LA MUNICIPALIDAD COMO EMPRESA Introducción Mondragón, situada en el norte de la península española, es un municipio industrial de menos de 25.000 habitantes con un fuerte predominio de las empresas cooperativas de producción y de servicios. Cuenta con una Universidad privada que se identifica como cooperativa, y un Centro de Investigación de Tecnología Aplicada, es sede de un Banco Cooperativo y de un Polo de Desarrollo, entre otros emprendimientos. De escasos recursos naturales (depende absolutamente de otras zonas desde el punto de vista energético, alimentario y hasta de mano de obra para ocupar los puestos de trabajo que se concentra en sus términos. Las empresas de Mondragón exportan más del 70% de su producción a países extranjeros. Como dato relevante hay que hacer constar que las empresas cooperativas en España no acceden a la prestación de desempleo por ser consideradas dentro del Régimen de Autónomos. Que los socios cooperativos ante las repercusiones de la crisis que azota Europa han decidido en Asamblea, es decir democráticamente, entre otras medidas: reducir sus retribuciones, adaptar a la baja los calendarios de trabajo, desplazar trabajadores de las empresas reducción de puestos de trabajo a las empresas con incrementos de producción, crear nuevas actividades (gestionan el trabajo, no el desempleo), etc. Su modelo descansa en la intercooperación y en la solidaridad. Un modelo que les permite ser empresas competitivas y al municipio tener una tasa de desempleo muy inferior a las del país. Mondragón (Monte – Dragón) puede ser un ejemplo para contemplar la gestión municipal como una gestión empresarial. Con pensamiento estratégico propio, con una política de relaciones comerciales autónomo (clientes, proveedores, imagen de marca) con política de personas propia (nos negamos a hablar de “recursos” humanos), con producción de servicios y productos, etc. Generalmente el municipio ha sido contemplado, casi exclusivamente, como entidad administrativa del ámbito local. No se ha sabido enfocar la gestión municipal como una empresa de productos y servicios que son ofrecidos a clientes tanto internos (vecinos del lugar) como externos (administraciones del Estado, visitantes, habitantes del mundo) Hasta ahora el municipio ha sido una unidad de gestión que recibía de los organismos superiores las reglas, los objetivos, los sistemas y hasta los intereses a los que responder. El municipio se ha nutrido del modelo centralista y jerárquico que interesaba al poder. Un modelo que descansa en el criterio de que el que más sabe, de todo y siempre es aquel que está en la cúspide de la pirámide del poder. Se nos había quedado trabado en la mente la famosa frase del monarca francés “El Estado soy yo” y, en consecuencia, los intereses del núcleo centralizado del poder prevalecían sobre los intereses generales y próximos de la población municipal. Pero este modelo está agotado, ya no responde a las necesidades de un mundo en transformación. Un mundo transfronterizo, un mundo globalizado. Estamos en no en la era del cambio sino en el cambio de era: Estamos en periodo constituyente. Necesitamos gestionar la paradoja de reforzar la identidad local y descubrir la humanidad global. Nuestra propuesta es la de cambiar el paradigma, exactamente darle la vuelta a la pirámide, basándonos en el principio de que todo aquello que pueda ser realizado y gestionado a un nivel inferior no se traslade a los niveles superiores. Es decir, que las decisiones sean tomadas por quien sabe al nivel más próximo a la base. El mundo en general y Perú en particular hemos y sufrimos las limitaciones de los modelo aristocráticos y tecnocráticos. Es hora de plantear modelos humanistas, modelos de cooperación, modelos de economía emocional. Históricamente el modelo solidario y cooperativo ha reivindicado una economía humanizada, una economía supeditada al ser humano en contra de una humanidad supeditada a la economía. El dinero es importante, los recursos financieros absolutamente necesarios, ningún proyecto humano puede soportar el fracaso económico, pero el éxito económico no puede ser nunca una finalidad exclusiva de la sociedad. La Misión a la que nos debemos es el éxito humano. El dinero es el mejor criado que podemos tener, pero es el peor de los amos. Las personas estamos hechas para amar y ser amados y las cosas para ser husadas. El mal que corroe al mundo actual es que ha invertido los términos y amamos a las cosas y utilizamos a las personas. Hay que volver la mirada hacia los seres humanos, confiar en su capacidad para soñar, para imaginar y para ilusionarse. Hacerlas cómplices del progreso, cómplices de los procesos de mejora. Contar con ellos desde el principio y facilitar su participación. ¿Para qué forzar a una persona a hacer algo que no comprende si explicándole el motivo lo va a hacer con gusto? Pero los seres humanos necesitamos dar sentido a nuestras acciones y trabajos, necesitamos tener un motivo para el esfuerzo. Recordemos la iniquidad de la MITA o trabajo forzado que los conquistadores españoles impusieron a los nativos. Cada individuo, cada municipio, cada pueblo necesita responder a tres preguntas clave para la vida. 1. ¿De qué vivir? 2. ¿Para qué vivir? 3. ¿Cómo convivir? 1.- Imperativo biológico. Es evidente, por muy vulgar que pueda sonar, que tenemos que alimentarnos todos los días, el pan de cada día que los cristianos piden a Dios, es sagrado, esencial. Esta respuesta es una opción muy personal, se inscribe entre las libertades más primarias de la persona. La libertad de encontrar un oficio, una vocación profesional, un trabajo que permita cubrir las necesidades para vivir con decencia. Los expertos, los técnicos, los economistas pueden y deben aportar su saber y sus propuestas para resolver este apartado. 2.-Imperativo de la dignidad humana. Tenemos sed de trascendencia, necesidad de dejar una huella de nuestro paso por la vida. El problema actual es que la gente sigue órdenes en vez de sueños de futuro. Estamos huérfanos de ilusión. Por primera vez en la historia moderna de Europa se piensa que los hijos van a vivir peor que los padres y que los nietos serán aún más desgraciados que los hijos. El más nefasto de los problemas actuales es que la gente se ha acostumbrado a recibir órdenes y no sigue la estela de sus sueños. Se abdica de la responsabilidad de ser propietario del propio destino. Este es territorio para los tejedores de utopías, para los líderes sociales. 3.- Imperativo social. Ya la biología, según Elisabeth Sahtouris, nos muestra que la primera parte de la evolución comenzó cuando solo había bacterias en la tierra. Su fase juvenil ocasionó muchísimos problemas globales. Se comieron todos los azúcares y los ácidos libres que había en había en el planeta, provocando una hambruna global, pero afortunadamente la crisis las hizo creativas y cambiaron de paradigma. Aprendieron a alimentarse a partir del sol, del agua y de los minerales; es decir, inventaron la fotosíntesis. Y tuvieron tanto éxito que ocasionaron una polución generalizada: con la fotosíntesis desprendían un gas residual: el oxigeno. El oxigeno es un gas letal para las moléculas, esta es la razón de que los humanos debamos tomar antioxidantes. Al principio de poner en marcha el modelo de la fotosíntesis la tierra y el océano absorbieron el oxigeno resultante, el resto se fue a la atmósfera (21%). Solo con un 1 o 2% de más oxigeno todo ardería y con 1 o 2% no podríamos respirar. Ese equilibrio se logró gracias a que las baterías que eran sistemáticamente eliminadas aprendieron, unas a escapar hacia dentro de la tierra y otras a fabricarse un escudo solar y utilizar el oxigeno que las mataba para comprimir el alimento creando las moléculas y así poder absorberlas. Al mismo tiempo aprendieron a respirar. Estas bacterias eran las que tenían más energía, las más desarrolladas tecnológicamente. Ellas inventaron una especie de motor eléctrico que les permite desplazarse de manera rápida (sistema que usa el esperma por ejemplo). Por lo que se sabe las primeras bacterias, en su fase juvenil, eran codiciosas. Las más dotadas deseaban tener más comida, se introducían dentro de otras bacterias, se comían sus moléculas y se reproducían dentro de ellas hasta extinguirlas. La hambruna fue terrible y no menos dañina fue la polución. Esta crisis les hizo madurar y los tres tipos de bacterias existentes comenzaron a cooperar: crearon “ciudades” o células que también competían y peleaban entre sí al principio, pero aprendieron a cooperar y a pensar que era más rentable alimentar a tu amigo que pelear con tu enemigo, evolucionaron hacia criaturas multicelulares y llegaron, de nuevo, a una etapa madura. La teoría de Darwin se basa en la competición, la de Kropotkin en la cooperación. Si juntáramos las dos tendríamos una teoría completa. Actualmente el comportamiento de los humanos, se asemeja más a las de las bacterias que cualquier otra cosa que haya habido entre ellas y nosotros. Sobre todo nos parecemos por causar tantos problemas globales. Estamos colonizados por las bacterias. Compuestos de diez veces más baterías que células (algún científico asegura que somos como remixes que las bacterias inventaron para que los traslademos a lo largo del tiempo de manera segura) y eso marca nuestra conducta. Estamos en la etapa juvenil de la conquista del otro, de la confrontación, del dominio del fuerte al débil. Y si queremos sobrevivir tendremos que cambiar de paradigma: pasar de la confrontación a la cooperación. Como dice la bióloga Elisabeth Sahtouris “Esta crisis es biológica: o cooperamos o nos extinguimos”. Este es el campo que una empresa municipal debe trabajar. Necesidad de orientación El ser humano individualmente no es capaz de solucionar por si solo su vida. Somos seres sociales por incapacidad. Una de las primeras cosas que un líder debe hacer es formular un Objetivo General. El nuestro es: lograr un futuro con futuro. La actual trayectoria del mundo camina inexorablemente hacia la nada, hacia la desaparición. Estamos agotando los recursos naturales, estamos condenando a nuestros nietos a la extinción, al caos. No queremos la herencia que se nos quiere trasmitir por quienes gobiernan el mundo. Y nuestra obligación no es con los antepasados sino con los descendientes. Definir un futuro alentador, ilusionante, es tarea de líderes. No son los seguidores los que tienen el deber de formular la Visión de futuro. Hay que escuchar al pueblo, hay que asumir sus ideas pero son los líderes los que Que los intereses generales de la población sean la fuente de donde emanen las políticas del Estado. El que más sabe del problema es aquel que más cerca está del problema y no, como pretenden los “monárquicos” que el que sabe es quien más arriba está en la pirámide de la jerarquía. En definitiva no se trata de saber exclusivamente, de tener el discurso del experto que explica lo que ocurre a quien lo está viviendo. Al saber si no se le añade el sentir es un conocimiento incompleto. La vida es del dolor con el que se vive. La experiencia que nace del ejercicio del poder raramente coincide con la experiencia real de la vida. Somos testigos como “el sujeto del poder” está articulando nada, porque la experiencia del sujeto real que está sufriendo es la que trasforma el suceso. La dificultad estriba en dotar de contenido y sentido a los acontecimientos que le suceden al protagonista de la acción. A la gente no le interesa que le “expliquen lo que pasa” sino que le orienten hacia donde debe caminar para seguir avanzando. No se necesitan certidumbres sobre el pasado o sobre el presente sino visiones alentadores de futuro. Como los marineros que van en busca del horizonte, cada ser humano tiene una estrella en su corazón que le sugiere el camino en el mar de la vida. Cada municipio, cada empresa, tiene la capacidad para gestionar la mayoría de las cuestiones que atañen a su población, la inmensa mayoría. Y aquellas que superan su ámbito competencial deberán ser tratadas a un nivel superior “por delegación hacia arriba” y con criterio de eficacia pero sin dejar de ser contrastado y participado desde la base. Todos tenemos una estrella en el corazón, como los marineros que navegan en busca del horizonte. Ellos aprendieron que se puede uno alejar para llegar al punto de partida. Necesidad de cambio de paradigma El modelo jerárquico tiene la “ventaja” de contar con “un centro de poder” definido y claro, mientras que el sistema de participación carece de un solo punto de referencia para la toma de las decisiones: la decisión depende de cada uno de los individuos. Esa es una realidad que tenemos que saber gestionar. El modelo cooperativo tiene un grave inconveniente: no podemos echar la culpa al jefe de lo que sucede. El modelo democrático en su vertiente de participación, a diferencia del modelo democrático de representación, exige un continuo diálogo entre los individuos y el objetivo general. Esta es una labor que compete a los líderes, dar brillo a la estrella que guía el comportamiento y la acción social. Con rigor, con exigencia de calidad, pero con perspectiva geográfica y temporal (superar la mirada miope porque estamos en el mundo; superar el corto plazo que nos ciega) No ordenando el qué a los ciudadanos, no controlando el cómo u obligando el para qué sino a través de dos palancas extraordinarias que están en la base del nuevo paradigma de creación de valor: influencia y relaciones cooperativas. No se trata de mandar, de ordenar o de imponer: se trata de orientar, de acompañar desde el compromiso. Tenemos que superar la tentación de quedarnos en la protesta, tenemos evitar el terrorismo de la queja. No trabajamos para el ciudadano sino con el ciudadano. Tal vez debamos grabar en nuestras mentes la siguiente frase NO A LA PROTESTA, SÍ A LA PROPUESTA Porque admitir que el ciudadano sólo es capaz de emitir protestas o, peor aún, discutir las protestas, tratar de rebatirlas es caer en la tentación de pensar que nosotros sí tenemos la solución de los problemas y ellos no. Al ciudadano hay que acompañarle en su crecimiento, hay que hacerle participar con sus propuestas. La protesta es fácil, cualquier idiota es capaz de elaborar una propuesta. Pero las comunidades maduras son capaces de plantear propuestas. Y la primera labor de una empresa municipal es la de educar a la población. Las comunidades que piden más policía han despreciado a los maestros. La tiza que escribe en el tablero del aula es mucho más barata que la bala que mata. Las protestas no comprometen, las propuestas sí. Nuestras relaciones alciones interpersonales deben variarse partiendo de la evidencia que todos somos parte del problema y todos partes de la solución. Como decía el poeta castellano León Felipe Voy con las riendas tensas Y refrenando el vuelo Porque no es lo que importa Llegar sólo ni pronto, Sino llegar con todos y a tiempo. Una empresa moderna y eficaz comienza por reconocer la primacía de las personas y de los clientes en sus planes estratégicos. Los medios y los recursos materiales son importantes pero no son los que determinan el éxito. El éxito es patrimonio humano, son las personas las que fracasan o triunfan y en ellas, en sus ilusiones o desesperanzas, en sus conocimientos o necedades encontramos las razones del logro o del fracaso. No se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor las potencialidades que nos ofrece la empresa municipal. Y para ello nada mejor que reconocer las palancas del éxito y ponerlas a funcionar. Tal vez los espíritus acomodados en el modelo anterior sientan el vértigo del caos al imaginarse una nación fragmentada en infinidad de proyectos locales, parciales, de corto alcance. A estos les pediría que reflexionen antes de posicionarse definitivamente en la defensa de lo conocido, que sean respetuosos con las ideas innovadoras. Y que sean críticos con el momento que vivimos. ¿Porqué no cooperación y competencia? ¿Porqué no coopetencia? El cambio de paradigma comienza por ser una crítica al presente y una voluntad de alcanzar una realidad que aún no existe pero es posible. Es la esperanza de un futuro mejor. Pero hay que dar con una idea poderosa de futuro que nos emocione, que justifique el esfuerzo que todo cambio a mejor supone. Un cambio que es revolucionario, un cambio de paradigma. Y eso incluye incluso cambiar el proceso mismo de cómo cambiar. Si hasta ahora el cambio trataba de cambiar el entorno, las condiciones del medio, ahora se nos exige cambiar nosotros, comenzar por cuestionarnos individualmente. Recordemos la regla del 10 – 90: el éxito se nutre de un 10% de los estímulos externos y en un 90% de la respuesta propia. Poblaciones con grandes recursos naturales se debaten en la pobreza mientras que muchas con carencia de ellas, que ni están situadas en posiciones estratégicas o geográficas favorables gozan de abundancia. La empresa municipal Las municipalidades tienen el tamaño, las características y la proximidad humana adecuados para ser gestionadas como una comunidad de producción de valor. Tal vez, esto lo vivimos en Mondragón, no tengamos que estudiar la ciencia administrativa de los organismos oficiales, tal vez tengamos de cambiar de referencias y acercarnos a las empresas competentes del mundo y estudiar sus técnicas para aplicarlas a la realidad municipal. Una empresa de empresas, una empresa con objetivos sociales y humanos. Una nueva empresa que sea motor de progreso humano. Posiblemente será difícil encontrar una Misión más interesante que esta de ser empresarios municipales. Decía un sabio español que los grandes logros no serán fruto de las grandes estructuras, sino que la humanidad avanzará por la acción de gente humilde, en lugares sencillos que hagan cosas simples. Se hace camino al andar. Las capitales del mundo gestionan el poder, los pueblos pequeños crean valor. La Armonía consiste en el constante equilibrio entre la Belleza de decir Sí y la Grandeza de decir No" Rosana Agudo