DISCIPULADO CRISTIANO Nivel 3 “Los discípulos luz y Sal del mundo Centro de Avivamiento Valle de Sitim Una Iglesia del Nazareno Pastores Aurelio y Patricia Bulla El nivel 4 nos confronta con una verdad imposible de eludir. Ser discípulo de Dios significa acercándonos a los demás seres humanos. La lucha contra el pecado, que es la barrera que separa al hombre de Dios, incluye la lucha contra los conflictos entre los seres humanos, provocados la mayoría de veces por actitudes y sentimientos pecaminosos. A los ojos de Dios es imposible ser discípulo de Él y a la vez tener nuestra relación roto con el prójimo rota, sin hacer nada para solucionarlo. Es por ello que hemos dedicado todo el nivel a hablar acerca de este asunto tan importante. En este cuadro se resumen los principales planteamientos de este nivel. Veamos algunos 1. 2. 3. Las relaciones de Dios hacia los discípulos son de amor y perdón. Las relaciones de Dios con el No discípulo son tan solo de amor. El pecado hace que el hombre no pueda acercarse a Dios, que su relación con el sea imperfecta de otra parte. El pecado Tambiem hace que la relación del hombre con su prójimo se empañada por el conflicto. El hombre redimido por Cristo, trata de hacer que su relación con los otros seres humanos, sea un reflejo de la relación de Dios para él con él: una relación de amor y perdón esta relación hace que el hombre redimido viva en una constante lucha por evitar el conflicto. Si no puede hacerlo, trata de enfrentarlo con sabiduría hasta extinguirlo y después de él buscaran el perdón t reconciliación como opciones. SER DISCIPULO DE DIOS Nuestra responsabilidad llega muy lejos… Mi meta en este estudio Entender la manera como se generan y se desarrollan los conflictos humanos y la forma de enfrentarlos como discípulos de Jesús. La vida cerca de Dios, tal y como fue concebida por Él es un camino en el que las relaciones son restablecidas. A partir del encuentro con Cristo, el hombre es acercado a Dios, pero a la vez, en ese mismo instante inicia un proceso paralelo en el que el hombre debe acercarse a sus semejantes. Muchas veces caemos en la trampa de creer que la vida cristiana es una serie de creencias y normas sobre “el más allá”, y no nos percatamos de que la Biblia por todas partes nos habla de que el restablecimiento de las relaciones entre los seres humanos es una consecuencia de la obra de Cristo en nosotros y es deber de todo aquel que se haga llamar hijo de Dios. La Palabra nos enseña acerca del conflicto… - El origen de los conflictos Los conflictos se dan porque existen las diferencias. No queremos decir que siempre que exista diferencias tiene que existir conflicto (el conflicto nace de un manejo inadecuado de las diferencias), sino que para que exista el conflicto, debe haber diferencias (Génesis 4:3-3, 1 Samuel 18:7-8). El evangelio nos propone un mejor manejo de las diferencias: para edificarnos o para separarnos mutuamente. El conflicto se genera en el corazón del que se siente afectado con las diferencias. Los sentimientos que se generan luego de que salen a la luz las diferencias son fundamentales para saber si brotará o no un conflicto. Aquel que se siente en desventaja, perjudicado u ofendido por las diferencias, dará inicio al conflicto internamente (génesis 4:5; 1 Samuel 18:8-9). De lo que haga después, dependerá si el conflicto trascenderá o no. Muchas veces los conflictos se inician no por una mala acción sino por una mala interpretación de una acción de la otra persona (como el caso de Saúl en 1 Samuel 18:8-9). El conflicto se exterioriza cuando la persona responde negativamente a la situación, Sin este paso, el conflicto nunca llega a conocerse. Aquí, el afectado (o el que se siente así) evidencia su sentimiento mediante actitudes que se pueden clasificar en dos: Humanas (o instintivas). La sensación de tristeza y frustración que tuvo Caín (ensañarse y decaer de semblante) es humana. Dios mismo dice que no es pecado pero que puede degenerar en pecado vv. 57. Génesis 27:34, 36,38). Pecaminosa (o carnal) Desde el momento en que Caín diseña un plan para eliminar a su hermano, sale a flote la pecaminosidad. Pecar no es algo inevitable; pero Dios mismo le dijo a Caín que, aunque el pecado estuviere a la puerta acechándolo, él aún podría dominarlo (v.7; Génesis 27:41; 1 Corintios 3:3). 1. 2. 3. Podemos evitar el conflicto. Cuando nos abstenemos de actitudes, sentimientos y palabras que puedan dañar u ofender a otro (sea que este allá actuado en contra nuestra o no; Romanos 14:21). También debemos considerar que hay actitudes o acciones que, sin ser malas en sí mismas, pueden ser malinterpretadas y generar conflicto (Romanos 14:13-15). Evitar todo esto es, sencillamente, no dar lugar al diablo (Efesios 4:27). También podemos entrar en el conflicto. Cuando hacemos cosas que afectan al que ha iniciado las hostilidades. Esto lo podemos hacer por dos razones: Por soberbia. Cuando decidimos incomodar al otro; cuando sin buscar otra salida, vamos al choque sin importarnos más que nuestros intereses. Esto son manifestaciones de carnalidad (Proverbios 13:10; Filipenses 2: 3-4). Por principios. Cuando se trata de defender nuestra relación con Dios. Cuando está en juego nuestra fe y luego de agotar otras opciones vemos que no hay otra salida: debemos escoger si agradar a la persona o agradar a Dios. Por ejemplo, un padre que le prohíbe a su hijo congregarse, leer la Biblia, etc. La obediencia a Dios está ante cualquier cosa (Hechos 5:28-29). Por último, también es posible generara el conflicto. Al tener actitudes hostiles, malintencionadas o provocadoras iniciamos el conflicto. Esto es actuar con carnalidad, pecaminosamente (Génesis 4:7; 16: 2-5; 2 Timoteo 2:23). Resultados del conflicto Solo hay dos tipos de resultados que encajan con el carácter de un discípulo de Dios. Luego del conflicto, un hijo de Dios opta primordialmente por acercarse santamente. Esto se lleva a cabo por medio del perdón. Aquí también está incluida la exhortación, aunque ésta no es requisito para el perdón. Por medio de él se borran las enemistades y se genera un ambiente de armonía (Génesis 45:4-8; Mateo 18:21-22). En caso de que el acercamiento sea imposible, el discípulo opta por alejarse santamente. Como medida de prudencia, y en busca del bien de los dos, toma una distancia (1 Samuel 27:1; Hechos 15:36-40) pero mantiene su oración por la otra persona. Muchas veces nuestras relaciones con otros no puedensostenerse (Romanos 12:18), pero esto no es excusa para guardar resentimiento en el corazón, dejar de amarlos, de orar por ellos y ni siquiera para dejar de saludarlos (Mateo 5; 4647). Los otros dos resultados, provienen de un corazón carnal, adaptado a una mentalidad pecaminosa: Cuando nos alejamos con rencor. A diferencia del anterior tipo de alejamiento, éste se hace motivado por sentimientos contrarios al carácter de un hijo: odio, rencor, resentimiento, etc. Esto representa una herida no sanada que se puede tomar en amargura y pecado (1 Samuel 18:10-13, comparar 2 Samuel 16:13 y 19:16-23 con 1Reyes 2:8-9). Cuando nos acercamos con intenciones ocultas. Mostramos una cara amable pero no levantar sospechas pero por dentro maquinamos sentimientos nocivos e incluso planes de venganza (1 Samuel 18:17). Como creyentes somos llamados a ser trasparentes con los otros (Colosenses 3:514). ¿Cuál debe ser mi actitud? Como verdaderos discípulos de Jesús debemos reflejar su carácter, especialmente en las relaciones con otras personas. No caigamos en la trampa del enemigo que pretende convencernos de que el área espiritual no tiene nada que ver con nuestras relaciones interpersonales. La Palabra constantemente lucha contra esta idea. El cambio que Cristo obró en nosotros es radical y completo. Radical porque nos hace caminar decididamente de rumbo, y completo, por cuanto abarca todas las áreas de nuestra vida (espiritual, moral, familiar, social, etc.). En los conflictos que enfrentamos en nuestra vida, mucho tiene que ver nuestra humanidad (cultura, formación, temperamento, etc.), pero aún esto debe estar sujeto al gobierno de Dios. La norma que Dios trazó sigue invariable para cualquier persona: estar cerca de Dios significa vivir reconciliado con Dios y con los semejantes. Armémonos de actitudes santas, despojémonos de la suciedad de las actitudes mundanas, especialmente, a la hora de enfrentar los conflictos. Escribe en un lugar seguro (donde lo puedas conservar) una lista de conflictos vigentes actuales o pasados no arreglados) con sus respectivas razones y sugiere cual debe ser tu actitud hacia ellos. Señala pasos concretos para enfrentarlos como verdaderos hijos de Dios. DEVOCIONAL: “tiempo a solas o en familia con Dios” Adquiere tu guia de devocional diario con tu maestro(a) de discipulado. Realiza tu devocional cada día del 33-35, donde tengas tiempo para leer la guia devocional, leer los textos Bíblicos y orar. La próxima clase trae por escrito la verdad de Dios para tu vida de esos tres devocionales.