ACOGIMIENTO FAMILIAR: UNA APUESTA REAL O SÓLO UN ESPEJISMO Juan Antonio García Molina Presidente de la Asociación para la promoción del Acogimiento Familiar en Andalucía (APRAF-A) Han pasado ya dos décadas desde que el acogimiento familiar se introdujera por primera vez de forma legal en la ley 21/87, la denominada ley de adopción. Cabría pensar que con una trayectoria de más de veinte años estaría completamente asentado en nuestra proceder profesional como una medida firme dentro de los Servicios de Protección de Menores. Sin embargo, aún no ha encontrado la posición de importancia que todos le auguraban y sigue dando quebraderos de cabeza a los responsables de la administración y los profesionales que estamos involucrados en su promoción y desarrollo. Cualquier análisis que se realice sobre el tema, debe partir de una premisa que jamás hay que obviar y que ayudará a encuadrar el resto de reflexiones de este artículo: la repercusión fundamental que la familia ejerce en el éxito de la adecuada integración de un niño en la sociedad. Con esto, hablo de satisfacer en el menor las necesidades básicas para un desarrollo óptimo: seguridad afectiva y económica, identificación con un grupo de personas en el que se diferencien los roles y transmitan nociones básicas de convivencia (organización, orden, autoridad, etc.) y dotación de respuestas adaptativas para la interacción social. Por ello, en la intervención con la infancia hay que priorizar la integración familiar por encima de otra modalidad de agrupación socializadora. En este momento, es esencial la reflexión sobre el tipo de protección que cómo sociedad moderna en la que vivimos ofrecemos a los menores para asegurar su bienestar, sobre todo en aquellos casos en los que se encuentran en un situación de indefensión y/o maltrato, ofreciendo las alternativas educativas que requieren. Por eso, en lo que respecta a estos menores, el acogimiento familiar se perfila como figura idónea para muchos de ellos. De este modo, hay que aunar esfuerzos para que esta tipología de integración familiar sea, de una vez por todas, un recurso afianzado dentro de nuestra intervención. Antes de profundizar en las singularidades del mismo, hay que dejar constancia de que es una labor con una implicación personal exigente, es decir, las personas que se embarcan en este reto deben poseer un arraigado compromiso solidario. Es difícil medir cuántas familias estarían dispuestas a acometer esta tarea; en la actualidad, el número de personas es muy reducido. No obstante, consideramos que existen muchas familias que aún no han tomado contacto con esta realidad y que estarían interesadas en iniciar un proyecto de acogimiento. En este sentido, una de las causas fundamentales por las que no ha calado suficientemente en la población es el desconocimiento, el aislamiento en el que esta sumido. Por ello, dentro del margen de maniobra que poseemos los profesionales de los servicios sociales, es necesario poner nuestro granito de arena para que el acogimiento familiar se arraigue en nuestro entorno. La apuesta de la asociación APRAF-A es la de promover el acogimiento familiar en Jaén y que la atención a la infancia desde este ámbito ofrezca la calidad que se merece. Partiendo de las consideraciones previas, el objetivo siguiente es el realizar un análisis detallado de las dificultades existentes en la medida de acogimiento familiar y que han impedido que hasta la fecha no tenga el lugar de privilegio que requiere. Y por otro lado, plantear aquellas actuaciones que puedan resolverlas o al menos paliar la situación: 1) Complejidad de la medida: presencia de múltiples agentes implicados en el mismo (familia biológica, niño, familia acogedora y distintos equipos de profesionales) que hacen la intervención muy compleja, ya que surgen variados y encontrados puntos de vista. Para que el desarrollo del acogimiento se produzca de una forma clara, en la que cada componente conozca sus funciones, es necesario que la ejecución del programa se realice a través de una coordinación continua entre todos los componentes implicados y la actuación desde el planteamiento de expectativas realistas y ajustadas a las características propias del acogimiento familiar. También es primordial que la derivación de los menores para acogimiento se haga con la mayor celeridad posible para disminuir los riesgos en el proceso y que las condiciones sean las más adecuadas para éxito. De esta forma, los profesionales y familias deberán realizar una formación acorde a los requerimientos que tendrán en el proceso. 2) Escasez de familias acogedoras: con lo que supone un reducido abanico de posibilidades para dar cobertura a todos los niños susceptibles de acogimiento. Este es el mayor lastre de la intervención en este sector. No supone una novedad las dificultades para encontrar familias que se embarquen en un proyecto tan exigente. Sin embargo, aunque sea un problema endémico que difícilmente pueda invertirse, hay que realizar una reflexión positiva del asunto y trabajar para detectar a aquellas personas que por desconocimiento de la medida, falta de motivación o insuficiente atención dispensada desde la adminisitración no han tenido en cuenta esta opción. La solución no es fácil, y aunque las pretensiones de captar familias dispuestas a acoger no deben ser excesivas, sí es posible aumentarlas hasta crear una bolsa suficiente que dé cobertura a los menores que lo necesiten. Como el reto es duro, el afrontamiento del mismo debe hacerse desde todos los estamentos públicos a través de una campaña publicitaria de captación y sensibilización, pero también, desde la responsabilidad que cada persona asuma para hacer llegar a todos los hogares la información que permita conocer la existencia del acogimiento, y aún más, como profesionales que trabajamos en los Servicios Sociales. En este sentido, actualmente vivimos un momento de importantes avances sociales que están garantizando la atención sobresaliente a los grupos de población más desfavorecidos, como ha podido ser la reciente ley de dependencia, asimismo y en igual medida, la protección de la infancia exige el mejor servicio posible sin que existan carencias que la condicionen negativamente. 3) Auge de la adopción internacional: como consecuencia quedan en inferioridad otras formas de dedicación a los niños/as. Esta situación más que una deficiencia del acogimiento familiar es una realidad que no tiene objeción alguna, si embargo, influye indirectamente en el mismo impidiendo que aquellas personas con una motivación solidaria hacia los infantes tengan acceso a la misma, ya que vuelcan su esfuerzo en la adopción sin sopesar otras posibilidades que pudiesen encajar en su proyecto familiar. 4) Falta de visibilidad del acogimiento familiar:. No existe una cultura de acogimiento, ni tampoco el conocimiento de cuáles son los pasos y objetivos del mismo. Las medidas para modificar este escenario deben provenir de varios frentes: a) Los profesionales deben subrayar en su quehacer cotidiano el enorme beneficio que el acogimiento familiar reporta al desarrollo evolutivo del niño/a. Ser conscientes de que cuando un menor crece en un entorno familiar con referentes seguros, permitiendo que no rompa con sus orígenes, se logra que todas sus vivencias, traumáticas o no, las elabore paulatinamente, consiguiendo de esta forma que la identidad del niño no se vea cercenada y mantenga una línea vital coherente dentro de su agitada existencia. b) Campañas de sensibilización en los medios de comunicación desde las distintas administraciones para que tenga calado en toda la población. c) Ampliación de la literatura científica entorno al acogimiento familiar, las investigaciones teóricas realizadas hasta la actualidad han sido mínimas. Es necesario que se faciliten unas bases sólidas sobre las que construir la intervención. d) Importación de modelos de otros países con una larga experiencia en acogimiento que faciliten la conexión con los ciudadanos y descartemos fórmulas vacuas. e) La inclusión formal del acogimiento familiar en la información que desde los distintos niveles de los servicios sociales se dé a la población. f) Modificación de la denominación de “familia acogedora” por “familia educadora”, siendo un concepto más concreto con la medida en cuestión sin que se confunda con otro tipo de colaboraciones. CONCLUSIONES Todas las aportaciones ofrecidas en este artículo son una visión particular de la situación vigente del acogimiento. Existen otras y mucho más acertadas, por lo que abogo para que se creen espacios donde se compartan experiencias que enriquezcan nuestro ejercicio profesional, pero no sólo de los profesionales implicados directamente en el proceso sino también de aquellos que se vean afectados en el mismo (centros de protección, servicios sociales comunitarios, etc.) Lógicamente, el acogimiento familiar en familia ajena está en un momento de creciente expansión. Por lo tanto, hay que afianzar los puntales de la intervención para que se consolide definitivamente como una medida alternativa a la familia biológica. Los mayores esfuerzos deben dirigirse a concienciar a la población jiennense para incrementar el número de familias solicitantes de acogimiento, con lo que supondrá para los profesionales tener más opciones para realizar las propuestas más adecuadas a las necesidades de los niños. Hay que hacer mención a las familias que ya se encuentran acogiendo a menores y valorar la encomiable labor que realizan. Es necesario otorgarles el reconocimiento que merecen, teniendo en cuenta las importantes funciones educadoras que realizan, dándole todo el apoyo y la empatía que merecen. Evidentemente el desafío es de enorme envergadura. Todo esto será posible si cada uno de nosotros, como profesionales vinculados a la infancia, colaboramos para ir poniendo los ladrillos que construyan una verdadera cultura de acogimiento familiar, siendo los primeros en hacer ver a la población la importancia de que un niño o niña reciba toda la dedicación posible para que en el futuro sea la persona autónoma y responsable que necesita la ciudadanía. BIBLIOGRAFÍA • AMORÓS, P.; PALACIOS, J.(2004): “Acogimiento Familiar”, Madrid: Alianza Editorial, S.A. • AMOROS, P (2003), conferencia. “Jornadas Andaluzas sobre Acogimiento Familiar”, Sevilla: Dirección General de infancia y Familia, Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía. Decreto 282/2002 “Acogimiento Familiar y Adopción” (2003). Sevilla: Dirección General de infancia y Familia, Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía.