364039. . Tercera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XXX, Pág. 419. SERVIDUMBRES. Las servidumbres provienen de contrato, de última voluntad de los propietarios y de la ley, ya sea que las establezca expresamente, ya que las autorice en virtud de la prescripción. La misma ley dice que las servidumbres continuas y aparentes, se adquieren por cualquier título legal, inclusive la prescripción, y que la existencia de un signo aparente de servidumbre entre dos fincas, establecido o conservado por el propietario de ambas, se considera como título para que la misma continúe, activa o pasivamente, cuando las fincas pasen a propiedad de diferentes dueños, a no ser que al tiempo de dividir la propiedad, se exprese lo contrario, en el título de enajenación de cualesquiera de ellas. La doctrina reconoce esencialmente como título presuntivo de servidumbre, el destino que a la cosa dé el padre de familia, consistiendo aquél en un estado de hecho, que constituiría la misma servidumbre, si se tratara de dos propiedades que pertenecieran a distintos dueños; pero a condición de que se conserve el signo aparente de dicho destino, cuando las propiedades pasen a otros dueños y siempre que, al dividirse las propiedades, no se haya estipulado lo contrario, en el título de enajenación de cualquiera de ellas, y que los predios guarden la misma situación que tenían en poder del propietario. Siendo en estos casos, presuntiva la fuente de la servidumbre, es natural que no pueda tener eficacia, al desaparecer el fundamento en que reposa la presunción. Es requisito de naturaleza esencial, que se conserve entre los predios un signo aparente de la servidumbre, pues la ley estima que los nuevos dueños, dejando subsistir el estado de las cosas anteriores a la separación, han entendido establecer la servidumbre. Claro está que este último requisito, que se refiere a la fuerza probatoria de un estado de hecho, se contrae a las servidumbres continuas y aparentes, de manera que si el signo desaparece o si las obras que lo constituyen, quedan, por virtud de la separación de las propiedades, dentro del predio sirviente, desaparece la presunción de la existencia de la servidumbre. Por otra parte, en las servidumbres de acueducto, comienza a correr la prescripción desde que el propietario del predio sirviente, destruye el conducto o, por cualquier otro medio, desvía la corriente de agua, sin reclamación del dueño del predio dominante. Amparo civil directo 234/30. Gallástegui Enrique y coag. 23 de septiembre de 1930. Unanimidad de cuatro votos. La publicación no menciona el nombre del ponente. -1-