Lo que no hay que perderse

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Ciudades de Arte
1
Las mil
fachadas
de Trieste
Pasear por Trieste es como hojear un gran libro de arquitectura. Entre edificios
neoclásicos, modernistas y de estilo ecléctico. Imaginando cómo eran sus calles
en el ochocientos, el período de mayor auge de la ciudad: un pulular de alemanes,
húngaros, levantinos, griegos y turcos, en un espectacular despliegue de trajes.
Lo que no hay que perderse
Tantas culturas, tantas religiones
Para respirar todas las influencias culturales que han marcado la ciudad a lo largo de los milenios,
se recomienda visitar los lugares de culto religioso, para descubrir las principales iglesias: la grecoortodoxa de San Nicolás del setecientos, la serbo-ortodoxa de San Espiridión de estilo neobizantino,
la católica de San Antonio, taumaturgo que domina la homónima plaza con el Canal Grande, la
Sinagoga de Via San Francesco, inspirada en los modelos siríacos, la Iglesia Evangélica de Largo
Panfili de estilo neogótico, y en dirección hacia San Justo, la barroca de Santa Maria Maggiore,
llamada también “de los jesuitas” e inmediatamente detrás, un ejemplo lineal de estilo románico,
la Iglesia de San Silvestre dedicada al credo helvético y valdense, y la Basílica de San Justo.
iazza Unità, una de las plazas más
grandes y bellas del mundo, con vista
directa al mar, es el punto de partida
ideal para descubrir los diferentes estilos
arquitectónicos de la ciudad. Desde lo alto
del ayuntamiento, dos estatuas, Micheze
y Jakeze, desde fines de 1800, escanden
el tiempo de los triestinos. De día el sol
resplandece sobre las doraduras del Palacio
del Gobierno, mientras por la noche, la luz
azul intensa, antigua delimitación del mar,
enciende la pavimentación como por arte
de magia. Trieste es un compendio de
variadas culturas y expresiones artísticas,
empezando por las manifestaciones romanas,
como el Teatro Romano, el Arco di Riccardo
y el Foro en la Colina de San Justo.
Si, en cambio, se prosigue hacia el centro
de la ciudad, desde la Piazza della Borsa
pasando por el ordenado Borgo Teresiano,
se descubrirá una gran variedad de edificios:
verdaderas obras de arte arquitectónico,
expresiones del estilo neoclásico, del
modernismo y del estilo ecléctico.
Pero Trieste es también un baúl de fortalezas.
El Castillo de San Justo, lugar de origen de la
ciudad, ofrece una vista espectacular del
golfo entero. Otro panorama que quita el
P
aliento es el del Castillo de Miramar:
inicialmente nido de amor de Maximiliano
de Habsburgo y Carlota de Bélgica, fue luego
teatro del trágico final. Miramar es uno de los
símbolos de Trieste, como lo es también el
Faro de la Victoria que, además de iluminar
el puerto, es un monumento conmemorativo
en honor de los marineros caídos durante la
Primera Guerra Mundial. Trieste tiene mil
fachadas y mil escorzos que hechizan la
mirada. Y liberan la imaginación.
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Trieste
“Tiene
una hosca
gracia”
(Umberto Saba)
No es de sorprender que grandes escritores encontraran en
Trieste sugestivos lugares y ambientaciones en los cuales
inspirarse. Aún hoy, paseando por la ciudad, es posible
sumergirse en las atmósferas descritas o vividas por Joyce,
Svevo y Saba. Vistos con los mismos ojos de los autores...
on pocas las ciudades del mundo que
pueden descubrirse a través de los libros.
Entre estas está Trieste, donde no se
puede no ver una página de literatura viva.
De hecho aquí vivió y, sobre todo, encontró
la inspiración para sus más importantes obras,
el gran James Joyce.
Nacen también en Trieste Italo Svevo y
Umberto Saba, considerados por muchos
los más grandes escritores y poetas italianos
del novecientos. Partiendo desde la estatua
de Joyce en el Canal Grande, es posible
sumergirse en las ambientaciones de inicios
del siglo pasado que inspiraron sus obras más
importantes: Piazza Verdi y su teatro, el Jardín
Público, los cafés históricos donde es posible
sentarse a la misma mesa donde él conversaba
amablemente sobre literatura o reflexionaba
sobre su grande obra Ulises.
S
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También la Pastelería Pirona, de la cual era
cliente asiduo, y la Farmacia Picciola, que
permanece prácticamente igual desde hace
cien años, son lugares que conservan intacta la
memoria de la época del escritor.
Tomando en mano las novelas de Italo Svevo
y paseando por la ciudad es posible realmente
recorrer los lugares, percibir las atmósferas, los
olores y los sabores del periodo a caballo entre
el ochocientos y el novecientos. Hay decenas
y decenas de lugares que permanecen tal y
como los describía el grande autor. Uno de
estos, por ejemplo es la tranquila Piazza Hortis.
Umberto Saba, en cambio, con su mítica pipa,
permanece en la esquina de Via Dante con
Via San Nicolò: un monumento en bronce que
representa su semblante, justo allí, muy cerca
a la Librería Antiquaria, que él mismo manejó
durante muchos años.
Café con
sabor de
otros tiempos
Fermentos artísticos, literarios y políticos daban vida a los cafés
históricos de Trieste. Una cultura que se manifiesta también en
los variados modos de beber las mezclas, en las versiones nero,
capo in b, deca, goccia, lungo, ristretto. Vale la pena
descubrirlas una a una y convertirse en verdaderos expertos.
Como todos los triestinos aman definirse.
a filosofía y el modo de vida de Trieste están tradicionalmente ligados, ya desde el setecientos,
al café. Los diferentes modos de beberlo con matices que sólo un verdadero experto (y todos los
triestinos dicen serlo) sabe distinguir, son un misterio para los turistas: nero (negro), capo
in b (cappuccino servido en vaso), deca (descafeinado), goccia (café corto con un poquito “una gota”
de leche), lungo (largo), ristretto... son sólo algunas de las posibilidades que ofrecen los especializados
cafés de Trieste. Y esta importancia del café que caracteriza la vida triestina ha hecho surgir lugares
para el consumo, que se convierten en punto de encuentro para las nuevas ideas en los campos del
arte, la literatura, y la política. Los cafés históricos son aún hoy un itinerario casi obligatorio para los
turistas en Trieste. Partiendo desde el más antiguo, el Café Tommaseo, fundado en 1825, que
mantiene la decoración del periodo de los Habsburgo, se puede pasar al renovado Café degli
Specchi (de los espejos), una verdadera sala burguesa en la Piazza Unità. En la misma
zona hay otros tres cafés que han marcado la vida de la ciudad a lo largo de los siglos;
el ex-Urbanis, el Tergesteo y la Stella Polare (la estrella polar), también estos totalmente
remodelados. En el cercano Corso Italia se asoma el bellísimo Café Torinese de 1919,
con trabajos de boiserie que recuerdan las naves. Los ruidos de las viejas máquinas de
café expreso resuenan en la atmósfera vienesa del histórico Café San Marco, que ya a
finales de la Belle Epoque representaba uno de los centros del debate político triestino.
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Trieste
...el mar se
Trieste no podría ser Trieste sin el mar. Un mar que se adentra hasta
muy cerca del centro histórico y sirve de espejo a los elegantes
edificios. Un mar al que se asoman los típicos “bagni” (balnearios)
o en el que se engastan pequeñas bahías protegidas por cándidas
costas rocosas. Un mar apto para diversos deportes náuticos.
Empezando por la navegación a vela: verlo salpicado de miríadas
de embarcaciones, por la Barcolana, es un espectáculo único.
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de “Marinaresca” típica canción de Trieste
movi apena…
l elemento indispensable del panorama de Trieste es el mar. Puerto mercantil de la
espléndida Viena en el período de los Habsburgo, la ciudad sigue manteniendo una
importante actividad comercial y turística: es cada vez más común ver los solemnes
cruceros transatlánticos surcar el golfo. En Trieste, el mar está a los pies del centro y se
puede pasear tranquilamente a lo largo de la orilla pasando por los largos muelles que
bajan hasta el agua azul, como el sugestivo Molo Audace. La costa, entonces, prosigue
hasta Barcola, atraviesa todo el Litoral con sus playas y “balnearios”, para llegar hasta
Sistiana y Duino, con pequeñas bahías protegidas por costas rocosas a pico sobre el mar
e inundadas por los perfumes de la mancha mediterránea.
E
Y luego, la náutica, que ocupa un lugar de honor en la vida de la ciudad: el golfo da la
posibilidad de practicar numerosas actividades acuáticas. En particular Trieste tiene una
importantísima tradición de navegación a vela. Innumerables veleristas de nivel
internacional han entrenado entre las ráfagas de la Bora y las olas adriáticas. Cada año, en
octubre, tiene lugar la Barcolana, que se ha convertido en una regata de nivel internacional
que no hay que perderse.
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Artes antiguas, guerra, decoraciones, teatro, mar: mil
mundos por descubrir a través de interesantes exposiciones.
Para luego perderse entre pintorescas callejuelas en busca
de preciosos anticuarios y pequeñas galerías de arte.
Trieste
Museos para todos
y todos al museo!
Lo que no hay que perderse
Trieste hebraica
Existe en Trieste una tradición hebraica secular:
de hecho, desde el siglo XIII hay evidencias de
la constitución de una importante comunidad.
La monumental Sinagoga es considerada la
mejor construcción de su género en Europa
y la grandeza de su interior hace recordar
la importancia que ha tenido la Comunidad
hebraica triestina. Otras dos manifestaciones
irrenunciables de la cultura israelí son el Museo
Carlo e Vera Wagner y la Librería hebraica.
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rieste ofrece una variedad de museos,
tan rica y variada como
lo es su historia; es una ocasión
que no hay que perderse para sumergirse
en épocas históricas y ámbitos culturales
que generan gran curiosidad e interés.
Artes antiguas, guerra, decoraciones, teatro,
mar y exhibiciones internacionales son
las opciones que ofrece la magnífica
ex-Pescheria centrale espléndidamente
reestructurada. Y también muchas
pequeñas galerías de arte, anticuarios
y bibliotecas que engalanan los pintorescos
barrios y callejuelas. Trieste ofrece una
vasta cantidad de estímulos culturales
para adentrarse en mundos desconocidos
o profundizar los propios intereses.
T
Viajando entre
los sabores
Influencias
austríacas,
húngaras y
eslavas encuentran
en Trieste una
síntesis única
e inconfundible.
Entre las
particulares
osmizze y
las antiguas
pastelerías,
innumerables
especialidades
y placeres para
el paladar.
n la tradición gastronómica triestina
se mezclan influencias que no se
encuentran en ninguna otra parte de
Italia. Influencias que vienen de la cocina
alemana, eslava, húngara e incluso griega.
Una de las costumbres más típicas es el
rebechin, que consiste en el tradicional bocado
que se puede tomar a cualquier hora del día,
normalmente de pié, en los buffets esparcidos
por toda la ciudad. Otro atractivo turístico que
viene de la tradición eslovena son las osmizze:
casas privadas cársicas abiertas durante breves
periodos donde es posible probar las
especialidades locales (vino, salamis y quesos)
en un fascinante escenario rural. El interior
ofrece una variada gama de productos de
elevada calidad: además de los vinos, en
particular los blancos, los aceites de oliva
virgen extra del Carso triestino son altamente
apreciados por los expertos y especialistas de
arte culinario. Uno de los símbolos de la mesa
del Friuli Venezia Giulia que hay que descubrir,
nacido como plato “pobre”, pero propuesto en
la actualidad incluso por los mejores
restaurantes, es la jota, una gustosísima sopa,
a base de judías, patatas y chucrut. En cuanto
al postre, en Trieste se ha conservado lo mejor
de las tradiciones de la Mittleeuropa.
Las pastelerías de la ciudad están
inundadas de delicias de origen
austriaco, húngaro y
eslavo, entre krapfen
y strudel, tortas
E
sacher, dobos y rigojanci, presnitz y putizza.
Una pausa dedicada al paladar, que equivale
a realizar un verdadero viaje entre sabores,
olores y colores que pertenecen a las diferentes
culturas, que encuentran en esta ciudad una
síntesis única e inconfundible.
Lo que no hay que perderse
Un mar de sabores
En la cocina triestina los productos del mar
juegan un rol imprescindible. La ciudad está
rodeada de innumerables restaurantes, para
todos los bolsillos, que proponen pescado y
crustáceos en todas sus formas. Los sardoni
son el pez más común: fritos, apanados o en
savor (fritos y marinados en aceite y cebolla)
son las recetas más típicas. pero también
róbalos, doradas, atunes, mejillones, almejas,
sepias y todos los productos que ofrece el
mercado del pescado.
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Corazón del Friuli Venezia Giulia y portal de entrada a un mundo especial, donde se habla
una lengua antigua. Elegantes edificios y pintorescas calles, con “la plaza veneciana
más bella de tierra firme”, vigilados por un antiguo castillo. Se dice que la colina en la
que éste descansa fue elegida por Atila para asistir al espectáculo de Aquilea en llamas.
Udine, un auténtico
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encanto
dine, la pequeña joya en el corazón
del Friuli Venezia Giulia, ofrece una
experiencia auténtica; es el portal
de entrada a una cultura que se expresa con
tradiciones antiguas y extraordinarias.
Admirar las fachadas de las antiguas
construcciones históricas en medio de una
atmósfera particular, entre las voces de la gente
que habla el friulano, regala sensaciones
únicas. Partiendo desde la Piazza Libertà,
considerada “la plaza veneciana más bella de
tierra firme”, finamente decorada por la Loggia
del Lionello y por la de San Juan, pasando bajo
el atractivo Arco Bollani, se llega al complejo
del Castillo, hoy sede de los Museos Cívicos.
Se cuenta que el cerro sobre el cual fue erigido,
fue construido por los hunos para permitir a su
líder Atila asistir desde lejos al espectáculo de
Aquilea en llamas. No hay que perderse el
paseo a lo largo de Via Mercatovecchio, el
antiguo lugar del mercado. Y la calle donde,
entre las tiendas de alta moda y las antiguas
trattorie, es posible admirar bellísimos edificios
U
nobiliarios entre los cuales el Palazzo del Monte
di Pietà con la capilla barroca ricamente
decorada y cubierta por preciosos paneles de
cuero dorado y pintado. El punto de encuentro,
en la Piazza Matteotti, o “Piazza delle Erbe”
(Plaza de las hierbas), es mágico a cualquier
hora del día; los pintorescos edificios que
abrazan este “salón burgués” observan por la
mañana el mercado, y al atardecer los locales
hormigueando de gente.
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Udine
Los ritos que giran alrededor de las osterie, en Udine,
hablan de calor y hospitalidad. Descubrirlos es como
entrar en una dimensión que ha quedado suspendida
en el tiempo. Rica de acentos conviviales.
“Un taj di
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chel bon”
D
escubrir una de las innumerables
osterie esparcidas por todo el centro
histórico es una etapa fundamental
para los visitantes de la ciudad. Aquí es
posible experimentar el placer de entrar en
una osteria típica y ordenar “un tajut di blanc
o di neri” (una copa de vino blanco o tinto)
acompañada de un crostino con los sabores
de Friuli Venezia Giulia, y talvez saludar con
el típico “Mandi”! Es así que se capta la
verdadera esencia del carácter de los friulanos.
Aún hoy, junto a la modernidad de una ciudad
en continuo movimiento, se encuentran
numerosas osterie como las “de otros
tiempos”; frecuentemente caracterizadas por
un fogón donde en invierno se cuecen las
castañas y junto al que se juega a cartas en
buena compañía. Los hosteleros crean una
atmósfera familiar, cálida y acogedora, que
hace que el visitante se sienta como en su
casa. La hora del aperitivo en las osterie es
sin duda una buena ocasión para conocer
las costumbres del lugar, para vivir un
momento de integración y disfrutar de
la hospitalidad de los friulanos.
Lo que no hay que perderse
Conserva lo que más puedas
la salud. Te lo dice un friulano.
“Mandi” es una de las palabras que más
se oyen por la calle. Se trata del típico
saludo en lengua friulana. La interpretación
etimológica de la palabra, de origen latino,
comprende las expresiones “mane diu”
(que estés bien lo que más puedas) y
“mane cum Deo” (que Dios esté contigo).
El friulano es un idioma neolatino, común
a otros idiomas romance de matriz latina.
Las contaminaciones tardo-románicas,
longobardas y germánicas lo han
enriquecido aún más. Se habla no sólo en
Udine y en su provincia sino también en
parte del territorio de Pordenone y Gorizia.
El friulano se usa hoy incluso en las
expresiones artísticas: en el teatro, en la
poesía y en la literatura. En la música,
además, da vida a las letras de las
canciones con su particular sonoridad.
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Udine
Las maravillas
del Tiepolo
El célebre artista del setecientos alcanzó en Udine su madurez artística.
Extraordinario el ciclo de frescos del Palacio Arzobispal, y una verdadera
joya las pinturas custodiadas en el Oratorio della Purità.
dine también es conocida como la
“ciudad del Tiepolo”; aquí, de hecho,
el gran artista del setecientos vivió
un periodo importante de su vida, huésped
del Patriarca Delfino. Y justo en Friuli
Venezia Giulia el Tiepolo evolucionó hacia
un naturalismo más atractivo y una
aclaración de la paleta, alcanzando lo que
se define como el período de su madurez
artística. Su creatividad se revive en el
U
Palacio Arzobispal, engalanado por un
extraordinario ciclo de frescos, y en el
Duomo, donde el célebre artista pintó
los frescos de la Capilla del Santísimo
Sacramento. No hay que perderse la visita
al Oratorio della Purità en el que se puede
admirar una de las obras de arte más
representativas de Tiepolo.
Lo que no hay que perderse
Genios de arte
La Galería de Arte Moderno, sección de los Museos Cívicos y Galerías
de Historia y Arte, alberga más de tres mil obras entre pinturas, gráfica
y escultura, y miles de dibujos de arquitectura, entre los cuales
sobresalen los del friulano Raimondo d’Aronco, considerado uno de
los arquitectos italianos más representativos del modernismo: proyectó
mezquitas y palacios incluso en Estambul. También se encuentra la
sección dedicada a las creaciones de Dino, Mirdo y Afro Basaldella;
el genio de éste último lo ubica en el vértice del arte italiano del
novecientos. Desde 1983 engalana la exposición, como legado
testamentario, una de las principales colecciones italianas de arte
contemporáneo compuesta por particulares: la de Maria Luisa Astaldi,
con obras de De Chirico, Morandi, Sironi, Chagall y Picasso, entre otras.
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Punto central de la vida de la ciudad, una elegante calle
con largos porticados en donde descubrir vitrinas decoradas
con gran atención y acogedores cafés, para luego adentrarse
en las callejas a las que se asoman característicos
restaurantes, levantar la mirada y encontrarse
con edificios magníficamente decorados al fresco.
Pordenone,
de paseo por
el Corso...
orso Vittorio Emanuele, llamado
simplemente Corso es la elegante
arteria principal de la ciudad, sin
duda el corazón de la vida de Pordenone.
Sugestivos paseos bajo los porticados
continuos más largos de Europa, en los
que es fácil dejarse distraer por las vitrinas
de las tiendas que se encuentran en los
antiguos edificios o en las atractivas
callejas que flanquean el Corso, mientras
se va en busca de las excelentes trattorie
y restaurantes característicos que ofrecen
las especialidades del lugar.
C
Sentarse a la mesa en uno de los muchos
locales para degustar particulares
selecciones de café, chocolate o un óptimo
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vino, da también la posibilidad de
contemplar los espléndidos frescos de
las fachadas de los edificios que miran
hacia el Corso, de los más coloridos y
pintorescos del trescientos, a los más
elegantes y señoriales del periodo
veneciano.
Basta levantar la mirada para percibir
una atmósfera de otras épocas,
así, de manera muy simple, durante
un aperitivo o un paseo relajante.
No hay que olvidar el Teatro Verdi,
restaurado recientemente, que con su
moderna e innovadora estructura encaja
perfectamente en la vida dinámica de
la zona de Pordenone.
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Pordenone
... y entre
los palacios nobles
Antiguos edificios, en otras épocas residencia de familias
adineradas, están dedicados hoy a la cultura y al arte.
n Pordenone son muchos los edificios históricos destinados a uso cultural
y artístico, sedes de importantes muestras y reseñas, como el ex Convento
e Iglesia de San Francisco, con frescos del cuatrocientos y un claustro pintado,
y los Palacios Pera y Sbrojavacca, actualmente sede de la Provincia.
Es fascinante también el Corso Garibaldi del ochocientos, que una vez fue el
lugar de residencia de numerosas familias adineradas, a las cuales se deben
los maravillosos edificios señoriales, entre los cuales el “Palazzo de’ Spelladi”,
del cual fue huésped el emperador Francisco José.
No se pierda la visita a los museos, entre los cuales el Museo de Ciencias, en el
Palazzo Amalteo, característico del quinientos y el Museo Cívico de Arte que se
encuentra en el Palazzo Ricchieri, con numerosas obras de Pordenone, el pintor
friulano más representativo del Renacimiento.
E
Lo que no hay que perderse
Cita en el centro
Cada año, en el mes de septiembre, la ciudad
se llena de cultura durante la animadísima
pordenonelegge.it, la fiesta del libro por
excelencia que convierte a Pordenone en la
pequeña capital cultural de Friuli Venezia Giulia.
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A dos pasos
de la ciudad
Rincones de paz en los que la naturaleza toma la palabra.
Cerca del centro histórico. Los parques de Pordenone.
espués de un paseo por el centro,
se puede recorrer la adorable calle
peatonal a lo largo del río Noncello,
rico de flora y fauna protegidas, para
descubrir otra cara de Pordenone. La cara
de una ciudad que se expresa también
D
mediante el lenguaje de la naturaleza,
dejando de lado por un momento la vida
dinámica de la ciudad.
Los parques de la ciudad ofrecen una
atmósfera de tranquilidad, para disfrutar
a sólo dos pasos del centro histórico.
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Gorizia,
un agradable
encuentro
orizia, encrucijada de culturas
diferentes, se presenta hoy como
una “ciudad jardín” que acoge a sus
visitantes entre paseos arbolados y villas
señoriales. La disposición de las calles,
de los edificios y de las iglesias
caracterizadas por cúpulas en forma de
cebolla, así como la atmósfera de sus cafés,
recuerdan constantemente su matriz
mitteleuropea. Caminando a lo largo de los
paseos principales, el Corso Verdi y el Corso
Italia, y admirando las históricas villas con
sus amplios jardines, se percibe una
atmósfera que desde finales del ochocientos
le ha dado a Gorizia el nombre de la
G
20
“Niza austriaca”, residencia de funcionarios
de los Habsburgo que la eligieron gracias
a su agradable clima. Numerosos edificios
históricos que dieron hospitalidad a
personajes ilustres. En el Palazzo Lantieri
es posible recorrer los pasos del legendario
Casanova o respirar las capacidades creativas
de Goethe o Goldoni. Los palacios de Gorizia
albergaron también a importantes personajes
de la historia: como al Papa Pío VI,
a Napoleón y a Carlos V.
“Ciudad jardín” rica de paseos arbolados, expresa en un modo
señorial su esencia mittleeuropea. Gracias a su clima
templado fue elegida como residencia de funcionarios de la
casa Habsburgo, lo que le dio el nombre de “Niza austriaca”.
21
Gorizia
Una zambullida
en la historia
22
Al majestuoso castillo, símbolo de la ciudad, para pasear
por los recorridos de las rondas y abrazar con la mirada
un territorio salpicado de viñedos. Y luego, a los museos
de Historia y Arte, de la Grande Guerra y de la Moda y de
las Artes Aplicadas. Para no hablar del importante papel
que aún juega el pasado reciente...
esde el Castillo, símbolo de la ciudad
y verdadero núcleo histórico con su
atractivo Borgo, es posible disfrutar
del atractivo panorama de los paisajes
circundantes. Maravillosos paisajes vinícolas,
territorios que en otros tiempos fueron
escenarios de las dos guerras aún hoy
marcados indeleblemente por las trincheras,
heridas históricas a través de las cuales se
accede a los escenarios de las batallas.
Es impresionante el paseo sobre los muros
externos que retoman los recorridos de las
rondas de los soldados hasta la Torre del
Reloj. Una verdadera zambullida en la
historia estimulada también por los museos,
entre los cuales el del Medioevo Goriziano
y los Museos Provinciales de Borgo Castello
con las antiguas Casas Tasso y Dornberg,
sedes importantes de colecciones
D
permanentes como el interesante Museo de
la Grande Guerra, la Colección Arqueológica,
el Museo de Historia y Arte y el Museo de la
Moda y de las Artes Aplicadas, único en su
género. Gorizia, durante medio siglo, fue
también el símbolo de la guerra fría, estando
en la frontera de la “cortina de hierro”.
Aún hoy en la Piazza Transalpina, dividida
físicamente por un muro hasta el 2004, es
posible pasear con un pié en Italia y el otro
en Eslovenia. Una experiencia que sólo en
Gorizia se puede vivir. La ciudad ha jugado
un rol de gran importancia en la historia
reciente italiana, ha vivido momentos de
tristeza pero también de grande alegría.
Imágenes que pasan ante los ojos de quien
recorre sus calles y atraviesa sus plazas,
escuchando las historias que cuentan con
expresiva voz sus habitantes.
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AUSTRIA
TARVISIO
CARNIA
SLOVENIA
UDINE
PORDENONE
GORIZIA
TRIESTE
Spagnolo
Fácil de llegar, difícil de olvidar
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