SÓCRATES (470-399 A.C.) Sócrates nació y murió en Atenas. No escribió nada; así todo lo que conocemos de él, de sus doctrinas y actividades se lo debemos a sus discípulos y a algunos contemporáneos. Aquellos, como Platón, mezclaron las ideas propias con las socráticas de tal manera que es extremadamente difícil discernirlas, saber qué ideas pertenecen a uno u a otro (el problema socrático) . Y de los segundos nos han llegado versiones contradictorias. Lo más significativamente socrático es: 1. La enseñanza de la filosofía es el eje de su vida. 2. Utilizaba el método dialogado, la mayéutica, para averiguar con cualquiera ‘lo que es realmente cada cosa’. 3. Sus objetivos básicos eran antropológicos: la virtud, la felicidad, el conocimiento, etc. Ulteriormente, fue acusado de impiedad y de corromper a la juventud con sus ideas. Fue declarado culpable y condenado a muerte. Ni se defendió ni huyó, cuando pudo hacerlo (y muy probablemente todos, incluso los que lo habían condenado, esperaban que lo hiciese). Aceptó la sentencia y bebió la cicuta para no desobedecer las leyes de Atenas, que había defendido. ¿Se le puede considerar un sofista? Platón, Jenofonte y Aristóteles sostuvieron que las doctrinas y las actitudes socráticas eran diferentes de las de los sofistas. En cambio otros, como Aristófanes el comediógrafo, lo consideraron un sofista más. En efecto hay algunas semejanzas: 1. Su interés primordial era el hombre, los temas humanos. Si bien, los temas políticos eran más del interés de los sofistas y la virtud y felicidad más socráticos. 2. Se dedicó a la enseñanza; educar al démos, al pueblo, sin distinción de clases sociales. Pero también hay algunas diferencias importantes: 1. Los sofistas cobraban por enseñar (Sócrates no, absolutamente nada) 2. Los sofistas utilizaban largos monólogos para convencer (Sócrates usaba el diálogo) 3. Los sofistas buscaban la reacción afectiva, en cambio Sócrates buscaba el rigor racional. 4. Los sofistas eran escépticos y relativistas y pragmáticos buscando el triunfo en la vida, el éxito. Sócrates sostenía la existencia de la verdad universal, una y la misma para todos los hombres que se expresaba en el concepto universal. El método socrático Hijo de un escultor y de una comadrona. En el templo de Delfos había una inscripción que Sócrates hizo suya: “Conócete a ti mismo”. Afirmaba el carácter innato del conocimiento. El conocimiento ya está en nosotros, en nuestra alma. Las ideas anidan en nuestro interior pero no somos espontáneamente conscientes de su existencia. Es necesario una indagación, un diálogo, un proceso dialéctico por medio del cual y partiendo de la sabiduría aparente, de la opinión ingenua, llegamos a la verdad. Este es el único método para descubrir la verdad: a) Refutación. Es la parte negativa. Se hace ver a los interlocutores que el conocimiento que parece seguro y fiable es erróneo, que lo que es indudable en realidad es falso. Se consigue así mostrar la ignorancia en la que nos encontramos sumidos. Sócrates había sido llamado el más sabio de todos los hombres: él sostenía que era porque reconocía abiertamente que “sólo sé que no sé nada”. b) Mayéutica. Al igual que su madre que ayudaba, como comadrona, a traer niños al mundo, Sócrates aseguraba que él ayudaba a traer a la consciencia el conocimiento interior de los demás. Las verdades residen en nuestro interior (innatismo), hay que conseguir hacerlas conscientes, traerlas a la luz. El conocimiento universal Utilizando el método socrático llegamos a la unidad partiendo de la pluralidad. Partiendo de las cosas que nos rodean, de los conocimientos falsos o poco rigurosos, se alcanza mediante su refutación y por medio de la mayéutica el conocimiento intelectual que representa un conocimiento universal. Con la ironía socrática (=el arte de hacer preguntas en tono bromista múltiple y diverso) y refutando los prejuicios y el conocimiento parcial, alcanzamos merced a la extracción socrática el concepto universal. El método socrático es pues un método inductivo: si examinamos una cosa bella, y otra, y otra, etc. llegamos finalmente al concepto universal de belleza, llegamos a la esencia de la belleza. Y así con todo. Si bien, los temas preferidos de Sócrates estaban unidos al hombre y a la conducta que debe tener, el bien, la virtud, la justicia, etc. El intelectualismo moral socrático La virtud (areté) para los griegos, es la actividad y/o modo de ser que perfecciona a cada cosa, haciéndola ser aquello que debe ser (p.e., la virtud del perro es la de ser un buen guardián, la del caballo, correr con rapidez, etc.) Para Sócrates, la virtud del hombre no podrá ser más que lo que hace que el alma sea como debe ser, de acuerdo con su naturaleza, es decir, buena y perfecta. Él cree que el hombre desea la felicidad, y, desde un punto de vista moral, sólo la virtud y el bien proporcionan la auténtica felicidad. Sócrates identifica bien o virtud con saber y mal o vicio con ignorancia: ‘el sabio es bueno y el malo es ignorante’. Así, si sabemos qué es el bien y la virtud seremos buenos y virtuosos. En consecuencia, nadie puede obrar mal de forma intencionada; nadie se equivoca queriendo. Luego, quien obra mal es porque no sabe que lo hace, esto es, no sabe. Por tanto, debemos educar e ilustrar a las personas para que no se equivoquen obrando, para que sean buenas y virtuosas. No hacen falta cárceles, ni reformatorios, ni castigos, sino escuelas. Pues nadie es culpable sino ignorante. Además, la virtud (todas y cada una de ellas, sabiduría, justicia, fortaleza, templanza) es ciencia, conocimiento (episteme), y el vicio, todos y cada uno de ellos, ignorancia. Nadie peca voluntariamente y quien hace el mal lo hace por ignorancia del bien.