Breve Estudio sobre la Violencia Familiar Causas, Efectos y Estrategias de Prevención Candita Victoria Gil Jiménez Rectora Breve Estudio sobre la Violencia Familiar Causas, Efectos y Estrategias de Prevención César Manuel López Tosca Universidad Juárez Autónoma de Tabasco LOPEZ TOSCA, Cesar Manuel Breve Estudio Sobre Violencia Familiar: Causas, Efectos y Estrategias de Prevención / Cesar Manuel López Tosca – Villahermosa, Tabasco: Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2010 107 P. : il. (Colección Francisco J. Santamaría. Pensamientos y Estudios Jurídicos) Incluye Referencias Bibliográficas (p. 105-107) ISBN: 978-607-7557-63-0 1. Violencia Familiar – México – Prevención \ 2. Familias con Problemas – Orientación Psicológicas – Prevención \ 3. Psicología Social L.C. HQ809.3 L67 2010 Primera edición, 2010 © Universidad Juárez Autónoma de Tabasco Av. Universidad s/n Zona de la Cultura, Col. Magisterial Villahermosa, Centro. Tab. C.P. 86040 Imagen de portada: El grito de Advar Munch (1863-1944). Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito del titular, en términos de la Ley Federal de Derechos de Autor. ISBN: 978-607-7557-63-0 Impreso y hecho en Villahermosa, Tabasco. México Índice Prólogo 7 Introducción 11 Marco teórico. el hombre, el estado 13 y su condición ante la ley Concepto de violencia y teorías 43 sobre la violencia La violencia familiar y sus conse- 63 cuencias Prevención e intervención en la 83 dinámica de la violencia familiar Propuestas 95 Conclusión 99 Bibliografía 105 Prólogo Hablar de la violencia contra la mujer es un tema difícil, ya que significa hacer explícita la crueldad del maltrato y aceptar que este hecho persiste en el México del siglo XXI. La violencia contra la mujer y la violencia intrafamiliar, propiamente dicha, se ponen de manifiesto a través de un comportamiento sistemático y reiterado que tiende a desarticular y desvirtuar el espíritu y el intelecto femeninos. Aunque los efectos de esta clase de violencia son paulatinos, inciden significativamente en una disminución de la dignidad y calidad de vida de la afectada y de todos los miembros de la familia que resultan ofendidos. Además, en nuestro país, el maltrato se ve agravado por la escasez de políticas de corte preventivo y la constante dilación en la procuración de justicia, ya que los procesos en las cortes civiles y penales carecen de la agilidad y eficiencia que requieren para salvaguardar los derechos de los ofendidos o pasivos de los delitos. En especial, en el caso de las mujeres, toda vez que la agresión no se limita a los golpes físicos sino que afecta también el intelecto, el patrimonio y las capacidades de la víctima. En este caso, el Estado, que no es capaz de prevenir la violencia pasiva y activa contra la mujer, se convierte, en cierta medida, en cómplice de las agresiones que realiza un hombre o una institución. Es por ello que estos trabajos de investigación, basados en hechos dolorosamente reales, como el que 8 nos presenta el autor, resultan constructivos y nos hacen concientes de las distintas formas de violencia que se ejercen contra la mujer, la familia y dentro de la propia familia. A través de ellos, seremos capaces de reconocer nuestra propia sintomatología y de lograr un mayor acercamiento de las instituciones de administración de justicia, brindando a las víctimas un trato más humanitario desde nuestros procesos judiciales. Espero que este producto sea apreciado en lo que vale y sirva como base para investigaciones posteriores por parte de su muy sensible e inteligente autor–muy querido amigo–, cuyo estilo narrativo, segura estoy, les parecerá ameno y agradable, aun y cuando la problemática sea una de las más tristes de nuestra realidad actual. Candita Victoria Gil Jiménez Rectora 9 Introducción La teoría que afirma que el hombre es violento por naturaleza ha generado controversias durante mucho tiempo. Existen diversas corrientes a favor y en contra de esta postura, sin embargo, a medida que pasa el tiempo, la violencia dentro del género humano va en aumento y al parecer no existe una razón específica que pueda considerarse como origen de este fenómeno. De manera particular, la violencia familiar ha sido observada desde muchos puntos de vista, y en la presente investigación, el tema se ha estructurado a partir de un análisis de los diferentes enfoques, corrientes filosóficas y teorías que tratan el tema, para aproximarnos posteriormente al sustrato anatómico fisiológico que da origen a la violencia y las variantes que puede presentar la conducta humana de acuerdo a la influencia del medio ambiente. Por supuesto, también se plantean propuestas para prevenir y evitar esta conducta. En este recorrido teórico se toman en cuenta desde los criterios más radicales hasta aquellos que consideran al hombre como un ser lo suficientemente racional para ser sometido por su propia moralidad y no por la fuerza de las leyes. Se hace énfasis en la observación de situaciones previas a la consumación de la violencia y en el análisis de los casos en que existe una manifiesta predisposición. 12 Marco teórico. El hombre, el estado y su condición ante la ley El nivel de violencia en el mundo entero es alarmante en extremo. Contribuyen a su auge aterrador no sólo los hombres que por pertenecer al ámbito militar se encuentran vinculados con la guerra, sino también muchos ciudadanos promedio. En esta situación, surge de manera natural una serie de preguntas: ¿Hacia dónde vamos? ¿Acaso esta violencia nos conducirá a una conflagración mundial? ¿Estamos ante una tercera guerra global? Los conflictos parecen generalizarse en todos los ámbitos y estratos hasta llegar a la familia, que es la célula de la organización social. Cada vez es más usual ver que los cónyu- ges pelean y mengua el amor entre ellos. Poco a poco, se crea entre la pareja un ambiente cargado de frustración, frialdad y violencia emocional, a veces, incluso física, al grado de que actualmente más del cincuenta por ciento de los matrimonios termina en un fracaso total. Asimismo, se enfrentan los hijos contra los padres y los hermanos entre sí. ¿Los resultados funestos? Hogares destruidos; maltrato de niños; maltrato de ancianos. Enajenación; vidas infelices, torcidas, mal encaminadas y más violencia. Todos los días sabemos de individuos de disposición violenta que quebrantan la ley, que asesinan, roban y violan los derechos de otros; que fomentan pugnas raciales y conflictos ideológicos. Todos los días, la amenaza de una repentina y fatal destrucción es real para muchos pueblos cuyos líderes se preparan para la guerra 14 comprando cantidades enormes de armas y adiestrando a sus ejércitos para la batalla. De modo que es necesario regresar al centro de la cuestión: ¿por qué es violento el hombre?¿Por qué hasta los individuos más pacíficos hablan o actúan con violencia en algunas ocasiones? ¿A qué se debe tanta violencia? Hay quienes nos aseguran que la agresividad se debe al instinto natural de luchar para sobrevivir y superar a los demás. Un instinto gobernado, según explican, por las leyes de la evolución –las mismas leyes, nos dicen, que imperan en los animales–. Otros afirman que el hombre es perverso y violento por naturaleza, que nace así, siendo heredero, según moralizan, del pecado original. Si es correcta la primera explicación, entonces no podremos evitar la violencia, pues la naturaleza misma la habrá ordenado, o programado, en 15 las sustancias químicas de nuestras células. De ser correcta la segunda, tampoco podremos evitarla, pues el pecado hereditario nos llevaría inevitablemente a ella. Pero ninguna de estas justificaciones nos alienta o satisface. Pues si sabemos con certeza que el hombre puede domar al animal feroz que lleva dentro de sí, entonces ¡debe hacerlo! Y esto significa que no hay fuerza o ley alguna que nos haya predestinado a la violencia. Es imprescindible reducir el nivel de violencia y hostilidades en nuestros pueblos, a no ser que queramos que explote esta bomba de tiempo y centenares de millones sufran las consecuencias indecibles. Pero ¿dónde se empieza? Bien pudiera uno juntarse a organizaciones pacifistas y marchar con los incontables miles que se oponen a las guerras y las armas nucleares. Sin embargo, lo más indicado podría ser que cada 16 cual comience a eliminar la violencia, poca o mucha, de su propia vida. ¿Podría ser? Si la intención es lograr la paz, sería necesario comenzar por nosotros mismos, pues es en el interior de cada individuo donde se originan todas las emociones agresivas y egoístas: la ira, el rencor, los celos, la venganza, el odio, los prejuicios, en fin, todo aquello que nos induce a la violencia. Cuando arden tales emociones en nosotros es el momento de actuar para controlarlas. Para esto es necesario estudiar su causa y esforzarse por corregirlas, sin dejar que las emociones dañinas se adueñen de nosotros y nos conviertan en un ser destructor. Muchas circunstancias indeseables de la vida cotidiana –frustraciones, injusticias, desengaños– pueden provocar en nosotros una reacción violenta, pero quien es dueño de su inteligencia puede dominar17 las y gozar de paz. En cambio, quien se justifica y se dice constantemente a sí mismo Soy una persona violenta, de poca paciencia, terminará siendo así. La inteligencia que se alimenta de la violencia será violenta. Por lo tanto, si se busca la paz es preciso controlar aquello que nos llena el espíritu. Todas las películas, programas de televisión, libros y revistas que glorifican la guerra y presentan escenas escalofriantes de homicidios, suicidios, ultrajes, sadismo, tortura y brutalidad tienden a deshumanizar, a desplazar los sentimientos nobles y a convertir el ánimo en un depósito de cuadros negros de violencia. De un intelecto ennegrecido e inflamado ¿qué puede brotar sino más violencia? Es como un volcán activo que en cualquier momento arrojará su fuego y azufre sobre la sufrida humanidad. Las estadísticas confirman que los sujetos que se embriagan y 18 se drogan tienen una marcada tendencia a cometer actos violentos, tanto contra sí mismos como contra sus semejantes. De modo que quien quiere controlar su mal carácter debe evitar los espectáculos y hábitos que engendran la agresión. Infinidad de peleas, machetazos, puñaladas, accidentes, divorcios, muerte y toda clase de sufrimientos se engendran en las botellas de ron, whisky, vodka y cerveza. En 1991, varios arqueólogos descubrieron en un glaciar de los Alpes el cuerpo congelado de un hombre que vivió hace 5.300 años. En principio, se pensó que el sujeto había muerto de frío a causa de una tormenta, ya que fue encontrado en una remota zona a más de 3.000 metros de altitud, pero hace unos días, John Reinhard, investigador de la Nacional Geographic Society, informó que una nueva necropsia de la momia había revelado una profunda incisión en su 19 espalda, lo que hace pensar que fue herido con un arma afilada o alcanzado por una flecha. Entre la muerte de Oetzi, como se le conoce, el monstruo de Amstetten y el asesinato de dos niños a manos de su madre en Murcia, por citar algunos ejemplos, median miles de años de evolución de la raza humana. Pero nada hace pensar que el hombre sea hoy menos violento que entonces. El número de crímenes, agresiones, asesinatos y guerras ha ido aumentando al mismo ritmo que el crecimiento demográfico, desde el mismo día en que aquel habitante prehistórico de las montañas cayó abatido por un semejante hasta el momento en que escribimos esto. ¿Podríamos concluir entonces que el hombre es un ser violento por naturaleza y que sus instintos constituyen un peligro potencial para sus congéneres e incluso para sus seres queridos? 20 Para José Sanmartín, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valencia y presidente del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, la explicación se sitúa en la ruptura del equilibrio de los instintos básicos del ser humano: …El hombre tiene mecanismos innatos de agresividad, que no deben confundirse con la violencia, y que le permiten defenderse ante determinados estímulos exteriores. Pero también posee otros mecanismos que frenan estos instintos, y es cuando ese equilibrio se rompe cuando nos encontramos ante los actos violentos... (Sanmartín: 2003) Continuemos con nuestro estudio. El pensamiento de Hobbes La concepción hobbesiana del estado de naturaleza se aparta del sentido paradisíaco, que le asigna el pensamiento teológico. Hobbes separa con claridad dos etapas: una situa21 ción de barbarie y de guerra, es decir un mundo sin orden, y posteriormente un estado creado y sostenido por el Derecho, un estado con suficiente poder para iniciar y reformar su estructura. Según Hobbes, la naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del espíritu que aunque un hombre sea más fuerte de cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, las diferencias entre los hombres no son tan importantes. De manera que cualquiera pueden reclamar para si mismo un beneficio al que otro pueda aspirar. La inclinación general de la humanidad entera es entonces un perpetuo e incesante afán de poder que cesa solamente con la muerte. La pugna por obtener riquezas, placeres, honores u otras formas de poder, inclina a la lucha, la enemistad y la guerra. Por ello, en la naturaleza del hombre se encuentran tres cau22 sas principales de discordia: la competencia, la desconfianza y el afán de gloria. De esta manera, la competencia impulsa a los hombres al ataque para lograr un beneficio, a la desconfianza para lograr la seguridad y a la gloria para ganar reputación. Así, mientras los hombres viven sin estar dominados por un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se llama guerra. Una guerra que es la de todos contra todos.1 Sin embargo, Hobbes advierte que nunca existió un tiempo en que los hombres no se hallaran en una situación de guerra del uno contra el otro, sino que en las diferentes épocas, el ser humano se ha encontrado en estado de continua enemistad, en la situación y postura de los gladiadores, con las armas alistadas y los ojos fijos en el contrincante. Por ende, en Thomas Hobbes. El Leviatán. Tomo 2: Dinámica Social. Editorial Limusa. España, 1973. 1 23 esta guerra nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. Donde no hay poder común, la ley no existe. Donde no hay ley, no hay justicia.2 Aun dentro de esta condición en la que el hombre se encuentra por obra de la simple naturaleza, en una guerra de todos contra todos, el hombre puede tener posibilidad de superar ese estado, en parte por sus pasiones y también por su razón. Las pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la muerte, el deseo de conservar las cosas que son necesarias para una vida confortable y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. En otras palabras, la pasión inclina a los hombres a desear y conseguir bienes y privilegios. Esto sería entonces la necesidad del hombre, aunque su naturaleza es estar en guerra los unos Ibíd. 2 24 con los otros, la razón los hace pensar que sin seguridad y duración, los bienes y privilegios deseados no tienen sentido porque no se pueden disfrutar. La razón, entonces, sugiere normas adecuadas de paz, a las cuales pueden llegar los hombres por mutuo consenso. Estas normas son las que Hobbes llama Leyes de la naturaleza que servirán para que el hombre salga de ese estado de guerra.3 Hobbes define 19 leyes de la naturaleza, sin embargo existen dos fundamentales de las que se derivan las restantes. La primera de ellas se refiere a que cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras que tiene la esperanza de lograrla, y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ventajas de la guerra. Es decir, buscar la paz y seguirla defendiendo por todos los medios posibles.4 Ibíd. Ibídem. 3 4 25 La segunda ley dice que el hombre debe acceder (si los demás consienten también y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo) a renunciar a este derecho de todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás con respecto a él mismo. Es como la ley del evangelio: “no hagáis a los demás lo que no queráis que os hagan a vosotros”. De la segunda ley de la naturaleza, según la cual los hombres están obligados a transferir a otros los derechos que perturban la paz, se deduce una tercera ley que se refiere a que los hombres cumplan los pactos que han celebrado. Entonces, mientras las pasiones enfrentan a los hombres, la razón los hace pactar.5 Ahora bien, cuando los pactos se respetan y se llevan a cabo hay justicia, porque esto quiere decir que existe una voluntad constante de dar a cada quien lo suyo. Todos los Ibídem 5 26 hombres tienen derecho a todas las cosas y por ende son iguales ante la ley. Esta inclinación de pactar lleva a los individuos a convenir un contrato, que implica la renuncia de todos los derechos que poseían en el estado de naturaleza para otorgárselo a un soberano que, a cambio, les garantizará el orden y la seguridad. Con el contrato se renuncia a la libertad y a cualquier derecho que pudiera poner en peligro la paz. El ser humano requiere de algo más que pactar una relación que haga su convenio constante y obligatorio; ese algo es un poder común que mantiene a los individuos al margen y dirige sus acciones hacia el beneficio colectivo. Los pactos no son más que palabras sin fuerza para proteger al hombre de algún modo. Por consiguiente, a pesar de las leyes de la naturaleza, si no se ha instituido un poder, cada uno fiará en su propia fuerza para protegerse contra los demás hombres.6 Hobbes, Thomas, Op Cit. 6 27 El único camino para erigir semejante poder común, capaz de defender a los individuos contra la invasión de los extranjeros y contra las injurias ajenas, asegurándoles que por su propia actividad y por los frutos de la tierra puedan nutrirse a sí mismos y vivir satisfechos, es conferir todo y su fortaleza a un hombre o una asamblea de hombres. Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una unidad real de todo ello en una persona instituida por el pacto de cada hombre con los demás, en forma tal como si cada uno dijera a todos: autorizo y transfiero a este hombre o asamblea de hombres, mi derecho de gobernarme a mi mismo, con la condición de que vosotros transferiréis también vuestro derecho, y autorizaréis todos sus actos de la misma manera. Hecho esto, la multitud unida en una persona se denomina Estado y el titular de esta persona se denomina Soberano. 28 Esta es la generación del Leviatán, o más bien de aquel dios mortal, al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y nuestra defensa. Y una vez fundado el estado, sólo es posible la sociedad civil, es decir, la organización de todos los súbditos sometidos al poder superior, que se convierte en el polo opuesto de la guerra. La idea de ese estado todopoderoso, esa especie de dios mortal que atemorizara a todos los ciudadanos, es lo que Hobbes llama el Leviatán, el monstruo bíblico que se convierte en la gran solución que el hombre creó para su propia conservación. Bajo la soberanía del estado se garantiza paz, porque sin estado no hay sociedad entre los hombres, sino un mero estado natural de desconfianza y terror mutuo. De tal manera, el signo de esta soberanía absoluta es el poder dar y quebrantar la ley. El soberano es el 29 verdadero fijador de la justicia y de la moral, ya que lo justo y lo bueno pasan a definirse como lo coincidente con la voluntad del soberano. El soberano es el único poder legislativo y el estado la única fuente del derecho. Incluso en los asuntos de índole espiritual o religiosa, es el soberano quien tiene la máxima autoridad. La diferencia de gobiernos consiste en la diferencia del soberano o de la persona representativa de todos y cada uno de la multitud. Dicha representación puede ser asumida por una persona o por varias. Cuando el representante es un sólo hombre, entonces el gobierno es una monarquía; cuando es una asamblea de todos cuantos quieren concurrir a ella, tenemos una democracia o gobierno popular; cuando la asamblea está constituida solamente por una clase, se denomina aristocracia. En todo caso el soberano debe: 1. Procurar a sus súbditos todo aquello para lo cual ha sido instituido: la seguridad. 30 2. Preservar la salud del pueblo, la conservación de la vida contra todos los peligros y el goce de las satisfacciones legítimas de esta vida. 3. Velar porque los hombres que se han unido voluntariamente en sociedad política vivan felices. 4. Asegurar a los súbditos una inocente libertad. Inocente, en cuanto no se pueda perjudicar la paz y la libertad: la ley es el regulador. 5. Vigilar que las leyes no se hagan para perturbar la existencia de los hombres, sino para dirigirlos, para preservarlos contra ellos mismos y contra los demás a fin de que reine la paz. 31 6. Debe garantizar a sus súbditos la igualdad ante la ley y ante los cargos públicos. 7. Debe garantizar la igualdad en la instrucción y la educación mediante doctrinas verdaderas.7 8. El soberano debe luchar contra la ociosidad, debe proporcionar trabajo a todos. 9. Debe poner a cargo del estado, de la asistencia pública, a los que son incapaces de trabajar (en lugar de abandonarlos a los azares de la caridad privada). 10. Conceder a los súbditos las propiedades privadas suficientes y velar por la equidad de la distribución. Evitar de esta forma monopolios, acumulación Hobbes, Thomas, Op Cit. 7 32 de riquezas de particulares, explotación, etcétera. De esta manera, observamos al monstruo Leviatán de una manera tan inesperada y lógica, como un liberal bienhechor, previsor y humano. La teoría de Rousseau Para Rousseau, la ley o derecho de naturaleza no es una imposición, no es una cuestión dada. Él señala que: …Todo lo que nosotros podemos ver con gran claridad respecto a esta ley es que, no sólo para que sea ley es preciso que la voluntad de aquel a quien obliga pueda someterse con conocimiento de ella, sino que es preciso también, para que sea natural, que hable de modo inmediato de la voz de la naturaleza.8 Rousseau, Jean Jacques. El contrato social. Colección Dinámica Social. Tomo 2 editorial Limusa. España, 1973. 8 33 Rousseau precisa también que por naturaleza el hombre, que no ha sido alcanzado por la civilización, es bueno y sociable. Este pensador defiende ardorosamente la sociabilidad y voluntad general, que es la que tiene que decidir la actuación. Expresa el autor que: (…) del concurso y de la combinación que nuestro espíritu puede hacer de estos dos principios (luces y libertad), sin que sea necesario incluir el de la sociabilidad, me parece que se deducen todas las reglas del derecho natural; reglas que la razón está forzada luego a restablecer sobre otros fundamentos cuando, a través de desarrollos progresivos, llega hasta recubrir la naturaleza…9 Según el autor, la máxima del gobierno legítimo y popular que persigue el bien del pueblo es guiarse por la voluntad general. Íbidem. 9 34 El cuerpo político es también un ser moral dotado de voluntad. Esa voluntad general, tendente siempre a la conservación y bienestar del todo y de cada parte, es el origen de las leyes y la regla de lo justo y de lo injusto para todos los miembros del estado, en relación con éste y con aquéllos. Rousseau señala que es la necesidad de proteger la propiedad lo que da nacimiento a la sociedad. Advierte que: (…) como para querer hace falta ser libre, otra dificultad no menor consiste en asegurar a la vez la libertad pública y la autoridad del gobierno. Buscad los motivos que llevaron a los hombres, unidos por sus mutuas necesidades en la gran sociedad, a estrechar su unión mediante sociedades civiles: no encontraréis otro que el de asegurar los bienes, la vida y la libertad de cada miembro mediante la protección de todos…10 Dinámica social. Tomo 2 editorial Limusa.1973 10 35 Rousseau plantea la necesidad de regresar a las pequeñas agrupaciones sociales, es decir, reivindica el regreso a la Ciudad-Estado, ya que consideraba que el pueblo soberano no puede estar representado, que no puede delegar su autoridad ni su derecho a gobernarse. El pueblo debe gobernar por sí mismo y directamente y, como supone que tal cosa sólo puede lograrse en una sociedad lo bastante pequeña para que todo el pueblo pueda concurrir a la Asamblea, vuelve otra vez a la Ciudad-Estado como la única forma en que los términos del contrato social pueden ser cumplidos cabalmente. Y agrega acertadamente que: (…) no basta con tener ciudadanos y con protegerlos; es preciso además cuidar de su subsistencia. Satisfacer las necesidades públicas es una consecuencia evidente de la voluntad general y el tercer debate esencial del gobierno…11 Ídem. 11 36 Rousseau estableció que la voluntad popular es el único fundamento de la organización política, y es un gran defensor de la soberanía popular que debería ser expresada en asambleas. Al mismo tiempo, niega la representación popular, pues considera que ha de llevar fatalmente al dominio de la mayoría por los representantes populares. Según el autor, las distintas formas de gobierno tienen su origen en las diferencias que se presentan entre los particulares en el momento de constituir el gobierno: …Si existía un hombre eminente en poder, en virtud, en riqueza o en crédito, en ese caso fue elegido él solo magistrado y el Estado se convirtió en monárquico. Si muchos, más o menos iguales entre sí, destacaban sobre los demás, entonces fueron elegidos de modo conjunto y surgió una aristocracia. Aquellos cuya fortuna o talentos eran menos desproporcionados y se habían alejado menos del estado de naturaleza, 37 conservaron en común la administración suprema y formaron una democracia. El tiempo verificará cuál de estas formas era la más ventajosa para los hombres…12 El concepto de sociedad civil en la obra de Rousseau indica además de la condición política de los hombres asociados, el carácter progresivo y civilizado del vivir social moderno, contrapuesto a la sencillez del modo de vida natural de los salvajes. Para Rousseau, la historia de la civilización precede y pone a la cabeza la institución de los estados. La sociedad civil propuesta por este autor resume primero lo económico, después lo técnico y finalmente lo político. Por eso, la república es el tercer momento de su esquema. El contrato –nos dice– es un órgano del pueblo, y está, por ende, desprovisto de poder independiente. El acto imaginario que da origen Ibidem. 12 38 a una sociedad no es ni siquiera remotamente semejante a un contrato, ya que los derechos y libertades de los individuos carecen en absoluto de existencia, excepto en la medida en que los hombres son ya miembros de un grupo. Todo el pensamiento de Rousseau se basa en el hecho de que una comunidad de ciudadanos es única. Es una asociación, no un agregado, una personalidad moral y colectiva. Entonces, el orden social, según Rousseau, es un derecho sagrado que sirve de base a todos los demás. Precisa que se trata de encontrar una forma de asociación que dé protección a las personas y a los bienes de cada asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a todos, no obedezca más que a sí mismo y quede tan libre como antes. Para el autor, la sociedad deviene debido a la necesidad de proteger la propiedad. Pero también 39 porque al convertirse en miembros de la sociedad, los hombres ganan individualmente más de lo que ganarían permaneciendo aislados. En este caso, la sociedad sustituye al instinto por la justicia y da a las acciones de los hombres la moralidad que antes carecían. Este filósofo precisa: (…) en lugar de volver nuestras fuerzas contra nosotros mismos, unámoslas en un poder supremo que nos gobierne según sabias leyes, que proteja y defienda a todos los miembros de la asociación, rechace los enemigos comunes y nos mantenga en eterna concordia…13 La voluntad general representa un hecho único respecto a una comunidad. Esto es, que la comunidad tiene un bien colectivo que no es lo mismo que los intereses privados de sus miembros. En cierto sentido, vive su 13 Rousseau, Jean Jacques. El contrato Social. Tomo 2: Dinámica Social. Editorial Limusa, España, 1973. 40 propia vida, realiza su propio destino y sufre su propia suerte. Para Rousseau, el estado o la ciudad es una persona moral, cuya vida consiste en la unión de sus miembros. Es en la comunidad donde los hombres obtienen la libertad civil, que es un derecho moral y no meramente la libertad natural. Así como la naturaleza da a cada hombre un poder absoluto sobre todos sus miembros, el pacto social da al cuerpo político un poder absoluto sobre todos los suyos. Señala Rousseau que cuando cada individuo enajena su poder, sus bienes y su libertad por el pacto social, hay que convenir también que sólo el soberano es juez en cuanto al uso que da la comunidad, pero el soberano, por su parte, no puede imponer a los súbditos ninguna cadena inútil para la comunidad. A continuación, entraremos al estudio de nuestro tema en comen41 to: la violencia, su conceptualización y su génesis y manifestaciones en la conducta humana. 42 Concepto de violencia y teorías sobre la violencia Según el Diccionario Larousse, la violencia es la calidad de violento, es decir, la calidad del que se sirve de la fuerza contra la razón y la justicia. También se define al violento, como aquel que está fuera de su natural estado. ¿Es, por tanto, el hombre violento por naturaleza?, o por el contrario ¿podríamos considerar que la violencia es una forma no natural de expresar la agresividad?1 Para José Sanmartín, el agresivo nace, la agresividad es inherente al ser humano, forma parte de su naturaleza y permite que éste reaccione ante ciertos peligros o situaciones. Pero el problema viene, sobre todo, Diccionario Larousse. México, 2006. 1 cuando esta agresividad se descontrola y atenta contra la seguridad física o emocional de otros, entonces estaríamos hablando de violencia, es decir, y según las palabras de Sanmartín, la violencia es agresividad hipertrofiada y descontrolada y el violento se hace. Cabría afirmar, pues, que una persona es violenta porque la violencia constituye un patrón de su conducta.2 José María Uncal, por su parte, considera que la violencia constituye la forma de expresión de algunos tipos de personalidad que se caracterizarían fundamentalmente por un mal manejo de la agresividad.3 De tal forma que las psicopatías, algunos tipos de epilepsia, adeSanmartín José y otros. Violencia, televisión y cine. Estudios sobre violencia. Editorial Ariel. Barcelona, 1998. 3 Pinillos, José, Uncal. José María, Vallejo-Nájera, López-Ibor et al. Guía Práctica de psicología. Ediciones Temas de Hoy. Madrid, 1991. 2 44 más de las enfermedades mentales, delirios paranoides, el alcohol y las drogas serían los causantes de un gran número de comportamientos violentos. Existe entonces una discrepancia respecto a los determinantes de la violencia. Según la corriente biologista, hay una predisposición genética a esta conducta. Sin embargo, los llamados ambientalistas defienden el condicionante social y cultural de la misma. Pero habría una tercera explicación, que considera la predisposición genética modificada por los condicionantes socioambientales. Factores anatómico-fisiológicos Por tanto, para entender cómo se vinculan los factores externos al temperamento natural de los individuos, es necesario referirnos al sustrato anatómico-fisiológico de la agresividad, es 45 decir a los elementos del sistema nervioso central responsables de nuestras reacciones instintivas. En primer lugar tenemos la amígdala, la estructura situada en el cerebro que se encarga principalmente de la formación y almacenamiento de memorias asociadas a sucesos emocionales y el condicionamiento del miedo, así como de recibir las señales del peligro potencial para desencadenar una serie de reacciones que están implicadas en la supervivencia. Una de estas reacciones es la generación de la sustancia neurotransmisora llamada adrenalina o epinefrina que da origen a los reflejos que nos permiten hacer frente a las situaciones de tensión, miedo, presión o alarma. La amígdala está conectada a la parte anterior del lóbulo frontal, que es donde reside la capacidad de autocrítica, por la cual nuestros instintos de agresividad pueden ser 46 censurados o controlados de manera racional. Sin embargo, cuando esta interconexión está afectada por algún problema genético, congénito, traumático o bioquímico, puede suceder que el individuo no analice sus actos y la reacción instintiva sea la que predomine en la conducta. Esta relación se ha comprobado experimentalmente, pues los animales a los que se les extirpa la amígdala dejan de responder con violencia a los ataques. Asimismo, las investigaciones realizadas en seres humanos mediante imágenes cerebrales tomadas por tomografía, refuerzan esta teoría, ya que los asesinos llamados impulsivos o afectivos presentan una baja actividad en el lóbulo frontal.4 También es probable que la violencia en el ser humano nazca de Myers, David G. Psicología social. Editorial Médica Panamericana. Madrid 1991. 4 47 alteraciones en el sistema neuronal causadas por factores ambientales y sociales. Así pues, sería muy importante como factor desencadenante de comportamientos violentos el tipo de socialización recibida, así como las experiencias vividas en la infancia, el consumo o abuso de sustancias tóxicas como el alcohol o las drogas, el bajo nivel educativo, el desempleo; la marginalidad en general. José Luis Pinillos mantiene también que la agresividad es más un problema social que biológico. Para Berkowitz, según recoge Pinillos, hay estados emotivos que predisponen a la agresión y no hay agresión en la que no concurran factores externos o claves desencadenantes, además la agresividad se aprende y puede convertirse en un hábito reforzable.5 Pero ¿por qué existen individuos que se “descontrolan” y otros Pinillos et al. Op. Cit. p. 45 5 48 que no? Según la Ley de preocupación por las consecuencias, formulada por Nico H. Frijda (Frijda: 1989), “…todo impulso emocional suscita un impulso secundario que tiende a modificar aquél a la vista de sus posibles consecuencias…”, es decir, todo acto tiene una consecuencia más o menos predecible. Esto haría que se produjese el llamado control emocional, es decir, una moderación en la respuesta o la inhibición de ésta. Pero hay ocasiones, en que el mecanismo sufre una interferencia neurológica o bien se inhibe bajo la influencia de sustancias como el alcohol o los estupefacientes.6 Además, vivir en una sociedad agresiva puede volvernos agresivos, pues como dice la famosa máxima la violencia sólo engendra violencia. Pasamos así del problema de la violencia personal al del comporAvia, María Dolores. Personalidad: Aspectos cognitivos y sociales. Ediciones Pirámide. Madrid 1995. 6 49 tamiento social y llegamos a la pregunta, ¿cómo explicar la violencia de masas? Según la teoría de la desindividualización de Zimbargo (1970), si las masas centran completamente su atención en un líder o en un objetivo común –como sucede en las reuniones de sectas o en determinadas manifestaciones de protesta, e incluso en las acciones terroristas– desciende la capacidad de autocrítica y el nivel de racionalidad, lo que conlleva a la euforia, el éxtasis y la violencia. La disminución del auto-control, producido por la carencia o disminución de las funciones corticales que envían una señal de alerta sobre las consecuencias de una conducta instintiva, sumada a los impulsos naturales de agresión, permiten que aflore un comportamiento violento arropado en el anonimato de la masa. La interacción entre la agresividad natural y los factores culturales 50 y ambientales, darán pues lugar a lo que llamamos violencia, y podemos destacar como factores clave las influencias subculturales distintas de la familia (lugar o entorno en que se vive, condiciones socioeconómicas), la familia (buena parte de la violencia existente es familiar), violencia en los medios de comunicación y de entretenimiento (una forma de aprender un comportamiento violento es observarlo en imágenes y palabras) y violencia real (la mejor forma de aprender violencia es sufrirla o ser testigo de ella). Por todo ello, y como conclusión, podemos afirmar que la agresividad es inherente al ser humano, pero no la violencia, y aunque la biología pueda tener un papel importante, son decisivos los factores ambientales, así como el egoísmo de quienes conciben el mundo de tal manera que son capaces de transformar la agresividad innata del ser humano en vio51 lencia generalizada. Como punto final, una cita de José Sanmartín: El ser humano es el único animal que transforma su agresividad en violencia, incumpliendo así el mandamiento biológico más natural: no matarás. Factores socio-culturales Existen estadísticas criminológicas con porcentajes que apoyan la opinión de que los miembros de las clases más bajas de la sociedad (lumpen proletario) son más violentos que los pertenecientes a las clases medias y altas (Wolfgang y Ferracuti, 1967). Dichos estudios confirman que en el estrato sociocultural inferior se fomentan las actitudes y valores relacionados con la fortaleza corporal, la tenacidad y la resistencia física, lo que induce a los individuos a considerar la fuerza como una cualidad y de ahí a ser agresivos con quienes los 52 rodean, entre ellos su esposa o compañera, para demostrar así que son superiores y al mismo tiempo reforzar su concepto de masculinidad (Millar, Geertz y cutre, 1961). Sin embargo, según el esquema de causalidad, hay que mostrar cautela y no relacionar directamente la agresividad física con la pertenencia a clases bajas, medias o altas, ya que las estadísticas no muestran que el origen socioeconómico sea la causa específica de la violencia, y es muy probable que concurran otras variables (Pastor, 1994c). Las ciencias sociales recalcan que la conducta violenta es el resultado de experiencias tempranas o vivencias relacionadas con motivaciones externas como la frustración, la aversión o la amenaza de un peligro ya sea físico o psicológico, defendiendo exclusivamente la influencia de factores sociales como causa. Sin embargo, desde una perspectiva 53 más realista y científica, se concluye que la violencia es multifactorial, es decir que las reacciones del hombre violento se deben a un mosaico de distintas variables. Según el modelo de Berkowitz, existe una interacción dinámica entre la biología (que puede afectar a la conducta) y las condiciones ambientales (que favorecen o inhiben la expresión de dichas tendencias), pudiendo influirse ambas variables mutuamente.7 Factores biológicos Los enfoques biológicos tienden a explicar la agresión como algo inherente a nuestra naturaleza, en vez de ser adquirido a través de las experiencias vividas y el aprendizaje. Así, Desmond Morris (1969) describe nuestras ciudades como jaulas donde prevalece Corsi, Jorge. Violencias Sociales. Estudios sobre violencia. Editorial Ariel. Barcelona, 2003. 7 54 la violencia anónima, mientras que Alexandre Mitscherlich (1969) considera al hombre como una marioneta que debe someterse a todos sus instintos inconscientes. No obstante, la mayoría de los autores que apoyan la predominancia biológica de la agresión suelen defender la plasticidad de los instintos, exponiendo que sólo algunas personas se comportan con pautas de acción fija, lo que explica por qué, en determinadas situaciones, sólo algunos hombres, y no todos, actúan de forma violenta. Otro factor que debe considerarse es el efecto de las hormonas sexuales que tienen también un efecto directo sobre el comportamiento, ya que los andrógenos (hormonas masculinas) producen un aumento en la capacidad de enojo y en la tendencia hacia la agresividad, en tanto que la administración de estrógenos (una de las hormonas femeninas) 55 tiene efectos opuestos (Van Goozen, Cohen - Kettenis, Gooren, Frijda y Van de Poll, 1995). No obstante, no existen datos concluyentes, sino sólo meras concurrencias correlacionales sobre el efecto causal de la testosterona en muchas de las diferencias observadas respecto al comportamiento violento de algunos hombres. La testosterona fomentaría la agresividad a través de distintos mecanismos: a) una vía sensitiva a los andrógenos, b) una vía sensitiva a los estrógenos y c) una combinación de ambas, donde la vía funcional estará determinada por el genotipo (Sussman, Worrak, Murowchick, Frobose y Schwab, 1996). Por último, podemos añadir que la experiencia social también influye en el nivel hormonal, por ejemplo, el estrés puede disminuir el nivel de andrógenos en los hombres, mientras que un estado de ánimo positivo y el éxito pueden aumentarlo.8 Myers, David. Op. Cit. p. 156. 8 56 Dicho todo esto, es posible concluir desde la perspectiva biológica que, aunque los datos experimentales convencen de la relación funcional entre bioquímica y conducta, todavía hoy resulta difícil separar causas y efectos: aún quedan importantes lagunas sobre cómo se modularían bilateralmente las hormonas y la conducta agresiva en el hombre violento.9 Factores psicosociales En función de las explicaciones dadas hasta ahora sobre el comportamiento masculino agresivo y la violencia de género, está claro que no son viables las posturas extremas que atribuyen este comportamiento perturbado únicamente a los mecanismos genéticos o ambientales. Se considera necesario estudiar de manera individual las creencias y princiCorsi, Jorge. Op. Cit. p. 60. 9 57 pios que existen y mantienen la clase de relación en la que se sustenta la pareja. Sólo así puede comprenderse la actitud errónea de los agresores que basan su conducta en el principio de superioridad masculina transmitido culturalmente, pues sabemos que en la mayor parte de las culturas judeocristianas se mantienen los roles sexuales estereotipados, donde se considera que el hombre es quien manda y puede hacer uso de la violencia física, psicológica o sexual. De esta manera, muchos individuos mantienen una actitud misógina, totalmente negativa y discriminatoria que se basa en la premisa de la inferioridad femenina, lo que para Glick y Fiske (1996) gira en torno a tres factores: a) Paternalismo dominador, suponiendo que la mujer es inferior y más débil que el hombre y por tanto realza la figura dominante masculina. 58 b) Competitividad en la diferenciación de género, considerando que las mujeres no tienen las características ni habilidades imprescindibles para desenvolverse en el medio público. c) Hostilidad heterosexual, atribuyendo a las mujeres un poder sexual que les hace manipuladoras de los hombres. Desde este enfoque psicosocial, existen distintos estudios (Coleman, 1980; Fernández - Montalvo y Echeburúa, 1997; Defensor del Pueblo, 1998) que sugieren que las actitudes y convicciones misóginas podrían ser un elemento común y diferenciador de los maltratadores (Ferrer y Bosch, 2000). Según Eriksson (1997) la violencia doméstica refleja la desigualdad de poder entre los distintos sexos; la mujer es víctima de la violencia debido a su sexo y el hombre lo utiliza para ejercer su dominio.10 Íbidem. 10 59 Factores psicopatológicos Existen otros factores que también pueden, y de hecho la realidad así nos lo demuestra, desencadenar comportamientos violentos, como el alcoholismo, los graves problemas económicos, el desempleo prolongado, la drogadicción, antecedentes de rechazos afectivos o trastornos psicopatológicos. Todos estos elementos actúan como generadores de un estrés, que si no se aprende a afrontar de una forma positiva y sana, pueden tener consecuencias nefastas, aunque ninguno de ellos pueda considerarse como causa única que explique por sí misma la agresividad. Es importante señalar (Espada y Torres, 1996) que algunos estudios, tanto de la Comunidad Europea como de Estados Unidos, indican que una de las causas más importantes de los malos tratos en el hogar es inherente a la personalidad del agresor. 60 Corroboran que, frecuentemente, los hombres violentos que maltratan a su familia muestran ciertos rasgos patológicos como pueden ser impulsividad, paranoia (delirios celotípicos), inseguridad, personalidad depresiva, así como tendencia a culpar a los demás de sus fallos, en un intento de reforzar su baja autoestima. Desde esta perspectiva se considera que el hombre actúa de una manera desadaptada, por tener un problema psicológico o psiquiátrico, y al sufrir una disfunción se sienten vulnerables e inseguros, por lo que tienden a sobrecompensar su autoestima a través de la violencia. Bajo este enfoque psicopatológico, el hombre maltratador podría tener rasgos en los que encajaría el tipo de personalidad sádica (Lelord y André, 1998). Este trastorno de personalidad se caracteriza por un conjunto de comportamientos cuyo fin es hacer sufrir o simplemente dominar a 61 la otra persona. Buscan el sufrimiento y sumisión del otro exclusivamente por placer personal y no como medio para alcanzar cualquier otra meta. Estos sujetos pueden ser muy hábiles y no aparecer como infractores, aunque sigan haciendo sufrir a la otra persona por medios jurídicamente ilegales como humillar a alguien en público, aterrorizar a través de amenazas, regodearse con el sufrimiento del otro, forzar a la otra persona a que realice actos humillantes o degradantes. Este comportamiento se suele asociar, aproximadamente una de cada dos ocasiones, a otro trastorno de personalidad como la paranoia, el narcisismo y la conducta antisocial.11 Corsi, Jorge. Op. Cit. p. 76. 11 62 La violencia familiar y sus consecuencias Vamos a definir la violencia familiar como aquella violencia que tiene lugar dentro de los miembros de la familia y que comprende, entre otras expresiones, la violencia, el maltrato físico, psicológico y abuso sexual, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio. Entendemos que la violencia doméstica es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas, que involucran abuso físico o la amenaza de abuso físico. También puede incluir abuso psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social progresivo, castigo, intimidación y coerción económica. Hay autores que señalan que la violencia familiar es causada básicamente por tres factores; a) La falta de control de los impulsos; b) La carencia afectiva; c) La incapacidad para resolver problemas adecuadamente, además, como ya mencionamos, podrían sumarse otras variables como el abuso de alcohol y drogas. Dinámica de la Violencia familiar Es muy difícil que la violencia aparezca desde el inicio de las relaciones de pareja. Durante este periodo, se muestra un comportamiento positivo y cada miembro de la pareja aparece con su mejor faceta, ya que es muy alta la posibilidad de que termine la relación por algún episodio de violencia.1 Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson. When men batter woman. Editorial Simon & Schuster. U. S. A. 304 P. Citado en el sitio: http://www.vidahumana. org/vidafam/violence/abusador.html consultado el 10 de enero de 2010. 11:16 a. m. 1 64 La dinámica de la violencia familiar existe como un ciclo, que pasa por tres fases: Fase 1. Acumulación de tensión • A medida que la relación continua, se incrementa la demanda así como el estrés. • Hay un incremento del comportamiento agresivo, más relacionado habitualmente con los objetos que hacia la pareja. Por ejemplo, dar portazos, arrojar objetos, romper cosas. • El comportamiento violento es reforzado por el alivio de la tensión luego de la violencia. • La violencia se mueve desde las cosas hacia la pareja y puede haber un aumento de la agresión verbal y del abuso físico. • La persona agredida intenta modificar su comportamiento 65 a fin de evitar la violencia. Por ejemplo: mantener la casa cada vez más limpia, a los chicos más silenciosos, etcétera. • El abuso físico y verbal continúa. • La mujer comienza a sentirse responsable por el abuso. • El violento se pone obsesivamente celoso y trata de controlar todo lo que puede: el tiempo y comportamiento de la mujer (cómo se viste, a dónde va, con quién está...) • El violento trata de aislar a la víctima de su familia y amistades. Puede decirle, por ejemplo, que si se aman no necesitan a nadie más, o que los de afuera son de palo, o que le llenan la cabeza de ideas equivocadas, o que están locos. • Esta fase difiere según los casos. La duración puede ser de semanas, días, meses o años. 66 Se va acortando con el transcurrir del tiempo. Fase 2. Episodio agudo de violencia • Aparece la necesidad de descargar las tensiones acumuladas • El abusador premedita su agresión. Decide tiempo y lugar para el episodio, hace una elección consciente sobre qué parte del cuerpo golpear y cómo lo va a hacer. • Como resultado del episodio la tensión y el estrés desaparecen en el abusador. Si hay intervención policial él se muestra calmo y relajado, en tanto que la mujer aparece confundida e histérica debido a la violencia padecida. 67 Fase 3. Etapa de calma, arrepentimiento o luna de miel • Se caracteriza por un periodo de calma, sin violencia y con muestras de amor y cariño. • En esta fase, puede suceder que el golpeador tome a su cargo una parte de la responsabilidad por el episodio agudo, dándole a la pareja la esperanza de algún cambio en la situación futura. Actúan como si nada hubiera sucedido, prometen buscar ayuda, prometen no volver a hacerlo, etcétera. • Si no hay intervención y la relación continua, hay una gran posibilidad de que la violencia haga una escalada y su severidad aumente. • A menos que el golpeador reciba ayuda para aprender métodos apropiados para manejar su estrés, esta etapa sólo durará un 68 tiempo y se volverá a comenzar el ciclo, que se retroalimenta a sí mismo.2 Luego de un tiempo, se vuelve a la primera fase y todo comienza otra vez. El hombre agresor no se cura por sí solo, debe tener un tratamiento. Si la esposa permanece junto a él, el ciclo va a comenzar una y otra vez, cada vez con más violencia. Personalidad del maltratador Los agresores suelen venir de hogares violentos, padecer trastornos psicológicos y muchos de ellos utilizan el alcohol y las drogas, lo que produce que se potencie su agresividad. Tienen un perfil determinado de inmadurez, dependencia afectiva, inseguridad, son emocionalmente inestables, impacientes e impulsivos. Gottman, John y Jacobson, Neil. Op. Cit. p. 125. 2 69 Los agresores trasladan habitualmente la agresión que han acumulado en otros ámbitos hacia su mujer. El maltratador es frecuentemente una persona aislada, no tiene amigos cercanos, es celoso (celotipia) y con baja autoestima, lo que le ocasiona frustración y le genera actitudes de violencia. Una investigación de los psicólogos norteamericanos, el Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson señalan que los hombres maltratadores caen en dos categorías: pitbull y cobra, con sus propias características personales: Pitbull: • Solamente es violento con las personas que ama. • Celoso y tiene miedo al abandono. • Priva a la mujer de su independencia. • Vigila y ataca públicamente a 70 su propia esposa o compañera • Su cuerpo reacciona violentamente durante una discusión. • Tiene potencial para la rehabilitación. • No ha sido acusado de ningún crimen. • Posiblemente tuvo un padre abusivo. Cobra: • Agresivo con todo el mundo. • Propenso a amenazar con cuchillos o revólveres. • Se calma internamente, según se vuelve agresivo. • Difícil de tratar en terapia psicológica. • Depende emocionalmente de otra persona, pero insiste en que su compañera haga lo que él quiere. • Posiblemente haya sido acusado de algún crimen. • Abusa del alcohol y drogas. 71 El pitbull espía a su mujer, es celópata, generalmente le cae bien a todas las personas, excepto a su novia o esposa. El cobra es un sociópata, frío, calculador, puede ser cálido. Su tendencia al maltrato no cesa por sí misma. A veces, después de que la mujer ha sido físicamente maltratada, el agresor siente miedo y detiene este tipo de abuso para reemplazarlo por un constante maltrato psicológico, a través del cual le deja saber a su víctima que el abuso físico podría continuar en cualquier momento. En ocasiones, la violencia del maltratador oculta el miedo o la inseguridad que sintió de niño ante un padre abusivo que lo golpeaba con frecuencia, al llegar a ser un adulto prefiere adoptar la personalidad del padre abusador a sentirse débil y asustado. En otros casos, los comportamientos ofensivos son la consecuencia de una niñez demasiado 72 permisiva durante la cual los padres complacieron al niño en todo. Esto lleva al pequeño a creerse superior y al ser adulto, piensa que él está por encima de la ley, o sea, que puede hacer lo que quiera y abusar de todos. Cree que se merece un trato especial, mejor que el que reciben los demás.3 La violencia doméstica no siempre resulta fácil de definir o reconocer. En términos generales, podríamos designarla como el uso deliberado de la fuerza para controlar o manipular a la pareja o al ambiente más cercano. Sin embargo, no se trata solamente del abuso físico, los golpes o las heridas. Aún más terrible es la violencia psicológica y la sexual, por el trauma que causan, que van más allá de las secuelas de la agresión física visible a todo el mundo. Debe quedar claro que hay violencia siempre que se ataca la integridad emocional o espiritual de una persona. Gottman et al. Op. Cit. p. 130. 3 73 El abuso psicológico, sexual o físico habitual sucede entre personas relacionadas afectivamente, como son marido y mujer o entre los adultos y los menores que viven en un mismo hogar. Este tipo de violencia se detecta con mayor dificultad, pues quien ha sufrido violencia física tiene huellas visibles y puede lograr ayuda más fácilmente. Sin embargo, a la víctima que lleva cicatrices de tipo psicológico le resulta difícil comprobarlo. La situación también se disimula debido a la habilidad manipuladora de quienes presentan a la esposa (o) como exagerada en sus quejas o simplemente como demente. La violencia física puede ser precedida por años de violencia psicológica a través de actos como despreciar al cónyuge e insultarlo, de tal manera que llega un momento en que la persona maltratada psicológicamente se siente avergonzada por lo que sucede, pero cree que se me74 rece el maltrato y prefiere mantener en secreto una situación que puede prolongarse durante años, pues resulta muy difícil convencerla de que vaya a pedir una ayuda que no cree necesitar. Realmente nunca existe una razón para golpear a una persona, sin embargo en algunos casos el agresor trata de justificarse o se niega a sí mismo los hechos, por ejemplo el alcohólico que golpea a una mujer o la maltrata psicológica o sexualmente y dice yo le pego con motivo, o yo no la he golpeado, yo no le hecho nada, sólo tocarla. Tanto el adicto a cualquier droga como el abusador, siempre tienen excusas y le echan la culpa a otro. En cuanto al abuso psicológico, existen muchas variantes. Una de ellas es el aislamiento, cuando el hombre le hace el vacío social a la mujer, deja de hablarle, incluso de mirarla y entonces ella se va creyendo 75 indigna de afecto. Otra es el condicionamiento económico, caracterizado por frases como: Si dices algo, o si no haces lo que yo digo, no te voy a dar la mensualidad. La intimidación es también un abuso. El clásico Si dices algo te mato, por el que muchas mujeres no se atreven a delatar las amenazas que su marido o su compañero lanza contra ellas. Existe también lo que en psicología se llama la triangulación, utilizando a los hijos para hacer que la esposa se sienta culpable. En este caso los hijos sirven de mensajeros: dile a tu madre que... La agresión a través de los hijos, o las amenazas de que el cónyuge se los puede arrebatar, son generalmente avisos que preceden al abuso físico y se convierten en conductas condicionantes que impiden que la mujer deje el hogar aunque sea un espacio violento. 76 Podemos decir que muchas veces la violencia psicológica es más grave que el abuso físico. La mayoría de las mujeres que han sufrido maltrato físico reconocen que son más dolorosas las palabras hirientes y los desprecios que los golpes, porque éstos se curan, mientras que los abusos psicológicos quedan impresos en la memoria y en la autoestima. Podemos resumir estos actos en las siguientes categorías: a) Abuso verbal: rebajar, insultar, ridiculizar, humillar, utilizar juegos mentales e ironías para confundir, etcétera. b) Intimidación: asustar con miradas, gestos o gritos. Arrojar objetos o destrozar la propiedad. c) Amenazas: promesas de herir, matar, suicidarse, llevarse a los niños. d) Abuso económico: control abusivo de las finanzas fami77 liares, recompensas o castigos monetarios, impedir que la mujer trabaje aunque sea necesario para el sostén de la familia. e) Abuso sexual: imposición del uso de anticonceptivos, presiones para abortar o para lograr el embarazo, menosprecio sexual, imposición de relaciones sexuales contra la voluntad o contrarias a la naturaleza. f) Aislamiento: control abusivo de la vida del otro, mediante vigilancia o espionaje de los actos, movimientos y conversaciones, impedimento para cultivar amistades. g) Desprecio: tratar al otro como inferior, tomar las decisiones importantes sin considerar su opinión. Todos los individuos que están involucrados en la violencia están enfermos y necesitan ayuda, sin embargo, 78 mientras no se conocen los hechos, es imposible proporcionarla. Por tanto, ayudar a los miembros de una familia a guardar en secreto tales circunstancias no significa hacerles un favor, por el contrario, es necesario motivarlos para que busquen y obtengan ayuda de un sacerdote, un pastor, un asistente social, un psicólogo o un abogado. Permitir este tipo de abuso tiene graves consecuencias, sobre todo para los niños, y muchas veces los efectos sólo se manifestarán pasados los años. A veces los niños se convierten en victimarios y las niñas en víctimas, para reproducir los roles de género. Los niños que crecen en hogares violentos tienen una gran probabilidad de ser criminales en el futuro. Desde luego, muchas mujeres intentan evitar o huir de las situaciones de violencia, ya sea modificando su conducta, a través de separacio79 nes temporales, recurriendo a distintos profesionales o incluso a los sistemas de seguridad y justicia, sin lograr ningún cambio. A esto se suma la presión social fundada en mitos como Algo habrá hecho ella para que él la tratara así, La mujer buena tiene que sacrificarse por la familia o Los celos son una manifestación de amor y ya tenemos suficiente para confundir a una mujer o convencerla de que nada de lo que haga podrá cambiar su destino. Debemos recordar que la violencia familiar es un proceso cíclico y que, a medida que pasa el tiempo, los ciclos de tranquilidad se reducen en duración, en tanto que los episodios violentos van aumentando en intensidad y frecuencia. La duración de este ciclo, que pocas veces es percibido por la víctima, es un indicador valioso. También es importante tener en cuenta factores circunstanciales o permanentes, que tiendan a aumen80 tar los niveles de stress del abusador y a reducir sus umbrales de inhibición (falta de trabajo, problemas de adicción, salud, etcétera). 81 Prevención e intervención en la dinámica de la violencia familiar Las amenazas y el ejercicio de la violencia en el ámbito familiar son conductas aprendidas y reforzadas tanto por las conductas agresivas que se transmiten a diario en los medios de comunicación, como socialmente a través de la tradicional estructura jerárquica de dominación paterna. Con frecuencia, aquellos que ejercen la violencia fueron victimas u observadores de ella en su familia de origen. Desde un punto de vista sistémico, las complejas conductas disfuncionales que hay tras la denominada “violencia familiar” son manifestaciones de desordenes o implicaciones que tienen su origen en dos tipos de eventos en la historia familiar de los perpetradores y de las víctimas: • Eventos acaecidos en la familia de origen, de uno o de ambos miembros de la pareja, que han quedado inconclusos. Estas injusticias, actos de violencia o culpabilidad no asumida, pueden haber tenido como protagonistas a personas de generaciones anteriores y sus consecuencias se repiten y seguirán repitiendo, a menos que los hechos acaecidos sean reconocidos y concluidos apropiadamente en el contexto del núcleo familiar. • Eventos que han afectado el equilibrio en la relación de pareja o actos graves en los que se ha implicado uno o ambos y no han asumido responsablemente sus consecuencias o sus culpas. En estos casos, la violencia familiar es una manifestación de desórdenes asociados a otras conductas disfuncionales, como por ejemplo el incesto, los celos, el 84 alcoholismo, destinos familiares difíciles tales como la discapacidad de un hijo o la homosexualidad no asumida. Un nuevo método psicoterapéutico creado por el alemán Bert Hellinger, nos ha permitido observar estos eventos cargados de altos niveles de energía afectiva que han sido bloqueados y cómo se expresan a través de sentimientos o emociones sustitutas que resultan incomprensibles, incluso para quien las manifiesta, y no se pueden resolver sin una mirada al sistema completo en que se ejercieron.1 Así, por ejemplo, si el dolor por actos de violencia perpetrados por un ser querido no es reconocido y sentido nos lleva paradójicamente a Hellinger, Bert et Martín Montero, María Inés et al. Psicología. “Ensayo Método de Detención Para Prevención de la Desintegración Familiar” citado en: http://psicoletra.blogspot.com/2009_11_01_archive.html consultado el 20 de marzo de 2010. 11:31 a. m. 1 85 la ceguera ante las propias conductas violentas. Por el mismo mecanismo, la negación de la culpa de algún miembro del sistema familiar, una conducta que no ha sido reconocida y compensada apropiadamente, se expresa a través de las actitudes de víctima o victimario de un descendiente, aunque éste no haya tenido ninguna responsabilidad en los hechos negados o silenciados. En el enfoque ante la violencia, se considera que las causas de esta conducta se hallan en el ámbito de la historia de los afectados y que su curación depende de que se reconozca la necesidad de poner en orden algo en la psiquis o alma de la familia de origen y la actual de uno o de ambos integrantes de la pareja. También es preciso dar herramientas para el manejo de conflictos a quienes ejercen la violencia, así como proveer a las víctimas de habilidades para confrontar en forma apro86 piada a quienes los hacen objeto de su violencia y fijar límites para aprender a mantener el delicado equilibrio entre dar y recibir lo bueno y lo malo en el intercambio conyugal. El trabajo con grupos en que participan miembros de familias afectadas en diversos grados por el fenómeno de la violencia familiar debe estar libre de juicios morales o éticos. Es necesario mirar a los individuos, incluidos a los perpetradores de la violencia, como a niños que obedecen los patrones de conducta válidos en su familia de origen. Si se desviaran de ellos, se sentirían culpables y no aceptados ya en su familia de origen. Es aún más difícil cuando esos estándares operan no sólo en la propia familia, sino también en otras del grupo de referencia de los involucrados. Entonces, la presión por seguir esos estándares es aún mayor. Con este trasfondo se puede mirar a la familia 87 de las víctimas y los perpetradores de una manera más relajada y con el ánimo de comprenderlas. Así ambos pueden tener un lugar en el corazón del terapeuta y del grupo. También es preciso estar consciente de que la gente se identifica con sus ancestros aunque hayan sido perpetradores de actos violentos. En estos casos, cabe realizar ejercicios en que los perpetradores ya fallecidos y sus víctimas encuentran paz al unirse en un pesar común, lo que facilita cambios significativos en los miembros de la familia. La identificación de un posible agresor En las primeras etapas de la relación de pareja es posible detectar actitudes que podrían ser avisos de una futura conducta patológica. Últimamente son frecuentes las noticias de mujeres que han sido heridas o golpeadas, incluso asesinadas por sus esposos. Las que han 88 buscado ayuda reconocen que desde la época de su noviazgo había detalles que indicaban una naturaleza violenta y que ellas pasaron por alto esos avisos sin pensar en lo que vendría después. Cuando alguien se enamora suele ver todo color de rosa. La figura de la persona amada aparece como perfecta. Si muestra algún pequeño defecto se busca una justificación o se ve como un asunto pasajero. El excesivo control Uno de los signos característicos del temperamento violento es el empeño por controlar totalmente a la persona que se ama, sin embargo esto suele considerarse como muestra de amor. Si el hombre, por ejemplo, llama constantemente al trabajo o a la casa de la novia para saber lo qué ella está haciendo, se entiende como un signo de preocupación y si se enoja porque 89 hay un retraso de diez minutos, puede atribuirse a un exceso de responsabilidad y puntualidad. No es raro que el sujeto trate de saber todo respecto a las actividades de su compañera y prácticamente la sujete a un interrogatorio con frases como: ¿a dónde vas?, ¿con quién?, ¿por qué vas con esa ropa tan provocativa?, ¿a qué hora regresas?, ¿lo saben tus padres?, ¿conozco a esa amiga?, ¿dónde vive? Y otras que podrían parecer exceso de amor, pero que luego se convierten en motivos de gran ansiedad, ya que si por casualidad la hora de la cita se tiene que cambiar por algún imprevisto, el hombre violento se niega a comprender y le va a otorgar otros significados. Muchas veces es necesario que el matrimonio esté establecido para darse cuenta de quién es realmente la persona con la que se convive y entonces la mujer piensa que 90 está casada con un extraño que le exige dar cuenta de todo lo que hace, cumplir horarios severamente estrictos y otros hechos que van socavando poco a poco su capacidad de decidir y su autoestima. Incapacidad para compartir el afecto Pudiera decirse que la primera etapa responde fundamentalmente a ese patrón de control posesivo. Es importante observar cómo el sujeto reacciona ante el amor que su novia o compañera le demuestra a otras personas, pues generalmente a ese tipo de hombres les molesta en demasía el cariño que ella prodiga a los familiares, amigos e incluso a los hijos. Los celos de este tipo prácticamente aparecen en todos los hombres violentos. Es por eso que el nacimiento de los hijos desemboca muchas veces en episodios violentos. Estos hombres sienten que ya no tienen todo el cariño, que el bebé 91 se lleva la mayor parte, que están desatendidos y por lo general, son incapaces de manejar adecuadamente la situación. El hombre violento desea todo el tiempo de la esposa, sus pensamientos y devoción para estar seguros de su afecto. Casi siempre son personas con baja autoestima que necesitan constantemente una reafirmación de amor y poder. La familia de origen Es muy importante conocer a la familia del futuro esposo y saber cómo transcurrió su infancia. Los hombres violentos en su mayoría proceden de hogares donde eran comunes las discusiones, insultos, menosprecio, destrozo de objetos, golpes, etcétera. No todas las personas que tuvieron un hogar así son violentas, pero existen muchas posibilidades de que repitan 92 el modelo vivido cuando establezcan su propia familia. La violencia no siempre tiene que ver con los golpes. Las descalificaciones, desvalorización e insultos son síntomas que indican la presencia del fenómeno. Frases comunes son: “Así no se hace eso”, “Déjame a mí que tú no sabes”, “Eres muy lenta”, “Cállate, no seas tarada”, “¿Qué dices?, si de esto tú no sabes”... El dinero, otro aspecto de la violencia Otras formas de violencia tienen que ver con la economía familiar. En estos casos, el hombre mantiene el control del dinero, supervisa en qué se gastó, por mínima que sea la cantidad, y la mujer depende de él hasta para comprar lo más insignificante. Cualquier tipo de manifestación de violencia puede convertirse en otra. A medida que avanza la relación, de los insultos se puede pasar a 93 romper objetos, de eso a los golpes y si no hay una detección del problema se puede llegar a un desenlace fatal. 94 Propuestas Después de haber analizado las condiciones de la violencia familiar se proponen las siguientes medidas preventivas: 1. Detectar a tiempo en las escuelas a los niños y jóvenes que sufren de maltrato para darles orientación y terminar con el círculo de violencia. 2. Agilizar los trámites de divorcio, ya que en la legislación mexicana, por tratar de proteger a la familia, se hacen engorrosos y tediosos dichos trámites, generando una tortura para los cónyuges que se encuentran en una guerra constante entre sí hasta que se logra la separación. En esta tesitura, propongo que se implante en la Legislación Civil de Tabasco la figura del divorcio express, la cual se encuentra ya en práctica en el Distrito Federal, propiciando con ello un mejor avenimiento entre las partes en litigio y la salud de la estructura familiar resultante del proceso de divorcio. 3. Brindar orientación, sin atentar contra la libertad, sobre las obligaciones y compromisos que implica el matrimonio y lo que conlleva, para que los contrayentes lleguen con la mayor información posible y no se sientan frustrados al unirse sólo por el deseo de estar juntos y sin saber lo que conlleva crear una familia. 4. Legislar para que los análisis prenupciales incluyan también 96 una evaluación sobre el estado psicológico de las personas, para detectar a tiempo actitudes que desemboquen en la violencia. 5. Sobre todo, que las instituciones sigan atentas a estos casos que se den o puedan darse en aras de proteger realmente a la familia. 97 Conclusión Toda sociedad está conformada por diversos tipos de organizaciones, sin embargo, el núcleo principal es la familia, ya que alrededor de ella se va construyendo el entramado que constituye el entorno social, tal como afirma Augusto Comte. A su vez, todas las familias, por pequeñas que sean, están integradas por personas de diferentes caracteres, modo de pensar, actitudes, maneras de ver y resolver situaciones, y esta diversidad puede ser motivo de conflictos, que bien pudieran resolverse a través del diálogo, aunque muchas veces alguno o varios de los integrantes intentan solucionarlos o imponer su voluntad mediante el uso de la fuerza. Cada vez resulta más común que escuchemos hablar en los medios de comunicación, entre los vecinos o incluso en nuestra casa, de la violencia intrafamiliar, que se entiende como el uso de la fuerza física, psicológica o económica para producir daño a otro miembro del mismo núcleo. Esto sin duda altera totalmente la dinámica de un hogar, pues mientras algunos tienen el dominio de todas las situaciones, los otros se hallan sometidos a un abuso constante. Diariamente se reciben por lo menos 25 denuncias por maltrato en el seno familiar, sin contar aquellos casos que terminan en el asesinato de la víctima, ya que éstos se notifican a cualquier agencia del Ministerio Público. Pero los datos y las estadísticas que se puedan obtener no reflejan la realidad. La mayoría de los casos no son denunciados y quedan enterrados en la intimidad de los hogares. 100 La violencia intrafamiliar es aquella que tiene lugar dentro de la familia, ya sea que el agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio, y que comprende, entre otros, violación, maltrato físico, psicológico y abuso sexual. Entendemos que la violencia doméstica es un modelo de conductas aprendidas, coercitivas, que involucran abuso físico o la amenaza de abuso físico. También puede incluir abuso psicológico repetido, ataque sexual, aislamiento social progresivo, castigo, intimidación o coerción económica. Hay autores que señalan que la violencia intrafamiliar se da básicamente por tres factores: la falta de control de impulsos, la carencia afectiva y la incapacidad para resolver problemas adecuadamente, además en algunas personas podrían aparecer variables de abuso de alcohol y drogas. 101 En muchas ocasiones, la lucha de poder se presenta entre cónyuges, y son los hijos quienes, al tener que vivir en un estado de violencia, sufren daños psicológicos que afectan su conducta y manera de proceder, pues a través de sus padres aprenden que la vía para resolver los problemas es el uso de la fuerza, o bien se convierten en individuos inestables, depresivos e inseguros, que se sienten incluso culpables de la situación que se vive en su casa. A pesar de que tradicionalmente se asumía que la mujer era la mayor víctima del maltrato familiar, los tiempos que vivimos han propiciado que este fenómeno se dé independientemente del género, además de que hay diferentes formas de maltrato; a veces una frase puede causar mayor daño que un golpe. De manera silenciosa, la violencia penetra en los hogares para 102 después extenderse a las calles, escuelas, centros de trabajos y otros sitios de convivencia social. Se instala como un cáncer que destruye la intimidad y el potencial humano generando en sus víctimas un estado agónico permanente, produciendo sujetos sin aspiraciones trascendentes, sin espíritu de productividad y creatividad, en pocas palabras; muertos en vida. Por ello resulta tan importante que la sociedad esté organizada para ayudar a todos aquellos que sufren de violencia intrafamiliar, a través de distintas instituciones que orienten a la ciudadanía sobre cómo proceder al encontrarse en una situación de esta naturaleza, puesto que sólo mediante la ley se puede controlar la violencia que parece inherente a la naturaleza humana y establecer las condiciones para una convivencia pacífica donde sea posible que los individuos se respeten y se realicen plenamente. 103 Bibliografía Avia, María Dolores. Personalidad: Aspectos cognitivos y sociales, Ediciones Pirámide. Madrid, España. 1995 Corsi, Jorge. Violencias sociales Estudios sobre violencia. Ariel. Barcelona, España. 2003 Gottman, John y Neil Jacobson. When Men Batter Women. Simon & Schuster, Boston States University. E. U.A. 2004 Hellinger, Bert, María Inés Martín Montero, Paola Silva F. Método de Detección para Prevención de la Desintegración Familiar. Ensayo -Psicología-Santiago de Chile. 1999 Hobbes, Thomas. El Leviatán-dinámica social. Tomo 2. Limusa. 1973 Lammoglia, Ernesto. La Violencia está en casa. Grijalbo, México. 2008 Myers, G. David. Psicología social. Editorial Médica Panamericana, Madrid, España. 1991 Pinillos, José, L. José María Uncal, Vallejo-Nájera, López-Ibor y otros. Guía práctica de psicología. Ediciones Temas de Hoy. Madrid, España, 1991. Rodríguez, De Bae, Martha. Violencia Intrafamiliar. Un Problema de Relación. Manual. 2003 Rousseau, Jean Jacques, El contrato social-dinámica social. Tomo 2. Limusa. 1973 Sanmartín, José y otros. Violencia, televisión y cine. Estudios sobre vio106 lencia. Ariel. Barcelona, España. 1998 Sitios web: Dr. John Gottman y Dr. Neil Jacobson. When men batter woman. Editorial Simon & Schuster. U. S. A. 304 P. Citado en el sitio: http://www.vidahumana. org/vidafam/violence/abusador.html consultado el 10 de enero de 2010. 11:16 a. m. Blogger http://psicoletra.blogspot. com/2009_11_01_archive.html 107 Breve Estudio sobre la Violencia Familiar. Causas, Efectos y Estrategias de Prevención de César Manuel López Tosca, se terminó de imprimir el 24 de septiembre de 2010, con un tiraje de 1000 ejemplares. En Morari, Formas Continuas, S. A. de C. V. Av. Heroico Colegio Miltar. Núm. 116. Col. Atasta. Villahermosa, Tabasco. El cuidado de la edición estuvo a cargo del autor y el Fondo Editorial Universitario. 978- 607- 7557- 63- 0