El sistema educativo argentino . CapÃ−tulo I: Marco conceptual para el análisis de los sistemas educativos. En este primer capÃ−tulo, la escritora presenta el principal objetivo que persigue con esta bibliografÃ−a: “presentar un marco conceptual y metodológico para analizar el sistema educativo”. Se abordará un solo aspecto de nuestro sistema, éste se refiere a cómo está estructurado, cómo funciona y las relaciones que mantiene con la sociedad en la que está inserto. El contenido del libro -como explica BrÃ−gido- está basado en una serie de reflexiones teóricas y estudios empÃ−ricos sobre la temática: sistema educativo argentino, que se han realizado los últimos años. La obra está divida en tres partes, pero aquÃ− se expondrá solamente la primera. à sta contiene los conceptos que sirven de referencia para analizar cualquier sistema educativo. • Nociones básicas del análisis de sistemas. El análisis de sistemas desde el enfoque sociológico resulta apto solamente cuando se quieren captar determinados aspectos de la realidad; asÃ− también, basándonos en el campo de las ciencias sociales, es un tipo de análisis cientÃ−fico, que responde a supuestos especÃ−ficos y posee un marco conceptual propio. A continuación se expondrán conceptos relevantes que servirán para los propósitos que persigue la autora: sistema, subsistema y entorno. Luego se incorporará a partir del enfoque estructural-funcional en sociologÃ−a, el significado de estructura y función. Al referirnos a “sistema”, se alude a un conjunto de elementos que están mutuamente integrados, que interactúan entre sÃ− y son interdependientes, es decir que, cualquier modificación que se produce en ellas, provoca cambios las restantes y asÃ− sucesivamente, hasta alterar el sistema completo. Por su parte los “subsistemas”, son conjuntos menores del sistema que están integrados a él. Por ejemplo, si se toma al sistema educativo argentino como sistema, los sistemas educativos provinciales constituyen subsistemas de aquél. Cabe aclarar que los lÃ−mites entre un sistema y otro, entre los subsistemas de un mismo sistema, dependen de los objetivos quien realiza el análisis. El concepto de entorno se define como el conjunto de elementos que, dentro de ciertos lÃ−mites, ejercen o reciben influencias varias. La forma relativamente estable y predecible en que se relacionan los elementos y las partes constitutivas de un sistema, da lugar al concepto de estructura desde el enfoque estructural-funcional. Por ejemplo: nuestro sistema escolar está estructura en niveles -explica BrÃ−gido-. • Inicial. • Enseñanza general básica. • Polimodal. • Educación superior. 1 à stos a su vez están articulados entre sÃ−: el certificado de un nivel habilita el acceso al siguiente. En el sistema educativo existen dos tipos de estructura: académica y administrativa. La primera, se refiere a la carrera escolar de los alumnos y las condiciones para ejercer la docencia en los diferentes niveles. La segunda, designa formalmente las relaciones entre los órganos de conducción y ostión del sistema a nivel nacional o provincial. Continuando con la perspectiva estructural-funcionalismo, se entiende por función a las consecuencias observables de la actividad de dichas unidades que contribuyen al mantenimiento del sistema. Podemos hablar de “funciones manifiestas”, si de alguna manera, las funciones de las diferentes unidades del sistema educativo, que están formalmente fijadas, responden a los objetivos para los cuales fueron creadas; o de “funciones latentes”, que son los resultados que surgen de la acción sin que sus participantes se lo propongan. • El sistema educativo como sistema social Archer define al “sistema educativo estatal” como una colección de instituciones diferencias, de amplitud nacional, cuyo control e inspección general es, al menos en parte, de la incumbencia del Estado y cuyos procesos y partes integrantes están relacionadas entre sÃ−. La existencia instituciones educativas que abarquen la totalidad del paÃ−s y que posibiliten la continuidad de estudiantes y docentes como ser: escuelas, colegios, institutos, universidades, etc., más el imprescindible aporte del Estado, a través de la financiación, gestión y supervisión, son condiciones a las que está sometidas un sistema educativo estatal. En consecuencia, si esto no se da, no estamos frente a un sistema. • Rasgos distintivos de los sistemas educativos y etapas en su evolución. Vamos a destacar los rasgos distintivos de los sistemas educativos. à stos adquieren diferentes connotaciones según el paÃ−s de que se trate. Dichos rasgos son los siguientes: • Unificación: señala la incorporación o el desarrollo de diversos establecimientos, actividades y personal bajo la órbita de una administración central, especÃ−ficamente educativa, de carácter nacional. Con respecto a nuestro sistema educativo, podemos afirmar que es descentralizado ya que la provisión y control de la educación es resorte de cada uno de los gobiernos jurisdiccionales. Sin embargo, las universidades son responsabilidades exclusivas del gobiernos nacional • Sistematización: alude al grado de coordinación que alcanza el sistema. Consiste en el fortalecimiento de las relaciones entre las partes, el desarrollo de relaciones entre partes previamente desconectadas, la adición gradual de nuevos elementos relaciones al sistema o la combinación de todos estos cambios. El desarrollo de una organización jerárquica es uno de los aspectos más importantes en lo que se refiere a la evolución en la sistematización del sistema. • Diferenciación: se refiere al hecho de que el sistema educativo se perfil a como una unidad perfectamente distinguible de la estructura social. Implica, por ejemplo, que el sistema no permanece ligado a los intereses de grupos particulares, sino que atiende a las necesidades del conjunto de la sociedad. • Especialización: se refiere a los cambios que se producen en los sistemas educativos para atender a necesidades especÃ−ficas. Por ejemplo, capacitación de docentes, adquisición de nuevos materiales para la enseñanza y equipamiento tecnológico, etc. Cualquiera sea la capacitación, éstas han permitido un crecimiento del sistema por la ampliación del servicio y, dado que se produce una suerte de retroalimentación del proceso de especialización, ese crecimiento seguirá produciéndose. Según Archer, el desarrollo se los sistemas escolares se producen en tres etapas cruciales: despegue, 2 crecimiento, inflación. • Despegue: previamente al surgimiento del sistema educativo estatal, la educación era una empresa privada y el grupo, o los grupos, que la controlaban en cada caso tenÃ−an un virtual monopolio de los recursos educacionales. El despegue de los sistemas escolares se produce como resultado de la lucha competitiva entre los grupos de interés por el control de la educación. En sÃ−ntesis, el despegue educacional involucra dos cosas: aumento del número de escuelas y crecimiento de la matrÃ−cula. Según Archer, la etapa de despegue en nuestro sistema educativo nacional, se inicia a fines del siglo XIX, y uno de los principales protagonistas del grupo que diseñó y logró imponer este proyecto fue Domingo Faustino Sarmiento. • Crecimiento: el Estado pasa a ser propietario, y las asociaciones, al no poder competir con los recursos y el poder de aquél, se ven obligadas a negociar con él. Podemos resumir que el sistema educativo argentino transita la etapa de crecimiento durante la mayor parte del siglo XX. Se produce el acceso de todos los grupos sociales a la enseñanza básica y la apertura de la enseñanza media a nuevos sectores de la sociedad; la educación es un canal de ascenso social y facilita el logro de diversos bienes sociales. • Inflación: es la etapa en la que el sistema escolar madura y comienza a tener vida propia. Sin embargo surge un problema: lo que el sistema educativo brinda, no atiende a las necesidades que demanda la sociedad. • Explicaciones sociológicas de la expansión de los sistemas educativos. Según explicaciones de sociólogos, el consumo de educación está directamente relacionado con un mayor nivel general de vida de la población. AsÃ− también han señalado otras: • La importancia creciente del conocimiento especializado (conocimiento indispensable para el desarrollo económico, en las sociedades modernas). • El papel asignado a la educación para estratificar socialmente a las personas (enfoque funcionalista). • La valoración de la educación como factor de desarrollo e integración social (no sólo aptitudes técnicas para el trabajo sino también condiciones culturales: valores, pautas de conducta, etc.). • El proceso de selección que operan los sistemas educativos. El proceso de selección, constituye un aspecto fundamental en el estructura de los sistemas escolares. Según E. de Babini, se identifican dos tipos de selección: centralizada y descentralizada. • Centralizada: la selección está centralmente administrada y estandarizada. La selección es confiada a quienes están capacitados por derecho a llevarla a cabo. • Descentralizada: se rige por las “leyes naturales del mercado”, y la administración central se limita a asegurar las reglas de juego. Hay sistemas en los que la selección se realiza tempranamente (al finalizar la escuela elemental, cuando el niño tiene entre 10 y 12 según los casos), y otros en los que la formación general se prolonga por más tiempo y la selección se produce más tardÃ−amente (una vez concluida la escuela secundaria). La selección temprana se justifica en una ideologÃ−a de tipo elitista de la educación, mientras que la postergación de la selección se justifica en una ideologÃ−a más igualitaria. La autora plantea que la justificación de la distribución de la educación sirve también de justificación de la distribución del poder. De manera que plantea dos posturas: la primera, la selección de los individuos 3 se realiza principalmente sobre las capacidades difusas adscriptas a determinadas categorÃ−as sociales. La segunda, la selección se hace, fundamentalmente, sobre la base de las capacidades técnicas de las personas, y se otorga a éstas la oportunidad de adquirir esas capacidades. BrÃ−gido en su análisis del sistema educativo argentino, concluye que en nuestro paÃ−s no existe tal proceso de selección; lo que se produce más bien un proceso de expulsión. Es decir, los alumnos que provienen de sectores desfavorecidos de la población. • Tendencias actuales en el desarrollo de la educación formal. Babini (1991) señala un conjunto de caracterÃ−sticas que se observan hoy en los sistemas educativos de diferentes paÃ−ses y que nos ayudan a descubrir ciertas tendencias en el desarrollo de la educación contemporánea. La expansión de la educación a través del crecimiento de la matrÃ−cula (produjo una distribución de la educación a sectores cada vez más amplios, lo cual condujo a la elevación del nivel de instrucción formal de la población mundial), el aumento de las tasas de escolarización (hace referencia a la proporción de la población en edad escolar de un paÃ−s que está incorporada al sistema educativo en un momento determinado), la especial atención que se presta a los aspectos clásicos de la formación general y la incorporación de nuevas exigencias de la tecnologÃ−a y la economÃ−a (formación profesional y técnica), la disminución del tamaño de la clase escolar (docente con menos cantidad de alumnos), una mayor participación de la mujer en la educación (sobre todo en el nivel superior), la feminización de la docencia y la imposición por parte del Estado de la obligatoriedad escolar (asegurando en la mayorÃ−a de los paÃ−ses la gratuidad de la enseñanza obligatoria) son las tendencias actuales, entre otras, de un sistema escolar. • Funciones especÃ−ficas del sistema educativo Lo que se propone la autora en este segmento es señalar cuáles son las funciones especÃ−ficas de los sistemas educativos. Con fines estrictamente analÃ−ticos, distingue tres tipos de funciones: sociales, polÃ−ticas y económicas. Los sistemas sociales, son por definición sistemas abiertos, por lo tanto, se relacionan activamente con su entorno. El sistema educativo debe responder adecuadamente a las demandas del entorno, pero las condiciones objetivas que imperan en éste suelen no ser las más propicias para que el sistema satisfaga las múltiples expectativas que se han puesto en él. A continuación se exponen las principales funciones de los sistemas educativos: • Transmisión de la cultura: es función especÃ−fica del sistema educativo inculcar la cultura propia de la sociedad en la que está inserto. De hecho, la necesidad de dreas esa conciencia de pertenencia al “Estado-Nación” fue una de las razones fundamentales de la creación de los sistemas educativos. Al cumplir con su función de transmitir la cultura, el sistema educativo se erige en uno de los principales agentes de conservación de la sociedad. • Integración social del individuo: la incorporación al sistema educativo es una condición imprescindible en las sociedades modernas para que un individuo pueda participar plenamente en la vida social. Exige plenamente más que la posesión de conocimientos y destrezas; demanda también el dominio de los elementos fundamentales de la cultura de la sociedad a la que uno permanece. La educación formal es la encargada de brindar al individuo ambas cosas. • Innovación: la función innovadora del sistema educativo es muy clara y lleva a cabo 4 fundamentalmente, en las instituciones educativas de nivel superior. Se producen nuevos conocimientos a partir de la investigación básica y aplicada. • Selección social: ésta es la función social más controvertida del sistema educativo. Se entiende por “selección social” la posibilidad de lograr una determinada posición en el sistema de estratificación social según el grado y tipo de educación formal alcanzado. à sta función (selección social) es analizada desde paradigmas opuestos (Tedesco, 1987): funcionalista y reproductivista. El primero, surge en los EE UU y de allÃ− se exportó a toda América Latina. Su predominio se extendió desde mediados del siglo pasado hasta finales de la década del sesenta. El funcionalismo sostenÃ−a que la educación formal era la llave maestra para acceder a todos los bienes que una sociedad y un individuo pueden aspirar (desarrollo social, económico, individual entre otros). Esta visión de la educación inspiró las polÃ−ticas educativas de los paÃ−ses en vÃ−as de desarrollo y determinó que éstos destinaran importantes sumas de dinero para el desarrollo de la educación con la esperanza de que el esfuerzo financiero que se hacÃ−a producirÃ−a los beneficios anticipados por los analistas. Este paradigma decae cuando se comprueba que la relación entre desarrollo educativo y desarrollo social, no es tan clara ni mecánica, sino que ambos tipos de desarrollos son concomitantes. El segundo, paradigma reproductivista, tuvo su máximo desarrollo en la década del 70 del siglo pasado. Surge con la concepción, según la cual, en las sociedades capitalistas, el sistema es un aparato ideológico del Estado al servicio de los intereses de la clase dominante, cuya ideologÃ−a es el encargado de transmitir e imponer. Según este enfoque, la educación se desarrolla de dos maneras. Por un lado, la enseñanza media y superior (red secundaria-superior), para los hijos de la burguesÃ−a. Por el otro, la enseñanza básica y vocacional (red primaria-profesional), para los hijos de los obreros. El paradigma reproductivista, cuya hegemonÃ−a en el campo educativo fue muy importante a lo largo de más de diez años, condujo a un verdadero pesimismo pedagógico que, en términos simples se podrÃ−a formular de la siguiente manera: el sistema y el maestro están al servicio de las clases dominantes; entonces ¿para qué sirve la educación? Retomando el surgimiento de los sistemas educativos, esto se produce durante la segunda mitad del siglo XIX para satisfacer un requerimiento fundamental de los Estados-Nación que estaban en pleno proceso de formación en ese momento: lograr su consolidación. En otras palabras, el sistema educativo nace, básicamente, para satisfacen una necesidad polÃ−tica. Una función polÃ−tica responde al siguiente objetivo: garantizar la vigencia del orden democrático. Esta primordial misión polÃ−tica del sistema se puede traducir, con fines analÃ−ticos, en dos funciones principales: la formación polÃ−tica del ciudadano y la democratización de la vida social. • Formación polÃ−tica del ciudadano: la formación polÃ−tica no supone solamente el dominio de algunos conocimientos relacionados con el sistema democrático, sus instituciones y las condiciones para su funcionamiento. Implica también inculcar valores y desarrollar actitudes y prácticas democráticas en todos los actores del sistema educativo. La selección de contenidos para la formación polÃ−tica del ciudadano debe ir acompañada de otras series de acciones educativas, algunas planificadas, otras más espontáneas e informales, tendientes a desarrollar las actitudes y aptitudes indispensables para la vida democrática: tolerancia ideológica, responsabilidad, respeto por las personas, etc. Actitudes y aptitudes que necesariamente se deben traducir en prácticas concretas. 5 • Democratización de la vida social: si admitimos que la otra dimensión de la función polÃ−tica de la educación es la democratización de la vida social, es necesario previamente precisar qué se entiende por democratización. Por lo general se asocia la democratización con la idea de participación. Desde este punto de vista, la función del sistema educativo serÃ−a preparar al individuo para tomar parte en las decisiones colectivas y compartir las responsabilidades que ello implica. Si consideramos las condiciones que deben darse para una real participación, aparece con claridad el papel de la educación, que ésta serÃ−a la encargada de crearla. AsÃ− también, MartÃ−nez Paz señala que: • No hay participación posible sin una conciencia de la identidad cultura (la cultura se adquiere gracias a la educación). • Para que la participación sea efectiva debe darse la menor intermediación posible entre los centros de decisión y las bases participativas. • Se necesita una doctrina sociopolÃ−tica abierta, tolerante, que acepte el cambio y la contribución de los diferentes sectores sociales. En fin, para lograr la democratización de la vida social, la educación debe desarrollarse en un contexto que haga posible la participación. à sta no es cuestión de conocimientos sino de experiencias, de ejercicio concreto. Otra idea que se asocia con frecuencia al concepto de democratización es la de igualdad en todos los aspectos (social, cultural, jurÃ−dico, etc.). En este sentido la educación podrÃ−a contribuir a la democratización de la vida social si lograra promover la igualdad de oportunidades de accesos a los diferentes niveles de enseñanza y garantizar la igualdad en la calidad de los resultados. DecÃ−amos antes que, tanto la formación polÃ−tica del ciudadano como la preparación para la participación son, básicamente, cuestión de experiencia y no de contenidos curriculares. Esto implica que el contexto en el que se desarrolla la tarea educativa y el funcionamiento del propio sistema deben ser funcionales al logro de esos objetivos de la educación. Por ejemplo, la educación por sÃ− misma no puede hacer nada en materia de formación polÃ−tica, si el niño o el adolescente nunca han visto actuar un partido polÃ−tico, jamás vieron funcionar al Parlamento, ni asistieron a un acto comicial. Tampoco puede la educación cumplir con sus funciones polÃ−ticas si en el propio sistema educativo no tienen vigencia los principios democráticos, ni se promueve la igualdad en todos sus aspectos, discriminando a los alumnos de diversas maneras, o creando diferencias entre escuelas o entre regiones. En fin, la educación no cumple con sus funciones polÃ−ticas si no promueve la responsabilidad individual y la disciplina personal. Demos lugar ahora a la relación entre el sistema educativo y la economÃ−a. Recordemos que al sistema educativo se le asigna una función económica fundamental: la formación del “capital humano”, lo cual equivale a preparar a los individuos para su inserción en el mercado laboral y, por ende, en la estructura productiva de un paÃ−s. En consecuencia, estamos hablando del poder económico de la educación, lo que conlleva al desarrollo de la economÃ−a, la productividad, etc. Ahora, BrÃ−gido aclara que no debemos confundir “desarrollo” con “desarrollo económico”. • Desarrollo: incluye dimensiones cualitativas (PBI, nivel de alfabetización de la población, etc.) y cuantitativas (actitudes, normas, valores, etc.). CaracterÃ−sticas propias de un paÃ−s desarrollado son: participación polÃ−tica para todos, estabilidad económica, seguridad jurÃ−dica, entre otras. • Desarrollo económico: alude a cambios exclusivamente en la estructura económica; designa, en definitiva, un aspecto del proceso general de desarrollo. 6 No olvidemos que para cumplir con sus funciones (no solamente las económicas), el sistema necesita que se le asignen recursos necesarios. El sector educativo es sólo uno de los sectores que el Estado debe atender, de modo que hay que saber justificar para qué se necesitan y cómo serán utilizados. Los recursos que un paÃ−s puede destinar al desarrollo del sistema educativo dependen de su posibilidad de producir bienes y servicios. También se requieren nuevos conocimientos a fin de lograr avances tecnológicos que ayuden a mejorar la productividad económica. No olvidemos, la importancia de destinar una proporción importante del PBI al sector educativo. El sistema educativo podrá cumplir adecuadamente con todas sus funciones sólo si el paÃ−s está en condiciones de producir los recursos que son necesarios par sostener un servicio educativo de calidad y los administra adecuadamente. Pasaremos a describir ahora, tres cuestiones que se relacionan de manera más estrecha con las funciones económicas de la educación. La primera, expone que la principal función económica del sistema educativa es proveer los recursos humanos que demanda la estructura productiva, es decir, la formación del “capital humano”. Según Schultz, el concepto de capital humano, designa las competencias, calificaciones, aptitudes y conocimientos adquiridos por una persona durante su proceso de formación en el sistema educativo. Entonces, desde la “teorÃ−a del capital humano”, la educación es una inversión. Invertir en educación, desde la perspectiva del Estado, significa asignar recursos par esa actividad en vista a proveer las capacidades humanas y los conocimientos necesarios para el crecimiento de la economÃ−a; desde la perspectiva del individuo, dedicar a la educación formal tiempo, esfuerzo y recursos a fin de obtener un nivel de capacitación y formación que le permitan acceder en el futuro a mejores puestos de trabajo y, por lo tanto, obtener mejores ingresos y posiciones de mayor prestigio en la sociedad. La segunda cuestión es la siguiente: no caben dudas que la educación juega un papel fundamental en el desarrollo de la educación. Por un lado, la formación del “capital humano” y la producción de conocimiento, funciones especÃ−ficas del sistema, resultan esenciales para el desarrollo de las actividades productivas, en cualquier sector de la economÃ−a. Por otro, el mercado laboral impone como condición para abrir el ingreso a sus filas, la acreditación de un cierto nivel de educación formal. Por ejemplo: acreditar estudios de nivel medo para desempeñarse como recolector de residuos. La tercera cuestión, con la cuál finaliza la primera parte de “El sistema educativo argentino” de Ana MarÃ−a BrÃ−gido, plantea que la educación es una actividad que ocasiona gastos a la sociedad. Esta presión económica sobre el sistema podrÃ−a traducirse en dos exigencias fundamentales: eficiencia y control. La primera implica que los objetivos del sistema deben ser logrados con la mayor economÃ−a posible de recursos (económicos y humanos); en resumen, menos costos. La segunda, se traduce en la necesidad de implementar estrategias que posibiliten la no utilización de manera inapropiada de los recursos disponibles. MINISTERIO DE EDUCACIà N CULTURA CIENCIA Y TECNOLOGà A INSTITUTO DE NIVEL TERCIARIO VILLA ANGELA Segundo año. 7 Profesorado para la educación secundaria en lengua. Sistema Educativo El sistema educativo argentino. Ana MarÃ−a BrÃ−gido. Parte 1 Régimen presencial-promocional Ciclo 2011 BibliografÃ−a • BRà GIDO, Ana MarÃ−a. (2004) El sistema educativo argentino. Primera parte. Págs. 9-69. Editorial Brujas. Córdoba, Argentina. ANEXO 8