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DEMOKRAZIA
FEMINISTA IZANGO DA
EDO EZ DA IZANGO
LA DEMOCRACIA
SERÁ FEMINISTA
O NO SERÁ
TEORIA ETA PRAKTIKA
DEMOKRAZIA
BARNE-HARTZAILE
BATENTZAT
TEORÍA Y
PRAXIS PARA
UNA DEMOCRACIA
INCLUSIVA
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CURSO A.5
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Globalización y democracias: una lectura feminista
sobre la salud de los contratos social y sexual
Globalizazioa eta demokraziak: irakurketa feminista
kontratu sozial eta sexualen osasunari buruz
ROSA COBO BEDIA
Publicado en:
SOCIOLOGÍA Y GÉNERO
(Ed.: Capitolina Díaz y Sandra Dema)
Ed. Tecnos, Madrid, 2013
DEMOCRACIA Y CRISIS DE LEGITIMACIÓN PATRIARCAL
Rosa Cobo
Universidad de A Coruña
Introducción
La democracia se ha convertido en objeto de debate en estos últimos años, pues
los intensos y acelerados cambios sociales, de un lado, y las dificultades de las
democracias para representar a los colectivos sociales marcados por la desigualdad, de
otro, están empujando a las feministas a reflexionar sobre los límites de las democracias
contemporáneas. En efecto, la aparición de un nuevo orden internacional tras la caída
del muro de Berlín, el intento de derribo del modelo de bienestar europeo, la pérdida de
legitimidad del conflicto social, la globalización de las políticas neoliberales, el
enriquecimiento de las élites económicas a escala global, la separación creciente
norte/sur y el aumento de la pobreza en todo el mundo, ha empujado a la sociología a
reflexionar sobre estos recientes cambios en el escenario mundial y a analizar su
influencia sobre las democracias representativas. En este contexto de absorción de la
política por la economía, de debilitamiento de las instituciones democráticas, de pérdida
de parcelas de soberanía de los estados nacionales a favor de las grandes instituciones
multilaterales y de los mercados y de aumento de las desigualdades, la reflexión sobre la
democracia es una tarea intelectual ineludible.
Pues bien, en medio de esta intensa reflexión sobre la crisis de la democracia
representativa, las feministas han iniciado un nuevo debate en torno a la baja
1
participación de las mujeres en el poder político1 y, en general, sobre el carácter
defectivo de la democracia para las mujeres. Y muchos datos ponen de manifiesto que
el debate sobre la democracia paritaria va a ser una de las grandes discusiones políticas
del siglo XXI, pues en todos los países del mundo en los que existe un movimiento
feminista se está proponiendo un nuevo reparto de poder entre varones y mujeres.
La reflexión inevitable desde la sociología del género es cómo se puede avanzar
en la construcción de una sociedad democrática en la que la ciudadanía pueda ser
ejercida plenamente por las mujeres sin recortes ni insuficiencias. El primer supuesto
sobre el que es necesario tomar conciencia es el de reconocer el carácter defectivo de la
democracia. En efecto, sin reconocer los déficits de democracia para ciertos sectores de
población y para determinados grupos sociales, es decir, sin conceptualizar la existencia
de ‘agujeros de desigualdad’ no se puede transformar la sociedad
Para ello, es necesario reflexionar sobre la relación entre la ciudadanía y otras
variables sociales como el género, la ubicación social y económica o la pertenencia
cultural o racial, entre otras. En este texto se parte de la hipótesis de que una democracia
justa e igualitaria y una ciudadanía plena no pueden detenerse en los aspectos
procedimentales. Por el contrario, tiene que desarrollar derechos y políticas sociales y
económicas que desactiven las desigualdades y especialmente aquellas que tienen
causas estructurales. Dicho en otros términos, una democracia y una ciudadanía no
defectivas tienen que aplicar necesariamente políticas de redistribución y de
reconocimiento –no identitarias ni esencialistas- para deshacer aquellas desigualdades
que recortan de hecho el ejercicio de la ciudadanía.
La idea de fondo es que los sistemas sociales y políticos democráticos están
necesariamente vinculados a la estratificación y al tipo de políticas que se aplican en su
interior. Si una sociedad distribuye desigualitariamente los recursos entre hombres y
mujeres, si el trabajo gratuito –tareas domésticas y de cuidados- no está repartido
paritariamente, si el mercado laboral está segregado por sexo, si existe violencia de
género, si el poder político es básicamente masculino y si la pobreza golpea en mucha
mayor medida a mujeres, entonces no parece plausible dudar de que nuestras
democracias esconden mecanismos que crean y recrean jerarquías de género y
distribuciones asimétricas de recursos. Pues bien, los sistemas democráticos toleran -no
formalmente pero si de facto-la desigualdad de género. Una mirada lúcida e interesada
1
MIYARES, ALICIA, Democracia feminista, Madrid, Cátedra, col. Feminismos, 2003.
2
desde este punto de vista nos muestra una distribución de recursos políticos,
económicos, culturales, simbólicos, de autonomía o de autoridad, entre varones y
mujeres desproporcionada a favor de los primeros.
LA PRIMERA OLA FEMINISTA
El siglo XVIII: contrato sexual y democracia
Las democracias contemporáneas no pueden ser explicadas sin analizar
previamente su origen. Para entender las actuales democracias hay que remitirse al siglo
XVIII, donde se construye una epistemología basada en una razón universal accesible a
todos los individuos y una ética basada en principios y derechos universales. El sistema
cognitivo que se construye en Occidente en el siglo XVIII se fundamenta en una razón
que no sólo no jerarquiza a los grupos humanos sino que se muestra crítica con las
jerarquías no fundadas en el mérito. Su característica principal es la universalidad. La
Ilustración formula la razón como una facultad humana ciega a las culturas, a las razas o
al sexo. La ética que acompaña a esta epistemología, al igual que la razón, es universal.
Todos los individuos por el sólo hecho de ser humanos tienen los mismos derechos, por
lo que la ética ilustrada tampoco propone jerarquizar a los grupos humanos. Estas
construcciones culminan en la noción de democracia como el mejor sistema de
organización política. La democracia, tal y como es conceptualizada en la Ilustración,
sea en la tradición liberal –Locke- o en la de la democracia radical -Rousseau-, también
encuentra su fundamento en la universalidad.
La democracia se instalará lentamente a lo largo de la Modernidad, es decir, a
partir del siglo XVIII, con interrupciones y sobresaltos, en una parte del mundo y se
convertirá en una espejo en el se mirarán muchas sociedades no occidentales. La
democracia se ha edificado sobre los individuos, frente al mundo medieval, cuyo
fundamento fueron los estamentos. En efecto, la noción de individuo se construye en
medio de la crisis y descomposición del estamento: se debilitan las entidades colectivas
que habían articulado la vida social y política en la Edad Media y se refuerza la
subjetividad individual. El individuo se convierte en un sujeto político con más
derechos que obligaciones. La democracia, por tanto, se concibe como un sistema social
y político que no reconoce grupos, sino individuos. Y esos individuos adquieren la
3
condición de la ciudadanía tras descomponerse la condición de súbdito de la Edad
Media. Pues bien, el principio de individuación es la condición de posibilidad de la
democracia.
La idea de universalidad es el pilar sobre el que reposan la democracia y la
ciudadanía. La democracia se convertirá en modo de organización social y político que
defiende los mismos derechos para todos los individuos, que se basa en la igualdad de
todos los sujetos ante la ley y en la imparcialidad de la misma con todos y cada uno de
los ciudadanos. Esta concepción de la igualdad excluye la arbitrariedad del estado
respecto a quienes están definidos como iguales. Precisamente por eso la universalidad
es la noción central de la modernidad. Es una imagen regulativa fundamentada en la
idea de que todos los individuos poseemos una razón que nos empuja irremisiblemente
a la libertad, que nos libera de la pesada tarea de aceptar pasivamente un destino no
elegido y nos conduce por los sinuosos caminos de la emancipación individual y
colectiva. La universalidad abre el camino a la igualdad al señalar que de una razón
común a todos los individuos se derivan los mismos derechos para todos los sujetos. El
universalismo moderno se fundamenta en una ideología individualista que defiende la
autonomía y la libertad del individuo, emancipado de las creencias religiosas y de las
dependencias colectivas. En definitiva, la ideología racionalista ilustrada se asienta en la
idea de una única humanidad en la que todos los individuos tienen el mismo valor y los
mismos derechos. La idea es que la democracia debe fundarse en la igualdad y para ello
será necesario despojar a los individuos de características como las variables raciales,
étnico-culturales o económicas. La imparcialidad del estado y de la ley debe ser tan
radical que no debe tener en consideración ningún atributo social de los individuos.
Sin embargo, en las dos últimas décadas del siglo XX comenzó un proceso
crítico al sujeto de la modernidad precisamente por eso, por desconocer variables que
actuaban como elementos de desventaja social. Las críticas a ese sujeto inverosímil
señalaban que las desigualdades no se pueden deshacer a no ser que actuemos
concretamente sobre aquellas estructuras que producen desigualdad. La conclusión, por
tanto, es que la democracia no puede actuar como si desconociese la raza, la clase o el
género porque entonces se priva de instrumentos para desactivar esas desigualdades.
Libertad, igualdad y fraternidad son las señas ideológicas de la Revolución
Francesa y de una nueva manera de entender las relaciones sociales y políticas. Sin
embargo, muy pronto esos derechos que son definidos en términos de universalidad,
4
cuando han de ser concretados políticamente, se van a restringir para las mujeres.
Paradójicamente, todos los grandes autores contractualistas –Hobbes, Locke, Rousseauque postulan la libertad y la igualdad como derechos naturales para todos los individuos
legitimarán el recorte político de esos derechos para las mujeres. A veces en nombre de
una ontología femenina inferior o ‘diferente’ a la masculina y otras veces en nombre de
la tradición o de la oportunidad política2.
Luisa Posada, refiriéndose a Kant, señala su “despiadada voluntad de ‘descolgar’
a todo el género femenino del proceso de ilustración, excluyéndolo del ámbito de la
cultura y del conocimiento”3. Esta posición intelectual y política no es exclusiva de
Kant; por el contrario, es extensible a los grandes autores contractualistas, aunque será
Rousseau quien elaborará una teoría de la inferioridad ontológica de las mujeres más
acabada, pues no sólo las excluye de lo público y político sino que también definirá una
normatividad femenina basada en el férreo control sexual, la domesticidad, la exaltación
de la maternidad y la sumisión al esposo, todo ello en el contexto de la familia
patriarcal. La exclusión de las mujeres que reclama Rousseau es de las más elaboradas,
pues se fundamenta en argumentaciones ontológicas y también de oportunidad política.
El teórico de la democracia radical, tan crítico con el pacto de sujeción para los varones,
lo postulará en todas sus variantes para las mujeres. Y la exclusión de la razón y del
conocimiento es la condición de posibilidad para su posterior exclusión de la
ciudadanía. No se puede ser sujeto político si previamente no se es sujeto de razón. La
política es el terreno de la gestión de lo público y no se puede gestionar la ‘cosa pública’
desde el desorden que proporcionan los sentimientos.
En todo caso, desde los principios de igualdad y universalidad, la exclusión de
cualquier colectivo social de lo público-político requiere argumentaciones convincentes
acerca de esa exclusión. Hobbes, Locke y Rousseau, como defensores de la idea
moderna de que todos nacemos libres e iguales, no podían excluir a las mujeres de esos
conceptos políticos sin argumentarlo. La legitimación, como siempre en estos casos,
hubieron de buscarla en la ontología. Es decir, argumentaron que la constitución de la
naturaleza femenina colocaba a las mujeres en una posición de subordinación en todas
2
COBO, ROSA, Fundamentos del patriarcado moderno. Jean Jacques Rousseau, Madrid,
Cátedra, col. Feminismos, 1995.
3
POSADA KUBISSA, LUISA, Sexo y esencia. De esencialismos encubiertos y esencialismos
heredados: desde un feminismo nominalista, Madrid, horas y Horas, 1998; p. 15.
5
las relaciones sociales en que participaban4. Como señala Geneviéve Fraisse, “todo
periodo de conmoción política vuelve a cuestionar la relación entre los sexos a través de
la reformulación del lazo social en su conjunto. Esta redefinición es al mismo tiempo un
análisis de la naturaleza de cada sexo y una reinterpretación de la diferencia y, por lo
tanto, de la relación”5.
Carole Pateman analiza minuciosamente las teorías contractualistas y pone de
manifiesto la contradicción principal de estas teorías fuertemente universalistas en sus
planteamientos originales y decididamente excluyentes en su concreción política6. No se
entiende cómo los relatos de los estados de naturaleza en los que se descubre la ‘natural’
igualdad y la libertad de los seres humanos excluyan a las mujeres de la libertad civil y
de la ciudadanía política. Y no se entiende porque la mitad de la historia está sin contar.
Dicho de otro modo: faltan categorías que den cuenta de esa quiebra analítica y de esa
exclusión política. Por eso, el concepto de contrato sexual de Pateman tiene una gran
capacidad explicativa, pues visibiliza esa mitad del relato que no se había querido
narrar7.
El contrato sexual explica que las mujeres fueron pactadas fraternalmente por los
varones y que dicho pacto las apartaba de los derechos civiles y
políticos y las
confinaba al territorio de lo doméstico. Al mismo tiempo, el contrato sexual reaparece
en el estado social en forma de contrato de matrimonio y de nuevo ideal de feminidad.
La quiebra de la universalidad ética, política y epistemológica no ha sido sólo una
incoherencia de la Ilustración sino uno de los elementos más potentes de
deslegitimación política de las democracias modernas, pues ha excluido de la lógica
democrática y del principio del mérito a las mujeres y les ha aplicado la lógica
estamental: democracia para los varones y estatus adscriptivo para las mujeres8.
Semejante operación requería construir una ontología femenina inferior (diferente o
complementaria en terminología patriarcal) a la masculina que pusiese las bases de su
exclusión política. Ni sujeto de razón ni sujeto político. O dicho de otra forma, como no
4
COBO, ROSA, “La democracia moderna y la exclusión de las mujeres”, en Mientras tanto, nº
62, 1995; pp. 107-108. Véase también GENEVIÉVE FRAISSE: Les deux goubernements: la
famille et la Cité, Folio, Essais, París, 2000.
5
FRAISSE, GENEVIÉVE, Musa de la razón, Madrid, Cátedra, 1991; p. 90.
6
PATEMAN, CAROLE, El contrato sexual, Traducción de María Luisa Femeninas revisada por
María- Xosé Agra, Madrid, Anthropos, 1995.
7
AGRA, MARÍA-XOSÉ, “Introducción”, en CAROLE PATEMAN, El contrato sexual, op. cit.
8
AMORÓS, CELIA, “Interpretaciones a la democracia paritaria”, en VV.AA., Democracia
paritaria, Gijón, Tertulia Feminista les Comadres, 1999.
6
era conveniente que las mujeres fuesen sujetos políticos era requisito necesario negarles
la definición de sujetos de razón.
Sin embargo, hay que decir que en el siglo XVIII, los contractualistas no sólo
tuvieron la oportunidad de observar posiciones intelectuales coherentes con los ideales
ilustrados de igualdad sino también de polemizar con aquellos autores y autoras que
exigían el cumplimiento de la universalidad para todos y todas las ciudadanas9. Es decir,
esta Ilustración patriarcal fue interpelada por otra Ilustración plenamente universalista
que asume que la igualdad y la libertad pertenecen a la humanidad en su conjunto y no
sólo a los varones. En el contexto de la Ilustración feminista y en el corazón mismo del
principio de igualdad se fabrica lo que Celia Amorós define como el ‘género
vindicación’. Esta filósofa entiende la ‘vindicación’ como una crítica política a la
usurpación que han realizado los varones de lo que ellos mismos han definido como lo
genéricamente humano y por ello se reclama la igualdad a partir de
una
irracionalización del poder patriarcal y una deslegitimación de la división sexual de los
roles10.
Y es que el feminismo es un fenómeno social surgido en el siglo XVIII,
tematizado conceptualmente en la Ilustración y, al mismo tiempo, una de las
manifestaciones reflexivas más significativas de la modernidad. François Poullain de la
Barre, Mary Wollstonecraft, Diderot, Condorcet o Von Hippel, entre otros, exigieron
coherencia epistemológica y política a esa Ilustración patriarcal que se había
autodesignado como universal. Estos autores y autoras definieron la subordinación
social de las mujeres como el resultado de prejuicios que se remontaban a la noche de
los tiempos. En definitiva, hay que señalar la profunda contradicción que se desprende
de un discurso, el de la igualdad, cuya vocación es la universalidad, y, sin embargo,
cuya aplicación práctica produce exclusiones de ciudadanía para diversos sectores
sociales, entre ellos la totalidad de las mujeres, es decir, la mitad de la población.
El feminismo no es un movimiento social surgido al calor de la revolución de mayo
del sesenta y ocho. Por el contrario, tiene un sólido pasado de casi tres siglos, pleno de
luchas por conquistar nuevos espacios de libertad e igualdad para las mujeres. Su fecha de
nacimiento se remonta al siglo XVII, cuando François Poullain de la Barre, en el año 1673,
9
CONCORCET, DE GOUGES, DE LAMBERT Y OTROS, La Ilustración olvidada. La polémica
de los sexos en el siglo XVIII. Edición de Alicia H. Puleo., Madrid, Anthropos, 1993.
10
AMORÓS, CELIA, Tiempo de feminismo.Sobre feminismo, proyecto ilustrado y
postmodernidad, Madrid, Cátedra, col. Feminismos, 1997; p. 56.
7
publicó un libro, De l´égalité des sexes, en el que sostenía que la subordinación de las
mujeres no tenía su origen en la naturaleza sino en la sociedad. Un siglo más tarde, las
mujeres de la Revolución Francesa se articularon políticamente para reclamar los derechos
de ciudadanía que ya poseían los varones. En 1792, la inglesa Mary Wollstonecraft publicó
Vindicación de los Derechos de la Mujer, donde denunciaba que la sujeción de las mujeres
no era el resultado de una naturaleza inferior a la masculina sino de prejuicios y tradiciones
que se remontaban a la noche de los tiempos. Estos textos, además de ser las actas
fundacionales del feminismo, ponen de manifiesto que el género, como construcción
social, lejos de ser un hallazgo reciente, fue descubierto en la época ilustrada. Estas obras
inauguran una tradición intelectual de impugnación moral de la sujeción de las mujeres y
de lucha contra el prejuicio, y se inscriben en un discurso más amplio sobre la igualdad. La
singularidad de estas reflexiones radica en que por primera vez en la historia del
pensamiento moderno se habla, con el lenguaje de la época, de una desigualdad no
tematizada hasta entonces, la de los géneros, y se señala la existencia de una estructura de
dominación masculina como responsable de una de las desigualdades medulares de la
sociedad moderna.
LA SEGUNDA OLA FEMINISTA
EL SIGLO XIX: El movimiento sufragista
El siglo XIX presenció en su primera mitad, y de la mano del Romanticismo,
una respuesta reactiva frente a las posibilidades que abrió para las mujeres el discurso
ilustrado de la igualdad11. En efecto, en la primera mitad de este siglo se desarrollará un
contradiscurso antifeminista teñido de misoginia. La misoginia romántica dará lugar a
un discurso cuyo eje central será la ontologización de lo femenino. Se naturalizará la
normatividad femenina, en la línea desarrollada por Rousseau en el siglo XVIII. Las
mujeres tendrán asignadas naturalmente las tareas domésticas y de cuidados. Y los
sentimientos serán el territorio natural de las mujeres frente a la razón, que aparecerá
como un dominio masculino. Lo cierto es que esas posibilidades que abrió la Ilustración
dieron lugar a conquistas políticas que siempre fueron precedidas de movilizaciones
sociales. En el siglo XIX germina un pensamiento feminista vindicativo que se hace eco
11
AMORÓS, CELIA, Kierkegaard o la subjetividad del caballero, Barcelona, Anthropos, 1987.
8
de las promesas incumplidas de la Ilustración y desvela el expolio masculino de unos
derechos que habían sido definidos como universales. Esta apropiación no legítima creó
un malestar que fue creciendo subterráneamente y que explotó en la segunda mitad del
siglo XIX con el movimiento sufragista. Si bien en el siglo XVIII el feminismo pondrá
cimientos firmes a su desarrollo intelectual, en el siglo XIX el feminismo se
desarrollará, sobre todo, como un poderoso movimiento social.
El siglo XIX ha presenciado el mayor movimiento de masas de la historia del
feminismo: el movimiento sufragista. Durante más de medio siglo las mujeres lucharon
por el voto con todas las armas a su alcance, salvo la de la violencia. El sufragismo puso en
práctica acciones políticas imaginativas, pero siempre pacíficas, que después han copiado
otros movimientos sociales. Este movimiento duró más de medio siglo, desde 1848,
fecha de la Declaración de Seneca Falls y acta fundacional del sufragismo, hasta la
primera guerra mundial y desembocó en la conquista del voto para las mujeres. Las
mujeres que fundaron el sufragismo en EE.UU. habían militado políticamente en el
movimiento abolicionista y en la lucha por el voto para la población masculina negra. Y
ahí aprendieron a hablar en público y a organizarse políticamente en torno a la
reivindicación de derechos. Fue un periodo largo y políticamente complejo en el que las
mujeres feministas intentaron persuadir a los varones, con argumentos racionales y con
movilizaciones políticas, sobre la necesidad de que los derechos políticos universales
robados fuesen devueltos a sus legítimas titulares. Y así fue, pero sólo en parte, pues
desde la primera guerra mundial hasta los años sesenta del siglo XX las mujeres
pudieron votar, tener acceso a la educación superior y el derecho a la propiedad, -en
Occidente por supuesto, y en otros pocos países-, pero permanecieron cerrados para
ellas el mercado laboral, los parlamentos, los gobiernos, los tribunales de justicia, el
ejército, el poder financiero e industrial y todos aquellos entramados institucionales y
fácticos en los que hay recursos y poder. Hubo que esperar hasta el resurgimiento del
feminismo radical de los años setenta para que las vindicaciones feministas adquiriesen
nuevas fuerzas e influyesen en la opinión pública y en la conciencia colectiva.
9
LA TERCERA OLA FEMINISTA
El siglo XX: Los feminismos
En los años setenta, en el marco de mayo del sesenta y ocho, resurge con fuerza
el movimiento feminista en EE.UU., en casi toda Europa, en América Latina y en otras
partes del mundo. Este resurgimiento tendrá lugar en el contexto de la nueva izquierda,
surgida tras un periodo de crisis y de autocrítica del marxismo. La nueva izquierda
propondrá cambios sociales profundos en la dirección de la crítica al capitalismo y, al
mismo tiempo, pondrá en cuestión la propuesta marxista del movimiento obrero como
el sujeto político de transformación social. Y en esa misma dirección cuestionará tanto
la democracia representativa como el funcionamiento autoritario y poco democrático de
los viejos partidos de izquierdas. Su propuesta de democratización del sistema político y
de la sociedad tendrá como actor político fundamental los nuevos movimientos sociales.
El asambleísmo y las estructuras horizontales están el núcleo de este proyecto y estos
valores permearán al movimiento. La política sexual de Kate Millett y la Dialéctica del
sexo de Sulamith Firestone serán los textos emblemáticos del feminismo radical
norteamericano.
Desde los años sesenta hasta los noventa, el movimiento feminista agitó la
conciencia colectiva y espoleó a la opinión pública dando nombre a realidades que
permanecían invisibles para la mayoría de la población. Los conceptos de género y
patriarcado se abren paso en este periodo con algunos mensajes políticos e intelectuales
inequívocos. En efecto, en primer lugar, se conceptualiza la categoría de género como
una construcción social e histórica que revela la profunda desigualdad entre varones y
mujeres, pues señala dos normatividades, la masculina y la femenina, construidas
asimétricamente; es decir, la normatividad masculina se inscribe en una red de
relaciones sociales e institucionales hegemónicas, mientras que la normatividad
femenina está inscrita en espacios sociales ajenos al poder y, por ello mismo
devaluados, como la domesticidad, la familia y los cuidados; todos ellos, por supuesto,
trabajos no remunerados. En segundo lugar, se conceptualiza el patriarcado como un
sistema de relaciones sociales presente en todas las sociedades que coloca a los varones
en una posición de dominio.
10
El feminismo radical de los años setenta denuncia la apropiación ilegítima por
parte de los varones tanto del mercado laboral como del poder político y coloca en el
centro de la agenda política la cuestión de la sexualidad y lo íntimo y familiar como
terrenos políticos en los que se desarrollan relaciones de poder entre hombres y mujeres.
En efecto, la tesis central del feminismo radical, tal y como sostuvo Kate Millett, es que
lo personal es político. Pese a esta llamada de atención del feminismo radical, hubo
espacios que se fueron abriendo mientras que otros permanecieron cerrados. Por
ejemplo, el mercado laboral permitió el acceso de las mujeres al trabajo remunerado,
pero el poder político, por el contrario, se mostró impermeable a la entrada de las
mujeres. Por ello, no es de extrañar que el feminismo reclamara espacios institucionales
de acción política algunos años más tarde.
EL DEBATE SOBRE EL PODER
La paridad y el techo de cristal
Como ha señalado Joan Scott, el aspecto más interesante del debate sobre la
crisis de la política contemporánea radica en que por primera vez se ha centrado en la
relación entre sexo y poder12. Y también por primera vez el sector más numeroso del
feminismo ha considerado que la conquista del poder político puede traducirse en
alteraciones reales en la jerarquía de género. El feminismo cuestiona la legitimidad de
una democracia en la que la mayoría de sus instituciones representativas excluyen a las
mujeres, no legalmente pero sí de hecho. El feminismo que se inscribe en la tradición
igualitaria sostiene que no hay democracia política legítima que excluya a la mitad de la
población. Y por ello plantea la paridad como un proceso estratégico de lucha contra el
monopolio masculino del poder.
El movimiento por la paridad surge a principios de la década de los noventa,
extendiéndose por la Europa comunitaria13 y por otras regiones del mundo. El
manifiesto de Atenas contiene una vindicación política de participación paritaria de las
12
SCOTT, JOAN, “La querelle de las mujeres a finales del siglo XX”, en New Left Review,
Madrid, nº 3, 2000; p. 105.
13
GASPARD, FRANÇOISE, LE GALL, ANNE, SERVAN-SCHREIBER, CLAUDE, Au pouvoir
citoyennes! Liberté, égalité, parité, Paris, Le Seuil, 1992. Ver también FRANÇOISE COLLIN,
« La parité : une autre démocratie pour la France? », en Les Cahiers du Grif, nº 47 (Paris), juin
1993.
11
mujeres en el poder político y una exigencia de renegociación del contrato social. Las
feministas parten del supuesto de que el contrato social, pese a su formulación ética y
política universal, se ha desarrollado a lo largo de la Modernidad en la dirección de
satisfacer las aspiraciones de ciudadanía de los varones. El feminismo sostiene que la
exclusión de las mujeres del contrato social exige ser redefinido a fin de transformar las
actuales democracias patriarcales en democracias más representativas y más legítimas.
El ejemplo más obvio de este contrato social patriarcal es Francia. Las
feministas francesas subrayan la incoherencia de una democracia antigua y consolidada
que tiene en su haber varias revoluciones contra diversas desigualdades sociales a lo
largo de los dos últimos siglos, incluida la primera articulación política feminista
durante la Revolución Francesa, con el paradójico resultado de la ausencia de mujeres
del poder político y de la mayoría de los espacios de decisión. La representación de las
mujeres en el parlamento francés no ha pasado, desde el año 1945 en que las mujeres
conquistaron el voto, del 6%. Sólo tras surgir e intensificarse el debate sobre la paridad,
a partir de las elecciones legislativas de 1997, se ha incrementado la representación de
las mujeres en el poder legislativo, ejecutivo y municipal.
El debate sobre la paridad está ganando cada vez más legitimación en muchas
sociedades, aún en medio de resistencias masculinas, a veces explícitas y a veces
disfrazadas o enmascaradas detrás de otros debates que aparentemente nada tienen que
ver con esta vindicación. La paridad es una propuesta política discutida porque ataca el
núcleo básico de la democracia patriarcal al proponer una nueva distribución de poder
entre varones y mujeres. El objetivo último de esta propuesta política es alterar la
estructura del poder entre varones y mujeres. Tal y como señala Ana Rubio, la cuestión
de la paridad no es un problema técnico sino político14. Lo que se discute no es sólo la
confección de las listas electorales o la distribución de puestos en determinadas
instituciones. Lo que está en juego con esta política son las relaciones de dominación y
subordinación entre hombres y mujeres. Las políticas feministas de la paridad no están
dirigidas sólo a transformar las leyes electorales o las constituciones: su objetivo es
cambiar la estructura profunda de poder entre los géneros que subyace a las
democracias y que sitúa a las mujeres en una posición de permanente discriminación.
14
RUBIO, ANA, Los derechos humanos de las mujeres. Un nuevo contrato social. En prensa
12
El concepto de paridad, y de democracia paritaria, tal y como señalamos
anteriormente, se inscribe en un género que Celia Amorós denomina ‘vindicación’15,
cuyo objetivo es irracionalizar el monopolio masculino del poder y, por ello mismo,
repartir paritariamente el poder político. La vindicación política de democracia paritaria
se inscribe en la historia de las vindicaciones feministas a favor de la igualdad y desde
ese punto de vista es la prolongación de la lucha por el voto del movimiento sufragista.
La paridad plantea que el interés por lo público y lo político, y la tarea que se deriva de
ese interés, debe recaer igualmente en varones y mujeres. La noción de democracia
paritaria nace de la contradicción entre el aumento de mujeres en muchos de los ámbitos
de la vida social y su ausencia de los espacios donde se votan las leyes y se toman
decisiones que afectan al conjunto de la sociedad y, muy particularmente, a las vidas de
las mujeres.
Ahora bien, el poder político no está aislado del conjunto de la sociedad, más
bien forma parte de un orden estructural. El poder político es causa y efecto de los
sistemas sociales en los que está inscrito y en muy buena medida está al servicio de la
reproducción de los sistemas sociales. Y esta condición de causa y efecto influye
decisivamente en el debate teórico en torno a la democracia paritaria y en torno a las
estrategias para concretar las políticas de la paridad. Para que las estrategias
vindicativas de paridad puedan tener resultados a largo plazo y no se conviertan en
medidas políticas estériles, deben identificarse analíticamente las raíces de la
subordinación y exclusión de las mujeres. Para ello es imprescindible entender que la
inferioridad social de las mujeres está asentada sobre fenómenos estructurales
profundos, algunos de los cuales veremos a continuación.
Resulta fácil observar que los países con sistemas constitucionales basados en la
igualdad de derechos para ambos sexos tienen mecanismos subterráneos para reproducir
la desigualdad de género. Estos mecanismos subterráneos desembocan inevitablemente
en lo que el feminismo ha tematizado como ‘techo de cristal’. El techo de cristal es una
metáfora acuñada por el feminismo para explicar precisamente las dificultades que
existen en el tránsito entre los derechos formales y los derechos materiales. En ese
tránsito aparecen mecanismos difíciles de visibilizar que obstaculizan el ejercicio de la
ciudadanía para las mujeres y las apartan de los espacios de poder y, por ello, no es fácil
detectar esos filtros que operan subterráneamente para expulsar a las mujeres de los
15
AMORÓS, CELIA, Tiempo de feminismo; op. cit., p. 56.
13
espacios de más poder, recursos y jerarquía. El término techo de cristal se acuña para
mostrar que existe una poderosa barrera de entrada para las mujeres en todos aquellos
espacios en los que se acumulan más poder y recursos.
ALGUNAS ESTRUCTURAS DEL ENTRAMADO PATRIARCAL
En efecto, la separación de la sociedad en un ámbito público-político y otro
privado-doméstico, es decir, la división sexual del trabajo y la existencia de una esfera
productiva y masculina y otra reproductiva y femenina, (con el consiguiente efecto de
que el trabajo de los varones es retribuido y el de las mujeres es gratuito), y la
valoración cultural y simbólica derivada de esa división nuclear de la sociedad, es la
médula sobre la que se asientan las sociedades patriarcales. La división de la sociedad
en dos espacios es la estructura que más facilita la reproducción del sistema patriarcal.
Y asimismo, la estructura familiar, dimensión fundamental de lo privado, es una
instancia crucial de reproducción del patriarcado y de dominación y explotación de las
mujeres.
A los dos espacios sociales16, el privado-doméstico y el público-político, les
corresponden dos ‘naturalezas’ sociales, una masculina dominada por un yo que quiere
intervenir activamente en el mundo y otra femenina marcada por el amor y los cuidados
a la familia y que está destinada a desplegarse en el interior de la familia patriarcal. Son
dos formas sociales de definir lo femenino y lo masculino que se concretan en roles y
espacios sociales diferentes y que exigen una ontología específica para cada sexo. Esta
ontología define lo femenino en términos de sexualidad, pasividad y falta de interés por
todo aquello que está fuera de los límites de la familia. Los sentimientos dominan la
vida de las mujeres. De ahí que se derive cierta predisposición para el ejercicio de los
papeles de esposa y madre. La ontología masculina, sin embargo, está definida por la
actividad, el autodominio y control de los sentimientos. Esta ontología empuja a los
varones a la acción en el mundo y a intervenir en la comunidad. El mundo de las
mujeres muere en la inmediatez de lo privado y el de los varones comienza en la
actividad de lo público. Para las mujeres el amor y para los varones el poder. Para los
hombres la razón y para las mujeres los sentimientos.
16
MURILLO, SOLEDAD, El mito de la vida privada, Siglo XXI, 1996.
14
La Modernidad ha asumido complacientemente este esquema social porque
quienes han ocupado posiciones de privilegio y se han beneficiado de dicha posición
han sido los varones. Dicho en otros términos: el sistema de dominación patriarcal
funciona como tal en la medida en que los varones han pactado como genérico17,
independiente de su estatus, del color de su piel, de su cultura o de su sexualidad, la
subordinación de las mujeres, tal y como explica Carole Pateman en El contrato
sexual18. A los varones, pobres o ricos, del norte o del sur, les interesa como colectivo el
dominio sobre las mujeres y el espacio privado-doméstico es un ámbito que convierte
en iguales a los varones. Pueden ser ricos o pobres, del tercio rico del mundo o de los
dos tercios pobres, que todos tienen poder y autoridad sobre sus esposas, pues las
jerarquías que diferencian a los varones se detienen a las puertas de la familia, lugar en
el que todos ejercen su dominio de una forma natural.
EL PRINCIPIO ÉTICO Y POLÍTICO DE LA IGUALDAD
¿Por qué el feminismo, casi hasta los ochenta, ha construido su discurso y su
práctica política sobre el principio de igualdad? La razón es que de este principio se
infiere una fuerte crítica a aquellas realidades sociales y culturales que segregan a los
individuos y a los grupos humanos en categorías, clases, estatus o géneros que, a su vez,
se traducen en relaciones sociales de dominación y subordinación. Los diversos
feminismos, que han tomado la igualdad como eje de su discurso intelectual y de su
práctica política, han analizado la realidad del género como un principio de segregación
asimétrica en términos de recursos y a partir del cual se estructura toda la sociedad. De
ahí que los pensamientos feministas que asumen la igualdad reconocen la diferencia
sexual como un hecho social empíricamente indiscutible y socialmente construido, pero
sostienen que esa diferencia sexual ha sido históricamente fuente de opresión y
discriminación para las mujeres.
En esta dirección, hay que hacer un esfuerzo por clarificar el concepto de
igualdad y no hacerlo sinónimo del de ‘identidad’ o ‘uniformidad’. La igualdad no
17
AMORÓS, CELIA, La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias… para las luchas de
las mujeres, Cátedra, col. Feminismos, 2006.
18
PATEMAN, CAROLE, El contrato sexual, op. cit.
15
presupone la uniformidad social ni se basa en la identidad entre todos los individuos ni
tampoco en la idea de que todas las personas deben ser tratadas exactamente igual. La
igualdad no es enemiga de la diversidad ni de las diferencias sino de los privilegios de
determinados colectivos y grupos sociales. La igualdad es un principio ético y político
que rechaza la discriminación, la explotación, la exclusión, la subordinación y en
general todas las opresiones. Descartar la igualdad como principio medular de las
relaciones sociales es renunciar a una herramienta que en manos de los y las oprimidas
es fuente de transformaciones sociales. Quizá no es casualidad que la ideología que
subyace a la globalización neoliberal trate de difundir la idea de que la desigualdad
forma parte de la condición humana.
La igualdad es un principio político y ético que germina en la Ilustración y que
tiene una base sólida, como hemos dicho anteriormente, en la noción de universalidad.
Ambos conceptos, universalidad e igualdad, presuponen normativamente la idea de una
única humanidad y excluyen cualquier segregacionismo y jerarquización entre
individuos y grupos. Estas nociones tienen un carácter normativo pues señalan aquello
que es ética y políticamente deseable: todos los individuos en cuanto tales (hombres y
mujeres, blancos y negros, homosexuales y heterosexuales, etc.) merecen la misma
consideración política. El principal mérito político de las ideas de universalidad e
igualdad es su capacidad de impugnación de las injusticias sociales y políticas. Ambas
ideas constituyen poderosos principios de deslegitimación de cualquier relación social
fundada en privilegios.
Si asumimos que el objetivo del feminismo es el establecimiento de la
universalidad no realizada y la extensión de la igualdad para la mitad de la humanidad,
entonces las políticas correctivas y compensatorias no son otra cosa que estrategias
políticas de carácter provisional orientadas a establecer la igualdad entre los géneros. En
efecto, la acción afirmativa, la discriminación positiva y la paridad se concretan en
políticas institucionales de género. Todas las políticas de discriminación positiva, tanto
si están dirigidas a las mujeres o a otros grupos oprimidos, pueden tener efectos
perversos en la medida en que pueden discriminar positivamente a quien no tiene
suficientes méritos y negativamente a quien los tiene. Sin embargo, la ausencia de
políticas de cuotas produce más efectos negativos que positivos, pues propicia la
reproducción de los esquemas de dominación-subordinación. Y aún con la puesta en
práctica de políticas de igualdad y con el compromiso activo de las instituciones
16
democráticas, la alteración jerárquica en las relaciones de dominación-subordinación es
lenta, pues, de una parte, las transformaciones sociales tienen lugar en procesos
históricos muy amplios y, de otro, suele ser muy difícil interrumpir los procesos de
reproducción social. Esta filosofía, es decir, la de la acción afirmativa, es la que
sostenemos que debe inspirar las políticas públicas y las estrategias de intervención para
desactivar la desigualdad de género.
GÉNERO Y FEMINISMO EN LA SOCIOLOGÍA
La teoría feminista es una teoría crítica y se inscribe por tanto en el marco de las
teorías críticas. Todo pensamiento crítico se desarrolla a partir de una reflexión
normativa derivada de la investigación y descripción social y política. La teoría crítica
no acepta que el pensamiento social y político desemboque en la mera descripción
empírica de las estructuras sociales y políticas ni tampoco acepta sin más las estructuras
sociales sino que indaga en sus instituciones más arraigadas y enjuicia normativamente
la realidad social dada. La teoría crítica formula preguntas acerca de lo “que ocurre en la
sociedad y por qué, quién se beneficia y a quién se daña”19. Identifica los sistemas de
opresión y dominación, analiza los procesos de distribución de recursos y cuestiona las
estratificaciones sociales. Por ello mismo, toda teoría crítica desemboca en un proyecto
de transformación social. Y eso es precisamente el feminismo: un discurso crítico con
una inequívoca teoría del cambio social y un movimiento político crítico con la
estructura de dominación patriarcal.
La sociología tiene una deuda notable con el feminismo al mostrar éste algunos
de los límites de las actuales democracias y visibilizar algunas de las fuentes de malestar
producidas por la ausencia de igualdad. La contribución feminista al diseño de un
proyecto democrático radica en su concepción de las mujeres como sujetos autónomos,
críticos y reflexivos. Una democracia en la que la mitad de la población no posee el
estatus de ciudadanía carece de legitimidad. Una sociedad liberada de la “jerarquía
oprimente de los géneros” implica la ampliación de la autonomía individual y la
19
YOUNG, IRIS MARION, La justicia y la política de la diferencia, Cátedra, col.
Feminismos, Madrid, 2000; p. 15.
17
disminución de los espacios asignados20. La contribución de las mujeres para ensanchar
las fronteras de la libertad y la igualdad, y en consecuencia de la democracia, ha sido
realizada desde los valores universalistas de la modernidad.
Sin embargo, hay que subrayar que no sólo las ciencias sociales tienen una
deuda inmensa con la tradición feminista y con los estudios de género por haber
ampliados los límites de la objetividad científica y por haber hecho posible
investigaciones que expliquen con más precisión y exactitud la sociedad. También las
teorías críticas de la sociedad tienen una deuda inconmensurable con el feminismo, pues
éste les ha proporcionado un marco interpretativo de la realidad social que identifica
analíticamente los mecanismos de la dominación masculina y propone la interrupción
política de los filtros que impiden el desarrollo de relaciones sociales libres de
subordinaciones y asentadas en la igualdad. Una teoría crítica de la sociedad que no
incorpora la perspectiva feminista es un pensamiento débil porque no tematiza una de
las fuentes medulares de la desigualdad social como es la desigualdad de género.
20
AMORÓS, CELIA, Tiempo de feminismo, op.cit.; véase capítulo I.
18
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SCOTT, JOAN, “La querelle de las mujeres a finales del siglo XX”, New Left Review,
Madrid, nº 3, 2000.
VALCÁRCEL, AMELIA, La política de las mujeres, Cátedra, Madrid, 1997.
YOUNG, IRIS M., La justicia y la política de la diferencia, Cátedra, col. Feminismos,
Madrid, 2000.
La política sexual: KATE MILLETT
En este libro emblemático del feminismo radical de los años setenta se identifican
nuevos mecanismos de dominación masculina que no habían aparecido en la historia de
la tradición intelectual feminista. El núcleo del libro es que lo personal es político. Esto
significa que por primera vez en la historia del feminismo se colocan en el centro del
escenario político el amor y la sexualidad como relaciones de dominación y
subordinación. Esta autora será quien acuñará el término patriarcado como un sistema
de pactos entre los varones a fin de dominar a las mujeres.
El contrato sexual: CAROLE PATEMAN
La hipótesis de la que parte esta investigación es que todas las modalidades de contrato
social están fundadas sobre un contrato sexual. Este contrato es un pacto que establecen
los varones entre sí para que cada varón pueda acceder sexualmente al cuerpo de una
mujer, la suya, y todos ellos puedan acceder sexualmente al cuerpo de unas pocas. De
este contrato se derivarán dos de las instituciones centrales de la Modernidad que
regulan la sexualidad: el matrimonio y la prostitución. Sin embargo, las investigaciones
de este libro tienen mayores dimensiones y explican también el origen de la democracia
moderna.
Tiempo de feminismo: CELIA AMORÓS
Una de las ideas centrales de este libro es que el feminismo debe establecer una alianza
intelectual con la Modernidad y reelaborar teórica y políticamente un sujeto político
verosímil que no sea ciego al género ni a otras variables de opresión. La constitución de
este sujeto se presenta como una alternativa no sólo frente al sujeto político de las
20
democracias representativas liberales si no también como una la crítica al sujeto por
parte de las teorías postmodernas.
21
Retos en las transiciones democráticas a través de
una mirada feminista
Erronkak trantsizio demokratikoetan begirada
feministaren bidez
NIEVES SALOBRAL MARTÍN
Retos en las transiciones democráticas a través de una mirada feminista
Nieves Salobral Martín
Objetivo de la comunicación: Identificar transiciones y retos en las democracias feministas
Contenidos principales:
1. Implicaciones políticas de las dos esferas: los derechos individuales universales y la
justicia, por un lado, y por otro, la ética de la responsabilidad y los cuidados
2. Breve repaso a las democracias de bienestar y el abordaje del trabajo doméstico y de
cuidados en clave de visibilizaciones y obstáculos.
3. El último bastión del patriarcado sin democratizar es la esfera íntima: la socialización del
amor romántico y la coacción de la violencia machista en las relaciones amorosas. La
dependencia afectiva y el utilitarismo en la dominación patriarcal
Conclusiones:
Retos de las democracias feministas: los derechos individuales y la resposabilidad y cuidado
sobre los otros más allá del contexto de pareja y familia: individuación e intersubjetividad
Materiales complementarios:
- Jónasdottir, Anna G.(1993): "¿Le importa el sexo a la Democracia?", capítulo VIII en El
poder del amor. ¿Le importa el sexo a la Democracia?, Madrid, Cátedra. (te lo puedo
escanear y enviar)
- Moufle, Chantal (1992): "Ciudadanía y feminismo" en Feminists Theorize the Political, ed.
Judith Butler and Joan W.
Scott, New York, Routledge. (Te lo adjunto, está en la red)
- Pateman, Carole (1983): "Feminismo y democracia" en Democratic theory and practice, ed.
Graeme Duncan,
Cambridge University Press. ( Te lo adjunto también)
- También os envio, un artículo de una compa y mío sobre el tema de violencias en
Diagonal.
- Benhabib, Sheyla (1992): "Una revisión del debate sobre las mujeres y la teoría moral" en
Isegoría nº 6, pp.37-66
Carole Pateman
Feminismo y democracia
Carole Pateman
U
na feminista no se ocuparía siquiera del tema de este ensayo,
porque para las feministas la democracia no ha existido jamás.
Las mujeres nunca han sido aceptadas, y no lo son ahora, en
calidad de miembros y ciudadanos con los mismos derechos en ninguno
de los países considerados como “democráticos”. A lo largo de toda la
historia del feminismo se repite una imagen que habla por sí sola y según la cual una sociedad liberal está compuesta por clubes de hombres
—quienes, como señala Virginia Woolf en Tres Guineas, se distinguen
por sus trajes y uniformes particulares— como son el parlamento, los
tribunales, los partidos políticos, el ejército y la policía, las universidades, los lugares de trabajo, los sindicatos, las escuelas públicas (y las
privadas), los sitios exclusivos y también los centros recreativos populares. De todos ellos las mujeres siempre han sido excluidas o sólo incluidas como meros auxiliares. Esta opinión de las feministas se ha visto
confirmada por los debates académicos sobre la democracia, en los cuales se concede poca importancia a cuestiones como el feminismo o la
estructura de la relación entre los sexos.
Este artículo parte de la idea de que el feminismo tiene algo importante que decirle a los teóricos de la democracia, así como a los ciudadanos democráticos. Obviamente, en un ensayo corto es difícil demoler
para siempre el supuesto existente desde hace dos mil años, según el
cual la “democracia” no es incompatible con la subordinación de las
mujeres o con su exclusión de la participación plena e igualitaria en la
vida política. Lo que estas páginas pretenden es, por supuesto, algo más
sencillo: mostrar que el feminismo le presenta hoy a la democracia su
* Este ensayo apareció en Democratic theory and practice, ed. Graeme Duncan,
Cambridge University Press, 1983.
3
democracia
desafío más importante y su crítica más amplia: tanto a la democracia en
su forma liberal actual, como en cualquier forma futura, sea ésta
participativa o autogestiva.
La objeción que sin duda se presentará en contra de las feministas
es que, puesto que ya ha pasado un siglo o más de la introducción del
sufragio universal y de otras reformas jurídicas, hoy día las mujeres ya
están en igualdad de condiciones con los hombres en el orden civil y
político, razón por la cual el feminismo tiene poco o nada con que contribuir al ejercicio y a la práctica de la democracia. Sólo que esta objeción no
toma en cuenta una serie de aspectos esenciales que permitirían comprender la verdadera índole de las sociedades democráticas liberales,
pues pasa por alto la existencia de creencias muy difundidas y tenazmente defendidas, así como de las prácticas sociales que les dan expresión y que contradicen esa situación civil formal (más o menos) igualitaria
de las mujeres. Pero además se trata de una objeción que se basa en el
argumento liberal según el cual las desigualdades sociales no repercuten en la igualdad política, argumento que les permite a los liberales
ignorar los problemas surgidos del intento de universalizar los principios liberales haciéndolos extensivos a las mujeres, al tiempo que conservan la división de la vida en pública y privada, separación que es
medular para la democracia liberal y que es también una división entre
los hombres y las mujeres. Ahora bien, si los teóricos de la democracia
liberal se conformaran con eludir estas cuestiones, cabría esperar que los
críticos radicales y los partidarios de la democracia participativa las
enfrentaran con entusiasmo, pero esto no ha sido así; y aunque es cierto
que han dedicado bastante atención a la cuestión de la estructura de las
clases en las democracias liberales, y a la forma en que la desigualdad
de clases socava la igualdad política y formal, casi nunca han analizado el significado que tienen la desigualdad social y el orden patriarcal
del Estado liberal para la transformación democrática del liberalismo.
Los que escriben sobre la democracia, sean defensores o detractores del
statu quo, nunca consideran si sus planteamientos sobre la libertad o el
consenso tienen alguna importancia para las mujeres; y esto es así porque implícitamente hablan siempre como si los términos “individuo” o
“ciudadano” se refirieran sólo a los varones.
Con demasiada frecuencia se olvida que el sufragio universal o
democrático apenas fue instituido en fecha reciente. Los científicos políticos guardan un sorprendente silencio sobre la lucha por el sufragio
femenino (no se olvide que en Inglaterra la campaña bien organizada fue
4
Carole Pateman
sostenida durante cuarenta y ocho años, de 1866 a 1914) así como sobre
el significado político y las consecuencias de la concesión de los derechos civiles. La situación de las mujeres, en tanto que votantes, también
presenta problemas para quienes escriben sobre democracia. Así, por
ejemplo, el influyente texto revisionista de Schumpeter, quien afirma explícitamente que el hecho de que las mujeres no tengan derecho al sufragio no invalida que una organización política determinada sea
democrática, ha despertado muy pocos comentarios. O el fascinante relato de Barber sobre la democracia directa en un cantón suizo en el cual
se trata de manera equívoca el sufragio femenino (que se consiguió apenas en 1971), pues el autor subraya que la concepción del derecho al voto
de las mujeres fue “justa y equitativa”, pero que se hizo al costo de “la
participación y la comunidad”. Con esto Barber quiere decir que si bien
las asambleas crecieron enormemente, la participación disminuyó y el
individualismo atomizado logró reconocimiento oficial, de modo que ya
no fue posible justificar el concepto del ciudadano-soldado.1 El lector se
pregunta, al leer a este autor, si no hubiera sido mejor que las mujeres
sacrificaran su justa demanda en aras de la ciudadanía de los hombres.
En un estudio reciente de Verba, Nie y Kim sobre la participación política en varias naciones, se señala el caso de Holanda que pasó del voto
obligatorio al voluntario y se afirma que “el derecho al voto era universal”, pero una nota a pie de página apunta que en ambos sistemas electorales se trataba de “un voto por hombre”.2 Entonces nos preguntamos:
¿votaban las mujeres?.
Las ironías de la historia, que pasan tan inadvertidas, abundan en
los debates en torno a la democracia. A las feministas se nos dice que no
debemos sentirnos ofendidas por el uso de un lenguaje masculino, ya
que en realidad “hombre” significa “ser humano”, y eso a pesar de que
ya en 1867, cuando se usó ese argumento para respaldar la primera ley
del sufragio para las mujeres en Gran Bretaña, se rechazó enfáticamente
que el término “hombre” (que hacía referencia al jefe del hogar) fuera un
genérico que incluyera a las mujeres. Un ejemplo reciente de cómo las
mujeres pueden ser excluidas de la vida política democrática está en el
libro Democracia viable de Marglis. El autor empieza presentando un
relato del “ciudadano Brown”, hombre que, según nos enteramos, obtuvo en 1920 “su último gran triunfo con la concesión del derecho al voto
para las mujeres” 3 La historia de las luchas de las mujeres por la democracia desaparece de un plumazo y en su lugar aparece el voto como la
creación solitaria de los hombres o como su regalo.
5
democracia
Estos ejemplos resultarían divertidos si no fueran muestras de la
condición social pasada y presente de las mujeres. El feminismo, el liberalismo y la democracia (entendiendo por ésta un orden político en el
cual la ciudadanía es universal y es derecho de todos y cada uno de los
miembros adultos de la comunidad) comparten un origen común. El
feminismo es el estudio crítico general de las relaciones sociales de dominación y subordinación sexual, así como de la perspectiva de un futuro con igualdad para los sexos, y surge, al igual que el liberalismo y la
democracia, cuando el individualismo o la idea de que los individuos
son por naturaleza libres e iguales entre sí, ha alcanzado el nivel de
desarrollo de una teoría universal de la organización social. Sin embargo, y desde hace trescientos años, cuando los teóricos del contrato social
individualista lanzaron el primer ataque crítico contra el patriarcado, el
enfoque prevaleciente sobre la condición de las mujeres ha sido el que se
puede ejemplificar con las palabras de Fichte, quien pregunta:
¿Tiene la mujer los mismos derechos que el hombre dentro del Estado? Para
muchos, esta interrogante puede parecer ridícula, pues si la razón y la libertad
son el único fundamento de todos los derechos jurídicos, entonces ¿cómo es
posible que exista una diferencia entre los dos sexos si ambos poseen igual
razón y libertad?
El propio Fichte responde a la pregunta:
Y, sin embargo, desde que existen los hombres se ha conservado la diferencia
y el sexo femenino no ha sido puesto a la par con el sexo masculino en el
ejercicio de sus derechos. Este sentimiento universal debe tener agún fundamento y descubrirlo es un problema sumamente urgente, ahora más que nunca 4
Ni los anti-feministas ni los anti-democráticos han pensado que
sea difícil resolver esto que Fichte consideraba “un problema urgente”.
Las diferencias en los derechos y en la condición de las mujeres han sido
defendidas —y aún lo son— apelando a las diferencias “naturales' entre
los sexos. Es a partir de esta idea que se ha llegado a afirmar que resulta
lógico que las mujeres estén subordinadas a sus padres o a sus maridos
y que el lugar que les corresponde sea el del ámbito doméstico.
El argumento de la naturaleza se remonta a la mitología y a la antigüedad (y hoy aparece disfrazado con la jerga científica de la
sociobiología) y su misma longevidad parece confirmar que se refiere a
una parte esencial y eterna de la condición humana. Sin embargo, lejos
de ser atemporal, se trata de un argumento que se ha formulado de manera específica en las diferentes épocas de la historia y en el contexto del
6
Carole Pateman
desarrollo de la sociedad capitalista liberal aparece de forma tal que
oculta la estructura patriarcal del liberalismo, el cual permanece por
detrás de la ideología de la libertad y la igualdad individuales.
Se supone que los teóricos del contrato social, y en particular Locke,
ofrecieron la respuesta definitiva a la tesis patriarcal según la cual el
poder paterno y el político son uno y el mismo, debido a la dependencia
natural de los hijos respecto de sus padres. Locke señaló la existencia de
una marcada diferencia entre los nexos familiares o naturales y las relaciones convencionales de la vida política, y sostuvo que los hijos, cuando adultos, eran tan libres como sus padres e iguales a ellos, de modo
que sólo se justificaba que fueran gobernados con su consentimiento. Sin
embargo, en general se “olvida” que el autor no incluyó a las mujeres
(esposas) en este argumento. Su crítica a los patriarcalistas parte de la
idea de que la libertad y la igualdad individual son naturales, pero sólo
los hombres cuentan como “individuos” y se supone que las mujeres
nacen para ser sometidas. Locke da por sentado que una mujer, mediante el contrato de matrimonio, acepta estar sometida a su esposo y coincide con los patriarcalistas al afirmar que el sometimiento de la esposa
está “fundado en la naturaleza”, de modo tal que, dentro de la familia,
siempre ha de prevalecer la voluntad del marido por ser la del más “apto
y fuerte” sobre la de “su mujer en todas las cuestiones de interés común.5
La contradicción entre la premisa de la libertad y la igualdad individuales y la conclusión de la base convencional de la autoridad, con el
supuesto de que las mujeres (esposas) están sometidas por naturaleza,
ha pasado inadvertida desde entonces. Tampoco se ha advertido que, en
el supuesto de que las mujeres estén sometidas por naturaleza o de que
nazcan sometidas, entonces todo lo que se diga sobre su consentimiento
o aceptación de esta situación resulta redundante. Y sin embargo, esta
contradicción y paradoja se encuentra en el centro mismo de la teoría y la
práctica de la democracia. El largo y persistente silencio sobre la condición de las esposas es prueba de la fuerza que tiene el patriarcado transformado en su unión con el liberalismo. Por primera vez en la historia, el
individualismo liberal prometía a las mujeres una posición social igual
a la de los hombres como individuos libres por naturaleza; pero al mismo tiempo, los cambios socio-económicos aseguraban que se siguiera
considerando natural la subordinación de las esposas a los maridos y
que esto quedara fuera del dominio de los teóricos de la democracia, así
como del de las luchas políticas por democratizar al liberalismo
7
democracia
La convicción de que el lugar que corresponde a la mujer casada es
el domicio conyugal, como sirvienta de su marido y madre de sus hijos,
está tan generalizada y arraigada que aparece como una característica
natural de la existencia humana y como un resultado del desarrollo histórico y cultural. La historia del desarrollo de la organización capitalista
de la producción es también la historia del desarrollo de una forma específica de la división del trabajo por sexos (aunque esta historia no aparezca en la mayoría de los libros). Cuando los teóricos del contrato social
atacaron la tesis patriarcal de una jerarquía natural de la desigualdad y
la subordinación, las mujeres no eran iguales a sus maridos, pero tampoco eran sus dependientes económicos. Las esposas, como socias y
compañeras en la producción económica, tenían una situación independiente, pero conforme la producción salió del hogar, se vieron obligadas
a abandonar los negocios que controlaban y pasaron a depender de sus
maridos para su subsistencia o a competir por salarios en ciertos renglones de la producción.6 Desde entonces, muchas mujeres y madres de la
clase trabajadora se vieron obligadas a buscar empleo remunerado con
el objeto de asegurar la supervivencia de sus familias, a pesar de que ya
para mediados del siglo XIX el modelo de vida ideal, natural y respetable,
pasó a ser el de la clase media con un padre de familia que ganaba el pan
y una esposa totalmente dependiente. Para entonces, la sujeción de las
mujeres era total; no tenían una posición legal o civil independiente y
habían quedado reducidas a la condición de propiedades, como lo observaron las feministas del siglo XIX cuando comparaban a las esposas
con los esclavos de las Indias Occidentales y de América del Sur. Hoy
día, las mujeres han ganado una posición civil independiente y también
el voto, y en apariencia son “individuos” y ciudadanos, por lo cual no
merecen atención especial en los debates sobre democracia. Y sin embargo, una de las consecuencias más importantes de la institucionalización
del individualismo liberal y del establecimiento del sufragio universal
es la de destacar la contradicción práctica que existe entre la igualdad
política formal de la democracia liberal y la subordinación social de las
mujeres, incluyendo su sometimiento como esposas dentro de la estructura patriarcal de la institución del matrimonio.
Un indicador de la actitud que adoptan los teóricos de la democracia (y los activistas políticos) ante el feminismo es lo poco conocidas que
son las críticas que hizo John Stuart Mill a los argumentos de la naturaleza (de las mujeres) y las lecciones que de ellas se pueden derivar. El
resurgimiento actual del movimiento feminista organizado ha empeza8
Carole Pateman
do a rescatar el libro La sujeción de las mujeres de la oscuridad a la cual lo
habían condenado los estudiosos de Mill, a pesar de que este texto constituye una extensión lógica de los argumentos aparecidos en el célebre
libro Sobre la libertad, muy aceptado siempre en los medios académicos.
Sin duda, La sujeción es importante por su argumento central, pero también por la posición contradictoria que adopta Mill y que ilustra lo radical de la crítica feminista en su intento por universalizar los principios
liberales para los dos sexos, esfuerzo que va más allá de los límites de la
teoría y la práctica liberales y democráticas.
En La sujeción, Mill sostiene que la relación entre hombres y mujeres,
o más concretamente, entre maridos y esposas, constituye una excepción
injustificada de los principios liberales sobre los derechos individuales,
de la libertad y el albedrío, así como de los principios de la igualdad de
oportunidades y la asignación de las posiciones laborales en función de
los méritos de cada quien, que en su opinión son los que regían a las
demás instituciones políticas y sociales. En el mundo moderno, el consenso ha suplantado a la fuerza y el principio del logro ha reemplazado
al de la adscripción, excepto cuando se refieren a las mujeres. Mill escribe que la relación conyugal es un ejemplo de que “la condición primitiva
de la esclavitud perdura... no ha perdido la seña de su origen brutal” (p.
130)7 La subordinación social de las mujeres es “la única reliquia que
queda del pensamiento y la práctica de un mundo antiguo que en todo lo
demás ya se desplomó” (p.146).
Este autor empieza su libro haciendo algunos comentarios bastante pertinentes sobre el problema que enfrentan las feministas para presentar su caso de manera convincente. La posición dominante de los
hombres está profundamente arraigada en las costumbres, así como la
idea de que la supremacía masculina es el orden correcto de las cosas
está enraizada en sentimientos viejos y profundos, más que en creencias
demostradas racionalmente (y podríamos añadir que si se convenciera
de lo contrario a los hombres, éstos tendrían mucho que perder). Luego
entonces, las feministas no pueden esperar que sus contrincantes “abandonen los principos prácticos con los que han nacido y crecido, que son
la base de gran parte del orden existente en el mundo, ante el primer
ataque argumental que no pueden rebatir de manera lógica” (p. 128).
Mill está muy consciente de la importancia que tiene el recurso de apelar
a la naturaleza, y afirma que éste no proporciona ningun criterio para
distinguir entre la subordinación de las mujeres y otras formas de dominación, porque todos los gobernantes han tratado de explicar su posi9
democracia
ción argumentando con base en la naturaleza. Sostiene también que es
imposible decir nada sobre la naturaleza respectiva de los hombres y la
de las mujeres, porque sólo hemos visto a los sexos en una relación desigual, de modo que cualquier diferencia en sus capacidades morales o en
otras sólo se podrá ver hasta que ambos puedan interactuar como seres
racionales independientes e iguales.
Y sin embargo, a pesar del vigoroso ataque que hace Mill contra el
atractivo argumento representado por la costumbre y la naturaleza, termina por caer en el mismo supuesto que con tanto celo ha criticado. Las
feministas han observado su incoherencia a la hora de aplicar estos principios a la vida doméstica, pero no han señalado que dicha inconsistencia socava la defensa que hace el autor del sufragio femenino y de la
ciudadanía democrática igualitaria. El argumento central de La sujeción
es que se debe despojar a los esposos de sus poderes despóticos sobre las
mujeres, los cuales están sancionados jurídicamente. La mayor parte de
las reformas jurídicas a la ley del matrimonio que proponía Mill ya funcionan en la actualidad (con la significativa excepción de la violación
conyugal, sobre la cual volveré más adelante), con lo cual ahora han
quedado totalmente manifiestas las implicaciones que entraña la falta
de interés por extender esta crítica hasta la división sexual del trabajo
dentro del hogar. Mill sostiene que las mujeres, por su educación, por su
falta de preparación y por las presiones legales y sociales a que están
sometidas, no tienen libertad para elegir si se casan o no, y sólo pueden
optar por la ocupación de “esposa”. Este autor propone que las mujeres
deben tener las mismas oportunidades que los hombres para recibir una
buena educación que les permita ganar su sustento, aunque también
supone que, aun en el caso en que se reformara el matrimonio, la mayoría
de las mujeres no optaría por su independencia.
Mill afirma también que en esta sociedad se acepta el supuesto de
que, cuando una mujer se casa, ha elegido su carrera, de la misma manera como lo hace el hombre cuando elige su profesión. Así, cuando una
mujer se convierte en esposa, “ha elegido administrar un hogar y criar
una familia como objetivo central de sus esfuerzos [...] y renuncia... a
todas [las ocupaciones] que no sean congruentes con dicha elección” (p.
179). De este modo, el autor regresa al argumento de las atribuciones y a
la creencia de que la mujer ocupa, por naturaleza, un determinado lugar
y cumple con determinadas tareas. Con ello retorna a la antigua tradición de la teoría política patriarcal la cual como ha señalado Susan Okin
en su trabajo Women in Western Political Thought (Princeton, 1979) sostie10
Carole Pateman
ne que así como los hombres son o pueden ser muchas cosas, las mujeres
en cambio han sido colocadas en esta tierra sólo para cumplir con una
única función: la de gestar y criar hijos. Mill casi consigue evadir la
interrogante de cómo, si la tarea de la mujer está prescrita por el sexo, se
puede decir que tiene verdaderas posibilidades de elegir una ocupación,
o por qué adquiere importancia la igualdad de oportunidades para las
mujeres si el matrimonio es una “carrera” en sí mismo. Mill compara un
matrimonio igualitario con una sociedad de negocios en la cual los socios son libres para negociar los términos de la asociación que más les
convengan, pero al sostener esto se apoya en argumentos muy endebles
que resultan contrarios a los principios liberales, y todo para sustentar
su opinión de que la igualdad no alterará la tradicional división del
trabajo doméstico. Este autor sugiere que “el acuerdo natural” sería que
tanto la mujer como el hombre ocuparan cada uno de manera absoluta
“la rama ejecutiva de su propio departamento... y cualquier cambio de
sistema o de principios requeriría el consentimiento de ambos” (p. 169).
También propone que, en el contrato de matrimonio, los cónyuges concertaran la división del trabajo, aunque para argumentar esto supone de
partida que las esposas estarían dispuestas a aceptar el arreglo “natural”. Mill considera que las obligaciones ya han sido divididas “por el
consenso y por la costumbre” (p. 170), aunque se les haya modificado en
casos particulares, pero lo que más critica en su ensayo es precisamente
esa “costumbre general” que constituye el baluarte de la dominación
masculina, para luego olvidarla él mismo al suponer que, por regla general, el marido debería tener más peso en la toma de decisiones, puesto
que casi siempre tiene más años de edad. A este argumento le añade que
esto solamente ocurriría hasta que llegara el momento de la vida cuando
la edad ya no tuviera importancia. Y aquí podemos preguntarnos: ¿cuándo admiten los maridos que ha llegado ese momento?8 El autor también
olvida sus propios argumentos cuando sugiere que habría que conceder
mayor peso a las opiniones de aquel socio que proporciona los medios
para el sustento, “cualquiera de los dos que sea”, siendo que ya se había
supuesto que las mujeres habían “optado” por ser dependientes desde el
momento en que aceptaron casarse.
Los movimientos antifeministas de la década de los ochenta y sus
seguidores también sostienen que la división del trabajo doméstico apoyada por Mill es la única natural. Claro que a ellos no les preocupan las
posibles implicaciones que tal arreglo entraña para la ciudadanía de las
mujeres, pero los partidarios de la democracia sí deberían preocuparse
11
democracia
por esta cuestión. Mill defendió el sufragio femenino por las mismas
razones que defendió el voto de los hombres: porque lo consideraba necesario para su propia protección o para la protección de los intereses
individuales, ya que según él, la participación política aumentaría la
capacidad de las mujeres como individuos. El problema obvio que presenta este argumento es que las mujeres, en su condición de esposas,
están confinadas al pequeño círculo de la familia y a sus rutinas diarias,
y por consiguiente, sería difícil que usaran su voto de manera efectiva y
como medida de protección. Las mujeres no tendrían forma de conocer
sus intereses si carecen de experiencia fuera del ámbito doméstico.
Este último punto es importante para los argumentos de Mill que se
refieren al desarrollo político y al de la educación por medio de la participación. El autor habla en términos generales (p. 237) del individuo
como ser que se eleva “moral, espiritual y socialmente” bajo un gobierno
libre, pero esta afirmación resulta demasiado extensa si se refiere tan
sólo a la emisión periódica de un voto (aunque es cierto que la transformación moral de la vida política por el derecho a votar fue un aspecto
central del movimiento en pro del sufragio femenino). El propio Mill
dudaba de que tal “elevación” resultara del puro sufragio, pues escribió
que la “ciudadanía” —y aquí se refirió al sufragio universal— “sólo
ocupa un espacio mínimo en la vida moderna que ni siquiera se acerca al
que ocupan los hábitos diarios ni al de los sentimientos más profundos”
(p. 174). Y todavía va más allá al afirmar que “la familia debidamente
constituida” es “la verdadera escuela” para enseñar “las virtudes de la
libertad”. Pero esto es tan poco probable como la afirmación sobre las
consecuencias del voto democrático liberal, pues una familia patriarcal
cuya cabeza es un marido despótico, no es ninguna base para la ciudadanía democrática, como tampoco lo es por sí misma una familia igualitaria. En sus escritos sociales y políticos, Mill sostiene que sólo la
participación en una gran variedad de instituciones, pero principalmente
en el lugar de trabajo, puede proporcionar la educación política necesaria para una ciudadanía activa y democrática. Aquí, la pregunta que
surge es entonces la siguiente: ¿cómo pueden las mujeres y las esposas
que han “elegido” la vida doméstica tener la oportunidad de desarrollar
sus capacidades o de aprender lo que significa ser un ciudadano democrático? El resultado del confinamiento de un individuo al ámbito estrecho de la vida familiar cotidiana sólo puede ser que las mujeres sean
ejemplos de seres egoístas, sólo interesadas en lo privado y carentes de
un sentido de justicia o de espíritu público.9 Al no cuestionar la división
12
Carole Pateman
del trabajo dentro del hogar, tan aparentemente natural, Mill hace que
sus argumentos sobre la ciudadanía democrática sólo sean aplicables a
los varones.
Se podría objetar que resulta ilógico y hasta anacrónico pedirle a
Mill —cuyos escritos son de la década de 1860— que critique la división
aceptada del trabajo entre marido y mujer, siendo que apenas unas cuentas feministas excepcionales del siglo XIX estuvieron dispuestas a cuestionar la doctrina de la separación de los sexos. Pero si aceptamos tal
objeción en Mill,10 eso no es excusa para aceptar el mismo error por parte
de los teóricos contemporáneos de la democracia ni de los investigadores empíricos. Hasta que en fecha muy reciente el movimiento feminista
empezó a tener impacto sobre los estudios académicos, se había ignorado siempre la relación entre la estructura de la institución del matrimonio y la igualdad formal de la ciudadanía, además de que las mujeres
ciudadanas habían sido excluidas de las investigaciones empíricas sobre los comportamientos y actitudes políticos, o solamente se les había
mencionado brevemente, y siempre en términos patriarcales y no científicos.11 Una lectura de La sujeción debía haber situado estas cuestiones,
desde hace mucho tiernpo, en uno de los primeros sitios de los debates
sobre la democracia. Tal vez esto seria posible si en lugar de considerar
los escritos feministas de eminentes filósofos, se tomaran más en cuenta
los resultados de investigaciones empíricas que muestran datos. Por ejemplo, uno significativo: que incluso las mujeres que toman parte activa en
la política local, no se deciden a aceptar candidaturas para puestos directivos porque son responsables del cuidado de los hijos. Y eso para no
decir que aún se piensa que las mujeres no deben ocupar cargos públicos, porque no es una actividad adecuada para ellas.12
Ahora bien, si los problemas que se refieren a la ciudadanía de las
mujeres en las democracias liberales han sido dejados de lado, todavía
es peor el fracaso de los teóricos de la democracia para enfrentar el tema
de la mujer y de la esposa. La ciudadanía democrática, incluso si se le
interpreta en su sentido mínimo, es decir, sólo como el sufragio universal
dentro del contexto liberal de los derechos civiles, presupone la base
sólida de un reconocimiento práctico y universal, en el sentido de que
todos los miembros de la organización política son iguales en términos
sociales y como “individuos” independientes, con todas las capacidades que implica esta condición. Sin embargo, el error más grave de la
teoría democrática contemporánea y del discurso de libertad, igualdad y
consenso, así como el del individuo, es la facilidad e indiferencia con la
13
democracia
cual se excluye a las mujeres cuando se hace referencia al “individuo”.
De este modo, nunca surge la cuestión de si dicha exclusión refleja realidades sociales y políticas. Una de las razones por las cuales no hay
conciencia de que es preciso formular esta pregunta, es que los teóricos
de la democracia por lo general consideran que su tema central abarca el
ámbito público o político, el cual, en el caso de los teóricos radicales,
incluye la economía y el lugar de trabajo. La esfera de la vida personal y
doméstica —ámbito que es el reino “natural” de las mujeres— queda
fuera del escrutinio. A pesar de que el consenso desempeña un papel
central en sus argumentos, los teóricos de la democracia no prestan atención a la estructura de las relaciones sexuales entre hombres y mujeres
ni, más específicamente, al acto de la violación y a la interpretación del
consenso o a su ausencia, que lo tipificarían como delito. Los hechos
referentes a la violación resultan medulares para entender las realidades sociales, pues reflejan, y en parte constituyen la forma en que usamos el término “individuo”.
Entre las críticas que formula Mill contra los poderes despóticos del
marido en el siglo XIX, se cuenta el duro recordatorio de que éste tenía
pleno derecho legal de violar a su mujer. Más de un siglo después, el
marido sigue gozando de ese derecho en la mayoría de los documentos
legales. Locke niega a las mujeres la condición de “individuos libres e
iguales” desde el momento en que acepta el postulado patriarcal de que
las mujeres están sometidas a sus maridos por naturaleza, y el contenido
del contrato matrimonial actual confirma que este supuesto sigue estando hoy en el centro de la institución del matrimonio. El consentimiento
para su condición de subordinada, que supuestamente otorga la mujer
en un contrato libre de matrimonio, pone un toque voluntarista a una
condición de “esposa” que le ha sido adjudicada. Si el supuesto del
sometimiento natural no siguiera siendo válido, hace mucho tiempo que
los teóricos de la democracia liberal se habrían preguntado cómo es que
una persona ostensiblemente igual y libre acepta siempre tomar parte en
un contrato que la subordina a otro individuo, y se habrían empezado a
cuestionar el carácter de una institución en la cual el consentimiento
inicial de la esposa la priva para siempre de su derecho a retirarlo después, a la hora de proporcionar servicios sexuales a su marido, y que a él
le concede el derecho legal de obligarla a someterse. Si los teóricos contemporáneos de la democracia quisieran alejarse de los supuestos patriarcales de sus antecesores, deberían empezar por cuestionarse cómo
es que una persona puede ser al mismo tiempo ciudadana democrática
14
Carole Pateman
libre, y esposa que cede un aspecto central de su libertad e individualidad que es precisamente la libertad para negarse a consentir y para decir
que “no” a la violación de su integridad personal.
El derecho que tiene la mujer de negar su consentimiento es una
cuestión de gran importancia. Fuera del matrimonio, se considera a la
violación como un delito grave, a pesar de lo cual la evidencia indica que
no se procesa a la mayoría de los transgresores. Las mujeres son ejemplo
de aquellos seres que, según los teóricos políticos, no tienen capacidad
para merecer la condición de individuo o de ciudadano ni para participar en la práctica del consenso; pero, al mismo tiempo, se las considera
como seres que en el caso de la vida personal siempre..consienten y cuya
negación explícita a dicho consentimiento puede ser ignorada y
reinterpretada como consentimiento. Esta visión contradictoria de las
mujeres es una de las razones que dificulta que una mujer que ha sido
violada pueda conseguir la condena de su(s) atacante (s), ya que tanto la
opinión pública como la policía y hasta los tribunales identifican la sumisión impuesta con el consentimiento, y esta identificación es posible
precisamente porque se piensa que, cuando una mujer dice “no”, sus
palabras carecen de significado y lo que “en realidad” quiere decir es
que “sí”. Por lo general se piensa que es perfectamente lógico que un
hombre reinterprete el rechazo explícito a sus avances como 'si fuera un
consentimiento.13 De modo que las mujeres encuentran que su discurso
es sistemática y persistentemente invalidado, lo cual sería incomprensible si los dos sexos verdaderamente tuvieran la misma condición de
“individuos”. Ninguna persona que gozara de la condición reconocida
y cierta de “individuo” podría ser tomada como alguien que siempre
dice lo contrario de lo que quiere decir, o como alguien cuyas palabras
siempre pueden y deben ser reintepretadas por otros. Y es que la invalidación y la reinterpretación forman parte integral de una relación en la
cual una de las personas es considerada como subordinada natural de
la otra, y por tanto ocupa un lugar sumamente ambiguo en las costumbres sociales que se supone están fundamentadas en las convenciones y
en la libre aceptación y el consentimiento.
Los teóricos políticos que tomen en serio la cuestión de los fundamentos conceptuales y de las condiciones sociales de la democracia, no
pueden seguir eludiendo las críticas feministas al matrimonio y a la vida
personal. Sin duda estas críticas plantean algunas cuestiones espinosas, incluso embarazosas, pero se las debe enfrentar a fin de que la “democracia” llegue a ser algo más que un gran club de hombres, y si se
15
democracia
quiere de verdad cambiar la estructura patriarcal del estado democrático
liberal. Los supuestos y las prácticas que rigen las vidas personales y
cotidianas de hombres y mujeres, incluida la vida sexual, no pueden
seguirse tratando como cuestiones alejadas de la vida política o como
intereses particulares de los teóricos de la democracia. La condición de
“individuo” que tienen las mujeres permea toda su vida social, personal
y política. La estructura de la vida cotidiana, incluido el matrimonio,
está compuesta por creencias y costumbres que parten del supuesto de
que las mujeres, por naturaleza, están subordinadas a los hombres y,
aun así, quienes escriben sobre democracia, continúan afirmando que
las mujeres y los hombres pueden interactuar libremente y que de hecho
lo hacen, como iguales que son en su calidad de ciudadanos democráticos con derechos políticos.
Tanto el argumento como las críticas precedentes resultan importantes para los debates en torno a la democracia liberal y la democracia
participativa, pero particularmente para la segunda. Los teóricos liberales siguen afirmando que la estructura de las relaciones sociales y de la
desigualdad social no son importantes para la igualdad política y la
ciudadanía democrática, razón por la cual es poco probable que los pueda impresionar la crítica feminista o cualquiera otra crítica radical. Los
partidarios de la democracia participativa no han querido tomar en cuenta
los argumentos feministas, aunque éstos son, en cierto sentido, una extensión del postulado de la democracia participativa que sostiene que la
“democracia” va más allá del Estado y que llega hasta la organización
de la sociedad. La resistencia al feminismo resulta particularmente irónica, porque el movimiento feminista contemporáneo ha tratado de llevar a la práctica, con una serie de membretes diferentes, precisamente la
organización de la democracia participativa.14 Se trata de un movimiento descentralizado y antijerárquico que pretende asegurar que todas sus
participantes se eduquen de manera colectiva y consigan su independencia por medio del proceso de autoconciencia, de la toma de decisiones de manera participativa y de la rotación de las tareas y los cargos.
Las feministas niegan el postulado liberal que afirma que la vida
pública y la privada se pueden entender por separado. Una de las razones que explica por qué no se le ha puesto atención al ensayo feminista
de Mill es que, al extender los principios liberales hasta la institución del
matrimonio, pretende cerrar la brecha liberal establecida por Locke entre
el dominio paternal y el político o entre el ámbito público convencional e
impersonal y la esfera de la familia, que es la del afecto y las relaciones
16
Carole Pateman
naturales. Los partidarios de la democracia participativa han tratado de
oponerse a las concepciones comunes de lo público y lo privado cuando
éstas se refieren al lugar de trabajo, pero su intento pasa por alto los
planteamientos del feminismo. Pocas veces se reconoce que las feministas y los partidarios de la democracia participativa contemplan de manera muy diferente la división de lo público y lo privado. Desde la
perspectiva feminista, los argumentos de la democracia participativa
permanecen dentro de la separación patriarcal-liberal de la sociedad
civil y del Estado y la vida doméstica guarda una relación sumamente
ambigua con esta separación, que constituye una división dentro de la
propia vida pública. Por el contrario, las feministas consideran que la
vida doméstica —el ámbito “natural” de las mujeres— es privada, y por
consiguiente, independiente del dominio público que abarca la vida política y la económica, que son el campo “natural” de los hombres.15
Al no tomar en cuenta la concepción feminista de la vida privada y
al ignorar la cuestión de la familia, los argumentos de la democracia
participativa dejan de lado uno de los aspectos centrales de la transformación social democrática (remito aquí a mi libro Participación y teoría
democrática). En los textos sobre la democracia en las sociedades
industrializadas, es difícil encontrar una valoración de la importancia
que tiene la relación integral de la división doméstica del trabajo con la
vida económica, o de la división sexual del trabajo en el lugar de labores,
para no mencionar que ni siquiera se hace referencia a las implicaciones
que tienen las cuestiones más profundas que se han tratado en este ensayo. Son las feministas, y no los partidarios de la democracia en el lugar
de trabajo, quienes han realizado investigaciones sobre la enorme diferencia entre la situación de las mujeres que trabajan, sobre todo las mujeres trabajadoras casadas, y los empleados del sexo masculino. Quienes
escriben sobre democracia aún no han digerido el enorme volumen de
investigaciones feministas que ya existe sobre las mujeres y el empleo
remunerado, ni han reconocido que, a menos que las mujeres pasen a
formar parte del centro mismo de la reflexión, del debate y de la acción
política, continuarán en una situación tan periférica en una “democracia” participativa futura como la que actualmente ocupan en las democracias liberales.
He llamado la atención sobre el problema planteado por el supuesto de que el lugar natural de la mujer es el privado, en tanto que esposa y
madre en el hogar, y lo hice a fin de buscar argumentos sobre las consecuencias que tiene la participación política de las mujeres en la educa17
democracia
ción y el desarrollo. Se puede afirmar que en la actualidad este problema
es mucho menos agobiante que en tiempos de Mill, porque ahora son
muchas las mujeres casadas que han entrado al mundo público del empleo remunerado, de tal suerte que, aunque esto no les sucede aún a las
amas de casa, ya han ampliado sus horizontes y podrían hasta lograr
una preparación política si se democratizaran las empresas en donde
prestan sus servicios.. Por ejemplo, en 1977 las mujeres constituían el
35% de la población económicamente activa en Australia, y de éstas, el
63% eran mujeres casadás.16 Pero la realidad detrás de las estadísticas es
que la situación de las mujeres como trabajadoras es tan incierta y ambigua como nuestra condición de ciudadanas y ambas reflejan el problema
fundamental de nuestra condición como “individuos”. El supuesto convencional que subyace a esto es que “el trabajo” se desempeña en un
lugar de trabajo y no en el hogar “privado”, y que el “trabajador” es el
hombre que a su vez requiere de un lugar limpio para descansar, ropa
limpia, alimentos y cuidado para sus hijos, todo lo cual se lo proporciona su mujer. Cuando una mujer ingresa al empleo remunerado, nadie le
pregunta quién desempeña estos servicios para ella, pues de hecho las
mujeres trabajadoras casadas cumplen con dos jornadas de trabajo: una
en su oficina o fábrica y la otra en su casa. Aquí surge la interrogante de
por qué aquellas personas que ya cargan con el peso de dos trabajos,
querrían aceptar más responsabilidades y aprovechar las oportunidades que les traería la democratización.
La importancia que tienen los dos componentes de la doble jornada
de la esposa, y por lo tanto, del valor que se le da a la condición de la
mujer como trabajadora, se puede observar, según afirma Eisenstein, en
la popularidad del uso del término “madre trabajadora” que afirma al
mismo tiempo la responsabilidad primera de las mujeres hacia la maternidad y su condición secundaria como trabajadoras.17 Y de nuevo surge
aquí la pregunta de cómo trabajadoras que tienen una posición secundaria podrían ocupar su lugar como participantes iguales en un lugar de
trabajo democratizado, si antes no se operan cambios verdaderamente
importantes. Es posible señalar la magnitud de los enormes cambios
requeridos haciendo breve referencia a tres características de la vida laboral (remunerada) de las mujeres. En primer lugar, el acoso sexual de
que son objeto las mujeres trabajadoras sigue siendo una práctica que no
se reconoce, pero que existe y pone de manifiesto el grado hasta el cual la
cuestión de las relaciones sexuales, del consentimiento y de la condición
de “individuo” de las mujeres es también un problema del terreno econó18
Carole Pateman
18
mico. En segundo lugar, las mujeres todavía tendrán que ganar la batalla contra la discriminación por parte de patrones y sindicatos, antes de
que puedan participar en calidad de iguales. Y por último, hay que reconocer que el lugar de trabajo está estructurado con base en la división
sexual del trabajo, lo cual plantea problemas más complejos para la igualdad y la participación. Las mujeres han sido segregadas a ciertas ocupaciones (los “trabajos de mujer”) y han quedado concentradas en aquellas
labores que no tienen que ver con la supervisión, que no requieren capacitación y que tienen posiciones inferiores. Las investigaciones empíricas han demostrado que son precisamente las trabajadoras que
desempeñan estas tareas quienes tienen menos probabilidades de participar.
El ejemplo del lugar de trabajo, sumado a los otros ejemplos que se
han tratado en este ensayo, debe bastar para demostrar la importancia
medular que tiene para la teoría y la práctica democráticas la insistencia
actual de las feministas en el sentido de que la vida personal y la política
están íntimamente relacionadas entre sí. No se podrá llegar ni a la igualdad de oportunidades del liberalismo ni a la ciudadanía activa,
participativa y democrática de todas las personas, sin que se produzcan
cambios radicales en la vida personal y en la doméstica. Las luchas del
movimiento feminista organizado de los últimos ciento cincuenta años
han logrado mucho. Hoy día, una mujer excepcional puede llegar a ser
primera ministra, pero este logro particular no altera en absoluto la estructura de la vida de las mujeres que no son excepcionales, es decir, de
las mujeres como categoría social. Estas permanecen en una posición
incierta en tanto que individuos, trabajadoras y ciudadanas, y la opinión popular sigue repitiendo aquel pronunciamiento de Rousseau según el cual “la naturaleza misma ha decretado que las mujeres deben
estar a merced del juicio del hombre”.19 La creación de una vida personal
y sexual libre e igualitaria es el cambio más difícil de lograr de todos los
que se requieren para construir una sociedad verdaderamente democrática, precisamente porque no se trata de algo alejado de la vida cotidiana
y que pueda ser defendido con lemas abstractos, mientras que la vida y
la subordinación de las mujeres transcurren como siempre. Los ideales
democráticos y las políticas de la democracia se deben llevar a la práctica en la cocina, la habitación de los niños y la recámara matrimonial, y
deben llegar a todo el hogar, o como escribió Mill: “A la persona y el
hogar de cada hombre cabeza de familia y de todo aquel que desee serlo”
(p. 136). Es un hecho biológico natural de la existencia humana que sólo
19
democracia
las mujeres pueden parir hijos, pero este hecho no impone de manera
alguna la separación de la vida social en dos ámbitos definidos sexualmente, es decir, la existencia privada (femenina) y la actividad pública
(masculina). Esta separación está fundada en última instancia en la extensión equivocada del argumento que va de la necesidad natural a la
crianza de los hijos. Pero no hay nada en la naturaleza que impida a los
padres tomar parte igual en la crianza de los hijos, aunque sí lo haya en
la organización social y en la vida económica que operan en contra de
esto. Las mujeres no podrán obtener un lugar en la vida productiva y en
la ciudadanía democrática mientras se piense que su destino es una
tarea prescrita, pero tampoco podrán los padres tomar parte igual en las
actividades reproductivas mientras no se transforme nuestra concepción del “trabajo” y de la estructura de la vida económica.
La batalla iniciada hace trescientos años entre los teóricos del contrato social, con sus argumentos convencionales, y los patriarcales, con
su idea de la naturaleza, dista mucho de haber terminado y aún carecemos de una comprensión clara y democrática de la relación entre naturaleza y convención. El buen término de esta larga batalla exige una
reconceptualización radical que proporcione una teoría comprehensiva
de lo que es una práctica verdaderamente democrática. La obra teórica
reciente del feminismo ofrece nuevas perspectivas y datos sobre el problema de la teoría y la práctica de la democracia, incluyendo la cuestión
del individualismo y de la democracia participativa, así como una concepción muy adecuada de la vida ‘política”.20 Durante gran parte del
siglo pasado fue difícil imaginar qué forma podría tener una vida social
democrática. Los partidos y las sectas políticas y sus teóricos, dominados siempre por hombres, han tratado de enterrar los antiguos movimientos políticos “utópicos” que forman parte de la historia de la lucha
por la democracia y por la emancipación de las mujeres y que apoyaban
formas diferentes o previas de organización y actividad política. La lección que debemos aprender del pasado es que teoría y una práctica “democráticas” que no sean al mismo tiempo feministas, servirán solamente
para mantener las formas de dominación, y por consiguiente, serán
solamente una burla de los ideales y los valores que presuntamente encarna la democracia.
Traducción: Sara Sefchovich
20
Carole Pateman
Notas
1
B. R. Barber, The death of communal liberty, Princeton, Princeton University Press,
1974, p. 273. Este comentario respecto a los ciudadanos soldados resulta muy
revelador, pues no hay razón por la cual las mujeres no pudieran ser ciudadanas
armadas que ayudaran a defender ala patrie (francés en el original), como han
mostrado las luchadoras en las guerrillas y en los ejércitos. Sin embargo, uno de los
principales argumentos de los antisufragistas, tanto en Inglaterra como en Estados
Unidos, fue que el enrolamiento de las mujeres debilitaría al Estado de modo fatal,
pues ellas son incapaces de portar armas. Sobre este tema ya me he extendido en mi
trabajo “Women, Nature and the Suffrage”, Ethics, 90: 4, 1980, pp. 564-75. Otros
aspectos del argumento patriarcal de la naturaleza se analizarán más adelante.
2
S. Verba, N. Nie y J. O. Kim, Participation and Political Equality, Cambridge, Cambridge
University Press, 1978, p. 8.
3
M. Margolis, Viable Democracy, Harmondsworth, Penguin, 1979, p. 9.
4
J. G. Fichte, The Science of Rights, trad. al inglés de A. E. Kroeger, London, Trubner,
1889. Ver sobre todo el “Apéndice” 3.1. p. 439.
5
J. Locke, Two Treatises of Government, 2a. edición, editada por P. Laslett, Cambridge,
Cambridge Univesity Press, 1967, I. 47, 48, II, 82.
6
Para una visión más amplia de estos argumentos tan breves véase T. Brennan y C
Pateman, “'Mere Auxiliaries to the Commonwealth': Women and the Origins of
Liberalism”, Political Studies, 27, 1979, pp. 183-200.; R. Hamilton, The Liberation of
Women: A Study of Patriarchy and Capitalism, London, Allen and Unwin, 1978; H.
Hartmann, “Capitalism, Patriarchy and Job Segregation by Sex”, Signs, I: 3, Pt 2,
1976, pp. 137-70; A. Oakley, Housewife, Hamondsworth, Penguin, 1976, Caps. 2 y 3.
7
Las páginas que aquí se citan son de la edición de J. S. Mill “La sujeción de las
mujeres” en J. S. Mill y H. Taylor, Essays on Sex Equality, editado por A. Rossi,
Chicago, Chicago University Press, 1970.
8
Conviene destacar que, de manera Implícita, Mill distingue entre las acciones y
creencias de los maridos individuales y el poder que le otorga la estructura de la
institución del matrimonio al “marido” sobre su “esposa”. El autor observa que el
matrimonio no esta así organizado para los pocos benevolentes a quienes se dirigen
los defensores de la esclavitud marital, sino para el hombre común y corriente,
incluidos aquellos que usan su poder físico para maltratar a sus esposas. Esta
distinción es importante y por lo general pasada por alto cuando los críticos del
feminismo ofrecen sus ejemplos de los “buenos” maridos individuales a quienes
ellos personalmente conocen.
9
Mill, como muchos otros feministas, observa la falta de sentido de justicia (que es
consecuencia del confinamiento en el ámbito doméstico) como el mayor defecto en el
carácter de las mujeres. La afirmación de que se trata de un defecto natural de las
mujeres es fundamental para la creencia —que ignoran quienes escriben sobre democracia— de que las mujeres son de manera inherente subversoras del orden politico
21
democracia
y una amenaza para el Estado. Sobre este problema véase mi artículo “The Disorder
of Women: Women, Love and the Sense of Justice”, Ethics, 91:1,1980, pp. 20-34.
10
Esto no es necesario asegurarlo. La sujeción le debe bastante al trabajo (tan olvidado)
de William Thompson Appeal of One Half of the Human Race, Women, Against the
Pretensions of the Other Half, Men, to Retain them in Political, and Hence in Civil and
Domestic Slavery, New York, Source Book, Press, 1970, libro que originalmente se
publicó en 1871 y cuyo autor tenía la mayor disposición de cuestionar estos problemas desde su perspectiva de una sociedad futura cooperativa-socialista e igualitaria.
11
Para una crítica muy temprana, véase por ejemplo M.Goot y E. Reid, “Women and
Voting Studies: Mindless Matrons or Sexist Scientism”. Sage Professional Papers in
Contemporary Sociology, 1, 1975 y para una más reciente, véase por ejemplo J. Evans,
“Attitudes to Women in American Political Sciencie”, Government and Opposition,
15, I, 1980, pp. 101-14.
12
M. M. Lee, “Why Few Women Hold Public Office: Democracy and Sexual Roles”,
Political Science Quarterly, 91, 1976, pp. 297-314.
13
Un análisis más detallado de la manera paradójica en que los teóricos políticos se
han referido al consentimiento de la mujer, así como referencias sobre las evidencias
empíricas sobre las cuales se basan estas observaciones, se podrán encontrar en mi
artículo “Women and Consent”, Political Theory, 8, 2, 1980, pp. 149-68. En algunos
lugares, como por ejemplo en Nueva Gales del Sur, en el Sur de Australia y en
Victoria, Australia, la violación dentro del matrimonio ya constituye hoy día una
ofensa criminal. La reforma legal es sin duda muy bienvenida, pero a pesar de ella el
problema social permanece. Una de las conclusiones más tristes a que llegué durante mi investigación fue la siguiente: que en lugar de que la violación sea “un acto
excepcional que está en completa oposición a las relaciones consensuales que
comunmente funcionan entre los sexos... en realidad aparece como la expresión más
extrema, o como la extensión de la relación 'natural' y aceptada entre hombres y
mujeres” (p. 161).
14
Por otra parte, la experiencia de las mujeres en la “democracia participativa” de
la nueva izquierda significó un mayor ímpetu para el renacimiento del movimiento
feminista. En efecto, la nueva izquierda le proporcionó un lugar para la acción
política y para el desarrollo de sus capacidades, además de que ideológicamente era
igualitarista. Y sin embargo, permaneció siempre la supremacía masculina en lo
referente a su organización y, sobre todo, en las relaciones personales. Vease S.
Evans, Personal Politics, New York, Knopf, 1979.
15
Para conocer lo que opinan las mujeres sobre el lugar tan ambiguo de la familia,
véase mi texto “The Disorder of Women”; sobre la cuestión más amplia de lo público y lo privado, véase mi artículo “Feminist Critiques oí the Public-Private Dichotomy”
en Conceptions of the Public and Prívate in Social Life, editado por S. Benn y C. Gaus,
London, Croom Helm, en prensa.
16
El constante aumento del empleo de las mujeres casadas ha sido una de las
características más sorprendentes del desarrollo del capitalismo en la posguerra. Y
sin embargo, convendría subrayar que las esposas de la clase trabajadora siempre
22
Carole Pateman
han estado en la fuerza de trabajo asalariada. En Inglaterra, en 1851, cerca de la
cuarta parte de las mujeres casadas estaban empleadas (ver Oakley, op. cit. p. 44.).
Es más, hasta finales de los años treinta, el servicio doméstico fue una de las principales ocupaciones de las mujeres (anque en general se trataba de solteras). Una de
las razones por las cuales Mill puede pasar por alto la importancia fundamental que
tienen las tareas de crianza de los hijos que desempeñan (privadamente) las mujeres
para su situación pública, es que las madres de la clase media tenían otras mujeres
que se los cuidaran. Así también, las sufragistas de clase alta y media podían irse a
la cárcel con la seguridad de que los sirvientes domésticos se ocuparían de sus
hogares y de sus hijos. Sobre esta cuestión, véase J. Liddington y J. Norris, One Hand
Tied Behind Us: The Rise of the Women's Suffrage Movement, London, Virago, 1978.
17
Z. R. Eisenstein, The Radical Future of Liberal Feminism, New York, Longman, 1980,
pp. 207-8.
18
Sobre el acoso sexual, véase por ejemplo C. A. Mackinnon, Sexual Harassment of
Working Women, New Haven, Conn, Yale University Press, 1979.
19
J. J. Rousseau, Emile, Traducción al inglés de B. Foxley, London, Dent, 1911, p.
328.
20
Véase, por ejemplo, el debate que entabla R. P. Petchesky en “Reproductive Freedom:
Beyond 'A Woman's Right to Choose, Signs, 5, 4, 1980, pp. 661-85.
Sobre la autora: Carole Pateman es profesora en la Universidad de Sydney,
Australia, y miembro de la Academia de Ciencias Sociales de ese mismo
país. Es autora de muchos artículos y dos libros: Participation and
Democratic Theory y The Problem of Political Obligation. Actualmente trabaja en cuestiones de feminismo y teoría política. El artículo que aquí se
reproduce está tomado del libro Democratic Theory and Practice, editado
por Graeme Duncan y publicado por Cambridge University Press, en
1983.
23
Androcentrismo en las formaciones teóricas de la
democracia participativa
Androzentrismoa demokrazia parte hartzailearen
formazio teorikoetan
MERCÈ AGUERA CABO
CURSO DE VERANO:
LA DEMOCRACIA SERÁ FEMINISTA O NO SERÁ: TEORÍA Y PRAXIS
PARA UNA DEMOCRACIA INCLUSIVA
Organizan
GRUPO DE INVESTIGACIÓN PARTE HARTUZ- DIRECCIÓN PARA LA
IGUALDAD DE LA DIPUTACIÓN FORAL DE GIPÚZCOA
UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO
EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA
Androcentrismo en las formaciones teóricas de la
democracia participativa
Dra. Mercè Agüera Cabo
Investigadora independiente, Girona
Resumen de la intervención
Introducción
El ámbito de las políticas ambientales y sobre la sostenibilidad cuenta ya con
una tradición de al menos tres décadas de debate y ensayo sobre la
democracia participativa. Como punto de partida, la Cumbre de la Tierra de Río
de Janeiro en 1992, y en años sucesivos, las reuniones de preparación y las
cumbres que la siguieron, generaron espacios internacionales de reflexión
sobre el medio ambiente global y la sostenibilidad, contando además con la
presencia de grupos de mujeres que presionaron por introducir una perspectiva
feminista. Además, desde finales del siglo XX, se extendió a nivel regional y
municipal la aplicación de las llamadas Agenda 21, que ponían en la práctica
procesos de participación ciudadana sobre políticas de sostenibilidad locales.
Estas experiencias participativas han sido en muchos casos procesos guiados
exclusivamente por las instituciones y con un enfoque de arriba a bajo. En
consecuencia, no han permitido transformar las jerarquías de poder
tradicionales, con el dominio de una toma de decisión política legitimada en las
perspectivas científicas y técnicas, y una menor capacidad de influencia de las
perspectivas ciudadanas.
No obstante, el debate ambiental ha generado también otros espacios de
participación al margen de las iniciativas institucionales. Lideradas por una
sociedad civil organizada, y desvinculadas de las instituciones políticas, las
plataformas ciudadanas han luchado por problemas ambientales locales.
Estas plataformas constituyen “laboratorios” reales que nos permiten
reflexionar sobre lo que es, y lo que puede llegar a ser, la democracia
participativa. En este sentido, son también un escenario en el que indagar
sobre los elementos que debería incluir una democracia participativa feminista.
La presentación expondrá un análisis feminista de la democracia participativa
en el ámbito ambiental. El objetivo central es reflexionar sobre los sesgos
androcéntricos en las prácticas de la democracia participativa, desde una
perspectiva teórica, y, en la práctica, a partir de la presentación de resultados
de un estudio de género de tres plataformas ciudadanas que se generaron por
diversos conflictos ambientales en Cataluña en la pasada década.
Las oportunidades “teóricas” de la democracia participativa para la
perspectiva feminista
Es importante destacar que el escenario de la democracia participativa es una
oportunidad clave para la introducción de una perspectiva feminista en el
ámbito ambiental.
Tradicionalmente, las políticas ambientales han sido tratadas, a menudo
exclusivamente, desde perspectivas científicas y técnicas. No obstante, ya en
la década de los años 90, hubo quién alertó de los problemas de esta
aproximación, dado el carácter complejo, y a menudo incierto, de los problemas
ambientales, y sus efectos directos sobre la calidad de vida, o incluso sobre la
salud de las personas y el conjunto de seres vivos.
El pensador alemán Ulrich Beck (1992), predecía la eclosión de la “sociedad
del riesgo”, para indicar que los conflictos sociales dejarían de centrarse en
problemas relacionados con la redistribución de recursos, para dirigirse hacia
problemas de salud y seguridad. Esto, indicaba el autor, suponía un ataque
directo a los fundamentos de la sociedad del bienestar.
Siguiendo la estela teórica de Beck, y desde el ámbito de discusión científica
sobre la problemática ambiental, la propuesta teórica llamada “Ciencia
Postnormal” (Funtowicz y Ravetz, 2000) ha argumentado la necesidad de
introducir procesos participativos para guiar la toma de decisiones en conflictos
marcados por alta complejidad e incertidumbre científica.
Los autores indican que los problemas de riesgo ambiental llevan a un cambio
en el peso tradicional en la toma de decisión política basada en “hechos
fuertes” y “valores débiles”. Es decir, cuando la ciencia y la técnica no son
capaces de comprender el alcance y predecir los efectos de determinados
riesgos ambientales, las decisiones no pueden basarse (exclusivamente) en el
análisis científico-técnico: hace falta introducir en la toma de decisión los
valores de aquellos y aquellas afectados por el riesgo ambiental. Por lo tanto,
un elemento esencial en la argumentación de la Ciencia Postnormal es que la
aplicación de la idea de democracia participativa en el caso de los riesgos
ambientales, no es únicamente una cuestión de justicia y igualdad, sino,
además, una estrategia para mejorar la calidad del proceso de toma de
decisiones.
Esta argumentación genera un contexto teórico muy estimulante para
investigar sobre las oportunidades de una perspectiva feminista sobre la
resolución participativa de problemas ambientales. Conlleva introducir la
perspectiva feminista no únicamente desde criterios de justicia e igualdad, sino,
también, de mejora de la calidad del proceso de toma de decisión política, es
decir, de reconocimiento de las aportaciones cualitativas de la perspectiva
feminista sobre el medio ambiente.
Desde este punto de vista, dos oportunidades teóricas básicas de la
democracia participativa para la introducción de una perspectiva feminista en el
ámbito ambiental son las siguientes:
Se da voz a los valores.
Ciudadanas y ciudadanos, múltiples agentes y una diversidad de
expertos aportan sus perspectivas sobre el medio y la sostenibilidad. Las
mujeres, por lo tanto, encuentran un espacio en el que, en tanto que
afectadas por una problemática ambiental, puedan aportar una visión
propia. Esto permite introducir en el debate ambiental la importancia del
género en las perspectivas, los intereses y las responsabilidades
respecto al medio ambiente.
Se abre la posibilidad de cambiar el peso en las relaciones de poder
tradicionales.
En el momento en el que la visión científica y experta, por la alta
incertidumbre, pierden su posición predominante en el debate, se abre la
puerta a un cambio en el peso de determinadas perspectivas sobre
otras. Esta es una oportunidad para transformar las desigualdades en
las relaciones de poder en la toma de decisiones. Además, genera un
espacio desde el cual empoderar a las mujeres en el ámbito político
ambiental.
Inclusión, reconocimiento y relaciones de poder
Partiendo de un contexto teórico en el que se destacan las oportunidades, la
presentación se centra a continuación en reflexionar sobre las limitaciones
prácticas: los sesgos androcéntricos que se reproducen en la realidad de la
práctica de la democracia participativa.
En este sentido se abordan tres aspectos fundamentales de la democracia
participativa en el ámbito ambiental:
1. Inclusión
Una primera cuestión a plantear en un proceso participativo es cuáles van a ser
los y las participantes. En el caso del contexto teórico de la Ciencia Postnormal,
se consideran como participantes legítimos aquellas personas que tengan algo
a perder en el problema, es decir, que constituyan, en si mismos, un grupo de
afectados por el riesgo ambiental, lo cual puede implicar a ciudadanía, y a
agentes económicos y sociales. En el contexto de la toma de decisiones en el
ámbito ambiental, esto supone un apertura: antes se priorizaba exclusivamente
el argumento científico y técnico, y ahora también se introducen argumentos
económicos y sociales de otros agentes implicados y de la ciudadanía.
No obstante, se va a argumentar como la estrategia de la apertura,
implícitamente, acaba por reproducir el sesgo androcéntrico que domina en las
estructuras sociales y, en consecuencia, se invisibiliza a las mujeres como a
afectadas. La participación de las mujeres se diluye en la prioridad que se da a
los grupos que ya son dominantes en el conflicto ambiental. A la vez, las
propias plataformas ciudadanas acaban por ceder al juego de argumentos
“legítimos” que dominan la discusión pública, y esto, indirectamente, afecta
negativamente a los intereses sobre el medio ambiente que implícitamente
están marcados por valores “femeninos”, y que quedan excluidos o relegados
a un segundo plano en la negociación política.
2. Reconocimiento
El pensamiento feminista ha aportado críticas importantes al pensamiento de la
ética. En el contexto ambiental, las propuestas éticas Ecofeministas han
trabajado la noción de "ética del cuidado" (Warren, 1999; 2000), y también se
ha indicado la necesidad de una propuesta global que reúna los principios de la
ética del cuidado con los de la ética universal y de la justicia (Merchant, 1995).
Las reflexiones feministas sobre la ética ponen de manifiesto la especificidad
de puntos de partida morales o argumentaciones lógicas especificas de una
moral feminizada, y que ponen énfasis en:

La conexión moral con la red de relaciones sociales

La importancia de lo concreto y contextual y de los sujetos

La toma de decisión basada en las consecuencias sobre los demás
Este análisis feminista sobre la moral permiten reflexionar a fondo sobre las
raíces de la especificidad intrínseca a las preocupaciones ambientales que a
menudo muestran las mujeres, marcadas por la “perspectiva de la cuidadora”, y
que destacan los intereses en los problemas ambientales relacionados con los
riesgos sobre la salud, la calidad de vida, el paisaje y el legado medio
ambiental que se deja a las futuras generaciones (Bru, 1996; Alfama y Miró,
2005; Agüera, 2006).
No obstante, estos puntos de partida morales, que constituyen propuesta de la
voz de la diferencia, están construidos desde los valores de cuidado del
espacio privado y de la vida cotidiana que tienen una posición de poder débil
en el debate ambiental.
3. Relaciones de poder
El último limite androcéntrico que trataremos en la presentación se centra en la
práctica participativa y hace referencia a la reproducción en los espacios de
participación de las desigualdades en la organización del poder entre géneros.
A pesar de la importancia de la presencia de las mujeres en las plataformas
ciudadanas de tipo ambiental, las desigualdades de género continúan
existiendo: las mujeres están poco presentes en las posiciones de liderazgo, de
ngociación y de toma de decisión.
El nivel educativo, la posición económica o la profesión han sido aspectos que
han permitido explicar la mayor participación política de los hombres. En
concreto, los niveles educativos y profesionales altos garantizan las habilidades
y los conocimientos necesarios para ejercer un rol de liderazgo, e implican una
mayor aceptación pública. Por otro lado, también se ha indicado las cargas
que suponen las tareas domésticas y las responsabilidades familiares, y que
contribuyen también a explicar la menor presencia e implicación activa de
mujeres en actividades políticas.
No obstante, existen otros factores menos visibles, que explican el predominio
masculino en los espacios participativos de las plataformas ciudadanas, y que
apuntan a los límites androcéntricos de la participación: en los espacios
públicos predomina un patrón masculino abstracto que determina los estilos
retóricos de los y las participantes, y que generan una competición desigual, a
pesar de que estos consideren que se trata de espacios neutrales en los que
se refiere al género.
Por otro lado, a su vez, las plataformas ciudadanas también muestran ejemplos
de prácticas participativas que empoderan a las mujeres. Su análisis nos
permitirá apuntar elementos básicos para reflexionar sobre como generar
espacios de participación que tengan por objetivo una democracia participativa
feminista.
Referencias:
Agüera, M. (2006): “Gender, Values and Power in Local Environmental
Conflicts. The Case of Grassroots Organizations in North Catalonia.”.
Environmental Values, 15.4, pp. 479-504.
Alfama, E.; Miró, N. (2005): Dones en moviment. Una anàlisi de gènere de la
lluita en la defensa de l’Ebre. Valls: Cosetània.
Beck, U. (1992): Risk society: Towards a New Modernity. London: Sage
Publications.
Bru, J. (1996): “Spanish Women against Industrial Waste: a Gender
Perspective in Environmental Grassroots Movements”. En Roucheleau, D.;
Thomas-Slayter, B.; Wangari, E. (eds.) Feminist Political Ecology (pp. 105-124).
London: Routledge
Funtowicz, S.; Ravetz, J. R., (2000): La Ciencia Postnormal. Ciencia con la
gente. Barcelona: Icaria.
Merchant, C. (1995): Earthcare. Women and the Environment. New York:
Routledge.
Warren, K. (2000): Ecofeminist philosophy: a Western perspective in what it is
and why it matters. Oxford: Rowman & Littlefield.
Aprendizajes para la democracia participativa en clave feminista a
partir del análisis del diseño participativo de base asociativa del
municipio de Bilbao
Ikasketak demokrazia parte hartzailearentzat, feminismoaren
ikuspegitik, Bilboko elkarteetan oinarritutako diseinu parte
hartzailearen azterketatik abiatuta
ANE MIREN LARRINAGA RENTERIA
MILA AMURRIO VELEZ
Curso de verano: La democracia será feminista o no será Título de la Conferencia: Aprendizajes desde las experiencias de participación ciudadana de base asociativa del municipio de Bilbao Autoras: Ane Larrinaga y Mila Amurrio Resumen de la conferencia: El aprendizaje es un proceso mediante el cual se adquieren o modifican habilidades, conocimientos, conductas o valores, como resultado del estudio, de la experiencia, el razonamiento y la observación. Partiendo de esta idea, ¿qué conocimientos hemos adquirido desde la perspectiva feminista a través de las experiencias de participación ciudadana estudiadas en el municipio de Bilbao? ¿Están esos conocimientos en concordancia con los presupuestos convencionales de la Ciencia Política y la Sociología sobre democracia participativa? Actualmente se considera que el contexto del gobierno local proporciona un ámbito privilegiado para revitalizar la democracia a través de diversas formas de gobernanza. Los gobiernos locales se han visto en los últimos años frente al reto de adoptar nuevas estrategias dirigidas a la inclusión de la ciudadanía en la gestión y decisión de los asuntos públicos; y, así, se ha ido identificando más y mejor democracia con una mayor participación ciudadana. Sin embargo, muchos de los procesos de participación ciudadana puestos en marcha revelan grandes carencias en relación a la participación de las mujeres. Y, aún más, muestran una gran impermeabilidad a la introducción de modelos de actuación dirigidos a la aplicación de la perspectiva de género, constituyendo este campo uno de los más resistentes a la renovación de la gestión municipal y, en general, a la innovación democrática. Las hipótesis que se han tomado como punto de partida en la investigación sobre la participación ciudadana en Bilbao son, en primer lugar, que la política de género (entendida como materialización particular o, por el contrario, como omisión de determinadas políticas públicas) ayuda a configurar lo que hemos denominado la “estructura de oportunidad participativa local” y que, en consecuencia, la puesta en marcha de mecanismos de participación que no tomen en cuenta el factor de género aboca a ciertas formas de exclusión de las mujeres en el acceso y las prácticas participativas ciudadanas. En segundo lugar, también se ha considerado que el diseño de determinados escenarios institucionales condiciona en gran medida las posibilidades de una participación ciudadana inclusiva desde el punto de vista del género: la participación de base asociativa tradicional (aquélla que se asienta en la participación a través de asociaciones mixtas que no son portadoras de valores posmaterialistas y que nunca han problematizado genéricamente la participación) constituiría un ejemplo de ese condicionamiento. Con este planteamiento inicial estamos subrayando desde un principio la responsabilidad que deben asumir no sólo los agentes de la sociedad civil, sino también los gobiernos e instituciones locales. Estos últimos suelen ser responsables de los diseños de las ofertas institucionales que canalizan las prácticas participativas, por lo 1 que distribuyen de un modo muy específico las oportunidades de participación en la trama asociativa local (no debe olvidarse que los procesos participativos se activan, la mayor parte de las veces, por invitación). ¿Han traído los modelos participativos de base asociativa que se han construido desde las instituciones locales una participación genéricamente más inclusiva? ¿Qué aprendizajes nos sugiere la experiencia de las asociaciones participantes en los Consejos de Distrito, estudiada en Bilbao? Para responder a estas cuestiones plantearemos varios puntos de reflexión. Primera reflexión Algunas teorías clásicas sobre participación ciudadana o participación cívica han subrayado la idea de la importancia de la inserción asociativa en tanto que factor que ayuda a la implicación de la ciudadanía en actividades participativas. En este sentido, han apuntado el efecto de “doble llamada” que tienen las asociaciones para la participación ciudadana, puesto que, por un lado, en sí mismas, instruyen, capacitan e implican a la ciudadanía en los asuntos públicos y, por otro, son llamadas a ser interlocutores entre la ciudadanía y los poderes locales. Frente a esta lectura, la experiencia de las asociaciones presentes en los Consejos de Distrito de Bilbao muestra que las asociaciones ciudadanas (mixtas) funcionan como un doble filtro de acceso a la participación ciudadana y no como una doble oportunidad. El acceso y la práctica asociativa no responden a criterios universales; al contrario, para las mujeres dicha práctica está caracterizada por dos dinámicas aparentemente contradictorias, pero que son complementarias en realidad: la dinámica de la infrarrepresentación (en el mundo asociativo, tomado en términos absolutos) y la dinámica de la sobrerrepresentación sectorial, centrada en lo que hemos denominado la “infraestructura cívica del cuidado”, que trae asociada la infrarrepresentación de los varones en determinados sectores del asociacionismo local. El fenómeno de la sobrerrepresentación sectorial rompe, además, con otros dos supuestos que han estado vigentes en la Ciencia Política: que las personas implicadas en fenómenos de movilización colectiva se movilizan porque sufren situaciones de desventaja, y que la participación implica necesariamente la manifestación de comportamientos visibles en el espacio público convencional. Frente a estos supuestos, la experiencia muestra que, muy a menudo, las mujeres participan en la defensa de las necesidades y de los intereses de otras personas, de tal manera que las motivaciones y habilidades participativas se encuentran especializadas en función de las tareas y roles tradicionalmente asignados a los géneros en la sociedad patriarcal. Se produce, por tanto, una prolongación naturalizada en el mundo asociativo y participativo local de dichos roles de género. La experiencia estudiada también enseña que las pautas participativas relacionadas con el cuidado, la salud y la satisfacción de necesidades de otras personas se asocian muchas veces con ámbitos relativamente informales y, por lo tanto, “invisibles” de participación. 2 Segunda reflexión Los diseños participativos funcionan aparentemente bajo parámetros de universalidad y neutralidad. Sin embargo, no son diseños necesariamente neutros ni inclusivos, puesto que omiten en sus planteamientos las relaciones vigentes de dominación de género, lo que origina sesgos y exclusiones en el acceso. Esta omisión supone una aceptación tácita de la cultura política patriarcal, que constituye el marco hegemónico de referencia tanto de las instituciones participativas locales como de las asociaciones mixtas que se incorporan a ellas. Tal y como se ha apuntado, la experiencia indica que estos diseños son excluyentes en términos absolutos y, también en términos relativos, en la medida en que involucran a las mujeres en procesos de participación relacionados preferentemente con su rol de madres y responsables del cuidado de otras personas. Por otro lado, las asociaciones mixtas a las que se ha dirigido la oferta participativa institucional poseen una cultura organizativa caracterizada por: ‐
‐
Modelos dominantes de organización temporal que son insostenibles para muchas mujeres porque resultan incompatibles con los modelos de organización familiar y doméstica en vigor. El olvido de la esfera doméstico‐privada en la definición de los espacios y tiempos participativos trae consigo una incorporación más precaria de las mujeres, que normalmente participan desde la asunción de la doble responsabilidad. Una mística de la militancia exhaustiva, que ensalza la idea del compromiso militante basada en la renuncia a otros espacios de vida, y que supone a las personas una entrega muy intensa de tiempo y dedicación, por lo que también intensifica la transitoriedad participativa de las mujeres en el mundo asociativo. Tercera reflexión En los análisis politológicos y sociológicos que se han realizado desde la corriente de la democracia participativa sobre los principios de la democracia, se ha propuesto a menudo la intensificación de la participación como fórmula idónea para superar los déficits democráticos y lograr una mayor radicalización de la democracia liberal. Ciertamente, democracia y participación van íntimamente asociadas. Sin embargo, la experiencia participativa nos enseña que, si las relaciones de dominación de género quedan al margen de los diagnósticos de déficit democrático, las concepciones previas sobre lo que significa la participación resultan demasiado restrictivas para incluir la diversidad social, incluida la diversidad de género, y para hacer frente a la situaciones de subordinación derivadas del sistema de género vigente. Y esta restricción se reproduce en las prácticas participativas diseñadas localmente. Un repaso a las experiencias participativas locales revela que, hasta ahora, la participación ha sido un proceso ambivalente para las mujeres. Ha tenido efectos positivos, sin duda alguna. Su incorporación progresiva a los espacios de participación ha supuesto una ruptura del cerco doméstico; ha traído consigo empoderamiento y adquisición de autoestima para las personas implicadas; también ha trasladado a la agenda cívica y política algunos intereses anteriormente silenciados. Pero, al mismo tiempo, se ha instalado la transitoriedad participativa de las mujeres en el mundo asociativo local y se ha reproducido su rol subordinado, puesto que el acceso al modelo participativo androcéntrico se ha producido en 3 condiciones diferenciales y con costes diferenciales. Además, algunos modelos participativos vigentes dirigen su oferta participativa a asociaciones que obstaculizan la construcción de liderazgos compartidos, lo que se traduce en ausencia de mujeres en tareas directivas y de interlocución con las instituciones políticas y en escasa capacidad de influencia. Algunas conclusiones y propuestas La profundización democrática, en su vertiente participativa, no puede entenderse en un sentido pleno más que en la medida en que se incorpore la teoría política feminista tanto al análisis teórico como a las prácticas participativas. En ausencia de teoría y práctica feminista, la participación ciudadana no se orienta en la dirección de una inclusividad política progresiva ni en la de la ampliación de la ciudadanía efectiva. La desigualdad que impera entre mujeres y hombres en el campo de la participación ciudadana es un fenómeno de múltiples dimensiones. El estudio de la participación de las mujeres en los órganos participativos locales de la ciudad de Bilbao ha permitido identificar algunos factores de la estructura de oportunidad participativa que configuran las formas de participación ciudadana y condicionan sus prácticas. El estudio ha revelado que un factor relevante es la existencia de un diseño institucional que pueda propiciar modelos participativos genéricamente inclusivos. Para llegar a una democracia genérica es imprescindible, entre otras medidas, integrar la perspectiva feminista en el diseño participativo de tal modo que éste incluya la aplicación y la institucionalización de políticas activas de equidad de género. El caso de Bilbao ilustra muy bien que los mecanismos de la democracia formal no son suficientes para garantizar una participación ciudadana en equidad. Los mecanismos participativos de base asociativa –los más frecuentes en el ámbito local‐ puestos en marcha por los poderes locales, además de estar abiertos a la pluralidad social, tienen que extender su demanda de políticas de equidad de género a las asociaciones que constituyen la infraestructura cívica de la comunidad. Las políticas de equidad de género no vienen dadas de una forma natural ni espontánea. Es preciso que los gobiernos locales integren el enfoque de género de manera intersectorial en todas las prácticas y en los actores de la gobernabilidad democrática, incluidos los actores de la sociedad civil que conforman la infraestructura cívica (movimientos, asociaciones, etc.). Como muestra el caso de Bilbao, la omisión de dichas políticas por parte del poder local en la relación que mantiene con los actores de la sociedad civil conduce a procesos de exclusión en el acceso y de subordinación en las prácticas participativas ciudadanas de las mujeres. Si el objetivo en el campo de la participación ciudadana es una democracia genérica plena, además de todo lo relacionado con el marco jurídico‐formal y el diseño institucional correspondiente, se ha de tomar en consideración que las prácticas participativas descansan fundamentalmente en una cultura política que, interiorizada por todos los actores políticos y cívicos, pasa a menudo inadvertida y lastra con sus inercias los avances que se producen en el plano del incremento progresivo del número de mujeres participantes. La cultura androcéntrica dominante se ha construido sobre la base de concepciones de poder que no responden a los intereses ni a las necesidades de las mujeres. Y algunos de los modelos de 4 participación ciudadana local que se están diseñando hoy en día intentan modificar las formas de ejercicio de ese poder sin cuestionar suficientemente la validez de las bases culturales sobre las que se asienta. Así, a pesar de la presencia creciente de las mujeres, las instituciones de participación ciudadana siguen funcionando como espacios genéricamente conformados, donde se reproducen liderazgos y patrones de división de trabajo por sexos, se asignan roles tradicionales de género y se actúa en base a modelos temporales insostenibles. En consecuencia, los cambios en la cultura política han de afectar intersectorialmente tanto a las instituciones participativas que actúan en el ámbito público como al ámbito privado, y es necesaria la introducción de ambas esferas en las que mujeres y hombres desarrollan su vida en el debate político y cívico impulsado por las instituciones locales (las políticas de tiempo desarrolladas en algunos municipios constituyen un ejemplo). Los componentes de la estructura de oportunidad participativa que a medio plazo pueden actuar como facilitadores de la participación de las mujeres (élites políticas locales progresivamente feminizadas, estructuras feministas institucionalizadas incorporadas a la administración local y su incidencia en la emergencia de una agenda local de mujeres) no pueden por sí solos garantizar una democracia genérica en la participación ciudadana sin tomar en consideración los dos factores mencionados: en primer lugar, la implementación de políticas activas de género en el eje gobierno local/actores cívicos, con base en un compromiso entre todos los actores que participan en la gobernanza local; en segundo lugar, la integración en la agenda local del eje espacio público/espacio privado como paso para una transformación de las prácticas y de la cultura cívica participativa. Material complementario ‐Ane Larrinaga Renteria y Mila Amurrio Velez: “Género y estructura de oportunidad participativa local: el caso de Bilbao, España”, Revista Mexicana de Sociología 75, nº 2 (Abril‐
Junio, 2013): 201‐223. Disponible en: www.revistas.unam.mx/index.php/rms/article/view/36875 5 Género y estructura de oportunidad
participativa local: el caso de Bilbao, España
Ane Larrinaga Renteria* y Mila Amurrio Velez**
Resumen: El estudio del diseño institucional
participativo del municipio de Bilbao ha permitido identificar algunos componentes de la
estructura de oportunidad participativa que
condicionan las formas de participación vigentes y conducen a procesos de exclusión de las
mujeres en las prácticas ciudadanas. El foco de
atención de este texto se ha centrado en el análisis de los mecanismos de base asociativa, que
indica la necesidad de que los gobiernos locales integren el enfoque de género no sólo en las
propias instituciones municipales, sino también
en las prácticas y en los actores de la gobernanza democrática.
Abstract: The study of the participatory institutional design of the Bilbao municipality
has allowed us to identify some of the elements
of the participatory opportunity structure that
influence the current forms of participation
and result in process that exclude women from
citizenship practices. The main focus of this text
centers on the analysis of the mechanisms of
associative basis. This analysis indicates that
local governments need to integrate the gender
perspective not only in the municipal institutions themselves, but also in the practices and
actors of democratic governance.
Palabras clave: género, estructura de oportunidad participativa, participación local, municipio de
Bilbao.
Key words: gender, participatory opportunity structure, local participation, Bilbao municipality.
L
a participación de la ciudadanía en los asuntos públicos es un elemento esencial de los sistemas democráticos actuales. En palabras
de algunos reconocidos politólogos, ésta constituye el corazón de
la democracia (Verba, Schloman y Brady, 1995). La idea es válida para
cualquiera de las escalas de la democracia, incluida la local. El contexto
del gobierno local proporciona, al menos formalmente, un ámbito privilegiado para revitalizar la democracia. Las novedades del nuevo localismo
* Doctora en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad del País Vasco/Euskal
Herriko Unibertsitatea, upv-ehu, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación.
Temas de especialización: sociología política, sociología del género, sociología de la cultura. Apartado 644, 48080, Bilbao, España. Tel.: 3494-601-2392. Correo electrónico:
<ane.larrinaga@ehu.es>.
** Doctora en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad del País Vasco/
Euskal Herriko Unibertsitatea, upv-ehu. Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación. Temas de especialización: sociología del género, metodología de las ciencias
sociales, teoría sociológica. Apartado 644, 48080, Bilbao, España. Tel.: 3494-601-2393.
Correo electrónico: <mila.amurrio@ehu.es>.
D. R. © 2013. Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales. Revista Mexicana de Sociología 75,
núm. 2 (abril-junio, 2013): 201-223. México, D.F. ISSN: 0188-2503/13/07502-02.
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Ane Larrinaga Renteria y Mila Amurrio Velez
(Clarke, 1993) se han concretado en el tránsito desde la concepción del
tradicional gobierno local hasta la actual gobernanza, también llamada
gobierno relacional, que presenta un renovado escenario de participación
en el que gobernantes y élites políticas deben reconocer que su actividad
incluye la interacción con una multitud de actores, tanto públicos como
privados. La gobernanza local, que puede considerarse aún como una
realidad emergente, parte de un modelo de toma de decisiones que implica el establecimiento de diferentes relaciones entre agencias públicas,
y entre éstas y la ciudadanía (Goss, 2001). Se caracteriza y legitima por
lo relacional, por la capacidad de crear e impulsar la participación de
la sociedad civil, y de ejercer su liderazgo gubernamental (basado en la
representatividad) desde un modelo de gestión municipal más abierto.
Ciertamente, las administraciones locales se encuentran en la actualidad ante el reto de adoptar nuevas estrategias dirigidas al enriquecimiento de la democracia. La crisis de las instituciones políticas tradicionales, el
descenso de los índices de participación electoral y la desafección política
han llevado a hablar de la crisis de la democracia local. Las circunstancias
mencionadas han tenido como respuesta el desarrollo de una serie de
reformas e innovaciones de la gestión y del gobierno local orientadas,
por un lado, a revitalizar las instituciones representativas, y por otro, a
reforzar la legitimidad democrática a partir de proyectos de inclusión de
la ciudadanía en la gestión pública, identificando así más democracia con
una mayor participación ciudadana (Pastor Seller, 2008).
La constatación de la progresiva puesta en marcha y el desarrollo de
experiencias de participación locales, que han ido diseñando un nuevo
escenario en el que se ha producido una apertura de la agenda a nuevas
cuestiones y procesos de empoderamiento ciudadano, nos lleva a plantear
la pregunta de si son los nuevos escenarios participativos incluyentes tanto
para mujeres como para hombres. Un repaso atento de los procesos de participación ciudadana (sobre todo, los de carácter mixto) nos revela que
éstos han permanecido en gran medida ajenos a la participación de las
mujeres. Más aún, han sido impermeables a la introducción de análisis
y modelos de actuación que permitieran ir incorporando la perspectiva
de género. En opinión de Alejandra Massolo, el cambio que genera más
resistencia en la actual renovación de la gestión municipal son las políticas y acciones de equidad de género; éstas constituyen un campo de
innovación democrática delicado precisamente porque no sólo exigen
generar cambios en el nivel relacional (de nuevas formas de relación e
interlocución entre el gobierno local y la sociedad civil), sino también en
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el nivel más profundo, cultural y comportamental (de actitudes, valores
y patrones de conducta) (Massolo, 2003).
Un modelo de democracia local genéricamente inclusiva que busque
la participación de toda la ciudadanía no sólo debe tener en su horizonte el diseño, la institucionalización y el desarrollo de mecanismos de
participación abiertos, sino que éstos tienen que ir acompañados necesariamente de la aplicación de mecanismos y políticas activas de equidad de
género. Nuestra hipótesis es que la política de género (entendida como
materialización particular o como omisión de determinadas políticas
públicas) ayuda a configurar la estructura de oportunidad participativa
local y que, en consecuencia, la puesta en marcha de mecanismos de
participación que no tomen en cuenta el factor de género aboca a ciertas
formas de exclusión de las mujeres en el acceso y las prácticas participativas ciudadanas. También consideramos que el diseño de determinados
escenarios institucionales condiciona enormemente las posibilidades de
una participación ciudadana inclusiva desde el punto de vista del género:
la participación de base asociativa tradicional (aquella que se asienta en la
participación a través de asociaciones mixtas que no han incorporado
la perspectiva de género y que no son portadoras de valores posmaterialistas) constituiría un ejemplo de ese condicionamiento. Así pues, ¿en qué
medida tiene género la oferta participativa que realizan las instituciones
del poder local? ¿En qué dimensiones se advierten las consecuencias de
la aplicación (o de la omisión) de las políticas de género en las prácticas
participativas de las mujeres? El análisis del contexto participativo de la
ciudad de Bilbao, caracterizado por un modelo de base asociativa, puede
ilustrarnos para responder a estas preguntas.
Sydney Tarrow y otros autores se refieren a la estructura de oportunidad política como el conjunto de dimensiones tanto formales como
no permanentes del entorno político que ofrecen incentivos para que la
gente participe en acciones colectivas (Tarrow, 1994, 1996). Algunos de
los rasgos de dicha estructura vendrían dados por el grado de apertura
del sistema político que regula el acceso a la participación, los alineamientos políticos que definen las cambiantes relaciones entre fuerzas del
gobierno y la oposición, la presencia o ausencia de aliados y los conflictos
en el seno de las élites políticas (Tarrow, 1994; McAdam, 1996). En el
ámbito local, el primer factor hace referencia al diseño institucional de
las instituciones participativas y a sus normas de funcionamiento.
En la ciudad de Bilbao, la oferta participativa, que tiene como eje
principal a los Consejos de Distrito, de base asociativa, ha sido prácticaRevista Mexicana de Sociología 75, núm. 2 (abril-junio, 2013): 201-223.
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mente ajena a la aplicación de la perspectiva de género. No obstante, se
han producido avances en otros componentes, que han abierto “ventanas
de oportunidad” al esbozo y la implementación de políticas de género.
Así, el segundo factor viene dado por la coalición que ha gobernado
el consistorio bilbaíno durante dos mandatos electorales (2003-2007 y
2007-2011, respectivamente), conformada en el primer mandato por
un partido mayoritario, nacionalista y cristianodemócrata (eaj-pnv), un
partido minoritario socialdemócrata (ea) y un partido minoritario de
izquierda (eb-iu), portador este último de programas y propuestas posmaterialistas afines al ideario feminista, y en el segundo mandato por la
primera y tercera de las fuerzas políticas citadas. Esta alianza ha permitido
la institucionalización progresiva de instancias formales impulsoras de
políticas de género dentro de la administración municipal. En relación
con el último factor señalado por Tarrow, puede destacarse el progresivo
acceso de mujeres al poder político local y, en consecuencia, la introducción de los asuntos de género en la agenda local.
Sin embargo, planteamos aquí que estos factores no pueden agotar
por sí solos la estructura de oportunidades de una oferta participativa
sustentada en la participación de asociaciones. En este caso, consideramos
que la configuración y el funcionamiento del propio tejido asociativo
pasan a formar parte de la estructura de oportunidad política. Debemos recordar que la oportunidad tiene un fuerte componente cultural
(Gamson y Meyer, 1996) y que el estudio de las normas, los valores y las
creencias que impregnan tanto el funcionamiento cotidiano de las instituciones participativas como la cultura organizativa de las asociaciones
que en ellas confluyen van a condicionar los modelos que se puedan
desarrollar en las instituciones locales de participación ciudadana.
El diseño de las instituciones participativas de la ciudad de Bilbao
responde al modelo de municipio desarrollado por muchos ayuntamientos en el contexto español. En el Estado español se ha dado un proceso
tardío de formalización de los mecanismos locales de participación ciudadana puesto que, tras la etapa franquista, los ayuntamientos tuvieron
que dedicar sus primeros esfuerzos a la construcción de una oferta de
servicios de bienestar. Sólo una vez enfrentado este reto inicial, a partir
de finales de la década de los años ochenta, empezaron a ocuparse de la
participación ciudadana (Brugué, Font y Gomà, 2007).
Bilbao, al igual que otras grandes ciudades como Madrid, Barcelona o
Zaragoza, procedió a articular un modelo de descentralización territorial,
que se inició con la división administrativa de la ciudad en ocho distritos
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de alrededor de 50 000 habitantes cada uno. En 1989 se aprobó el Reglamento de Organización de los distritos y en ellos quedaron conformados
los canales de participación ciudadana: a cada distrito se le dotó de un
Pleno o Consejo de Distrito y dos comisiones de trabajo de carácter sectorial: la comisión técnica, que se responsabiliza de urbanismo y obras y
servicios, y la comisión sociocultural, que aborda las cuestiones restantes.
Casi dos décadas más tarde, en una segunda fase de ampliación de la
oferta participativa, el diseño institucional de participación ciudadana
integró varios consejos sectoriales, entre los que debemos destacar, a
efectos de nuestro análisis, el Consejo de Igualdad.
El Pleno del Consejo de Distrito se diseñó como un espacio de consulta ciudadana en el que la mayoría de representantes pertenecen a
los partidos políticos representados en el poder municipal, que tienen
voz y voto, y una pequeña minoría de las asociaciones ciudadanas, con voz
pero sin voto (13 consejerías, presidencia y vicepresidencia por parte de
los partidos frente a cuatro vocales de las asociaciones). Con base en este
diseño, el dirigismo político-institucional ha prevalecido en la toma de
decisiones descentralizada, tanto en los aspectos cuantitativos de presencia como en los cualitativos de agenda. Los responsables políticos han
percibido los órganos territoriales en tanto que espacios de información
y legitimación de políticas ya definidas previamente, y no han desarrollado discursos que vinculen la vocación participativa con la mejora de
los procesos de decisión ni con la generación de capital social, lo que ha
producido frustración y desafección dentro del mundo asociativo.1
Por otra parte, el tejido asociativo representado en los distritos se
encuentra limitado a determinadas organizaciones y sensibilidades ciudadanas. En este sentido, la forma de descentralización y participación
diseñada por el poder municipal en Bilbao ha sido caracterizada como un
modelo de “pluralidad limitada” (Rodríguez Herrero, 2010), puesto que
ha manifestado su incapacidad para recoger adecuadamente la diversidad
de discursos y percepciones existentes en el territorio. En otros términos,
el gobierno municipal ha distribuido de un modo muy específico las opor1 Esta frustración se refleja en el discurso de los distintos grupos de discusión: “Yo
creo que estamos de acuerdo en que la clase política entiende por participación aquella
que refrenda su propio discurso” (Grupo Discusión 3, M-4); “Un problema que existe es
tener claro que todo el mundo define la participación de la misma manera […] Para mí
eso no es participar, es consultar” (Grupo Discusión 2, M-3); “Los políticos […] al final
los que votan son ellos. Yo veo que los partidos y los políticos lo que han hecho es […]
neutralizar a la ciudadanía […], al movimiento ciudadano” (Grupo Discusión 1, M-3).
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tunidades de participación en la trama asociativa local. El primer filtro
viene dado por el propio reglamento de funcionamiento, que reconoce
una tipología de asociaciones y colectivos que no se ha actualizado a lo
largo del tiempo, y que legitima por ello como interlocutor del poder local a un modelo de asociación de corte tradicional cuyo origen se remonta
al primer ciclo de movilizaciones de la etapa posfranquista (años setenta
y ochenta): asociaciones vecinales, asociaciones culturales-deportivas,
de corte asistencial, asociaciones de madres y padres, y asociaciones de
comerciantes, básicamente.2 Las deficiencias de este tipo de asociación
tradicional vienen dadas sobre todo por el escaso relevo generacional que
se ha producido en su seno, lo que ha conducido a la esclerotización de
relaciones dentro de los propios colectivos y con la ciudadanía, la falta
de medios para comunicarse con aquélla y la escasa transparencia de su
actividad (Rodríguez Herrero, 2010). El déficit de la pluralidad participativa limitada ha provocado el olvido de colectivos sociales creados
con posterioridad (en los años ochenta y noventa), de carácter juvenil,
antimilitarista, ecologista y feminista, y que son portadores de discursos
más vanguardistas y de valores posmaterialistas.
La cuantificación de la presencia de la mujer en los distritos de Bilbao
muestra la tendencia ya manifestada en análisis similares: la participación
femenina en los consejos de distrito en el mandato político estudiado es
todavía minoritaria, pues roza el 30%. Analizando la estructura sociodemográfica del universo participante, se encontraron los siguientes rasgos:
es un colectivo maduro (con una media de edad de 50 años). Hay más
mujeres solteras, viudas y separadas que hombres en la misma situación,
aunque la mayoría están casadas o viven en pareja. Sólo 14% de las
mujeres participantes tienen hijas e hijos menores de 12 años, mientras
que los varones que son padres de niñas y niños de esas edades llegan
al 22%. Ningún varón declara realizar el trabajo doméstico, en tanto
que un número significativo de mujeres sí lo hace (17.3%). En lo que se
refiere a la formación, son más las mujeres con estudios universitarios
que hombres (Amurrio, Larrinaga y Mateos, 2007a). Todos estos datos
parecen sugerir la existencia de costes diferenciales para la participación
ciudadana de las mujeres y del plus de recursos que deben poseer aquellas
que finalmente son protagonistas de prácticas participativas, tanto en el
2
Véase el Reglamento de Organización de los Distritos y de la Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao (p. 6).
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seno de las asociaciones a las que pertenecen como en las instituciones
participativas locales a las que acceden desde dichas asociaciones.
Puesto que las personas que participan en los órganos de los distritos
son miembros de asociaciones ciudadanas, éstas constituyen uno de los
puntos de atención para poder comprender con mayor profundidad
los mecanismos de exclusión de género asociados con la estructura de
oportunidad participativa. En efecto, cuando la base de la participación
son las asociaciones, el contexto de oportunidad en su dimensión genérica
tiene, por una parte, un componente externo, institucional, adherido al
diseño y funcionamiento de los mecanismos de participación local, y por
otra, un componente interno, más invisible si cabe, ligado a la cultura y
prácticas organizativas de las asociaciones que permiten a la ciudadanía
el acceso a la participación institucional. El estudio de la cultura organizativa vigente en las asociaciones llamadas a participar en los órganos
institucionales nos permite, así, el descubrimiento de los mecanismos de
exclusión menos visibles de la participación cívica.
Descripción
metodológica
El objetivo del análisis de las diferencias que introduce el género en
la participación ciudadana dentro de la investigación realizada sobre
el municipio de Bilbao se ha abordado tanto desde una metodología
cuantitativa como desde una cualitativa. La primera se ha utilizado para
calcular la presencia de las mujeres en los órganos de participación
local y describir algunas características sociodemográficas de aquéllas.
Para ello, a partir de los datos suministrados por la administración, se
ha realizado una estimación del universo por estudiar, formado por 317
personas, a las que se ha hecho un breve cuestionario por vía telefónica.
Del total de estas personas, han respondido al cuestionario 184, tamaño
de la muestra que nos ha permitido trabajar con un nivel de confianza de
95%, o dos sigmas, y con un error permitido de 5%, y que ha tenido como
resultado la descripción sociodemográfica de las mujeres y los hombres
que participan en los órganos locales.
El proceso de recogida de datos cualitativos se ha realizado primeramente a través de la técnica de grupos de discusión. Se han constituido
tres grupos de discusión: el primero, conformado por hombres y mujeres
provenientes de asociaciones mixtas que participan en los Consejos de
Distrito y en los Consejos sectoriales de Bilbao; el segundo, constituido
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por mujeres pertenecientes a asociaciones de mujeres y asociaciones feministas, por un lado, y por otro, por mujeres representantes de partidos
políticos que participan en los Consejos de Distrito y Consejos Sectoriales;
el tercero se ha realizado con la participación de mujeres provenientes
de asociaciones ciudadanas y asociaciones de mujeres y feministas que
participan en los Consejos de Distrito y Consejos Sectoriales. La selección
de participantes de las reuniones no ha sido aleatoria y el diseño de
los grupos ha respondido a los siguientes criterios: sexo, edad, estado
civil, nivel de estudios, profesión, hijos/as, responsabilidades de cuidado,
tipo de órgano en el que se participa y tipo de asociación u organización
a la que se representa (Amurrio, Larrinaga y Mateos, 2007b). También
se han realizado entrevistas en profundidad a las representantes de todas
las fuerzas políticas con presencia en el ayuntamiento. En este artículo se
han tomado en consideración especialmente los resultados del estudio
cualitativo, en el que, más allá de la constatación meramente cuantitativa,
se ha intentado profundizar en los significados intersubjetivos, significados socialmente situados y construidos de los/as miembros de diversas
asociaciones ciudadanas y protagonistas de la participación local en relación con las condiciones de su experiencia participativa y su percepción
sobre el contexto participativo de Bilbao.
La
participación de las mujeres en la infraestructura cívica
En relación directa con el contexto de la oferta de oportunidades
institucionales, la inserción asociativa constituye uno de los factores fundamentales que ayudan a la implicación de la ciudadanía en actividades
participativas. Las asociaciones son ámbitos en los que, como infraestructura cívica (Lowndes, Pratchett y Stocker, 2006), pueden desarrollarse
virtudes y destrezas cívicas; además, se constituyen en actores colectivos
que movilizan políticamente a la ciudadanía (Verba, Schlozman y Brady,
1995). Son espacios que educan y capacitan para la participación, a la
vez que pueden promoverla (Navarro, Cuesta y Font, 2009), ya que,
como aseguró Robert D. Putnam, es el compromiso más activo en los
grupos el que conduce a una mayor implicación también fuera de la
propia asociación (Putnam, 2000). En este sentido, algunos autores han
destacado el efecto de “doble llamada” que tienen las asociaciones para
la participación ciudadana (Navarro, Cuesta y Font, 2009), puesto que
capacitan e implican a la ciudadanía y, al mismo tiempo, son llamadas a
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ser interlocutores entre la ciudadanía y los poderes locales a través de la
oferta institucional de oportunidades de participación.
Partiendo de la constatación de que las mujeres tienen mayores dificultades para integrarse en el vigente mundo asociativo, en este artículo
consideramos que para ellas las asociaciones —que actúan como llave de
acceso a las instituciones participativas locales— funcionan más como un
doble filtro de acceso a la participación ciudadana que como una doble
oportunidad.
Los estudios sobre asociacionismo realizados en la Comunidad Autónoma Vasca a la que pertenece el municipio de Bilbao nos revelan que
sólo 30% de la población pertenece a una asociación como miembro o
como responsable de la misma (Baxok et al., 2006: 99). Por otro lado, los
estudios realizados tanto en el contexto español como en el vasco muestran que las mujeres pertenecen en menor medida que los hombres no
sólo a organizaciones políticas convencionales (partidos y sindicatos), sino también a otras asociaciones cívicas (Valiente Fernández, 2004;
Elizondo et al., 2005). Esta afirmación es válida también para las asociaciones que tienen presencia en las instituciones participativas de Bilbao.
Sin embargo, y pese a estos datos, se advierte que la subrepresentación
femenina, que es un fenómeno de carácter general, se manifiesta paradójicamente asociada a una sobrerrepresentación sectorial localizada
en determinadas asociaciones (además de las que están específicamente
formadas por mujeres), en especial en las organizaciones benéficas, de
salud y de cuidado a terceros (padres y madres de alumnos/as, asociaciones contra las drogas, etcétera). Esto evidencia que la mera constatación
cuantitativa no da razón de las causas de las asimetrías, si no es aplicando
una perspectiva de género.
Por un lado, la sobrerrepresentación en lo que podemos denominar
“infraestructura cívica del cuidado” pone en evidencia que la movilización y la activación de las mujeres se ven fuertemente motivadas por la
defensa de necesidades e intereses ajenos. Frente a la propuesta de los
estudios sobre movilización colectiva, que destacan que los sujetos de la
acción son los grupos sociales que sufren una situación de desventaja
en cuanto al reparto de recompensas materiales o simbólicas que existen en
una sociedad determinada, las asociaciones y movimientos “maternalistas”
(Valiente Fernández, 2001) y de cuidado se centran en las necesidades
y los intereses de otras personas. El hecho de que en las asociaciones y
las movilizaciones que giran alrededor de las necesidades básicas de las
comunidades la participación de las mujeres sea más notoria (Rocheleau,
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Thornas-Slayter y Wangari, 1996; Einwohner, Hollander y Olson, 2000;
Beckwith, 2000) pondría en cuestión varios presupuestos. En primer lugar,
la suposición de que las mujeres presentan bajos índices de participación
en cualquier circunstancia. Frente a los planteamientos prefeministas que
destacan el desinterés de una gran parte de las mujeres hacia la actividad
política y sus bajas tasas de participación cívica y política —¿por qué no
interesa la política a las mujeres, por qué participan menos?, se han preguntado los estudiosos—, debemos recordar que el pensamiento político
feminista ha relacionado dicho desinterés con las condiciones de vida de
las personas y con las relaciones sociales de género, y ha formulado la
pregunta de partida de otra manera: ¿qué tiene la política que no gusta
a las mujeres? (Astelarra, 1990; Vianello y Caramazza, 2002). En el caso
estudiado, ¿qué tiene el modelo de participación cívica y asociativa que
concentra la participación de las mujeres en determinados ámbitos de
actuación y las excluye de los restantes? Ciertamente, la concentración
de mujeres en determinados ámbitos muestra que las motivaciones y las
habilidades participativas se encuentran especializadas en función de
las tareas y los roles socialmente asignados a los géneros y a las identidades genéricas que se han desarrollado en torno a ellos.
En segundo lugar, la sobrerrepresentación sectorial rompe con la
suposición de que la participación implica necesariamente la manifestación de comportamientos visibles en el espacio público convencional
(instituciones políticas, autoridades, etcétera). Las pautas participativas
relacionadas con el cuidado, la salud y la satisfacción de necesidades de
otras personas se asocian muchas veces con ámbitos relativamente informales y, por lo tanto, “invisibles” de participación. Las definiciones de
participación propias del paradigma conductista en ciencia política no
siempre han permitido tomar en consideración el origen y la diversidad
de las experiencias participativas, especialmente las protagonizadas por
las mujeres. Más aún, algunas formas de participación han quedado
invisibilizadas desde esta perspectiva, puesto que la participación ha
sido definida a menudo como los actos o las actividades realizados por
cualquier ciudadano que tratan de influir directa o indirectamente en las
decisiones adoptadas por las autoridades políticas y sociales y que afectan
a los asuntos de la colectividad (Brady, 1999; Font, Montero y Torcal,
2005; Torcal, Montero y Teorell, 2005). Por lo tanto, entre los retos que
se le plantean a la perspectiva de género está poder llegar a redefinir y
conceptualizar qué es y en qué consiste la participación desde la experiencia de las propias mujeres. Precisamente, una de las aportaciones del
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feminismo político ha sido la de hacer visibles las expresiones, las formas
y las contribuciones de la participación de las mujeres y cuestionar los
paradigmas y conceptos androcéntricos que conciben, valoran y definen
la participación en la esfera pública desde las experiencias y las normas
masculinas, poniendo de relieve la participación de las mujeres en los
espacios locales, a menudo de carácter informal o comunitario, en los que
se construyen los tejidos solidarios de la vida cotidiana. La cartografía de
este tipo de “participación invisible” en el mundo local comienza poco
a poco a reconstruirse (Hernández García, 2009).
La Asociación de Padres y Madres hemos pensado en vez de llamarle ampa
[Asociación de Madres y Padres de Alumnos] llamarle ama [Asociación de
Madres de Alumnos], porque llevo nueve años y he sido incapaz de conseguir ningún hombre. Hemos sido siempre un grupo de ocho o nueve mujeres y no hay manera de darle la vuelta a eso. […] Al final las que mayores
problemas de tiempo tenemos somos nosotras y las que mayor compromiso
adquirimos somos nosotras (Grupo Discusión 2, M-5).
El diseño participativo institucional orientado hacia las asociaciones
ciudadanas “tradicionales” que obvian la perspectiva de género impulsa,
como se ha visto, acciones dirigidas a involucrar a las mujeres en procesos
de participación relacionados preferentemente con su rol de madres y de
responsables de cuidados de otras personas. En otras palabras, facilita su
acceso a la participación pero sin cuestionar su posición tradicional en
la sociedad, primando una estrategia de “mujeres en la participación”
sobre la estrategia de “género en la participación” (Espiau, Saillard y
Ajangiz, 2005).
Ciertamente, se observa que la cultura organizativa propia de las
asociaciones mixtas tradicionales constituye un obstáculo para la consecución de una democracia genérica plena. Los discursos de las mujeres
participantes en las asociaciones de Bilbao revelan el sobreesfuerzo que
se ven obligadas a realizar para adecuarse a las pautas de la organización
temporal que prevalecen en el ámbito asociativo de carácter mixto. La
cultura política que impregna la actividad asociativa es a menudo profundamente androcéntrica en lo referente a la gestión del tiempo. Al igual
que ocurre en la actividad de las representantes políticas municipales
entrevistadas, la actividad cívica de las asociaciones se desarrolla en los
parámetros propios del tiempo político profesional. Las que participan
en el tejido asociativo se enfrentan a una cultura y a unas pautas de funcionamiento basadas en reglas que favorecen básicamente a quienes las
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han dictado. Según esa cultura, las exigencias de tiempo y de dedicación
casi exclusiva, consecuencia de una concepción desregulada del tiempo
dedicado a la actividad pública, se asientan en un modelo de organización
familiar y doméstica que no se corresponde con la situación de la mayoría
de las mujeres, y que crea innumerables tensiones en la vida de éstas.
La reivindicación de desarrollar políticas de tiempo en el nivel local está
relacionada con la superación de dichas contradicciones (Balbo, 1987;
Gelambí Torrell, 2008; Torns, 2008).
La parte más evidente es el reparto de trabajo. Porque el día que en una
reunión alguien tenga que decir “me tengo que ir pronto porque tengo que
hacer la cena, porque tengo que atender al niño, porque tal, porque tengo
cual”. En una reunión de hombres no pasa eso en la vida, en la vida, por
eso no cambian los horarios. Es que simplemente se ve en las reuniones.
¿Por qué todas las reuniones son a las ocho de la tarde, a las nueve de la
tarde? Porque las convocan los hombres y no tienen otra cosa que hacer.
Porque llegan las diez y media y tienen la cena hecha. Una mujer nunca
convocaría, es evidente […] Claro, no participamos. Porque tenemos otras
cosas que atender mucho antes. Entonces, el día que haya reparto de trabajo de verdad, pues se irán ocho hombres y ocho mujeres, a los que les toque
cocinar, a los que les toque cuidar a los niños (Grupo Discusión 2, M-2).
Los esquemas dominantes de organización temporal en la actividad
asociativa poseen un carácter netamente patriarcal, aunque a menudo
tal caracterización queda oculta por elementos de la cultura asociativa
propios de una determinada época: así, el ensalzamiento social de ciertos
modelos de participación asociativa ligados a la militancia exhaustiva
alaban la idea del compromiso militante basado en la renuncia a otros
espacios de vida, que suponen a las personas una entrega de tiempo y
dedicación a fondo perdido. Tales modelos temporales se desarrollan de
forma paralela a la reproducción de las estructuras familiares. La incorporación progresiva de las mujeres a la esfera pública, tanto en su dimensión
laboral y educativa como en la política y cívico-asociativa, no han provocado una transformación estructural del ámbito privado, en el sentido
de una distribución más equitativa de las responsabilidades domésticas
entre los sexos. Al contrario, la raíz de la estructura social patriarcal, la
división tradicional entre la esfera pública y la doméstico-privada, se ha
mantenido produciendo la paradójica situación de la “doble responsabilidad” femenina que condiciona la participación de la mujer en el mundo
cívico-asociativo. Una vez más, se pone de manifiesto que a pesar de la
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consecución de la igualdad formal, la igualdad social tiene un largo camino por recorrer (Postigo Asenjo, 2007; Sánchez Muñoz, 2004).
Como ha puesto en evidencia el pensamiento político feminista, en
el mundo asociativo se mantiene viva la raíz de la exclusión de género,
la división público/privado, que contempla las funciones y las responsabilidades de género de las mujeres asociadas al espacio privado familiar,
a los cuidados y a la crianza infantil, mientras que los roles de los varones aparecen vinculados a la toma de decisiones, la política formal, la
economía y el trabajo remunerado. Como recuerda Carole Pateman, esta
división de roles y de trabajo vigente se inspiró en el modelo de “contrato
sexual” que, de forma paralela al contrato social que dio lugar al inicio
de la sociedad civil en la Modernidad, estableció las obligaciones entre
los sexos y organizó la ciudadanía en función de los rasgos asociados
a los mismos (Pateman, 1988, 1989).
La división sexual ha resultado relevante para comprender cómo se
ha organizado la participación cívica y, en general, la esfera pública de la
ciudadanía: los derechos y deberes de los ciudadanos han expresado
los atributos del ciudadano varón, sujeto autónomo y abstracto, ajeno a las
ataduras corporales, afectivas o relacionales, convertido en modelo universal de ciudadanía. Las necesidades, los afectos, el cuidado y las relaciones
han quedado al margen de la actividad y el tiempo público y, por lo tanto,
de lo político. Los derechos de ciudadanía han erigido su frontera en la
esfera privada, y eso ha traído consecuencias desastrosas para la vida de
las mujeres. En el escenario político de nuestras sociedades, este modelo
de ciudadanía excluyente ha planteado a las mujeres lo que Pateman
denomina el “dilema Wollstonescraft”: la disyuntiva entre reivindicar la
inclusión de las mujeres en el concepto patriarcal de ciudadanía, alegando la igualdad entre mujeres y hombres —igualdad que no existe en la
práctica— o insistir en las capacidades y las experiencias diferenciales
de éstas para forjar la ciudadanía y la política, precisamente desde los
aspectos que la ciudadanía liberal ha excluido (Pateman, 1988).
La
reproducción de la división sexual del trabajo
en el mundo asociativo
Así, se puede observar que se produce una construcción de modelos
participativos en el ámbito asociativo local que, por un lado, dividen y
jerarquizan los temas en asuntos de interés privado-doméstico (educación,
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cuidado, salud, etcétera) y en asuntos de interés público no doméstico y,
por otro, diferencian los tiempos de actividad participativa, reflejando
y reproduciendo en el espacio público participativo las relaciones de
desigualdad entre mujeres y hombres vigentes en la sociedad. La mujer
accede a determinados ámbitos asociativos por la inmediatez de las temáticas cotidianas, la mayor proximidad espacial y la flexibilidad con la que
puede manejar sus tiempos, y se produce así una prolongación naturalizada en el mundo asociativo y participativo local de los roles de género
socialmente asignados, de tal manera que este tipo de división mantiene
simbólicamente el constructo que vincula a la mujer con lo doméstico.
Aunque haya accedido a la participación en el ámbito público local, lo
hace en una situación de transitoriedad y precariedad: la participación
femenina se intensifica en determinados reductos, a los que los varones
se incorporan de forma muy deficiente, y se enfrenta a una gestión temporal incompatible con las cargas de trabajo —en general, escasamente
compartido— que asume en la vida cotidiana y sus condiciones materiales de vida. En el reverso, la participación femenina disminuye en la
mayoría de los apartados asociativos, que por definición se consideran
masculinos. En consecuencia, como recuerda Teresa del Valle, el varón
se encuentra asentado en el espacio público y está de paso por la casa,
mientras que la mujer pertenece a la casa y —aún hoy— transita por lo
público (Valle, 1997).
La posición de transitoriedad participativa de la mujer en el mundo
asociativo local presenta además una segunda característica, asociada igualmente a la división genérica tradicional del trabajo. Dentro de las distintas
tareas que se desarrollan en las asociaciones, algunas exigen evidentemente un mayor grado de responsabilidad y liderazgo. La toma de
decisiones en los debates, la dirección de las reuniones, la preparación
de discursos o la elaboración de informes son, por sus propias características, tareas que sólo unas pocas personas realizan entre aquellas que están
implicadas activamente en asociaciones (Anduiza, Bonet, Morales, 2005). El
protagonismo asociado a las funciones de liderazgo —tanto formal como
implícito o informal— suele estar concentrado en unos pocos. Llama la
atención que en las asociaciones mixtas, al servicio de unos intereses que
deben representar la diversidad de las personas asociadas, apenas existan
liderazgos compartidos entre géneros en las instancias en las que se toman
las decisiones y en las que se ejerce la interlocución con las instituciones
y autoridades municipales. Algunos estudios empíricos han corroborado
que la diferenciación de las tareas internas suele tener lugar tanto desde
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Género y estructura de oportunidad participativa local
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la perspectiva jerárquica, que distingue las tareas directivas de aquellas
que están dirigidas a la implementación de las decisiones, como desde
la perspectiva de la visibilidad, directamente asociada con la primera,
que determina qué actividades se desarrollan en foros públicos y, por lo
tanto, son visibles, y cuáles permanecen ocultas y carecen, por ello, de
reconocimiento social dentro y fuera de la organización (Alfama, 2009),
y que incluso allí donde se trabaja de modo asambleario, se reproducen
procesos sociales por los cuales mujeres y hombres cumplen roles diferentes dentro de las organizaciones (Segales, 2007).
Las jerarquías genéricas que se establecen en el seno de las asociaciones y que encuentran su máximo reflejo en la conformación de los
liderazgos tienen su raíz última en la división sexual del trabajo. Tales jerarquías son similares a las que se reproducen en el contexto de la política
profesional, en el que las mujeres han accedido en número cada vez más
significativo a la actividad política local, pero en cuyo seno encuentran
grandes dificultades para asentar y establecer liderazgos permanentes
que los varones conforman con total normalidad (Larrinaga, Amurri y
Mateos, 2009). Cuando son las mujeres las que ocupan espacios de poder
y decisión, tienen que afrontar grandes resistencias; más aún, de manera
tácita o informal se les suele aplicar un elemento añadido de exigencia.
Sin embargo, las tareas directivas y de liderazgo en los varones tienen
una consideración normal y positiva; se encuentran naturalizadas, puesto que forman parte de la cultura —androcéntrica— propia del espacio
político en el que se desenvuelven por derecho propio, en una prolongación al ámbito político de aquellas habilidades para las que han sido
socialmente autorizados: gestión del poder, participación en la toma de
decisiones, ejercicio de la representación, ejercicio de portavoz, gestión
de conflictos, etcétera. De forma paralela, las actividades relacionadas con
el desempeño de liderazgos en el ámbito asociativo y de participación
local, es decir, las que suponen dirección y visibilidad, y están vinculadas
a la representación, la decisión, la negociación y la interlocución con
las autoridades municipales, son las que más se acercan a patrones de
actuación masculinos. Entretanto, las tareas más cotidianas de trabajo,
gestión y actividades informales de menor reconocimiento son a menudo
desempeñadas por mujeres.
A la mujer que participa en el ámbito cívico y político se le exige,
además del desarrollo de las actividades que le corresponden como activista o política, desempeñar el rol de género que socialmente le ha sido
asignado. En este contexto, conviene distinguir entre los conceptos de
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Ane Larrinaga Renteria y Mila Amurrio Velez
participación y protagonismo (Valle, 2001). De hecho, tal y como se ha
apuntado, la participación femenina se encuentra muchas veces unida
al desempeño de roles tradicionales. Es cierto que la participación local
implica para muchas mujeres romper el cerco del encierro doméstico y
una adquisición de autoestima y empoderamiento, pero la participación
no está exenta de ambivalencias. Aunque participar se ha convertido
con frecuencia en sinónimo de cambio, la participación no implica en sí
misma consecución de incidencia en la toma de decisiones ni ejercicio
de liderazgo; mucho menos significa la constitución de un liderazgo
transformador. Muchas mujeres que tienen presencia en las asociaciones
locales y en las instituciones de participación local son conscientes del
déficit de su capacidad de incidencia y de la falta de reconocimiento de
sus aportaciones. Por ello, es necesario insertar la participación dentro
del liderazgo y del protagonismo para poder acceder a los parámetros del cambio y la transformación social.
En mi asociación de vecinos […] de la gente que se ha presentado y de las
que han tirado del carro son mujeres […] Muchas veces les he dicho “tenéis que formar una comisión, bajar a hablar [se refiere a la interlocución
con los representantes municipales de distrito]…” […] Porque, claro, te dicen
“baja tú”. Y cuando han bajado pues han tenido la sangre fría de decir las
cosas como son. No sé, me parece que […] hay una traba que es personal,
dicen “yo no voy a hablar pero estoy aquí detrás, yo estoy aquí detrás…”
(Grupo Discusión 1, H-2).
A la hora de resolver [ocupar] puestos mayormente son los hombres. Y, no
sé, a la hora de trabajar […] somos más nosotras las que colaboramos, ¿no?
(Grupo Discusión 2, M-1).
Por otro lado, el reparto de tareas dentro de las asociaciones está cada
vez más vinculado a las habilidades y los conocimientos que se necesitan
para llevar a cabo diversas actividades especializadas. Las tareas directivas y, en general, aquellas que adquieren mayor visibilidad y obtienen
reconocimiento colectivo en el espacio asociativo se encuentran estrechamente relacionadas con capacidades como la toma de decisiones, hablar
en público, preparar comunicados, erigirse en interlocutor/a y participar en las negociaciones con las autoridades municipales. Es cierto que
tales habilidades tienen que ver con factores como el nivel educativo o
socioprofesional, pero también están asociadas a la forma en que se han
conformado a través de los procesos de socialización las identidades de
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Género y estructura de oportunidad participativa local
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género en cuanto al desarrollo de la subjetividad, las capacidades para
el poder y las percepciones sobre la propia valía.
En este sentido, es preciso tomar en consideración que la presencia en
los espacios de poder requiere una habilitación que muchas mujeres creen
no poseer (Murillo de la Vega, 2003). Por otro lado, en nuestras sociedades el discurso dominante ha homologado cada vez más la “competencia”
con el saber formalizado. Así, los discursos expertos se han constituido
en saberes socialmente autorizados en la medida en que se han provisto
de sutiles filtros de acceso que actúan a modo de barreras para los que
no pertenecen al grupo de iniciados. El mundo político local y, por derivación, el mundo asociativo, han erigido también una representación
social caracterizada por el carácter especializado de los conocimientos
exigidos en el desarrollo de la actividad asociativa y participativa, que
hace que se intensifique en muchas mujeres la autopercepción de falta
de competencia y de preparación técnica que valide la defensa de sus
intereses y propuestas.
Las ideas no surgen ahí de la nada. Entonces tienes que leer, tienes que
contrastar, tienes que hablar. Y, sobre todo, tienes que leer, tienes que leer
y haber estudiado mucho. Y, claro, es que si no, la participación se reduce
a calentar silla. Y es cierto, es cierto. Frente a ti está una gente profesional
que se dedica a eso profesionalmente, y que va en busca, y que va por delante, y que va a una convención, y que va a unas jornadas, y que le pagan
por eso, y que tiene un montón de información. Y, claro, es difícil competir
con eso (Grupo Discusión 3, M-4).
Conclusiones
La desigualdad que impera entre las mujeres y los hombres en el campo
de la participación ciudadana es un fenómeno de múltiples dimensiones.
El estudio de la participación de las mujeres en los órganos participativos locales de la ciudad de Bilbao nos ha permitido identificar algunos
factores de la estructura de oportunidad participativa que configuran
las formas de participación ciudadana y condicionan su práctica.
El estudio ha revelado que un factor relevante es la existencia de
un diseño institucional que pueda propiciar modelos participativos
genéricamente inclusivos. Para llegar a una democracia genérica es imprescindible, entre otras medidas, que el diseño participativo incluya la
aplicación y la institucionalización de políticas de equidad de género. El
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Ane Larrinaga Renteria y Mila Amurrio Velez
caso de Bilbao ilustra muy bien que los mecanismos de la democracia
formal no son suficientes para garantizar una participación ciudadana
en equidad. Los mecanismos participativos de base asociativa —los más
frecuentes en el ámbito local— puestos en marcha por los poderes locales, además de estar abiertos a la pluralidad social, tienen que extender
su demanda de políticas de equidad de género a las asociaciones que
constituyen la infraestructura cívica de la comunidad. Las políticas de
equidad de género no vienen dadas de una forma natural ni espontánea.
Es preciso que los gobiernos locales integren el enfoque de género de
manera intersectorial en todas las prácticas y en los actores de la gobernabilidad democrática, incluidos los actores de la sociedad civil que
conforman la infraestructura cívica (movimientos, asociaciones, etcétera).
Como muestra el caso de Bilbao, la omisión de dichas políticas por parte
del poder local en la relación que mantienen con los actores de la sociedad civil conduce a procesos de exclusión en el acceso y en las prácticas
participativas ciudadanas de las mujeres.
Si el objetivo en el campo de la participación ciudadana es una democracia genérica plena, además de todo lo relacionado con el marco
jurídico-formal y el diseño institucional correspondiente, se ha de tomar
en consideración que las prácticas participativas descansan fundamentalmente en una cultura política que, interiorizada por todos los actores
políticos y cívicos, pasa a menudo inadvertida y lastra con sus inercias
los avances que se producen en el plano del incremento progresivo del
número de mujeres participantes. La cultura androcéntrica dominante
se ha construido sobre la base de concepciones de poder que no responden a los intereses ni a las necesidades de las mujeres. Y algunos de los
modelos de participación ciudadana local que se están diseñando hoy en
día intentan modificar las formas de ejercicio de ese poder sin cuestionar
suficientemente la validez de las bases culturales sobre los que se asienta.
Así, a pesar de la presencia creciente de las mujeres, las instituciones de
participación ciudadana siguen funcionando como espacios genéricamente conformados, donde se reproducen liderazgos y patrones de división
del trabajo por sexos, se asignan roles tradicionales de género y se actúa
con base en modelos temporales insostenibles. En consecuencia, los
cambios en la cultura política han de afectar intersectorialmente tanto a
las instituciones participativas que actúan en el ámbito público como al
ámbito privado, y es necesaria la introducción de ambas esferas en las
que mujeres y hombres desarrollan su vida en el debate político y cívico
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Género y estructura de oportunidad participativa local
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impulsado por las instituciones locales (las políticas locales de tiempo
desarrolladas en algunos municipios constituyen un ejemplo).
Los componentes de la estructura de oportunidad participativa que
a medio plazo pueden actuar como facilitadores de la participación
femenina —élites locales progresivamente feminizadas, estructuras de
género institucionalizadas en la administración local y su incidencia en
la emergencia de una agenda local de mujeres— no pueden por sí solos
garantizar una democracia genérica en la participación ciudadana sin
tomar en consideración los dos factores mencionados: en primer lugar,
la implementación de políticas activas de género en el eje gobierno local/
actores cívicos, con base en un compromiso entre todos los actores que
participan en la gobernanza local; en segundo lugar, la integración en la
agenda local del eje espacio público/espacio privado como paso para una
transformación de las prácticas y de la cultura cívica participativa.
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Aceptado: 5 de noviembre de 2012
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Aprendizajes para la democracia participativa en
clave feminista a partir del análisis de los concejos
alaveses
Ikasketak demokrazia parte hartzailearentzat,
feminismoaren ikuspegitik, Arabako kontzejuen
azterketatik abiatuta
ALICIA SUSO MENDAZA
Curso de verano: Aprendizajes para la democracia participativa en
clave feminista.
Alicia Suso Mendaza
Grupo de investigación consolidado Parte Hartuz (UFI EMAN)
Participando en lo común, pero, ¿cómo?
El concejo abierto es un modelo histórico de democracia directa o
asamblearia que arraiga en el Común, la defensa de los bienes
comunales, y que está viviendo una actualización y fortalecimiento
como consecuencia de la vuelta al entorno rural y de una mayor
conciencia medioambiental. En este trabajo, se analiza la extensión del
concejo abierto en Vasconia y la práctica de su ejercicio en los Concejos
de Álava/Araba, concluyendo que su ciudadanía está, en general,
satisfecha con esta modalidad de gobierno participativo y sus prácticas
comunitarias (veredas, auzolan) y defiende todo ello ante el embate
minorizador de las instancias gubernamentales superiores. Pero, ¿cuál
es el papel de las mujeres en los Concejos?, ¿qué hay detrás de la
afirmación de que poco a poco se van incorporando a las Asambleas, a
las veredas?
Resumiendo, ¿el modelo de concejo abierto permite una participación
más inclusiva desde el punto de vista de género?, ¿reproduce esta
Administración una cultura política patriarcal que excluye a las
mujeres? Iniciamos este trabajo desde una preocupación compartida
por muchas de las personas que componemos el grupo de investigación
Parte Hartuz (UFI EMAN), y de otras. Queremos aprovechar este marco
que ofrece el curso para profundizar, entrando por el análisis de los
concejos, en las características o principios de los que creemos que
podría dotarse una democracia participativa desde una mirada
feminista.
Introducción, ¿Qué son los concejos abiertos?
Todo el mundo habla de participación ciudadana en los tiempos
actuales: cada vez más representantes políticos con responsabilidades
de gobierno la identifican como un instrumento para regenerar la
legitimidad de su acción institucional; parte del personal técnico
empieza a comprobar su potencial para mejorar la gestión de las
políticas públicas; la ciudadanía, asociada o a título individual, reclama
espacios para hacer valer sus propuestas y puntos de vista.
Evidentemente, como toda realidad que se renueva, existen miedos y
dudas sobre sus modos, momentos y rendimientos, también
suspicacias y desconfianzas, que conviven con voluntades, esperanzas y
firmes convicciones de que hay que andar este camino. Así, poco a
poco, nuestros pueblos y ciudades organizan presupuestos
participativos, planes de desarrollo comunitario, consejos y comisiones
sectoriales, consejos territoriales, asambleas de barrio, espacios
deliberativos, consultas ciudadanas, etc. Al día de hoy, podemos
perfectamente afirmar que la participación ciudadana en su conjunto es
una realidad en expansión y suficientemente bien instalada en nuestro
país (Ajangiz y Blas, 2008).
Sin embargo, poco o muy poco se sabe del que, sin duda, es el
mecanismo de participación ciudadana vivo más antiguo de nuestro
entorno más cercano: el concejo abierto. Suena a viejo y lo es; de hecho,
la bibliografía existente es, casi toda, investigación histórica; tan solo la
obra de Enrique Orduña (1994; 2003) llega a recoger la realidad de las
décadas más recientes. En sus propias palabras, “la manifestación más
viva de la democracia directa”, modelo de democracia que “ha sido
ignorada, postergada e incluso perseguida” (1994, pág. 23 y ss.). Este
escaso interés académico e institucional hacia el presente y potencial
del concejo abierto coincide con recientes propuestas y decisiones
gubernamentales que abogan, de una u otra manera, por suprimirlo y
convertirlo, definitivamente, en historia. Y contrasta abiertamente con
la actitud militante y convencida de quienes se organizan para
mantenerlo vivo y renovarlo como modo de gobierno local perfectamente
adaptado al siglo XXI. Es el caso de la Asociación de Concejos de Álava
(ACOA-AKE), que desde 2002 organiza anualmente jornadas y
seminarios en defensa de los 335 concejos existentes en este territorio,
de los que 319 funcionan en régimen de concejo abierto.
Lo primero que nos ha llamado la atención es el arraigado sentimiento
de pertenencia al Concejo y su defensa, incluido su modelo de
funcionamiento asambleario, frente a cualquier tipo de imposición
gubernamental superior. No en vano, los pueblos alaveses se han
venido rigiendo por sus propios usos y costumbres desde tiempo
inmemorial.
Desde el Grupo Consolidado de Investigación Parte Hartuz (UPV/EHU),
hemos realizado un registro de la realidad concejil alavesa y un trabajo
de campo sobre la participación ciudadana que ha comprendido el envío
de un cuestionario a todos los Concejos de Álava/Araba, que han
contestado 81 de ellos (el 24,2%) y la realización de entrevistas en
profundidad en 20 de ellos seleccionados en función de su tamaño
poblacional, ubicación geográfica y usos de suelo, para recoger
adecuadamente su diversidad.
Las mujeres en los concejos:
NÚMERO Y NOCIÓN DE CIUDADANÍA
Al respecto, una de las primeras cuestiones que nos llamó la atención
fue que las personas que eran elegidas por la ciudadanía para asumir la
gestión administrativa y moderar y dinamizar los momentos
asamblearios eran personas especialmente concernidas por el interés
general y la defensa del Común, de lo común. Efectivamente, la idea
fuerza es la defensa de lo común, entendiendo lo común como lo que
pertenece al conjunto de la vecindad o comunidad, tanto desde el punto
de vista de su titularidad como de su aprovechamiento, pero también de
la comunidad en sí misma, integrada por personas relevantes y activas.
Las personas que asumen las labores de la Junta Administrativa y la
organización de las Asambleas Vecinales se sienten servidoras de la
comunidad antes que representantes de la misma. Están ahí, asumen
responsabilidades, porque “hay que hacer algo por el pueblo”, mejorar
aquello que es de todos y todas, y “alguien tiene que hacerlo” desde el
conocimiento directo de su realidad. Entienden que vivir en el pueblo es
algo más que tener una casa, una propiedad; su motivación, afirman
rotundamente, en ningún caso tiene que ver con aspectos materiales ni
con intereses particulares y, mucho menos, partidistas.
Aún así, la mayoría de las personas que ostentan estos cargos, son
hombres de edad, sin estudios superiores, pero también es cierto que se
está produciendo una acelerada renovación de gentes. Con todo, de
momento, la mayoría asegura llevar muchos años participando en el
Concejo, entre asistir a asambleas y ocupar cargos de la Junta
Administrativa. Preguntados desde cuándo participan, lo normal es
escuchar: “De toda la vida, he nacido aquí. ¡O sea que mira!”, “He
acudido desde siempre”, “He participado desde que vine a vivir”. De
hecho, algunas de las personas entrevistadas tienden a vincular la
pertenencia al pueblo con la participación en la Asamblea vecinal o
concejo abierto; ser del pueblo es participar en el concejo abierto. En
este sentido, no podemos obviar una cuestión: Tradicionalmente,
participaba del Concejo una persona por cada casa, lo que suponía, en
la práctica, que lo hiciera el cabeza de familia (casi siempre, un hombre)
A las Asambleas, no acuden, en número, tantas mujeres como
hombres. Aquí también pesa la “tradición” del representante cabeza de
familia por encima del mandato democrático de toda persona mayor de
edad empadronada en el territorio. De nuevo, comprobamos cierta
incomprensión o falta de reflexión sobre este déficit democrático que
supone definir la ciudadanía sobre unas categorías de sobra conocidas
por todas, esas que con pretendido carácter universal excluyen en
forma y número a más de la mitad de la población mundial. Suelen
afirmar con convicción que no se impone traba alguna a las mujeres,
que el concejo abierto es “igualitario” porque está abierto a todo el
mundo, sin entrar en el fondo de la cuestión de por qué no asisten las
mujeres. Esto, que quizás esté motivado por la integración en lo
discursivo del principio de igualdad, enmascara una cuestión que es, a
nuestro juicio, fundamental: Un modelo que no se cuestiona sobre los
sujetos, sobre los rostros y cuerpos que hay detrás, sobre el rol que
tienen, no funciona (menos aún si ni siquiera establece espacios para
poder avanzar en esta reflexión). De todas maneras, se están
empezando a dar cambios sensibles en los Concejos con mayor
renovación poblacional: asistencia de más mujeres y cohortes más
jóvenes, relevo en los cargos, etc. Es precisamente en este tipo de
Concejos donde, contrariamente a lo que normalmente se da en las
sociedades urbanas, se valoran mucho y bien las aportaciones de las
personas mayores, por su trayectoria, experiencia y conocimiento del
medio y de los usos y costumbres. También parece, a priori, que este
puede ser un ámbito privilegiado para valorar las aportaciones
específicas de las mujeres (aunque no siempre sea así en la práctica).
En muchos casos, la menor participación de las mujeres supone una
preocupación real, y se empiezan a realizar reflexiones en este sentido,
tratando de incorporarlas, dinamizando espacios al margen del Concejo
que supongan una puerta a la participación en el mismo, valorando
algunas de las tareas más invisibilizadas,etc.
Otro caballo de batalla de las Asambleas reside en la asistencia:
cuántas y qué personas vienen. Preocupa mucho que casi siempre sean
las mismas personas quienes acuden y asumen responsabilidades, y
preocupa también la falta de relevo generacional. La edad media de las
personas asistentes es alta y ello por dos cuestiones concurrentes: la
arraigada tradición de que asista un representante de cada hogar, que
normalmente suele ser el cabeza de familia, y los distintos hábitos
participativos de la gente joven, bastante refractarios a “pesadas”
reuniones intergeneracionales. Esto último es algo que hemos
constatado en todos los espacios de participación ciudadana que hemos
conocido y estudiado y la solución habitual es proponerles espacios
propios diferenciados que se articulen con la participación de la gente
mayor. En los Concejos, sin embargo, lo ven con perplejidad y cierta
culpa: los temas tratados no son de interés para la juventud, no
sabemos transmitirles la importancia del concejo abierto, ya aparecerán
si acontece algo grave que nos afecte a todos, etc. Desde el tema que
nos ocupa, ¿hasta qué punto las asambleas (las que conocemos, las
tradicionales, las de círculo y mano alzada) son un espacio válido desde
una mirada feminista?
DISTRIBUCIÓN DEL TRABAJO:
Pero si hay algo en lo que la participación cobra una dimensión
comunitaria e integradora, eso son las tradicionales veredas o auzolan,
el trabajo comunitario, epítome del Común. La Norma Foral define las
veredas como una prestación personal de vecinos/as del Concejo en
una obra o actividad a realizar dentro del término del Concejo o en las
propiedades o posesiones del mismo y que tenga por objeto la
construcción, reparación o mantenimiento de un bien perteneciente al
Concejo, o cuyo uso le esté atribuido, destinado al uso o servicio
público. Se realizan principalmente en los pueblos más pequeños y en
muchos casos funcionan muy bien: alta asistencia, satisfacción
derivada del trabajo comunitario, etc. El Concejo pone los materiales y
sus ciudadanos y ciudadanas la mano de obra. Aquí sí que suelen
participar las cohortes más jóvenes. Es cierto que hay algún pueblo que
paga una pequeña cantidad a las personas que asisten, y también que
hay personas que casi nunca vienen; la Norma permite imponer multas
a quienes no colaboren, pero es una medida muy controvertida y, en
general, la participación no es un problema. Con todo, dicen, la crisis
económica, el contexto actual, puede ser un buen acicate para reavivar
las veredas allí donde flojean y así acometer trabajos necesarios para
los que no se encuentra financiación. Y en aquellos lugares donde
siempre han funcionado bien, avanzar en la integración y solidaridad
comunitaria ante la crisis. Lo que sí está claro es que todo el mundo se
pone de acuerdo en que es, junto al régimen de concejo abierto, la mejor
práctica o aportación de los Concejos. Es una arraigada tradición que
está actualizándose y cogiendo renovado empuje en estas comunidades
rurales (Mitxeltorena, 2011). Más aún, las veredas o auzolan son,
pueden ser, empiezan a ser en algunos lugares, mucho más que un
prestación personal a la comunidad, un proyecto de construcción y
desarrollo comunitario (Ormazabal et al, 2012).
Aunque la participación de las mujeres en este ámbito es mayor, se da
una división de los trabajos que se resiste a cambiar (nos referimos
concretamente a los trabajos, relacionados con la conservación del
monte, los caminos…, la suerte fogueral… que han hecho
tradicionalmente los hombres (y a los que las mujeres no siempre
tienen fácil acceso). Las mujeres,en cambio, se ocupan de tareas más
relacionadas con los cuidados, con la limpieza de algunos
equipamientos, etc. )
Presupuesto 1:
¿Quién define lo común?
El común, lo común, lo comunitario, entendido por las personas
entrevistadas como lo que es DE TODOS, DE TODAS, no siempre se ha
definido a partir de la visión de todas las personas que habitan en los
pueblos. Así, se configura a partir de una concepción de lo común
relacionada con el trabajo agrario, el pastoreo, etc. Y también con la
rentabilidad económica. La defensa de este común, su cuidado, su
conservación, ha excluido a menudo a las mujeres, que no tenían
acceso a algunos trabajos, y que se ocupaban de otros trabajos
comunitarios que no tenían la misma consideración.
Presupuesto 2:
¿Son inclusivos los mecanismos con los que contamos?
El obviar la perspectiva de género en los mecanismos que rigen los
Concejos (asambleas, veredas…) genera que las mujeres que se
incorporan a los mismos lo hacen desde la “doble responsabilidad”
(cuidados y responsabilidades domésticas y participación en los
Concejos). Otra consecuencia directa de esto es la baja participación de
las mujeres en los Concejos
Presupuesto 3:
En algunas zonas rurales, el efecto “escaparate” genera grandes constes
personales en las mujeres activas en el trabajo Concejil. Los riesgos que
implica visibilizarse como una figura activa de la comunidad que toma
posiciones sobre temas de interés general. Aquí encontramos que las
mujeres que participan de lo público padecen de un "efecto escaparate",
de críticas y sobrevisibilidad que hace su participación muy costosa en
términos personales. Por otra parte las contribuciones de las mujeres a
la mejora de las condiciones de vida en los pueblos, no siempre se han
valorado lo suficiente, se han invisibilizado de forma más o menos
consciente
Algunas conclusiones y/o propuestas
En ausencia de una perspectiva feminista, el modelo Concejil, no
significa necesariamente, a pesar de que incorpora elementos
profundamente democráticos, una verdadera participación de las
mujeres, ni un empoderamiento de las mismas. Así, creemos que es
importante trabajar sobre las siguientes cuestiones:
-
-
-
Revisar los mecanismos de participación inherentes a los
Concejos (principalmente Asambleas y veredas), desde el
reconocimiento al trabajo de las mujeres, y el análisis de las
mejoras que pueden propiciar una mayor presencia de éstas.
(Sería necesario crear espacios previos a toda puesta en marcha
que garanticen en lo práctico un cuestionamiento de la figura de
cada quien)
Avanzar en una concepción del común que incorpore otras
cuestiones menos visibles, que han quedado tradicionalmente
fuera del ámbito de lo público. Ampliar la mirada de lo común, al
fin y al cabo
Posibilitar el encuentro y el intercambio de aprendizajes entre las
mujeres que intervienen en el ámbito de los Concejos, y
garantizar espacios de interlocución con otros agentes para poder
incorporar sus inquietudes, propuestas, etc.
Concejo abierto en Vasconia: vigencia de un modelo histórico de
democracia asamblearia en defensa de lo común
Rafael Ajangiz, Alicia Suso y Epifanio Zurimendi1
Grupo Consolidado de Investigación Parte Hartuz2
Universidad del País Vasco (UPV/EHU)
Sumario:
•
Introducción
•
Un poco de historia
•
El marco jurisdiccional actual
•
Funcionamiento de los Concejos de Álava/Araba
•
Responsabilidades de gestión y dinamización de la participación ciudadana
•
Participación en Asambleas Vecinales y veredas
•
Conclusiones
Resumen
El concejo abierto es un modelo histórico de democracia directa o asamblearia que arraiga en el
Común, la defensa de los bienes comunales, y que está viviendo una actualización y fortalecimiento
como consecuencia de la vuelta al entorno rural y de una mayor conciencia medioambiental. Se
analiza la extensión del concejo abierto en Vasconia y la práctica de su ejercicio en los Concejos de
Álava/Araba, concluyendo que sus ciudadanía está, en general, satisfecha con esta modalidad de
gobierno participativo y sus prácticas comunitarias (veredas, auzolan) y defiende todo ello ante el
embate minorizador de las instancias gubernamentales superiores.
Introducción
Todo el mundo habla de participación ciudadana en los tiempos actuales: cada vez más
representantes políticos con responsabilidades de gobierno la identifican como un instrumento para
regenerar la legitimidad de su acción institucional; algunos responsables técnicos empiezan a
comprobar su potencial para mejorar la gestión de las políticas públicas; la ciudadanía, asociada o a
título individual, reclama espacios para hacer valer sus propuestas y puntos de vista. Evidentemente,
como toda realidad que se renueva, existen miedos y dudas sobre sus modos, momentos y
rendimientos, también suspicacias y desconfianzas, que conviven con voluntades, esperanzas y
firmes convicciones de que hay que andar este camino. Así, poco a poco, nuestros pueblos y
ciudades organizan presupuestos participativos, planes de desarrollo comunitario, consejos y
comisiones sectoriales, consejos territoriales, asambleas de barrio, espacios deliberativos, consultas
ciudadanas, etc. Al día de hoy, podemos perfectamente afirmar que la participación ciudadana en su
conjunto es una realidad en expansión y suficientemente bien instalada en nuestro país (Ajangiz y
Blas, 2008).
Sin embargo, poco o muy poco se sabe del que, sin duda, es el mecanismo de participación
ciudadana vivo más antiguo de nuestro entorno: el concejo abierto. Suena a viejo y lo es; de hecho,
la bibliografía existente es, casi toda, investigación histórica; tan solo la obra de Enrique Orduña
1
2
rafa.ajangiz@ehu.es; alicia.suso@partehartuz.org; epi@partehartuz.org
El equipo de esta investigación está integrado, además de los autores, por Maitane Barrenetxea y Aranzazu Villar;
nuestro más sincero agradecimiento por su colaboración en todas las fases de la misma.
(1994; 2003) llega a recoger la realidad de las décadas más recientes. En sus propias palabras, “la
manifestación más viva de la democracia directa”, modelo de democracia que “ha sido ignorada,
postergada e incluso perseguida” (1994, pág. 23 y ss.). Este escaso interés académico e institucional
hacia el presente y potencial del concejo abierto coincide con recientes propuestas y decisiones
gubernamentales que abogan, de una u otra manera, por suprimirlo y convertirlo, definitivamente,
en historia. Y contrasta abiertamente con la actitud militante y convencida de quienes se organizan
para mantenerlo vivo y renovarlo como modo de gobierno local perfectamente adaptado al siglo
XXI. Es el caso de la Asociación de Concejos de Álava (ACOA-AKE)3, que desde 2002 organiza
anualmente jornadas y seminarios en defensa de los 335 concejos existentes en este territorio, de los
que 319 funcionan en régimen de concejo abierto.
Un poco de historia
El concejo abierto es una tradición milenaria, la manera por la que se han venido organizando los
núcleos poblacionales para gestionar su entorno vital: pastos, montes, agua, etc., en tanto que bienes
comunes o comunales, el Común, pero también todo lo referente al gobierno de la comunidad, de
las gentes que habitan esos núcleos. Es la forma más antigua de organización municipal; de una u
otra manera, por ejemplo mediante el otorgamiento de fueros, su reconocimiento jurídico se
retrotrae al reinado de Alfonso X el Sabio. Y no es un caso único de este país; en tanto que
auténticas entidades primarias de gestión del territorio, existen formas equivalentes en muchos
países europeos: las ländlichen Gemeinden (comunas rurales) de Austria, Alemania y Suiza, los
parish meetings (asambleas de parroquias civiles) de Inglaterra, Suecia o Portugal, o los mir de
Rusia son otros casos históricos de asamblea decisoria en la que participa toda la ciudadanía de ese
territorio. Sin ir más lejos, el conocido arraigo de la democracia directa en Suiza bebe directamente
de esa organización del cuerpo electoral reunido en asamblea deliberante en comunas y cantones
(Orduña, 1994).
En la Península ibérica existen registros de su expansión del norte al sur, así como de su salto a las
Islas Canarias y de ahí al Nuevo Mundo, como consecuencia del repoblamiento que acompaña a la
ocupación del territorio peninsular y americano entre los siglos IX y XVI, aprovechando,
precisamente, los vacíos de poder señorial que caracterizan la colonización pionera. No se trata, por
tanto, de una concesión de reyes y señores conquistadores, sino de una apropiación de un
determinado territorio por parte de un grupo humano que decide organizarse en asamblea como la
manera más natural de gestionar su entorno vital y que luego, llegado el caso, recibe el fuero que
sanciona su autogobierno. En países como Venezuela o Argentina, el cabildo abierto desempeñó un
papel fundamental en la proclamación de la independencia frente al poder colonial español.4
La palabra concejo viene del latín concilium, reunión o asamblea, y su uso histórico se ha
simultaneado con diversos sinónimos como asamblea vecinal, parroquia, congregación, cabildo,
consell, batzarre, anteiglesia, etc., dependiendo de las zonas geográficas.5 Lo normal era que los
distintos concejos de una comarca natural con límites geográficos determinados e intereses comunes
constituyeran un espacio deliberativo agregado; es el caso de los valles, distritos, cendeas o
universidades, por citar algunos ejemplos cercanos.6 Esta realidad se institucionalizó posteriormente
bajo la forma de municipio compuesto (de concejos), muy presente en Álava/Araba y Navarra.
3
Http://www.acoa-ake.org
El concejo o cabildo abierto aún pervive en países como Venezuela (Uharte, 2008), Colombia (Cogollos y Ramírez,
2004) o Uruguay (Rebello, 1999) y es reivindicado e incluido en las propuestas y programas de construcción y
profundización democrática en varios países de América Latina.
5
Tanta referencia eclesial tiene que ver con el modo de convocar del concejo abierto: se llamaba a toque de campana y
el vecindario se reunía en el pórtico o atrio de la iglesia.
6
Sin olvidar las parzonerías o partzuergoak, cuando el comunal es compartido por varios municipios y hasta territorios
históricos, el caso de la Parzonería general de Gipuzkoa y Álava/Araba y la Parzonería general de Encía (entre
Álava/Araba y Navarra).
4
La incorporación del adjetivo abierto a una palabra como concilio, evidente redundancia, se explica
por la progresiva apropiación del gobierno de esas poblaciones por parte de las gentes con mejores
recursos o influencias y la concurrente sanción jurisdiccional de ese poder privativo. Orduña (1994;
2003) hace un detallado relato de esa apropiación: el primer paso fue la progresiva reducción del
concejo, en origen compuesto por todos los habitantes del lugar, jóvenes y viejos, pobres o ricos,
hombres y mujeres, excepto moros y judíos -la excepción étnica-, limitando la vecindad a aquellos
varones que tenían fuego o casa propia, es decir, propiedad privada, y desde ese momento únicos
beneficiarios de los bienes comunales. En una segunda instancia, con la reducción del número de
éstos, cerrando el concejo a aquellos designados por el noble o señor del territorio, algo que se
consolida en la Edad Moderna con la constitución de consejos en las poblaciones de mayor tamaño,
relegando el uso del concejo abierto a los núcleos pequeños. Y en una tercera instancia, en la Edad
Contemporánea, imponiendo la elitista voluntad uniformadora y centralizadora del territorio; el caso
de la Constitución de 1812, que desestima la inclusión del concejo abierto, y de las leyes de 1845 y
1855: la primera “restringió hasta límites anulatorios la autonomía municipal” y la segunda, de
desamortización general, “afectó a los bienes de propios de los pueblos, ocasionando la ruina de
muchos municipios y de casi todas las pequeñas colectividades que disponían de su propiedad
comunal” (Orduña, 2003, pág.706).
La desamortización fue, en la práctica, una mercantilización y privatización del Común en favor de
las élites en un contexto de modernización de la agricultura y, en general, de la explotación racional
de los recursos naturales a cargo del Estado liberal;7 obviamente, hubo protestas y resistencia por
parte del campesinado que hasta ese momento vivía del Común sin esquilmarlo, pues de él dependía
su autosuficiencia, su subsistencia (González y Ortega, 2000). En todo caso, aunque diezmado en
número, pervivió el concejo abierto y su defensa del Común en muchas zonas de la Península
ibérica, logrando ser incluido por primera vez en un texto legal general en 1924. El Estatuto
municipal de ese año lo reconoce en su preámbulo como “la forma más plena de democracia pura”
y establece que sea obligatorio para los municipios inferiores a 500 habitantes. Esta disposición fue
refrendada en la Segunda República mediante la Ley de Bases de 1935, si bien incluyendo a todas
las personas mayores de edad, sin distinción de sexo o propiedad, por una básica razón democrática.
Poco después, el régimen franquista eliminó la obligación, dejando que continuara donde
“tradicionalmente venga funcionando”, y restableciendo como únicos concejiles a los cabezas de
familia, varones en su gran mayoría.
Con todo, la era franquista infringió un nuevo ataque al Común al exigir la cesión al Patrimonio
Forestal del Estado de casi un millón y medio de hectáreas de monte y pastos comunales del Norte
peninsular para su repoblación forestal en aras a la autarquía celulósica (Rico, 2000), verdadero
origen, en los territorios de Bizkaia y Gipuzkoa, de la producción intensiva del pino radiata a cargo
de sus Diputaciones (Michel, 2006). Y así hasta la Ley de Bases de Régimen Local (LRBRL) de
1985 que, además de “aquellos que tradicionalmente cuenten con este singular régimen de gobierno
y administración”, recupera la obligatoriedad del concejo abierto para los municipios de menos de
100 habitantes y también la participación de toda persona mayor de edad empadronada en el
territorio.
Sin embargo, muy recientemente, se ha dado un nuevo paso atrás en la institucionalización de este
modelo de democracia directa o asamblearia con la aprobación, por parte del Gobierno Central, no
de la pendiente Ley Municipal sino de la L.O. 2/2011 de Régimen Electoral General que,8 aprobada
7
En el País Vasco, además, muchas deudas de las guerras napoleónicas y carlistas contraídas por municipios y
comunidades fueron entonces liquidadas con la venta del Común; ello afectó sobre todo a Bizkaia, salvo las
Encartaciones, y a Gipuzkoa hasta el río Oria (Alberdi, 2003).
8
Ley Orgánica 2/2011, de 28 de enero, por la que se modifica la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen
Electoral General (B.O.E. 29/01/2011).
con los votos de PSOE, PP, CiU y PNV, elimina la obligatoriedad del concejo abierto para los
municipios inferiores a 100 habitantes y establece, en su lugar, un pleno de tres electos. Sería
exagerado decir que a los partidos con aspiraciones hegemónicas les gustan poco los ámbitos de
democracia directa o asamblearia, que defienden ante todo la prevalencia de la democracia
representativa, pero lo cierto es que la nueva disposición obliga a trámites excepcionales para seguir
manteniendo la tradición del concejo abierto en el ámbito municipal (Pueyo, 2011).
Eso en lo que concierne a los Municipios. Pero hay otra realidad local donde está muy presente el
concejo abierto por tamaño y tradición. Nos referimos a las entidades locales menores, ahora
denominadas entidades de ámbito territorial inferior al Municipio (EATIMES), que también tienen
bienes comunales y competencias para gestionarlos. La LRBRL deja su ordenación a las
Comunidades Autónomas. Y aquí hay de todo. Las hay que regulan su funcionamiento respetando la
tradición y sin establecer limitaciones extraordinarias, como Andalucía, Cantabria, La Rioja,
Castilla-La Mancha o Cataluña; alguna otra, como Aragón, regula específicamente el concejo
abierto estableciendo su obligatoriedad para las entidades inferiores a 40 habitantes (Salanova,
2010); Asturias obliga a estas entidades a solicitarlo expresamente; Murcia las sustituye por
asambleas vecinales no decisorias, etc.9 En el País Vasco, la competencia reguladora está transferida
a los Territorios Históricos, siendo el de Álava/Araba el único que ha regulado el concejo abierto en
su Norma Foral de Concejos de Álava, de 1995, sin limitaciones de tamaño. En cambio, en Navarra,
la Ley Foral 12/1991 redujo el ámbito del concejo abierto a aquellas entidades menores de 50
habitantes, determinando que las demás adoptarán la forma de concejo cerrado o junta
administrativa.10 Si a eso sumamos la mencionada modificación del Régimen Electoral General,
parece evidente la voluntad, más o menos general, de ir reduciendo el ámbito de ejercicio del
régimen de concejo abierto.
El marco jurisdiccional actual
¿Qué hay detrás de todo el recorrido anterior? Una soterrada pelea entre instituciones mayores y
menores sobre competencias y apropiación o gestión de recursos y patrimonios públicos; una pelea
en la que, como hemos visto, casi siempre termina perdiendo el pequeño, el Concejo, y con él, la
defensa del Común, de lo que es de toda la ciudadanía. Ello explicaría la histórica minoración del
concejo abierto por parte de gobiernos elitistas y, por extensión, el continuado encogimiento de las
tierras de Común, un continuum que aún no ha cesado.11
Yendo un poco más allá, podríamos también hablar de un enfrentamiento entre las concepciones updown y bottom-up de la construcción del Estado. Es de sobra conocida la vieja reclamación de
mayores recursos económicos que hacen todos los municipios de cierto tamaño para poder hacer
frente a las crecientes necesidades del ámbito local que se derivan, por una parte, de sus amplias y a
la vez confusas, por solapadas con las instituciones superiores, atribuciones competenciales y, por
otra, de su actual protagonismo como locus preferente para hacer frente a la globalización y a la
9
Andalucía: Ley 7/1993, de 27 de julio, reguladora de la Demarcación Municipal de Andalucía (B.O.E. 14/09/1993);
Asturias: Ley 11/1986, de 20 de noviembre, por la que se reconoce la personalidad jurídica de la Parroquia Rural
(B.O.E. 14/01/1987); Cantabria: Ley 6/1994, de 19 de mayo, reguladora de las entidades locales menores (B.O.E.
8/07/1994); Castilla-La Mancha: Ley 3/1991, de 14 de marzo, de Entidades Locales de Castilla-La Mancha (B.O.E.
25/04/1991); Cataluña: Ley 8/1987, de 15 de abril, Municipal y de Régimen Local de Cataluña (B.O.E. 22/05/1987);
La Rioja: Ley 1/2003, de 3 de marzo, de la Administración Local de La Rioja (B.O.E. 24/03/2003); Aragón: Ley
9/2009, de 22 de diciembre, reguladora de los Concejos Abiertos (B.O.A. 30/12/2009); Murcia: Ley 6/1988 de 25 de
agosto, de Régimen Local de la Región de Murcia (B.O.E. 8/05/1989);
10
Ley Foral 6/1990, de 2 julio de la Administración Local de Navarra (B.O.E. 11/08/1990).
11
En Karrantza, donde el Común sobrevivió a la desamortización y la política forestal franquista, el Gobierno municipal
sigue hoy aprobando desafectaciones de lo Común en favor de intereses patrimoniales privados, legitimando con
ello los cierros o apropiaciones previas por la vía de los hechos que se han venido operando desde hace los años
cuarenta.
crisis económica. Menos conocida pero prácticamente calcada es la reclamación que hacen los
pequeños municipios y las EATIMES frente a sus mayores, las Diputaciones en el primer caso y los
Ayuntamientos en el segundo.
Lo ejemplificaremos con las EATIMES. La LRBRL les reconoce las siguientes competencias:
administración y conservación de su patrimonio, incluido el forestal; regulación del
aprovechamiento de sus bienes comunales; policía de caminos rurales y montes; infraestructura de
traída y abastecimiento de aguas y electricidad, saneamiento y limpieza de calles; ejecución de
obras y prestación de servicios; fiestas, archivos, cementerio, etc.; es decir, lo mismo que un
municipio si excluimos urbanismo. Y, sin embargo, no tienen apenas ingresos para ejercer esas
competencias; los impuestos los recaudan y retienen los Ayuntamientos y, prácticamente, su única
fuente de financiación son las subvenciones discrecionales de las Diputaciones. Como decía
recientemente un representante de la Asociación de Concejos de Álava (Lopez de Aiorrabe, 2011):
“El Concejo tiene que asfaltar las calles y mantenerlas, abrir las calles para renovar las tuberías del
agua o saneamiento y volver a hormigonarlas. Pero el impuesto de circulación lo cobra el
Ayuntamiento, así como el IBI, los de rústica y el IAE, incluso las tasas por el vuelo, suelo y
subsuelo que se cobran a los operadores de telecomunicaciones, electricidad y gas... y todo eso no
llega. Y cuando hay que acometer alguna de esas obras básicas, en muchos Concejos, como las
subvenciones a las que podemos acogernos no nos llegan, nos vemos obligados a recurrir a la
'aportación vecinal', es decir, poner dinero a escote para poder pagar la obra. No conozco ninguna
otra entidad local que recurra a aportaciones vecinales para pagar obras.”
Así pues, son problemáticas las relaciones de estas entidades menores, los Concejos por ejemplo,
con sus Ayuntamientos. Los Concejos se quejan de olvido pero, al mismo tiempo, necesitan recibir
de ellos y algo les llega, a veces en función de la cercanía política o personal de los partidos y
cargos de esos Ayuntamientos. Un juego de subordinación y dependencia, pero también de protesta,
reclamación y lobbying. En algunos ocasiones se observan estrategias de alianza con los Concejos
próximos para ganar peso en el Ayuntamiento; en otras, sin embargo, competencia entre Concejos
por favores y recursos escasos. Con las Diputaciones, en cambio, más lejanas, la relación es más
instrumental, limitada a la solicitud de subvenciones. Este escenario limita el papel que pueden
jugar asociaciones de Concejos como la alavesa ACOA-AKE: no llegan a las casuísticas concretas
de cada Concejo con su Ayuntamiento y llegan genéricamente al entorno de la Diputación
planteando globalmente los problemas de los Concejos y empujando para que se les ayude
económicamente. Bajar al nivel de municipio y favorecer alianzas entre los Concejos de un mismo
municipio podría ser un buen servicio, pero hasta ahora, al menos en el caso de Álava-Araba, no se
ha trabajado esa línea; ACOA-AKE es más portavoz global que dinamizador de la red concejil.
Lo mismo que de las EATIMES puede decirse de los municipios pequeños, tensionados por la falta
de recursos para atender un patrimonio muchas veces extenso y sin posibilidades reales de proveer
los servicios básicos que estipula la Ley. Muchas veces, la única salida es la concesión de ese
patrimonio a las instituciones de mayor rango y recursos: calles, agua y luz a cambio de ceder la
gestión de suelo y montes. El pez grande se come al chico: los Ayuntamientos a los Concejos o
EATIMES; las Diputaciones a los Ayuntamientos de menor tamaño. En medio quedan las
Mancomunidades, Cuadrillas y demás entes supramunicipales, un espacio a medio camino entre la
autoorganización de Ayuntamientos y Concejos y el gobierno gestionador de las Diputaciones.
Salvando las distancias, pareciera que el poder y las ambiciones de las oligarquías señoriales de
antaño ha sido reemplazado por el dominio de las actuales oligarquías institucionales.
En este contexto, la resistencia de los pequeños se torna militancia, defensa de lo propio, del
Común, por encima de las adversidades. Y se engarza, de manera natural, con el sistema de concejo
abierto: participación ciudadana, democracia directa, implicación vecinal en lo común, recurso a las
veredas o auzolan (trabajo comunitario) para sostener el Común, el interés general, por encima de
otros intereses de apropiación (Argote, 2011).
No es casualidad, por tanto, que las gentes que participan en el sistema de concejo abierto no sólo
defiendan su sistema de gobierno, su autogobierno, sino que, además, recurran a la dualidad
discursiva entre democracia representativa y democracia participativa, entre su modelo de
democracia directa asamblearia y la representación institucional trufada de intereses partidarios y/o
elitistas, para hacer valer su derecho a existir. Estos días, la página de la ACOA-AKE abre con el
eslogan “la democracia real ya existe en nuestros pueblos”; la tradición del concejo abierto y la
innovación del 15-M comparten el proyecto de construir cotidianamente la llamada democracia de
lo común (Subirats, 2011)
Pero, ¿de cuántos municipios y EATIMES estamos hablando en nuestro país? ¿Y cuántos de ellos se
rigen por el sistema de concejo abierto? ¿Es una excepción simbólica o una realidad instalada y
potencialmente contagiosa? Los datos son fragmentarios, hay agujeros negros. La realidad más
contrastada es, precisamente por su asociación reivindicativa, la de Álava/Araba. Sus 335 concejos
(sin contar los 36 del enclave castellano de Trebiño, misma organización territorial) reúnen más de
2.000 km2 del territorio alavés, por encima de sus dos terceras partes. De ellos, todos menos 17
funcionaban en régimen de concejo abierto en 2009 (Anziza, 2011); en 2010 se sumó Baranbio, lo
que nos deja una cifra de 319; es decir, el 95% de los Concejos alaveses funcionan en concejo
abierto.
En Bizkaia, en principio, solo podemos hacer mención del municipio de Arakaldo y los cuatro
Concejos de Orduña reunidos en la Junta de Ruzabal. Y en Gipuzkoa, los municipios de Baliarrain y
Orexa han decidido seguir funcionando en concejo abierto a pesar de la reforma del régimen
electoral. A ellos hay que añadir la EATIME de Ereñotzu (Hernani) y los auzo alkateak o alcaldes
pedáneos elegidos en juntas vecinales que históricamente han mantenido facultades propias, como
la administración de patrimonio forestal, en zonas como el Alto Deba (Elizegui, 2011). La lista sería
más extensa si, aunque no formalmente concejo abierto, incluimos aquellos municipios que han
presentado y votado en bloque una única lista electoral, casi siempre bajo la forma de agrupación de
electores, candidatura ciudadana, lista de independientes o fórmula homologable, en algunos casos
bajo las siglas de un solo partido. Este sería el caso de Kripan en Álava/Araba, Abaltzisketa, Alkiza,
Altzaga, Arama, Elduain, Ezkio, Gaintza, Hernialde, Mutiloa o Zerain en Gipuzkoa, y Amoroto,
Berriatua, Gizaburuaga y Ubide en Bizkaia.
Mención aparte merece Navarra. Navarra es otro territorio que, por tradición y gran número de
municipios pequeños, ha mantenido vivo este singular régimen democrático (Alli, 1999; Sanz
1972). La Federación Navarra de Municipios y Concejos informa por escrito que únicamente
funcionan en régimen de concejo abierto los concejos de menos de 50 habitantes, un total de 155 en
su contabilidad. No obstante, dos datos ampliarían bastante esta lista: el primero, que en la anterior
legislatura 34 de sus 272 municipios, al tener menos de 100 habitantes, funcionaban por ley en
régimen de concejo abierto o batzarre; el segundo, que en las últimas elecciones locales de 2011
casi todos estos municipios y algunos otros con mayor población presentaron y votaron en bloque
candidaturas unitarias. Hemos contabilizado 68 municipios que siguen esa pauta y podrían, al día de
hoy, seguir funcionando en concejo abierto al margen de formalidades.12 Dos ejemplos singulares,
confirmados en conversación telefónica, orgullosos, en sus propias palabras, de seguir funcionando
en concejo abierto, son los municipios de Castillonuevo y Petilla de Aragón, ambos con listas
únicas de UPN. Pero es mucho más relevante la presencia de listas unitarias en prácticamente todos
12
La legislación vigente ampara este funcionamiento aunque, al parecer, se exijan ahora nuevas declaraciones
institucionales, concretamente, petición de la mayoría de los vecinos y decisión unánime de los miembros electos
del Ayuntamiento para aquellos municipios que antes de estas elecciones venían funcionando en concejo abierto, y
petición de la mayoría de los vecinos, decisión favorable por mayoría de dos tercios de los miembros del
Ayuntamiento y aprobación por la Comunidad Autónoma en el caso de quienes quisieran adoptarlo ex novo.
los concejos, cabeceras inclusive, de 47 municipios compuestos, algo que encaja perfectamente con
la tradición de concejo abierto en valles, cendeas y universidades con bienes comunales,
precisamente los que en Araba siguen funcionando en concejo abierto al día de hoy. En definitiva, la
lista en Navarra puede ser bastante más larga que la oficialmente reconocida y sería necesario un
estudio o encuesta para registrar convenientemente esta realidad.
Funcionamiento de los Concejos de Álava/Araba
Eso es precisamente lo que hemos hecho el Grupo Consolidado de Investigación Parte Hartuz
(UPV/EHU), un registro de la realidad concejil alavesa y un trabajo de campo sobre la participación
ciudadana que ha comprendido el envío de un cuestionario a todos los Concejos de Álava/Araba,
que han contestado 81 de ellos (el 24,2%) y la realización de entrevistas en profundidad en 20 de
ellos seleccionados en función de su tamaño poblacional, ubicación geográfica y usos de suelo, para
recoger adecuadamente su diversidad.13
Lo primero que nos ha llamado la atención es el arraigado sentimiento de pertenencia al Concejo y
su defensa, incluido su modelo de funcionamiento asambleario, frente a cualquier tipo de
imposición gubernamental superior. No en vano, los pueblos alaveses se han venido rigiendo por
sus propios usos y costumbres desde tiempo inmemorial. Ya en el siglo XIII aparecen documentadas
en los distintos archivos concejiles las llamadas "ordenanzas del buen gobierno", que sin ser
uniformes para todo el Territorio, sí tienen en su parte dispositiva tres aspectos comunes:
La Organización, que define los cargos de cada Concejo, su modo de elección y la duración
•
de los mismos, siendo el cargo principal el de Regidor o Alcalde, que entre sus atribuciones u
obligaciones ha de "tener cargo de las cosas concejiles y otras que ocurran" y "defender y sacar la
cara por el Concejo".
•
El Funcionamiento, que nos habla de las diferencias entre vecino y morador, así como de los
derechos y obligaciones de cada uno de ellos.
•
La Administración, que habla de las competencias y potestades, incluyendo, entre otras, los
abastos, los bienes y sus aprovechamientos, el urbanismo, la enseñanza, la hacienda, la policía y la
administración de justicia.
La Constitución de 1812 impuso la creación de Ayuntamientos en todos los pueblos que, de por sí o
agrupados, tuviesen más de mil habitantes, uniformando así la Administración española e ignorando
la tradición concejil. Sin embargo, aunque se constituyeron los Ayuntamientos, la administración y
gobierno de los pueblos de Álava siguió siendo asunto de los Concejos, manteniendo sus propios
usos y costumbres y conservando su personalidad e independencia de los órganos de gobierno
municipales. El Estatuto municipal de 1924 reconoció esta realidad y dispuso que las Juntas
Vecinales (Concejos) de la provincia de Álava "conservarán sus atribuciones peculiares y se
organizarán según sus costumbres tradicionales". Y la Constitución de 1978 consolidó su
funcionamiento democrático, otorgando el voto a todos los mayores de 18 años, tanto hombres
como mujeres, e instaurando el mandato de las personas electas durante cuatro años, regulación
recogida después en la Norma Foral de 30 de Julio de 1984 de Elección a Regidores y Vocales de
los Concejos del T. H. de Álava.
Debemos hacer mención del éxodo que la industrialización supuso para los Concejos alaveses
durante las décadas de los años 50, 60 y 70, cuando sus habitantes se desplazaron a las ciudades en
busca de trabajo en la industria, la construcción, etc. Ello significó en Álava-Araba la pérdida de
más de la mitad de su población rural, lo que unido a la progresiva decadencia de la importancia
productiva de la agricultura y la ganadería hizo que los Concejos perdieran su antigua vitalidad, en
13
Para la selección hemos contado con la colaboración de ACOA-AKE.
algunos casos llegando a desaparecer.
Sin embargo, esta tendencia se ha venido invirtiendo en los últimos tiempos con una especie de
éxodo en sentido contrario, de las ciudades a los pueblos pequeños, muchas veces por parte de los
descendientes de sus antiguos pobladores, en búsqueda de una mayor calidad de vida, de la
participación y la convivencia, de un entorno a escala humana. Ello ha animado la movilización de
su renovada ciudadanía en la línea de recuperar la defensa de lo común, del sentir comunitario y del
autogobierno para así asegurar la supervivencia de las comunidades rurales. Resultado de esa
movilización fue la aprobación en 1995, por parte de las Juntas Generales de Álava, de la Norma
Foral de Concejos que, además de reconocer la independencia y personalidad de los Concejos,
plasmó, reguló y unificó en lo posible la organización, el funcionamiento y la administración de los
mismos.14
Muy sucintamente, la mencionada Norma Foral se estructura en ocho títulos: el primero son unas
disposiciones generales que definen lo que se entiende por Concejo, estableciendo sus elementos de
territorio, población y organización y reconociendo su carácter de entidad local territorial; el
segundo delimita las potestades y competencias del Concejo; el tercero distingue entre Concejo
Abierto y Cerrado y sus órganos correspondientes de gobierno; el cuarto determina el
procedimiento y régimen jurídico; el quinto reconoce sus derechos económicos y la participación en
los presupuestos del Territorio Histórico, así como las tradicionales veredas en calidad de prestación
personal comunitaria; el sexto define el régimen de bienes y las condiciones de arraigo exigidas
para la adjudicación de aprovechamientos comunales, roturos y suertes foguerales, considerándose
como beneficiaria la unidad fogueral y no cada uno de los vecinos; el séptimo define las relaciones
con otras entidades locales y establece un sistema de resolución de conflictos de competencias con
los Municipios; y el octavo y último está dedicado a la constitución, alteración, modificación y
supresión de los Concejos. En general, la Norma apuesta por la pervivencia de los actuales
Concejos y les atribuye prácticamente las mismas competencias que a un Municipio de tamaño
equivalente con la excepción del planeamiento urbanístico.
Merece la pena destacar que en aquellos Concejos que se rigen por el sistema de concejo abierto,
prácticamente todos en Araba, es la Asamblea Vecinal, constituida por todos los vecinos y vecinas
mayores de edad del término concejil, la que retiene todas las competencias decisorias, quedando la
administración en manos de una Junta Administrativa compuesta por tres personas. En cambio, en
los llamados concejos cerrados es la Junta Administrativa quien ejerce gobierno y administración,
un reducido gobierno representativo al uso de las instituciones superiores.15
Un año después de la aprobación de la Norma, en 1996, se constituyó la Asociación de Concejos de
Álava con el objetivo de defender, promocionar, representar y desarrollar el sistema concejil. Y hoy,
en pleno siglo XXI, son nada menos que 335 los Concejos que mantienen viva la llama fogueral,
319 de ellos en régimen de concejo abierto que habilita a sus vecinos y vecinas a participar
directamente del gobierno de su pueblo. Concejo en Álava/Araba es sinónimo de participación,
diálogo y acuerdo, la única institución de gobierno que permite a su ciudadanía estar y decidir sin
delegación.
Responsabilidades de gestión y dinamización de la participación ciudadana
La primera toma de contacto del Grupo Consolidado de Investigación Parte Hartuz (UPV/EHU) con la realidad
concejil fue en Ilarduia, cuando en 1996 el Gobierno Vasco aprobó el plan de ordenación del parque natural
de Aizkorri-Aratz facultando la explotación de una mina subterránea de calcita en la cueva de
14
Norma Foral 11/1995, de 20 marzo, de Concejos del Territorio Histórico de Álava (B.O.T.H.A. 31/03/1995). Esta
Norma ha conocido pequeños cambios con posterioridad; el texto vigente puede encontrarse en
http://www.alava.net/normativa.
15
Son los concejos de mayor tamaño los que se rigen por el sistema de concejo cerrado; el tamaño, importa.
Lezea. En aquel trabajo con el Concejo de Ilarduia sobre lo que, en principio, era un conflicto
ambiental, pudimos comprobar que el funcionamiento asambleario era capaz de asegurar la
transparencia y socialización de la información, así como el establecimiento de un proceso de
deliberación racional capaz de contrastar el mayor número de datos e intereses y posibilitar la
adopción de acuerdos trascendentales, basados en un modelo de acuerdo incluyente, para el futuro
de los territorios afectados y su ciudadanía.
Ello nos hizo plantearnos dos hipótesis de investigación: (1) la defensa del Común une a la gente,
genera identidad comunitaria; (2) la ciudadanía se siente más satisfecha con la gestión de los
asuntos públicos y de su territorio en la medida en que sus órganos de gobierno, en vez de actuar
como meros órganos representativos, recurren a la participación ciudadana para propiciar una
deliberación y decisión racional y consensual sobre los asuntos públicos en general y los asuntos
conflictivos en particular.
Al respecto, una de las primeras cuestiones que nos llamó la atención fue que las personas que eran
elegidas por la ciudadanía para asumir la gestión administrativa y moderar y dinamizar los
momentos asamblearios eran personas especialmente concernidas por el interés general y la defensa
del Común, de lo común. Efectivamente, la idea fuerza es la defensa de lo común, entendiendo lo
común como lo que pertenece al conjunto de la vecindad o comunidad, tanto desde el punto de vista
de su titularidad como de su aprovechamiento, pero también de la comunidad en sí misma,
integrada por personas relevantes y activas. Las personas que asumen las labores de la Junta
Administrativa y la organización de las Asambleas Vecinales se sienten servidoras de la comunidad
antes que representantes de la misma. Están ahí, asumen responsabilidades, porque “hay que hacer
algo por el pueblo”, mejorar aquello que es de todos y todas, y “alguien tiene que hacerlo” desde el
conocimiento directo de su realidad. Entienden que vivir en el pueblo es algo más que tener una
casa, una propiedad; su motivación, afirman rotundamente, en ningún caso tiene que ver con
aspectos materiales ni con intereses particulares y, mucho menos, partidistas.
Nadie cobra por ejercer esa función; de hecho, muchos reconocen perder dinero además del mucho
tiempo que dedican a ello. Tampoco sirven a partidos políticos: una gran mayoría se siente ajena a
los partidos políticos, algunos pocos declaran ser afines e incluso pertenecer a algún partido
político, pero en todos los casos afirman categóricamente que los Concejos, y la participación en los
mismos, están alejados, preservados, de los partidos políticos y sus dinámicas. Y si hay algo de lo
que están orgullosos es del funcionamiento en concejo abierto: el valor de la democracia directa, de
la defensa del interés del pueblo, de la comunidad, frente a unos alejados partidos políticos
enzarzados en peleas sectarias. De hecho, normalmente no se acepta bien que un presidente o
presidenta de Concejo quiera presentarse a las elecciones locales para optar a una concejalía
municipal, por mucho que lo justifique como una manera de hacer valer los intereses concejiles en
la institución mayor; desconfían de un posible conflicto de intereses; excepción hecha, claro está, de
las asambleas concejiles que deciden votar en bloque a sus personas candidatas para tal fin y de las
que, junto a otras de su mismo municipio, acuerdan presentar y votar una lista común para hacerse
un hueco y mejorar su influencia en el Ayuntamiento.
Quienes asumen la responsabilidad concejil suelen ser personas de edad, sin estudios superiores,
pero también es cierto que se está produciendo una acelerada renovación de gentes y que, en pocos
años, van a cambiar mucho las cosas. Con todo, de momento, la mayoría asegura llevar muchos
años participando en el Concejo, entre asistir a asambleas y ocupar cargos de la Junta
Administrativa. Preguntados desde cuándo participan, lo normal es escuchar: “De toda la vida, he
nacido aquí. ¡O sea que mira!”, “He acudido desde siempre”, “He participado desde que vine a
vivir”. De hecho, algunas de las personas entrevistadas tienden a vincular la pertenencia al pueblo
con la participación en la Asamblea vecinal o concejo abierto; ser del pueblo es participar en el
concejo abierto. Esto lleva a una distinción básica entre el vecino de “dentro” y el de “fuera”, el
“estable” y el “transitorio”, el “que es” y el “que es a medias”. En parte, es la tradición del padrón
concejil, que hoy se traduce en tener casa abierta y residir de manera habitual al menos siete meses
al año, las llamadas “unidades foguerales”, las que tienen derecho al aprovechamiento de los bienes
comunales. Pero también de la implicación y participación directa en los asuntos comunes.
Estaríamos hablando, en suma, de una vinculación real y directa al territorio para un efectivo
reconocimiento de pertenencia; algunas personas subrayan también la antigüedad de esa
vinculación.
La edad de estas personas y/o su tiempo de pertenencia a la Junta Administrativa -algunos
presidentes llevan más de diez años ejerciendo el cargo, lo que parece indicar que los relevos no
resultan fáciles- lleva aparejado cierto cansancio. El tiempo de trabajo es, precisamente, lo que la
mayoría de estas personas alega como coste personal más importante. Sin embargo, cuando se
ahonda en ello, todas ellas abundan en la tremenda burocracia que imponen las Administraciones
con las que se relacionan (Ayuntamientos, Diputación, Gobierno Vasco), así como los horarios que
imponen para esas diligencias. La petición y justificación de subvenciones, fuente principal de
ingresos por la insuficiente transferencia de capacidad impositiva, constituye un exigente trabajo
para estas gentes voluntarias y un problema para asegurar relevos en los cargos electos.
Es importante recalcar que en todos los casos se trata de trabajo no remunerado que tienen que
compatibilizar con su jornada laboral; en algunos casos, incluso, ha habido problemas con las
empresas porque los horarios son del todo incompatibles; en casi todos, el tiempo libre y las
relaciones familiares son las damnificadas de las labores concejiles. Al respecto, una solución
interesante que parecen haber asumido algunos Concejos es el trabajo en equipo de la Junta
Administrativa y la colaboración circunstancial de otros vecinos, lo que reforzaría la dimensión
comunitaria frente a la habitual delegación gestora y maximizaría el lado bueno que estas personas
ven en asumir responsabilidades gestoras y dinamizadoras: el aprendizaje, la satisfacción de ver el
pueblo mejora, las relaciones de confianza con los y las vecinas y su reconocimiento de la labor
prestada, la cohesión social, la posibilidad de decidir, etc.
Participación en Asambleas Vecinales y veredas
La organización de las Asambleas Vecinales es un hecho natural, arraigado en la costumbre. La
Norma Foral establece que la Asamblea Vecinal de los Concejos abiertos se reunirá al menos una
vez al trimestre y será convocada, con indicación del orden del día correspondiente “por cualquier
medio de uso tradicional en el lugar, garantizándose en todo caso la publicidad del llamamiento a la
sesión”. En la práctica, es el ritmo de la vida concejil el que marca la periodicidad de las asambleas,
pero casi siempre se hacen más de una al trimestre, sobre todo cuando hay algún tema especial que
así lo exije. Y el modo de convocatoria es variopinto: en lugar del tradicional toque de campana,
hoy en día se ponen carteles en lugares como la panadería, la iglesia o el bar, se buzonea, se recurre
al correo electrónico y algunos Concejos se valen de blog o página web, sea propia o ajena. Pero es
el boca a boca, el cara a cara, la relación personal, lo que asegura la participación: hablarlo en la
calle, en el bar, llamar por teléfono, incluso tradiciones como la montanera de Menoio, un sistema
rotatorio según el cual cada vez reparte la convocatoria una casa.
Toda la información del orden del día (actas, documentación complementaria, etc.) es pública, y se
establecen diversos mecanismos para que los vecinos y vecinas tengan acceso a la misma. En
algunos casos, la información se almacena en una página web con contraseña para el vecindario; en
otros, hay que acudir a leerla ante el fiel de fechos, la persona que hace las veces de secretaria o
escribana y que custodia la documentación y libros del Concejo. Se cogen actas de las asambleas y,
en algunos casos, también se graban; aquellos Concejos que las graban consideran que es una buena
práctica que da una mayor transparencia. Con respecto a los horarios y el lugar, se suele adaptar o
vincular a otras actividades periódicas, como por ejemplo convocar asamblea el domingo después
de misa, pero en general todo el mundo está de acuerdo en que esa coincidencia no es determinante
para que la gente acuda, que la gente va a la asamblea por la asamblea en sí misma.
La duración de las asambleas depende, obviamente, del orden del día, pero se admite, de manera
generalizada, que las asambleas muy largas no son efectivas, que cuando se alargan
sistemáticamente provocan cansancio en las personas asistentes y disminuye la participación. Por
eso es importante preparar bien la asamblea de antemano. Los temas tratados, aunque son muchos y
muy variados, se circunscriben a las competencias del Concejo, algo perfectamente asumido por los
vecinos y vecinas: “Se habla solo sobre lo que compete al Concejo, y eso está asumido”, “En las
Asambleas se trata de lo que es público”. Esto quiere decir que no se tratan, a no ser que incidan
sobre lo público, las cuestiones o conflictos de naturaleza personal o entre vecinos, que deben
resolverse, aunque medien personas de la Asamblea, en ámbito distinto a ésta.
Lo que no quiere decir que se eluda o se tenga una imagen negativa del conflicto. Todo lo contrario,
en la mayoría de los casos el conflicto se ve como algo normal. Existen conflictos internos, de
funcionamiento del concejo abierto, que se solucionan hablando, dialogando. Y existen conflictos
externos o del Concejo con terceros, casi siempre conflictos ambientales y/o relacionados con
decisiones que toman otras Administraciones y que afectan directamente a la comunidad. A menudo
se recurre entonces a estrategias de movilización, protesta y denuncia, es decir, manifestaciones,
denuncias ante los medios de comunicación y, en algunos casos, juicios. También alianzas con otras
organizaciones, ecologistas o del tipo que sean. En este tipo de conflictos se observa una alta
cohesión de la comunidad frente al agente responsable externo, en gran medida porque el Concejo
abierto lo vive como una invasión de su ámbito de decisión y gestión de lo común, incluso como
una agresión.
La dinamización de las asambleas, con todo, es muy natural y razonable: suele moderar el
presidente o presidenta pero cualquier otra persona puede asumir ese papel, la gente escucha e
interviene con respeto y las decisiones se toman por consenso y, cuando no es posible, por votación
a mano alzada; en algunos Concejos no se ha votado nunca, lo que dice mucho del hábito de buscar
el consenso. Podríamos concluir que el modelo asambleario, tan discutido y cuestionado en otras
instancias (administraciones, asociaciones, etc.), constituye en los Concejos una práctica que no
genera grandes niveles de conflictividad, que resulta efectiva y que, además, genera satisfacción
entre los y las participantes. En este sentido, las relaciones entre Asamblea y Junta Administrativa
suelen ser muy fluidas: las decisiones resultantes de la Asamblea se implementan con normalidad y
la Junta decide las cuestiones más ordinarias de la gestión cotidiana. En cambio, en los Concejos
cerrados que hemos estudiado, donde la Junta electa decide y gestiona, tiende a existir desajuste o
incomprensión entre los puntos de vista defendidos por la Junta y las opiniones de vecinos y
vecinas. El castellano es el idioma utilizado en las asambleas de todos los Concejos que han
respondido al cuestionario.
El verdadero caballo de batalla de las Asambleas reside en la asistencia: cuántas y qué personas
vienen. Preocupa mucho que casi siempre sean las mismas personas quienes acuden y asumen
responsabilidades, y preocupa también la falta de relevo generacional. La edad media de las
personas asistentes es alta y ello por dos cuestiones concurrentes: la arraigada tradición de que
asista un representante de cada hogar, que normalmente suele ser el cabeza de familia, y los
distintos hábitos participativos de la gente joven, bastante refractarios a “pesadas” reuniones
intergeneracionales. Esto último es algo que hemos constatado en todos los espacios de
participación ciudadana que hemos conocido y estudiado y la solución habitual es proponerles
espacios propios diferenciados que se articulen con la participación de la gente mayor. En los
Concejos, sin embargo, lo ven con perplejidad y cierta culpa: los temas tratados no son de interés
para la juventud, no sabemos transmitirles la importancia del concejo abierto, ya aparecerán si
acontece algo grave que nos afecte a todos, etc.
Tampoco acuden tantas mujeres como hombres, de nuevo pesa la “tradición” del representante
cabeza de familia por encima del mandato democrático de toda persona mayor de edad
empadronada en el territorio. De nuevo, comprobamos cierta incomprensión o falta de reflexión
sobre este déficit democrático; suelen afirmar con convicción que no se impone traba alguna a las
mujeres, que el concejo abierto es “igualitario” porque está abierto a todo el mundo, sin entrar en el
fondo de la cuestión de por qué no asisten las mujeres. De todas maneras, se están empezando a dar
cambios sensibles en los Concejos con mayor renovación poblacional: asistencia de más mujeres y
cohortes más jóvenes, relevo en los cargos, etc. Es precisamente en este tipo de Concejos donde,
contrariamente a lo que normalmente se da en las sociedades urbanas, se valoran mucho y bien las
aportaciones de las personas mayores, por su trayectoria, experiencia y conocimiento del medio y
de los usos y costumbres. Finalmente, el fenómeno de la inmigración no parece afectar de manera
significativa al funcionamiento del Concejo; o no hay inmigrantes -quienes vienen a trabajar en el
campo suelen residir en los nucleos urbanos-, o se integran normalmente en la vida del pueblo y
participan como uno más en las asambleas vecinales.
Pero si hay algo en lo que la participación cobra una dimensión comunitaria e integradora, eso son
las tradicionales veredas o auzolan, el trabajo comunitario, epítome del Común. La Norma Foral
define las veredas como una prestación personal de vecinos y/o moradores del Concejo en una obra
o actividad a realizar dentro del término del Concejo o en las propiedades o posesiones del mismo y
que tenga por objeto la construcción, reparación o mantenimiento de un bien perteneciente al
Concejo, o cuyo uso le esté atribuido, destinado al uso o servicio público. Se realizan
principalmente en los pueblos más pequeños y en muchos casos funcionan muy bien: alta
asistencia, satisfacción derivada del trabajo comunitario, etc. El Concejo pone los materiales y sus
ciudadanos la mano de obra. Aquí sí que suelen participar las cohortes más jóvenes. Es cierto que
hay algún pueblo que paga una pequeña cantidad a las personas que asisten, y también que hay
personas que casi nunca vienen; la Norma permite imponer multas a quienes no colaboren, pero es
una medida muy controvertida y, en general, la participación no es un problema. Con todo, dicen, la
crisis económica, el contexto actual, puede ser un buen acicate para reavivar las veredas allí donde
flojean y así acometer trabajos necesarios para los que no se encuentra financiación. Y en aquellos
lugares donde siempre han funcionado bien, avanzar en la integración y solidaridad comunitaria
ante la crisis. Lo que sí está claro es que todo el mundo se pone de acuerdo en que es, junto al
régimen de concejo abierto, la mejor práctica o aportación de los Concejos. Es una arraigada
tradición que está actualizándose y cogiendo renovado empuje en estas comunidades rurales
(Mitxeltorena, 2011). Más aún, las veredas o auzolan son, pueden ser, empiezan a ser en algunos
lugares, mucho más que un prestación personal a la comunidad, un proyecto de construcción y
desarrollo comunitario (Ormazabal et al, 2012).
Conclusiones
Este artículo no tiene mayor ambición que situar la realidad del concejo abierto en el imaginario
sociopolítico de este país. En un momento de crisis, no solo económica, también de la democracia
en su forma representativa, una crisis que se traduce en la desconfianza y alejamiento de la
ciudadanía de los actores y espacios de decisión institucional, mayor cuanto más volumen y poder
tienen, la democracia directa y asamblearia de las pequeñas instituciones locales genera confianza y
reciprocidad, construye comunidad y mejora su capacidad de respuesta ante los inciertos y
cambiantes problemas y cuestiones que caracterizan este siglo XXI. La creciente desafección hacia
las mediaciones de todo tipo -también las representativas- que no aportan valor añadido, el impulso
de creación de lo común y su gestión en clave de redes ciudadanas y el renacimiento de las
identidades barriales hace pensar que el sistema de concejo abierto de las comunidades rurales
podría extenderse también a entornos urbanos.
En lo que respecta a los Concejos de Álava-Araba, nuestro objeto de estudio, hemos contrastado la
satisfacción de sus habitantes por las mejoras conseguidas en el espacio público: equipamientos,
obras, infraestructuras, asfaltado, alumbrado, agua, saneamiento, limpieza, movilidad (transporte
público), etc.; mejoras conseguidas a golpe de reivindicación, autogestión y trabajo comunitario
(veredas o auzolan). También queda constancia de su preocupación y respuesta ante los conflictos
medioambientales asociados a la explotación de recursos naturales e infraestructuras así como a la
contaminación de aguas y suelos de la industria; no en vano, los Concejos arraigan su identidad en
la defensa de lo común y del Común, del entorno natural que le es propio y que todos y todas
apreciamos y disfrutamos.
Los Concejos se enfrentan a muchos problemas por ser el último escalafón de la arquitectura
institucional: falta de recursos económicos para satisfacer adecuadamente las competencias que la
Ley les reconoce, ambiciones de apropiación por parte de las instituciones mayores amparadas en la
racionalidad gestora, falta de preparación y tiempo para enfrentar las complicaciones burocráticas
derivadas de esa racionalidad gestora, difícil renovación de cargos con mucho trabajo cuya única
remuneración es el agradecimiento de sus convecinos y convecinas por la labor realizada, etc.
Su mejor herramienta para hacer frente a esos problemas es la democracia directa asamblearia.
Tiene problemas, claro está, en muchos concejos necesita un aggionarmiento, incorporar gentes
jóvenes, más mujeres, moradores además de vecinos empadronados con casa abierta al menos siete
meses al año; incorporar más gentes y más diversidad en suma. Pero si algo tienen claro es que
nunca renunciarán a esa democracia igualitaria, “todos con los mismos derechos y las mismas
obligaciones”, que no quieren dejar de funcionar en concejo abierto, no quieren delegar, quieren
seguir siendo ellos y ellas quienes toman las decisiones de gobierno de su territorio, quienes
gestionan -y con ello defienden y preservan- el Común, los bienes comunales; eso es algo
incuestionable, irrenunciable, una clave identitaria y también, como muchas de las personas
entrevistadas han verbalizado, la garantía de la propia pervivencia como núcleo poblacional y como
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COMISIÓN FEMINISMOS 15 M
DOSSIER DE LA COMISIÓN DE FEMINISMOS DE SOL
CONTENIDOS DEL DOSSIER
1. FEMINISMOS EN CLAVE DE SOL (página 3)
2. TRABAJO DE LAS PROPUESTAS EN MOVIMIENTO CONTINUO (página 15)
* Primera versión de las propuestas
*Segunda versión de las propuestas
* Propuestas aprobadas por la comisión de feminismos
Políticas:
I. Aborto
II. Maternidad
III. Violencia
IV. Igualdad/Participación
V. Prostitución y trata de seres humanos
VI. Otras
Educación
Economía
Salud:
I. Terminología, conceptos:
II. Formación e investigación:
III. Desmedicalización y despatologización
IV. Salud sexual
V. Salud reproductiva
VI. Infraestructuras
* Los Feminismos son cosa de todxs
* Invitación al encuentro para pensar(nos): Los feminismos en el 15M Madrid
3. MANIFIESTOS Y COMUNICADOS (página 28)
* Respuesta al arranque de la pancarta
* Sin feminismo no hay revolución.
* Derecho de las mujeres a decidir
* Desde la asamblea transmaricabollo, reivindicamos
* Democracia real ya y el derecho de las mujeres a decidir
* El euro o la vida
* Indignados contra el machismo
* Comunicado respecto a la presencia de “Acampados por la vida” en la puerta del sol
* Atención: Zona de peligro. Intentan decidir por ti
4. INTERACCIÓN CON LA ACAMPADA (página 42)
* El feminismo sí/no es
* Micromachismos en las asambleas
* Comunicado de respuesta a la propuesta de cambio de nombre
* Micromachismos en las asambleas
* Dejamos de dormir en sol pero seguimos vinculadas al movimiento
* Comunicado sobre las agresiones sexuales en acampadasol
* Participación para el debate del estado de la nación: bloque economía
* Participación para el debate del estado de la nación: bloque ciudadanía
* Cartelería
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
2
FEMINISMOS EN CLAVE DE SOL1
Lo que tienes entre tus manos es un relato colectivo del recorrido de la comisión de
feminismos de sol. No es un relato del recorrido de los feminismos en sol, mucho menos en
el 15M-Madrid. Sabemos que los feminismos han estado en la carpa feminista y fuera de
ella, en la comisión de feminismos de Sol y en las comisiones de feminismos/igualdad de los
barrios, en las asambleas de quienes ahora escribimos esta crónica y en las asambleas de
cualquier otro grupo. Porque los feminismos son sensibilidades que cruzan y atraviesan a las
personas y los lugares; son múltiples y diversos; no caben encerrados. Por todo eso, esto no
es más que una crónica parcial y situada que quiere aportar al debate común y a la memoria
colectiva. Nada más… y nada menos.
Arrebato y encuentro: desde el 15M hasta la creación de la comisión feminismos
Desde antes de la manifestación del domingo 15 de mayo había una necesidad de
coordinarnos de una manera más estructurada los muchos grupos de afinidad, colectivos,
listas de correo... que pululamos por los espacios amigos para la acción y reflexión feminista.
Tras el subidón de la manifestación del 15M, el dolor por la represión violenta y la
inesperada y entusiasmante reacción de la gente, el lunes 16 a media mañana ya estaban
nuestras bandejas de entrada en fase verborreica, informando de la situación en sol (entre
las personas que se quedaron a dormir la primera noche, estaba una compañera de un
colectivo queer) e intercambiando impresiones.
Esa noche, en la que las personas que se encontraban en Sol estaban ya pensando cómo
organizarnos, hubo una asamblea –denominada asamblea de acción-, allí empezamos a
nombrar temas que queríamos tratar mientras se iban anotando en un papel continuo;
salieron entre otros: migración, educación... En aquella asamblea estábamos un grupito
transfeminista, así que esa misma noche ya se anotó en el papel continuo como tema a
tratar: transfeminismos-transmarikabollo. Aquellos subgrupos y sus temas se convirtieron en
los grupos de trabajo de ahora.
Durante los dos primeros días de acampada en Sol, muchas de nosotras andábamos de un
lado a otro. El martes 17 nos encontramos unas cuantas que nos conocíamos de diversas
movidas feministas; comentamos que teníamos que reunirnos y ver qué podíamos hacer
para que el feminismo fuera visible y montamos una cita al día siguiente que difundimos vía
internet a todo trapo. Paralelamente otras empezamos a mover por nuestros contactos la
propuesta de quedarnos allí a dormir como bloque feminista. Por los chats, intentábamos
quedar todas (pero todas todas todas) en el mismo sitio y a la misma hora en medio del
mogollón, cosa que era totalmente imposible. Pero la intención y la necesidad era más que
evidente. "¿Nos buscamos para ser bloque feminista?" "¡Síííííí!"
En ese empeño de buscarnos nos vino muy bien una gran banderola del arcoíris, con un
símbolo transmarikabollo-feminista pintado, además de un símbolo del euro malvado
1
Este texto ha sido elaborado de forma colectiva por todas aquellas personas participantes de la comisión de
feminismos que han querido escribir alguna parte de nuestra historia juntas.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
3
tachado que atamos a un par de paraguas e hicimos ondear. Esa misma bandera fue la que
colgamos de lo alto de una farola, cerca del caballo, en un intento de usarla como punto de
encuentro, pero Sol estaba que reventaba de gente y encontrarse era difícil.
Desde ese primer momento aparecieron ya los límites y la potencia para que circulasen los
feminismos en sol: coreamos lemas, la gente escucha, algunos no se entienden –“Contra el
capital, placer anal”: perplejidad-, otros se apoyan con entusiasmo, hay mil cosas que decir.
También insultos cargados de machismo y homofobia. De manera espontánea, algunas
compañeras muy valientes y animosas explicaban con tranquilidad a la gente de alrededor
por qué hay insultos más adecuados para los políticos que “hijos de puta”.
El miércoles 18 fue el momento del gran diluvio que sí logró empapar la bandera y dejar
inutilizables los cartones, pero no enfriar nuestro ánimo. Se movió un nuevo correo con un
mensaje así de directo: ALERTA. ESTE ES UN LLAMAMIENTO Urgente: se necesita discurso y
práctica FEMINISTA y BOLLO-FEMINISTA en las concentraciones de SOL...
¡ORGANICÉMONOS, ESTA TAMBIÉN ES NUESTRA REVOLUCIÓN!" y, así, quedamos para
pintar carteles y lemas feministas. Por la mañana colgamos la pancarta de “¡la revolución
será feminista o no será!” entre las dos bocas de metro salida a la Calle Montera.
Ese mismo día por la tarde otras mujeres acudían a otro llamamiento cibernético, unas 15
mujeres de lo más diversas nos juntamos en un portal de la Puerta del Sol donde también se
vende lotería. Estábamos convencidas de que la autoorganización de feministas era
necesaria y además queríamos más que nunca reencontrarnos, así quedamos para ocupar
un espacio al día siguiente en la plaza.
Y el jueves 19 fue el gran encuentro. Por la mañana, en la Asamblea General de Sol,
coincidimos varias mujeres: unas que ya estaban desde hacía días y otras que acabábamos
de llegar. Tras la Asamblea General y al ver que en todas las propuestas que se habían
recogido y que se leyeron, no se había introducido NINGUNA cuestión o propuesta
feminista, nos reunimos unas cuantas chicas que estábamos por allí a través del boca a boca
y estuvimos hablando de la necesidad prioritaria de introducir discurso y propuestas
feministas en los debates.
Nos pasamos la información de las dos citas que ya había puestas para la tarde, a las 18:30 y
a las 20:00h y acordamos decir a infraestructura que nos dejaran una lona para establecer
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
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un punto de encuentro feminista en la plaza. Ésta se ubicó precisamente entre las dos bocas
de metro, justo al lado de la pancarta que ponía “la revolución será feminista o no será”. La
verdad es que resultó alucinante el tema lona, en hora escasa y entre varias y variadas
personas se montó: alguien trajo la lona, otras el cemento y los cubos para hacer los pies de
"las vigas" y "los pilares" y entre varias personas que estábamos por ahí fuimos levantando
la lona y atándola a ambas bocas de metro. Al levantamiento de la carpa se unieron unos
hombres del Este que andaban por allí, un hombre migrante con una discapacidad en una
pierna sujetaba la carpa con su muleta y se ofrecía a quedarse allí el tiempo que fuera
necesario. Fue una experiencia curiosa y muy aleccionante, una experiencia de cooperación
espontánea. La carpa no tenía ningún fin, principalmente estaba pensada para dormir, pero
cuando decidimos hacerla nuestra sede a todo el mundo le pareció estupendo. Por la tarde
hicimos allí nuestra primera asamblea, colocamos una tela morada y así quedó inaugurada la
carpa de feminismos.
Esto es Sol, no una isla en mitad de la nada: homofobia interiorizada que aparece en los
insultos. Pero también feminismos (a veces inconscientes) que atraviesan las prácticas
cotidianas: cuidamos el día a día, el tener un techo, el dar de comer, las cremas para el sol…
Entre la gran cantidad de gente que abarrotaba Sol, el enorme bullicio y la efervescencia de
lo que estaba sucediendo seguimos acudiendo mujeres con papel, rotuladores, cuerdas a las
convocatorias que habían estado circulando… y empezamos a asamblearnos; cada día
teníamos dos asambleas, mañana y tarde, para empezar a pensar acciones, líneas de trabajo,
lemas, propuestas para llevar a la Asamblea General...
Así arrancó la Comisión de Feminismos, que no feminista, ni de feminismo, porque desde el
principio nos entendimos y
reconocimos como diversas,
y queríamos estar juntas
más que nunca respetando
nuestras diferencias. La
unión surgió rápido, todas
entendimos, y así lo
pactamos, que nuestras
diferencias debían quedar
fuera de la carpa levantada
ese mismo día por una lucha
común a todas nosotras y
común también al resto de la
Acampada y del Movimiento
que se estaba organizando.
El sistema patriarcal y capitalista nos jode a todxs, ese es nuestro mensaje.
En nuestra primera asamblea (jueves 19 de mayo a las 17:00) decidimos dividirnos en tres
subcomisiones (o subgrupos de trabajo): contenidos, artística e infraestructura. La de
contenidos para, de forma rápida y eficiente, redactar una serie de propuestas básicas para
exponerlas tanto en las asambleas generales, como en las distintas comisiones. Así surgieron
nuestras *primeras propuestas*2, planteando y discutiendo lo que cada una consideraba
2
A lo largo de esta crónica se van señalando (con negrita, cursiva y entre asteriscos) los distintos textos y
documentos recogidos en el dossier.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
5
que eran los puntos mínimos a reivindicar. Pero debíamos continuar no sólo difundiendo
nuestras propuestas, también profundizando entre todas y cuantas más mejor.
En cuanto a la subcomisión artística, se dedicó a escribir múltiples eslóganes feministas en
cartelones, pancartas y demás, para explicar por qué estamos aquí, qué reivindicamos, por
qué luchamos. También se hizo una pancarta enorme y muy bonita para colgar en un
gigantesco anuncio publicitario que había tapando un
andamio; en ese no por casualidad, ni solo por el sitio
privilegiado que tenía (la ocupación privada del espacio
público) y sus enormes dimensiones, sino por ser todo un
símbolo de cómo oprimir a las mujeres a través de la
estética. La propuesta de la pancarta fue aprobada en la
comisión de acción de la Acampada. Así que se hizo y se
colgó,
con
el
esfuerzo y el valor de
unas cuantas chicas
que se subieron a
una altura increíble
para
poder
descolgarla. Fue muy
bonito, aunque la ilusión duro poco. Nos la arrancó un
machomen y además le vitorearon. Gritos de “fuera,
fuera”, “la revolución no es cuestión de sexos”, “la
revolución es de todos”; se organizó un vocerío
tremendo, del que por suerte también participaban
muchas personas al otro lado de la plaza celebrando la
colocación de la pancarta, muchas de las cuales ni se
enteraron del abucheo, otras sí y contra-gritaron,
incluso alguna mujer optó por dejar la comisión en la
que participaba y venirse a darlo todo a la de
feminismos.
Se puso de manifiesto que, por ahora, la revolución era muchas cosas pero no feminista o
más bien que no podía estar siendo una revolución si no había intención de igualdad real
entre todas las personas, que es lo que reivindicamos las diversas feministas. O que nos
queda mucho curro por delante, no sólo contra el sistema… sino de transformación interna.
Despertar: hasta que arrancan la pancarta y despertamos del sueño de pensar que la
revolución ya estaba ahí e iba a ser fácil
No sabían qué habían hecho, el machomen y sus seguidores habían encendido la mecha que
nos puso definitiva y frenéticamente a trabajar. No nos fuimos a dormir, a la una de la
madrugada improvisamos una asamblea en preciados/o calle del Carmen, más de cien
personas, ahí es nada, para decidir qué hacer y cómo reaccionar. Discutimos sobre lo que
significaba que quitasen la pancarta en la puerta del Sol llena de gente, la única que se
quitó... Fue un jarro de agua fría darnos cuenta que había una gran masa de gente que
percibe el feminismo como lo mismo que el machismo pero al revés… Y precisamente por
eso queríamos volver a colgar nuestra pancarta, pero también se decidió que no se haría
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
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nada hasta que lo tratásemos tranquilamente en la asamblea de la comisión, para ver cómo
estaban los sentires más allá del caos "espectacular" de aquella noche.
La mañana siguiente (viernes 20 de mayo), unas cuantas chicas que se habían quedado a
dormir habían redactado un *manifiesto de protesta por lo de la pancarta*; se acordó
leerlo en la Asamblea General de ese mismo día, por la tarde.
Pero mientras tanto, hicimos mucho más: nos
paseamos por todas las comisiones explicando la
importancia de incorporar el discurso feminista:
comunicación, coordinación, comisión asamblea,
etc. Nos dimos cuenta lo pez que estaba mucha
gente, sobre todo chicos jóvenes, con el tema del
feminismo y quisimos leer el manifiesto en
protesta por lo de la pancarta desde la megafonía
de comunicación (que estaba en el medio de la
plaza y que era más potente que los megáfonos).
La verdad es que no nos pusieron ningún problema y la gente que hizo corrillo para escuchar
lo que decíamos lo acogió bastante bien, después volvimos a leer el manifiesto en la
Asamblea General de la mañana y fue muy bien recibido por la gente. También informamos
de la carpa feminista y de la reunión a las 5 de la tarde para seguir coordinando y avanzando
contenidos, propuestas de acción, etc.
Durante esa mañana mucha gente se acercó a la carpa,
algunas personas para darnos su apoyo, otras personas
preguntándonos que qué era eso de feminismo y otras
directamente increpándonos. Nos asambleamos de
urgencia para ver cómo gestionar toda la información que
se nos requería y para buscar herramientas de respuesta
que no nos desgastaran. Salieron ideas como el taller de
feminismo para principiantes, que se realizó ese mismo día
a las 19:00, también se hicieron colgantes que decían
“¿Feminismo? Sí gracias”, nos pintamos en el cuerpo y en
otros colgantes “Soy un punto de información feminista”,
más carteles, repartir copias de distintos manifiestos y
demás. Y decidimos colgar dos paneles que explicaban
sintéticamente *qué es y qué no es feminismo*.
Por la tarde fue mucha gente a la carpa feminista, muchas
mujeres y también hombres. Leímos las propuestas de la comisión que salieron de la reunión
anterior y se habló de la necesidad de difundir, sensibilizar, explicar qué es el feminismo, qué
proponemos, qué exigimos… Acabamos para ir a la Asamblea General donde se leyó el
manifiesto por lo de la pancarta y donde se pretendía leer también el primer listado de
propuestas que se habían preparado, pero por problemas de organización de la moderación
de la Asamblea General no pudimos leerlo. Sin embargo, averiguamos cuándo se podrían
leer y cuál era el procedimiento.
Entre tanto, durante el fin de semana, continuamos a ritmo frenético, estábamos
entusiasmadas de estar juntas trabajando y debatiendo. El sábado día 21 de mayo se
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
7
elaboró otro manifiesto *sin feminismo no hay revolución* que también se leyó en la
Asamblea General. La subcomisión de contenidos continúo elaborando y discutiendo sobre
las propuestas, y así surgió la *segunda versión de las propuestas*. También se formó un
subgrupo de trabajo que después de debatir desarrolló las *propuestas de lenguaje
inclusivo*, quedando plasmadas en unos carteles.
El lunes 23 de mayo por la mañana, leímos en la Asamblea General de Sol las propuestas que
desde la Comisión de Feminismos intentamos redactar para que fueran asumidas por la
Asamblea. La acogida de las 200 o 300 personas que estaban allí fue muy buena, durante
toda la lectura del documento la unanimidad de manos levantadas refrendaba nuestras
aportaciones. Sin embargo, y como siempre suele suceder con este tema, en la propuesta
donde hablábamos del derecho a decidir, del derecho al aborto libre y gratuito un hombre –
solamente él de entre las más de 200 o 300 personas-, expresó su desacuerdo y vetó este
punto, aunque el resto de propuestas sí fueron admitidas. Se volvía a repetir, como había
pasado en otras asambleas, que el rechazo de una única persona a una propuesta, se
imponía a las más de 200 o 300 personas que formaban la asamblea, de nuevo se confundía
consenso con unanimidad. Ante la imposibilidad de abordar en esos momentos este debate
se decidió, por parte de las mujeres que presentamos las propuestas, retirar este punto
(solamente este) para reelaborarlo, explicarlo y volverlo a llevar a la Asamblea de una forma
más argumentada.
Además una chica de la Asamblea General nos propuso cambiarnos de nombre: llamarnos
Comisión de Igualdad en lugar de Comisión de Feminismos. Decidimos, entre las compas allí
que estábamos, llevar dicha propuesta a la Comisión para desde allí debatir y elaborar un
documento con nuestras razones para denominarnos Feminismos y no Igualdad; también
nos propusimos trabajar un texto con argumentos a favor del derecho al aborto, porque
sabemos que eso de “libre y gratuito” a menudo no se entiende, de hecho se tiende a
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
8
malinterpretar y ahora tenemos la oportunidad de ser escuchadas, ahora nos tenemos que
esforzar en hacernos comprensibles...
Esplendor: todo ese trabajo de intercambio pedagógico y organizativo-fusión con la
acampada
Nos enfrascamos en esa búsqueda de argumentos comprensibles y al alcance de cualquier
persona, pero las prisas y el frenesí no ayudaban a la reflexión sosegada. En este plan
redactamos el *comunicado de respuesta a la propuesta de cambio de nombre: en vez de
comisión de feminismos, comisión de igualdad real* (24 de mayo), que se leyó en la
Asamblea General. Y el día siguiente volvimos con el texto “argumentos a favor del derecho
al aborto”, el cual fue consensuado en la comisión de feminismos como *Democracia real y
derecho de las mujeres a decidir* (25 de mayo), un texto algo más extenso en su
introducción pero de idénticas propuestas y argumentos, a los argumentos que se leyeron en
la Asamblea General.
La comisión, ahora grupo de trabajo y después comisión-grupo de trabajo se puso las pilas y
comenzó una labor pacientemente pedagógica que dio sus frutos: taller de micromachismos
donde se elaboró un *listado de actitudes micromachistas*, para proponer
autoidentificarlas y así luchar contra ellas desde la autoconciencia; de ese taller más tarde
surge un grupo de hombres y con ellos el manifiesto *los feminismos son cosa de todxs* (11
de junio; más tarde, se elabora el texto *indignados contra el machismo*); también
creamos un punto de autocuidado y
respuesta
para
agresiones
sexistas,
homófobas y racistas. El trabajo fue
imparable, un curro intenso intentando estar
a la par en la comisión de feminismos, y
coordinarnos con el resto de grupos y
comisiones y/o estar en ellos: de análisis,
dinamización de asambleas, economía,
educación… El dilema de siempre:
¿trasversalizarnos, apostar por lo específico
o (morir en el intento de) estar en el máximo número de sitios posible? Difícil disyuntiva
pero siempre con entusiasmo: nuestro y de otras muchas gentes feministas que pululaban.
El pensamiento colectivo dando sus frutos. La gente de economía habla de redistribuir todos
los trabajos, incluidos los no pagados, y de no confundir trabajo con empleo. En migraciones
exigen el fin del régimen especial de empleo de hogar; unas semanas más tarde esta vieja
reivindicación por fin se hace realidad, ¡luchar sirve!
La subcomisión se continúa reuniendo, el martes día 24 de mayo nos juntamos unas 30
personas con ganas de continuar profundizando en las propuestas. Partiendo de la última
versión decidimos ir ampliando propuestas concretas en diferentes áreas o grupos
temáticos. La idea era tener unos argumentos con los que poder introducir en las propuestas
de los distintos grupos de trabajo (política a corto y largo plazo, social, salud, economía, etc.)
la perspectiva de género. De esta forma, formamos los siguientes grupos: política, economía,
laicidad, salud/social y política. Fruto de aquel encuentro se redactaron más *propuestas
que fueron consensuadas en la asamblea de la comisión de feminismos el 25 de mayo*.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol
9
El debate del día 26 de mayo sobre prostitución (un clásico punto de discordia dentro de los
feminismos) se convirtió en un ejercicio de acercamiento, se antepusieron las personas a los
discursos, se decidió que fueran las personas que ejercen en la calle las que más tuvieran
que decir, se rompió, no sin un largo y difícil debate, la lógica del paternalismo en que
muchas veces caemos sin darnos cuenta. De esta forma llegamos a consensuar cuatro
propuestas sobre prostitución y otra cuatro sobre trata de seres humanos, que se incluyeron
en el listado aprobado el día anterior.
Mientras tanto un subgrupo de la comisión decidió crear la Asamblea Transmaribollo;
después de un debate se organizan como grupo de trabajo en sí mismo y, aunque
independiente, permanece muy vinculado al grupo de trabajo de feminismos dado que
muchas personas participan en ambos y el intercambio es constante. Con este nuevo surgir
elaboraron el *manifiesto transmaribollo* (3 de junio).
Parece que todas coincidimos en una cosa, el encuentro no ha sido sólo mental y racional,
sino también emocional, afectivo, corporal… hemos teñido la política de sentimientos y
emociones que van más allá del mero entusiasmo, del simple placer del poder de decisión.
Nos quedamos con la participación, con la escucha y con la co-construcción. Estamos
aprendiendo, o al menos lo intentamos, a dejar de ser supercomplejas, o simples, según
cómo se mire: queremos que se nos entienda, queremos contagiar nuestras propuestas,
nuestras reivindicaciones (algunas históricas), queremos estar y codecir sobre nuestras
vidas. De ahí nuestra fuerza, nuestra capacidad de trabajo, de asamblearnos durante horas y
horas, días y días, con apenas 4 o 5 horas de sueño y un par de piezas de fruta y un sándwich
vegano en el estómago durante casi un mes de producir discurso, arte y encuentro “por
amor al arte”.
Pero la labor pedagógica está acompañada de una paciencia infinita en la que también
aprendemos, sobre todo a convivir con el desacuerdo, y no paramos de plantearnos cómo
hacernos entender, porque nuestras propuestas también son importantes si hablamos de
resetear el sistema… Así durante todas las horas del día es constante el flujo de personas
que nos preguntan, algunas cuestionando, otras que pasan de largo, o que exclaman cosas
como “ah! ¿Feminismo? No, no…” poniendo cara de desaprobación. También son constantes
los comentarios de gente que pasa por delante de la carpa para gritar en mitad de una
asamblea.
Cansancio y bucle: la convivencia en y con la acampada se hace dura
El cansancio de la acampada Sol se hace cada vez más evidente, no es exclusivo de la
comisión de feminismos, se respira en el ambiente, en la gente que permanece en Sol, así la
convivencia, las tensiones antes reprimidas, la cizaña provocada por algunos medios y por
infiltrados, y las miserias del día a día en la calle dan las primeras señales. El bullicio y la
efervescencia de las primeras semanas van dejando paso al cansancio que supone estar 24h
presentes en la plaza, dos asambleas generales diarias, mañana y tarde, coordinación entre
comisiones y grupos de trabajo, gestión del espacio de acampada… Las noches son más
duras, cada vez menos gente y una sensación de mayor inseguridad…
Estamos cansadas, vemos que cada vez nos cuesta más respetar los turnos que
voluntariamente hemos adquirido en la carpa y cada vez menos de nosotras somos las que
nos quedamos a dormir. ¿Cómo combinar la actividad en sol con cualquier otra faceta de la
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 10
vida, con las responsabilidades de cuidados, con el auto-cuidado? Hacemos varios intentos
de reorganización de turnos mediante cuadrantes, sentimos que se nos está yendo toda la
energía en el hecho de permanecer en la carpa, que los ritmos nos vienen marcados desde
fuera, bien por las exigencias de la acampada, bien por los “ataques” de individuos y/o
medios. Y dejamos de sentir que trabajábamos para disfrutar y producir discurso sobre
temas que elegíamos, a sentir que trabajábamos en parte como “exigencia” ante los
acontecimientos externos. Por suerte, sabemos escucharnos, detectarlo y así llegamos a la
conclusión de que queremos seguir vinculadas al movimiento 15M y a la acampada sol pero
no queremos seguir durmiendo allí, y por ello se redacta el *comunicado ya no nos
quedamos a dormir*, que se lee con buena acogida en la Asamblea General y donde se
denuncia las agresiones que han tenido lugar en la Puerta del Sol.
La manipulación mediática frena el poder afrontar el deterioro. Lo que vuelve a dar sus
frutos en diferentes acciones sobre todo lo que abarca el término "agresión": *comunicados
de respuesta y aclaración sobre las agresiones*, más carteles aclaratorios y entre todas las
respuestas una bonita acción: unas 20 mujeres realizaron una acción sobre la violencia
estructural. Tumbadas en el suelo y tapadas con sabanas aparecían como muertas víctimas
de la violencia machista en CUALQUIERA DE SUS FORMAS. Porque no solamente es violencia
el asesinato, también lo es el insulto, la intimidación, la doble jornada y peor si hablamos de
doble presencia, la diferencia salarial, los estereotipos y los prejuicios, la discriminación por
tu orientación sexual, la explotación laboral por ser migrante o no migrante, etc. (domingo
05 de junio).
Realidad: Salir de Sol e ir ¿hacia dónde y cómo?
De nuevo el relevo, el trabajo cooperativo y la cohesión nos salva; o, más concretamente, el
aprendizaje colectivo, la mezcla y la tolerancia. Nos damos cuenta de todo lo que hemos
hecho, de cómo la red feminista se ha reactivado, de cómo la conciencia política de la
ciudadanía se ha despertado.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 11
Tras levantar el campamento de Sol, se nos abre un nuevo escenario con muchas
incertidumbres e inmensas posibilidades. Continuamos trabajando en los acontecimientos
que se van presentando. ¿Continuamos a veces con una lógica de acción-reacción que nos
extenúa? ¿Nos roba las energías el tener que reaccionar ante lo que consideramos ataques y
nos deja eso agotadas para responder a nuestros propios deseos?
Nos seguimos asambleando una vez por semana. La subcomisión de comunicación está de lo
más activa y formamos diversos grupos de trabajo que se organizan y desarrollan acciones
concretas. Así redactamos el *manifiesto del euro o la vida* elaborado con razón del 19J,
nuestra respuesta al Pacto por el Euro. Participamos en el *debate del pueblo del estado de
la nación, en el bloque de economía el 29 de junio y en el bloque de ciudadanía el 30 de
junio*. Expresamos el rechazo a la acampada antielección: el 9 de julio por la mañana se
realiza una acción en la que unas 40 personas rodean la acampada antiabortista de la Puerta
del Sol y la señalan como “zona de peligro” para la libertad de las mujeres; allí leen el
*manifiesto de respuesta a la “acampada antiabortista”*, que la asamblea de la comisión
asumió, junto a la acción, como propio esa misma tarde. También se realizó un taller en la
Puerta del Sol sobre el aborto el día 11 de julio, a un año de la aprobación de la ley.
El 15M se extiende a los barrios y pueblos, nos mantenemos firmes a la esencia del
movimiento que es la participación activa de las personas desde su propia realidad. Para la
comisión de feminismos, la extensión del movimiento a barrios y pueblos también nos
plantea una nueva situación, otra realidad en la que estamos ensayando cómo ubicarnos, así
en las asambleas de barrios y pueblos surgen nuevas combinaciones: más subcomisiones o
subgrupos de trabajo feministas (algunos se autodenominan de política feminista, otros de
feminismos o feminista, incluso de igualdad…) o la transversalización feminista sin más.
Como feminismos, ¿queremos enseñar? ¿O queremos intercambiar: llevar ideas,
propuestas, luchas, contagiar y dejarnos contagiar por otras? ¿Cómo evitar llevar el
feminismo como “un pack cerrado” (o lo tomas o lo dejas), y en su lugar ir desgranando el
contenido de nuestras propuestas, viendo dónde se comparten y dónde no (por lo tanto,
dónde debemos trabajar más)? ¿Estamos aprendiendo a modificar nuestras propias formas
de entender los feminismos? ¿Logramos hacer unas asambleas de verdad populares dentro
de la comisión? Estamos descubriendo espacios de encuentro que rara vez habíamos tenido,
porque rara vez se lograban las mezclas y cada quien trabajábamos en “lo nuestro”. Y eso es
fantástico, pero también nos pone retos inéditos. ¿Cómo dinamizar, qué hacer para que los
turnos de palabra no terminen inhibiendo a lxs de siempre? ¿Cómo combatir la figura
patriarcal del “cabeza de familia” desahuciado y al mismo tiempo entusiasmarnos al
paralizar un desahucio? El 15M es un espacio de ida y vuelta que nos tiene sacudidas.
Hemos salido de Sol con mucha fuerza, con la intención de seguir trabajando y volver a
producir contenido, de tomar contacto con otras acampadas para trabajar en red. La red no
se ha perdido, por el contrario se está fortaleciendo... Queremos seguir participando,
queremos codecidir sobre las cuestiones que nos afectan como personas que formamos
parte de este sistema que nos oprime, queremos que se nos escuche. Algunas pensamos en
el futuro que queremos construir… quizá un objetivo puede ser que la gente responda ante
las agresiones machistas, sexistas y homófobas como lo está haciendo ante las racistas. Que
cuando un tío insulte o acose a una tía en la calle o en cualquier espacio público o privado, la
gente le rodee y le increpe, al igual que se detienen las redadas racistas, igual que se están
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 12
parando los desahucios… Que todxs seamos masa crítica en red llegando a romper algunas
de las violencias estructurales. Y de cualquier modo, las mujeres no estamos solas en esto de
la lucha contra el patriarcado, el grupo de hombres escribe su manifiesto *indignados
contra el machismo*, (1 de julio).
Tras casi dos meses de actividad continuada, de tantas pasiones y apasionamientos,
hacemos una pausa, y organizamos un *encuentro para pensar los feminismos en el 15MMadrid*. Una excusa para encontrarnos muchas, para abrirnos a otra gente, para hacernos
preguntas que consideramos necesarias para seguir avanzando: ¿Qué sentido tienen los
feminismos en el 15M? ¿Cuáles son las virtudes y límites de cómo los hemos construido
hasta ahora? ¿Cómo nos imaginamos los feminismos dentro del 15M-madrid? ¿Y cómo se
organizaría eso? Un debate que se abre el 9 de julio con la participación de unas 70 mujeres,
pero que no se cierra y continuará en septiembre.
Pero también estamos cansadas de tanto curro, de tanto pensar: hay que darle una alegría al
cuerpo y un espacio a la diversión. Por eso montamos las *jornadas lúdicas feministas* el
10 de julio.
Y todavía nos queda… La acogida de las marchas y el Foro Social del 23J, que está en pleno
proceso de preparación (¡y para el cual queremos tener recién cocinado este dossier!). La
última asamblea del curso el 19 de julio; volveremos en septiembre renovadas y reforzadas.
Y… mientras tanto… nos mantendremos activas frente a la visita del Papa y sus secuaces…
Creemos que todo lo que hemos vivido en sol, y todo lo que seguimos viviendo en barrios y
pueblos, tiene vínculos enormes con las reivindicaciones feministas y con las formas de
hacer feminismos en la práctica. Elementos que a veces (nos) cuesta ver, y que no son puros
ni perfectos; pero que están, y tienen una potencia enorme no para quedarnos en ellos, sino
para, desde ellos, cuestionar a fondo un sistema heteropatriarcal que atraviesa lo cotidiano.
También sobre ellos queremos seguir trabajando:
• Las mujeres tomamos la palabra: en casi todas las asambleas las mujeres jugamos
papeles de mucha importancia. No sólo agarramos el megáfono ante miles de
personas, sino que fueron mujeres las indiscutibles protagonistas de las primeras
asambleas generales, dinamizando un diálogo imposible entre cientos (¿miles?) de
personas.
• La participación de las mujeres en todas las comisiones, también en las que la
presencia de hombres suele ser mayor, como por ejemplo, infraestructura, o
economía.
• Una política que no se concibe sin el goce y el cuidado: para soportar una asamblea
de horas es necesario sentirse bien, encontrarse cómoda, cubrir ciertas necesidades
básicas. El deber y el sacrificio militantes se resignifican: fruta acompañando las
asambleas, difusores de agua, sombreros improvisados, crema solar, bocadillos… Por
otro lado, todas las protestas tienen cierto aire festivo: si no puedo bailar esta no es
mi revolución, se leía en alguna parte.
• Se exige que el proceso sea incluyente, llevando esta máxima hasta sus últimas
consecuencias. Se trata de que todas las opiniones, todas las voces, tengan su lugar.
El espacio otorgado a las diferencias, aunque raye el absurdo o la inoperatividad,
tiene el valor de construir, no desde la obligación del acuerdo que acaba camuflando
malestares profundos, sino desde la convicción de que cada palabra tiene un gran
valor. El efecto es inmediato: cada cual hace suyo el movimiento, se siente dentro, se
identifica con él.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 13
• Habilitar espacios específicos para necesidades diversas como la traducción a lengua
de signos, el cuidado para permitir el paso de las personas con diversidad funcional,
presentes en el 15M, el espacio de juegos de niñas y niños, el espacio de
esparcimiento o el espacio para masajes.
• Desarmar la lógica del enfrentamiento en las acciones y las movilizaciones, tomando
su carácter pacífico no como una consigna, sino como una necesidad para que sean
espacios en los que realmente quepa todo el mundo. El enfrentamiento con la policía
queda descartado, desarticulando rápidamente cualquier atisbo de provocación por
ambas partes. Creatividad y fiesta desplazan violencia y provocación.
• Construir diálogo desde la diferencia, intentando hacer realidad el pensamiento
colectivo, que no es la mera suma de individualidades, sino la creación de un común.
Tenemos muchos más deseos: articularnos con las distintas luchas, la ecologista, la Siria, la
de lxs migrantes, la saharaui, la de diversidad funcional, la transmaricabollo… ¡para darle la
vuelta al sistema! En este proceso nos encontraréis.
Para conocer las próximas convocatorias o seguirnos la pista contamos con:
-
Informativos de #Acampadasol: http://madrid.tomalaplaza.net/category/grupos-detrabajo/g_feminismos/
Actas de la comisión de feminismos: http://actasmadrid.tomalaplaza.net/?p=1095
Web de la comisión de feminismos de Sol: http://www.feminismosol.net/
En facebook: Perfil “Feminismos Sol Feminimos Sol” y página “Feministas Sol”
Twitter: @feministas_sol
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 14
TRABAJO DE LAS PROPUESTAS EN MOVIMIENTO CONTINUO
PRIMERA VERSIÓN DE LAS PROPUESTAS
19 de mayo
-LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO SERÁEstamos en la plaza [de Sol, Madrid] porque:
- Queremos una sociedad en la que el centro seamos las personas y no los mercados. Por eso
reivindicamos: servicios públicos gratuitos y vitales como la educación y la salud frente a los
recortes sociales y la reforma laboral.
- Queremos el compromiso de hombres y mujeres para la construcción de una sociedad donde no
tenga cabida la violencia machista.
- Las personas somos dueñas de nuestro propio cuerpo, por eso somos libres para decidir sobre
él, disfrutar y relacionarnos con él y con quien nos dé la gana.
- Queremos una sociedad diversa donde se respeten las múltiples formas de de vivir el sexo y la
sexualidad (lesbianas, gays, intersexuales, bisexuales, transexuales, transgéneros, queers…).
- Reivindicamos el aborto libre y gratuito.
- Es imprescindible incorporar el enfoque feminista en las políticas económicas, en los servicios
públicos, en la creación de otro modelo de ciudad y en las políticas ambientales para salir de la
crisis.
- Exigimos que las Trabajadoras Domésticas o Empleadas del Hogar estemos incluidas en el
régimen general de la seguridad social.
- Exigimos que la transexualidad no se trate como una enfermedad.
- Exigimos papeles para todas y que las mujeres migrantes disfruten de todos los derechos.
- Exigimos el uso de un lenguaje que nombre a todas las personas y esté libre de homofobia,
machismo y racismo.
LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA, ECOLOGISTA,
LAICA Y NO DEL CAPITAL
SIN MUJERES NO HAY REVOLUCUÓN!
LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA
O NO SERÁ!
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 15
SEGUNDA VERSIÓN DE LAS PROPUESTAS
21 de mayo
--- LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO SERÁ --Estamos en la plaza porque:
− Es imprescindible incorporar el enfoque feminista en la educación, en las políticas
económicas, en los servicios públicos, en la creación de otro modelo de ciudad y en
las políticas laborales y ambientales para salir de la crisis.
− Queremos el compromiso de hombres y mujeres para la construcción de una
sociedad donde no tenga cabida la violencia machista.
− Las personas somos dueñas de nuestro propio cuerpo, por eso somos libres para
decidir sobre él, disfrutar y relacionarnos con él y con quien deseemos. Por ello
concretamos que:
− Queremos una sociedad diversa donde se respeten las múltiples formas de vivir el
sexo y la sexualidad (lesbianas, gays, intersexuales, bisexuales, transexuales,
transgéneros...), así como que se respeten las diversas formas de proyectos de vida.
− Reivindicamos el aborto libre y gratuito.
−
Queremos que todas las personas y la sociedad entera se responsabilice del trabajo de
cuidados que ahora realizan mayoritariamente las mujeres.
− Queremos una sociedad sin división sexual del trabajo porque confina a las mujeres
en el espacio doméstico y limita su acceso a la toma real de decisiones.
− Queremos una sociedad donde el poder sea ejercido horizontalmente y ninguna
persona, grupo de personas o colectivo social quede excluida de la toma de
decisiones y de las acciones.
− Queremos una sociedad laica, donde ninguna religión que no sigamos pueda incidir o
intervenir condicionando nuestros proyectos de vidas y nuestras decisiones.
− Queremos que las Trabajadoras Domésticas o Empleadas del Hogar estemos
incluidas en el régimen general de la seguridad social.
− Queremos que la transexualidad no se trate como una enfermedad.
− Queremos papeles para todas y que las mujeres migrantes disfrutemos de todos los
derechos.
− Queremos el uso de un lenguaje que nombre a todas las personas y esté libre de
homofobia, machismo y racismo.
- LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA, ECOLOGISTA, LAICA Y NO DEL CAPITAL ---
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 16
PROPUESTAS APROBADAS POR LA COMISIÓN DE FEMINISMOS
25 de mayo
I. Aborto
• Que el aborto deje de estar tipificado como delito regulado dentro del Código Penal, siempre y cuando no se realice contra la
voluntad de la mujer o por imprudencia. Para ello, debe suprimirse el artículo 1452 del Código Penal vigente.
• Que se proceda a la modificación de la ley 41/2001 de Autonomía del Paciente. suprimiendo la IVE del apartado 4 del artículo 93
para reconocer la autonomía en la decisión de las menores a partir de los 16 años.
PROPUESTAS POLÍTICAS
• Que se garantice la equidad territorial y la interrupción voluntaria del embarazo en la red sanitaria pública. El 97% de los abortos se
realizan en el sector privado, constituyendo la mayor inequidad de nuestro sistema sanitario público.
• Que se regule la objeción de conciencia del personal sanitario.
• Que se incluya la formación en IVE en los estudios de medicina, enfermería y otras profesionales socio-sanitarias, desarrollando
acciones formativas que, desde el enfoque de género capaciten para su práctica tanto quirúrgica como farmacológica.
• Que la anticoncepción tenga el mismo tratamiento financiado, que otros productos de farmacia y parafarmacia dentro del sistema
sanitario.
• Que se imparta educación e información en salud sexual y reproductiva de manera obligatoria y transversal desde un punto de
vista holístico y de género, reconociendo así el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, el derecho a un sexualidad independiente
de la reproducción, el cuestionamiento de la maternidad como destino o como identidad de las mujeres y el derecho al disfrute de
la sexualidad desde las diferentes opciones sexuales e identidades de género.
II.
Maternidad:
• Que se deslegitime la supuesta Teoría del Síndrome de Alineación parental (SAP), por acientífica y por ser arma contras las
mujeres separadas y/o divorciadas con hijos/as.
• La modificación de la actual ley de reproducción asistida humana de manera tal que no discrimine a las parejas de mujeres que
quieren ejercer su maternidad..
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 17
III.
Violencia
• Acceso a talleres de autodefensa feminista.
• Educación sexual en los centros educativos, como medida de prevención de la violencia de género.
• Formación desde la perspectiva de género a profesionales de los juzgados, para evitar procesos de re victimización.
PROPUESTAS POLÍTICAS
• Otorgación de los recursos vinculados a los derechos económicos, sociales y laborales de las mujeres víctimas de violencia,
independientemente de la denuncia y de concesión o no de la orden de protección.
• Con relación al artículo 31. Bis de la Ley de Extranjería, derogar la expulsión en el caso de que la sentencia judicial no sea
favorable a la víctima. Y, en el caso de que la sentencia sea favorable, a la víctima de violencia, conceder además de permiso de
residencia, permiso de trabajo.
IV.
Igualdad/participación: Se ha aplazado la elaboración de propuestas porque no ha dado tiempo
V. Prostitución y trata de seres humanos
(Puntos aprobados el 26 de mayo tras la organización de un taller específico sobre los dos temas: prostitución y trata de seres
humanos.)
Las propuestas sobre prostitución que se han aprobado de forma consensuada son las siguientes:
• Derogación de las ordenanzas municipales que criminalizan a las personas que ejercen la
prostitución.
• Terminar con el estigma que pesa sobre quienes ejercen la prostitución.
• Reconocimiento y garantía de los derechos de las personas que ejercen la prostitución.
• (Además, queríamos agradecer explícitamente a la Acampada Sol que se hayan difuminado
y casi dejado de existir algunas consignas estigmatizantes contra las prostitutas)
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 18
PROPUESTAS POLÍTICAS
En cuanto a propuestas sobre la trata de seres humanos se han aprobado de forma consensuada los siguientes puntos:
• Prioridad a la defensa de los derechos de las víctimas de trata de seres humanos (TSH) y no exclusivamente a la persecución de
las mafias, como ocurre en la actualidad.
• Protección real de las víctimas de TSH sin que sea necesaria la denuncia para ello y reparación del daño causado
• Que ninguna supuesta víctima de TSH pueda ser expulsada del país por no tener los papeles en regla, algo contemplado en la
legislación, pero que no se está aplicando
• Intervención de agentes sociales especializados en los procesos de evaluación e identificación de las víctimas.
V.
Otras
Se señala como pendiente de desarrollar el tema del modelo de ciudad y las políticas de urbanismo
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 19
I.
PROPUESTAS EN EDUCACIÓN
II.
Frente al modelo educativo basado en una estructura desigual, jerarquizada, discriminatoria, heternormativizada que genera
violencia y relaciones de poder y por todo ello patriarcal.
Abogamos por una educación pública, gratuita, laica, mixta, e igualitaria a través de un modelo inclusivo, no discriminatorio,
participativo y asambleario que contemple la perspectiva de género (feminismos) como metodología fundamental. Para ello
hacemos las siguientes propuestas generales:
• Utilización de un lenguaje no sexista.
• Deconstrucción de los roles tradicionalmente establecidos en función del género o estereotipos.
• Trabajar la educación desvinculándola de la mera genitalización, coitocentrismo y heternormatividad
• Realizar campañas de formación/sensibilización a profesionales y agentes educativos en general desde la coeducación.
• Crear espacios que fomenten la corresponsabilidad y la cooperatividad.
• Promover la visibilización de las mujeres mediante la apropiación de espacios.
• Rescatar y visibilizar el conocimiento creado por las mujeres en las diferentes materias, incluyendo entre otras, teoría y
filosofía feminista en historia y creando una asignatura/contenidos a parte en la educación escolar y la universitaria
• Facilitar el ejercicio de las libertades y los derechos sexuales, culturales, al propio cuerpo
Se aprueba hablar de educación sexual, en lugar de educación afectivo-sexual, por redundante.
Se debate sobre si los términos coeducación y perspectiva de género en la educación significan lo mismo. Se aprueba hablar de
coeducación, entendiendo que este término incluye una perspectiva de género.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 20
PROPUESTAS DE ECONOMÍA
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•
•
•
•
Es imprescindible incorporar el enfoque feminista en la educación, en las políticas económicas, en los servicios públicos, en la
creación de otro modelo de ciudad y en las políticas laborales y ambientales para salir de la crisis.
Reclamamos que las políticas sociales y económicas de respuesta a la crisis incorporen una evaluación del impacto de género y
en base a ésta se adopten medidas que luchen por superar la desigualdad de género.
Queremos una sociedad sin división sexual del trabajo porque confina a las mujeres en el espacio de lo doméstico y limita su
acceso a la toma real de decisiones.
Queremos una redistribución social de los cuidados: corresponsabilidad en el hogar entre todas las personas (hombres y
mujeres) y corresponsabilidad social (estado y empresas).
Queremos que las Trabajadores Domésticas o Empleadas del Hogar estemos incluidas en el régimen general de la Seguridad
Social.
PROPUESTAS DE SALUD
Se señalan como pendientes de desarrollar los temas: desigualdad de género en el mercado laboral, y presupuestos sensibles al
género.
I. Terminología, conceptos:
• Llevar a la práctica el concepto de “salud” de la Organización Mundial de la Salud para que la salud no sea entendida desde la
enfermedad, sino como un estado de bienestar bio-psico-social.
• Reivindicar el derecho de las personas a tener una salud sexual que va más allá de la salud reproductiva, entendiendo la salud
sexual como la búsqueda del placer más allá del coitocentrismo, la heteronormatividad y la genitalidad.
• Remarcamos la necesidad de un cambio en el sistema sanitario basado en una perspectiva bio-psico-social que integre
equipos multidisciplinares para la consolidación de la salud como algo integral.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 21
PROPUESTAS DE SALUD
III.
Formación e investigación:
• Introducir una perspectiva transversal que incluya todas las identidades de género, más allá del sistema binario, en toda
educación formal e informal.
• Favorecer la divulgación de las investigaciones sobre la salud de las mujeres ya existentes, y promover su ampliación,
incluyendo estudios que vayan más allá de una perspectiva androcentrista.
• Promover la investigación de métodos anticonceptivos alternativos que no recaigan únicamente en la mujer.
• Recuperación y reapropiación de la sabiduría de las mujeres.
IV.
•
•
•
•
•
Desmedicalización y despatologización
Necesidad de desmedicalización de la vida de las mujeres (enfermedad mental, cuerpo, ciclo vital: menstruación,
menopausia, embarazo, parto).
Despatologización de las identidades trans.
Derecho a un proceso destransexualizador público y gratuito a nivel estatal.
Colectivizar y promover cuidados sociosanitarios a nivel comunitario para prevenir la excesiva medicalización.
Desmedicalización de los cuerpos intersexuales, entendiendo el derecho de dichas personas a disfrutar de su identidad
sexual/de género, sin que sea el personal médico quien decida su identidad sexual (que no les operen al nacer, ni les
hormonen).
V.
II. Salud sexual
• Facilitar y promover más información de métodos de prevención de ETS (enfermedades de transmisión sexual) entre las
mujeres.
• Promover servicios de salud sexual en todos los centros sanitarios.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 22
VI.
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PROPUESTAS DE SALUD
•
VII.
•
•
•
•
•
•
•
Salud reproductiva
Destinar más recursos materiales y humanos a la asistencia al parto para permitir y fomentar técnicas naturales y alternativas
que atiendan las elecciones de las mujeres, así como la reducción de las cesáreas, episiotomías y reducción de medicación
(posibilidad de desprotocolización del parto).
Atención e información al postparto tanto en las consecuencias y cuidados físicos y emocionales, no solo de la madre sino de
su entorno (por ejemplo, la pareja).
Infraestructuras
Equipos multidisciplinares de acompañamiento en procesos sanitarios para cumplir con la legislación vigente en lo respectivo
a reproducción asistida, parto, etc.
Establecer una red de recursos para que todxs lxs profesionales del ámbito sanitario puedan dar respuesta a las necesidades y
demandas de todas las personas.
Aplicación del artículo 10.1 de la Ley General de Sanidad según el cual “El paciente tiene derecho a su personalidad, dignidad
humana e intimidad sin que pueda ser discriminado por razones de raza, de tipo social, de sexo, moral, económico,
ideológico, político o sindical”.
Retirar el IVA en productos como tampones, compresas y pañales.
Eliminar la imagen sexista estructural de la mujer (trastornos de alimentación y comportamiento, consumo compulsivo de
productos estéticos, cirugía estética…).
Mayores presupuestos sociales y corresponsabilidad dentro del hogar para evitar que las demandas sociosanitarias recaigan
únicamente en las mujeres.
Destinar más presupuesto a la prevención de las enfermedades (papiloma humano) y no tanto al tratamiento de la
enfermedad (la vacuna solo cubre cuatro serotipos).
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 23
LOS FEMINISMOS SON COSA DE TODXS -3
11 de junio
Después de la segunda sesión del Taller de micromachismos, éste ha devenido en Grupo de
¿Hombres? contra el heteropatriarcado, con la intención de mantener un trabajo de
reflexión y autocrítica personal y colectivo compaginándolo con acciones hacia fuera.
Reflexión porque consideramos que como cuerpos hombres somos partícipes, aunque no
nos guste, de este sistema que privilegia las actitudes, las formas de estar, de sentir y de
pensar asociadas a nuestros cuerpos. Por ello, pensamos que estamos ocupando una
posición donde el ejercicio del poder se da de forma "natural", motivo por el que nos es
difícil identificarlo en muchos momentos y situaciones. Otro problema con el que nos
encontramos los hombres es que no es fácil reconocerse como opresor dentro de un sistema
de dominación, sistema que atraviesa nuestras vidas y conforma nuestra intimidad, nuestras
relaciones de amistad, afectivo-sexuales y por tanto políticas, porque partimos, recogiendo
el legado feminista, de que lo personal es político.
Señalar al Estado, a las multinacionales, a los medios, etc. es un recurso muy apropiado para
eximirnos de nuestra parte de responsabilidad, es decir, somos conscientes de nos encanta
tirar balones fuera. Por esto, creemos que tenemos mucho que pensar-nos, mucho que
trabajar-nos y mucho que cambiar-nos. Queremos devenir otra cosa, pero sabemos que para
eso nos queda mucho camino por recorrer, un camino tan largo que moriremos sin haber
llegado al final, sin haber deconstruido nuestra masculinidad hasta donde nos gustaría y sin
haber problematizado todas las relaciones de poder que reproducimos y que tienen origen
en una construcción de género y de sexualidad establecidas como normas sociales, es decir,
normativas y tácitas.
Acciones hacia fuera porque estamos hartos de que se piense el feminismo como algo de
mujeres y contra los hombres.
Porque los feminismos los constituimos mujeres, lesbianas, transexuales, maricas, hombres
heteros y muchos más cuerpos y sexualidades sin identificar.
Porque tenemos mucho que aprender y que aprehender de las teorías y prácticas feministas,
porque sin ellas las ciencias sociales y el camino hacia unas relaciones sociales más justas (en
todos los sentidos) estarían bloqueadas desde ya hace muchos años.
3
Texto elaborado por el subgrupo de trabajo sobre micromachismos. No ha sido presentado a la asamblea de
la comisión de feminismos todavía.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 24
Entendemos que es necesario insistir en que el feminismo es incluyente, que nos afecta a
todxs, que todxs reproducimos actitudes machistas y que todxs formamos parte del mismo
mundo androcéntrico, donde el hombre es el centro y donde la valoración de la vida y la
comprensión las realidades se hace desde la razón y la calculabilidad (atributo masculino)
desprestigiando todo aquello que tenga en cuenta las emociones y los afectos (relacionadas
tradicionalmente con la feminidad). Así, se desestima la importancia del proceso y de las
personas para poner el énfasis en los resultados. El movimiento 15M, sin embargo, apuesta
por el cuidado del proceso, no queremos decisiones excluyentes y rápidas, de ser así, la
forma organizativa que habríamos adoptado sería jerárquica, donde unx decidiese por todxs.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 25
INVITACIÓN AL ENCUENTRO PARA PENSAR(NOS): LOS FEMINISMOS EN EL 15M-MADRID
6 de julio
Amigas y amigos,
Desde la comisión de feminismos queremos invitaros a un encuentro muy especial que
estamos organizando para el próximo sábado día 9 de julio.
Es especial porque no se trata de una reunión más de la comisión de feminismos, tampoco
de una reunión operativa o práctica, siquiera una en la que necesariamente tengan que
tomarse grandes decisiones: su objetivo es otro, se trata de pensarnos. Tras casi dos meses
de actividad continuada, de tantas pasiones y apasionamientos, nos gustaría hacer una
pausa, coger aire y abrir un espacio tiempo en el que hacernos preguntas sobre el devenir de
los feminismos y el 15M que, a día de hoy, consideramos necesarias para seguir avanzando.
No queremos hacer girar el debate en torno a la participación de la comisión de feminismos
en Sol, sino llevarlo más allá: pensar cómo pensamos, o incluso cómo nos piensa, el o los
feminismos en relación al 15M. Nos surgían algunas dudas: “Pero, ¿y qué es el 15M?”.
Anticipamos: no podemos decir qué es, pero sabemos que no queremos cerrarlo en palabras
que lo constriñan, limitándolo a la estructura organizativa actual o a determinados lugares y
momentos simbólicos. Preferimos entenderlo, por ahora y para la discusión, como una
fuerza difusa, compleja y heterogénea, un acontecimiento con el que nuestros cuerpos se
han visto sacudidos, descentrados, o también, como un proceso cultivado al calor de una
política distinta y de la que nos hemos empapado, hecho y sentido parte. La discusión se
expande más allá de las fronteras de la comisión de feminismos de Sol porque ni el 15M
puede limitarse a Sol ni el feminismo a la comisión.
Por eso nos gustaría que este momento fuese una excusa para encontrarnos muchas,
abrirlo a otras personas: a las que se acercaron a la comisión de feminismos y luego dejaron
de habitarla; a las que han preferido mantenerse en sus bordes; a las que les ha picado la
curiosidad en algún momento; a las que trabajan activamente en los barrios; o a las que
simplemente les interesa pensar junto a otras y compartir el sentido que le dan a los
feminismos en el 15M.
La dinámica que os proponemos girará en torno a tres preguntas que os lanzamos de
antemano:
•
¿Cuál es el sentido que tienen para ti los feminismos en el 15M? Con esta pregunta
queremos señalar que no existen respuestas obvias, y que podemos comprender el
significado del feminismo en el 15M de modos diversos, así como sentirnos interpeladas
por los feminismos de maneras muy distintas.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 26
•
¿Cuáles son las virtudes y límites de cómo hemos construido los feminismos en el 15Mmadrid hasta ahora? Con esta pregunta nos gustaría indagar críticamente en el devenir
de los feminismos en el 15M-madrid.
•
¿Cómo nos imaginamos los feminismos dentro del 15M-madrid? ¿Y cómo se
organizaría? Tomando en cuenta las respuestas anteriores se trata de intentar
pensarnos proyectándonos en el futuro, también desde el plano de lo organizativo.
Deseamos que sea un momento importante desde el que tomar un nuevo impulso; un
momento de participación, apertura y reflexión con el que seguir escuchándonos y
construyendo entre diferentes.
Os esperamos a todas y todos.
Un abrazo desde la comisión de feminismos de Sol
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 27
MANIFIESTOS Y COMUNICADOS
RESPUESTA AL ARRANQUE DE LA PANCARTA
Manifiesto leído en asamblea general el 20 de mayo
A lo largo de la Historia se ha demostrado que todas las revoluciones que no han contado
con la lucha feminista han fracasado.
No se puede luchar contra el Capitalismo sin estar en contra del Patriarcado, las relaciones
de poder que nacen y se sustentan en el patriarcado, son las que hacen funcionar al sistema
capitalista que aquí se está cuestionando.
Después de lo ocurrido ayer, vimos como el estigma del feminismo aquí se está
manteniendo.
El feminismo no entiende de colores, ni partidos, ni siquiera es una ideología política, sino un
movimiento de lucha social, que plantea un cambio estructural en la vida, que hasta ahora
ha sido construida mediante relaciones de poder, basadas en el sistema sexo-género.
Ayer, cuando se arrancó una pancarta feminista, se dio un comportamiento que nos ha
enseñado el sistema.
Una vez más, ayer, aquí, se intentó que el feminismo fuera excluido de la revolución y lo más
grave es que este acto, fue aplaudido por un grupo de gente.
Nos resulta violento e indignante que una acción realizada por una subcomisión de esta
acampada (aprobada por la comisión de acción), sea desacreditada a través de megafonía.
Como pudimos ver anoche, la lógica patriarcal está aquí reproducida. Quedó claro cuando a
un sector de gente le pareció una agresión que colgáramos la pancarta feminista y por el
contrario, no se reconoció que la agresión la sufrió la subcomisión.
En este sentido pedimos más que apoyo, pedimos complicidad por parte del resto de las
compas que constituyen las diferentes comisiones de esta acampada.
Exigimos que se reconozca y se visibilice la agresión sufrida anoche cuando se arrancó la
pancarta y además se vitoreó el acto y pedimos, que se respalde y se apoye el trabajo que
aquí estamos haciendo.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 28
Si este movimiento que ha defendido la diversidad de opiniones, no es capaz de
reconsiderar el valor del feminismo, entonces, ha fracasado.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 29
SIN FEMINISMO NO HAY REVOLUCIÓN
Manifiesto leído en asamblea general el 21 de mayo
Todas las personas que nos encontramos aquí estamos luchando contra un sistema que nos
oprime.
Las relaciones de poder que nacen y sustentan el patriarcado, son las que hacen funcionar el
sistema capitalista que aquí se está cuestionando.
No se puede luchar contra el capitalismo sin estar en contra del patriarcado.
El patriarcado es un sistema de opresión histórico que sigue vigente y ejerce violencias de
todo tipo sobre las mujeres y el conjunto de la sociedad. Acabar con el exige un cambio
global pero también un cambio en lo individual.
El feminismo no entiende de colores, ni partidos, no es excluyente, sino que es un modo de
lucha social y política, que defiende la igualdad, la corresponsabilidad, que apuesta por la
diversidad sexual, por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos.
Es imprescindible el aporte de las mujeres y del feminismo en todos los procesos de
transformación social.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 30
DESDE LA ASAMBLEA TRANSMARIBOLLOQUEER, REIVINDICAMOS4:
23 de mayo
− Combatimos toda forma de violencia sexista, homofobia, lesbofobia, bifobia y
transfobia en todos los ámbitos: institucionales, laborales, en la educación, en
cárceles y comisarías, a nivel nacional e internacional, porque la violencia
transmaricabollobifóbica sigue estando presente, oculta o visible, en todos los
estratos de la sociedad española y domina en la mayoría de países del mundo;
− Defendemos la eliminación de la transexualidad de los manuales de enfermedades
(DSM-V y CIE-11) en su próxima actualización. Demandamos la eliminación del
requisito de diagnostico de “disforia de género” para el cambio registral de nombre y
sexo, así como el acceso de las personas inmigrantes y de lxs menores al protocolo de
cambio de nombre y sexo. Reclamamos el acceso universal a la salud para las
personas trans desde una perspectiva de libertad, información y autonomía.
Abogamos por el derecho de todas las personas que lo desean a no identificarse ni
como hombre ni como mujer. Consideramos que no debe ser obligatoria la mención
de sexo en los documentos oficiales. Reclamamos la eliminación de los protocolos
médicos de normalización binaria para personas trans e intersexuales (como el test
de la vida real, cirugías de normalización genital, etc.).
− Denunciamos la instrumentalización por parte de los partidos políticos y el mundo
empresarial de ciertas asociaciones y federaciones LGTB, lo que domestica la lucha
política y resulta en una falta de representatividad de diversidad sexual.
− Combatir el estigma de la prostitución y defender el trabajo sexual voluntario como
un trabajo, con el reconocimiento de derechos laborales y sociales para todxs lxs
trabajadorxs que lo deseen, favoreciendo la regularización de las personas migrantes
que se dedican al trabajo sexual; y combatir cualquier forma de abuso, violencia o
explotación laboral asociada a esta forma de trabajo.
− Exigimos que se respete el derecho de las personas a migrar y acogerse al estatus de
asilada por motivos de orientación sexual y de género, eliminando todas las trabas
existentes para ello. Abogamos por la abolición de los CIEs, y denunciamos los abusos
que se producen con las personas transmaricabibollos internadas en los mismos.
− Defendemos el reconocimiento de la pluralidad de formas de relación que exceden el
modelo tradicional de monogamia y familia nuclear. Denunciamos los privilegios
exclusivos del matrimonio en detrimento de otros tipos de relación.
− Reclamamos el derecho a una sexualidad pública que no se articule en términos de
prohibiciones, secretos y tabúes, que no esté condenada al armario de la intimidad, y
que se incorpore como tema de debate en todos los ámbitos de la sociedad.
4
La Asamblea Transmaribollo es un grupo de trabajo en sí mismo que -aunque es independiente- muchas de
las personas participantes también forman parte del grupo de trabajo de feminismos, por lo que está
hermanada. Es por eso que introducimos aquí su manifiesto.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 31
− Demandamos la incorporación en el sistema educativo de una educación sexual
integral plural. Exigimos medidas efectivas para evitar el bullying homofóbico y
transfóbico.
− Denunciamos la mercantilización de las sexualidades no normativas, que son
reconocidas únicamente a través del consumo (capitalismo rosa) y nos posicionamos
como transmaricabollosbiqueer anticapitalistas.
− Exigimos el fin de la financiación pública de cualquier entidad religiosa o política que
desarrolle políticas sexistas, homófobas, lesbófobas, bífobas y tránsfobas. Exigimos la
revocación inmediata de cualquier cargo público que realice declaraciones
transmaricabollobifóbicas e incite al odio.
− Denunciamos la representación tendenciosa y reduccionista que aún siguen haciendo
los medios de comunicación de las sexualidades no normativas.
− Exigimos que se garanticen los derechos reproductivos de las mujeres lesbianas, las
personas solas y las personas trans y que se reconozca el derecho a la familia y al
reconocimiento de la filiación sin requerimiento del matrimonio y al margen de la
biología para todas las personas.
− Reclamamos un abordaje integral de la salud para el tratamiento de la
inmunodeficiencia humana, destacando la necesidad de abrir un debate sobre los
abusos de las farmacéuticas. Reclamamos investigación y prevención considerando la
especificidad de los cuerpos de las mujeres.
− Denunciamos como cuerpos e identidades precarias, la brutalidad del capitalismo,
que intensifica la discriminación expulsando del mercado laboral a las mujeres, las
personas trans, lesbianas, gays, bi, etc.
Animamos a la rebelión a los cuerpos, y a poner nuestros cuerpos y placeres por encima
de la lógica del mercado.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 32
DEMOCRACIA REAL Y DERECHO DE LAS MUJERES A DECIDIR
Texto leído en la asamblea general 25 de mayo de 2011
El establecimiento de la democracia real pasa inexorablemente por respetar el derecho de las
mujeres a decidir sobre su vida y sobre el ejercicio de su maternidad1. Apoyar la democracia
real, y posicionarse en contra del derecho fundamental de las mujeres a decidir sobre su
propio cuerpo es contradictorio en sí mismo.
Es necesario tener presente que cuando la continuación de un embarazo afecta a la salud de
la mujer gestante en su dimensión física, mental o social, la posibilidad de optar por su
interrupción es un ejercicio de los derechos a la libertad, la autonomía y el libre desarrollo de
la personalidad y de la vida de dicha mujer. Posicionarse en contra de este derecho es limitar
el ejercicio de la democracia real para las mujeres. Quienes apoyen una democracia real en la
cual hombres y mujeres tengamos garantizado el ejercicio de nuestros derechos, deberán
apoyar también el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad.
Las diferentes organizaciones feministas hemos venido reclamando desde hace varias
décadas un nuevo enfoque en la regulación y atención a la interrupción voluntaria del
embarazo que ponga en el centro el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.
Algunas de las reivindicaciones y propuestas fundamentales son:
1. Que el aborto deje de estar tipificado como delito regulado dentro del Código Penal,
siempre y cuando no se realice contra la voluntad de la mujer o por imprudencia.
Para ello, debe suprimirse el artículo 1452 del Código Penal vigente.
2. Que se proceda a la modificación de la Ley 41/2002 de Autonomía del Paciente
suprimiendo la IVE del apartado 4 del artículo 93 para reconocer la autonomía en la
decisión de las menores a partir de los 16 años.
3. Que se garantice la equidad territorial y la interrupción voluntaria del embarazo en la
red sanitaria pública. El 97% de los abortos se realizan en el sector privado,
constituyendo la mayor inequidad de nuestro sistema sanitario público.
4. Que se regule la objeción de conciencia del personal sanitario.
5. Que se incluya la formación en IVE en los estudios de medicina, enfermería y otras
profesiones socio-sanitarias, desarrollando acciones formativas que, desde el enfoque
de género capaciten para su práctica tanto quirúrgica como farmacológica.
6. Que la anticoncepción tenga el mismo tratamiento financiado que otros productos de
farmacia y parafarmacia dentro del sistema sanitario.
7. Que se imparta educación e información en salud sexual y reproductiva de manera
obligatoria y trasversal desde un punto de vista holístico y de género, reconociendo
así el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, el derecho a una sexualidad
independiente de la reproducción, el cuestionamiento de la maternidad como
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 33
destino o como identidad de las mujeres, y el derecho al disfrute de la sexualidad
desde las diferentes opciones sexuales e identidades de género.
Por último, recordar que aquellas acciones que fuerzan a las mujeres a adoptar
comportamientos en su vida reproductiva contra su voluntad, violan el derecho a la dignidad
de las mismas. Entre ellas se encuentran la maternidad no deseada, la imposición de la
continuación de un embarazo que amenaza su salud, el embarazo forzado, y la interrupción o
la continuación forzada del mismo. En consecuencia, cualquier Estado, institución, grupo,
movimiento o persona que directamente o por omisión evite garantizar los derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres, estará violando a su vez los derechos humanos de
las mujeres.
Sin mujeres no es democracia
1 Los derechos sexuales y reproductivos quedan incluidos dentro de los derechos humanos en
la Conferencia de El Cairo sobre Población y Desarrollo en 1994, decisión que se ratifica en la
IV Conferencia Mundial sobre las Mujeres de Beijing en 1995 y posteriormente en la
Resolución 1607(2008) del Consejo de Europa
2 145.1. El que produzca el aborto de una mujer, con su consentimiento, […]. 145.2. La mujer
que produjere su aborto […]
3 Artículo 9. Límites del consentimiento informado y consentimiento por representación
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 34
EL EURO O LA VIDA
19 de junio
El Pacto por el euro que va a ratificarse el próximo 27 de junio es un gravísimo ataque
directo a:
1. Las condiciones de vida de la población, en beneficio de unos pocos propietarios de
grandes empresas y bancos, donde los hombres están sobrerepresentados.
2. Los derechos laborales y sociales, lo que afecta de manera especialmente negativa a
las mujeres, con una posición de partida más vulnerable en el mercado laboral.
3. Los servicios y prestaciones públicos, impactando de modo aún más grave a las
mujeres, porque estos servicios y prestaciones:
a. Permiten un acceso a toda la población, redistribuyendo la riqueza y
disminuyendo desigualdades.
b. Son la forma de asumir los cuidados como una responsabilidad colectiva. Por
eso su reducción implica que esa responsabilidad se traslada al trabajo no
remunerado de las mujeres en las casas.
c. Son el ámbito que proporciona empleo para las mujeres en condiciones de
menor discriminación en comparación con el sector privado.
4. La democracia política y económica: el Pacto supone una pérdida de soberanía y una
concentración del poder económico. Hace aún más remota la ya de por sí escasa
participación de las mujeres en la toma de decisiones.
Lo que plantea el Pacto NO es nuevo. Es una vuelta de tuerca más a nuestra ya crítica
situación, PORQUE:
• Es un paso más en la consolidación de un sistema económico perverso que pone a las
personas al servicio de los grandes capitales. Sistema que se sostiene sobre la
división sexual del trabajo y del doble trabajo de las mujeres, dentro y fuera de las
casas.
• No resolverá la crisis, sino que la agravará. Es en los hogares donde se absorbe, paga
y “resuelve” la crisis, recayendo injustamente en las mujeres, quienes hacen magia
para sacar la casa adelante.
• Va a implicar una dura pérdida de autonomía vital para nosotras y va a multiplicar
las desigualdades sociales. Va a agravar las condiciones de precariedad en la vida,
suponiendo el paso directo a situaciones de exclusión para muchas personas,
especialmente madres solas, mujeres migrantes, jóvenes o ancianas.
No es nuevo. En los años 80 y 90 se impusieron y aplicaron las mismas medidas neoliberales
en América Latina; los resultados ya los conocemos. Europa nunca fue, y con este Pacto,
ahora es menos que nunca el referente en derechos y libertades que se pretende.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 35
Sabemos que para enfrentar este nuevo ataque debemos dejar de mirarnos el ombligo y
aprender de nuestras compañeras no europeas. Al igual que hemos aprendido de las del
Magreb y así hemos convertido Sol en nuestra plaza Tahrir propia.
DEMOS LA VUELTA AL SISTEMA
PARA DEJAR DE SOBREVIVIR Y EMPEZAR A VIVIR
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 36
A todos los vecinos, a todos los hombres, a todos los muchachos, a todos los ancianos, a
todos los niños, a todos los…INDIGNADOS CONTRA EL MACHISMO5
1 de julio
DE DÓNDE VENIMOS:
Este grupo surge alrededor de la Puerta del Sol, dentro del 15-M, dentro de la Carpa de
Feminismos. Empezamos con un pequeño taller y parece que ya somos un grupo, un grupo
pequeño y diverso.
Desde hace siglos las mujeres están cambiando su relación con el mundo y consigo mismas,
produciendo cambios sociales y modificando su lugar en el mundo. Es una lucha dirigida a la
transformación de las relaciones sociales, económicas y políticas tradicionales, una de las
luchas más revolucionarias del pasado siglo.
POR QUÉ:
Esta situación se acompaña de un llamado a los varones, un cuestionamiento a nosotros
mismos, a nuestra posición social, a la realidad económica y política. Necesitamos romper el
silencio y desarrollar un análisis crítico de nuestras actitudes, valores y comportamientos;
entender mejor las fuerzas condicionantes que nos socializan, desde muy niños y aunque no
nos guste, en una ideología machista y en unas relaciones de dominio y maltrato. Dominio y
maltrato hacia las mujeres, pero también hacia lesbianas, transexuales, maricas, hombres
heteros y muchos más cuerpos y sexualidades sin identificar.
PARA QUÉ:
Se trata de asumir el reto y darnos cuenta de que no es imposible cambiar y avanzar hacia
unas relaciones y prácticas más justas y sanas, con las mujeres, lesbianas, transexuales,
maricas, hombres heteros y con nosotros mismos. Se trata de avanzar hacia una sociedad
justa e igualitaria tal y como el 15-M lo está planteando. Por tanto, nacemos con la intención
de mantener un trabajo de reflexión y autocrítica personal y colectivo compaginándolo con
acciones hacia fuera.
Es evidente que los hombres somos una
parte esencial del problema, por lo tanto,
también somos una parte esencial de la
solución.
CUÁNDO NOS REUNIMOS Y DONDE
ESTAMOS: los viernes a las 20h en el Patio
Maravillas
(C/ Pez 21).
5
Texto elaborado por el subgrupo de trabajo sobre micromachismos.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 37
COMUNICADO RESPECTO A LA PRESENCIA DE “ACAMPADOS POR LA VIDA” EN LA PUERTA
DEL SOL
6 de julio
Las personas que participamos en Acampada Sol tenemos un profundo respeto por las
libertades y derechos individuales.
Recordamos que quienes participamos en Acampada Sol lo hacemos a título individual y no
representando a partidos u organizaciones. Además, sólo apoyamos iniciativas que hayan
sido consensuadas por la Asamblea General (AGSol) o por los grupos de trabajo o comisiones
reconocidas por ella. También, cabe recordar que esta asamblea decidió levantar la
acampada en Sol, cosa que ocurrió el pasado 12 de junio.
Por tanto, es lógico que la iniciativa “Acampados por la vida” no esté amparada por
Acampada Sol ya que no ha sido consensuada en ningún espacio de debate y parte de la
organización Derecho a Vivir. Esta organización, vinculada al grupo Hazte Oír [1], ha
manifestado reiteradamente posturas sexistas, homófobas e irrespetuosas con las libertades
individuales, en clara contradicción con el sentir general del movimiento 15M. Queremos
avanzar en los derechos de las personas, no en recortarlos.
En este sentido, el grupo de Feminismos de Acampada Sol abrió el debate en la Asamblea
General hace más de un mes. Este grupo está trabajando en defender el derecho a abortar
de forma libre, segura y gratuita. Siguiendo esta línea, convoca un taller para realizar una
lectura crítica de la ley del aborto actual, a celebrar el próximo lunes 11 de julio en la Puerta
del Sol (los detalles se confirmarán en http://madrid.tomalaplaza.net).
Los grupos de trabajo y comisiones abajo firmantes queremos reiterar una vez más nuestra
disposición al diálogo y la búsqueda de consensos colectivos. Asimismo, pedimos respeto
por el proceso horizontal y asambleario que numerosas personas están desarrollando desde
el 15 de mayo y mostramos nuestro rechazo a iniciativas excluyentes e intolerantes.
Rechazamos cualquier intento unilateral de “Acampados por la vida” de capitalizar el
movimiento 15M y seguiremos trabajando de forma abierta, plural y respetuosa, como lo
hemos venido haciendo hasta ahora.
Grupos de trabajo y comisiones de Acampada Sol que firman este comunicado:
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Análisis
Archivo (sección físico)
Biblioteca
Comunicación
Difusión en Red
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 38
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Extensión Estatal
Extensión Internacional
Feminismos
Gestión de punto InfoSol (comisiones de Información, Propuestas y Participantes)
Intérpretes en Lengua de Signos
Legal
Grupo de Trabajo Transmaricabollo
Este comunicado se está llevando a asambleas de comisiones y grupos de trabajo. Si tu
asamblea ha decidido firmarlo, manda un mail a feminismos.acampadasol@tomalaplaza.net.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 39
ATENCIÓN: ZONA DE PELIGRO. INTENTAN DECIDIR POR TI.
Manifiesto leído en la acción contra la “acampada antiabortista” del 9 de julio
Estamos realizando esta acción directa no violenta para visibilizar la violencia que ejercen los
discursos que niegan el derecho a decidir bajo el oscuro paraguas “derecho a la vida”.
Delimitar como “zona de peligro” el espacio de “Acampada pro vida” tiene como objetivo
denunciar la forma en que intentan quitarnos nuestro derecho a decidir sobre nuestras
propias vidas y nuestros propios cuerpos. De nuevo son los cuerpos de personas
identificadas como mujeres los que buscan ser controlados y criminalizados por otros. Esta
injerencia en la libertad sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas es un verdadero peligro
para todas las personas.
Queremos dejar claro que a nadie se le obliga a interrumpir voluntariamente su embarazo.
De hecho, que a alguien se le obligue a abortar es un crimen que nosotras condenamos
rotundamente. Defendemos radicalmente el derecho a ejercer una maternidad libre,
independientemente de la clase, el origen étnico o racial, la opción sexual, la identidad de
género o la diversidad funcional de las personas. Se plantea una contradicción cuando se
quiere obligar a determinadas personas a desarrollar una maternidad no deseada y se niega
a otras el deseo a la maternidad/paternidad. Es decir, el derecho a adoptar y el acceso a
tratamientos públicos de reproducción asistida por parte de personas y parejas lesbianas,
gays y trans.
Cuando se afirma que se defiende la vida, ¿de qué vidas estamos hablando? ¿Qué
deberíamos hacer entonces? ¿Guardar nuestros óvulos, nuestra sangre menstrual y el
semen para preservar “la vida”? Hablar por embriones y fetos frente a las mujeres
embarazadas reclama los supuestos derechos de una “vida potencial” negando los derechos
de las mujeres aquí y ahora. Se habla del trauma de las mujeres embarazadas que abortan, y
¿del trauma de una maternidad no deseada tanto para las madres como para sus hijxs?
En nuestra sociedades el peso de la maternidad y del cuidado continúa recayendo
principalmente en las mujeres. La maternidad aparece como carga y como responsabilidad.
Vivimos en una sociedad desigual donde la negociación del uso del condón en las relaciones
sexuales heterosexuales continúa siendo un problema para las mujeres. No hay suficientes
esfuerzos para garantizar una educación sexual que reconozca la libertad, el derecho al
disfrute del propio cuerpo, el respeto y la diversidad en todos sus términos.
NOSOTRAS ESTAMOS POR EL DERECHO A LA VIDA. PERO UNA VIDA CON DERECHOS. POR EL
DERECHO A NUESTRAS PROPIAS VIDAS Y A NUESTROS PROPIOS CUERPOS. POR EL DERECHO
A DECIDIR. POR EL DERECHO A UNA MATERNIDAD LIBRE.
POR EL DERECHO AL ABORTO LIBRE, SEGURO Y GRATUITO.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 40
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 41
INTERACCIÓN CON LA ACAMPADA
EL FEMINISMO SÍ/NO ES
El FEMINISMO SÍ ES…
1. Una lucha que incluye a todas las personas
2. Una lucha contra el patriarcado
3. Una lucha que nos beneficia a tod*s
4. Un movimiento político-social que busca la ruptura de las normas de género
5. Lucha por el empoderamiento de las mujeres
6. Lucha por romper los modelos patriarcales de relaciones afectivo-sexuales
7. Lucha contra el espejismo de que la igualdad ya está lograda
8. Lucha por el derecho al propio cuerpo
9. Lucha por el aborto libre, seguro y gratuíto
10. Lucha por la igualdad laboral (remuneración, oportunidades9
11. Lucha por el derecho a cuidar y a no cuidar
12. Lucha contra la violencia contra los cuerpos leídos como mujeres.
QUÉ NO ES EL FEMINISMO…
1. No es lo contrario del machismo
2. No es una lucha contra el hombre
3. No es una lucha sólo de mujeres
4. No es un movimiento excluyente
5. No es un invento nuevo, tiene más de 150 años de historia
6. No es una moda ni una tendencia
7. No es una lucha de mujeres frustradas
8. No es represión, es liberación.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 42
Cartel con el que adornábamos las Asambleas Generales para reivindicar un lenguaje que
nos incluya a tod*s.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 43
COMUNICADO DE RESPUESTA A LA PROPUESTA DE CAMBIO DE NOMBRE: EN VEZ DE
COMISIÓN DE FEMINISMOS, COMISIÓN DE IGUALDAD REAL
Leído en Asamblea General el 24 de mayo.
Hemos recogido la propuesta del cambio de nombre de esta comisión con la disposición de
seguir creando un común que creemos que es el espíritu de esta acampada. Nos gustaría, y
nos parece muy necesario, que de la misma manera todas las personas que forman esta
asamblea tuvieran la misma disposición para entender el sentido de las palabras que
utilizamos y las cosas que hacemos.
¿Qué queremos decir con Igualdad Real?
Se nos intenta convencer de que hemos alcanzado una igualdad entre los géneros. Esto no
es más que una estrategia del Patriarcado con la que se disfraza la desigualdad estructural
aún existente.
El término "Feminismos" engloba la convivencia con las diferencias, las identidades, etc. No
somos uniformes.
¿Qué pasaría si, por ejemplo, Inmigración se llamara Igualdad? Se invisibilizarían las
diferencias y las razones de las migraciones (injusticia social, desigualdad norte-sur, etc.).
Si no se ha cuestionado el nombre de ninguna otra comisión en la Asamblea General, ¿por
qué si el de ésta?
Por estos motivos nos parece fundamental mantener el nombre de la Comisión de
Feminismos ya que hace referencia a todas aquellas
identidades sexuales sometidas por este sistema
(mujeres, gays, lesbianas, trans, intersex, etc.) así
como todas las opresiones que se cruzan con ellas
(clase, etnia, raza, diversidad funcional, etc.).
Os invitamos a pasar por la Carpa de Feminismos ya
que todas las personas tenemos cabida en ella.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 44
MICROMACHISMOS EN LAS ASAMBLEAS
11 de junio
Aunque son actitudes típicamente masculinas, no son únicamente llevadas a cabo por los
hombres, también las mujeres adoptan actitudes masculinas y micromachismos para
desenvolverse en espacio de poder y tomas de decisiones como son las asambleas.
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Utilización de lenguaje sexista/racista/homofobo
Utilización del femenino combinado e incluso el femenino único pero después se
emplean expresiones como: macho, chaval, hijodeputa, cojonudo, de puta madre,
coñazo, por mis huevos, etc.
Uso expansivo del espacio por parte de los varones
Uso expansivo del turno de palabra por parte de los varones
Tono de mitin a la hora de exponer su argumentación.
Atribución de las ideas a los varones, aunque la original sea de una mujer y la repita
un hombre, la autoría sistemáticamente es de un hombre.
Concesión de autoridad moral, intelectual o de experiencia automática a los varones
Escaso respeto del turno de palabra de las mujeres o de los hombres no machos alfa:
es el momento de mirar el móvil, de ir al servicio o de hablar con el compa.
Alzamiento de voz por parte de los hombres para dar peso al discurso.
Dejar los temas traídos por las mujeres para el final de la agenda o del orden del día
(cuando o no se llega o el cansancio impide la discusión)
Por parte de las mujeres:
Estas son actitudes bien consecuencia, bien determinadas por, pero que influyen en la
perpetuación de los micromachismos. Las mujeres están frecuentemente desempoderadas
en las asambleas.
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Pedir excusas antes de comenzar a hablar
Excesivo miedo escénico
Recalcar una y otra vez: es mi opinión,
como quitando peso a su argumentación
Escasa determinación a la hora de
expresar sus ideas: tono de voz,
comunicación no verbal, búsqueda de
apoyos y de refuerzo, no reivindicación
de sus ideas.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 45
DEJAMOS DE DORMIR EN SOL PERO SEGUIMOS VINCULADAS AL MOVIMIENTO
Texto leído por la Comisión de Feminismos en la asamblea general de Acampada Sol
el jueves 2 de junio.
Desde la Comisión de Feminismos hemos tomado una decisión, desde la responsabilidad,
sinceridad y sentimiento de pertenencia a Sol, y os lo queremos comunicar.
Llevamos días empleando nuestro tiempo en hablar del funcionamiento del Campamento,
invirtiendo fuerza, ganas y energía en logística y seguridad, y eso nos ha llevado a un
bloqueo que imposibilita desarrollar políticas que tengan un efecto real (acciones, talleres,
debates, ampliar redes, etc.) y estas son las cosas que nos trajeron aquí en su momento.
Las noches aquí en Sol implican tensión, miedo, no descansar, tener que lidiar con todo tipo
de situaciones violentas y desagradables. Después de dos semanas de acampada, el
cansancio y la falta de herramientas nos llevan a utilizar unas dinámicas de respuesta de las
que no queremos seguir siendo partícipes.
Con esto no queremos desvalorar el trabajo que hacemos todas las personas en el
Campamento de Sol, pero nosotrxs queremos trabajar de otra forma.
Hemos recibido noticias y hemos comprobado en nuestra piel que están existiendo
agresiones sexuales, sexistas y homófobas. Entendemos por agresión: intimidaciones
sexuales, tocamientos, miradas, gestos, desautorización y abusos de poder, insultos y
agresiones físicas, contactos sexuales -y no sexuales- no consentidos, actitudes paternalistas.
Estas agresiones no se están visibilizando ni hay conciencia común de que solucionarlas
(reparar las ocurridas e impedir que ocurran otras) es responsabilidad de todas y todos y una
tarea política fundamental.
La determinación que hemos tomado ante esto es:
− No nos quedamos a dormir como Comisión de Feminismos en Sol a partir de este día,
lo que no impide que nos quedemos a título individual.
− Seguimos en las calles, en los barrios y en Sol.
− No queremos romper nuestra vinculación con el movimiento social que estamos
creando en Sol y en los barrios. Seguimos haciendo nuestro trabajo como Comisión
de Feminismos igual que hasta ahora, gracias a la telaraña de afectos, análisis, lucha
común, difusión, etc. que de hecho ya existe.
− Estaremos aquí de cara a un desalojo tanto a nivel individual como Comisión de
Feminismos. Asumimos como Comisión las consecuencias que puedan llevar la
acampada, tanto las positivas como las negativas. No nos desvinculamos.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 46
Queremos terminar este texto manifestando también el subidón que supone esta lucha
común, el enriquecimiento entre Comisiones, la toma de conciencia y de la calle, las
muestras de solidaridad y empatía de la gente de fuera de la Acampada que son también
personas indignadas y comprometidas.
La Lucha Sigue. Os queremos.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 47
COMUNICADO SOBRE LAS AGRESIONES SEXUALES EN ACAMPADASOL
3 de junio
Desde de la Comisión de Feminismos queremos aclarar lo ocurrido en las últimas horas en
torno a la mala interpretación por parte de los medios y de la opinión pública del
comunicado emitido en la Asamblea General de ayer6.
Queremos dejar patente que no hemos tenido
constancia de que se haya producido una violación
en los términos en los que lo entiende el sistema,
sin embargo hemos sido testigos de
intimidaciones, tocamientos, vejaciones, insultos,
desautorizaciones, abusos de poder y actitudes
paternalistas. Esto es algo que no es un hecho
exclusivo de la Puerta del Sol, sino que es un
reflejo de la sociedad en que vivimos, ejemplo de
ello es el asesinato de 5 mujeres por violencia
machista en el Estado Español sólo en esta
semana. En ningún momento hemos mencionado
que los hechos denunciados en el comunicado de
ayer se hayan dado por parte de las personas
acampadas pertenecientes al Movimiento 15 M. La
comisión mencionó los hechos en la Asamblea
General de ayer porque consideramos que
esconder lo acontecido en beneficio de la imagen pública de la Acampada Sol supone
invisibilizar y reproducir la violencia contra las mujeres. Consideramos imprescindible
denunciar cualquier forma de violencia y creemos que es una lucha común de la Acampada y
el Movimiento 15M. La respuesta a estas agresiones se vehiculizará de la manera que las
personas afectadas consideren oportuno.
Queremos denunciar públicamente la instrumentalización de este hecho por parte de los
medios y de las personas contrarias al movimiento 15M. Recordamos que pertenecemos a la
Acampada Sol y al Movimiento 15 M desde el primer momento y que permaneceremos
hasta el final.
Agradecemos las muestras de solidaridad mostradas.
6
Respecto al comunicado DEJAMOS DE DORMIR EN SOL PERO SEGUIMOS VINCULADAS AL MOVIMIENTO
(pág 46 de este dossier).
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 48
PARTICIPACIÓN PARA EL DEBATE DEL ESTADO DE LA NACIÓN: BLOQUE DE ECONOMÍA
29 de junio
Las políticas neoliberales que sustentan los beneficios de los grandes lobbies económicos a
nivel mundial, perpetúan las desigualdades socioeconómicas.
Otra vez más la Unión Europea toma medidas a espaldas de las personas con la ratificación
del “Pacto del Euro” que menoscaban los derechos y la calidad de vida, viéndose más
afectadas aquellas personas en situación de mayor vulnerabilidad, entre las que se
encuentran, por el orden social establecido, las mujeres.
Dentro de las gravísimas consecuencias vamos a numerar cuatro de ellas que atañen
directamente a las mujeres:
1. La sobre-representación masculina en las grandes empresas, lo que repercute
directamente en la visión del mundo, donde el centro son los beneficios y no importa
de donde provengan. Un ejemplo podría ser las numerosas intervenciones militares a
otros países por los recursos naturales.
2. La disminución y desigualdad de los derechos laborales y sociales como por ejemplo a
mismo trabajo menor salario, despidos injustos por embarazo, dificultades en la
promoción laboral, menor flexibilidad a la hora de la contratación, entre otras.
3. Los servicios y prestaciones públicas que tiene su eje en los derechos sociales y que
deberían tener como objetivo la redistribución de la riqueza y la disminución de las
desigualdades.
Queríamos destacar que la sociedad debería asumir los cuidados como una
responsabilidad colectiva. Los recortes sociales han hecho que el pequeño avance
que se había conseguido en el Estado Español, entre otros, con la llamada “ley de
dependencia” perpetúen la falta de ayuda al rol de cuidadora mayoritariamente
ejercido por las mujeres.
Y aquí, queremos destacar el apoyo a la lucha de las mujeres migrantes que se
encuentran dentro del servicio de ayuda a domicilio de los diferentes municipios, que
intentan conseguir un convenio laboral digno. En mayo fueron nuestras compañeras
de Madrid y ahora son las de Móstoles.
Otra de las cuestiones importantes en cuanto a los recortes de los derechos sociales
es que este va a repercutir en el 80% de las demandantes de los servicios sociales que
son mujeres.
4. La democracia actual que ya hacía difícil la participación de las personas y en
concreto de las mujeres en la toma de decisiones, se ve reducida al absurdo por la
sumisión absoluta de las directrices de las multinacionales.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 49
Es un paso más en la consolidación de un sistema económico perverso que pone a las
personas al servicio de los grandes capitales. Sistema que se aprovecha de la división sexual
del trabajo y de la doble presencia de las mujeres, dentro y fuera de las casas.
Todas estas medidas no resolverán la crisis, sino que la agravará. Es en los hogares donde se
absorbe, para y “resuelve” la crisis, recayendo injustamente en las mujeres de quienes se
supone que tienen que hacer magia para sacar a las familias adelante.
Estas medidas van a implicar una dura perdida de la autonomía vital para nosotras y van a
multiplicar las desigualdades sociales. Van a agravar las condiciones de precariedad en la
vida, suponiendo el paso directo a situaciones de exclusión para muchas personas,
especialmente: madres solas, mujeres migrantes, jóvenes o ancianas.
Un ejemplo de ello son la multitud de familias que retornan al hogar de sus madres o
abuelas para sobrevivir con unas pensiones raquíticas, debido al no reconocimiento del
cuidado como algo que se debe retribuir. Hablamos, entre otras, de pensiones no
contributivas que están en torno a los 360 o 400€ mensuales, por debajo del salario mínimo
interprofesional.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 50
PARTICIPACIÓN EN EL DEBATE DEL ESTADO DE LA NACIÓN: BLOQUE DE CIUDADANÍA
30 de junio
La comisión de feminismos comparte las mismas reivindicaciones que el resto del
movimiento, especialmente reclamando poner a las personas y su bienestar en el centro y
desplazar a los mercados.
También “queremos propiciar el debate y el pensamientos críticos” y combatir “con
determinación el pensamiento monolítico que persigue laminar cualquier atisbo de
discrepancia, y defendemos la creación intelectual que cuestiona los modelos sociales y
económicos actuales y persevera en la búsqueda de alternativas justas y sostenibles”.
Desde luego, nuestras reflexiones quieren contribuir a alimentar el necesario debate,
exponiendo nuestras aportaciones a la crítica enriquecedora de todos y todas.
Por ello, entre nuestras propuestas están por ejemplo:
- El incorporar el enfoque feminista y de género en la educación, en las políticas
económicas, en los servicios públicos, en la creación de otro modelo de ciudad y en las
políticas laborales y ambientales para salir de la crisis.
- Proponemos, asimismo, llevar a la práctica el concepto de salud de la organización
mundial de la salud, esto es, el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de enfermedades.
Pero también vamos más allá, estamos trabajando por incorporar la perspectiva de género
en las propuestas lanzadas por otras comisiones del movimiento. Por ejemplo en las
propuestas de política, educación y salud hemos matizado:
1) la importancia de incorporar la educación en salud sexual y reproductiva de manera
obligatoria y transversal incluyendo todos los puntos de vista, reconociendo así el
derecho a decidir sobre el propio cuerpo, el derecho a una sexualidad independiente de
la reproducción, el cuestionamiento de la maternidad como destino o como identidad
de las mujeres y el derecho al disfrute del deseo y la sexualidad desde las diferentes
opciones sexuales e identidades de género.
2) La necesidad de una redistribución social de los cuidados: que implique la
corresponsabilidad en el hogar entre todas las personas (hombres y mujeres) y la
corresponsabilidad social del estado y las empresas.
3) La urgencia de destinar mayor presupuesto a la prevención de enfermedades que
afectan especialmente a las mujeres (como, por ejemplo, el papiloma humano) y no
tanto al tratamiento de la enfermedad (la vacuna solo cubre cuatro serotipos).
4) La importancia de retirar el IVA de productos como tampones, compresas y pañales,
considerados “productos de lujo” –gravados con el 18% de IVA- en lugar de “productos
de primera necesidad” –gravados con el 4%-.
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 51
Por otro lado, no renunciamos a añadir otras reivindicaciones que entendemos
fundamentales para la construcción de una democracia real, para que todas las personas
estemos en igualdad de condiciones para elegir el mundo que queremos construir. Por eso
reclamamos:
•
Introducir una perspectiva transversal que incluya todas las identidades de género,
más allá del sistema binario, tanto en la educación formal como informal. El sistema
binario hace referencia al modelo normativo vigente que pinta en rosa o azul nuestras
vidas, limitando nuestra expresión de género a posiciones reconocibles de hombre o
mujer, entendidas como inmutables, exclusivas y excluyentes.
•
La despatologización de las identidades trans, esto es, que la transexualidad deje de
ser concebida como una enfermedad, como un estado patológico.
•
Reclamamos igualmente, la desmedicalización de los cuerpos intersexuales,
defendiendo el derecho de dichas personas a disfrutar y decidir su propia identidad
sexual/de género sin que sea el personal médico quien tenga la última palabra para
determinar su asignación sexual (que no les operen al nacer, ni les hormonen).
Por eso desde un principio cuando coordinación interna nos planteó que debatieramos
sobre la necesidad de tener unas propuestas de mínimos, nuestras principales reflexiones
fueron que:
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-
En lugar de hablar de mínimos, sería más acertado hablar de niveles de urgencia. Esto
nos permite organizar el trabajo con distintos horizontes de futuro (objetivos más
inmediatos por un lado, y propuestas a más largo plazo que se irían discutiendo en las
asambleas de barrios y/o comisiones, por otro). Porque además de abordar
inmediatamente la perdida de derechos y calidad de vida que se nos viene encima,
todavía tenemos leyes y políticas injustas, que tienen que ser revisadas a medio y largo
plazo.
De cualquier modo, el “mínimo” establecido por la comisión de feminismos sería: que
los “mínimos” (esos objetivos más inmediatos) aprobados por la asamblea general
incorporen SIEMPRE una perspectiva feminista y de género en su redacción y
argumentación, esto es, que tengan en cuenta que las posiciones de partida no son las
mismas y que es necesario comenzar a pensar desde las posiciones más vulnerables con
una mirada inclusiva: mujeres, personas inmigrantes, con discapacidad, trans, con
sexualidades no normativas, ancianas, jóvenes, etc.
Todos estos planteamientos, requerimientos y necesidades entroncan con una tradición de
lucha que desde los distintos feminismos se viene desarrollando hace tiempo. Seguimos en
ese camino y en esa lucha. Y es sólo a través de la lucha política que los cambios sociales se
producen y transforman lo cotidiano. Son muchos los ejemplos, pero quizá el más reciente
tiene que ver con la inclusión en el régimen general de la seguridad social a los y las
trabajadores/as domésticos/as. En realidad, deberíamos hablar aquí en femenino:
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 52
trabajadoras domésticas, y en muchos casos mujeres migrantes. La cuestión del cuidado y su
organización en el espacio transnacional es una urgencia: son muchas las mujeres migrantes
las que “resuelven” cotidianamente la cuestión de la conciliación de la vida familiar y laboral
desplazando el conflicto de género de los hogares blancos acomodados a una relación de
explotación donde otra vez mujeres, esta vez migrantes, recogen el peso de los cuidados.
Tenemos que felicitarnos por la inclusión del trabajo doméstico en el régimen general de la
seguridad social. Pero, como vemos, queda mucho por hacer y seguimos en la lucha
Sabemos que no siempre se nos ha entendido, por ello en ocasiones hemos visto actitudes
defensivas frente al feminismo, pero desde la comisión de feminismos estamos haciendo un
gran esfuerzo pedagógico, intentando concretar y argumentar nuestras propuestas, porque
también son importantes, por ejemplo en cuestiones como el aborto, la prostitución, la
maternidad, y la violencia estructural contra las mujeres, etc.
Os invitamos a consultar nuestras propuestas más en detalle en las actas colgadas en la web
de toma la plaza y os invitamos a desarrollar y ampliar su contenido participando en las
asambleas que seguimos haciendo en las plazas (La próxima es el martes 5 de julio a las 20
horas en la Pza. de las Descalzas)
¡DEMOS LA VUELTA AL SISTEMA PARA DEJAR DE SOBREVIVIR Y EMPEZAR A VIVIR!
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 53
MÁS CARTELERÍA
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 54
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 55
Dossier de la Comisión de Feminismos de Sol 56
Conversaciones con las Corralas de Sevilla
Elkarrizketak Sevillako Corralekin
MARÍA YANES MARTÍN
AGUAS SANTAS QUERO REYES
CORRALA DE VECINAS
LA UTOPÍA
NUESTRAS RAZONES
En torno a una veintena de familias nos hemos realojado en un edificio vacío ubicado en la
Avenida de las Juventudes Musicales para instalar en él nuestros hogares. La crisis nos ha
dejado sin recursos y sin vivienda y no estamos dispuestas a quedarnos al raso.
No ha sido fácil dar el paso, pero después de mucho pensarlo, viendo que por toda España la
gente se rebela, animada por el movimiento 15M y sin recibir soluciones de los gobernantes,
hemos decidido que no podemos quedarnos en la calle mientras miles de viviendas se
encuentran vacías.
En el último año en España se han llevado a cabo más de 60.000 desahucios (más de 3.000 en
Sevilla), mientras que más de 3.000.000 de casas permanecen vacías. No faltan viviendas,
falta justicia.
El edificio en el que nos realojamos se terminó de construir en 2010 y desde entonces se
encuentra vacío y sin visos de que, en el actual contexto de crisis económica, sus viviendas
vayan a salir a la venta..
Queremos que esta acción nos permita visualizar este terrible problema. Esto es una
alternativa a nuestra situación de emergencia social. Llamamos a los poderes públicos a
negociar con nosotras la forma de regularizar nuestra situación. Creemos que con ayuda
pública es posible dar solución al problema de la vivienda, dialogando y buscando soluciones
que eviten que más familias vivan este drama social.
Llamamos al Defensor del Pueblo a que medie entre las partes afectadas para la solución de
este problema.
Confiamos en que jueces y fiscales protejan nuestro derecho a una vivienda digna y
promuevan con sus actuaciones la función social de la propiedad, tal y como recuerda el
artículo 47 de la Constitución, que establece que los ciudadanos y ciudadanas “tienen derecho
a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las
condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho,
regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la
especulación”.
Y lo más importante: llamamos a la ciudadanía a que nos apoye y acompañe, y a las miles de
personas sin vivienda a que no se resignen, dejen atrás el miedo y la vergüenza y sigan
nuestro ejemplo, organizándose, buscando una solución a sus problemas, y ocupando las
miles de viviendas vacías que existen en nuestro país.
Miles de casas sin gente esperan a miles de gente sin casa.
Corrala de Vecinas La Utopía
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