LAS EMPRESAS PÚBLICAS Y LAS EMPRESAS ESTATALES ANTE LOS ESTÁNDARES INTERNACIONALES DE INFORMACIÓN FINANCIERA Doctor Sergio Díaz-Granados Ministro de Comercio Industria y Turismo Doctor Juan Carlos Echeverry Ministro de Hacienda y Crédito Público Bogotá, D.C. Respetado Doctor Díaz-Granados: Como es de su conocimiento, el proceso de convergencia contable en Colombia con estándares internacionales de información financiera presenta diferentes matices y, como es natural, lo que podría denominarse resistencia al cambio por parte de algunos actores que, basados en antiguas competencias legales, pretenden que el país incurra en dobles esfuerzos regulativos y que las empresas estatales o gubernamentales, de interés público, continuemos incurriendo en onerosas erogaciones para el reporte de información tanto con normas locales como con estándares internacionales de información financiera, a los cuales estamos sujetos, no por ley, sino por el continuo desarrollo de nuestras transacciones en condiciones de mercado abierto, transparente, equitativo, en procura del Orden Público Económico. Presentamos entonces a Usted las situaciones actuales en relación con la existencia de normas contables repetitivas y, en ciertos casos, obsoletas y que generan altos costos y trámites para las empresas estatales. Como es de su conocimiento, el artículo 354 de la Constitución crea la figura del Contador General de la Nación y lo faculta, entre otras, para “determinar las normas contables que deben regir en el país, conforme a la ley”. Una interpretación exegética, literal, del artículo 354 de la Constitución haría concluir, por ejemplo, que el Contador General de la Nación tiene facultades legales originarias para expedir, incluso, las normas contables aplicables a las entidades del sector privado. No obstante, el mismo artículo 354 estableció que la expedición de las normas contables “que deben regir en el país” se hará “conforme a la Ley”. Y fue la Ley 298 de 1996 la que, interpretando la realidad del momento, estableció que esa facultad estaba limitada al “Sector Público”, incluyendo a las empresas descentralizadas por servicios. Como las facultades del Contador General deben ejercerse “conforme a la Ley”, no es necesario cambiar la Constitución, sino la Ley, cuando se trata de introducir nuevos requerimientos del Gobierno para atender nuevos escenarios en el mundo de los negocios o para enfrentar nuevas realidades, propias de la actual globalización económica. No están en duda las facultades legales del Contador General de la Nación, quien debe emitir las normas contables que “deben regir en el país”, competencia ratificada tanto por la Ley 298 de 1996 como por la Sentencia C 453 de 2003 de la Honorable Corte Constitucional. Pero lo que sí puede discutirse, dentro de un ámbito democrático, es el argumento según el cual las normas, o su sentido, no pueden modificarse ante nuevas realidades y que, basándose en ello, la Contaduría General de la Nación esté exenta de la intención del Gobierno de crear un sistema único de contabilidad aplicable a las empresas estatales que participen en los mismos sectores económicos en los que operan las empresas privadas con las cuales compiten. Debe tenerse especial cuidado en la verdadera intención del constituyente primario, la cual no dista de la evolución misma de los negocios y que, como es debido, respetamos en su integridad. El país no comprende las razones por las cuales desde la Contaduría General de la Nación se introducen parágrafos y artículos a las recientes normas que pretenden la convergencia contable internacional. Esa práctica pretende evitar que las nuevas leyes cambien algunos aspectos que la ley 298 le concedió a esa entidad hace ya 16 años, pero que hoy requieren ser cambiadas “conforme a la Ley” actual y a las necesidades de los mercados competitivos e internacionalizados. Como lo indicamos, es clara la potestad que la Constitución le dio al Contador General de la Nación, y la respetamos. Pero esa misma potestad es “conforme a Ley”, siempre que se permita que esta cambie de acuerdo a las nuevas realidades, como ha sido la verdadera intención tanto del Gobierno como del Legislativo, según se evidencia tanto en la Ley del Plan Nacional de Desarrollo como en la Ley 1314 de 2009 (que además es de intervención económica), salvo por los artículos introducidos por la Contaduría General de la Nación para así buscar una interpretación que haga primar la Ley 298 de 1996, que pareciera intocable e inmodificable a las realidades económicas globales y del país. Y es la misma Contaduría General de la Nación la que introdujo el parágrafo del artículo 2 del Decreto 4946 de 2011 para no permitir la aplicación voluntaria de las NIIF a las entidades de interés público en las que el Estado tiene participación, exponiendo así una diferencia radical con respecto a las entidades privadas. Según ese parágrafo “El ámbito de aplicación del presente decreto excluye a las entidades bajo el Régimen de la Contabilidad Pública determinado por la Contaduría General de la Nación, de conformidad con lo establecido en el parágrafo del artículo 1° de la Ley 1314 de 2009”. No es muy entendible como un Decreto que pretende una aplicación voluntaria de las NIIF, es a su vez prohibitivo. Máxime cuando se trata de un ejercicio de prueba que permite a las empresas medir impactos en la aplicación de los estándares internacionales y cuando se trata de comparar información de empresas que pertenecen a un mismo sector económico en el que compiten sin distinciones normativas. El Decreto 4946 de 2011 pretende solamente un envío voluntario de información “con propósito especial”, lo cual no impide a las empresas estatales seguir reportando información a la Contaduría General de la Nación. Pero aun así, con dicho parágrafo se ha evitado que las empresas estatales como la Empresa de Teléfonos de Bogotá, ECOPETROL, ISA, ISAGEN, EEB, entre otras hagan este importante ejercicio. ¿Qué hay detrás de esto? ¿Por qué se está evitando desde la Contaduría General de la Nación que las empresas del Estado transparenticen información en el mismo sentido en que lo hacen sus competidores? Esto debe indagarse a fondo dentro de los estudios que están realizando los Comités que apoyan al Consejo Técnico de la Contaduría Pública y, este organismo como tal. Ahora bien, la Contaduría General de la Nación puede solicitar información en el mismo sentido, con el propósito de medir impactos, pero ello solo evidencia una repetición costosa de esfuerzos en materia de regulación contable en el país, en contravía de la intención de la Ley 1314 de 2009 y de los desarrollos internacionales, pues no existe garantía de equidad ni de uniformidad cuando existen dos organismos regulando en la misma materia para empresas que operan en un mismo sector económico. No creemos que las empresas de interés público de propiedad del Estado deban ser excluidas por la Contaduría General de la Nación de este tan importante proceso de convergencia contable internacional, ni estamos de acuerdo en que exista una doble regulación para empresas que operan en el mismo sector económico, pues la Ley facultó expresamente al Consejo Técnico para realizar la convergencia contable internacional, máxime cuando se trata de empresas que cotizan en mercados públicos o que el mercado les exige uniformidad en la presentación de estados financieros. Además, el artículo 87 de la Ley 489 de 1998, en su inciso 2° dispone que “No obstante, las empresas industriales y comerciales del Estado, que por razón de su objeto compitan con empresas privadas, no podrán ejercer aquellas prerrogativas y privilegios que impliquen menoscabo de los principios de igualdad y de libre competencia frente a las empresas privadas”. No conocemos entonces cuál será la opinión de las empresas y gremios empresariales de carácter privado frente a este tipo de diferenciaciones cuando lo que pretende el Gobierno Nacional, según se desprende de la lectura del Plan Nacional de Desarrollo, son regímenes jurídicos estandarizados. Pero la existencia de normas de contabilidad que diferencian entre empresas estatales y privadas es discriminativa y evita la comparabilidad de información. Habrá que recordar que las empresas estatales tuvieron claro, durante las discusiones de las normas sobre contratación pública que no podían estar sujetas a normas jurídicas diferentes al régimen privado, puesto que así como pudieran obtener “ventajas”, también podría restricciones y diferentes interpretaciones cuando de trata de acceder a la competencia del mercado en el que se inscriben por el mismo desarrollo de sus operaciones. En especial, los contadores de algunas empresas estatales se preguntan en los foros ¿Cómo es posible que el Gobierno Nacional admita dos sistemas de contabilidad diferentes para empresas que operan en un mismo sector?. A nuestro juicio no existe una explicación razonable para esto, salvo una competencia legal establece en 1996 que requiere ser adaptada a las nuevas realidades económicas, de la misma manera que otros organismos tienen que renunciar, por mandato de la Ley 1314 de 2009, a la elaboración dispersa de normas de contabilidad con diferentes perspectivas y entendimientos. Algunos expertos, de reconocido prestigio nacional e internacional como el Doctor Gabriel Vázquez Tristancho han dicho, mediante comentarios al Decreto 4946 de 2011 que “El régimen de contabilidad pública, del sector oficial se excluye de este ejercicio preliminar. Qué tristeza que en Colombia todavía algunos actores no diferencien las actividades de negocios del Estado de las funciones puramente gubernamentales. Las normas internacionales de contabilidad del sector gobierno (siglas en inglés IPSAS) no son compatibles con los negocios privados. Muy grave el perjuicio que se le está ocasionando a algunas empresas estatales que son competitivas y con proyección internacional. Marginarlas por pura y simple vanidad de poder, equivale a negar la inversión de capitales extranjeros en sectores estratégicos del desarrollo nacional, tales como hidrocarburos, minería, energía, acueductos, transporte público terrestre, fluvial y marítimo, tan solo para mencionar los rubros de mayor impacto en los flujos de capitales. Se debe proponer aquí un juicio de responsabilidad para los funcionarios comprometidos” (En: artículo “Reflexiones de la aplicación voluntaria de las NIIF, enero de 2012. Correo electrónico Instituto Nacional de Contadores Públicos”). Sin lugar a dudas, señor Ministro, se deben hacer las consideraciones del caso para evitar que el país cometa un franco error en esta materia. Es el Legislador el que debería tener la palabra en relación las competencias en materia de regulación contable. La Ley, de acuerdo con las necesidades actuales, ha manifestado la necesidad de buscar un sistema único de contabilidad en el país, aplicable tanto a las empresas privadas como a las empresas estatales, salvo que se quieran introducir asimetrías en los sistemas de información y en la forma en que estos se entienden en el contexto global. La búsqueda de un sistema único, en convergencia con estándares internacionales es el espíritu del artículo 240 del Plan Nacional de Desarrollo (Ley 1450 de 2011) cuando establece que “En desarrollo de los principios de transparencia, eficiencia, eficacia, participación, publicidad, seguridad jurídica e igualdad , el Gobierno Nacional establecerá un sistema de coordinación institucional que persiga el logro de los objetivos de la Ley 1314 de 2009 de expedir normas contables, de información financiera y de aseguramiento de la información que conformen un sistema único y homogéneo de alta calidad dirigido hacia la convergencia con estándares internacionales de aceptación mundial. El desarrollo de este sistema tendrá en cuenta los roles de cada una de las autoridades que participen en la creación de normas de contabilidad, información financiera y aseguramiento de la información según el esquema fijado en las Leyes 298 de 1996 y 1314 de 2009 que distingue entre autoridades de regulación , supervisión y normalización técnica. En concordancia con el artículo 16 de la Ley 1314 de 2009, las entidades que hayan adelantado o estén adelantando procesos de convergencia con normas internacionales de contabilidad e información financiera y de aseguramiento de la información no podrán exigir su aplicación hasta tanto el Consejo Técnico de la Contaduría Pública las revise, para asegurar su concordancia con las normas expedidas por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público y de Comercio Industria y Turismo a las que hace referencia la Ley 1314 de 2009”. Es importante, señor Ministro que se evalúe si la Contaduría General de la Nación está por fuera de lo señalado en el Plan Nacional de Desarrollo, lo cual generaría asimetrías entre las empresas privadas y las empresas públicas que compiten en igualdad de condiciones en mercados financieros y en el desarrollo comercial. Este tipo de asimetrías, sin duda repercute en la igualdad y la libre competencia, al afectar las mediciones de la información financiera, bajo un mismo marco de referencia para la preparación y presentación de información financiera, aspectos claves para la toma de decisiones económicas en un contexto de transparencia, confiabilidad y comprensibilidad, criterios relevantes en las entidades y/o entes económicos considerados de interés público. Adjuntamos, para su consideración, Documento denominado “Relatividad de las facultades regulativas de la Contaduría General de la Nación” Copia: Luis Alonso Colmenares, Presidente del Consejo Técnico de la Contaduría Pública. Rosa Margarita Roldán, Contadora General de la Nación Atentamente, Martínez Contadores Ltda. Avenida Caracas 12-40 Of 804 Bogotá, Colombia martinezmartinezcontadores@gmail.com Anexo Relatividad de las facultades regulativas de la Contaduría General de la Nación y Proceso que actualmente adelanta dicha entidad en regulación contable para entidades estatales de interés público. El artículo 354 de la Constitución Política entregó al Contador General de la Nación la facultad de “Determinar las normas contables que deben regir en el país, pero limitó esta facultad a lo que en su momento determine la Ley. El tenor literal establece que “Habrá un Contador General, funcionario de la rama ejecutiva, quien llevará la contabilidad general de la Nación y consolidará ésta con la de sus entidades descentralizadas territorialmente o por servicios, cualquiera que sea el orden al que pertenezcan, excepto la referente a la ejecución del Presupuesto, cuya competencia se atribuye a la Contraloría. Corresponden al Contador General las funciones de uniformar, centralizar y consolidar la contabilidad pública, elaborar el balance general y determinar las normas contables que deben regir en el país, conforme a la ley. PARÁGRAFO. Seis meses después de concluido el año fiscal, el Gobierno Nacional enviará al Congreso el balance de la Hacienda, auditado por la Contraloría General de la República, para su conocimiento y análisis”. Es de anotar que las facultades de regulación asignadas a este funcionario no son absolutas, sino “conforme a la ley”, tal y como lo indicó la Sentencia C-452 de 2003, cuando aclaró que el Contador General de la Nación no tiene competencias para expedir normas con fuerza de ley, pues sus actuaciones son de carácter administrativo, sujetas a la Constitución y a la Ley. De no ser así, sus actuaciones serían equivalentes a las de la rama legislativa, estaríamos frente a una excepción de los postulados del Estado social de derecho y de la representatividad democrática. La misma Contaduría General de la Nación así lo ha considera cuando ha conceptuado que las instituciones financieras del Estado no están sujetas a su ámbito, sino que están bajo las normas contables que emite la Superintendencia Financiera de Colombia, en lo cual siempre ha estado de acuerdo el Ministerio de Hacienda y Crédito Público. Ello no ha significado que la Contaduría General de la Nación deba realizar el Balance General de la Nación sin consolidar allí las cifras de las entidades estatales. Más bien, ha dicho la Contaduría General, que esas entidades financieras le reportan su información mediante una homologación de cuentas, que permite cumplir con la función constitucional de consolidar el Balance General de la Nación. Esto, de hecho, representa una inequidad porque similar tratamiento debería darse a las empresas de interés público del Estado (que actúan en mercados públicos), incluso con independencia de la discusión respecto a los estándares internacionales. Es importante recalcar que la Ley 1314 de 2009 pretende que incluso las diferentes superintendencias, como la Financiera, dejen de regular cada una en materia contable de propósito general y que, en su lugar, se busque un “Sistema Único”. Cada superintendencia tiene suficientes argumentos para mantener sus propias potestades regulatorias, tan bien sustentadas como las de la Contaduría General de la Nación, pero no fue la intención de la Ley 1314 de 2009 mantener potestades aisladas, sino buscar el bien común en materia de regulación contable para las empresas que participan en los mismos sectores económicos del país. Esto contribuye a la transparencia de la información cuando se trate de comparar entidades de un mismo sector económico que, naturalmente, deben aplicar bases uniformes de contabilidad e información financiera. Aunque es normal que algunos sectores y poderes del mismo Estado se opongan a los cambios que se avecinan en materia contable, entendido como el marco de referencia par la preparación y presentación de información financiera para los usuarios interesados (Interés Público), las conclusiones a las que se han llegado en el mundo no son otras que las establecidas en los mismos estándares internacionales. Señalan estos estándares que el Marco Conceptual “es de aplicación a los estados financieros de todas las empresas industriales, comerciales o de negocios, ya sea en el sector público o en el privado” (párrafo 8 del Marco Conceptual para la Preparación y Presentación de los Estados Financieros emitido por IASB). He ahí el primer estándar que debe aplicar el Gobierno Nacional en materia de convergencia contable internacional. De lo contrario la convergencia se estaría realizando sobre una base contraria a la pretendida uniformidad. Incluso las normas internacionales de contabilidad para el sector público-estatal- señalan que “están diseñadas para aplicarse a los estados financieros de propósito general de las entidades del sector público (…) como los gobiernos nacionales, regionales, provinciales y territoriales ”, pero que las Empresas estatales (del Sector Público) que operen en condiciones de mercados deben aplicar, las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) y las Normas Internacionales para el Reporte de Información Financiera (NIIF) emitidas por el IASB (International Accounting Standard Board), evitando doble reporte de información bajo bases diferentes. Es entonces claro que podemos quedarnos mirando la Ley 298 expedida hace ya 16 años o pedir a algunos funcionarios y contratistas la prevalencia del interés general y que en las normas que desarrollan el espíritu de la Ley 1314 no se sigan introduciendo parágrafos y artículos para mantener una potestad normativa que no permite alcanzar un único sistema jurídico en materia de contabilidad para las empresas de interés público, loable espíritu del Plan Nacional de Desarrollo en su artículo 240 ya señalado. Las empresas prestadoras de servicios públicos domiciliarios del sector público debemos cumplir hoy con dos y hasta tres regulaciones en materia contable; la emitida por la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, la emitida por la Contaduría General de la Nación, normas contables existentes en el Estatuto Tributario y requisitos de presentación de información de otros organismos. Además, cada una de estas empresas preparamos reportes de información bajo estándares internacionales de contabilidad, pues el mercado así nos lo exige. Esta situación ha llevado a que este tipo de empresas incurran en mayores costos (Mayores sistemas informáticos, más personal, duplicidad de trabajo para un mismo fin). Cada entidad pública, entre ellas la Contaduría General de la Nación podría conceptuar que el proceso contable debe llevarse a cabo bajo sus normas. Si esto no se cambia, continuaremos con duplicidades, pues las empresas de servicios públicos con participación estatal deben aplicar las normas que emita la Contaduría General de la Nación, las que emita la Superintendencia y las relacionadas con estándares internacionales que interpreten lo que en su momento expida el Consejo Técnico de la Contaduría Pública. En un escenario como este la situación que se presenta en la actualidad no cambiaría, ni se cumplirían los objetivos del Gobierno en cuanto a un único lenguaje contable. Es importante recalcar que la Ley 1314 de 2009 establece en su artículo 1º que “La acción del Estado se dirigirá hacia la convergencia de tales normas de contabilidad de información financiera y de aseguramiento de la información, con estándares internacionales de aceptación mundial, con las mejores prácticas y con la rápida evolución de los negocios”, asunto que consideramos clave para contribuir con la guarda del orden público económico a que se refiere la Constitución Política. La ley ha buscado entonces que en Colombia exista un conjunto único de estándares contables y financieros, de alta calidad, en una normativa única donde prevalezca el interés público y la comprensibilidad de la información para los distintos grupos de interés o stakeholders, de conformidad con el Plan Nacional de Desarrollo y los requisitos que la internacionalización y los tratados de libre comercio exigen. Finalmente, señor Ministro, es de anotar que las Empresas estatales han recibido ya los borradores de norma que pretende emitir la Contaduría General de la Nación, que son una copia textual de las NIIF, pero con el agravante de no incluir algunos de sus párrafos esenciales. Si se trata de hacer una copia de las NIIF como Usted mismo puede verificar en tales borradores de normas, no se trata de ninguna “armonización” como indica la Contaduría que es una entidad adscrita al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, despacho que es el encargado del manejo de la política pública en materia económica, garante del Orden Público Económico, definido por JOSÉ LUIS CEA como “… el conjunto de principios y normas jurídicas que organizan la economía privada y publica del país y que facultan a la autoridad publica para regularla en armonía con los valores declarados en la Constitución”. Si para hacer una copia de las NIIF o para hacer un resumen de las mismas se están destinando cuantiosos los recursos púbicos (en un largo proyecto de “armonización” que lleva a cabo la Contaduria, basándose en las NIIF para empresas de interés público), ¿no debería revisarse ese tema nada más por disipar las dudas que se tienen en las mismas empresas, pero que en ocasiones es mejor no manifestarlas ante la Contaduría General de la Nación?. Tratándose de una copia de las NIIF, preferimos mantenernos en el proceso que realiza el Consejo Técnico de la Contaduría, en el cual hemos venido participando mediante los respectivos análisis, pues allí se cuenta con un debido proceso que a diferencia de la Contaduría General de la Nación, es público y de abierta discusión, tal como se lleva a cabo en el IASB, organismo internacional encargado por el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Foro de Comercio del G-20, entre otros, de estructurar los Estándares Internacionales de Información Financiera. No conocemos que la Contaduría General de la Nación publique a la comunidad los borradores de las normas que pretende emitir que, como se dijo, son copias textuales, pero incompletas, de los estándares internacionales de contabilidad e información financiera y que mal podrían justificar los altos volúmenes de recursos públicos invertidos desde hace años en una supuesta armonización contable que, dicho sea de paso, es un doble esfuerzo que se hace desde sector público, desconociendo los referentes internacionales denominados de “debido proceso” en la emisión de normas y estándares. No se comprende tampoco que el Consejo Técnico de la Contaduría Pública de manera apropiada aconseje la adopción de las NIIF y que en cambio la Contaduría General de la Nación pretenda que las empresas públicas solo apliquen parte de esas mismas NIIF o el equivalente a resúmenes técnicos. Sería bueno conocer al menos los estudios que hizo la Contaduría General de la Nación para decidir que parte de una NIIF debe aplicarse y que parte no. Como Usted sabe señor Ministro, permitir una doble regulación para empresas privadas y mixtas que actúan en los mismos mercados, como hemos señalado, no es otra cosa que propiciar una duplicación de costos por parte de las entidades de economía mixta, tanto en el reporte de información financiera como en su misma preparación y auditoria. Conceptualmente, además, una “empresa pública” es aquella que cotiza en un mercado público o que actúa en condiciones propias de los mercados, concepto que suele confundirse con una “empresa estatal”. Las empresas estatales están dispuestas a reportar información a la Contaduría General de la Nación bajo los parámetros de homologación que se determinen, al igual que hoy lo hacen las entidades financieras con participación estatal. Como ya indicamos dichas entidades financieras no aplican el Régimen de Contabilidad Pública de la Contaduría General de la Nación, pero sí lo debemos hacer otras entidades igualmente especializadas en temas como servicios públicos domiciliarios, cuya información contable y financiera requiere ser preparada y difundida conforme a un sistema único que determine el Gobierno a través del Consejo Técnico de la Contaduría. El Balance General de la Nación se puede confeccionar perfectamente con la información contable reportada por todas las entidades gubernamentales y por la información reportada, mediante homologaciones técnicas, por las entidades financieras con participación estatal (como hoy se hace) y con la reportada de la misma manera por las entidades de interés público que participan y compiten con las demás compañías privadas. Esperamos contar con el análisis de los Ministerios de Hacienda y Crédito Público y de Comercio Industria y Turismo, así como los del Consejo Técnico de la Contaduría Pública, con el fin de buscar el bien común y la adopción de los estándares internacionales de contabilidad en las empresas de interés público, sin excluir a las empresas de economía mixta, las cuales no deben estar sujetas a una regulación contable distinta a la que apliquen las demás compañías que se encuentran en las mismas condiciones de competencia y que operan en los mismos sectores de la economía.