TRABAJO AUTÓNOMO E IGUALDAD EFECTIVA DE MUJERES Y HOMBRES: UN NUEVO ENFOQUE INSTITUCIONAL Enrique Cabero Morán Profesor Titular de Derecho del Trabajo Universidad de Salamanca 1. DERECHOS CONSTITUCIONALES Y PRESTACIÓN DE TRABAJO. El artículo 1.1 de la Constitución Española de 1978 (CE) afirma que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Esta proclamación, de extraordinaria importancia, sustituye plenamente el modelo de Estado precedente y origina una serie de consecuencias y transformaciones de gran calado en todos los sentidos y, cómo no, muy especialmente en el ámbito de las relaciones laborales. Baste como elementos paradigmáticos de esta afirmación, en tanto que efectos directos de la cláusula de Estado social y democrático de Derecho, el realce de la función constitucional del sindicato, definida en el mismo título preliminar (art. 7 CE), y el mandato a los poderes públicos de garantizar que la libertad y la igualdad de los individuos y los grupos en los que se integran sean reales y efectivas, no meramente formales (art. 9.2 CE). Ha de tenerse en cuenta también que la CE opta por la economía de mercado, quizá más exactamente por una economía social de mercado, partiendo del reconocimiento como derechos cívicos de la propiedad privada (art. 33.1 CE), cuyo contenido lo delimitará su función social (véanse básicamente los arts. 33.2 y 128.1 CE), y de la libertad de empresa (art. 38 CE). En este modelo se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica (art. 128.2 CE), se encarga a los poderes públicos la promoción del progreso social y económico, de la distribución equitativa de la renta regional y personal y del pleno empleo (art. 40 CE), se concibe un sistema tributario que sirva de vehículo de distribución de la renta (arts. 31, 131.1 y 133 CE), se introducen mandatos directos e inequívocos a los poderes públicos de intervención y se incorpora la planificación económica concertada (art. 131.1 CE). Asimismo, la Constitución Española, en sintonía con el modelo de Estado definido, incorpora en su detallado catálogo de derechos aquellos cuyo contenido dispone de carácter específicamente laboral y de seguridad social. Esta constitucionalización resulta coherente con la llevada a cabo años atrás en los diseños pioneros de Estado social, configurando una nueva generación de derechos, que matiza el elenco liberal inicial, resultado de la aportación doctrinal y sistematizadora de la implantación progresiva y de la culminación de las reformas sociales que comenzaron en el siglo XIX. La contemplación constitucional de los derechos específicamente laborales (siguiendo la afortunada terminología aportada por el profesor Palomeque López)1, esto es, la conformación del bloque de laboralidad de la CE, se efectúa en el título I a través de su proclamación, según los casos, como derechos fundamentales y libertades públicas, derechos y deberes de los ciudadanos y principios rectores de la política social y económica. Se reconocen así como derechos fundamentales y libertades públicas el derecho de los penados a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social (art. 25.2), la libertad sindical (arts. 7 y 28.1) y el derecho de huelga (art. 28.2), o como derechos cívicos, los derechos al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente (art. 35.1), el derecho a la negociación colectiva laboral (art. 37.1) y el derecho a la adopción de medidas de conflicto colectivo (art. 37.2). Amplían esta relación los principios rectores de la política social y económica: pleno empleo (art. 40.1), formación y readaptación profesionales (art. 40.2), seguridad e higiene en el trabajo (art. 40.2), descanso (limitación de la jornada laboral) y vacaciones retribuidas (también art. 40.2), régimen público de seguridad social para todos los ciudadanos (art. 41), salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los trabajadores españoles en el extranjero (art. 42), protección de la salud y asistencia sanitaria (art. 43), pensiones y servicios sociales para la tercera edad (art. 50), así como las previsiones de los artículos 1 El profesor Manuel Carlos Palomeque López, como él mismo recuerda en el artículo que más abajo se cita, utiliza “por vez primera la construcción técnica relativa a los derechos constitucionales laborales inespecíficos en el prólogo al libro de ROJAS RIVERO, G.P., La libertad de expresión del trabajador (Madrid, Editorial Trotta, 1991, pp. 7 a 9) para ser poco después objeto de propuesta conceptual para el debate jurídico en mi libro Los derechos laborales en la Constitución Española (Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1991, pp. 31 a 34) y ya, de modo definitivo, a partir de 1993, en las páginas de las sucesivas ediciones del Derecho del Trabajo que comparto con ÁLVAREZ DE LA ROSA, M. (Madrid, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, 11ª ed. 2003, pp. 153 y ss.), de las que el presente texto es desde luego tributario. (…)”. Véase M. C. PALOMEQUE LÓPEZ, M.C.: “Derechos fundamentales generales y relación laboral: los derechos laborales inespecíficos”, en AA.VV. (A.V. SEMPERE NAVARRO, director, y R. MARTÍN JIMÉNEZ, coordinador): El modelo social en la Constitución Española de 1978, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2003, pp. 229-248. 129.1 (participación institucional), 129.2 (participación de los trabajadores en la empresa y facilitación de su acceso a la propiedad de los medios de producción) y 131.2 (creación del Consejo Económico y Social). Este catálogo de derechos se complementa con el ejercicio y la tutela en el ámbito de la relación de trabajo de otros derechos constitucionales, de naturaleza no laboral, que, sin embargo, cuentan con manifestaciones singulares. El interesante proceso de inclusión de los derechos constitucionales inespecíficos en las relaciones laborales individuales y colectivas trae su origen, además de en la misma arquitectura de la Constitución, en los esfuerzos al respecto de la doctrina científica y jurisprudencial [por todas, las Sentencias del Tribunal Constitucional (SSTC) 120/1983, 19, 47 y 88/1985, 170/1987, 6/1988, 129/1989, 126/1990 y 143/1991] y, posteriormente, del legislador. Recuérdese, por ejemplo, la novedad que supuso la solución prevista por el art. 180 de la Ley de Procedimiento Laboral (LPL) de 1990 (art. 181 del vigente Texto Refundido de la LPL) al extender la aplicación de la modalidad procesal de tutela de los derechos de libertad sindical a “las demandas de tutela de los demás derechos fundamentales y libertades públicas, incluida la prohibición de tratamiento discriminatorio, que se susciten en el ámbito de las relaciones jurídicas atribuidas al conocimiento del orden jurisdiccional social” (véase la STC 90/1997). Incluso el ejercicio de la libertad religiosa (art. 16 CE) en el ámbito de las relaciones laborales, que, tras la entrada en vigor de la Constitución, parecía haber agotado las preocupaciones del legislador (Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos entre España y la Santa Sede de 3 de enero de 1979, ratificado por instrumento de 4 de diciembre), ha venido protagonizando novedosos Acuerdos y sus oportunos desarrollos legislativos (Acuerdos de Cooperación entre España y la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España, la Federación de Comunidades Israelitas de España y la Comisión Islámica de España, así como, respectivamente, los anexos de las Leyes 24, 25 y 26/1992). La previsión del artículo 10.2 CE, por otra parte, de que “las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades públicas que la Constitución reconoce, se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”, dispone de especial significado por lo que se refiere al Derecho del Trabajo, por obra, principalmente, de la intensa producción normativa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Por ello, durante la transición política a la democracia y sobre todo después de la entrada en vigor de la Constitución, se procede a la ratificación masiva de convenios OIT. 2. IGUALDAD EFECTIVA, TRABAJO E INDEPENDENCIA. La incorporación de las mujeres a la prestación de trabajo por cuenta ajena, también al trabajo autónomo, a la función pública o al empresariado en general, dispone de singular relevancia en materia de igualdad y no discriminación desde varias perspectivas: -La dignidad y el desarrollo de la personalidad, así como, por consiguiente, de la base imprescindible para el ejercicio de los derechos que nacen de la misma. -La consecución de autonomía económica gracias a la percepción de retribuciones (salarios, sueldos, beneficios) y, con ello, de libertad e independencia, adquiriendo una posición firme para la satisfacción de sus necesidades y la tutela de sus derechos e intereses económicos, sociales, culturales, etc. -La ocupación de posiciones óptimas para “empoderarse”, es decir, para penetrar en los núcleos o centros en los que se adoptan las principales decisiones en las empresas y las Administraciones. La realidad demuestra que sin actividad laboral, empresarial o profesional deviene prácticamente imposible el acceso a estos órganos o espacios de gobierno. Precisamente por esta relevancia, o tal vez como consecuencia de la misma, el marco de las relaciones laborales, entendido en sentido amplio, se caracteriza históricamente y en el presente por propiciar u ocultar algunos de los más graves comportamientos discriminatorios para con las mujeres. Desde el acceso al mercado de trabajo, al empleo, hasta la adopción de las decisiones relativas a la extinción del contrato de trabajo, se suceden las situaciones de desventaja y exclusión. Así, a pesar de los avances producidos, se detectan con facilidad conductas y restricciones que pasan por el encasillamiento profesional, la ignorancia dolosa de las aptitudes y la formación, el menoscabo de las condiciones de trabajo y los recortes salariales, la obstaculización de la promoción, la vinculación en exclusiva de la mujer a las tareas familiares (quedando desvirtuadas y debilitadas las medidas de conciliación de la vida familiar y laboral), la ridiculización de la maternidad y su protección (y, más recientemente, de la paternidad y la suya), el desprecio por la seguridad y la salud laboral de las mujeres (hasta con exclusión de la evaluación de los riesgos laborales o profesionales específicos), el acoso sexual y el acoso por razón de sexo, la búsqueda de mecanismos para eludir la represión de los actos discriminatorios (afortunadamente la definición del concepto de discriminación indirecta limitará este tipo de prácticas; véanse la sentencia del Tribunal Constitucional 3/2007, de 15 de enero2, y el artículo 6 de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo 3, en lo sucesivo LOI). Recuérdese que la LOI “incorpora al ordenamiento jurídico la Directiva 2002/73, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de septiembre de 2002, de modificación de la Directiva 76/207, de 9 de febrero de 1976, relativa a la aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que se refiere al acceso al empleo, a la formación y a la promoción profesionales, y a las condiciones de trabajo y la Directiva 2004/113, del Consejo, de 13 de diciembre de 2004, sobre aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en el acceso a bienes y servicios y su suministro” (disposición final cuarta). Esta aparente paradoja que describe la relación entre igualdad y trabajo retribuido o, en fin, la conclusión indiscutida de que sin éste se convierte en imposible la igualdad real y 2 “La jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas sobre la discriminación indirecta por razón de sexo ha sido acogida por la doctrina del Tribunal Constitucional. La STC 240/1999, de 20 de diciembre (FJ 6), recuerda y resume esta doctrina, señalando que «este Tribunal ha tenido ocasión de reiterar en varias resoluciones que la específica prohibición de discriminación por razón de sexo consagrada en el art. 14 CE, que contiene un derecho y un mandato antidiscriminatorio (STC 41/1999), comprende no sólo la discriminación directa, es decir, el tratamiento jurídico diferenciado y desfavorable de una persona por razón de su sexo, sino también la indirecta, esto es, aquel tratamiento formalmente neutro o no discriminatorio del que se deriva, por las diversas condiciones fácticas que se dan entre trabajadores de uno y otro sexo, un impacto adverso sobre los miembros de un determinado sexo (STC 198/1996, FJ 2; en sentido idéntico, SSTC 145/1991, 286/1994 y 147/1995)». Debe notarse que, como ha destacado este Tribunal, al igual que el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas ha declarado en numerosas resoluciones, cuando el derecho que se dice vulnerado no es el derecho a la igualdad in genere, sino su concreción en el derecho a no ser discriminado por alguno de los motivos expresamente proscritos en el art. 14 CE, no resulta necesario aportar en todo caso un tertium comparationis para justificar la existencia de un tratamiento discriminatorio y perjudicial, máxime en aquellos supuestos en los que lo que se denuncia es una discriminación indirecta. En efecto, en estos casos lo que se compara «no son los individuos», sino grupos sociales en los que se ponderan estadísticamente sus diversos componentes individuales; es decir, grupos entre los que alguno de ellos está formado mayoritariamente por personas pertenecientes a una de las categorías especialmente protegidas por el art. 14 CE, en nuestro caso las mujeres” (del fundamento jurídico 3). 3 Artículo 6. Discriminación directa e indirecta. 1. Se considera discriminación directa por razón de sexo la situación en que se encuentra una persona que sea, haya sido o pudiera ser tratada, en atención a su sexo, de manera menos favorable que otra en situación comparable. 2. Se considera discriminación indirecta por razón de sexo la situación en que una disposición, criterio o práctica aparentemente neutros pone a personas de un sexo en desventaja particular con respecto a personas del otro, salvo que dicha disposición, criterio o práctica puedan justificarse objetivamente en atención a una finalidad legítima y que los medios para alcanzar dicha finalidad sean necesarios y adecuados. 3. En cualquier caso, se considera discriminatoria toda orden de discriminar, directa o indirectamente, por razón de sexo. efectiva de las mujeres y de que en pocas facetas de la vida se dan con tanta frecuencia decisiones y comportamientos discriminatorios, ha sido tenida en cuenta con atención y solvencia por la LOI. Por ello, buena parte de sus preceptos dan respuesta a las agresiones que padece o puede padecer el derecho de igualdad en las relaciones laborales, tanto específica como inespecíficamente, hasta dispone de un título IV que responde al rótulo de “El derecho al trabajo en igualdad de oportunidades”. Asimismo, al menos dieciséis de las veintisiete normas con rango de ley que se modifican se refieren a la regulación de la prestación de trabajo y de servicios por trabajadoras por cuenta ajena y funcionarias, así como a previsiones concordantes en materia de seguridad social4. La LOI, como acaba de indicarse, dedica una especial atención a la consecución y la tutela de la igualdad efectiva de mujeres y hombres en el marco de las relaciones laborales. Disponen de especial relevancia en el ámbito de la prestación de trabajo por cuenta ajena las previsiones, derechos, valores, principios y conceptos que, con carácter general y horizontal, proclama o expresa su título preliminar (el principio de igualdad de trato entre mujeres y hombres, la determinación de las consecuencias y efectos de las conductas discriminatorias, la integración del principio de igualdad en la interpretación y aplicación de las normas, las nociones ya citadas de discriminación directa e indirecta, las cuidadas y necesarias definiciones de acoso sexual y acoso por razón de sexo, la discriminación por embarazo o maternidad, la plena legitimación de las acciones positivas, la garantía de indemnidad frente a las represalias por la presentación de una queja, reclamación, denuncia, demanda o recurso para impedir la discriminación y 4 Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial; Ley 50/1981, de 30 de diciembre, por la que se aprueba el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal; Texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo; Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales; Texto refundido de la Ley de Procedimiento Laboral, aprobado por Real Decreto Legislativo 2/1995, de 7 de abril; Texto refundido de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social, aprobado por Real Decreto Legislativo 5/2000, de 4 de agosto; Real Decreto-Ley 11/1998, de 4 septiembre, por el que se regulan las bonificaciones de cuotas a la Seguridad Social de los contratos de interinidad que se celebren con personas desempleadas para sustituir a trabajadores durante los períodos de descanso por maternidad, adopción o acogimiento; Ley 12/2001, de 9 de julio, de Medidas Urgentes de Reforma del Mercado de Trabajo para el incremento del empleo y la mejora de su calidad; Ley 56/2003, de 16 de diciembre, de Empleo; Texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de junio; Ley 30/1984, de 2 de agosto, de Medidas para la Reforma de la Función Pública; Ley 17/1999, de 18 de mayo, de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas; Ley de Funcionarios Civiles del Estado, aprobado por Decreto 315/1964, de 7 de febrero; Ley 55/2003, del Estatuto Marco del Personal Estatutario de los Servicios de salud; Texto refundido de la Ley sobre Seguridad Social de los Funcionarios Civiles del Estado, aprobada por Real Decreto Legislativo 4/2000, de 23 de junio, y Ley 42/1999, de 25 de noviembre, de Régimen del Personal del Cuerpo de la Guardia Civil. lograr el cumplimiento efectivo del principio de igualdad efectiva de mujeres y hombres, así como el reforzamiento, también en el seno del contenido esencial del derecho a la tutela judicial efectiva, de los cauces y técnicas procesales para la tutela del derecho a la igualdad). Hasta entre estos preceptos iniciales se halla uno que remite directamente a las relaciones laborales al reconocer el principio de igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres, aplicable en el empleo privado y en el público, “en el acceso al empleo, incluso al trabajo por cuenta propia, en la formación profesional, en la promoción profesional, en las condiciones de trabajo, incluidas las retributivas y las de despido, y en la afiliación y participación en las organizaciones sindicales y empresariales, o en cualquier organización cuyos miembros ejerzan una profesión concreta, incluidas las prestaciones concedidas por las mismas” (art. 5, primer párrafo, LOI). Con todo, y con independencia de la reforma concordante de las leyes mencionadas para la búsqueda de la igualdad efectiva en las relaciones laborales y en las funcionariales, la LOI dedica, como se ha anunciado más arriba, el título IV al derecho al trabajo en igualdad de oportunidades. Aborda la promoción y la garantía de la igualdad efectiva desde el momento previo a la contratación hasta la extinción del contrato de trabajo, en su caso, pasando naturalmente por las condiciones de trabajo. Opta el legislador por fijar y reconocer principios y derechos que requieren un desarrollo completo y pormenorizado en la legislación laboral y de Seguridad Social, de ahí las numerosas modificaciones aprobadas. Sobresalen, en este sentido, por su relevancia e intensidad las introducidas en el Estatuto de los Trabajadores (ET, la disposición adicional décimo primera LOI modifica trece artículos y añade un artículo y dos disposiciones adicionales), la Ley General de la Seguridad Social (LGSS, la disposición adicional decimoctava LOI modifica diecisiete artículos y cinco disposiciones adicionales y añade cinco artículos y la disposición adicional cuadragésima cuarta), la Ley de Procedimiento Laboral (LPL, la disposición adicional decimotercera LOI modifica siete artículos), la Ley de Infracciones y Sanciones en el Orden Social (LISOS, la disposición adicional decimocuarta LOI modifica tres artículos5 y añade uno6) y la Ley de Prevención de 5 Se tipifican como infracción grave en materia de relaciones laborales “no cumplir las obligaciones que en materia de planes de igualdad establecen el Estatuto de los Trabajadores o el convenio colectivo que sea de aplicación” (nuevo apartado 13 del art. 7 LISOS) y como infracciones muy graves “las decisiones unilaterales de la empresa que impliquen discriminaciones directas o indirectas desfavorables por razón de edad o discapacidad o favorables o adversas en materia de retribuciones, jornadas, formación, Riesgos Laborales (LPRL, la disposición adicional duodécima LOI modifica dos artículos). Entre los derechos y principios contemplados y las categorías definidas en el título IV se encuentran los programas de mejora de la empleabilidad de la mujer (art. 42 LOI), la promoción de la igualdad en la negociación colectiva (art. 43 LOI), los derechos de conciliación de la vida personal, familiar y laboral (art. 44 LOI), los planes de igualdad de las empresas y otras medidas de promoción de la igualdad (arts. 45 a 47 y 49 LOI) y, singularmente, las medidas para prevenir el acoso sexual y el acoso por razón de sexo en el trabajo (art. 48 LOI), así como el distintivo empresarial en materia de igualdad (art. 50 LOI)7. La prestación de trabajo o de servicios por los empleados públicos cuenta asimismo con referencias y soluciones normativas pensadas ad hoc. Los empleados públicos que promoción y demás condiciones de trabajo, por circunstancias de sexo, origen, incluido el racial o étnico, estado civil, condición social, religión o convicciones, ideas políticas, orientación sexual, adhesión o no a sindicatos y a sus acuerdos, vínculos de parentesco con otros trabajadores en la empresa o lengua dentro del Estado español, así como las decisiones del empresario que supongan un trato desfavorable de los trabajadores como reacción ante una reclamación efectuada en la empresa o ante una acción administrativa o judicial destinada a exigir el cumplimiento del principio de igualdad de trato y no discriminación”, “el acoso por razón de origen racial o étnico, religión o convicciones, discapacidad, edad y orientación sexual y el acoso por razón de sexo, cuando se produzcan dentro del ámbito a que alcanzan las facultades de dirección empresarial, cualquiera que sea el sujeto activo del mismo, siempre que, conocido por el empresario, éste no hubiera adoptado las medidas necesarias para impedirlo” y “no elaborar o no aplicar el plan de igualdad, o hacerlo incumpliendo manifiestamente los términos previstos, cuando la obligación de realizar dicho plan responda a lo establecido en el apartado 2 del artículo 46 bis de esta Ley” (nuevos apartados 12, 13 bis y 17 LISOS). Se modifica asimismo el art. 46 LISOS, relativo a la sanciones accesorias, para incorpora la necesaria referencia al nuevo art. 46 bis (apartado 3 de la disposición adicional decimocuarta LOI). 6 El nuevo artículo de la LISOS es el 46 bis, “Responsabilidades empresariales específicas”, que dota de contenido a la igualmente nueva Subsección tercera bis del capítulo IV, titulada “Responsabilidades en materia de igualdad” 7 Artículo 50. Distintivo para las empresas en materia de igualdad. 1. El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales creará un distintivo para reconocer a aquellas empresas que destaquen por la aplicación de políticas de igualdad de trato y de oportunidades con sus trabajadores y trabajadoras, que podrá ser utilizado en el tráfico comercial de la empresa y con fines publicitarios. 2. Con el fin de obtener este distintivo, cualquier empresa, sea de capital público o privado, podrá presentar al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales un balance sobre los parámetros de igualdad implantados respecto de las relaciones de trabajo y la publicidad de los productos y servicios prestados. 3. Reglamentariamente, se determinarán la denominación de este distintivo, el procedimiento y las condiciones para su concesión, las facultades derivadas de su obtención y las condiciones de difusión institucional de las empresas que lo obtengan y de las políticas de igualdad aplicadas por ellas. 4. Para la concesión de este distintivo se tendrán en cuenta, entre otros criterios, la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los órganos de dirección y en los distintos grupos y categorías profesionales de la empresa, la adopción de planes de igualdad u otras medidas innovadoras de fomento de la igualdad, así como la publicidad no sexista de los productos o servicios de la empresa. 5. El Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales controlará que las empresas que obtengan el distintivo mantengan permanentemente la aplicación de políticas de igualdad de trato y de oportunidades con sus trabajadores y trabajadoras y, en caso de incumplirlas, les retirará el distintivo. tienen la consideración de trabajadores por cuenta ajena se rigen con carácter general, salvo cuando alguna disposición específica prevea lo contrario, por la legislación laboral. Las novedades incorporadas en este campo por la LOI consiguientemente despliegan sus efectos en las Administraciones públicas. Mas el legislador no se limita a regular esta materia sólo para el personal laboral, sino que la trata con ánimo de exhaustividad e introduce novedades sustanciales respecto de los funcionarios directamente en la LOI y mediante las reformas que ésta efectúa en las correspondientes normas con rango de ley, también las dedicadas a los funcionarios militares (Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial, Ley 50/1981, de 30 de diciembre, por la que se aprueba el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, Ley 30/1984, de 2 de agosto, de Medidas para la Reforma de la Función Pública, Ley 17/1999, de 18 de mayo, de Régimen del Personal de las Fuerzas Armadas, Ley de Funcionarios Civiles del Estado de 1964, Ley 55/2003, del Estatuto Marco del Personal Estatutario de los Servicios de salud y Ley 42/1999, de 25 de noviembre, de Régimen del Personal del Cuerpo de la Guardia Civil). El legislador en materia de funcionarios sigue el mismo método que con la legislación laboral. Fija, por tanto, los derechos, principios y categorías en el título V LOI, al que rotula “El principio de igualdad en el empleo público” y que estructura en cinco capítulos: “Criterios de actuación de las Administraciones públicas”, “El principio de presencia equilibrada en la Administración General del Estado y en los organismos públicos vinculados y dependientes de ella”, “Medidas de igualdad en el empleo para la Administración General del Estado y para los organismos públicos vinculados o dependientes de ella”, “Fuerzas Armadas” y “Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”. Posteriormente, la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto del Empleado Público (EEP), ha venido a insistir y desarrollar las previsiones de título V LOI. Ha de llamarse la atención, por ejemplo, sobre el contenido de la disposición adicional octava EEP, que adapta la doble fórmula inicialmente diseñada para la legislación laboral (medidas para la igualdad/planes de igualdad), que protagoniza el siguiente apartado, para su obligada aplicación en las Administraciones para todos los empleados públicos8. 8 1. Las Administraciones Públicas están obligadas a respetar la igualdad de trato y de oportunidades en el ámbito laboral y, con esta finalidad, deberán adoptar medidas dirigidas a evitar cualquier tipo de discriminación laboral entre mujeres y hombres. 4. TRABAJO AUTÓNOMO E IGUALDAD EFECTIVA. NOVEDADES EN ESPAÑA Y EN LA UNIÓN EUROPEA. 4.1 El nuevo enfoque institucional del trabajo autónomo. El legislador, influido por el relevante debate nacional e internacional, político, social y económico sobre el trabajo autónomo, cambia recientemente su perspectiva sobre el asunto y se centra en la prestación de trabajo, desde una perspectiva material o socioeconómica. Detecta así la orfandad normativa de la prestación de trabajo autónomo y la analiza desde los principios, los conceptos y las soluciones nacidas en la conformación histórica y actual del Derecho del Trabajo. La exclusión del trabajo autónomo o por cuenta propia en la reflexión teórica que llevó a la delimitación del objeto de atención y, por ello, de regulación por el Derecho del Trabajo, lo condujo a su dilución en un mar normativo, cada vez más proceloso, regido en su tráfico principalmente por el Derecho Civil y el Mercantil. Seguramente, además, el trabajo autónomo nunca ha sido tan complejo como ahora. El crecimiento decidido del tercer género de trabajadores autónomos, el de aquellos que se consideran sin vacilar trabajadores, relativizando social y hasta psicológicamente los caracteres esenciales y definidores de su prestación de trabajo, pide una profundización en las construcciones legales y doctrinales al respecto. No puede negarse el peso social de quienes, a diferencia de los trabajadores autónomos que subrayan su dimensión empresarial o de los que acuden a esta figura para dar cobertura al ejercicio de una profesión liberal, prestan su trabajo autónomo o por cuenta propia entendiendo que han optado por crear su propio puesto de trabajo. Resulta de este nuevo enfoque institucional la promulgación de la Ley 20/2007, de 11 de julio, del Estatuto del Trabajo Autónomo (LETA)9. Destaca la relectura que efectúa la LETA de buena parte de los derechos constitucionales de contenido laboral, incluidos aquellos que se reconocen vinculados a los principios rectores de la política social y económica. Precisamente esta relectura, 2. Sin perjuicio de lo dispuesto en el apartado anterior, las Administraciones Públicas deberán elaborar y aplicar un plan de igualdad a desarrollar en el convenio colectivo o acuerdo de condiciones de trabajo del personal funcionario que sea aplicable, en los términos previstos en el mismo. 9 Véase la fundamentación conceptual en la que se basa este apartado en CABERO MORÁN, E. y CORDERO GONZÁLEZ, J., “Trabajo autónomo y prevención de riesgos laborales. Reflexiones y propuestas para el debate”, en Documentación Laboral, núm. 85, 2009, pp. 51-87. hábil y creativa, explicada con claridad en el Exposición de Motivos de la LETA10, justifica la propia aprobación de un Estatuto para el Trabajo Autónomo y la articulación de un régimen profesional común y de otro, una suerte de modalidad del anterior, del trabajador autónomo económicamente dependiente. Y es que el ordenamiento asume sin ambages la desigualdad material existente habitualmente en el mercado entre los trabajadores autónomos y sus clientes, singularmente propiciada por los excesos en la aplicación empresarial de la descentralización productiva y la reducción de las plantillas, sobre todo cuando se constata la dependencia económica. En gran medida, el éxito de términos como autoempleo o autoempleado, recogidos legalmente (artículo 25 de la Ley 56/2003, de 16 de diciembre, de Empleo), o de la expresión trabajo autónomo económicamente dependiente, responde a esta realidad. Y no se trata de un criterio de diferenciación artificioso, sino de un hecho cierto que ha sido acogido por el legislador. Examínese, en este sentido, la solución que ofrece el artículo 19.1 LETA acerca de las organizaciones que actúan en defensa y promoción de los derechos e intereses de los trabajadores autónomos. No se está ante una propuesta realmente nueva (recuérdese el artículo 3.1 LOLS), excepto en lo que se refiere, y no parece baladí, a la intención del legislador de potenciar las asociaciones profesionales de trabajadores autónomos. No es casual que el modelo ofrezca a los trabajadores autónomos, con la matización vinculada a la exclusión de la titularidad de la libertad sindical de aquellos que tengan la condición de empleadores, tres posibilidades, según 10 La Exposición de Motivos de la LETA afirma que “El trabajo autónomo se ha venido configurando tradicionalmente dentro de un marco de relaciones jurídicas propio del derecho privado, por lo que las referencias normativas al mismo se hallan dispersas a lo largo de todo el Ordenamiento Jurídico. En este sentido, la Constitución, sin hacer una referencia expresa al trabajo por cuenta propia, recoge en algunos de sus preceptos derechos aplicables a los trabajadores autónomos. Así, el artículo 38 de la Constitución reconoce la libertad de empresa en el marco de una economía de mercado; el artículo 35, en su apartado 1, reconoce para todos los españoles el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo; el artículo 40, en su apartado 2, establece que los poderes públicos fomentarán una política que garantice la formación y readaptación profesionales, velarán por la seguridad e higiene en el trabajo y garantizarán el descanso necesario mediante la limitación de la jornada laboral, las vacaciones periódicas retribuidas y la promoción de centros adecuados; finalmente, el artículo 41 encomienda a los poderes públicos el mantenimiento de un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad. Estas referencias constitucionales no tienen por qué circunscribirse al trabajo por cuenta ajena, pues la propia Constitución así lo determina cuando se emplea el término «españoles» en el artículo 35 o el de «ciudadanos» en el artículo 41, o cuando encomienda a los poderes públicos la ejecución de determinadas políticas, artículo 40, sin precisar que sus destinatarios deban ser exclusivamente los trabajadores por cuenta ajena”. su percepción de las características de su prestación de trabajo y, por tanto, de la mejor defensa de sus intereses colectivos. Así las cosas, los trabajadores autónomos son titulares de los derechos a afiliarse al sindicato o asociación empresarial de su elección, en los términos establecidos en la legislación correspondiente, así como a afiliarse y fundar asociaciones profesionales específicas de trabajadores autónomos sin autorización previa (véanse los artículos 19 a 22 LETA). Ha de advertirse nuevamente, con todo, que una exageración en el método de aproximación práctica al trabajo autónomo desde el trabajo por cuenta ajena puede presentar riesgos en la aplicación y desarrollo de la LETA. La construcciones doctrinal y legal de los conceptos de trabajo por cuenta ajena y de trabajo por cuenta propia o autónomo devienen firmes y singularmente útiles en este contexto. No sucumben, ni siquiera por la existencia de zonas grises, muchas de ellas generadas en ocasiones por decisiones forzadas y opinables del legislador. Más al contrario, la aprobación de un Estatuto del Trabajo Autónomo demanda el fortalecimiento de las innegables fronteras jurídicas y socioeconómicas. Se pretende dotar al trabajo autónomo de un Estatuto del que nunca ha dispuesto. La socavación de la legislación laboral devendría en el fracaso de esta loable iniciativa legal. Tampoco favorece la consolidación de la LETA la tentación de trasladar miméticamente a la prestación de trabajo autónomo las previsiones de la legislación laboral. La aplicación con éxito de la LETA exige un esfuerzo sobresaliente en la construcción plena del modelo, pendiente en gran medida del desarrollo reglamentario y de las aportaciones de la doctrina científica y jurisprudencial. No obstante, la necesidad de buscar categorías y modelos ad hoc no implica el desinterés por la legislación laboral, convertida en referente genérico. No puede ni debe obviarse la atracción que produce el Derecho del Trabajo hacia todo tipo de prestación de trabajo. La regulación de las relaciones funcionariales, cada vez más laboralizada en muchos de sus aspectos, suponen un buen ejemplo de lo dicho. El empleo medido del aparato conceptual iuslaboralista, al margen de confusiones buscadas o inconscientes, será especialmente útil, principalmente por la histórica relación de complementariedad entre trabajo por cuenta ajena y por cuenta propia y su repercusión en la legislación laboral. No en vano, el artículo 17 LETA establece, en su apartado 1, que “Los órganos jurisdiccionales del orden social serán los competentes para conocer las pretensiones derivadas del contrato celebrado entre un trabajador autónomo económicamente dependiente y su cliente”, y, en su apartado 2, que “Los órganos jurisdiccionales del orden social serán también los competentes para conocer de todas las cuestiones derivadas de la aplicación e interpretación de los acuerdos de interés profesional, sin perjuicio de lo dispuesto en la legislación de defensa de la competencia”. 4.2 Derechos constitucionales, igualdad efectiva y prestación de trabajo autónomo. El artículo 4.1 LETA, por las razones explicadas en el apartado anterior y haciendo uso de construcciones conceptuales surgidas del estudio de la relación de trabajo por cuenta ajena y de la aplicación de la legislación laboral, afirma que “Los trabajadores autónomos tienen derecho al ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas reconocidos en la Constitución Española y en los tratados y acuerdos internacionales ratificados por España sobre la materia”. Se entiende que la aportación esencial de este precepto supone el reconocimiento expreso de este singular “derecho” (derecho al ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas) en una ley relativa a la definición del nuevo régimen profesional del trabajo autónomo. En otras palabras, lo que pretende remarcar el legislador es que los derechos fundamentales y libertades públicas de los que devienen titulares los trabajadores autónomos como personas y ciudadanos rigen plenamente en su régimen profesional. Por su parte, los apartados 2 y 3 del artículo 4 LETA ordenan en sendos elencos derechos constitucionales laborales e inespecíficamente laborales, conforme a la noción y a la terminología explicada al inicio de estas páginas, llevando a efecto la relectura mencionada de preceptos constitucionales que se habían identificado hasta ahora única o principalmente con la prestación de trabajo por cuenta ajena. Se señala así en el apartado 2 que “El trabajador autónomo tiene los siguientes derechos básicos individuales, con el contenido y alcance que para cada uno de ellos disponga su normativa específica: a) Derecho al trabajo y a la libre elección de profesión u oficio. b) Libertad de iniciativa económica y derecho a la libre competencia. c) Derecho de propiedad intelectual sobre sus obras o prestaciones protegidas”. Y finalmente, en el apartado 3, se añade que “En el ejercicio de su actividad profesional, los trabajadores autónomos tienen los siguientes derechos individuales: a) A la igualdad ante la ley y a no ser discriminados, directa o indirectamente, por razón de nacimiento, origen racial o étnico, sexo, estado civil, religión, convicciones, discapacidad, edad, orientación sexual, uso de alguna de las lenguas oficiales dentro de España o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. b) A no ser discriminado por razones de discapacidad, de conformidad con lo establecido en la Ley 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad. c) Al respeto de su intimidad y a la consideración debida a su dignidad, así como a una adecuada protección frente al acoso sexual y al acoso por razón de sexo o por cualquier otra circunstancia o condición personal o social. d) A la formación y readaptación profesionales. e) A su integridad física y a una protección adecuada de su seguridad y salud en el trabajo. f) A la percepción puntual de la contraprestación económica convenida por el ejercicio profesional de su actividad. g) A la conciliación de su actividad profesional con la vida personal y familiar, con el derecho a suspender su actividad en las situaciones de maternidad, paternidad, riesgo durante el embarazo, riesgo durante la lactancia y adopción o acogimiento, tanto preadoptivo como permanente o simple, de conformidad con el Código Civil o las leyes civiles de las Comunidades Autónomas que lo regulen, siempre que su duración no sea inferior a un año, aunque éstos sean provisionales, en los términos previstos en la legislación de la Seguridad Social. h) A la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, de conformidad con la legislación de la Seguridad Social, incluido el derecho a la protección en las situaciones de maternidad, paternidad, riesgo durante el embarazo, riesgo durante la lactancia y adopción o acogimiento, tanto preadoptivo como permanente o simple, de conformidad con el Código Civil o las leyes civiles de las Comunidades Autónomas que lo regulen, siempre que su duración no sea inferior a un año, aunque éstos sean provisionales. i) Al ejercicio individual de las acciones derivadas de su actividad profesional. j) A la tutela judicial efectiva de sus derechos profesionales, así como al acceso a los medios extrajudiciales de solución de conflictos. k) Cualesquiera otros que se deriven de los contratos por ellos celebrados”. La mayor parte de los derechos subjetivos que enumera el artículo 4.3 LETA, reconocidos para su ejercicio en la actividad profesional del trabajador autónomo, están vinculados a la consecución de la igualdad efectiva de mujeres y hombres en este ámbito de la prestación de trabajo. De manera evidente, la LETA busca de esta manera la mayor aproximación posible en esta materia de las soluciones normativas, jurisprudenciales y doctrinales propias de la prestación de trabajo asalariado y las correspondientes al trabajo autónomo. Se llega incluso a contemplar una remisión general útil pero excesivamente imprecisa para algunos supuestos, que exige, por tanto, un esfuerzo integrador en su aplicación al caso concreto: “En relación con el derecho a la igualdad y no discriminación por razón de sexo se estará a lo previsto en la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres” (artículo 6.5 LETA). Estas previsiones de la LETA se ven complementadas con otras relativas al régimen profesional del trabajo autónomo económicamente dependiente. Han de recordarse en este punto los preceptos dedicados a la conciliación de la vida familiar, personal y profesional (artículo 14.4) y, naturalmente, a las mujeres trabajadoras autónomas víctimas de violencia de género (artículos 14.5 y 15.1.g). 4.3 El debate sobre la igualdad en el trabajo autónomo en la Unión Europea. El 29 de abril de 2010 se aprobó en Bruselas un interesante Dictamen del Comité Económico y Social Europeo (CESE) titulado “Nuevas tendencias del trabajo autónomo: el caso específico del trabajo autónomo económicamente dependiente”. Se trata de un dictamen de iniciativa del que ha sido ponente José María Zufiaur Narvaiza. Este documento “trata de las definiciones que diversos organismos europeos han realizado sobre las diversas formas del trabajo autónomo. Pero, específicamente, analiza de forma prácticamente monográfica las tendencias más recientes que afectan al trabajo "parasubordinado", también denominado "trabajo autónomo económicamente dependiente". Las reflexiones relativas al trabajo autónomo económicamente dependiente responden al deseo de comprender mejor las evoluciones del trabajo autónomo independiente, que, bajo el efecto de profundos cambios tanto económicos como sociales, ha evolucionado más allá de las formas tradicionales de trabajo autónomo reconocidas desde hace tiempo en los países de la Unión Europea”. El método seguido en su elaboración se corresponde (o, tal vez sería más apropiado decir, se inspira, por razones vinculadas al promotor y ponente, en el utilizado en España para la aprobación de la LETA) con el nuevo enfoque institucional del trabajo autónomo que se ha venido comentando en este apartado. Seguramente por esto, el dictamen del CESE se centra en el trabajo autónomo económicamente dependiente, porque “más allá de los riesgos que entraña, el reconocimiento del trabajo autónomo económicamente dependiente es, en todos los Estados que lo han adoptado, el medio de otorgar una mayor protección jurídica a trabajadores que no son, desde un punto de vista jurídico, asalariados, sino autónomos, colocados sin embargo en una situación tal que no pueden disfrutar de la protección económica que les daría la posibilidad de trabajar para una multiplicidad de clientes. En esta medida, el reconocimiento del trabajo autónomo económicamente dependiente, más allá de la protección en términos de seguridad social y del régimen profesional que puede favorecer, puede ser también un medio para reforzar el espíritu de empresa. Además, el reconocimiento del trabajo autónomo económicamente dependiente para equilibrar la relación contractual que une al trabajador con su cliente tenderá naturalmente a reducir la presión económica que pesa sobre el trabajador y a promover un servicio de mejor calidad para el consumidor final”. El dictamen recuerda, así las cosas, que “La Unión Europea se ocupa desde hace ya varios años de la protección de los trabajadores autónomos. Es posible citar a este respecto la Recomendación del Consejo de 18 de febrero de 2003 relativa a la mejora de la protección de la salud y la seguridad en el trabajo de los trabajadores autónomos (2003/134/CE). Los desafíos relacionados con la protección de los trabajadores autónomos pueden verse ilustrados también en los debates en curso sobre la propuesta de nueva directiva relativa a la aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres que ejerzan una actividad autónoma”. Nuevamente el derecho de igualdad y la prevención de riesgos laborales abren sendas poco exploradas en los debates conducentes a la elaboración de normas en la Unión Europea, ahora en el mundo del trabajo autónomo, gran olvidado en estas y en otras materias por las legislaciones de buena parte de los Estados miembros. Con todo, la Unión Europea se anticipó a estas recientes propuestas con la Directiva 86/613/CEE, del Consejo de 11 de diciembre de 1986, relativa a la aplicación del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres que ejerzan una actividad autónoma, incluidas las actividades agrícolas, así como sobre la protección de la maternidad. Esta directiva “va dirigida, de acuerdo con las disposiciones que siguen, a garantizar la aplicación, en los Estados miembros, del principio de la igualdad de trato entre hombres y mujeres que ejerzan una actividad autónoma o que contribuyan al ejercicio de dicha actividad en aquellos aspectos que no estén cubiertos por las Directivas 76/207/CEE y 79/7/CEE” (artículo 1) y afecta “a los trabajadores autónomos, a saber, a toda persona que ejerza en las condiciones previstas por el Derecho nacional, una actividad lucrativa por cuenta propia, incluidos los agricultores y los miembros de profesiones liberales”, así como “a sus cónyuges no asalariados, ni asociados, que participen, de manera habitual y en las condiciones previstas por el Derecho nacional, en la actividad del trabajador autónomo, efectuando bien las mismas tareas, bien tareas complementarias” (artículo 2). Téngase presente que “El principio de la igualdad de trato, con arreglo a la presente Directiva, implica la ausencia de cualquier discriminación fundada en el sexo, ya fuese directa o indirectamente, por referencia en particular al estado matrimonial o familiar” (artículo 3). La Directiva 86/613/CEE introdujo novedades notables sobre la “igualdad de trato a los trabajadores autónomos masculinos y femeninos”, la “situación de los cónyuges sin estatuto profesional de los trabajadores autónomos”, así como acerca de la “protección del embarazo y de la maternidad de las mujeres trabajadoras autónomas o cónyuges trabajadores autónomos”. Previó asimismo la introducción por los Estados miembros en su ordenamiento jurídico interno de “las medidas necesarias para permitir que toda persona que se estime perjudicada por no habérsele aplicado el principio de igualdad de trato en las actividades autónomas, haga valer sus derechos por la vía jurisdiccional, después de recurrir, eventualmente, a otras instancias competentes” (artículo 9). El debate abierto por el CESE con su reciente dictamen pone de manifiesto la necesidad de profundizar desde el Derecho de la Unión Europea en las exigencias normativas para garantizar la igualdad efectiva de mujeres y hombres en el trabajo autónomo. La nueva directiva habrá de responder a las necesidades del nuevo enfoque institucional del trabajo autónomo.