UNIVERSIDAD DE LA HABANA FACULTAD DE ECONOMÍA Tesis en opción al grado científico de Máster en Ciencias Económicas “Iniciativas de integración monetario-financiera en el ALBA: ¿hacia una nueva arquitectura financiera regional?” Autora: Lic. Claudia Marín Suárez Tutora: Dra. Marlén Sánchez Gutiérrez La Habana, 2014 DEDICATORIA Y AGRADECIMIENTOS Este trabajo está dedicado a todos aquellos que han contribuido a su realización y a mi formación profesional y humana. En primer lugar, a mis padres, por todo el cariño, la constancia y toda la larga lista. A mi familia, en especial a Zenaydita. A Marlén, agradecidísima por estar (y seguir estando) siempre que la necesito, por sus invaluables aportes, que no se limitan a este trabajo, sino en general a mi formación, y por la paciencia infinita. A mis amigos, a todos y cada uno, especialmente a Betty, por ser la hermana que no tengo y a su familia que es la mía; y a Yara, Maylín y Ale por tantas cosas que tengo que agradecerles en el orden profesional y personal, sobre todo por su amistad. A Lourdes, la profe, no sé ya por cuántas cosas, perdí la cuenta, pero, además de la confianza inmensa, por ser el ejemplo a seguir tanto en el orden profesional como humano. A mis compañeros de trabajo que se han convertido en amigos queridísimos, en especial a Reina, Shago, Alejandro, Ileana, Iván, Pável y al resto de la tertulia del café, sin la que los días serían mucho más aburridos. A todos, muchas gracias. 2 Resumen Ante los problemas de la arquitectura financiera internacional y las carencias de su marco institucional, se ha perfilado una tendencia a la regionalización de las relaciones monetariofinancieras sobre la base de mecanismos regionales y subregionales en el marco de los propios procesos de integración. Este fenómeno ha tenido sus expresiones más importantes en Asia y en América Latina. En América Latina, bajo una concepción que integra tres elementos fundamentales como la banca de desarrollo, un fondo de reserva y una unidad de cuenta para el comercio en el marco regional, han surgido instrumentos como el Banco del Sur, el Banco del ALBA, el Sistema de Pagos en Monedas Locales entre Brasil y Argentina y el SUCRE. Sin embargo, aunque la creación de estos mecanismos ha implicado un esfuerzo extraordinario, los avances aún son modestos, restando grandes desafíos por sortear. El presente trabajo busca determinar cuáles son los principales desafíos que enfrentan las recientes iniciativas de integración monetario-financiera creadas en el marco del ALBA para impulsar la creación de una nueva arquitectura financiera regional. Para ello, se identificaron como marcos teórico y empírico referenciales, la teoría sobre la integración monetario–financiera y la evolución del Sistema Monetario Internacional, respectivamente. Adicionalmente, se justifica la necesidad de rediseño de la arquitectura financiera regional en América Latina y finalmente se evalúan los instrumentos de integración monetariofinanciera en el ALBA, atendiendo a criterios estructurales. Palabras claves: integración monetario-financiera, arquitectura financiera regional, integración, sistema monetario y financiero internacional, América Latina, Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA). 3 Abstract In recent years, developing countries, facing the problems of international financial architecture and the deficiencies of its institutional framework, have shaped a tendency towards the regionalization of monetary and financial relations, which has been built on existing regional integration mechanisms. This process has reflected mainly in Asia and Latin America. Instruments like Bank of the South, Bank of ALBA, the System of Payments in Local Currencies between Brazil and Argentina and the Unitary System of Regional Payments Compensation (SUCRE) has emerged in Latin America, as a result of a comprehensive proposal that includes three main interrelated elements. These are a regional development bank, a reserve pool and a unit of account for regional trade. However, so far the results are limited and insufficient and there are many and large challenges to overcome. This research seeks to determine the most relevant challenges that ALBA’s recent monetary and financial integration initiatives are facing, in order to promote a new regional financial architecture. To achieve this objective, it has been identified as theoretical and empirical frameworks, the monetary and financial integration theory and the evolution of International Monetary System since 1944, respectively. In addition, it is presented a group of arguments that support the necessity of redesigning the regional financial architecture in Latin America, and, finally, monetary and financial integration instruments in ALBA has been evaluated according to some structural criteria. Keywords: monetary and financial integration, regional financial architecture, integration, international monetary and financial system, Latin America, Bolivarian Alliance for the Latin America’s People (ALBA). 4 ÍNDICE INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 6 CAPÍTULO I. Marco teórico y empírico de la integración monetario-financiera y la arquitectura financiera. ........................................................................................................... 11 1.1 Integración monetaria desde la perspectiva de las Áreas Monetarias Óptimas ....... 13 1.2 La integración monetaria y financiera desde otras perspectivas.............................. 18 1.3 Caracterización del Sistema Monetario Internacional (1944-2012) ........................ 21 1.3.1 Sistema de Bretton Woods ............................................................................... 23 1.3.2 Sistema de tipos de cambio flexibles................................................................ 25 1.4 El Fondo Monetario Internacional ........................................................................... 30 1.5 La Reforma de la Arquitectura Financiera Internacional ........................................ 34 CAPÍTULO II. Necesidad de una nueva arquitectura financiera regional en América Latina. ................................................................................................................................. 40 2.1. La inserción de las economías latinoamericanas en el Sistema Monetario y Financiero Internacional. Implicaciones en términos de autonomía .................................. 40 2.2. Características de los mercados financieros en América Latina.................................. 52 2.3. Potencialidades de los mecanismos tradicionales de integración monetario-financiera en América Latina ............................................................................................................... 60 CAPÍTULO III. Integración monetario-financiera en el marco del ALBA: ¿hacia una nueva arquitectura financiera regional? ............................................................................................ 68 3.1 Evolución de los mecanismos monetario-financieros en el ALBA ......................... 72 3.1.1 Banco del ALBA .............................................................................................. 72 3.1.2 Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos ................................... 75 3.2 Factores que condicionan la efectividad de los mecanismos de integración monetario-financiera en el ALBA. Principales desafíos .................................................... 80 CONCLUSIONES .................................................................................................................. 98 BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 103 ANEXOS .............................................................................................................................. 115 5 INTRODUCCIÓN Desde la década del setenta, el mundo ha presenciado una expansión acelerada de la globalización financiera. La preeminencia del capital financiero, su desvinculación del capital productivo –con el consecuente incremento de los flujos financieros respecto al crecimiento de las economías-, la liberalización de los mercados de capitales, la desregulación y la especulación se han vuelto rasgos característicos del actual panorama de la economía internacional, que ha estado signado por una marcada incertidumbre. La recurrencia de eventos de crisis, que cada vez se hacen más cercanos y contagiosos, ha hecho del presente un escenario de perenne inestabilidad financiera, con importantes repercusiones en la economía real. Las instituciones financieras internacionales (IFIs) principalmente el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, cuyo encargo es evitar, prever y gestionar tales episodios, han mostrado su incapacidad, y en consecuencia han visto disminuida su credibilidad, al ser promotores de la desregulación que origina las crisis. A raíz de las crisis de los años ´90 se generó un importante debate sobre la necesidad de una revisión del orden monetario – financiero internacional, comenzando a utilizarse el término de Nueva Arquitectura Financiera Internacional para referirse al diseño que resultaría de este proceso. La evidencia empírica demuestra que, a pesar de que en épocas de crisis el tema cobra impulso en los foros internacionales, lo cierto es que en períodos de relativa estabilidad, cuando pareciera que el problema ha sido resuelto, el tema vuelve a diluirse hasta el próximo episodio. Luego de varios esfuerzos que no se tradujeron más que en cambios superficiales, llega la crisis más reciente, ahora con centro en los países desarrollados, para poner nuevamente de relieve las razones por las que se exige una transformación radical del diseño monetario – financiero actual. A estas urgencias se suman otras no menos apremiantes que explican también la tendencia a la creación de mecanismos regionales y subregionales alternativos a las instancias globales existentes –enmarcados en los propios procesos de integración regional. Pueden citarse entre ellas: la ausencia de procedimientos democráticos en la toma de decisiones de 6 las IFIs, la necesidad de gestionar de manera más eficiente las reservas internacionales acumuladas por los países subdesarrollados, la existencia de alarmantes déficits público y externo –y consecuente nivel de endeudamiento- en Estados Unidos que son financiados con los recursos del Sur, la emergencia de nuevos actores con peso importante en la economía internacional (emergentes), la búsqueda de una mayor autonomía respecto a los mercados financieros internacionales, los requerimientos de financiamiento para el desarrollo, las debilidades del dólar estadounidense como moneda internacional y los beneficios que reportaría para el comercio intrarregional la utilización de unidades de cuenta con tipos de cambio más estables, entre otros. De esta manera varias regiones han experimentado con mecanismos subregionales de integración financiera que compensen en alguna medida las carencias del sistema financiero internacional. Destacan los casos de ASEAN+3 con la Iniciativa de Chiang Mai, del Consejo de Cooperación del Golfo y de América Latina. Sin embargo, los avances regionales solo cobran total sentido si se articulan con el desarrollo de propuestas en los restantes ámbitos del sistema financiero: el nacional y el internacional. Entre las propuestas hechas en América Latina para rediseñar la arquitectura financiera regional (AFR), destaca la presentada por Ecuador, que plantea la necesidad de avanzar en tres direcciones fundamentales: una banca de desarrollo de nuevo tipo, un fondo latinoamericano de reservas y una unidad de cuenta común. Los principales elementos que la integran coinciden de manera general con las propuestas de la academia. Bajo la sombrilla de esquemas de integración y cooperación como MERCOSUR y UNASUR se han creado mecanismos e instituciones como el Banco del Sur y el Sistema de Pagos en Monedas Locales entre Brasil y Argentina (SML Brasil-Argentina), mientras que en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) se ha establecido el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE) como mecanismo de compensación del comercio en monedas locales y se ha creado el Banco del ALBA. Sin embargo, los avances en la práctica han sido realmente muy limitados. 7 El Banco del Sur, tras un lento camino en su fundación, se perfila más como un organismo complementario a las IFIs que como una alternativa y su evolución, en última instancia, arroja dudas sobre sus perspectivas futuras para establecerse como banco regional de desarrollo en el sentido en que se concibió. El SML Brasil-Argentina no ha convocado la participación de los grandes productores y los montos de operación no son representativos del comercio bilateral. En el ALBA, tanto el SUCRE como el Banco del ALBA enfrentan los propios desafíos del proceso de integración, a los que se suman otros no menos importantes. Como resultado, ninguno de los mecanismos creados ha logrado avances sustantivos y por el contrario deberán sortear enormes desafíos. La presente investigación deberá contribuir a dilucidar en alguna medida el largo camino que falta por transitar. La atención brindada a este tema en los últimos años ha ido en aumento, tanto en el nivel discursivo en los pronunciamientos de mandatarios y autoridades políticas de América Latina, como en el plano académico. Asimismo se ha abordado en el seno de organismos regionales y subregionales, como el Sistema Económico Latinoamericano (SELA), la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), el ALBA, y recientemente en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). El objeto de estudio de la presente investigación gira en torno a la problemática de la reformulación de la AFR en América Latina, a partir del análisis de las iniciativas recientes en el marco del ALBA, de la que Cuba forma parte. La creación de nuevos mecanismos de integración financiera en el continente y la necesidad que se impone de hacer un balance crítico de sus potencialidades y desafíos, constituye la motivación fundamental para este trabajo de investigación. La importancia de la presente investigación se enfoca fundamentalmente en tres direcciones esenciales: - Ofrece elementos para el diseño de la política exterior, así como insumos para valorar las modalidades de inserción de Cuba en el contexto latinoamericano. 8 - Brinda un estudio del carácter y las perspectivas de la reformulación de la AFR como solución parcial a las limitaciones del actual diseño monetario-financiero. - Provee a la academia cubana, de un estudio objetivo sobre las vulnerabilidades y potencialidades que brindan las iniciativas de reciente implementación en el ALBA, específicamente el SUCRE y el Banco del ALBA. La integración ha sido ampliamente abordada por la academia cubana e internacional. Sin embargo, la integración financiera es uno de los temas menos explorados, aunque diferentes académicos lo han abordado de manera general. La necesidad de rediseñar la AFR en América Latina ha sido justificada por autores como Ugarteche, Páez, Toussaint y Estay, por sólo mencionar algunos. Se hace necesario –y en ello radica la novedad de la investigación- un análisis objetivo desde la academia cubana, que rebase el ámbito del discurso político, tanto de las potencialidades como de los desafíos que enfrentan los nuevos mecanismos surgidos en el ALBA, en el marco de un esquema de integración llamado a subvertir los criterios bajo los que se desarrollan los ya tradicionales en América Latina. En consecuencia, el problema científico de la presente investigación está definido de la siguiente manera: ¿Cuáles son desafíos más importantes de las recientes iniciativas integración monetario-financiera regional en el seno del ALBA en torno al logro de espacios de relativa autonomía para los países miembros? La hipótesis que se pretende demostrar con el desarrollo de la investigación es la siguiente: Los principales desafíos que enfrentan los instrumentos de integración monetariofinanciera del ALBA para generar espacios de relativa autonomía son: el bajo nivel de interdependencia entre los miembros, la dependencia de los mercados internacionales para sostener el proyecto, el escaso desarrollo de los mercados financieros intrarregionales, y la fuerte dependencia del contexto político regional. Para ello se plantearon los siguientes objetivos, general y específicos: 9 Objetivo general: Determinar los principales desafíos que enfrenta la implementación de las recientes iniciativas de integración monetario-financiera en el seno del ALBA, como instrumentos para una nueva arquitectura financiera regional. Objetivos específicos: 1. Sistematizar los elementos teóricos y empíricos relativos a la integración monetario-financiera y la evolución de la arquitectura financiera internacional. 2. Fundamentar la necesidad de rediseño de la arquitectura financiera regional en América Latina. 3. Evaluar los elementos que determinan la efectividad de las iniciativas de integración monetario-financiera en el marco del ALBA. El trabajo está dividido en tres capítulos, que responden a la definición de los objetivos anteriores. El primer capítulo se concentra en el abordaje teórico de la integración monetario-financiera, tanto desde la perspectiva de las Áreas Monetarias Óptimas como desde otros enfoques más apropiados para países subdesarrollados, así como en la caracterización del Sistema Monetario Internacional. En el segundo capítulo, para fundamentar la necesidad de rediseño de la AFR en América Latina, se analiza la inserción de sus economías en el Sistema Monetario y Financiera Internacional. Luego se caracterizan los mercados financieros latinoamericanos y se plantean las principales potencialidades de las instituciones financieras regionales. Por último, el tercer capítulo está dedicado al análisis de la integración monetariofinanciera en el marco del ALBA. Después de exponer de manera general las propuestas y avances en el rediseño de la AFR en América Latina, se aborda la evolución de los instrumentos de integración monetario-financiera en el ALBA. Finalmente, sobre la base de condiciones estructurales y esenciales, se definen cuáles son los desafíos fundamentales que enfrentan dichos mecanismos. 10 CAPÍTULO I. Marco teórico y empírico de la integración monetario-financiera y la arquitectura financiera. El abordaje teórico sobre la integración es amplio y diverso, y ha sido uno de los temas donde la academia ha mostrado mayores discrepancias. Sin embargo, ha sido evidente el predominio de la llamada teoría convencional, que encuentra sustento en la visión de integración de los mercados. El proceso de integración europeo condicionó de manera significativa los aportes teóricos al respecto, pues se ha ubicado como el referente empírico fundamental de la integración. Pese incluso a estar atravesando hoy por un período donde su éxito es seriamente cuestionado, sin dudas constituye el caso más avanzado conocido bajo esta concepción “clásica” de la integración. En consecuencia, en muchas ocasiones, las premisas y requisitos teóricos impuestos para la construcción y evaluación de la integración fueron determinados por la forma en que esta tuvo lugar en Europa. La teoría de las uniones aduaneras, con un importante sesgo económico-comercial, postula una serie de niveles de integración que alcanzan los países a medida que se remueven los obstáculos a la integración de los mercados. Así prevé el tránsito por: zonas de libre comercio, uniones aduaneras, mercados comunes, uniones económicas y monetarias e integración económica total, en función del grado de liberalización del comercio y de coordinación de políticas. La evaluación de los beneficios de la integración pasa entonces por la constatación de los niveles de creación y desviación de comercio (Frambes, 1993). Los preceptos convencionales se han erigido casi en una camisa de fuerza para concebir y evaluar la integración, principalmente en los países subdesarrollados. Dado que los niveles de desarrollo, la forma de inserción en la economía internacional, el lugar en la división internacional del trabajo y el sentido de la integración de los países latinoamericanos son diferentes a los que la impulsaron en Europa, la teoría convencional 11 no necesariamente tiene que constituir el referente idóneo para su evaluación en los países subdesarrollados, en especial en América Latina. Aunque estas han sido críticas recurrentes por parte de la academia heterodoxa, no ha habido suficientes aportes para conformar un cuerpo teórico alternativo. La noción de integración que se defiende en la presente investigación, sin que se pretenda construir una definición conceptual acabada del término, asume los siguientes presupuestos teóricos: 1. La integración debe entenderse como un proceso sustentado en la creación de un tejido de relaciones de interdependencia, distinguiéndolo de los esquemas institucionales que le sirven como marcos operacionales (García, 2008). No es, por tanto, el estado de las relaciones entre varios países en un momento dado. Los mecanismos institucionales, si bien son importantes en la construcción de la integración, no aseguran la existencia de relaciones de interdependencia entre los miembros, lo cual es, en última instancia, una condición necesaria. 2. La integración forma parte de la inserción internacional de un país, siendo sus objetivos coherentes con la estrategia de desarrollo nacional, el patrón de acumulación y los intereses de las clases económicas dominantes (García, 2008). De esta manera, no se puede esperar de la integración lo que las estrategias de desarrollo nacionales no se proponen, error en lo que una parte de la academia incurre con frecuencia, viéndose reflejado también en el discurso político regional. 3. Constituye un medio para el desarrollo, y no un fin en sí mismo. El objetivo cimero de todo proceso de integración es la contribución al desarrollo, máxime cuando resulta muy difícil, para las economías subdesarrolladas, insertarse de manera aislada en el entramado de las relaciones económicas y políticas internacionales. 4. Es un fenómeno multidimensional -que rebasa el ámbito económico, involucrando también las esferas política, social, jurídica y cultural, etc.- y complejo, pues no se refiere sólo a la base económica sino también a la superestructura (Frambes, 1993). 5. En el proceso participan múltiples actores, por lo que este no se limita sólo a las relaciones intergubernamentales. Por tanto, la inclusión y articulación de los diferentes 12 actores que intervienen en el proceso, es un factor crucial a tener en cuenta para el éxito de cualquier acción programada en este sentido. 6. La multiplicidad de intereses, prioridades y puntos de partida de los actores que intervienen en la integración, reflejado en la existencia de contradicciones entre ellos, determina que no constituya un proceso lineal y ascendente, sino que se desarrolle a saltos, con avances y retrocesos, y a veces a diferentes velocidades para algunos de sus miembros. Tal ha sido la experiencia de la integración europea y necesariamente lo será en el caso latinoamericano (Regueiro, 2012). 7. Tiene que ser programada y dirigida, por lo que la voluntad política juega un papel esencial (Aftalion, 1976). En este sentido, es también propicio señalar la inevitable cesión de soberanía nacional que tiene lugar en el proceso de construcción consciente de la integración, especialmente de la de carácter no subordinado, en pos de lograr mayores cuotas de soberanía regional. En América Latina en particular se ha verificado con cierta frecuencia la tendencia a la importación de patrones de integración desde el referente europeo. Aunque este arroja determinadas lecciones al respecto, no debe ser asumido como el único e inescrutable referente para los procesos de integración latinoamericana, teniendo en cuenta, como se planteó con anterioridad, que los orígenes de este proceso en América Latina son muy diferentes. Igualmente las condiciones de partida no son las mismas en ambas regiones, ni lo son tampoco las condiciones socioeconómicas y políticas, el papel, la forma de inserción y la capacidad de influencia en el ámbito económico internacional. 1.1 Integración monetaria desde la perspectiva de las Áreas Monetarias Óptimas La Teoría de las Áreas Monetarias Óptimas (AMO), como marco teórico de relevancia, constituye una referencia ineludible para el estudio de las uniones monetarias. Sin embargo, ello no significa que este sea el referente teórico más apropiado para un estudio de este tipo aplicado a la realidad de los países subdesarrollados, en particular de los latinoamericanos. El argumento esencial que respalda esta afirmación radica en el reconocimiento de las marcadas diferencias existentes entre las economías a las que la teoría hace referencia 13 (desarrolladas) y las de la región latinoamericana (subdesarrolladas). Las AMO son una construcción teórica desde y para los países desarrollados, reflejando específicamente la impronta de la integración europea en el camino de la unión monetaria. Más allá de estas limitaciones, no existe una teoría alternativa, así como tampoco una experiencia concreta, que resulte más cercana a la realidad de los países subdesarrollados. Ante este déficit, y la necesidad de abordar, de alguna manera, la problemática de las uniones monetarias, fue preciso recurrir como un referente básico a la interpretación europea de la integración monetaria. La definición de un área monetaria óptima varía en dependencia del autor. Existen definiciones muy abarcadoras como la de Mundell, que la considera un “territorio dentro del cual los tipos de cambio son fijos” (Mundell, 1999, p.27); o más específicas como la de Frankel, que la define como una región que no es ni tan pequeña y abierta como para que sea preferible fijar su moneda a otra, ni tan grande como para dividirse en subregiones con monedas independientes (Frankel, 2003). Los llamados criterios tradicionales de las AMO surgen a raíz del artículo de Mundell de 1961, y en medio del debate sobre la elección entre tipo de cambio fijo y flexible. Para definir la optimalidad de un área monetaria, se centró el análisis en enunciar determinados criterios que, a su vez, funcionaran como instrumentos de ajuste frente shocks externos de la demanda en ausencia del tipo de cambio. En presencia de movilidad laboral entre dos regiones, el tipo de cambio deja de ser un instrumento de ajuste imprescindible ante los shocks asimétricos, pues la migración de fuerza de trabajo de una región a otra compensaría la inflación y el desempleo respectivamente (Mundell, 1999). Sin embargo, las variables del mercado laboral se caracterizan por una menor flexibilidad que otras variables económicas, por lo que definitivamente el ajuste, de ocurrir, se daría a una velocidad considerablemente menor. 14 La movilidad de capital también ha sido estudiada como posible mecanismo de ajuste, siendo una forma de expandir la demanda, a partir de la inversión en las regiones afectadas por el shock. No obstante, es cuestionable el hecho de que este mecanismo tenga lugar de forma espontánea, pues no es lógico que el capital se mueva a invertir hacia regiones en depresión, por el carácter marcadamente procíclico de los flujos de capital. Sería más objetivo pensar en una orientación y estímulo, por parte de los gobiernos, de la inversión hacia las regiones perjudicadas, a lo que contribuiría la existencia de una autoridad supranacional encargada de esta tarea y un inevitablemente alto nivel de coordinación de políticas macro y mesoeconómicas. El criterio de apertura comercial cuestiona la efectividad de un tipo de cambio flotante en economías pequeñas con alto grado de apertura1, pues ante un shock externo negativo en la demanda, que genere un déficit de cuenta corriente, una devaluación no lograría una mejora en la competitividad2, sino un incremento generalizado de los precios internos vía un aumento en los precios de las importaciones que no se puedan sustituir. Ello provocaría presiones inflacionarias, con las consecuentes negociaciones al alza de los salarios nominales, lo que potencialmente podría desencadenar una espiral. Por tanto, la apertura entre socios comerciales potenciales de un área monetaria militaría a favor de establecer un tipo de cambio fijo entre ellos (McKinnon, 2002). El criterio referido a la diversificación productiva plantea que países con menores niveles de diversificación productiva necesitan más el tipo de cambio como instrumento de ajuste ante shocks externos de la demanda, mientras que los más diversificados pueden compensar un shock externo negativo en una industria con uno positivo en otra, o al menos un shock negativo específico no generaría necesariamente un shock generalizado en la economía, por lo que no se ven obligados a recurrir al tipo de cambio como instrumento de ajuste (Kenen, 1969). La contradicción radica precisamente en que economías menos diversificadas 1 El grado de apertura es determinado por la relación entre productos transables y no transables, donde transable se refiere a productos exportables o importados. 2 Este es el caso típico donde la condición Marshall – Lerner no se cumple, pues la demanda de las importaciones es prácticamente inelástica con respecto a variaciones en el precio. 15 tienden a ser más abiertas, por lo que habría que considerar las ventajas y desventajas de adherirse a un régimen cambiario ultrafijo. Es importante contar con un sistema fiscal federal para llevar a cabo la política fiscal de la región, a partir de la transferencia de fondos hacia los países o regiones que sufran shocks asimétricos, en ausencia de una política monetaria independiente para contrarrestarlos (Sala-i-Martin y Sachs, 1991). Es importante que los gobiernos conserven parte de su autonomía fiscal, al tiempo que concedan facultades a un organismo supranacional (coordinación de políticas macroeconómicas), pues esta es la única manera de llevar a cabo la política económica, luego de haber perdido la política monetaria y cambiaria como instrumento para el ajuste. La experiencia europea más reciente muestra que la integración monetaria sin el correspondiente nivel de coordinación fiscal acarrea resultados negativos para el proceso de integración. El grado de integración financiera puede incluirse como criterio de optimalidad, pues un déficit en la balanza de pagos generado por un shock negativo de la demanda podría compensarse con entradas netas de capital. De ello se deduce que resultará más sencillo renunciar al tipo de cambio, en tanto más integrados financieramente estén los países, pues más fácil sería obtener financiamiento del resto, en caso de afrontar un shock asimétrico. Aquí se aplica la misma limitante que para la libre movilidad de capital referida al carácter procíclico de los flujos financieros (Marín y Pérez, 2008). La importancia de la correlación entre los ciclos económicos se basa en la necesidad de que la política monetaria común beneficie a todos los países de la región. Economías con ciclos desfasados estarán en peores condiciones de adherirse a un régimen común: la política monetaria sólo puede ser consecuente con un objetivo a la vez. Los nuevos criterios, a veces englobados en el llamado “enfoque alternativo”, se refieren, a diferencia de los criterios tradicionales, a la comparación de los costos y los beneficios de conformar una unión monetaria, y ponen en el centro del análisis la credibilidad, como elemento determinante en la efectividad de la política económica. Desde este punto de 16 vista, un área monetaria es considerada óptima, si los beneficios de adherirse a una unión monetaria son mayores que sus costos. El enfoque de las preferencias homogéneas define como AMO aquella región cuyos países comparten objetivos de política económica, principalmente de estabilización. La convergencia en los objetivos políticos sería entonces una condición suficiente para la formación de una unión monetaria, mientras que los criterios de apertura comercial y movilidad de factores constituyen condiciones necesarias (Marín y Pérez, 2008). El enfoque de la endogeneidad de los criterios concluye que “es más probable que un país satisfaga los criterios para entrar en una unión monetaria ex post que ex ante” (Frankel y Rose, 1997, p.22). Es decir, que, aunque una región no cumpla con las condiciones de un AMO, no significa que no se den estas condiciones en la medida en que el proceso de integración avance. Ello refiere a la necesidad de promover la integración partiendo de la voluntad política y al carácter dinámico de dicho proceso. El mantenimiento de altos niveles de reservas internacionales adquiere gran importancia como respaldo del valor de las monedas domésticas. El surgimiento de una nueva moneda, debe contar con un importante respaldo de reservas, pues las mismas representan garantías de su credibilidad y sostenibilidad, al tiempo que permiten mantener estable la paridad fija ante variaciones de los flujos de capital. Además, hay que señalar la existencia de otros criterios en este nuevo enfoque de las AMO, que plantean otros elementos a tener en cuenta para adherirse a una unión monetaria. Entre ellos destacan: las similitudes entre las instituciones de los mercados laborales y la credibilidad y efectividad de las políticas monetarias nacionales. Según la teoría, las ventajas de una unión monetaria están dadas por la reducción de los costos de transacción asociados al cambio de las monedas, de la volatilidad del tipo de cambio y la incertidumbre y de las tasas de inflación, así como la ganancia de credibilidad de las autoridades monetarias. Algunos autores han estudiado también los posibles efectos 17 de una unión monetaria sobre el crecimiento. Las desventajas provienen de la pérdida de independencia monetaria y del tipo de cambio como instrumento de ajuste ante shocks externos, así como de la imposibilidad de extraer señoreaje. La aplicación de estos criterios debe ser cuidadosa, pues constituyen generalizaciones desde países desarrollados, debiendo considerarse las diferencias entre los países que sustentan estas teorías y los subdesarrollados, en cuanto a niveles de desarrollo, estructuras productivas, historia, posición en la división internacional del trabajo e influencia en el comportamiento de la economía mundial, todos ellos condicionantes del cauce del proceso de integración. Una limitación adicional de la teoría también radica en que no refiere pasos más modestos, de menor envergadura, que la adopción de una moneda única y que pudieran contribuir a su futura implementación. A las grandes limitaciones de la teoría como referente para países subdesarrollados se suman otras de carácter más técnico, tales como: la difícil medición de los criterios, la indefinición del orden de importancia de los criterios –lo cual dependerá de las especificidades de cada región-, el escaso tratamiento de los efectos microeconómicos de las uniones monetarias, y la inconsistencia intertemporal en tanto se establecen como prerrequisitos elementos que pudieran ser resultados del proceso. 1.2 La integración monetaria y financiera desde otras perspectivas Uno de los principales argumentos encontrados en la literatura en favor de la cooperación monetaria y financiera en países subdesarrollados es la atenuación de su vulnerabilidad frente a las variaciones del tipo de cambio y los flujos financieros internacionales, en tanto estas economías tienden a ser altamente dependientes de la demanda, el financiamiento externo y de los organismos financieros internacionales. Atendiendo a una de las críticas a la teoría de AMO, relativa al poco o nulo reconocimiento de niveles intermedios de cooperación o integración monetario-financiera, la literatura plantea cuatro agrupaciones fundamentales para este tipo de arreglos a nivel regional: 18 sistemas de pagos regionales que provean mayor seguridad a través de la estimulación del comercio, fondos de reservas para la provisión de liquidez en períodos de crisis, iniciativas de desarrollo de los mercados financieros regionales capaces de incrementar la inversión en monedas locales y prevenir los efectos desestabilizadores de los flujos externos de capital, y arreglos regionales de tipo de cambio que eviten devaluaciones competitivas entre miembros (Mühlich y Fritz, 2012). Los beneficios potenciales estarían asociados en general al control de la vulnerabilidad macroeconómica frente a shocks externos. De manera particular, las potencialidades de la cooperación monetaria y financiera se vincularían, en primer término, con la reducción de los costos de transacción del comercio intrarregional, especialmente los vinculados al tipo de cambio y la operación en el mercado cambiario, en el caso de la creación de sistemas de pagos compensados para el comercio intrarregional, vía la reducción de los costos de operación con monedas extranjeras y el aumento de la liquidez temporal en divisas por la cancelación de los pagos a fines de cada período3 (Mühlich y Fritz, 2012). En segundo lugar, la creación de fondos de reserva regionales aumentaría la capacidad de respuesta ante shocks externos que afecten la balanza de pagos en el corto plazo sin recurrir necesariamente a los organismos financieros internacionales y sin grandes requerimientos de coordinación de políticas macroeconómicas4. No obstante su pertinencia, una desventaja para los países subdesarrollados en este sentido es que si tienden a ser afectados de igual forma por los shocks externos, requerirían al mismo tiempo de la provisión de liquidez, provocando una tensión de los recursos del fondo (Mühlich y Fritz, 2012). En tercera instancia, los beneficios potenciales de la integración de los mercados financieros regionales tiene que ver con el estímulo a la coordinación macroeconómica, la proporción de liquidez en momentos de crisis, la limitación del endeudamiento a corto 3 En este caso particular, Mühlich y Fritz (2012) plantean la pertinencia de utilizar una moneda ancla que sirva como una forma de orientación de política monetaria. 4 Esta opción es factible si se tiene en cuenta la tendencia en los países subdesarrollados a la acumulación de grandes montos de reserva. Al respecto, se plantea que las formas de autoaseguramiento nacionales mediante la acumulación de activos de reserva en monedas extranjeras son menos eficientes que las que pudieran establecerse a escala regional (Mühlich y Fritz, 2012). 19 plazo –evitando así descalces temporales y corridas financieras originados por el capital “golondrina”-, la potenciación de la eficiencia en la movilización de los recursos financieros nacionales y regionales, la diversificación de riesgos, el fortalecimiento y desarrollo de los mercados regionales, y el estímulo a la complementariedad. La integración de los mercados financieros regionales pondría a la región en mejores condiciones para encauzar la Inversión Extranjera Directa (IED) hacia las prioridades de los planes de desarrollo de los países integrados (Chapoy, 2006). Al mismo tiempo, exigiría a los países el fortalecimiento y la armonización de las regulaciones de los sistemas financieros nacionales, por ser el financiero un importante canal de contagio de las crisis. Igualmente, sería necesaria la potenciación de los mercados internos en términos de favorecer la movilización de recursos propios frente a los externos, pues la intención es la potenciación del desarrollo y la autonomía regional, reduciendo la dependencia de las economías avanzadas (Chapoy, 2006). Por último, la cooperación en materia de regímenes de tipo de cambio, que pueden ir desde la consulta conjunta de políticas económicas hasta la coordinación explícita de tasas de cambio y otros aspectos de la política monetaria, restringiría las posibilidades de competencia mediante políticas beggar-thy-neighbour, a través de devaluaciones competitivas. Un beneficio adicional de la coordinación en este campo sería el sentar las bases para esfuerzos de mayor alcance en el futuro, incluso a través de la construcción de confianza entre las partes (Mühlich y Fritz, 2012). Un elemento central para el éxito de un proceso de integración en el ámbito monetario y financiero lo constituye la coordinación de políticas macroeconómicas. Sin embargo, la evidencia demuestra que las autoridades nacionales son reticentes a la coordinación, pues ello implica la sesión de soberanía, en mayor o menor medida dependiendo de la profundidad y el alcance de los procesos, en el manejo de instrumentos que afectan la vida económica, política y social de cada país (Magariños, 2000). 20 La integración monetaria y financiera requiere de la coordinación de políticas monetarias y crediticias, en tanto es una necesidad básica la uniformidad de las tasas de interés para asegurar el flujo ordenado de los capitales y asegurar la asignación eficiente de estos recursos dentro de la región. La no coordinación pudiera alentar la actividad especulativa. Igualmente, las operaciones con los instrumentos de la política monetaria, en tanto afectan las tasas de interés y la oferta monetaria, también deben definirse en función de normas coordinadas. La inflación debe ser otro elemento sobre el que se establezcan pautas generales (Magariños, 2000). La política fiscal y presupuestaria, por su parte, debe acotarse en términos de fijación de límites al déficit y la deuda pública, teniendo en cuenta incluso su estrecha relación con la política monetaria. Más allá de lo anterior, grandes diferencias en las políticas tributarias implicarían también una ventaja en términos de la atracción de inversión para los países que ofrezcan menores compromisos con el fisco. De igual manera ocurre con la política laboral y especialmente salarial, por su vinculación con elementos de la política monetaria y con los costos de producción (Magariños, 2000). De esta manera, cualquier intento de integración monetaria y financiera requerirá de algún nivel de coordinación de políticas económicas para asegurar su éxito. En algunas ocasiones, por tanto, y en dependencia del grado de profundización del proceso de integración, se requerirá la creación de instituciones supranacionales que dicten las políticas a seguir en determinados campos. 1.3 Caracterización del Sistema Monetario Internacional (1944-2012) Habida cuenta de las múltiples definiciones que se muestran en la literatura –que fundamentalmente coinciden en presentarlo como el conjunto de normas, instituciones e instrumentos que rigen las transacciones comerciales y financieras internacionales5-, el Sistema Monetario Internacional (SMI) podría definirse como la forma de organización de 5 Véase, por ejemplo, Krugman y Obstfeld (2003), Sánchez (2008), Kozikowski (2007), Steinberg (2012) y Rivero (1996), entre otros. 21 las relaciones monetarias internacionales, siendo estas las relaciones sociales que tienen lugar durante el movimiento de divisas para financiar el intercambio internacional de los resultados de la actividad económica (Piñeiro, 2004). Los diferentes patrones del SMI, de manera general, han respondido a los avances en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. A medida que las relaciones económicas entre los países se fueron expandiendo y el grado de internacionalización de las fuerzas productivas se profundizó, el SMI reclamó formas más flexibles capaces de satisfacer los requerimientos de liquidez congruentes con el nivel y carácter de la actividad económica. Los límites de cada diseño de SMI han estado vinculados a este grado de expansión, lo que ha determinado la reforma o sustitución de los patrones anteriores (Piñeiro, 2004). Desde su surgimiento ha existido un estrecho vínculo entre la evolución del SMI y el desarrollo de los mercados financieros. Sin embargo, no es hasta los años cincuenta, con la conformación del Euromercado, que la actividad financiera adquiere una connotación internacional, al punto de que algunos autores identifican este momento como el origen de un verdadero Mercado Financiero Internacional (MFI) (Molina, 2004). El MFI se define como el conjunto de transacciones financieras que rebasan las fronteras nacionales y los instrumentos mediante las que estas se realizan. La definición incluye también los aspectos de carácter institucional, legal y organizativo que facilitan y regulan esas transacciones. Está compuesto por varios segmentos de mercado que pueden clasificarse según los plazos de financiamiento y el tipo de instrumento que en ellos se negocian, entre otras clasificaciones. A continuación se presentan los elementos fundamentales de la evolución del SMI con el fin de caracterizar los diferentes patrones del mismo desde 1944 hasta la actualidad6. 6 Para consultar los antecedentes más relevantes del SMI previos a 1944, véase el Anexo I.1. 22 1.3.1 Sistema de Bretton Woods Entre el 1 y el 22 de julio de 1944, representantes de 44 países asistieron a una reunión en Bretton Woods, New Hampshire, Estados Unidos, donde se decidió el SMI que imperaría a partir de ese momento. Fue diseñado un patrón cambio oro con modificaciones para asegurar la provisión de liquidez a la economía internacional, volcada hacia la recuperación de Europa y Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Tras la presentación de dos propuestas, que reflejaban los intereses de Estados Unidos y el Reino Unido7, en la Conferencia de Bretton Woods –siguiendo la propuesta estadounidense- se convino en establecer un sistema de tipos de cambio fijos en relación al oro y al dólar, moneda que se convirtió en única divisa convertible en oro, a un precio fijo de 35 dólares la onza troy. En el nuevo sistema sólo se permitirían variaciones de los tipos de cambio en una banda del 1% hacia arriba y hacia abajo, mientras que cambios mayores deberían responder a desajustes crónicos de la balanza de pagos y ser autorizadas por un organismo internacional, el FMI, que ocupó un lugar central en el nuevo diseño monetario como su brazo institucional. El papel del dólar en el nuevo SMI fue medular, pues se estableció como la moneda de reserva internacional por excelencia8, siendo la única convertible en oro. Para el fin de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos habían acumulado importantes reservas de oro y se comprometieron a financiar con dólares la reconstrucción en Europa y Japón mediante el Plan Marshall, a través del cual se transfirieron importantes recursos. Ello permitió que se consolidara una notable expansión de las empresas estadounidenses hacia actividades económicas que constituían nichos de rendimientos para el capital en estos países. Los Estados Unidos se convirtieron así en emisores de la moneda de curso y reserva internacional, o sea, en una suerte de banquero mundial. 7 Estas fueron conocidas como el plan Keynes (Reino Unido) y el plan White (Estados Unidos). La libra esterlina también fue utilizada como moneda de reserva aunque en una medida considerablemente menor. 8 23 Los crecientes flujos de capitales negativos (salida de capitales) emitidos por los Estados Unidos, vinculados fundamentalmente a la expansión del gasto militar, los préstamos, la ayuda externa y las inversiones en acciones de compañías extranjeras, terminaron por generar déficit en su balanza de pagos y superávit en la de los países europeos. De esta manera, se delineó un dólar sobrevaluado respecto a las monedas de otros países, que se resistían a la revaluación por las implicaciones en términos de competitividad que ello suponía. A pesar de ello, el dólar fue capaz de mantener la convertibilidad en oro por algunos años debido a la magnitud de las reservas estadounidenses. Sin embargo, ya para 1960, la relación deuda líquida/reservas de oro se tornó negativa, y desde ese momento, a pesar de todas las medidas que se adoptaron para contener esta tendencia, no ha vuelto a recuperarse (Anexo I.2)9. Un elemento que propició esta situación, esta vez relativo al desarrollo del mercado financiero internacional, fue el surgimiento del Euromercado, cuyos orígenes están vinculados al propio proceso de internacionalización del capital. La libre movilidad de capitales, especialmente los transferidos desde Estados Unidos a Europa, estimuló la creación y colocación de los llamados eurodepósitos10. El Euromercado, cuyo auge tuvo lugar a mediados de la década del sesenta, en definitivas amplió de manera significativa el horizonte de la actividad financiera y constituyó sin dudas un avance considerable en la integración de los mercados financieros internacionales (Molina, 2004). La provisión de liquidez del SMI dependía de la creación y monetización de déficit cada vez mayores de balanza de pagos en los Estados Unidos, y de la exportación de dólares inflados. Estados Unidos emitía en abundancia billetes inflados con bajo respaldo en oro, que, al ser transferidos al resto del mundo se convertían muchas veces en parte de las reservas internacionales de los restantes países, sirviendo de base para la emisión de monedas nacionales también infladas11. 9 La deuda líquida se refiere al circulante en dólares repartidos por el mundo, en tanto la posesión de un dólar representaba la obligación de la Reserva Federal a convertirlo en oro si así fuera reclamado. 10 Estos se definen como depósitos nominados en una moneda y colocados fuera del país emisor de las mismas, o lo que sería lo mismo, depósitos en monedas diferentes a las del país del banco depositario. 11 Este mecanismo aún se mantiene incluso bajo tipos de cambio flexibles. 24 La combinación de una política monetaria expansiva, con libre movilidad de capitales y un sistema de tipos de cambio fijos, conocida en el ámbito académico como la trilogía de lo imposible, cuestionaba seriamente la sostenibilidad del sistema. Ello tuvo como consecuencia el agotamiento de la convertibilidad en oro del dólar por la sangría de reservas que implicaba el sostenimiento de un tipo de cambio sobrevaluado. Para 1971 la balanza comercial estadounidense se había vuelto deficitaria, registrándose un déficit en cuenta corriente, que acentuó el desequilibrio ya existente desde años anteriores en la balanza de pagos. Paralelamente se incrementaba la inflación y se asistía a una recesión económica importante. En este contexto y en el marco de un programa de estímulo económico para salir de la crisis, el presidente Nixon anuncia la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro. A pesar de los intentos posteriores para retomarla, el carácter estructural de la crisis condicionó que para 1973 el Reino Unido, la Comunidad Económica Europea, Japón, Canadá, Suiza y los propios Estados Unidos hubieran abandonado el tipo de cambio fijo, terminando así con el SMI de Bretton Woods. 1.3.2 Sistema de tipos de cambio flexibles Del 4 al 10 de enero de 1976 se efectuó una reunión monetaria en Kingston, Jamaica, donde se legalizó el ya practicado sistema de libre flotación. Se le encargó al FMI el desarrollo de una estricta vigilancia de las políticas económicas de los miembros, aunque la supervisión se orientó esencialmente hacia los subdesarrollados. Adicionalmente, se verificó una reducción en la importancia significativa del oro como activo de reserva y su papel por ende en el SMI, al tiempo que se ratificaba la intención de convertir el Derecho Especial de Giro (DEG) en principal activo de reserva del FMI, aunque la idea quedó casi exclusivamente en el plano discursivo formal12. Nuevamente, el diseño del SMI quedó a cargo del grupo de países más poderosos. 12 Con el objetivo de lograr una mayor provisión de liquidez, el FMI había aprobado en 1967, la creación de un activo de reserva internacional, el DEG, lo que constituyó el primer paso para la creación de reservas centralizadas por parte del FMI. Sin embargo, el DEG aún pasa ocupa un lugar secundario en la composición de las reservas de las economías, pese a los reclamos de una parte de la academia de que se convierta en la moneda de reserva fundamental del SMI. 25 Estados Unidos se convirtió en deudor neto de capitales, mostrando un cambio en su posición inversionista respecto a la del período del SMI de Bretton Woods. Sin embargo, su posición como emisor de la moneda de reserva internacional no cambió. La provisión de liquidez internacional depende ahora de la generación de cuantiosos déficit en cuenta corriente y no en la cuenta capital. Los países subdesarrollados dejaron de ser receptores de flujos financieros para convertirse en emisores de los mismos, lo que es totalmente paradójico si se consideran los importantes problemas de generación y canalización del ahorro que han presentado estos países a lo largo de la historia. El dólar, aunque sigue siendo la moneda más importante de reserva internacional, ha experimentado una pérdida relativa de peso en la composición de las reservas mundiales en favor del euro y de otras monedas. El actual patrón monetario del SMI es bipolar, concentrado fundamentalmente en el dueto dólar – euro, aunque con un sesgo notable hacia la utilización del dólar. Ello marca, junto con el tránsito hacia la flotación, una diferencia sustantiva del actual SMI respecto al diseño anterior de Bretton Woods. En cuanto a sus funciones de unidad de cuenta y medio para transacciones, el dólar ostenta el lugar más importante a nivel mundial: los precios internacionales se determinan en dólares, así como la mayor parte del comercio se desempeña en esa moneda. No obstante, en el marco de algunas iniciativas regionales (ASEAN, Mercosur, ALBA, Consejo de Cooperación del Golfo) y multilaterales (BRICS), se han creado mecanismos que intentan cuestionar la primacía del dólar en las transacciones comerciales y financieras, aunque los avances siguen siendo modestos en este sentido. En cualquier caso, el hecho de que los precios internacionales se determinen en dólares es un elemento de peso para que no se revierta sustancialmente esta tendencia por el momento, y que marca una diferencia sustancial entre la economía de Estados Unidos como fijadora de precios y la de los restantes países, especialmente los subdesarrollados, como precio-aceptantes. En los últimos años se ha experimentado una tendencia a la regionalización monetaria y financiera en algunas partes del mundo, que, más allá de la propia Zona Euro, ha mostrado sus signos más importantes en Asia y América Latina. En la búsqueda de una mayor 26 autonomía regional y de suplir las carencias que para los países subdesarrollados impone el Sistema Monetario y Financiero Internacional (SMFI), se han creado mecanismos de compensación del comercio en monedas locales, fondos regionales de reserva y bancos regionales de desarrollo, entre otros. Una característica común de todo el período bajo el que ha estado vigente el SMI con base en tipos de cambio flotantes –o con base en la elección nacional del régimen de tipo de cambio- ha sido la recurrencia de crisis económicas de diversa índole (de deuda, fiscales, cambiarias, bancarias, financieras, etc. Ello ha estado condicionado por el ambiente de desregulación imperante en las finanzas internacionales, que responde al carácter neoliberal de la política económica. Molina (2004) expone algunas de las tendencias recientes del mercado financiero internacional, relacionadas con el comportamiento errático del sistema financiero que ha provocado tales eventos de crisis. En la base de estos comportamientos se encuentra la búsqueda cada vez mayor de marcos amplios, flexibles y desregulados para la actividad financiera, con el objetivo de asegurar mayores rendimientos. Este ambiente de liberalización y desregulación ha propiciado el desarrollo de procesos intervinculados como la innovación13, desintermediación14 y titularización15 financieras, y el incremento de la actividad especulativa. Se ha asistido a una notable ampliación de los mercados de capitales, destacándose el flujo entre los propios países desarrollados y más recientemente hacia, desde y entre los llamados países emergentes. La introducción de avances tecnológicos ha hecho posible la profundización del grado de integración de los mercados financieros internacionales, pero también ha facilitado las operaciones de especulación y arbitraje. Además, se ha reducido considerablemente, mediante fusiones y adquisiciones, el número de instituciones bancarias y no bancarias que operan en el mercado internacional (Molina, 2004). 13 Creación constante de nuevos instrumentos que permiten la obtención de rendimientos y la adaptación de los mercados a las diferentes coyunturas. 14 Disminución de la participación de las instituciones bancarias en el proceso de captación de capitales. 15 La titularización consiste en la búsqueda de financiamiento mediante la emisión de títulos valores. 27 Las consecuencias en términos de incremento de la inestabilidad de las variables financieras y monetarias, así como de la incertidumbre y el riesgo en el entorno internacional, han sido evidentes. La creciente actividad especulativa ha provocado severas crisis internacionales, que cada vez se hacen más frecuentes y profundas. El ambiente desregulado en el que se desarrolla la actividad financiera ha hecho quebrar no sólo a grandes bancos, sino también ha llevado al colapso de múltiples economías, todo lo cual cuestiona seriamente la factibilidad de mantener los actuales niveles de “libertad” de los capitales sin prácticamente ningún coto por parte de los gobiernos, que han perdido incluso capacidad de influencia sobre su comportamiento. Las crisis que se sucedieron en los años ochenta, noventa e incluso la iniciada en 2007 2008, con centro en los países desarrollados, han reafirmado no sólo la tendencia hacia la inestabilidad, la incertidumbre y el riesgo en el entorno económico, sino también la incapacidad de las IFIs para acometer sus funciones y el evidente fracaso de la política económica neoliberal respaldada por estas, no sólo en términos sociales, sino también en el logro de la tan valorada estabilidad macroeconómica. En la literatura se identifican tres problemas fundamentales que hoy tiene el SMI y que justificarían la necesidad de un cambio en sus bases de funcionamiento. En primer lugar se ubica el efecto deflacionario que induce la falta de incentivos de los países superavitarios para ajustar sus desequilibrios de balanza de pagos con políticas expansivas, frente a la necesidad de financiamiento de los países deficitarios. De esta manera, los desequilibrios en los pagos internacionales acumulados sólo se pueden ajustar generando recesión (Ocampo, 2010b). En segundo lugar, un sistema basado en una (o pocas) monedas nacionales genera inestabilidad, pues la provisión de liquidez y la acumulación de reservas dependen de que el emisor incurra en un déficit de cuenta corriente, con costos de credibilidad para la moneda de referencia y la aplicación de políticas para contrarrestar la falta de credibilidad provoca nuevamente efectos recesivos mundiales. A ello se suman las implicaciones de que 28 Estados Unidos sea el emisor de la moneda de reserva mundial, en términos de exportación de la inflación estadounidense (efecto inflacionario) y de limitación en la captación de los beneficios de sus propias políticas expansivas (Ocampo, 2010b). Por último, la inequidad generada a partir del fenómeno de “ayuda inversa” responde a la emisión desde países subdesarrollados de flujos financieros hacia Estados Unidos a cambio de activos de reserva para acumular como autoprotección frente a shocks externos. La propensión a la sobreacumulación, a falta de un “seguro colectivo” frente a la inestabilidad mundial –función que debía ser ejercida por el FMI- limita la actividad económica mundial, si bien se justifica desde las perspectivas nacionales (Ocampo, 2010b). A la vez que la sobreacumulación de activos de reserva constituye un freno a la actividad económica mundial por el nivel de inmovilización de recursos que esta implica, tiene consecuencias para los países tenedores de reservas, en términos de subutilización de los recursos. La solución a los desbalances del actual diseño monetario y financiero internacional no radica en el surgimiento de varias monedas de reserva. Aunque la aparición de otras, como el euro después de su surgimiento, coadyuvaría a la diversificación relativa de la composición mundial de reservas, los bancos centrales siempre deberán adquirir activos nominados en monedas de países desarrollados, con lo que se perpetuaría el flujo de recursos desde el Sur hacia el Norte, en detrimento del desarrollo de las economías subdesarrolladas (Ocampo, 2010b). El SMI padece también de importantes carencias institucionales, reflejadas en la incapacidad de sus instituciones para preservar su estabilidad y asegurar un desarrollo económico equilibrado a nivel mundial. En ellas se reproduce la desproporcionada distribución de poder económico y político del sistema internacional, al tiempo que enfrentan cuestionamientos éticos asociados a los mecanismos de toma de decisiones. Por su papel central en el SMI, se abordan algunas de estas cuestiones en el FMI. 29 1.4 El Fondo Monetario Internacional El FMI, devenido piedra angular del diseño institucional del sistema de Bretton Woods, fue el organismo creado en 1944 para velar por el cumplimiento de sus normas. Entre sus objetivos fundacionales se encontraban: i) fomentar la cooperación monetaria internacional, ii) facilitar la expansión y crecimiento equilibrado del comercio internacional, iii) fomentar la estabilidad cambiaria, iv) coadyuvar a establecer un sistema multilateral del pagos para las transacciones corrientes de los países y eliminar las restricciones cambiarias que obstaculicen la expansión del comercio mundial, v) infundir confianza a los países miembros poniendo a su disposición temporalmente sus recursos para corregir desequilibrios en sus balanzas de pago, y vi) gestionar los desequilibrios en las balanzas de pago de los miembros (FMI, 2011a). El financiamiento de la institución se obtiene esencialmente a partir de las cuotas establecidas a los países miembros sobre la base de su PIB, grado de apertura, variabilidad económica y reservas internacionales, aunque también se nutre de acuerdos bilaterales y multilaterales de obtención de préstamos. Las cuotas se revisan quinquenalmente, aunque las revisiones no siempre han conllevado una modificación de las mismas, al tiempo que de manera eventual se han aprobado modificaciones ad hoc. Tras la modificación de 2008, que sólo entró en vigor en marzo de 2011, en 2010 fue aprobado otro cambio como parte de la decimocuarta ronda de revisión, que implicaría un traspaso de alrededor del 6% de las cuotas de países sobrerrepresentados a los subrepresentados, especialmente a las economías emergentes. Esta revisión comprende, además, una duplicación de la cantidad total (de 238.400 a 476.800 millones de DEG) y una realineación de las cuotas relativas. China se convertiría en el tercer miembro con la mayor cuota dentro de la institución y los restantes países de los BRICS se incluirían dentro de los diez primeros, aunque Estados Unidos conserva su poder de veto16. 16 Siendo necesaria la ratificación de la decisión por cada uno de los países miembros, la nueva distribución de los votos aún no ha entrado en vigor (FMI, 2012d). Se previó que para principios de 2013 se completara una revisión de la fórmula de cálculo de las cuotas aplicada en 2010, pero el proceso se ha dilatado en más de una ocasión. Recientemente se instó a concluirlo para principios de 2015. 30 El 25% de la cuota debe ser depositada en DEG17 o divisas internacionales (dólar, euro, yen o libra esterlina) y el resto en moneda nacional. La cuota determina, además del poder de voto, el acceso a financiamiento. Para pedir un crédito, el país necesitado solicita derechos de giro por un valor determinado de moneda extranjera a cambio del equivalente en su moneda nacional, comprometiéndose a recomprar su moneda al término de un período. Este instrumento (derecho de giro) limita el acceso a financiamiento a un monto anual del 200% de la cuota de cada país y al 600% de manera acumulada, pero en otro tipo de instrumentos los límites pueden variar. Hasta el 25% de la cuota la entrega de créditos es automática, tramo conocido como de reserva. Un préstamo que comprometa fondos que superen esta proporción, no sólo requiere la autorización del FMI, sino también le otorga el derecho de imponer condicionamientos de política económica al país en cuestión. Los créditos otorgados por el FMI se caracterizan, salvo excepciones, por: su asignación para complementar las reservas internacionales de los bancos centrales18, su condicionalidad, su carácter temporal, la obligatoriedad de reembolso19, y la determinación de las tasas de interés, excepto para los concesionarios, por mecanismos de mercado, sujetos a una evaluación de las prácticas de los solicitantes. El otorgamiento de un crédito por parte del Fondo tiene influencia en términos de construcción de confianza para el sistema financiero internacional (Piñeiro, 2004). Los servicios prestados por el FMI son múltiples. La institución ha evidenciado su flexibilidad para adaptarlos a sus necesidades de recursos y legitimación, y a los cambios del contexto económico mundial. Con el relanzamiento de la institución se lanzaron una serie de modificaciones en los servicios, reforma conocida como el nuevo marco del crédito 17 Este requerimiento se estableció a partir de 1971; anteriormente se requería el depósito en oro. Ello implica que los fondos otorgados no deban utilizarse para financiamiento al desarrollo. 19 El FMI tiene condición de acreedor preferente, y paradójicamente, es el último prestamista que otorga el financiamiento (Piñeiro, 2004). 18 31 del FMI, presentado como una suerte de flexibilización y modernización de los servicios de la institución20. En definitivas, este paquete está orientado a ajustar los servicios hacia sus nuevos clientes, especialmente países emergentes y a sostener sus fuentes de ingresos, lo cual se constata especialmente con el anuncio de una Línea de Crédito Flexible (LCF)21, de carácter precautorio, la ampliación de los límites de acceso a financiamiento22 y la sustitución del mecanismo de pago anticipado por la adopción de una sobretasa en función del plazo23. Lejos de atenuarla, se acentúa la ya existente brecha entre qué países califican para obtener financiamiento y qué países lo necesitan más, al tiempo que se pretende trasladar la idea de que el Fondo flexibiliza la condicionalidad que lo distinguía. Ello se refleja en la eliminación de los criterios de condicionalidad ex post por criterios ex ante, la aparente flexibilización de la recomendación de políticas de ajuste estructural y la eliminación de determinados servicios financieros que podrían beneficiar fundamentalmente a países subdesarrollados, ignorando sus perennes vulnerabilidades frente a shocks externos financieros y de términos de intercambio. A pesar de la multiplicidad de instrumentos y de la imagen que pretende ahora vender el FMI, su uso ha acarreado generalmente importantes costos en términos de soberanía en la conducción de la política económica en los países que los requieren, al punto de que algunos han optado por no hacer uso de sus recursos. La estricta condicionalidad impuesta por la institución ha obligado a los países necesitados a llevar adelante reformas estructurales coherentes con el Consenso de Washington, mediante la adopción de medidas 20 Sánchez (2009) analiza los elementos claves del nuevo marco del crédito del FMI, que incluyen: la modernización de la condicionalidad, el lanzamiento de una Línea de Crédito Flexible, la flexibilización de los acuerdos Stand-By tradicionales, la duplicación de los límites de acceso, la adaptación y simplificación de las estructuras de costos y vencimiento de los préstamos, y la eliminación de servicios financieros poco utilizados (Sánchez, 2009). 21 La LCF está dirigida a economías “sólidas” que no requieran ajustes estructurales y aun así necesiten financiamiento de corto plazo de manera precautoria (Sánchez, 2009). 22 Los nuevos límites de acceso anual y acumulativo a financiamiento no concesionario se fijaron en 200% y 600% de la cuota, respectivamente, siendo aún insuficientes para algunas economías e incrementando, a niveles casi ilimitados, el acceso de las economías desarrolladas (Sánchez, 2009). 23 Esta medida busca asegurar los ingresos del FMI y amortiguar sus riesgos. 32 de corte neoliberal tendientes a la liberalización, la desregulación, la privatización, la apertura al comercio exterior y el capital extranjero y la reducción del papel del Estado en la economía. Las consecuencias de su aplicación han sido evidentes, dando al traste con el fracaso del neoliberalismo, ya no sólo desde el punto de vista social sino también desde el punto de vista económico. En la actualidad 188 países son miembros del FMI. Su sistema de gobierno está encabezado por la Junta de Gobernadores, su máxima autoridad, formada por un gobernador y un suplente de cada país. El Directorio Ejecutivo24 asume algunas de las funciones de la Junta, aunque le quedan reservadas las de aprobar las asignaciones de Derechos Especiales de Giro (DEG), las modificaciones del Convenio Constitutivo y los Estatutos, la admisión de nuevos miembros o su expulsión, así como las variaciones en las cuotas. Además, existen dos comités ministeriales asesores de la Junta: el Comité Monetario y Financiero Internacional y el Comité para el Desarrollo (FMI, 2012a). Las asimetrías en el poder de voto dentro del FMI reflejan la correlación del poder político que existe a escala internacional. Incluso con la propuesta de cambio de 2010, la suma del poder de voto de los países asiáticos casi iguala el poder que ostentan los Estados Unidos. Desde su fundación este ha sido el país con mayor cuota, con un nivel de decisión inigualable por ningún otro miembro, incluso con poder de veto sobre las decisiones más importantes, sujetas a una mayoría del 85% (FMI, 2013c)25. Las economías subdesarrolladas continúan siendo dependientes de las IFIs. Una de las consecuencias que trajo la crisis de la deuda, y su posterior proceso de renegociación, fue la de incrementar su papel tanto en la supervisión y evaluación de las políticas económicas y el desempeño macroeconómico de los países, como en la provisión de financiamiento condicionado. Es un contrasentido que los países subdesarrollados, siendo los de balanzas 24 El Directorio Ejecutivo está compuesto por 24 directores. Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido designan sus propios directores según el Convenio Constitutivo, mientras que China, Rusia y Arabia Saudita lo hacen de facto. Sin embargo, los restantes países están representados colectivamente. La elección de los Directores Ejecutivos ha sido cuestionada por su falta de transparencia. 25 Estados Unidos ostentó en principio un poder de voto del 31,25% del total. En la actualidad su poder de voto es de 16,75%, preservando su capacidad de veto. 33 de pago más vulnerables al desequilibrio sean los que menor acceso a créditos tengan dentro de la institución, pues este es asignado según las cuotas. El FMI ha enfrentado justificados cuestionamientos éticos, especialmente en relación al mecanismo de toma de decisiones, la elección del Director Gerente26 y la imposición de condicionalidades, fundamentalmente a los países subdesarrollados, mostrando el doble rasero de la institución. Ante estos cuestionamientos y la reducción drástica de su cartera de préstamos y sus fuentes de ingreso, en 2006 el FMI lanzó un programa de reforma a mediano plazo, que incluyen algunas de las medidas más recientes. La posición de poder de los Estados Unidos y las economías avanzadas, aún con las nuevas modificaciones, hace prácticamente inviable un cambio sustantivo dentro de la institución. Los países subdesarrollados deberán continuar presionando en favor de lograr la mayor cantidad de avances posibles en este nivel y creando mecanismos alternativos para satisfacer los requerimientos que el Fondo no atiende adecuadamente y provean una mayor autonomía, tendencia que se ha incrementado en los últimos años. 1.5 La Reforma de la Arquitectura Financiera Internacional A raíz de las crisis experimentadas durante los años noventa se desarrolló un movimiento en favor de la reforma de la arquitectura financiera internacional (AFI), cuya institucionalidad se mostraba incapaz de adaptarse con suficiente rapidez a las cambiantes condiciones de la economía internacional. En el año 1998 se acuñó el término de Nueva Arquitectura Financiera Internacional, a partir de un proceso de “autoreforma” de las IFIs, que no terminó siendo más que un maquillaje de los problemas esenciales que respaldaban el imperativo de cambio de las bases del SMI. Entre los puntos fundamentales de la agenda propuesta se encontraban: la transparencia en materia de información, el fortalecimiento y liberalización del sistema bancario y 26 El Director Gerente del FMI ha sido siempre un europeo, mientras que el segundo cargo más importante lo ocupa un estadounidense. Ello ha resultado de un acuerdo tácito de las potencias centrales, donde la presidencia del Banco Mundial y el FMI se reparte entre Europa y Estados Unidos. 34 financiero, la participación del sector privado en el manejo y prevención de las crisis, la modernización de los mercados internacionales mediante la adopción de buenas prácticas, la reforma de las instituciones internacionales, y la adopción de políticas sociales y ayuda para los países pobres más vulnerables (Trefogli, 2009). El tema se diluyó cuando la economía internacional dio señales de recuperación. De hecho, el interés por el proceso de reforma ha aparecido sólo en condiciones de agudización de la inestabilidad y la recesión de la economía mundial. En el 2000 se incorporan elementos vinculados a la negociación de la deuda en el marco de la discusión sobre Financiación al Desarrollo de Naciones Unidas. Se discutió sobre la necesidad de incrementar la utilización de Cláusulas de Acción Colectiva y de diseñar un Mecanismo de Reestructuración de la Deuda Soberana (Sánchez, 2008). Para 2006, en medio de una crisis de credibilidad y legitimidad de las IFIs, en especial del FMI, reflejada en la caída sustantiva de su cartera de préstamos, la disminución del papel que antaño había desempeñado en el SMI y en el cuestionamiento de sus mecanismos de toma de decisiones, este lanza un documento proponiendo una estrategia de reforma a mediano plazo27. El proceso de discusión de la estrategia del Fondo coincidió con la emergencia del colapso financiero de 2008. Es en este marco que se produce el contradictorio relanzamiento de las IFIs por parte de las grandes economías representadas en el G-20, especialmente del FMI, al que se le restituyó una parte importante de sus recursos con el fin de que auxiliara a los países en problemas. La estrategia se orientó fundamentalmente hacia el fortalecimiento de la función de supervisión y vigilancia, la reforma del sistema de gobierno y la recuperación de la situación financiera de la institución. En consecuencia, se propuso un cambio en la 27 El FMI había perdido de manera significativa su importancia a nivel mundial. Su cartera de préstamos estaba devastada, algunos países habían decidido no utilizar más sus servicios, y su legitimidad y capacidad estaban seriamente cuestionadas, no sólo por los elementos que se señalaron en el acápite anterior sino también por la falta de efectividad en la prevención y gestión de la crisis económica. 35 representación de los países, con el objetivo de incrementar la participación de las economías emergentes, a través de un incremento de sus cuotas, la propuesta de nuevas fórmulas para su cálculo y algunos cambios en el poder de voto de estos países, así como un replanteamiento de los ingresos y gastos de la institución. Sin embargo, la complejidad técnica y la diversidad de posiciones respecto a las propuestas realizadas, ha hecho que se enlentezca el proceso de reforma propuesto, pues en algunos casos incluso se requieren hasta cambios en el Convenio Constitutivo (Sánchez, 2008). En definitivas, la “autoreforma” no parece ser más que un intento de legitimación internacional que manifiesta la capacidad de adaptación del organismo a las nuevas condiciones y a los cuestionamientos a los que ha estado justificadamente sometido, que el reflejo de una genuina intención de reformar sus principios y bases de funcionamiento. Así lo demuestran las estrategias dilatorias en las que incurre para retrasar un proceso que ni siquiera cuestiona el poder de voto de los países que tradicionalmente han tenido las mayores cuotas dentro de la institución (Sánchez, 2008). De cualquier manera, el proceso de reforma de la AFI debe tener un enfoque mucho más integral, no restringido al ámbito institucional. La concentración del debate, sin absolutizar, en el entorno institucional ha sido una de las causas por las que se ha perfilado como más probable el escenario de reforma y no de transformación profunda del SMI (Trefogli, 2009). Sería necesario cuestionar también el diseño general del sistema, el comportamiento de la principal moneda de reserva, el carácter de la política económica y los marcos regulatorios y sus implicaciones en términos de vulnerabilidad para los países subdesarrollados, entre otros aspectos. En cuanto al régimen de tipo de cambio, las posiciones académicas e ideológicas respecto al diseño monetario internacional cubren todos los espectros de orientación del pensamiento económico, desde los defensores del sistema de tipos de cambio flexibles hasta los que respaldan los tipos de cambio fijos y el retorno a un sistema tipo Bretton Woods. También existen propuestas intermedias de establecimiento de zonas metas, o sea, 36 bandas de flotación para los tipos de cambio de las monedas de reserva internacional para controlar la inestabilidad cambiaria (Chapoy, 2001). En relación a la moneda de reserva, destacan las propuestas de Stiglitz y Greenwald (2008), Ocampo (2010a) y Ocampo (2010b), entre otros, que apuntan al establecimiento de los DEG como moneda de reserva internacional, no controlada por ninguna economía nacional, y su utilización como unidad de cuenta para el comercio de productos primarios. Ello contribuiría a reducir: la inestabilidad cambiaria y sus riesgos asociados, particularmente para los países subdesarrollados; la falta de credibilidad del dólar, por el incremento del déficit en cuenta corriente y la deuda de los Estados Unidos; los efectos recesivos del ajuste en la economía mundial; la sobreacumulación de reservas en dólares por los países subdesarrollados como forma de autoprotección, entre otros (Stiglitz y Greenwald, 2008; Ocampo, 2010a; Ocampo, 2010b). El evidente déficit de mecanismos adecuados de coordinación macroeconómica internacional ha sido otro tema del debate. Una mayor coordinación pudiera proveer una mayor estabilidad y menor efecto contagio de las crisis. Durante la actual crisis económica, la coordinación ha sido mayor en la política monetaria, si bien informal, que en la fiscal (Griffith-Jones y Ocampo, 2011). En cualquier caso, la posición de poder de los Estados Unidos, en base a su papel central del SMI, obstaculiza el proceso de coordinación en tanto no tiene incentivos para coordinar. La propuesta de Griffith-Jones y Ocampo (2011) consiste en que el FMI debe ser el marco institucional para el diseño de políticas macroeconómicas a nivel internacional, no siéndolo el G-7 ni el G-20, en tanto ambos mecanismos han demostrado su debilidad en este sentido (Griffith-Jones y Ocampo, 2011). Ello resultaría quizás adecuado si el funcionamiento del Fondo estuviera respaldado por normas éticas y democráticas. La discusión sobre regulación financiera también ha ocupado un lugar relevante en el debate, especialmente a raíz de la crisis de 2008, y se ha conducido en el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea y el G-20, excluyendo a casi todos los países 37 subdesarrollados. Una de las lecciones extraídas de la crisis ha sido la necesidad de ampliar su alcance. La insuficiencia de los enfoques microeconómicos adoptados justifica la creación de un marco de regulación macroprudencial para evitar la sobreacumulación de riesgos en períodos expansivos, a lo que debe añadirse un importante componente contracíclico, que contrarreste el carácter procíclico de los flujos financieros. La regulación debe expandirse a instrumentos, instituciones y segmentos de mercado que funcionan bajo un déficit regulatorio total o parcial, como el mercado de derivados y las calificadoras de riesgo (Griffith-Jones y Ocampo, 2011). Si bien un cambio del diseño monetario y financiero internacional requiere un enfoque integral desde el punto de vista de los contenidos, igualmente necesita de integralidad en cuanto al alcance en el nivel de integración de los miembros del sistema, o sea de una efectiva articulación de los sistemas nacionales, regionales e internacionales. La desregulación de los marcos institucionales y jurídicos, como centro de muchos de los problemas que hoy enfrenta el sistema internacional, respalda la tesis de que una reformulación de la arquitectura financiera no puede excluir el nivel nacional. Marcos regulatorios nacionales, esbozados sobre la base de la autonomía y la soberanía, pudieran contribuir al encauzamiento de los recursos financieros de los países hacia sectores estratégicos para su desarrollo y a reducir las vulnerabilidades de las economías subdesarrolladas frente a los flujos financieros externos. El papel de la política económica, como uno de los elementos que ha tenido una importancia vital en la evolución de la economía internacional también avalaría lo planteado. En el nivel regional hay un margen importante para la actuación, lo que se confirma con la tendencia a la regionalización monetario-financiera. En este nivel podría avanzarse a través de la integración de los mercados financieros nacionales, del establecimiento de unidades de cuenta y sistemas de compensación del comercio en monedas locales, del incremento de los niveles de coordinación y la fijación de metas de convergencia, de la creación de fondos de estabilización y bancos de desarrollo regionales, entre otros. 38 Estas iniciativas podrían, si no revertir, al menos paliar la trasferencia neta hacia países desarrollados de recursos necesarios para el desarrollo regional, y lograr una mayor autonomía relativa, que compense en parte la posición desventajosa de las economías subdesarrolladas al insertarse de forma aislada en los mercados internacionales. En este sentido, destacan los avances en Asia, con la Iniciativa de Chiang Mai, y, aunque aún modestos, en América Latina, en el marco de Mercosur, UNASUR y ALBA. 39 CAPÍTULO II. Necesidad de una nueva arquitectura financiera regional en América Latina. El diseño monetario-financiero internacional vigente, resultante de la distribución mundial de cuotas de poder económico y político, ha determinado una inserción desventajosa de los países subdesarrollados en el sistema internacional. Estos han tenido que asumir una parte no despreciable de los costos de los desajustes generados en los países centrales. Como consecuencia, han perdido importantes cuotas de soberanía económica. No se divisa en el mediano plazo la solución a estos problemas. En este contexto, desde países subdesarrollados, especialmente de Asia y de América Latina, se plantea la opción de un diseño monetario-financiero asentado en una matriz regional. A la inserción subordinada y desventajosa de las economías latinoamericanas en el SMFI se une el escaso desarrollo de sus mercados financieros. Ello acarrea importantes limitaciones de generación y canalización del ahorro, especialmente para el financiamiento de la inversión de largo plazo, y en consecuencia, para la atención a los principales requerimientos que exige el desarrollo de los países de América Latina. Este capítulo aborda, además de las implicaciones derivadas de la inserción de las economías latinoamericanas en el SMFI y las características de los mercados financieros de la región, la evidencia sobre las ventajas de las instituciones monetario-financieras regionales en la provisión de financiamiento contracíclico y estabilidad a sus miembros. Ello busca demostrar que este tipo de instituciones pueden atender las necesidades del desarrollo de las economías latinoamericanas que no satisfacen las IFIs. 2.1. La inserción de las economías latinoamericanas en el Sistema Monetario y Financiero Internacional. Implicaciones en términos de autonomía Del análisis previo sobre el SMI se pueden identificar una serie de problemas que afectan a los países latinoamericanos y su relación con algunas dinámicas regionales, en aras de revelar qué condiciones justifican hoy la necesidad, ya señalada –al menos en el plano 40 retórico- de diseñar una arquitectura financiera en América Latina en función del desarrollo de sus países. A continuación se retoman un grupo de fenómenos de este tipo por considerarse los más relevantes para la región en términos de restricción de los grados de autonomía económica y política de sus Estados. Un primer problema con implicaciones para las economías latinoamericanas radica en las debilidades institucionales del sistema. Las IFIs, y en especial el FMI, atraviesan por una crisis de legitimidad, tanto por su forma de funcionamiento interno como por la incapacidad de cumplir sus funciones. Las prácticas antidemocráticas en la toma de decisiones del FMI han redundado en la enajenación del poder de decisión de los países subdesarrollados. El sistema de votación en base a los aportes aún privilegia con el poder de veto a los Estados Unidos, replicando el sistema de dominación económica del orden internacional, más aún si se considera que ha cambiado la participación de los países subdesarrollados en el PIB mundial. Esto tiene implicaciones en términos de colocación de los recursos de la institución como de la condicionalidad y orientación de las reformas que impone a los países que solicitan financiamiento. Es evidente –y la evolución de la más reciente crisis económica mundial lo ratifica- que el FMI no ha sido capaz de cumplir el encargo para que fue creado: prever, evitar y gestionar adecuadamente los episodios de crisis de balanza de pagos. Como pilar institucional del SMI debería ser capaz de proveer un espacio de coordinación de macroeconómica entre las principales economías que evite el estallido frecuente de crisis y reduzca la velocidad de contagio al resto del mundo. Esta coordinación no ha tenido lugar ni en los marcos del FMI ni de otras organizaciones como el G7 y el G20. La provisión de financiamiento de emergencia ante desajustes de balanza de pagos no se ha logrado de manera oportuna ni barata. Por el contrario, las demoras en la aprobación del financiamiento han sido frecuentes, al tiempo que acceder al mismo ha sido costoso no sólo en términos de primas sino también de soberanía en el diseño de políticas económicas a través de la imposición de recios condicionamientos con un trasfondo ideológico. La 41 historia de la crisis de la deuda y de las crisis financieras y bancarias latinoamericanas posteriores, por mencionar dos ejemplo, son elocuentes al respecto. El lento e intermitente avance de las reformas, que en su generalidad no tocan los aspectos medulares del SMFI, ha estimulado también la aparición de propuestas para crear instituciones en el plano regional que sustituyan algunas de las funciones de las IFIs. Tal es el caso de los bancos regionales de desarrollo y de los fondos regionales de estabilización. En América Latina, las iniciativas más recientes en este sentido condujeron a la creación del Banco del Sur, en el marco de UNASUR, y del Banco del ALBA, al tiempo que, aunque aún en el plano propositivo, se ha señalado la necesidad de crear un fondo de reservas regional con fines de estabilización. Las limitaciones de las monedas de referencia internacional han estado asociadas a que su emisión esté a cargo de economías nacionales, reflejándose en la volatilidad de sus tipos de cambio, que afecta –en dependencia del sentido de las variaciones- la estabilidad de los flujos de comercio, el valor de los activos nominados en esas monedas y el costo de la deuda externa, entre otras variables económicas. La emisión de dólares inflados –sin respaldo productivo equivalente-, en tanto provisión de liquidez al SMFI, ha permitido a los Estados Unidos el financiamiento de grandes desequilibrios fiscales y de balanza de pagos por períodos relativamente prolongados de tiempo que, a la hora de ajustarse, cobran factura a los países subdesarrollados, por su condición de economías abiertas y parcial o totalmente dolarizadas. Una de las implicaciones más importantes de la dolarización para los Estados nacionales consiste en las limitaciones a la autonomía sobre la política macroeconómica doméstica que entraña. Los rumbos de la política económica no son controlados exclusivamente por las autoridades nacionales, sino que dependen de la política monetaria y cambiaria de los emisores de la moneda a la que está anclada de facto la economía. Los efectos tradicionales de las políticas domésticas sobre los precios y el producto a través del tipo de cambio se alteran bajo dolarización parcial y de pasivos. El canal de transmisión 42 mediante el cual una depreciación nominal afecta positivamente la competitividad y la demanda agregada, se debilita, y se hace más fuerte el riesgo de espiral inflacionaria vía incremento del precio de los productos importados no sustituidos, traspasándose al costo de las empresas (Leiderman, Maino y Parrado, 2006). Adicionalmente, surge un nuevo canal de transmisión que adquiere una importancia sustantiva, más o menos fuerte en dependencia del nivel de dolarización de la economía. Este mecanismo es reconocido como el canal de las hojas de balance, mediante el cual una depreciación de la moneda nacional incrementaría el valor de la deuda nominada en dólares y aumentaría el riesgo de ocurrencia de descalces de monedas, incluso cuando se trata de operaciones domésticas nominadas en divisa (Jenneau y Tovar, 2008a). La mantención de parte importante de la deuda en monedas extranjeras implica entonces la restricción de los grados de libertad de las autoridades monetarias domésticas para operar las tasas de interés en su función de estabilización, pues movimientos de esta variable podrían tener –en dependencia del nivel de dolarización de la economía- efectos diferentes a los tradicionales sobre la demanda agregada y la inflación. El tipo de cambio adquiere una importancia mayor para los hacedores de política en economías abiertas, dolarizadas y con regímenes de tipo de cambio flexible, como la mayor parte de las latinoamericanas. Las autoridades no están dispuestas a dejar flotar libremente las monedas y se ven entonces obligadas a intervenir, al tiempo que quedan más expuestas a shocks externos que afecten el tipo de cambio, por ejemplo, a las acciones de política de los países emisores y el comportamiento de los mercados externos (Leiderman, Maino y Parrado, 2006; Jenneau y Tovar, 2008a). En los últimos años, en medio de la volatilidad, el dólar ha mostrado un sesgo a la depreciación asociado a una sostenida política monetaria expansiva de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el mantenimiento de las tasas de interés en niveles bajos y la persistencia de ingentes déficit fiscal y en cuenta corriente en ese país. Ello ha redundado 43 en diferenciales de tasas de interés a favor de las economías latinoamericanas y en una entrada de capitales notable hacia las mismas, especialmente desde 2007. Los tipos de cambio de la mayoría de las monedas latinoamericanas, cuyo comportamiento está estrechamente vinculado al del dólar, han enfrentado tendencias hacia la apreciación real, en algunos casos por la apreciación nominal y en otros, como Venezuela, por la dinámica de la inflación. México ha sido la única excepción permanente de dicha tendencia, aunque en 2009 esta se interrumpió transitoriamente en algunos países. Ante la pérdida de competitividad del comercio exterior derivada de esta dinámica, las autoridades de países como Brasil se han visto obligados a intervenir en el mercado cambiario o ajustar su política monetaria para atenuar o revertir esta situación. Gráfico No. 1. Índices de tipo de cambio real efectivo en América Latina (países seleccionados) 2005-2013* (2005 = 100) * Los datos de 2013 corresponden a octubre, último dato disponible en CEPAL (2014a). Fuente: Elaboración propia en base a datos de CEPAL (2013a y 2014a). La pérdida de competitividad asociada a la apreciación real de las monedas latinoamericanas se nota en el sector transable de las economías. Con niveles elevados de precios de los productos básicos, los exportadores de estos rubros pueden compensar su efecto recesivo sobre las exportaciones con ingresos extraordinarios vía precios 44 internacionales. Un mayor impacto sobre las economías de la región sería esperable en un contexto caracterizado por shocks negativos de términos de intercambio. El efecto no se evade tan fácilmente en sectores vinculados a la producción de bienes con mayor valor agregado, que quedan más expuestos a la competencia externa por el abaratamiento de las importaciones. En la práctica, la apreciación de las monedas latinoamericanas puede llegar a constituir un obstáculo importante para el objetivo de diversificación productiva de las economías de la región, así como para la integración comercial en los ámbitos regional y subregional, pues estos espacios privilegian la comercialización de bienes manufacturados. Desde mediados de 2013, se ha producido una reversión importante de la tendencia a la apreciación de algunas monedas latinoamericanas. Ello ha estado vinculado al anuncio del fin del estímulo monetario por parte del gobierno de los Estados Unidos28, lo que, sumado a la desaceleración del crecimiento económico en América Latina, ha conducido a una reorientación de las carteras de los inversionistas ante la posible recuperación de los rendimientos estadounidenses. De esta forma, se han constatado devaluaciones de las monedas de Brasil, México, Chile, Colombia, Perú, Uruguay y Paraguay, llegando a ser hasta de 15% y 18% para Brasil y Paraguay, respectivamente (CEPAL, 2014c). La falta de un seguro colectivo adecuado, vinculado a la función de prestamista de última instancia que debía ejercer el FMI, explica la creciente acumulación de reservas internacionales en los países de la región, que cobró fuerza a partir de 2003 con el incremento de los precios de los productos básicos. Las autoridades de estas economías, dada su dependencia externa y exposición a la volatilidad y prociclicidad de los flujos financieros, han optado por una política de autoprotección frente a las recurrentes crisis financieras o de términos de intercambio vía acumulación de activos de reserva. Todos los países de la región incrementaron sus reservas internacionales entre 2003 y 2008. En 2008 las reservas de la región, incluyendo al Caribe, habían aumentado en 175,8% 28 Estados Unidos anunció la finalización gradual de los estímulos monetarios en mayo de 2013. 45 respecto al valor de 2003, superando en total los 525 mil millones de dólares. Resulta particularmente notable el incremento, en términos relativos, de los activos de reserva de Bolivia, Brasil y Ecuador durante ese período29 (CEPAL, 2013a). Con la crisis de 2008 se interrumpió esa tendencia en algunos países, pero, a excepción de Argentina, Ecuador, El Salvador, Panamá y Venezuela, todas las economías volvieron a alcanzar o superaron los valores previos a la crisis. Para 2013 las reservas de América Latina y el Caribe habían aumentado un 58,5% respecto a 2008 y 342,2% respecto a 2003 (CEPAL, 2013a y 2014a). En términos absolutos, en ese año las mayores contribuciones al total regional provinieron de aquellas economías que recibieron una mayor afluencia de capitales: Brasil (354.505 millones de dólares), México (177.162 millones), Perú (66.453 millones), Colombia (43.296 millones) y Chile (40.817 millones) (CEPAL, 2014a). Gráfico No. 2. Acumulación de reservas internacionales en América Latina y el Caribe 2003 – 2013* (en millones de dólares) 835 700,0 832 061,0 776 846,2 800.000 656 886,9 700.000 567 258,3 600.000 525 010,1 500.000 445 279,2 400.000 314 075,2 272 313,2 300.000 200.000 190 340,5 217 477,4 100.000 0 2003 2004 2005 Argentina Chile Perú 2006 2007 Bolivia Colombia Venezuela 2008 2009 2010 2011 2012 2013 Brasil México América Latina y el Caribe * Los datos de 2013 corresponden a octubre, últimos datos disponibles en CEPAL (2014a). Fuente: Elaboración propia en base a datos de CEPAL (2013a y 2014a). La nominación de la mayor parte de las reservas en dólares condiciona que una depreciación sostenida deteriore su valor. La retención improductiva de dólares es un riesgo adicional que corren las economías de la región. Estos son activos que, por su carácter 29 El incremento de las reservas internacionales en el período 2003-2008 en Bolivia, Brasil y Ecuador fue de 648,2%, 327,6% y 309,7%, respectivamente (CEPAL, 2013a). 46 estratégico, deben administrarse bajo riesgo reducido, por lo que se colocan, por lo general, en instituciones de países desarrollados y sus rendimientos son muy bajos. En la práctica, estos recursos podrían obtener rendimientos mayores y emplearse en la solución de los problemas esenciales del desarrollo regional. Ello contrasta con las limitaciones para la generación de financiamiento de largo plazo de la región, que restringe su capacidad productiva y muestra la existencia de nichos para una gestión de divisas más eficiente. No se trata de colocar las reservas internacionales en proyectos de inversión productiva, sino de reducir las vulnerabilidades que conducen a la sobreacumulación de reservas, para poder canalizar eficientemente el ahorro interno en favor del desarrollo regional. La utilización de fondos regionales de estabilización puede constituir un instrumento útil para alcanzar ese propósito. La integración monetaria regional, no obstante, sólo complementaría la atenuación del problema esencial, que radica en la emisión de la moneda fundamental de reserva por una economía nacional, por lo que la solución radica en un cambio del diseño monetario internacional. Una de las paradojas más importantes de la inserción desventajosa de la región en el SMFI radica en el efecto de “ayuda inversa”. Este se expresa en la contradicción entre la necesidad de financiamiento de los países subdesarrollados y la emisión neta de capitales hacia las economías desarrolladas. A pesar de los recursos que demanda el desarrollo de América Latina, sus economías transfieren recursos a los países centrales, con los que estos financian su déficit en cuenta corriente. Ello da cuenta de la deficiente asignación y utilización de los recursos de la región, que pudieran colocarse en proyectos de inversión productiva, de manera que contribuyan a la potenciación de la capacidad interna regional para impulsar el desarrollo. Desde 1980, el saldo de la partida renta de la cuenta corriente de la balanza de pagos de América Latina ha sido cada vez más negativo, llegando a ser en no pocos períodos aquellos caracterizados por la reducción de los flujos financieros externos- mayor que las entradas de capitales a la región. Esto significa que la remisión de utilidades y el pago de intereses de la deuda han superado en reiteradas ocasiones las entradas netas de capitales 47 por concepto de inversión extranjera (directa, en cartera y otra inversión) y de créditos del FMI y financiamiento excepcional. Gráfico No. 3. Flujos Financieros, Balanza Renta y Transferencia Neta de Recursos en América Latina y el Caribe 1980-2013 (en millones de dólares) Inversión extranjera directa Inversión en cartera Balance de renta Transferencia neta de recursos 2013 2012 2011 2010 2009 2008 2007 2006 2005 2004 2003 2002 2001 2000 1999 1998 1997 1996 1995 1994 1993 1992 1991 1990 1989 1988 1987 1986 1985 1984 1983 1982 1981 1980 275,000 250,000 225,000 200,000 175,000 150,000 125,000 100,000 75,000 50,000 25,000 0 -25,000 -50,000 -75,000 -100,000 -125,000 -150,000 -175,000 -200,000 -225,000 -250,000 -275,000 Otra Inversión Fuente: Elaboración propia en base a datos de CEPAL (2013a y 2014b). El comportamiento de la balanza renta de la cuenta corriente llama la atención sobre dos elementos esenciales. Primero, muestra la carga histórica del endeudamiento de las economías de la región, que implica una sangría importante de recursos por servicio de la deuda, de manera que una parte no despreciable del ahorro interno se usa para pagar intereses de deuda contraída previamente. Del total de recursos pagados por la región por concepto de renta, el pago de intereses siempre ha representado una parte significativa, que si bien ha disminuido desde niveles superiores al 80% en la llamada década perdida (década del ochenta), aún en 2011 constituía cerca del 30% (CEPAL, 2013a). No obstante, se mantiene una tendencia a la disminución de su participación en el total de las salidas de renta, ubicándose en 2013 en un 17,8% (CEPAL, 2014b). En segundo lugar, habría que aludir a la remisión de utilidades por parte de las empresas transnacionales que operan en la región, así como de la inversión de corto plazo. Las 48 primeras se benefician de la explotación de los recursos naturales, vinculadas a las actividades extractivas y de producción de bienes primarios para la exportación, y de la mantención de los elevados precios de estos rubros en el mercado internacional. La repatriación de utilidades y dividendos ha ganado importancia progresivamente desde 1990, cuando representaba apenas el 15,3% del total de salidas de recursos por concepto de rentas, hasta constituir el 36,7% en 2013 (CEPAL, 2013a). Los rendimientos de la inversión de cartera, por su parte, con la apertura de la cuenta capital de los años noventa, incrementaron de manera significativa su participación en las salidas de renta de la región hasta alcanzar en 2003 el 26,4% del total (CEPAL, 2013a). A partir de ese momento, ante el incremento de los precios de los productos básicos en el mercado internacional, la inversión extranjera de corto plazo cedió espacio a la IED, que se convirtió en la principal fuente de recursos externos estimulada por la posibilidad de lograr rendimientos extraordinarios vía precios. De esta manera, en 2013, la remisión de los rendimientos de los capitales de corto plazo constituyó el 12,3% del total de renta remitida al exterior (CEPAL, 2014b). Habría que adicionar el incremento producido en la emisión de flujos financieros desde América Latina hacia el exterior en los últimos años, especialmente hacia países desarrollados. En 2013 los egresos financieros regionales superaron los 104 mil millones de dólares, cifra muy superior a las del año 2000, cuando estos no alcanzaban los 40 mil millones de dólares (CEPAL, 2013a y 2014b). Ello responde principalmente al incremento de los préstamos y depósitos en el exterior clasificados como otra inversión en la cuenta financiera de la balanza de pagos, siendo 1,5 veces mayor que la IED y la inversión en cartera juntas en 2013, que también han incrementado sus montos en el exterior. Los países que más aportan en este sentido son Argentina, Brasil, México y Venezuela, aunque casi todos prestan y depositan en el exterior en proporciones considerables para su tamaño económico (CEPAL, 2014b). 49 Desde 1980 la transferencia neta de recursos se ha mostrado negativa durante períodos relativamente prolongados: casi toda la década del ochenta y la primera del siglo XXI. Ello ratifica la condición de emisora neta de recursos de la región, excepto en períodos de arribo de olas de capitales, que han respondido a diferenciales favorables de rendimientos de la inversión, como lo fue parte de la década del noventa y el período que comenzó en 2007, justo antes de la quiebra de Lehman Brothers, aunque para esa fecha el saldo de la cuenta renta hizo que la emisión neta de recursos todavía se mantuviera por dos años más. En 2010 la región comenzó a recibir más recursos de los que emitía, debido al mayor arribo de capitales, principalmente de IED y en cartera, lo que responde al bajo perfil económico en los Estados Unidos y la recesión en Europa. La reactivación de la economía mundial estimularía un retorno de los capitales, fundamentalmente de corto plazo, a los países desarrollados. Este proceso parece haber comenzado con el anuncio de la finalización gradual de los estímulos monetarios de la Reserva Federal de los Estados Unidos en mayo de 2013, lo que ha motivado la reorientación de las carteras de los inversionistas hacia ese país y, como consecuencia, la reducción de las entradas netas de capitales de corto plazo a la región durante 2013. Un análisis desde una perspectiva nacional arroja resultados diferenciados en cuanto a los aportes de cada país a estas tendencias. La notable afluencia de capitales hacia Brasil es responsable de la mayor parte de las entradas de capitales y de la recepción neta de recursos en los últimos cinco años. Por diferencia, Brasil es el mayor receptor de flujos financieros de la región, al tiempo que México, Perú y Centroamérica también refuerzan a esta tendencia. Sin embargo, Venezuela, Argentina y Chile se mantienen como emisores netos de recursos, al igual que Colombia y Bolivia, en menores dimensiones. 50 Gráfico No. 4. Transferencia neta de recursos en América Latina y el Caribe 20032013 (millones de dólares) Fuente: Elaboración propia en base a datos de CEPAL (2013a y 2014a). El capital extranjero ha mostrado su capacidad de adaptación a las condiciones de los mercados, de manera que ha aprovechado cada instrumento para invertir donde fuere más rentable: durante la década del ochenta, sacando partido del endeudamiento externo de la región, vía intereses; en los años noventa, con los rendimientos de la inversión de corto plazo, aprovechando el escaso desarrollo de los mercados financieros de la región y el proceso de liberalización; y más recientemente, a través de la IED, forma capaz de redituar grandes ganancias vía precios internacionales de productos primarios. Mientras, persisten las dificultades para acceder a financiamiento para el desarrollo de la región y se acentúa un patrón primario-exportador que refuerza la dependencia regional y privilegia al capital extranjero. La desventajosa inserción regional en el SMFI no sólo se expresa en la dificultad y carestía del acceso a los recursos que demanda el desarrollo regional, sino más que nada en la utilización de los recursos generados en la región en favor de intereses foráneos, lo que lleva implícito la restricción de la autonomía de los Estados sobre la política económica y el rumbo de sus economías. 51 2.2. Características de los mercados financieros en América Latina Una mirada a las características más distintivas de los mercados financieros latinoamericanos pone de relieve las limitaciones de la región en la generación de ahorro y su canalización hacia la inversión. El escaso desarrollo y profundidad de los mercados de capitales acentúa las restricciones derivadas del bajo nivel de ahorro de la región en términos de acceso a financiamiento de largo plazo generado en los mercados internos; como contraparte, la región muestra una importante dependencia financiera externa. A excepción de Brasil, Chile y Panamá, en la mayor parte de los países latinoamericanos el acceso al crédito en 2011 era menor al 70% del PIB, al tiempo que la media regional escasamente supera esa proporción, lo que da cuenta de la poca profundidad de los mercados bancarios nacionales. Estos niveles se ubican muy por debajo de los que exhiben no sólo los países desarrollados, sino también algunos subdesarrollados con niveles similares o inferiores de PIB per cápita (CEPAL, 2013 y Vera y Titelman, 2013). De igual manera sucede con los mercados de valores, donde –aunque se ha verificado un expansión en los últimos años- el índice de capitalización bursátil de la región en 2011 no alcanzó el 40% del PIB30, inferior también al de otras regiones subdesarrolladas como Asia y Europa emergente (World Bank, 2013). Sólo Chile, Colombia, Brasil y ligeramente Perú superaron en 2011 el 40% del PIB en su nivel de capitalización bursátil (Vera y Titelman, 2013). Igualmente se observa un bajo grado de liquidez en los mercados financieros de la región, medido por el coeficiente de rotación31, indicador en que se verifican las mayores diferencias respecto a los estándares internacionales. Según un estudio del Banco Mundial para siete países latinoamericanos32, el coeficiente de rotación del mercado latinoamericano 30 El índice de capitalización bursátil muestra la relación entre el valor de mercado del stock de las acciones que se cotizan en las bolsas y el PIB. En 2011 este se ubicó en 39,4% (World Bank, 2013). 31 El coeficiente de rotación se calcula dividiendo el valor total de las acciones negociadas de un período entre la capitalización promedio del mercado en ese período. Es utilizado como un indicador del grado de liquidez del mercado. 32 Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. 52 de bonos es uno de los más bajos entre países subdesarrollados, al tiempo que en el mercado de acciones hay una brecha negativa de 29 puntos porcentuales respecto a la media internacional. Los mercados de valores más desarrollados de la región –aunque aún por debajo de los estándares internacionales en algunos indicadores- radican en Brasil y Chile (De la Torre, Ize y Schmulker, 2012). La emisión de acciones es bastante limitada, aunque desde 2005 se ha producido un incremento impulsado fundamentalmente por Brasil (Jiménez y Manuelito, 2011). Además, el mercado de acciones muestra una considerable concentración en un pequeño grupo de empresas grandes33. Entre 2000 y 2008, sólo un total de 175 empresas participaban en los mercados accionarios domésticos de los siete países latinoamericanos incluidos en el estudio del Banco Mundial, pero sólo emitían acciones como promedio 8 empresas cada año (De la Torre, Ize y Schmulker, 2012). Entre 2005 y 2011, las diez empresas domésticas de mayor capitalización concentraron alrededor del 65% del total de la capitalización bursátil de la región (Vera y Titelman, 2013). En el mercado de deuda, la emisión de bonos es igualmente limitada respecto a otras regiones, ubicándose como promedio por debajo del 50% del PIB entre 2006 y 2011, por debajo incluso del nivel de África Subsahariana (Vera y Titelman, 2013). El sector público muestra una participación en la emisión de bonos mucho mayor que la del resto del mundo, concentrando cerca del 80% del total de bonos emitidos entre 2006 y 2011 (Vera y Titelman, 2013)34. Esta tendencia se acentuó con el proceso de conversión de la deuda externa en interna que comenzó en la región a partir de 2003 con el incremento sostenido de los ingresos por exportaciones. El emisor más importante de deuda soberana de la región es por buena diferencia Brasil, seguido por Argentina y México, al tiempo que igualmente Brasil lidera la emisión de deuda corporativa –en términos absolutos y con montos 33 Aunque existen mercados accionarios para empresas medianas y pequeñas en países como Brasil y Argentina, estos tienen niveles de capitalización y participación de empresas muy reducidos (Vera y Titelman, 2014). 34 Chile constituye una excepción dentro de la región, donde el mercado privado de bonos tiene más importancia, al tiempo que el mercado de bonos corporativos de Brasil ha experimento un significativo incremento en los últimos años (De la Torre, Ize, y Schmulker, 2012). 53 considerablemente menores-, seguido por México, Chile, Venezuela y Argentina (Arreaza, 2009). Esto pudiera tener al menos dos efectos en términos de financiamiento a la inversión: i) un desplazamiento de la emisión de bonos privados, restringiendo a su vez el crédito bancario por la retención obligatoria de deuda pública en los bancos, en ausencia de un mercado desarrollado de valores, y ii) una presión adicional a la mantención de tasas de interés en niveles elevados, lo que pudiera acentuar las presiones a la apreciación cambiaria de las monedas domésticas (Jiménez y Manuelito, 2011). No obstante, a partir de 2010 parece haber comenzado a revertirse esta tendencia, teniendo los bonos corporativos el mayor peso dentro de las nuevas emisiones. Los bonos corporativos concentraron cerca del 85% del total de emisiones realizadas durante el año 2012 (Vera y Titelman, 2013). De otro lado, la composición de la deuda evidencia una elevada proporción de la emitida a tasas de interés flotantes y/o indexadas a la inflación, lo que supone riesgos adicionales para la inversión en términos de las variaciones asociadas (Jiménez y Manuelito, 2011). La deuda indexada a tipos de cambio ha tendido a reducirse en casi todos los países de acuerdo con el incremento de las emisiones en monedas locales, a excepción de Venezuela y Argentina (Jeanneau y Tovar, 2008a). Los mercados de derivados también muestran un rezago importante respecto a otras regiones, lo que es reflejo de las propias limitaciones de intermediación e innovación financiera y la escasa gama de instrumentos y servicios financieros ofertados en la región. Los únicos mercados de derivados relevantes de la región son los de Brasil, y en mucha menor medida, México (Titelman y Vera, 2013). Sin embargo, el escaso desarrollo de este segmento puede haber constituido una fortaleza de cara a la reciente crisis financiera internacional, condicionando un relativo aislamiento de las economías regionales a través de este canal de contagio. 54 El insuficiente desarrollo de los mercados de capitales ha determinado una mayor dependencia de la inversión respecto a los créditos bancarios, instrumento que no se ajusta al perfil de largo plazo que requiere su financiamiento. Además de la restricción en términos de captación de recursos financieros que ello implica, también atenta contra una adecuada administración de los riesgos, a través de la diversificación de la estructura de pasivos. Por último, la inexistencia o bajo desempeño de los mercados de deuda restringen la capacidad de actuación de la política monetaria, limitando algunos de sus instrumentos y canales de transmisión (Jiménez y Manuelito, 2010 y 2011). El reducido nivel de intermediación financiera se refleja en la elevada concentración bancaria, en la insuficiencia de instituciones financieras de perfil de largo plazo como fondos de inversión, fondos de pensiones y compañías de seguro, así como en la escasez de servicios e instrumentos ofertados en el mercado. A excepción de unas pocas, en la mayoría de las economías de la región más del 60% del crédito es otorgado por los seis mayores bancos de los países (Jiménez y Manuelito, 2011). Para 2010 en Brasil, Chile, México y Venezuela, más del 80% del crédito lo otorgaban los diez mayores bancos, mientras que en Argentina esta proporción es del 79,6%. Al mismo tiempo, en Brasil, Chile y México los 3 mayores bancos dominan más del 50% del mercado, al tiempo que en Argentina y Venezuela, controlan el 44,8% y el 47,3% respectivamente. Esta tendencia se ha acentuado progresivamente desde 1994 hasta la fecha (CEPAL, 2011). La estructura oligopólica de los mercados bancarios latinoamericanos condiciona la imposición de elevadas tasas de interés, que frenan el acceso a financiamiento, especialmente de las micro, pequeñas y medianas empresas, y posibilitan la obtención de altas tasas de ganancia por parte de las instituciones bancarias. Ello se refleja en elevados spreads entre las tasas activas (de préstamo) y pasivas (de captación de depósitos), de manera notable en los casos de Brasil (28,7 %), Paraguay (25,2%), Perú (16,8%), Costa Rica (13,5%) y Nicaragua (11,0%), aunque son elevadas en casi todos los restantes países (Banco Mundial, 2013). Lo anterior constituye un elemento adicional que obstaculiza la obtención de financiamiento para la inversión, pues encarece el costo de acceso al crédito, 55 lo que tiene su principal impacto en los pequeños productores, que en muchas ocasiones quedan excluidos del mercado. La creciente participación de la banca comercial y del crédito al consumo en los sistemas bancarios nacionales ha redundado en una orientación de la colocación de los recursos bancarios cada vez más sesgada hacia el corto plazo (Jiménez y Manuelito, 2010 y Titelman y Vera, 2013). Ello deviene en una importante limitación al financiamiento de largo plazo, donde la oferta de créditos es reducida y cuya asignación excluye a las empresas que no son capaces de ofrecer garantías (generalmente micro, pequeña y mediana empresa), o sea, las que tienen mayores necesidades de financiamiento. Igualmente, quedan excluidos sectores donde la rentabilidad social es mayor que la económica. A pesar de los problemas de los sectores bancarios nacionales para la provisión de financiamiento a la inversión, como resultado del proceso de liberalización financiera en América Latina, el crédito bancario se ha convertido, junto con los propios recursos de las empresas, en la principal fuente interna de financiamiento para la inversión (Mieres y Trucco, 2008; Páez, 2010). Ello muestra un escaso aprovechamiento de las potencialidades regionales y nacionales en la captación de sus propios recursos y la existencia de nichos para desarrollarlas a nivel regional, al tiempo que condiciona una mayor dependencia de los flujos externos de financiamiento, especialmente de la IED. Otra característica destacada de los sistemas financieros latinoamericanos -que si bien no tuvo su origen en los años noventa, sí se vio acentuada durante este período con la propia apertura externa y la titularización de la deuda- viene dada por la extranjerización de los mercados nacionales, especialmente de los bancarios. Durante la década del noventa se constató un incremento notable de la participación extranjera en los activos de las instituciones bancarias latinoamericanas, que alcanzó en países como México magnitudes desproporcionadas a partir de la firma del TLCAN en 1994. En la actualidad, esta participación ha disminuido, ubicándose en 2010 la media regional en alrededor del 35% de los activos totales del sistema bancario. Dentro de este grupo tienen 56 una participación muy significativa los bancos de origen español, en especial el BBVA y Santander, aunque no podría dejar de mencionarse la presencia del HSBC del Reino Unido, el Citigroup de los Estados Unidos y el Scotiabank de Canadá (CEPAL, 2011). Varias de las filiales de los dos primeros en países latinoamericanos figuran dentro de los 25 bancos más grandes a nivel regional. El mercado bancario nacional con mayor participación extranjera es, por una gran diferencia, el mexicano con una participación de más del 70%, seguido de Uruguay con más del 50%, Perú y Chile con más del 40%. Los que menores niveles muestran son Venezuela y Argentina, que no llegan al 20%, y Brasil con alrededor de esta propia cifra (CEPAL, 2011). En este último país, se ha producido un crecimiento extraordinario del mercado financiero en los últimos años, llegando a ser uno de los más desarrollados de la región. Lo peculiar de este proceso es que ha estado impulsado fundamentalmente por instituciones nacionales, con una activa participación de bancos públicos, que incluso figuran entre los más grandes de América Latina y que han jugado un rol destacado en la provisión de financiamiento en el marco regional. La penetración de la banca extranjera en América Latina refleja el propio patrón de inserción de la región en la economía mundial y su posición en la división internacional del trabajo. En la práctica, los bancos extranjeros que se instauraron en los mercados bancarios latinoamericanos lo hicieron en busca de mayores márgenes de ganancia que los obtenidos en sus países de origen. Y amparado en un marco (des)regulatorio permisivo terminaron desplazando a una parte de las instituciones bancarias locales, y dominando una porción importante de un mercado que, en condiciones de baja competencia, le proporcionó –y aún le proporciona- rentas extraordinarias a costa de la exclusión del acceso al crédito de una buena parte de los agentes económicos que necesitan financiamiento en la región. En los dos casos mencionados –el BBVA y Santander-, las utilidades generadas en América Latina han sido el colchón de apoyo durante la crisis que atraviesa la economía española. En 2013 las utilidades del BBVA en América del Sur y México, concentraron el 66,8% de las utilidades totales (BBVA, 2014). En el caso del BBVA, entre Brasil, México, Chile y 57 Argentina concentraron el 44% de los beneficios del grupo en ese mismo año (Grupo Santander, 2014). El proceso de extranjerización de los mercados financieros no sólo se refleja en la participación extranjera en los activos de las instituciones financieras latinoamericanas, sino que también está muy ligado al fenómeno de la dolarización. Ello se evidencia en la estructura monetaria de los préstamos y depósitos del sistema bancario, así como en la emisión de títulos valores nominados en divisas. En América Latina, buena parte de los sistemas bancarios nacionales están dolarizados, aunque en los últimos años se registra una reducción de los niveles de dolarización financiera. Respecto a otras regiones subdesarrolladas, el grupo de siete países de América Latina mencionados anteriormente se ubica en el segundo puesto en cuanto a dolarización del crédito bancario, solo superado por Europa del Este. Como promedio entre los años 2008 y 2009, los créditos otorgados en moneda extranjera en esos países representaron el 33% del total, mostrando una parte importante de la dolarización de pasivos de la región35 (De la Torre, Ize y Schmulker, 2012). En Centroamérica, además de Panamá y El Salvador, que están totalmente dolarizados, Nicaragua muestra niveles de dolarización del crédito muy elevados, que se ubican alrededor del 90% del total, seguido por Costa Rica con una proporción de más del 40% (Marroquín, 2011). En el mercado de deuda se ha verificado una reducción de la proporción de bonos emitidos o indexados a monedas extranjeras, determinada en buena medida por la voluntad política de incrementar el uso de las monedas locales en el mercado de bonos, por lo que desde 2003 se ha asistido a un incremento de la emisión de deuda soberana en monedas locales en algunos países como Brasil, Uruguay, Colombia y Perú (Jeanneau y Tovar, 2008b). Ello ha tenido efectos positivos en las economías, como, por ejemplo, una menor vulnerabilidad a las fluctuaciones de los tipos de cambio y descalces de monedas, una mejoría en la calidad del endeudamiento público en términos de plazos y, particularmente en el más reciente 35 Esta selección no incluye a los tres países de la región con dolarización total. 58 episodio de crisis financiera internacional, sirvió de paliativo a las restricciones externas de créditos (Arreaza, 2009). Aunque en el segmento de la deuda corporativa también se ha verificado igual tendencia a la captación de recursos en los mercados locales, esta ha tenido lugar con una participación más reducida de emisores, generalmente las empresas más grandes, quedando limitado el acceso a financiamiento mediante este tipo de instrumentos para las empresas pequeñas y medianas. Una de las causas fundamentales que explican esta tendencia, más allá de que el sector cooperativo participa menos de esta forma de financiamiento, es el alto componente importado de la inversión de empresas latinoamericanas, dada las limitaciones de la producción nacional de bienes intermedios y de capital en la mayoría de los países. La dolarización de una parte de los mercados financieros refleja la limitada capacidad de las monedas nacionales para preservar la función de reserva de valor, que es sustituida por monedas extranjeras, en este caso fundamentalmente por el dólar estadounidense. Los efectos de este tipo de dolarización son conocidos y abarcan una amplia gama de impactos nocivos que van desde un incremento del riesgo de descalces cambiarios, con las consecuentes implicaciones en términos de inflación vía costos de las empresas ya conocidas en América Latina y que pueden desencadenar en espirales inflacionarias, hasta la restricción considerable de la capacidad de actuación de las políticas macroeconómicas, en especial la política monetaria, limitando los grados de autonomía nacional a los países que la padecen. Dada la restricción financiera propia, se ha verificado una estrecha relación entre la disponibilidad de financiamiento externo y las tasas de inversión de economías latinoamericanas, que tienen que competir por el acceso a financiamiento (Jiménez y Manuelito, 2011). El financiamiento externo ha estado acompañado generalmente por costos no despreciables en términos de primas, plazos y condicionalidades, recayendo las implicaciones más fuertes sobre las economías de menor ingreso relativo de la región, cuyo 59 acceso es aún más restringido, especialmente al de fuentes privadas, y exhiben mayores dificultades para respaldar el financiamiento (CEPAL, 2000). La dependencia financiera externa tiene implicaciones negativas para las economías de la región, más si los sistemas financieros nacionales no están debidamente regulados –como ocurre en buena parte de los países latinoamericanos resultado de la desregulación impuesta por la globalización neoliberal, especialmente tras la crisis de la deuda de los ochenta. Los flujos financieros, en especial los privados, muestran un comportamiento, además de volátil, fuertemente procíclico, estimulando la sobreacumulación de riesgos en períodos de bonanza y profundizando la caída de la inversión y el producto durante la crisis. 2.3. Potencialidades de los mecanismos tradicionales de integración monetariofinanciera en América Latina En el marco de las instituciones tradicionales de integración en América del Sur surgieron, y aún funcionan, instrumentos de integración monetario-financiera. Entre ellas se incluyen: un mecanismo de compensación de pagos recíprocos del comercio (Convenio de pagos y créditos recíprocos de la ALADI-CCR), un fondo de reservas (Fondo Latinoamericano de Reservas-FLAR) y dos instituciones de financiamiento del desarrollo (Corporación Andina de Fomento-CAF y Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca de la PlataFONPLATA)36. En Centroamérica y el Caribe operan bancos subregionales de financiación al desarrollo, y en el espacio caribeño se instauró una zona monetaria común en la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO), aunque estas últimas no serán objeto de atención de este análisis. Más allá de las insuficiencias de las instituciones regionales y subregionales para estimular el desarrollo de las economías latinoamericanas a partir de la gestión eficiente de sus recursos internos, la evidencia empírica demuestra que pueden ser muy útiles. 36 En la región también está establecido el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), pero, a pesar de que su financiamiento es muy relevante, responde a una dinámica diferente a la de las instituciones señaladas, pues refleja una estructura accionaria donde participan países desarrollados no latinoamericanos (Estados Unidos, Canadá y algunos europeos) en una proporción y poder de decisión bastante elevado. 60 En los últimos años, las instituciones financieras regionales (IFRs) latinoamericanas, tanto de corto como de largo plazo, han ganado importancia frente al financiamiento multilateral. No hace falta más que comparar el financiamiento otorgado por instituciones como el FLAR y los bancos subregionales de desarrollo con el que han provisto el FMI y el Banco Mundial, respectivamente. Ello se explica no sólo por un incremento del monto de los créditos otorgados por estas instituciones sino también por una tendencia de largo plazo decreciente en la provisión de financiamiento por parte de las instituciones multilaterales, dígase el FMI, el Banco Mundial y también el BID37. Entre 1978 y 2010 los créditos del FLAR alcanzaron en total los 6.181 millones de dólares. Si bien de manera acumulada no superan los otorgados por el FMI, en algunos períodos sí han tenido mayor importancia. Resulta destacable que para Ecuador el financiamiento provisto por el FLAR es más del doble que el otorgado por el FMI. De otro lado, si se analizan los montos agregados por subperíodos, la asistencia del FLAR ha superado la del organismo internacional entre 1982 y 1985, así como desde el período 1998-2001 hasta la actualidad (Titelman, 2011). Tabla No. 1. Relación entre los créditos otorgados por el FLAR y por el FMI a los miembros del FLAR (1978-2010) (en millones de dólares) 1978-1981 1982-1985 1986-1989 1990-1993 1994-1997 1998-2001 2002-2005 2006-2010 Total FLAR 90 1.382 1.372 860 267 994 737 480 6.181 FMI 626 1.005 1.494 3.228 1.012 305 342 0 8.011 FLAR/FMI 0,14 1,38 0,92 0,27 0,26 3,26 2,15 0,77 Fuente: Titelman (2011) en base a datos de FLAR y FMI. 37 Esta tendencia fue interrumpida durante la más reciente crisis, tanto para el Banco Mundial como el BID, que aumentaron significativamente los créditos concedidos a la región. 61 A los fundadores del FLAR -Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela- se sumaron Costa Rica en el 2000 y Uruguay en 2009, y durante 2012 Paraguay solicitó su adhesión al organismo. En ese mismo año se decidió expandir el capital suscrito en un 40%, alcanzando así los 3.281,25 millones de dólares (FLAR, 2013). Por su parte, la banca subregional de desarrollo (CAF, BCIE y Banco de Desarrollo del Caribe) concentraba en 2011 el 36% del crédito multilateral hacia América Latina y el Caribe, recuperando así la primacía que tuvo entre 2005 y 2008 respecto al BID y al Banco Mundial (CEPAL, 2013c). La CAF ha incrementado su participación en el financiamiento multilateral de la región, convirtiéndose en la principal fuente de este tipo para sus miembros fundadores (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) (SELA, 2012). Si bien en 1990 proveía sólo el 8% del financiamiento multilateral para el desarrollo de sus miembros, en 2010 su participación concentraba el 28%. Entre 2006 y 2010 otorgó cerca del 35% del financiamiento multilateral para el desarrollo a sus miembros, superior al provisto por el Banco Mundial (27%), y ligeramente inferior al del BID (38%) (Ríos, 2012). Tabla No. 2. Créditos de instituciones multilaterales de financiamiento al desarrollo para países de América Latina 2003-2011 (en millones de dólares) 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Banco Mundial 5.821 5.320 5.166 5.911 4.553 4.660 14.031 13.907 9.629 BID 6.810 6.020 6.858 6.239 8.735 11.226 15.507 12.464 10.911 CAF 3.304 3.504 4.746 5.521 6.607 7.947 9.170 10.533 10.066 Fuente: CEPAL (2013c). La CAF, actualmente CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, ha sido la institución de este tipo que mayor expansión ha experimentado desde su fundación en 1968: de cinco 62 miembros fundadores (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) en la actualidad congrega a 18 accionistas38 y 15 bancos asociados. Ello ha respondido a una política institucional para extender la cobertura de sus actividades en la región y a proyectos vinculados al desarrollo de sus países, especialmente en infraestructura. En consecuencia, se han producido sucesivos incrementos del capital suscrito, con lo que la expansión no sólo se verifica en términos de membresía sino también de capital para extender sus actividades. El último de estos incrementos fue acordado durante 2012 por un valor de 2.000 millones de dólares, lo que supone un incremento hasta alrededor de 6.300 millones de dólares de capital aprobado39. Según la propia entidad, ello permitirá duplicar sus operaciones hasta 2017 (CAF, 2013). Más allá de la magnitud del financiamiento, la actividad de las instituciones regionales ha mostrado su carácter contracíclico, lo cual reviste mayor relevancia para los países medianos y pequeños. Este es uno de los elementos más importantes en el diseño financiero regional, dado el acentuado carácter procíclico de los flujos financieros externos. En términos de distribución geográfica, estas instituciones tienen una cartera de créditos bastante balanceada, otorgando una porción importante de los recursos a países de menor desarrollo relativo, entre los que destacan especialmente Ecuador y Bolivia en el caso del FLAR y de la CAF, y Paraguay y Bolivia en el caso de FONPLATA (Ríos, 2012; FONPLATA, 2012; Giraldo, 2012). Los mayores recursos del FLAR han sido otorgados en períodos de contracción del PIB, incluso cuando sus miembros han acudido de manera simultánea, como durante la crisis de la deuda. Entre 1982 y 1989 el FLAR otorgó créditos por valor de 2.754 millones de dólares (Titelman, 2011). Igualmente, aunque con menor recurrencia en las demandas, a fines de los noventa y en 2009, algunos solicitaron los recursos del FLAR. La CAF mostró también su capacidad contracíclica durante la más reciente crisis económica. Frente a las 38 Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Argentina, Brasil, Panamá, Paraguay, Uruguay, Costa Rica, Chile, Jamaica, México, República Dominicana, Trinidad y Tobago, España y Portugal. 39 El capital autorizado de la CAF es de 10.000 millones de dólares, de los cuales a fines de 2012 se habían pagado más de 3.636 millones de dólares (CAF, 2013). 63 restricciones del financiamiento externo después de 2008, expandió considerablemente los créditos, ascendiendo en 2009 a 9.170 millones de dólares hasta alcanzar los 10.066 millones en 2011 (CAF, 2013). Otra de las ventajas que han demostrado tener las IFRs está asociada al bajo o nulo condicionamiento del financiamiento que proveen. A ello se une la mayor agilidad en la asignación de los recursos, lo que se traduce en un financiamiento oportuno, especialmente en momentos de crisis: las instituciones regionales demoran mucho menos que las multilaterales para la aprobación y apertura de sus líneas de crédito40. Por ello las instituciones regionales se han posicionado como acreedores preferentes de sus miembros respecto a otras IFIs (CEPAL, 2013). En el caso de la banca de desarrollo, las instituciones regionales muestran una asignación sectorial de los recursos más diversificada, colocándolos en mayor proporción en áreas estratégicas para el desarrollo de los países. La CAF ha sido durante la última década la principal fuente de financiamiento en infraestructura y energía de sus miembros. La mayor parte de su cartera de préstamos está colocada en proyectos de infraestructura (64%), vinculados principalmente a la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA) y al Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica. La institución también da cobertura a otras áreas, como el sector productivo (14%) y el sector social (11%), y dentro de estos grandes grupos, un lugar importante corresponde al suministro de servicios de electricidad, gas y agua (Ríos, 2012). Algo similar sucede con el crédito otorgado por FONPLATA en tanto tiene una activa participación en el financiamiento de los proyectos del IIRSA. Desde el punto de vista de los agentes económicos que acceden al financiamiento habría que propiciar una mayor inclusión de los pequeños productores –aunque tanto la CAF como FONPLATA han otorgado créditos a las micro, pequeñas y medianas empresas-, a fin de paliar su marginación de los mercados financieros nacionales y las restricciones que enfrentan para acceder a financiamiento. 40 El FLAR solamente demora 32 días como promedio para aprobar un crédito (Giraldo, 2012). 64 Los organismos monetarios y financieros de matriz regional han funcionado como proveedores de bienes públicos regionales en lo que respecta a la mayor credibilidad financiera de los miembros. Su solidez y buen desempeño financiero les otorga una mejor calificación de riesgo, incluso por encima de los propios países que las integran41, de manera que la pertenencia implica para los miembros un seguro efectivo, no sólo en términos de su función, sino ante organismos internacionales. Ello tiene implicaciones importantes para el acceso a financiamiento externo y las primas de riesgo. Estos organismos han jugado un rol significativo al estimular la creación de nuevos instrumentos financieros que permiten la diversificación de riesgos. Ello tiene varias implicaciones positivas para la región: i) estimula la participación en los mercados de bonos locales de agentes confiables para los inversionistas y la demanda de estos instrumentos, ii) ayuda a reducir la dependencia financiera externa mediante la oferta de recursos en monedas nacionales, iii) contribuye a expandir las fuentes de financiamiento de los bancos multilaterales y reduce su riesgo cambiario, y iv) reduce la exposición de los miembros a descalces de monedas en la deuda externa contraída (CEPAL, 2013). Resulta destacable la contribución de la banca de desarrollo regional a los proyectos de integración, especialmente de integración física en UNASUR, aunque participan también en el debate sobre otras formas de integración en otros esquemas. No obstante, estos proyectos tienen su principal sostén en la banca nacional de desarrollo, que también ha tenido una notable expansión –en especial en Sudamérica. Una buena parte de los recursos para proyectos de infraestructura ha provenido del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES, por sus siglas en portugués). Hay allí una potencialidad no explotada en toda su magnitud para movilizar los recursos de los países latinoamericanos en función de la creación de capacidades productivas regionales. Aún falta un tramo importante por recorrer en términos de potenciar más el 41 En 2012 el FLAR tenía según Moody´s una calificación Aa2 y la CAF, A1, y según S&P, AA y A+, respectivamente. Para ambas calificadoras el FLAR ostenta la mejor calificación de riesgo de toda la región, y la CAF se ubica sólo por debajo del FLAR y de Chile, mientras que para S&P está por encima de Chile. El resto de los países de la región se ubican por debajo de estos niveles (Giraldo, 2012). 65 sector productivo e industrial, así como otras áreas vitales como la producción de alimentos, pues, sin desconocer su importancia regional, el sesgo hacia proyectos de infraestructura es considerable. La actividad de la banca de desarrollo regional debería facilitar la transformación de la estructura productiva regional hacia una mayor agregación de valor y la satisfacción de las necesidades más acuciantes de la región. Habría que potenciar la capitalización de estas instituciones en la búsqueda de una ampliación aún mayor de sus actividades en la región, lo cual plantea un reto importante en períodos de restricción de los flujos financieros externos, y adjudica una importancia vital a la voluntad política como factor clave para aprovechar las entradas de capitales a la región y los períodos de términos de intercambio favorables. Ello reviste una relevancia extraordinaria para potenciar la función contracíclica de estas instituciones. Aunque casi todas las instituciones han ampliado su capital, aún sus recursos son escasos respecto a la amplitud de sus objetivos y a las reservas de sus miembros. El caso de FONPLATA es evidente, pues los propósitos de la institución superan ampliamente su capacidad real para lograrlos, atendiendo también al tamaño de los miembros (SELA, 2010). La magnitud de las reservas de los bancos centrales no se ha traducido en igual proporción en el tamaño del capital del FLAR42, lo que demuestra que hay nichos importantes por aprovechar en este sentido. En la banca regional de desarrollo se han logrado avances más destacados que en la integración monetaria, lo que responde, entre otros factores, a la menor necesidad de coordinación y cesión de soberanía que esta actividad requiere. La función de coordinación que debería ejercer el FLAR, en cuanto a rectoría de la actividad de la banca central a nivel regional, no se ha logrado, al tiempo que su membresía aún es pequeña y no incluye a varias de las principales economías de la región. 42 El capital pagado del FLAR en febrero de 2012 representaba sólo el 0,21% del PIB y el 1,6% de las reservas internacionales de sus miembros aproximadamente (CEPAL, 2013c). 66 La participación simultánea de los países de la región en varias instituciones de este tipo compromete la capacidad de honrar sus compromisos en términos de aportes de capital. El proceso de convergencia de los esquemas de integración que está en curso debe reflejarse también en las IFRs, de manera que se puedan ejercer cabalmente sus funciones en toda la extensión de la región, al menos en Sudamérica, de la forma más eficiente posible, mediante la generación de economías de escala en este ámbito (Pellandra, 2011). La duplicidad de funciones en varias instituciones del mismo corte también puede obstaculizar la consolidación de las mismas como organismos pilares de una nueva AFR. 67 CAPÍTULO III. Integración monetario-financiera en el marco del ALBA: ¿hacia una nueva arquitectura financiera regional? Ante la necesidad de rediseñar la AFR, se ha desatado un importante debate académico y político sobre la forma en que debe establecerse. De ambos sectores han surgido propuestas que articulan varios componentes, y se ha avanzado, de manera insuficiente y demorada, en la creación de mecanismos de integración monetaria y financiera. El gobierno ecuatoriano ha desempeñado un importante papel en el diseño y promoción de la nueva AFR. Su propuesta, que coincide también con algunas ideas planteadas desde la academia, contempla tres pilares fundamentales: una banca de desarrollo de nuevo tipo, un fondo de reservas regional y un espacio monetario común, sobre la base de una unidad de cuenta para el comercio intrarregional, con el objetivo de transitar en el largo plazo hacia una moneda común (Páez, 2008). Según esta propuesta, la banca regional debe jugar un papel más activo en la canalización del ahorro interno hacia proyectos de inversión en áreas estratégicas para los países de la región43. La función fundamental del banco de desarrollo regional alternativo debe orientarse a la intermediación de los recursos financieros de los países de la región en función de su propio desarrollo, así como la estimulación del uso de monedas nacionales, y eventualmente regionales, en la provisión de financiamiento. La creación de un fondo regional de reservas se fundamenta no sólo en la necesidad de una administración más eficiente y la provisión de financiamiento oportuno y no condicionado a las economías en períodos de crisis, sino también de un marco de coordinación económica, especialmente monetaria. De esta manera, el fondo de reservas debe ser un organismo rector de la banca central latinoamericana. 43 Las áreas estratégicas propuestas son: la alimentaria, la energética, la salud, la soberanía sobre los recursos naturales y el conocimiento. En correspondencia, se contemplaban una serie de prioridades para la financiación de proyectos, entre las que se encuentran: la soberanía alimentaria y energética, instrumentos verdes, investigación y desarrollo, producción de medicamentos, investigación para el rescate del conocimiento de los pueblos originarios, desarrollo ambiental e infraestructura desde lógicas diferentes de organización del espacio (Páez, 2008). 68 El establecimiento de una unidad de cuenta para el comercio intrarregional, buscaría establecer un punto de partida para reducir el uso del dólar en las relaciones entre las economías, de forma que estas sean menos impactadas por sus fluctuaciones y la política monetaria estadounidense, o al menos que se suavicen los efectos de las variaciones del tipo de cambio sobre el comercio, las finanzas y la producción (Ugarteche, 2008). Se busca promover los intercambios comerciales intrarregionales a través de la reducción de los costos de transacción del cambio de monedas y, en algunos casos, la provisión de un colchón de tiempo a los importadores en tanto se compensan los pagos regionales, así como llevar a delante una gestión más eficiente de las divisas. La Declaración de Quito de 2007 fue un hito importante en este proceso. Mandatarios de Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela consignaron los elementos centrales que debían contemplarse, quedando definida la idea de establecer los ejes de la propuesta ecuatoriana y anunciando la futura creación del Banco del Sur. Esta propuesta general ha sido enriquecida por las contribuciones de la academia. En esa dirección se ha planteado la pertinencia de crear un mercado regional virtual de valores, que posibilite la captación de recursos internos y la ampliación del acceso a financiamiento a los productores, especialmente medianos y pequeños (Páez, 2010a). Los componentes de la nueva AFR deben complementarse entre sí, de manera que la implementación y desarrollo de cada uno contribuya a la profundización de los restantes. Por ejemplo, la estabilidad que debe proveer una unidad de cuenta regional fortalecerá el desarrollo de los mercados regionales de valores, reduciendo el riesgo cambiario en la emisión de deuda. El establecimiento de metas de convergencia coordinadas por el fondo regional de reservas –especialmente cambiarias-, la composición de una parte del capital del banco regional de desarrollo en monedas locales y regionales, y la creación de instrumentos financieros en estas monedas también podrían contribuir a la profundización de la nueva arquitectura financiera de la región (Páez, 2010a; Ugarteche, 2008). 69 Destaca la propuesta de Ugarteche (2008) sobre la instauración de la Unidad Monetaria del Sur (UMS), como unidad de cuenta conformada en base a una canasta de monedas latinoamericanas. La intención sigue la idea pionera de Arestis y de Paula (2003) para establecer una moneda de uso en el comercio intrarregional. Según los cálculos del propio autor (Ugarteche, 2008), la UMS ha mostrado su capacidad para proveer estabilidad tanto como referente para el comercio intra-sudamericano como para la emisión de bonos nominados en esa moneda. La idea contempla que el Banco del Sur emita deuda nominada en la moneda regional (Ugarteche, 2008; Ugarteche, 2012). Como ejes transversales de las propuestas pueden identificarse una serie de principios del diseño institucional de la arquitectura financiera: las prácticas democráticas y transparentes, la soberanía nacional, el respeto al derecho económico, social y cultural de las personas y a la naturaleza, la atención a problemas acuciantes como la pobreza y la desigualdad, y la atención a las asimetrías y el trato especial y diferenciado a economías de menor desarrollo relativo (Páez, 2008; Páez, 2010a; Páez, 2010b; Ugarteche, 2008; Ugarteche, 2012). Se trata de propiciar el tránsito hacia un nuevo patrón productivo y de inserción internacional de la región. Ello implicaría que este proceso y las instituciones asociadas a él suplan las carencias de las IFIs, asumiendo algunas de sus funciones (Ugarteche, 2012). Aunque este debate tiene expresiones en la esfera monetario-financiera, su piedra angular radica en las bases para una estrategia de desarrollo nacional y regional diferente, que permita reducir la dependencia externa y la inserción internacional subordinada de las economías, asegurándoles una mayor soberanía. Por tanto, las definiciones más importantes no pueden dilucidarse en este plano, sino en las estrategias de desarrollo y el carácter de la política económica y de integración regional. En América Latina se han creado cuatro nuevos instrumentos de integración monetariofinanciera: el Banco del Sur (Anexo III.1), el Sistema de Pagos en Monedas Locales entre Brasil y Argentina (SML Brasil-Argentina) (Anexo III.2), el SUCRE y el Banco del ALBA, los dos últimos en el marco del ALBA. Sin embargo, no se ha avanzado en la constitución de un fondo de reservas regional, lo cual es uno de los pilares de la propuesta 70 planteada, aunque se ha considerado la idea de ampliar las capacidades y el alcance del FLAR a toda la región. Más allá de la evolución de los mecanismos recientes de integración monetario-financiera, la concreción de una nueva AFR aún tiene muchos y grandes desafíos por sortear. Tal parece que luego de la creación de dichos mecanismos el tema, si bien ha estado presente en el plano discursivo en algunos debates regionales44, ha caído en un impasse, especialmente considerando el lento y tortuoso camino en la negociación, fundación y puesta en funcionamiento del Banco del Sur. Las relaciones de poder que se expresan tanto en el ámbito internacional como al interior de la región, son uno de los principales obstáculos en ese camino, y sólo podrá superarse con la acción colectiva, no ya de los Estados, sino de todos los actores comprometidos con el proyecto de autonomía y soberanía regional. Si bien la unificación monetaria ha sido planteada como una meta de muy largo plazo, no pocos identifican los conceptos de integración y cooperación monetaria y financiera con el establecimiento de una moneda común. Las razones por las que ni la región ni los esquemas de integración que amparan las recientes iniciativas pueden asumir una política monetaria común son simples: no se pueden aplicar políticas iguales para economías diferentes sin afectar a un grupo de ellas, especialmente las más débiles. El caso europeo ha sido esclarecedor. Dada su apertura y nivel de dolarización, las economías no están en condiciones de renunciar a la política monetaria y al tipo de cambio como instrumento de ajuste frente a shocks externos. A continuación se analiza la evolución de los mecanismos de integración monetariofinanciera surgidos en el marco del ALBA y, luego, se abordan los principales desafíos que estos enfrentan para su consolidación y aporte al proceso de reformulación de la AFR, sobre la base de los condicionantes esenciales y estructurales que los determinan. 44 El tema ha sido tratado en el marco de la CELAC. 71 3.1 Evolución de los mecanismos monetario-financieros en el ALBA Con la creación del Banco del ALBA y el SUCRE, al interior del ALBA, tiene lugar una suerte de implementación de menor alcance de la propuesta promovida por Ecuador para la nueva AFR, sin que ello implique la renuncia de los Estados a participar de otros mecanismos. Ello respondió, en alguna medida, a los lentos avances en la creación y puesta en funcionamiento del Banco del Sur. En estos mecanismos participan indistintamente, además de Venezuela, Ecuador y Bolivia –miembros de UNASUR-, Cuba, otros países caribeños del ALBA y más recientemente Uruguay en el SUCRE. Como se verá en lo adelante, la participación de Venezuela en dichos mecanismos es esencial. Ello refleja la propia dinámica interna del esquema ALBA, donde la facturación petrolera venezolana es el sustento fundamental para la ejecución de los proyectos, marcando de antemano la vulnerabilidad de estar expuesto al comportamiento de los precios internacionales del petróleo, sobre los cuales Venezuela no tiene influencia, y a la situación económica y política del país. Esta última determina la disponibilidad de recursos para la concreción de los proyectos y la voluntad política de preservarlos. 3.1.1 Banco del ALBA El Banco del ALBA, creado en 2008 y en funcionamiento desde 2009, cuenta como miembros fundadores a Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela, y como miembros adheridos después de su fundación a San Vicente y las Granadinas y Dominica. Ante la necesidad de contar con un banco de desarrollo para financiar los proyectos priorizados de sus países, la creación del Banco del ALBA puede leerse también como resultado de la lentitud en los avances del Banco del Sur. Entre los objetivos de la institución se plantean el impulso al desarrollo económico y social sostenible, la reducción de la pobreza y las asimetrías, la promoción de la integración y de un intercambio económico entre sus miembros sobre la base de principios de solidaridad, complementariedad, cooperación y respeto a la soberanía de los pueblos. Entre las 72 principales funciones de la institución cuentan el financiamiento de proyectos de desarrollo económico en sectores claves, social, de infraestructura, de empresas binacionales o grannacionales, y de promoción a los micro, pequeños y medianos productores, entre otras (Banco del ALBA, 2008). El capital suscrito es de 850 millones de dólares, mientras que el capital autorizado asciende a 2.000 millones de dólares. Se divide en acciones ordinarias de tres tipos: i) de Clase A, para Estados miembros del ALBA firmantes del Convenio Constitutivo; ii) de Clase B, para Estados de la región miembros o no del ALBA y Estados extrarregionales; y iii) de Clase C, para bancos centrales, entidades financieras y no financieras donde el Estado tenga una participación en las acciones mayor al 50% del capital, y organismos multilaterales de crédito (Banco del ALBA, 2008). En el Convenio no se define la participación accionaria de cada miembro, quedando así a la decisión del Consejo Ministerial, máxima autoridad de la institución. Sin embargo, a partir de información proveniente de medios de prensa, ha podido estimarse la siguiente distribución de los aportes, destacando notablemente el aporte de Venezuela que presumiblemente cubre alrededor del 85% del capital suscrito. Los aportes no están vinculados al voto de los países, que sigue un esquema de un país, un voto. Tabla No. 3. Distribución de los aportes de capital del Banco del ALBA* (millones de dólares) País Bolivia Cuba Nicaragua * Aporte 54 118 28 Venezuela 850 Los datos que se muestran no son exactos ni de fuentes oficiales. Su carácter es totalmente referencial. Fuente: Elaboración propia en base a datos de TeleSur (2008), AFP (2012), Anf-Agencia (2010) y EFE (2008). Destaca también el amplio margen que ofrece el Convenio Constitutivo para la utilización de monedas locales en la integración de los aportes de capital de los países accionistas, de 73 manera que hasta el 50% del valor nominal de las acciones de Clase A puede ser abonado en la moneda nacional de cada país, siendo el otro 50% abonado en dólares (Banco del ALBA, 2008). El Banco del ALBA ha desempeñado un papel importante en las actividades relacionadas con la operatividad del SUCRE, orientadas a tres direcciones fundamentales: el desarrollo e implementación del Sistema Informático del SUCRE, la gestión y administración como Banco Agente de la Cámara Central de Compensación de Pagos, y la administración como entre fiduciario del Fondo de Reservas y Convergencia Comercial (Pierantoni, 2010). Además, ha financiado proyectos vinculados con la actividad de promoción de las relaciones comerciales entre los miembros del ALBA. En esta dirección, a través del Programa Piloto de Financiamiento Intra-ALBA Venezuela-Bolivia, ha financiado proyectos asociados al comercio bilateral en el sector textil y maderero, estimulando un incremento del intercambio de estos rubros entre ambos países (Pierantoni, 2010). En el financiamiento a otros sectores priorizados, la actividad fundamental del banco se ha concentrado proyectos de carácter social como ALBA Cultura, ALBA Salud y ALBA Educación, en los cuales hasta mediados de 2013 se habían invertido más de 170 millones de dólares (Correo del Orinoco, 2013)45. Además, el banco gestiona el Fondo ALBAPetrocaribe y durante 2012 Venezuela propuso la colocación del 1% de las reservas internacionales de los países miembros en el banco. Recientemente, directivos del Banco del ALBA anunciaron que se está considerando su participación como inversionista en el canal interoceánico que pretende construirse en Nicaragua. La importancia del Banco del ALBA se expresa, en términos simbólicos, en lo que refiere a la puesta en funcionamiento de una institución financiera basada en principios diferentes a los de las tradicionales, especialmente ante la dilación del inicio de las operaciones del 45 Una dificultad para evaluar la actividad del banco fue la escasez de información oficial disponible. Úsense las cifras con un carácter referencial, pues provienen en ocasiones de medios de prensa. 74 Banco del Sur. En términos prácticos, constituye el soporte financiero de proyectos de carácter social y de estímulo al comercio intra-ALBA. Más allá de lo que se expresa en el plano discursivo, la estrechez del capital de la institución, respecto a sus objetivos y funciones y en relación a las dimensiones de otras entidades de igual naturaleza que operan en la región, reduce su capacidad real para convertirse en el mediano plazo en sustituto de las instituciones financieras tradicionales. Ello contrasta con la participación de algunos de sus miembros en múltiples IFRs. El retraso en la puesta en marcha de las empresas grannacionales ha determinado un menor sustento de la actividad del banco en función de sus objetivos fundacionales y de la intención del rediseño financiero regional. Actualmente, además de proyectos para aumentar la oferta exportable de algunos países del esquema, el banco financia fundamentalmente empresas grannacionales proveedoras de servicios. Las empresas grannacionales asociadas al sector productivo, aunque cuentan con recursos en el banco, aún están a la espera del inicio pleno sus actividades. De un total de 32 proyectos concebidos en el marco del ALBA para la constitución y funcionamiento de empresas grannacionales (Anexo III.3), de los cuales se priorizaron 18, sólo tres están en plena ejecución y han recibido financiamiento del Banco (Empresa Grannacional de Telecomunicaciones-ALBATEL, Fondo Cultural del ALBA y Empresa de Alfabetización y Post Alfabetización). Otros cuatro están en proceso de negociación o trámites para su ejecución (Empresa Grannacional de Energía, Gas y Petróleo, Empresa Grannacional ALBA Alimentos, Empresa Centro Regulador de Medicamentos del ALBAALBAMED y Empresa Forestal del ALBA) (SELA, 2013a). 3.1.2 Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos El SUCRE fue fundado durante la VII Cumbre del ALBA, con la firma de su Tratado Constitutivo por los mandatarios de Venezuela, Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua en 75 octubre de 200946, aunque ya se venía trabajando desde antes y se habían consignado algunos de sus principios y componentes en reuniones y documentos anteriores. El SUCRE está integrado por tres elementos fundamentales: la Unidad de Cuenta Común (“sucre”), el Fondo de Reservas y Convergencia Comercial, y la Cámara Central de Compensación de Pagos. Se propone reducir la dependencia y uso del dólar en el comercio entre miembros, así como estimular el intercambio comercial y la integración. El Consejo Monetario Regional (CMR) es el máximo órgano de decisión del sistema. El “sucre” es una unidad de cuenta común, mediante la cual se registran las transacciones comerciales entre los miembros, de manera que no se utilice el dólar en el comercio intrabloque, sino que semestralmente, a través de la Cámara Central de Compensación, sólo se liquidan los superávit o déficit comerciales generados. El Consejo Monetario asigna al inicio de cada semestre una cuota de sucres a cada país, respaldada en obligaciones e instrumentos financieros en monedas nacionales. La asignación de cuotas en 201247, tras sucesivos y cuantiosos aumentos de la cuota venezolana, se distribuyó de la siguiente manera: Bolivia con 20,8 millones de sucres, Cuba con 20 millones, Ecuador con 24,8 millones, Nicaragua con 19,2 millones y Venezuela con 530 millones, para un total emitido de 614,8 millones de sucres. La desproporción en la asignación de la cuota de Venezuela se corresponde con la concentración de la mayor parte de las importaciones que se tramitan a través del SUCRE y la posición deficitaria de ese país dentro del sistema. La cantidad y el monto de las operaciones cursadas a través del SUCRE se han incrementado notablemente desde su puesta en funcionamiento, de manera que hasta el 27 de febrero de 2013 se habían efectuado un total 4.195 operaciones por un valor acumulado de 1.854,62 millones de dólares (Consejo Monetario Regional del SUCRE, 2013). No 46 Recientemente el gobierno de Uruguay solicitó su adhesión al mecanismo, sin embargo, su inclusión efectiva requiere la ratificación legislativa del Tratado Constitutivo. 47 El dato corresponde al presentado en el último Informe de Gestión del Consejo Monetario Regional del SUCRE disponible, por lo que es el último dato oficial disponible. 76 obstante el aumento sostenido del intercambio comercial a través del SUCRE, el monto total sigue siendo marginal respecto al comercio total de los países participantes del esquema. En el Acuerdo para la Constitución del Espacio Económico del ALBA (ECOALBA)48 de febrero de 2012 se planteó la meta de que el comercio vía SUCRE alcance como mínimo el 20% del intercambio comercial entre las partes. Gráfico No. 5. SUCRE: Operaciones comerciales 2010-2012 (millones de dólares) Nota: Según declaraciones oficiales en medios de prensa, hasta agosto de 2013 se habían efectuado operaciones por más de 850 millones de dólares (Agencia Venezolana de Noticias, 2013). Fuente: Elaboración propia en base a datos de Consejo Monetario Regional del SUCRE (2011, 2012). La baja representatividad de las operaciones en sucre en el comercio total del bloque responde fundamentalmente a que los principales productos que intercambian los países miembros no están incluidos en el sistema, de manera que el petróleo y los servicios, pilares más importantes de las relaciones del ALBA, no se incluyen. Para Venezuela, siendo un país rentista dependiente de los ingresos en dólares de la factura petrolera, no es ventajoso incluir la comercialización de petróleo en el sistema de compensación. Igualmente, a los restantes países no les conviene dejar de comerciar en dólares sus principales rubros exportables, fundamentalmente materias primas. 48 El ECOALBA fue concebido como una “zona económica de desarrollo compartido interdependiente, soberana y solidaria, destinada a consolidar y ampliar un nuevo modelo alternativo de relacionamiento económico para fortalecer y diversificar el aparato productivo y el intercambio comercial” (Acuerdo para la Constitución del Espacio Económico del ALBA-TCP, 5 de febrero de 2012). En dicho acuerdo, además de la conformación de dicho espacio, y el Consejo de Complementación Económica como su órgano coordinador, se establecen una serie de principios por los que este deberá regirse. 77 De lo anterior se derivan una potencialidad y una limitante del mecanismo. Este estimula la comercialización de bienes industriales, lo que potencialmente pudiera contribuir a la transformación de la matriz productiva regional. Sin embargo, ante el escaso desarrollo industrial actual de los países involucrados, ello resulta una limitante para su ampliación (Ugarteche, 2012). En 2012 los principales productos transados fueron: bienes de consumo (46%), químicos (19%), metalmecánicos (16%), agrícolas (13%), textiles (4%) y mineros (2%), mostrando un componente industrial importante (Consejo Monetario Regional del SUCRE, 2012). En el intercambio comercial del sistema se reflejan asimetrías importantes, concentrándose la mayor parte de los pagos en la actividad comercial bilateral entre Venezuela y Ecuador. El mecanismo es utilizado fundamentalmente por los importadores venezolanos, que concentraron en 2012 el 92,78% de las importaciones tramitadas. La participación de Cuba y de Bolivia en el sistema es visiblemente baja, concentrando sólo el 0,006% y 0,39% de las importaciones y el 0,9% y 2,6% de las exportaciones en sucre, respectivamente, dando cuenta de la falta de incentivos que tienen para participar (SELA, 2012a)49. Ecuador se encuentra bajo un régimen de dolarización total, siendo el dólar la moneda de curso doméstico y la utilizada en los pagos vía SUCRE. La posición superavitaria de Ecuador no es desventajosa para los exportadores en términos de captación de divisas, incluso para empresas extranjeras radicadas en el país y productores de bienes primarios, que actualmente exportan a Venezuela50. Ello justifica que Ecuador no tenga restricciones en materia de oferta exportable para transar a través del instrumento. Por su parte, la posición deficitaria venezolana indica que el SUCRE podría estar siendo usado como vía alternativa para importar bienes de consumo de cara al control cambiario del país. El crecimiento de las exportaciones ecuatorianas a Venezuela vía SUCRE está ejerciendo una importante presión sobre las reservas del Banco Central de Ecuador en los 49 A la fecha de redacción de este trabajo no se cuenta con datos para la participación de Nicaragua, pues este país ratificó el Tratado Constitutivo en enero de 2013. 50 El 22,4% de los bienes transados vía SUCRE son vehículos (Consejo Monetario Regional del SUCRE, 2012). En buena medida estos provienen de empresas extranjeras radicadas en Ecuador como son: Mazda, de Japón y Kia, de Corea del Sur (SELA, 2013a). 78 períodos intermedios antes de la liquidación de los saldos, pues tiene que disponer de ellas para realizar los pagos a los productores, lo cual acarrea para ese país un costo adicional en tanto las posiciones activas o pasivas dentro del SUCRE no generan cargos financieros, y funcionan más bien como transferencias gratuitas de los países superavitarios (como Ecuador) a los deficitarios (como Venezuela) (Pérez, Titelman y Cipoletta, 2013). Respecto al tipo de cambio, en un inicio se estableció, una paridad de 1,25 dólares por sucre y, sobre esa base referencial, se calcularon los tipos de cambio respecto a las monedas nacionales. Entre 2010 y 2012, el sucre se ha devaluado ligeramente respecto al dólar, ubicándose a fines de ese año en 1,2509 dólares por sucre, como consecuencia de la devaluación del CUC y la apreciación del boliviano durante 2011. En 2013 debe haberse activado el mecanismo de intervención cambiaria para mantener la paridad sucre-dólar ante la devaluación del bolívar de inicios de ese año51. Dicho mecanismo se activa ante variaciones superiores al 5% de las monedas nacionales respecto a las principales divisas internacionales con el objetivo de preservar la estabilidad externa del sucre como unidad de cuenta para el comercio52. El mecanismo consiste en recalcular el número de unidades de las monedas nacionales de los miembros y de cada divisa en las canastas respectivas que se utilizan para calcular el valor del sucre y el factor de nivel inicial fijado53, y sobre esa base preservar el tipo de cambio de la unidad de cuenta. De esta manera, la estabilidad del sucre no está sostenida en un proceso de coordinación entre los bancos centrales de los miembros, los cuales implementan en ocasiones regímenes monetarios y cambiarios diferentes. Una limitación del sistema consiste en que la compensación de los pagos se realiza en dólares, lo que atenta contra la mayor utilización de las monedas nacionales (Ugarteche, 2012). De esta manera, y vinculado a lo anterior, el mecanismo asume la debilidad de las 51 No se encontró información oficial disponible sobre la efectiva activación del mecanismo. El mecanismo se aplica ante cualquier variación de las monedas nacionales mayor al 5% sin tener en cuenta el origen de dicha variación (doméstica o externa). 53 El valor del sucre está determinado por: i) un factor de nivel (fijado por el CMR), ii) una canasta de las monedas nacionales de los miembros valoradas respecto al dólar, y iii) una canasta de las principales divisas internacionales valoradas también respecto al dólar. Se le atribuye un mayor peso en la fórmula a la canasta de las monedas domésticas, aunque el CMR puede fijar el peso que se le atribuye a cada una. 52 79 monedas nacionales para el intercambio intrarregional, pues la paridad de la moneda virtual sucre está atada al dólar en primera instancia. Esta propia debilidad fundamenta la inexistencia dentro del bloque de una moneda nacional que pueda servir como ancla, lo cual es una limitación mayor para la integración monetaria. El Fondo de Reservas y Convergencia Comercial está diseñado para la financiación de los déficits temporales que se generen en la Cámara de Central de Compensación y el financiamiento de proyectos dirigidos a incrementar la oferta exportable de los miembros para el comercio intra-ALBA, con el objetivo de reducir las asimetrías comerciales entre ellos. En diciembre de 2012 se había concretado poco más de un tercio de los aportes comprometidos por los países miembros, alrededor de 3,21 millones de dólares, de un total comprometido inicialmente de 9,5 millones de dólares. El Banco del ALBA actúa como ente fiduciario del Fondo de Reservas y Convergencia Comercial, aunque este último aún está en una fase muy incipiente de su actividad. Todo lo anterior anterior ratifica que este mecanismo explota débilmente sus potencialidades en términos de ahorro de divisas y promoción del comercio intra-bloque. Sería mucho mejor aprovechado en la medida en que una mayor parte del comercio intraALBA se tramite a través de este mecanismo y que los saldos comerciales intra-SUCRE sean más balanceados. Ello responde a otras condiciones de carácter más estructural que no se cumplen al interior del bloque, como el bajo nivel de interdependencia entre los miembros y su condición primario-exportadora, e incluso rentista en algunos casos. Estos elementos serán abordados posteriormente. 3.2 Factores que condicionan la efectividad de los mecanismos de integración monetario-financiera en el ALBA. Principales desafíos La profundidad de los mecanismos de integración monetaria y financiera está condicionada por la existencia de relaciones de interdependencia entre las economías, tanto en lo que refiere a los incentivos para la coordinación macroeconómica como a su efectividad y posibilidades de ampliación. Mucho se ha debatido sobre la escasa interdependencia 80 existente entre las economías que participan de los grupos asociativos latinoamericanos, pero lo cierto es que en cuanto al comercio y la inversión, sin subvalorar los logros alcanzados en estos esquemas, y reconociendo sus diferencias relativas, poco se ha logrado en la construcción de capacidades conjuntas. La interdependencia económica no es una categoría de fácil medición, pues involucra diversos aspectos, como las relaciones comerciales, la inversión y los flujos financieros, la creación de cadenas de valor y la coordinación macroeconómica, entre otros. La información estadística para medirlos no siempre está disponible. Aunque un estudio sobre las relaciones de interdependencia en América Latina en general, y en el ALBA en particular, requeriría un trabajo mucho más exhaustivo, aquí se esbozan algunos de los factores que la condicionan. La relación entre la interdependencia y la profundización de los procesos de integración monetario-financiera puede darse en ambos sentidos. Al respecto, es relevante el análisis de la endogeneidad de los criterios de AMO de Frankel y Rose (1997), demostrando que la profundización de la integración monetaria puede resultar en un estímulo al incremento de los flujos comerciales y la sincronización de los ciclos económicos54. La construcción de interdependencia debería conducir a una mayor sincronización de los ciclos económicos, en la medida en que el comportamiento de las principales variables de las economías integradas dependan unas de otras. Este no es, sin embargo, un indicador definitivo, pues un coeficiente de correlación elevado puede ocultar la existencia de relaciones de dependencia, interdependencia asimétrica o similitud en los shocks externos que afectan los ciclos económicos de los países. En las naciones del ALBA los niveles de correlación de los ciclos económicos son dispares. El punto de partida fue igualmente dispar pero más asincrónico que los niveles actuales, lo que conduce a la tesis de que a medida que se ha profundizado el proceso se han alcanzado 54 Ahumada y Martirena-Mantel (2001), en un estudio que sigue la lógica de Frankel y Rose (1997) pero aplicado a países subdesarrollados, verifican esta hipótesis para el MERCOSUR arribando a resultados similares,. 81 mayores niveles de sincronización55. Sin embargo, es necesario apuntar la intensificación de las relaciones económicas entre los países que conforman el bloque no necesariamente se circunscriben a los marcos del esquema ALBA, sino que pueden estar asentadas sobre vínculos bilaterales o programas complementarios. El caso más notable, en este sentido, es el de las relaciones Cuba-Venezuela. Gráfico No. 6. Sincronía en los ciclos económicos de países del ALBA 1990-2012 (dólares)* * Los períodos se delimitaron en base a la fecha de creación del bloque ALBA para los dos primeros países integrados (Cuba y Venezuela). Calculado en base al PIB anual de los países a dólares constantes de 2005. El componente cíclico del PIB de las economías se calculó aplicando el Filtro Hodrick-Prescott. Las líneas de los gráficos representan el componente cíclico del PIB de cada país en el período previo (CICPAÍS – Gráfico A) y posterior (CPAÍSPOST – Gráfico B) a la creación del ALBA. Fuente: Elaboración propia en base a datos de World Bank (2013). Entre 1990 y 2003, período previo al inicio de las operaciones del ALBA entre los dos socios fundadores, Cuba y Venezuela, se observaban asincronías o sincronías poco significativas en los ciclos de todos los países, con la única excepción de Cuba y Nicaragua, cuyo coeficiente de correlación se ubicaba en niveles significativos de 0,89. Se verificaron correlaciones negativas entre cuatro pares de países (Ecuador-Cuba, Ecuador-Nicaragua, Cuba-Venezuela y Nicaragua-Venezuela). Las restantes correlaciones, aunque positivas, no eran significativas56. 55 Una dificultad no despreciable para el cálculo del componente cíclico del PIB de los países ha sido la falta de acceso a series estadísticas trimestrales. Los cálculos se realizaron sobre una base anual. 56 Se asume un nivel de significación cuando el coeficiente de correlación se ubica por encima de 0,70. 82 Tabla No. 4A. Coeficientes de correlación de los ciclos económicos de países del ALBA 1990-2004* Bolivia Cuba Ecuador Nicaragua Venezuela Bolivia Cuba Ecuador Nicaragua Venezuela 1,00 0,17 0,38 0,27 0,29 0,17 1,00 -0,25 0,89 -0,36 0,38 -0,25 1,00 -0,53 0,03 0,27 0,89 -0,53 1,00 -0,07 0,29 -0,36 0,03 -0,07 1,00 * Calculado en base al PIB anual de los países a dólares constantes de 2005. El componente cíclico del PIB de las economías se calculó aplicando el Filtro Hodrick-Prescott. Fuente: Elaboración propia en base a datos de World Bank (2013). Entre 2004-2012, período de vigencia del esquema ALBA, las correlaciones, aunque continúan mostrando disparidades, de manera general se ubican en valores positivos, a excepción de dos pares de países (Bolivia-Cuba y Bolivia-Venezuela). Nótese que en ambos casos se partió de correlaciones positivas, aunque débiles, en el período anterior. Ello denota que para Bolivia ha disminuido el nivel de sincronización respecto a dos de los socios más importantes del bloque. Por su parte, la relación Cuba-Nicaragua, aunque no llegó a ubicarse en valores negativos se redujo considerablemente. La cantidad de pares con correlaciones significativas positivas mostró un incremento, pasando de uno entre 1990 y 2003 a tres entre 2004 y 2012 (Cuba-Venezuela, EcuadorBolivia y Ecuador-Nicaragua), más otro que casi alcanza el nivel de significación asumido (Nicaragua-Venezuela). De este grupo de pares, Cuba-Venezuela, Ecuador-Nicaragua y Nicaragua-Venezuela mostraban en el período anterior coeficientes negativos. Tabla No. 4B. Coeficientes de correlación de los ciclos económicos de países del ALBA 2004-2012* Bolivia Cuba Ecuador Nicaragua Venezuela Bolivia Cuba Ecuador Nicaragua Venezuela 1,00 -0,32 0,74 0,43 -0,11 -0,32 1,00 0,04 0,55 0,95 0,74 0,04 1,00 0,70 0,19 0,43 0,55 0,70 1,00 0,68 -0,11 0,95 0,19 0,68 1,00 * Calculado en base al PIB anual de los países a dólares constantes de 2005. El componente cíclico del PIB de las economías se calculó aplicando el Filtro Hodrick-Prescott. Fuente: Elaboración propia en base a datos de World Bank (2013). 83 La propia dinámica de relacionamiento establecida ha conducido al surgimiento de interdependencia asimétrica entre las economías, especialmente respecto a Venezuela, cuya renta petrolera es el sostén económico del proyecto. Las relaciones económicas se han establecido bajo un formato de “eje y rayos”, donde la economía venezolana ocupa un lugar central. Los proyectos se financian esencialmente con fondos venezolanos, por lo que su ejecución está muchas veces sujeta a la situación económica y política interna del país. La asimetría es más marcada con los países de menor tamaño relativo, especialmente los caribeños miembros del bloque. La matriz de relacionamiento del esquema, y con estos países en particular, es esencialmente petrolera, efectuándose la provisión de crudo en condiciones de pago ventajosas57 –aunque los niveles de deuda que han alcanzado estos países, en parte por el endeudamiento derivado de la compra de petróleo venezolano es actualmente una preocupación. La participación de países como Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda y, recientemente, Santa Lucía, parece tener un carácter utilitario, no estando motivada necesariamente por coincidencias en el plano político e ideológico. Los países caribeños, a excepción de San Vicente y las Granadinas58, no participan en los mecanismos de integración monetario-financiera del esquema. Ello responde en buena medida a su membresía (Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía) en la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO), que ha establecido una zona monetaria común con moneda propia (dólar del Caribe Oriental)59. Entre los restantes países la asimetría también es relevante, especialmente respecto a Venezuela, economía de mayor tamaño del esquema. Ello se refleja, entre otros elementos, en los saldos comerciales de bienes, que muestran un notable superávit venezolano respecto a sus socios. Los desequilibrios entre los restantes países son menos desbalanceados. 57 Las condiciones de contratación del crudo bajo el esquema ALBA-Petrocaribe depende de su cotización internacional. 58 Este país participa únicamente en el Banco del ALBA, no así en el SUCRE. 59 Por estas razones, en el análisis que sigue no se incluyen los Estados caribeños miembros del ALBA. 84 Tabla No 5. Saldos comerciales bilaterales de bienes de países del ALBA 2012 (millones de dólares) Cuba* Bolivia Ecuador Nicaragua Venezuela -2,74 3,07 0,24 -403,23 2,74 -10,29 1,60 -3.778,69 -3,07 10,29 84,33 -169,80 -0,24 -1,60 -84,33 -538,03 403,23 3.778,69 169,80 538,03 - Bolivia Cuba Ecuador Nicaragua Venezuela * Los datos de la relación con Cuba no son definitivos, pues no incluye el comercio de servicios, apartado en el que Cuba es superavitaria. Fuente: Elaboración propia en base a datos de FMI (2013b). A partir de la entrada en funcionamiento del esquema, algunas diferencias en el intercambio comercial se han hecho más profundas. El superávit de bienes de Venezuela respecto a los restantes países se ha incrementado progresivamente, con excepción de los años 2009 y 2010, cuando el precio del petróleo cayó drásticamente producto de la crisis internacional. Habría que apuntar, no obstante, que estas cifras están condicionadas también por el comportamiento de los precios del crudo. Tabla No. 6. Balanza comercial de bienes de Venezuela respecto a países del ALBA* 2004-2012 (millones de dólares) Año Saldo Comercial Venezuela-ALBA 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 1381,93 1909,15 2144,31 2767,16 4006,89 2672,21 2422,91 4497,09 4899,23 * Incluye sólo a Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua. Fuente: Elaboración propia en base a datos de FMI (2013b). Por su parte, los niveles de comercio de bienes intra-bloque son marginales respecto al comercio total de bienes de los países que lo integran, aunque se ha incrementado 85 ligeramente en los últimos años. En 2004 los cinco países del “núcleo duro”60 del ALBA comerciaban entre sí el 2,83% de lo que comerciaban con el mundo entero. Esta relación se ubicó en 2012 en 3,30%. Nótese que en otros grupos asociativos en América Latina estos niveles rondan el 20% y aun así se consideran insuficientes. Tabla No. 7. Comercio intra-ALBA* respecto al comercio total 2004-2012 (millones de dólares y porcentajes) 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Comercio Comercio Exportaciones Importaciones Comercio intraintraTotales totales total ALBA/Total ALBA (%) 4742,85 52554,25 31341,41 83895,66 2,83 4912,09 70951,22 43436,90 114388,12 2,15 5931,79 84863,81 57592,65 142456,46 2,08 8539,54 91272,55 73654,69 164927,24 2,59 11619,67 123809,83 88503,27 212313,10 2,74 9504,58 78618,80 68800,67 147419,47 3,22 12460,30 94655,78 71796,47 166452,25 3,74 14838,97 127497,86 84240,95 211738,81 3,50 16148,90 131627,94 112966,33 244594,27 3,30 * Incluye sólo a Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Fuente: Elaboración propia en base a datos de FMI (2013b). La baja participación del comercio intra-ALBA está asociada a causas disímiles. Entre ellas se encuentra el alto grado de especialización de las economías en productos primarios. Generalmente, los países con mayor concentración del comercio en este tipo de productos están más estrechamente vinculados a los mercados internacionales, mientras que los que producen una mayor proporción de bienes industriales mantienen una relación más estrecha con sus vecinos de la región61. Los países del ALBA son, en su mayoría, productores y exportadores de bienes primarios, de cuya renta depende el resto de la economía. En muchos casos sus vínculos comerciales 60 El “núcleo duro” del ALBA incluye a Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia y Nicaragua. En los espacios regionales y subregionales se tiende a privilegiar, mediante sistemas preferenciales, la comercialización de bienes con mayor valor agregado, mientras que de los mercados internacionales se obtienen divisas asociadas al agronegocio y la minería, dos sectores con una alta penetración de capital extranjero en América Latina. En la producción de bienes industriales se encuentran las mayores potencialidades de complementariedad de las economías latinoamericanas. 61 86 más estrechos se han establecido históricamente con potencias extranjeras, especialmente con los Estados Unidos. En este sentido, destaca el caso de Venezuela, país eminentemente rentista, cuyo socio comercial más importante es precisamente Estados Unidos, principal destino del crudo venezolano. Si se comparan las proporciones de comercio de bienes de Venezuela con el ALBA y con Estados Unidos respecto a su comercio total, se observan diferencias sustantivas. Tabla No. 8. Comercio de bienes de Venezuela con países del ALBA* y con Estados Unidos 2004-2012 (millones de dólares y porcentajes) 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Comercio total de bienes 54837,50 77571,30 96171,00 111309,00 142076,00 95778,40 98357,70 127567,10 152675,40 Comercio Comercio Comercio Comercio Total con Total con EE.UU./Total ALBA/Total EE.UU. ALBA 21932,33 40,00 2317,76 4,23 33869,42 43,66 2374,08 3,06 41618,61 43,28 2892,67 3,01 42147,30 37,87 4116,02 3,70 60738,40 42,75 5686,89 4,00 31871,70 33,28 4649,85 4,85 36172,92 36,78 6099,78 6,20 54306,90 42,57 7273,47 5,70 55161,00 36,13 7922,22 5,19 * Incluye sólo a Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua. Fuente: Elaboración propia en base a datos de FMI (2013b). La baja proporción del comercio intrarregional en el comercio total de los países, si bien no es un impedimento para el funcionamiento de las iniciativas de integración monetariofinanciera en la región, sí limita extraordinariamente sus potencialidades, específicamente en el caso de los mecanismos de comercio en monedas locales. Como se apuntó antes, este constituye uno de los factores que condiciona la baja utilización del SUCRE, donde no se logran aprovechar plenamente las ventajas que brinda. Si bien la relación Comercio intra-SUCRE/Comercio intra-ALBA ha aumentado considerablemente, ubicándose en apenas dos años en valores alrededor del 13% del total, ello no implica que tenga un correlato en cuotas igualmente notables respecto al comercio total de los países del bloque. Este no sería entonces el indicador óptimo para la medición del desempeño del mecanismo. 87 Tabla No. 9. Comercio intra-SUCRE respecto al comercio intra-ALBA* y al comercio total de los miembros 2010-2012 (millones de dólares y porcentajes) Comercio intraALBA Comercio total Comercio IntraALBA/Total (%) Comercio IntraSUCRE Comercio IntraSUCRE/IntraALBA (%) Comercio IntraSUCRE/Total (%) 2010 2011 2012 12460,30 14838,97 16148,90 166452,25 211738,81 244594,27 3,74 3,50 3,30 12,64 270,33 1065,85 0,20 3,64 13,20 0,02 0,26 0,87 * Incluye sólo a Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Fuente: Elaboración propia en base a datos de FMI (2013b) y Consejo Monetario Regional del SUCRE (2012). La baja proporción del comercio intra-ALBA en el comercio total le impone un techo muy bajo al comercio intra-SUCRE, más aún si el mecanismo no los dos principales renglones transados en el bloque: petróleo y servicios. No obstante, las ventajas potenciales del mecanismo pudieran impulsar un incremento del comercio intra-bloque. Adicionalmente, las asimetrías en el comercio intrarregional constituyen también una limitante para la efectividad de los mecanismos de compensación del comercio en monedas locales, pues también imponen límites a su utilización: el país que tiene a su favor la balanza comercial no tiene los mismos incentivos para participar. Grandes desbalances comerciales entre países que utilizan el mecanismo conduce a que las ventajas mayores, en términos agregados, las obtengan los países importadores netos. Incluso, en presencia de este tipo de desbalances, se invalidan los beneficios del mecanismo en términos de ahorro de divisas vía compensación de los saldos. Por ejemplo, para países que concentran la mayor parte de las importaciones, y no registran exportaciones en correspondencia, la compensación se convierte prácticamente en un pago futuro del valor 88 de la compra externa de bienes, transada en la moneda virtual en el sistema y pagada en su moneda local a la contraparte. En el caso del SUCRE, dada la singularidad de que Ecuador tiene una economía totalmente dolarizada, el comercio se concentra en el par Venezuela-Ecuador, donde Venezuela es ampliamente deficitaria y Ecuador muestra, en correspondencia, un superávit. Esto ocurre sólo porque la moneda local ecuatoriana es el dólar, y el exportador no deja de percibir divisas por sus transacciones, incluso presionando las reservas del Banco Central, que tiene que efectuar los pagos, hasta que la compensación sea realizada (cada seis meses). Ello explica la venta de productos primarios como el atún a través del mecanismo e incluso su utilización por compañías extranjeras. Por su parte, para Venezuela es totalmente ventajoso por dos razones fundamentales: primero, el importador realiza las compras externas pagando en bolívares, y segundo, debido al control cambiario instaurado en el país. De esta manera, desde Venezuela se pueden importar automóviles de una manera relativamente más fácil y expedita que por los mecanismos tradicionales de aprobación de divisas e importación. En otro orden, la necesidad de coordinación de políticas macroeconómicas se torna factor relevante cuando se intenta impulsar un proceso de rediseño financiero que se plantea el ambicioso objetivo de presentar a la región como bloque monetario-financiero de cara al diseño financiero internacional y que parte de la profundización de la integración regional. La cooperación monetaria y financiera, aun cuando no requiera cesión de soberanía nacional en las magnitudes que una unión monetaria, sí demanda algún grado de coordinación macroeconómica. Los beneficios de la coordinación son amplios, y van desde la reducción de los márgenes para aplicar devaluaciones competitivas hasta el ordenamiento de los flujos de capitales, el mejoramiento de la asignación de recursos financieros y el incremento de la estabilidad financiera. Un proceso efectivo de coordinación puede allanar el camino para la eventual profundización de la integración monetaria y financiera. 89 Varios autores han planteado acertadamente la necesidad de lograr un mínimo nivel de convergencia de algunas variables macroeconómicas, con el establecimiento de metas monetarias y fiscales en los tipos de cambio, la inflación, la relación saldo fiscal/PIB y deuda pública/PIB para acortar progresivamente las diferencias entre las economías, de manera que se facilite la profundización de los mecanismos monetarios y financieros y se potencien sus ventajas (Arestis y Ferrari-Filho, 2012; Ugarteche, 2012; SELA, 2010). En América Latina en general la coordinación macroeconómica es muy reducida. Si bien se han esbozado intentos de fijación de metas de convergencia en MERCOSUR, como en Florianópolis en el año 2000, truncado por la crisis argentina, no se han logrado resultados importantes. Los gobiernos son reticentes a la coordinación por la sesión de soberanía que implica en el manejo de instrumentos que afectan la vida económica, política y social de los países. Los incentivos a la coordinación son dispares y están condicionados por la existencia de relaciones de interdependencia asimétrica. Los países más grandes, en tanto su desempeño económico depende menos de las decisiones de sus socios, tienen menores incentivos para coordinar. La diversidad de políticas monetarias de los países del ALBA es una muestra de la falta de coordinación en este ámbito y un obstáculo a un posible proceso de convergencia de los tipos de cambio a partir del establecimiento de unidades de cuenta regionales. Lograr estos niveles de coordinación no ha sido planteado en el ALBA como objetivo en el mediano plazo. Como consecuencia, en ocasiones las políticas cambiarias de estos países se orientan en sentido contrario, dejando casi ningún margen para una moneda común y afectando la efectividad de los mecanismos de comercio en monedas locales (Ugarteche, 2012). Otro elemento importante que limita la efectividad de estos mecanismos radica en la vocación rentista/extractivista de una parte notable de las economías latinoamericanas, lo que determina que no estén en condiciones de renunciar a los ingresos en divisas que perciben por la exportación de bienes primarios. La dependencia de la sostenibilidad de los proyectos socioeconómicos de los gobiernos, incluso los de vocación más transformadora, 90 respecto a los mercados internaciones restringe su capacidad de impulsar estos cambios, erigiéndose también en obstáculo para reformular la AFR. El caso del ALBA es representativo, pues el proyecto mismo depende de la facturación de la renta petrolera venezolana. Cambios significativos en los precios internacionales del crudo –en cuya formación Venezuela no tiene influencia- afectarían el cumplimiento de los planes de integración previstos, alterando también el comercio y la inversión, y con ello la profundización de los instrumentos de integración monetario-financiera del bloque. La concentración del comercio exterior de Venezuela respecto a la exportación de crudo es muy marcada. Esta se ha incrementado progresivamente. Mientras que en 2003, las exportaciones petroleras concentraban el 80,9% de las exportaciones totales, para 2012 esa relación alcanzó el 96,13%. Tabla No. 10. Concentración petrolera de las exportaciones de bienes venezolanas 2003-2012 (millones de dólares y porcentajes) Año 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 Exportaciones de bienes f.o.b. 27.230 39.668 55.716 65.578 69.980 95.021 57.603 65.745 69.718 97.340 Petroleras 22.029 32.871 48.143 57.972 62.652 89.034 54.201 62.317 66.326 93.569 % del total de exportaciones 80,90 82,87 86,41 88,40 89,53 93,70 94,09 94,79 95,13 96,13 Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Central de Venezuela (2013). Aunque la persistencia de este fenómeno muchas veces no tiene que ver con la decisión política de los gobiernos sino con los condicionantes de un patrón histórico de inserción subordinada en la economía internacional, la voluntad política no deja de ser un factor importante. Ello está ligado al diseño de estrategias de desarrollo y la implementación de 91 políticas económicas orientadas a cambiar el patrón productivo y de inserción internacional de las economías. En ello radica una de las potencialidades más importantes de los mecanismos de integración monetario-financiera del ALBA, en lo que se refiere a diversificación productiva e incorporación de valor agregado a la producción de bienes en los países miembros. El comercio intra-SUCRE tiene un marcado sesgo industrial, concentrando esta categoría de bienes una parte importante del mismo. Igualmente, el Banco del ALBA, desde los objetivos plasmados en el Convenio Constitutivo, refleja una vocación diversificadora. Sin embargo, se han constatado dificultades para echar a andar las empresas grannacionales, especialmente las vinculadas a estos sectores, cuya entrada en funcionamiento constituiría un esfuerzo importante en la construcción de capacidades productivas conjuntas, y podría estimular un salto para un cambio en la matriz de especialización de sus miembros. Los limitados niveles de inversión, en buena medida determinados por el reducido capital de la institución y los bajos niveles de interdependencia y complementariedad de las economías, restringen su marco de acción y su influencia para generar dicho cambio. En tanto no se construyan relaciones de interdependencia entre las economías que exijan la profundización de sus lazos financieros y a la vez les provean de sustento real, el proceso de construcción de una nueva AFR estará condicionado por la existencia de voluntad política por parte de los gobiernos y de un contexto político regional favorable. Ello le añade una vulnerabilidad importante, pues cambios en la orientación política de los gobiernos pondrían en peligro la profundización y continuidad del proceso si afectaran el balance regional de fuerzas que le dio origen. La heterogeneidad de visiones de inserción internacional que coexisten entre los diferentes actores económicos y políticos de la región es un obstáculo no menor. La confrontación de poderes en uno y otro sentido se evidencian no sólo a escala regional, sino nacional, lo que 92 determina que gobiernos comprometidos con el nuevo diseño financiero enfrenten las presiones de los grupos de poder económico dentro de sus países, especialmente los del sector agro-minero exportador vinculados al capital transnacional. Tanto es así que ello no se expresa sólo a nivel nacional, sino que tiene un reflejo en la dinámica de relacionamiento externo de los miembros. Una característica del bloque es la flexibilidad en cuanto a la participación de sus miembros en otros mecanismos o acuerdos extrarregionales, aun cuando defiendan una lógica contrapuesta a la de la Alianza. Tal es el caso de la membresía de Nicaragua, que participa de un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (CAFTA-RD). A nivel regional se ha producido una polarización que refleja la disputa de espacios de influencia por dos visiones diferentes de inserción internacional, representadas por el previsible MERCOSUR ampliado y la Alianza del Pacífico. La visión de la Alianza se corresponde con la lógica tradicional de subordinación a las potencias centrales a través de la vinculación con los capitales transnacionales, mientras que la del MERCOSUR jerarquiza las lógicas regionales sobre la de los mercados globales (Regueiro, 2012). Este reacomodo de fuerzas tiene implicaciones no despreciables para los países del ALBA, reflejándose en el importante interés de cuatro de sus miembros en profundizar sus lazos económicos con el eje articulado alrededor de Brasil, tres de ellos (Venezuela, Bolivia y Ecuador) a partir de la integración al MERCOSUR y Cuba desde la perspectiva bilateral. Aunque esto constituye una ventaja, desde la óptica de la ampliación y consolidación de las relaciones intra-latinoamericanas y del acercamiento a socios regionales importantes, también puede observarse como una reorientación del foco económico hacia Sudamérica. Ello, unido al importante sesgo político del ALBA, ha condicionado que el mecanismo sea catalogado más como un proceso de concertación política y cooperación que de integración económica propiamente. La propia polarización que hoy acontece en la integración latinoamericana está teniendo un reflejo en el ámbito financiero, donde los países de la Alianza del Pacífico, bajo la lógica de 93 la subordinación externa, han unificado las bolsas nacionales en la iniciativa MILA (Mercado Integrado Latinoamericano) (Ugarteche, 2012). El MILA se presenta como una propuesta novedosa y atractiva para los grandes capitales, pues les proporciona acceso a los mercados de valores estadounidenses, lo que contrasta con la lentitud en la concreción del Banco del Sur, los resultados limitados en el marco del ALBA y la falta de avances en el ámbito de la integración de los mercados de capitales. Una limitación adicional observada en el caso del Banco del ALBA, en particular, pero también de la banca de desarrollo regional en general, es la baja proporción de las reservas internacionales colocadas como aportes de capital. Las economías latinoamericanas en los últimos años, debido al incremento de sus ingresos por exportaciones vía precios internacionales de bienes primarios, han visto engrosados notablemente sus activos de reserva. Tal es el caso de los países del ALBA. Gráfico No. 7. Reservas internacionales de países del ALBA 2003-2012 (millones de dólares) Fuente: World Bank (2013). Un capital suscrito de 1.000 millones de dólares, e incluso el aprobado de 2.000 millones, contrasta significativamente con reservas acumuladas hasta 2012 de alrededor de 47.766 millones de dólares en conjunto. La mayor contribución que está llamado a hacer el Banco del ALBA, en tanto organismo de financiamiento al desarrollo construido sobre la base de 94 principios de complementariedad y solidaridad, al rediseño financiero de la región es la canalización de una mayor parte del ahorro hacia proyectos productivos que estimulen un cambio en el carácter de las relaciones que hoy predominan en la región, en especial del patrón productivo y de inserción internacional, a partir de la inversión en proyectos que potencien las capacidades productivas y la complementariedad de las economías y la participación de productores que hoy se encuentran segregados de los mercados financieros. En este sentido, como se mostró en el Capítulo II, los escasos niveles de desarrollo de los mercados financieros regionales son también una limitante, en tanto reducen la capacidad de canalización del ahorro hacia la inversión productiva. La estrechez y poca profundidad de los mercados de deuda limitan la capacidad futura que podría tener el Banco del ALBA para emitir deuda en las monedas nacionales, y eventualmente en sucres. Sin embargo, la expansión del crédito a productores medianos y pequeños puede cubrir vacíos que los mercados financieros locales han dejado. Otro desafío importante radica en la sobreoferta de IFRs y la participación simultánea de los países en varias de ellas. La heterogeneidad de instituciones se expresa en tratamientos diferenciados a los créditos en términos de plazos, tasas de interés y prioridades de financiamiento, mecanismos y procedimientos burocráticos diferentes, y, en última instancia, en una diversidad de visiones de desarrollo e integración (SELA, 2010). La participación de cada país en el capital de las instituciones se traduce en una multiplicidad de compromisos financieros en términos de aportes de ese capital, que en definitivas presionan los recursos nacionales. 95 Tabla No. 11. Capital suscrito y capital pagado (entre paréntesis) de países del ALBA en IFRs tradicionales (millones de dólares). Bolivia Cuba Ecuador Nicaragua Venezuela FLAR CAF 328,1 (197,9) 328,1 (207,0) 330,3 (196,1) 331,8 (197,7) - - 656,3 1.135,9 (468,8) (694,305) Banco Banco del del Sur ALBA* FONPLATA BCIE 54,3 (49,9) - 100 54 - - - 118 - - 400 - - 510 (73,13) - 28 - - 2.000 850 Total 866,7 (443,9) 118 1.059.9 (404,7) 538 (73,13) 4.642,2 (1.163,1) * Cifras estrictamente referenciales, pues no provienen de fuentes oficiales (Para consultar las fuentes, véase la Tabla No. 3). Fuente: Elaboración propia en base a FLAR (2012), CAF (2013), FONPLATA (2012), BCIE (2013) y Banco del Sur (2009) y medios de prensa. Sería decisivo desarrollar un esfuerzo conjunto de construcción de instituciones y mecanismos de alcance regional que se conviertan en los pilares de la integración monetario-financiera en América Latina. Este esfuerzo debía traducirse en la consolidación del Banco del Sur, siempre y cuando este responda a la concepción original, la ampliación y reforma del FLAR, y el establecimiento de una unidad de cuenta regional con funciones comerciales y posteriormente de reserva, mecanismos que estarían acompañados de un proceso de coordinación macroeconómica en el ámbito monetario, cambiario y fiscal. En este sentido, es importante destacar que los esfuerzos del ALBA en la construcción de una nueva AFR, si bien ofrecen ventajas potenciales y beneficios a los países miembros, necesariamente deberán articularse con esfuerzos de mayor alcance. Su contribución más importante radica en la voluntad política y la concepción de mecanismos bajo una visión diferente del desarrollo. Un nicho relevante para la extensión de esta concepción, que puede partir de la ampliación de las iniciativas creadas en el marco de este esquema, radica en la propia participación – actual o previsible- de varios de sus miembros (Venezuela, Bolivia y Ecuador) en otros grupos asociativos como MERCOSUR y UNASUR. En estos grupos participan actores 96 decisivos con capacidad de influencia regional como Brasil y Argentina, en cuyos intereses, los gobiernos del ALBA, encuentran algunos puntos de coincidencia. Sería necesario retomar también la articulación de los avances en los diferentes niveles de la arquitectura financiera, de manera que los avances a nivel regional tendrán un límite en el actual diseño monetario y financiero internacional, así como también en los niveles nacionales. De hecho, las propias distorsiones del SMFI se traducen a la vez en obstáculos y motivos para impulsar un diseño regional de un nuevo carácter. Finalmente, los factores abordados apuntan a ratificar que la integración monetariofinanciera en general, y especialmente en el ALBA, tiene aún un largo camino por transitar para impulsar el establecimiento de una nueva arquitectura financiera regional en América Latina. En ese sentido, los principales desafíos que deberán superar giran en torno al bajo nivel de interdependencia económica entre los países que participan del proceso, la dependencia de los mercados internacionales –que determinan los precios de los productos básicos (especialmente petróleo) para sostener sus proyectos nacionales y de integración regional, el escaso desarrollo de los mercados financieros intrarregionales, y la fuerte dependencia de un contexto político regional que jerarquice no sólo las relaciones regionales por encima de las globales, sino que sea propicio para impulsar mecanismos e instrumentos de integración monetario-financiera. 97 CONCLUSIONES 1. La teoría de las AMO, así como la llamada teoría convencional de la integración, si bien aportan elementos de utilidad para el estudio de la integración monetaria y financiera en países subdesarrollados, no son el referente más adecuado para ello, pues fueron concebidas desde y para economías desarrolladas, especialmente a la luz del proceso de integración europeo –hoy seriamente cuestionado- y que difiere en cuanto a objetivos y puntos de partida de la experiencia latinoamericana. 2. A la luz de estas limitaciones se plantea otro grupo de opciones de alcance parcial enmarcadas en el espectro de la cooperación e integración monetaria y financiera, que incluyen fundamentalmente sistemas de pagos regionales, fondos de reservas, iniciativas de desarrollo de los mercados financieros regionales, y arreglos regionales de tipo de cambio. Su aplicación en los niveles regionales, a la vez que exige determinados requerimientos, podría aportar beneficios en términos de prevención y aislamiento relativo ante shocks externos, estabilidad macroeconómica, gestión y asignación eficiente de los recursos y cierto nivel de autonomía frente a la dinámica del SMI. 3. El diseño del SMI refleja la propia distribución del poder económico y político mundial, especialmente de los Estados Unidos y de los capitales transnacionales. En consecuencia, ha constituido un instrumento más de enajenación de los países subdesarrollados de los beneficios de la globalización, resultando en una profundización del subdesarrollo. 4. La reforma de la AFI ha mostrado avances lentos, intermitentes y poco profundos. La falta de solución a los problemas del SMI ha propiciado un proceso de regionalización de las relaciones monetarias y financieras, fundamentalmente en Asia y América Latina. Sobre esta base, desde una parte de la academia, se esboza la idea de la construcción de una AFI asentada sobre una matriz regional. 98 5. La reformulación de la AFI no puede enfocarse solamente desde el ángulo institucional, sino desde una perspectiva más integral, que incluya la revisión del carácter de las relaciones económicas bajo su estructura. En este sentido, el papel de la política económica ha sido medular. Este enfoque requiere de una visión que articule de manera efectiva los niveles nacionales, regionales e internacionales. 6. Las economías latinoamericanas se insertan de manera desventajosa en la economía internacional, lo que tiene implicaciones importantes en términos de autonomía nacional. La dolarización de estas economías acentúa la pérdida de soberanía sobre la política económica y potencia su vulnerabilidad ante la volatilidad y el carácter procíclico de los flujos financieros externos y la inestabilidad de la moneda de reserva internacional. Ello ha condicionado una sobreacumulación ineficiente y riesgosa de activos de reservas nominados en dólares para cubrirse ante la recurrencia de shocks externos. 7. La emisión neta de capitales, especialmente hacia los Estados Unidos, reflejada en una sangría perenne de los recursos del ahorro interno, contrasta con la magnitud de las necesidades que exige el desarrollo regional y las restricciones del financiamiento de largo plazo. Revertir esta tendencia constituye un reto y un motivo para desarrollar la integración monetario-financiera a nivel regional. 8. Los mercados financieros latinoamericanos muestran un bajo nivel de desarrollo en todos los segmentos, siendo el crédito bancario el instrumento más usado para captar financiamiento interno de largo plazo, al que acceden principalmente empresas grandes con capacidad de ofrecer garantías, quedando marginados los productores medianos y pequeños. La participación corporativa en los mercados de deuda es relativamente baja en comparación con otras regiones, concentrándose la mayor parte de la emisión de deuda en bonos soberanos. En consecuencia el financiamiento a la inversión es bastante limitado, siendo el crédito bancario y los propios recursos internos las principales fuentes de financiamiento de la inversión de las empresas. Ello muestra las limitaciones de la región en la canalización del ahorro interno. 99 9. A pesar de su reducción en períodos recientes, dado el incremento de la emisión de deuda en monedas locales, el nivel de dolarización de los sistemas financieros latinoamericanos es considerable. Este se expresa en la participación extranjera en los sistemas bancarios nacionales, especialmente de origen europeo, en la proporción de créditos y depósitos y la emisión de deuda en moneda extranjera. 10. Las IFRs tradicionales han aumentado su importancia como fuentes de financiamiento multilateral. Las principales potencialidades que han mostrado radican en la provisión de financiamiento contracíclico, la baja o nula condicionalidad de sus créditos, la mayor agilidad en la aprobación de los mismos, la mejor asignación sectorial de los recursos y la provisión de mayor credibilidad como bien público regional, por su adecuada calificación de riesgo. Sin embargo, aún su capital no refleja los recursos acumulados por los países miembros y resultan insuficientes para atender los propósitos que se plantean, al tiempo que mantienen un sesgo importante del financiamiento hacia proyectos de infraestructura. 11. La sobreoferta de instituciones financieras y la membrecía simultánea de varios países, incluidos los del ALBA, en algunas de ellas se expresa en tratamientos diferenciados a los créditos en términos de plazos, tasas de interés y prioridades del financiamiento, y en la multiplicidad de compromisos financieros en términos de aportes de capital. Un esfuerzo de construcción de instituciones y mecanismos de alcance regional permitiría la concentración de los recursos y el aprovechamiento de economías de escala. 12. Los avances constatados en materia de integración monetario-financiera regional, en América Latina en general, y en el marco del ALBA en particular, aun siendo muy relevantes en el camino de generar espacios de relativa autonomía, resultan insuficientes para provocar un cambio en el diseño financiero regional y revertir la inserción subordinada en el sistema internacional. 100 13. El compromiso con la construcción de una nueva AFR está condicionado por la adopción de una visión que jerarquice las relaciones intrarregionales respecto a las globales, por lo que el debate sobre la integración monetario-financiera, en tanto dimensión de la integración en su definición más amplia, tendrá sus mayores definiciones en el terreno de las estrategias de desarrollo y los patrones de inserción internacional. 14. El escaso nivel de interdependencia entre las economías del ALBA, reflejado en el bajo nivel de comercio intrarregional, el histórico vínculo con potencias extranjeras como Estados Unidos y las dificultades en la creación de capacidades productivas conjuntas, condiciona la profundidad y efectividad de los mecanismos de integración monetariofinanciera del esquema. La existencia de interdependencia asimétrica en torno a Venezuela, a partir de la propia dinámica de relacionamiento del bloque, también impone límites a su utilización. 15. En tanto no se construyan relaciones de interdependencia, el proceso de conformación de una nueva AFR y la continuidad de sus mecanismos seguirá dependiendo de la voluntad y orientación política de los gobiernos y de la preservación de una correlación de fuerzas favorable a nivel regional. 16. La vocación rentista/extractivista de una parte notable de las economías del ALBA determina que no estén en condiciones de renunciar a los ingresos en divisas que perciben por la exportación de bienes primarios. 17. La dependencia de los mercados internacionales para asegurar la sostenibilidad de los proyectos socioeconómicos de los gobiernos del ALBA, así como del propio proyecto de integración, restringe su capacidad de impulsar cambios en la matriz de especialización regional, erigiéndose también en obstáculo para reformular la AFR. En el caso del ALBA, el proyecto mismo depende de la facturación de la renta petrolera venezolana y por tanto de la cotización internacional del crudo, sobre la cual no existe capacidad de influencia. 101 18. Tanto el SUCRE como el Banco del ALBA muestran potencialidades en lo que se refiere a diversificación productiva. Si bien en el comercio intra-SUCRE los bienes industriales tienen una participación importante, se han constatado dificultades para aprovechar los beneficios potenciales del Banco del ALBA, teniendo en cuenta los retrasos en la puesta en marcha de las empresas grannacionales, que incluso cuentan con financiamiento de la institución. En ambos mecanismos se aprovechan insuficientemente las ventajas potenciales que ofrecen. 19. La baja proporción de las reservas internacionales colocadas como aportes de capital en el Banco del ALBA limita la implementación de la concepción inicial de la nueva AFR, en términos de aprovechamiento de los recursos de la región en función de su propio desarrollo. Ello ha determinado su limitado alcance como institución de financiamiento al desarrollo. 20. Los esfuerzos del ALBA por la construcción de una nueva AFR, si bien ofrecen ventajas potenciales y beneficios a los países miembros, necesariamente deberán articularse con esfuerzos de mayor alcance. Su contribución más importante radica en la voluntad política y la creación de mecanismos bajo una concepción diferente del desarrollo, pero, en principio, se requiere también de la participación de socios con mayor capacidad de influencia regional. 21. Las iniciativas de integración monetario-financiera surgidas en el ALBA deberán sortear importantes desafíos en pos de contribuir a una potencial reformulación de la arquitectura financiera regional en América Latina, capaz de generar mayores cuotas de autonomía relativa frente a la dinámica de la economía internacional, en la cual sus países se insertan de manera subordinada y ventajosa. Los principales desafíos en este sentido están asociados al bajo nivel de interdependencia entre los miembros, la dependencia de los mercados internacionales como sustento de su proyecto político y de integración, el escaso desarrollo de los mercados financieros intrarregionales, y la fuerte dependencia del contexto político regional. 102 BIBLIOGRAFÍA 1. AFP (2012): “Nicaragua destinará USD 28 millones por participación en Banco del ALBA”, 17 de febrero. 2. Aftalion, Marcelo E. (1976): “Reflexiones teóricas y prácticas sobre la integración latinoamericana y su dimensión externa”, Integración Latinoamericana, Vol. 1, No. 1, abril. 3. Agencia Venezolana de Noticias (2013): “Intercambio comercial con pagos en “sucres” ha alcanzado $850 millones durante 2013”, 27 de agosto. 4. Ahumada, Hildegart y Ana M. Martirena-Mantel (2001): “Towards a Potencial Monetary Union in Latin America: Testing the Endogeneity Criteria for Mercosur”, Anales de la AAEP, disponible en: http://www.aaep.org.ar/anales/works/works2001/ahumada_martirena-mantel.pdf. 5. ALBA-TCP (2012): Acuerdo para la Constitución del Espacio Económico del ALBATCP (ECOALBA-TCP), Caracas, 5 de febrero. 6. Anf-Agencia (2010): “Sánchez: Bolivia aportará $us54 millones para iniciar el Banco del ALBA”, 22 de mayo. 7. Arestis, Philip y Ferrari-Filho, Fernando (2012): “Regional integration in South America”, Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, Vol. XVII, No. 2, juliodiciembre. 8. Arreaza, Adriana (2009): “Emisiones de renta fija en América Latina”, disponible en: http://www.caf.com/media/3161/200912_Mercado_renta_fija.pdf. 9. Arruda, Marcos (2008): “Endogenous Development and a South American Financial Architecture”, Ponencia presentada en el Seminario Más allá de Bretton Woods: la economía transnacional en busca de nuevas instituciones, 15 al 17 de octubre. 10. Banco Central del Ecuador (s.f.): Resumen de los elementos técnicos de la configuración del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE), disponible en: http://www.bce.fin.ec/documents/pdf/sistema_u_compensacion/sucDoc08.pdf 11. Banco Central de Venezuela (2013): Información Estadística, disponible en http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp. 103 12. Banco Central do Brasil (2013): “SML-Local Currency Payment System BrazilArgentina”, disponible en: http://www.bcb.gov.br/?SMLEOPERAT. 13. Banco del ALBA (2008): Convenio Constitutivo del Banco del ALBA. 14. Banco del Sur (2007): Acta Fundacional del Banco del Sur. 15. Banco del Sur (2009): Convenio Constitutivo del Banco del Sur. 16. Banco Mundial (2013): World Databank, disponible en: http://databank.worldbank.org/data/home.aspx. 17. BBVA (2014): BBVA en 2013, disponible en: http://ws1.grupobbva.com/TLBB/micros/bbvain2013/es/A/BBVA_en_2013_es.pdf. 18. BCIE (2013): “Estructura patrimonial actual”, disponible en: http://www.bcie.org/?cat=1156&title=Estructura%20Patrimonial%20Actual&lang=es. 19. CAF (2013): Informe Anual 2012. 20. Carrasquilla, Ana M. (2011): “El FLAR: Historia y desempeño en perspectiva”, Ponencia presentada en el Seminario-Taller Arquitectura Financiera Regional: desafíos para propulsar el desarrollo económico, 28 de noviembre. 21. Castiglioni, Lucas (2012): La (nueva) arquitectura financiera internacional y el Banco del Sur, Tesis de Licenciatura en Relaciones Internacionales, FCH-UNCPBA. 22. CEPAL (2000): Crecer con estabilidad. El financiamiento del desarrollo en el nuevo contexto internacional, Bogotá. 23. CEPAL (2011): La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile. 24. CEPAL (2013a): Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 2012, Santiago de Chile. 25. CEPAL (2013b): Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2012, Santiago de Chile. 26. CEPAL (2013c): “El papel de la arquitectura financiera regional” en CEPAL: Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2012, Santiago de Chile. 27. CEPAL (2013d): Estudio económico de América Latina y el Caribe. Tres décadas de crecimiento desigual e inestable, Santiago de Chile. 28. CEPAL (2013e): La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2012, Santiago de Chile. 104 29. CEPAL (2014a): Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2013, Santiago de Chile. 30. CEPAL (2014b): CEPALSTAT. Bases de datos y publicaciones estadísticas CEPAL, disponible en: http://estadisticas.cepal.org/cepalstat/WEB_CEPALSTAT/Portada.asp 31. CEPAL (2014c): La coyuntura económica internacional y sus consecuencias macroeconómicas para América Latina y el Caribe, Santiago de Chile. 32. Chapoy, Alma (2001): “El sistema monetario internacional”, Colección Textos Breves de Economía, UNAM/IIE, México DF. 33. Chapoy, Alma (2006): “Cooperación financiera regional en Latinoamérica: posibilidades y obstáculos” en Chapoy, Alma: Reforma financiera en América Latina, Editorial CLACSO, Buenos Aires. 34. Consejo Monetario Regional del SUCRE (2010): Reglamento General del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE). 35. Consejo Monetario Regional del SUCRE (2011): Informe de Gestión 2011. 36. Consejo Monetario Regional del SUCRE (2012): Informe de Gestión 2012. 37. Consejo Monetario Regional del SUCRE (2013): “Experiencia del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE)”, disponible en: http://www.bcn.gob.ni/sistema_pagos/sucre/info_general/documentos/Experiencia_SU CRE.pdf. 38. Correo del Orinoco (2013): “Banco del Alba invierte más de USD 170 millones en programas sociales. Correo del Orinoco”, Caracas, 30 de julio, disponible en http://www.correodelorinoco.gob.ve/nacionales/banco-alba-invierte-mas-usd-170millones-programas-sociales/. 39. De la Torre, Augusto, Ize, Alain y Schmulker, Sergio (2012): Financial Development in Latin America and the Caribbean. The road ahead, The World Bank, Washington DC. 40. Dooley, Michael P., Folkerts-Landau, David y Garber, Peter (2003): “An essay on the revived Bretton Woods System”, NBER Working Paper, disponible en: http://www.nber.org/papers/w9971. 41. EFE (2008): “La primera sucursal del Banco del ALBA abre sus puertas en Cuba”, 9 de abril. 105 42. El País (2013): “El FMI no alcanza un acuerdo para la reforma de sus cuotas y se concede un año más”, 31 de enero, disponible en: http://economia.elpais.com/economia/2013/01/31/agencias/1359658437_297490.html. 43. FLAR (2013): Memoria anual 2012. 44. FMI (2010): “IMF Executive Board Approves Major Overhaul of Quotas and Governance”, 5 de noviembre, disponible en: http://www.imf.org/external/np/sec/pr/2010/pr10418.htm. 45. FMI (2011a): Convenio Constitutivo. 46. FMI (2011b): “The IMF´s 2008 Quota and Voice Reforms Take Effect”, 3 de marzo, disponible en: http://www.imf.org/external/spanish/np/sec/pr/2011/pr1164s.htm. 47. FMI (2012a): “Ficha Técnica. Cómo toma sus decisiones el FMI”, 21 de septiembre, disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/spa/governs.htm. 48. FMI (2012b): “Ficha Técnica. Derechos especiales de giro (DEG)”, 24 de agosto, disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/spa/sdrs.htm. 49. FMI (2012c): “Ficha Técnica. El oro del FMI”, 24 de agosto, disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/spa/golds.htm. 50. FMI (2012d): “Ficha Técnica. Las cuotas en el FMI”, 24 de agosto, disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/spa/quotass.htm. 51. FMI (2012e) “Ficha Técnica. Préstamos del FMI”, 30 de septiembre, disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/spa/howlends.htm. 52. FMI (2012f): “Ficha Técnica. Proceso de selección del Director Gerente”, 30 de marzo, disponible en: http://www.imf.org/external/np/exr/facts/spa/mdsps.htm. 53. FMI (2013a): “Acceptances of the Proposed Amendment of the Articles of Agreement on Reform of the Executive Board and Consents to 2010 Quota Increase”, 13 de marzo, disponible en: http://www.imf.org/external/np/sec/misc/consents.htm#a1. 54. FMI (2013b): Directions of Trade Statistic, CD-ROM, agosto. 55. FMI (2013c): “IMF Members' Quotas and Voting Power, and IMF Board of Governors”, 14 de marzo, disponible en: http://www.imf.org/external/np/sec/memdir/members.aspx. 56. FONPLATA (2012): Sumando esfuerzos para la integración y el desarrollo. Publicación especial 35 años, FONPLATA, Santa Cruz de la Sierra. 106 57. Frambes, Aline (1993): “Teorías sobre la integración aplicables a la unificación de los países latinoamericanos”, Política y Cultura, No. 002, primavera. 58. Frankel, Jeffrey A. (2003): “Experience and lessons from exchange rate regimes in emerging economies”, NBER Working Papers, disponible en: http://www.nber.org/papers/w10032. 59. Frankel, Jeffrey A. y Rose, Andrew (1996): “The endogeneity of the Optimum Currency Area criteria”, NBER Working Papers, disponible en: http://www.nber.org/papers/w5700. 60. Fritz, Barbara y Mühlich, Laurissa (2008): “South-South Cooperation: An option for emerging markets and developing economies to foster regional financial development?”, Ponencia presentada en el Seminario Más allá de Bretton Woods: la economía transnacional en busca de nuevas instituciones, 15 al 17 de octubre. 61. Furtado, Fabrina (2007): “Banco del Sur: una perspectiva de integración de los pueblos”, disponible en: http://es.calameo.com/read/000068238d55ca0ee4fda. 62. Gambina, Julio César (coord.) (2010): La crisis capitalista y sus alternativas. Una mirada desde América Latina y el Caribe. Editorial CLACSO/FISYP, Buenos Aires. 63. García, Mercedes (2004): “Flujos financieros hacia los países subdesarrollados”, en Colectivo de autores: Economía Internacional, Editorial Félix Varela, La Habana. 64. García, Tania (2008): “La integración para el desarrollo. Posibilidades y desafíos”, Ponencia presentada en el Congreso de la Asociación de Estudios Caribeños, San Andrés, 26 al 30 de mayo. 65. Giraldo, Carlos (2012): “Fondo Latinoamericano de Reservas 2012”, Ponencia presentada en la Reunión Regional Análisis y Propuestas para la reforma de la Arquitectura Financiera Regional y la Cooperación Monetaria y Financiera en América Latina y el Caribe, 27 y 28 de febrero. 66. Girón, Alicia (2010): “FMI y hegemonía del dólar” en Gambina, Julio César (coord.): La crisis capitalista y sus alternativas. Una mirada desde América Latina y el Caribe. Colección Grupos de Trabajo. CLACSO/FISYP, Buenos Aires. 67. González-Eiras, Martín (2009): “Cuotas y poder de voto en el FMI: teoría y evidencia”, Ensayos Económicos, No. 55, julio-septiembre. 107 68. Griffith-Jones, Stephany y Ocampo, José Antonio (2010): “La arquitectura financiera internacional. A la luz de la crisis: algunos logros y numerosos desafíos”, Ponencia presentada en Conference on development cooperation in times of crisis and on achieving the MDGs, 9 al 10 de junio. 69. Grupo Santander (2014): Informe de actividades 2013, Madrid. 70. Jeanneau, Serge y Tovar, Camilo (2008a): “Implicaciones de los mercados de bonos en moneda local para la estabilidad financiera: un resumen de los riesgos”, BIS Papers, No. 36, disponible en: http://www.bis.org/publ/bppdf/bispap36e_es.pdf. 71. Jeanneau, Serge y Tovar, Camilo (2008b): “Los mercados de bonos latinoamericanos en moneda local: una panorámica”, BIS Papers, No. 36, disponible en: http://www.bis.org/publ/bppdf/bispap36d_es.pdf. 72. Jiménez, Luis Felipe y Manuelito, Sandra (2010): “Los mercados financieros en América Latina y el financiamiento de la inversión: hechos estilizados y propuestas para una estrategia de desarrollo”, Series Macroeconomía del desarrollo, CEPAL, No. 107, noviembre. 73. Jiménez, Luis Felipe y Manuelito, Sandra (2011): “América Latina: sistemas financieros y financiamiento a la inversión. Diagnósticos y propuestas”, Revista de la CEPAL, No. 103, abril. 74. Kenen, Peter B. (1969): “The theory of Optimum Currency: An eclectic view”, en Mundell, Robert y Swoboda, Alexander (eds.): Monetary Problems of the International Economy, University of Chicago Press, Chicago. 75. Kozikowski, Zbigniew (2007): Finanzas Internacionales, McGraw-Hill, México D.F. 76. Krugman, Paul y Obstfeld, Maurice (2003): International Economics. Theory and Policy, Editorial Addison Weasley, Boston. 77. Leiderman, Leonardo, Maino, Rodolfo y Parrado, Eric (2006): “Inflation targeting in dollarized economies”, Working Papers, Banco Central de Chile, No. 368, julio. 78. Machinea, José Luis y Titelman, Daniel (2007): “¿Un crecimiento menos volátil? El papel de las instituciones financieras regionales”, Revista de la CEPAL, No. 91, abril. 79. Magariños, Gustavo (2000): Integración multinacional. Teoría y sistemas. Editorial Universidad ORT/ALADI, Montevideo. 108 80. Marín, Claudia (2012): “¿Hacia una unión monetaria en el Mercosur?”, Temas de Economía Mundial, II Etapa, Edición Especial "Evento Jóvenes 2011", abril. 81. Marín, Claudia y Pérez, Beatriz (2008): “Hacia una moneda única en Mercosur”, Tesis de Grado, Universidad de La Habana. 82. Marroquín, Pablo (2011): “Arquitectura Financiera Regional: Estabilidad macrofinanciera”, Ponencia presentada en el Taller Arquitectura Financiera Regional: retos y desafíos para propulsar el desarrollo económico, 28 de noviembre. 83. McKinnon, Ronald I. (1963): “Optimum Currency Areas”, The American Economic Review, Vol. 53, No. 4, septiembre. 84. Mieres, F., y Trucco, P. (2008): “El financiamiento para el desarrollo y la reforma del sistema financiero internacional. Una mirada desde América Latina”, FLACSO/Argentina, Área de Relaciones Internacionales, Documento de Trabajo No. 17.diciembre. 85. Molina, Elda (2004): “El mercado internacional de capitales”, en Colectivo de autores: Economía Internacional. Editorial Félix Varela, La Habana. 86. Mühlich, Laurissa y Fritz, Barbara (2012): “Varieties of regional monetary cooperation: A tool for reducing volatility in developing economies?”, Ponencia presentada en el Workshop Regional Integration for Development?, 20 al 22 de noviembre. 87. Mundell, Robert A. (1999): “Una teoría de Áreas Monetarias Óptimas”, Cuadernos de Economía, Vol. XVIII, No. 31, II Semestre. 88. Ocampo, José Antonio (2010a): “La reforma del Sistema Monetario Internacional”, Pensamiento Iberoamericano, No. 6, 2da Época, junio. 89. Ocampo, José Antonio (2010b): “Los derechos de giro y el sistema mundial de reservas”, en Alonso, José Antonio, Fernández, Santiago y Steinberg, Federico (eds.): La reforma de la arquitectura financiera internacional. Editorial AFI/ Fundación ICO/ ICEI/ Real Instituto Elcano, Madrid. 90. Ortiz, Isabel y Ugarteche, Oscar (2008): “Bank of the South: Progress and Challenges”, Ponencia presentada en el Seminario Más allá de Bretton Woods: la economía transnacional en busca de nuevas instituciones, 15 al 17 de octubre. 109 91. Páez, Pedro (2008): “El bloque dólar y la nueva arquitectura financiera regional”, Ponencia presentada en el X Encuentro de Economistas y Contadores sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, 3 al 7 de marzo. 92. Páez, Pedro (2010a): “El mercado virtual de valores en el marco de la nueva arquitectura financiera regional”, disponible en: http://www.bce.fin.ec/documentos/PublicacionesNotas/ComunicacionMedios/Docume ntos/R1DOC09.pdf. 93. Páez, Pedro (2010b): “La autonomía financiera de América Latina en la crisis económica mundial”, Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, No. 30, mayo. 94. Páez, Pedro (2011): “La nueva arquitectura financiera regional: la crisis estructural y el futuro de América Latina”, disponible en: http://www.eclac.cl/prensa/noticias/comunicados/3/43963/PedroPaez_CEPAL070711. pdf. 95. Palma, Pedro A. (1975): “Análisis del Sistema Monetario Internacional”, Estudios Internacionales, Vol. 8, No. 32, octubre-diciembre. 96. Pasin, María C. (2010): “Sistema de Pagos en Moneda Local (SML) Argentina-Brasil”, Ponencia presentada en la Reunión Regional Reforma de la Arquitectura Financiera Internacional y Cooperación Monetaria y Financiera en América Latina y el Caribe, 8 y 9 de octubre. 97. Pellandra, Andrea (2011): “Arquitectura financiera regional y comercio en América Latina y el Caribe”, Ponencia presentada en el Taller Arquitectura Financiera Regional: retos y desafíos para propulsar el desarrollo económico, 28 de noviembre. 98. Pérez, Esteban, Titelman, Daniel y Cipoletta, Georgina (2013): “Sistema de pagos transnacionales vigentes en América Latina. ALADI, SML y SUCRE”, Serie Financiamiento para el Desarrollo, CEPAL, No. 245, diciembre. 99. Pierantoni, Andrés (2010): “Sinopsis y perspectivas del Banco del ALBA”, Ponencia presentada en la Reunión Regional Reforma de la Arquitectura Financiera Internacional y Cooperación Monetaria y Financiera en América Latina y el Caribe, 8 y 9 de octubre. 110 100. Piñeiro, Rubén (2004): “Sistemas monetarios internacionales”, en Colectivo de autores: Economía Internacional, Editorial Félix Varela, La Habana. 101. Regueiro, Lourdes M. (2010): “Banco del Sur: su aporte a una nueva arquitectura financiera regional”, disponible en: http://www.obela.org/system/files/Lourdes%20El%20Banco%20del%20Sur%20para% 20OBELA-1.pdf. 102. Regueiro, Lourdes M. (coord.) (2012): “La evolución perspectiva de la integración latinoamericana”, CIPI, La Habana. 103. Ríos, Germán (2012): “Elementos prioritarios para el avance y consolidación de la arquitectura financiera de América Latina y el Caribe”, Ponencia presentada en la Reunión Regional Análisis y propuestas para la Consolidación de Arquitectura Financiera Regional y la Cooperación Monetaria y Financiera en América Latina y el Caribe, 27 y 28 de febrero. 104. Rivero, Luis E. (1996): “Los cambios del Sistema Monetario Internacional (19451980)”, Revista Economía, No. 11. 105. Sala-i-Martin, Xavier y Sachs, Jeffrey (1991): “Fiscal Federalism and Optimum Currency Areas: Evidence for Europe and the United States”, NBER Working Papers, disponible en: http://www.nber.org/papers/w3855. 106. Sánchez, Fernando (2008): “Economía política de la crisis y la regulación financieras: de Bretton Woods a Basilea II y la crisis actual”, Ponencia presentada en el Seminario Más allá de Bretton Woods: la economía transnacional en busca de nuevas instituciones, 15 al 17 de octubre. 107. Sánchez, Marlén (2004): “La deuda externa del mundo subdesarrollado”, en Colectivo de autores: Economía Internacional, Editorial Félix Varela, La Habana. 108. Sánchez, Marlén (2008): “La nueva Estrategia de Reforma de mediano plazo del FMI: ¿más de lo mismo?”, Ponencia presentada en el Seminario Más allá de Bretton Woods: la economía transnacional en busca de nuevas instituciones, 15 al 17 de octubre. 109. Sánchez, Marlén (2009): “El nuevo marco de crédito del FMI: ¿lo desataniza?”, CIEI, abril. 111 110. Schydlowsky, Daniel (2011): “Desafíos a la arquitectura financiera regional”, Ponencia presentada en el Taller Arquitectura Financiera Regional: retos y desafíos para propulsar el desarrollo económico, 28 de noviembre. 111. Segovia, Santiago (2010): “Comunidad Andina: Experiencias y desafíos en su procesos de coordinación macroeconómica y de cooperación monetaria y financiera”, Ponencia presentada en la Reunión Regional Reforma de la Arquitectura Financiera Internacional y Cooperación Monetaria y Financiera en América Latina y el Caribe, 8 y 9 de octubre. 112. SELA (2010): Experiencias de Cooperación Monetaria y Financiera en América Latina y el Caribe. Balance crítico y propuestas de acción de alcance regional, Caracas. 113. SELA (2012a): La situación reciente de la reforma de la arquitectura monetaria y financiera internacional y de los avances hacia una arquitectura monetaria y financiera regional para América Latina y el Caribe, Caracas, disponible en: http://www.sela.org/attach/258/default/DT2_Reforma_de_la_Arquitectura_Financiera_(esp).pdf. 114. SELA (2012b): Desarrollos recientes en materia monetaria y financiera internacional y regional, Caracas. 115. SELA (2012c): Informe sobre el proceso de Integración Regional 2011-2012, Caracas. 116. SELA (2013a): El ALBA-TCP como mecanismo de cooperación de alcance regional. Caracas. 117. SELA (2013b): Estado actual y avances en la Arquitectura Institucional de la Integración en América Latina y el Caribe. Caracas. 118. Sevares, Julio (2005): El imperio de las finanzas (Cap. 1, 2 y 3), Grupo Editorial Norma, Buenos Aires. 119. Steinberg, Federico (2012): “Hipocresía y continuidad en el Sistema Monetario Internacional”, disponible en: http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_C ONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/ari25-2012. 112 120. Stiglitz, Joseph y Greenwald, Bruce (2008): “A Modest Proposal for International Monetary Reform”, Ponencia presentada en International Economic Association Meeting, 25 al 29 de junio. 121. SUCRE (2009): Tratado Constitutivo del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE). 122. SUCRE (s.f.): Metodología de valoración y asignación del SUCRE, disponible en: http://www.bce.fin.ec/documents/pdf/sistema_u_compensacion/sucDoc36.pdf 123. TeleSur (2008): “Banco del ALBA contará con 85% de capital venezolano”, 10 de diciembre. 124. Titelman, Daniel (2011): “Instrumentos para la integración financiera regional”, Ponencia presentada en el Taller Arquitectura Financiera Regional: retos y desafíos para propulsar el desarrollo económico, 28 de noviembre. 125. Toribio, Juan J. (2010): “La encrucijada del sistema monetario internacional: algunas reflexiones”, Revista de Economía Información Comercial Española, No. 855, julio – agosto. 126. Trefogli, Jorge (2009): “Avances en la Nueva Arquitectura Financiera Internacional y Regional”, disponible en: http://www.latindadd.org/index.php?option=com_docman&task=doc_download&gid= 23&Itemid=671. 127. Ugarteche, Oscar (2007): “Hacia una estructura financiera regional”, disponible en: http://www.obela.org/system/files/Hacia+una+nueva+arquitectura+financiera+regional +latindadd+eurodad.doc. 128. Ugarteche, Oscar (2008a): “Entre la realidad y el sueño. La construcción de una arquitectura financiera sudamericana”, Nueva Sociedad, No. 217, septiembre-octubre. 129. Ugarteche, Oscar (2008b): “Hacia una nueva arquitectura financiera regional”, disponible en: http://www.choike.org/documentos/ifis_ugarteche_undp.pdf. 130. Ugarteche, Oscar (2012): “Regional Financial Cooperation. Issues in South America”, disponible en: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2070738. 131. Vera, Cecilia y Titelman, Daniel (2013): “El sistema financiero en América Latina y el Caribe. Una caracterización”, Serie Financiamiento para el desarrollo, CEPAL, No. 248, diciembre. 113 132. Witker, Jorge y Valenzuela, Elvira (1982): “El sistema monetario internacional contemporáneo”, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, Año XV, No. 43, eneroabril. 133. World Bank (2013): World DataBank, disponible en: http://databank.bancomundial.org/data/home.aspx. 114 ANEXOS Anexo I.1. Antecedentes del SMI previos a 1944 Entre 1871 y 1914 en el panorama monetario internacional prevaleció el patrón oro puro, que estuvo caracterizado fundamentalmente por la definición de las monedas nacionales en términos de una cantidad fija de oro, con la consiguiente obligación de convertibilidad de las monedas nacionales en ese metal y de su canje según las exigencias del mercado. Consecuentemente regía la libre acuñación de oro metálico y la libre fundición de monedas de oro, así como la libre circulación de oro dentro y fuera de las fronteras nacionales. El centro del SMI se ubicaba en Londres, reflejo del poderío económico de Inglaterra en ese período, en el que también tuvo lugar una gradual sustitución de la moneda mercancía, como el oro y la plata, por la moneda crédito, expresada en billetes de banco, depósitos bancarios y letras de cambio. Estas características del patrón oro puro, permitían un mecanismo automático de ajuste de la balanza de pagos, mediante el cual se compensaba un déficit o superávit con un movimiento en sentido contrario de la cuenta corriente, vía comercio exterior (Chapoy, 2001). Durante la Primera Guerra Mundial, los imperativos de tal situación, con las consecuentes restricciones que esta imponía en términos de orientación de los recursos nacionales hacia los gastos militares y actividades de reconstrucción, conllevaron a la imposición de patrones de papel moneda inconvertible, suspendiéndose así la libre circulación internacional de oro y dando origen a la pérdida del respaldo en oro de las monedas nacionales (Chapoy, 2001). Al fin de la Primera Guerra Mundial durante la Conferencia de Génova de 1922 se acordó el retorno al patrón oro anterior, y aunque se retomó la convertibilidad (si bien en algunos casos no totalmente), hubo una diferenciación entre los países que carecían de oro y los que no. Los primeros adoptaron un patrón cambio oro, donde una parte de las reservas internacionales estaban compuestas por oro y otra por la llamada divisa clave, que era la moneda del país con el que se tenía un mayor nivel de relaciones económicas y que era 115 convertible en oro. Se establecía así un tipo de cambio fijo entre la moneda nacional y la divisa clave, lo que tenía importantes implicaciones en términos de soberanía en la conducción de la política económica y consolidaba lazos de dependencia significativos respecto al país emisor de la moneda clave. El segundo grupo de países, entre los que se encontraban Inglaterra, Francia, Alemania, Bélgica, Noruega y Polonia, adoptaron un patrón lingote oro, mediante el cual se suprimió la circulación de monedas de oro, se concentró el metal en los bancos centrales y se limitaron las ventas de oro para fines específicos. Las monedas bajo este patrón no estaban totalmente respaldadas (Chapoy, 2001; Krugman y Obstfeld, 2003; Palma, 1975). Más avanzado el período entreguerras se habían conformado tres áreas monetarias fundamentales: el área esterlina que, compuesta por Inglaterra y los países de la Commonwealth excepto Canadá, estableció un sistema de tipos de cambio flexibles; el área dólar donde Estados Unidos, Canadá y América Latina adoptaron un patrón lingote oro; y el área oro que, formada por Francia, Bélgica, Italia, Países Bajos, Luxemburgo y Suiza, defendían el patrón oro clásico anterior. Los efectos de la crisis de 1929 a 1933 se hicieron notar a gran escala en la economía mundial, llevando al colapso eventual de estos sistemas, que se verificaron con el retorno a los patrones de papel moneda inconvertible tras las ya inevitables devaluaciones de 1931, 1934 y 1936 del área esterlina, el área dólar y el bloque oro, respectivamente, a lo que sucedió finalmente el estallido de la Segunda Guerra Mundial. 116 Anexo I.2. Relación reservas de oro y deuda externa líquida de Estados Unidos 19501971 Año RIN (miles de millones de dólares) 1950 1951 1952 1953 1954 1955 1956 1957 1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 24,3 24,3 24,7 23,5 23,0 22,8 23,7 24,8 22,5 21,5 19,4 18,8 17,2 16,8 16,7 15,5 14,9 14,8 15,7 17,0 14,5 13,2 Deuda externa líquida (miles de millones de dólares) 8,9 8,9 10,4 11,4 12,5 13,5 14,9 15,8 16,8 19,4 21,0 22,9 24,1 26,3 29,0 29,1 29,8 33,2 33,6 41,9 43,2 64,2 RIN/Deuda externa líquida 2,73 2,73 2,38 2,06 1,84 1,69 1,59 1,57 1,34 1,11 0,92 0,82 0,71 0,64 0,58 0,53 0,50 0,45 0,47 0,41 0,34 0,21 Fuente: Palma (1975). 117 Anexo III.1. Evolución del Banco del Sur El Banco del Sur surge en 2007 en el marco de UNASUR, cuando los mandatarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, tras un período intenso de negociaciones, firmaron su Acta Fundacional, con el objetivo de crear una institución regional para el financiamiento al desarrollo de los países latinoamericanos. El proceso de negociación del Convenio Constitutivo del Banco del Sur que vino después estuvo marcado por importantes contradicciones entre los países miembros y por una ineficiente forma de negociación, que terminaron dilatando el tiempo de elaboración del mismo hasta dos años después de la firma del Acta Fundacional, aun cuando en dicho documento se establecía un plazo de sólo 60 días (Ortiz y Ugarteche, 2008). Las principales contradicciones estuvieron asociadas a las posturas diferenciadas de los miembros en torno a temas fundamentales como la naturaleza de la institución, los aportes de capital, el sistema de votación y la naturaleza de los proyectos a financiar, reflejando así las propias divergencias entre países de diferente tamaño y desarrollo relativo (SELA, 2010; Furtado, 2007; Ortiz y Ugarteche, 2008; SELA, 2012). En lo relativo al papel de la institución fueron planteadas diferentes propuestas, que se concentraron alrededor de si esta debía ser una alternativa o un complemento de las entidades de financiamiento al desarrollo existentes, tanto regionales como internacionales. De otro lado, se generaron debates en torno a si debía asumir funciones exclusivas de banco de desarrollo o si debía incluir también la función de fondo de reservas regional, prevaleciendo finalmente la función de banco de desarrollo. En cuanto a los aportes de capital y el sistema de votación, el gobierno brasileño impulsó la idea de que los aportes fueran igualitarios o que se asignara el poder de voto de acuerdo a los aportes de capital de cada país, lo que no aseguraba el principio de un sistema de toma de decisiones democrático que se había plasmado en el Acta Fundacional. Finalmente, en el Convenio Constitutivo, firmado en 2009, prevaleció el criterio de un país un voto, defendido por la contraparte ecuatoriana, aunque la aprobación de proyectos que involucren 118 montos superiores a los 70 millones de dólares debe contar con la aprobación de las dos terceras partes del capital de las acciones de clase A, lo que le otorga un poder de decisión importante a los tres socios mayoritarios: Argentina, Brasil y Venezuela, que concentran más del 85% del capital suscrito. Se aprobó un capital suscrito de 7.000 millones de dólares y un capital autorizado de 20.000 millones de dólares. El capital se divide en tres tipos de acciones: de clase A (Estados miembros de UNASUR), de clase B (Estados no miembros de UNASUR) y clase C (Bancos Centrales, entidades públicas o mixtas donde el Estado tenga más del 50% de la participación accionaria y organismos multilaterales de crédito). La estructura accionaria quedó repartida de manera que la participación y los aportes se correspondan con el tamaño de cada país. Argentina, Brasil y Venezuela, con 2.000 millones de dólares cada uno, concentran más de las tres cuartas partes del capital suscrito, al tiempo que Ecuador y Uruguay deben acumular acciones por 400 millones de dólares cada uno, y Bolivia y Paraguay, por 100 millones de dólares cada uno. El Convenio contempla la posibilidad de ampliación del capital suscrito con la posible incorporación de los restantes miembros de UNASUR de manera que Chile, Colombia y Perú aportarían 970 millones de dólares, y Guyana y Surinam, 45 millones cada uno. El tiempo para integrar los aportes de capital se consideró igualmente de acuerdo al tamaño, siendo fijado para Argentina, Brasil y Venezuela, y de incorporarse Chile, Colombia y Perú, un plazo máximo de 5 años a partir de la entrada en vigor del Convenio; mientras, para los restantes países el plazo es de 10 años. Habría que significar que el convenio dio espacio a la utilización de monedas nacionales para el aporte de un máximo del 10% de la cuota de cada país, siendo el restante 90% aportado en dólares estadounidenses. En cuanto a los sectores prioritarios para la aprobación de proyectos de inversión, fue una condición para la participación brasileña que se financiaran proyectos de infraestructura como una prioridad, y así se plasmó en el Convenio Constitutivo. Habría que señalar que el 119 sector de infraestructura es el que mayor volumen de financiamiento recibe de fuentes multilaterales de crédito, incluyendo las instituciones regionales de desarrollo como el BID, la CAF y FONPLATA (Ortiz y Ugarteche, 2008; CEPAL, 2013). Las mayores necesidades de financiamiento para el desarrollo se encuentran en sectores claves como la producción de alimentos y de medicamentos, el sector productivo e industrial, la actividad de investigación y desarrollo, entre otros62. Si el Banco del Sur se dedica a financiar sólo proyectos de infraestructura, y no contribuye también a la ampliación del crédito a los sectores que hoy están marginados, la diversificación productiva de la región y la satisfacción de las necesidades básicas de la población latinoamericana, se convertirá en una institución más y no en lo que originalmente se concibió como un banco de desarrollo de nuevo tipo en función de los requerimientos del desarrollo de la región. Este ha sido un reclamo importante que se ha erigido desde la academia y organizaciones sociales respecto a la futura actividad del banco. Es importante, entonces, la voluntad política y el compromiso de los gobiernos para hacer avanzar estas propuestas desde una perspectiva regional y no desde la óptica exclusiva de los intereses nacionales. Ello cobra vigencia para el caso específico de Brasil, economía con mayor capacidad para impulsar la consolidación de una institución de tal magnitud. Durante el proceso de negociación y luego de ratificación del Convenio Constitutivo por los órganos legislativos nacionales, se han constatado las reticencias de este país para involucrarse de lleno en el proyecto. Ello responde, entre otros factores, a la poca necesidad que tiene Brasil de crear una institución adicional para financiar proyectos de interés nacional enmarcados en su estrategia de inserción regional –especialmente de infraestructura-, pues cuenta con el BNDES, cuya cartera de créditos y patrimonio son los más altos entre los bancos de desarrollo de la región. La incorporación de Brasil al Banco del Sur respondió más a intereses geopolíticos de preservación de su liderazgo que a una necesidad y compromiso real por echar a andar la nueva institución. Incluso ya declarada su 62 Sería útil en este sentido retomar las prioridades definidas en las propuestas que se abordaron con anterioridad, especialmente en la del gobierno ecuatoriano. 120 intención de participar, la parte brasilera siempre trató de imponer sus intereses nacionales, tratando de subvertir la concepción original del proyecto. A seis años de la firma del Acta Fundacional, el Banco del Sur se inauguró en junio de 2013, tras su entrada en vigor luego de la ratificación legislativa de Convenio Constitutivo por parte de Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Venezuela –países que concentran más de las dos terceras partes del capital suscrito. Sin embargo, aún el congreso brasilero no lo ha ratificado, entrando en vigor el Convenio Constitutivo y cumplidos los requisitos formales para el inicio de las actividades del Banco del Sur sin que Brasil, uno de sus accionistas más importantes, lo ratificara63. Algunos sectores de la sociedad y la academia han expresado, de manera fundamentada, sus críticas con la evolución del Banco del Sur, que han estado orientadas en varias direcciones, ente las que destacan las siguientes: i) la preocupación por la lentitud en la entrada en funcionamiento de la institución, ii) el reclamo por la consideración de una visión ambiental en las futuras actividades del banco, especialmente si se considera el daño a la naturaleza que han provocado algunos proyectos de infraestructura, y iii) la participación social y la rendición de cuentas a las sociedades latinoamericanas sobre el desempeño futuro de la institución (SELA, 2012). En cualquier caso habrá que esperar a que se concrete su actividad para comprobar si el Banco del Sur en la práctica se corresponderá con la concepción original, pues los principios de funcionamiento del banco deberán corroborarse en la práctica balanceando equilibradamente los criterios de eficiencia y rentabilidad con los criterios políticos y económicos que sustentan la idea de un nuevo desarrollo para América Latina (Regueiro, 2010). Por lo que parece hasta el momento, por las razones expuestas anteriormente, la institución seguirá el camino de convertirse en un complemento de los organismos financieros internacionales y no en una verdadera alternativa que dote de autonomía financiera y productiva a la región. 63 El órgano legislativo de Paraguay no lo ha ratificado tampoco, pero este país estuvo sancionado y suspendida su participación en UNASUR tras el golpe de estado legislativo al gobierno del Presidente Fernando Lugo. 121 Anexo III. 2. Evolución del Sistema de Pagos en Monedas Locales entre Brasil – Argentina El SML entre Brasil y Argentina constituye un mecanismo opcional y complementario a los existentes para efectuar pagos del comercio bilateral y sus servicios asociados en las monedas nacionales. Establecido en 2008, el SML fue resultado de las decisiones que desde 2006 se habían adoptado en el marco del Consejo del Mercado Común del MERCOSUR. El mecanismo tiene como objetivo declarado facilitar el comercio entre ambos países en sus respectivas monedas nacionales y reducir la transferencia de divisas entre ellos. Las operaciones, pactadas en la moneda del exportador, se registran en los bancos comerciales autorizados y los Bancos Centrales compensan los saldos del comercio y transfieren el crédito al exportador a través del sistema financiero nacional, sin cobrar comisiones por el trámite realizado. El mecanismo ha sido útil en tanto reduce los costos de transacciones asociados al cambio de monedas y facilita, en la medida en que es utilizado, el ahorro de divisas para el intercambio comercial. Desde su creación en 2008 los montos se han incrementado progresivamente. Sin embargo, los volúmenes de comercio que se encauza a través del mecanismo no son representativos del comercio bilateral total, pues representan menos del 10% del comercio entre ambas naciones (SELA, 2012a). Este instrumento es utilizado principalmente por socios medianos y pequeños, no convocando a las grandes empresas. SML: Exportaciones (A) e Importaciones (B) brasileras (en millones de reales). Fuente: Banco Central do Brasil (2013). 122 Las operaciones reflejan las propias asimetrías de la relación comercial entre ambos países, con una balanza favorable a Brasil. El sistema es utilizado en mayor medida por los importadores argentinos, no representado al parecer una opción ventajosa para los importadores brasileros. Habría que destacar que, en tanto refleja las características de las relaciones bilaterales, la mayor cantidad de operaciones corresponden al comercio de bienes manufacturados, por lo que en este sentido el mecanismo muestra potencialidades para impulsar, a partir de la reducción de los costos de transacción del comercio, el intercambio de productos de mayor valor agregado. Aunque en el Convenio del SML se planteó la posibilidad de que este mecanismo constituya un antecedente para su utilización a nivel del MERCOSUR, y la incorporación de los restantes miembros del bloque, especialmente de Uruguay, suscitó expectativas en el pasado, lo cierto es que ello no ha tenido lugar, aun cuando el Consejo del Mercado Común adoptó la decisión de extender el mecanismo a todos los miembros de MERCOSUR. La razón más visible estaría relacionada con la baja prioridad que le otorga Brasil a este tipo de instrumentos para extenderlo más allá de su principal socio dentro del bloque, atendiendo a la reducida participación de Uruguay y Paraguay en su comercio total. El SML constituyó el primer paso, luego del estancamiento del Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la ALADI, para establecer instrumentos para la reducción del uso del dólar en el comercio regional. No obstante sus potencialidades y sus aún modestos resultados, su alcance es limitado en tanto no constituye un mecanismo que requiera grandes esfuerzos de coordinación entre los bancos centrales, en términos de que no implica el establecimiento de una unidad de cuenta, y no se establecen lapsos de tiempo más largos para la compensación de los pagos, que se efectúa semanalmente. Aun así, el SML constituye una opción barata y operativa para los pequeños y medianos productores de ambos países. 123 Anexo III.3. Proyectos y empresas grannacionales priorizados en el marco del II Consejo de Ministros del ALBA, La Habana, septiembre de 200764 1. Banco del ALBA 2. Empresa de Energía eléctrica, petróleo y gas 3. Empresa productora, distribuidora y comercializadora de productos farmacéuticos 4. Empresa de Telecomunicaciones. 5. Empresa de producción agroalimentaria. 6. Empresa de Alimentos. 7. Empresa Forestal 8. Empresa de Importación y Exportación. 9. Empresa Grannacional de Cemento. 10. Proyecto de Infraestructura portuaria, ferroviaria, marítima y área. 11. Proyecto Tiendas del ALBA 12. Proyecto Centro ALBA para una ciencia, tecnología e innovación justa, digna y humanitaria. 13. Proyecto de Turismo Social. 14. Proyecto de Centro Regulatorio que elabore el registro sanitario del ALBA 15. Proyecto de Alfabetización 16. Proyecto Manejo Integral de Cuencas, Acceso al agua y saneamiento. 17. Proyecto de Complejos Productivos. 18. Proyecto Universidad Turística del ALBA. Posteriormente en el III Consejo de Ministros del ALBA realizado en enero de 2008 se incluyó la empresa grannacional ALBA Cultura y una extensión de ALBA Alfabetización. 64 Fuente: SELA (2013a). 124