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Confesión
“Todo lo que pasó en los Juegos Olímpicos de Atenas fue un
reflejo de lo que soy yo; de mi personalidad, de mi carácter, de
lo que yo siempre soñé desde chico.
Tengo claro que hay jugadores que son más talentosos que yo,
tengo claro que hay jugadores que las cosas les salen más fáciles
que a mí.
Pero yo tengo claro, que también tengo muchas cosas mejores que
ellos. Tengo mucho más garra, tengo mucho más ganas de estar ahí.
Me encanta el tenis y me dedico mucho más en los entrenamientos.
Tengo talento, pero a mi me resalta mucho más la otra parte. Hay
otros jugadores que les resalta mucho más el talento y no la otra
parte. Pero creo que para ser campeón de cualquier disciplina tienes
que tener las dos cosas. Yo he sabido equiparar esas dos cosas: el
talento y las ganas”
Nicolás Alejandro Massú Fried
Doble Medallista de Oro
Tenis: singles y dobles
Juegos Olímpicos Atenas 2004
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RECONOCIMIENTO
Este libro está especialmente dedicado a todos quienes lo
estimularon con su energía positiva:
A Andrés Celis Montt, quien creyó y apoyó la idea desde su origen.
A Germán Pérez de la Municipalidad de Viña del Mar por su actitud
y cooperación.
A mis hijos, Catalina y Felipe, porque han sabido perdonar mis
reiteradas ausencias.
A mi madre y a mi hermano, por su solidaridad eterna y porque es
una bendición poder siempre contar con ellos.
A la familia Massú Fried por su disposición, apoyo y buena onda.
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Palabras del Autor
Algún día del futuro, cuando mis hijos sean ya frutos
maduros, yo apenas un recuerdo y el siglo 21 ceda al
inexorable paso del tiempo, lo más probable es que otra
generación de compatriotas se dedique a hurgar las fechas
relevantes de nuestro archivo de triunfos memorables.
Aquellos que emprendan esa tarea misionaria de rescatar
lo que impactó la memoria colectiva en épocas pretéritas,
con seguridad van a descubrir la ocurrencia de un hecho que
marcó una época. Una hazaña que cambió para siempre la
historia deportiva de nuestra nación : los Juegos Olímpicos
de Atenas 2004.
Bajo el implacable sol del verano mediterráneo y soportando
temperaturas sobre treinta grados, dos tenistas de estirpe, uno
nacido en Santiago y el otro en Viña del Mar, escribieron con
sus raquetas una gesta inolvidable. Estamos hablando de
Fernando González y Nicolás Massú.
Luchando hasta casi desfallecer sobre el duro asfalto del
Centro Olímpico de Tenis, ambos tenistas ganaron partidos de
antología y subieron al podio de los triunfadores, precisamente en
la tierra donde nacieron los Juegos .
El sábado 21 y el domingo 22 de agosto de 2004 , los tenistas
chilenos impactaron sucesivamente a la opinión pública mundial.
En dos emotivas ceremonias de premiación, González y Massú,
entonaron con sereno orgullo los sones abreviados de nuestro
Himno Nacional. Fueron momentos que jamás olvidaremos.
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Debo agradecer sinceramente, a todos quienes tuvieron la
paciencia suficiente para aceptar mis cuestionarios, mis preguntas
rompehielos, mis impertinencias y, en definitiva, cooperaron con
su valioso tiempo para contarme experiencias personales y las
anécdotas que vivieron junto a Nicolás Massú en los Juegos
Olímpicos de Atenas.
Como siempre ocurre, los testigos terminan por develar esa pátina
indeleble que cubre los hechos y finalmente se revela lo que el
tiempo guarda en sus armarios.
Nunca la historia es instantánea y la historia con mayúsculas, la que
resiste al tiempo, sólo se puede escribir después de una pausa larga.
Han pasado cinco años y los hechos triviales del ayer hoy cobran
estatura de trascendentes.
En la naciente madrugada de la capital griega, dos simbólicas
coronas de laurel coronaron la orgullosa cerviz de Nicolás Massú
y Fernando González. La imagen y el registro audiovisual de los
medallistas chilenos posando para la inmortalidad, permanecerá para
siempre en un lugar muy íntimo de nuestros corazones.
Seguramente, así también lucían esos nobles deportistas griegos de
antaño cuando conquistaban la victoria. Con la cabeza coronada por
vegetales sagrados y el orgullo de campeón reflejado en sus miradas.
Los griegos reivindicaron la liturgia de aquella ceremonia ancestral
y fuimos testigos de su importancia y simbolismo.
Sobre los pechos de Massú y González, todavía agitados por el
fragor de combate, colgaron cuatro de las seis medallas puestas en
disputa en la competencia de tenis : tres de oro y una de bronce.
La mejor cosecha de la historia.
Fernando obtuvo oro en dobles y bronce en singles.
Nicolás, oro en las dos competencias.
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A partir de esa gesta incomparable, ambos tenistas merecen pasar a
formar parte del panteón más selecto de nuestra nación.
Si se nos permite la licencia de concebir el deporte de alto nivel
como una de las formas superiores de la cultura de los pueblos ,
entonces ellos comparten un sitio en el imaginario popular de las
grandes figuras nacionales que consiguieron notoriedad mundial en
otras disciplinas del espíritu: Gabriela Mistral, Pablo Neruda ,
Vicente Huidobro, Claudio Arrau, Roberto Matta, Violeta Parra,
Elías Figueroa, Iván Zamorano, Marcelo Salas, Marcelo Ríos, en fin.
Nicolás Massú y Fernando González pueden ser considerados, sin
duda alguna, como auténticos héroes deportivos de Chile.
Lo ocurrido en el Centro Olímpico de Tenis, sin embargo, admite
todavía un ligero matiz, una sutil relectura de los hechos a la luz de
los nuevos antecedentes.
Luego de hablar con Nicolás y su familia, escuchar a sus amigos,
investigar archivos y charlar con testigos directos que presenciaron
este fenomenal logro deportivo, me convencí que el tenista
viñamarino fue un iluminado, un atleta elegido por los dioses para
ceñirse la corona de campeón de Atenas.
En Massú se encarnó el espíritu más profundo de la rica tradición
mitológica griega.
El formidable tenista de Viña del Mar no solo fue capaz de elevar su
raqueta en lo más alto del torneo de dobles. También lo hizo en la
competencia de singles, luego de concluir una actuación épica, en
cinco sets, cuyo desarrollo es una lección de coraje y amor propio
digna de un gladiador de fuste.
La consolidación del logro individual de Massú impactó en lo más
profundo del alma nacional.
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El hecho de haber vivido la experiencia, incluso a través de la
transmisión satelital, ya es una sensación límite.
Por eso, todavía nos emociona, a cinco años de su ocurrencia.
La cadenciosa progresión dramática del encuentro en que Nico
conquistó finalmente la victoria, parece ser la puesta en escena de
un escritor clarividente que quiso plasmar en el papel una hazaña
simbólica, ilustrativa, cuyo ejemplo podría ser catalogado de acto
heroico por la inspirada ejecución del protagonista.
Nicolás Massú estuvo potenciado por un fuego interno único y al
igual que aquellos primeros campeones de torso desnudo y músculos
al aire, brindó una lucha colosal para cambiar el curso de los
acontecimientos.
El Nico probó en los hechos que aun cuando siga campeando en el
mundo del deporte el pragmatismo más despiadado, la competencia
más caníbal y los intereses más perversos, los sueños superiores de
los deportistas todavía pueden tener asidero.
Aquellos delirantes y sabelotodos que creen tener siempre la razón
de antemano y solo se dejan guiar por las frías estadísticas , los
resultados y la lógica obvia de enaltecer a los primeros de la lista,
recibieron una lección que no olvidarán fácilmente.
Massú demostró que la magia también existe en el deporte y, de
paso, nos ganó la partida a todos : a las dudas propias de nuestra
idiosincrasia pusilánime, a la sorna, al escepticismo, a los que no
se la juegan por nada, incluso a aquellos incautos que creen que
talento en tenis es solo sinónimo de pegarle muy fácil a la bola.
En el Court Central de Atenas, Nico se vistió de divinidad y nos
hizo devotos de su ejemplo. Fue un auténtico superhéroe, en el
sentido mitológico del término.
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Un jugador superior que alcanzó el cenit de su de su carrera en la
madre de todas las batallas deportivas.
Estas páginas recogen testimonios vivenciales de cómo se fue
tejiendo la historia íntima de la obtención de sus dos medalla en los
Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Es también, la aventura personal e inspiradora de un viñamarino
excepcional, cuyo legado deportivo permanecerá para siempre en el
archivo existencial de nuestras alegrías más preciadas.
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Mensaje Edilicio
Cuando se nos propuso la factibilidad de realizar este libro, con el
fin de rendir un homenaje a Nicolás Massú por sus dos medallas de
oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, no titubeamos en
aprobar la idea.
El 22 de agosto de 2009 se cumplirán cinco años de esa hazaña
inolvidable y qué mejor fecha para subir el libro a la red y hacerlo
accesible a todo el mundo .
Será nuestro modo de celebrar y volver a difundir el mayor logro de
un deportista chileno en la historia olímpica del país.
Nuestra comunidad regional sabe y valora lo hecho por Nicolás
Massú en su carrera y así lo reconoció en su momento, al declararlo
hijo ilustre de la ciudad.
Esta vez, sin embargo, hemos querido dejar constancia para las
futuras generaciones, a través de un testimonio escrito.
Un documento que nos hable de sus inicios en el tenis y resuma con
rigor los hechos sucedidos en Atenas que lo consagraron como un
auténtico superhéroe del deporte nacional.
Lo que ha hecho Nico por nuestra ciudad nos enorgullece a todos y
es un ejemplo que queremos destacar, a través de la difusión masiva
de su experiencia.
9
Bajo la pluma experimentada de Nelson Flores, este libro recoge la
opinión de quienes fueron testigos de los hechos y relata con
emoción contenida el extraordinario papel de Massú en los Juegos
Olímpicos de Atenas, sus dos medallas de oro y la colosal lucha que
dio para ganarlas.
Tengo el honor de presentarles la historia de un viñamarino de
excepción, uno de nuestros jóvenes ilustres que llegó a la cima más
alta del deporte mundial.
Espero de todo corazón que sirva de real aporte a la difusión de los
valores más nobles que encarna el tenis y la actividad física en
general.
Sueño que en un futuro no lejano otro hijo de esta ciudad
maravillosa también nos llene de satisfacción y orgullo, tal como lo
hizo en su momento, Nicolás Massú Fried.
Virginia Reginato B.
Alcaldesa
Ilustre Municipalidad de Vina del Mar.
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Contenido
Confesión
Pág. 2
Reconocimiento
Pág. 3
Palabras del Autor
Pág. 6
Mensaje Edilicio
Pág. 9
Capitulo I
Esa Irresistible
Obsesión de Ganar
Pág. 12
Capítulo II
El Olimpo
Pág. 24
Capítulo III
El Arte de
Ganar Medallas
Pág. 35
Capítulo 4
La Batalla
Por el Oro
Pág. 65
Hitos de Massú
Pág. 96
Agradecimientos
Pág. 98
11
Capítulo I
Esa Irresistible
Obsesión de Ganar
12
Hasta los 11 años de edad, Nicolás era un niño inquieto, ágil,
simpático, bromista y en ocasiones bastante desordenado en la sala
de clases. De hecho, en más de una oportunidad, el profesor de turno
lo cambió de asiento para evitar que su constante hiperactividad no
influenciara a sus vecinos de pupitre.
Por esa época, fines de los 80, Nicolás recibía su instrucción básica
en el Mackay School, tradicional centro educacional de habla inglesa
situado en el sector del estero Reñaca de Viña del Mar.
En el “Mackay”, como todo el mundo lo conoce, se han educado
hasta la fecha, buena parte de las familias más pudientes de la bien
llamada ciudad jardín.
Físicamente hablando, Massú era un chico flaco, ágil, despierto y,
probablemente de modales tan nerviosos como un caballo de carrera
en los partidores del Derby. Tenía una apariencia más bien frágil,
pero era una impresión equivocada que uno proyectaba por su
aspecto corporal tan delgado. No obstante, a la hora de correr, las
poderosas piernas de Nicolás funcionaban como dos émbolos
potentes aptos para superficies todo terreno. Sus músculos fibrosos
estaban en pleno desarrollo y una frondosa cabellera rubia de pelos
ondulados cubría su cabeza.
El alumno Massú no ostentaba las mejores notas de su clase, pero
tampoco era el más flojo del curso, ni mucho menos. Se entretenía
bastante en Matemáticas, pero ciertamente su vocación fundamental
no tenía relación con el estudio, ni con la concentración sistemática
en los libros. A pesar de este desencuentro con todo lo que tuviera
que ver con su instrucción propiamente tal, Massú siempre se las
ingeniaba para aprobar las materias y pasar de curso a fines de año.
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En cambio, si de actividad física estamos hablando, el Nico - como
le decían desde pequeño- era el más completo de la sala y
uno de los deportistas más destacados del colegio.
En verdad, un atleta integral y dueño de un abanico de gustos y
opciones a la hora de demostrar su calidad en la cancha.
Veamos: Nico jugaba fútbol en la escuela del Everton , que
funcionaba en el mundialista Estadio Sausalito de Viña del Mar.
Era un jugador técnico, hábil y chispeante. A juicio de sus pares, una
pesadilla para la defensa contraria debido a su gran rapidez y
facilidad para desmarcarse.
En atletismo, Massú cruzaba la meta primero que todos en la difícil
y exigente prueba de cross country, competencia de fondo que se
practica de preferencia en los colegios ingleses y que consiste en
correr a campo traviesa superando obstáculos, vallas y los accidentes
naturales que opone el terreno.
Nico, además soportaba con acierto los tacles y las jugadas fuertes
del rugby y, por si eso fuera poco, jugaba bastante bien al tenis, a
pesar de no dedicarse plenamente como su talento lo sugería.
En suma, un atleta polifuncional.
Semejante vocación para la práctica deportiva, no podía
desperdiciarse tan vilmente en el ejercicio indiscriminado de todas y
cada una de las actividades que se le presentaban en su amplio
horizonte infantil.
Probablemente, así también razonó su abuelo materno, Ladislao
Fried, cuando lo convenció para que dosificara su cuantiosa reserva
de energías en la práctica de una disciplina individual.
“Un deporte que dependa exclusivamente de ti, no de los otros”
insistía el padre de su madre.
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Los Fried eran conocidos y respetados socios del Club de Tenis
Unión de la avenida Sporting de Viña del Mar, tradicional recinto
de la Quinta Región, cuyos límites colindan con uno los hipódromos
más importantes del país.
Don Ladislao creía que sus nietos, Jorge y Nicolás podían llegar a
jugar bien tenis si perseveraban y tomaban clases especiales. Fue
esa la razón que lo impulsó a inscribir a ambos hermanos en la
escuela del club. En el “Unión” encontrarían canchas, amigos de su
edad, vestuarios adecuados y todas las facilidades para la práctica
sistemática del deporte.
Enrique “Kike” Cortés, legendario profesor del club se hizo cargo de
los hermanos Massú . El ofició como tutor de ambos niños en sus
comienzos. No obstante, bastaron unas semanas de aprendizaje y
entrenamiento diario para que el choclo comenzara a desgranarse de
forma natural. Un solo voluntario continuó en carrera : Nicolás.
Jorge abandonó unilateralmente las clases y no regresó nunca más a
las pistas. Como quedó comprobado más tarde, su verdadera pasión
eran las tuercas, no las raquetas.
“ Apenas terminaba la clase, yo salía rajado para vestirme y
marcharme rápido a casa - afirma Jorge Massú, hermano mayor - el
Nico, en cambio, se podía quedar toda la tarde practicando en el
frontón. No se aburría nunca”.
Nico se integra a plenitud al club de sus abuelos maternos y
rápidamente se convierte en uno de los jugadores más adelantados y
con mayores condiciones de la rama de tenis de menores. Con tal de
seguir quemando calorías de su impresionante estanque energético,
las clases le sientan de maravilla.
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Nico coincide plenamente con los deseos e inspiración de su abuelo
Ladislao y comienza a dar pruebas inmediatas de su adaptación.
En rigor, no abandona el fútbol cien por ciento, porque sigue
jugando con los amigos en pichangas esporádicas, pero a partir de
ese momento, focaliza todo su interés y atención infantil en aprender
de modo didáctico, cada uno de los pequeños y grandes secretos del
tenis.
Para el niño Massú se abría un mundo nuevo del cual nunca más
quiso salir. Lo que vendría después, era el desafío superior de ser el
mejor de todos. Nico supo desde muy pequeño, como lo saben todos
los tenistas menores, que hay una cima en este deporte. Y estaba
allí, inmensa, suprema, como una alta montaña digna de escalarse.
“Al principio yo solo acompañaba a mi abuelo y, de vez en cuando,
jugábamos dobles frente a otros señores del club. No se como sería
la calidad de mi juego, ni el nivel técnico que yo tenía entonces,
pero yo la pasaba muy bien y me entretenía bastante con ellos”
recuerda Nicolás.
Cuando recién cumple 11 años de edad, el chico del genio ligero y la
mirada intensamente clara ya tiene una fama bien ganada entre los
infantiles de la región. Nico es un referente entre los niños con
aspiraciones en el deporte y un ejemplo a seguir por su gran espíritu
de lucha.
“Era de esos jugadores que se transforman en la cancha - relata
Rodrigo “Piti” Alfaro, tenista de su generación y oriundo de Villa
Alemana. Una especie de león enjaulado al que soltaban sobre la
arcilla. Tu podías ser íntimo amigo del Nico, pero dentro de la
cancha el huevón igual te puteaba, se reía de ti cuando tú fallabas
tiros fáciles y no te perdonaba ni siquiera una pelota dudosa”.
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A pesar de su temprana edad, Nico comienza a decidir de modo
fundamental sobre lo que quiere hacer con su precoz existencia.
Se cambia al colegio San Patricio de Viña del Mar y cursa en ese
establecimiento parte de la enseñanza media. Pero lo suyo está claro.
En su vida lo que más le interesa es jugar al tenis y construir una
carrera en el futuro.
Nano Zuleta, conocido amante del tenis de la Quinta Región pone
sus ojos en él. Lo observa con detención, lo analiza y en un torneo
que se disputa en Santiago se convence a si mismo de la materia
prima que tiene a mano. El Nico lo impresiona, como a todos los
que lo ven por primera vez. Su gran personalidad y convicción de
triunfo lo pueden convertir en un tenista de nivel.
Para Zuleta es como encontrar un diamante en bruto que si se pule
bien, puede convertirse en joya.
“Me sorprendió su actitud para competir y la gran determinación que
demostraba por ganar. A pesar de su edad, llenaba la cancha con su
presencia y hacía valer sus derechos. Hablé con sus padres y les
ofrecí inscribirlo en un proyecto de academia de tenis llamado Valle
Dorado. Lo conversaron con Nico y luego aceptaron” reconoce
Zuleta.
No fue fácil llevar a cabo su decisión de jugar al tenis de manera
sistemática. Debía viajar prácticamente todos los días, ida y vuelta, a
Villa Alemana, localidad distante a más de una hora de su casa
paterna. Cuando sus padres no podían ir a dejarlo a la vecina
localidad de Viña, Nico bajaba del departamento familiar, caminaba
hasta el paradero más cercano a su casa y se subía a un bus público.
La mayoría de las veces, lo hacía solo, con la compañía inseparable
de su bolso de raquetas y la inmensa ilusión por forjarse un nombre
como tenista de renombre.
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“El trayecto diario a Valle Dorado era largo y aburrido, pero yo me
lo tomaba bien. Me bajaba en uno de los paraderos de la calle
Progreso de Villa Alemana y después caminaba hasta las canchas del
Nano. Yo sabía que con empeño me tenía que ir bien. El tenis a mi
me encantó desde que lo comencé a practicar”, confidencia Nico.
Acostumbrado por años a trabajar con menores aficionados al tenis,
Luis Hernán Zuleta sabía de antemano ¿quién era quién entre los
alumnos de su naciente escuela? Unos estaban ahí por ganas reales
y otros sencillamente por obligación familiar, porque a sus padres se
les puso que sus hijos podían convertirse en tenistas estrella y qué
mejor que comenzar a intentarlo desde niños.
El lugar no tenía nada de lujoso, ni contaba con acomodaciones de
primera. Era más bien modesto, pero contaba con cuatro canchas de
arcilla y una inmensa casona estilo alemán que albergaba más de 40
camarotes distribuidos como si fuese un internado. Había apenas un
austero baño en común, de cuya ducha fluía solamente agua fría,
invierno y verano. Así se templaba el espíritu de los guerreros
infantiles del Valle Dorado. Eran los comienzos de la academia, el
proyecto estaba recién en ciernes y las ganas de los infantes podían
más que todo, incluso la falta de comodidades.
Los pupilos de Zuleta tenían pasión por lo que hacían y se pasaban
horas practicando servicios con canastos llenos de pelotas cien veces
usadas. Sus niños vivían la clase de tenis con intensidad y pasión.
Esa era una de las características de la academia del Nano, el
convencimiento de que ellos serían los mejores.
“El Nico era distinto, claro. Yo diría que tenía talento, obviamente,
tal como otros menores de la Academia, pero siempre sobresalía por
algo. Tal vez, por su pinta especial, su carisma, el empeño que
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ponía en aprender, en fin. No le gustaba perder ni en el
calentamiento y si había que quedarse horas practicando un golpe
hasta dominarlo, le daba lo mismo la hora, o cuanto esfuerzo físico
demandaba hacerlo”, apunta Zuleta, amigo y mentor espiritual del
Nico.
A no mucho andar de su aprendizaje, los progresos de Nicolás son
evidentes. Se nota su gran calidad por sobre el resto de los menores,
en especial, cuando disputa torneos frente a los de su misma
categoría.
Era definitivamente el mejor, el que siempre ganaba las finales y se
quedaba con las copas. Su servicio era respetable, su golpe de
derecho causaba estragos y poseía una impresionante movilidad para
ir de un lado a otro de la pista. Massú ganaba sin atenuantes a los de
su generación y mostraba un espíritu ganador, que no era no tan
común para los chicos de su edad.
Poco a poco, con las ganas de quien está motivado porque está
llevando a cabo la vocación que más quiere en el mundo, Nico
comenzó a hacerse un nombre entre los menores de la zona y de
todo Chile. Al cabo de un par de años, su nombre también figuraba
entre las promesas del tenis de Sudamérica.
Segundo hijo de Manuel Massú y Sonia Fried, hermano menor de
Jorge y diez años mayor que su regalón, Stefano, Nicolás parecía
portar un gen único y singular en algún recoveco de su esbelta
anatomía de atleta ; una especie de poderosa herencia biológica
digna de los ancestros culturales de sus padres : Massú árabe, Fried
judía .
Desde su más temprana aproximación al tenis, Massú jugaba solo
para ganar, no para entretenerse ni pasar el rato, como si el triunfo
fuese un fin en si mismo, mas que la mera práctica recreativa.
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Sobre el court, Nico semejaba un pequeño guerrero de cara infantil ,
que en vez de armadura utilizaba un sombrero siempre a tono con el
vestuario y una raqueta marca Prince.
“ Antes que contara con auspiciadores y usara la marca de ropa
Puma – relata Sonia, su madre- yo siempre le diseñaba algunas
prendas, o le adornaba las que ya tenía. Por ejemplo, a su gorro le
envolvíamos un pañuelo con los colores de Chile. Desde chico le
inculqué que sintiese el orgullo de jugar por su país”
El Nico era un luchador empedernido. Por eso, era común verlo
discutir con los jueces de silla, a causa de fallos que le parecían
dudosos. En esas ocasiones afloraba su singular personalidad e
histrionismo. Las reclamaba todas y hasta en el más insulso de sus
entrenamientos le gustaba tener la razón, incluso cuando la marca
del bote no era tan clara, el Nico siempre se encargaba de agregar
aguas a su molino y quedarse finalmente con el fallo final a su favor.
“ Yo creo que él estaba tan obsesionado por ganar , que veía como
malas , incluso las pelotas que notoriamente eran buenas - continúa
Alfaro, su partner ocasional de dobles en la época infantil . No es
que el Nico tuviera mala intención de hacerte trampa, o algo por el
estilo. Sencillamente no soportaba perder y eso lo llevaba a ver lo
que sólo él quería ver y a reclamar sin rendirse hasta que le dieran
finalmente la razón”.
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Capítulo II
El Olimpo
21
Se abren cadenciosamente las puertas del ascensor que va en
descenso hacia la planta baja del hotel Araucano de Concepción y
como si fuera una postal viviente con protagonistas de carne y
hueso, aparece, de improviso, la figura mítica, inconfundible, del
héroe deportivo del momento : Nicolás Massú.
Está en la portada de todos los diarios de Chile y desde que ganó las
medallas de oro en los Juegos Olímpicos, no hay nadie que no
quiera estirarle la mano en señal de retribución y gratitud.
Es el ídolo de moda y todos quieren una foto junto a él, o al menos
que se digne a saludarles.
Nico viste un polerón Adidas de color celeste intenso, yins ajustados
a la moda y zapatillas deportivas de última colección. El pelo lo
tiene lavado con un shampoo caro y cuidadosamente peinado como
a él le gusta. No es que se pase la peineta solamente un par de veces.
La pinta de Massú nunca será un tema casual en su existencia. El
siempre elige como verse. Es también un devoto del espejo y
ocasionalmente pregunta si se ve bien o no, con tal o cuál tenida. Y
si uno duda de su elección, es capaz hasta de cambiársela.
Ahora está en un rincón del ascensor, tomado de la mano con una
hermosa chica rubia, de pelo largo, ropa ceñida al cuerpo y sonrisa
tan nítidamente escandinava como sus profundos ojos azules. Se
llama Caroline y es una chica sueca que conoció en Estocolmo y que
esta vez actúa como princesa consorte del hombre más comentado
de Chile en las últimas dos semanas.
Nos saludamos con afecto y bajamos hablando trivialidades en
compañía de un silencioso ascensorista, que solo atina a sonreir
con fingida amabilidad si escucha algo gracioso de la conversación,
o cuando nuevos pasajeros abordan el cubículo que desciende.
22
Me sorprende verlo tan tomado de la mano y en plan de pareja
oficial. En apariencia, los tenistas son chicos fáciles de seducir, se
dejan querer y hasta prometen más de lo que pueden. Pero son unos
grandes solitarios. Por eso es raro que presenten a una de ellas en
sociedad, a menos que su relación sea importante, claro. Mi mirada
parece delatarme. Antes que yo verbalice mis pensamientos, Nico
salta con su pregunta :
“ ¿Como está la minita, Flores? ¿ Qué nota le ponís? ”
Ella mira sin entender nada, pero como supone que están hablando
de ella pone rostro de consentida. No dudo mucho en encontrar la
calificación: un seis coma seis, respondo.
Nico aprueba con una sonrisa y no hace comentarios.
Es una cálida noche de septiembre de 2004 en Concepción. La
primavera comienza a sentirse tibiamente en el corazón del sur
chileno y hasta el tradicional cielo penquista, a menudo tan lleno de
nubes amenazantes, hoy luce casi despejado.
En las afueras del recinto, a pesar de que son pasadas las diez de la
noche, todavía aguarda una multitud de admiradoras que cada cierto
tiempo grita, chilla, vuelve a gritar y hasta emite aullidos para que el
ídolo no olvide que están presentes y escuche a quienes han venido a
saludarlo. Permanecen allí leales, fieles, expectantes, de veras
interesadas. Solo piden que Massú se asome un ratito al balcón de la
terraza del Hotel Araucano, aunque sea por unos cuantos segundos,
qué le cuesta. Con eso ya serían felices. Se irán tranquilas a casa y
podrán contarle a sus familiares y amistades que estuvieron a metros
del Nico y que provoca una emoción especial sentir su presencia tan
cerca.
23
En esos días de gloria y asedio, el tenista tiene un aura que atrae y
convoca a la gente. Trata de seguir siendo un tipo normal como todo
el mundo, pero no es nada fácil. Firma autógrafos y se arma de
paciencia para poner atención a las alabanzas desmedidas de sus
interlocutores. Más que parabienes por sus medallas, a menudo, son
discursos ya hechos, ladrillazos verbales de lugares comunes y
zalamerías destinadas a aumentarle artificialmente el ego. Pero
Massú, como tiene estirpe de grande, está más comprensivo que
nunca y se toma con resignación esos encuentros. Saluda
efusivamente a sus amigos y demuestra buena onda con sus
conocidos y los no tanto. Tiene el aura de un gigante y su sola
presencia genera interés en los demás.
El tremendo impacto mediático que ha significado su paso por
Atenas ha calado profundo en el sentir nacional. Muchos de quienes
se le acercan , parecen nerviosos y expectantes. Es tal el magnetismo
personal que irradia la presencia del viñamarino, que prácticamente
todos terminaban tratándolo como si fuese una divinidad del
Olimpo. Una deidad caminando entre nosotros, simples mortales.
Tres días antes, Massú ha llegado finalmente a Santiago después de
hacer un aro en Miami. Allí compartió con su familia, regaloneó con
Stefano, acarició a la Sonia, habló de futuros negocios con Manuel,
se empapó de sus afectos cercanos y pudo enterarse de primera
fuente sobre las dimensiones que había alcanzado en Chile su gran
logro olímpico.
Viene desde Estados Unidos convertido en celebridad planetaria a
recibir el merecido homenaje que - nada menos- el Gobierno de
Chile le quiere brindar en el Palacio de La Moneda por sus servicios
prestados a la Patria.
24
Nicolás, Fernando González, sus respectivos entrenadores, Patricio
Rodríguez y Horacio De la Peña y una comitiva integrada por sus
familiares más directos toman el desayuno con Ricardo Lagos,
Presidente de la República y el ministro Secretario General de
Gobierno, Francisco Vidal.
Los invitados son trasladados en un bus especial desde el Aeropuerto
Merino Benítez de Santiago hasta la sede de la Presidencia de
Chile, que tarda horas en llegar a su destino. Visten de terno y
corbata, acorde con la dignidad de la ceremonia.
El convoy de la victoria está pintado de color azul y su carrocería de
dos pisos, tal como los famosos buses del transporte público de
Londres, está al descubierto. Cuenta con una veintena de asientos y
barandas laterales para afirmarse y viajar seguro de pie. Ambos
tenistas se instalan en los costados del bus y desde ahí devuelven los
saludos de la multitud volcada masivamente a las calles.
La gente quiere expresarles cariño y gratitud por lo que hicieron en
Atenas. Se pasaron, muchachos. Es un orgullo haberlos visto ganar
tal como ganaron. Mostraron una clase y convicción digna de héroes
olímpicos.
“En principio, Nicolás desechó la idea de recibir homenajes públicos
– reconoce Sonia, su madre – el pensaba que debíamos celebrarlo en
forma privada e íntima. Solo sus más conocidos. No quería prestarse
a tanta exposición mediática, ni menos que lo fueran a condecorar en
La Moneda, pero la verdadera razón es que Nico siempre ha sido
tímido, humilde, medio cortado, no le gusta que lo estén halagando”.
Las fotos inmensas de ambos tenistas lucen en cada costado del
transporte, al lado de los logos corporativos de sus auspiciadores de
entonces : Adidas y Telefónica.
25
La gente salió a esperar el paso del bus con banderas chilenas, papel
picado, chicharras y trompetas ruidosas. Es la forma que tiene el
pueblo de dar la bienvenida a quienes lo merecen. Salen a la calle
espontáneamente, solo los mueve la emoción.
Nadie antes ha puesto tan alto el nombre del país en los Juegos
Olímpicos y eso merece el reconocimiento ciudadano.
La voz del pueblo es la voz de Dios.
Es también el paso efímero y simbólico de los tenistas hacia la gloria
y el recuerdo eterno de la gente. Un hecho único y especial que
determinará para siempre sus carreras.
“Estás como en una nube. Te saluda todo el mundo en la calle, te
invitan a todas partes, pero todo pasa tan rápido. Recuerdo que un
par de meses antes, habíamos pasado caminando por dentro del
palacio de La Moneda y con Manolo Massú comentamos lo
impactante que debió haber sido para el Chino Ríos cuando lo invitó
el presidente Frei a su despacho para felicitarlo personalmente. Y
mira lo que pasó después. La vida no deja nunca de sorprenderte”,
comenta con nostalgia, Sonia Fried y sus inmensos ojos color cielo
se iluminan cuando vuelve a pensar en la vorágine de aquellos
tiempos de fama, gloria y reconocimiento.
En cada esquina del recorrido triunfal de los tenistas, desde el
aeropuerto al centro de Santiago, hay adultos con sus hijos agitando
banderitas y pañuelos en señal de alegría. Massú y González
responden desde arriba del bus elevando los brazos y agradeciendo
con gestos visibles la amabilidad de la gente. Es una verdadera
aclamación popular en el más literal sentido de la palabra.
26
“Yo me limitaba a repetir en mi relato, que éste era el reencuentro de
los héroes olímpicos con su gente. Esa era la idea fuerza que salía
por el altoparlante – recuerda, Pablo Vuskovic, periodista y
productor de eventos, contratado como animador por uno de los
auspiciadores para que motivase a la gente durante el recorrido.
Arriba del bus, micrófono en mano, el experimentado profesional
del entretenimiento ensalza los nombres de Massú y González y
narra los pormenores de su llegada al país . Cuando enfilamos por la
Alameda hacia el centro- continúa – había gente en todas partes
saludando. Era un mar humano aguardando el paso de los tenistas.
En algunas zonas se producían aglomeraciones y el bus apenas podía
avanzar. Todo el mundo estaba eufórico. Fue una jornada muy
emocionante”.
La televisión transmitía en directo, el paso de la caravana de los
héroes de Atenas a cada rincón del país y, estoy seguro, no hubo
habitante de esta alejada y remota nación que no sintiese orgullo y
admiración por dos de sus hijos pródigos.
Una vez que llegan al Palacio de La Moneda, se dan cuenta que aquí
también hay gente por todos lados y que la Plaza de la Constitución
esta prácticamente a tope. Se impresionan con esa inmensa
manifestación de cariño y lo comentan entre ellos. Luego ingresan al
interior de la sede del Poder Ejecutivo para compartir el desayuno
con Ricardo Lagos. Al cabo de una hora, salen al mítico balcón de
La Moneda que está en la fachada del edificio.
Detrás de ellos, discretamente el presidente observa el merecido
baño de multitudes que ahora se están dando ambos tenistas. No
sospechan que esta celebración los marcará por el resto de sus vidas.
En el futuro podrán contarle a sus nietos que fueron aclamados por
el pueblo de Santiago, de manera libre y generosa.
27
El presidente Lagos los invita a ponerse en primera fila y observa
con solemnidad la escena. En su fuero interno él sabe que ese balcón
se abre sólo para ingresar en la historia.
González y Massú viven a plenitud ese instante supremo y único
cuando la masa entra en trance y los vitorea. Ellos devuelven el
gesto con un sonoro ceacheí que la multitud responde como si fuese
un inmenso coro improvisado. El simbólico homenaje del pueblo le
da sentido a todo lo hecho en sus carreras. Ha valido la pena el
sacrificio y las toneladas de entrenamiento se justifican por la sola
vivencia de este momento inolvidable, eterno y trascendente.
Pero volvamos a Concepción. En los accesos al hotel donde están
alojados ambos campeones olímpicos, en la galería comercial que
antecede a la recepción, hay también carabineros que impiden el
paso de la gente curiosa. Solamente tienen derecho a entrar los
pasajeros.
( Al Nico yo lo conocía desde sus tiempos de junior, cuando
aferrado a su bolso de raquetas y cuidando con esmero, como
siempre lo hace, de mantener domesticada su frondosa cabellera
rubia, viajaba en solitario por las canchas del planeta para ganarse
un espacio protagónico, un lugar de honor en ese circo despiadado y
adictivo que es el circuito mundial ATP. Alguna vez también tuve el
privilegio de cubrir sus éxitos en torneos juveniles para medios de
prensa nacionales y Canal 13 TV. En Wimbledon , por ejemplo,
cuando en 1997 acompañado por el peruano, Luis Horna ganaron el
dobles del más histórico de los torneos del tenis internacional.
También el 98, cuando junto a González se quedaron con el mismo
titulo en el mítico US Open.
En otra oportunidad, coincidimos en el aeropuerto de Barajas y
luego abordamos juntos el vuelo nocturno Madrid-Santiago.
Charlamos largamente en la democrática clase turista de un avión de
28
fuselaje ancho, mientras sobrevolábamos el inmenso Océano
Atlántico. Fue aquella una conversación banal y divertida.
Intercambiamos anécdotas del circuito, chascarros varios del Chino
Ríos, por cierto; de González también y hasta me contó cómo lo
hacía para enfrentar sin angustia esa vida tan agotadora y
trashumante. También habló de su propia familia, de la influencia de
su abuelo en sus inicios, de sus mujeres de ocasión con las que
intimaba en todas partes y de sus insaciables aspiraciones personales
por hacerse un nombre en el deporte más solitario y competitivo del
planeta. No obstante su juventud, tenía absolutamente claro que a los
18 años la fiesta estaba recién comenzando, que todavía le faltaban
muchas horas de tenis, sudor y lágrimas para elevar su raqueta
victoriosa y ganarse el respeto de sus pares, de la prensa, de los
aficionados y del país, en definitiva.)
Mientras bajábamos juntos en el ascensor hacia el lobby del
Araucano, me preguntó de nuevo, al menos dos veces, que me
parece su nueva conquista sueca, si la encontraba atractiva, bonita, o
qué? y, de paso, aseveró con convicción que Caroline le gustaba
mucho, pero no estaba todavía enamorado. También comentó sin
hacer aspavientos, la satisfacción enorme que le había provocado el
impresionante cariño que les había expresado la gente a su regreso a
Chile.
Cuando lo felicité por sus impresionantes logros olímpicos, me
esbozó de pasada un comentario que tenía un evidente dejo de sorna.
“ Ahora nadie me va a poder huevear por mi tenis. Les demostré a
todos quién soy y de qué soy capaz” comenta seguro antes de
despedirse.
29
Así no más era, en verdad. Acostumbrados a la impresionante
pirotecnia mediática del juego iluminado de Marcelo Ríos y al
mortífero misil derecho de Fernando González, prácticamente no
hubo comentarista de tenis en Chile que no le vaticinara a Massú un
futuro relativamente acotado, una especie de crónica anunciada de lo
que sería su paso por el circuito ATP.
Los “expertos” no le asignaban muchas posibilidades de conseguir
logros internacionales. Pero si así fuera, sería un premio muy
merecido a su constancia, a su increíble garra deportiva, a su
inmensa categoría como competidor de fuste, hecho que nadie
discutía, en verdad, pero no a su excelso tenis, ni a su inmensa
calidad dentro del court.
El tiempo se encargaría de desmentir con fuerza la falacia de tales
aseveraciones.
Ahora había que disfrutar de esa época de gloria que sobreviene al
triunfo. Nico disfrutaba de esos minutos de éxtasis que invaden el
ego cuando se alcanza un logro que cambiará para siempre la vida
en el sentido positivo. Era el reposo del guerrero después del fiero
combate y Massú lo vivía a plenitud.
El impacto que su hazaña provoca en el deporte mundial y, en
particular, en el ambiente del tenis, Nico lo experimenta en carne
propia cuando le toca disputar el US Open que se disputa en la
ciudad de Nueva York. En los camarines de Flushing Meadows,
muchos jugadores lo saludan y le comentan con afecto los
merecimientos de su triunfo.
Nico agradece con humildad y hasta se siente extraño con tantas
muestras de cariño. En un deporte tan competitivo e individual, estos
elogios son raros, verdaderas excepciones a la regla.
30
“Yo no soy de esos a los que le gustan los homenajes y que la gente
hable tanto de uno, pero cuando ví a Agassi atravesar todo el
camarín para ir darme la mano, eso me impactó. Me dijo: yo gané
una medalla de oro, pero ganar dos, eso es realmente muy difícil. Te
felicito, dejaste el corazón en la cancha. Agassi fue mi ídolo de niño,
imagínate, como me sentí después de sus palabras”.
Son tiempos de fama mundial, qué duda cabe. En todas partes la
gente lo reconoce y le expresa sus parabienes. Su padre le advierte
que hay mucha gente que quiere contactarlo y hay que irse con
cautela. Entre tanta expectativa y agobio, hay un llamado telefónico
que viene del exterior y que deja al idolatrado Massú, sin palabras.
Al mirar con detalle el visor de su celular, se da cuenta que está
entrando un número telefónico que inicialmente no identifica y duda
antes de responder de inmediato. Efectivamente, el código pertenece
a Estados Unidos, pero a Nico ya lo han puesto al tanto de quién
podría tratarse.
Una chica de linda voz y acento marcadamente mejicano quiere
saludarlo y darle personalmente sus felicitaciones, porque ha visto la
final del tenis, a través del cable y quedó impactada con su juego y,
en especial, con su impresionante garra y energía para ganar el
partido. Ella agrega que se emocionó mucho. Y obviamente, sin
decirlo de modo directo, le da a entender que también la ha dejado
flechada con su pinta de gladiador de pelo largo y ojos
profundamente verdes.
Es Salma Hayek, internacionalmente conocida actriz de Hollywood
que se consiguió su número, a través de un amigo chileno. El hizo
la gestión con su familia y ahora también ella lo quiere congratular
y de paso invitarlo a que se conozcan.
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“ Gracias Salma por tu llamada, te pasaste para ser simpática y
amable. Me siento muy orgulloso y te agradezco mucho el gesto de
comunicarte conmigo. Ahora ya tengo tu celular y es cosa que nos
pongamos de acuerdo para vernos en el futuro” responde Nico, con
voz marcadamente seductora.
Se comunican de nuevo en varias oportunidades e incluso Sonia y
Stefano, a veces, también conversan con la artista azteca.
Finalmente el encuentro se concreta a fines de ese año en la
cosmopolita ciudad de Nueva York. El Nico viaja directo desde
Santiago para juntarse expresamente con la diva del cine mundial.
Ella lo invita a la exclusiva “avant premiere” de la película
“Bandidas” que ha rodado junto a Penélope Cruz.
Allí se conocen y se hacen amigos, recorren lugares sofisticados y
hasta sobrevuelan en helicóptero los imponentes rascacielos de
Manhattan. Les ha bastado charlar unos minutos para empatizar y
encontrar puntos en común. Tienen onda de inmediato y no dudan en
reconocerlo. Por la noche, cenan juntos y después comparten
animadamente al compás de la música, el relajo y la conversación de
dos desconocidos que intentan reconocerse, a través del lenguaje y
sus historias personales.
Estiran la jornada hasta tarde, hasta que la ciudad que nunca duerme
retoma su paso cotidiano.
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CAPITULO III
ASI SE GANAN
MEDALLAS
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CAMPAÑA NICOLAS MASSU -- SINGLES VARONES
JUEGOS OLIMPICOS DE ATENAS
Primera Ronda
Gana a
Gustavo Kuerten (BRA) : 63 /57 y 64
Segunda Ronda
Gana a
Vincent Spadea (USA) : 76 (3) y 62
Octavos de Final
Gana a
Igor Andreev ( RUS) : 63 /67(4) y 64
Cuartos de Final
Gana a
Carlos Moyá ( ESP ) : 62 y 75
Semi Final
Gana a
Taylor Dent ( USA) : 76(5) y 61
Final
Gana a
Mardy Fish (USA ) : 63 /36 /26 /63 y 64
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CAMPAÑA NICOLAS MASSU Y FERNANDO GONZALEZ
DOBLE VARONES - JUEGOS OLIMPICOS DE ATENAS
PRIMERA RONDA
Ganan a :
M. KNOWLES Y M.MERLDEIN ( BAHAMAS)
7-5/ 6-4
OCTAVOS DE FINAL
Ganan a :
G. ETLIS Y M.RODRIGUEZ ( ARGENTINA)
6-3/7-6 (2)
CUARTOS DE FINAL
Ganan a :
B.BRYAN Y M.BRYAN ( ESTADOS UNIDOS)
7-5 / 6-4
SEMIFINAL
Ganan a :
M. ANCIC Y I. LJUBICIC ( CROACIA)
7-5/4-6/6-4
FINAL
Ganan a :
N.KIEFER Y R. SCHUETTLER (ALEMANIA)
6.2/4-6/3-6/7-6(7)/6-4
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A mediados de agosto de 2004 , Nicolás Massú aterriza sobre la
losa del remozado aeropuerto de Atenas. Viene a competir
acompañado de su entrenador de entonces, Patricio Rodríguez . La
combinación aérea que lo transporta, hace una breve escala técnica
en Europa, pero el aeropuerto de origen es Miami, Estados Unidos.
Durante tres semanas practicó, sin pausas, sobre el cemento ardiente
de un condominio privado de Key Biscayne.
Massú alterna el trabajo en cancha con la puesta a punto de su
condición física. Viene un desafío duro y quiere estar a la altura de
las circunstancias. Afinó los golpes y el servicio y ha estado
entrenando sobre una superficie similar a la que se disputará la
competencia de tenis de los Juegos.
El interior de la terminal aérea es por esos días un verdadero caos y
Nico debe sortear a mucha gente antes de recoger finalmente sus
raquetas y enseres personales. La temperatura supera con creces los
30 grados Celsius en la capital griega y no es fácil soportar la
sensación térmica sin aire acondicionado en los sitios bajo techo.
Por una mera casualidad del destino, mientras Nico busca la salida
del renovado edificio de la terminal aérea , se cruza en el camino
con Fernando Solabarrieta, periodista de TVN y relator oficial del
canal público para los grandes eventos deportivos. Se saludan
amistosamente y Solabarrieta le desea lo mejor para la competencia
que se avecina. El de Puerto Natales no sospecha que más adelante
será testigo y parte de una de las historias más profundas del
periodismo deportivo nacional.
“Vamos Nico que se puede” le recalca el comunicador en buena
onda, antes de despedirse y apretarle efusivamente la mano.
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Afuera del aeropuerto, la canícula pega fuerte y sin ninguna
contemplación por los recién llegados. Pero que más da, estamos en
pleno verano y los tenistas, por definición, son seguidores del sol.
Están acostumbrados a las inclemencias de los rayos solares y al
calor como sensación permanente.
Definitivamente, Atenas ya vive su fiesta previa. Se inició la cuenta
regresiva para el inicio de los Juegos Olímpicos de verano, el evento
mayor del deporte mundial. Faltan apenas tres días escasos para la
simbólica y espectacular ceremonia inaugural.
Un atleta destacado del país y elegido por los organizadores
transportará la antorcha hasta un lugar destacado del Estadio
Olímpico. El honor recae en Nikolaos Kaklamanakis, windsurfista
griego que fue medallista en Atlanta. El es elegido para encender la
llama sagrada que iluminará con su fulgor la cálida noche de Atenas
y del planeta deportivo. Nadie que le tenga cariño al cultivo del
espíritu, a través de la actividad física, puede abstraerse de la
importancia del acontecimiento. Con mayor razón los atletas
inscritos para competir en esta ocasión. Ellos serán los reales
protagonistas de las diferentes pruebas que comenzarán a disputarse
dentro de poco.
Los detalles de la ceremonia que abrirá los Juegos son el tema del
día en los medios griegos y la prensa especializada del mundo.
Bastaría recorrer cualquier sector de la populosa Atenas para
constatar que hay una verdadera invasión pacífica de personas
venidas de todo el orbe. Está en juego el prestigio internacional de
los griegos, pero pocos dudan del éxito de la cita olímpica, una de
las tradiciones más preciadas de la cultura helénica.
37
En rigor, a la cita planetaria asisten exactamente, 10.625 atletas
nativos de 201 naciones, según las cifras oficiales de los
organizadores. Sumense a ellos, los 21.500 miembros acreditados
de la prensa y 45 mil voluntarios reclutados por el Comité Olímpico.
y la organización del evento. Estos últimos apoyan la logística de las
competencias y se distribuyen las más disímiles tareas de apoyo. Sin
contar los millones de turistas que ya vibran con el mayor referente
deportivo de la Tierra.
Los Juegos Olímpicos, esta vez, vuelven a su suelo materno, al
mismo hogar donde vieron la luz por primera vez el ano 776 A.C.
Entonces fueron concebidos como una forma superior de honrar a
los dioses, a través del tributo físico que ofrendaban los campeones.
En esa época pretérita se privilegiaba el sacrificio, la inmolación del
cuerpo, la resistencia y el espíritu de combate.
En sus orígenes, los Juegos eran equivalentes a la celebración de una
disputa emblemática, una ofrenda de los humanos a los dioses. Una
especie de guerra amistosa y leal entre los atletas, que si bien es
cierto no estaba ajena a la competencia feroz entre ellos, con los
siglos ha derivado en un enfrentamiento directo entre naciones. En
la actualidad la avidez por el triunfo excede los márgenes del
deporte y se inserta directamente en la política.
Se palpa la efervescencia del evento en cada rincón de Atenas y los
anfitriones se multiplican en varios frentes para atender los
requerimientos de tanto extranjero ávido de experiencias. En verdad,
los anfitriones están acostumbrados a las masas de inmigrantes
temporales y al ejercicio cotidiano del turismo, una de sus industrias
fundamentales. Los griegos se aprestan por enésima vez a recibir
una multitud de foráneos de todas las latitudes. Estos vienen a
participar de la gesta deportiva, pero también recorrerán sus tierras,
se impregnaran de la cultura milenaria, degustaran las originales
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comidas ancestrales y los deliciosos pescados y mariscos que a
diario ofrenda el Mar Egeo.
Los herederos modernos de Apolo y Zeuz esperan al mundo con los
brazos abiertos y la misma cordialidad de siempre. Aunque no lo
demuestren tan abiertamente, sienten como suyo el merecido
orgullo de saber que su creación ancestral ya es también uno de los
patrimonios más importantes del planeta.
En las tiendas de souvenirs y recuerdos, las simpáticas imágenes de
Atenas y Febo se multiplican por miles en estanterías y vitrinas. Son
las mascotas del evento y como era de esperar, se venden como si
fuera pan amasado recién salido del horno.
Cada cuatro años, una ciudad del planeta es elegida por el Comité
Olímpico Internacional para organizar los llamados Juegos de
verano. A partir de la aprobación previa de la mayoría de la
asamblea de países, la sede de inmediato comienza a sufrir una
verdadera transformación en su fachada urbana. Se vuelven a
rediseñar las avenidas, se ensanchas y modernizan las carreteras. Se
enaltecen los monumentos tradicionales y generalmente se construye
una espectacular infraestructura deportiva que luego será la herencia
más preciada. Atenas, por cierto, no es la excepción a esta regla de
oro y sus habitantes lo agradecerán en el futuro.
Durante dos semanas inolvidables, millones de personas tendrán
puesto sus ojos en la capital de Grecia y la responsabilidad que
implica tamaño desafío es gigantesca y compromete a toda la
nación. Lo sabe todo el mundo: los niños, las mujeres, los abuelos,
hasta el más humilde de los habitantes atenienses.
La multitud que asiste a los Juegos siente que su pulso se acelera
junto con el devenir diario de los acontecimientos. Hay una especie
de vigilia no declarada, mezcla de nervios y curiosidad porque la
madre de todas las competencias de una buena vez comience.
39
Se acerca la espectacular ceremonia que dará por abiertos los
XXVIII Juegos Olímpicos de la Era Moderna y no hay nadie que no
sienta la presión del acontecimiento.
La efervescencia se puede palpar directamente en las calles, en los
vagones atestados del Metro, en las callecitas estrechas de la Plaka,
en los muelles de embarque del visitado puerto de Pireos, en las
escaleras que ascienden hasta las ruinas de la Acrópolis, en fin, en
cualquier parte de esta pequeña gran nación del sur de Europa.
Nadie quiere que falle ningún detalle y los griegos esperan hacer
honor a su merecida fama de grandes anfitriones.
Los Juegos nacieron en la Antigua Grecia, casi ocho siglos antes de
Cristo y se disputaron entonces en la desaparecida ciudad de
Olimpia, un área situada en la parte Occidental de las islas del
Peloponeso.
A fines del siglo XIX, el visionario Barón francés, Pierre de
Coubertin, fundador del Comité Olímpico Internacional, logra
finalmente convencer a sus pares para revivir una de las más
clásicas tradiciones helénicas. No obstante, los escépticos de
siempre que se oponen a la idea de volver al pasado, su discurso
persuasivo cala definitivamente hondo entre los miembros de la
naciente organización. La mayoría está de acuerdo con la idea y
finalmente en 1896, nuevamente son organizados los Primeros
Juegos Olímpicos de la Era Moderna. Atenas es la ciudad elegida
para honrar la rica tradición histórica.
Por cierto, nada se puede comparar con aquel pasado legendario que
quedó para siempre en los libros y relatos. Los sistemas sociales
que gobiernan el mundo son muy diferentes a los de fines del siglo
19 y, qué decir, de los atletas actuales. En la mayoría de los
casos, competidores preparados especialmente para cada prueba
deportiva.
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Su hambre por ganar medallas, además del honor y la motivación
por el logro en si mismo , están ahora potenciados por las generosas
sumas de dinero que les ofrecen en sus países de origen.
Massú sabe por su experiencia previa que este torneo es un ejemplar
único, un evento irrepetible y muy diferente al que está
acostumbrado cada semana para cumplir con el agotador calendario
impuesto por el ATP Tour. El ya estuvo en los Juegos de Sydney en
el 2000, e incluso esa vez terminó siendo el abanderado oficial del
equipo, después de la sorpresiva renuncia de Marcelo Ríos a portar
el emblema patrio.
El tenista viñamarino valora en toda su dimensión lo que significa
vestir con orgullo el escudo de Chile. Siente que más que un jugador
de renombre en el circuito ATP, él es embajador deportivo de nuestro
país, un protagonista activo de la cita más grande y prestigiosa del
deporte mundial.
Nico llega a la congestionada Atenas bajo la asesoría de su nuevo
coach : el legendario Patricio Rodríguez, gran tenista chileno de la
década del 60, ex jugador internacional del entonces naciente
circuito profesional, entrenador de figuras prominentes y vastamente
conocido en el mundillo del tenis rentado. Están juntos desde el
torneo de Wimbledon y antes de dirigir al viñamarino, Pato
Rodríguez estuvo con José Luis Clerc, Andrés Gómez, Jaime Izaga,
Nicolás Lapentti, en fin, grandes cracks del tenis latinoamericano.
A ambos ahora los está esperando un minibús de la organización en
las afueras del aeropuerto.
Cuando finalmente acomodan sus maletas y viajan raudos por la
veloz autopista que conduce a la recién estrenada Villa Olímpica, un
dirigente les explica algunas formalidades de su futura residencia.
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“Los tenistas – señala - van a compartir el mismo departamento con
la gente de la natación. En este inmueble hay cuatro dormitorios: dos
para los tenistas y dos para los nadadores”
En cada pabellón del inmenso albergue de las delegaciones hay una
bandera que identifica al país y, a medida, que pasan los días, los
atletas van colgando símbolos patrios en los balcones de sus
habitaciones, tal como lo harían los marineros de un barco que iza
sus pendones cuando está a minutos de recalar en un nuevo puerto.
Son departamentos comunes y normales con capacidad para albergar
hasta diez personas.
En la primera habitación que encuentran disponible, Nicolás se
instala con Fernando González. Luego, en la segunda, Pato
Rodríguez lo hace con el coach de González, el “pulga ” Horacio De
la Peña. En la que sigue, Sandro Zolezzi, presidente de la Natación
y el entrenador del equipo oficial del deporte, el profesor Rodrigo
Bañados. En la última del fondo por el pasillo de enfrente, los
destacados nadadores, Maximiliano Schnettler y Giancarlo Zolezzi.
La misión deportiva de Massú , por llamarla de alguna manera, no es
más que la de cualquier deportista de selección: defender con honor
y dignidad los colores de Chile.
Nadie les ha puesto como imposición que vuelvan con una medalla,
porque aquello seria un sueño. Solo se les pide que mejoren sus
marcas e intenten vender cara la derrota. En una palabra, que estén a
la altura de sus nominaciones.
Massú y González representan al tenis. Ambos están inscritos para
participar juntos en la competencia de dobles y cada uno en el
singles del cuadro principal.
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A Nico le basta con echar una ojeada a los inscritos en el torneo,
para darse cuenta que aquí esta la flor y nata del tenis mundial. Entre
otros, Federer, Roddick, Kuerten, Moyá, Ljubicic, Ancic, Berdych,
por citar sólo algunos de los ilustres jugadores del circuito que
intentarán ganar el único título que probablemente no olvidarán
jamás en sus vidas: los Juegos Olímpicos.
La sede del tenis es una construcción gigante, de presencia
imponente y con capacidad para albergar hasta cinco mil
espectadores sentados en su moderno Court Central.
Como este es un torneo que nació al alero de la poderosa Federación
Internacional de Tenis, ellos son los encargados de velar por la
competencia. Están a cargo de los jueces y toda la infraestructura
médica y deportiva que controla el evento.
Al igual que la temporada americana de verano que finaliza con la
disputa del legendario US Open, este torneo también se juega sobre
superficie dura: Hard Court, como se le conoce en el lenguaje
cotidiano del tenis. Pero hay canchas duras lentas y otras duras
rápidas. Esta de Atenas, a decir del Nico, estaba rapidísima:
“Recuerdo que comentamos el tema con Fernando la primera vez
que entrenamos juntos. Al principio, nos sentíamos bastante
incómodos, porque la velocidad de la cancha era superior a la
normal. Hasta las pelotas elegidas sentíamos que estaban rápidas”.
Aunque parezca difícil de creerlo, desde enero hasta agosto, Massú
no ha ganado ni siquiera un mísero partido sobre “hard” en toda la
temporada.
Cayó inexorablemente en las primera rondas de todos los torneos
disputados el 2004: en Qatar ( perdió con Ljubicic : 3-6 /3-6); en
Sidney ( perdió con Reid : 6-7/6-2/ 4-6); en el Australian Open
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( perdio con Nieminen :1-6/7-6/2-6/3-6) ; en el Masters de Indian
Wells ( perdió con Rafael Nadal : 3-6/0-1, retiro) ; en el Masters de
Miami ( perdió con Pavel : 6-7/1-6); en el Masters de Toronto
( perdió con Johansson: 4-6/4-6) y en el Masters de Cincinnati
( perdió con Youzhny : 3-6/6-3/3-6).
En verdad, por sus aprontes, Nico no era capaz de convencer de sus
posibilidades de triunfo, ni al más ferviente de sus seguidores.
No era uno de los favoritos, qué duda cabe, pero quienes lo conocen
desde adolescente, saben que a Nicolás le podrán quebrar el servicio
innumerables veces, pero la confianza en si mismo no se la doblega
nadie, ni el tenista número uno del mundo apuntándole con un porta
misiles desde el otro lado de la red.
Nico estaba en un expectante lugar 14 del ranking de la ATP, pero
encontrar apostadores dispuestos a jugarle fichas a su opción de
medalla en Atenas, seguramente eran contados con los dedos de una
mano. No obstante, cuando se juega por el país, o por una razón
sentimental muy importante, el recuento estadístico sobre el tema
sirve sólo como referencia. En verdad, la historia está hecha para
hacerla trizas, para alterarla, no para hacer de ella un legado
inmutable. Si fuera únicamente por la lógica de los eruditos, la
esperanza de alcanzar la victoria por parte de los menos fuertes sería
solo un concepto vacío, errado y demagógico.
A Nicolás Massú, le faltaba esperar tan solo diez días de calendario,
para probar en uno de los deportes más competitivos del mundo, que
él encarnaba esa notable excepción que aparece muy de tarde en
tarde. Nico estaba a punto dar el zarpazo letal desde las sombras
cuando nadie se lo imaginaba. Igual que esos maravillosos luceros
que se adelantan a la noche estrellada cuando el atardecer recién está
oscureciendo.
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La Villa Olímpica estaba situada en las afueras de la ciudad de
Atenas, a unos veinte minutos en automóvil desde las canchas de
tenis. Se trata de un impresionante conjunto residencial que alberga
temporalmente a más de 15 mil personas. Una verdadera ciudadela
organizada con todas las comodidades y servicios de una urbe
moderna. El lugar cuenta con un gigantesco casino, donde a menudo
comparten fraternalmente los deportistas. El inmenso patio de
comidas tiene varias gracias, porque además de ofrecer una buena
variedad de platos, está permanentemente abierto para los atletas
durante las 24 horas del día.
Hay varias opciones y posibilidades de alimentos y se puede
encontrar todo tipo de bebidas y suplementos nutritivos. Hay
también en el interior, pequeños supermercados, lavanderías,
lugares de venta de souvenirs y recuerdos, gimnasio, piscina
recreativa, canchas de tenis, de fútbol, de básquet, en fin. Centros
médicos, oficinas de correos y salas de internet , para qué seguir,
miles de metros cuadrados dispuestos a albergar dignamente a la
elite del deporte mundial.
Si no fuera por toda la parafernalia de seguridad que rodea al
conjunto de edificios, cualquiera podría decir que allí habitan
trabajadores de clase media. De hecho, cuando se terminen los
Juegos, el estado griego se hará cargo de las residencias y las
distribuirá entre sus ciudadanos como hábitat permanente.
El departamento que se le asigna a la delegación de Chile está
situado en el tercer piso de un edificio de cinco plantas y dos
pisos subterráneos. Son inmuebles de cuatro habitaciones que
contienen camas de una plaza. Hay también una cocina sin
artefactos, una sala de estar con su respectiva terraza y tan solo un
baño para las ocho personas que compartirán el lugar. Tampoco hay
televisión, ni juegos digitales para entretenerse en las horas de ocio.
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Nico y Fernando, se dan cuenta de inmediato que el sitio no tiene
nada que ver con aquellos albergues de lujo donde normalmente
pernoctan durante su periplo por el circuito de tenis. En esta ocasión
van a tener que acomodarse con resignación y buena voluntad, tal
como lo hacían en la etapa juvenil, cuando recién comenzaban sus
carreras y normalmente tenían que distribuirse el alojamiento entre
varios, en especial, si el torneo no tenía tantos recursos.
Ambos, se toman la situación con humor, sabiduría y una buena
dosis de relajo. Es más, Nico hasta bromea con su compañero de
sueños, acerca de la precariedad tan literalmente espartana del lugar.
“ Aquí con un pedo bien tirado, compadre, nos vamos a la cresta
todos ” comenta riéndose.
Los tenistas profesionales están acostumbrados al boato y el
glamour de la mayoría de los torneos grandes donde están inscritos.
A menudo, alojan en hoteles de cinco estrellas, con losas de mármol
brillando en la fachada, pisos alfombrados, restaurantes de lujo en el
interior y baños de grifería pulcra.
Los tenistas se desplazan por la vida, echados sobre mullidos
asientos de cuero y con las patas hacia arriba en automóviles último
modelo que conduce un chófer de turno para cada ocasión. Disponen
también de servidumbre y un escuadrón de funcionarios de la ATP
dispuestos a satisfacer sus deseos. Y a veces, no pocas veces, hasta
sus caprichos.
Las condiciones donde pernoctaban en Atenas, nada tenían que ver
con la realidad del circuito con la que convivían semanalmente. La
cama de la Villa Olímpica, por ejemplo, es estrictamente
convencional, de no más de un metro noventa de largo y tan solo de
una plaza. Por si eso no fuera suficiente incomodidad, para acceder
al sitio de alimentación más cercano a casa, hay que esperar
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pacientemente un bus que circunda la Villa y lo hace nada más que
en determinados horarios.
La organización e infraestructura hospitalaria de los Juegos ha sido
históricamente de esta manera y no contempla sutilezas, ni
excepciones sobre el punto. A los dirigentes del Comité
Olímpico Internacional les da exactamente igual, si aquí duerme un
tenista que acumula millones en su cuenta bancaria y en la
habitación vecina un modesto corredor de fondo del Tercer Mundo
que ganó su cupo gracias a una beca del gobierno.
Ellos no están para discernir sobre los gustos de los atletas, ni menos
sobre su valoración del lujo y el boato ajeno. Las comodidades estilo
VIP, están en Atenas capital, afuera de los límites de la Villa.
Si los atletas consideran que necesitan mayor espacio y privacidad,
pues el país a quienes representan se las debe pagar, al contado, o
con tarjeta de crédito dorada si lo desean.
El espíritu olímpico no se transa y apunta a lo importante, que es la
competición propiamente tal. El príncipe y el plebeyo deben dormir
bajo la misma bandera de los cinco anillos que flamea orgullosa en
la entrada del recinto. Son las reglas, muchachos. Esa es la tradición.
Por eso, al final la victoria olímpica parece ser tan dulce y
embriagadora. Por tal razón, a los medallistas los sacude finalmente
una ola impresionante de satisfacción y orgullo. No solo hay que
ganarle a los rivales, sino preferentemente a si mismo, en especial
los tenistas, a ese pequeño burgués que todos llevan dentro.
“Bueno, uno se puede acostumbrar a las camas chicas y hasta los
olores ajenos también los termina soportando, pero lo que más nos
alteraba – aclara Massú - es que como teníamos distintos horarios de
partidos con Fernando, lo quisieras o no, el que se levantaba primero
siempre le interrumpía el sueño al que en ese momento estaba
47
descansando. Además estaban los nadadores que dormían en la
habitación del lado y el ruido que hacían ellos también nos
despertaba. En fin, es así para todos. Es que uno en los Juegos es
una hormiga, tan solo uno más”.
El primer partido ante el brasileño Kuerten, Nico se lo toma con el
debido respeto que acreditaba la jerarquía de su adversario. No solo
pesaba la calidad tenística de Gustavo “ Guga” Kuerten. El era una
leyenda viva del tenis latinoamericano y venía a intentar hacer lo
suyo antes del olvido.
Los juegos Olímpicos generan en los competidores una motivación
difícil de explicar , tal vez debido a la grandiosidad del evento, pero
hay un fuego sagrado que solo se puede comprender desde el punto
de vista de la emoción.
“ Yo sabía que no había jugado bien en cemento durante toda la
temporada - recuerda Nicolás - pero como me había ido bien en los
últimos torneos de la arcilla europea, mi confianza estaba alta. Yo
había salido campeón en Kitzbuhel, Austria. En este deporte la
confianza lo es casi todo. Si estás bien, todo se hace mas fácil.
Gané el primer set ante Guga sin tanto sobresalto , porque le hice un
quiebre de inmediato y después supe mantener el mío. El ambiente
del estadio estaba entretenido y ruidoso. Era la segunda cancha en
importancia, pero parecía un partido de Copa Davis entre Chile y
Brasil. Había también muchos brasileros”.
En el segundo set, Kuerten reacciona con la garra digna de un tipo
que ganó Roland Garros tres veces y una temporada fue coronado
como el mejor jugador del mundo. Guga gana ajustadamente la
manga, pero Nico no está dispuesto a ceder el partido sin dar batalla.
48
“ Físicamente, Massú estaba muy bien. El llegó en excelentes
condiciones a los Juegos- explica Pato Rodríguez. Pero
que te toque Guga en primera ronda, igual no es un buen sorteo para
nadie. Habíamos entrenado en Estados Unidos con mucha intensidad
junto a Francisco Carrasco, un tenista chileno de su generación ,
amigo del Nico y todo había funcionado muy bien. Tenía que
enfrentar ahora la competencia. A mí no me extrañaba su nivel,
porque cuando Massú se focaliza solo en el tenis, se convierte en un
jugador que impone mucho respeto”.
En el tercer y decisivo set, a pesar de que Nico pasa por apuros y
está muy complicado en algunos momentos, finalmente logra salir
adelante en el momento preciso y con mucha clase gana el match
con una ejecución notable.
“ Guga lo fue a buscar y se aproximó a la red, pero Nico lo cruzó
con un passing espectacular – recuerda Rodríguez. Fue un golpe
certero y preciso que impresionó a todo el mundo”.
Las primeras rondas de los torneos de tenis, son siempre complejas.
Uno nunca sabe si la puesta a punto ha sido la ideal y si la precisión
en los golpes también acompañará las ganas de que la pelotita
amarilla siempre vaya adentro del rectángulo.
Massú le gana a Guga con lo justo pero jugando muy buen tenis. A
pesar de que es su partido de estreno en el torneo, en rigor, son sus
segundos Juegos Olímpicos ( antes ya jugó en Sydney 2000) y esa
experiencia importa mucho a la hora de motivarse en los momentos
difíciles.
Al finalizar el partido, Massú se sentía bien físicamente, e
inmediatamente intuye que si era capaz de ganarle a Kuerten,
después podía darle pelea a cualquiera de sus próximos rivales.
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Su autoestima estaba por las nubes y así se lo cuenta a Sonia, su
madre, en la comunicación diaria que sostienen, a menudo, cuando
Nico está de viaje.
“ Mamá , me dijo – relata Sonia Fried. Por fin, hoy sentí que le di
bien a la pelota y como Guga te da ritmo para jugar, todo salió muy
bien. Me repitió que físicamente estaba intacto”.
En el horizonte de Nicolás Massú, ahora aparecía la figura del norte
americano, Vincent Spadea, un jugador que por momentos
representó la esperanza de recambio para el tenis de su país, pero
que nunca germinó en realidad. Se quedó solo en promesa.
Nico había ahorrado una buena dosis de confianza en su
enfrentamiento de primera ronda contra Kuerten. Tenía la fe de los
ganadores y estaba muy seguro de si mismo. No dudaba de su
capacidad para superar el obstáculo que oponía el norteamericano.
Spadea, era ciertamente peligroso como todos los del cuadro y a
pesar de que prácticamente se había criado jugando en las caldeadas
superficies asfálticas de Florida, Massú sabía que podía ganarlo en
su cancha favorita.
Como se dice en la jerga del circuito, Spadea era un rival abordable,
además, no parecía ser mentalmente tan fuerte como para librar la
larga batalla que Massú estaba dispuesto a plantearle en la pista
olímpica ateniense.
Para ganar los Juegos en cualquier disciplina, seguramente hay que
tener una cierta alma de gladiador, tal como en sus remotos orígenes
la tuvieron los primeros medallistas de la historia. La tradición de
los Juegos y de representar a un país, nace de la exigencia implícita
del competidor por darlo todo en pos del triunfo.
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A Nicolás le gustaba mucho esa idea mítica de vencer o morir en la
batalla y además se creía a plenitud el personaje épico que
encarnaba; el combatiente que a pesar de sus heridas y dolores
consigue doblegarlos a todos en la batalla final. Pero eso era hacer
mucha ficción todavía. La competencia por las medallas recién
estaba en pañales.
“Estuve set point abajo en el primer set, pero logre dar vuelta la
situación y después Spadea en el segundo set se derrumbó. Me
quedé con la sensación de que yo estaba jugando cada vez con
mayor solidez. Eso me sirvió mucho para los partidos venideros”,
agrega Nicolás.
Se requería mucho temple y valor para soportar el juego duro y
agresivo que proponía desde el fondo de la cancha, Igor Andreev, su
próximo oponente en octavos de final . El tenista ruso era joven, un
jugador emergente y de gran capacidad física. Un fiel exponente de
la nueva camada de tenistas jóvenes salidos del Cáucaso. Una
auténtica realidad del circuito después de la notable era de tenistas
rusos que representaron Medvedev y Kafelnikov.
Andreev era dueño de un arsenal de tiros desde el fondo de la
cancha como para preocupar al más valiente. Fue uno de los partidos
más duros que tuvo que enfrentar Massú en su marcha hacia la final
del torneo. De hecho, durante algunos pasajes, Nico se hablaba a si
mismo y de paso maldecía a su rival con algunos chilenismos
propios de su particular y divertido diccionario de obscenidades :
“ Si me querís ganar, me vai a tener que sacar muerto de la cancha,
huevón. Que te has creído, cagón ? gritaba Nico para desahogarse y
Andreev lo miraba desde el otro lado de la red sin entender nada.
Los chilenos presentes en el estadio solo atinan a sonreír.
51
Pato Rodríguez, asegura que a esas alturas de la competencia, Nico
ya está jugando un tenis excepcional.
“ Prácticamente volaba en la cancha. Su rapidez de movimientos era
espectacular, además su revés era profundo y estaba causando tanto
daño como su excelente golpe de derecha”.
El partido ante Andreev marca un punto de inflexión en la carrera de
Nico hacia las medallas olímpicas. No solo porque el se prueba
a si mismo que esta con todas las luces encendidas, sino porque sus
ganas de buscar los resultados están más vigentes que nunca. Su
juego es fluido y prácticamente no demuestra incoherencias desde la
línea de fondo. Su primer servicio adquiere una regularidad que le
está generando mucha confianza a la hora de tomar decisiones.
No obstante, había dudas razonables a la hora de hacer un análisis
mas fino sobre sus posibilidades en la competencia.
¿ Tendría Massú el fuelle suficiente para seguir jugando con tanto
despliegue de energías ? ¿ Podría su estado físico aguantar el
inmenso desafío que estaba por acometer en las rondas siguientes?
Dudas que también Nicolás comienza a interiorizar.
“ Llegue prácticamente destrozado a la Villa – admite Nico.
Estuvimos en la cancha más de tres horas y me sentía
físicamente muerto. El tipo no fallaba, le daba duro y parecía muy
sólido. Gané con lo que pude el tercer set, pero fue muy ajustado.
Más encima, me entero que teníamos que jugar unas horas más tarde
el dobles con Fernando frente a los hermanos Bryan, que son una de
las mejores parejas del mundo”
Una vez en el vestuario, Massú conversa seriamente con Fernando
González sobre la posibilidad de seguir o no jugando en la
competencia de dobles. Discuten la conveniencia de no presentarse
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ante los Bryan para así poder privilegiar la actuación personal de
cada uno de ellos en la competencia de singles. Ambos ya están en
cuartos de final de ambos torneos y saben que se les viene un
esfuerzo casi sobrehumano si perseveran con la idea de no desertar
de ninguna de las dos competencias..
Los partidos que restan en las rondas finales son siempre los más
duros y el cansancio acumulado ahora les está pasando lentamente la
factura. Tal vez, por intentar rendir bien en ambos torneos están
arriesgando a perderlo todo y a quedar con las manos vacías.
Nico y Fernando se conocen desde niños, son amigos de toda una
vida y siempre se han tenido confianza mutua para decirse las cosas
sin ambages, ni discursos retóricos. Analizan los acontecimientos
con frialdad, pesan los argumentos a favor y en contra. Finalmente,
optan por inmolarse juntos en el intento y deciden dar la brutal
batalla en los dos frentes. Se juramentan que mientras les quede un
gota de energía en el cuerpo seguirán intentando la utopia de ganarlo
todo. Salen a jugar contra los poderosos Bryan, con mas convicción
que nunca.
“Los primeros cinco juegos- recuerda, Nico- debo reconocer que
me sentía absolutamente mareado y, a veces, hasta se me nublaba la
visión. Lentamente, me recuperé y me empecé a soltar, tal vez, debe
ser por la misma adrenalina que uno se genera cuando compite. Eso
me ayudo a despejarme un poco y a recobrar bien el equilibrio con
mi juego y el de Fernando. Ganamos en solo dos sets, nos
complementamos muy bien y el triunfo tuvo un sabor especial para
ambos”.
Seguramente, deben haber muchas explicaciones técnicas para
intentar buscar una respuesta al alto nivel que Nicolás está
exhibiendo en Atenas, pero no bastan por si solas para explicar su
53
alto rendimiento. Si se ha de resaltar un aspecto que sobresale
nítidamente por sobre los conceptos meramente técnicos, este es su
motivación, la convicción superior con que está jugando al tenis .
En general, la mayoría de sus golpes funcionan a cabalidad y no ha
mostrado fisuras ni baches prolongados de concentración durante los
primeros partidos del singles.
No obstante, hay un aspecto específico de su juego que alcanza cotas
superiores: su notable devolución de servicio.
En superficies de este tipo, es normal para quien debe recibir el
primer envío de sus rivales, habituarse a responder poderosos
misiles, que en la mayoría de los casos, surcan el espacio a
velocidades sobre los 200 kilómetros por hora.
Massú está a la altura de las circunstancias y, la mayoría de las
veces, devuelve bien y a un lugar seguro donde no está expuesto al
contrataque .
De esta forma, evita que el oponente tome ostensibles ventajas en el
control del juego, a partir de poderosos servicios que desarmen su
sólida defensa. Esta notable característica defensiva de Nicolás no es
casualidad y el modo como la está aplicando en Atenas es sólo el
corolario de ello. Lo prueba el hecho que a fines de esa temporada
2004, la ATP lo valida en sus estadísticas oficiales como tenista que
mejor devuelve en el mundo.
“Nosotros solo teníamos posición de comentarista en el estadio
grande , no en el de tenis- confiesa, Fernando Solabarrieta . El
precio de contar con uno era alto y la verdad es que como las
reservas se hacen mucho antes de los Juegos, prácticamente
habíamos desechado la idea. Pero luego del triunfo ante los Bryan,
nos dimos cuenta que algo grande parecía que se estaba incubando
con la actuación de los tenistas. Entonces, Michael Miller, que era el
Productor Ejecutivo de TVN, habló con los brasileros de O Globo,
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con la TV mexicana y hasta con la OTI para ver la posibilidad de
conseguir un puesto, pero no pasó nada. Finalmente, a través de la
organización europea EBU, la TV polaca nos cedió su propia
posición, porque a la hora de transmisión de las finales del tenis
ellos iban a emitir otra cosa. Fue una suerte increíble, porque nos
cedieron su derecho gratis. También los dioses estaban con nosotros.
En rigor, TVN les regaló dos botellas de buen vino chileno y así se
saldó la deuda”.
Por cuartos de final y ante el excelente, Carlos Moya, a esa fecha el
4to. jugador de la ATP, Nicolás sigue brindando actuaciones dignas
de elogio. Pega de modo seguro y no comete muchos errores no
forzados. Massú está construyendo un tenis que impresiona a sus
rivales y concita la admiración de la critica. Ostenta un alto nivel de
confianza en si mismo y eso tiene influencia directa en su juego.
En un jugador tan perceptivo y sensible como el Nico, darle bien y
con seguridad a la pelota es casi una bendición.
Ante Moya juega realmente un primer set de antología y arrasa
rápidamente con el crédito hispano y cualquier intento de reacción.
Podría haber ganado con mas facilidad el segundo, pero se complica
y termina sufriendo.
“La idea era jugarle rápido y de preferencia al revés- relata Pato
Rodríguez. Moya tiene una derecha muy buena, pero necesita
pegarla con cierta comodidad y para ello hacerse el espacio
necesario en la cancha para ejecutarla en forma óptima. Nico lo
contragolpeó muy bien y siempre tuvo el control del partido”.
Hay un hecho digno de destacar, sin embargo. Al finalizar el
segundo set, Nico comienza a sufrir el asedio constante de Moya.
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Como todos los jugadores top ten del circuito, el hispano esta
dispuesto a vender muy cara su derrota y decide pasar a la ofensiva.
Su objetivo es presionar desde la red los embates que Massu envía
desde la línea de fondo. La estrategia le da resultados al hispano y
esta vez el viñamarino está en serios aprietos.
Cada uno va ganando su servicio. El partido está ahora seis a cinco a
favor del chileno y el próximo punto determinará si van o no a un tie
break decisivo.
Como en el lejano Oeste, o en un duelo de caballeros por el honor
mancillado de una doncella, al final de cuentas solo permanecerá
con vida el que dispare primero e impacte en el blanco preciso.
Al final del set, Nico sorpresivamente comienza a elevar la pelota en
forma exagerada, pero no es un globo pensado, o algo por el estilo.
Moya está sorprendido y los que observan el partido también. Pero
como Nicolás insiste de nuevo con el golpe, el español decide irse a
la red y corre raudo a cerrar el ángulo, porque sabe que si Massú
eleva la próxima pelota, el lo va a sacrificar sin miramientos.
Sin embargo, ocurre lo impensado. Nico cambia drásticamente de
idea y ahora improvisa un tiro con toda la fuerza de su brazo.
Milagrosamente le da a la bola con la única zona de su raqueta que
todavía tiene algo de tensión. Ahora se explica todo. Jugó así
anteriormente porque había cortado cuerdas, no obstante, su tiro
cruzado pasa rasante y plano y deja a Moya tan parado y sin
movimientos, como una estatua inanimada de esas que se ubican a la
entrada del Partenón.
Aunque parezca un increíble golpe de suerte, que de veras lo es,
Nico gana el partido. Es la suerte del elegido.
Los dioses del Olimpo están de su lado esta vez, qué duda cabe.
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Massú ya está en las semifinales de los Juegos Olímpicos y en Chile
a todo el mundo deportivo se le comienza a despertar el apetito por
una medalla. Los hinchas se ilusionan con el chico de Viña y los
canales de televisión que transmiten los Juegos en directo, reciben a
diario miles de consultas para saber a qué hora juegan el Nico y
también Fernando González.
El triunfo sobre Moya catapulta las esperanzas de la gente, porque se
trata de una victoria notable, monumental y significativa sobre uno
de los mejores tenistas del mundo. Nico se instala de lleno en la
disputa directa de medallas. Era la motivación extra que necesitaba
su mente para seguir exigiendo su ya maltrecho estado físico.
“ Yo creo – dice convencido Massú- que ese fue mi mejor partido en
todos los Juegos. No solo, porque Moya es un tremendo jugador,
sino porque todo me salió bien ese día. El seguramente no se podía
imaginar como yo podía alcanzar tal rendimiento en una instancia
tan importante. Igual, debo reconocer que al final me puse un poco
nervioso, pero salí airoso y cerré bien el segundo set.”
El honor de subirse al podio está a un solo partido y ese solo hecho
de la causa potencia sus expectativas por conseguir la anhelada
medalla , pero también dispara su angustia por no fracasar en el
intento. Nicolás Massú, probablemente esta jugando el mejor tenis
de su carrera y su actitud triunfadora contagia de entusiasmo y
mística a toda la delegación chilena.
“El Nico estaba siempre muy prendido y muy convencido de todo lo
que estaba haciendo, pero iba partido a partido, nunca hacía un
pronóstico de lo que ocurriría más allá de la próxima ronda. Cuando
compartíamos en el departamento, ellos no tocaban mucho el tema.
Tanto Fernando como él se animaban mucho y se tiraban para arriba,
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pero tengo la percepción que recién en semifinales, a los dos se les
abrió realmente el apetito. En las instancias finales su fe era
tremenda y uno terminaba realmente convencido de que lograría su
objetivo” afirma el nadador, Maximiliano Schnettler, vecino de
habitación de los tenistas en la Villa Olímpica de Atenas.
Cuando le gana a Moya, Nico siente que sus palpitaciones están
cada vez a un ritmo alto, no sólo producto del impresionante
despliegue que le demanda jugar singles y dobles en la misma
jornada, sino porque tiene la percepción que está en los albores de
cumplir una actuación histórica. Su mirada, la actitud positiva que
demuestra para relacionarse con los demás miembros de la
delegación , su expresión corporal delatan el estado de ánimo que
está viviendo y la armonía que también alcanza fuera de la cancha.
“ Yo creo que el triunfo sobre Moya produjo en Nicolás un efecto
muy positivo. Se convenció de la solidez de su tenis y por otra parte,
se dio cuenta de que Federer había sido eliminado. Todo podía pasar
de ahí en adelante”, relata Pato Rodríguez.
Una extraña mezcla de sensaciones invade a Massú. Sentimientos
cruzados entre el anhelo por ganar y su compromiso tácito para no
defraudar a los más cercanos. No solamente el tenis ocupa sus
pensamientos. Comparte ocasionalmente con algunos en las horas de
comida, pero siempre opta por la intimidad de su refugio en la Villa
Olímpica. Tal como el felino que olfatea la presa a unos cuantos
metros del alcance de sus garras, Massú se prepara para el ataque
letal y definitivo. Sabe que el ambiente está cargado de presagios y
quiere salir pronto a asumirlos. Algo de su intimidad profunda le
dice que está por escribirse una epopeya en Atenas. Nunca más en su
vida de tenista estará tan cerca de traspasar esa delgada línea que
media entre el éxito y la gloria.
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“ A pesar del cansancio acumulado- reconoce. Yo sentía que le
estaba dando muy bien a la pelota, que tenía regularidad en mi juego
y que ya llevaba más de seis partidos ganados sin bajar mi nivel.
Incluso en el dobles, con Fernando le habíamos ganado muy
bien a Ljubicic y Ancic, que son una excelente pareja ” .
Fernando González recuerda con una sonrisa evocadora lo sucedido
en el partido ante el buen binomio de Croacia. Una anécdota
que refleja la increíble disposición del Nico por ganar y marcar su
presencia en el court.
“ Estábamos ya en los tramos finales y en la pelota del deuce, Ancic
la coloca muy corta y en un ángulo realmente imposible para
cualquiera de nosotros . El Nico estaba al fondo y no sé cómo lo
hizo, pero en milésimas de segundo apareció, de repente, como una
exhalación, apurado y casi por fuera de la cancha. La alcanzó a
tocar como pudo y la pelota pasó al otro lado. Así conseguimos
ganar el punto. Fue de veras, increíble. Cuando lo voy a saludar, veo
que estaba con las manos colocadas a la altura de los testículos y
gritándole al mundo : aquí tienen huevos, mierda, aquí si que tienen
huevos grandes. Fue notable. La escena era muy divertida y el Nico
no paraba, seguía eufórico gritando”.
No está prendido únicamente en el singles, sino también en el
dobles. Ya parece presentir que las medallas están cada vez mas
cerca y al alcance de su raqueta iluminada. Nico intuye con fuerza
que no volverá a Chile con las manos vacías .
“ Yo ya me había convencido que algo ganaríamos –relata Massúcualquiera de los dos, Fernando o yo. Eso me ilusionaba mucho, e
incluso me daba un ánimo extra para enfrentar a Taylor Dent en
semis. Un tipo que nadie lo quiere tener de rival en el circuito. Su
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juego te molesta, te calienta, porque tiene un verdadero cañón de
primer servicio y luego te da cero ritmo en el peloteo”.
Antes de salir a la cancha, Massú se dirige a Pato Rodríguez y sin
decir agua le lanza la siguiente interrogante :
“Pato ¿ quién debería ganar entre el mejor saque del mundo y la
mejor devolución del mundo?
“ La mejor devolución” responde Rodríguez sobre la marcha.
Nicolás asiente con un gesto y sonríe complacido, luego alista por
última vez su bolso de raquetas y sale a la arena ateniense más
convencido que nunca de sus posibilidades de triunfo.
Dent es un tenista singular. Cuando el está con el servicio a su favor
exhibe un juego agresivo y lleno de coraje. Apenas dispara su obús
corre hacia la red y allí, con su raqueta en ristre, espera confiado la
respuesta del rival para meter una volea terrible. En cambio, cuando
a él le toca el turno de recibir, su juego se hace inseguro, anodino y
errático. No es capaz de intercambiar tres pelotas seguidas sin que
una se le vaya afuera .
En el primer set, Massú resiste heroicamente sus impresionantes
misiles y cuando llega la hora de la verdad, de jugar los puntos
importantes y decidir el destino del partido, prácticamente no
comete error alguno y siempre está al acecho descifrando lo que
trama su rival. Producto de su estrategia se llega a la definición por
muerte súbita. Nico gana en un tie break de infarto.
Cuando la televisión muestra al norteamericano sentado en su silla
de descanso, Dent parece estar doblado en su autoestima,
confundido y preocupado por lo que le espera. Por encima del
resultado tan estrecho, seguramente ahora está dudando de sus
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posibilidades. Si no pudo hacer valer su primer servicio, será duro
intentar otra estrategia para sobrepasar a un rival tan inspirado.
En el segundo set, Dent apuesta alto y debe pagar el precio de su
osadía. Sale a matar o morir y cae pesadamente en el intento. Su
instinto de animal herido le dice que se la juegue por redoblar la
apuesta y lo arriesga todo en cualquier tiro que llega hasta su campo.
Comete fallas de principiante, se apura más de la cuenta, pierde
concentración y Massú literalmente lo destroza con la misma
precisión que ostentaría un neurocirujano operando un tumor
cerebral ramificado.
Nico corona una actuación notable que no deja lugar a dudas sobre
sus merecimientos como finalista.
Su devolución de servicio funciona a la perfección esta vez. Su
raqueta es un eficaz paraguas antiaéreo, un arma fundamental que no
permite el ingreso de ningún proyectil del lado enemigo.
Sus passing shot de respuesta son de antología y entran por el
callejón preciso. Dent siempre queda a medio camino, entre el
alcance de su raqueta y la pelota que pasa rasante por su lado.
Cuando termina el encuentro, el de Viña está exultante. A pesar del
cansancio acumulado y el impresionante despliegue físico que ha
exhibido durante toda la semana ya tiene asegurada la medalla de
plata, pero tal como en la ronda final de un torneo de póker, se le
despierta el apetito. Está acostumbrado a esas lides, no en vano ha
crecido en una ciudad que tiene un casino tradicional y de prestigio.
Nico va por más, no se conforma con lo ganado, quiere ahora para si
el pozo completo, no los premios de consuelo.
Mardy Fish es oriundo de Minnesota y ocupa el puesto 35 en el
ranking de la ATP. El será su rival en la final olímpica y, no es
necesario volver a reafirmarlo, hará todo lo que esté a su alcance por
sumar otra medalla de oro para el poderoso equipo de Estados
Unidos.
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Como buen oponente de una instancia decisiva, saldrá a hacer su
negocio y tratará de hacerle difíciles las cosas a Massú para
contrarrestar su notable juego de fondo. Fish sabe de la potencia de
su derecho y tratará de negarle la sal y el agua para que no lo pueda
ejecutar con comodidad .
Ambos se conocen bien y fiel a los códigos del circuito, cuando se
cruzan en el vestuario, o en algún pasillo del club, se saludan con un
gesto y apenas se miran de reojo.
Massú comienza a sentir en carne propia el conteo final previo a la
definición de la medalla de oro.
“ A mi me sorprendió profundamente su modestia, su madurez para
conservar la calma frente a lo que se le venía, su impresionante
convicción de ganador. Cuando en nuestra pequeña oficina le
mostrábamos las imágenes de la gente en las calles y le contábamos
que la gente estaba loca con sus triunfos, que había una verdadera
tenismanía en todo Chile - recuerda Solabarrieta- él te miraba
incrédulo y no hacía mayores comentarios. Simplemente sonreía y
luego cambiaba el tópico de la charla”.
A medida que van finalizando las distintas competencias y deportes,
muchos atletas ya han vuelto a casa. Se nota menos gente en la Villa
Olímpica y , por supuesto, hay mayor espacio en los recintos de uso
colectivo. Se palpa una extraña mezcla de nostalgia y felicidad entre
los atletas que parten. Están felices de retornar a sus hogares, pero
todavía vibran emocionados por haber dicho presente en un evento
imperdible de sus carreras deportivas.
Hay, por consiguiente, más habitaciones disponibles para los que
todavía permanecen compitiendo. Fernando aprovecha la
oportunidad y se muda a otra habitación del departamento en común
para dormir en solitario. Así, ambos tenistas estarán más cómodos y
tranquilos.
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El nadador Schnettler permanece todavía en Atenas hasta que se
juegan las jornadas finales del tenis. Asiste cada día a los partidos de
ambos, grita en el estadio y sufre como ninguno por todo lo que lo
que les ocurre a sus cohabitantes.
“ Cualquiera que hubiese visto las ampollas que tenía en las plantas
de los pies González y la fatiga de Massú, producto de tantas horas
de juego en una superficie dura, se hubiese impresionado al
observarles su aspecto. Ahí cada tarde llegaba el doctor Orízola, los
examinaba, les curaba las heridas y les daba inyecciones o calmantes
para el dolor, o la medicina que ellos necesitaran. Luego los
kinesiólogos del equipo chileno, Checho Valdivia y Roni Arancibia,
entraban a hacer su gran labor recuperativa, pero era impresionante
ver la disposición que ambos tenían para seguir jugando, a pesar de
sus dolores. En los Juegos Olímpicos, los tenistas inscritos en
singles y dobles deben jugar en una semana, lo que normalmente
juegan en un Grand Slam de dos semanas. Es conmovedor el
esfuerzo que hacen”.
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CAPITULO IV
LA BATALLA
POR EL ORO
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Nico Massú yace exhausto sobre el asfalto de Atenas. En un partido
electrizante conquista su segunda medalla de oro. Una hazaña inolvidable.
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Nico se abraza con Mardy Fish. Ambos brindaron un partido espectacular
y el de Estados Unidos reconoce con hidalguía el notable triunfo del viñamarino
Massú y González luego de la emotiva ceremonia de premiación.
Son las primeras medallas de oro en la historia olímpica de Chile.
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Ante los insistentes llamados de la barra. Desde el podio, Nico se gira
hacia sus fieles para mostrarles la segunda medalla de su cosecha dorada.
Los entrenadores de los campeones olímpicos, Patricio Rodíguez y Horacio de la Peña,
junto a hinchas chilenos que alentaron a los tenistas en Atenas.
67
Nico junto a dos testigos presenciales de su hazaña. El empresario, Sebastián Piñera
y el abogado, Roberto Ossandón, quien posa con la histórica medalla.
Durante la celebración íntima en la Villa Olímpica , Nico junto a su vecino
de dormitorio, el nadador Maximiliano Schnettler.
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La final del singles terminó hace tan solo unos minutos. En la soledad del vestuario,
Nico intenta asimilar la dimensión de su proeza.
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Nico y Fernando se imponen en cinco sets al equipo alemán
formado por Reinar Schuettler y Nicolás Kiefer en la final del
dobles olímpico. Son más de tres horas y media de combate duro,
intenso, electrizante. Son minutos de alta carga emocional y muchas
jugadas al límite de las posibilidades de ambas escuadras. Hay
momentos de angustia, dramatismo y presión ambiente.
El desenlace es una verdadera epopeya deportiva de coraje y
convicción escrito sobre una cancha de tenis.
“ Cualquiera que estuviese mirando el partido en el estadio se daba
cuenta que era un partido muy caliente y disputado - afirma Juan
Carlos Campos, periodista corresponsal de TVN presente en los
Juegos de Atenas. Cuando Kiefer ganaba un punto, se lo gritaba en
la cara a Fernando, o a Massú y de vuelta sucedía lo mismo, el Nico
no dejaba pasar la posibilidad de devolverle la mano al alemán y se
lo gritaba todavía con mayor fuerza y acompañado generalmente de
una sutileza idiomática chilena”.
Los chilenos logran revertir hasta cinco match points en contra y una
volea fácil que los condenaba inexorablemente a la medalla de plata.
Por instantes cruciales, la pareja nacional cuelga literalmente de un
hilo. Bastaba un error de milímetros y todo se habría ido por la
borda. Los que vemos el partido, vía satélite, estamos con el corazón
en la mano, la angustia a flor de piel y el estomago apretado. Es ese
sufrimiento interno por querer que todo funcione bien y no afloje.
Por minutos, Chile entero es una larga faja de angustias, lamentos,
gritos de celebración y plegarias instaladas frente a un televisor
encendido.
Finalmente, los nacionales cierran a su favor un partido inolvidable,
que durante largos pasajes parecía irremediablemente perdido.
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Las imágenes de los momentos finales impactan fuertemente a la
teleaudiencia, que valora en toda su magnitud lo que han hecho estos
dos muchachos chilenos en pos de la victoria. Son hijos de estas
tierras y no hay nadie que no sienta al menos una pizca de orgullo
por este par de chicos vitales que tan bien representan a nuestro tenis
y a toda una generación que se ha nutrido con sus éxitos y alegrías.
Nunca antes en nuestra historia deportiva habíamos escuchado la
dulce melodía del himno nacional interpretándose en una ceremonia
de premiación de los Juegos Olímpicos. Ni siquiera sabíamos lo que
era una bandera patria flameando en la parte más alta de los tres
mástiles del podio. Conocíamos el valor de las medallas de plata y
bronce, pero jamás habíamos tenido una de oro entre las manos.
No sabíamos lo que era sentir la emoción de ver en directo cómo se
consigue un triunfo de nivel olímpico. Tal vez no importe tanto, en
verdad, porque no es más que un valioso campeonato deportivo y la
vida va a continuar mañana, tal como ha ocurrido siempre. Pero son
momentos únicos y excepcionales en la rutinaria vida de la gente,
perlas preciosas y de colección en el anecdotario existencial de los
más de 10 millones de telespectadores que están observando los
instantes finales del partido de dobles.
El reloj de estadio marca las dos y media de la mañana en Atenas y
en los vestuarios los miembros del equipo están celebrando la
primera medalla de oro chilena en más de un siglo y medio de
intentos varios. Si se puede hablar de celebración, porque
inmediatamente después del partido, Massú y González, yacen
acostados sobre sendas camillas en una sala de recuperación, cuyo
objetivo es aliviar la inmensa carga física a la que han sido
sometidos. Allí reciben el masaje reparador de los kinesiólogos.
71
El doctor Orízola conversa con Fernando González sobre la
evolución de sus heridas en las plantas de los pies.
Nico hace elongaciones suaves, de acuerdo a una rutina establecida
para liberar la tensión muscular, a través del estiramiento de las
extremidades.
En medio de los abrazos y las escenas típicas de un camarín
triunfante, tocan a la puerta y un miembro de la organización de los
Juegos, le comunica a Massú, que luego de un sorteo previo , él ha
sido elegido para presentarse al examen anti doping. Le deben
practicar primero el test de orina. A partir de este momento, un
miembro de la organización lo seguirá hacia donde él se dirija, como
si fuese su sombra, antes de partir hacia el centro especializado para
tomarle las muestras.
“ También, a partir de ahora, señor Massú, usted tiene doce horas de
plazo para hacerse un examen de sangre, que sumado al de orina
dará el perfil bioquímico definitivo” le comunica amablemente el
oficial que está a cargo del test.
Nicolás se indigna cuando escucha la notificación y hasta patea una
botella de agua para mostrar su desagrado por el anuncio. Le dicen
que mejor se calme, que baje las revoluciones si no quiere que la
cosa pase a mayores. Los reglamentos olímpicos son así para todos
los atletas que se suben al podio y ganan medallas. No puede quedar
ninguna duda sobre la legitimidad de sus logros. Fue él quien salió
sorteado y aunque no le guste tiene que aceptarlo, qué le vamos a
hacer.
A Massú no le queda otra que resignarse.
“ De acuerdo- replica el viñamarino - un poco más repuesto de la
noticia. Mañana me lo haré”.
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Nicolás queda preocupado. No puede creer en tanta mala suerte .
Esta vez el azar le está jugando en contra. Nunca antes le había
ocurrido que le extrajeran sangre en las horas previas al partido más
importante de su vida. Se trata de una cuestión más bien sicológica,
en verdad. Su capacidad circulatoria no va a estar en entredicho por
unas cuantas gotas de glóbulos sanguíneos que le extraerán con una
jeringa. Pero lo que lo descompone es la oportunidad en que esto
ocurre y seguramente la inmensa fatiga que carga a cuestas lo pone
de mal humor. Sabe lo que se le viene encima en las próximas horas
y sólo pensar en levantarse preocupado por un examen de rutina ya
le causa profundo fastidio.
Media hora más tarde, cuando ya se ha bañado y masajeado como de
costumbre, ingresa nuevamente a la cancha junto a Fernando
González y las parejas de los otros dos equipos que obtienen
medallas : Alemania, plata y Croacia, bronce.
Los alemanes están visiblemente abatidos y no los hace reír ni el
mejor comediante del planeta.
La ceremonia de premiación es sencilla, austera y de alta
significación emocional, como todas las que se verifican en los
Juegos para honrar a los ganadores de las competencias.
Primero se hace el anuncio en griego y a continuación en los
idiomas oficiales del evento : inglés y francés.
Un grupo de hermosas muchachas vestidas con trajes típicos de
Grecia, antecede al selecto grupo de deportistas que ingresa al
estadio lentamente, como quien asiste a una audiencia con el rey y
va midiendo calmadamente el ritmo de sus pasos.
Se interpreta primero el himno de los Juegos y luego se procede a la
entrega de las distintas medallas por parte de dirigentes del COI.
73
Finalmente se escucha por los parlantes del estadio una versión más
breve del Himno Nacional de Chile. Todos los espectadores
escuchan con respeto y los chilenos presentes tienen los ojos
húmedos.
Desde la distancia, Massú y González parecen verdaderos príncipes
al momento de su entronización, porque de acuerdo a la tradición
helénica de estos Juegos, sobre sus cabezas lucen una corona hecha
de laureles cuidadosamente trenzados.
El acto de premiación, a pesar de su sencillez, tiene una
majestuosidad y un simbolismo que impactan. En este caso la
austeridad se viste de grandeza. Cuesta mantener el control
emocional cuando la bandera de chilena sube junto a las otras a lo
mas alto del mástil. Es una visión inédita y la única que hemos
podido ser testigos en más de un siglo de competencia.
Luego de la premiación, las entrevistas de rigor para la televisión
planetaria y en particular para TVN que está transmitiendo en
directo los Juegos y sabe del impacto mediático que ha causado en
Chile la ceremonia. Massú se excusa de asistir, porque está
realmente exhausto. Solamente González se dirige en automóvil al
edificio de la prensa y televisión mundial (IBC) y se somete con
paciencia a las inquietudes de la prensa especializada.
A través de la comunicación interna, le comunican a Fernando Val,
director de la transmisión de TVN en Atenas que el presidente Lagos
está en La Moneda y quiere establecer un diálogo directo con los
flamantes campeones. Se hacen las gestiones, pero se hace tarde en
Atenas y la idea finalmente se desecha.
“ En principio, yo me opuse a que Massú fuera de inmediato a dar
entrevistas, reconoce Pato Rodríguez. Comprendo el trabajo
periodístico y las ganas por verlos que debe haber tenido la gente en
74
Chile, pero era ya muy tarde en Atenas y cada minuto que estuviese
despierto atentaría contra la buena recuperación de Nicolás. No hay
que olvidar que horas más tarde tenía que jugar el partido más
importante de su vida”.
Cuando finalmente arriba a la Villa Olímpica, Nico está muy
agotado y no quiere saber de ninguna otra cosa que no sea descansar
y dormir de inmediato. Literalmente se desploma sobre su cama y
reposa con largueza. Tiene el cuerpo resentido, siente que le duele
todo y mañana deberá estar apto para la final del singles. En pocos
minutos, el cansancio puede más que la coctelera mental que sacude
sus neuronas y logra, por fin, conciliar el sueño.
Pato Rodríguez, entretanto, se preocupa del vestuario deportivo de
Massú, de la tenida que utilizará al día siguiente y de que todo esté a
punto. Como los demás habitantes del departamento están
celebrando las medallas del dobles en el subterráneo del mismo
edificio y todavía no han llegado a casa, Pato se sienta
pacientemente en una silla de la sala de estar del departamento que
esta frente a la habitación de Nico y Fernando. Allí se pasa las horas
que restan de la noche, porque quiere cuidar a su pupilo de cualquier
ruido o injerencia extraña causado por terceros cuando vuelvan.
Cierra la puerta con cuidado, le da las buenas noches al Nico y se
dispone a trasnochar. Más que un entrenador de tenis, ahora las
oficia de padre, hermano mayor, una especie de fiel guardián
nocturno que velará por el sueño reparador de su dirigido. Massú
duerme no más de seis horas seguidas y se levanta a media mañana.
Cuando en Atenas ya alumbra potente el sol veraniego, Nico parte
hacia la estación de control de doping situada en el Centro Olímpico
y se toma la muestra de sangre. Luego vuelve al club, se alimenta y
comienza su preparación para el duelo decisivo.
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Massú se siente todavía terriblemente cansado y cree que le va a
costar dar una buena batalla final ante Fish, que está a plenitud, no
ha jugado ningún partido de dobles y se siente mucho más fresco
que él, por cierto.
Falta poco más de una hora y media para su duelo estelar, Nico
finalmente sale a calentar a una cancha externa del complejo
tenístico con Pato Rodríguez. Así podrá ponerse a punto, activar la
musculatura, oxigenar los pulmones y calibrar el brazo y la puntería.
Pero esta vez tiene la sensación que la raqueta pesa veinte kilos y
las pelotas otro tanto. No es capaz siquiera de mover su cuerpo con
la fluidez mínima que se le exige a un atleta a punto de jugar una
final olímpica. Paletea apenas 10 minutos y desde el fondo de la
cancha le hace señas a su coach.
“ Está bueno ya. Estoy muerto. No va más, por ahora, Pato”.
Nico, unilateralmente ha decidido suspender el calentamiento.
“ Yo sabía que Nicolás estaba muy cansado y le dolía prácticamente
todo el cuerpo - rememora, Pato Rodríguez - así es que no hice
mayores comentarios a su petición y suspendimos de inmediato el
calentamiento. Quedé preocupado, porque no se veía bien
físicamente y de inmediato llamé a los kinesiólogos y al doctor
Orízola para ayudarlo en todo lo que pudieran . El se la iba a jugar,
cojo, disminuido, como estuviera, aunque lo sacaran muerto de la
cancha. De eso, yo no tenia dudas”.
Antes de salir a la cancha , Nicolás ingiere bebidas energéticas para
activar la poca energía que le quedaba. El estímulo de la cafeína
concentrada sumado a sus ganas de siempre, le dan el envión que
necesita para un buen comienzo.
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Massú sale a jugar el primer set frente al norteamericano, Mardy
Fish igual como lo haría un toro de lidia luego de haber estado
largamente recluido en los corrales. El chileno es literalmente una
tromba en la cancha. Pega desde todos los lugares del campo,
impone su derecho, controla el ritmo del partido y su servicio y
devolución parecen más finos que nunca. Impresiona su actitud
ganadora, incluso al mismo Fish, que solo atina a mirarlo
sorprendido. Rápidamente Nico se pone 5 a 0 arriba en la cuenta.
Para no creerlo.
“ Me tomé como tres de esas bebidas energéticas antes de salir a la
cancha. Todo el mundo seguramente se preguntaba de donde todavía
yo sacaba fuerzas. De hecho, al terminar el primer set, cuando estaba
sentado en la silla sentí que no podía más y cerré los ojos”,
corrobora el medallista.
Más de 40 horas de tenis intenso acumulaba Nicolás en el cuerpo
durante esa semana de fines de agosto. Veinte y tantas en el singles y
el resto en el dobles junto a González. Nadie podría haber supuesto
que alguien rendiría al nivel que lo estaba haciendo ahora, después
de arrasar con Fish en el primer set.
“ Lo que fue bueno para mí - admite Massu- es que Fish no es un
peloteador de fondo, quiero decir que con él los puntos no son tan
largos. Me tocó un tipo que saca muy bien y los puntos le gusta
atacarlos. No hay mucho peloteo. Ese fue un factor importante,
porque no había mucho desgaste para mí”.
Sin embargo, Massú va cediendo paulatinamente al cansancio. En el
segundo y tercer set, le basta a Fish con pararse bien en la cancha,
jugar de modo ofensivo y esperar el acelerado desgaste del chileno.
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Gana sin contrapeso ambas mangas y parece definitivamente
encaminado a la victoria. Es el dueño de las acciones y comienza a
controlar el partido sin un contrapeso real desde el otro lado de la
red. Sirve bien y pega duro. Todo parece indicar una derrota
anunciada del Nico, pero en el cuarto set ocurre un hecho inusitado
que va a alterar de modo fundamental el curso de los hechos.
Un errado cobro del juez de silla suizo, Andreas Egli se convierte en
un factor decisivo y desequilibrante..
“Nunca me habían robado una pelota en forma más impresionante,
explica Nico. En la pantalla gigante que había en el estadio, se puede
apreciar que la pelota pega varios centímetros fuera de la
línea, qué sé yo, como medio metro afuera. Era una doble falta
clarísima de parte de Fish. Estábamos a uno iguales y esa pelota era
para quedar deuce. Yo me calenté tanto, discutí y alegué con tanta
bronca, que eso parece que me hizo despertar y me dio fuerza para
seguir luchando”
Nicolás acepta la decisión final del árbitro luego de haber detenido
el partido por varios minutos. Massú piensa que esta es una especie
de conspiración contra él. Alguien quiere que no gane su segundo
oro olímpico. Sigue refunfuñando y recuerda el incidente del doping
y maldice mentalmente al juez, al supervisor y a todo quien se le
quiera cruzar en el camino. Por momentos, piensa que hay una
especie de orden superior por impedir que gane. Que nadie de la
organización lo quiere ver por segundo día consecutivo en lo más
alto del podio.
Sorprendentemente, la impotencia que va acumulado por la
injusticia del cobro se transmuta en nuevos ánimos para si mismo.
Empieza uno de sus ya clásicos monólogos y frecuentemente se
autoestimula, como si un alter ego, una especie de Nico superior le
hablara al otro, que está allí sufriendo en la cancha.
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“ Nicolás es una persona que cuando tú lo sacas de sus casillas –
aclara su hermano, Stefano - es capaz de ir contra el cansancio,
contra todo. Le haces algo que le molesta y a él no le importan las
consecuencias, se enceguece, no más. Siempre ha sido así. En ese
momento la injusticia del juez de silla pudo más que su
agotamiento. El Nico tiene esa personalidad y en este caso fue para
bien”.
Fish se desconcierta con la reacción del Nico y pierde la maravillosa
concentración de la que hacía gala para imponer su tenis y el manejo
del resultado. Se pone más nervioso de lo común y entonces aparece
un Massú soberbio y tan agresivo como un felino herido.
El Nico ahora es un gigante después de cada punto que hace suyo.
Celebra con los puños cerrados y todo el público griego que está en
el estadio se prende con su actitud de guerrero heroico.
En un sector de la tribuna, justo donde la gradería hace una curva en
su diseño, Roberto Ossandón, prestigioso abogado y amante del
tenis de toda una vida, comparte la charla y la tensión del momento
junto a su amigo, Pato Rodríguez.
“ Nico vino caminando hacia el sector donde nos encontrábamos y
con su mano derecha se golpea en el pecho y luego nos grita: me
llegó la fuerza de nuevo, huevón, voy a ganar”
Es el grito del combatiente que libra esa inmensa batalla interior
entre su mente y su cuerpo desfalleciente. Un Massú renovado se
instala al fondo de la cancha. Por momentos, parece olvidar el dolor
y las piernas agarrotadas por el esfuerzo. La improvisada barra de
chilenos grita a más no poder y el débil, el fatigado, el deportista que
está en el fondo del pozo sin esperanza, comienza a salir adelante
con su esfuerzo sobrehumano, a pesar de la injusticia.
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Parece como si una mano invisible hubiese cambiado el chip
neuronal de ambos protagonistas. El partido se reinventa y la
adrenalina fluye a raudales por cada sector del estadio.
Comienza un desenlace electrizante y es Nicolás Massú quien asume
ahora el protagonismo y la iniciativa.
“ Me dio un segundo aire, te podría decir; sí, eso fue, me dio un
segundo aire - repite Massú, como reflexionando en voz alta sobre
ese instante del partido que a la postre resultó tan trascendente,
luego continúa- en esos momentos, yo no sentía nada de
nerviosismo, porque en un momento me dieron vuelta muchas cosas
en contra. Que él había descansado el día anterior, que mi físico no
estaba de la mejor manera, que el doping, que no había dormido
bien, en fin, muchas cosas”.
Nicolás Massú se descomprime de tal manera con su desahogo, que
finalmente termina ganando el cuarto set en una remontada
sencillamente espectacular.
La gente delira en el estadio y en Chile parece que una ráfaga de
esperanza inunda, por fin, los corazones de la gente.
La cámara muestra el rostro de ambos jugadores en primer plano
cuando están sentados en el descanso. Massú luce pletórico, activo,
mira a su alrededor y su mente parece estar trabajando a cotas
superiores. Su expresión, si bien luce cansada, denota una seguridad
que invita a creer en que todavía se puede. Fish, en cambio, es el
reverso de la medalla. Está muy preocupado, su cara está algo
desencajada y observa constantemente el lugar donde está su tribuna
adicta para sentir ese apoyo espiritual que definitivamente no le
llega.
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“ Cuando Nico gana el cuarto set, yo me pongo a llorar - reconoce
Fernando Solabarrieta. Sigo relatando el partido, pero tengo
lágrimas en los ojos. Me conmueve su esfuerzo, su ejemplo, su
temple, esa convicción increíble del Nico para no dar el partido por
perdido”.
Massú luego se dirige al juez de silla y solicita ir al baño. Un
supervisor del torneo lo sigue hasta el vestuario. En la intimidad del
lugar, durante los dos o tres minutos que permanece orinando, se
convence que seguramente jamás va a haber en el futuro otra
oportunidad como ésta. Se mentaliza hablándose una y otra vez a si
mismo y se auto convence que tiene que ganar como sea. Piensa en
lo que va a significar esta victoria para la gente de la patria lejana,
para su familia, para los amigos de Viña, para tantos tenistas como él
que soñaron durante toda su vida con vivir ese momento de gloria.
Siente más que nunca la importancia de sus raíces a la hora de
jugársela en esos momentos cruciales.
“ Volví a la cancha con más confianza que nunca. Empecé a gritar, a
correrlas todas y la verdad, cuando fui a sacar por el partido no
estaba muy nervioso. De hecho, he estado muchas veces más
nervioso en partidos del circuito, que en el partido más importante
de mi vida. Miré a Fish al otro lado de la red y de una cosa yo estaba
seguro. Yo tenía más ganas que él de ganar los Juegos Olímpicos”.
Desde el punto de vista sicológico, si se puede mirar bajo esa óptica
al quiebre emocional de uno de los contendores en un momento
puntual del partido, Nico da el vuelco definitivo cuando logra
romper el servicio del norteamericano en el quinto set y se pone tres
a dos arriba en la cuenta.
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“ Le metí un passing increíble de paralelo. Celebré como nunca he
celebrado otro quiebre y empecé a hacer gestos para que gritara toda
la barra chilena. Fish, al contrario, estaba perdido, descolocado y no
sabía qué hacer. Intentaba buscar una respuesta a lo que estaba
pasando, miraba a su coach y no encontraba la solución. En ese
momento, yo me empecé a golpear el pecho y a gritar para mi
mismo ¡ esto es mío, esto es mío, esto es mío! Fue un momento muy
emocionante y liberador. Ahí tuve el pálpito cierto de que yo iba a
ganar el partido. Fish creyó por mucho rato que yo estaba muerto,
pero no era así, al final le demostré que yo estaba ahí y más vivo que
nunca” asegura Nicolás y los ojos le brillan de nuevo, señal de que
se ha vuelto a emocionar con el recuerdo.
Sorprendentemente, Massú se ve más tranquilo y seguro que Fish
cuando se disputan los puntos finales. El de Viña del Mar está
jugando prácticamente con los últimos gramos de masa muscular
que todavía no consume su fatigado organismo. Nicolás sabe que
su actitud y garra serán fundamentales para decidir los juegos
que restan. Como esos pilotos de carrera, que ante la escasez de
combustible prefieren no mirar la aguja del estanque en la última
vuelta y siguen pisando el acelerador a fondo.
Massú enfrenta sin temores el desenlace.
El partido aumenta aun en emoción e intensidad y, por instantes, el
estadio es una caldera hirviente al vaivén del resultado. La gente
neutra y el público local están hipnotizados por la fiera actitud de
Massú y la vergüenza deportiva de Fish por vender cara su derrota.
La tensión del combate es insoportable seguirla, en vivo. En la
caseta de TVN, que transmite el partido en directo a todo Chile,
también se esta viviendo lo suyo.
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El relato del conductor ancla del Area Deportiva de TVN alcanza
altas cotas de emotividad y también de sintonía.
La transmisión del destacado profesional nacido en Puerto Natales
está hecha en caliente y, como era de esperar, es sentimental, sufrida
a concho y llena de adjetivos . El grado de compromiso que imprime
el periodista a su narración de los hechos, estremece a buena parte
de quienes siguen la transmisión en Chile :
“ En ese momento, yo relataba muy emocionado, posesionado de la
situación, a ratos gesticulando, enojado; a ratos eufórico y llorando.
Seguramente, debo haber parecido un energúmeno, alguien
pintoresco para lo pausado que son los relatores europeos.
Al lado nuestro estaba Jim Courier, comentando el partido para la
cadena NBC y recuerdo que la gente nos miraba a la caseta y movía
la cabeza incrédula, como diciendo ¿ de dónde sacaron este
fenómeno ? Lo que estaba haciendo el Nico era inhumano. Yo
estaba temblando y como todo la vida he tenido cábalas, a cada rato
manipulaba mi credencial, porque ésta tenía que tener una posición
justa entre mis piernas para que nos fuera bien, en fin, me transporto
ahora a esos momentos y todavía me ocurren sensaciones”
Nico rompe el servicio de Fish y se pone arriba en la cuenta por
cinco juegos a cuatro. Se va de inmediato hacia su silla de descanso.
La tensión y el nerviosismo por el desenlace paralizan nuestro pais
de cordillera a mar . Los atacameños, los diaguitas, los mapuches,
los huasos, los chilotes, los onas, los habitantes patagónicos, en fin.
Todos nuestros ancestros y nosotros mismos, sus ilustres herederos,
estamos ahora frente al televisor esperando el milagro y la
resurrección de Massú. Estamos a cuatro puntos de obtener un
segundo oro y la ansiedad nos carcome.
Nuestra alma cuelga de una cuerda de raqueta.
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En Atenas son más de la una de la mañana y los atletas chilenos
presentes en el estadio tienen el pálpito que en los próximos minutos
serán testigos de un hecho único. Un evento que con seguridad les
marcará la vida. Podrán contarle algún día a sus nietos, con orgullo y
emoción, que ellos estuvieron ahí, en el lugar mismo de los hechos y
además vistiendo las camisetas rojas oficiales.
Los miembros de la delegación chilena que asiste al estadio alientan
hasta quedar roncos. Uno de los suyos estaba en la final compitiendo
y también sacando la cara por todos ellos.
“ En el descanso de los impares, Massú pasa cerca de nosotros –
rememora Roberto Ossandón - y como les está prohibido a los
entrenadores darles cualquier indicación a sus pupilos cuando están
en la cancha, Pato Rodríguez se aprovecha del rumor ambiente y le
grita: respira, respira, Nico, respira. Eso es, porque cuando los
jugadores están sufriendo una gran tensión nerviosa deben respirar
cortito varias veces para sacarse el stress y poder recuperarse”
Son técnicas y consejos del Pato destinadas a serenar a los jugadores
en momentos decisivos del encuentro.
Sonia y Manuel, los padres de Nicolás. Jorge y Stefano, sus
hermanos y la nana, observan el partido en el dormitorio principal
del antiguo departamento de los Massú - Fried situado en la avenida
3 Norte con 1 Poniente.
En las afueras de la casa familiar, en pleno casco céntrico de Viña
del Mar, una hora antes de que el partido se inicie, hay equipos
móviles de televisión haciendo despachos, radios contando, en
directo, lo que sucede, periodistas, los curiosos de siempre y
centenares de personas haciendo guardia en la calle.
Ellos intuyen que allí se escribirá un trozo de la historia inolvidable
de Viña del Mar y todo Chile.
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“ El teléfono no dejaba nunca de sonar – recuerda Sonia Fried- y
tuvimos que abrir una especie de libro de visitas para poder recibir
los testimonios escritos de la gente. Nos enviaban regalos, peluches,
empanadas, dibujos y poemas en honor del Nico, en fin, lo que te
imagines. La televisión y las radios querían entrar a grabar nuestros
testimonios durante el partido, pero no aceptamos. Solo queríamos
estar juntos los de casa”.
La imagen en directo del partido proviene de un televisor de pantalla
grande instalado en el dormitorio principal de la pareja, que está
sintonizando la transmisión de TVN.
Cuando ya expira el quinto set , poco antes de terminar el partido,
Jorge no soporta más la tensión del partido y va hacia la cocina.
Un trago bien hecho, seguro, le calmara algo la angustia. Cuando
va a sacar el hielo de la cubeta se da cuenta que su pulso está
temblando y no quisiera, ni por un momento, estar en el pellejo de
su hermano.
Stefano, el menor de la familia y preferido del Nico, se revuelca en
la cama y grita como si lo estuviesen escuchando allá en Atenas.
Está condenado a mirar a la distancia y sufre porque sabe
lo que significa el triunfo de su hermano.
“ Lo vivimos todos muy unidos y en privado. Nos llamó medio
mundo, pero no aceptamos ningún tipo de invitaciones y a los
medios les dijimos que solo hablaríamos después del partido.
Sabíamos del agotamiento de Nicolás y estábamos tranquilos.
Comprendíamos plenamente como padres la tremenda
responsabilidad y angustia de nuestro hijo”, rememora Manuel
Massú sobre aquellos momentos inolvidables.
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Nico se pone 40 a 30 en el decisivo quinto set y consigue el
anhelado match point a su favor. Está a un solo escaso punto de la
gloria y la inmortalidad deportiva. La cima del Olimpo está allí tan
cerca, pero también tan lejos. Sellar el partido y ganarlo finalmente
es tan importante como haber construido el camino. Como cuando
se está a escasos metros de la cima. Un mal paso y de nada habrá
servido tanto sacrificio.
En su fuero interno, Massú sabe que le bastará con conectar un buen
primer servicio para que la historia salte hecha pedazos. Se
produce en el estadio un breve silencio que impacta. Si uno pone
atención, se puede hasta escuchar nítidamente el bote de la pelota
sobre el cemento. Sin embargo, Nico no parece mayormente
excitado. Su corazón late en sintonía con la angustia del momento.
Más nerviosos estamos los millones que observamos la final
olímpica a miles de kilómetros de distancia.
Massú se concentra, eleva por segundos su mirada al cielo y su
rostro refleja en toda su dimensión la importancia del momento.
“ En ese instante, le pedí a Dios que me dejara ganar ese punto, que
por último después no me interesaba lo que pasara ; que por último
no jugara más al tenis, pero que me dejara ganar ese punto” confiesa
Nico y sonríe levemente, como un niño pillado en falta.
Por la intensidad y profundidad de la mirada, se intuye que el
recuerdo de aquella invocación divina quedó para siempre grabado
en su memoria.
El primer servicio se va ancho. Nico entonces se acomoda
levemente la visera de su gorro y parece que transcurre una
eternidad cuando se acomoda para el segundo impacto.
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El público está mudo y es difícil imaginar un estadio más silencioso.
El segundo servicio de Massú va colocado y sale hacia el centro del
rectángulo de servicio. Fish espera levemente agazapado. No es un
golpe tan potente, ni lleva siquiera demasiado efecto como para
complicar la respuesta del norteamericano. De hecho, el bote de la
pelota salta a buena altura y el potente revés paralelo a dos manos
del norteamericano, intenta buscar el lado más lejano del Nico.
Sin embargo, la presión ambiente, la ansiedad y ciertamente la
importancia decisiva del punto esta vez lo llevan a cometer el error
no forzado fatal. La devolución se va sensiblemente ancha.
Juego, set , match y una nueva medalla de oro para Chile.
“Ancha, es ancha esa pelota – grita emocionado Solabarrieta en su
cabina de transmisión. Es oro para Chile. Es oro para Nicolás
Massú. No estamos soñando, esto es verdad. Porque cuando este
muchacho creció nadie le dijo que existía una palabra llamada
imposible”.
El país entero estalla en un inmenso grito de alegría y júbilo.
La gente se abraza frente al televisor en el desierto de Atacama, en
los valles centrales, en la Araucanía, en la región de Los Lagos , en
un palafito de la Isla Grande de Chiloé, en los fiordos australes, en
fin, donde quiera que haya un televisor encendido.
A lo largo de nuestra delgada geografía de mar y montaña hay una
sensación de orgullo y agradecimiento como pocas veces ha
ocurrido con un evento deportivo. Ciertamente el país se alegra y
celebra, disfruta con esa alegría sana que sólo es capaz de producir
el deporte y su simpleza tan cristalina.
Seguramente, muchos padres lloran emocionados y se abrazan
fuertemente con sus seres queridos, porque sienten que Nicolás
Massú es uno más de la familia: un hijo, un hermano, un sobrino, un
pariente directo de ellos, en definitiva.
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Nico se deja caer lentamente sobre el piso y luego se estira cuan
largo sobre la dura superficie de Atenas, como si esta fuese de arena
y él estuviese reposando en Reñaca, Acapulco, Los Lilenes, o Las
Salinas. Se toma la cabeza con las dos manos y trata de que el
mundo se detenga aunque sea por una milésima de segundo.
Está soñando despierto y no quiere despertar, a pesar de la ovación
intermitente del estadio y los gritos que lo aclaman por su hazaña.
Massú era el elegido de los dioses y ahora que lo está sintiendo en
carne propia, se estremece. Los que ganaban la final de la
Olimpíada, así eran considerados en la antigua tradición griega
En el acto supremo del que disfruta íntimamente con su victoria,
Massú está imprimiendo en su mente este instante superior de su
vida y de toda su carrera de tenista. Quiere que ese minuto le quede
grabado a fuego en la memoria y allí permanezca como un legado
imborrable de su paso por Atenas.
El gladiador ha ganado el combate más importante de todos.
Lo demás lo dirá la historia.
Nico, el superhéroe, se está tratando de reencontrar con el ser
humano normal que se despierta cada día, a pesar del éxtasis de su
triunfo inolvidable. Intuye que a partir de ahora estará condenado a
digerir con lentitud su impresionante logro.
Cuando te dan un gran talento, también te dan un sufrimiento.
Estirado sobre el asfalto, piensa en lo orgullosa que debe estar su
familia, sus amigos , sus abuelos, la gente que realmente lo estima.
Imagina por un momento sublime el cielo estrellado alumbrando la
hermosa costa de Viña del Mar y la celebración infinita que
impulsará la gente a las calles. Todos irán a recorrer la ciudad en
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automóvil, bajaran por Arlegui, subirán de vuelta por la avenida
Valparaíso, gritaran en calle Libertad y muchos se reunirán a brindar
extasiados en la plaza Vergara. Otros agitaran banderas, se pararan
frente al puente del Casino y harán sonar las bocinas con estruendo.
Más de algún intrépido sacará medio cuerpo por la ventana del auto
y gritara a viva voz por sus medallas.
Ha valido la pena el esfuerzo desplegado en esta semana alucinante.
Su cuerpo soportó el dolor y la fatiga acumulada del músculo.
Todo ahora cobra sentido en la vida. El sacrificio y la constancia que
ha mostrado desde que era un niño le devuelve su peso en oro.
Corre todo la cancha y se encarama a un borde de la gradería para
saludar a su entrenador, Pato Rodríguez. El le ha dado la
tranquilidad y el aplomo necesario para seguir creyendo en su tenis,
en su espíritu, en el valor estratégico del tenis de academia que se
construye desde la línea de fondo.
Se abrazan largamente y Nico le dice que ese triunfo también lo
debe sentir como suyo. Que él ha sido muy importante ; que su
apoyo ha sido fundamental en esta hora gloriosa.
Schnettler y parte de la delegación que asiste al estadio, incluídos
Kristel Kobrich, Soraya Jadue, Paris Inostroza, los tenismesistas,
tienen los ojos enrojecidos por la emoción y comienzan a organizar
de inmediato la celebración de tamaño acontecimiento. Unos se
encargarán de conseguir comestibles y Schnettler junto a Fernando
González salen a buscar un lugar abierto en el centro de Atenas. Van
a comprar champaña, pero solo consiguen cerveza y bebidas
energéticas, porque ya es de madrugada y está todo cerrado en la
capital griega. Luego, en un acción tipo comando ingresan las
bebidas a la Villa Olímpica. Nadie se puede enojar el último día, en
especial, cuando se ha conseguido un logro tan remarcable.
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Nico ahora está sentado solo en los vestuarios y parado frente a él,
hay varios voluntarios que lo miran embelesados. Son esos chicos
que ayudan en los Juegos y ahora están allí expectantes. Todos lo
felicitan efusivamente y , por cierto, quieren llevarse un recuerdo:
las zapatillas, el bolso, una raqueta, los calcetines, una muñequera,
la camiseta, lo que sea.
Massú es el ídolo mundial del día. De hecho, la organización de los
Juegos, mediante un comunicado de prensa lo declara solemnemente
como el atleta más destacado de la jornada del domingo 22 de
agosto.
Nico ahora es una especie de deidad que, a pesar de ello, ya no
puede más con el cansancio y está pidiendo que le den una breve
tregua y un masaje lo más urgente posible.
Cuando están depredando su vestuario deportivo, Fernando
Solabarrieta llega al lugar y lo abraza con efusividad. Le agradece su
enorme triunfo y todo lo importante que ha hecho por Chile durante
la semana. El Nico agradece con modestia y luego en un acto de
gratitud toma la polera roja transpirada con que acaba de disputar la
final y la lanza a las manos del periodista.
“ Esta es para ti, huevón. Te la regalo”.
Solabarrieta agradece y se emociona. Aquél genero sagrado rojo
hasta hoy forma parte de sus bienes espirituales más preciados.
Luego arriban al vestuario, Roberto Ossandón, Sebastián Piñera,
Andrés Vicuña y Lázaro Calderón. Todo el mundo quiere sacarse
una foto con el doble medallista y Massú asiente con paciencia. Que
más da. Ya habrá tiempo para el merecido reposo.
Mas tarde arriban los miembros del equipo médico y comienzan con
la labor de recuperación física del aguerrido gladiador.
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El equipo de TVN lo traslada raudamente en automóvil hacia el
centro de prensa de los Juegos. Allí, mientras preparan los detalles
para salir, en directo, a todo Chile, Nico observa los monitores de
edición de la pequeña oficina de trabajo. Le muestran la repetición
de los momentos finales de su impresionante partido ante Fish.
Se impacta al revivir nuevamente las imágenes y le cuesta creer
cuando le cuentan que la gente está saliendo a las calles en Santiago
y celebrando en Plaza Italia, como siempre ocurre cuando se
consigue un triunfo deportivo inolvidable.
“ La imagen era única, en verdad, porque Nico todavía estaba
envuelto con la misma bandera chilena con la que había celebrado
en la cancha. Ahora incluso tenía colgadas sus dos medallas de oro.
Miraba las imágenes del video y todavía le costaba asimilar. Yo diría
que estaba muy emocionado – asegura Juan Carlos Campos de
TVN- y cada cierto tiempo repetía que estaba muerto, que no podía
creer como lo había logrado”.
Graban sus impresiones para darlas a conocer más tarde en los
noticiarios y programas de nuestro país. Son más de las cuatro de la
mañana en Atenas y Nico incluso se hace un tiempo para atender a
TV Azteca que lo aborda en uno de los pasillos del recinto.
Finalmente, en un automóvil alquilado por la producción de TVN lo
van a dejar hasta la misma puerta de ingreso a la Villa Olímpica.
“ Me causó una gran impresión lo que ocurrió allí – relata
Solabarrieta - porque el Nico cargaba dos bolsos grandes y nadie le
podía ayudar a transportarlos hasta su departamento. Nosotros no
teníamos derecho a ingresar al lugar, así es que los tuvo que llevar el
solo. Le entregamos su corona de laureles, pero el decía que la
dejaran ahí no más, que para qué tanto. Le dijimos que si estaba
loco, que cómo se le podía ocurrir. Se puso entonces la corona sobre
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la cabeza y se despidió así, tal cual. Luego caminó hacia el puesto de
revisión y se sometió al control de detector de metales.
Cuando lo vimos alejarse, la escena era imborrable. Parecía un rey
con su corona puesta y todo, pero completamente solo. Pensar que
ése muchacho que tenia revolucionado a un país, a todo el mundo en
fiesta, a muchos de ellos carreteando y viviendo el jolgorio en su
nombre, caminaba ahora solitario, a duras penas con sus enseres, sin
más compañía que sus raquetas y en un lugar adonde a esa hora no
se veía un alma. Era un contrasentido brutal”.
Justo en el momento que Nicolás va cargado los bolsos e intenta
ascender las escalera para llegar finalmente a su habitación, se
encuentra, de casualidad, con los organizadores de la espontánea
celebración en su honor. Lo saludan con cariño, le ayudan a subir y
le dicen que no tarde en bajar al subterráneo del edificio, porque le
han preparado un pequeño ágape en su honor.
“ La celebración la montamos en la sala que habitualmente se usaba
como centro médico. Es bien tarde, son ya como las tres y media de
la madrugada. Hay cervezas Corona, bebidas energéticas y por ahí
hasta aparece una botella de ron. No somos más de una docena y
todos estamos embargados por la emoción del momento, por lo que
significa el nuevo oro. Nico finalmente bajó como a la media hora.
Venía con una polera blanca , pero antes de hacer cualquier brindis,
nos solicita que todos los presentes se la firmemos. Ese gesto a mi
me marcó. Putas el tipo para grande - confiesa Schnettler. El era la
estrella, el festejado y viene y nos pide a cada uno de nosotros el
autógrafo. Lo encontré de una grandeza notable”.
Nicolás no está más de una hora en la improvisada celebración que
le ofrecen sus amigos de la delegación chilena. Hace salud cuando
se lo piden y comparte los detalles de su proeza.
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Pide las disculpas del caso, pero anuncia que se tiene que ir a dormir
inmediatamente, que realmente no da más y mañana se tiene que
levantar muy temprano. Vuelve a la realidad cotidiana del circuito.
Como un niño que está disfrutando el maravilloso sueño infantil que
sobreviene a la Nochebuena, Massú duerme abrazado con los dos
regalos más importantes de su vida : sus medallas de oro.
Al día siguiente, en el aeropuerto, antes de embarcarse a Estados
Unidos lo está esperando, Francisco Sagredo, entonces corresponsal
acreditado de Canal 13 TV en los Juegos. Le dice previamente que
quiere mostrar en el reportaje sus dos preseas de oro. La gente esta
expectante por verlas y qué mejor que el mismo Nicolás las luzca
una vez más. Nico comienza a buscar en el bolso de mano, pero
nada, luego entre las raquetas, tampoco. Revisa todo su equipaje y
no aparecen. No están por ninguna parte y esto se está poniendo
grave. Ha extraviado sus medallas, el objeto simbólico y supremo de
su viaje y de su participación en los Juegos. En vano, hurga por aquí
y por allá. No aparecen por ningún lado. Nico se desespera y
comienza a llamar a los que están todavía en la Villa y tienen el
celular encendido. A los minutos le responden que no se preocupe,
que ya las han encontrado, que estaban bajo la almohada, que
González se las llevará a Estados Unidos.
La celebración en casa de los Massú se alarga hasta la madrugada.
Llegan amigos de la familia, parientes, conocidos y no tanto, y se
elevan las copas para hacer emocionados brindis por el hijo ausente.
Nicolás ha conseguido la mejor actuación deportiva chilena de la
historia olímpica moderna.
A la mañana siguiente, en las afueras del edificio familiar, hay papel
picado, cornetas, envases vacíos, challa, cartones, latas y todo el
material de desecho que dejan como secuela las celebraciones
masivas.
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Sobre el asfalto mil veces transitado de la céntrica Avenida 3 Norte
de Viña del Mar , exactamente frente al hogar de los Massú Fried,
una mano anónima escribe con brocha gruesa y pintura blanca :
Gracias Nico.
Para que no lo olvide ningún viñamarino y la proeza de Atenas
sobreviva al tiempo.
Para que las generaciones que nos sucedan , sepan que aquí en esta
nación austral del fin del mundo también se cultivan superhéroes.
Para que Massú , el doble medallista de oro, sienta en lo más íntimo
de su ser, que su ejemplo olímpico vivirá para siempre en el corazón
de la gente.
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Hitos de Massú
INDIVIDUALES
1998
Campeón Torneo Orange Bowl, Florida, Estados Unidos
2000
Finalista ATP Orlando, USA
2001
Finalista ATP Adelaida, Australia
2002
Campeón ATP Buenos Aires, Argentina
2003
Finalista ATP de Kitzbuhel, Austria
Finalista Bucarest, Rumania
Finalista Master Series de Madrid, España
Campeón ATP Amersfoort, Holanda
Campeón ATP Palermo, Italia
2004
Campeón ATP Kitzbuhel, Austria
Medalla de Oro, Juegos Olímpicos de Atenas, Grecia
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2006
Finalista ATP de Viña del Mar , Chile
Finalista ATP de Casablanca, Marruecos
Finalista ATP Amersfoort , Holanda
Campeón ATP Costa de Sauipe, Brasil
2007
Finalista ATP de Viña del Mar, Chile
DOBLES
1997
Campeón Junior (con L. Horna) Wimbledon , Inglaterra
1998
Campeón Junior (con F. Gonzalez) US Open , New York
2004
Medalla de Oro en JJOO de Atenas (con F.Gonzalez)
Finalista ATP Acapulco, México.
2005
Finalista ATP Amersfoort, Holanda
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AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A :
MANUEL MASSU
SONIA FRIED
STEFANO MASSU
NANO ZULETA
PATRICIO RODRIGUEZ
MAXIMILIANO SCHNETTLER
ROBERTO OSSANDON
RODRIGO ALFARO
FERNANDO SOLABARRIETA
FERNANDO VAL
PABLO VUSKOVIC
JUAN CARLOS CAMPOS
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