buzos — 31 de marzo de 2014 www.buzos.com.mx OPINIÓN 32 Carreón ES ingENIERO Agrónomo y luchador social en EL estado de Michoacán. Perfil Omar ARTICULISTA, conferencista Y autor del libro: Reivindicar la verdad. Omar Carreón abud E omar.carreon.abud@buzos.com.mx La protesta popular, dos tratamientos s muy aleccionador ver la forma diferente en que los mismos sectores conservadores de nuestro país tratan el derecho a la manifestación para los pobres. Por un lado, en los días que corren en Venezuela, los medios de información más importantes, representando a los más poderosos ricos, claman porque se respete el derecho de los títeres provocadores en ese país a manifestarse y hacer todo tipo de desmanes, sin limitación alguna, con la complacencia inocultable de las policías de municipios gobernados por la derecha venezolana. Cualquier acción que realicen, por pocos participantes que tenga, la magnifican esos medios para dar la impresión de que hubiera un estado de guerra en aquel país –algo parecido hemos padecido los michoacanos en los últimos años–. Cualquier acción de respuesta mínima, por muy mesurada que sea, del Gobierno bolivariano, es considerada como un atentado infame contra el mencionado derecho. Por otro lado, se busca limitar en nuestro país tal derecho, regulándolo y haciéndolo prácticamente inocuo, a fin de desactivar el último baluarte que tienen los pobres de México para su lucha legal. A las opiniones a favor de esta posición se les da toda la cobertura posible en los mismos medios. La misma gente, dos caras. Ante esta incongruencia –perfectamente calculada–, a riesgo de pasar por demasiado insistente, me permito recordar que la legalidad de la protesta pública pacífica no debiera estar a discusión, es absoluta y completamente legal desde el 5 de febrero de 1917. Dice la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 9º: “No se podrá coartar el derecho de asociarse y reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito... No se considerará ilegal, y no podrá ser disuelta, una asamblea o reunión que tenga por objeto hacer una petición o presentar una protesta por algún acto a una autoridad, si no se profieren injurias contra ésta, ni se hiciere uso de violencia o amenazas para intimidarla u obligarla a resolver en el sentido que se desee”. Así de que no hay vuelta de hoja, la reunión y protesta pacíficas por actos de la autoridad forman parte de nuestra forma aceptada de vivir. Son esenciales para nuestra vida republicana, por una parte, señalan acertadamente, los contrapesos indispensables al ejercicio del poder, hecho que es cada vez más obligado, pues en lugar de irse extinguiendo son cada vez más abundantes los funcionarios públicos de todos los niveles que consideran que el puesto es una patente de corzo para colocarse por encima y sobre la sociedad, para imponerse en todos los aspectos que a sus intereses particulares convengan. Son cada vez más los funcionarios que abusan del poder. Por otra parte, el sistema de partidos en vigor existe y se desarrolla precisamente gracias a este precepto constitucional. Si se abroga o se nulifica de hecho, todo el edificio democrático se viene abajo. Suenan, pues, muy hipócritas los funcionarios públicos que despotrican en contra del derecho de reunión y manifestación pacíficas cuando han sido, precisamente, esos derechos sociales los que lo han colocado en la situación de privilegio de que gozan. No se puede presumir de gran desarrollo democrático cuando se hace una manifestación o mitin para trepar en el poder a un político en campaña, mientras 31 de marzo de 2014 — buzos www.buzos.com.mx OPINIÓN 33 que se condena como símbolo de barbarie, una protesta por sus acciones como gobernante. Nadie aceptará que el derecho de manifestarse sea legal para unos e ilegal para otros. Muy diferente suena la posición del presidente venezolano Nicolás Maduro, quien en una entrevista publicada por Radio y Televisión de Rusia, declaró que ellos, en la patria de Chávez, tienen 14 años en movilización permanente, con un pueblo que no deja de movilizarse un solo día, saliendo a las calles en lucha por sus demandas, apoyando su Revolución. Así es como ese país ha llegado a los notorios niveles de repartición de la riqueza que hoy asombran y que han provocado diarrea a los derechistas venezolanos. A mí no me queda ninguna duda de que los principales interesados en abrogar o conculcar el derecho a manifestarse en México son los señores del gran poder no los ciudadanos comunes y corrientes. Se trata de una reacción perfectamente comprensible por parte de quienes tienen una posición privilegiada que no quieren las molestias de los reclamos y las presiones. Son ellos y no otros quienes echan mano de ciertos medios de comunicación para difundir una supuesta ira popular mediante la desgastada técnica periodística de publicar entrevistas seleccionadas. Nada más que prohibir o confinar la protesta social, en un país extremadamente injusto como es el nuestro, es imposible. Cuando haya desaparecido el abismo que existe entre la masa de los pobres y la élite de los ricos, cuando hayan desaparecido las descomunales diferencias en el acceso a la salud, a la vivienda, al descanso, cuando la inmensa mayoría de los mexicanos deje de tener, una vida angustiante y tenga una vida digna, llevadera por lo menos, en una palabra, cuando las causales de la protesta vayan desapareciendo, se irán extinguiendo las protestas públicas, no antes. Precisamente por ello las prohibiciones legales están condenadas al fracaso y la represión violenta conducirá tarde o temprano a la violencia. Prohibir o confinar la protesta social, en un país extremadamente injusto como es el nuestro, es imposible...”