Los días de Hegel en Missouri Zuélika Martínez-Jiménez Pretelini “La historia es el esfuerzo del espíritu para conseguir la libertad." George Wilhelm Friedrich Hegel Georg Wilhelm Friedrich Hegel nunca pisó Missouri, ni siquiera América, pero su pensamiento llegó a nuestro continente para quedarse en el ámbito de la educación, y por lo tanto en la ideología de todo un pueblo, en este caso el pueblo estadounidense. La historia del pensamiento se ha dedicado a describir generosamente la vida de este hombre, el último de aquellos que hicieron de la búsqueda del ser y del saber, un sistema en el cual todo, absolutamente todo va cambiando y avanza en un acontecer de lucha de contrarios que concluye en una síntesis que más tarde volverá a encontrar su contrario y así, de a pocos, se teje la historia, el conocimiento, el pensamiento mismo, todo en este universo. ¿Qué exactamente es aquello que pudo llamar la atención de aquellos que llegados de Alemania a América, trataron de implantar la dialéctica hegeliana y el jirón de idealismo romántico alemán que quedaba de su pensamiento? ¿Qué de un sistema filosófico podía tener cabida en un país en construcción cuando la herencia venía de una Europa en guerra, en hambre, y una Alemania otra a la que ellos y sus padres habían conocido? Tesis Europa en llamas. Es inútil: esta época estéril no me retendrá. Mi siglo es para mí un azote. Yo aspiro a los campos verdes de la vida y al cielo del entusiasmo. Enterrad, oh muertos, a vuestros muertos, celebrad la labor del hombre, e insultadme. Pero en mí madura, tal como mi corazón lo quiere, la bella, la vida Naturaleza. Friedrich Hölderlin Para 1796, cuando la Revolución francesa incendió el corazón esperanzado de muchos pensadores, Hegel tenía aproximadamente 26 años; así que tuvo tiempo de ilusionarse y desilusionarse de un nuevo orden que este movimiento prometía pero nunca acabó de cumplir. Francia no sólo se negó la posibilidad de libertad real eligiendo a Napoleón para representarles, sino que la misma Alemania también elegía ser desmembrada con el fin de tener un mejor orden político, social, económico, que al final tampoco llegó. Las hambrunas hicieron que las migraciones hacia el nuevo mundo se fueran haciendo cada día, cada año, cada vez más numerosas y en condiciones cada vez más difíciles. De 1680 y hasta la primera mitad del siglo XIX el trasplante de miles de alemanes de sus tierras germanas a tierras indias fueron poblando el noreste de Estados Unidos primero de grupos religiosos y más tarde, de intelectuales decepcionados los cuales, entre un siglo y otro, fueron construyendo un País primero de hombres y mujeres trabajadores todos de oficios simples pero necesarios, y más tarde, un país de intelectuales con ideas nuevas que dirigirían todo el destino de la región y del territorio estadounidense completo. St. Louis Missouri, uno de los estados más prósperos e interesantes en la historia de nuestro vecino del norte, contaba con una población mayoritariamente centroeuropea que fue delineando los pasos de por ejemplo, una guerra civil antiesclavista, un modelo educativo basado en el idealismo alemán y en el sistema germano de educación básica y una región de ideales políticos y culturales avanzados para su época y con ilusiones de mejoramiento de aquellas utopías creadas por los movimientos europeos que al menos en el viejo continente no habían funcionado. Antítesis Una tierra nueva en construcción Tanto vale el hombre y tanto vale el esplendor de la vida, Los hombres a menudo son amos de la naturaleza, Para ellos la tierra hermosa no está escondida, pues con dulzura se desnuda mañana y tarde. Los campos abiertos son como los días de la siega, Alrededor se extiende espiritual la vieja leyenda, Una vida nueva vuelve siempre a nuestra humanidad, Y el año se inclina una vez más silenciosamente. Hölderlin El ambiente de Missouri para la mitad del siglo XIX era de una intensidad apabullantes, y entre sus habitantes aparecían de golpe varios grupos de librepensadores productivos y constructores de realidades necesarias en un país que se estaba forjando apenas. La Guerra Civil a su vez empujaba a todos a reflexionar acerca de la economía, la sociedad, las libertades y derechos que debían tener quienes trabajaban con las manos y quienes trabajaban con ideas. Todos debían ser iguales; al menos esa era la idea de esos hijos de alemanes refugiados que en su afán de hacer de Norteamérica un mejor lugar para vivir, escribieron, opinaron e incluso lucharon en contra de la esclavitud pues no era ésa, nunca sería ésa una manera de hacer un país mejor que aquel que vislumbraban a lo lejos instalado en las viejas tierras europeas. Así pues aparecen los forty eighters, por poner un ejemplo; que pasaron de defender la unificación de Alemania a luchar por los derechos civiles de los afroamericanos campesinos en Estados Unidos; pero quizá el mejor ejemplo fue nuestro grupo precisamente, El grupo hegeliano de St. Louis Missouri, el cual en el idealismo alemán trató de encontrar la manera de defender el cambio no en aras de menguar las actitudes humanas con aires de esclavitud, sino al contrario, de devenir en contra de aquellos que sólo pensaban en sus tierras y en sus esclavos para dar paso a la reflexión acerca de los integrantes de una sociedad y sus herederos; la población negra era parte de esa sociedad y además era la columna vertebral pues sin su trabajo, el campo, fuente de alimentación de todos lo habitantes de las entonces trece colonias estadounidenses, jamás hubiesen podido sobrevivir. Missouri, bañado por el Río Mississippi, y de suma importancia en el ámbito agrícola, probablemente a nivel político no podía hacer mucho, pues sus representantes permitieron que fuera el Estado que quedó en medio de la lucha entre la esclavitud y las libertades individuales, pero sus intelectuales, hijos casi todo ellos de alemanes, no permitirían que esto se perpetuara por muchas generaciones y estaban dispuestos a cambiar la postura de este Estado, no con política sino con ideas. Síntesis El círculo hegeliano de St. Louis Missouri Un verano y un otoño os pido, poderosas, Para que pueda madurar mi canto, Y así, asociado con tan dulce juego, Se llegue hasta morir. El alma que aquí abajo fue frustrada No hallará reposo ni en el Orco, Pero si logro plasmar lo más querido Y sacro ante todo, la poesía, Entonces sonreiré satisfecho a las feroces Sombras aunque debiera dejar En el umbral de mi voz. Un solo día habré vivido como los Dioses Y eso basta. Hölderlin Cuando Henry Conrad Brokmeyer conoció a William Torrey Haris, se constituía por sí misma la dialéctica ideada por Hegel sin ninguna resistencia y sin previa autorización del destino; porque así son las cosas, porque así son cuando tienen que ser. Él, mecánico dueño de una librería, amoroso lector de Filosofía, y Torrey Harris, un chico adinerado desertor de La Universidad de Yale pero no por ello menos crítico, ni el primero menos avizor; decidieron llevar sus pláticas filosóficas más allá del ámbito de la librería conocida y conformaron el Círculo Hegeliano de St. Louis Missouri con un primer objetivo, “que Hegel hablara inglés”. A este grupo de estudio llegaron en su mayoría mujeres, el porqué no lo sabemos, no creo que algún día lo sepamos, quizá sólo porque así son las cosas, porque así son cuando tienen que ser. El grupo inició sus reuniones con la tarea de analizar críticamente la fenomenología hegeliana y desmenuzar los elementos que podían ser rescatados para conformar un pensamiento propio adecuado el contexto vigente del país que habitaban. En esas pláticas donde se constituía la piedra angular de los modelos educativos norteamericanos, se dejó fuera por principio toda aquella ideología religiosa que para entonces ya se había convertido en un primer momento del pensamiento estadounidense, porque no era su fin perpetuar las diferencias, sino encontrar en ellas la antítesis que diera movimiento y evolución a los problemas políticos que ellos mismos enfrentaban en este que ahora era su país. Así pues, quedaron fuera ideas protestantistas, colonizadoras, etc. Y se quedaron con lo esencial de la modernidad alemana, recargada en la Fenomenología del Espíritu de Hegel para encontrar una manera de estar y ubicarse en la nueva geografía del mundo que apenas se construía. En síntesis, se trataba de hacer un grupo en el cual hablar de filosofía europea implicara concretarla en un cúmulo de ideas enraizadas en el nuevo mundo. Así, William Torrey Harris y Henry Conrad Brokmeyer fundan el primer Periódico filosófico de Estados Unidos, el Journal of Speculative Pilosophy, y con ello inician la jornada de la historia de las ideas propias del mundo estadounidense. Grace Bibb, Susan Blow, Anna Brackett, Marieta Kies y Ellen Mitchell se convierten en pocos años en las grandes constructoras del modelo educativo norteamericano, convencidas de que la filosofía hegeliana, ese sistema en el cual el ser Absoluto siempre busca mejorarse a sí mismo a través de ideas que se construyen y se completan con otras contrarias que al final se fusionan en ideas nuevas y así hasta que la historia se va poco a poco desenvolviendo, debía llevar a cualquier sistema a alcanzar la perfección de un Espíritu total hecho de pensamiento, de razón que aunque nunca es alcanzable, al menos puede vislumbrarse en la historia del mundo, del hombre y sus hechos, en la historia de la historia que va deviniendo en un fluir constante de ideas, ideas y razón, ideas cargadas de pasado y presente unidas sólo por el desarrollo natural del tiempo que así, se va tejiendo de a pocos hasta convertirse en presente. Grace Bibb, La primera mujer en liderar un departamento universitario, el de la Escuela Normal Superior para Profesoras de la misma Universidad de Missouri y quien también asistió con frecuencia al Club Kant, otro de los grupos intelectuales de St. Louis, se dedicó a subrayar la importancia de tener una estructura académica en la preparación de los profesores de educación básica. Anna Brackett, Primera mujer en ser directora de una Escuela Normal en Estados Unidos, también se empeño en la profesionalización de la docencia en la cual integró dentro del curriculum la materia de Filosofía con base en el idealismo alemán; Brackett se preocupó sobre todo por la metodología de la educación en las mujeres, lo cual la sitúa también entre las primeras estudiosas de género en los Estados Unidos. Marietta Kies, La primera mujer en obtener un doctorado en Filosofía en Estados Unidos, fue una importante estudiosa de la Filosofía de la lógica de Hegel y con ello una promotora importante de la argumentación y la Ética en el ámbito político; con ello se eslabonaría la injerencia de la educación en asuntos propios del Estado y por lo tanto la integración de los ámbitos educativos en la construcción social y política de Estados Unidos. Ellen Mitchell, la primera mujer en tener un puesto académico universitario en América; escritora también, promovió sobre todo la reconstrucción del ámbito griego y romántico idealista en la estructura de la educación filosófica y literaria. Para cuando William Torrey Harris estuvo a cargo de la Comisión de Educación de los Estados Unidos de 1889 hasta 1906, forjó gracias a los trabajos realizados por el grupo de Missouri, el modelo educativo vigente hasta hoy en ese país. Hegel nunca pisó Missouri y nunca conoció América, pero sus pasos que fueron caminados por el Círculo hegeliano de St. Louis Missouri dejaron huellas imborrables en la ética y la educación del pueblo estadounidense. In God we trust, leemos constantemente en sus comunicados, en sus monedas, en sus celebraciones; y sí, entendemos que es en ese Dios Absoluto, el de la razón, el del Espíritu, tal como Hegel lo explica en sus textos, que ellos ponen todo el peso de la historia, como éste lo soñó. El Círculo hegeliano de St. Louis Missouri, puso así, en las manos de la “razón”, la educación de este país que hoy lidera América toda y es bastión del ámbito internacional. Hegel siempre fue un admirador importante de Hölderlin, pues le parecía un poeta mayor que tenía la virtud de estar cerca del Espíritu Absoluto que todo lo mueve en brazos de la historia; quizá en algún lugar, o quizá alguno de sus seguidores en América, desde alguna esquina del destiempo o del tiempo ya muerto, ido, irrecuperable, canten alegres las palabras de este hombre de letras, que dictan: “Pude nombrar los héroes, Callando ante las bellas heroínas” Sin saber ni uno ni otro, que en América, serían “ellas” las que llevarían la voz cantante de las propias ideas que ellos diseñaron sin saber dónde ni cuándo es que echarían raíces sus pensamientos. Y fue en nuestra América, en la anglosajona, donde sus cantos y sus trozos de ideas armaron en un rompecabezas, una estructura hermosa donde se integran uno a uno lo educandos todos de una nación que cada día se vuelve a reconstruir. Bibliografía Burnett, Robyn. German Settlement in Missouri: New Land, Old Ways. 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