FISCALIDAD EMPRESARIAL ANÁLISIS DE JURISPRUDENCIA Y CONSULTAS TRIBUTARIAS José Antonio Rodríguez Ondarza Javier Galán Ruiz Catedrático de Hacienda Pública Universidad Complutense de Madrid Profesor Titular Int. Sistema Fiscal Universidad Complutense. Abogado IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FISICAS Hecho imponible Pago de cantidad por avalista: No tienen la calificación de pérdidas patrimoniales para el avalista las cantidades satisfechas como consecuencia del pago de un aval. Sólo tendrán tal calificación cuando se acredite la imposibilidad jurídica de repercutir sobre el avalado el pago del precio, prueba que corresponde a la sociedad avalista (Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Central de 14 de marzo de 2008; Recurso de alzada 3469/2006). Retenciones Retenciones practicadas a trabajadores por importe inferior al legal: El TEAC asume la doctrina de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo y modifica su criterio anterior resolviendo que no procede practicar liquidaciones por el concepto retenciones del IRPF al retenedor cuando, tras haberse extinguido la obligación principal sin que el sujeto retenido dedujera las retenciones, que no le fueron practicadas, se exige al retenedor el ingreso de las retenciones que debió practicar. En caso de que se practicara esa liquidación por retenciones se estaría produciendo un enriquecimiento injusto y tendría la consideración como ingreso indebido, salvo que la Administración pruebe que con el ingreso de las retenciones no se está produciendo un doble pago de la deuda tributaria (Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Central de 3 de abril de 2008; Recurso de alzada 3654/2006). IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES Base imponible Provisión por depreciación de valores: Una sociedad es propietaria de valores de otra entidad que tiene el carácter de asociada conforme a las normas mercantiles y fiscales. Para que la dotación por la provisión por depreciación de valores sea deducible, la dotación ha de practicarse teniendo en cuenta la evolución de los fondos propios de la sociedad participada, es decir, atendiendo a su valor teórico contable, y no a su cotización (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña 331/2008, de 1 de abril de 2008; Rec. Núm. 698/2004). Permuta de solar por edificación futura: La operación de permuta, consistente en la entrega de un solar a cambio de construcción futura, la valoración se efectuará, para ambos inmuebles, según su valor de mercado tanto del elemento transmitido como del elemento adquirido que es el derecho a recibir en el futuro ciertos inmuebles. En este caso ha de atenderse al valor de mercado del derecho y no al valor de la futura construcción (Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Central de 3 de abril de 2008; Recurso de alzada 3142/2006). Deducciones Deducción por reinversión de beneficios extraordinarios: La inversión realizada en la reforma y mejora de un inmueble tiene la consideración de gastos de reparación y mantenimiento que no tienen el carácter de inmovilizado a los efectos de la aplicación del beneficio fiscal de la reinversión de beneficios extraordinarios (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 20056/2008, de 28 de febrero de 2008; Rec. Núm. 428/2004). pág 98 pd Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Central de 14 de marzo de 2008 (Recurso de alzada 3469/2006) IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FISICAS. HECHO IMPONIBLE: No tienen la calificación de pérdidas patrimoniales para el avalista las cantidades satisfechas como consecuencia del pago de un aval. Sólo tendrán tal calificación cuando se acredite la imposibilidad jurídica de repercutir sobre el avalado el pago del precio, prueba que corresponde a la sociedad avalista. Reproducción parcial: TERCERO. Que este Tribunal Central no comparte las alegaciones formuladas sobre la exigencia de prueba diabólica que esgrime el reclamante, pues la Oficina gestora lo que solicita es la prueba positiva de que el crédito resulta incobrable, requisito imprescindible para su deducibilidad. Y en ello reside la controversia planteada, si la ejecución del aval ha provocado una disminución patrimonial deducible en el concepto y período comprobado, par tiendo de la inexistencia, da la condición de fallido judicialmente declarado del deudor, que como se ha visto es reconocida por el interesado. CUARTO. Que con el mismo criterio sostenido por este Tribunal Central en Resolución de 5 de julio de 2002 (R.G.1008/99) cuando entendió: «Este Tribunal debe resolver la cuestión planteada a partir de los hechos acreditados en el expediente; pues bien, de ellos -y al igual que ya ocurrió en primera instancia- no se deduce de forma indubitada que la reclamante haya agotado las posibilidades de recuperación de las cantidades discutidas, porque no ha sido demostrado que la sociedad "... SL" se en- cuentre en una situación de insolvencia definitiva que suponga para la reclamante la pérdida de aquéllas. Esta cuestión ha sido ya abordada repetidas veces por este mismo Tribunal (Resolución de 27 de marzo de 1998, entre otras), haciéndose eco de lo razonado por el Tribunal Supremo en Sentencia de 2-3-l987, en la que no se entendió procedente la disminución patrimonial irrogada al avalista "sino cuando por aquél se han agotado las posibilidades de repercutir sobre el avalado la cantidad total abonada en su condición de avalista"; además, "permitir que por el simple pago de un crédito por el avalista, éste tenga ya derecho a contabilizar dicho pago como una disminución patrimonial a efectos del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, sin previamente demostrar cumplidamente la imposibilidad jurídica de repercutir en el avalado el pago del crédito, puede conducir a soluciones claramente perturbadoras en materia fiscal, pero en todo caso sólo procederá atribuir a aquéllas el tratamiento tributario de pérdidas patrimoniales cuando quede demostrada la imposibilidad de su recuperación"". Este Tribunal, por tanto, desestima la pretensión del reclamante. Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Central de 3 de abril de 2008 (Recurso de alzada 3654/2006) IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FISICAS. RETENCIONES: El TEAC asume la doctrina de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo y modifica su criterio anterior resolviendo que no procede practicar liquidaciones por el concepto retenciones del IRPF al retenedor cuando, tras haberse extinguido la obligación principal sin que el sujeto retenido dedujera las retenciones que no le fueron practicadas, se exige al retenedor el ingreso de las retenciones que debió practicar. En caso de que se practicara esa liquidación por retenciones, se estaría produciendo un enriquecimiento injusto y tendría la consideración como ingreso indebido, salvo que la Administración pruebe que con el ingreso de las retenciones no se está produciendo un doble pago de la deuda tributaria. Reproducción parcial: TERCERO. La siguiente de las cuestiones planteadas por el reclamante se refiere a la liquidación por retenciones a cuenta del IRPF por los rendimientos de trabajo personal satisfechos por la Entidad. Las alegaciones se centran en la improcedencia de retener a cuenta de un Impuesto ya liquidado por los sujetos pasivos al presentar éstos sus declaraciones de IRPF correspondiente y al enriquecimiento injusto de la Administración que pd supone esta forma de proceder. Cuestión ésta que ya se planteó en el procedimiento administrativo, argumentando la Administración en su contra que la obligación de retener es una obligación autónoma de la que compete al retenido y que la incorrecta aplicación de los tipos de retención originó una falta de ingreso de las cantidades que debieron ser objeto de retención. pág www.partidadoble.es 99 fiscalidad empresarial nº 210 mayo 2009 La cuestión relativa a la regularización de las retenciones en sede del retenedor en los supuestos en los que los perceptores de las rentas sujetas a retención ya han regularizado su situación ante la Administración Tributaria, presentando sus correspondientes declaraciones e ingresando sus cuotas tributarias, y si este hecho puede generar un enriquecimiento injusto para la Administración Tributaria ha sido analizada en numerosas resoluciones anteriores por este Tribunal confirmando siempre el criterio de Administración en cuanto a la autonomía de la obligación de retener y a la improcedencia de entender que estos supuestos generaban un enriquecimiento injusto para la Administración Pública. Conviene referirse a modo de ejemplo a la resolución de fecha... de 2006 en expediente.../04 en el que se analizaba esta misma cuestión y se refería expresamente el alegante a la Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de noviembre de 1999 a la que también hace referencia la entidad recurrente en su escrito de alegaciones. En dicha resolución se indicaba en el Fundamento Jurídico Quinto: «QUINTO. Otra de las cuestiones que plantea el presente expediente se refiere a la improcedencia de regularizar retenciones que no se practicaron por la Entidad, ya que la regularización propuesta supone un enriquecimiento injusto para la Administración Tributaria en tanto que no se ha establecido como requisito previo para la misma la comprobación de un hecho trascendente como es si las personas físicas respecto de las que se exigen mayores retenciones, regularizaron o no su situación tributaria al presentar su declaración de IRPF. El reclamante argumenta su alegación refiriéndose a la Sentencia de 13 de noviembre de 1999 del Tribunal Supremo. Respecto de la falta de comprobación de la situación tributaria de los perceptores de las rentas cuya retención se propone regularizar, que para el reclamante es un hecho trascendente en esta comprobación, este Tribunal entiende que no procede tal alegación dado que, en el presente caso estamos ante un supuesto de comprobación de las obligaciones tributarias de la entidad reclamante y cuya finalidad es la regularización tributaria de su obligación de retener e ingresar en el Tesoro respecto de las cantidades satisfechas a terceros, por lo que dicha actuación de comprobación e investigación sólo le afecta a la entidad reclamante y no a los terceros retenidos. En cuanto a la Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de noviembre de 1999 a la que se refiere el reclamante en su escrito de alegaciones, este Tribunal Central entiende y así lo ha declarado en Resolución de 7 de febrero de 2003(PROV 2003, 103992)que de la lectura de la Sentencia no se infiere el apoyo a las tesis del reclamante que éste pretende, ya que en aquélla se describen las cuestiones derivadas de lo que el Tribunal Supremo considera insuficiente regulación del instituto jurídico de la retención tributaria, pero sin entrar en el motivo casacional que las suscita, por no proceder en el caso analizado la exigencia a la Empresa retenedora de las cuotas adicionales de retenciones. Y en el marco de esas consideraciones generales, la Sentencia se refiere al caso en que los empleados a quiénes se les retuvo insuficientemente declararon la totalidad de sus percepciones, caso en que se produce la correcta tributación, al liquidar por diferencia la cuota a pagar; pág 100 pero no se examina el supuesto en que dichos contribuyentes, al formular sus autoliquidaciones, procedan, como ordena el artículo 98 de la Ley 18/1991, y el artículo 82 de la Ley 40/98 a entender percibidas sus remuneraciones "con deducción del importe de la retención correspondiente, salvo que se trate de retenciones legalmente establecidas". Ambos artículos regulan con claridad la obligación que incumbe a la Entidad de retener correctamente e ingresar las retenciones procedentes. En definitiva, es evidente la obligación por parte de las personas jurídicas y demás entidades y de las personas físicas que ejerzan una actividad y que satisfagan rendimientos a personas físicas, de retener la parte correspondiente, a cuenta del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Es evidente, también, que este mecanismo no supone en modo alguno enriquecimiento injusto para la Administración, precisamente porque el contribuyente practica dicha deducción de cuanto le fue retenido a cuenta. Por otra parte, ni la procedencia de tal deducción depende de la efectiva retención e ingreso por parte del retenedor, ni tampoco la obligación de retener puede estar en función de si el contribuyente deduce o no en su autoliquidación lo que debió retenerse por el pagador, y este ha sido el criterio mantenido por este Tribunal en numerosas resoluciones». CUARTO. Si bien es cier to que hasta ahora éste ha sido el criterio mantenido por este Tribunal, es necesario referirse a la Sentencia dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo en recurso de casación 2400/2002 el 27 de febrero de 2007 en la que se aborda esta cuestión directamente. El mencionado recurso se interpuso contra Sentencia de la Audiencia Nacional de 24 de enero de 2002 que estimaba parcialmente el recurso Contencioso-Administrativo interpuesto contra la desestimación presunta por parte de este TEAC. Respecto de las cuestiones que afectan al presente expediente conviene extractar los Fundamentos Jurídicos Quinto y Siguientes: «QUINTO. A la vista de las consideraciones precedentes pudiera pensarse que procede la desestimación parcial del Recurso de Casación que examinamos. Efectivamente, al haber concluido que las retribuciones hechas a los «autónomos» se encuentran sujetas a retención –aunque no pueden ser objeto de sanción– procedería la desestimación del recurso en cuanto a esta pretensión. Sucede, sin embargo, que la actora ha formulado otros dos motivos de casación contra la liquidación objeto de impugnación. El primero de ellos se refiere a la necesidad de llamar a este proceso a quienes fueron sujetos pasivos de los rendimientos sujetos a retención. Evidentemente, tal motivo no puede prosperar, al menos por dos consideraciones. La primera de ellas es que la recurrente retenedora esgrime, al argumentar de este modo, intereses que no son los suyos, es decir, de terceros, lo que priva de entidad y valor en este proceso a los intereses de esos terceros. En segundo término, la pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias relación Administrador-Retenedor se mueve sobre parámetros distintos a los que rigen la relación Administración-Retenidos, que son los únicos que en este proceso están en juego. Por eso, y como luego más ampliamente razonamos, los intereses de los retenidos son ajenos a lo que en este proceso se decida. SEXTO. El siguiente motivo esgrimido por la entidad recurrente es el de que el cobro por parte de la Administración de la retención que debió practicarse implica un enriquecimiento injusto de ésta, pues en la cuota de los sujetos pasivos correspondiente a su deuda tributaria ya ha sido cobrada la retención no practicada y que ahora se exige. Por ello, si además de la cuota en su día exigida a los sujetos pasivos (más amplia al no haber sido objeto de retención), ahora se exige la retención al retenedor, resultará que la Administración habrá recibido una doble retención. Primero, la devengada de los sujetos pasivos, aunque formalmente haya figurado como cuota del sujeto pasivo y no como retención. Segundo, la cuantía que ahora se exige en concepto de retención. Frente a esta argumentación del sujeto pasivo, que con más o menos fortuna, ha esgrimido desde la vía administrativa, no puede aceptarse que se trata de una cuestión nueva, como afirma el Abogado del Estado en su escrito de oposición. Tanto el TEAC como la sentencia recurrida aducen, en síntesis, la naturaleza autónoma de la obligación de retener que no puede confundirse con la que pesa sobre el contribuyente, razón por la que si el retenedor no retuvo, o retuvo de modo cuantitativamente insuficiente, está obligado a hacer el ingreso pertinente con independencia de lo que haya sucedido con el sujeto pasivo receptor de las rentas. (A tal fin se razona con la conexión e independencia resultante de los artículos 10 y 36 de la Ley 44/1978). Prueba definitiva de que no es cuestión nueva y que su contenido ha conformado el debate de la instancia es el reproche que al recurrente dirige la sentencia de instancia cuando afirma: "La parte se ha limitado a reincidir en el argumento del enriquecimiento injusto del Tesoro". SÉPTIMO. El planteamiento justificativo de la exigencia de la retención al retenedor consiste en afirmar: "La naturaleza autónoma de la obligación de retener que no puede confundirse con la que pesa sobre el contribuyente, razón por la que si el retenedor no retuvo, o retuvo de modo cuantitativamente insuficiente, está obligado a hacer el ingreso pertinente con independencia de lo que haya sucedido con el sujeto pasivo receptor de las rentas. (A tal fin se razona con la conexión e independencia resultante de los artículos 10 y 36 de la Ley 44/1978)". Este razonamiento es sustancialmente correcto, pero exige que se le incardine en la dinámica temporal de liquidación del impuesto que la Ley regula. Por eso, la obligación del Retenedor, como prescribe el artículo 10 de la Ley 44/1978 opera sobre parámetros propios. La del artículo 36.1 lo hace sobre otros parámetros distintos, e incide sobre destinatario distinto, en este caso el sujeto pasivo del impuesto. En las hipótesis pd de desajuste entre lo que hizo el retenedor y lo que se debió hacer la Ley regula los mecanismos correctores pertinentes, que los preceptos citados recogen. Pero el supuesto que nosotros estamos decidiendo no es este y hay que subrayarlo para no inducir a confusiones. La hipótesis que aquí se contempla supone coincidencia en el resultado de la retención entre lo hecho por el retenedor y el sujeto pasivo. El retenedor ha creído que ha practicado correctamente la retención(en este caso no ha retenido porque creía que no debía hacerlo). Por su parte, el sujeto pasivo no ha hecho uso de las facultades que el artículo 36 de la Ley le confiere por entender(como el retenedor) que su actividad no estaba sujeta a retención. La discrepancia se produce más tarde. Cuando ya la obligación principal está liquidada por el sujeto pasivo. Cuatro años después. No es el sujeto pasivo quien discrepa de la retención que se ha practicado que es la hipótesis que contempla el artículo 36.1 de la Ley. Es la Administración quien toma esa iniciativa, pero obviando el trascendental hecho de que la deuda principal ha sido pagada. Queremos insistir que los hechos litigiosos escapan a las previsiones fácticas que el artículo 36.1 y 10 de la Ley contemplan. En primer término, porque la liquidación de la deuda principal ya se ha producido, lo que no sucede en las previsiones de los preceptos citados. En segundo lugar, porque ha existido coincidencia en los parámetros tomados en consideración tanto por el retenedor como por el retenido, lo que no ocurre en los textos mencionados que contemplan y se sustentan en la discrepancia de retenedor y sujeto pasivo sobre el quantum de dichos parámetros. Finalmente, y este punto es cardinal, la obligación principal se ha extinguido (al menos no consta discrepancias sobre ella) a conformidad de todos los intervinientes (Retenedor, retenido y Administración). Claramente se comprende que la actuación de la Administración altera de modo radical el estado de cosas existente al amparo de un hipotético cumplimiento imperfecto de la obligación que pesaba sobre el retenedor. OCTAVO. Una conducta de esta índole ya fue considerada como una "clara, rotunda y abusiva doble imposición" en nuestra sentencia de 13 de noviembre de 1999 (F.J. 5º) por lo que en virtud del principio de Unidad de Doctrina hemos de estar a lo allí dicho. No es ocioso, sin embargo, añadir alguna consideración sobre esta conducta de la Administración. Si la pretensión de obtener un doble pago (y no otra cosa es la doble imposición)constituye un claro abuso cuando tiene lugar en el seno de las relaciones entre particulares, el reproche que esta conducta merece es claramente superior si proviene de un ente público. Cuando un ente público pretende un doble pago no sólo incurre en un patente abuso de derecho quebrantando el principio universal de "buena fe" que ha pág www.partidadoble.es 101 fiscalidad empresarial nº 210 mayo 2009 de regir las relaciones jurídicas sino que conculca las bases esenciales del ordenamiento jurídico uno de cuyos pilares es la "objetividad con que la Administración ha de servir los intereses generales" y "actuar conforme a la Ley y el derecho"(artículo 103 de la Constitución). Pues bien, cuando esto sucede se supeditan estos valores básicos de la convivencia a consideraciones meramente económicas de un rango claramente inferior y, sin duda, tal resultado debe ser corregido. se en consideración, y qué es lo que queriendo o sin querer hacen los actos impugnados. Prueba concluyente de que la interpretación que sobre el alcance del artículo 10 hacen la sentencia recurrida y las resoluciones administrativas es la de que su exigencia hipertrofiada lleva de modo inexorable a esa duplicidad de pagos, de la obligación tributaria, duplicidad que, en ningún caso, puede ser una consecuencia lógica, natural y jurídica del sistema de retenciones. En definitiva, y al haber considerado improcedente también la cuota correspondiente a las retenciones de sus trabajadores, así como a la sanción impuesta, se está en el caso de estimar íntegramente el recurso contencioso». NOVENO. Podría argüirse que en el proceso no se ha acreditado la extinción de la obligación principal. No es ello así. El recurrente lo ha venido alegando en la instancia judicial y en la vía administrativa. (Asombrosamente la sentencia de instancia, en el último inciso del último párrafo del fundamento noveno, sostiene que el mantenimiento de esta alegación de enriquecimiento injusto del Tesoro coadyuva al mantenimiento de la sanción). Comentario, que, por otra parte, como hemos dicho, acredita que esta alegación de enriquecimiento injusto del Tesoro no es nueva, como el Abogado del Estado sostiene en la oposición del Recurso de Casación. La Administración pudo y debió probar que ese doble pago no se había producido. Pero en lugar de aducir y acreditar tal circunstancia (y dispone de medios para ello), ha preferido en insistir en la naturaleza independiente de la obligación del retenedor, con respecto a la del sujeto pasivo, e hipertrofiar y desnaturalizar la obligación del retenedor. DÉCIMO. La doctrina sobre la naturaleza de la retención no es uniforme ni unánime: desde quienes la consideran como una obligación accesoria de otra principal, pasando por obligación dependiente de otra, hasta obligación en garantía del cumplimiento de otra. Parece evidente que, cualquiera que sea la naturaleza, es imposible su permanencia cuando ha sido cumplida la obligación principal, la obligación de la que depende, o, la obligación que garantiza. Ello, naturalmente, no impide que la Administración pueda exigir del Retenedor los efectos perjudiciales que para ella se hayan producido por el hecho de no haberse practicado, o haberse practicado mal, la retención. (Estamos pensando en los intereses y en las sanciones que el retenedor pueda merecer). Pero no se pueden, ni deben, confundir los planos en que cada responsabilidad opera, los tiempos en que son exigibles, ni los parámetros que para la exigencia de cada una de ellas han de tomar- pág 102 UNDÉCIMO. Todo lo hasta aquí razonado nos lleva a la consideración de que tampoco es exigible la retención no practicada a los denominados "autónomos" al haber sido ya pagada la obligación tributaria por éstos cuando autoliquidaron sus respectivos impuestos sobre la renta. QUINTO La Sentencia referida aborda directamente la cuestión que ha sido objeto de debate en numerosas Resoluciones anteriores de este TEAC y que se refiere a si existe enriquecimiento injusto por parte de la Administración en los supuestos en los que se exige al retenedor retenciones con posterioridad a que la deuda tributaria principal haya sido ya cancelada por el sujeto pasivo perceptor de la renta sujeta a retención. El Alto Tribunal es claro al concluir que, si bien hay que mantener y reiterar la autonomía de la obligación de retener, esta autonomía tiene un límite y ese límite es precisamente el enriquecimiento injusto de la Administración que estas situaciones generan, ya que la Administración recibe una misma cantidad dos veces, cuando en situaciones como las que plantea el presente expediente se exigen a los retenedores retenciones no practicadas, que corresponden a cuotas que han sido ya cobradas al sujeto pasivo perceptor de la renta, en la deuda tributaria que resulte de la declaración del Impuesto presentada. Para llevar a cabo este tipo de actuaciones, mantiene el Tribunal Supremo que la Administración puede y debe probar que ese doble cobro de las retenciones no se ha producido. En acatamiento de la referida Sentencia e interpretando su contenido este Tribunal Central entiende que la carga de la prueba sobre ese doble cobro de las retenciones le corresponde a la Administración, en casos como el que está ahora siendo objeto de análisis en los que la entidad retenedora, reclamante, ha venido alegando en defensa de su derecho, en las distintas vías procedimentales oportunas, que el ajuste de retenciones que con la regularización se le están exigiendo, se ha ingresado ya con anterioridad vía liquidación de la deuda principal por el sujeto pasivo, produciéndose una doble imposición y generando un enriquecimiento injusto para la Administración Tributaria. A este respecto, y sobre la carga de la Prueba señala la Audiencia Nacional, en Sentencia de 6 de febrero de 2007: «Una cosa es que con arreglo al art. 114 LGT corresponde al contribuyente la carga de la prueba (...), presupuesto del que parte esta Sentencia, y otra muy distinta es que esta norma conduzca a resultados incompatibles con la tutela judicial efectiva de un derecho porque, agotada al máximo la actividad del recurrente en orden a probar lo que le incumbe, no puede reputarse válida la actuación pasiva pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias de una Administración que teniendo la posibilidad de aportar de forma razonable los datos necesarios para concluir si procede hacer efectivo el derecho del recurrente no lo hace, condenando al fracaso la acción ejercitada. No se trata pues de que este tribunal realice una alteración indebida de la carga de la prueba, sino que hace uso de las atribuciones que le confiere el art. 24.1º CE para proceder a una equitativa redistribución de los esfuerzos probatorios que conduce a la estimación del recurso». Por tanto, y teniendo en cuenta que en este caso concreto al reclamante, empresa retenedora, se le exigen retenciones por los rendimientos del trabajo satisfechos a determinados perceptores, que son objeto de desglose y detalle en el expediente, por haberse calculado incorrectamente los porcentajes de retención que les resultaban aplicables y que la propia Empresa ya en el curso de las actuaciones inspectoras, en las alegaciones formuladas al acta y en el recurso de reposición interpuesto contra la liquidación dirigido a la Administración, manifestó ante ésta que esas retenciones correspondían a deudas tributarias que ya habían sido ingresadas por el sujeto pasivo perceptor de las rentas y que en consecuencia se estaba produciendo un enriquecimiento injusto para la Administración Tributaria. Tal y como consta en el expediente, en el presente supuesto, el reclamante ha venido manifestando tanto en las alegaciones al acta, como en el recurso de reposición y en la reclamación económico-administrativa, la improcedencia de retener a cuenta de un impuesto ya liquidado, en los supuestos en que los sujetos pasivos perceptores de las rentas objeto de retención ya regularizaron las diferencias de retención al presentar sus declaraciones de IRPF, incidiendo además en el hecho de que al haber deducido los trabajadores en su retención tan sólo la cantidad que efectiva y realmente les fue objeto de retención, lo cual según ha señalado también el propio reclamante podía ser comprobado por la Administración, se produce una duplicidad de ingreso y, en consecuencia, un enriquecimiento injusto para la Administración y añadiendo las consecuencias gravemente dañosas para la Empresa y el trabajador que esta regularización genera, ya que los trabajadores no podrían recuperar las cuotas previamente ingresadas por haber prescrito ya los ejercicios en cuestión. Mientras que la Administración, por su parte, pd se ha limitado a reiterar la autonomía de la obligación de retener, sin proceder a comprobar si ese doble pago se estaba o no produciendo, por lo que cabe concluir que resulta de plena aplicación al caso analizado las conclusiones a las que llega la referida Sentencia. En consecuencia, y teniendo en cuenta el criterio sentado por el Tribunal Supremo, hay que concluir estimando las pretensiones del reclamante en el sentido de entender que las retenciones ingresadas por este concepto, rendimientos del trabajo, constituyeron un ingreso indebido que procede devolver. Ya que la exigencia al retenedor de retenciones por parte de la Administración cuando ya la deuda principal del sujeto pasivo perceptor de las rentas haya sido declarada ante la Administración exigiría que ésta probase que con el ingreso de las retenciones no se está produciendo un doble pago de la deuda tributaria, lo cual no consta que se haya probado en el presente supuesto en el que la Oficina Gestora se ha limitado a confirmar el acto de exigencia de retención amparándose en la autonomía de la obligación de retener. Todo ello sin perjuicio de que como señala el Tribunal Supremo en el Fundamento Jurídico Décimo de la referida Sentencia, se pueda exigir al retenedor los efectos perjudiciales que le haya producido el hecho de que no se haya practicado o se haya practicado mal la retención, es decir, los intereses y las sanciones que pueda merecer el retenedor. Por otra parte hay que hacer constar que la referida Sentencia se refiere en su Fundamento Jurídico Octavo a la Sentencia del Tribunal Supremo de 13 de noviembre de 1999, en la que una conducta de esta índole fue considerada como una clara, rotunda y abusiva doble imposición, y atiende a la misma en virtud del Principio de Unidad de Doctrina. En contra de lo mantenido por este Tribunal en resoluciones anteriores, (entre otras la de 7 de febrero de 2003, RG: 8709/1999 o la de... de 2006 recogida en el Fundamento Jurídico Tercero de esta Resolución, RG:.../2004) que concluía que de la referida Sentencia de noviembre de 1999 no se podían extraer esas conclusiones porque en la misma el Alto Tribunal se pronunciaba en términos hipotéticos sobre la posibilidad de que la Administración llamara al procedimiento a los auténticos sujetos pasivos del Impuesto, sin que ésta se pudiera interpretar como doctrina jurisprudencial. pág www.partidadoble.es 103 fiscalidad empresarial nº 210 mayo 2009 Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña 331/2008, de 1 de abril de 2008 (Rec. Núm. 698/2004) IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES. BASE IMPONIBLE: Una sociedad es propietaria de valores de otra entidad que tiene el carácter de asociada conforme a las normas mercantiles y fiscales. Para que la dotación por la provisión por depreciación de valores sea deducible, la dotación ha de practicarse teniendo en cuenta la evolución de los fondos propios de la sociedad participada, es decir, atendiendo a su valor teórico contable, y no atendiendo a su cotización. Reproducción parcial: TERCERO. La discrepancia entre la sociedad recurrente y la Administración, según señala la propia entidad en su escrito de demanda, se encuentra en que la Administración estima que no procede la deducibilidad como gasto de la provisión dotada al estimar que no resulta de aplicación lo dispuesto en el artículo 12.4 de la Ley 43/1995, estimando aplicable el artículo 12.3 al considerar que ambas empresas (LC SA y BCI SIM SA) tienen la consideración de empresas de grupo o asociada. Para resolver la cuestión sometida a la consideración de la Sala, hemos de partir de la legislación contenida en la Ley 43/1995. Así, el artículo 12, de la Ley 43/1995, del Impuesto sobre Sociedades, establece, lo siguiente: organizados, con el límite de la depreciación global sufrida en el período impositivo por el conjunto de los valores de renta fija poseídos por el sujeto pasivo admitidos a cotización en dichos mercados. No serán deducibles las dotaciones por depreciación de valores que tengan un valor cierto de reembolso que no estén admitidos a cotización en mercados secundarios organizados o que estén admitidos a cotización en mercados secundarios organizados situados en países o territorios calificados reglamentariamente como paraísos fiscales." Por su parte, el apartado 2 de la norma de valoración 8ª del RD 1643/1990, de 20 de diciembre, por el que se aprueba el Plan General de Contabilidad dispone que: "1. Serán deducibles las dotaciones (...). 3. La deducción en concepto de dotación por depreciación de los valores representativos de la participación en fondos propios de entidades que no coticen en un mercado secundario organizado no podrá exceder de la diferencia entre el valor teórico contable al inicio y al cierre del ejercicio, debiendo tenerse en cuenta las aportaciones o devoluciones de aportaciones realizadas en el mismo. Este mismo criterio se aplicará a las participaciones en el capital de sociedades del grupo o asociadas en los términos de la legislación mercantil. Para determinar la diferencia a que se refiere el párrafo anterior, se tomarán los valores al cierre del ejercicio siempre que se recojan en los balances formulados o aprobados por el órgano competente. No serán deducibles las dotaciones correspondientes a la participación en entidades residentes en países o territorios calificados reglamentariamente como paraísos fiscales, excepto que dichas entidades consoliden sus cuentas con las de la entidad que realiza la dotación en el sentido del art. 42 del Código de Comercio, ni las concernientes a valores representativos del capital social del propio sujeto pasivo. 4. Serán deducibles las dotaciones por depreciación de valores de renta fija admitidos a cotización en mercados secundarios pág 104 "Los valores negociables admitidos a cotización en un mercado secundario organizado se contabilizarán, al menos al final del ejercicio, por el precio de adquisición o el de mercado si éste fuese inferior a aquél. En este último caso, deberán dotarse las provisiones necesarias para reflejar la depreciación experimentada. No obstante, cuando medien circunstancias de suficiente entidad y clara constancia que determinen un valor inferior al precio de mercado antes indicado, se realizará la corrección valorativa que sea pertinente para que prevalezca dicho valor inferior. El precio de mercado será el inferior de los dos siguientes: cotización media en un mercado secundario organizado correspondiente al último trimestre del ejercicio; cotización del día de cierre del balance o en su defecto la del inmediato anterior. No obstante lo anterior, cuando existan intereses, implícitos o explícitos, devengados y no vencidos al final del ejercicio, los cuales deberán estar contabilizados en el activo, la corrección valorativa se determinará comparando dicho precio de mercado con la suma del precio de adquisición de los valores y de los intereses devengados y no vencidos al cierre del ejercicio. Tratándose de valores negociables no admitidos a cotización en un mercado secundario organizado, figurarán en el balance por su precio de adquisición. No obstante, cuando el precio de adquisición pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias sea superior al importe que resulte de aplicar criterios valorativos racionales admitidos en la práctica, se dotará la correspondiente provisión por la diferencia existente. A estos efectos, cuando se trate de participaciones en capital, se tomará el valor teórico contable que corresponda a dichas participaciones, corregido en el importe de las plusvalías tácitas existentes en el momento de la adquisición y que subsistan en el de la valoración posterior. Este mismo criterio se aplicará a las participaciones en el capital de sociedades del grupo o asociadas, la dotación de provisiones se realizará atendiendo a la evolución de los fondos propios de la sociedad participada aunque se trate de valores negociables admitidos a cotización en un mercado secundario organizado". lar, se presumirá que existe control cuando una sociedad, que se calificará como dominante, se encuentre en relación con otra sociedad, que se calificará como dependiente, en alguna de las siguientes situaciones: En estas normas se reconoce, con carácter general, la deducibilidad como "gasto deducible" de la dotación a la "provisión por depreciación de la cartera de valores", cumplidos los requisitos que la norma fiscal exige. d) Haya designado con sus votos a la mayoría de los miembros del órgano de administración, que desempeñen su cargo en el momento en que deban formularse las cuentas consolidadas y durante los dos ejercicios inmediatamente anteriores." CUARTO. Como señala la resolución del TEARC, "la dotación a la provisión de la cartera de valores deberá practicarse, cuando la entidad participada cotice en un mercado secundario organizado, atendiendo a la cotización en dicho mercado. Pero esta norma de valoración establece la salvedad, que determina la Ley del Impuesto, de que si ambas entidades forman par te de un grupo o tienen la consideración de asociadas, dicha dotación deberá practicarse teniendo en cuenta la evolución de los fondos propios de la sociedad participada, es decir, atendiendo a su valor teórico contable"· Por su parte, los artículos 1 a 3 de las normas para la formulación de cuentas anuales consolidadas contenidas en el RD 1815/1991, de 20 de diciembre, define lo que se entiende por grupo de sociedades en su artículo 5, que señala: La entidad recurrente se opone al criterio mantenido por la Inspección y ratificado por el TEARC de que la interesada y la entidad cuyos valores dan lugar a la controver tida dotación, constituyan grupo o sean asociadas. El concepto de empresa asociada se encuentra en el punto 19 de la Introducción del Plan General de contabilidad que dispone: "Se entenderá que una empresa es asociada cuando, sin que se trate de una empresa del grupo en el sentido señalado anteriormente, alguna o algunas de las empresas que lo forman, incluida la entidad o persona física dominante, ejerza sobre tal empresa una influencia notable. A estos efectos se presumirá que existe tal influencia notable cuando se produzca una participación en el capital de la empresa, que se reputa asociada, de al menos el 20% ó del 3% si ésta cotiza en Bolsa". Asimismo, el artículo 42 del Código de Comercio señala: "1. Toda sociedad dominante de un grupo de sociedades estará obligada a formular las cuentas anuales y el informe de gestión consolidados en la forma prevista en esta sección. Existe un grupo cuando una sociedad ostente o pueda ostentar, directa o indirectamente, el control de otra u otras. En particu- pd a) Posea la mayoría de los derechos de voto. b) Tenga la facultad de nombrar o destituir a la mayoría de los miembros del órgano de administración. c) Pueda disponer, en virtud de acuerdos celebrados con terceros, de la mayoría de los derechos de voto. "Tendrán la consideración de Sociedades asociadas, a los únicos efectos de la consolidación, aquéllas, no incluidas en la consolidación, en las que alguna o varias Sociedades del grupo ejerzan una influencia notable en su gestión. 2. Se entiende que existe influencia notable en la gestión de otra Sociedad, cuando se cumplan los dos requisitos siguientes: a) Que una o varias Sociedades del grupo participen en el capital social de la Sociedad; y, b) Se cree una vinculación duradera contribuyendo a su actividad. 3. Se presumirá que se cumplen los requisitos establecidos en el apartado anterior cuando una o varias Sociedades del grupo posean una participación en el capital de una Sociedad que no pertenezca al grupo de, al menos, el 20 % o el 3 % si ésta cotiza en Bolsa". Consta acreditado, de los datos obrantes en el expediente, que la recurrente a finales del ejercicio de 1996 y también en el ejercicio de 1997 era titular del 53,62% de las acciones de la otra empresa, por lo que ambas sociedades integran un grupo, de conformidad con lo dispuesto en la legislación mercantil y contable referida y, como acertadamente señala la resolución del TEARC, que en este punto la Sala comparte en su integridad, ambas sociedades tienen el carácter de asociadas, y sin que a ello obstan las alegaciones realizadas por la recurrente de que para cumplir el requisito de poseer la mayoría de los derechos de voto se precise la posesión del 90% del capital social, umbral que no aparece mentado en disposición legal alguna. pág www.partidadoble.es 105 fiscalidad empresarial nº 210 mayo 2009 Resolución del Tribunal Económico-Administrativo Central de 3 de abril de 2008 (Recurso de alzada 3142/2006) IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES. BASE IMPONIBLE: En la operación de permuta consistente en la entrega de un solar a cambio de construcción futura la valoración se efectuará, para ambos inmuebles, según su valor de mercado tanto del elemento transmitido como del elemento adquirido que es el derecho a recibir en el futuro ciertos inmuebles. En este caso ha de atenderse al valor de mercado del derecho y no al valor de la futura construcción. Reproducción parcial: SÉPTIMO. Entrado en el examen de las cuestiones planteadas de tipo material en relación a la regularización efectuada por la Inspección, el primero de los puntos a analizar es el relativo a la procedencia de la regularización efectuada, en base a los valores de mercado de los inmuebles recibidos en la operación de permuta a cambio de las parcelas entregadas. El artículo 10 de la Ley 43/1995, de 27 de diciembre del Impuesto sobre Sociedades señala que en el régimen de estimación directa, la Base Imponible se calculará, corrigiendo mediante la aplicación de los preceptos establecidos en la presente Ley, el resultado contable, determinado de acuerdo con las normas previstas en el Código de Comercio, en las demás Leyes relativas a dicha determinación y en las disposiciones que se dicten en el desarrollo de las citadas normas. El artículo 15 de la Ley 43/1995, de 27 de diciembre del Impuesto sobre Sociedades señala que: «(...) 2. Se valorarán por su valor normal de mercado los siguientes elementos patrimoniales: a) Los transmitidos o adquiridos a título lucrativo. b) Los aportados a entidades y los valores recibidos en contraprestación. c) Los transmitidos a los socios por causa de disolución, separación de los mismos, reducción del capital con devolución de aportaciones, reparto de la prima de emisión y distribución de beneficios. d) Los transmitidos en vir tud de fusión, absorción y escisión total o parcial. e) Los adquiridos por permuta. f) Los adquiridos por canje o conversión. Se entenderá por valor normal del mercado el que hubiera sido acordado en condiciones normales de mercado entre par tes independientes. Para determinar dicho valor se aplicarán los métodos previstos en el artículo 16.3 de esta Ley. TERCERO. En los supuestos previstos en las letras a), b), c) y d), la entidad transmitente integrará en su base imponible la pág 106 diferencia entre el valor normal de mercado de los elementos transmitidos y su valor contable. En los supuestos previstos en las letras e) y f), las entidades integrarán en la base imponible la diferencia entre el valor normal de mercado de los elemento adquiridos y el valor contable de los entregados. En la adquisición a título lucrativo, la entidad adquirente integrará en su base imponible el valor normal de mercado del elemento patrimonial adquirido. La integración en la base imponible de las rentas a las que se refiere este artículo se efectuará en el período impositivo en el que se realicen las operaciones de las que derivan dichas rentas. A los efectos de lo previsto en este apartado no se entenderán como adquisiciones a título lucrativo las subvenciones(...)». El artículo 19 de la Ley 43/1995 por su parte determina que: «1. Los ingresos y los gastos se imputarán en el período impositivo en que se devenguen, atendiendo a la corriente real de bienes y servicios que los mismos representan, con independencia del momento en que se produzca la corriente monetaria o financiera, respetando la debida correlación entre unos y otros(...)». El artículo 1538 del Código Civil dispone: «La permuta es un contrato por el cual cada uno de los contratantes se obliga a dar una cosa para recibir otra». Así, la norma fiscal de valoración de las permutas establece que, en el caso de que la forma de adquisición de un elemento patrimonial sea la entrega de otro, tanto el elemento transmitido como el elemento adquirido se valoren a efectos fiscales por su valor de mercado, y no en función del valor neto contable de lo entregado como dispone la normativa contable, puesto que el valor neto contable de un elemento patrimonial puede estar muy alejado de su valor de mercado. Al contrario que la norma contable, que persigue el principio de prudencia, la norma fiscal trata de someter a tributación las rentas explicitadas, es decir, los beneficios o pérdidas que las operaciones producen en el momento en el que se producen, lo que justifica estas excepciones respecto al resultado contable. pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias En el expediente que nos ocupa, cuando X, SA celebró los contratos de permuta objeto de la regularización inspectoras, transmitió sendas parcelas y adquirió correlativamente dos derechos a que las entidades Y, SL y Z, SL le entregaran respectivamente unas construcciones realizadas en las condiciones pactadas en las citadas escrituras de permuta fechas 22 de mayo de 2002 y 12 de julio de 2002. Dichos derechos, que fueron adquiridos en las fechas antes señaladas del período 2002, constituyen un elemento patrimonial susceptible de valoración económica, constituyendo a su vez, un activo desde el punto de vista contable y, por tanto, debieron ser valorados a valor normal de mercado entre partes independientes en tales fechas, según lo dispuesto en el artículo 15 de la Ley 43/1995. En relación a la naturaleza jurídica de los derechos adquiridos mediante un contrato de permuta de un solar por construcción futura, la Audiencia Nacional señaló en su Sentencia de fecha 3 de febrero de 2005 (Rec. núm. 731/2002) que: «(...) el contrato celebrado por las partes, por virtud del cual se produce la cesión de un solar a cambio de pisos o locales en un edificio de construcción futura, es calificado por la doctrina mayoritaria como contrato de permuta con prestación subordinada de obra, si bien la jurisprudencia parte de su atipicidad (en las Sentencias del Tribunal Supremo de 31 de octubre de 1986, 5 de julio de 1989, 10 de marzo de 1990, 7 de junio de 1990, 18 de diciembre de 1990, 7 de mayo de 1993, 30 de septiembre de 1993, 24 de noviembre de 1993, 19 de julio de 2002) ya que dicha relación contractual no encaja plenamente en ninguna de las especialidades típicas que define y regula el Código Civil, aunque sus características lo aproximan más al contrato de permuta, a pesar de que uno de los bienes objeto del intercambio no tenga existencia real en el momento de perfeccionarse el contrato, pues se cambia un objeto presente por otro futuro. Como permuta, es una permuta de cosa futura, ya que el objeto es una cosa presente –el solar– que se obliga a entregar, una parte, a cambio de una futura –parte de la nueva edificación– que la otra parte permutante se obliga a poner a disposición del primero cuando se concluya la edificación. Como tal, es un contrato obligacional y traslativo del dominio, esto es, que obliga a transmitir la propiedad de las cosas permutadas, pero la propiedad no se adquiere por la simple perfección del contrato, ya que éste, si no va seguido de la traditio o entrega, únicamente confiere un "ius ad rem", pero no la titularidad dominical de la cosa aún no entregada. Esta es la teoría del título y el modo, que determina en nuestra inveterada tradición jurídica el marco jurídico de la adquisición de la propiedad y de los demás derechos reales. Evidentemente, este ius ad rem es un derecho incorporado al patrimonio desde el perfeccionamiento del contrato. Ha de aceptarse, en el caso de autos, que no se produjo la transmisión de bienes a favor del permutante que entregó el solar en el año 1989, pero inexcusablemente ha de entenderse que del contrato de permuta sí surgió a su favor un derecho de crédito que tenía por objeto y contenido el de la entrega o pd transmisión a su favor de los bienes futuros consistentes en los locales comerciales pactados, viviendas, plazas de aparcamiento y la cantidad de dinero en efectivo, todo lo cual tuvo lugar en 1991(...)». Así, en la permuta, aplicando lo establecido en el artículo 15, apartados 1 e) y 3 de la LIS, deberá valorarse el activo adquirido por su valor de mercado en el momento en el que se ha realizado la operación. El activo adquirido es el derecho a recibir en el futuro ciertos inmuebles, y por tanto, es ese derecho el que hay que valorar, y no, como realizó la Administración tributaria erróneamente, el valor del bien entregado finalmente. En este caso, la entidad recurrente transmitió dos parcelas a cambio de la entrega material de una construcción en un plazo máximo de 2 años, en las condiciones señaladas en la escritura pública. Desde el punto de vista económico, esta operación, realizada entre partes independientes, sólo tiene sentido si lo que se entrega tiene el mismo valor que lo que se recibe. En caso contrario, si una de las partes entrega algo valorado por mayor importe que lo que recibe, estará realizando una liberalidad. Este criterio ya fue mantenido por este Tribunal en la resolución de fecha 25 de noviembre de 2005 (RG: 5066/2002). La valoración del derecho a recibir bienes futuros es muy complicada; pero, como hemos señalado, entre partes independientes este valor debe coincidir con el valor de mercado de lo entregado. En este caso, sin embargo, a la hora de efectuarse la valoración por el perito de la AEAT, el informe emitido, no se ha centrado en el valor de mercado de las parcelas entregadas por X, SA, si no que los informes han tenido por objeto, el valor de mercado de las construcciones entregadas un año después, si bien actualizando el valor a 2002. Por lo tanto, debemos considerar incorrecta la regularización efectuada por la Inspección, al entender que el valor del derecho a recibir los inmuebles en el futuro, es igual al valor de mercado de las parcelas entregadas, y no al de los inmuebles entregados posteriormente, sin perjuicio, de que, tal y como ya se ha señalado en párrafos anteriores, de existir alguna diferencia de valor, pueda entenderse que se debe a la existencia de una liberalidad. Por último y a mayor abundamiento, señalar que, teniendo en cuenta que la imputación temporal de la renta obtenida por la entidad recurrente se produce en el período 2002, en el momento en que se realizan las operaciones de permuta de entrega de solar a cambio de construcción futura, conforme a lo dispuesto en los artículos 15.3 y 19 de la Ley 43/1995, ningún sentido tendría para el sujeto pasivo, calcular la renta obtenida partiendo del valor de mercado final de los inmuebles que se le entreguen a cambio, lo cual puede ocurrir años después, en lugar de considerar el valor de mercado de las parcelas entregadas, dato éste que sí puede conocer en el momento de realizar la operación (2002). Tales criterios ya han sido mantenidos por este Tribunal, en Resolución de 4 de mayo de 2007, RG: 4284/2004. pág www.partidadoble.es 107 fiscalidad empresarial nº 210 mayo 2009 Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 20056/2008, de 28 de febrero de 2008 (Rec. Núm. 428/2004) IMPUESTO SOBRE SOCIEDADES. DEDUCCIONES: La inversión realizada en la reforma y mejora de un inmueble tiene la consideración de gastos de reparación y mantenimiento que no tienen el carácter de inmovilizado a los efectos de la aplicación del beneficio fiscal de la reinversión de beneficios extraordinarios. Reproducción parcial: TERCERO. El segundo motivo es el de la procedencia de la deducción por reinversión del beneficio obtenido de la venta de un inmueble en el ejercicio 1997, que la Inspección regulariza en parte en el ejercicio 2000, y que se efectuó en 3 de diciembre de 1997 por importe de 50.000.000 de pesetas, conforme a lo establecido en el art. 21, de la Ley del Impuesto sobre Sociedades. Discrepa de la regularización practicada por la Inspección, que asciende a 6.660.538 pesetas, al no aceptar la inversión realizada por la entidad en el ejercicio 1999 en obras de reforma y mejora de su inmueble en Marbella por importe de 6.264.000 pesetas, según factura emitida. Manifiesta que dicha reformas incidieron en la producción, siendo paradójico que la Inspección no las catalogue o como gasto o como inversión. Invoca resoluciones del TEAC. c) Valores representativos de la participación en el capital o en fondos propios de toda clase de entidades que otorguen una participación no inferior al 5 por 100 sobre el capital social de las mismas y que se hubieran poseído, al menos, con un año de antelación a la fecha de transmisión. El art.21, de la Ley 43/1995, del Impuesto sobre Sociedades, de rúbrica Reinversión de beneficios extraordinarios, dispone: 1. No se integrarán en la base imponible las rentas obtenidas, una vez corregidas en el impor te de la depreciación monetaria, en la transmisión onerosa de elementos patrimoniales del inmovilizado, material o inmaterial, y de valores representativos de la participación en el capital o en fondos propios de toda clase de entidades que otorguen una participación no inferior al 5 por 100 sobre el capital social de las mismas y que se hubieren poseído, al menos, con un año de antelación, siempre que el importe de las citadas transmisiones se reinvierta en cualquiera de los elementos patrimoniales antes mencionados, dentro del plazo comprendido entre el año anterior a la fecha de la entrega o puesta a disposición del elemento patrimonial y los tres años posteriores. 2. La reinversión deberá realizarse dentro del plazo comprendido entre el año anterior a la fecha de la entrega o puesta a disposición del elemento patrimonial transmitido y los tres años posteriores, o, excepcionalmente, de acuerdo con un plan especial de reinversión aprobado por la Administración tributaria a propuesta del sujeto pasivo. La reinversión se entenderá efectuada en la fecha en que se produzca la puesta a disposición de los elementos patrimoniales en que se materialice.. (...). En igual sentido se pronuncia el ar t. 31.1, del Reglamento del Impuesto sobre Sociedades de 1997, al establecer : 1. No se integrarán en la base imponible, a condición de reinversión del importe de la transmisión, las rentas obtenidas en la transmisión onerosa de los siguientes elementos patrimoniales: a) Los pertenecientes al inmovilizado material. b) Los pertenecientes al inmovilizado inmaterial. pág 108 Como se desprende este precepto, los elementos patrimoniales transmitidos han debido de estar integrados en el inmovilizado, material o inmaterial, del sujeto pasivo. Por su parte, el art. 32.1, del Reglamento del Impuesto sobre Sociedades de 1997, establece: 1. El importe de la transmisión onerosa deberá reinvertirse en cualquiera de los elementos patrimoniales a que se refiere el apartado 1 del artículo anterior. 3. Tratándose de elementos patrimoniales que sean objeto de los contratos de arrendamiento financiero a los que se refiere el apar tado 1 de la disposición adicional séptima de la Ley 26/1988, de 29 de julio, sobre Disciplina e Intervención de las Entidades de Crédito, se considerará realizada la reinversión en la fecha de celebración del contrato, por un impor te igual al valor de contado del elemento patrimonial. Los efectos de la reinversión estarán condicionados, con carácter resolutorio, al ejercicio de la opción de compra. Por lo tanto, en primer lugar, se requiere que, el inmueble transmitido haya formado parte del inmovilizado, material o inmaterial; y segundo, que la plusvalía o incremento obtenido por su venta se reinvierta en la adquisición de otro activo de igual o semejante naturaleza, es decir, del inmovilizado, material o inmaterial. En definitiva, se trata de la venta y sustitución, y valga la expresión, de un bien afecto a la actividad empresarial, estando vedada la posibilidad de acogerse a este beneficio a aquellos bienes o activos no afectos a la actividad económica de la entidad; lo que también se ha de predicar de los gastos relacionados con dichos activos. pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias En relación con la regularización practicada por la Inspección, la entidad recurrente discrepa de la regularización practicada por la Inspección, que asciende a 6.660.538 pesetas, al no aceptar la inversión realizada por la entidad en el ejercicio 1999 en obras de reforma y mejora de su inmueble en Marbella por importe de 6.264.000 pesetas, según factura emitida. Manifiesta que dicha reformas incidieron en la producción, siendo paradójico que la Inspección no las catalogue, o como gasto o como inversión. b) Los de sustitución de elementos no susceptibles de amortización y cuya inutilización sea consecuencia del funcionamiento o uso normal de los bienes en que aquéllos estén integrados. c) Los de adaptación e readaptación de elementos materiales del inmovilizado, cuando no supongan incremento de su valor o capacidad productiva. 2. No se considerarán gastos de conservación o reparación: Pues bien, tratándose del inmueble de referencia, los gastos que como inversión sostiene la entidad recurrente son gastos deducibles, tampoco es viable el incorporar como inversión el importe de los gastos (por modificaciones de albañilería, marmolado de baños, caja fuerte, revestimiento de armarios, colocación de más puntos de luz, colocación de video portero, persianas de aluminio motorizadas...) por el concepto de mejora, que conforme a la Norma de Valoración de la resolución del ICAC, de fecha 30 de julio de 1991, supone el conjunto de actividades mediante las que se produce una alteración en un elemento del inmovilizado aumentando su anterior eficiencia productiva, suponiendo un aumento de la capacidad de producción, mejora sustancial en la productividad o alargamiento de la vida útil. El anterior art. 114 del Real Decreto 2.631/1982, de 15 de octubre, por el que se aprueba el Reglamento del Impuesto sobre Sociedades, que lleva por rúbrica Gastos de conser vación y reparación, y que puede tomarse como criterio interpretativo orientativo, establecía: 1. Se considerarán gastos de conservación y reparación del activo material afecto a la actividad: a) Los efectuados regularmente con la finalidad de mantener el uso normal de los bienes materiales. pd a) Los que supongan ampliación o mejora del activo material y sean, por tanto, amortizables. b) Los que, por inscribirse en un proceso global de reconversión o reestructuración de instalaciones o centros productivos, constituyan gasto de proyección plurianual, sin perjuicio de que puedan ser deducidos en el ejercicio en que se han devengado. c) Los que correspondan a reparaciones realizadas con motivo de siniestros u otras circunstancias excepcionales. Pues bien, en este precepto, los gastos a los que se refiere son los derivados de la utilización del activo, de su uso normal o de su funcionamiento, afecto a la actividad empresarial; de forma que si el bien, en este caso, inmueble que no consta ni se ha acreditado que estuviera arrendado, no ha estado destinado al tráfico mercantil, al objeto de la actividad empresarial, queda al margen de la deducibilidad, primero, porque no se trata de un activo afecto; y segundo, porque los gastos derivados de las obras realizadas, no se consideran gastos de conservación o reparación. Por ello, desde la normativa fiscal, los gastos derivados del referido inmueble no pueden calificarse como deducibles; confirmándose en estos aspectos la liquidación practicada. pág www.partidadoble.es 109