Relato escolar “Para aprender…” Y parece que fue ayer cuando mi madre me llevó al colegio por primera vez… lo primero que me viene a la cabeza es que no quería soltarme de la mano de ella por nada del mundo. Después de mucho llorar la “hermana Alicia”, mi maestra, logró despegarme de mi madre y entrarme a la clase. Recuerdo perfectamente que la clase estaba en forma de U y que en los alrededores de las mesas habían muchísimos juguetes de todas clases (al menos esa era mi impresión), también me acuerdo que empezábamos el día rezándole a un cuadro de una virgen que teníamos en clase. Los primeros días fueron duros porque siempre lloraba al quedarme dentro de clase, incluso un día me escapé de “la hermana” y salí corriendo por la calle pero a los pocos metros “mi seño” me pudo alcanzar y regresarme de nuevo con ella (ahora lo pienso y me doy cuenta de lo buena que fue y la paciencia que tuvo conmigo esa mujer). Cuando me acostumbré a la rutina de tener que dejar a mi madre fuera del colegio y quedarme yo, lo fui asimilando poco a poco pero me di cuenta de que el cole me gustaba y mucho. Recuerdo muy bien como en los recreos quería salir la primera al patio para coger una bola de esas grandes con las que puedes saltar. También había una niña que era muy nerviosa y que cuando me iba con ella acababa llorando porque siempre me daba bocados. Esta época la guardo en mi memoria con gran cariño y nostalgia por todo. Mi maestra era muy cariñosa y amable con nosotros además siempre nos intentaba dar sorpresas, me daba la sensación de que ponía toda su ilusión en hacernos felices. Al recordarlo se me despierta una sensación de felicidad, sin ninguna preocupación pero no sé realmente cómo explicarlo. Estuve sólo un curso en este colegio y fue el correspondiente a 4 años. Después me cambiaron a un colegio que estaba muy cerquita de mi casa a unos 6 minutos andando. Cuando llegué ya no fue lo mismo que en el otro cole, ya no lloré. Me tocó una “seño” muy buena, “mi seño Marisol”. Yo notaba que ella me quería mucho, recuerdo que me encantaba colorear en las clases y siempre intentaba coger los colores más llamativos: el amarillo y el verde fosforito, el rosa fucsia… Otra de las cosas que más me gustaba era jugar a las cocinitas y plantar “lentejas o habichuelas”. No puedo contar nada más porque no me vienen más recuerdos significativos de esta etapa. Al cambiar de “preescolar” a primaria me cambiaron de compañeros y de maestra. Ahora mi maestra era la “seño Rosa” tampoco recuerdo mucho pero sí que era muy cariñosa conmigo. En primer y segundo curso todo era más “light” no había exámenes, hacíamos la tarea en el colegio, era todo más como en preescolar. A partir de tercer curso todo se complicó, empezaron los exámenes, el trabajo individual y por lo tanto pupitres colocados de uno en uno, muchísimos deberes para casa… Éramos más mayores y por tanto teníamos más “responsabilidad”. Durante mi paso por toda la educación primaria era feliz, tenía que ir al colegio pero era divertido, me gustaba. La cosa cambió cuando llegué al instituto, despertador sonando a las 6 y cuarto de la mañana para estudiar y repasar antes de tener el examen de lo que fuera. El esquema de las clases eran siempre el mismo: 1. Clase magistral 2. Corrección de actividades 3. Nueva ronda de actividades ¡Qué aburrimiento! Bachillerato fue lo peor, sobre todo segundo. No quiero ni recordarlo, un bombardeo de conocimientos increíble y mucho estudiar-memorizar. El mejor recuerdo mis compañeros y algún que otro profesor que todo no iba a ser estudiar y luego volver a estudiar. P.d: entiendo que el relato se va ir modificando a lo largo del curso, este solo tiene algunas ideas que han sido las que me han venido a la cabeza cuando me he puesto a recordar, por tanto es un documento muy provisional.