3UT su formación. Los espacios que ocupan las mencionadas cordilleras han debido ser, digámoslo así, en todos los tiempos el asiento particular de acciones perturbatrices, indudablemente unos puntos de menor resistencia de la costra terrestre, destinados en cierta manera, desde las primeras épocas de la tierra, á convertirse luego durante las últimas en las partes más quebradas de su relieve. Memoria sobre la estructura y el movimiento de las hicieras; por MM. TÏNDALL y HUXLEY. (Anal, de Quila, y Fis., marzo -1858.) (Leída á la Sociedad lïcal de Londres eHS enero 4857.) Las leyes del movimiento de las hicieras, como se infiere de las observaciones de los físicos y geólogos hace treinta años, dan una consecuencia singular. La hielera procede exactamente como lo baria, en virtud de la pesantez, una pasta semifluida; la superficie superior de la hielera desciende más aprisa que la inferior; la parle de enmedio más aprisa que los bordes; si el valle que ocupa presenta estrechuras ó repenlinas variaciones de profundidad, la masa de la hielera se amolda exactamente, y sin quebrarse, â todas estas irregularidades; en una palabra, parece que la hielera, que lodos saben ser uno de los cuerpos menos dúctiles cuando se loman pedazos de tamaño mediano, se convierte en eminentemente plástica, y comparable á un fluido viscoso, cuando se la considera en masas grandes. Hablan tan alto los hechos, que al proponer con toda formalidad Mr. Forbes se expliquen las propiedades de las hicieras atribuyéndolas la plasticidad de un fluido pastoso, se admitió por todos esta hipótesis, no obstante lo contradictoria que es á las propiedades mejor conocidas del hielo. Mr. Tyndall se ha propuesto que desaparezca esta dificultad, demostrando que el hielo, sin disfrutar la más mínima plasticidad, posee una propiedad notable, fácil de observar, y capaz de producir los mismos efectos que la plasticidad más completa. Poniendo en contacto dos pedazos de hielo á cero de temperatura, y recubiertos por consiguiente de una capa delgada de 358 agua ocasionada por el derretimiento, se congela el agua que moja á las superficies de contacto, y ambos pedazos se juntan. Nada de esto sucede cuando, estando á menos de cero el hielo, está perfectamente seca su superficie. Todos los dias estamos presenciando este hecho, aun cuando esté á bastante más de cero la temperatura de la atmósfera, y aun se puede verificar en agua caliente; pero nadie parece lo notó hasta Faraday en una lección dada en el Instituto Real de Londres el año de 1850. Fácilmente se comprende cómo puede servir para explicar la plasticidad aparente del hielo. Comprimida ó estirada una masa de hielo, empieza por quebrarse; los pedazos se escurren unos sobre otros, obedeciendo á las fuerzas que en ellos actúan, pero â poco se sueldan unos con otros, y vuelven á formar una masa coherente que parece haber mudado de forma como un cuerpo plástico en virtud de fuerzas exlernas. Si este modo de ver es exacto, claro está que un pedazo de hielo de tamaño mediano debe ser capaz de mudar de forma por causa déla presión lo mismo que la masa enorme de una hielera. Asi lo ha demostrado Mr. Tyndall con experiencias que tienen aire de paradojas. Tomó, v. g., una esfera de hielo de algunos centímetros de diámetro, y mediante una prensa hidráulica la comprimió entre dos tarugos de madera dura, que dejaban entre sí una cavidad lenticular. Se rompió primero el hielo en pedazos menudos, pero á poco se juntó en una masa coherente, y algunos segundos después se trasformò la esfera en una lente trasparente, amoldada con toda exactitud á la cavidad en que se la habia puesto. Con moldes apropiados trasformò sin mayor dificultad la misma lente en un disco chato, y aun en una copa semiesférica hueca. Lo mismo se puede dar á un prisma recto de hielo la forma de un semi-anillo de la curvatura que acomode; en suma, cuantas desfiguraciones se observan en las hicieras, y que han dado margen á creer en la viscosidad del hielo, se pueden imitar fácilmente; y claro está que un observador que tan solo presenciase el principio y fin de cada experiencia, que no veria por tanto quebrarse el hielo en trozos menudos antes de amoldarse á los cuerpos que lo compriman y de tomar la forma de masa coherente, irremisiblemente tendría al hielo por tan plástico como la arcilla. 359 Asi resulta explicado por las propiedades del hielo el mecanismo del cambio de forma de las hicieras; pero conviene notar la diferencia esencial que existe entre las condiciones de las experiencias de Mr. Tyndall y las naturales de una Melera. En las experiencias de Mr. Tyndall tiene que pasar de repente el hielo de una forma dada á otra muy distinta. El cambio de forma de las hicieras es contínuo, y esta circunstancia explica por qué no se ven las alternativas de rotura y reunión de los pedazos de hielo en una hielera. Manifiéstanse no obstante bastante claras, puesto que no cabe referir á otra causa el crujido que tantos observadores han oido en las hieleras. Cuando el fondo del valle de la hielera cambia bruscamente de nivel, se divide en bloques distintos la masa de aquella, volviéndose á juntar asi que llegan á un punto donde sea más suave la inclinación. Viaje de Adolfo Schlagintweit por el Nordeste de la India desde diciembre de 1856 hasta abril de 1857. (Instituto geográfico del Dr. Justus Perthes; Gutha-1837, cuaderno 7.°) Mientras que los dos hermanos Schlagintweit (Hermann y Roberto), desde su feliz regreso á Europa en el mes de agosto, se hallan en Londres consultando y arreglando con los directores de la Compañía de las Indias Orientales sobre el modo y manera de ordenar y dar publicidad al resultado de todos sus trabajos, Adolfo Schlagintweit se ha quedado en la India para dar la última mano á sus investigaciones, antes de volver también á Europa por el mes de noviembre. El coronel Sikes, á cuya benevolencia tenemos que agradecer todo lo que llevamos publicado sobre estos tan interesantes y tan importantes viajes, nos comunica desde Londres, en 29 de julio último, la siguiente ligera descripción de los nuevos viajes de Adolfo, escrita por él mismo. «Ya sabrá V. por mi hermano Hermann, que tanto él como Roberto tienen la intención de dejar la India á fines de abril ó principios de mayo, y que yo permaneceré por este pais hasta poco antes de empezar la estación fria. Esto me proporcionará 360 los medios do poder completar y terminar mi carta geológica del Himalaya occidental entre el Sutledsch y el Indus, y de hacer algunas observaciones detalladas sobre el magnetismo, sobre los fenómenos físicos de las Meleras del Himalaya, etc., etc., que no me fue posible verificar en mis anteriores escursiones.» »Me separé pues de mis dos hermanos en Rawul-Pindi en diciembre de 1856. Desde allí, pasando por Âttok, fui á Peschawar, en cuyas cercanías permanecí la mayor parte del me8 de enero siguiente, ocupado en recoger y reunir todos los datos geológicos y geográficos que me fueron comunicados sobre los cerros y las cordilleras al Oeste de Penschawur, puesto que á mí no me era posible el ir á observarlos personalmente. Desde Peschawar me puse en camino, acompañado de una buena escolta de cipayos y de caballería irregular, para continuar mis investigaciones en los cerros de Kobrat, Kalabagh y Bunnu, así como por las crestas salinas hasta bajar hacia Detira-Ismail-Chan. En estos cerros, que crucé en diferentes direcciones, encontré mucho de interesante para la geologia; las rocas estratificadas son ricas en restos fósiles, y pude recoger muchos hermosos fósiles de casi todas las formaciones sedimentarias, desde las paleozoicas hasta las miocenas. Las rocas más inferiores que están á la vista son paleozoicas; en la cadena salinosa al 0. del Indus sólo se presentan en capas muy delgadas, pero en los cerros del otro lado y en los cerros de Kyber se presentan más potentes. Se encuentra en ellas una gran diversidad de especies fósiles de diferentes tamaños, Spiríferasdclaépoca devoniana, productus Orthis Terebrálula, etc., pero ningún Trilobito. Sobre las capas paleozoicas reposan los yesos y los extraordinarios depósitos de sal. Están recubiertas por una delgada capa, pero muy fácil de seguir, de pizarra negra, la cual contiene algunas veces infinito número de Ammonites y de Belcmnites oolílicos. Sobre esta capa se presenta una caliza pardusca con carbón, la cual evidentemente no es más antigua que la formación eolítica. El carbón está recubierto por algunas capas de arenisca rojiza con algunas pocas petrificaciones, y sobre ellas hay grandes masas de una caliza nummulílica, blanquecinas y amarillentas, con diversidad de fósiles. El todo se halla recubierto por arenas y conglomerados terciarios 361 con muchos restos de cuadrúpedos. En eslos cerros se presentan dos especies de carbón enteramente dislintas: la una es, como queda dicho, colitica; la otra se halla incrustada en la arenisca terciana fosilífera. Pero las dos especies que tuve ocasión de observar en muchos sitios se presentan en capas muy delgadas, que no ofrecen ningún interés para utilizarlas en la práctica. Muchos de los fósiles que encontré son absolutamente idénticos á los que anteriormente habia recogido en el Himalaya y en el Tibet, y no me queda la menor duda de que los estratos sedimentarios de la Sierra-Salinosa, etc., y los del Himalaya y del Tibet, han sido depositados en un mismo Océano. Desde Dehra-Ismail-Chan continué mi marcha en marzo y abril por el Pandschab hacia Lahore, Hussiapur, Kangra y Dhuramsala. Después de una corla detención en el último punto, pasé al distrito de Mandi para comprobar la edad geológica de la formación salífera que se presenta en aquellos cerros. La sal pertenece aquí á la misma formación que la de la SierraSalinosa, pero los estratos sedimentarios que la acompañan en los cerros de Mandi han experimentado muchas alteraciones por la acción metamòrfica de las grandes masas feldespáticas, que inmediatamente detrás de las minas de sal constituyen una sierra de 17.000 á 19.000 pies de elevación. Yo creo que en muy pocas localidades se presentan tan marcados como en estos cerros la alteración de las rocas y demás fenómenos del metamorfismo. Después de haber visitado lodos los sitios en que se presenta la sal, estoy ahora en camino hacia Kulú, desde donde cruzaré la elevada sierra del Dhanladhar, y visitaré los manantiales del llavi en el distrito de Tschamba. Durante la última estación fria he dedicado mi particular atención á estudiar la profundidad y temperatura de los pozos, y la temperatura y origen de los manantiales que, con los recursos que me proporcionaba mi deslino, estaba en el caso de poder reunir un gran número de observaciones muy exactas. Voy á comunicar á V. algunos de los resultados de estas observaciones; pero lo que es el especificar mi modo de ver sobre 362 cada una de estas consideraciones en particular, daria margen à que me extendiera aquí demasiado. 1. En todo distrito de limitada extension y que al mismo tiempo esté recubierto casi uniformemente por un suelo aluvial, como v. g. en el valle de Peschawur ó en el circuito de algunas millas al rededor de una llanura, las notables diferencias que se observan en la profundidad de los pozos coinciden casi exactamente con las diferencias en el nivel de la superficie; es decir, que el agua de los pozos se halla comprendida casi â un mismo nivel en la parte inferior de aquella región. Pero tan luego como saliendo de la llanura ó del centro de un gran valle nos aproximamos â la falda de los cerros, la relación entre la profundidad de los pozos y la mayor ó menor elevación de la superficie del terreno, cambia completamente. Se puede indicar aquí como regla general, que el agua de los pozos al pié de los cerros se presenta más cerca de la superficie que no en los situados á cierta distancia de ellos; y la causa de este fenómeno es porque en la proximidad de la falda de los cerros afluyen al terreno aluvial una porción de arroyuelos procedentes de las montañas. He tenido ocasión de convencerme repetidas veces por medio de mediciones hechas con la mayor exactitud, de que los arroyos, cuando llegan á una distancia de 2 ó 3 millas de la falda de los cerros, sólo llevan ya una mitad del agua que llevaban cuando corrían por la montaña. Como un ejemplo notable puedo indicar á V. el resultado de varias mediciones simultáneas de la cantidad de agua que lleva el rio Ravi, verificadas bajo la dirección del teniente R. Diaz. El Ravi cuando corre por los cerros lleva 2.400 pies cúbicos de agua por segundo, en Lahore 1.400, en Multan 700 pies cúbicos únicamente. Desenvolviendo los cálculos de todas nuestras observaciones, podríamos presentar muchos ejemplos semejantes. Se puede dar por sentado con toda seguridad, que si los rios del Pandschab, en lugar de reunirse todos ellos en uno solo, como en el dia lo verifican, desembocaran en el mar cada uno separadamente, probablemente ninguno llegaria hasta el mar, á no ser el Indus. 2. La temperatura de los pozos es por lo general en la India más baja que la de las fuentes y que la del terreno en una cierta 363 profundidad. Cuanto más profundos son los pozos y cuanto menos uso se hace de ellos, tanfo mayor es la diferencia entre la temperatura de su agua y la del terreno á una profundidad igual, etc., etc. ZOOLOQIA. Informe dado á la Academia de Ciencias de París el 22 de marzo de 1858 por MM. MILNE-EDWARDS y DUMERIL, acerca de una Memoria de Mn. FABRE intitulada: Sobre la hipermetamorfósis y las costumbres de los Melóides. (Comptes rendus, 22 marzo 4858.) Tenemos que exponer á la Academia un hecho nuevo y extraordinario en la historia de las metamorfosis que experimentan casi todos los insectos, presentándola la análisis de una parte del trabajo que Mr. Fabre, de Aviñon, ha sometido á su examen en la sesión de 1." de esle mes. Se intitula la memoria: Sobre la hipermetamorfósis y las costumbres de los Melóides. Sabido es que al salir del huevo la mayor parte de los insectos, se presentan con una forma interina y como prestada, por lo cual se designan generalmente con el nombre de larvas. Parece con efecto que este vestido transitorio les disfraza enteramente. Semejante conformación en la primera edad es constantemente igual en todos los individuos de una misma casta. Cuando tienen esta primera forma, cada uno se alimenta de una. manera particular, se desenvuelve y crece en un trascurso de tiempo más ó menos largo. Una organización especial y diversísima, según las circunstancias, les da la admirable facultad de mudar de improviso de forma, de organización y aun de costumbres ó de manera de procurarse alimentos, sin dejar de conservar su individualidad. Verifícase entonces en el conjunto de su economía una especie de reblandecimiento, de disolución de las partes sólidas, que experimentan, fuera como dentro, los cambios más incomprensibles.