Valores: Después de realizada la practica anterior es importante revisar la lista consensuada de valores y empezar a practicarla con sus hijos. Se recomienda elaborar una lista de ellos y comenzar su práctica de forma transversal, es decir en cada actividad cotidiana. Una vez que la familia ya conoce su código ético hay que reforzar con valor, firmeza, determinación y autoridad democrática la aplicación verbal y práctica de los valores familiares así como la aplicación del sistema reglamentario y normativo que expresan esos valores. Esta escala de valores es una siembra lenta, pero esta comprobado que si se siembra en los hijos desde que son pequeños hasta que son jóvenes, la coherencia, definición, armonía y el equilibrio familiar, de pareja y como individuos predominará dentro y fuera del hogar. · Amor, este valor gira en torno a la creencia y fe en un ser superior (definiéndose esa superioridad ya sea como Energía, Dios, La Naturaleza, El Universo…etc.), valor y aceptación ante los desafíos, retos fracasos limitaciones, seguimiento y acompañamiento en el proceso evolutivo y los cambios de sus hijos, diálogo constante en el que predomine la escucha activa, responsabilidad ante el cumplimiento de los deberes y las consecuencias de sus actos, exigencia con dignidad ante el cumplimiento de normas, reglas y principios del hogar…no ceder, disciplina digna y con conocimiento de causa. · Respeto, a si mismo, al otro, a los objetos y bienes materiales, a la naturaleza. Respeto de los padres a los hijos y viceversa en lo que respecta a la individualidad, identidad y singularidad de cada miembro de la familia. Respeto ante las diferencias, respeto en y a la comunicación dialógica, gestual y verbal. · Veracidad, la verdad objetiva ante todo hecho, sin importar su contenido. Ante lo cual las sanciones se determinan por la gravedad de los actos, pero tomando en cuenta el reconocimiento de hablar con la verdad sin caer en las quejas, los chismes, el rumor, la imprudencia y la indiscreción. Guardar la fidelidad a la verdad de manera que esta resulte verdadera, es clave para mantener coherencia entre lo que se hace, se dice y se piensa. · Orden en toda actividad. Cuando hablamos de orden, no nos referimos solamente a la organización de las cosas materiales en nuestro hogar o espacio de trabajo. Somos también ordenados en la forma en que conducimos nuestra vida, en la forma de organizar nuestras ideas, al hablar, escuchar y hasta en nuestra presentación personal. No sirve de nada el orden físico, si no hay orden en la vida emocional y afectiva de la familia, por lo que la coherencia es importante, siendo este elemento crucial en los mensajes no dichos pero recibido por los hijos. · Paz y Democracia Familiar. Nacer en una familia sin violencia, es sin duda, la primera condición para que los niños y niñas puedan ser educados “en un espíritu de comprensión, tolerancia, amistad, paz y fraternidad entre las personas, y con plena conciencia de que puede optar por ofrecer sus energías y aptitudes al servicio de sus semejantes. El aprendizaje de la paz positiva comienza en el hogar con el desarrollo de unas buenas relaciones entre los padres que utilizan el diálogo sincero como instrumento para dirimir sus diferencias, acogiendo positivamente los argumentos de cada cual, encontrando mutuamente acuerdos satisfactorios y equitativos y mostrando su generosidad. Por otro lado, a ese ambiente equilibrado, contribuyen las relaciones entre padres e hijos. Para que el hogar constituya realmente un lugar apacible es necesario que los niños se sientan integrados en él, participen plenamente en la vida de familia y se sientan constantemente acompañados en sus propios esfuerzos y responsabilidades. La escucha activa de los sentimientos de los niños por parte del adulto, el control de comportamientos agresivos, la sinceridad en la comunicación, sin duda, contribuyen a crear las condiciones favorables para el aprendizaje de conductas pacíficas. La libertad individual, la búsqueda de satisfacciones individuales y la igualdad entre los cónyuges y los demás miembros de la familia son valores que constituyen los fundamentos de la democracia familiar. · Justicia entendida como una virtud, la persona justa es aquella que es sabia, prudente, fuerte, moderada… La justicia hace referencia a un orden personal completo, consiste en la incondicional invitación al respeto de los derechos humanos del otro, a la no-discriminación y a la no-violencia. Dos son los escenarios propios de la justicia: En las relaciones entre las personas la regla de la justicia es una igualdad casi aritmética: lo que quieras para ti, quiérelo para los demás; es decir, respeta los derechos del otro como quieres que se respeten tus derechos —justicia conmutativa—. En las relaciones de la persona con la sociedad, la justicia es proporcional: que cada persona y cada familia reciba de la sociedad las cargas y los beneficios en función de sus necesidades, de sus capacidades, de su contribución al bien común, de la importancia del papel que desempeñe —justicia distributiva—; pero al mismo tiempo que cada uno contribuya al bien común, sabiendo la deuda, los deberes que tiene ante su familia y ante la sociedad —justicia legal— b. Actitudes ¿Qué son las actitudes? Las actitudes son predisposiciones estables o formas habituales de pensar, sentir y actuar en consonancia con nuestros valores. Son, por tanto, consecuencia de nuestras convicciones o creencias más firmes y razonadas de que algo vale y da sentido y contenido a nuestra vida. Constituyen el sistema fundamental por el que orientamos y definimos nuestras relaciones y conductas con el medio en que vivimos. Para el fortalecimiento de actitudes positivas y constructivas en los hijos es necesario que Kevin y Juana tomen en cuenta que las actitudes: Se caracterizan por la estabilidad, consistencia y perfectibilidad.El primer rasgo distintivo de las actitudes es su perdurabilidad, su resistencia al cambio caprichoso o a la versatilidad. No obstante, todas las actitudes, especialmente al no ser positivas, son flexibles y admiten cambios y revisiones críticas que hacen posible una dinámica de perfeccionamiento gradual. Toda actitud constituye una elección y una toma de decisiones, elegir entre una u otra opción, y esto sólo es posible si nuestra mente conoce, juzga y acepta un valor determinado. Al dictamen de la razón sigue la voluntad, estimulada por los procesos afectivos, los deseos y demás motivos que instan al sujeto a pasar a la acción. Los hábitos adquiridos con la educación recibida tienen siempre mucha mayor fuerza que la herencia biológica. Las actitudes se califican más bien como algo adquirido, fruto de la historia de cada sujeto. Determinan en buena medida el comportamiento,ya que son hábitos operativos que conducen a la acción. Son un pronóstico fiable de la conductade cualquier individuo. Siempre hacen referencia a unos valores concretos. Son perfectamente transferibles. ¿Como desarrollo actitudes positivas en los hijos? Es claro que para la formación de actitudes, el primer paso que han de dar padres y educadores es fortalecer y desarrollar en nosotros mismos las actitudes que queremos ver en nuestros hijos así como despertar deseos en los hijos para que sean constantes en realizar la acción o conducta pertinente durante el tiempo necesario, hasta que los actos se conviertan en disposiciones, las disposiciones en hábitos y los hábitos en actitudes. En la educación para los valores humanos, al hablar de cómo se educan las actitudes, se han e dar los mismos pasos: 1) Ilusionar, animar y despertar el deseo y el interés por repetir la conducta deseada. En síntesis, no es otra cosa que saber motivar, reforzando, alabando y alentando todo acto positivo con el fin de despertar en el sujeto el deseo de repetirlo. Que las acciones deseadas resulten gratificantes y capten la atención de los padres, niñeras y profesores al tiempo que se ignoran las acciones que se desean extinguir y que en modo alguno sean rentables para el hijo. 2) Facilitar la imitación de modelos positivos.Las costumbres del que habla nos persuaden más que sus razones. En la formación de las actitudes el contar con modelos positivos es determinante. “Las palabras mueven; los ejemplos arrastran”. 3) Pasar a la acción. Es la acción la que transforma a las personas, y las actitudes se generan por la cantidad y calidad de acciones repetidas por el sujeto. Los procesos de enseñanza y aprendizaje para las actitudes y los valores han de ser activos, conectando la afectividad con la acción y ésta con otras actitudes positivas que ya haya asimilado y adquirido nuestro hijo. 4) Control y evaluación de la propia conducta, manteniendo una charla amistosa y crítica con nosotros mismos periódicamente para valorar los esfuerzos realizados. Valorar positivamente las actitudes que van logrando los hijos, pero mantenerse firme en la sanción y el llamado de atención ante las actitudes negativas y destructivas promoviéndole en ese momento las positivas. 5) Comprometerse individual, voluntaria y públicamente en la formación de hábitos que lleven a la adquisición de la actitud deseada. 6) Proporcionar el ambiente familiar más adecuado y las circunstancias más facilitadoras y pertinentes a las características propias de cada individuo para la formación de actitudes positivas y constructivas en los hijos. Se sugiere el Fortalecimiento y Desarrollo de las siguientes Actitudes en la educación de los niños Pérez: · Trabajar en actitudes como, el amor al estudio y al trabajo, el liderazgo positivo, la aceptación hacia el otro, el respeto a las diferencias entre sus iguales, aceptación madura ante el no y el no puedo (frustración), actitud positiva y asertiva ante el fracaso y el equivoco sin menoscabo de su autoestima y valoración, el trabajo en equipo, la cooperación, el compartir lo propio, la colaboración, la autonomía, la perseverancia, la paciencia, la discreción, el respeto por el propio cuerpo y por el ajeno. Hacerle sentir el agradecimiento, el perdón y el arrepentimiento ante una acción, conducta o comportamiento inadecuado o inaceptable. Diálogo inmediato con escucha activa, seguimiento y acompañamiento ante el darse cuenta y el cambio que se necesita al cometer una falta. · Buenos Modales. Amabilidad, suavidad al hablar, la nobleza en sus sentimientos, la solidaridad, la utilización de las palabras por favor, gracias y perdón. · Gratificación ante el logro y el reconocimiento. Fortalecimiento y reconocimiento ante si mismo y ante la familia de sus actitudes y aptitudes potenciales y positivas, así como el reconocimiento ante los hijos, del rol de los padres, sus trabajo y esfuerzos por mantener a la familia como pilar educativo.