A:. L:. G:. D:. G:. A:. D:. U:. ¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! …. Salmo CXXXIII FRATERNIDAD V:. M:., RR:. y QQ:. HH:. La fraternidad como componente del trinomio masónico es una virtud que debemos practicar, puesto que posibilita el entendimiento que todos los hombres somos iguales, sea cual fuere nuestra raza y nuestro credo; por lo tanto tenemos los mismos derechos y obligaciones. De acuerdo al diccionario de la lengua española el término fraternidad significa “Unión y buena correspondencia entre hermanos o entre un grupo de personas” y deriva del término latín frater que significa “hermano”. Según Lavagnini, la fraternidad debe ser considerada “como la suma y el complemento de la libertad individual y de la igualdad espiritual”, lo que permite constituirse en la base del triángulo que une estas líneas divergentes. La fraternidad, dice Lavagnini “es tolerancia con respecto a la libertad y comprensión con relación a la igualdad, manifiesta en desigualdad”. Los seres humanos somos en esencia seres gregarios, necesitamos asociarnos e interactuar. Requerimos afecto, aprecio y el respeto de las personas. Esta relación debe darse de manera activa que implique no sólo el recibir, sino también el dar. Es fraterno aquel que brinda su auxilio a quien está en el infortunio, que ayuda a los demás en la realización de sus obras virtuosas. Es fraterno aquél que es leal en las ausencias y solidario sin necesidad de la presencia. Ser fraterno es aceptarnos los unos a los otros, con nuestras virtudes y defectos. Ser fraterno es aprender a reconocer nuestros errores y enmendarlos para lograr una común unión entre humanos. La fraternidad llevada a la práctica, hace que los pobladores se conviertan en amigos y que los amigos se conviertan en hermanos. A pesar de ello, el ejercicio de la fraternidad no es tarea fácil. El entorno que nos rodea, especialmente en una sociedad que pontifica el individualismo egoísta, que justifica maltratar a los demás para alcanzar el éxito, condiciona una práctica que en el mundo profano se convierte en cotidiana y natural. La fraternidad se debe cultivar, puesto que no surge como algo natural. Si revisamos la Biblia, encontraremos descrito en ella el primer fratricidio, cuando Caín por celos mata a Abel. Del mismo modo, los hijos de una familia, si bien es cierto provienen de un mismo origen, cuando llega un nuevo integrante se sienten desplazados, pues los padres ya no les podrán dedicar el mismo tiempo, lo que genera rivalidades. A medida que transcurre el tiempo, los hermanos terminan aceptando al intruso y aprenden a compartir y vivir en armonía. La fraternidad por lo tanto es una virtud que se aprende con la práctica diaria, es aprender a entender a los demás, es aprender a dialogar para comprender. Es aprender a conocernos a nosotros mismos, a través del entendimiento y comprensión de nuestros semejantes. Sin embargo, en la vida diaria encontraremos personas que se valen de la “fraternidad” para lograr sus metas individuales y personalistas. Aprovechan los lazos de fraternidad para sacar ventaja y beneficios no dando nada a cambio. Bajo la aparente máscara de la fraternidad hieren y agreden a los demás. También, hallaremos grupos que le dan otro sentido a la fraternidad. La entienden como un círculo cerrado donde los integrantes se brindan beneficios mutuos, sin interesar lo que ocurra a los que están fuera del mismo. Círculos donde si alguien cae en el vicio, es cubierto y protegido por los demás. Otros, reconociendo y entendiendo el significado del término “fraternidad”, simplemente no la practican y actúan de modo totalmente opuesto. No son capaces de ponerse en el lugar del otro, de lograr empatía. No son capaces de compartir y sólo esperan recibir. No obstante, disertan sobre la fraternidad; incluso se expresan como especialistas en “fraternidad” y refieren que ya han escuchado tanto sobre la fraternidad, que no requieren aprender más. Sin embargo, no la practican, no es parte de su praxis. Desde la perspectiva de la francmasonería, la fraternidad es y debe ser parte de la vida de un masón. Nos permite repudiar el egoísmo, poner a un costado la vileza y rechazar la ingratitud. La iniciación es el primer paso que liga a los miembros de la francmasonería. A través de ella, se establecen lazos donde sus miembros reciben el nombre de “hermanos” y son reconocidos como tales. El neófito una vez iniciado, empieza a sentir de personas aún desconocidas manifestaciones espontáneas de calor fraternal. El trabajo en logia, la práctica del ritual, la guía de los hermanos mayores, los llamados de atención cordiales, refuerzan los lazos de fraternidad que se construyen de manera muy intensa y que permiten mirar en una idéntica dirección, tener la misma razón de ser y un solo objetivo. Ello posibilita que los sentimientos de fraternidad se proyecten más allá del círculo inicial al que pertenecemos. Así, de pronto en un contexto extra familiar o extra masónico, es grato encontrar y reconocer a un desconocido que es “hermano”, revelándose inmediatamente el sentido de fraternidad, que se expresa en el hecho de sentirse bienvenido y aceptado, independientemente de las diferencias sociales o culturales. Por ello en el primer grado, una de las tareas es aprender a practicar la fraternidad. Aprender también a ser tolerantes para reconocer y aceptar las diversas maneras de ser y obrar. De modo tal que “las diferencias entre las ideas no impidan la realización de la solidaridad y del espíritu de fraternidad que siempre han de reinar en los masones” (Lavagnini; 152). En nuestra logia encontraremos muchos símbolos que nos hacen tener presente la práctica de la fraternidad: El salmo correspondiente a nuestro grado. Las granadas que se ubican sobre los capiteles de las columnas J y B ubicadas a la entrada del templo y que representan la unidad y fraternidad de todos los masones del mundo, dispersos sobre la faz de la tierra, pero unidos por los mismos ideales. El pavimento de mosaico, que representa la fusión de las razas, la unidad que subyace en lo diverso. La cuerda de doce nudos que rodea la cornisa del templo, que representa la unión de los masones y cuyas borlas dentelladas se posan en cada una de las columnas, simbolizando que están abiertas para recibir a más hombres libres y de buenas costumbres. La “cadena de unión” que formamos al concluir los trabajos y que es conformada por todos los hermanos, representa nuestra convivencia fraternal y nuestro compromiso de mejorar cada vez más y contribuir con el desarrollo de la humanidad, la renovación de nuestros propósitos de ayuda y soporte mutuo. Es el lazo de energía que nos une y se hace fuerte y vibra y se mantiene en nosotros protegiéndonos cuando marchamos al mundo profano. Por eso los aprendices no podremos saber y aprender lo que es la fraternidad y fraternizar, si no estamos dispuestos a ser fraternales, a practicar la fraternidad, a aprender que primero es dar y después recibir. El camino es arduo y difícil, pero nuestra fe en la humanidad nos ayudará. Ap:. Rubén Velarde Flores R:.L:.S:. Benjamín Pérez Treviño Nº 86 – Valle de Lima. Febrero 2008 Referencias Conroy Romero, Sergio. La cadena fraternal. Sucre 2004 D´Lima Enrique. Fraternidad. R:. L:. Renacimiento N° 222 Primeras jornadas regionales masónicas. Lavagnini Aldo, Manual del aprendiz. Ed. Kier 17 Ed. 1991 Saavedra Romero, Gonzalo. Fraternidad masónica. R:. L:. unión y cultura N° 14 Antofagasta. Terrones Adolfo, El libro del aprendiz masón. Los 33 temas del aprendiz masón Portales WEB http://www.uninet.com.py/fraternus/fraternidad.html http://masones.blogia.com