E N T O R N O I N T La competitividad de las empresas españolas y el sector exterior E R N A C I O N A L 1. La evolución del sector exterior español Hablar de la evolución del sector exterior significa poner en perspectiva la importante internacionalización experimentada por nuestra economía en los últimos años. En efecto, nuestro grado de apertura ha pasado del 33% de nuestro Producto Interior Bruto en 1990 al 66,9% en 2004, por delante de países como Francia, Gran Bretaña e Italia. El peso internacional de España se comprueba también en el ámbito de la inversión exterior. Si en 1980 el stock acumulado de inversión española directa en el exterior ni siquiera alcanzaba el 1% del PIB, en 2004 rozaba el 35%, consolidándose nuestro país como inversor neto (1). Esta mayor apertura nos vincula más a los ciclos internacionales. También significa que el sector exterior tiene una mayor capacidad de aportar o restar crecimiento a la economía, y que ello dependerá tanto de nuestra habilidad de penetrar en mercados extranjeros como del momento del ciclo económico en que se encuentren nuestros principales socios comerciales. Pero un mayor grado de apertura significa también que nuestro mercado nacional está abierto a la competencia. Y, por ello, en épocas de expansión de nuestra economía y de estancamiento en los mercados hacia donde se dirige nuestra exportación se produce un mayor deterioro en el saldo exterior. De hecho, el sector exterior español ha experimentado un creciente deterioro, siendo especialmente negativa la evolución durante los dos últimos años. En los tres primeros trimestres de 2005, el déficit por cuenta corriente se situó en el 5,2% del PIB (2), no existiendo indicios claros de que la corrección de estos elevados niveles se encuentre cercana. Esta negativa evolución del sector exterior español viene explicada tanto por motivos puramente coyunturales como por otros de carácter estructural. Desde el punto de vista coyuntural, el mismo diferencial de crecimiento que ha permitido a la economía española una convergencia real con el resto de los países de la Unión Económica y Monetaria (UEM) ha contribuido de forma notable al deterioro del saldo exterior. Este hecho se explica por la composición de las exportaciones españolas, dirigidas en un 59% a la UEM, así como por las diferencias en los patrones de crecimiento entre España y el resto de países de la zona euro: el fuerte crecimiento español ha venido impulsado por la demanda interna mientras que el débil crecimiento de la UEM venía caracterizado por un sector exterior más dinámico y una demanda interna deprimida. Ángel Martín Acebes Vicepresidente ejecutivo del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) 57 E N T O R N O I N T E R N A C I O N A L diferencial en el crecimiento de los precios no haya supuesto inicialmente una pérdida de cuota de mercado, gracias en parte a la reducción de los precios de las exportaciones con cargo a los márgenes de las empresas exportadoras que ha tenido lugar en los dos últimos años. El crecimiento de las exportaciones en los años 2004 y 2005 (enero-octubre) ha sido del 6,3 y 4,4%, respectivamente (5). Pero donde el diferencial de precios sí ha influido ha sido en el crecimiento espectacular de las importaciones, cuya tasa de crecimiento interanual superó los dos dígitos en ambos períodos, lo que ha significado para algunos sectores productivos una pérdida de cuota del mercado doméstico. En el corto plazo, el mantenimiento de estos elevados niveles de déficit, que hasta hace poco parecían impensables, parece que no va a suponer un obstáculo para el crecimiento de la economía española. El hecho de pertenecer a la UEM y, por lo tanto, tener una moneda única con los países de la zona euro y depender nuestro tipo de interés del Banco Central Europeo, van a impedir que el desequilibrio del sector exterior requiera de una brusca corrección derivada de una crisis de la balanza de pagos. Además, la financiación de este déficit no supone un problema a corto plazo ya que viene respaldado, por una parte, por las inversiones extranjeras en España, fundamentalmente las inversiones en cartera, en un contexto de subidas de las cotizaciones en las bolsas de valores, así como por la inversión residencial. Por otra parte, la financiación se está canalizando también por las entidades financieras, las cuales están tomando préstamos en el interbancario europeo. Por lo tanto, si bien la situación del déficit corriente puede parecer preocupante, en el corto plazo los retos a los que tendrá que hacer frente la economía española en materia de sector exterior no lo serán tanto. Adicionalmente, se espera en los próximos años una reducción del déficit exterior, en concreto, la parte del déficit que se explica por el mayor crecimiento relativo de la demanda española respecto a la del resto de la UEM. Esta corrección esperada del déficit es consecuencia de las revisiones al alza de las previsiones de crecimiento de la UEM y la mejora augurada de su demanda interna. Además, el déficit por cuenta corriente no puede identificarse automáticamente con una pérdida de competitividad porque, en una economía tan globalizada como la española, las empresas más competitivas son exportadoras e importadoras simultáneamente, invierten en el exterior, esta- Además, la fortaleza de la divisa de la zona euro en 2004 no favoreció las exportaciones españolas hacia los países no pertenecientes a la UEM y favoreció el crecimiento de las importaciones desde estos países. Por otra parte, hay que tener en cuenta que el encarecimiento de la factura energética explica por sí solo cerca del 40% del incremento del déficit comercial hasta septiembre de 2005 (3). Otro elemento que explica el aumento del déficit exterior de la economía española ha sido la mejora en las condiciones financieras —menores tipos de interés— derivadas de la pertenencia a la UEM. La tasa de ahorro de los hogares se ha reducido, adaptándose a un entorno de tipos de interés estructuralmente más bajos y una relajación de las restricciones de liquidez. Estos factores no se han compensado con un crecimiento de los ingresos por turismo ni por una favorable evolución del resto de los servicios ni de las inversiones extranjeras directas (4). 2. Las causas estructurales del deterioro de la balanza por cuenta corriente española: ¿de verdad tenemos un problema? Es necesario profundizar en el análisis si queremos pronunciarnos sobre las implicaciones de este deterioro. Para ello voy, en primer lugar, a referirme brevemente a las causas estructurales de este deterioro del déficit y a sus implicaciones para, a continuación, ampliar mi reflexión a lo que creo que debe ser el verdadero objeto de debate: ¿es realmente el deterioro de la balanza por cuenta corriente una variable proxy de la evolución de la competitividad de la empresa española ante los nuevos retos de la globalización?, y ¿están estos retos poniendo en cuestión el crecimiento sostenido del PIB per cápita español? La mayoría de los análisis macroeconómicos señalan tres factores como explicación estructural del déficit: el gran dinamismo de las economías asiáticas y la penetración de sus productos en los mercados internacionales; los retos derivados de la incorporación de los países del Este a la Unión Europea, países con una ventaja comparativa en productos competitivos con los españoles; y el mantenimiento de un diferencial en el crecimiento de los precios frente a nuestros socios de la UE, más allá del derivado de nuestro mayor crecimiento económico. Aunque parece muy difícil conocer con exactitud cómo han podido influir cada uno de estos tres factores, sí es relevante el hecho de que el 58 E N T O R N O I N T E R N A C I O N A L Además de estos factores que influyen en la competitividad de las empresas españolas, podemos identificar unas debilidades específicas de nuestras exportaciones: alta concentración en la UE (que recibe un 75% de nuestras exportaciones); base exportadora reducida (a pesar del gran avance en el grado de apertura de nuestra economía, todavía muchas empresas no exportan o lo hacen de manera coyuntural); patrón sectorial exportador con un alto peso de las manufacturas de tecnología media y baja y de productos de escaso valor añadido; fuerte dependencia de las importaciones de productos de alta tecnología; escaso avance en etapas posteriores del proceso de internacionalización; y una debilidad de la imagen made in Spain. De hecho, la estrategia de un organismo de apoyo a la internacionalización de la empresa, como es el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), debe contribuir al cambio del patrón de comercio exterior, sectorial y geográfico. Así, sus programas tratan de incorporar nuevas empresas a la exportación, de apoyar la internacionalización de nuevos sectores, especialmente los de tecnología media y alta, así como del sector servicios, de ayudar a la apertura de nuevos mercados, ofreciendo para ellos los servicios de información, promoción y formación de profesionales de comercio exterior. Además, hay que tener en cuenta que el proceso de globalización está exigiendo a las empresas la desintegración geográfica de la cadena de valor y la localización de fases de producción donde exista una ventaja comparativa de costes o la implantación en un país donde exista un mercado potencial para sus productos. Esto se traduce en que el objetivo del ICEX no es sólo el tradicional de apoyo a la exportación, si no que ha de acompañar a las empresas en su proceso de transformación hacia empresas globales y, por tanto, ampliar su ámbito de actuación, ofreciendo servicios que incluyan distintas fórmulas de cooperación empresarial y, en especial, de apoyo a la inversión española en el exterior (8). blecen acuerdos de cooperación con otras empresas… En definitiva, han superado la tradicional separación entre mercado interior y exterior. 3. El verdadero objeto de debate: ¿indica la evolución del déficit por cuenta corriente un deterioro de la competitividad de la empresa que pueda poner en peligro la consecución del crecimiento sostenido del PIB per cápita español? El tratamiento de los problemas de competitividad es complicado puesto que no existe ni una definición ni una solución única. Una economía es más competitiva cuando el ambiente de funcionamiento de las empresas conduce a un crecimiento sostenido de la productividad y de los niveles de ingreso per cápita. Este ambiente de funcionamiento de las empresas constituye una visión integral de factores que contribuyen a la creación de valor tanto a nivel macroeconómico como microeconómico. Entre ellos cabe destacar el grado de I+D+i y el nivel educativo o capital humano, pero también aspectos como la estabilidad macroeconómica y política y el grado de regulación de los sectores productivos. Una de las maneras de analizar la situación de competitividad es el análisis de los rankings de países, tales como el World Competitiviness Yearbook (WCY) (6), elaborado por el Institute for Management Development (IMD), donde España empeoró siete puestos en 2005, hasta el número 38 sobre 60 países, y el elaborado por el World Economic Forum (WEF) (7), que distingue entre ranking de competitividad de naciones y de empresas nacionales. Mientras que, en el primero, España ha empeorado en los últimos años, básicamente por la apreciación del tipo de cambio real, en el segundo o de competitividad empresarial, se ha mejorado un puesto, hasta el 25 sobre 110 países analizados. Según el WEF, España se encuentra particularmente mal posicionado en temas tales como la promoción de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC); la colaboración entre la universidad y la industria; la investigación o el gasto de las empresas en I+D. Además, el informe destaca que España está mal posicionada en otros factores más generales que representan una desventaja competitiva para las empresas españolas como son la insuficiente incorporación de la mujer al sector privado, las prácticas de contratación y despido, la carga impositiva o la flexibilidad en la determinación de los salarios. 4. La competitividad, una responsabilidad compartida El crecimiento económico es el fin último de la competitividad. Los problemas españoles son también problemas generales del mercado europeo, aunque con pequeñas variantes nacionales. Uno de los principales problemas de competitividad de España es su posicionamiento en un estado inter59 E N T O R N O I N T E R N A C I O N A L y Comercio, sobre uno de cuyos ejes, el fomento a la internacionalización de nuestras empresas, pivota la actuación del ICEX. Dentro de esta estrategia se enmarcan los nuevos programas del ICEX, entre los que cabe citar Aprendiendo a Exportar, que persigue aumentar la oferta exportadora apoyando a las empresas que desean acometer su salida a los mercados exteriores; el Plan Integral de Desarrollo de Mercados que, dirigido a potenciar la diversificación geográfica, desarrolla un conjunto de acciones, todas ellas cuantificadas, en nueve mercados (Argelia, Marruecos, México, Brasil, Estados Unidos, Rusia, Japón, India y China) definidos como de alto potencial para la exportación e inversión españolas; el Plan de Promoción de Sectores con Alto Contenido Tecnológico, que impulsa la internacionalización de las empresas más innovadoras; o el Plan Integral de Promoción y Apoyo a la Inversión Española en el Exterior, que persigue asistir a una empresa madura en el proceso de internacionalización (13). medio. Por un lado, no es tan competitiva en salarios y costes con respecto a países como nuestros nuevos socios de la UE (9) (los niveles salariales de estos países son tres veces menores). Por el contrario, la dotación de factores en cuanto a capital humano y conocimiento tecnológico no es todavía el adecuado como para competir en la gama de productos desarrollados por los países más avanzados como Francia. La solución pasa por aumentar la dotación de capital humano y la investigación y poder así saltar a un nuevo estadio tecnológico, con una mayor diversificación y contenido tecnológico en los productos. Este nuevo paradigma supone un salto hacia delante en la competencia con los nuevos países emergentes para entrar a competir directamente con los países más avanzados. Los estudios (10) señalan que los países más avanzados de la UE tienen un problema estructural de productividad, más acuciante en casos como el de nuestra economía, Alemania, Francia e Italia. Según la Comisión Europea (11), desde principios de los noventa, Europa no ha sido capaz de revertir la tendencia decreciente en la evolución de la productividad, mientras que en EE.UU. se ha producido una recuperación hacia tasas no vistas desde los años sesenta. Como es sabido, para enfrentarse a esta situación, la UE se embarcó en un ambicioso plan en el año 2000, la Agenda de Lisboa, en el que se establecían diversos objetivos para la economía en 2010. Ante la escasa incorporación inicial del plan a las agendas políticas nacionales, debida en parte por la ambigüedad de los objetivos, la estrategia ha sido relanzada y redirigida en marzo de 2005. Toda esta estrategia está encaminada a cerrar la brecha de productividad entre la economía europea y la de los países más avanzados como Estados Unidos. Así, la nueva estrategia de la UE pretende, en un sentido amplio, combatir aquellos focos que determinan la situación actual y restan potencial. Los factores que más están influyendo en esta situación son la evolución del sector tecnológico, el nivel de regulación, la integración de los mercados de productos, la estructura de los mercados financieros y el envejecimiento de la población. La respuesta española a la Agenda de Lisboa ha sido el Programa Nacional de Reformas (PNR) (12), cuyo objetivo es alcanzar la convergencia plena en renta per cápita y superar la tasa de empleo de la UE en 2010. Cabe mencionar, a nivel nacional, la estrategia elaborada por la Secretaría de Estado de Turismo 5. Conclusión El verdadero problema del mantenimiento prolongado de un elevado déficit exterior o, incluso, un mayor deterioro del mismo, reside en cómo pueda afectar el crecimiento presente y futuro del país. La positiva evolución de la economía española en estos últimos años y las favorables previsiones de crecimiento (14), tanto por organismos oficiales como por el consenso de analistas privados, ponen de manifiesto que, en el corto plazo, el sector exterior no representa ni representará un problema. Por supuesto, los verdaderos problemas pueden surgir en el largo plazo, afectando al potencial de crecimiento de la economía. Esta situación se perfila como una posibilidad de riesgo real. No obstante, la evolución histórica de la economía española se ha caracterizado por su enorme capacidad de adaptación a un entorno internacional cambiante, lo que, con la perspectiva del PNR, nos hace ser optimistas. Nuestro potencial de crecimiento va a depender esencialmente de la mejora del capital humano. Hay que aumentar la cantidad de recursos destinados a I+D y aumentar la inversión en capital humano de nuestra economía. Pero todo este esfuerzo no se verá recompensado sino viene determinado por una demanda real de conocimiento e I+D por parte de las empresas y de la 60 E N T O R N O I N T sociedad en su conjunto. Conseguir aumentar esta demanda supone un cambio cultural a todos los niveles. La responsabilidad es, pues, compartida. Las autoridades públicas deben de ser conscientes de la importancia de aumentar el stock de capital físico y humano y de desarrollar unas reglas de juego coherentes con este objetivo. Las empresas deben ser conscientes de que la tecnología genera valor y no sólo a medio y largo plazo. Los agentes sociales deben asumir la responsabilidad de que nuestros futuros niveles de bienestar dependen de las medidas que se tomen hoy. Por lo tanto, y a modo de conclusión, aunque existe un claro reto de competitividad, cuyo principal indicador está siendo el creciente déficit por cuenta corriente, la percepción es que no parece que este déficit ponga en tela de juicio las expectativas de un crecimiento sostenido de la renta per cápita de los españoles. El problema es que esta percepción está basada en la reciente historia económica de España, una historia exitosa de flexibilidad, creciente apertura y adaptación a las condiciones cambiantes del mundo. Este éxito ha estado basado en el dinamismo. Sólo si ese dinamismo de la sociedad continúa existiendo, y si empezamos a interiorizar desde ya los retos que la creciente globalización suponen para nuestra competitividad y crecimiento a largo plazo, estaremos en condiciones de realizar las políticas necesarias y podremos decir que, por ahora, no tenemos un problema y que, además, estamos trabajando para no tenerlo en los próximos años. E R N A C I O N A L (8) globalizado», Información Comercial España, núm. 816. «75 años de política económica española». (9) Merino, A. y Ortiz, A. (2005): «El reto de la integración de los países del Este para la competitividad de las empresas españolas», mimeo. (10) European Commision (2004): The Lisbon Strategy and the EU’s structural productivity problem. (11) European Comisión (2005): An Analisys of EU and US productivity developments. (12) Convergencia y Empleo (2005): Programa Nacional de Reformas. (13) Véase Martín Acebes, A. (2005): «La estrategia de apoyo a la internacionalización de la empresa en un mundo globalizado», Información Comercial España, núm. 816, «75 años de política económica española». (14) Deustsche Bank (2005): Global growth centres 2020, FORMEL-G for 34 economies. DB, en sus previsiones para 2006-2020, concluye que España sería uno de los seis países calificados como growth stars, junto con la India, Malasia, Irlanda y Estados Unidos. Nuestro país mantendría una tasa de crecimiento medio de su PIB per cápita de casi el 3% y del PIB del 2,8%. BIBLIOGRAFÍA Caselli, F. y Tenreyro (2004): «Is Poland the next Spain?», Federal Reserve Bank of Boston. Convergencia y Empleo (2005): Programa Nacional de Reformas. Consensus Economics (2005): Consensus forecasts survey. Deustsche Bank (2005): Global growth centres 2020. FORMEL-G for 34 economies. ERT (2004): Benchmarking Europe’s competitiveness. — (2004): The European Challenge. European Commision (2004): An analysis of EU and US productivity developments (a total economy and industry level perspective). — (2004): The Lisbon Strategy and the EU’s structural productivity problem. — (2005): Commission Staff Working Document in support of the report from the Commission to the Spring European Council, 22-23 March 2005, on the Lisbon Strategy of economic, social and environmental renewal. — (2005): European competitiveness report 2004. — (2005): The economic costs of non-Lisbon: A survey of the literature on the economic impact of Lisbon-type reforms. Institute for Management Development (2005): World Competitiveness Yearbook 2005. Instituto de Estudios Económicos (2005): «En busca de la competencia dinámica», Revista del IEE, núm. 43. Martín Acebes, A. (2005): «La estrategia de apoyo a la internacionalización de la empresa en un mundo globalizado». Información Comercial España, núm. 816. «75 años de política económica española». Mauro F. Guillén (2005): The rise of Spanish Multinationals, Cambridge University Press. NOTAS (1) Véase Mauro F. Guillén (2005): The rise of Spanish Multinationals (pág. 3), Cambridge University Press. (2) Fuente: Secretaría de Estado de Turismo y Comercio. (3) Instituto de Estudios Económicos (2005): «En busca de la competencia dinámica», núm. 43, pág. 18. (4) Véase «Los factores compensatorios del déficit». Mejía, Pedro (2005): «La internacionalización de la economía española: retos del sector exterior y de la política comercial» (pág. 393), Información Comercial Española, núm. 816. «75 Años de política económica española». (5) Fuente: Secretaría de Estado de Comercio y Turismo. (6) Institute for Management Development (2005): World Competitiveness Yearbook. (7) World Economic Forum (2004): The global competitiveness report 2003-2004. (7) — (2005): The global competitiveness report 2004-2005. (8) Véase Martín Acebes, A. (2005): «La estrategia de apoyo a la internacionalización de la empresa en un mundo 61 E N T O R N O I N T Mejía, Pedro (2005): «La internacionalización de la economía española: retos del sector exterior y de la política comercial», Información Comercial Española, núm. 816. «75 años de política económica española». Merino, A. y Ortiz, A. (2005): «El reto de la integración de los países del Este para la competitividad de las empresas españolas», mimeo. Rodrik, D. (2004):«Industrial Policy for the twenty-First Century», CEPR Discussion Paper Series. World Economic Forum (2004): The global competitiveness report 2003-2004. — (2005): The global competitiveness report 20042005. E R N A C I O N A L RESUMEN Los resultados del sector exterior ponen en evidencia la necesidad de analizar las causas explicativas del déficit. El autor discute hasta qué punto los resultados exteriores pueden ponerse en relación con la evolución de la competitividad de la economía española y pueden afectar a la senda de crecimiento futuro de la economía española del futuro. Al amparo de ese análisis, discute las políticas que se podrían auspiciar para la promoción de la competitividad. Palabras clave: Equilibrio externo, Comercio exterior, Ventajas comparativas, Competitividad, Crecimiento económico. 62