Título del curso: EL AULA ENTRE LIBROS Título de la experiencia: Historias de animales con ojos de niño Nombre del docente: Marisa Inés Zallocco Datos de la escuela: Centro Educativo Fray Luis Beltrán, Campo Del Bel, Pampayasta Norte, Provincia de Córdoba Los chicos: Son cinco en total: una nena de nivel inicial, dos alumnos de segundo grado, uno de 3er grado y uno de 5º. Les cuento un poco: mi escuela, mis alumnos y yo La escuela Fray Luis Beltrán es de Tercera Categoría y se encuentra a aproximadamente diez kilómetros de la Comuna de Pampayasta Norte. En la zona, los habitantes se dedican en su mayoría a la agricultura con tecnologías bastantes desarrolladas (sistema de labranza cero, maquinarias modernas, etc.) y unos pocos tambos pequeños. El grupo de alumnos que asiste a la escuela está conformado por los niños de tres familias. Valentina, Juan Cruz y Brian son hermanos entre sí. Viven a aproximadamente cinco kilómetros de la escuela y llegan a ella en bicicleta o caminando. Yoel y Adrián son primos y viven a muy poca distancia uno de otro por lo que su relación es casi como si fueran hermanos: viajan juntos a la escuela, comparten juegos, eventos, fiestas familiares, etc. Viven a aproximadamente seis kilómetros de la escuela y los llevan a la escuela en auto. Todos los días llegamos a la escuela y entre todos acondicionamos el aula ya que no tenemos personal de limpieza. Distribuimos las tareas tales como abrir puertas y ventanas, barrer, ordenar, colocar la bandera en el mástil par luego realizar la ceremonia de izamiento, etc. y así, iniciar la tarea diaria. Hace cinco años que me desempeño en esta institución como Directora de Tercera, Personal Único, pero mi experiencia en el plurigrado es algo mayor ya que tengo diecinueve años trabajados en este medio y soy una “enamorada” de la escuela rural. 1 JUAN CRUZ (SEGUNDO GRADO): muy respetuoso, sobreprotector de su hermana, cariñoso. Le encanta contar las vivencias de su familia en el tambo. YOEL (SEGUNDO GRADO) Muy trabajador, callado, disfruta de conversar con su compañero de grado. Le encanta jugar al fútbol y siempre nos cuenta ”aventuras futboleras” junto a su padre. VALENTINA (SALA DE 5 AÑOS): Simpática, dulce, ocurrente, siempre con una sonrisa amplia, muy voluntariosa en el trabajo diario. Capaz de defender fervientemente sus ideas, a pesar de ser aún muy pequeña. La única niña del grupo, y por lo tanto es la princesa de la escuela, todos los demás, se rinden a sus pies y hacen lo que ella ordene. ADRIAN (TERCER GRADO): Tiene una mirada pícara que conquista y que me saca una sonrisa cuando debería llamarle la atención si hace alguna travesura. En muchas oportunidades necesita que se lo aliente, se lo mime, se fomente su autoestima. BRIAN (QUINTO GRADO): Sumamente tímido y callado. Se incorporó a la escuela un tiempo después que sus hermanos. En la actualidad disfruto de ver que se va animando a jugar, hablar, reír y disfrutar junto a los otros niños. 2 3 Esta experiencia Cuando seleccioné el libro que se focaliza en esta experiencia (“Roberta dibuja”, de Valeria Cis), los chicos ya habían leídos algunos libros álbum, como “Las tres dudas del bicho colorado” (Gustavo Roldán) y “Una luna junto a la laguna” (Adela Basch). Así que cuando llegaron a “Roberta dibuja” ya habían transitado otros libros álbum. En esta experiencia, los niños tuvieron la oportunidad de: Explorar a partir del título, las imágenes, la extensión y el contenido de un texto. Leer y releer un cuento, para afinar la mirada y la interpretación sobre la voz narrativa, las relaciones entre texto verbal e imágenes, la historia del relato. Conversar sobre lo leído, con aproximaciones sucesivas Narrar historias propias y ajenas, reales e imaginarias Construir un libro propio, inspirándose en un animal que ellos mismos eligieron y armar entre todos una bella colección llamada “Escuela rural” 4 DÍA 1 Entre pasitos de gatos, abrimos el mágico mundo de los cuentos... Primera lectura En primer lugar les mostré el libro y les pedí que leyeran el título. Les comenté que el libro formaba parte de una colección y les pedí que observaran a cuál de ellas. Los niños ya han trabajado observando tapas de libros, clasificándolos según su colección por lo cual les fue muy sencillo reconocer a qué colección pertenece éste, porque además en la escuela hay otros libros de la colección “El barco de vapor”, que habíamos abordado previamente. Y Adrián nos dijo: “El barco del logo se parecía al Titanic”. Leímos el nombre de la autora, Valeria Cis, y comentamos nuevamente que la mayoría de los libros tienen un autor que escribe las palabras y un ilustrador que hace los dibujos. Entonces les di el libro y les pedí que buscaran el nombre del ilustrador, ya que a mí, personalmente, me había sorprendido que fuera la misma persona. Y a ellos les pasó lo mismo... Nos concentramos en la dedicatoria: -¿Qué habrá querido decir la autora con esa dedicatoria? – les pregunté. Y Adrián dijo: -Cuando ven fotos se puede contar la historia de los de las fotos. -A lo mejor, cuando era chica sus abuelos le contaban historias y le mostraban fotos – agregó Brian. Volvimos a leer el título y les pregunté quién pensaban que podría ser Roberta. Como esperaba, todos me dijeron muy rápido: la nena. Con un signo de interrogación en el rostro, continué mostrándoles otras partes del libro. Observamos la portada y las páginas 4 y 5 donde se ven las huellas y la dedicatoria. En cuanto a las huellas, dijeron “¡Son de gato!” y “El gato nos lleva para meternos en el libro”. También agregaron: “Los pajaritos muestran los dibujos que ellos mismos dibujaron”, aunque Yoel compartió sus dudas sobre esta idea. Con la misma cara de intriga, les respondí que con el transcurso de la lectura lo averiguaríamos. Llegó el momento de leerles el cuento. Mientras lo hacía, les fui mostrando las ilustraciones. Y en las páginas 6 y 7 se produjo el primer descubrimiento: “¡Ah! ¡Es la gata!” gritaron todos menos Valentina, quien estaba convencida todavía que Roberta era la niña. Seguimos leyendo y entre página y página conversamos: - ¿Por qué los dibujos estarán hechos en color sepia? ¿En qué les hace pensar este color? - ¿Qué es sepia? – preguntó Yoel - Es color blanco y negro. - se apresuró a decir Brian. - Muy bien, Brian. También puede ser esos tonos marrones de los dibujos.... A medida que leía el cuento iban apareciendo los colores. Juan preguntó: -¿Por qué algunas cosas todavía aparecen en blanco y negro? -¡No ves que todavía no terminó de pintar!- lo tranquilizó Yoel. Y seguimos leyendo... Y otra vez, conversando sobre detalles Luego de leer por primera vez todo el cuento, volvimos sobre las páginas anteriores para ver cómo fueron apareciendo los colores y conversamos sobre qué nos parecían, que nos hacían sentir esos colores. Cada uno compartió sus ideas: Adrián: “Emoción.” Brian: “Me parece divertido.” Juan: “Es como pintar.” (él disfruta mucho de esa actividad) Yoel: “Igual que jugar.” Valentina: “Me encanta.” Luego retomamos la parte donde dice: “Cuando mi abuela era chica tenía una gata”… Hice hincapié en el color sepia y pregunté si hay algo en las imágenes que nos muestre el paso del tiempo. Los chicos dijeron que le falta pintar pocas partes y que la gente aparece en colores, que queda más lindo y que antes todo era en blanco y negro. “Como un viejo televisor” que tiene Adrián y que todavía funciona. Volvimos a mirar las imágenes, para concentranos en el detalle de los marcos de las fotografías. - ¿Qué serán esos bordes blancos y esquineros que acompañan las fotografías de la nena y de la gata de las páginas 4 y 5? ¿Qué querrán decir? ¿Hoy se usan? – así fui probando de distintas maneras a ver si alguno había visto alguna vez una foto antigua. Y Adrían sí las conocía: - Esos bordes son de fotos de cuando mi abuela era chica, ella tiene un montón, ya no se usa. Los chicos se quedaron un rato mirando la última página del libro, cuando se ve a la protagonista viejita, en su habitación. En la pared, está colgado un retrato de la gata Roberta. Y les preocupó un poco si la gata se había ido o si se había muerto, porque ya no estaba de verdad en la habitación. Les pregunté qué pensaban: “Se puede haber ido como tu gato”, le dijo Yoel a Adrián, cuya mascota vemos muchas veces en las inmediaciones de la escuela. "No, si la abuela ya es viejita se tiene que haber muerto, no viven tantos años.” comentó Adrián. Los otros niños no opinaron, pero se quedaron pensando... Al día siguiente volveríamos a leer el libro, así que por ese día nos quedamos con un montón de preguntas más. 5 6 DÍA 2 Nos convertimos en detectives gatunos Cuando comenzó la clase les pregunté ¿Qué cosas humanas que hace Roberta? Y aunque habíamos leído el libro el año anterior, no recordaban muchas cosas, porque nos habíamos concentrado en la historia de modo general y explorado a fondo las imágenes. Así que lo volvimos a leer, con esa y otras preguntas en mente: ¿Por qué Roberta se parece a un ser humano? ¿Qué hacen los gatos? ¿Y Roberta? Luego de ir leyendo y conversando, les propuse realizar las siguientes actividades en sus cuadernos: Escribí la lista de cosas gatunas que no hace Roberta. Escribí una lista de cosas “humanas” que hace Roberta. Escribí la lista de las cosas que dibujaba Roberta. Hacé una lista de las cosas que la abuela le compra a Roberta para dibujar. Y los chicos escribieron así1: Las cosas gatunas que no hace Roberta 1 Las cosas humanas que hace Roberta Las listas fueron escaneadas tal como los chicos las escribieron inicialmente. De allí que aparezcan algunos errores ortográficos y algunas no estén completas. Las cosas que dibujaba Roberta Una vez que escribieron y leyeron lo que habían escrito, volvimos a pensar Fue muy enriquecedor el intercambio que realizaron y los aportes de cada uno. Por ejemplo, cuando leían sus listas. Yoel fue el único que puso en la de dibujos “BALLENA”, Adrián y Brian sostenían que estaba equivocado, entonces Yoel lo buscó y se los mostró. Y en esa charla, todos estaban de acuerdo en que Roberta era la gata, salvo Valentina, que seguía pensando que se trataba de la niña. Valentina dibujó y nombró a los personajes del cuento. Cabe aclarar que ella me dictó lo que quería escribir, para que yo lo escribiera en el pizarrón y luego ella lo copiara en su cuaderno. Se observa que consideró que Roberta era la niña. 7 8 Luego le pedí que dibujara y nombrara todo lo que Roberta había dibujado. Con los nombres procedimos igual que con los personajes, escribiendo en el pizarrón. BAJO EN CLAROBE DÍAS 3 y 4 Nos convertimos en zoo - autores En esta jornada trabajamos en forma oral con el cuento, leyendo y explicando las metáforas, observando qué cosas pintó Roberta, qué colores usó…toda la conversación giró en torno al cuento y todo lo que les había quedado de él. Retomamos la historia haciendo alusión a quién la narraba y al ver la imagen de la página 29 todos, incluso Valentina dijeron que la niña contaba la historia de su abuela y que quien había hecho los dibujos era la gata. Entonces les pregunté sobre sus mascotas y animales favoritos y les propuse escribir una historia real o inventada sobre algún animal que ellos eligieran. Las producciones fueron maravillosas, les gustó mucho trabajar de esta manera y expresaron sus sentimientos y sus vivencias. Fue un trabajo que favoreció ampliamente su autoestima, ya que pudieron palpar que cada experiencia es fabulosa, que enriquece al otro y que en la escuela, encontraron el momento para expresar y ser escuchados. Luego de escribir los textos, nos concentramos nuevamente en la tapa de “Roberta dibuja”. Les propuse inventar un nombre para la colección en que incluiríamos sus propios libros. Acordamos en que sería lindo que fuera algo que tuviera relación con nosotros, el lugar donde vivimos, nuestros gustos o preferencias. - Fray Luis Beltrán, como se llama la escuela-, propuso Juan. Pero los demás no estuvieron de acuerdo. Entonces Brian dijo: -La escuela de campo. -La escuela rural- sumó Juan. Después de darle algunas vueltas a la idea, todos estuvieron de acuerdo en que la colección se llamaría: ”Escuela Rural”. Para ese entonces, sus ojos brillaban y en sus caras se observaban sonrisas que evidenciaban placer, diversión, entusiasmo…un sinnúmero de sensaciones agradables por tener la posibilidad de contar a través de sus cuentos un pedacito de sus vidas. Así, cada niño realizó la tapa con su nombre, un título y un dibujo. Por mi parte, los ayudé guiándolos en la escritura para que contaran más y recibiendo sus consultas de todo tipo, sobre todo ortográficas y de puntuación. Cada uno escribió su historia; mi trabajo fue guiarlos para que cada uno pudiera decir y escribir lo que le intersaba comunicar. A continuación, las obras de los chicos: 9 TRABAJO DE VALENTINA (SALA DE 5 AÑOS) TRABAJO DE YOEL (SEGUNDO GRADO) 10 11 TRABAJO DE JUAN CRUZ (SEGUNDO GRADO) 12 TRABAJO DE ADRIAN (TERCER GRADO) 13 14 15 Sentados en ronda, cada uno leyó su producción a sus compañeros, que las comentaron con mucho entusiasmo. Y mientras leíamos y comentábamos los textos, también charlamos sobre todo lo que habíamos hecho. Les gustó mucho trabajar de esta manera y les permitió expresar a través de ellas sus sentimientos, sus vivencias. Fue un trabajo que favoreció ampliamente su autoestima, ya que pudieron palpar que cada experiencia es fabulosa, que enriquece al otro. En la escuela encontraron el momento para expresarse y ser escuchados, haciéndolo cada uno en función de sus posibilidades, gustos y necesidades; con algo tan significativo para los niños rurales, como son sus animales. Una de las cosas que no estuvo del todo bien, fue que deberíamos haber trabajado en borrador en primer lugar, para poder permitir el “ensayo y error”, sin que se preocuparan porque se les arruinaba el librito. Otra actividad que queda pendiente para otra jornada es la contratapa, para incentivarlos a que realicen su autobiografía y un resumen mínimo de sus historias. Las lecturas podrían seguir, buscando información sobre los animales que cada uno tomó como protagonista, para saber más. Y también podríamos buscar cuentos, poesías, otros textos para seguir leyendo y escribiendo. Son varias las actividades que vamos a realizar a partir de ésta. A modo de cierre... Quiero contarles que este trabajo fue una bisagra que abrió una puerta mágica, logrando que quienes fuimos protagonista de esta pequeña pero maravillosa experiencia, cambiáramos nuestra visión con respecto a los libros, la lectura, el disfrute de ellos y de escuchar las experiencias del otro. Favoreció como ya lo dije, el desarrollo de la autoestima del grupo de niños, que encontraron un espacio en la escuela donde poder dar a conocer sus vivencias. Desde entonces, todos los días nos hacemos un tiempito para leer. Antes del curso, yo usaba ese tiempo para corregir, revisar papeles, etc. Ahora leo, al igual que mis alumnos, y me río de mí misma porque siempre tengo ganas de leer una página más antes de dejar hasta el día siguiente…por eso fue maravilloso para todos, en especial para mí, que se reencontró con aquella niña que disfrutaba introduciéndose en el mágico mundo de los cuentos… Y como reflexión para continuar pensando sobre la lectura y la escritura en las escuelas rurales En las aulas de plurigrado de las escuelas rurales todos los alumnos, independientemente del nivel o grado que cursan, comparten múltiples y variados espacios de aprendizaje. Y es común que la organización vaya cambiando en función de las edades, las necesidades, los intereses, los contenidos y los aprendizajes que se espera lograr, entre otros factores. La formación de los lectores -concebida como producto de la participación activa y sistemática de los niños en grupos donde se lee, se escucha leer y se intercambia sobre lo leído – encuentra en el ámbito del plurigrado un lugar privilegiado. Los momentos de la lectura permiten a los más grandes re-encontrarse con historias ya conocidas en los libros aparentemente destinados a los más pequeños, tan bellamente editados. En tanto, los más pequeños se incluyen en el comentario de los temas desafiantes que ofrecen las publicaciones para los más grandes, viven las aventuras de historias concebidas quizá para chicos más grandes y comparten información. Y entre los más grandes y los más pequeños, la voz del maestro y sus propuestas desafían a todos y les otorgan el status de lector y escritor, es decir, de participante –más o menos autónomo - de la cultura escrita. 16