería en infracción a la Ley de Marcas. También pueden darse casos de delitos de contrabando17, en los cuales la falsificación de las marcas o de los productos sea el ardid propio contemplado en estos delitos de contrabando para configurar la obstaculización del debido control aduanero, con lo cual nos encontraremos ante un caso de concurso ideal, pero también pueden darse en forma independiente y así permitir que se sancione a los falsificadores o a los autores de las violaciones a los Derechos Intelectuales, detectados por la Administración Nacional de Aduanas y, por otro lado, a los responsables del delito de tentativa de contrabando. En cuanto a la relación con el delito de encubrimiento: Perfectamente aplicable resultan las disposiciones del artículo 277 del Código Penal, que tipifica en delito de encubrimiento, ya que todos los delitos establecidos en las distintas leyes que tutelan los Derechos de Propiedad Intelectual, son susceptibles de ser encubiertos, ello se desprende de la redacción del art. 277 del Código Penal, que textualmente reza “1-Será reprimido con prisión de seis meses a tres años el que, tras la comisión de un delito ejecutado por otro, en el que no hubiere participado: a) Ayudare a alguien a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse a la acción de ésta. b) ocultare, alterare o hiciere desaparecer los rastros, pruebas o instrumentos del delito, o ayudare al autor o participe a ocultarlos, alterarlos o hacerlos desaparecer. c) Adquiere, recibiere u ocultare dinero, cosas o efectos provenientes de un delito. d) No denunciare la perpetración de un delito o no individualizare al autor o participe de un delito ya conocido, cuando estuviere obligado a promover la persecución penal de un delito de esa índole. 16 Previstas en los arts. 954,955,956 del Código Aduanero. 17 Previstos por el art.947 en el caso de contrabando menor; en los arts. 863,864 para los casos de contrabando y en los arts. 865,866 y 867 , todos del Código Aduanero, para los casos de contrabando agravado. 259 ]]]]]]]]]]]]] [ Mauro Fernando Leturia ] e) Asegurare o ayudare al autor o participe a asegurar el producto o provecho del delito. 2- En el caso del inciso 1, c), precedente, la pena mínima será de un mes de prisión, si, de acuerdo con las circunstancias, el autor podía sospechar que provenían de un delito. 3- La escala penal será aumentada al doble de su mínimo y máximo, cuando: a) El hecho precedente fuera un delito especialmente grave, siendo tal aquél cuya pena mínima fuere superior a tres años de prisión. b) El autor actuare con ánimo de lucro. c) El autor se dedicare con habitualidad a la comisión de hechos de encubrimiento. d) El autor fuere funcionario público. La agravación de la escala penal, prevista en este inciso sólo operará una vez, aun cuando concurriere más de una de sus circunstancias calificantes. En este caso, el tribunal podrá tomar en cuenta la pluralidad de causales al individualizar la pena. ” La extensa reglamentación del delito de encubrimiento, posibilita su aplicación con relación a las distintas infracciones a las leyes de Propiedad Intelectual, tanto en su figura básica, como en el tipo Agravado, ya que por la naturaleza y características propias de este tipo de delitos normalmente se encuentran afectados intereses económicos, por lo cual será factible la aplicación del agravante contemplado con relación a la actuación con ánimo de lucro, pero corresponde señalar que en estos caso el autor del delito de encubrimiento tiene que ser totalmente ajeno a los delitos de defraudación de los Derechos de Propiedad Intelectual, ya que si existiera algún grado de participación en cualquiera de ellos, queda totalmente descartada la posibilidad de que sea imputado a su vez por el delito de encubrimiento. Pueden existir otros delitos vinculados a las distintas violaciones de los Derechos Intelectuales, como por ejemplo los supuestos de evasión impositiva o el lavado de dinero de origen delictivo, pero en estos casos la relación es meramente tangencial, por lo cual su tratamiento excede los límites de este trabajo. VIII| Conclusión Si, como se refirió al principio, los Derechos Intelectuales son considerados por amplios sectores sociales como beneficios o privilegios de algunos pocos, de elites artísticas o hasta como elementos de dominación de empresas multinacionales, sin duda su conocimiento, difusión y debido cumplimiento será en nuestro país muy dificultoso. Tal es así que se observan manifestaciones ]]]]]]]]]]]]] 260 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] muy variadas de supuestos en los cuales los Derechos de Propiedad Intelectual, son violados no solo por sectores de escasos recursos económicos o que padecen situaciones de precariedad estructural. Este fenómeno de incumplimientos masivos atraviesa todas las capas y estratos sociales, adquiriendo matices y características propias, hasta llegar a observarse en distintos organismos públicos o académicos como una práctica habitual. La dispersión normativa y falta de sistematicidad de los distintos tipos penales también atenta contra la adecuada tutela y efectiva protección; por lo tanto, veo como un acierto la inclusión de la protección a los Derechos Intelectuales en el Anteproyecto de Código Penal. Ëste, sin duda, sería un paso fundamental para comenzar a trabajar en un cambio en las expectativas y jerarquización, lo que favorece la retroalimentación de un circulo virtuoso que lleve a reafirmar un sentimiento de respeto hacia los Derechos Intelectuales y que derrame sus beneficios a toda la sociedad. Por ello, los cambios sociales, económicos, culturales y jurídicos reclaman que las posturas y mejoras que se propongan contemplen estas situaciones, sean lo más amplias y abarcativas conceptualmente, incluyan a los titulares de los derechos sin olvidar al resto de la sociedad. Ësto para que, al advertirse el conflicto, se tome conciencia de que la realidad actual es mucho más compleja, dinámica y en tensión creciente entre distintas fuerzas, con lo cual se prevean también las soluciones, desde una visión más pluralista del orden jurídico, más abarcativa de los distintos intereses concretos en pugna, ya que, como dice Luis Díez-Picazo18, “ ...los fenómenos jurídicos son sustancialmente fenómenos vitales o modos de presentarse y de acontecer la vida humana. El fenómeno jurídico es algo que cotidianamente les ocurre a las gentes:... ”. IX| Bibliografía - BACIGALUPO, Enrique (1999). Derecho Penal, Parte general, Buenos Aires, segunda edición. Ed. 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Genzsch y Enrique A. Gibson. -NUÑEZ Ricardo C., (1972). Manual de Derecho Penal, parte general, Ed. Lerner. - RIVACOBA Y RIVACOBA (1997). Código Penal y normas complementarias. Análisis Doctrinario y Jurisprudencial, dir. David Baigún y Eugenio Zaffaroni, Arts. 1/34. Parte general, Buenos Aires 1997, Ed. Hammurabi. ]]]]]]]]]]]]] 262 [ Proteccion Penal de los Derechos Intelectuales ] - RIVERA, Julio César (2006). Instituciones de Derecho Civil. 3a. ed. Buenos Aires: Lexis Nexis - SPOTA, Alberto Gaspar (1979). Instituciones de Derecho Civil. Contratos. Buenos Aires: Depalma. - SOLER, Sebastián (1992): Derecho Penal Argentino, décima reimpresión, Buenos Aires, Ed. Tea, actualizada por Guillermo J. Fierro. - TABIERES Susana - LETURIA, Mauro Fernando (2012) “Reflexiones y posibles efectos sobre el proyecto de ley de semillas”, presentado en el III Congreso Internacional de Agrobiotecnología, Rosario, Argentina, Octubre de 2012. - ZAFFARONI, Eugenio Raúl, 1987: Tratado de Derecho Penal, Parte General, Buenos Aires, Ed. Ediar. - ZAFFARONI, Eugenio Raúl; ALAGIA, Alejandro y SLOKAR Alejandro(2000). Derecho Penal Parte General, Buenos Aires, Ed. Ediar. 263 ]]]]]]]]]]]]] ]]]]]]]]]]]]] 264 Homenaje al Dr. Rodolfo Aníbal Nápoli. Nació y falleció en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires, el 28 de enero de 1913 y el 25 de marzo de 1976, respectivamente. Sus primeros estudios, hasta el Bachillerato, los desarrolló en el Colegio Nacional de La Plata; luego se recibió de Abogado en 1935 y de Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales en 1945 en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Fue profesor por concurso, primero como adjunto y luego como Titular de cátedra de Derecho Social (Del Trabajo y la Previsión Social), así como Titular de la Licenciatura de Posgrado, Laboral, Sindical y de Previsión Social, y Director del Instituto de Derecho Social de la misma facultad y universidad. Miembro cofundador del Colegio de Abogados del Departamento Judicial de La Plata. Juez del Tribunal del Trabajo N°2 de La Plata, y luego, Ministro Decano de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Ius-laboralista de gran trayectoria, redactor, junto con los Dres. Luis A. Despontín y Mariano R.Tissembaum del “Anteproyecto de Código del Trabajo de la República Argentina” de 1965. Escribió diversos artículos en la Revista Derecho del Trabajo (ed. La Ley), Enciclopedia Omeba, Trabajo y Seguridad Social, Derecho Laboral, Revista del Colegio de Abogados de La Plata y San Isidro; participó en el Tratado de Derecho del Trabajo dirigido por Mario L.Deveali, con el “El Régimen de los Trabajadores Rurales” Titulo X To.IV, Ed.La Ley 1972; “La Negociación Colectiva y la Colaboración entre el Sindicato y la Empresa” en el libro en memoria del Dr. Francisco De Ferrari, “Estudios sobre la negociación colectiva”, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Montevideo, 1973; “El Mutualismo, un instrumento de la Seguridad Social” en el libro de homenaje al Dr. Mariano R.Tissembaum, “Derecho Colectivo Laboral, Ed. Depalma 1973; “Aspectos de la Estabilidad en el Empleo”, trabajo de investigación del Instituto de Derecho Social (del Trabajo y de la Previsión) dirigido por su titular, Dr. Rodolfo A. Nápoli, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Nacional de La Plata, 1972 etc. Sus libros: “Manual de Derecho Procesal del Trabajo” Ed. Enciclopedia Jurídica Práctica, 1945; “El Trabajador Rural en la República Argentina”, Ed. Abeledo-Perrot, 1958; “El Estatuto del Periodista Profesional” Ed. de la UNLP 1959; ”Temas de Derecho Sindical -La representación en el campo sindical-Los conflictos del trabajo-La huelga y sus consecuencias jurídicas-” Monografías jurídicas, Ed. Abeledo-Perrot, 1961; “Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social” Ed. La Ley, dos ediciones 1969-1970; “Manual de Derecho Sindical”, primera edición 1962 Ed. Abeledo Perrot, y Ed. La Ley, dos ediciones 1969-1970; “Desarrollo, Integración y Derecho del Trabajo” Ed. Astrea, 1972. Cabe acotar que el “Anteproyecto de Código del Trabajo de la República 265 ]]]]]]]]]]]]] Argentina” fue una de las bases que tomaron los legisladores de 1974 para la elaboración y sanción de la Ley de Contrato de Trabajo 20.744. Dicho anteproyecto está dividido en cinco libros referidos: Primero: “Derecho individual del trabajo” contemplando el contrato y la relación de trabajo así como los derechos y obligaciones del trabajador y empleador. Segundo: “De las remuneraciones del trabajador” donde se incluye un capítulo sobre la participación de los beneficios de la empresa, se introduce los Consejos de Empresa, y el Consejo Nacional de las Remuneraciones. Tercero: “De los contratos especiales” con todas las actividades de los estatutos especiales. Cuarto; “Derecho Colectivo del Trabajo” incorpora, también, las asociaciones profesionales de empleadores junto con las de trabajadores en la regulación legal, y avanza en la participación de las minorías en la conducción de los sindicatos. Se refiere, asímismo, a la negociación colectiva de trabajo y a las controversias colectivas del trabajo y la instancia de conciliación obligatoria. Del Consejo de Empresa, y del Consejo Nacional de Relaciones Profesionales. De la huelga y su ejercicio. Por último, el libro quinto “De las sanciones” a las violaciones a las disposiciones consignadas en el Código. Fue miembro de diversas asociaciones nacionales e internacionales de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social. Participó como conferencista en congresos y jornadas nacionales y internacionales de su especialidad. Recibió condecoraciones y distinciones nacionales e internacionales por su destacada actuación; en particular, la de “Commendatore” de la República Italiana (Roma, 27/12/1969) en su condición de hijo de inmigrante de esa nacionalidad. Su trabajo doctrinario y académico trascendió en nuestro país, así como en América Latina y Europa. No obstante su destacado desarrollo profesional, dedicó tiempo a su familia en el hogar brindando todo su amor hacia su esposa e hijos en un ambiente signado por el respeto mutuo, el honor, la moral, la honestidad de procederes, la sencillez de trato en la relación con el prójimo, compenetrado de los principios humanistas y cristianos. También cultivó la amistad de sus pares y de su antiguo barrio; la música clásica, así como la criolla, el tango y el jazz. Su interés deportivo fue hacia el futbol, simpatizando por Estudiantes de La Plata. La Plata, 25 de marzo de 2014. Dr. Rodolfo Nápoli. ]]]]]]]]]]]]] 266 Se terminó de imprimir en el mes de Diciembre de 2014 en Imprenta Servicop, 50 Nº 742, La Plata.