Una recorrida por la realidad. Abrí los ojos, me encontré parada en una calle llena de gente que caminaba sin cesar. No podía recordar qué hacía ahí ni quién me había mandado. Lo único que logré hacer fue caminar. Observaba a la gente apurada, unos hablando por teléfono, otros escuchando música, atolondrados, acelerados. Me sentía aturdida por el fuerte murmullo de las personas. Comencé a acelerar mi paso sin saber para dónde ir y fue ahí cuando algo llamó mi atención y me hizo detener: Eran un grupo de cinco chicos y chicas frente a otra niña de aproximadamente 13 años. Pude notar que los jóvenes trataban de convencerla para que ella fumara. La niña respondía que no quería, que le haría mal, que sus padres la retarían. Y los chicos nuevamente la alentaban a hacerlo, le decían que nadie se iba a enterar. Cerré los ojos, pidiéndole a Dios que la muchacha tuviera las fuerzas para huir de aquella situación. Pero cuando volví a abrirlos ya era tarde, la joven estaba disfrutando de su cigarrillo junto con sus otros compañeros. Y yo me pregunto, ¿por qué?, ¿por qué la gente se comporta así? La niña en lugar de haber aceptado y fumar el cigarrillo, tendría que haberse mantenido firme con sus principios y decir que no. Pero, ¿por qué no lo hizo? ¿No tendría la personalidad necesaria para decir que no? Seguí caminando decepcionada, con miles de pensamientos que rodeaban mi cabeza, miles de preguntas sin respuestas. Me frené, me encontraba ahora en la puerta de un boliche. Desde afuera podía escuchar el fuerte ruido de la música. Entré. La música ahora comenzó a aturdirme y hacía retumbar mis oídos. Miré a mí alrededor, vi que en una esquina había un grupo de chicos que tenían en sus manos botellas de alcohol, todos tomaban sin parar. En otra parte del lugar había una chica borracha tirada en el piso, sin nadie que le ofreciera ayuda. Seguí recorriendo el boliche, vi mujeres drogándose, la mayoría vestidas con polleras muy cortas, bailaban, gritaban, corrían. ¡Quedaba tan feo! Me fui espantada, y nuevamente me pregunté por qué actuaban así los adolescentes. ¿Serían en realidad así, o simplemente tomaban alcohol para no quedar fuera del grupo? ¿Lo harían para sentirse aceptados y para que nadie se burle de ellos? El tiempo siguió pasando y yo fui recorriendo distintos lugares, Colegios, parques, hogares… en cada uno de ellos veía cómo diferentes jóvenes accedían a hacer algo que en verdad no querían hacer. Lo único que trataban era sentirse parte de un grupo. Aparecí ahora en un colectivo llenísimo de gente, y fue ahí cuando me desperté. Salté de mi cama, las distintas partes del sueño iban y venían por mi cabeza, y me hacían pensar. Relacioné el sueño con la realidad y me di cuenta que todas esas escenas que vi en mi sueño, son las que ocurren hoy en día en mi ambiente, vayas donde vayas, mires donde mires, siempre te vas a topar con alguna de estas situaciones y vamos a tener que saber elegir. Algunas decisiones difíciles no siempre tienen una respuesta correcta o incorrecta, como por ejemplo si prefiero tocar la guitarra o tocar el piano. Mientras que otras, sí incluyen decisiones moralmente importantes, como es si drogarse o no. Yo, personalmente, en mi vida estoy rodeada de personas que pueden tener influencias negativas en mí. Pero para poder seguir mis ideales, trato de tener fortaleza interna y confianza en mí. Resistirme a hacer algo que considero incorrecto, rechazando los intentos de otros para convencerme. Trato de que no me importe lo que la gente puede llegar a pensar de mí, de ir contra corriente. Me ayuda también tener un grupo de amigas con valores muy parecidos a los míos, que sé que me van a respaldar cuando no quiera hacer algo determinado. De esta manera se me hace mucho más fácil resistir a las influencias. En ocasiones me he enfrentado a problemáticas sola. En este caso, lo que hago y que me parece una solución, es mantenerme alejada de aquellas personas que traten de presionarme para que haga cosas que sé que están mal. Les digo "no" y me marcho. Yo creo que esto es una problemática que nos concierne a todos, y para tratar de evitarla debemos cada uno poner de nuestra parte. Partir desde los Colegios y los hogares, educando a los niños desde pequeños, formando valores, creando metas, ideales. Para que así, el día de mañana cuando estos niños sean adolescentes, y luego adultos, tengan un objetivo claro que alcanzar, hagan todo lo posible para no arruinarlo, se nieguen a todas las influencias negativas posibles, teniendo una personalidad madura, confianza, y sin importar lo que la gente pueda pensar, ¡no tener miedo! Me parece que de esta manera, siguiendo el buen camino, ayudando a otros a que los sigan también y con el apoyo de Dios, llegaremos a ser personas muy fuertes y con una personalidad madura. Y por sobre todo, alcanzaremos la felicidad terrenal. Magdalena Cámpora.